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Kathleen Romoli
FE DE ERRATAS
Por no haber podido la autora revisar las pruebas de este artículo, se han perpe-
tuado en él aquellos errores de imprenta que se suelen atribuir a los consabidos duendes
y que normalmente se eliminan en las galeradas. En las circunstancias se debe felicitar
a la Imprenta del hecho de que esos lapsus no sean más graves. (K.R.).
El mapa de 1596 sitúa a tres de estas tribus fuera del Chocó geo-
gráfico: los Perre, los Guerbaro y los Chiloma (véase Fig. 1) que, según
Salazar, habrían ocupado la región entre la banda derecha del Río Dagua
inferior (denominado "R. D. perre") y el puerto de Buenaventura, que
27
en aquel tiempo se hallaba todavía en el Río Anchicayá (Romoli, 1962:
116-117). De los Perre y los Guerbaro, nada sabemos, y el hecho de que
perre sea voz Katío (Uribe A.) puede ser simple coincidencia. En cuan-
to a los Chiloma, parece errada la ubicación en la margen clel Anchicayá.
Las fuentes los mencionan en asocio con los Chanco, corno grupo por
conquistar aledaño a estos (MS IV: f. 24. 26 y); además, se decía que
en aquel entonces, los contornos de Buenaventura estaban deshabitados
(Andagoya 1540: Trimborn 1954, Apén. Escobar, Rel. de 1582). Los
Cagacimbes (MS I: 48) son otra incógnita; el nombre recuerda a los
Cacahambres, pero éstos, moradores de la montaña en donde nace el río
hoy llamado Cajambre, no pertenecieron a la gobernación del Chocó.
Todavía menos clara es la identidad de los Burgalandetes, que parecen
dudosos hasta en el gentilicio.
Las tribus restantes, que con los trastrocados Chiloma suman diez
y nueve, vivían esparcidas por los dieciocho o veinte mil kilómetros del
Alto Chocó, cada una independiente y autónoma dentro de un área más
o menos reconocida.
28
de esta zona estaban, al parecer, los Copomá o Coponamá (MS IV: 26v;
MS I: 53), en las partes del alto río Copomá y los Chiloma quizás,
en las cabeceras del Cucurrupi. Más al sur, sobre el alto río Calima,
Salalar áitúa a los Yaco. En esta conexión, recordamos que los presuntos
Yaces vistos por García Montaño un poco arriba de la boca del río Cali-
tina (el fío de los Yacos), no eran serranos. Tenían canoas excepcional-
mente finas y de tamaño tal que la expedición las robó para su uso,
eánoas -que no podían navegar por el medio y alto Calima. (Simón, 31:
7: IV).
29
Comunicaciones
30
su exploración, que muy bien hubiera podido ir por el camino de Sima
a caballo ). Más al Sur, había el camino que se convirtió en el de Toro,
con un extremo en Tuturrupi y Yarrama con sus minas de oro y el otro
en el borde de Quimbaya con sus orfebres. Otra ruta desde el Sipí
cruzaba la Serranía de los Paraguas y el río Garrapatas, de donde un
ramal bajaba a Roldanillo y otro iba a unirse con la de La Llanada, de
la cual ya hicimos mención.
Según la leyenda local, fue la venida de los españoles que puso fin
a ese trato, cuando los Gorrones serranos recogieron sus alhajas y las
ocultaron en depósitos secretos y los indios del. San Juan huían cualquier
contacto con los nuevos invasores. Hasta cierto punto, esto es verdad; sin
embargo, es posible que las comunicaciones con el Occidente habían de-
clinado mucho antes de la conquista. El gran camino, troncal de Ponien-
te de la desaparecida "cultura Calima", cuyos vestigios desembocan,
ancho de diez metros, en el valle del A guamono cerca al actual Restrepo
(Pineda, 1945), era ya tan abandonado a comienzos del siglo XVI, que
los conquistadores no sospechaban su existencia —como ignoraban, en
el otro extremo de la frontera altochocoana—, las riquezas del antiguo
Jamarraya de Tatam á ( Arango C 1924: I: 166, 174 ) .
31
noanama a principios de 1590, no fue contagio de los soldados de Ve-
lásquez, sino resultado de algún viaje "al exterior", ya que por entonces
aún no había en las tierras del Cauca cesado la tristemente famosa epi-
demia que empezó en 1588.
Las fuentes sugieren que lo que había entre las tribus era no tanto
relaciones, como un estado de mutua desconfianza, de apartamiento cau-
teloso puntuado por breves excursiones guerreras. Indudablemente, me-
rodear en tierra ajena era algo como un deporte que todos practicaban
de vez en cuando; los mismos Tootuma, tan sosegados con sus amos
españoles, decían que ir a la guerra con el cacique era uno de los nor-
males deberes de un súbdito (MS III: 445, 447). Sin embargo, la ac-
titud de los diferentes grupos hacia sus vecinos, no era uniforme. Los
Chanco tenía por amigos, o al menos por aliados ocasionales, a los Chi-
loma y los Coponamá; los Botabirá debían haber estado en gracia de los
Noanama, pues si no, éstos no les habrían tolerado como casi enclave en
su territorio; los Tatamá se llevaban bien con los Chocó. Y curiosamente,
los Chocó eran amigos de los Tootuma o, por lo menos, de los Tootuma
que habitaban al norte del Torrá, en parajes de los ríos que forman el
Tamaná.
32
dijo que los Chocoes "an llevado y muerto más de trezientos yndios
casados y le tienen amontada casi toda la prouincia de los yngaraes".
(MS: II: 105 ). La noticia puede ser inflada, ya que hacía parte de la
propaganda de Miguel Dávila en pro de una expedición suya contra los
Chocó, pero es indiscutible que los Chocoes aterrorizaban a los Ynga-
raes, principalmente con asaltos sorpresivos a casas aisladas, y que los
Yngará se acabaron más por esta acción indígena que por efecto de la
servidumbre española. ( MS II: 142, 145, 148 ) .
33
treinta y cuatro años antes, que se penetraba a las provincias chocoes,
el primer paso de una esperada pacificación, y con la expedición iba el
padre Fray Martín de Medrano, vicario provincial y presentado de la
Orden de Santo Domingo, con funciones que se precisan en una ley de
Carlos II:
34
cruel lucha por el dominio del Nuevo Mundo, los peninsulares tenían
en poco a las gentes fácilmente sometidas; su admiración era por los
aguerridos que les hacían frente, máxime si al arrojo juntaban una
cierta organización en batalla. Es a los conquistadores que se debe la
perpetuación de la gesta de los trágicos héroes de la resistencia indígena.
36
Indicios demográficos
37
2.000 indios repartidos entre 20 encomenderos de Toro, en 1582
( Escobar, Memorial de 1582 ) .
39
Los "más de tres mil" indios yngaraes que dieron la paz a Velás-
quez en julio de 1573, al decir de Fray Martín Medrano, de los cuales
más de mil acudieron a servir a la expedición (MS II: 77, citado en la
Parte 19 de este trabajo ), nos dejan perplejos. Dos años después se re-
pite la cifra: " . . .1a provincia de los yngaraes que tienen mas de tres
mil yndios" (MS II: 105), aunque esta afirmación, emanada del Ca-
bildo de la fantasmal ciudad de Ocaña, hacía parte de la misma propa-
ganda de una declaración, hecha cuatro meses después, de que los ynga-
raes habían sido 2. 000, de los cuales "no quedaban 200 por las depre-
daciones de los chocoes" (MS II: 145). Tres mil hábiles indicaría una
población de 12 .000 personas, lo que habría representado una densidad
poco probable de hasta 19 por kilómetro cuadrado. Las provincias ynga-
raes, con más un pedazo de tierra tootuma, son hoy el municipio de San
José del Palmar, colonizado por caldenses, con correo, telégrafo, escue-
las, luz eléctrica y carretera a Ansermanueva. La densidad de población,
según el último cálculo (1968) es de 8 por kilómetro cuadrado.
40
De acuerdo con estas premisas, los seis mil hombres de macana
hubieran representado una población de 24 .000 Tootumas e Yngaraes,
existente en el momento de la invasión española. El promedio por caci-
cazgo hubiera sido de 585 personas y la densidad de población, de 9,6
por kilómetro cuadrado. Si se supone que 30 por ciento de los hombres
hábiles fueran solteros —proporción que autorizan los censos realizados
por el oidor López en 1559-1560— habrían sido 4.200 los casados y
la familia promedio habría sido compuesta de 5.7 individuos.
Los 2.000 tributarios que refiere Escobar y los 1.800 (como cree-
mos se debiera leer el guarismo ) que señala el oidor Guillén, que eran
los hombres de 18 hasta 50 años de edad (22% del total ), habrían re-
presentado una población no mayor de 9 .300 en 1582 o de 8.300 en
1583. Ahora bien: si fuera exacta la cuenta de 6.000 hombres de ar-
mas en 1573, habría habido por entonces 5.280 hombres de 18 hasta
50 años: 3.007 más que el número referido por Escobar. La disminu-
ción habría sido como mínimo, 57 por ciento en el lapso de nueve años,
y con relación de los 1.800 tributarios de 1583, de 61,2 por ciento
en una década.
41
A esta conclusión llevan también los datos que sobre determinadas
encomiendas se conservan en los Archivos. Los primeros de éstos los su-
ministran el expediente de un "pleito por indios" que se inició a prin-
cipios de 1576.
El caso de Amaposua
42
TABLA 2
casa Del cacique cepi esta con un yndio que se llama guabi son dos de la
quenta
casa De conia Prencipal estan con el Un yndio quese llama bucuri y cibara iii
casa De tababia esta con el un yndio que se llama dicarama ii
casa De ayami es solo
casa De yucubi con sarriba y un hijo de yucubi llamado taquiba son tres de
quenta
casa De docaira esta el solo
casa De nucume esta con orrama ii
casa De urrua esta el solo
casa De carrapira esta con sobarca son dos de qta. ii
casa de cebe esta el solo
casa de cibi esta con cohe son dos de qta. ii
casa de carabita esta el solo en su casa
casa de cebara esta con Pelelarca dos de qta. ii
casa de bucuré esta con su hermano hebara ii
casa de sibi esta el solo es de quenta
casa de manibuxo esta con su hijo y se llama yarumi son dos de quenta ii
casa de terpa esta el solo es de quenta
casa de uamarro (bamarro?) esta con tagua dos de qta.
casa de yrama esta con bacauaca dos de qta.
casa de Peleraca esta el solo es de qta.
casa de tuyima esta con su hijo docoare de qta.
casa de merma esta el solo es de quenta
casa de sobad esta el solo es de quenta
casa de bicabari esta el solo es de quenta
casa de cohe esta solo es de quenta
casa de terpa esta el solo es de quenta
casa de arribita esta con carabita dos de quenta ii
casa Porca es de quenta
borna es de quenta
taquina es de quenta
guarbi es de quenta
43
Parru es de quenta
macuy es de quenta
mena es de quenta
ybaqui es de quenta
abia es de quenta
caurrua es de quenta
amirao es de quenta
guacariba es de quenta
bocurri otro bocurri son dos de quenta li
cohena es de quenta
biara es de quenta
Palao es de quenta
44
provincia; no había ni siquiera los 200 que debía recibir Diego de Or-
tega con prelación sobre cualesquier otros beneficiarios. Rodrigo Rojas,
el primero en darse cuenta de la situación, se apresuró en sacar de Ama-
posua a Mare y Bobaye con sus allegados, y Ortega, burlado, le puso
pleito. A fines de 1576, se constituyó una comisión para censar a los
hombres hábiles sujetos al cacique Cepi, jefe supremo de todo Ama-
posua. El padrón respectivo, que reproducimos en la Tabla 2, registró
un total de 91 hombres, incluidos los emigrados, o sea, de 87 hábiles
más el cacique y los tres principales.
45
734v). Pero no pueden haber sido muchos. Por otro lado, cuando en
1586 se hizo un elenco de los miembros de un grupo indígena de Tutu-
rripi, once de los trece hombres útiles registrados, habían sido ya censa-
dos siete años antes para la sucesión de Hernández.
Esa lista (MS VI: 706) tiene especial interés, ante todo porque
anota las familias, con los nombres de las mujeres y los hijos. Es la que
sigue.
Contando a los dos hombres sin mujeres pero con hijos como casa-
dos o jefes de familia, esta minúscula muestra demográfica daría una
tasa de conversión casados: población de 3,8 y de tributarios: población
46
de 2,9. Estos datos, sin embargo, carecen de valor general, ya que el
elenco no incluye a reservados y personas a cargo (viejos, enfermos,
huérfanos, etc.), ni a niños de pecho, ni a los "ausentes" que compli•
can los recuentos pormenorizados que se hacían, más tarde, en otras
partes. Sin los ausentes —cantidad negativa variable que los mismos ve-
cinos de Toro no habrán conocido— esos exentos, reservados e infantes
de menos de tres años hubieran constituido hasta 20 por ciento de la
población total.
47
estaba residente en Tatamá (MS X: f. 560). Estos no eran, claro está,
los últimos Tootumas; sin embargo, la tribu como tal estaba práctica.
mente extinta antes del segundo tercio del siglo XVII.
Por lo que al resto de las tribus se refiere, las indicaciones son po-
cas e inciertas. Descubridores y aspirantes al descubrimiento solían insis-
tir sobre lo "muy pobladas" de las regiones halladas o por hallar, y des-
de tiempos de Gómez Hernández las provincias de los Chocó eran repu-
tadas por "muy pobladas" y "de mucha cantidad de gente de yndios".
Fray Martín aceptaba que estarían "pobladas sin hazer interrucción algu-
na. . de población trabada" (MS I: 79). En cambio, había quien infor-
mara a Castellanos que esa tierra "humida, pluviosa, desgraciada" era
"de pocos naturales, aunque ricos" ( T. III: 705 ). Cierto es que el he-
cho de que dos soldados de la entrada de 1539, heridos y abandonados
de sus compañeros, pudieron atravesar esa tierra para llegar a salvo a
Armenia, sugiere que los Chocó debieran ser, o menos de cuanto se los
reputaban, o bien de índole mucho más compasiva.
48
FUENTES Y REFERENCIAS
1)0CUMENTOS INEDITOS
49
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58
APENDICE I.
TOPONIMOS ALTOCHOCOANOS REGISTRADOS
EN DOCUMENTOS DEL SIGLO XVI
Auico, v. Huico...
Baeza, Valle de Llamado también, Valle de las Fortalezas. Pare-
ce haber sido el alto Bojayá, o posiblemente,
el alto Baudó
Baune, río Un nombre del actual río Baudó. Cf. Calarbado. (HDC: IX: 98; VT.
mapa de 1610
Figura 6)
59
Cáceres, ciudad Nuestra Señora de Concepción de..., fundada
en 1575 en parajes de La Llanada (Municipio (MS I, iii: 7;
de Bolívar, Valle) abandonada en 1595. MS IV: 8-10)
Cara, v. Cara
Catru, río Afluente del Dubasa, tributario del Baudó. (HDC 9. 9:98)
Citara, Citarabirá Comarca del Atrato superior, en que está ac- (MS X: 553, 558,
tualmente la ciudad de Quibdó. 561)
60
unirse muy abajo con el Sipí. La parte más
alta de su curso se llama Río de las Vueltas. (MS I: 7)
Guema, río Afluente del río San Juan, donde los Noanama
mataron a nueve soldados de Velásquez en (Simón Pt. 39:
1590 Not. 7: cap. IV)
61
Perre, río Según el mapa de Salazar (Fig. 1) el río De - (Mapa de 1596
gua inferior. (Fig. 1)
Sima Provincia en las cabeceras del Río San Juan, (DIRD III: Robledo
de "bravas y altas montañas", por donde Gó- 1540; Cieza de
mes Hernández entró al Chocó en 1539. Hoy, León, op. cit.: C.
San Antonio de Chamí y sus contornos. XV; HDC, N9 II).
Tatama ("Tabania") Provincia, cerro y río. Cabeceras del San Juan. (MS 1:44; MS X:
555)
62
Tebu "El aguasal". Lugar en el margen del río de los
Yngaraes, en donde había pozos de sal. En
tierra del cacique Maquibara. (MS III: 445)
Yata Quebrada (valle) que dividía a los cacicazgos (MS V: 119, 121v;
de Cepi y Taparo y a los de Tarami y Carrapira. MS VI: 755).
63
Ysaza (¿Ysaja?) "Que esta en medio de todo la tierra de chocó".
Una de las provincias de habla chocó. (MS II: 79)
Cara (Sara) Cacicazgo limítrofe de Toro, cuyo río era el (MS I: 77v; MS VII:
actual Hábita. 173v mapa de
1610; MS III: 155v)
Corro Lugar de las partes del río de los Yngaraes. (MS III: 566v)
A estos nombres, se pueden agregar, a título de folklórico más que histórico, algunos
que refirió Fray Martín Medrano como propios del valle del río Darién (Atrato) y de
las partes "Azia Cabo de coRientes y Panama y nombre de Dios". Fray Martín dijo
que de interpretes y cautivos chocoes "se tuvo por noticia cierta que estava alla gran-
disimo numero de yndios enemygos de los chocoes entre los cuales estava...
la probincia de guaxi
la probincia de los aguagaxi
la probincia de obuesuna
quia ques la probincia de los yndios chiquytos.
sebana que los yndios chocoes llaman mundabida..
la ,probincia de peRena la de dabaybe
la probincia de peaberna
la probincia de yndias flecheras que llaman caeiguayas". (MS II: 79-79v).
64
APÉNDICE 2
Botabirá En la costa del Pacífico, al Sur de los Eripede. Salazar, quien cita
(Son los "Bogobaes" o "Bogotaes" de unas es- como fuente al Noa-
cuetas referencias posteriores). nama Aricum: MS I:
48v; Mapa de 1596
(Fig. 1).
Cirambirá En el Río Pucutadó (afluente der. del San Juan) MS I: f. 3, 48v; Ma-
y entre el Docampadó superior y el Río Pepe. pa de 1596 (Fig. 1);
HDC, Doc. IX.
Chanco Altas vertientes chocoanas de la Cordillera Occi- MS II: ff. 42v, 45,
dental, desde el Río Garrapatas superior hasta 73v-417 passim; MS
los nacimientos del Río Calima. Posiblemente, III: 476, 476v:; MS
en el Cerro de Chancos entre el Calima y el IV: 8-8v y passim;
Dagua, aunque este nombre parece de fecha MS V: 107v, 116-
posterior. 117; Mapa de 1596;
Cieza, Crónica del
Perú, c. XXVI.
65
Chiloma Se nombran en asociación con los Chanco:
"los chancos y chilomas", como a comarcanos. MS I: f. 48; MS II:
La ubicación dada por Salazar en el mapa de ff. 42v, 45, 76; Ma-
1596, es errónea. pa de 1596 (Fig. 1).
Chocó Desde el alto Río Atrato hasta el alto San Juan. Robledo 1540; DIRD
III: 119 ss; MS I: 49,
53-54 y passim; MS
II: 45v, 74, 77v-78,
103-104; Mapa de
1596 (Fig. 1); etc.
Ebirá Entre el Río Baudó y las provincias chocoes. Mapa de 1596 (Fig.
1).
Eripede
l Al Sur del Baudó: al parecer, parajes del Cerro MS 1: f. 6, 48v; Ma-
Usarraga y Río Nagua. pa de 1596.
Morirama, Marira• Al Sur del Cabo Corrientes (parajes de Virudó). MS I: ff. 6. 48v, 49;
ma Mapa de 1596 (Fig.
1).
Noanama En ambas bandas del Río San Juan, desde el MS I: 6. 44, 48v-49,
Sipí hasta Munguidó, y en una parte de la 53v-54v; Mapa de
costa. 1596.
66
Yngará Parte mediana y alta del valle del Río Ingará;
posiblemente, en las cabeceras del Río Opo- MS II: 76v-78v; 33,
godo. 105, 148, 213v.
67
Radar foto: La Cordillera Occidental; en le parte central, el macizo del Cerro Torra (Insti-
tuto Geográfico Agustín Codazzi).
Costa de! Pacífico' Boca Usaganá entre el delta del San Juan y el río Baudó. (Instituto Geográfico Agustín Codazzi).
Confluencia del Catrú y el Dubasa.
Foto: Fernando Urbina.
Cerro Torrá (3.670 m.). Vertiente occideMal, vista desde el río Cajón (Yarrama).
Canoas Noanamas.
(Foto: archivo I.C.A.).