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Y ETAPAS DE LA VIDA
CARL JUNG
Prof. xxxxxx
Realizado por:
Xxxxxxx
Cada mitad de la vida −o bien, cada época de la vida− exhibe, por un lado,
determinadas características que la definen y demanda, por otro lado, el
cumplimiento de determinadas “tareas” a la consciencia, que se encuentra en el
proceso de transitar por el ciclo vital. Stevens (1990) llama a estas “tareas”, que
involucran aspectos internos y externos, intenciones arquetípicas y, partiendo del
supuesto de que cada etapa y su correspondiente emergencia están condicionadas
por estructuras arquetípicas profundas, nos dice que los sistemas de arquetipos
responsables del desarrollo [funcionan de modo] que, a medida que el individuo
madura, pase por una secuencia programada de etapas, cada una de las cuales
está mediada por una nueva serie de imperativos arquetípicos que intentan
realizarse tanto en el desarrollo de la personalidad como en el comportamiento.
Cada una de estas series de imperativos plantea unas exigencias concretas propias
con respecto al entorno, y su activación depende de que esas exigencias se
cumplan.
Estas consideraciones son relevantes porque nos indican que las estructuras
arquetípicas no generan el desarrollo de modo autónomo, sino que dependen de la
interacción con ciertas circunstancias externas para dirigir el crecimiento
psicológico, una idea que, como todavía veremos, ya había interesado a Neumann
(1959, 1963). En relación a esto, se hace necesario señalar también que, para
muchos psicólogos analíticos, las cualidades y las conductas manifiestas de los
padres concretos inciden, en efecto, de manera significativa en el desarrollo del
niño; sin embargo, de mucha mayor trascendencia serán siempre las experiencias
arquetípicas que ellos actualizan en el psiquismo infantil o adolescente por medio
de sus comportamientos y actitudes. Como en la edad infantil la consciencia se halla
débilmente desarrollada, no puede hablarse, en realidad, de una vivencia individual:
la madre es, por el contrario, una vivencia arquetípica; en estados más o menos
inconscientes, es vivida no como persona individual determinada, sino como madre,
un arquetipo preñado de enormes posibilidades significativas.
En el transcurso de la vida, palidece la protoimagen (o imagen arquetípica) y viene
a ser sustituida por otra imagen, consciente, relativamente individual [...] El padre
viene a ser, asimismo, un poderoso arquetipo que vive en el alma del niño. También
el padre es, al principio, el padre en general, una imagen [arquetípica] universal, un
principio dinámico. Al correr de la vida, esta imagen autoritaria se traspone. El padre
se convierte en una persona concreta, a menudo demasiado humana. (Jung, 1931e
[1927], pp. 160-162, cursiva del original)
Antes que nada, el infante debe separarse de modo gradual −en términos
psicológicos− de su cuidadora o de su cuidador primario, debe renunciar a la unidad
relacional indiferenciada en la cual vive aún inserto. Esto significa diferenciar
progresivamente su consciencia personal y establecer una identidad y un ego
propios o, dicho de otra forma, asumir cada vez más su condición de individualidad.
Así, el desarrollo promueve, en esta primera mitad de la vida, la actualización de
objetivos básicos como un cierto grado de independencia y autonomía (Brookes,
1996; Samuels, 1985). En el caso ideal, los procesos más formales de educación y
socialización, que pronto se instauran y que sobrepasan los límites del ámbito
restringido de la familia, están diseñados en función de las intenciones arquetípicas
que hemos mencionado y contribuyen a su cumplimiento adecuado.
En esta fase de la vida, entre los treinta y cinco y los cuarenta, se prepara un cambio
substancial de la psique humana. En un inicio, no son cambios perceptibles, que
llamen la atención; más bien son signos indirectos de modificaciones que empiezan
a producirse, al parecer, en el inconsciente. A veces, es algo así como un lento
cambio de carácter, otras veces reaparecen peculiaridades que desaparecieron con
la niñez, o empiezan a difuminarse las aficiones e intereses actuales, que son
sustituidos por otros o, lo que es muy frecuente, las convicciones y los principios,
especialmente los morales, comienzan a endurecerse y esquinarse [...] (Jung,
1931a, p. 226)
Sin duda, el hecho de acercarse al final de la vida puede conllevar una tendencia a
amplificar esta producción simbólica, pero no debe olvidarse que, en alguna medida,
puede ser constatada en cualquier momento del ciclo vital. Jolande Jacoby (1940),
una de las más destacadas discípulas y colaboradoras de Jung, redondea todo lo
que hemos revisado con las siguientes reflexiones en torno a la última etapa de la
vida: El hombre que va para viejo se va aproximando cada vez más al estado de
deslizamiento en lo psíquico colectivo, del cual cuando niño pudo salir con grandes
esfuerzos. Y de este modo se cierra el ciclo, pleno de sentido y armónico, de la vida
humana, y el principio y el fin coinciden [...] Si esta misión se ha cumplido de manera
exacta, entonces, la muerte pierde irremisiblemente su horror y tiene sentido
incluirla en la vida total. (p. 190)
Según Carl Jung hay 4 etapas esenciales en el desarrollo del animus, que
determinan de algún modo nuestro comportamiento en la vida:
Acerca de los arquetipos, el psicólogo suizo Carl Gustav Jung dice en su libro El
hombre y sus símbolos:
Según Jung son 4 las etapas esenciales en el desarrollo del animus: Hércules,
Apolo, Sacerdote y Hermes.
1. Hércules o el Atleta
En esta etapa estamos principalmente preocupados por nuestra apariencia, por la
forma en que nuestro cuerpo se ve. Durante esta etapa podríamos permanecer
horas mirándonos y admirando nuestro reflejo en el espejo. En esta etapa nuestro
cuerpo y aspecto son la cosa más importante para nosotros, nada más.
2. Apolo o el Guerrero
3. Sacerdote o la Declaración
En esta etapa te das cuenta de que lo que has logrado hasta ahora no es suficiente
para que puedas sentirte realizado y feliz, ahora estás buscando maneras de hacer
una diferencia en el mundo, maneras de servir a los que están a tu alrededor. En
esta etapa estás preocupado por la manera de empezar a dar. El dinero, el poder,
las posesiones, etc., seguirán apareciendo en tu vida pero ya no les otorgarás el
mismo valor que antes, ya no estarás apegado a esas cosas porque te encontrarás
en otra etapa de tu vida, donde se sabe que hay más en la vida que lo material.
Estarás buscando maneras de dejar de pensar sólo en ti mismo, maneras de recibir
y empezar a centrarse en vivir una vida de servicio. Todo lo que quieres hacer en
esta etapa es dar. Ya sabes que dar es recibir y es hora de que dejes de ser egoísta,
egocéntrico y ególatra y pienses en maneras de ayudar a los necesitados, para dejar
este mundo mejor de lo que era cuando llegaste.
Según Jung, esta será la última etapa del animus, una etapa en la que nos damos
cuenta de que ninguna de estas etapas son realmente quién o qué somos. Nos
damos cuenta de que somos más que nuestro cuerpo, somos más que nuestras
posesiones, más que nuestros amigos, nuestro país y así sucesivamente. Llegamos
a la conclusión de que somos seres divinos, seres espirituales teniendo una
experiencia humana y no seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Ahora
somos capaces de observarnos a nosotros mismos desde una perspectiva
diferente. Ahora somos capaces de salir de nuestra propia mente, fuera de nuestro
propio cuerpo y entender lo que realmente somos, para ver las cosas como son.
Nos convertimos en observadores de nuestras vidas.
CONCLUSION
Este modelo integrador de las etapas de la vida ha ejercido y sigue ejerciendo una
gran atracción sobre muchos de los seguidores de Jung, de donde proviene su
extensa difusión en la literatura de la psicología analítica. Sin embargo, también ha
sido criticado por diferentes motivos, de los cuales ya hemos hecho alusión a la
dificultad de acomodarlo a las diferencias socioculturales que introducen los
factores de la relatividad cultural y los cambios sociales. Por ejemplo, concebir la
formación de una familia como intención arquetípica del desarrollo parece entrar en
conflicto con ciertos comportamientos relacionales contemporáneos, cada vez más
diseminados, que evitan el compromiso que implica la vida familiar.
Desarrollo cognoscitivo
Desarrollo que implica la forma en que el crecimiento y los cambios en las
capacidades intelectuales afectan el comportamiento de una persona.
Desarrollo de la personalidad
Desarrollo que implica la manera en que las características perdurables que
diferencian a una persona de otra cambian a lo largo de la vida.
Desarrollo físico
Desarrollo de las características físicas del cuerpo, incluyendo el cerebro, el sistema
nervioso, los músculos, los sentidos y la necesidad de alimentarse, beber y dormir.
Desarrollo infantil
Campo que implica el estudio científico de los patrones de crecimiento, cambio y
estabilidad, que ocurren desde la concepción hasta la adolescencia.
Desarrollo moral
Maduración del sentido de justicia de la gente, delo que es correcto o incorrecto, y
su comportamiento en relación con esto.
Desarrollo psicosexual
Según Freud, serie de etapas que atraviesan los niños, en las cuales el placer o
gratificación se enfoca en una función biológica o parte del cuerpo específica.
Desarrollo psicosocial
Según Erikson, desarrollo que comprende cambios en el autoconocimiento de los
individuos como miembros de la sociedad y en su comprensión del significado del
comporta-miento de los demás.
Desarrollo social
La forma en que las interacciones de los individuos con los demás y sus relaciones
sociales aumentan, cambian y permanecen estables a lo largo de la vida.
Estudio de campo
Investigación que se realiza en un ambiente na-tural (capítulo 2).
Estudio de laboratorio
Investigación que se realiza en un ambientecontrolado, diseñado especialmente
para mantener los eventos cons-tantes (capítulo 2).
Estudios de caso
Entrevistas extensas y profundas con un individuo específico o con un pequeño
grupo de individuos.
Estudios secuenciales
Estudios en los que los investigadores examinan a los miembros de varios grupos
de distintas edades en diferentes momentos.
Etapa de autonomía frente a vergüenza y duda
Según Erikson, periodo durante el cual los niños de 18 meses a tres años
desarrollan independencia y autonomía si se les da libertad para explorar, o
vergüenza, y duda si se les coarta y sobreprotege.
Etapa de confianza frente a desconfianza
Según Erikson, periodo durante el cual los bebés desarrollan un sentido de
confianza o des-confianza, lo que depende principalmente de la satisfacción de
sus necesidades por parte de los cuidadores.
Etapa de identidad frente a confusión de identidad
Periodo duran-te el cual los adolescentes tratan de determinar las características
que son únicas y distintivas de sí mismos.
Etapa de iniciativa frente a culpa
Según Erikson, el periodo durante el cual los niños de tres a seis años experimentan
un conflicto entre la independencia de acción y los resultados, en ocasiones
negativos, de tal acción.
Etapa de operaciones concretas
Periodo del desarrollo cognoscitivo entre los siete y 12 años de edad, que se
caracteriza por el uso activo y apropiado de la lógica.
Etapa de las operaciones formales
Etapa en la que los individuos desarrollan la habilidad de pensar de forma
abstracta.
Fuentes consultadas