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El estado de conciencia presenta variaciones que son naturales o fisiológicas, como los
ciclos de sueño y vigilia, que son necesarios para la salud física y mental de las
personas. En este punto podemos introducir el concepto del despertar, que significa la
recuperación del estado de vigilia o, más propiamente, la conciencia, y que supone la
apertura de los ojos como expresión muy objetiva de este estado, en oposición al cierre
ocular, propio del sueño. Más adelante veremos que la apertura ocular no siempre
implica un estado de conciencia pleno, como sucede en algunos casos de alteración del
estado de conciencia, como el estado vegetativo.
EXPLORACIÓN DE LA CONCIENCIA
Cuando estemos frente a un paciente con alteración del estado de conciencia, debemos
ser observadores solícitos y exploradores pacientes para vaciar en nuestros
expedientes notas muy descriptivas, pues los cuadros clínicos pueden variar o fluctuar,
en ocasiones en cortos períodos de tiempo. Algunos elementos descriptivos que nos
pueden ayudar a reconocer el grado de pérdida o
deterioro de la conciencia se encuentran en las útiles definiciones ofrecidas a
continuación. Históricamente se han evitado definiciones parciales o estados de
conciencia que implican conceptos caprichosos, como «semi», superficial, profúndo,
etc.
El coma, del griego «sueño profundo o trance», es un estado de falta de respuesta, sin
fenómeno de despertar y en el cual el sujeto permanece con los ojos cerrados. Ante los
estímulos dolorosos, podrían presentarse algunas gesticulaciones y leves movimientos
estereotipados en las extremidades. La persona afectada no localiza ni realiza
movimientos. Conforme se profundiza el coma, se
pierden todas las respuestas.
subagudos o crónicos
Por ejemplo, un episodio súbito de cefalea intensa condeterioro del estado de conciencia
y signos meníngeos debe hacer considerar la posibilidad de hemorragia subaracnoidea.
Un cuadro clínico con deterioro de conciencia y signos focales, como hemiparesia, de
evolución progresiva en semanas, con antecedente de trauma craneano en un hombre
de edad mayor de 60 años, nos obliga a investigar la posibilidad de hematoma subdural
crónico. Un estado confúsional o delirium en un paciente geriátrico, sin otros signos
neurológicos, es suficiente para investigar un desequilibrio hidroelectrolítico, efectos
farmacológicos o incluso infección. Un estado de estupor de instalación súbita, con
cefalea intensa, déficit focal y crisis convulsivas, sugiere hemorragia cerebral. Las
anomalías en el estado de conciencia son solo un signo más que debe evaluarse, y su
perfil temporal (agudo, subagudo o crónico) será de gran utilidad diagnóstica.
Todos estos casos se ven a diario en nuestros hospitales y, aunque parezca que el
deterioro del estado de conciencia impide un buen interrogatorio y una exploración
neurológica completa por falta de cooperación de los pacientes, la clara identificación y
descripción de la alteración de la conciencia en combinación con el resto de la
exploración neurológica nos llevará a un diagnóstico inicial bien orientado, sujeto a la
corroboración de estudios de imagen y laboratorio. Debe considerarse que la anomalía
del estado de conciencia conlleva implícito un trastorno cerebral potencialmente grave.
Al identificar una alteración del estado de conciencia, si bien las definiciones antes
señaladas sirven de ayuda para clasificar este deterioro, siempre será importante
describir lo más detalladamente posible su aspecto, las reacciones y las respuestas, y
la exploración neurológica.
• Patrón respiratorio.
• Tamaño y reactividad de pupilas.
• Movimientos oculares.
• Reflejo corneal presente o ausente que determina afección del nervio craneal V.
• Reacciones a dolor con expresión facial simétrica o asimétrica que implica la integridad
del nervio craneal VII o su lesión como dato de focalización (maniobra de Foix).
• Respuestas oculovestibulares, pruebas calóricas.
• Evaluación de reflejos nauseoso y tusígeno mediante estímulo del velo del paladar y
faringe-laringe, respectivamente.
• Respuestas motoras.
• Respuestas a estímulos táctiles o dolorosos.
• Búsqueda de signos meníngeos, que, en el paciente con deterioro de conciencia,
pueden desaparecer, siendo falsos negativos.
• Definir con rapidez y eficacia con base en el estado de conciencia y los datos clínicos
asociados los tratamientos quirúrgicos o médicos de urgencia, según corresponda.
• La revisión del cuello en un paciente con deterioro de conciencia puede arrojar datos
relevantes. Ante dolor y rigidez, deberán investigarse patologías específicas asociadas
al deterioro de conciencia, como podrían ser infecciones meníngeas o hemorragia
subaracnoidea. Para realizar un abordaje sistemático y un seguimiento de evaluación
del estado de conciencia se han elaborado algunas escalas. Estas escalas no sustituyen
de ninguna manera a la exploración profunda y detallada que debemos realizar en estos
casos, pero nos permiten tener una impresión inicial general para conducir su vigilancia
neurológica y su pronóstico, y, en especial, para unificar criterios de evaluación con otros
médicos o paramédicos. La escala más conocida y utilizada es la de coma de Glasgow.