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Carrera : Derecho Derecho Comercial II

TEMA 19.- SEGURO DE DAÑOS


19.1. OBJETO
19.2. VICIO PROPIO
19.3. CARÁCTER INDEMNIZATORIO
19.4. LÍMITE DE LA RESPONSABILIDAD DEL ASEGURADOR
19.5 TERMINACIÓN DE LA VIGENCIA DEL CONTRATO
19.6. FORMA DE PAGO DE LA INDEMNIZACIÓN
19.7. SEGURO O VALOR ADMITIDO
19.8. DESIGNACIÓN GENÉRICA DE COSAS ASEGURADAS
19.9. SUBROGACIÓN
19.10. SEGURO SOBRE COSAS GRAVADAS
19.11. PLURALIDAD DE SEGUROS
SEGURO DE DAÑOS

19.1. OBJETO
El objeto del seguro de daños, cualquier riesgo que, directa o indirectamente, afecte a los bienes o al
patrimonio de una persona, siempre que exista Interés asegurable manifestado en el deseo de que el
siniestro no ocurra, al tener esta persona un interés económico lícito. El interés asegurable debe ser
susceptible de estimación en dinero.
El interés asegurable debe existir en el momento del siniestro. Quien pretenda beneficiarse del
seguro sin tener un interés asegurable carece de acción contra el asegurador.
Si el tomador del seguro no es propietario de la cosa asegurada, y lo hace por algún otro interés que
en ella tenga, el contrato se celebra también en interés del propietario; éste, sin embargo, no puede
beneficiarse del seguro sino después de cubierto el interés del tomador y reembolsada la parte
proporcional de las primas pagadas.
Por ejemplo, si el usufructuario ha asegurado la cosa sobre la que tiene ese derecho real, es
indudable que el seguro ha de beneficiar al nudopropietario, teniendo siempre en cuenta que la
finalidad de la ley es proteger, con prioridad, la diligencia de quien se ha preocupado de asegurar
la cosa, con interés legítimo para ello, contra los riesgos a que pueda estar expuesta.

19.2. VICIO PROPIO


El vicio propio no estará comprendido en los riesgos asumidos por el asegurador, salvo pacto en
contrario.
Se entiende por vicio propio el germen de destrucción o deterioro que llevan en sí las cosas por su
propia naturaleza o destino, cualquiera sea su calidad.
Para que el vicio propio, sea eximente de la responsabilidad del asegurador, debe ser la causa única
y directa de la pérdida o deterioro, de lo que se deduce, que el asegurador responde del caso
fortuito por cuyo efecto se manifiesta el vicio propio.
Si hay pacto en contrario, el asegurador responde aún del siniestro, del cual el vicio propio es causa
única y directa Por lo regular, supone una prima más elevada, según la naturaleza de la cosa
asegurada y el tipo de riesgo contra el que se toma el seguro.
Salvo pacto en contrario, quedan excluidos del contrato de seguro los daños causados por hechos
de guerra internacional o civil; así como erupciones volcánicas, temblores de tierra y otras
convulsiones geológicas de la naturaleza. Asimismo, riesgos nucleares.

19.3. CARÁCTER INDEMNIZATORIO


El seguro de daños tiene carácter indemnizatorio y no puede constituir para el asegurado fuente de
lucro; en tal sentido, el asegurador se obliga a resarcir, conforme al contrato, los daños sufridos en
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el siniestro, sin comprender el lucro cesante o daño emergente, salvo la existencia de acuerdo
expreso al efecto.
El asegurador se obliga a pagar el daño real que la cosa asegurada experimenta al producirse el
siniestro. En el seguro de daños la indemnización se determina en función del perjuicio realmente
experimentado, por su carácter verdaderamente indemnizatorio, en los seguros de vida la
indemnización es arbitrariamente fijada.
Ha de concebirse como un contrato de indemnización o de resarcimiento, dentro de la doctrina
indemnizatoria, complementada por la de la necesidad económica, que más que antitética es
variante de aquella y por cuya virtud la necesidad del asegurado a que el seguro provee, es, en
sustancia, la de no ver alterada la propia situación económica por sobrevenir un daño o un evento
de cuyas consecuencias, precisamente, el asegurado quiere garantizarse, o sea, salir indemne.
La indemnización supone resarcimiento de un daño, es pagar el daño, lo que, desde luego, indica
que el daño es una entidad mensurable objetivamente, no sujeta a una mera apreciación subjetiva.
Como el riesgo asegurado implica siempre un evento perjudicial, el objeto del seguro es la
satisfacción económica de la necesidad patrimonial creada por aquel, de lo cual emana la
conclusión de que el siniestro y su resarcimiento no deban ni puedan ser ocasión de lucro para el
asegurado. Por su propia naturaleza, el daño, en el seguro de daños, es el límite del seguro. Por eso,
si un mismo interés es asegurado varias veces sobre el mismo riesgo, en varias empresas (art. 1070:
pluralidad de seguros), el asegurado está obligado a informar a cada uno de los aseguradores la
existencia de los otros seguros, quienes, si la pluralidad no es resultado de la mala fe del asegurado,
responden proporcionalmente al monto de su contrato con relación al daño ocurrido. Si ha mediado
mala fe del asegurado en el seguro múltiple, los aseguradores quedan liberados de sus
obligaciones, así se explica el precepto cuando dispone que el resarcimiento se adecuara al daño
sufrido, o sea, que la obligación de resarcir, comprenderá conforme al contrato, los daños sufridos
en el siniestro. Más, incurre en extraña dilogía al confundir lucro cesante con daño emergente, si la
conjunción o se ha empleado para denotar idea de equivalencia entre ambos conceptos, o en un
error conceptual cuando insinúa con su deficiente formulación una inexistente diferencia entre el
daño emergente y el daño indemnizable por el seguro.
El concepto de daño, o la valoración del daño, distingue dos aspectos o manifestaciones,
clásicamente conocidas: el daño emergente y el lucro cesante, que implican dos ideas distintas: una,
que corresponde exactamente a la pérdida sufrida y, otra, lucro captando que representa la
ganancia dejada de percibir.
El daño emergente ocurre de tres modos: a) cuando se empeora la cosa, bien porque se mezcla a
otra, bien porque se hace mal en ella de alguna manera; b) cuando se mengua o disminuye por el
mismo mal, y c) cuando se pierde o se destruye enteramente. Resumiendo: el daño emergente es el
que una cosa experimenta (hablando de seguros: por razón del riesgo asegurado) a consecuencia
del siniestro. Ejemplo: si asegurado un automóvil contra daños por $us. 20.000., sufre un choque,
cuya reparación cuesta $us. 5.000.-, el daño emergente alcanza a esos $us. 5.000.-; si el accidente
destruye totalmente el vehículo, el daño emergente alcanza al total de la suma asegurada. De ahí la
equivalencia entre monto de indemnización y entidad del daño.
El lucro cesante, es el beneficio que se deja de percibir u obtener por efecto del daño, y que, en
algunos casos, es computable en el resarcimiento, cuando está garantizado para el perjudicado por
virtud de una relación jurídica ya establecida. Ejemplo: si el dueño del automóvil que aseguro su
vehículo en $us. 20.000.- tenía un contrato de opción de compra, por 25.000.- $us. durante cuya
vigencia un accidente destruye el carro, el daño emergente será de $us. 20.000.- y el lucro cesante de
$us. 5.000.-.
Además de estas dos valoraciones clásicas del daño, se distingue la del provecho esperado, que
comprende las ventajas o beneficios que lógicamente se espera obtener, pero que no se consiguen
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por causa del siniestro. Ejemplo: un industrial que asegura su fábrica contra incendio, sufre por
causa de este deterioros en su maquinaria por valor de 1.000.000.- de $us., que le impide cumplir
contratos en ejecución que le hubieran producido una ganancia de 100.000.- $us y, además, le ha
inhabilitado de concluir nuevos compromisos durante el tiempo de la reparación y reposición de la
maquinaria inutilizada por el incendio, que le significa una pérdida de beneficios calculada en otros
100.000.-$us. En este ejemplo, el primer importe corresponde al daño emergente, el segundo al lucro
cesante y el tercero al provecho esperado.
Resulta, entonces, que la exclusión del daño emergente en el art. equivale, por error conceptual, a
excluir el daño indemnizable por el seguro, lo que indudablemente no corresponde.
El lucro cesante, puede ser asegurado si existe acuerdo de partes. Generalmente, los aseguradores
cuando lo admiten, aplican tarifas de prima diferencial, que desde luego este aprobada por el
organismo encargado de su fiscalización. En algunos casos, el lucro cesante está garantizado por la
ley.

19.4. LÍMITE DE LA RESPONSABILIDAD DEL ASEGURADOR


El asegurador está obligado a responder sólo hasta el límite de la suma asegurada, a menos que el
presente título o el contrato le impongan o dispensen otras cargas.
El asegurador responde hasta el límite de la suma asegurada.
La indemnización, en caso de siniestro, se hará teniendo en cuenta el valor real de los bienes
asegurados en el momento de ocurrir el siniestro y solamente hasta el monto de los daños sufridos,
salvo lo dispuesto en los artículos 1.058 y 1.075 inciso 2). La excepción relativa a otras cargas
impuestas por la ley o el contrato, puede consistir en el reembolso de los gastos acreditados a que se
refieren el art. 1029 O el art. 1067 in fine, no justifica la duplicación del precepto, pues que ella pudo
haber sido formulada como párrafo de una sola disposición.
La medida de la indemnización, depende de tres elementos: a) el valor de la cosa considerado al
tiempo de la verificación del siniestro; b) la posibilidad de que el daño sea parcial, supuesto en el
cual la indemnización se limita a la entidad del daño, y c) si el seguro no cubría todo el valor de la
cosa asegurada, la indemnización es debida sólo por la parte del daño total que es proporcional a la
medida del valor asegurado, por el principio de la proporcionalidad, según el cual la
indemnización es al daño, como la prima pagada es al valor asegurado. El valor asegurado, es el
valor declarado por el contratante, porque a la cosa asegurada se atribuye un cierto valor, que
puede ser un valor cualquiera en tanto que no sobrepase el valor efectivo, porque entonces aparece
la figura del sobreseguro.
La determinación de la cuantía del daño, no fija la de la indemnización. El valor del interés
asegurable, que debe ser susceptible de estimación en dinero, es el límite que la ley permite
asegurar. Sin embargo, las partes pueden convenir en un seguro por debajo de ese límite, que es
convencional y es al que la ley se refiere cuando habla de suma asegurada. Ejemplo: Una casa
avaluada en un millón de $us puede ser asegurada hasta por un millón de $us. que es el valor del
interés asegurable, pero puede haber sido asegurada en medio millón de $us que es la suma
asegurada. Ahora bien, de acuerdo a la fracción segunda del art. 1050, producido el siniestro ha de
determinarse la cuantía del daño, determinado el cual se pagará una indemnización que guarde con
el valor del daño, la misma proporción que la que se da entre la suma asegurada con el valor
asegurable.
Si la suma asegurada es menor al valor asegurado, como se ha visto en el ejemplo dado, el
asegurador responde proporcionalmente al daño causado. Significa esto que por la parte no
cubierta por la suma asegurada, el asegurado es su propio asegurador, por cuya virtud debe
contribuir a soportar el daño que se haya producido.
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Si la suma asegurada es mayor que el valor asegurable y descartado el supuesto de dolo o mala fe
del asegurado que anula el contrato, y admitido que este ha actuado sin mala fe ni dolo, el
asegurador sólo responde hasta el límite de los daños sufridos que no pueden exceder del valor
asegurable. Es un caso de sobreseguro, con el cual tiene carácter equivalente, el aseguramiento de
una suma superior al valor asegurable mediante el seguro múltiple.
Si la suma asegurada es igual al valor asegurado, la responsabilidad de la empresa aseguradora
alcanza a la integridad del daño producido.
Las excepciones señaladas, se relacionan con el seguro con valor admitido o riesgo tasado y el pacto
de reposición valor a nuevo, que se consideran en su lugar.
Si el valor de los bienes asegurados sufre una disminución substancial, el asegurado puede obtener
la reducción de la suma asegurada y el asegurador devolverá la prima proporcional al exceso por el
período no transcurrido del seguro. La reducción no puede efectuarse después de ocurrido un
siniestro total.
Acordada la reducción, procede, a su vez, la reducción de la prima, pero sin efecto retroactivo, esto
es, que las primas vencidas deben pagarse al asegurador conforme estaba estipulado originalmente,
incluida la correspondiente al período en curso en el momento de la reducción, si no hay pacto en
contrario.
En caso de siniestro parcial, la suma asegurada quedará reducida en el mismo importe de la
indemnización pagada. El asegurado puede mantener completo el seguro original con el pago de
una prima proporcional al monto de la indemnización recibida y al plazo restante.
En los seguros de riesgos múltiples o combinados bajo una misma póliza y con primas
independientes para cada interés, se debe tomar cada riesgo con exención de los demás.
Es de suponer que lo que se ha querido normar, es la posibilidad de que, producido el siniestro
parcial, el asegurado puede, contra el pago de una sobreprima obtener que el asegurador se obligue
a abonarle la indemnización total, aunque el daño afecte solamente una parte del valor de la cosa
asegurada, que es el seguro llamado a primer riesgo.

19.5 TERMINACIÓN DE LA VIGENCIA DEL CONTRATO


En caso de siniestro total termina la vigencia del contrato devengando en favor del asegurador el
total de la prima anual estipulada, salvo que el seguro hubiere sido contratado a corto plazo.
Otra forma de terminación, supone el acaecimiento del siniestro asegurado, que, determina la
indemnización correspondiente y, por consiguiente, el cumplimiento del contrato. También termina
el contrato la rescisión por voluntad unilateral. El acaecimiento del siniestro que obliga al
asegurador a pagar la indemnización, supone indudablemente que este tiene derecho a las primas
convenidas, como se estipuló en la póliza, o en la forma establecida por el art., en el supuesto de
que ellas estuvieran pendientes de pago.
Si durante la vigencia del contrato de seguro, perecen o se destruyen los bienes asegurados por
causa extraña a los riesgos cubiertos, el contrato quedará extinguido desde ese momento, debiendo
el asegurador devolver las primas por el tiempo no corrido. Si la destrucción es parcial, habrá lugar
a la devolución de la prima proporcionalmente a la reducción de la suma asegurada.
La devolución de las primas cobradas, por el tiempo que media entre el acaecimiento de la pérdida
de la cosa asegurada por causa extraña al riesgo cubierto y la fecha señalada para el vencimiento
del contrato en la póliza, es lógica, porque faltaría causa legítima para su retención por parte del
asegurador.
Lo relativo a la devolución de la prima por destrucción parcial, es cuestión ya resuelta por el art.
1052: puede haber lugar a la reducción de la prima si se mantiene el seguro sobre lo que queda de la
cosa asegurada, en proporción a la reducción de la suma asegurada.
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19.6. FORMA DE PAGO DE LA INDEMNIZACIÓN


La indemnización de un siniestro debe pagarse en dinero; sin embargo, también se puede estipular
en la póliza por la reposición, reparación o reconstrucción de la cosa asegurada, siempre que el uso
o destino de la misma lo admita, conforme a estimación pericial en caso de desacuerdo.
Aunque normalmente, en el seguro de daños, la indemnización ha de pagarse en dinero, se puede
convenir que ese pago se haga en especie que implica la reposición de la cosa o en servicios que
supone la reparación o reconstrucción de ella, lo que se conforma a la regla general básica del
contrato de seguro establecida en el art. 979, cuando habla de que la obligación del asegurador
consiste en la prestación convenida producida la eventualidad prevista.
La prestación en especie o en servicios, está subordinada a que ella sea posible para la cosa
asegurada y dañada por el siniestro, resolviéndose las divergencias mediante estimación periciaL.

19.7. SEGURO O VALOR ADMITIDO


El valor del bien objeto del seguro puede ser fijado en una suma determinada, en cuyo caso se
indicará en el contrato, como "valor admitido" u otra expresión equivalente, estimándose que éste
corresponde al valor del bien en el momento del siniestro, salvo que el asegurador con el
consentimiento del asegurado se reserve el derecho de probar que la suma estipulada supera
excesivamente el valor real de los bienes asegurados.
En los casos en que no sea posible hacer la estimación previa en dinero del bien asegurable, puede
estipularse libremente la suma asegurada.

19.8.DESIGNACIÓN GENÉRICA DE COSAS ASEGURADAS


Cuando el contrato de seguro se refiere a mercaderías y cosas depositadas en establecimientos de
comercio, almacenes, depósitos, fábricas, vehículos de transporte y otros, y cuya designación sea
hecha genéricamente, de tal modo que constituyan un conjunto de bienes, se entenderá que el
seguro comprende también las mercaderías y cosas incorporadas posteriormente a ese conjunto.
En caso de siniestro, el asegurado deberá probar la existencia y valor de las mercaderías y cosas
aseguradas.
Cabe, desde luego, indicar que se puede asegurar un conjunto de cosas ciertas y determinadas o un
conjunto de determinados intereses, caso en el cual se trata del seguro de una universalidad, por
ejemplo el seguro de colecciones y, más concretamente, el de establecimientos comerciales. En el
segundo caso, habida cuenta las reglas de la preservación de la unidad de la empresa, puede tener
aplicación este art. respecto de los elementos integrantes de la empresa, que se consideran todos
ellos comprendidos en el seguro, como ocurre en el caso de hipoteca.
También, se puede asegurar varios intereses indeterminados e inciertos y diversos entre si y cosas
genéricamente designadas, caso en el que propiamente aparece la figura del seguro de abono o
seguro flotante, de que trata el art. 1008.
La exigencia de probar la existencia y el valor de las mercaderías y cosas aseguradas, responde al
mecanismo del seguro flotante en el que los intereses o cosas que deben pertenecer a una categoría
dada se determinan en tiempo posterior al siniestro mediante la alimentación del contrato.

19.9. SUBROGACIÓN
El asegurador que paga la indemnización se subroga por este hecho las acciones y derechos del
asegurado contra terceros responsables del siniestro, hasta la suma de la indemnización.
El asegurado dentro de lo posible, debe facilitar y coadyuvar la acción del asegurador contra
terceros responsables del siniestro, siendo responsable de todo acto perjudicial a los derechos
derivados de la subrogación.
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El asegurador no tiene derecho a la subrogación contra personas que tengan relación de parentesco
o dependencia con el asegurado, de tal modo que comprometan, de acuerdo con las leyes, la
responsabilidad del propio asegurado. Esta disposición no tiene aplicación si la responsabilidad
proviene de dolo o mala fe.
La subrogación opera de iure y el asegurador se subroga, hasta el monto de la indemnización
pagada, en los derechos que incumben al asegurado, frente al tercero responsable del daño sufrido.
La obligación asignada al asegurado en la fracción segunda, esta subordinada a la posibilidad de
prestar la cooperación indicada. Si la posibilidad existe y el asegurado actúa perjudicando la acción
del asegurador, responde por ello naturalmente.
La excepción del art. 1061, se funda en el hecho de que precisamente se ha tomado el seguro, para
cubrirse de la responsabilidad que la ley atribuye a los padres, tutores, maestros, patronos y
comitentes, de los daños causados por sus hijos, pupilos, discípulos, dependientes, empleados,
domésticos, etc.
A la disposición in fine del art., relativa a que la excepción no opera si la responsabilidad proviene
de dolo o mala fe, le falta claridad. No precisa cuyo dolo o mala fe quita eficacia a la excepción. Si se
refiere al causante del daño, carece de base legal, porque si el civilmente responsable debe resarcir
al perjudicado por el hecho ilícito de la persona por: quien es responsable, y el hecho ilícito
productor del daño es el que se comete con dolo o culpa, no tendría justificación contratar el seguro,
si por efecto de la subrogación legal el civilmente responsable asegurado, ha de tener que pagar la
indemnización de todos modos: habría tomado el seguro inútilmente y habría pagado
indebidamente la prima. Quizá pueda considerarse que la expresión si la responsabilidad proviene
de dolo o mata fe, está referida a la conducta del civilmente responsable, contratante del seguro
como asegurado, para el supuesto de que pudiendo impedir el hecho, no lo hizo por dolo o mala fe
(que tiene que probar el asegurador), por cuya razón, el asegurador pagara la indemnización del
daño al perjudicado por el hecho asegurado, pero se subrogara la acción de repetición contra el
mismo asegurado por razón de su responsabilidad civil.

19.10. SEGURO SOBRE COSAS GRAVADAS


En el seguro sobre cosas gravadas con privilegio, hipoteca o prenda, el asegurado está en la
obligación de declarar los gravámenes existentes, sin perjuicio de que los acreedores puedan
notificar al asegurador la existencia de dichos gravámenes y tendrán derecho de preferencia sobre
la indemnización del seguro, hasta el importe del crédito garantizado. Sin embargo, el pago hecho
al asegurado será válido cuando la existencia de estos gravámenes no se haya notificado al
asegurador, salvo que en la póliza aparezca la mención de la hipoteca, prenda o privilegio.
Tratándose de bienes sujetos a registro, es innegable que el cuestionario proporcionado por el
asegurador al asegurado, a los fines de que este cumpla con la obligación de declarar sobre todos
los hechos y circunstancias relativos al interés asegurado, tiene que comprender información
relativa a los gravámenes que pesan sobre la cosa asegurada. En caso contrario, se supone que el
asegurado está en la obligación de declararlos, aún sin requerimiento, para que no se considere su
silencio como reticencia deliberada.
No es posible, sin embargo, concebir la omisión de la información relativa a los gravámenes de
bienes sujetos a registro, una vez que el contratante tiene que acreditar la titularidad del dominio
sobre ellos mediante el correspondiente certificado del registro respectivo, certificación en la cual
necesariamente tiene que constar si el bien esta gravado o esta libre de gravámenes.

Cuando los gravámenes aparezcan indicados en la póliza o se hubiera notificado al asegurador por
escrito la existencia de los mismos, este deberá comunicar a los acreedores cualquier resolución
destinada a rescindir, anular, modificar o suspender el contrato.
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El aviso que debe dar el asegurador a los acreedores, en los supuestos de este art., puede servir a los
fines de los arts. 1044 y 1045. En el acreedor hay un interés económico asegurable, que puede
manifestarse en la voluntad de mantener el seguro, obviando si es posible, las razones que pudiera
tener el asegurador para rescindir, anular, modificar o suspender el seguro.
Sin el consentimiento del asegurador, el asegurado está impedido de alterar el estado de las cosas
dañadas antes de establecerse la causa del daño y el daño en sí, salvo razones de interés público o
con el objeto de evitar o disminuir el daño.
El asegurador no puede exigir el cumplimiento de esta obligación por parte del asegurado, si aquél
no actúa con la debida diligencia y prontitud en la determinación del siniestro y valuación de los
daños.
Al ocurrir un siniestro no le está permitido al asegurado abandonar las cosas aseguradas, estén o no
dañadas por el siniestro, salvo pacto en contrario.
El abandono, es una institución propia y exclusiva del seguro marítimo, y por ello se le ha
considerado siempre ajeno a los seguros terrestres. Sin estipulación expresa no puede admitirse en
ninguna otra especie de seguros según este art. y otras disposiciones que, en su caso, hacen
mención concreta del abandono. El precepto, por lo regular, es una cláusula inserida en las pólizas.
El contrato de seguro, a la muerte del asegurado, no se extingue con la transmisión del interés
asegurado o de la cosa a que está vinculado el seguro. La cobertura permanece en favor de los
herederos o causa-habientes, quienes son responsables de las obligaciones pendientes del
asegurado original.
La quiebra, concurso de acreedores o concurso preventivo del asegurado, no causan la extinción del
contrato subsistiendo éste en favor de la masa de acreedores.
La transferencia del interés asegurado por acto entre vivos debe ser notificado al asegurador,
excepto en el seguro de transporte. La omisión de esta notificación da lugar a la extinción del
contrato de seguro con la devolución de la prima por el tiempo no corrido, a menos que el
asegurado mantenga aún un interés asegurable.
El asegurador puede oponer al adquirente del seguro todas las excepciones oponibles al asegurado
original.
Conc: c.c. 541 - c. com. 1068 -
Si se acepta por el asegurador la transferencia de la cosa asegurada, respecto del seguro se produce
una cesión de contrato y, consiguientemente, de acuerdo a las reglas que rigen la materia, el
asegurador puede oponer al nuevo adquirente, todas las excepciones derivadas del contrato cedido,
salvo lo que se hubiere convenido en la sustitución (c.c. art. 542).

19.11. PLURALIDAD DE SEGUROS


El que toma varios seguros sobre el mismo riesgo y el mismo interés, debe hacer saber a cada uno
de los aseguradores la existencia de los otros seguros.
Si la pluralidad de seguros es contratada de buena fe, en defecto de estipulaciones especiales, todos
los aseguradores, en caso de siniestro, responderán proporcionalmente al monto de su contrato con
relación al daño ocurrido.
Si algún asegurador hubiera pagado en exceso, podrá repetir contra los demás aseguradores.

Franquicia deducible es la suma que, por acuerdo de partes, reduce la responsabilidad del
asegurador. Se la puede estipular como suma fija o como porcentaje sobre el valor asegurado o
sobre el monto de la indemnización.
La franquicia no deducible es aquella en que el asegurador está obligado al pago íntegro de la
indemnización cuando el monto de los daños exceda al de la franquicia.
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En el caso en que no se estipule claramente la forma de franquicia, se aplicará la más favorable al


asegurado.
Se llama franquicia en el seguro, la circunstancia de que un porcentaje del daño es asumido por el
asegurado, por lo regular a petición del asegurador, con el fin de que el sea cointeresado en evitar el
siniestro.
LEER LOS ART. 1044 AL 1114

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