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Gran Sumo Sacerdote

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nnamarie Sauter: Jesús vive y está intercediendo por nosotras. Nancy


DeMoss de Wolgemuth explica por qué esto es importante.

Nancy DeMoss Wolgemuth: Porque Él vive para interceder por nosotras


siempre, no hay una sola hora o día en nuestras vidas en que no
podamos perseverar y seguir adelante.

Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy


DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.

Durante este tiempo en el que anticipamos la Pascua, Nancy nos ha


estado conduciendo a lo largo de treinta y dos nombres de Jesús. Si te
has perdido alguna de las enseñanzas, puedes leerla, escucharla o
descargarla a través de nuestra página
web AvivaNuestrosCorazones.com. Aquí está Nancy para continuar con la
serie titulada, “La maravilla de Su Nombre”.

Nancy: A través de esta serie hemos estado viendo cómo Jesús cumplió
muchas profecías del Antiguo Testamento. Me encantan estas
conexiones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y ver cómo Jesús
cumple aquello que estaban anhelando y esperando, aquello que estaban
anticipando en el Antiguo Testamento.

Ahora, en el Antiguo Testamento había tres roles principales y oficios


que Jesús vino a cumplir, el de Profeta, Sacerdote y Rey. En el Antiguo
Testamento estos eran hombres – profetas, sacerdotes y reyes – quienes
eran designados por Dios para liderar a Su pueblo. Ellos tenían
diferentes funciones pero todos esos roles, esos oficios, apuntaban a
Cristo quien un día cumpliría con todas esas funciones – Profeta,
Sacerdote y Rey – guiando a Su pueblo del nuevo pacto en esos mismos
roles.

Hoy queremos examinar uno de esos oficios y ver a Jesús como nuestro
Gran Sumo Sacerdote. Ahora, este concepto de sacerdote no es algo
común para muchas de nosotras o en la mayoría de nuestras iglesias.
Nosotras no hablamos mucho sobre sacerdotes, y no vemos mucha
actividad sacerdotal. Pero para los judíos en la era bíblica, este era un
concepto importante y vital que tenía que ver con la vida diaria.

La palabra hebrea para “sacerdote”, en el Antiguo Testamento, es usada


unas 800 veces. Para los judíos era una palabra muy usada, ellos usaban
esa palabra todo el tiempo. Era una palabra de uso cotidiano y un
concepto muy importante en la vida judía.

Primero vamos a ver, ¿Qué hacían los sacerdotes en el Antiguo


Testamento? ¿Por qué eran ellos tan importantes? Y luego ¿Por qué
necesitamos un sacerdote? ¿Has pensado acerca de esto
recientemente? ¿Por qué necesitarías un sacerdote? y sí lo necesitas. Y
entonces ¿Cómo satisface Jesús nuestra necesidad de un sacerdote?

Ahora, los sacerdotes del Antiguo Testamento no podían ser simplemente


alguien que decidía que quería ser sacerdote. Ellos tenían que ser
designados por Dios, y también tenían que ser de la Tribu de Levi. Y
tenían que ser descendientes de Aarón.

¿Por qué eran necesarios estos sacerdotes? Bueno, ellos eran


necesarios porque las personas estaban separadas de Dios. Y ¿Por qué
estaban las personas separadas de Dios? Porque Dios es santo y el
hombre es pecador. Así que estas personas pecadoras no podían
acercarse a un Dios santo directamente.

Dios estableció el tabernáculo y luego el templo en el Antiguo


Testamento y había un lugar santo y un lugar santísimo donde la
Shekinah de Dios, la gloria de Dios moraba. La gente normal, la gente
común, que no eran sacerdotes, no podían entrar al lugar santo o al lugar
santísimo en el templo, donde la presencia de Dios moraba. ¿Qué pasaba
si ellos lo hacían? Ellos morirían porque la paga del pecado es muerte.
Así que ellos no podían acercarse a Dios. Ellos tenían que ser temerosos
de Dios y no podían acercarse a Él.

Así que Dios en Su misericordia, en Su bondad, en Su compasión y en Su


amor por Su pueblo, designó sacerdotes que servían como mediadores
entre Dios y Su pueblo.

Un Dios Santo. El Hombre Pecador, y los sacerdotes eran los mediadores


entre ambos. Un mediador es alguien que interviene entre dos partes
contendientes. Estos sacerdotes servían en el tabernáculo y en el
templo y ellos se acercaban a Dios en nombre del pueblo. Se acercaban
a Dios como los representantes o los defensores del pueblo de Dios.

Ellos hacían esto de dos maneras, principalmente. En primer lugar ellos


ofrecían oraciones y alabanzas a favor del pueblo, como los
representantes del pueblo, ellos ofrecían oraciones y alabanzas a Dios. Y
Dios aceptaba esas alabanzas y oraciones de estos sacerdotes.

Y luego ellos ofrecían sacrificios. Sacrificios por los pecados del pueblo.
La paga del pecado es muerte y cada vez que alguien pecaba, un
sacrificio tenía que ser hecho u ofrecido para expiar ese pecado.
Recuerda cómo mataban animales inocentes, sin mancha ni culpa, en
lugar de los pecadores quienes sí merecían morir. Los sacerdotes eran
los únicos que estaban autorizados para hacer estos sacrificios y
ofrecerlos a Dios a favor de los pecadores arrepentidos.

Y así leemos en el libro de Hebreos, en el capítulo 5. De hecho, tú


querrás ir a Hebreos porque vamos a ver algunos versículos en esta
sesión. Hebreos 5:1 nos dice:

“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres [Ellos eran
hombres. Eran elegidos de entre los hombres] es constituido a favor de
los hombres [o en su lugar o para su beneficio. Ellos actúan como los
representantes del pueblo de Dios. Y fueron elegidos, ellos fueron
constituidos para actuar a favor de los hombres] en las cosas que a Dios
se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados”. Este
es probablemente el mejor versículo que describe lo que los sacerdotes
hacían por el pueblo de Dios. Ellos servían como los intermediarios entre
el cielo y la tierra. Ellos representaban la necesidad del pueblo a Dios, y
representaban la gracia y la misericordia de Dios al pueblo. Ellos eran
los intermediarios.

Ahora, el Sumo Sacerdote era la posición más alta, era el sacerdote de


todos los sacerdotes. Y él generalmente servía en esta posición de por
vida. Y sólo el Sumo Sacerdote podía entrar al lugar santísimo en el
tabernáculo o en el templo. Y él solo podía hacerlo una vez al año.
¿Cómo era llamado ese día? Ese era El Día de la Expiación. Y leemos
acerca de esto en Levítico capítulo 16.

En ese día él mataba a los animales para el sacrificio, el sustituto que


era ofrecido por los pecadores, y luego entraba al lugar santísimo,
rociaba la sangre del animal sacrificado en el propiciatorio. Se hacía la
expiación y La ira de Dios era satisfecha, y la misericordia de Dios era
extendida a Su pueblo una vez más. Ahora, había muchos otros
sacrificios hechos diariamente, en las mañanas, en las noches, a diario,
durante todo el año. Pero este era uno especial, un día al año cuando los
sacrificios eran hechos para todo el pueblo de Dios, y el Sumo Sacerdote
era el que hacía esto.

Ahora, como mediadores, los sacerdotes se suponían que eran capaces


de identificarse con las personas a las que ellos representaban. Pero
también se suponía que eran santos y obedientes a las leyes de Dios. Sin
embargo, al igual que la gente que ellos representaban, ellos tenían
defectos. Ellos eran pecadores. No podían vivir a la altura de la ley de
Dios más de lo que cualquier otro podía. Por lo tanto ellos tenían que
ofrecer sacrificios por sus propios pecados antes de ofrecer sacrificios
por el pueblo.

Dios misericordiosamente aceptaba los sacrificios de estos sacerdotes


imperfectos, porque Él sabía que Su Hijo un día ofrecería un sacrificio
perfecto de una vida sin pecado que expiaría los pecados de la gente y
de los sacerdotes. Y sobre esta base, mirando hacia adelante a la cruz,
Dios cubriría los pecados del pueblo.

Como el Dios/hombre, Jesucristo cumplió con nuestra necesidad de un


Sumo Sacerdote perfecto. Ahora, Él tuvo que ser hombre, para
representarnos ante Dios. Así que por eso Hebreos 2:17 nos dice:

“Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin
de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas
que a Dios atañen para hacer propiciación por los pecados del pueblo”

Como hombre, Él es capaz de identificarse con nosotros. Él compartió


nuestras experiencias humanas. Él fue tentado como lo somos nosotras,
y Él es capaz de ser misericordioso con nosotras porque Él caminó en
nuestros zapatos. Él puede representarnos. Pero él no solo fue un
hombre. Él es el Dios/hombre. Como Dios, Él nunca pecó. Así que está
completamente calificado para acercarse a un Dios santo.

Así que, el libro de Hebreos en el Nuevo Testamento es el único libro en


la Biblia que está dedicado casi por completo al rol de Cristo como
nuestro Gran Sumo Sacerdote. Y me hubiera gustado tener tiempo para
mostrarles todas las referencias al respecto. Si vas a nuestra página y
miras la transcripción del programa de hoy
en www.AvivaNuestrosCorazones.com, tendremos allí algunas
referencias más que te ayudarán a estudiar esto un poco más
minuciosamente.

Pero, a lo largo del libro de Hebreos se detallan algunas diferencias


importantes entre Jesús y los sacerdotes Levíticos del Antiguo
Testamento. Es por eso que es de gran ayuda leer el libro de Hebreos
junto con el libro de Levítico del Antiguo Testamento que establece el
sacerdocio. Levítico adquiere un nuevo significado cuando lo lees a la
luz de Hebreos hablando acerca de Cristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Pero veamos algunas de esas diferencias entre los sacerdotes del


Antiguo Testamento y Cristo como nuestro Gran Sumo Sacerdote. En
primer lugar, los sacerdotes del Antiguo Testamento, como ya hemos
dicho, tenían que ser de la tribu de Leví. Jesús no era Levita. ¿De qué
tribu era Él? ¿De qué tribu era Jesús? De la tribu de Judá. Él fue
nombrado bajo la orden de Melquisedec, que es otra serie completa, pero
esa orden sacerdotal precedió al sacerdocio Levítico. Puedes leer
acerca de esto en el Salmo 110 y en Génesis capítulo 14. Jesús era de la
tribu de Judá. Esa es una manera en que Él era diferente de los
sacerdotes del Antiguo Testamento.

En el Antiguo Testamento, hubo muchos sacerdotes. Todos ellos eran


temporales porque todos ellos tenían un principio y un final. En algún
momento, ellos morían. Pero el sacerdocio de Jesús es permanente. Es
eterno porque Él vive para siempre. Y no hay necesidad de que ningún
otro sacerdote tome Su lugar, jamás.

Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios


constantemente. Su trabajo era interminable. Pero el sacrificio de Jesús,
de Su vida en la cruz, fue suficiente una vez y para siempre (mira Heb.
7:27; 9:12). Nunca necesitó ser repetido. Ya no se necesita más sacrificio
por el pecado. “¡Consumado es!”

El trabajo del sacerdote del Antiguo Testamento nunca terminaba y,


como resultado, él nunca se sentaba. Siempre estaba de pie, caminando
y moviéndose en sus tareas. Pero después del sacrificio de Su vida en la
cruz, Jesús se levantó de entre los muertos, ascendió al cielo, y ¿qué
hizo? Se sentó a la diestra de Dios. Su obra sacrificial terminó.

Los sacerdotes del Antiguo Testamento eran hombres pecadores. Como


hemos dicho, ellos tenían que ofrecer sacrificios por ellos mismos antes
de que pudieran ofrecer sacrificios por el pueblo. Pero Jesús, nos dicen
las Escrituras, era santo, inocente, nunca pecó. Él no tenía necesidad de
ofrecer sacrificios por Sí mismo. El único sacrificio que Él ofreció fue por
todos los demás. Fue por nosotras. Fue a nuestro favor, fue en nuestro
lugar. (Mira Heb. 7:26-27)

Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían animales en el


sacrificio. Estos animales nunca podían quitar el pecado. No tenían
méritos para salvar a los pecadores. Todo lo que ellos hacían era
anunciar ese único y último sacrificio que expiaría totalmente el pecado.
Dios aceptaba a los pecadores culpables, en ese entonces, basándose en
la obra futura de Cristo que era anticipada en esos sacrificios.

Por otra parte, como el perfecto Cordero de Dios, Jesús se ofreció a Sí


mismo – el sacrificio perfecto por cada pecado cometido o que iba a ser
cometido. Su cuerpo fue el sacrificio por el pecado, y Él era también el
sacerdote que ofrecía el sacrificio a Dios. Él es el sacrificio, y Él es el
sacerdote (mira Heb. 7:27; 9:11-14).

Ahora, los sacerdotes del Antiguo Testamento entraban en una tienda o


santuario hecho por el hombre. Pero las Escrituras nos dicen en Hebreos
capítulo 9, que Jesús entró en un santuario perfecto, celestial y eterno
en el Cielo no hecho por hombre (mira vv. 11-12).

Los sacerdotes del Antiguo Testamento entraban al lugar santo por


medio de la sangre de machos cabríos y becerros y toros. Pero Jesús
entró al lugar santo, a la presencia misma de Dios, por medio de Su
propia sangre (mira Heb. 9:11-12)

Los sacerdotes del Antiguo Testamento entraban a la presencia de Dios


en el templo una vez al año en nombre del pueblo porque no podían
entrar ahí por ellos mismos. Pero cuando Jesús ofreció Su sacrificio
perfecto por el pecado, el velo, la cortina del templo, que separaba el
lugar santísimo del resto del templo, se rasgó en dos de arriba a abajo
abriendo de ese modo el camino de entrada a Dios en el cielo.

Y vamos por un momento a Hebreos capítulo 10, versículo 19. Y Aquí es


donde leemos acerca de esto.

Dice: Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al


Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que
Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto
que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos
[Los Judíos del Antiguo Testamento nunca escucharon esa frase.
Acércate. Lo que ellos escucharon fue “Aléjate. No te acerques o
Morirás.” Y por el sacrificio de Cristo las Escrituras dicen] acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe. (vv. 19-22)

No más barreras entre nosotras y Dios. Sin miedo de acercarse a Él. Sin
necesidad de hazañas para impresionarlo. El precio ha sido pagado. En
lugar de miedos y de barreras, venimos con audacia y confianza, somos
bienvenidas en el lugar santísimo, a la misma presencia de Dios. Alabado
sea Jesús.

Jesús, nuestro Gran Sumo Sacerdote, es diferente a los sacerdotes del


Antiguo Testamento. Él es superior a ellos en todos los sentidos. Él vino
a cumplir con todo el sistema del ministerio sacerdotal y los sacrificios
que se llevaban a cabo bajo el antiguo pacto. El tabernáculo del Antiguo
Testamento, los sacerdotes Levíticos del Antiguo Testamento, los
sacrificios del Antiguo Testamento, solo eran sombras. Solo apuntaban a
Jesús. Pero Jesús es la realidad, la sustancia. Las sombras se han
alejado. Jesús trajo todo ese sistema a su fin. Ya No lo necesitamos más.

Y es por eso que tú no necesitas otro mediador. Es por eso que no


necesitas un sacerdote humano. Tú tienes un Gran Sumo Sacerdote.
Hay un solo Dios, y también hay un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por
todos (1 Timoteo 2:5-6).

Jesús, el Dios/hombre. Él vino a unir a un Dios santo y a un hombre


pecador, para restaurarnos en comunión y una relación correcta. Jesús
satisfizo la ira de Dios al ofrecer Su vida en la cruz. Ya no se necesita
más sacrificio por el pecado. No tenemos que ir a través de otra persona
para llegar a Dios. Nosotras vamos directamente a Dios, no por nuestros
propios méritos, sino a través de Cristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Ahora, Su sacrificio en la cruz es una obra terminada. Fue una vez y para
siempre por todos los sacrificios. Y tú leerás esta frase numerosas veces
en el libro de Hebreos. Una vez y para siempre. Pero la obra de Jesús a
nuestro favor como sacerdote, no ha terminado. Él aún hoy, sigue siendo
nuestro Gran Sumo Sacerdote en el cielo. Él tiene un ministerio continuo
permanente.

Hay dos cosas importantes que Él hace hoy por nosotras y quiero ver una
de estas en los minutos restantes que tenemos en el programa hoy, y
veremos la otra en la próxima sesión. Él intercede por nosotras. Veremos
eso en un momentito hoy aquí. Y mañana veremos como Él aboga por
nosotras. Él intercede, y Él aboga. Déjame decir algunas cosas en
relación a Su ministerio sacerdotal de intercesión por nosotras en el
cielo.

Tú quizás recordarás que el sacerdote del Antiguo Testamento vestía una


prenda que era llamada un efod. E-F-O-D. Ese efod tenía una piedra de
ónice en cada hombro en donde estaban grabados los nombres de las
doce tribus de Israel. Seis nombres en un hombro, y seis nombres en
otro hombro, seis nombres en el otro hombro. Ellos también vestían otra
prenda que era llamada pectoral del juicio. Y en esa pieza de vestir
estaban puestas doce piedras que estaban grabadas con los nombres de
las doce tribus de Israel.

Y las Escrituras nos dicen sobre esto en Éxodo 28. Dice: “Y Aarón [quien
fue el primer Sumo Sacerdote] llevará sus nombres [los nombres del
pueblo] delante el SEÑOR sobre sus dos hombros… [y] sobre su corazón,
cuando entre en el lugar santo, continuamente por memorial delante del
SEÑOR” (Éxodo 28: 12, 29).

Recuerda que dijimos que era una función del sacerdote del Antiguo
Testamento ofrecer oraciones a favor del pueblo. Y en caso de que lo
olvidaran, ellos tenían los nombres de esas doce tribus en sus hombros y
en sus corazones. A medida que ellos se presentaban ante el Señor,
ellos le recordaban el pueblo al Señor. Ellos oraban por el pueblo.
Intercedían delante Dios en nombre del pueblo, a favor del pueblo.

Bien, Hebreos nos dice que como nuestro Gran Sumo Sacerdote, Jesús
es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se
acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por
ellos. (Mira Hebreos 7:25) Eso es lo que un sacerdote hace. Él lleva
nuestros nombres en Sus hombros y en Su corazón. Cuando ÉL se
presenta ante el trono de Dios, Él nos lleva al Padre. Él ora por nosotras.

No necesito otro sacerdote humano orando por mí. Ahora nosotras


podemos orar las unas por las otras, y sí oramos las unas por las otras.
Pero cuando lo hacemos, estamos entrando al gran ministerio sacerdotal
de Jesús. Él es el único que hace una intercesión perfecta por nosotras.
Él sabe lo que necesitamos. Él conoce nuestras fallas. Él sabe cómo
somos tentadas. Él sabe cómo tropezamos. Él conoce la situación en tu
casa a la que vas a regresar en el día de hoy. Él sabe cómo orar por ti.

Oswald Sanders ha dicho en su libro sobre The Incomparable Cristo [El


Cristo Incomparable], lo siguiente:

No podríamos vivir la vida cristiana por un solo día si no fuera porque Él


vive para interceder por nosotras… No hay problema personal para el
cual Él no tenga solución, ni enemigo de quien Él no pueda rescatarnos,
ni pecado del que Él no nos pueda liberar - porque Él vive para siempre
para interceder por nosotras.

Y porque Él vive para interceder por nosotras siempre, no hay un solo día
ni una sola hora en nuestras vidas que no podamos perseverar y seguir
adelante. En la medida en que derramamos nuestras necesidades ante
Él, nuestra necesidad por dirección, por sabiduría, nuestras luchas con el
pecado remanente en nosotras, nuestra carga por los hijos pródigos y los
esposos inconversos y esa enfermedad terminal y las relaciones
rotas. Cuando clamamos a Jesús, Él se compadece, Él nos entiende, y Él
intercede por nosotras ante el Padre. Él estuvo aquí. Él estuvo en la
carne, lo sabe, caminó en esta tierra, vivió esta vida y conoce nuestras
necesidades, y, Él ora por nosotras.

Robert Murray M'Cheyne lo dijo de esta manera: “Si yo pudiera escuchar


a Cristo orando por mí en la habitación de al lado, no temería a un millón
de enemigos. Sin embargo, la distancia no hace la diferencia. Él está
orando por tí.” Recuerda esto.
Y así, en Hebreos 8:1 dice: “Ahora bien, el punto principal de lo que se
ha dicho es éste: tenemos tal sumo sacerdote, el cual se ha sentado a la
diestra del trono de la Majestad en los cielos.” Jesús, nuestro Gran Sumo
Sacerdote - Él es el mediador entre nosotras y Dios. Él se acerca a Dios a
nuestro favor, a favor nuestro. Él nos justifica ante Dios, ora por
nosotras. Y continuamente nos lleva a la presencia de Dios en virtud de
su sacrificio perfecto y su intercesión a nuestro favor.

Conocer a Jesús como nuestro Gran Sumo Sacerdote nos da las bases
para confiar. No tenemos que escabullirnos ante la presencia de Dios y
preocuparnos de que no le agrademos este día o que esté enojado con
nosotras por algo que hicimos. Podemos ir confiadas y seguras en el
nombre de Jesús nuestro Gran Sumo Sacerdote porque el precio por ese
pecado ya ha sido pagado. Él es el sacrificio y el sacerdote.

Hebreos 4:14, dice:

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús,
el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno
que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado (versículos
14-15).

Porque Él asumió nuestra humanidad, porque Él fue tentado, Él se


compadece de nosotras cuando somos tentadas y débiles. Y porque Él
nunca pecó, Él es capaz de ayudarnos cuando nosotras somos tentadas
y cuando necesitamos la gracia para seguir adelante - la gracia de Dios.
Él es sin duda un “misericordioso y fiel sumo sacerdote” (Hebreos 2:17).

Así, el versículo 16 de Hebreos 4:

Por tanto, acerquémonos [acerquémonos, acerquémonos] con confianza


al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia
para la ayuda oportuna.

Annamarie: Jesús, tu Gran Sumo Sacerdote está intercediendo por ti.


Nancy DeMoss de Wolgemuth te ha estado explicando por qué esto
afecta tu día a día. Ella regresará en un momento para ayudarte a aplicar
esta enseñanza.
Este mensaje es parte de la serie “La maravilla de Su Nombre”, que
estaremos transmitiendo en la medida en que anticipamos la celebración
de la Pascua.

Hemos visto a Dios usar este ministerio para ayudar a muchas mujeres a
encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Cuando apoyas Aviva
Nuestros Corazones con tus oraciones, tus recursos o compartiendo el
mensaje con otras mujeres, nos ayudas a llevar el mensaje de salvación
y enseñanzas de la feminidad bíblica alrededor del mundo.

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maravilloso diseño de Dios para ti", como agradecimiento por tu aporte
económico de cualquier monto. La producción de los programas, videos,
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web AvivaNuestrosCorazones.com. Los envíos están disponibles para
EEUU y Canadá.

Imagina lo que sería estar en una sala de audiencia ante un juez estricto,
sabiendo que eres culpable. La verdad es que todo el mundo está en esa
situación. Somos pecadoras delante Dios, pero la buena noticia es que tú
tienes a alguien que te defiende—un abogado—de pie ante el juez. Nancy
te hablará más acerca de esto el lunes. ¡Qué tengas un buen fin de
semana y bendecido día del Señor junto a hermanos de tu iglesia local!

Ahora, Nancy regresa para reflexionar sobre el nombre de Jesús que


hemos estudiado hoy, nuestro “Gran Sumo Sacerdote”.

Nancy: Inclinemos nuestros corazones ante el Señor. Me pregunto si


quizás sientes una necesidad de misericordia en tu vida hoy. Tenemos
pecado que mora en nosotras. Somos tentadas, nos caemos, fallamos.
¿Necesitas misericordia? Entonces acércate a través de Jesús, nuestro
Gran Sumo Sacerdote. Ven a ese trono de gracia y hallarás misericordia.

¿Necesitas gracia que te ayude en tiempos de necesidad? Tienes un


matrimonio, una relación, un problema, una carga, una preocupación que
estás llevando, una situación que simplemente no sabes que hacer, no
sabes cómo manejarla, no sabes cómo seguir adelante. Tratas de tomar
una decisión, necesitas sabiduría. Necesitas gracia para que te ayude en
tiempos de necesidad. Con confianza, con confianza, acércate al trono
de gracia ya que tenemos un Gran Sumo Sacerdote. Ahí recibirás
misericordia, y ahí encontrarás gracia para ayudarte en tiempo de
necesidad.

Te bendecimos, Señor Jesús. Tú eres un Gran Sumo Sacerdote. Gracias


por Tu sacrificio, por el sacrificio de tu vida a nuestro favor. Y gracias
porque vives hoy para interceder por nosotras. Te amamos. Te
bendecimos, y nos acercamos en Tú nombre. Amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un


ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a


menos que se indique otra fuente.

Dawn Wilson, Lindsay Swartz y Darla Wilkinson brindaron ayuda en la


investigación para esta serie.

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