Estremeció y despertó, estaba insegura, y la delataba su boca contrariada y alucinada la joven Beatriz, pensó que era su voz temblando, su irreverencia se filtraba en las causas por las que la interior, y que no debía tomar más esas extrañas pastillas que le acechaban de forma especial, pensaba que moriría porque no recetaban a su tío epiléptico para dormir. toleraba perder, pero hilarante fue el hecho de no sentir que Diez minutos, ese fue el tiempo que faltó para entender que no había perdido, porque simplemente estaba empezando, sin estaba del todo lista, y que el camino iba a ser largo y tedioso, pensar en demasía, nadie sabe a que lugar quería llegar, sólo comprendió que el sueño le ganó la partida cuando despertó al corría, porque precisamente la motivaba lo que seguiría, no otro día bajo la luz del astro mayor. pensaba siquiera en parar. Chocar o parar, chocar para parar En treinta minutos del nuevo día, ya había 3 copas menos de fue su elección, así ganaría, no sabía que ganaría. vino en el mundo de Betty, pero se sentía aún en la línea blanca -Han pasado 20 minutos, estúpidas nubes, no cayeron al suelo de sus expectativas para el día, en esa que apenas alcanzó a más, fue rápido- se dijo en voz alta; distinguir, no hay forma de perder la maratón, da igual, todos -Veamos, estoy llorando, bien, porque soy lo suficientemente ganarán porque llegarán, tomó su trasero y lo levantó del imbécil para despertar, descubrir que dejó de llover justo por montón de revistas políticas que improvisaban una silla, caminó despertar, y ahora, sigo con el llanto, eso no es razonable, nada torpemente gracias al vino, se echó algo de fragancia en el de lo que digo suena razonable- repitió luego de sentir lágrimas cuello, cogió las llaves y salió… en la piel del largo cuello que sostenía la cabeza recostada de una mujer de edad presumiblemente joven, veinte a veinticinco Han pasado dos horas, en estas dos horas aprendió como se años, que no sabía que debía sonreír más a menudo, así daría moverían los pies para huir de la línea blanca, y ha confirmado un poco de felicidad al resto de seres que la vieran, claro está, su que es tedioso, monótono, por eso un receso cada minuto es lo sonrisa combinada a lo que ella misma podía contemplar al mejor. -Parece que me toca entrar a cambiar los zapatos que espejo, cualquiera vería una figura menuda, esbelta, tez blanca, llevo, no me sirven, me vuelven lenta, porque en una hora más un cintura excesiva , sin dejar de ser bella para su cadera, un llego a la primera estación, si, esto también tiene estaciones, es busto justo, ojos negros que descubrieron, descubrían y la estación de inducción, me excita saber que llegaré y no saldré, descubrirían situaciones insospechadas, labios delgados que mientras estén ellos. Basta de las acciones de niña, caminaré nadie sabría con certeza que lugares habrían recorrido, segura y hacia ello- concluyó acertadamente y bajó del transporte mayormente con pasión, su cabello desaliñado, sin orden insultando al conductor, algo muy normal. alguno, era lo que más agradaba. -El sentido de la vida es morir- replicó «algo» bajo la cama – Digo, en el sentido de saberla, a la muerte, como la dirección de la vida, el sentido de morir es vivir, sentir y morir, suena mentecato ¿no? pero para morir hay que vivir, si lo aceptas quizás estés más tranquila- disparó la voz infra-cama. J palpitando, se sentía como Prometeo en una versión más Infame, así se sentía Juan caminando por una calle desierta, sin romántica. dirección, después de confirmar que sólo han pasado cinco horas desde que salió de casa, iba hacia el nacimiento de su Respecto a la mujer que estaba cambiando su parecer, la había segundo hijo, pero cobardemente huyó para no ver esas escenas conocido en una extraña y única situación, ella, Isabel le había que darían el fruto de su promiscuidad, pensaba que como el salvado la vida, de una forma casi imposible. Él en un intento macho que era quizás no debería ver sus crías al nacer, su labor por conquistar a otra mujer pensó en llevar unas flores, y las era ayudar a las hembras a obtener la prolongación de sus estaba cortando de cierto jardín de una casa exclusiva en el que grandiosos genes, una vez se escuchaba internamente decir no era posible vivir sin ser irracional. Allí, en el poco éxito que cosas como esas, se sentía aún más cretino, pero su cretinismo tuvo su tarea, en la que en lugar de cortar rosas se cercenó un no era causa para devolver sus ojos color miel, los que le habían dedo, al tiempo que un perro de raza Akita tomaba acciones proporcionado el hato de mujeres de todos los colores posibles pertinentes al cuido de su territorio, que en un brusco acto cayó en la raza humana. sobre Juan, desgarrando el hombro del primate con sus Hacia el lado opuesto al que se dirigía, puesto que no sabía a poderosas mandíbulas, muy cerca al cuello. Acudió entonces al que lugar se dirigía así que el opuesto era saber a donde lo incidente Isabel, que como propietaria del perro hizo su hacía, el problema era que no quería llegar a ese destino, llamado, y luego preocupada socorrió al malherido y sangrante porque otra razón, era que temía perder esas libertinas andanzas dandi. Juan alzó la vista y pudo comprobar que no debió que le llevaban a un banco de placer que un hogar no le haberlo hecho, ya que cuando vio el ensortijado cabello rojo permitiría, temía perder ese recurso gracias al cuerpo y mente natural y los esbeltos brazos que le tendían la mano, él supo que que estaban pariendo a uno de sus descendientes, él no estaba si debía llevar una flor a su reciente conquista debería ser esa preparado para sentir el enamoramiento en su más pura bella mujer, aunque asumió que no le gustaría esa flor a su esencia, porque vale aclarar que él sabía la diferencia entre amor conquista, por eso prefirió dejarse acariciar sutilmente y aceptar y enamoramiento, a saber el amor para él estaba presente en las disculpas ofrecidas por ella, y explicándole que no era un todo lo que deseaba hacer, así mismo sentía que debía amar lo ladrón sino que estaba cogiendo esa rosa amarilla de aquél lugar que quisiera hacer para que le saliera bien hecho, y el para llevársela a su madre. Ella dudó un poco en creerle, pero enamoramiento era algo que aún le faltaba vivir, pero que sabía, su generosidad, que hacía juego con la suavidad de su piel, fue como hombre de veintisiete años, que el enamoramiento era mayor; lo invitó a pasar, lo seguía extrañada y cautivada por ese dirigir todo ese amor que el decía tener para hacer todas las aroma que desprendía su sangre y su cuerpo, dejó deslizar la cosas a un foco especial y él tenía clarísimo cual era su exclusivo puerta tras la entrada del extraño hombre, mientras ese extraño y concreto foco de enamoramiento, sin darse cuenta ya lo estaba se presentaba: Juan, empleado de una multinacional en la que él viviendo, ya estaba como un ciervo en las garras de esa águila era gerente general, muy excéntrico para serlo, pero era una que nunca quiso conocer y a la que temía, sabía que esa águila irrealidad similar a la que tenía la belleza de la mujer que tenía prefería lo visceral de su existencia, y la víscera que prefería era al frente, para ser completamente sincero, a él le faltó poco para lo que estaba alojado bajo sus pulmones, allí en el pecho, decir que estaba perdido entre la piel y el rostro de Isabel, sólo le dijo que era una mujer muy bella y que le gustaría no dejar de su existencia, le agradaba poderlo asegurar, sabía por ejemplo verla, sabía que era necesario arreglarse un poco para invitarla a que en él había embutido parte de su historia. Pero su tomar un café a las afueras, porque aunque era un hombre muy decepción no se debía a las acciones del cofre, se debían a que hombre, muy machista, entre sus planes de conquistas no quería cambiar todo lo que estaba en el idílico cofre, algo que figuraba el alcohol. Ella, dilapidada en los ojos de Juan y en su produjo un extraño impulso de proyección futurista, bipolar fragancia sanguínea y sabiéndose poseedora de una buena imaginó ella. Cuando empezó a metaforizar en el papel sus intuición, aceptó que era ingenua y que aceptaría la invitación ridículas experiencias pensó que quizá ese texto sería uno más para el día siguiente, justificándola por la mordida del de los que se hacen por desolados y estúpidos verborreicos que impertinente Akita. toman sus manos y usan sus dedos para delatarse en el papel, aunque se esmeraría por no hacerlo, por no ser estúpida claro está, después de todo desolado es sinónimo de solitario, y ella, B no se haría difícil la vida tratando de no delatarse, no sería Vivía en una calle poco transitada, pero contigua a una de las posible ni necesario. más transitadas de la ciudad, en la mitad de la cuadra que era algo irracional e insensata por su posición y las situaciones que J Beatriz había logrado ver, y tenían esas características porque se Raudo andar acompañaba la mañana de Juan, porque cada vez suponía que la ciudad tenía una zona muy exclusiva y su casa era que penetraba en él la duda, venía a este lugar y pensaba en lo en esa zona, ella entendió luego de dos semanas de estar allí que mal que lo deberían pasar cada uno de esos en los que tenía en era exclusiva porque lo absurdo tenía lugar en ese lugar, pensó mi lista de “estúpidos”, pensaba también en lo que pensaban que era el lugar perfecto para alguien como ella, una mujer que aquellos que estaban en mi lista de “que envidia”, como todo no sabía que era lo normal de la sociedad y que no se perdía en buen obsesivo él clasificaba a la mayoría de personas que sus espesas peleas existenciales, hacía lo que a sus impulsos les conocía. Pero en ese momento, se decía en tercera persona que daba la gana, en algún libro leyó que debía suicidarse cuando no el arte de cautivar con ojos color miel y con el hombro tuviera motivo para hacerlo, y ella creía tener suficientes motivos sangrando era algo que envidiaría, aún cuando él no estaba para hacerlo. Pero le agradaba el tedio de su vida, soportaba el seguro si el cautivado había sido él. Sabía de sus errores, sabía dolor y el fracaso de su no prolija existencia. de lo idiota que se había sentido metiendo a su madre en sus Ella, cierto martes en la mañana, pensó en qué podría ser peor, mentiras, pero pensaba en salir más temprano para poder pasar estaba abandonada en el recóndito existir de un mar prosaico, primero por una floristería. dispuesta a plasmar su profunda decepción o profunda ilusión, En la mañana recordó colocarse perfume de ese especial, del una que llevaba a cuestas quizás desde que nació, pero que que sólo se sentía cuando se estaba muy cerca y ésta vez recordó ahora la explicaba bajo el supuesto de diversos acontecimientos el jardín para pasar por una floristería antes y llevar una rosa que serían contados a alguien y en algún momento, pero que blanca (eran las más abundantes en el jardín del barrio fundamentalmente estarían en aquél especial cofre, aunque no irracional) asumiendo que eran las flores favoritas de ella, sabía que material lo componía, sí sabía algunas cosas acerca de también pensó en comprar veneno para el Akita. No olvidó porque sentía que debía querer más, por la muerte, que aún, pero su consciencia aún no sabe porqué, no sabe la astutamente acecha, esa que permite a los hipócritas disfrutar de respuesta, quizá la sangre no llegue hasta ella, hasta la decir lo que deben decir justo antes de la muerte, aquella que consciencia, entonces entra en juego su piel, allí su piel se frustra a los que no se esperan una muerte súbita y por sus pregunta lo que le falta para poder ser más feliz, ahora su delirios de persecución. Antes de poner un pie de nuevo en consciencia tiene la respuesta, infiere de lo que le hace falta a su aquella casa, respiró y atendió al llamado de sus ojos en la piel, de lo que ven los ojos, de lo que sintetiza la sangre, de lo ventana, haciendo uso del pleonasmo, ella respondió a esos ojos que su corazón orquesta, de lo que su cerebro quiere volver también. Comprendió que con ella era mejor ser natural, no inconsciente, esa respuesta sería su alegre y emocionante aparentar, pero al tiempo comprendió que es algo que exponía presencia, esa que llena sus dudas, esa que hace que su sangre su burbuja a tener fisuras, a ser vulnerable, a desconfiar de sí suba su temperatura, esa misma presencia que hace que su mismo. corazón monte una banda musical, esa misma, aquella que pretende poner en estado de coma su rehusada consciencia, esa B que llena su campo visual, quizá esa presencia, es la que le falta Mientras el semáforo derrotaba su afán, y las llantas del a su piel para ser feliz, para sentir. vehículo se detenían matando sus ganas de llegar a tiempo, mientras eso pasaba, ella lijaba de su cerebro esa posibilidad, J no quería que esa generación de pensamientos, ni esa carga -No tiene que ser tan funesto-, le dijo a José, su mejor amigo, psíquica estuviera descuartizando su autoestima una y otra vez; antes de preparar su funeral. Juan tenía problemas existenciales, las cadenas de la cordura la ataban a esa montaña de dudas que los mismos que le prohibían asistir al nacimiento de una nueva destrozaban su pequeño razonamiento de las cosas, todo como existencia, que existiera la existencia de un existir existente que si fuera un molotov de ilusiones destrozadas; de esas ilusiones existe por él era lo que le costaba asumir en su propia existencia, que contemplaban esa posibilidad, Beatriz no la quería y lo llevaba a niveles irrisorios e inexplicables pleonásticos sobre contemplar porque eso no le ayudaba a reconstruir esas la existencia. ilusiones, es tan vago tan genuinamente vago ese pensar, que se En su charla con José comenzó por decir que el único comienzo dio por vencida a esa posibilidad, morir, aún sabiendo que no lo es cuando sabemos que es comienzo, y ahí radica el problema, iba a hacer, pero si iba a morir dentro del líquido de la comienzo y final, sólo hay un inicio, pero no podemos perturbación cínica de lo que no podía borrar. En el suspiro que confirmar el final, cualquiera diría que la muerte es el final, pero su cuerpo, produce sonaba un nombre, quizá su corazón le nadie vuelve del final para decir: - Sí, eso es el final-, si volviera informaba de la sinfonía de su palpitar con inseguridad debido a claramente estaría en contradicción. Por eso el inicio de un las constantes atiborradas de pastillas, su cerebro tomaba final, y de confirmar el final, y de saber que es el final, en prestada su consciencia para volverla inconsciencia, su términos sociales, le daba constantes giros en la mente. razonamiento se cuestionaba acerca de éste hecho, le pide Esto tiene inicio en la realidad de su existencia, no podía decir respuesta a sus ojos, ellos responden, lo hacen, pero quien que en el inicio de su vida, porque en realidad no lo sabía, sintetiza la respuesta es la cálida sangre, ella la siente más cálida desde allí, desde ese momento, el destino sería morir; para Juan era la vida lo que dijo alguien: “La vida es una enfermedad luego de “muerto”, quizá se fuera de viaje, y luego volviera para terminal, incurable”. Constantemente volvía a caer en idilios dar la sorpresa a todos de su falsa muerte, ó quizá se quedaría filosóficos que vagaban con la misma frecuencia que sus allí en donde estaba y viviría con José, hasta que se cansara de la parpadeos en su mente, pero tal vez eso sea lo que busca la farsa. simplicidad de su razonamiento. Se decidió y optó por suicidio, porque era dentro de todo lo Un filósofo sin rumbo, sin ideología, sin vida siquiera. más creíble, era más fácil de ocultar, y evitaba que se inculpara a José responde: -Siga soñando, si no finge un accidente alguien. Y para luego de morir eligió el viaje, ése le daba cierta asqueroso, con carro en candela, y con cadáver a 200 metros, no tranquilidad y descanso, además podría irse a vivir a un barrio estará en nada, aunque eso en realidad dañaría lo que quiera en el que ocurrieran cosas raras, en otro país, obviamente José comprobar, porque probablemente esas no serían las sería el puente comunicativo y de sucesos históricos que circunstancias reales de su muerte real, así que no sería la ocurrieran. realidad de lo que quiera comprobar, usted y su solipsismo-. Antes de “morir”, tenía que preparar sus despedidas; su motivo Esas palabras le sonaron familiares, ya había tenido cómplices principal, era comprobar las reacciones de cada uno. Pero aún parecidos o más cómplices que José, hasta su madre le había antes de aquello tenía que dejar en orden su vida, para que la dicho en cierta ocasión que no sintiera tan único porque todos muerte se llevara a cabo con lealtad, el dinero no sería problema los que se sentían únicos formaban un grupo de “únicos” que ya tenía lo suficiente, estaba en efectivo con él y en la cuenta de dejarían de serlo por ser tan “únicos” todos ellos. José. Pensar en el cadáver que usaría, pensar en el estúpido plan que quizás infructuosamente realizaría, ver que sus “viajes” sin B drogarse lo habían llevado a pensar en semejante La furia se desvaneció al verse, sutil, efímera como una ilusión, procedimiento, lo hacían considerar si tal vez debería tener un al principio se vio de reojo, pero se sintió tan llamativa, que le cadáver de verdad, si debería ser él mismo el cadáver. fue imposible no voltear a verse una segunda vez, esta vez Luego de las palabras de José, imaginó a un gallo trepando en el detalladamente dando gusto al narciso que la ocupaba. Miró sus lomo de una gallina, y que por culpa de un calambre post- ojos, desorbitados y aún pretendiendo odiar al imbécil perro de clímax cayera desplomado; sería excelente fingir una muerte así, la vecina que no la había dejado dormir, su pelo que bajaba pero, cómo podría hacerlo, imposible, no tenía la suficiente hasta media espalda, aquella que convivía con un cuerpo duro, pluma. de gimnasio, se quedó viendo sus labios semi carnosos y José seguía sentado allí, en el sillón café, pensando en la mejor pastosos, pensando en la ridícula armonía que guardaba su forma de “matarlo”, el no sería el homicida pero si el artífice, cuerpo con su cara, o que por lo menos la hallaba ella así, se después de todo Juan se lo había solicitado. Luego Juan pidió sentía extraña siendo así, viéndose en el espejo, viviendo. un domicilio que llegó media hora después, y aunque después Frustrada por seguir con su complicada vida, por ser el de comer estaba lleno, no estaba satisfecho. Replicó a José lo resultado de un destino mezquino y odioso, que se ensaña en del asesinato por un delincuente, no le parecía la mejor forma, destrozar las ilusiones que se formaba, ahora no lo hace, no se porque era poco creíble. Mientras tanto pensaba en que haría ilusiona, es consciente que él hizo una tregua con ella, o por lo menos eso creía. empresa a conseguir trabajo, yo no lo podía día decidí que no iba a dejar que me engatusaran más, ese día creer, y no lo podía creer aún más cuando me dijeron que quería desaparecer esos ojos, quería acabar con lo que ya había habían conseguido un reemplazo a mi asistente, era ella, empezado, con lo poco que quedaba, quedaba la estocada final, consideré desmayar ahí mismo, pero no lo hice por contemplar quería ser certero, no quería dar lugar a fallas, para eso usaría un su voz , contemplar sus ojos viéndome. cuchillo que estaba a mi alcance, medía alrededor de quince Tres años después de tenerla a ella como asistente, en la centímetros, lo suficiente para destrozar esos ojos que me empresa recortaron personal, a mi me sacaron, a ella la aturdían, pero como el destino estaba en mi contra, las cosas no ascendieron, pero el problema radicaba en que nosotros nos iban a salir como yo quería. Mi hija ya con dieciséis años habíamos casado hacía dos años, nadie sabía, nadie sabía llegaba de estudiar y viendo lo que iba a hacer, como en escena tampoco de la hija que teníamos, sabían que ella tenía una hija, de película se entrometió, y los quince centímetros metálicos se pero no sabían que era del jefe; después del recorte de personal, hundieron en su abdomen, en su tierno abdomen, acto seguido me sentí frustrado y odiaba profundamente a esa mujer, veía su mi hijo venía tras ella, tuvo por reacción coger el bate que traía transformación de ángel sublime, a vulgar esbirro, con su risa de sus clases de deportes, el con sus 14 años, se dirigió con todo consoladora, la odiaba, esperaba que ella se retirara de la sus demonios reprimidos hacia mi nuca, y dio en el blanco, empresa también, pero contraatacó diciendo que de que íbamos luego sólo recuerdo haber sentido un caliente líquido recorrer a vivir, la odié más porque ella tenía la razón; empecé entonces mi mano, que intuyo tenía color rojo, el color rojo de mi hija, el a contrarrestar mi abatida alma metiendo cizaña a mi hija a la color rojo del dolor; caí al suelo como la piltrafa que era, que amaba con todo mi ser, esa niña me engañó, hacía pasar sus recordé también, antes que mi hijo me rematara con cuatro palabras por un cedazo antes de decirlas, me hizo pensar que batazos más, fue la cara de ese ente que me agarraba por el pelo estaba de mi lado, pero siempre estaba del lado de su madre, de mi alma, lo que vi fue un espejo, entonces supe quien era el ella se enteró de todo lo malo que le dije mucho antes de que yo ente, supe que eran mis ojos, mis desgraciados ojos. me diera cuenta que ella se había dado cuenta, pero estaba guardando todo su rencor. El tiempo transcurrió normalmente, tuvimos otro hijo esta vez varón. Para ese momento yo había cambiado mi forma de pensar, despreciaba a ese ser egoísta que conocí el día en que no me pagaron, despreciaba que pensara en mí, entonces supe, el destino seguía confabulando contra mí, seguía destruyéndome, pero tenía que encontrar una solución, yo movido por ese ente, la golpeaba y no me arrepentía de lo que hacía porque sentía que no era yo, era esa fuerza la que usaba mi cuerpo. En la discusión final que tuvimos todo fue considerablemente más destructivo, ese día, viéndola a esos ojos, a esos desgraciados ojos de cobra que aturden, que no me dejaban llevar a cabo mi cumplido, que se interponían; pero ese