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Revolución de la Paz (16 de julio de 1809)

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la Revolución de la Paz, efectuada en la misma fecha pero del
año 1809. El 16 de julio de 1809 se llevó a cabo en el país boliviano
la batalla donde participaron insurgentes que buscaban acabar
con el dominio español. Este suceso es recordado y llamado como
el primer grito de independencia de América Latina esta revolución
tuvo como líder a Pedro Domingo Murillo, quien venía efectuando
junto a otros revolucionarios reuniones clandestinas donde se
organizaba lo que sería el levantamiento del 16 de julio. En la
llegada del 16 de julio los revolucionarios se levantaron y aprovecharon la celebración de la Virgen
del Carmen para proclamar su libertad. En este día se desconoció la autoridad imperial, al obispo, y
dieron paso a la declaración de la independencia, con la ayuda de un gran grupo de personas
procedente de varios lugares de lo que ahora es Bolivia y Suramérica. La acción se inició cuando se
empezaba a esconder el sol en medio de la procesión de la Virgen, los revolucionarios tomaron el
cuartel de Veteranos, pidieron Cabildo Abierto y depusieron al gobernador Tadeo Dávila, y al resto
de los que se encontraban en el poder así organizaron una junta donde encomendó al patriota Pedro
Domingo Murillo. Los revolucionarios tomaron el cuartel de los españoles apoderándose de sus
armas, mientras las campanas de la Plaza de Armas repicaban, mientras que los revolucionarios
que gritaban: ¡Viva Fernando VII, ¡muera el mal gobierno!… ¡Mueran los chapetones!

Finalmente el 27 de julio el mismo año, se dio la conocida proclama de la


Junta donde la redacción estuvo presidida por el sacerdote Medina. La
proclama señalaba la independencia de las colonias, este fue el primer
documento d independencia en América, enviado a las principales ciudades
en espera de su pronunciamiento. La proclama señalaba: “Valerosos
habitantes de. La Paz y de todo el Imperio del Perú, revelad vuestros
proyectos para la ejecución, aprovechaos de tas circunstancias en que
estamos, no miréis con. Desdén fa felicidad dé nuestro suelo ni perdáis jamás
de vista lá unión que debe reinar entre todos, para ser en adelante tan felices
como desgraciados. Hasta el presente".
Poco después la Junta fue disuelta por los realistas y el 29 de enero de 1810, Pedro Domingo Murillo
y sus colaboradores fueron ahorcados en la Plaza de los Españoles. Antes de morir, el líder de la
revuelta pronunciaría su inolvidable frase: “La tea que dejó encendida nadie la podrá apagar”.

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