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Muchas veces he escuchado personas y leído libros afirmando que el sufrimiento y el

fracaso no existen en la vida del creyente, que son ilusiones que el maligno ha puesto en
nuestras mentes. Cosas como “declara que ese mal no es real porque todo obra para bien
para aquellos que aman al Señor”, “los hijos del Altísimo no pasan por sufrimientos”, “los
hijos del Rey no fracasan”, “si crees en tu propósito Dios obrara todo a para tu bien” y aun,
“Dios no tiene nada que ver con las aflicciones”. Esta forma de pensar viene en parte por
una interpretación errónea de Romanos 8:28,

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados.

Muchos han utilizado este versículo para decir que el cristiano no pasa por desgracias,
porque Dios ordena todo hacia su favor. No solo se escucha este pasaje fuera de contexto
en la iglesia, sino que aun los inconversos lo usan a su favor creyendo que “todas las cosas
le ayudan a bien”, simplemente porque “cree” en Dios.

Si somos honestos, no podemos negar que pasamos por sufrimientos: la Biblia y la


experiencia lo evidencian. Son situaciones que anhelamos terminen rápidamente por el
dolor que nos causan, dolor que no podemos negar ni mucho menos hacerlo pasar como
alguna ilusión.

Interpretando el pasaje

Como toda la Escritura, es necesario analizar el texto tomando en cuenta todo el capítulo,
para evitar sacarlo fuera de contexto. Comencemos observando que las aflicciones sí
existen en la vida del cristiano. El apóstol Pablo en el verso 28 en ningún instante niega que
el sufrimiento llegue a la vida del creyente. Si vamos solo unos versos atrás, al versículo 18,
vemos que el apóstol nos dice que el sufrimiento de este siglo no se compara con la gloria
venidera. En otras palabras, todo el sufrimiento experimentado aquí en vida en la tierra
(presente) no se compara con el gozo ni con la alegría venidera que será manifestada
(futuro) en nosotros.

De esta manera, Pablo imposibilita el negar las aflicciones. Si negamos las aflicciones,
tendríamos además que decir que el sufrimiento de Cristo fue una mentira, y que los
mártires por la proclamación del evangelio son una ilusión.

Si negamos las aflicciones, tendríamos que decir


que el sufrimiento de Cristo fue una mentira.
En este mundo corrompido el sufrimiento toca la puerta de todos. La pregunta que nos
contesta el verso 28 es la siguiente: ¿recibe el creyente al sufrimiento de la misma manera
que lo recibe el impío?

“Sabemos que a los que aman a Dios… a los que conforme a su propósito
son llamados”.

Primero tenemos que tomar en consideración a quién se está refiriendo el autor cuando
dice “a los que aman a Dios”. Ciertamente el apóstol no se está refiriendo a toda la
humanidad, como lo podemos confirmar al ver que Pablo enfatiza, “esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados”. Ahora bien, ¿quiénes son los llamados? Los
llamados son aquellos que han puesto por gracia su fe solamente en Cristo para la
redención de sus pecados. El verso 1 del mismo capítulo 8 dice que estos que son llamados
ya no caminan conforme a la carne sino conforme al Espíritu, ya no son guiados por los
deseos de la carne, lo cual es el pecado, sino que luchan contra la carne y ahora piensan en
las cosas del Espíritu (v. 5).

Los que son llamados pueden testificar con mucha confianza que han sido revestidos por la
gracia de Dios y que ahora caminan con el deseo de agradar a su Señor y no al pecado; y
esto solo gracias al Espíritu Santo que mora dentro de cada hijo de Dios. Entonces
podemos decir que la persona que aún no ha puesto su confianza en Cristo Jesús no está
dentro de “los llamados”, y es por esto que no puede proclamar genuinamente que todas
las cosas obran para su bien.

“…todas las cosas les ayudan a bien”.

En el libro de Génesis encontramos la historia de José, el hijo de Jacob. Si has crecido


asistiendo a escuela dominical, sin duda alguna escuchaste la historia de José. Aquí que
vemos cómo un joven es vendido por sus propios hermanos, comprado como esclavo,
puesto en cárcel injustamente y luego proclamado gobernante de Egipto. Más adelante en
la historia, estando José en esta posición de gobernante, volvió a pararse frente a sus
hermanos cuando estos fueron en busca de alimento y les revela que él era su hermano y
trae a su familia a vivir en Egipto. José pasó por mucho sufrimiento y por angustias, pero
reconoció la soberanía de Dios y entendió que todo ese tiempo difícil era por un propósito
divino según la perfecta voluntad de Dios. Fíjense en las palabras de José hacia sus
hermanos en Génesis 50:20: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a
bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. En todas las
adversidades que José enfrentó, Dios estaba activo y en control en todo momento.

Así como José entendió la soberanía de Dios en su vida, debemos nosotros entender que
en esta vida tendremos aflicción, y aun así Dios está con nosotros, los que hemos sido
llamados y le amamos.

Pablo no está expresando que todo le va a salir bien a los que aman a Dios, sino que esos
que genuinamente Le aman y que han sido llamados por Él reconocen más bien Su
soberanía sobre todas las tribulaciones en la vida y pueden gozarse en su aflicción porque
el amor de Dios ha sido derramado en sus corazones (Ro. 5:5). A Él no se le escapa nada, ni
mucho menos se va de vacaciones abandonando al mundo. Dios en todo momento está
sustentando su creación y cada acontecimiento en ella. El sufrimiento, por más que duela
en el momento, tiene un propósito. Ya sea para prepararnos para su obra o para lo que Él
planificó desde antes de la fundación del mundo, tenemos que descansar en que al final
todo es para Su gloria y bueno para nosotros. En medio de toda prueba Él moldea nuestro
carácter y de esa manera nos cambia, llevándonos así más cerca a la imagen y al carácter de
nuestro Señor Jesús.

El sufrimiento, por más que duela en el momento,


tiene un propósito.
La situación más difícil que podíamos experimentar era la ira de Dios: recibir su castigo
eterno. Pero de tal manera Dios nos amó que envió a su único hijo Jesús para que viviera
una vida perfecta y muriera en la cruz cargando nuestros pecados, pasando su justicia
sobre nosotros. Si aun siendo enemigos de Cristo, Él murió por nosotros dándonos
adopción, reconciliación, justificación y asegurando nuestra glorificación (v.30), así también
todo lo que Él hace es para nuestro bien. Aun cuando no entendamos debemos confiar y
descansar en Jesús y en Su sacrificio; en donde el amor de Dios es demostrado para con
nosotros.

Conclusión

Romanos 8:28 definitivamente no se refiere a que todo te saldrá bien porque tienes el favor
de Dios, sino que todo obra para bien en la vida del creyente porque Él es soberano, y
entendemos y confiamos en que nuestro Dios envía a nuestras vidas el fracaso y los
sufrimiento porque son necesarias y nos convienen. Es en medio de ellas que crecemos en
santidad y en fe dando gloria a quien solo se la merece, a Cristo.

Bradney López, es pastor de la Iglesia Uno Reformada en Arroyo, Puerto Rico donde
reside con su esposa Eileen y sus cuatro hijos José Daniel, Jireh Milagros, Isabela Nissi
y Penélope Rohi. Puedes encontrarlo en Twitter: BradneyLópez.

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