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La clave para hacerlo con éxito pasa por ser consciente de tus propios derechos
asertivos. Los derechos asertivos son derechos que cada uno de nosotros posee
por el simple hecho de haber nacido, y que nunca deberían ponerse en cuestión.
Muchas personas temen ser asertivas por miedo a que los demás no aprueben
su comportamiento, pero la realidad es que en general sentimos más respeto y
admiración por las personas que hacen valer sus derechos, se valen por sí
mismos y mantienen su opinión.
Cuando defiendes tus derechos asertivos no sólo estás enviando una clara señal
de que te respetas a ti mismo, también estás dejando claro tu respeto por los
demás. Esa es la base de la asertividad.
Tú eres una persona única, con tus propias creencias y valores. Tienes derecho
a vivir tu vida como mejor te parezca, siempre y cuando no busques hacer
daño a los demás deliberadamente. Los demás pueden llegar a molestarse o
sentirse incómodos con tus opciones de vida, conductas u opiniones, pero eso
no significa que estés obligado a cambiar.
2. El respeto por ti mismo
4. Decir “NO”
Para algunas personas es la palabra más difícil de decir, pero no cabe duda de
que el monosílabo “NO” es una de las palabras más poderosas que podemos
manejar en nuestra comunicación. Si no quieres hacer algo, tienes todo el
derecho a decir “NO”. Y lo más importante, esa negación no necesita ser
justificada en absoluto.
5. Permitirte fallar
7. Ser escuchado
Cuando hay opiniones en conflicto, las personas podemos llegar a ser tan tercas
en la defensa de nuestros puntos de vista que nos resistimos a escuchar a los
demás. La gente tiene el derecho a no estar de acuerdo con tus
planteamientos pero tu tienes el derecho a tener tu propia opinión y a ser
escuchado.
Cuando no estás de acuerdo con los demás, es muy común que la culpabilidad
haga acto de presencia para hacerte cambiar de opinión, o al menos ponerte en
duda. A veces lo harás por ti mismo, otras veces serán las personas que te
rodean las que te harán sentir culpable.
9. Cambiar de opinión
Pedir lo que queremos está por otra parte facilitando a los demás pedir de
forma clara y abierta lo que ellos también quieren. Ninguno de los dos tiene que
adivinar lo que la otra persona quiere, evitando así el enorme margen de error
que añadimos a nuestras relaciones.