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N.ºAras
22 y(pp. 107-119)
La Carlota. ISSN:actual
Estado 1139-6609 - M.H.M.aPriego
de una hipótesis denueva
la luz de Córdoba
información
RESUMEN
En este trabajo presentamos unos datos históricos básicos sobre la parada romana de la Via Augusta conocida con el nombre
de Ad Aras, y analizamos también la posibilidad de establecer su ubicación en el pueblo de La Carlota, sobre la base de nuevos
descubrimientos realizados en este lugar hace unos años.
ABSTRACT
In this work we present an historical basic information on the roman relay at the Via Augusta known as Ad Aras, and we analyze
also the possibility of establishing its location in the village of La Carlota, on the base of new discoveries realized in this place a
few years ago.
1) Miembro del Equipo Interdisciplinar de Investigación “Historia de la provincia de Córdoba” (HUM-901) del vigente Plan Andaluz de
Investigación de la Junta de Andalucía.
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Fig. 1: Mapa de localización de Ad Aras en la Bética romana entre las ciudades de Corduba y Astigi. Tomado del
Atlas de la Historia del Territorio de Andalucía (Junta de Andalucía).
francés “maison”, términos que aluden ambos a la vivienda Aras, Orippo, Ad Pontem y quizás Obulcula y Portus Ga-
doméstica. En este trabajo, pues, al referirnos a Ad Aras, ditanus (vid: MEZZOLANI, 1992: 105, CHEVALLIER, 1997:
empleamos el término mansio como sinónimo de estación 281 y SILLIÈRES, 1976: 57).
(entendida esta como parada viaria), aunque, dentro de la El nombre de Ad Aras significa literalmente “junto a
terminología latina, no está claro si Ad Aras fue realmente los altares”. Como indicaba José Manuel Roldán, las man-
una mansio o una mutatio. siones denominadas en latín con la fórmula ad+nombre
Según algunos autores, la diferencia entre mansio y en acusativo se corresponden con puntos que hacían las
mutatio estriba en que la primera se crea de forma oficial veces de posada y posta, es decir, de descanso de viaje-
para servir al correo público, mientras que la segunda es ros o cambio de tiro, situados en parajes deshabitados y
una estación intermedia cuya creación debió verificarse alejados de núcleos urbanos, por lo que se los bautizó con
por la progresiva crecida numérica de los viajeros, fuesen el nombre del objeto más sobresaliente que había en las
civiles o militares, aunque también debió de cumplir fun- proximidades y que servía de indudable referencia (ROL-
ciones de apoyo al servicio postal, pero siempre con tareas DÁN, 1966: 118), en este caso, al parecer, unos altares
y organización diferentes a la mansio. El término mutatio (arae)2. Las mansiones eran, ciertamente, establecimien-
comienza a utilizarse sobre todo a partir del siglo IV d. C., tos permanentes al servicio de los viajeros, ubicados al pie
en el Itinerario Burdigalense. Para Raymond Chevallier las de las vías y separados por una jornada de viaje unos de
mutationes son paradas destinadas al cambio de equipaje, otros3. María Luisa Cortijo considera, siguiendo a Pierre Si-
situadas unas de otras entre 5 y 12 millas, mientras que llières (SILLIÈRES, op. cit.: 60), que Ad Aras debió de tener
una mansio equivale a un día de viaje (entre 6 y 8 mutatio- un carácter de mutatio, esto es, de simple parada, porque,
nes). Por su parte, Pierre Sillières, fijándose en el Itinerario aunque hubiese 35 millas entre Astigi y Corduba, la vía
Burdigalense, llega a la conclusión de que las mansiones era buena y discurría por terreno favorable, no habiendo
son etapas que se realizan por la noche y que están sepa- necesidad, por tanto, de parar por mucho tiempo (pernoc-
radas de 30 a 35 millas unas de otras, mientras que las tar por ejemplo) (CORTIJO CEREZO, 1993: 243), sólo lo
mutationes, simples paradas para cambiar de montura, se imprescindible para comer, beber o cambiar de caballos.
encuentran distanciadas de 8 a 12 millas. En el Itinerario Se ha pensado que las mansiones, en cuanto componen-
de Cádiz a Córdoba Sillières señala como mutationes a Ad tes esenciales del servicio postal público o correo imperial
2) Otros ejemplos próximos de mansiones que utilizan esta fórmula son los de Ad Lucos, no lejos de Montoro y que literalmente sig-
nificaría “junto a los bosques”, Ad Decumo, en la misma Via Augusta y que se refiere a una ubicación próxima al décimo miliario a partir
de Córdoba (en las inmediaciones del Puente Mocho, sobre el Guadalmellato), o Ad Gemellas, en la vía Corduba-Anticaria y que debe de
hacer referencia a dos accidentes geográficos parecidos o gemelos, probablemente dos montes similares que existen frente a la venta
“Cabrera”, según Enrique Melchor (MELCHOR, 1995: 87, 88 y 112 respectivamente).
3) CICERÓN, Fam., VIII, 15, 2; IX, 5, 1.
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Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información
4) Sabemos que para facilitar la administración del sur hispánico el cursus publicus, organización encargada del servicio de correos
(correspondencia oficial) y postas del imperio, fue establecido sobre la Via Augusta. De esta manera Roma estaría informada continuamen-
te de cuanto ocurriera en la provincia de la Bética y podría emitir con rapidez las órdenes adecuadas al aparato administrativo provincial.
La Via Augusta y el cursus publicus fueron, pues, medios por los que Roma ejerció su poder en la Bética. MELCHOR, 1995: 52.
5) Estas fuentes así como otras existentes para el resto de vías romanas de la península Ibérica han sido recogidas en: ROLDÁN, 1975.
En esta obra nos hemos apoyado preferentemente a la hora de realizar nuestra síntesis.
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6) En concreto, la mansio Ad Aras sobre la que tratamos en este trabajo aparece mencionada en: Itinerario de Antonino, 413, 4.
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7) Ciertamente, en algunos puntos de los caminos hispanos actuaban bandas de ladrones y asesinos, sobre todo en aquellos donde
los núcleos de población quedaban lejos, aunque las zonas con fuerte implantación urbana y rural tampoco escaparon a estas macabras
actividades, como, sin ir más lejos, se sabe que debió de ocurrir en la campiña sevillana a tenor de la epigrafía. Al respecto ver MELCHOR,
op. cit.: 59. Por las mismas razones se implantaron las ventas y las casas de postas en las edades Moderna y Contemporánea, y también
fue esta una de las causas –o al menos ventajas- principales del surgimiento de las Nuevas Poblaciones en el siglo XVIII, emplazadas sobre
sitios deshabitados o de escasa implantación humana y donde los actos de bandolerismo eran frecuentes.
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Fig. 2: Las mansiones de Böckweiler (Sarre), a la izquierda, y de Stonegate, a la derecha. Partes de esta última:
1 (salas de alojamiento); 2 (letrinas); 3 a 5 (salas con calefacción); 6 (porche); 7 (frigidarium o sala de baño frío); 8
(cocina); 9 (comedor); 10 (patio). Tomado de R. Chevallier.
su posible identificación con la mansio deben de tener, en sido lo suficientemente sopesado por los diversos inves-
principio, características peculiares que los diferencien de tigadores que han tratado de localizar Ad Aras, por lo que
otro tipo de asentamientos del entorno, como las villae o sus hipótesis respecto al emplazamiento de esta pueden
las granjas. Analicemos con detalle cada aspecto y veamos resultar confusas. Anteriormente hemos considerado las
las posibilidades que nos ofrecen para aproximarnos al distancias que separan a la mansio de Astigi y Corduba,
emplazamiento de Ad Aras. pero debemos advertir que esas distancias son aproxima-
Por lo que toca a las distancias, hay que señalar que das, pues los cálculos de las distancias se han realizado
son de sobra conocidas merced a las fuentes, aunque pre- sobre el trazado de la Nacional IV, que consideramos, en
senten ligeras variantes entre ellas, como ya se indicó. Si principio y en esencia, el mismo que el de la Via Augus-
convertimos las millas que nos dan los itinerarios antiguos ta. Es obvio que, como veremos en el capítulo siguiente,
en metros (1 milla romana=1.481 m.), obtenemos que la ambas calzadas no deben de solaparse a la perfección, es
distancia entre Astigi y Ad Aras es de 17’7 Km, mientras decir, que sus trazados debieron de no coincidir en ciertos
que entre la mansio y Corduba dista un total de 34 Km. Por tramos, lo cual supone sin duda la falta de precisión en
otro lado, debemos considerar como un valioso dato de los resultados obtenidos a partir de los cálculos realizados
carácter geográfico el significado del propio nombre de Ad sobre un itinerario que no se identifica con el original.
Aras, que, como se dijo, quiere decir “junto a los altares”, En relación con las características arqueológicas que la
lo que quizás indique, según Robert C. Knapp, que pudo to- mansio Ad Aras tuvo que tener, hay que decir que los mate-
mar su nombre de los límites territoriales existentes entre riales de construcción debieron ser los mismos que se em-
Corduba y Astigi (KNAPP, 1983: 36), pues en la Antigüe- plearon en otras edificaciones romanas del entorno. Otros
dad romana los límites podían señalarse entre otras cosas restos, como los ajuares domésticos -cerámicas, vidrios,
con arae, es decir, altares8. etc.- usados por los moradores del lugar debieron también
Respecto al trazado exacto de la Via Augusta, hay de ser en principio iguales que los usados por los habitantes
que señalar, de entrada, que es imposible conocerlo por de las villae. A priori y como elemento identificador, la más
el momento, debido fundamentalmente a la falta de datos importante diferencia arqueológica radicaría en la planta del
arqueológicos, hecho que, por otro lado, creemos no ha edificio dedicado a alojamiento, que cabe pensar sería distinta
8) Por autores como Estrabón y los gromáticos se sabe que en época romana era normal señalar los límites territoriales con elementos
de ese tipo (ver CORTIJO, op. cit.: 217, n. 20). En concreto, los autores latinos que hablan de las arae como límites son: Frontino, De contr.
agr., XLIII; Ag. Urb., De contr. agr., LXIII-LXIV; Higinio, De cond. agr., CXV y Estrabón, III, 5, 5.
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Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información
Fig. 3: Mapa donde se recogen las tres ubicaciones de Ad Aras más probables (Mapa Topográfico de Andalucía
1:10.000, con escala modificada).
a la de una villa, granja u otra edificación del entorno. Según posible por el momento y a tenor de las fuentes literarias
R. Chevallier, la estructura modelo de una mansio comporta, y arqueológicas de que disponemos conocer el emplaza-
en principio, numerosos sectores con distintas funcionalida- miento exacto de la mansio Ad Aras, podemos, no obs-
des, a menudo dentro de un recinto (ver fig. 2). Entre esos tante, delimitar una zona donde la mansio pudo ubicarse.
sectores encontramos un gran patio con pórticos y larga en- Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente apuntado,
trada para los vehículos, con abrevadero; cuadras y establos; considerando las distancias de los itinerarios, la corres-
filas de habitaciones (cubicula) para los viajeros; una taberna- pondencia aproximada de la Nacional IV con la Via Augus-
comedor; unas termas, provistas de un buen sistema hidráuli- ta9 y el indicativo geográfico que el propio nombre de Ad
co; un hábitat próximo para los servicios: talleres (forja para el Aras lleva implícito, no cabe más posibilidad que situar el
herraje de los animales o la reparación de los carros), tiendas, emplazamiento de la mansio en la zona comprendida en-
negocios y almacenes; eventualmente, un edificio administra- tre La Carlota y Los Algarbes, zona donde, curiosamente,
tivo (oficina de beneficiarii o de aduaneros), residencia de un vemos que aún se ha mantenido el límite entre la provincia
médico y enfermería; un santuario y una necrópolis (CHEVAL- de Córdoba y el término de Écija. Incluso podemos avanzar
LIER, op. cit. : 284). El problema es que esta planta o modelo más, pues en esta zona y al pie de la citada carretera10 en-
sólo se puede identificar si se lleva a cabo una excavación contramos tres asentamientos con una envergadura lo su-
arqueológica en extensión que la ponga al descubierto y, por ficientemente importante como para haber podido albergar
el momento, aún no se ha efectuado ninguna intervención de la mansio así como con restos romanos datables desde el
este tipo en el término municipal de La Carlota o en el lugar Alto hasta el Bajo Imperio (ver fig. 3). Veamos las caracte-
donde pudo estar ubicada Ad Aras. rísticas de estos yacimientos arqueológicos “candidatos” a
Aunque, como acabamos de ver, es prácticamente im- la identificación con Ad Aras11.
9) Personalmente aceptamos el trazado propuesto por P. Sillières y E. Melchor para la Via Augusta entre Astigi y Corduba, coincidente
aproximadamente con el de la Nacional IV. Vid. SILLIÈRES, op. cit. : 46-50 y MELCHOR, op. cit. : 92-93. Un estudio monográfico sobre la
vía en el citado tramo puede verse en MELCHOR, 1991: 69-98 y, asimismo, en MARTÍNEZ, 2005.
10) Ni que decir tiene que Ad Aras debió de ubicarse al pie o muy cerca de la Via Augusta, puesto que, como señala Antonella Mezzo-
lani, la inmediata proximidad a una vía de primera importancia era condición prioritaria en el emplazamiento de una mansio. MEZZOLANI,
op. cit.: 110.
11) El investigador norteamericano Philip O. Spann, de la Universidad de Florida (USA), ha querido identificar Ad Aras con unas ruinas
existentes en El Garabato, aldea de La Carlota, pero, realizados los estudios pertinentes, al final la obra parece datar, cuando menos, del
siglo XVIII, por lo que cabe descartarse tal identificación. De todas formas, debemos expresar nuestro desacuerdo con el procedimiento de
este investigador y, sobre todo, con su punto de partida, puesto que, aunque los restos de El Garabato hubiesen sido romanos, quedarían
muy lejos del trazado original de la Via Augusta, más cercana, sin duda, a la actual Nacional IV. Al respecto de esta cuestión vid. SPANN,
1992: 97-102 y FERNÁNDEZ, SPANN y VENTURA, 1990: 34-37.
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1. Molino de Rojas. En las tierras del antiguo Molino de La Carlota (ver lám. 7). Sus coordenadas geográficas
Rojas12, hoy en ruinas, existe un importante yacimien- son las siguientes:
to arqueológico que posee las siguientes coordenadas
geográficas: Coordenadas sexagesimales:
12) Por error, en nuestro artículo sobre Ad Aras publicado en el número 2 de Almazán aparecía identificado el Molino de Rojas con el
Molino del Vicioso, cuando en realidad ambos no tienen nada que ver, es decir, eran molinos diferentes. El error se ocasionó al identificar
el yacimiento del Molino de Rojas por nosotros conocido, y que aquí analizamos, con otro situado en el Molino del Vicioso que recogían
Durán y Padilla en su carta arqueológica del término de Écija, debido a la dificultad de fijar la ubicación precisa de este último sobre el
mapa. Agradecemos el habernos despejado esta duda al Sr. D. Diego López Serrano, mediante una carta dirigida al Patronato Municipal
de Cultura Juan Bernier en mayo de 2005, proporcionándonos además abundantes y valiosas indicaciones sobre la historia de Los Algar-
bes y su arqueología, algunas de las cuales hemos incorporado en este trabajo.
13) SAAVEDRA, 1863: 85; BLÁZQUEZ, 1912: 472; COLLANTES DE TERÁN, 1939: 97; SILLIÈRES, 1976: 59 (mapa) y 60; BONSOR,
1989: 13 (mapa I); BERNIER, 1983: 230 y CORZO y TOSCANO, 1992: 110. También, en su reciente estudio sobre las vías romanas de Cór-
doba, Enrique Melchor acepta este yacimiento como el posible lugar de ubicación de Ad Aras. Vid. MELCHOR, op. cit.: 95.
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visual. Michel Ponsich ya advirtió este hecho al afirmar a la colonización y durante la realización -hacia fines de la
que “le site se prête à une occupation ancienne, placé década de 1920 ó comienzos de la siguiente- de la carrete-
sur un promotoire lui donnant une position stratégique”, ra general de Primo de Rivera -que atraviesa la población
es decir, que “el sitio se presta a una ocupación antigua, por su centro-, de numerosas sepulturas de inhumación,
situado sobre un promontorio que le confiere una posi- muy probablemente de época romana, pues a ella corres-
ción estratégica” (PONSICH, 1979: 213). Por su parte, ponden otros hallazgos similares realizados en el subsuelo
Raymond Thouvenot, en su obra sobre la Bética, identifi- de la población. El porcentaje de tumbas en esa área parece
ca La Carlota con Ad Aras en el mapa que adjunta a dicha ser muy superior al de otro tipo de restos, como construc-
obra (THOUVENOT, 1973). Las coordenadas geográficas tivos. Todos los hallazgos citados se han sucedido en la
de La Carlota son las siguientes: zona del casco antiguo carloteño, o bien siguiendo la línea
de la Nacional IV, lo que nos da una idea clara de la exten-
Coordenadas sexagesimales: sión de la necrópolis aquí existente, que, no obstante, debe
ir concretándose más a la luz de nuevos descubrimientos.
37º 40’ 26’’ N Asimismo, en unos restos que en parte fueron dona-
4º 55’ 59’’ W dos al Ayuntamiento de La Carlota, extraídos al parecer
por obreros del interior de una zanja realizada en la Aveni-
Coordenadas UTM: da Carlos III, cerca del Ayuntamiento, se adivina un claro
carácter funerario: estructura de ladrillos en las paredes
X: 329.711 cubierta por tegulae, huesos, dientes y un ajuar consisten-
Y: 4.171.731 te en un pequeño cuenco de cerámica común, una hebilla
Z: 234,64 de bronce, dos cuentas de collar de pasta vítrea de color
negro y tres monedas –ases-, uno de ellos de imposible
Así pues, encontramos tres yacimientos como “candi- lectura por su acusado desgaste y otros dos, aunque tam-
datos” a su identificación con Ad Aras. Sin embargo -y este
constituye el punto más novedoso de este trabajo-, una
serie de circunstancias acaecidas en el año 1999 unidas a
otras ocurridas anteriormente nos han llevado a inclinar-
nos preferentemente por uno de esos tres yacimientos: el
que existe bajo la población de La Carlota.
14) En este sitio tuvo lugar una actividad de vigilancia y documentación arqueológica dirigida por Gloria Galeano y nosotros mismos,
en los días centrales del mes de septiembre de 1999. La actividad fue de corta duración y, por tanto, poco fructífera, ya que al final la
administración llegó a un acuerdo con la empresa encargada de construir el aparcamiento subterráneo consistente en que esta respetaría
los restos aparecidos en el perfil norte del socavón realizado para albergar dicho aparcamiento.
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ciar en el corte septentrional del rebaje realizado para la extensión total de todos los vestigios romanos hasta ahora
construcción del aparcamiento subterráneo, consistentes hallados en el pueblo avalan tal hipótesis. Además de ello,
en hiladas de ladrillos sobre las cuales montaban tegulae a no es de extrañar que cuando en el siglo XVIII se decidiese
modo de vertiente a dos aguas, sistema usual en muchas crear la nueva población de La Carlota se hiciera sobre una
sepulturas romanas15. El escaso material que se recuperó elevación donde ya había existido una ocupación anterior,
en la breve actividad arqueológica que nosotros mismos pues en dicho promontorio se concentran una serie de fac-
codirigimos (ver lám. 8) ha permitido adivinar una cro- tores que hacen atractivo el asentamiento, principalmente
nología posiblemente altoimperial de los restos. Entre el la altitud y la existencia de la existencia de algunos puntos
material recuperado durante la actividad arqueológica y en de agua alrededor, elementos que, como es sabido, fueron
la escombrera producto de la obra que motivó dicha acti- de interés prioritario para los antiguos pobladores, puesto
vidad de urgencia habría que destacar un buen número de que proporcionan aireación, seguridad frente a inundacio-
fragmentos de cerámicas sigillatas altoimperiales (sudgáli- nes, un excelente control visual y abastecimiento hídrico.
cas, hispánicas y Africana D), monedas de Marco Antonio, Ya hemos indicado que Michel Ponsich advirtió este hecho
Augusto, Claudio, Adriano, Faustina, Alejandro Severo y al afirmar que “el sitio se presta a una ocupación antigua,
del siglo IV d. C. entre otras, así como una serie de mate- situado sobre un promontorio que le confiere una posición
riales de más difícil datación pero sin duda romanos y que, estratégica” (IBID.). Por otro lado, hay que tener en cuen-
en ocasiones, hablan de un cierto lujo, como mármoles de ta que, desde el punto de vista geomorfológico, la alta y
revestimiento, una moledera de mortero de mármol blan- amplia meseta donde se emplaza el pueblo es producto
co y materiales más comunes como tejas, ladrillos y opus del modelado cuaternario, con lo cual su morfología llana
signinum (hormigón fino hecho de cemento y fragmentos resulta idónea para la fijación de hábitats y construcciones.
de cerámica, normalmente de ladrillos o tejas). En el emplazamiento de Ad Aras en La Carlota puede haber
A todos estos hallazgos que hemos podido documen- también razones de índole topográfica. Como se puede ver
tar en los últimos años hay que unir los vestigios que, muy gráficamente en el plano de la VIII Jornada del Itinera-
hasta hace poco –hoy lamentablemente cubiertos por el rio de Floridablanca, La Carlota se ubica en una importante
avance urbanístico- se observaban en superficie en una de meseta, sólo comparable a las de Aldea Quintana y Cerro
las laderas –la noreste- de la elevación donde se asienta el Perea (entre La Carlota y Écija); sin embargo, estas dos
pueblo. Entre estos restos de esa ladera, junto al cemen- últimas quedan muy alejadas de la ubicación dada por las
terio municipal, tuvimos la ocasión de apreciar personal- fuentes. Así, el yacimiento existente bajo el actual casco
mente en torno al año 1998 fragmentos de Terra Sigillata urbano de La Carlota, al ser posiblemente el núcleo roma-
Sudgálica (forma Drag. 24/25), T. S. Hispánica (forma no de mayor envergadura al pie de la Via Augusta entre
Drag. 15/17 de la producción de Andújar16), diversos frag- esas dos ciudades, pudo ser elegido como lugar de asen-
mentos de cerámica común correspondientes a una gran tamiento de la nueva población de La Carlota por parte del
vasija de perfil pseudocilíndrico (Cfr. MORENO, 1997: 227, equipo de técnicos encargados de la colonización carolina
nº 4.4254), una orza, una ollita, un dolium o tinaja de la- en el último tercio del siglo XVIII. Hay que tener en cuenta
bios engrosados y moldura en el hombro, un laterculus o que a lo largo de la historia humana ha sido una constante
ladrillito de solería y un asa de dolium. Ya en la década de el asentamiento de civilizaciones en el mismo lugar que
1970 el arqueólogo francés Michel Ponsich había indicado las precedentes, tanto por la probada benignidad de los
al respecto de La Carlota que “la villa moderna tapa los ves- recursos naturales (agua, aireación, salubridad, control vi-
tigios antiguos, que se encuentran, no obstante, de forma sual, defensa natural, etc.) como por los restos materiales
numerosa en los alrededores inmediatos” (IBID.), quizá re- que brindaban las viejas construcciones ya arruinadas17.
firiéndose a lugares como este que acabamos de describir. Es posible que en nuestro caso el lugar hubiese provis-
Así, toda la información arqueológica de que vamos to a los colonos dieciochescos de multitud de materiales
disponiendo nos hace pensar en la existencia de un im- de construcción romanos para realizar sus casas, pues no
portante asentamiento romano en el solar de La Carlota, faltan bajo el subsuelo18. De hecho, sabemos que tal cons-
o al menos en uno de los de mayor envergadura de sus trucción fue al principio de la andadura del pueblo un gran
alrededores. Tanto el elevado número de sepulturas y la problema y que cuando llegaron los colonos –a partir del
extensión del terreno sobre la que estas aparecen como la 26 de agosto de 1768- aún no había casas construidas, por
15) Como se ha tenido ocasión de comprobar, las sepulturas romanas identificadas en el territorio que estudiamos son en todos los
casos tumbas de inhumación, lo cual encuentra su explicación en la cronología del poblamiento romano de la zona, pues, como es sabido,
a partir de mediados del siglo I a. C. la inhumación comenzó a extenderse como forma preferida de enterramiento por los romanos, hasta
ser mayoritaria en época de Adriano (al respecto ver: VOLLMER y LÓPEZ, 1995).
16) De acuerdo con los estudios de Mercedes Roca, a la que sigue María Isabel Fernández en sus recientes trabajos, esta forma ce-
rámica debió de fabricarse en el siglo I d. C. (ROCA, 1976: 34-37, n. 3 y FERNÁNDEZ, 1998: 53).
17) Ya J. F. Peyron, que en 1772-1773 visitó las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, indicó, saliendo al paso de ciertas objeciones
hechas sobre la hostilidad de los lugares donde fueron creadas, que los arroyos en ellas existentes corrían claros y límpidos y que emergía
abundante agua cavando a poca profundidad. Además, indicaba que “ese vasto terreno no siempre había estado inculto e inhabitado, lo
que está probado por las antigüedades, las monedas y medallas, que allí se descubren todos los días...”, lo cual para él era un inequívoco
signo de que el establecimiento de nuevas poblaciones en el lugar no era desacertado. Véase: LÓPEZ, 1994: 58-59.
18) Lo mismo puede decirse de las aldeas carloteñas de época fundacional, todas sobre importantes asentamientos antiguos o junto
a ellos: Fuencubierta, Las Pinedas, El Garabato, Chica Carlota y Aldea Quintana.
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Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información
lo que tuvieron que ser amontonados en barracones colec- Otro aspecto que invita a la identificación entre La Car-
tivos de madera (VÁZQUEZ, 1979: 28-32 y GARCÍA, 1982: lota y Ad Aras es que ésta debió de iniciar su andadura en
29-30)19, hasta que, tras grandes penurias, pudieron dispo- época de Augusto (27 a. C.-14 d. C.), pues es entonces
ner de sus hogares gracias a las contratas de albañiles de cuando surge la Via Augusta –a la que sirvió- y cuando se
las más diversas zonas de España e incluso Portugal, que fecha la mayor parte de los Vasos de Vicarello en los que
trabajaron con materiales fabricados en las nuevas alfare- aparece la mansio. Por su parte, el Itinerario de Antonino
rías creadas en zonas como el molino de Guiral (o Guirey). se fecha en época de Diocleciano, y resulta factible supo-
A pesar de todo lo visto, es evidente que la localiza- ner que Ad Aras probablemente funcionase durante toda
ción de Ad Aras no puede ser establecida a ciencia cierta la etapa de dominio romano en el sur peninsular, ya que
hasta que no se disponga de datos más seguros, como constituía un elemento imprescindible dentro de la admi-
puedan ser los testimonios epigráficos o los resultados nistración romana, al cumplir las funciones de posada y
de una excavación arqueológica apropiada. Sin embargo, posta tanto para el viajero privado como, sobre todo, para
las características del asentamiento romano encontrado el cursus publicus o correo imperial, y ello nada menos
en La Carlota cuadran muy bien con las que se conocen que al pie de la principal vía de comunicación romana de
para Ad Aras, a las que vamos a hacer referencia a con- la península Ibérica y junto a la ciudad de Corduba, capital
tinuación, a modo de recapitulación de todo lo visto an- administrativa de la importante provincia Hispania Ulterior
teriormente. En primer lugar, sabemos por las distancias Baetica. Como antes señalamos, toda esta cronología des-
que nos proporcionan los itinerarios antiguos que esta de los inicios del Principado hasta el final del Dominado
debió ubicarse aproximadamente en el término municipal se ha documentado perfectamente en La Carlota, tanto a
de La Carlota, lo cual, por otro lado, ha hecho suponer a través de la cerámica como de otros elementos, principal-
los investigadores que los altares a los que se refiere su mente la numismática.
nombre pudieron ser aquellos que marcaban el límite en- Favorable a la ecuación Ad Aras=La Carlota es también
tre los conventus iuridici Cordubensis y Astigitanus. Aún la envergadura del asentamiento romano existente en esta
hoy podemos ver, curiosamente, cómo en La Carlota se última. A tenor de lo observado, habría que apuntar que el
ha seguido conservando la frontera entre Écija (Sevilla)
y Córdoba, lo que cuadraría bien con la localización de
Ad Aras en el solar de la actual población de La Carlota,
puesto que la preposición “ad” indicaría que el estable-
cimiento viario en cuestión estaba antes de llegar a las
arae o límite, de acuerdo con el sentido de marcha que
se establece en las fuentes antiguas donde aparece esta
mansio, cuyos itinerarios parten desde el arco de Jano
(Ianus Augustus), en la Alta Andalucía, entre Castulo y
Andújar, hasta el Océano (Oceanus, es decir, la zona ga-
ditana). En virtud de esta hipótesis podemos, por tanto,
hacer coincidir el antiguo límite conventual entre Corduba
y Astigi, y también de sus términos, en el actual arroyo
del Garabato. Esto podría verse como una hipótesis forza-
da por nuestra parte a no ser por dos motivos principales Fig. 4: Plano con la dispersión de restos romanos en
en los que nos basamos: en primer lugar, porque, como el casco urbano de La Carlota (M.T.A. 1:10.000, con
hemos dicho, el límite se mantiene en la actualidad en escala modificada).
ese sitio, y en segundo, porque existe constancia de que
dicho límite también se situaba en esa zona en etapas de La Carlota parece constituir uno de los más extensos
históricas precedentes, particularmente al llevarse a cabo asentamientos rurales romanos del noroeste de la Campi-
la colonización ilustrada del siglo XVIII, en que servía de ña cordobesa (ver fig. 4 y lám. 9), y, de hecho, sabemos
frontera –al menos de forma aproximada, pues de mo- que a veces, en dependencia con la importancia de la vía,
mento no se han localizado documentos exhaustivos al algunas mansiones se convirtieron en núcleos de pobla-
respecto- entre los concejos de Écija y Córdoba. Aunque ción de cierto tamaño a los que la proximidad del camino
en su momento el límite fue establecido por María Luisa daba vida (ROLDÁN, op. cit.: 118 y MEZZOLANI, op. cit.:
Cortijo, experta en el territorio de la Bética, en el arro- 105), llegando en ocasiones incluso a constituir verdade-
yo Guadalmazán (ver: CORTIJO, 1993: 217 y CORTIJO, ros vici o aldeas rurales. Ciertamente, la gran cantidad de
1994: 52), esta puntualización no resta valor a su afirma- sepulturas y la extensión que ocuparía la necrópolis (más
ción, pues al fin y al cabo se trataba de fijar el límite entre de 600 metros) parecen sugerir la existencia de una co-
los conventus en algún curso fluvial destacado de la zona, munidad amplia en el solar de La Carlota, y además sa-
y tanto el arroyo del Garabato como el Guadalmazán son bemos que las mansiones podían contar con sus propias
cursos prácticamente similares y situados a poca distan- necrópolis, la cuales como era normal en el mundo roma-
cia uno de otro. no se solían disponer junto a las vías de comunicación,
19) No obstante, recientes estudios de Adolfo Hames indican que la llegada de esos primeros colonos a La Carlota debió de produ-
cirse en el mes de octubre del año 1768 (HAMER, 2009: 60-61).
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A. MARTÍNEZ CASTRO
CONCLUSIÓN
Por ciertas fuentes sabemos que en el tramo de la Via
Augusta comprendido entre Astigi y Corduba existió en la
Antigüedad un lugar conocido como Ad Aras, del que nos
hemos ocupado con detalle en este trabajo. De su estu-
dio podemos concluir varios aspectos que consideramos
importantes para el conocimiento de nuestra Historia An-
Lám. 9: Vista aérea del solar que ocupa el asentamiento tigua, pero resaltaremos dos por encima de todos. Por un
romano localizado bajo el casco urbano de La Carlota. lado, en el aspecto geográfico y territorial, aparte del inte-
Foto: Google.
resante dato de la propia existencia de esta mansio -im-
portante tanto para la historia local como de Hispania en
en este caso la Via Augusta20. No obstante, desconocemos general- hemos podido advertir que en la zona del actual
si también pudo ocurrir lo inverso de lo que exponemos: municipio de La Carlota se fijó durante la época romana el
que Ad Aras hubiese sido siempre un vicus y, como tal, límite entre las ciudades de Astigi y Corduba, y, por tanto,
mencionado en el Itinerario de Antonino y los Vasos de entre los conventus de los que ambas poblaciones eran
Vicarello por su importancia como elemento destacado de capitales, es decir, el conventus Astigitanus y el conventus
población entre Corduba y Astigi. Es posible que bajo el Cordubensis, aspecto al que muy probablemente hace re-
concepto mansio no deban verse siempre las mismas es- ferencia el propio nombre de Ad Aras.
tructuras, concretamente edificios de alojamiento (especie Asimismo, analizando el caso de Ad Aras hemos podi-
de posadas o postas), sino que dicho concepto englobe a do comprobar cómo con la llegada del nuevo régimen im-
realidades muy variadas y escalonadas en cuanto a entidad perial surge un especial interés por administrar mejor los
física y poblacional, desde las propias postas hasta inclu- territorios dominados por Roma, creándose y mejorándo-
so aldeas o ciudades (así por ejemplo, Astigi o Corduba se vías de comunicación, como la Via Augusta, y dotando
aparecen en los citados itinerarios como mansiones de la a estas de los servicios necesarios para que las funciones
Via Augusta). De modo que esto nos lleva a plantearnos la que debían cumplir en el engranaje del vasto Imperio Ro-
hipótesis accesoria de si Ad Aras puede hoy revestir a la luz mano pudiesen llevarse a buen término. Vemos, pues, que
de la arqueología la entidad de una aldea o vicus y, como el territorio actual de La Carlota quedó plenamente inmer-
tal, aparecer en calidad de mansio o punto de descanso en- so dentro del sistema supranacional de esa gran potencia
tre Astigi y Corduba. Las características y cantidad de los que fue Roma, participando en los destinos de esta durante
hallazgos realizados en La Carlota son factores dignos de más de cuatro siglos y contribuyendo con ello a forjar la ci-
tener en cuenta, sobre todo si se comparan con los de los vilización más importante que ha conocido Europa en toda
yacimientos del entorno, destacando el elevado número de su historia y a la cual debemos buena parte de las formas
sepulturas, de variedades cerámicas y de piezas numismá- de vida que hoy practicamos.
ticas. Todo ello podría estar hablándonos de la existencia Finalmente, hemos tratado de poner en evidencia que
de una población más o menos amplia y, respecto a los los hallazgos arqueológicos más recientes efectuados en
testimonios numismáticos, de la presencia de una mayor el casco urbano de La Carlota apuntan a la existencia en el
movilidad y variedad tanto de personas como de capitales, lugar de un importante asentamiento romano, tal vez el de
hecho conectado sin duda a la cercanía de la Via Augusta, mayor envergadura de todo el término municipal. Teniendo
importante arteria de tráfico administrativo y económico. en cuenta los datos que nos proporcionan ciertas fuentes
En definitiva, las fuentes disponibles hasta el momento nos itinerarias romanas así como las características que pu-
llevan a considerar que las mansiones de las que tratamos dieron diferenciar a las mansiones de los establecimientos
cuadrarían con la referencia ya mencionada de al-Maqqari, usuales del mundo agrario, eso nos lleva a conectar dicho
es decir, serían construcciones relativamente simples y asentamiento con la mansio de Ad Aras, punto destacado
creadas ex novo por el Estado romano en sitios a menu- de descanso entre Astigi y Corduba y que, a manera de hi-
do deshabitados, de ahí los imprecisos y poco duraderos pótesis, pudo convertirse en un vicus, entendiendo por tal
nombres con que son citadas en los documentos de la épo- una estructura de poblamiento intermedia entre la civitas
ca, empleando fórmulas como la ya analizada que consta o ciudad y los asentamientos rurales menores, la villa y
de la preposición ad seguida del nombre del elemento más la granja. No obstante, en el estado actual de las investi-
cercano en acusativo. Ello no es óbice para que, con el gaciones resulta evidente que habrá que esperar a nuevos
20) Al respecto véase CHEVALLIER, 1997: 293-296. En la provincia de Córdoba no faltan ejemplos de tumbas asociadas a vías, como
la necrópolis del Camino Viejo de Almodóvar, en Córdoba capital, o la de la villa de El Ruedo, en Almedinilla (VAQUERIZO, 2001: 135-138
y GALEANO, 1997: 117-118, respectivamente).
118
Ad Aras y La Carlota. Estado actual de una hipótesis a la luz de nueva información
descubrimientos para que todas estas hipótesis que plan- blaciones carolinas: su significado en la literatura viajera de
teamos sean objeto de un mayor esclarecimiento. los siglos XVIII y XIX”, Actas del VI Congreso Histórico
sobre Nuevas Poblaciones, La Carlota-Fuente Palme-
ra-San Sebastián de los Ballesteros, 11 al 14 de Mayo
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