Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/gran-sumo-sacerdote/
Nancy: A través de esta serie hemos estado viendo cómo Jesús cumplió
muchas profecías del Antiguo Testamento. Me encantan estas
conexiones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y ver cómo Jesús
cumple aquello que estaban anhelando y esperando, aquello que estaban
anticipando en el Antiguo Testamento.
Hoy queremos examinar uno de esos oficios y ver a Jesús como nuestro
Gran Sumo Sacerdote. Ahora, este concepto de sacerdote no es algo
común para muchas de nosotras o en la mayoría de nuestras iglesias.
Nosotras no hablamos mucho sobre sacerdotes, y no vemos mucha
actividad sacerdotal. Pero para los judíos en la era bíblica, este era un
concepto importante y vital que tenía que ver con la vida diaria.
Y luego ellos ofrecían sacrificios. Sacrificios por los pecados del pueblo.
La paga del pecado es muerte y cada vez que alguien pecaba, un
sacrificio tenía que ser hecho u ofrecido para expiar ese pecado.
Recuerda cómo mataban animales inocentes, sin mancha ni culpa, en
lugar de los pecadores quienes sí merecían morir. Los sacerdotes eran
los únicos que estaban autorizados para hacer estos sacrificios y
ofrecerlos a Dios a favor de los pecadores arrepentidos.
“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres [Ellos eran
hombres. Eran elegidos de entre los hombres] es constituido a favor de
los hombres [o en su lugar o para su beneficio. Ellos actúan como los
representantes del pueblo de Dios. Y fueron elegidos, ellos fueron
constituidos para actuar a favor de los hombres] en las cosas que a Dios
se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados”. Este
es probablemente el mejor versículo que describe lo que los sacerdotes
hacían por el pueblo de Dios. Ellos servían como los intermediarios entre
el cielo y la tierra. Ellos representaban la necesidad del pueblo a Dios, y
representaban la gracia y la misericordia de Dios al pueblo. Ellos eran
los intermediarios.
“Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin
de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas
que a Dios atañen para hacer propiciación por los pecados del pueblo”
No más barreras entre nosotras y Dios. Sin miedo de acercarse a Él. Sin
necesidad de hazañas para impresionarlo. El precio ha sido pagado. En
lugar de miedos y de barreras, venimos con audacia y confianza, somos
bienvenidas en el lugar santísimo, a la misma presencia de Dios. Alabado
sea Jesús.
Ahora, Su sacrificio en la cruz es una obra terminada. Fue una vez y para
siempre por todos los sacrificios. Y tú leerás esta frase numerosas veces
en el libro de Hebreos. Una vez y para siempre. Pero la obra de Jesús a
nuestro favor como sacerdote, no ha terminado. Él aún hoy, sigue siendo
nuestro Gran Sumo Sacerdote en el cielo. Él tiene un ministerio continuo
permanente.
Hay dos cosas importantes que Él hace hoy por nosotras y quiero ver una
de estas en los minutos restantes que tenemos en el programa hoy, y
veremos la otra en la próxima sesión. Él intercede por nosotras. Veremos
eso en un momentito hoy aquí. Y mañana veremos como Él aboga por
nosotras. Él intercede, y Él aboga. Déjame decir algunas cosas en
relación a Su ministerio sacerdotal de intercesión por nosotras en el
cielo.
Y las Escrituras nos dicen sobre esto en Éxodo 28. Dice: “Y Aarón [quien
fue el primer Sumo Sacerdote] llevará sus nombres [los nombres del
pueblo] delante el SEÑOR sobre sus dos hombros… [y] sobre su corazón,
cuando entre en el lugar santo, continuamente por memorial delante del
SEÑOR” (Éxodo 28: 12, 29).
Recuerda que dijimos que era una función del sacerdote del Antiguo
Testamento ofrecer oraciones a favor del pueblo. Y en caso de que lo
olvidaran, ellos tenían los nombres de esas doce tribus en sus hombros y
en sus corazones. A medida que ellos se presentaban ante el Señor,
ellos le recordaban el pueblo al Señor. Ellos oraban por el pueblo.
Intercedían delante Dios en nombre del pueblo, a favor del pueblo.
Bien, Hebreos nos dice que como nuestro Gran Sumo Sacerdote, Jesús
es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se
acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por
ellos. (Mira Hebreos 7:25) Eso es lo que un sacerdote hace. Él lleva
nuestros nombres en Sus hombros y en Su corazón. Cuando ÉL se
presenta ante el trono de Dios, Él nos lleva al Padre. Él ora por nosotras.
Y porque Él vive para interceder por nosotras siempre, no hay un solo día
ni una sola hora en nuestras vidas que no podamos perseverar y seguir
adelante. En la medida en que derramamos nuestras necesidades ante
Él, nuestra necesidad por dirección, por sabiduría, nuestras luchas con el
pecado remanente en nosotras, nuestra carga por los hijos pródigos y los
esposos inconversos y esa enfermedad terminal y las relaciones
rotas. Cuando clamamos a Jesús, Él se compadece, Él nos entiende, y Él
intercede por nosotras ante el Padre. Él estuvo aquí. Él estuvo en la
carne, lo sabe, caminó en esta tierra, vivió esta vida y conoce nuestras
necesidades, y, Él ora por nosotras.
Conocer a Jesús como nuestro Gran Sumo Sacerdote nos da las bases
para confiar. No tenemos que escabullirnos ante la presencia de Dios y
preocuparnos de que no le agrademos este día o que esté enojado con
nosotras por algo que hicimos. Podemos ir confiadas y seguras en el
nombre de Jesús nuestro Gran Sumo Sacerdote porque el precio por ese
pecado ya ha sido pagado. Él es el sacrificio y el sacerdote.
Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús,
el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno
que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado (versículos
14-15).
Hemos visto a Dios usar este ministerio para ayudar a muchas mujeres a
encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Cuando apoyas Aviva
Nuestros Corazones con tus oraciones, tus recursos o compartiendo el
mensaje con otras mujeres, nos ayudas a llevar el mensaje de salvación
y enseñanzas de la feminidad bíblica alrededor del mundo.
Imagina lo que sería estar en una sala de audiencia ante un juez estricto,
sabiendo que eres culpable. La verdad es que todo el mundo está en esa
situación. Somos pecadoras delante Dios, pero la buena noticia es que tú
tienes a alguien que te defiende—un abogado—de pie ante el juez. Nancy
te hablará más acerca de esto el lunes. ¡Qué tengas un buen fin de
semana y bendecido día del Señor junto a hermanos de tu iglesia local!