el dragón tenebroso 98, el reptil fulgurante; las plumas de Nídhogg -sobre el llano planea- van llenas de muertos. i Y ahora se hunde! 99 LOS DICHOS DE BAR (Hávamál)
1 Por rodas las puertas, antes de entrar,
métase el ojo, mírese bien; poco se sabe cuándo enemigos se sientan dentro.
2 «¡Salud al que invita!» Un huésped llega.
¿Dónde 10 van a sentar? Inquieto está quien suerte probando junto al hogar espera l.
3 Necesita fuego quien llega de fuera
y frías rodillas trae; comida y ropa aquel necesita que ha recorrido montañas.
96 No recoge el Codex Regius esta semiestrofa, cuyo sentido
1 El reoen llegado debía aguardar de pie sobre el piso de cri.stiano -que la denuncia como añadido posterior- parece eVidente. la casa -en cuyo foso cemral ardía el hogar- hasta que su 97 «Las montañas oscuras.» dueño lo acogiese formalmente ofreciéndole un asiento. El pues· 98 Nídhogg, el monstruo volador del Niflheim. to que entonces le asignase en los bancos (que se hallaban dis- 99 ¿Quién se hunde? En el texto original el sujeto es puestos sobre un estrado que corría adosado a las paredc:s «ella», la adivina seguramente, que al terminar su relato regre· longitudinales), indicaba la mayor o menor consider~ción en sa a las profundidades de! mundo de los muertos. La crítica que le tenía. Es, pues, la incertidumbre de qué rango le será ha querido sin embargo sustituir el pronombre por su corres· atribuido lo que probílblemenre inquieta al recién llegado. Pu- pondiente masculino, interpretando que es Nídhogg quien pone diera ser también, si' se supone el caso de un hombre no punto final al poema precipitándose al He! con su cargamento previamenre invitado, la inseguridad de si será acogido o no en de cadáveres. aquella casa.