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ANTIQVITAS - 2010 -Ad

N.ºAras
22 y(pp. 107-119)
La Carlota. ISSN:actual
Estado 1139-6609 - M.H.M.aPriego
de una hipótesis denueva
la luz de Córdoba
información

Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una


hipótesis a la luz de nueva información
ANTONIO MARTÍNEZ CASTRO
Historiador1

RESUMEN
En este trabajo presentamos unos datos históricos básicos sobre la parada romana de la Via Augusta conocida con el nombre
de Ad Aras, y analizamos también la posibilidad de establecer su ubicación en el pueblo de La Carlota, sobre la base de nuevos
descubrimientos realizados en este lugar hace unos años.

PALABRAS CLAVE: Vías romanas-Mansiones-Ad Aras-Historia Antigua de Andalucía-Historia de Córdoba-La Carlota.

ABSTRACT
In this work we present an historical basic information on the roman relay at the Via Augusta known as Ad Aras, and we analyze
also the possibility of establishing its location in the village of La Carlota, on the base of new discoveries realized in this place a
few years ago.

KEYWORDS: Roman routes-Mansiones-Ad Aras-Ancient History of Andalusia-History of Cordova-La Carlota.

INTRODUCCIÓN el concepto de mansio y otros datos genéricos acerca de


Ad Aras.
En un trabajo publicado a finales de la década de 1990
en la revista Almazán, editada por el Patronato Municipal de
Cultura “Juan Bernier” de La Carlota, esbozábamos la posi-
EL CONCEPTO DE MANSIO
bilidad, ya explicitada por ciertos autores antiguos y otros A tenor de la información proporcionada por varias
más modernos, de que la mansio romana conocida con el fuentes antiguas, hoy no cabe ninguna duda de que en el
nombre de Ad Aras y situada entre las capitales conven- territorio de lo que actualmente constituye el municipio de
tuales béticas de Corduba y Astigi podría localizarse en una La Carlota o sus proximidades existió durante la época ro-
ubicación coincidente con la del actual casco urbano de La mana un lugar conocido como Ad Aras. Situada sobre la
Carlota. Esta hipótesis se basaba de modo principal en que Via Augusta, importante calzada que conectaba Gades (Cá-
comenzaba a saberse que bajo el mencionado casco existía diz) con Roma y que hoy coincide aproximadamente con el
un asentamiento romano que parecía revestir cierta entidad trazado de la Nacional IV, Ad Aras es considerada por las
y cuya situación no era excesivamente discordante con la fuentes de la época como una mansio, es decir, como una
que indican las fuentes para Ad Aras. Ahora, tras la aparición parada o descanso viario. La palabra latina mansio pro-
–por el momento prácticamente inédita- de nuevos restos viene del verbo manere, que significa pararse, detenerse,
bajo el solar carloteño en el verano de 1999, esa hipótesis no debiendo traducirse por el vocablo español “mansión”,
cobra más cuerpo y la identificación entre La Carlota y la como hacen algunos autores, pues este hace referencia
mansio romana se hace más factible, pero siempre sin per- a una casa grande o lujosa. Nosotros preferimos usar el
der de vista que se trata de una cuestión difícil de cerrar por término genérico de estación o parada viaria, y pensamos
la falta de fuentes definitivas como pudieran ser las epigrá- que no hay una palabra en la lengua castellana que defina
ficas o ciertas fuentes arqueológicas. A la exposición de esa exactamente lo que en Roma y su imperio era una mansio.
hipótesis y de los principales elementos en que se sustenta Con todo, es preciso señalar que este nombre latino ha
dedicamos este trabajo, con una introducción previa sobre derivado efectivamente en el castellano “mansión” y en el

1) Miembro del Equipo Interdisciplinar de Investigación “Historia de la provincia de Córdoba” (HUM-901) del vigente Plan Andaluz de
Investigación de la Junta de Andalucía.

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Fig. 1: Mapa de localización de Ad Aras en la Bética romana entre las ciudades de Corduba y Astigi. Tomado del
Atlas de la Historia del Territorio de Andalucía (Junta de Andalucía).

francés “maison”, términos que aluden ambos a la vivienda Aras, Orippo, Ad Pontem y quizás Obulcula y Portus Ga-
doméstica. En este trabajo, pues, al referirnos a Ad Aras, ditanus (vid: MEZZOLANI, 1992: 105, CHEVALLIER, 1997:
empleamos el término mansio como sinónimo de estación 281 y SILLIÈRES, 1976: 57).
(entendida esta como parada viaria), aunque, dentro de la El nombre de Ad Aras significa literalmente “junto a
terminología latina, no está claro si Ad Aras fue realmente los altares”. Como indicaba José Manuel Roldán, las man-
una mansio o una mutatio. siones denominadas en latín con la fórmula ad+nombre
Según algunos autores, la diferencia entre mansio y en acusativo se corresponden con puntos que hacían las
mutatio estriba en que la primera se crea de forma oficial veces de posada y posta, es decir, de descanso de viaje-
para servir al correo público, mientras que la segunda es ros o cambio de tiro, situados en parajes deshabitados y
una estación intermedia cuya creación debió verificarse alejados de núcleos urbanos, por lo que se los bautizó con
por la progresiva crecida numérica de los viajeros, fuesen el nombre del objeto más sobresaliente que había en las
civiles o militares, aunque también debió de cumplir fun- proximidades y que servía de indudable referencia (ROL-
ciones de apoyo al servicio postal, pero siempre con tareas DÁN, 1966: 118), en este caso, al parecer, unos altares
y organización diferentes a la mansio. El término mutatio (arae)2. Las mansiones eran, ciertamente, establecimien-
comienza a utilizarse sobre todo a partir del siglo IV d. C., tos permanentes al servicio de los viajeros, ubicados al pie
en el Itinerario Burdigalense. Para Raymond Chevallier las de las vías y separados por una jornada de viaje unos de
mutationes son paradas destinadas al cambio de equipaje, otros3. María Luisa Cortijo considera, siguiendo a Pierre Si-
situadas unas de otras entre 5 y 12 millas, mientras que llières (SILLIÈRES, op. cit.: 60), que Ad Aras debió de tener
una mansio equivale a un día de viaje (entre 6 y 8 mutatio- un carácter de mutatio, esto es, de simple parada, porque,
nes). Por su parte, Pierre Sillières, fijándose en el Itinerario aunque hubiese 35 millas entre Astigi y Corduba, la vía
Burdigalense, llega a la conclusión de que las mansiones era buena y discurría por terreno favorable, no habiendo
son etapas que se realizan por la noche y que están sepa- necesidad, por tanto, de parar por mucho tiempo (pernoc-
radas de 30 a 35 millas unas de otras, mientras que las tar por ejemplo) (CORTIJO CEREZO, 1993: 243), sólo lo
mutationes, simples paradas para cambiar de montura, se imprescindible para comer, beber o cambiar de caballos.
encuentran distanciadas de 8 a 12 millas. En el Itinerario Se ha pensado que las mansiones, en cuanto componen-
de Cádiz a Córdoba Sillières señala como mutationes a Ad tes esenciales del servicio postal público o correo imperial

2) Otros ejemplos próximos de mansiones que utilizan esta fórmula son los de Ad Lucos, no lejos de Montoro y que literalmente sig-
nificaría “junto a los bosques”, Ad Decumo, en la misma Via Augusta y que se refiere a una ubicación próxima al décimo miliario a partir
de Córdoba (en las inmediaciones del Puente Mocho, sobre el Guadalmellato), o Ad Gemellas, en la vía Corduba-Anticaria y que debe de
hacer referencia a dos accidentes geográficos parecidos o gemelos, probablemente dos montes similares que existen frente a la venta
“Cabrera”, según Enrique Melchor (MELCHOR, 1995: 87, 88 y 112 respectivamente).
3) CICERÓN, Fam., VIII, 15, 2; IX, 5, 1.

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(cursus publicus)4, fueron construidas por orden del go-


bierno, e incluso es probable que los gastos generados por
su mantenimiento fuesen costeados por los municipios del
territorio circundante.
A pesar de todas esas aportaciones de los historiado-
res, tenemos la suerte de disponer de una fuente antigua,
hasta ahora la única conservada, que nos ayuda a hacernos
una cierta idea acerca de lo que pudieron ser estas man-
siones de la Via Augusta en la Bética. Ha sido el profesor
Enrique Gozalbes quien ha recuperado ese interesante tes-
timonio, obra del escritor argelino al-Maqqari, que recogió
en el siglo XVII una enorme cantidad de datos sueltos pro-
cedentes de fuentes muy diversas sobre al-Andalus, la ma-
yor parte de ellas de los siglos X al XII pero muchas de las Lám. 1: Los cuatro Vasos de Vicarello (reproducción).
cuales se referían a realidades anteriores. Indica el referido
testimonio que a lo largo de la Via Augusta existía una se- cuatro pequeños vasitos de plata (de unos 15 cm. de altura
rie de pequeñas construcciones techadas para el descanso y unos 7 de diámetro) con forma de miliario, encontrados
y refugio de los viajeros, albergues que, según refiere al- tres de ellos durante unas excavaciones realizadas en 1892
Maqqari, estaban distantes de los grandes centros urbanos en las termas o baños públicos de las Aquae Apollinares de
y habían sobrevivido hasta la Edad Media (sin embargo, la localidad italiana de Bagni di Vicarello, 30 km. al norte
en esta época la utilización de los mismos había conduci- de Roma. Junto a los vasos apareció una gran cantidad de
do a su destrucción). Según se desprende de las palabras material numismático (1.200 libras de aes rude, alrededor
del propio al-Maqqari, esos sitios, que hacían de refugio de 1.400 monedas fundidas y varios miles de monedas
contra el frío y el calor, estaban situados en los miliarios acuñadas), además de multitud de recipientes de oro, plata
y con el tiempo se convirtieron “en sitios de corrupción
e indignidad, y en bastantes guaridas que eran frecuen-
tadas por ladrones y vagabundos, debido a que estaban
situadas en medio de distritos deshabitados y lejos de las
ciudades. Su labor fue anulada y los mojones cayeron en
el mal estado en el cual están al presente” (GOZALBES,
2002). Si tomamos por cierto este testimonio de raíces
andalusíes -basado entre otras fuentes en observaciones
de restos conservados en aquella época-, lo cual parece
bastante fundado, todo indica, pues, que las mansiones de
la Via Augusta que aparecen en fuentes como los Vasos
de Vicarello o el Itinerario de Antonino fueron construccio-
nes llevadas a cabo por el Estado romano con la finalidad
de dar refugio y protección a los viajeros y cuyos nom- Lám. 2: Los Vasos de Vicarello ordenados según su
bres los tomaron de los núcleos de población, accidentes tamaño (Roma, Museo de las Termas).
geográficos u otros elementos naturales o artificiales más y bronce, todos ellos ofrendas votivas a Apolo, las ninfas
próximos (bosques, límites, etc.). Sin embargo, y a pesar y otras divinidades. Posteriormente se encontró el cuarto
de ese valioso testimonio, no es posible ir más allá en lo vaso. Sobre el significado de los Vasos de Vicarello, se ba-
que se refiere a sus características constructivas, tamaño, rajan dos hipótesis (vid. MELCHOR, E., op. cit.: 34); por un
distribución de espacios, etc. lado, tal vez se trata de una ofrenda o regalo hecho por un
gaditano a esas divinidades durante su estancia en Roma;
FUENTES QUE NOS INFORMAN SOBRE por otro lado, Chevallier cree que están relacionados con
AD ARAS la idea de todo imperio consistente en abarcar la totalidad
del mundo conocido. No obstante, el gran valor histórico
La existencia de Ad Aras es conocida gracias a ciertas de estos vasos es que llevan grabado sobre su superficie el
fuentes antiguas que a ella se refieren y que afortunada- nombre de las paradas viarias o mansiones situadas en el
mente han perdurado hasta la actualidad5. Cronológica- itinerario de Gades a Roma, con el añadido excepcional de
mente, la primera de estas fuentes son los llamados Vasos contemplar también la distancia entre ellas y de la totalidad
de Vicarello (ver láms. 1 a 4). Se trata de un conjunto de del itinerario. La cualidad más importante de los Vasos de

4) Sabemos que para facilitar la administración del sur hispánico el cursus publicus, organización encargada del servicio de correos
(correspondencia oficial) y postas del imperio, fue establecido sobre la Via Augusta. De esta manera Roma estaría informada continuamen-
te de cuanto ocurriera en la provincia de la Bética y podría emitir con rapidez las órdenes adecuadas al aparato administrativo provincial.
La Via Augusta y el cursus publicus fueron, pues, medios por los que Roma ejerció su poder en la Bética. MELCHOR, 1995: 52.
5) Estas fuentes así como otras existentes para el resto de vías romanas de la península Ibérica han sido recogidas en: ROLDÁN, 1975.
En esta obra nos hemos apoyado preferentemente a la hora de realizar nuestra síntesis.

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entre la mansio y Astigi es de 12 millas, la indicada para la


mansio y Corduba es de 24 millas, es decir, una más que
la distancia dada para los dos puntos en los Vasos de Vica-
rello. Esta ligera variación se debe, en opinión del profesor
Enrique Melchor, a un error del copista del Itinerario de
Antonino, pues las cifras proporcionadas por los vasos se
ajustan más a la realidad según los cálculos realizados por
el citado investigador (MELCHOR, op. cit.: 90).

UN PEQUEÑO ENIGMA EN TORNO A LA


MANSIO AD ARAS
A la vista de las fuentes existentes sobre Ad Aras, y
particularmente de los datos ofrecidos por los Vasos de
Vicarello, surge un evidente enigma o interrogante sobre
esta mansio: ¿por qué aparece en los tres primeros vasos
y no lo hace en el cuarto? (ver lám. 5). La respuesta no es
fácil. En primer lugar, cabe la posibilidad de que el nombre
pueda estar omitido en el cuarto vaso por un error de la

Lám. 3: Vaso de Vicarello con Ad Aras.

Vicarello radica, sin embargo, en que constituyen la fuen-


te más completa de que hoy disponemos para conocer el
recorrido completo de la Via Augusta –pues esta iba preci-
samente de Cádiz a Roma-, con el consiguiente aporte de
datos como nombres de entidades de población, paradas,
distancias, etc. En tres de los cuatro vasos (los números

Lám. 4: Detalle del nombre de Ad Aras, entre los de


Astigi y Corduba.

I, II y III -C.I.L. XI, 3281, 3282 y 3283 respectivamente-)


aparece citada la mansio Ad Aras, situada entre Astigi y
Corduba, a 12 millas de la primera y a 23 de la segunda.
Los tres primeros vasos se fechan a principios del reinado
Lám. 5: El cuarto vaso de Vicarello, donde la mansio
de Augusto (27 a. C.-14 d. C.), mientras que el último se
Ad Aras no aparece mencionada.
fecha a finales del mismo o principios del de Tiberio (14-
36 d. C.).
La segunda y hasta el momento última fuente en la que persona que grabó los datos sobre la superficie del mis-
aparece Ad Aras es el Itinerario de Antonino6, documento mo, es decir, que se le pasara el nombre por alto, o bien
sobre papel posiblemente de época del emperador Dio- el modelo sobre el cual trabajó, posiblemente de papel, ya
cleciano (284-305 d. C.) que recoge las principales rutas contenía el error.
del Imperio Romano. En el trayecto de Hispalis a Cordu- En segundo lugar, se puede barajar que entre los años
ba (Item ab Hispali Corduba), vemos a Ad Aras situada de que transcurren desde comienzos del Principado (fecha
nuevo entre Astigi y Corduba, pero esta vez con la par- de los tres primeros vasos) hasta finales del reinado de
ticularidad de que, si bien la cifra dada para la distancia Augusto o principios del de Tiberio (fecha del cuarto) la

6) En concreto, la mansio Ad Aras sobre la que tratamos en este trabajo aparece mencionada en: Itinerario de Antonino, 413, 4.

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Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información

mansio dejara de existir o sufriera un declive por causas


que desconocemos. Esta hipótesis resulta menos convin-
cente porque después, en el siglo III, la mansio es recogida
de nuevo en el Itinerario de Antonino.
Una tercera hipótesis puede consistir en la falta de in-
terés y necesidad real de fijar el nombre de Ad Aras, al
ser una simple mutatio, como indica Mª. Luisa Cortijo, es
decir, que en el momento de la elaboración del cuarto vaso
de Vicarello Ad Aras no sería contemplada como un punto
de parada imprescindible entre Astigi y Corduba, pues la
distancia entre estas dos ciudades podría recorrerse so-
bradamente en una jornada sin necesidad de parar por
mucho tiempo.
A pesar de todas estas hipótesis, nada resta importan-
cia a la existencia de Ad Aras, pues el simple hecho de
aparecer en los itinerarios romanos ya está indicando una
mayor entidad que el resto de asentamientos del entorno
(villae, granjas, caseríos), parangonable con las grandes
ciudades béticas de la talla de Gades, Astigi o Corduba.
Posiblemente esta importancia dada por los itinerarios a
Ad Aras radicó en su carácter oficial, en que fue instituida
como un punto de parada entre Astigi y Corduba por parte
de la administración imperial, del mismo modo que en el
siglo XVI se creó una serie de ventas en el Arrecife o Ca-
mino Real de Madrid a Cádiz o se fundaron las casas de
Lám. 6: Retrato como Pontífice Máximo del emperador
postas en momentos posteriores. Es posible, incluso, que
Augusto, bajo cuyo reinado se construyó la Via
Ad Aras surgiese, más que como parada de simple descan- Augusta.
so entre las dos ciudades citadas, como parada preventi-
va, es decir, para socorrer y ayudar a personas, miembros
o no de la administración, que pudiesen encontrarse con una de otra como para no existir un punto entre ambas
problemas en el viaje, problemas entre los que se podría al servicio del viajero. Después, tras el establecimiento
encontrar, por ejemplo, los accidentes, la enfermedad o visigodo, es muy probable que Ad Aras dejara de existir,
incluso el asalto de malhechores7. al perder su función oficial al servicio del Estado roma-
no, consistente, entre otras cosas y como hemos dicho,
en servir al correo imperial, ni tampoco debió de existir
AD ARAS Y SU CRONOLOGÍA durante la época republicana, pues la Via Augusta como tal
En relación con la cronología de Ad Aras, podemos su- aún no estaba construida.
poner que esta, en tanto establecimiento oficial al servicio
de los viajeros y sobre todo del correo público, debió de PROBLEMÁTICA Y PROPUESTAS SOBRE LA
construirse en época del emperador Augusto (ver lám. 6),
pues fue durante su gobierno cuando surgió la Via Augus-
UBICACIÓN DE AD ARAS
ta, según indica el propio nombre de esta, y además en esa Para aproximarnos a la identificación real de Ad Aras
época se fechan, como hemos visto, los Vasos de Vicare- y su correspondencia con un yacimiento arqueológico co-
llo. Más difícil resulta conocer el momento en que Ad Aras nocido, debemos proceder teniendo en cuenta una serie
decae y deja de cumplir sus funciones al servicio de la vía, de aspectos. En primer lugar, las distancias dadas por las
aunque es factible pensar que se mantuviese durante toda fuentes antiguas, con las cuales nos podremos, obvia-
la época romana, es decir, hasta al menos los comedios del mente, acercar al emplazamiento real de la mansio, sobre
siglo V d. C., pues, como dijimos, el Itinerario de Antonino, todo tomando como referencia otros lugares de indudable
fuente donde se menciona a Ad Aras, data posiblemente ubicación, como Astigi y Corduba. En segundo lugar, es
de época de Diocleciano. Además, su existencia en esta necesario conocer el trazado más o menos exacto de la
época resultaría aún necesaria, puesto que se convertía en Via Augusta entre las dos ciudades mencionadas, para así
un punto intermedio de parada entre Astigi y Corduba, ciu- poder obtener unos cálculos precisos. Por último, cabe
dades todavía muy frecuentadas y lo suficientemente lejos pensar que el yacimiento o yacimientos escogidos para

7) Ciertamente, en algunos puntos de los caminos hispanos actuaban bandas de ladrones y asesinos, sobre todo en aquellos donde
los núcleos de población quedaban lejos, aunque las zonas con fuerte implantación urbana y rural tampoco escaparon a estas macabras
actividades, como, sin ir más lejos, se sabe que debió de ocurrir en la campiña sevillana a tenor de la epigrafía. Al respecto ver MELCHOR,
op. cit.: 59. Por las mismas razones se implantaron las ventas y las casas de postas en las edades Moderna y Contemporánea, y también
fue esta una de las causas –o al menos ventajas- principales del surgimiento de las Nuevas Poblaciones en el siglo XVIII, emplazadas sobre
sitios deshabitados o de escasa implantación humana y donde los actos de bandolerismo eran frecuentes.

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A. MARTÍNEZ CASTRO

Fig. 2: Las mansiones de Böckweiler (Sarre), a la izquierda, y de Stonegate, a la derecha. Partes de esta última:
1 (salas de alojamiento); 2 (letrinas); 3 a 5 (salas con calefacción); 6 (porche); 7 (frigidarium o sala de baño frío); 8
(cocina); 9 (comedor); 10 (patio). Tomado de R. Chevallier.

su posible identificación con la mansio deben de tener, en sido lo suficientemente sopesado por los diversos inves-
principio, características peculiares que los diferencien de tigadores que han tratado de localizar Ad Aras, por lo que
otro tipo de asentamientos del entorno, como las villae o sus hipótesis respecto al emplazamiento de esta pueden
las granjas. Analicemos con detalle cada aspecto y veamos resultar confusas. Anteriormente hemos considerado las
las posibilidades que nos ofrecen para aproximarnos al distancias que separan a la mansio de Astigi y Corduba,
emplazamiento de Ad Aras. pero debemos advertir que esas distancias son aproxima-
Por lo que toca a las distancias, hay que señalar que das, pues los cálculos de las distancias se han realizado
son de sobra conocidas merced a las fuentes, aunque pre- sobre el trazado de la Nacional IV, que consideramos, en
senten ligeras variantes entre ellas, como ya se indicó. Si principio y en esencia, el mismo que el de la Via Augus-
convertimos las millas que nos dan los itinerarios antiguos ta. Es obvio que, como veremos en el capítulo siguiente,
en metros (1 milla romana=1.481 m.), obtenemos que la ambas calzadas no deben de solaparse a la perfección, es
distancia entre Astigi y Ad Aras es de 17’7 Km, mientras decir, que sus trazados debieron de no coincidir en ciertos
que entre la mansio y Corduba dista un total de 34 Km. Por tramos, lo cual supone sin duda la falta de precisión en
otro lado, debemos considerar como un valioso dato de los resultados obtenidos a partir de los cálculos realizados
carácter geográfico el significado del propio nombre de Ad sobre un itinerario que no se identifica con el original.
Aras, que, como se dijo, quiere decir “junto a los altares”, En relación con las características arqueológicas que la
lo que quizás indique, según Robert C. Knapp, que pudo to- mansio Ad Aras tuvo que tener, hay que decir que los mate-
mar su nombre de los límites territoriales existentes entre riales de construcción debieron ser los mismos que se em-
Corduba y Astigi (KNAPP, 1983: 36), pues en la Antigüe- plearon en otras edificaciones romanas del entorno. Otros
dad romana los límites podían señalarse entre otras cosas restos, como los ajuares domésticos -cerámicas, vidrios,
con arae, es decir, altares8. etc.- usados por los moradores del lugar debieron también
Respecto al trazado exacto de la Via Augusta, hay de ser en principio iguales que los usados por los habitantes
que señalar, de entrada, que es imposible conocerlo por de las villae. A priori y como elemento identificador, la más
el momento, debido fundamentalmente a la falta de datos importante diferencia arqueológica radicaría en la planta del
arqueológicos, hecho que, por otro lado, creemos no ha edificio dedicado a alojamiento, que cabe pensar sería distinta

8) Por autores como Estrabón y los gromáticos se sabe que en época romana era normal señalar los límites territoriales con elementos
de ese tipo (ver CORTIJO, op. cit.: 217, n. 20). En concreto, los autores latinos que hablan de las arae como límites son: Frontino, De contr.
agr., XLIII; Ag. Urb., De contr. agr., LXIII-LXIV; Higinio, De cond. agr., CXV y Estrabón, III, 5, 5.

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Fig. 3: Mapa donde se recogen las tres ubicaciones de Ad Aras más probables (Mapa Topográfico de Andalucía
1:10.000, con escala modificada).

a la de una villa, granja u otra edificación del entorno. Según posible por el momento y a tenor de las fuentes literarias
R. Chevallier, la estructura modelo de una mansio comporta, y arqueológicas de que disponemos conocer el emplaza-
en principio, numerosos sectores con distintas funcionalida- miento exacto de la mansio Ad Aras, podemos, no obs-
des, a menudo dentro de un recinto (ver fig. 2). Entre esos tante, delimitar una zona donde la mansio pudo ubicarse.
sectores encontramos un gran patio con pórticos y larga en- Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente apuntado,
trada para los vehículos, con abrevadero; cuadras y establos; considerando las distancias de los itinerarios, la corres-
filas de habitaciones (cubicula) para los viajeros; una taberna- pondencia aproximada de la Nacional IV con la Via Augus-
comedor; unas termas, provistas de un buen sistema hidráuli- ta9 y el indicativo geográfico que el propio nombre de Ad
co; un hábitat próximo para los servicios: talleres (forja para el Aras lleva implícito, no cabe más posibilidad que situar el
herraje de los animales o la reparación de los carros), tiendas, emplazamiento de la mansio en la zona comprendida en-
negocios y almacenes; eventualmente, un edificio administra- tre La Carlota y Los Algarbes, zona donde, curiosamente,
tivo (oficina de beneficiarii o de aduaneros), residencia de un vemos que aún se ha mantenido el límite entre la provincia
médico y enfermería; un santuario y una necrópolis (CHEVAL- de Córdoba y el término de Écija. Incluso podemos avanzar
LIER, op. cit. : 284). El problema es que esta planta o modelo más, pues en esta zona y al pie de la citada carretera10 en-
sólo se puede identificar si se lleva a cabo una excavación contramos tres asentamientos con una envergadura lo su-
arqueológica en extensión que la ponga al descubierto y, por ficientemente importante como para haber podido albergar
el momento, aún no se ha efectuado ninguna intervención de la mansio así como con restos romanos datables desde el
este tipo en el término municipal de La Carlota o en el lugar Alto hasta el Bajo Imperio (ver fig. 3). Veamos las caracte-
donde pudo estar ubicada Ad Aras. rísticas de estos yacimientos arqueológicos “candidatos” a
Aunque, como acabamos de ver, es prácticamente im- la identificación con Ad Aras11.

9) Personalmente aceptamos el trazado propuesto por P. Sillières y E. Melchor para la Via Augusta entre Astigi y Corduba, coincidente
aproximadamente con el de la Nacional IV. Vid. SILLIÈRES, op. cit. : 46-50 y MELCHOR, op. cit. : 92-93. Un estudio monográfico sobre la
vía en el citado tramo puede verse en MELCHOR, 1991: 69-98 y, asimismo, en MARTÍNEZ, 2005.
10) Ni que decir tiene que Ad Aras debió de ubicarse al pie o muy cerca de la Via Augusta, puesto que, como señala Antonella Mezzo-
lani, la inmediata proximidad a una vía de primera importancia era condición prioritaria en el emplazamiento de una mansio. MEZZOLANI,
op. cit.: 110.
11) El investigador norteamericano Philip O. Spann, de la Universidad de Florida (USA), ha querido identificar Ad Aras con unas ruinas
existentes en El Garabato, aldea de La Carlota, pero, realizados los estudios pertinentes, al final la obra parece datar, cuando menos, del
siglo XVIII, por lo que cabe descartarse tal identificación. De todas formas, debemos expresar nuestro desacuerdo con el procedimiento de
este investigador y, sobre todo, con su punto de partida, puesto que, aunque los restos de El Garabato hubiesen sido romanos, quedarían
muy lejos del trazado original de la Via Augusta, más cercana, sin duda, a la actual Nacional IV. Al respecto de esta cuestión vid. SPANN,
1992: 97-102 y FERNÁNDEZ, SPANN y VENTURA, 1990: 34-37.

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1. Molino de Rojas. En las tierras del antiguo Molino de La Carlota (ver lám. 7). Sus coordenadas geográficas
Rojas12, hoy en ruinas, existe un importante yacimien- son las siguientes:
to arqueológico que posee las siguientes coordenadas
geográficas: Coordenadas sexagesimales:

Coordenadas sexagesimales: 37º 39’ 07’’ N


4º 57’ 18’’ W
37º 38’ 32’’ N
4º 57’ 18’’ W Coordenadas UTM:

Coordenadas UTM: X: 327.550


Y: 4.169.145
X: 327.369 Z: 205
Y: 4.167.658
Z: 211 Los testimonios que sobre él disponemos apuntan a
una cronología del yacimiento situable entre comienzos
Ubicado sobre la amplia y extensa llanura entre La Car- del Imperio y el siglo IV d. C., pues aparece Terra Sigillata
lota y Écija, se trata de una superficie de restos cerámicos Itálica, Hispánica y Africana así como monedas fechables
y constructivos de tamaño medio, cortada por la carretera en esos momentos.
Nacional IV o actual Autovía de Andalucía en su extremo
sur, quedando este en zona de Los Algarbes (término de
La Carlota) y la zona norte en término de Écija, ya que la
Autovía de Andalucía sirve de límite entre los dos munici-
pios. Desconocemos si este yacimiento es al que V. Du-
rán y A. Padilla denominan como Molino del Vicioso en su
carta arqueológica de Écija, atribuyéndole una cronología
comprendida entre los siglos II y IV d. C. (DURÁN y PA-
DILLA, 1990: 101). En cualquier caso, para el yacimiento
del Molino de Rojas nosotros contamos con testimonios
seguros de que en el lugar han aparecido monedas de épo-
ca augustea y julio-claudia, así como Terra Sigillata Itálica,
por lo que habría que situar los inicios de la ocupación del
yacimiento a comienzos del Imperio. Hemos observado,
igualmente, restos de placas de mármol de revestimien-
to, lo cual nos indica que las edificaciones allí existentes
debieron de tener una cierta calidad estética, aunque este Lám. 7: Puente del arroyo del Garabato, próximo a
La Carlota, donde los investigadores tradicionalmente
hecho es común en la pars urbana o parte lujosa de una
han ubicado la mansio Ad Aras.
villa. Igualmente, el Sr. Diego López Serrano refiere, entre
otros vestigios, la existencia en el lugar de un muro y una
galería abovedada (posible horno) antiguamente observa- 3. La Carlota. Esta población se ubica sobre una alta y am-
bles a simple vista, así como, al otro lado de la carretera, plia meseta producto del modelado cuaternario, y más
enterramientos con restos humanos, vasijas de cerámica y concretamente villafranquiense. Dicha meseta está de-
objetos de metal. limitada por los arroyos Guadalmazán y del Garabato, a
una altitud máxima de 234’6 m. sobre el nivel del mar. El
2. Junta de los arroyos del Garabato y de la Cabra (puente punto de agua más cercano es el existente en la antigua
de la Autovía de Andalucía sobre el arroyo del Garaba- Fuente Municipal, distante de la población 600 metros
to). Este yacimiento ha sido identificado tradicional y al norte. El lugar posee un gran dominio visual hacia el
unánimemente con Ad Aras13. Localizado en el límite norte, este y oeste. La ubicación y la morfología llana de
entre La Carlota y Écija, y por tanto entre Córdoba y este lugar son, así, ideales para el emplazamiento de há-
Sevilla, se ubica sobre un cerro de mediana altura que bitats y construcciones, pues estas se hallarían aireadas,
domina el curso del arroyo del Garabato a la altura de lejos de inundaciones y dotadas de un excelente control

12) Por error, en nuestro artículo sobre Ad Aras publicado en el número 2 de Almazán aparecía identificado el Molino de Rojas con el
Molino del Vicioso, cuando en realidad ambos no tienen nada que ver, es decir, eran molinos diferentes. El error se ocasionó al identificar
el yacimiento del Molino de Rojas por nosotros conocido, y que aquí analizamos, con otro situado en el Molino del Vicioso que recogían
Durán y Padilla en su carta arqueológica del término de Écija, debido a la dificultad de fijar la ubicación precisa de este último sobre el
mapa. Agradecemos el habernos despejado esta duda al Sr. D. Diego López Serrano, mediante una carta dirigida al Patronato Municipal
de Cultura Juan Bernier en mayo de 2005, proporcionándonos además abundantes y valiosas indicaciones sobre la historia de Los Algar-
bes y su arqueología, algunas de las cuales hemos incorporado en este trabajo.
13) SAAVEDRA, 1863: 85; BLÁZQUEZ, 1912: 472; COLLANTES DE TERÁN, 1939: 97; SILLIÈRES, 1976: 59 (mapa) y 60; BONSOR,
1989: 13 (mapa I); BERNIER, 1983: 230 y CORZO y TOSCANO, 1992: 110. También, en su reciente estudio sobre las vías romanas de Cór-
doba, Enrique Melchor acepta este yacimiento como el posible lugar de ubicación de Ad Aras. Vid. MELCHOR, op. cit.: 95.

114
Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información

visual. Michel Ponsich ya advirtió este hecho al afirmar a la colonización y durante la realización -hacia fines de la
que “le site se prête à une occupation ancienne, placé década de 1920 ó comienzos de la siguiente- de la carrete-
sur un promotoire lui donnant une position stratégique”, ra general de Primo de Rivera -que atraviesa la población
es decir, que “el sitio se presta a una ocupación antigua, por su centro-, de numerosas sepulturas de inhumación,
situado sobre un promontorio que le confiere una posi- muy probablemente de época romana, pues a ella corres-
ción estratégica” (PONSICH, 1979: 213). Por su parte, ponden otros hallazgos similares realizados en el subsuelo
Raymond Thouvenot, en su obra sobre la Bética, identifi- de la población. El porcentaje de tumbas en esa área parece
ca La Carlota con Ad Aras en el mapa que adjunta a dicha ser muy superior al de otro tipo de restos, como construc-
obra (THOUVENOT, 1973). Las coordenadas geográficas tivos. Todos los hallazgos citados se han sucedido en la
de La Carlota son las siguientes: zona del casco antiguo carloteño, o bien siguiendo la línea
de la Nacional IV, lo que nos da una idea clara de la exten-
Coordenadas sexagesimales: sión de la necrópolis aquí existente, que, no obstante, debe
ir concretándose más a la luz de nuevos descubrimientos.
37º 40’ 26’’ N Asimismo, en unos restos que en parte fueron dona-
4º 55’ 59’’ W dos al Ayuntamiento de La Carlota, extraídos al parecer
por obreros del interior de una zanja realizada en la Aveni-
Coordenadas UTM: da Carlos III, cerca del Ayuntamiento, se adivina un claro
carácter funerario: estructura de ladrillos en las paredes
X: 329.711 cubierta por tegulae, huesos, dientes y un ajuar consisten-
Y: 4.171.731 te en un pequeño cuenco de cerámica común, una hebilla
Z: 234,64 de bronce, dos cuentas de collar de pasta vítrea de color
negro y tres monedas –ases-, uno de ellos de imposible
Así pues, encontramos tres yacimientos como “candi- lectura por su acusado desgaste y otros dos, aunque tam-
datos” a su identificación con Ad Aras. Sin embargo -y este
constituye el punto más novedoso de este trabajo-, una
serie de circunstancias acaecidas en el año 1999 unidas a
otras ocurridas anteriormente nos han llevado a inclinar-
nos preferentemente por uno de esos tres yacimientos: el
que existe bajo la población de La Carlota.

LOS NUEVOS HALLAZGOS DE LA CARLOTA


Obras de remoción de terrenos realizadas en el casco
urbano de La Carlota en 1999, con motivo de la realización
de algunas zanjas para albergar conducciones de desagüe
y de un aparcamiento subterráneo, pusieron al descubierto
una serie de restos arqueológicos romanos que causaron
la sorpresa tanto de la propia población como de los inves- Lám. 8: Vista de la excavación arqueológica llevada
tigadores. Y no ya por lo que de morboso tiene entre los a cabo en el casco urbano de La Carlota en el verano
habitantes la aparición de vestigios pretéritos soterrados, de 1999.
sino porque hasta ahora era generalizada la creencia de que
el solar del casco urbano de La Carlota había sido un lugar
donde la ocupación humana no había estado presente al bién muy desgastados, atribuibles uno a la ceca de Cástu-
menos hasta el último tercio del siglo XVIII, concretamente lo y otro al emperador Augusto. Asimismo, en otro lugar
hasta que se produce la colonización carolina impulsada de la zanja, bastante distante del anterior (unos 450 m en
por el gobierno ilustrado de Carlos III y La Carlota se con- dirección a Écija), fueron recuperados fragmentos de un
vierte en un núcleo poblacional creado ex novo para servir plato de cerámica de barniz de imitación “tipo Peñaflor” o
como capital de las Nuevas Poblaciones de Andalucía. “barniz rojo julio-claudio”.
Pero la aparición de restos arqueológicos romanos en Por su parte, como lamentablemente aún suele ocurrir
el casco urbano de La Carlota no se limita a este reciente en casi todas las obras realizadas en nuestros pueblos, los
hallazgo. Anteriormente, de forma aislada y esporádica, se restos aparecidos en La Carlota en el verano de 1999 no
han ido sucediendo ciertos hallazgos de mayor o menor pudieron ser excavados y documentados suficientemen-
envergadura y conocidos por fuentes orales directas. El te14. Sin embargo, estamos prácticamente convencidos de
más importante de los hasta ahora conocidos lo constituye que deben de corresponder a una necrópolis de inhuma-
la aparición en la zona donde hoy se ubica el monumento ción, a juzgar por las estructuras que se pudieron apre-

14) En este sitio tuvo lugar una actividad de vigilancia y documentación arqueológica dirigida por Gloria Galeano y nosotros mismos,
en los días centrales del mes de septiembre de 1999. La actividad fue de corta duración y, por tanto, poco fructífera, ya que al final la
administración llegó a un acuerdo con la empresa encargada de construir el aparcamiento subterráneo consistente en que esta respetaría
los restos aparecidos en el perfil norte del socavón realizado para albergar dicho aparcamiento.

115
A. MARTÍNEZ CASTRO

ciar en el corte septentrional del rebaje realizado para la extensión total de todos los vestigios romanos hasta ahora
construcción del aparcamiento subterráneo, consistentes hallados en el pueblo avalan tal hipótesis. Además de ello,
en hiladas de ladrillos sobre las cuales montaban tegulae a no es de extrañar que cuando en el siglo XVIII se decidiese
modo de vertiente a dos aguas, sistema usual en muchas crear la nueva población de La Carlota se hiciera sobre una
sepulturas romanas15. El escaso material que se recuperó elevación donde ya había existido una ocupación anterior,
en la breve actividad arqueológica que nosotros mismos pues en dicho promontorio se concentran una serie de fac-
codirigimos (ver lám. 8) ha permitido adivinar una cro- tores que hacen atractivo el asentamiento, principalmente
nología posiblemente altoimperial de los restos. Entre el la altitud y la existencia de la existencia de algunos puntos
material recuperado durante la actividad arqueológica y en de agua alrededor, elementos que, como es sabido, fueron
la escombrera producto de la obra que motivó dicha acti- de interés prioritario para los antiguos pobladores, puesto
vidad de urgencia habría que destacar un buen número de que proporcionan aireación, seguridad frente a inundacio-
fragmentos de cerámicas sigillatas altoimperiales (sudgáli- nes, un excelente control visual y abastecimiento hídrico.
cas, hispánicas y Africana D), monedas de Marco Antonio, Ya hemos indicado que Michel Ponsich advirtió este hecho
Augusto, Claudio, Adriano, Faustina, Alejandro Severo y al afirmar que “el sitio se presta a una ocupación antigua,
del siglo IV d. C. entre otras, así como una serie de mate- situado sobre un promontorio que le confiere una posición
riales de más difícil datación pero sin duda romanos y que, estratégica” (IBID.). Por otro lado, hay que tener en cuen-
en ocasiones, hablan de un cierto lujo, como mármoles de ta que, desde el punto de vista geomorfológico, la alta y
revestimiento, una moledera de mortero de mármol blan- amplia meseta donde se emplaza el pueblo es producto
co y materiales más comunes como tejas, ladrillos y opus del modelado cuaternario, con lo cual su morfología llana
signinum (hormigón fino hecho de cemento y fragmentos resulta idónea para la fijación de hábitats y construcciones.
de cerámica, normalmente de ladrillos o tejas). En el emplazamiento de Ad Aras en La Carlota puede haber
A todos estos hallazgos que hemos podido documen- también razones de índole topográfica. Como se puede ver
tar en los últimos años hay que unir los vestigios que, muy gráficamente en el plano de la VIII Jornada del Itinera-
hasta hace poco –hoy lamentablemente cubiertos por el rio de Floridablanca, La Carlota se ubica en una importante
avance urbanístico- se observaban en superficie en una de meseta, sólo comparable a las de Aldea Quintana y Cerro
las laderas –la noreste- de la elevación donde se asienta el Perea (entre La Carlota y Écija); sin embargo, estas dos
pueblo. Entre estos restos de esa ladera, junto al cemen- últimas quedan muy alejadas de la ubicación dada por las
terio municipal, tuvimos la ocasión de apreciar personal- fuentes. Así, el yacimiento existente bajo el actual casco
mente en torno al año 1998 fragmentos de Terra Sigillata urbano de La Carlota, al ser posiblemente el núcleo roma-
Sudgálica (forma Drag. 24/25), T. S. Hispánica (forma no de mayor envergadura al pie de la Via Augusta entre
Drag. 15/17 de la producción de Andújar16), diversos frag- esas dos ciudades, pudo ser elegido como lugar de asen-
mentos de cerámica común correspondientes a una gran tamiento de la nueva población de La Carlota por parte del
vasija de perfil pseudocilíndrico (Cfr. MORENO, 1997: 227, equipo de técnicos encargados de la colonización carolina
nº 4.4254), una orza, una ollita, un dolium o tinaja de la- en el último tercio del siglo XVIII. Hay que tener en cuenta
bios engrosados y moldura en el hombro, un laterculus o que a lo largo de la historia humana ha sido una constante
ladrillito de solería y un asa de dolium. Ya en la década de el asentamiento de civilizaciones en el mismo lugar que
1970 el arqueólogo francés Michel Ponsich había indicado las precedentes, tanto por la probada benignidad de los
al respecto de La Carlota que “la villa moderna tapa los ves- recursos naturales (agua, aireación, salubridad, control vi-
tigios antiguos, que se encuentran, no obstante, de forma sual, defensa natural, etc.) como por los restos materiales
numerosa en los alrededores inmediatos” (IBID.), quizá re- que brindaban las viejas construcciones ya arruinadas17.
firiéndose a lugares como este que acabamos de describir. Es posible que en nuestro caso el lugar hubiese provis-
Así, toda la información arqueológica de que vamos to a los colonos dieciochescos de multitud de materiales
disponiendo nos hace pensar en la existencia de un im- de construcción romanos para realizar sus casas, pues no
portante asentamiento romano en el solar de La Carlota, faltan bajo el subsuelo18. De hecho, sabemos que tal cons-
o al menos en uno de los de mayor envergadura de sus trucción fue al principio de la andadura del pueblo un gran
alrededores. Tanto el elevado número de sepulturas y la problema y que cuando llegaron los colonos –a partir del
extensión del terreno sobre la que estas aparecen como la 26 de agosto de 1768- aún no había casas construidas, por

15) Como se ha tenido ocasión de comprobar, las sepulturas romanas identificadas en el territorio que estudiamos son en todos los
casos tumbas de inhumación, lo cual encuentra su explicación en la cronología del poblamiento romano de la zona, pues, como es sabido,
a partir de mediados del siglo I a. C. la inhumación comenzó a extenderse como forma preferida de enterramiento por los romanos, hasta
ser mayoritaria en época de Adriano (al respecto ver: VOLLMER y LÓPEZ, 1995).
16) De acuerdo con los estudios de Mercedes Roca, a la que sigue María Isabel Fernández en sus recientes trabajos, esta forma ce-
rámica debió de fabricarse en el siglo I d. C. (ROCA, 1976: 34-37, n. 3 y FERNÁNDEZ, 1998: 53).
17) Ya J. F. Peyron, que en 1772-1773 visitó las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, indicó, saliendo al paso de ciertas objeciones
hechas sobre la hostilidad de los lugares donde fueron creadas, que los arroyos en ellas existentes corrían claros y límpidos y que emergía
abundante agua cavando a poca profundidad. Además, indicaba que “ese vasto terreno no siempre había estado inculto e inhabitado, lo
que está probado por las antigüedades, las monedas y medallas, que allí se descubren todos los días...”, lo cual para él era un inequívoco
signo de que el establecimiento de nuevas poblaciones en el lugar no era desacertado. Véase: LÓPEZ, 1994: 58-59.
18) Lo mismo puede decirse de las aldeas carloteñas de época fundacional, todas sobre importantes asentamientos antiguos o junto
a ellos: Fuencubierta, Las Pinedas, El Garabato, Chica Carlota y Aldea Quintana.

116
Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información

lo que tuvieron que ser amontonados en barracones colec- Otro aspecto que invita a la identificación entre La Car-
tivos de madera (VÁZQUEZ, 1979: 28-32 y GARCÍA, 1982: lota y Ad Aras es que ésta debió de iniciar su andadura en
29-30)19, hasta que, tras grandes penurias, pudieron dispo- época de Augusto (27 a. C.-14 d. C.), pues es entonces
ner de sus hogares gracias a las contratas de albañiles de cuando surge la Via Augusta –a la que sirvió- y cuando se
las más diversas zonas de España e incluso Portugal, que fecha la mayor parte de los Vasos de Vicarello en los que
trabajaron con materiales fabricados en las nuevas alfare- aparece la mansio. Por su parte, el Itinerario de Antonino
rías creadas en zonas como el molino de Guiral (o Guirey). se fecha en época de Diocleciano, y resulta factible supo-
A pesar de todo lo visto, es evidente que la localiza- ner que Ad Aras probablemente funcionase durante toda
ción de Ad Aras no puede ser establecida a ciencia cierta la etapa de dominio romano en el sur peninsular, ya que
hasta que no se disponga de datos más seguros, como constituía un elemento imprescindible dentro de la admi-
puedan ser los testimonios epigráficos o los resultados nistración romana, al cumplir las funciones de posada y
de una excavación arqueológica apropiada. Sin embargo, posta tanto para el viajero privado como, sobre todo, para
las características del asentamiento romano encontrado el cursus publicus o correo imperial, y ello nada menos
en La Carlota cuadran muy bien con las que se conocen que al pie de la principal vía de comunicación romana de
para Ad Aras, a las que vamos a hacer referencia a con- la península Ibérica y junto a la ciudad de Corduba, capital
tinuación, a modo de recapitulación de todo lo visto an- administrativa de la importante provincia Hispania Ulterior
teriormente. En primer lugar, sabemos por las distancias Baetica. Como antes señalamos, toda esta cronología des-
que nos proporcionan los itinerarios antiguos que esta de los inicios del Principado hasta el final del Dominado
debió ubicarse aproximadamente en el término municipal se ha documentado perfectamente en La Carlota, tanto a
de La Carlota, lo cual, por otro lado, ha hecho suponer a través de la cerámica como de otros elementos, principal-
los investigadores que los altares a los que se refiere su mente la numismática.
nombre pudieron ser aquellos que marcaban el límite en- Favorable a la ecuación Ad Aras=La Carlota es también
tre los conventus iuridici Cordubensis y Astigitanus. Aún la envergadura del asentamiento romano existente en esta
hoy podemos ver, curiosamente, cómo en La Carlota se última. A tenor de lo observado, habría que apuntar que el
ha seguido conservando la frontera entre Écija (Sevilla)
y Córdoba, lo que cuadraría bien con la localización de
Ad Aras en el solar de la actual población de La Carlota,
puesto que la preposición “ad” indicaría que el estable-
cimiento viario en cuestión estaba antes de llegar a las
arae o límite, de acuerdo con el sentido de marcha que
se establece en las fuentes antiguas donde aparece esta
mansio, cuyos itinerarios parten desde el arco de Jano
(Ianus Augustus), en la Alta Andalucía, entre Castulo y
Andújar, hasta el Océano (Oceanus, es decir, la zona ga-
ditana). En virtud de esta hipótesis podemos, por tanto,
hacer coincidir el antiguo límite conventual entre Corduba
y Astigi, y también de sus términos, en el actual arroyo
del Garabato. Esto podría verse como una hipótesis forza-
da por nuestra parte a no ser por dos motivos principales Fig. 4: Plano con la dispersión de restos romanos en
en los que nos basamos: en primer lugar, porque, como el casco urbano de La Carlota (M.T.A. 1:10.000, con
hemos dicho, el límite se mantiene en la actualidad en escala modificada).
ese sitio, y en segundo, porque existe constancia de que
dicho límite también se situaba en esa zona en etapas de La Carlota parece constituir uno de los más extensos
históricas precedentes, particularmente al llevarse a cabo asentamientos rurales romanos del noroeste de la Campi-
la colonización ilustrada del siglo XVIII, en que servía de ña cordobesa (ver fig. 4 y lám. 9), y, de hecho, sabemos
frontera –al menos de forma aproximada, pues de mo- que a veces, en dependencia con la importancia de la vía,
mento no se han localizado documentos exhaustivos al algunas mansiones se convirtieron en núcleos de pobla-
respecto- entre los concejos de Écija y Córdoba. Aunque ción de cierto tamaño a los que la proximidad del camino
en su momento el límite fue establecido por María Luisa daba vida (ROLDÁN, op. cit.: 118 y MEZZOLANI, op. cit.:
Cortijo, experta en el territorio de la Bética, en el arro- 105), llegando en ocasiones incluso a constituir verdade-
yo Guadalmazán (ver: CORTIJO, 1993: 217 y CORTIJO, ros vici o aldeas rurales. Ciertamente, la gran cantidad de
1994: 52), esta puntualización no resta valor a su afirma- sepulturas y la extensión que ocuparía la necrópolis (más
ción, pues al fin y al cabo se trataba de fijar el límite entre de 600 metros) parecen sugerir la existencia de una co-
los conventus en algún curso fluvial destacado de la zona, munidad amplia en el solar de La Carlota, y además sa-
y tanto el arroyo del Garabato como el Guadalmazán son bemos que las mansiones podían contar con sus propias
cursos prácticamente similares y situados a poca distan- necrópolis, la cuales como era normal en el mundo roma-
cia uno de otro. no se solían disponer junto a las vías de comunicación,

19) No obstante, recientes estudios de Adolfo Hames indican que la llegada de esos primeros colonos a La Carlota debió de produ-
cirse en el mes de octubre del año 1768 (HAMER, 2009: 60-61).

117
A. MARTÍNEZ CASTRO

tiempo, esas pequeñas construcciones al servicio de la vía


se convirtieran en núcleos de mayor envergadura, y en ese
caso el yacimiento que se está descubriendo bajo el casco
urbano de La Carlota podría ser un buen candidato a identi-
ficarse con ese tipo de asentamientos viarios más grandes.

CONCLUSIÓN
Por ciertas fuentes sabemos que en el tramo de la Via
Augusta comprendido entre Astigi y Corduba existió en la
Antigüedad un lugar conocido como Ad Aras, del que nos
hemos ocupado con detalle en este trabajo. De su estu-
dio podemos concluir varios aspectos que consideramos
importantes para el conocimiento de nuestra Historia An-
Lám. 9: Vista aérea del solar que ocupa el asentamiento tigua, pero resaltaremos dos por encima de todos. Por un
romano localizado bajo el casco urbano de La Carlota. lado, en el aspecto geográfico y territorial, aparte del inte-
Foto: Google.
resante dato de la propia existencia de esta mansio -im-
portante tanto para la historia local como de Hispania en
en este caso la Via Augusta20. No obstante, desconocemos general- hemos podido advertir que en la zona del actual
si también pudo ocurrir lo inverso de lo que exponemos: municipio de La Carlota se fijó durante la época romana el
que Ad Aras hubiese sido siempre un vicus y, como tal, límite entre las ciudades de Astigi y Corduba, y, por tanto,
mencionado en el Itinerario de Antonino y los Vasos de entre los conventus de los que ambas poblaciones eran
Vicarello por su importancia como elemento destacado de capitales, es decir, el conventus Astigitanus y el conventus
población entre Corduba y Astigi. Es posible que bajo el Cordubensis, aspecto al que muy probablemente hace re-
concepto mansio no deban verse siempre las mismas es- ferencia el propio nombre de Ad Aras.
tructuras, concretamente edificios de alojamiento (especie Asimismo, analizando el caso de Ad Aras hemos podi-
de posadas o postas), sino que dicho concepto englobe a do comprobar cómo con la llegada del nuevo régimen im-
realidades muy variadas y escalonadas en cuanto a entidad perial surge un especial interés por administrar mejor los
física y poblacional, desde las propias postas hasta inclu- territorios dominados por Roma, creándose y mejorándo-
so aldeas o ciudades (así por ejemplo, Astigi o Corduba se vías de comunicación, como la Via Augusta, y dotando
aparecen en los citados itinerarios como mansiones de la a estas de los servicios necesarios para que las funciones
Via Augusta). De modo que esto nos lleva a plantearnos la que debían cumplir en el engranaje del vasto Imperio Ro-
hipótesis accesoria de si Ad Aras puede hoy revestir a la luz mano pudiesen llevarse a buen término. Vemos, pues, que
de la arqueología la entidad de una aldea o vicus y, como el territorio actual de La Carlota quedó plenamente inmer-
tal, aparecer en calidad de mansio o punto de descanso en- so dentro del sistema supranacional de esa gran potencia
tre Astigi y Corduba. Las características y cantidad de los que fue Roma, participando en los destinos de esta durante
hallazgos realizados en La Carlota son factores dignos de más de cuatro siglos y contribuyendo con ello a forjar la ci-
tener en cuenta, sobre todo si se comparan con los de los vilización más importante que ha conocido Europa en toda
yacimientos del entorno, destacando el elevado número de su historia y a la cual debemos buena parte de las formas
sepulturas, de variedades cerámicas y de piezas numismá- de vida que hoy practicamos.
ticas. Todo ello podría estar hablándonos de la existencia Finalmente, hemos tratado de poner en evidencia que
de una población más o menos amplia y, respecto a los los hallazgos arqueológicos más recientes efectuados en
testimonios numismáticos, de la presencia de una mayor el casco urbano de La Carlota apuntan a la existencia en el
movilidad y variedad tanto de personas como de capitales, lugar de un importante asentamiento romano, tal vez el de
hecho conectado sin duda a la cercanía de la Via Augusta, mayor envergadura de todo el término municipal. Teniendo
importante arteria de tráfico administrativo y económico. en cuenta los datos que nos proporcionan ciertas fuentes
En definitiva, las fuentes disponibles hasta el momento nos itinerarias romanas así como las características que pu-
llevan a considerar que las mansiones de las que tratamos dieron diferenciar a las mansiones de los establecimientos
cuadrarían con la referencia ya mencionada de al-Maqqari, usuales del mundo agrario, eso nos lleva a conectar dicho
es decir, serían construcciones relativamente simples y asentamiento con la mansio de Ad Aras, punto destacado
creadas ex novo por el Estado romano en sitios a menu- de descanso entre Astigi y Corduba y que, a manera de hi-
do deshabitados, de ahí los imprecisos y poco duraderos pótesis, pudo convertirse en un vicus, entendiendo por tal
nombres con que son citadas en los documentos de la épo- una estructura de poblamiento intermedia entre la civitas
ca, empleando fórmulas como la ya analizada que consta o ciudad y los asentamientos rurales menores, la villa y
de la preposición ad seguida del nombre del elemento más la granja. No obstante, en el estado actual de las investi-
cercano en acusativo. Ello no es óbice para que, con el gaciones resulta evidente que habrá que esperar a nuevos

20) Al respecto véase CHEVALLIER, 1997: 293-296. En la provincia de Córdoba no faltan ejemplos de tumbas asociadas a vías, como
la necrópolis del Camino Viejo de Almodóvar, en Córdoba capital, o la de la villa de El Ruedo, en Almedinilla (VAQUERIZO, 2001: 135-138
y GALEANO, 1997: 117-118, respectivamente).

118
Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información

descubrimientos para que todas estas hipótesis que plan- blaciones carolinas: su significado en la literatura viajera de
teamos sean objeto de un mayor esclarecimiento. los siglos XVIII y XIX”, Actas del VI Congreso Histórico
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