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Los semaforistas poblanos
Agradecimientos
A mis hermanos por su incansable ayuda y atención a todas mis dudas y cuestionamientos,
en especial a Samuel que contribuyó de forma directa en la logística del trabajo de campo y
quien me dejó la clara definición del penetrante “olor del semáforo”.
A Arafat, quien me facilitó el contacto para poder ingresar al mundo del semáforo, tomando
en cuenta lo que ello representó, pues antes de su ayuda, nuestra curiosidad había
despertado las más coléricas actitudes de rechazo, generando situaciones de inminente
peligro para nuestra integridad.
De forma especial quisiera también agregar a esta sencilla lista a mi asesor de tesis, Oscar
Calderón Morillón; de no haber sido por él dudo mucho que este trabajo se pudiera haber
realizado: su conocimiento y experiencia fue no sólo parte medular para desarrollar
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soluciones innovadoras a los obstáculos que nunca dejaron de aparecer, sino indispensable
en términos de aportar claridad a la investigación.
Para finalizar, de manera atenta, quisiera agradecer y dedicar este trabajo a los
protagonistas de esta tesis: lo semaforistas, esos mismos que causaron tanta impresión en
mí, no sólo para ayudarme a romper prejuicios, sino también por romperlos con la firme
convicción de que ellos saben qué es lo que hacen ahí: ganarse la vida.
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Índice
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Introducción vi
Capitulo 1
Trabajo, fuerza de trabajo y mercado laboral 1
Sobre el trabajo 4
En torno a la informalidad: “el semáforo” 8
Desde las teorías neoclásicas hasta la teorías que ven al semáforo como una
construcción-social 11
¿Qué entendemos por mercado de trabajo? 14
El mercado como construcción social; El concepto de Trabajo no clásico 19
Producción inmaterial; Toma y defensa del semáforo 25
Capítulo 2
La informalidad como quiebre de la seguridad laboral y los valores de la sociedad salarial
30
¿Tabula rasa? 38
¿El semaforismo como una poli-identidad en práctica? 42
Capítulo 3
El trabajo en el semáforo, la primera aproximación:
¿Quiénes son los semaforistas? 50
El semáforo como espacio de información laboral “Da vuelta o rota” 52
El semáforo como espacio para contratos informales 55
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Capítulo 4
La vida en el semáforo
En algún semáforo de la ciudad de Puebla. 68
Entre la incertidumbre y la extorsión en el semáforo “Pues que nos corretean” 73
La extorsión revela tintes políticos: ¡Blanca ya se va! 79
Traga fuegos: Presurizador de gasóleo humano (parte 2) 83
La llegada de días festivos como impulsor del trabajo precario 89
¿Quien trabaja en los semáforos? ¿Hijo de casa o de la calle? 92
Estrategias de trabajo en el semáforo ¡Así me gano la vida! 95
Conclusiones 112
Anexo 115
Historia de vida 1 115
Historia de vida 2 121
Relación de semaforistas 126
Bibliografía 131
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Introducción
La sociología asume una responsabilidad particular como disciplina que se interesa por
estudiar la cuestión de lo social. El conflicto es inherente a ella, pero éste no debería de ser
un freno o un obstáculo para poder enunciar el problema en cuestión. Si bien la sociología
parte de una realidad inmediata, la del sentido común, que no puede darse el lujo de obviar,
cierto es también que busca romper con el mismo, esto con la finalidad de ofrecer
respuestas serias y contribuir a la solución del conflicto social. La abstracción es un proceso
que nuestra condición de científicos sociales acepta desde el momento en que buscamos dar
respuesta a las interrogantes que nos rodean, este proceso no es sólo un paso a seguir en
nuestra metodología, un estado estático del ejercicio mental, sino una referencia obligada
que, al término de nuestro estudio buscará mostrar su viabilidad en las posibles soluciones.
Nuestra intención no será abonar en el terreno del conflicto tomando una postura
parcial de nuestro objeto de estudio. Pero no podemos tampoco ser ingenuos a la opinión
común, que circula en boca de todos quienes se han visto en la condición de socializar con
un semaforista: “pinches monos huevones, que se pongan a trabajar”; “son unos nacos que
ganan más que los que se esfuerzan honestamente por salir adelante”.
Si bien estas son sólo opiniones que en las redes sociales cualquiera puede
encontrar, reflejan una elemental falla en la capacidad de reflexión sobre las condiciones
que permitieron que los semaforistas fueran lo que son y no otra cosa: ¿Qué papel juega la
autoridad, encargada de garantizar la paz social y la libre circulación de transito de la
comunidad?
Para verdaderamente ser objetivos sólo podemos decir que habrá que tomar en
serio, y con carácter de obligatoriedad, la información que de todas partes podremos
obtener en referencia a los trabajadores del semáforo; pero, también tener en cuenta que
sólo los mismos actores sociales, los semaforistas en cuestión, son los únicos capaces de
mostrarnos su construcción social de identidad (con esto hacemos referencia a la forma en
que construyen y reconstruyen, con el paso del tiempo, una proyección mental de lo que
implica ser un trabajador del semáforo, cuáles son las condiciones y elementos que se
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Los semaforistas poblanos
deben de dar y, de ese modo, transportar a la práctica estas figuraciones ). Sólo ellos saben
realmente por qué están ahí.
Si bien esta realidad les es propia, esta misma realidad no escapará de mostrarse, en
su forma y contenido, como una realidad contradictoria, llena de antagonismos reales. Ante
ello, asumimos mantener una posición crítica que nos deje discutir los elementos que
permiten a esta condición de “semaforista” no sólo llevarse a cabo; sino, también, continuar
de esa forma como una labor que ha encontrado niveles de normalidad, como si la labor del
semáforo pudiese ser a todas luces una labor que requiera solicitud de empleo (esto se
entenderá cuando hablemos de las características del perfil para ser semaforista). El no
asombrarse ante el espectáculo que implica la labor en el semáforo es ya una actitud común
en el mismo ciudadano que frecuentemente asume que un trabajador de la luz roja es un
estorbo de la libre circulación de tránsito.
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Los semaforistas poblanos
Justificación
Resulta más que necesario responder a una problemática tan cotidiana como la que se
observa en los semáforos poblanos. El trabajo informal no es un tema novedoso, por ello
planteamos la urgencia de su atención, pues nadie puede negar que su situación actual
violenta las más básicas medidas de “trabajo seguro”, o como la Organización Internacional
del trabajo (OIT) diría: “el derecho al trabajo digno”.
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Los semaforistas poblanos
trabajos que a través del tiempo se realicen. Sabemos que la información respecto a este
particular fenómeno es, en algunos casos, muy general y es nuestro interés aportar
información particular con respecto a un fenómeno en aumento constante.
Sabemos que los alcances que en nuestra investigación se puedan generar estarán en
constante tensión con los límites propios del espacio en que nuestro sujeto de estudio se
desenvuelve; la calle es un espacio de ruido constante y en donde cada automovilista
emprende carrera contra el reloj por llegar a su destino. Luego, a nadie debería de
sorprender el porqué de nuestras precauciones en cuanto a los límites que debieran tomarse
en cuenta siempre que se emprenda un trabajo de este tipo.
Para nuestra investigación la informalidad, un elemento que irrumpe de manera
violenta, dejando clara la necesidad de reflexionar las causas y los porqués con miras a
intentar explicar la incidencia de este tema, descansa de manera objetiva sobre los sondeos
que las instituciones como el INEGI llevan a cabo: 6 de cada 10 personas que laboran
actualmente dentro de la nación mexicana lo hacen al interior de la informalidad. Ello sin
tomar en cuenta aquellos que a la par podrían tener un trabajo dentro del sector formal y
por tanto no figurar en el sector informal pero estar relacionados con este por causas de
organización familiar o por parentesco.
Así, la pertinencia de esta investigación descansa sobre esta lapidaria estimación: no
es el trabajo seguro o formal el que cobra auge; ni siquiera con las tan anunciadas
“reformas estructurales” las estimaciones de crecimiento del mercado interno parecen
alentadoras.
Y es que en todo esto, pareciera como si la informalidad ha logrado alcanzar niveles
que puedan hablar de continuo crecimiento: día con día ingresan a sus filas desde los más
jóvenes -incluso niños- hasta los adultos mayores y ello ha logrado ya construir un
panorama de normalización de este fenómeno, ante el cual la sociedad civil no parece
asombrada pues dentro de la misma cultura laboral vigente, “el que busca encuentra” y sólo
“el que no quiere trabajar no encuentra trabajo”. Un ejército industrial (joven y dispuesto)
muestra el músculo que este trabajo-no-clásico es capaz de formar y reproducir.
Consideramos que es más que necesario buscar sensatez dentro de las explicaciones
de los propios actores que esta realidad contiene, ellos tendrán, en última instancia, una
explicación real y contundente sobre el porqué de sus acciones y en segundo plano, pero no
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por ello menos importante, el cómo, pues descansa en este ultimo la justificación de la
propia cultura informal que lleva ya tiempo produciéndose y reproduciéndose con la
complicidad o abierta ayuda de todos como sociedad civil.
Objetivo general
General: Explicar las causas por las cuales la calle, el semáforo, se transforma en un
espacio de trabajo para los semaforistas.
Objetivos específicos
Específico:
Pregunta de Investigación
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forma que esta podría enunciarse de la siguiente manera: ¿es el trabajo no clásico una
ruptura franca y directa en contra del trabajo asalariado o sólo la reproducción de la misma
hegemonía del trabajo clásico pero con elementos claramente distintos? Ella intentará dar
respuesta no solo a las motivaciones más elementales de los semaforistas sino también
bosquejar las distintas aristas que conforman el prisma de una cultura laboral existente,
permanente y en obvia reproducción que amenaza ya con llevar a nivel de privilegio al
trabajo seguro e instaurar la fragilidad laboral y la precariedad como el nuevo horizonte al
que, al menos esta generación, se expone con la desventaja de no conocer, mediante la
experiencia, otras oportunidades que arrojen posibilidades de desarrollo personal y social.
Instrumentación metodológica
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Los semaforistas poblanos
Tipo de estudio:
Explicativo: buscará en todo momento dar respuestas a las causas que permitan explicar los
“porqués” de la situación laboral de los semaforistas. También se llevará a cabo una
explicación sobre los factores que intervienen en el problema del desempleo o la
precarización del sector laboral.
Explorativo: Se han llevado a cabo estudios del tema (sector informal) desde otras ópticas.
En ésta se busca responder a un muy particular problema: “el uso del semáforo como
espacio laboral que permite ingresos viables”. El mismo instrumento de estudio con la
complementación del marco teórico en cuestión buscará incursionar en un área
“desconocida”.
Instrumento: Cualitativo.
Estudio etnográfico:
Hemos escogido este método cualitativo de estudio social por cuestiones de dificultad en
cuanto al sujeto de estudio: el semaforista (en el acercamiento al mismo). Esperamos que
esta técnica pueda darnos los resultados deseados, sabemos que ello depende de su correcta
utilización y por ello debemos entender en qué consiste el uso de esta técnica.
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Los semaforistas poblanos
Puede describirse a grandes rasgos como una interpretación de las acciones llevadas
a cabo por una comunidad (en este caso, una comunidad en estudio) en su respectivo
espacio, en donde las técnicas se demuestran a través de las distintas actividades humanas
que sirven como registro de descripción elaborada. En otras palabras: “la etnometodología”
intenta estudiar los fenómenos sociales incorporados a nuestros discursos a través del
análisis de las actividades humanas. La característica distintiva de este método radica en su
interés por centrarse en el estudio de los métodos o estrategias empleadas por las personas
para construir, dar sentido y significado a sus prácticas sociales cotidianas” (Rodríguez,
Gil, García; 1999, 50).
Podemos, en esta definición, entender el sentido práctico y conciso que este método
aporta. Ademñas de ello, este método nos permite un acercamiento paulatino al fenómeno
en estudio, y su empirismo está centrado en el sentido real que los propios sujetos otorgan a
su modo de vida. Es, así, de importancia fundamental entender qué representan para estos
individuos las actividades económicas que llevan a cabo, y cómo se ven y reflejan en el
espacio del semáforo.
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Los semaforistas poblanos
Sistema de observación
El registro se planea como un tipo diario de investigación en donde, día con día el
material de investigación sirva para la relatoría de hechos y situaciones a las que los
semaforistas son expuestos. Una meta particular de esta primera fase no sólo es la
aproximación al fenómeno mencionado sino también la aceptación por parte del grupo en
estudio (o al menos una parte) para que así pueda llevarse a cabo la segunda etapa. Se
plantea como tiempo límite, para esta primera etapa, un mes o el equivalente a 30 días. Al
finalizar estos se deberá tener acceso a una vasta información recolectada (al menos en lo
que al registro se refiere) y también se deberá haber formado vínculos con algunos de los
integrantes del semáforo para poder llevar a cabo la segunda etapa que permitirá la
finalización del trabajo de campo en cuanto a lo que esta investigación pretende hacer. La
propuesta en cuanto al tiempo de duración de la primera estapa (y subsecuentemente, la
segunda) es una estipulación que busca sentar un límite. Mas, en ningún caso un calendario
que busque tomarse como regla estricta de cumplimiento. El tiempo puede variar en cuanto
a ser menos, pero dependerá de la cantidad de datos en cuestión, que logren recabarse, y de
la dinámica, más que particular, que se establezca con los semaforistas. Así, si al cabo de
22 días consideramos la pertinencia de empezar la segunda etapa, lo haremos. Pues, en
última instancia lo que determinará la viabilidad del tiempo y su dinámica será la relación
social que podamos lograr con los semaforistas en estudio.
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Los semaforistas poblanos
Pensamos de igual manera que, si al cabo de un mes no hemos podido lograr algún
tipo de vínculo o relación con la gente del semáforo será ya poco probable que podamos
hacerlo en adelante. En tal caso nuestra segunda etapa habrá fracasado, riesgo del cual
estamos al tanto.
Esta etapa dará inicio en cuanto se tenga un vínculo lo suficientemente estable de confianza
con cualquier semaforista, que permita la introducción al resto del grupo o a otros
integrantes. Los objetivos propios de esta etapa no están orientados ya al registro solitario
de anotaciones (ello deberá haberse cumplido en la anterior etapa) sino, más bien, se
buscará un tipo de diálogo descriptivo en cuanto a las perspectivas de los propios “sujetos”
de su medio de trabajo, algo así como, causas y consecuencias del espacio en el que se
labora. O como Goetz y LeCompte dirían: “La observación participante sirve para obtener
de los individuos sus definiciones de la realidad y los constructos que organizan su
mundo… La observación participante ha sido tradicionalmente considerada por sus
practicantes como una estrategia no valorativa de recogida de datos cuyo objeto es la
descripción auténtica de grupos sociales y de escenas sociales.” (Goetz y LeCompte, 1988,
126-127)
No buscaremos solamente un atento registro del acto oral, sino también una
minuciosa observación de las variables en cuestión. Además, sabemos que “no sólo todo lo
que se dice nos dice algo” sino también, a veces “lo que no se dice nos dice más que nada”,
ello en el sentido de que, donde existen relaciones sociales existen también relaciones de
dominación, sujetas a un matiz de expresiones simbólicas posibles de aportar reflexiones
teóricas bastante interesantes, capaces de contrastarse con la teoría social existente.
Para esta etapa, buscamos hacer uso de técnicas que nos permitan un análisis de los
factores en juego. La entrevista a profundidad o la historia de vida serían herramientas más
que útiles en la puesta en marcha de esta etapa.
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Los semaforistas poblanos
En este punto queremos ser lo más específicos posible. Ya hemos mencionado que nuestra
investigación gira en torno a los semaforistas poblanos, cabe mencionar que esa población a
estudiar será población plenamente urbana; es decir, estará situada dentro de los límites de
la ciudad de Puebla. La geografía que se ha escogido para llevar a cabo el estudio es la
siguiente:
Cabe mencionar que la ruta de tránsito escogida es una ruta de relativa cercanía a la
zona céntrica de la ciudad. También es notable que la ruta de tránsito está trazada de tal
forma que recorre de norte a sur y de sur a norte, respectivamente, de acuerdo a la geografía
de la ciudad. Conjuga en sus longitudes tanto zonas populares como zonas de gran tráfico
vehicular. Lugares como éstos reportan afluencia vehicular de decenas de miles de coches
diariamente, lo que las hace un espacio idóneo para el semaforista.
anexo también puede ser consultado en el final del trabajo, esto con el propósito de
presentar parte del archivo de recolección del trabajo de campo. También integran este
anexo la relación de participantes tomados en cuenta para el trabajo, así como entrevistas a
profundidad realizadas a los mismos.
Por otra parte, los capítulos 3 y 4 completan el planteamiento teórico de los dos
primeros apartados en cuanto a la realidad que intentan describir; ello queriendo decir que
propiamente estos dos últimos apartados hablan de la “vida dentro del semáforo”: las
técnicas, estrategias y tácticas que estos actores ponen en marcha, dentro de los estrechos
márgenes de la circulación del tránsito poblano, para cumplir su objetivo: trabajar. En estos
dos apartados son sobrados los casos y ejemplos que permiten establecer la lógica que estos
“semaforistas” utilizan en contra de toda adversidad que pueda presentarse como obstáculo
a su agencia.
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Los semaforistas poblanos
Una urgencia inmediata que debe plantearse la ciencia social es la reflexión teórica y los
alcances de la misma. Como campo del conocimiento científico moderno no puede
dejar de lado un debate que parece ya de orden bizantino: ¿es la sociología una
herramienta de aplicación práctica?
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Los semaforistas poblanos
Por lo demás, podríamos agregar que no estaráb ausentes los grandes temas que
vendrán a colación para el que aquí nos ocupa: los semaforistas en la ciudad de Puebla
¿condenados del semáforo?.
Estos grandes temas serán también motivo de cita constante, a la par que nuestra
experiencia, tanto en el trabajo de campo (11 Sur y Periférico) como en la fase de
reflexión teórica.
Para hacer notar la dificultad del proyecto bastaría estar ahí donde se encuentra el
estudioso del tema, cuando los semaforistas, asombrados al enterarse de nuestra sencilla
agenda, exclaman fatídicos “¿A quién chingaos le vamos a importar, Árabe? A mí se me
hace que igual que los demás, quieres hacer tu feria y eso se respeta, nomás no te hagas
cuentos”.
Uno puede darse cuenta de cómo sólo se debe llegar al semáforo (como si
cualquier cosa, como si se quisiera estar de pie en la intersección de algún cruce
peatonal, debajo de un puente): es evidente y resulta más que obvio que a mayor
cantidad de autos haciendo fila y mayor tiempo en la luz roja, mejora el mercado
cautivo, si se quiere pensar así. Pero (y aquí debemos ser nítidos), en ningún momento
son casuales u espontáneos los puntos en donde estas poblaciones de semaforistas se
asientan, sino que son condiciones sociales, culturales e históricas las que los hacen
existir. Se ha creado también, con el paso del tiempo, un tipo de organización sobre lo
que se debe hacer y sobre lo que no se debe hacer en el semáforo. Esta creación no es
producto de obra divina, sino de largas y complejas relaciones sociales.
“La restructuración capitalista está significando dos tipos de grandes cambios en los
mundos del trabajo. Por un lado, en el trabajo formal, la introducción de nuevas
tecnologías, nuevas formas de organización del trabajo, la flexibilidad interna y cambios
en calificaciones; por el otro, la precarización de una parte del mercado de trabajo; el
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Los semaforistas poblanos
empleo informal, a tiempo parcial, subcontratación, etc. En ambos casos cambian las
experiencias del trabajo y sería aventurado afirmar a priori que estas transformaciones no
tienen impactos subjetivos y en las identidades. Valdría la pena analizar si hay posibilidad
de nuevas identidades a partir de dichas transformaciones.” (De la Garza, 2000, p. 31).
Ello no será fácil por sobradas razones. La más honesta resulta de nuestra experiencia
concreta y directa: el semaforista se encuentra dominado no por un patrón concreto que
le indica cómo hacer su trabajo, sino por un consenso al interior del semáforo en el que
todas las fuerzas (no evidentes) regulan su estancia ahí. Para poder darle sentido a lo
anterior será fundamental la elaboración del perfil que permita identificar las conductas
y elementos que pueden encontrarse en esta población como características de orden
general. Esto en sentido de que los distintos tipos de trabajos que se llevan a cabo
(limpiaparabrisas, vendedor de pan, traga-fuegos, etc.) tienen una forma única de
realización de su labor con respecto a las especificidades que pueden encontrarse. La
intención es entender, entonces, de qué manera esas características responden o tienen
conexión directa con las fuerzas que se dan cita al interior de este espacio en constante
cambio.
Las 15:30 horas, ha iniciado una lluvia pertinaz que parece no mojar, mas
ensucia los parabrisas de los automóviles. Ante este fenómeno natural los
limpiaparabrisas que se ubican en el semáforo de la 11 sur y Periférico empiezan a tener
una mayor actividad; sólo en un principio se resguardan debajo del puente del
Periférico, pues a pesar de que la lluvia les genere un condición ad-hoc de trabajo,
también saben que la espera que los contiene está motivada para tomar por asalto el
cruce de sentidos sólo cuando la lluvia mengüe lo suficiente como para no empaparlos
del todo, aunque su presencia constante los haga aún lo más demandados posibles:
“¡Anda, güero, tállale que tengo prisa!”, le dice un automovilista a Huesos: “No se
ofusque que yo me encargo”.
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Los semaforistas poblanos
aunque también se debe tomar en cuenta que cuando la lluvia no está presente ellos no
dejan de insistir. Se acercan a toda velocidad y caminan entre los autos con una decisión
y un temple tenaz: no se desaniman ante la negativa ni tampoco piden permiso, distinto
a lo que sucede con otros oficios dentro del semáforo; éste es el que menos distancia
guarda para con sus clientes. Nos atreveríamos a insinuar que incluso de ello depende
realizar el acto: ser insistente.
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“Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de
él. Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la
trasmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos,
los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos y por la aplicación
siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más
complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección
que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia a los cuadros de Rafael, a
las estatuas de Thorwaldsern y a la música de Paganini.” (Federico Engels, 2000, p.
9-10)
La reflexión de Engels nos resulta apropiada para explicar que existe un largo proceso
social mediante el cual no sólo debe tomarse en cuenta al trabajo como algo aislado o
disociado de quien lo ha llevado a cabo como tarea, sino que es este sujeto a la vez
producto mismo del trabajo: sujeto-histórico del trabajo como proceso de
transformación de la realidad social, material y simbólica. Por tanto, el trabajo como
concepto puede entenderse bajo el signo de transformación, no sólo de la realidad
inmediata sino también del sujeto en cuestión; ello mediante la experiencia adquirida
que ese trabajo brinda a sus realizadores o actores. Esta experiencia se nutre de una serie
de elementos que son adquiridos en el momento en que se traza un objetivo: trabajaré
para…
Dejando de lado la explicación del trabajo como fuerza de transformación para los
demás y para uno mismo, regresemos a la antigua sociedad griega:
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Los semaforistas poblanos
En primera instancia tendríamos que responder que juega un papel “central” pues
parece que es el desarrollo de este mismo concepto el que ha permitido entender el
desarrollo y evolución de toda la humanidad desde sus inicios hasta el largo día de hoy.
Habiendo dicho esto, queda claro entonces que existe una diferencia sustancial en
cuanto al entendimiento del concepto a través del tiempo y espacio, pues el punto de
referencia que tomemos como ejemplo mostrará también la especificidad del concepto.
Raúl Vaneigem muestra en forma concisa esta misma especificidad:
Esta reflexión nos sirve para explicar la distinción entre el concepto trabajo y su
denominador mercado de trabajo: mientras que el primero ha sido una constante que ha
existido como elemento común a todo tipo de organización social, el segundo ha
marcado la pauta específica de las restricciones y alcances del primero. Así, entendemos
que con el paso del tiempo el concepto de trabajo ha sufrido diferentes modificaciones.
Estas modificaciones se encuentran en correlación con el régimen que regula el trabajo.
Así, la sumisión de la que habla Vaneigem sigue siendo motivo de importancia hasta
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nuestros días. Sería retrógrado decir que no se encuentra el trabajo (como concepto
general) regido y administrado por una entidad que le coacciona.
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Sin duda la Revolución Industrial inaugura una nueva concepción del trabajo, moderna
si se quiere pensar así, donde el empuje y el dinamismo vendrían de la existencia de un
elemento sui generis1. Nos referimos al concepto de fuerza de trabajo, así como la
libertad de ésta para venderse y comprarse, en la que un elemento es fundamental: la
reciprocidad. Por ésta debemos entender términos como: cohesión social, integración
social e, incluso, realización individual en el plano del trabajo. Todos estos elementos
se encuentran como reguladores del conflicto del trabajo suscitado a partir de una
relación social de orden histórico, cultural y económico: capital-trabajo.
Introducción
En este apartado se abordarán los varios enfoques con que se han abarcado las teorías
sobre el Mercado de trabajo.
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Elemento que, al menos en otros periodos del tiempo, no se había observado.
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
normas institucionalizadas que estructuran estos procesos entre mano de obra y puestos
de trabajo.
A partir de la década del ochenta del siglo XX, se han dado cuatro líneas de
investigación:
1. Segregación por género del MT.
2. Análisis de los mercados de trabajo locales. Permite diferenciar en niveles
salariales, tasas de ocupación y empleo, abundancia y escasez de mano de obra
en diferentes regiones de un país. La sobre regulación no limita el
funcionamiento de los mecanismos puros de mercado sino las particularidades
mismas de la vida cotidiana de los seres humanos, que contrasta con el modelo
teórico explicativo de mercado.
3. Enfoque de redes sociales. Los actores obtienen información a través de
relaciones sociales directas o de confianza (informales para el mercado de
trabajo).
4. Perspectiva de instituciones estructurantes de la dinámica del empleo. Parte de
una perspectiva dinámica y longitudinal del mercado de trabajo. A partir de la
década de los ochentas se desarrolló la línea de investigación de las trayectorias
de vida y de trabajo. Se analizan los cursos de vida y de trabajo de las personas
como secuencias de posiciones ocupacionales-laborales en el tiempo. Este
enfoque propone identificar orientaciones de acción y criterios de racionalidad
distintos como expresión central de instituciones sociales diferentes.
Enfoque de una dualidad del mundo del empleo entre un sector formal y uno
informal.
Articulación entre el análisis del mercado de trabajo y el de la migración interna
e internacional. La migración del campo hacia las ciudades.
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Los semaforistas poblanos
1.3.1 Desde las teorías neoclásicas hasta las teorías que ven al semáforo como una
construcción-social
“El mercado de trabajo funciona como cualquier otro mercado; el trabajo es una
mercancía igual a cualquier otra.
Empresarios y trabajadores son actores racionales buscando maximizar sus beneficios
(ingresos) y minimizar sus costes (esfuerzos)
En un mercado desregulado existe una tendencia hacia el equilibrio entre la oferta de
trabajo y su precio (salario) que garantiza el pleno empleo.
El desempleo (exceso de oferta de empleo) es la consecuencia de factores exógenos que
limitan la flexibilidad salarial” (Kohler y Antonio, 2005, p. 306)
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Los semaforistas poblanos
Existe dentro de estos supuestos teóricos, de orden básico, varias cuestiones que
pueden ser puestas en duda. Lo que nos interesa más que realizar una crítica de la teoría
neoclásica del mercado de trabajo, es entender por qué no nos resulta provechosa como
explicación teórica, para nuestro particular caso de estudio.
Ahora bien, estos cuatro puntos ponen de manifiesto una condición ideal sobre la
explicación del funcionamiento del mercado de trabajo. Es o resulta fundamental, para
la teoría neoclásica, explicar al mercado de trabajo desde la condición de equilibrio y
esta condición sólo puede darse en el supuestos de un mercado desregulado, en otras
palabras, debe el Estado evitar a toda costa cualquier participación o intromisión directa
en el mercado de trabajo. Y no existe, para la teoría neoclásica, otro trabajo a considerar
como tal fuera del trabajo asalariado.
Una consideración más extensa sobre los supuestos básicos de la teoría neoclásica la
podemos encontrar en De la Garza:
“Existe una racionalidad de los agentes, esto es, que los agentes económicos se guiarán
por una búsqueda de la máxima utilidad; deben tener información completa acerca del
mercado (precios y movimientos de los otros agentes) y conocer las ecuaciones que les
permitan calcular su función de utilidad, en virtud de lo cual decidirán cuando la
relación entre medios invertidos y fines logrados sea optima (Walras, 1874).
Existe control sobre las variables exógenas, esto es, se construyen modelos suponiendo
que se pueden controlar variables tales como instituciones extraeconómicas, culturales o
conflictos sociales, a los cuales se le considera externalidades o fallas del mercado.
El cumplimiento de las condiciones de competencia perfecta harán que el mercado de
trabajo tienda al equilibrio.” (2010, p.100)
No solamente los supuestos teóricos que le brindan soporte conceptual a este paradigma
se encuentran enfocados en el sentido de buscar y concretar la libre empresa y reducir al
máximo cualquier obstáculo que pueda existir en el camino hacia ese fin, sino que la
suposición de los postulados peca de idealista, dado que afirma la construcción de un
mercado de trabajo ideal, en donde existe una perfecta movilidad social, en donde todos
los agentes tienen y mantienen información plena, bajo nivel de desempleo, etc.
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“En otras palabras, se trata de una teoría que no puede ser falseada, su veracidad se
encuentra en su coherencia lógica interna más que en la confrontación con lo real. Se
parece en este sentido más a las ciencias formales que a las empíricas y sin embargo
pretende ser verificable.” (ibíd., p. 101)
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Los semaforistas poblanos
Esta comprensión de las circunstancias está motivada secundariamente por factores que
pueden ser catalogados como racionales: por ejemplo, la maximización del beneficio.
Nadie busca perder en el semáforo, pero sólo secundariamente, ya que la permanencia
depende de circunstancias sociales, factores en donde la lógica no es del orden racional:
las redes de amigos o compañeros o parentesco que potencializan la entrada o salida del
semáforo.
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Los semaforistas poblanos
Una primera aproximación al concepto desde la sociología laboral resulta más que
obligada. Así, Julio César Neffa entiende que:
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Los semaforistas poblanos
Por ello propone que a la par de los estudios de los procesos de trabajo, que
permitan explicar la formación de clases sociales, es necesario una ampliación de esos
mismos estudios en el sentido de tomar en cuenta los campos de acción social que no
pertenecen propiamente al mercado de trabajo pero que ayudan a explicar las
particularidades en que la fuerza de trabajo circula y se ubica en distintas posiciones.
Todo este “nuevo enfoque” parece surgir de una reflexión apegada a las nuevas
dinámicas generadas no sólo a partir de la puesta en marcha del modelo de
restructuración productiva, conocido como neoliberalismo, sino como una respuesta de
la clase trabajadora a la inserción de estas nuevas dinámicas.
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Los semaforistas poblanos
“Si hubo alguna época histórica en algunas sociedades en la que era posible
definir las clases sociales por la inserción estable de un solo miembro de la
familia, esa época se acabó.” (Escobar, p. 3)
Esta reflexión lleva al autor a comprender la estructura de clases como producto de:
Habiendo mencionado que los “campos de acción social”, los cuales no constituyen
propiamente un mercado pero ayudan a entender las lógicas que definen la forma en la
que la fuerza de trabajo circula y se ubica en posiciones distintas, el autor amplía en
forma considerable la noción de mercado de trabajo. Los estudios sobre mercado de
trabajo no se encuentran subordinados a los procesos sociales amplios que integran los
tres rubros antes mencionados, sino más bien los incorpora para permitirse hacer una
definición del mercado de trabajo mucho más dinámica:
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Los semaforistas poblanos
Esta propuesta tiene como objetivo apartarse de la visión dominante de la fábrica como
institución privilegiada y definitoria de la estructura de clases y su formación, pues
toma en cuenta toda la variedad de actividades que la gente hace para trabajar, subsistir,
en el entendido de que esta variedad de actividades es parte de la estructura de clases
tanto en la producción como en la reproducción.
“El autoempleo no vende su fuerza de trabajo, sino sus bienes o sus servicios. Y sin
embargo, la decisión de salir de un empleo asalariado para convertirse en
autoempleado o viceversa es una decisión fuertemente influida por los niveles de
salarios vs. Los precios de bienes y servicios, por la demanda de fuerza de trabajo vs.
su oferta, la diversidad de condiciones de trabajo, etc.” (íbid)
Si bien las reflexiones teóricas de Escobar permiten hacer una extensión en cuanto al
alcance metodológico de la interpretación del fenómeno de la informalidad, pues
introduciendo la noción de campos de acción social existe una valoración que amplía el
marco para pensar dichos fenómenos, también es cierto que el autor otorga una
limitación central: nos sitúa en un campo de incertidumbre al no considerar propiamente
los campos de acción social como parte del mercado laboral, sino más bien como una
complementación que nos permite entender las lógicas de circulación y ubicación de la
fuerza laboral.
Si estos campos de acción social no pertenecen al mercado laboral ¿son acaso ajenos a
las dinámicas que acontecen en el mismo? ¿No es el mercado laboral en última instancia
una construcción de orden social?
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
Es, y resulta urgente, entonces, plantear en forma teórica una visión de trabajo que no se
limite solamente al aspecto asalariado. ¿Por qué? La justificación real encontraría su
explicación inmediata en la tasa que alimenta constante y sistemáticamente nuevos
escenarios de lo laboral que parecían no tener tanta importancia para los estudios
laborales. Estos escenarios son de carácter dinámico, pues muestran una gran capacidad
de adaptarse a formas que se encuentran en constante cambio y en donde las relaciones
sociales, que se forman, son poco rígidas, o, al menos, no existe una reglamentación
clara al respecto. Nos referimos, claro está, al fenómeno del trabajo informal o atípico.
Es así como el mismo Enrique formula el concepto de trabajo no clásico:
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Los semaforistas poblanos
“A) [Se complican] para los procesos de generación de servicios en los que el
cliente, derechohabiente, usuario está implicado en el propio proceso de producción
y por tanto el control sobre el proceso introduce a un tercero que no es obrero ni
empleador en el propio proceso de cómo se produce.
B) [En] los trabajos desterritorializados, como la venta a domicilio, que subvierten
los conceptos de jornada de trabajo y de espacio productivo.
C) [Y] en la producción meramente de símbolos, como la generación de espectáculos
públicos o de software.” (De la Garza, 2011, p. 13)
Así, el concepto de trabajo clásico se distingue del no clásico a partir de que el primero
es específico, al ser considerado en la investigación empírica y por tanto, en las
teorizaciones como la línea principal de la evolución del trabajo (industrial, fordista,
estable, regulado)
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Los semaforistas poblanos
En este otro enfoque, los actores construyen, dentro de sus posibilidades y restricciones,
unos su oferta y otros su demanda de fuerza de trabajo. Luego entonces:
Por ejemplo, las restricciones estructurales desde donde el individuo puede verse
sujeto, una vez que busque ofrecerse en el mercado laboral, pueden ser de carácter
sociodemográfico: la edad (ésta modifica las expectativas de empleo), el género, la
etnia, la escolaridad (la baja escolaridad resulta contraproducente en términos de
mejorar oportunidades laborales), el estado civil, el número de dependientes. Otras
restricciones pueden ser la experiencia laboral anterior y la calificación.
La generación de estas estrategias por parte de los actores resultan ser un entramado de
orden práctico pero también subjetivo:
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Los semaforistas poblanos
Pensar el mercado como una construcción de orden social obliga a desmenuzar las
relaciones sociales que se ven implicadas dentro de dicho espacio. Y estas relaciones no
pueden ni deben pensarse ajenas a las dinámicas que imperan.
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Los semaforistas poblanos
En el fondo de estos enfoques, que en México son los dominantes para analizar el
mercado de trabajo, está el problema de quién determina: la familia, la oferta o la
demanda del trabajo. Una primera consideración es que del mercado de trabajo no sólo
interesan salario y empleo y que no todas las variables que lo determinan son reducibles
a los precios.
Algunas de las críticas a las teorías del mercado de trabajo como las menciona
de la Garza (2008), el problema del estructuralismo en las ciencias es si las posiciones
que tienen los actores sociales con respecto a las estructuras determinan sus
concepciones y comportamientos. De esta forma resultan estructuralistas la mayor parte
de las teorías económicas y buena parte de los enfoques sociodemográficos (Berger y
Luckman, 1996).
Por otra parte y sin restar importancia a lo anterior, podemos al menos ubicar una
variable independiente dentro del concepto de mercado laboral
“… la restructuración productiva también funge como una variable independiente que impacta
fuertemente sobre el mercado de trabajo. Entre otras cosas, cambia la composición de la fuerza
de trabajo según calificaciones” (Pries, 2001,534)
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Los semaforistas poblanos
“Pocas ideas han podido enraizarse tanto como la idea de que en la historia hasta
nuestros días, se han estado produciendo tomas de posesión… En última instancia, la
toma de posesión tiene un final rápido, en cualquier parte y, cuando no queda ya
nada que tomar, no hay más remedio que ponerse a producir” (Marx y Engels,
1974, 116-117).
La idea que enmarca la cita anterior es la de Propiedad privada: el violento proceso que
supone dejar en claro el beneficio que para unos resulta poseer algo que para otros
resulta en pérdida o negación de ese algo. La idea de la propiedad privada es central en
toda la obra de Karl Marx, pues ésta es la gran piedra filosofal que permite no sólo el
sustento de la sociedad capitalista sino su reproducción misma. Sin el régimen de
propiedad privada no existiría la distinción de clases que permite separar a quienes
poseen medios de producción y quienes sólo poseen fuerza de trabajo. De ahí que la
estrategia marxista clásica de la abolición de la sociedad de clases pasara
necesariamente por la abolición del régimen de la propiedad privada sobre los medios
de producción.
¿Qué motiva a los semaforistas a sentirse dueños, amos o señores del semáforo?
Para empezar, hace falta ya distinguir el estatus de los ocupantes del semáforo. Éste
permitirá distinguir las diferencias entre las distintas actividades que se llevan a cabo
dentro del semáforo. Ya habíamos mencionado que existe un permiso que se establece a
través de una cuota mensual para ciertas actividades; éstas son, al menos en nuestro
estudio, las que se llevan a cabo a través de un puesto semifijo: la venta de flores o la
venta de pan. La cuota permite el no asedio o intimidación de las autoridades y
generalmente se establece en el período que abarca un mes, el permiso suele tener un
costo de $300 pesos. Algo que llama la atención es que pudimos notar que existía una
lucha de bandos dentro de los distintos puestos en cuanto a reconocer quién es el
legítimo cobrador del permiso, para unos es Antorcha Campesina y para otros el
Ayuntamiento.
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Los semaforistas poblanos
De cualquier forma, lo que para nosotros resulta de suma importancia con el fin
de comprender el sentido práctico que otorga el semáforo a sus integrantes, pasa
necesariamente por entender la única figura que no cuenta con permiso alguno para
realizar su actividad: los limpiaparabrisas. ¿Cómo consiguieron mantener un carácter de
permanencia? Tomando en cuenta la cantidad que representan (por lo menos una tercera
parte de la relación de semaforistas está integrada por limpiaparabrisas) la respuesta a la
pregunta se torna difícil.
- Tripa: Mira, Árabe, la tira aquí sólo quiere molestar, por eso nosotros nos
sabemos defender ¿qué madre les vas a estar dando lo que ya te costó juntar; si
cuesta caro ganarse a la gente y proteger el sema? ¿a quién robamos? ¿Por qué
nos pintan de ladrones?
- Enano: Si ya la tira nos había dejado en paz... pero así son esos lacras, nomás
tienen hambre y vienen a morder…
- Code: Igual aquí [11 sur y periférico] ya no estaban pasando, pero luego caen
como a las 11 am, desde esa hora decidimos movernos allá por Valsequillo, ahí
ni pasan y está lleno de morras bien bonitas, hasta le alegran a uno el día…
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- Negro: Mira, Árabe, si te chingan o te vienen a decir que no puedes, pues tan
fácil como que agarras tus chingaderas y te mueves a otro sema, siempre hay
otro más y nunca se acaban.
- Vago: No puedes tirarle mala onda a nadie aquí, nomás te ganas broncas,
tampoco que te agarren de pendejo, pero imagínate, luego cuando andamos re-
pinches hambrientos pues vamos al puesto de colorados y nos fían, o hasta te
dan chamba pa’ que saques lo de la bolsa y así hasta te vas contento.
- Perro (criticando a Huesos por su negativa de fuga): Nel, pinche Huesos allá en
Valsequillo está más chido, puras morras y bien guapas, hasta da gusto trabajar
no que aquí ni hay nada.
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Los semaforistas poblanos
No existen, la mayoría de las veces, elementos estables que puedan encontrarse como
características que definan a los limpiaparabrisas. Saben que la efectividad de sus
acciones depende del factor de presencia en el semáforo, pero también saben que éste
sólo les pertenece en la medida en la que los demás limpiaparabrisas no opongan
resistencia y sobre todo en el hecho de que puedan mimetizarse con el objetivo de no ser
distinguibles.
- Perro: Aquí uno tiene que romperse la madre pa’ demostrar que sí puede con la
chinga; yo me rompí la madre tres veces con un culero que no quería verme
aquí. Ya después de la tercera vez pues se dio cuenta que sí podía y entonces me
dijo que no había bronca, aquí todos tienen que estrenarse.
Estos ritos de ingreso y permanencia no son las únicas formas en donde la agresividad y
la violencia demuestran la cohesión social del grupo. Por lo general, las dinámicas que
acontecen durante la luz verde del semáforo o en los tiempos de descanso, son
agresivas: pueden ir desde los empujones y los insultos hasta muestras de alto contenido
de violencia física. Sin embargo, una vez terminado el acto los participantes activos se
encuentran obligados a reconocerse porque los participantes pasivos siempre subrayan
el hecho de que todos son “amigos”.
- Huesos: ¿A poco tú dejarías que te agarren de bajada? Nel, aquí todos tienen
que mostrar el cobre, somos guerreros, pero la neta nos cuidamos de que nos
traben. No vas dejar que un güey se ponga pendejo, se baje del coche y te
quiera madrear. Nel, aquí todos nos hacemos el paro aunque estemos calientes,
todos somos banda.
Una característica que resalta entre el resto de las actividades de la dinámica del
semáforo es la agencia que el propio actor lleva a cabo, ya sea mediante un permiso o en
ausencia de éste, y que le da la impresión de ser el realizador total de una obra que sólo
tiene mérito propio, sea el actor en particular un vendedor de pan o un ilusionista. Se
trata de una identidad de semáforo:
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Una elemental falla parece no haber sido observada, o quizás, a sabiendas de ello, sería
sólo entonces posible actuar con alevosía y ventaja: la informalidad es un fenómeno
inherente a la condición y capacidad de aparecer, permanecer y mantenerse en una
semi-clandestinidad laboral. Su eficacia y eficiencia para concretar cualquier empresa
dependen de ello.
La pregunta que sondea el abismo de la cordura sería: ¿Cómo se puede estar seguro de
tener un dato objetivo de un fenómeno que no sólo se busca hacer invisible, sino que sus
actores mismos habitan la invisibilidad como recurso constante cuando ven amenazada
su empresa?
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Los semaforistas poblanos
- Perro: ¡Qué madre van a saber mis amigos o mi familia! La neta sólo mi morra
y mi suegra saben que le doy a la limpiada, a los demás les cuento de mis otros
trabajos.
A pesar de que esos “otros trabajos” también someten a Perro a condiciones laborales de
tipo informal como carencia de seguro social y prestaciones, o ningún tipo de protección
laboral, etc., son trabajos establecidos espacialmente (mesero y trabajador a destajo de
acabados en residenciales de lujo), no como el del semáforo, de limpiaparabrisas.
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encuentran excluidos del mercado laboral, al menos se encuentran al margen de él. ¿Es
un privilegio ser explotado bajo el capitalismo-neoliberal teniendo claro el panorama de
precariedad que se observa y que, como horizonte lejano, no se distingue punto final?
Nubes oscuras cuales cajas, nada puede ser distinguible bajo ese escenario. Al parecer,
no sólo ello es motivo de preocupación central en el tema, sino la categoría común que
da rostro al fenómeno.
Así parece entonces que solamente aumenta la cifra de gente que diariamente se
suma al escenario de la informalidad. El periódico Reforma, en su sección de negocios,
destaca que, para la primera mitad del año dos mil once, se tiene una cifra record de 6.4
millones de familias. Con datos del INEGI, a través del ENOE, los principales estados
de la república que destacan en cuanto al crecimiento de hogares donde el jefe de
familia es informal son: Veracruz, Guanajuato, Estado de México y Puebla. Por otra
parte, esto no quiere decir que en otras entidades no aumentó la informalidad, sino que
son estos estados en donde el aumento es más notable. (Departamento de Análisis de
Reforma, 2011):
Estado Número/Hogares
Veracruz 92,088
Guanajuato 83,511
Edomex 74,475
Puebla 70,519
Chihuahua 48,334
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Michoacán 43,253
Hidalgo 42,420
Guerrero 39,790
Tabasco 39,233
Nuevo León 33,544
Jalisco 27,459
Oaxaca 27,134
Visto así, la conclusión parecería ser que la informalidad muestra ya niveles que podrían
adjetivarla como rozagante, pues su extensión no parece de ninguna forma arrojar cifras
que permitan hablar de una mejoría futura.
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solidaridad mecánica (en términos de Durkheim) entre los distintos actores del
semáforo.
Adrián: Nel, este semáforo no lo dejo. Aquí saco pa’ los camiones y
completo la semana. En el trabajo en la salchichonería de Chedraui
apenas si saco pa’ la renta y tengo que completar para comer
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Los semaforistas poblanos
La labor del semaforista es, la mayoría de las veces, una labor de complemento en
cuanto al ingreso: en términos generales, los semaforistas realizan otras dos jornadas
laborales en distintos espacios a la par del semáforo. Así puede observarse un multi-
espacio laboral, conformado por labores en donde el grado de especialidad es bajo y
más bien se trata de trabajos “pesados”, en los que se requiere un alto desgaste de fuerza
física. Aun así, el trabajo de semaforista también demanda atención y fuerza física, sólo
que la coordinación de ésta pareciera ser administrada bajo el “libre albedrío” de quien
lo lleva a cabo. Sólo a primera vista puede ser tomado en cuenta el concepto de “libre
albedrío”, pues en un análisis más profundo, los factores de coerción, extorsión y
corrupción emergen para otorgar significación a la relación que se esconde detrás de la
permanencia de estos grupos o comunidades de semaforistas:
Incluso se han desarrollado códigos entre los integrantes del semáforo respecto a temas
delicados como lo sería el consumo de drogas ilegales. Si bien no es novedad la
existencia de consumo de drogas ilegales entre los trabajadores del semáforo, algo que
llama la atención es cómo ven ellos mismo el consumo:
Tripa: Aquí hay de todo: mota, alcohol o solventes, pero lo que no se vale
es venir a limpiar tostado.
“Tostado” significa, entre ellos, encontrarse bajo los efectos de cualquier droga; en otras
palabras, estar drogado. Lo dicho por Tripa responde a los incidentes de experiencias
pasadas: algunos trabajadores del semáforo llegaron a trabajar después de haber usado
algún tipo de droga y su agresividad detonó en conflicto directo con los automovilistas,
resultando agredidos. Esta acción llamó la atención de las autoridades de seguridad y
durante los siguientes días fue casi imposible para ellos llevar a cabo algunas de las
actividades que el semáforo les permite. Ante esa experiencia, existe ahora un tipo de
supervisión en donde ellos mismos señalan al “tostado” y mediante presión del grupo lo
mantienen distanciado del crucero, con la finalidad de no llamar la atención de las
autoridades:
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Los semaforistas poblanos
Existe también una presión directa de otros integrantes del semáforo, como la gente que
vende pan, dulces, flores, comida etc., sobre este mismo tema en cuanto a quienes son
los usuarios de drogas y la mala imagen que causan a los demás trabajadores:
Doña Domitila, dándome su opinión sobre por qué vendí muy poco en el
crucero que elegí. Yo creo que la venta estuvo mal porque desde temprano
estuvieron aquí los limpiaparabrisas y luego cuando oscurece pues la
gente se asusta y ni bajan las ventanas. Yo creo que los ven todos
drogados y pues piensan que los van a asaltar, se espantan.
¿Tabula rasa?
¿Dónde inicia el recorrido que hacen los semaforistas? Que quede claro,
cualquier intento de plantear una tabla cero y querer venir a decir que eso es posible con
exactitud es una locura. Esta tesis no se plantea eso. Sugiere que el semaforismo como
acción es resultado de la crisis que el modelo de sociedad salarial detonó a partir de
cambios profundos con la puesta en marcha del modelo de restructuración productiva.
En otras palabras: las crisis económicas, generadas en el origen mismo del capitalismo
(por ser de carácter cíclico, recurrente y agudo), otorgan como escenario el auténtico
ejército (joven-industrial) de reserva. Esto es: dado que su presencia es mayoritaria y,
con excepción de Perro (quien detenta la mayor escolaridad, grado universitario), todos
promedian la secundaria trunca:
Semaforista Escolaridad
2° semestre de la licenciatura en Ciencias de la
Perro Comunicación.
Code Secundaria trunca, segundo grado.
Enano Secundaria trunca.
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Los semaforistas poblanos
La tabla anterior muestra esta tendencia. También es importante resaltar que existe un
porcentaje interesante de gente con estudios a la par y realizando venta de alimentos en
el semáforo, tal es el caso de Andrea, Misrraim y Omali, que si bien hay un vínculo de
parentesco (los tres son hermanos), los tres tienen intenciones de terminar sus estudios.
Jessica también cumple esta categoría: quiere estudiar la universidad. Dos de sus
amigas, a quienes no pudimos incluir en la lista por falta de datos, por ser intermitente
su estancia en el semáforo, estaban estudiando en la BUAP, Ingeniería y Biología. Entre
las tres terminaban de vender dos a tres charolas con un aproximado de doce gelatinas
por charola, en menos de dos horas. Sonreían generalmente a las camionetas de
trabajadores que circulan cuando se acuesta el sol. Algunos pedían el número telefónico
de alguna de las tres. Sonreían y evadían hacer charla lejos de decir: ¡Ándale,
cómprame, es para pagarme la escuela!. Las gelatinas las elaboraba la hermana de
Jessica en su casa, y según las tres, repartían las ganancias con ella.
De forma similar los hijos de doña Domitila y don Luis, Ricardo y Juan, ayudan a la
venta de lo que sería un negocio familiar, pero que cuenta con la ayuda de diferentes
vendedores en dos puntos de la ciudad; a veces tres. Se reparten en grupos y asisten
repartidos por un taxi que luego los reencuentra al finalizar la venta en los dos primeros
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Los semaforistas poblanos
Existe también una hija mayor de doña Domitila que se encuentra estudiando
Derecho en la BUAP y que no pudimos incluir en la relación de semaforistas pues su
ayuda era ocasional. Doña Domitila siempre insistía en que ella debía dar prioridad a los
estudios.
El semáforo cobra una importancia muy significativa para estos grupos, pues a
diferencia de los limpiaparabrisas, los “panaderos” ostentan un permiso que les protege,
y su estado es de semi-permanencia. Existe un puesto improvisado que se apropia de un
pedazo del camellón o la banqueta en donde se instalan, esto les otorga una imagen
sedentaria. Los limpiaparabrisas, por su parte, muestran un nomadismo urbano. La
adopción de apodos demuestra esta identidad superpuesta con miras de querer
apropiarse de un espacio que les está prohibido.
Los conflictos entre grupos son raros. Nadie suele meterse con otros, salvo que
realicen la misma actividad. Es más común percatarse de conflictos entre realizadores
de la misma actividad, detonados por la envidia o el miedo, que observar un conflicto
entre un limpiaparabrisas y un panadero:
Paner: Aquí lo que chinga todo es la envidia. Si se enteran que ganas más
por lo mismo se te vienen encima. Yo la neta he visto cómo entre
vendedores [de pan] se pelean, todo es por la comisión. Hay quien te da
$3.50 por bolsa vendida y hay quien la paga a $4 pesos. Pero está perro,
porque luego como son muchos (cuatro o cinco vendedores de los tres
distintos puestos, por crucero) pues apenas vendes.
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Los semaforistas poblanos
Sin embargo, estos conflictos no evitan la relación que entre grupos de semaforistas
puede observarse. Así, por ejemplo, Code y Omali han establecido una relación de
noviazgo, al igual que Enano y Andrea, o Jesús y la Güera. Estas relaciones de noviazgo
a veces causan conflicto entre las dinámicas de trabajo, sobre todo con los empleadores
de los vendedores:
La aparente libertad con que los vendedores de pan pueden negociar directamente con
sus empleadores define el carácter ambiguo que estos ostentan como jefes o patrones.
Este acuerdo es sólo verbal. En él los trabajadores son vistos por el empleador como
“ayudantes” y siempre pueden, los ayudantes, cancelar el acuerdo de último momento y
no correr con ninguna responsabilidad que les impida regresar para ayudar en la venta
en otro momento. Esto otorga a los ayudantes una flexibilidad extensa en cuanto al
horario de trabajo y las tareas que deben de cumplir en ese mismo tiempo. Pues, ante el
mínimo conflicto, si el empleador no maneja bien la situación, puede perder a su
ayudante que no vacilará en acudir con otro empleador.
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
Así un simple encuentro de conversación se vuelve como por arte de magia otra
actividad que tuvo relación inicialmente dentro del semáforo, pero que en la práctica se
lleva a cabo fuera de él. Y sigue al final del día incidiendo dentro del “sector informal”
Huesos hablando sobre Perro, quien se cambia el traje formal de un restaurante local a
las ropas para limpiar: Míralo nada más cómo viene, anda re-cuco el Perro. Me cae que
ni siquiera se nota que aquí limpias, compadre. Y ya te vas a transformar.
No hay segundas dudas y menos titubeos a la hora de querer “hacer fila” para ingresar
en la cadena del “servicio intermitente” que el crucero ofrece. Para un trabajador del
semáforo, percatarse de cuándo se está fuera de él y cuándo dentro es algo complicado.
Cuando se está dentro del semáforo por algún tiempo, sale a relucir una constante
sensación de “aparente libertad individual”: se prescinde de una autoridad que ordene o
dicte el trabajo. Así, en muchas ocasiones, el semáforo es también espacio de “consenso
laboral” o dinámicas y prácticas que producen relaciones de amistad o incluso
parentesco.
Tripa: Es un trabajo y hay que rascarle como a todo, pero luego también llegas y pues
a saludar a la bandera. Aquí los compas cuando nos cansamos pues nos vamos a las
maquinitas o a echar relajo por ahí. Porque la neta no se puede estar perdiendo el
tiempo en el crucero, o le chambeas, o si no, no cae el dinero.
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Los semaforistas poblanos
La gente de los alrededores les conoce bien y les saluda o platica con algunos
dependiendo las modalidades del tráfico y su intensidad. Se han vuelto ya paisaje
constante, pieza integrante de la realidad que a los automovilistas poblanos atienden en
contra o con su consentimiento pero es una condición necesaria establecer una relación
a base de técnicas de acercamiento si se quiere permanecer en el oficio
Perro, técnicas para limpiar: Les sonríes aunque te digan que nel, luego insistes hasta
terminar y esperas a ver cómo reaccionan, pero nunca te des por rechazado de entrada.
Dejando a un lado la explicación “cultural” de las prácticas o técnicas que han permitido
la nutrición constante del fenómeno informal a nivel nacional, resulta provechoso para
nuestra investigación justificar en términos objetivos el comportamiento racional que
permite la sistemática acumulación y desarrollo de la creciente taza que alimenta
cotidianamente dicha población.
Un dato que nos resulta provechoso para entender esta acumulación constante de nuevos
integrantes a dicha esfera la encontramos en los datos que proporciona el propio
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) bajo el rubro de población
desocupada por duración de tiempo para conseguir ocupación.
Población desocupada
Entidad federativa : Total
Según: Duración
Consulta de: Población desocupada Por: Periodo encuesta búsqueda trabajo
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Los semaforistas poblanos
Población desocupada
Entidad federativa :
Puebla
Consulta de: Población desocupada Por: Periodo encuesta Según: Duración búsqueda trabajo
De 14 a 26
Total De 1 a 4 semanas De 5 a 8 semanas De 9 a 13 semanas semanas
Primer trimestre del 2013 97,663 53,700 17,827 7,509 10,882
55% 18% 8% 11%
Cuarto trimestre del 2012 107,662 49,285 21,679 14,031 13,841
46% 20% 13% 13%
Cuarto trimestre del 2011 110,576 70,771 14,532 14,306 7,057
64% 13% 13% 6%
Cuarto trimestre del 2010 101,758 59,472 22,369 10,360 5,595
58% 22% 10% 5%
FUENTE: INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Este registro muestra en forma clara, por no decir nítida o focalizada, la puesta
en marcha de estrategias que buscan mitigar el periplo del desempleo como problema
real que incide en el núcleo social por excelencia de la sociedad: la familia.
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Los semaforistas poblanos
El primero ofrece puestos de trabajo con salarios relativamente elevados, buenas condiciones de
trabajo, posibilidades de avance, equidad y procedimientos establecidos en cuanto a la
administración de las normas laborales y, por encima de todo, estabilidad de empleo. En cambio
los puestos del sector secundario tienden a estar peor pagados, a tener condiciones de trabajo
peores y pocas posibilidades de avance; a tener una relación muy personalizada entre los
trabajadores y los supervisores que deja un amplio margen para el favoritismo y lleva a una
disciplina laboral dura y caprichosa; y a estar caracterizados por una considerable inestabilidad
de empleo y una elevada rotación de la población trabajadora”
46
Los semaforistas poblanos
Si bien la novedad del análisis recae en las distinciones que se realizan sobre los
dos sectores algo que apuntamos es que, para nuestro trabajo, sólo ayuda hasta cierto
punto. No podemos, con los datos recabados, hablar de “poca posibilidad de avance”
entre los trabajadores del semáforo, pues la evidencia pone en duda esto. El semáforo se
vuelve un espacio de oportunidad para conseguir otros tipos de trabajo que confluyen o
se dan cita en el crucero.
El autor realiza un corte más profundo del primer análisis (sector primario y
secundario) para evidenciar las características que habitan y dan forma a las distintas
dinámica que acontecen en cada sector. Así encuentra que podemos hablar de un sector
primario dividido a su vez en dos partes más que conforman un nuevo sector, el
primario superior e inferior y el secundario superior e inferior. Desde nuestro punto de
vista este análisis resulta complicado cuando buscamos transportarlo a nuestro caso de
estudio.
No existe una distinción clara entre los diferentes cortes del segmento superior e inferior
de dichos sectores (el primario y secundario) y si bien pueden quedar explicadas a
cabalidad, desde la teoría de la segmentación, aportan para nuestro caso poca claridad
en cuanto a un fenómeno que observamos en el semáforo. Para Piore “las divisiones del
mercado de trabajo parecen estar relacionadas con bastante claridad con estas
subculturas y, posiblemente, también se apoyan en ellas
A nuestro parecer el fenómeno en cuestión (la informalidad) no pertenece a un
solo segmento de la población como podría ser el secundario inferior, ni tampoco está
caracterizado por un escolaridad nula o baja. El ejemplo en nuestro trabajo
etnometodológico expone el caso de Perro, que si bien pertenece a una clase trabajadora
no se encuentra solamente dentro de la informalidad, sino que a la par de trabajos
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Los semaforistas poblanos
Una fuerte carga de aventura y acción son posibles observar en los relatos que
los semaforistas hacen de sí mismos cuando se les increpa sobre el porqué de su
condición.
Esta explicación da al traste con quien los quiera pensarlos como víctimas de un sistema
injusto que los condena en los márgenes o en la exclusión del mercado laboral formal;
son más bien atletas en la condición de búsqueda no solamente dentro de la
informalidad sino en las posibilidades mismas de la formalidad.
Tampoco es válido decir que se aprovechan del conductor cautivo que no puede
más que intentar evitarlos pues no es responsable del camino que “eligieron”. Antes de
volverse verdugos del parque de automóviles que transita por las avenidas más
concurridas, se han hecho ya de un espacio que no sólo les pertenece sino que defienden
y el cual justifica sus acciones cuando ven satisfecha la demanda de sus clientes en
infinidad de variedad de productos. Las bolsas de Sabritas en oferta de $3 por $10 pesos
o la publicidad de infinidad de negocios o trabajos a domicilio que pueden observarse
en el crucero no son sólo una extravagancia más, que podemos explicar, a partir de “la
falta de opciones” debida a una baja escolaridad; en muchos casos son ya una opción de
emplearse de inmediato a partir de una franca disputa con la relación clásica del trabajo.
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
Más allá de interpretaciones de orden especulativo, tenemos que plantear ejes analíticos
que nos permitan hablar de un carácter general del semaforista. Ello obedece en parte al
objetivo planteado en cuanto a elaborar un perfil del semaforista. Pero, también está
impulsado por la curiosidad de la pregunta ¿Quiénes son los semaforistas poblanos? La
pregunta en cuestión supone la respuesta de otras preguntas que pueden intentar explicar
el fenómeno que se nos presenta: ¿Qué hacen los semaforistas? ¿Dónde habitan?
¿Consideran que su actividad es un trabajo? ¿Cuál es su trayectoria laboral? ¿Qué hace
ser al semaforista lo que es?
Resulta para nosotros indispensable llevar a cabo una reflexión de los límites de
nuestra investigación. De lo contrario correríamos el riesgo de no contar con la certeza
de entender en su profundidad real el fenómeno en cuestión. Con esa finalidad, nuestras
preguntas inmediatas son: ¿Qué papel asume un semaforista al adoptar su rol social?
¿Será acaso el de beneficiario de un título particular? O ¿El de poder trabajar en un
espacio que propiamente es público con fines privados?
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Los semaforistas poblanos
nuestro estudio, se trata del Boulevard 11 sur a la altura del puente del Periférico) y el
semáforo (como administrador y ordenador del ritmo de entrada y salida que permite a
sus “trabajadores” saber cuándo deben de hacer una u otra cosa). Y 2. Los sujetos o
actores que interactúan: los semaforistas y los automovilistas.
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Los semaforistas poblanos
Este segundo momento, momento de giro, funciona también para comparar las
peculiaridades que hacen de una labor específica ser la que se nombra. La oportunidad
de vender pan, colorados o cocol de queso, nos permitió también distinguir elementos
que se semejan y se diferencian de entre las distintas y tan variadas actividades laborales
que pueden encontrarse al interior del semáforo.
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Los semaforistas poblanos
para el cocol de queso (una bolsa grande y un sólo pan) la comisión es de 5 pesos y el
costo de venta es de $20 pesos.
Hay en toda esta actividad un sentido lógico de proceder. Por esto nos referimos
a una serie de pasos que son guía y que tienen una explicación que se valida a sí misma,
tomando en cuenta la respuesta que ofrece ante cierta circunstancia.
Esto no sólo compete a la labor de venta de pan, va más allá: incluye todas las
labores que se pueden realizarse en el semáforo. Incluso si se piensa en las labores de
orden abstracto, que implican una representación de un imaginario frente al
consumidor-cliente, en este caso, el automovilista. Así, por ejemplo, cuando se lleva a
cabo la muestra de una representación artística (no registrada empíricamente en nuestro
estudio de caso, 11 sur y periférico ecológico, pero que pudimos observar en el
Boulevard del Niño Poblano sentido a Zavaleta y el Boulevard Atlixco) esta
representación improvisada contaba con material de apoyo, una silla y una rosa, sus dos
protagonistas, un hombre y una mujer, intercalaban movimiento y gestos con ayuda del
material. Al final (dejando un tiempo, de la luz roja, para cobrar el espectáculo) los
automovilistas resultaban extrañados, al menos los de la primer fila, de pensarse si
estaban en sus carros esperando la luz verde para llegar a su destino o de si se
encontraban en una función de arte contemporáneo. Los chicos me comentaron cómo
era que en 4 horas lograban juntar una cantidad de dinero equiparable a la paga de un
trabajo de medio tiempo.
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Los semaforistas poblanos
A lo que se refería era lo siguiente: dar vuelta (en el caso de los vendedores de pan y
también de los floristas) y rotar (que aplica para cualquier actividad en el semáforo) son
dos acciones que tienen por objetivo aumentar la capacidad de venta. Esto es, incentivar
de manera emotiva pero también en forma práctica, que el trabajador aproveche mejor
las circunstancias que tiene, al interior del semáforo e intercambie información con su
equipo de trabajo. Así, dar vuelta (para la venta de pan y para la venta de flores)
significa ir al puesto base, esto porque después de no vender nada es natural que el pan
sude dentro de la bolsa, (o que las flores se marchiten, para lo que resulta prioritario
refrescarlas antes de que esto pueda suceder): la parte de azúcar que impregna el pan en
su cara superior, por la cual lleva ese nombre, se desprende y mancha la bolsa,
provocando que su aspecto no sea el adecuado para venderlo. Cuando se llega a la base,
el organizador tiene por función, romper la bolsa que se ha impregnado de azúcar y
meter las piezas individuales de pan en una bolsa nueva, al mismo tiempo que ofrece al
repartidor de pan nuevas bolsas para que continúe su labor, no sin antes intercambiar
información: ¿cómo va la venta?; ánimo, ahí se vende bien, es sólo cuestión de
buscarle. Algunas veces incluso se habla del nivel de competencia (en el caso de que
exista): Ya hay muchos vendiendo pan allá, ¿no quieres rotar?.
Rotar es una acción estratégica que permite encontrar a un parque vehicular distinto,
reglado bajo otro tiempo y espacio (esto al menos en el caso de la 11 sur y periférico
ecológico) en sentido de que no es el mismo tiempo de duración el de la luz roja sobre
el Boulevard de la 11 sur ni la misma afluencia de coches la que existe en comparación
con las laterales del puente del Periférico Ecológico, tanto en el sentido poniente como
en el oriente. Ahora bien esta acción de dar vuelta también cobra sentido para los
floristas (los vendedores de flores); en su caso esto sirve para refrescar las flores
(disponen de cubetas de agua, que colocan en distintos puntos, la mayoría de las veces
cerca del puesto base, pero a veces, también, cerca del inicio de la ruta de venta, esto es
al comienzo del camellón o en las banquetas de las laterales), de igual modo al llegar a
la base, hablan con el organizador, descansan los brazos (suele haber cierto grado de
molestia en las extremidades debido a la labor que implica pasearse por entre los coches
con los brazos extendidos para que la mercancía luzca), y se ponen de acuerdo en
cuanto a lo que llevan vendido o en si quieren intentar vender algo más. En el caso de
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Los semaforistas poblanos
las flores depende mucho de la temporada, pues la variedad es bastante amplia, puede
haber tulipanes o rosas pero también girasoles o hasta orquídeas.
Sólo para el caso de los limpiaparabrisas dar vuelta significa tomarse un tiempo
para hacer “otra cosa”, otra cosa que no sea “caminar en la fila” o “hacer fila” (esta
expresión indica el momento en que la luz se ha puesto roja y la voluntad se muestra
dispuesta aprovechar la situación). Esta “otra cosa” es, la mayor parte de la veces,
bastante variada, puede ser ir a comer, o jugar videojuegos en alguna tienda cercana,
también descansar un rato en algún lugar propicio o incluso intentar hacer amistad con
alguien del mismo semáforo. De cualquier manera, esto es sólo porque el
limpiaparabrisas no cuenta con un puesto base, o con un organizador: él solo es su
propio organizador, y dispone únicamente de sí para tomar esa decisión. Por otra parte
no sucede así cuando quiere rotar, pues para el limpiaparabrisas rotar es una acción en
donde debe de tomar en cuenta que otros limpiaparabrisas pueden encontrarse en el
semáforo que se ha elegido para tal propósito.
Llevaba poco más de un mes y medio de estar acudiendo al encuentro de una población
semaforista de considerable tamaño, si bien había tenido oportunidad de censar a poco
más de veinticinco personas, todas las tardes en las que estuve presente puede notar el
ingreso de nueva gente; gente con la que no tuve tiempo de entablar una conversación
que me permitiera clasificarlos en la base de datos que desde un inicio se volvió una
obligación de carácter académico para nuestra investigación.
Mientras que de día, sobre todo en las mañanas, la venta de pan o flores no se
aparecía como por las tardes, era evidente que la actividad de semaforistas estaba ya
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Los semaforistas poblanos
Son las 3:15 pm y para nuestro asombro no hay nadie, al menos dentro de la
comunidad de la venta de pan, ninguno de los tres puestos que existen, tampoco figuran
ninguno de los limpiaparabrisas, no solamente los que conocemos sino incluso los que
suelen estar por cuenta propia, como David, un chico que llega por las tardes a limpiar y
a quien siempre le acompaña su pareja, una mujer que en forma de informante ocupaba
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Los semaforistas poblanos
la esquina del semáforo para señalar si ve alguna patrulla cerca y entonces emprender la
huida.
Algo no resultaba del todo claro: ¿se habrían puesto de acuerdo para no venir a
laborar? ¿Cómo podían haberse puesto de acuerdo intereses contrarios? Esto tomando
en cuenta las tensiones entre “panaderos”, pues era normal escuchar de viva voz de los
repartidores de pan todo tipo de tensiones generadas a partir de las dinámicas de trabajo
en un mismo espacio donde tres diferentes puestos que en última instancia intentaban
vender el mismo producto, colorados y cocol de queso, confluían. El robo de
repartidores entre los distintos puestos, por ejemplo, era motivo de constante tensión, lo
mismo que la invasión del espacio para la venta. La principal causa de conflictos parece
estar motivada por el otorgamiento de permisividad para utilizar el espacio. Mientras el
puesto de pan donde “laborábamos” suscribía este permiso por parte del ayuntamiento,
los otros puestos lo habían recibido mediante la intermediación de un representante de
Antorcha Campesina, un grupo que como es sabido tiene y mantiene su carácter de
filiación política al PRI.
Nos había llevado un poco de tiempo caminar a esta zona. El sol estaba por ponerse y
Miguel, quien se encontraba limpiando junto con Huesos, tenía ya preparadas las
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Los semaforistas poblanos
antorchas, que él mismo había confeccionado a partir de unas varas de madera en donde
clavaba trozos de mezclilla. Dispuesto ya como se encontraba, no dudó en comenzar el
espectáculo de lanzar en forma sincrónica y circular las distintas antorchas que tenía.
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Los semaforistas poblanos
Está en la otra base, ha de ir por el quinto turno, todavía le restan dos – le comenta uno
de los hijos de Domitila a Miriam, una empleada en el puesto de pan-. Se refiere a
Esteban, el “Siete turnos”, un chico que conocí cuando fui a casa de Don Luis.
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Estaba realizando una entrevista de vida sobre Don Luis y sus hijos no paraban de
comentar que mejor entrevistara al Siete turnos, él nunca para de trabajar y siempre trae
ánimo de más, incansable.
Esteban ayuda a Domitila y a Luis con la fabricación del pan en todo el proceso de
elaboración. Desde la mezcla inicial de los ingredientes, hasta la elaboración de piezas y
el proceso de cocción. Pero ése es sólo el primer turno. También vende pan, a veces es
el encargado de transportar los canastos de mimbre, con ayuda de un taxi y llegar al
puesto de venta para comenzar a separar las bolsas y organizar el pan para su venta.
Otras veces se encarga de llamar por teléfono a las y los distintos integrantes del puesto
de pan y confirmar si irán a vender pan esa tarde con el objetivo de poder estimar
cuántas piezas de pan fabricar.
Los fines de semana también se fábrica pan para cemitas en casa de Don Luis. Sus
hijos son los encargados de ofertarlo en el mercado, pero en el proceso de elaboración, e
incluso para la ayuda de ciertas tareas relacionadas para la venta, es Esteban quien
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Los semaforistas poblanos
resulta provechoso. Entre semana el turno de salida del semáforo suele estar anunciado
por la finalización de la venta de la mercancía. Esto implica que si después de las 9 pm,
cuando la segunda base acude al encuentro de la primera, sigue habiendo pan que
vender, entonces continúan los esfuerzos para vender lo sobrante. Muchos de los
vendedores de pan suelen negociar con la dirección (Luis o Domitila, o alguno de sus 2
hijos) la salida temprana, esto es cuando se encuentran las bases. El argumento de esta
negociación es generalmente la presencia que reclaman otras actividades, la escuela u
otros trabajos; actividades que algunos semaforistas realizan a la par de la venta de pan.
Los que quieren seguir en la venta permanecen. Pero al Siete turnos su reputación le
precede, nunca muestra negativa ante la agenda de realizar cualquier tarea que le sea
encomendada. No tiene ningún conflicto para él quedarse hasta las 11 o 12 pm
intentando vender pan. Incluso me comenta cómo a esas horas la venta es mejor,
porque te ven ahí valiendo madres y se mochan.
- A veces son las 3 am y lo encuentras aquí cociendo pan o lavando las bandejas
– me dice Julián el hijo de Domitila.
- ¿Te gusta el trabajo que realizas? – le pregunto a Siete turnos.
- Yo le agarro el gusto a todo, pero si mi jefecito me llama pues también dejo todo
esto.
- ¿Quién es tu jefecito? – pregunto con curiosidad. Él retrocede el cuerpo y con la
mano izquierda descubre su antebrazo derecho y sonríe mostrando la alegría que
acompañan sus palabras.
- Mi patrón lo que me pida.
El nombre que se lee, tatuado en letra cursiva es: Joaquín Guzmán Loera, mejor
conocido como “el Chapo”. Yo no intento darle ánimo para platicar sobre el Chapo,
busco saber las motivaciones que lo llevan al semáforo.
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Los semaforistas poblanos
Una fuerte carga de elementos adquiridos mediante la experiencia hace del trabajo una
acción única e irrepetible. En ella queda plasmada también no sólo la intención de quien
la lleva acabo (como tarea), sino las circunstancias concretas de las que el “actor” debe
hacerse de para evitar que la finalidad desemboque en un lugar no deseado.
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Debe tomarse en cuenta que estos grupos no son sectarios: unos a otros acuden en
búsqueda de apoyo cuando se requiere algo; por ejemplo, falta de agua o jabón. Y
también es necesario mencionar que dentro de estos grupos algunos de sus integrantes
buscan, la mayor parte de las veces, trabajar solos: Perro sería ejemplo de ello para el
primer grupo, y David o Vago para el segundo. Pero cuando estos integrantes trabajan
en colectivo suelen hacerlo en esos respectivos grupos.
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Sin duda se puede estar o no de acuerdo con los planteamientos que nos llevan a
considerar la actividad de lanzar fuego como planeada. Pero no se puede restar crédito a
la dificultad que acompaña el acto.
Vago sentencia la habilidad y técnica que conlleva el acto: Tienes que presionar los
labios con la mano izquierda, mientras con la boca haces un pequeño hueco por donde
escupes, aunque sintetizada así, la actividad no parezca compleja, esto es sólo una
descripción inexacta de la amplitud que puede cualquier observador valorar.
Para comenzar, no sólo cuando el sol está por acostarse es que comienza a tomar
sentido la acción de PGH, durante la tarde, si se sabe, como apunta Negro, que es
quincena, pues existe un incentivo. La acción sólo cobra sentido cuando la luz acepta su
finitud.
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Los semaforistas poblanos
Algo con lo que los tres están de acuerdo es que no se puede hacer esa actividad
de forma prolongada o frecuentemente. Los residuos del gasóleo que terminan
colándose por el esófago rumbo al estómago, son un factor a tomar en cuenta para
retirarse temprano. Luego llegas a casa y sólo quieres tomar leche pa’ que te corte el
aceite. Al otro día cagas de la chingada. Nel, por eso sólo unas horas y ya estuvo, igual
en poco tiempo sacas más que la limpiada.
Esto último debe tenerse muy en cuenta si se busca entender por qué se
caracteriza de forma distinta la labor del PGH. Ésta no sólo está enfocada a los primeros
coches. Los camiones de transporte público suelen ser buenos clientes debido a la
preferencial altura que ocupan desde sus unidades para el espectáculo: Esos carnales
luego te dan de hasta $10 varos. Debido a que el PGH suele colocarse al inicio de las
dos líneas de coches que conforman la lateral, es un público extenso al que se dirige en
la realización del acto. La posibilidad de reunir más y mejor paga aumenta
considerablemente.
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Los semaforistas poblanos
Vago escupe más veces fuego con una sola toma que Code, y por más tiempo.
Code a veces hace una pequeña toma extra de gasóleo al final del primer acto, como
para completar el número de veces que Vago lanza fuego y su expresión al lanzar el
gasóleo demuestra cierto nivel de aprendizaje inferior al de Vago. Vago demuestra
mucha más técnica en cómo pararse y lanzar fuego. Negro, quien como sombra, asoma
sólo para decir: Chicles, ya se vienen. Vago, para mi asombro, no figura más y veo a
Code y a Negro perderse con tal rapidez que no hubo momento de despedida.
La luz se torna roja y la espera hace que los automovilistas tengan que prestar atención a
lo que se les presenta como inevitable: el semaforismo. La actitud que adquiere el
automovilista con respecto a la tarea que desarrolla el semaforista marcará, en gran
medida, la concretización o la negación del acto. En esa perspectiva, se puede pensar
que si uno, como automovilista, se niega rotundamente o se muestra inconforme con la
actitud de un semaforista, este último elegirá mejor camino y no será el automovilista el
que sea víctima del improvisado trabajo informal.
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Los semaforistas poblanos
distinguen a “uno” del “otro”. En el caso del semaforismo estas diferencias se vuelven
obvias: es el automovilista el que tiene la última palabra, él decide si el acto se concreta
o no, pero nunca decidirá por el acto en cuestión, o mejor dicho, por la situación
específica que da elementos al semaforista para encontrar sentido en la acción que
realiza.
Un carro frena de forma abrupta. Su conductor aparece en primera fila ante el alto
del semáforo. Sin poder reaccionar, debido a la importancia que le otorga a la música
como compañera, el conductor del automóvil se sorprende de lo que le acaba de
suceder:
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Carlos, el único de los cinco limpiaparabrisas que conozco por nombre de pila,
apodado el Perro, me hace saber cómo se establece la proximidad entre ellos:
De pronto, asombrado de mirar un rostro extraño, se acerca uno más de los residentes
del semáforo. –¿Cómo te llamas?- preguntó sigilosamente. Mirándome con cierto aire
de confianza, echando el cuerpo hacia atrás, como si posara para la pasarela, responde: -
A mí me llaman William Levy-. Suelto una carcajada inevitable, podía ver el porqué de
la comparación: a pesar de su tono de pelo y piel oscuros, su peinado intentaba imitar en
forma el del actor, incluso se había teñido el cabello de color amarillo.
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Perro me observa agarrar el jalador y me dice – Nel, así no… Se agarra como si fuera
un abanico, firme. Lo presionas contra el cristal y jalas, comienzas primero de gato.
- ¿Qué es eso? – le pregunto.
- Pues nomás jalas una ralla de jabón y limpias el hule y jalas otra, aquí todos
comienzan de gato- responde Perro.
- Nel, yo no, yo comencé con curvas y todo… - interrumpe Huesos.
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- Cuando ya le sabes chingón, pues ya haces curvas, o sea limpias una línea de
jabón, ahí mismo tuerces el hule, limpias la otra en sentido contrario, vuelves a
torcer el hule y regresas- mientras Perro me explica esto, me muestra con sus
manos la forma en la que ellos logran limpiar con gran rapidez.
- Sobres sígueme - me dice Perro, mientras salta a la calle con jabón y jalador en
mano buscando cliente, encuentra uno y empieza: aprieta la botella de 500 mil
de agua y shampoo, enjabona la mitad en donde él se coloca, y mientras que con
una mano enjabona con su esponja, con la otra vuelve a exprimir su botella para
humedecer mi parte. Con la esponja que él me prestó y el jalador de William
Levy, hago mi tarea. En mi primer intento me sentí un hombre inútil para realizar
la labor, mi jalador se encontraba en el lado equivocado para poder jalar jabón.
- Tiene un corte- me señala Perro, quien para entonces había limpiado ya su parte
y se encontraba enjabonando ya el medallón trasero. Me doy cuenta del error y
corrijo. Para cuando termino de limpiar la mitad del parabrisas que me tocaba,
Perro ya estaba cobrando.
Llegamos al inicio del semáforo (11 sur y Periférico, sentido hacia Castillotla), listos
para lanzarnos de nuevo a la tarea de colocarnos a la mitad de las 4 filas de carros.
- Le jalas duro al hule- me dice Perro.
Me toma entre 5 ó 7 semáforos el adquirir ritmo. En cada uno, sin importar mi rapidez,
Perro me reparte siempre la mitad. Cuando nos dan cantidad par nos toca parejo; cuando
no, es el azar el que decide. Él me pregunta -¿Qué pides? –mostrándome una moneda.
Elijo sol y, si gano, me llevo la moneda más grande de la paga; si no sale lo que pido,
me toca el tostón.
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Los semaforistas poblanos
Me percato de que los semáforos en los que trabajo no sólo están ocupados por los
limpiaparabrisas, sino que, además de los cinco que ya conozco (Perro, El Enano, Code,
Huesos o William Levy y Tripas), también trabaja gente vendiendo pan: cocol de queso
y colorados.
La gente del pan está distribuida en dos mesas de cuatro canastos. En una de
ellas hay panes sueltos que entre una pareja de una mujer y un hombre de edad adulta
organizan para llenar bolsas. Las bolsas que venden contienen cinco piezas de pan que
llaman colorados; cada una vale diez pesos.
La segunda mesa también tiene dos canastos, pero dentro de ellos están ya las
bolsas de pan que entre tres personas distribuyen a los automovilistas. Los integrantes
de la segunda mesa son un hombre y una mujer jóvenes, aparentemente una pareja.
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parabrisas para limpiarlo. Al final, cuando se la luz del semáforo se torna a verde y
pasamos al camellón Perro me dijo:
- Mira cabrón, no puedes esperar a que te digan no, ni tampoco a que alguien te
diga adelante, aquí seleccionamos los carros por su apariencia, aléjate de los
carros nice-.
- ¿Cómo que nice? –interrumpo.
- O sea fresas; esos culeros no te dan nada y a veces hasta nos avientan el carro,
es mejor elegir los que se ven sucios o viejos, y no llegues a pedir permiso, tú
avienta el jabón y si se ponen pendejos pues entonces les limpias y te vas pero si
se ve como que no hay bronca pues le das y yo te ayudo.
Al aplicar la técnica que Perro me sugirió quedé asombrado. Hubo muchas reacciones.
Logré, en el primer intento, limpiar un carro que yo mismo había seleccionado, pero de
igual forma fui increpado en más de dos ocasiones; un automovilista me gritó ¡Ya me lo
lavaron allá atrás!; otro dijo en un tono de desprecio: ¡Te dije que no, ¿estás sordo o
qué?!.
Al cabo de unos semáforos más, me dio dolor de cabeza por el ruido del tráfico, que no
parecía disminuir conforme pasaba el tiempo:
- ¿No les duele la cabeza del ruido? ¿Qué hacen cuando quieren descansar?-
pregunto.
- Nel, aquí ya estamos acostumbrados. Yo a veces me tomo una hora o dos y me
voy a comer o a estirar las piernas por ahí para poder pestañearme un rato.-
Me responde Perro.
- ¿Y los demás?
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Los semaforistas poblanos
- Ah, esos cabrones luego se queman su feria en las maquinitas de por acá, yo la
neta no puedo darme ese lujo – responde.
Perro me cuenta que trabajaba en una constructora ayudando a descargar material, y que
también estudiaba comunicaciones; que incluso después del primer semestre estaba
haciendo prácticas de radio y comunicación y que le interesaba mucho, pero lo
despidieron de la empresa constructora, y la escuela en donde estudiaba era una
universidad privada, así que no pudo solventar el gasto y se salió de ahí, desde hace 2
años limpia parabrisas, tiene ahora 23 años.
Miro el reloj y veo que se me hace tarde para tomar el camión que me llevará a casa,
son las 9:25. Ellos me dicen que me quede, que mientras más noche la gente te deja más
dinero.
- Yo creo que se sienten mal de verte así en la calle tan tarde y chambeando y te
dan de a 5 o de a 10 varos – dice Code.
Explico que no puedo quedarme y me despido. Al final del primer día con ellos, ya
había sido bautizado, de entre las voces escucho un: - ¡Nos vemos mañana, Árabe!. -
Hay que reconocer que tienen ingenio.
Esta vez llegué un poco más temprano. Todavía queda un poco de luz, en el mismo
sentido vial de la primera vez (vía Castillotla) y puedo ver antes de llegar al crucero que
Perro trae ritmo de no dejar escapar ningún coche.
- ¿Dónde andabas ayer? La tira que nos corretea, a mí y otros culeros. –me dice
Perro
- ¿Con quién estabas? – le pregunto
- Banda de la mañana. Creo que sólo estaba el Tripa de los que conoces-
- ¿Qué hicieron? –
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- Pues que nos echamos a correr, ni modos de dejar que nos trepen esos culeros;
que nos pelamos de los tiras, ya cuando los vimos en chinga que chifla un
culero, nos trepamos al Periférico y te vas por detrás de los Infonavits. Pues
habían otros cabrones y ni sé si se pelaron.
- ¿A qué hora fue?
- No pues ya sabemos que después de las 11 comienzan a chingar esos culeros,
pero ha de haber sido como las 12; pues la banda se apoya, se dejan venir y a
correr, por suerte no treparon a ninguno.
Me puse a pensar sobre cómo ven normalizada la persecución de sus actos, como si
aceptaran ser lo que se les acusa: gente sin permiso para trabajar.
- Es que esos culeros no entienden que hay que ganarse la vida –me dice -luego
son buen pedo y dejan que la banda se vaya, nomás te piden pa’l chesco, o te
tumban lo que llevas hasta ese momento. Bueno ¿qué, le vas a chingar o no? –
me pregunta Perro. -Sobres mira aquí hay una almohada que alguien dejó y
pues presta, de aquí sacamos esponja- Perro intenta romper la almohada, se
demora un rato y luego me dice: -¡Ya chingamos!-
Yo había traído esta vez dos botellas de agua; consideraba que esta acción era en
retribución de que la primera vez Perro me había conseguido una botella, William Levy
un jalador. Una la dejé en un poste metálico que se ubica al final del camellón y la otra
botella la use para limpiar con jabón que me prestó Perro.
- No mames Perro ese jabón huele al del Aurrerá- exclama el Enano que se
encontraba ocupado sin descansar entre las luces rojas del semáforo -Cómo eres
rata-
- Es pa’ que haya como ahorrar -le contesta Perro.
Yo no entiendo bien a que se refiere y pregunto -¿Cómo que del Aurrerá?
- Sí, pues, no más te metes, te vas al área de shampoo y vacías un poco de
shampoo en la botella de agua, compras un dulce y listo, aquí la banda se
aplica cuando no consigue los sobrecitos individuales de shampoo. Ora sí que
hay que ser gandayas- dijo Enano.
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Intento conseguir un coche que acceda a que le limpie el parabrisas, pero fracaso
indiscutiblemente. Entonces utilizo mi botella para limpiar el medallón de los coches a
los que Perro ya ha empezado a limpiarles el parabrisas.
Esto para ellos parece ser como un acuerdo en común, aunque cada uno tiene una forma
particular de acercarse al carro seleccionado, todos coinciden en acercarse aventando
jabón al parabrisas. Unos son menos insistentes que otros, pero coinciden en que cuando
el automovilista arranca sus limpiaparabrisas o mete primera y trata de moverse, en
señal de no claudicar en su negativa, sólo queda limpiar lo vertido sobre el parabrisas e
ir en busca de otro carro.
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Aunque quise hacer un poco de plática informal respecto a su vida personal, Perro es
uno de los limpiaparabrisas que menos tiende a distraerse: intenta mantenerse todo el
tiempo dentro de la dinámica de usar cada luz roja (1 minuto con 20 seg.) como espacio
para conseguir, cuando menos, un coche. Si tuviera que comparar su caso, diría que
Code es el que suele tener más distracciones, incluso a veces llega al semáforo con
alguna nueva cosa que intenta practicar, como un bogo (el tubo de pvc largo que utiliza
Code en forma de bastón, forrado con hule negro, para girarlo y cruzarlo de lado a lado
usando sus dos manos, una especie de malabarismo)
Noto que Perro no tiene intención de hablar conmigo, sino que se encuentra decidido a
aprovechar lo que queda de su rutina, después de todo, como él me ha dicho -De noche
la gente te ve y como que siente gacho, después de las 10 ya te dan como de $5 y de $10
pesos, como pa’ que ya te vayas-. Perro se muestra decidido a no ceder su voluntad de
estar en el trabajo, yo no le sigo y él no insiste, comienzo hacer plática con Code.
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- Pues cuando dejé de estudiar tenía 15 años, y pues conseguí una chamba con un
ruco, tenía un taller que fabricaba ductos de ventilación que luego mandaba a
la planta de la GM [General Motors] en Saltillo, y pues ganaba chido, $1500 a
la semana, pero luego el ruco insistió en que me iba a mandar a Saltillo pa’ que
trabajara ahí con su socio, pero que sólo me pagaba lo de la semana y $50
varos diarios de viáticos, y pues no me pareció y que lo mando a la chingada-.
- ¿Te metiste al semáforo después?
-Nel, conseguí chamba de chalán de trailero, con ese don pues sí me gustó.
Conocía yo diferentes estados de la República. Oaxaca me gustó mucho, pero
pues el don era re-vicioso, le entraba duro a los chochos y pues pa’ aguantar se
daba sus pericazos y luego se ponía pendejo de que no le hacia la plática, me
pagaba poco. Estuve ahí con el dándole como 6 meses y luego me abrí. Me
gustaba el rol, pero el don que se pone muy mamador.
- ¿Cómo le entraste a esto de limpiar?
- Pues por mi carnal, él ya le daba y pues que me dice y ya. Aprendí en el camino;
de vez en vez consigo chamba de cargador. El sábado pasado saque $300 varos
por descargar un camión de tres toneladas con otros compas, llevaba blocs a
una casa
- ¿Y dónde está tú hermano?
- No pues ahorita está en Veracruz, dando el rol. Nunca ha salido y pues le dije
que se cuidara, es más grande que yo, pero pues igual nunca ha salido.
- ¿Cómo le hace allá pa’ ganarse el varo?
- Llevaba una lana de acá, apenas va unas 2 semanas, y pues creo que le está
limpiando en los semáforos.
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- ¿Cómo? Si no alcanzo.
- Trépate al cofre, estos no se ofenden –
Terminada la acrobacia, me da la mitad: $5 pesos-
-Estos compas ya nos conocen, hay que limpiarles chido, también los repartidores
del agua, y uno que otro camión. No todos dan 10 varos, pero pues igual nadie da más
de 2. Estos son buen pedo con nosotros y nos dan de 5 o de a 10-
- ¿Son clientes?-
- -Algo así
Miro el reloj y veo que pasa de las 9:30 pm. Perro me pregunta la hora; le digo que si no
me largo no alcanzo el último camión a mi casa.
- ¿Dónde vives?
- En San Andrés Cholula.
- No pues apúrate, sino no llegas.
Me despido y todos me dicen que llegue en las mañanas pa’ que conozca a toda la
banda.
Este día me encontré con Adrián, otro limpiaparabrisas que trabajaba en otro semáforo,
a un lado de donde trabajábamos nosotros. A Adrián lo había conocido el segundo día,
junto con el Negro y un tercero que se hacía llamar el Camote de los dos primeros. Al
principio no les presté mucha atención, después de todo yo rolaba con el Perro.
El día en que Perro me los presentó, noté una tensión muy sutil entre ellos (Adrián y su
grupo) y con los que yo entré a trabajar en Castillotla. Adrián me increpó la noche en
que lo conocí:
- ¿Tú que pedo aquí, eh?, ¿qué quieres aquí? – Yo estaba por contestar cuando
Perro intervino.
- Tranquilo cabrón, está con nosotros, vino a limpiar.
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Los semaforistas poblanos
Esa noche pregunté a Perro por qué ellos no trabajaban en el semáforo de Castillotla
con nosotros, y me respondió:
- Esos weyes tienen su espacio. Mientras no necesitemos agua o una esponja pues
cada quien en su espacio, aquí nos echamos la mano si necesitamos algo, pero no
trabajamos todos juntos.
Esa noche me quedé con la sensación de que existía un tipo de tensión entre ellos. Noté
también que el grupo de Adrián actuaba con más agresividad entre sus miembros que el
grupo de los cinco con lo que yo trabajaba.
Este día, llegué al crucero y no vi a nadie, sólo a Adrián, y aunque no tuve un buen
contacto la primera vez con él, le pregunté:
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Los semaforistas poblanos
Dejo a Huesos trabajando solo. La gente del pan, que labora también en el mismo
semáforo, trae el buen ritmo que generalmente muestra. Me dirigí al semáforo de Tripa
(el 2; el 3 es donde encontré Adrián. Junto con esos tres hay uno más, en la avenida 11
sur dirección centro. Con ese son los cuatro semáforos que integran la intersección del
puente del Periférico Ecológico y el Boulevard de la 11 sur). Veo que Tripa termina de
limpiar un carro. Aprovecho el rojo y cruzo hacia la banqueta donde choca con el muro
del puente, espero a que termine. Cuando el verde enciende se dirige a mí con paso
tranquilo.
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
El resto de la noche continua casi normal. Yo quedé asombrado por las descripciones
que Perro hacía para referirse a la policía: Pinches perros con placas, no entienden que
la cosa está cabrona; ¿qué les quitamos aquí trabajando?, ¿acaso le robamos a
alguien?
Al cruzar el Boulevard avisto dos nuevas caras: un chico vendiendo plantas y otro que,
al juzgar por su apariencia, es un limpiaparabrisas. Me acerco a Code y lo saludo:
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Los semaforistas poblanos
Dejo que continúe con el buen ritmo que trae y volteo para buscar a Code, pero no lo
veo. De pronto el chico de las plantas aparece detrás de mí:
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Los semaforistas poblanos
- ¿Trabajas solo?
- Con mi familia, los que se ponen debajo del puente – se refiere a los integrantes
del coche que se estaciona justo debajo del puente; son una familia de 4: madre,
padre y dos hijos, en ocasiones los asisten otras dos personas que no parecen
relacionadas. Noto que su forma de hablar es muy distinta a la de los
limpiaparabrisas, se puede observar cierto grado de timidez y respeto en su voz.
- ¿No tienen problema con la policía?
- No, pagamos permiso.
- ¿Es caro?
- Como 300 pesos.
- ¿Al año?
- No, como crees, al mes. – Perro ya me había comentado que la gente del pan no
tenían problema con las autoridades pues pagaban permiso.
- ¿Y a poco con el permiso ya no les hacen nada?
- No pues luego cuando ya venció se echan su vuelta para dejarnos claro que hay
que pagar, de ahí en fuera ni los vemos.
- ¿Llevas mucho tiempo aquí?
- Yo, 10 años. Llegué a ayudar a mis papás cuando tenía 6 años; mis papás llevan
15 años.
- ¿Vienen de lejos a vender?
- De unos pueblos de por Atlixco, allá consiguen mis papás las flores y pues
venimos acá a vender, a veces tulipanes, a veces rosas o gardenias,
dependiendo la temporada. ¿Oye? – me pregunta-
- ¿Qué pasó?
- Te han dicho que te pareces al Señor.
- Sí, muchas veces.
- Es que te ves igual, ¿cómo te llamas?
- Antonio, pero aquí me dicen Árabe, supongo que por la barba. – le respondí. ¿Y
por qué no mejor venden en las plazas o los parques de la cuidad? – volví a
preguntarle.
- Pues luego ya venden ahí y la gente es muy celosa, como ya tenemos confianza
aquí, pues aquí vendemos – me responde.
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Los semaforistas poblanos
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Los semaforistas poblanos
Code toma un buche de diesel, segundos después que el rojo se ha puesto, se aproxima a
la primera fila de coches; colocándose justo en medio, levanta la antorcha para captar la
atención de su público. Mientras los peatones cruzan, Code espera el momento indicado
para tener espacio libre. De pronto suelta la primer llamarada, una mano sostiene la
antorcha y la otra lo asiste para formar una V que deja un reducido orificio en los labios,
mientras los dedos de la misma mano aprietan las fosas nasales para crear una salida de
presión y liberar el diesel lo más lejos posible de su cara. La primera llamarada mide
unos 2 metros. Suelta otras dos llamaradas y escupe al suelo el sobrante. Concluido el
acto, aún con la antorcha encendida, camina entre los carros buscando alguna moneda:
nadie le da nada.
Escupe en total tres llamaradas y lo último lo tira al suelo. Vago sí recibe paga de por lo
menos cuatro personas (dos automovilistas y dos camiones).
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Los semaforistas poblanos
sólo puedo imaginar la intensidad que la llama, a través del calor que genera, puede
provocar en el rostro de quien la crea.
- Ya me voy, paso a dejar el diesel del Negro en la alcantarilla – dice Code, quien
se acerca a nosotros después de estar limpiando. Suelen tener ese espacio (“la
alcantarilla”) para dejar sus cosas en la noche y luego recogerlas por la mañana.
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Los semaforistas poblanos
Al llegar al semáforo de la lateral oriente del Periférico, observo que en la esquina sólo
está Negro; generalmente también trabaja con Adrián y el Camote.
- Sólo está el Enano de tu banda –me dice, como queriendo insinuar que en ese
semáforo trabajan otros que no son mi banda.
- ¿No has visto a nadie más? – pregunto.
- Tripa andaba por ahí vendiendo rosas, le pidió permiso al señor y se pasó a
vender, pero creo que ya se fue.
Al cruzar por debajo del puente, para dirigirme al semáforo de Castillotla, veo a la
familia que vende flores atiborrados de gente y con más mercancía de la que
comúnmente llevan. Cruzando el semáforo de la 11 sur observo una sola mesa de la
gente del pan (la pareja joven). Pero esta vez no se encuentran vendiendo pan, sino que,
parece que han hecho un tipo de arreglo con la familia de las flores pues tienen la mesa
(usualmente dispuesta para el pan) llena de arreglos florales, incluso uno que otro globo
que lleva un mensaje alusivo al día de San Valentín.
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Los semaforistas poblanos
- Acabo de llegar, estuve en la mañana un rato pero me fui a comer al medio día,
andaba la tira bien al loro. – Observo que al lado de él se encuentra una lata de
aluminio que con ayuda de unas tijeras y algo de ingenio parece una flor de lata.
- ¿Tú la hiciste? –pregunto, mientras señalo la lata.
- Sí, la corté con unas tijeras, me tardé como quince minutos en hacerla, me traje
cuatro y ya vendí tres.
- ¿En cuánto las estás vendiendo?
- En diez pesos.
- ¿Por qué no hiciste más?
- No pensé, yo nomás pues tenía tiempo libre, debí de haber traído más, ¿verdad?
¿Quieres chambear? –pregunta.
- Híjole, voy a sonar a disco rayado pero no traigo ni botella ni esponja, viene a
ver si no encontraba a Perro pa’ ver si encontró chamba.
- Ya, si no está tu camote te apenas, ese güey no se ha aparecido por acá; agarra
la botella del Code – yo le sigo la corriente.
-
Decido intentar algunos semáforos. Intento en al menos más de cinco ocasiones agarrar
un coche; sin éxito regreso a sentarme un rato en la banqueta.
- ¿Cómo te llamas?
- Sergio – responde tímidamente y en forma esquiva.
- ¿Limpias también?
- No, yo vendo churros.
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Los semaforistas poblanos
El enano se despide después de vender la última flor de latón que hizo y carga con sus
cosas y un regalo para Andrea.
- Ahí le dices al Code, si viene a buscar sus cosas, que las deje en la alcantarilla,
él sabe dónde.
- ¿No estás trabajando hoy o por qué no sigues vendiendo? – pregunto a Sergio.
- Ya terminé, igual de que es 14, pues no se vende mucho.
- ¿Trabajas solo?
- No, somos ocho, uno en el puesto (se refiere a un local improvisado que se
encuentra en la banqueta de la 11 sur dirección Castillotla, justo afuera de las
oficinas de la SOAPAP), dos en un semáforo y otros dos en otro; los últimos
tres en los camiones se suben a vender, y el patrón.
- ¿Todos son de aquí?
- No, ninguno, todos somos de Zacatlán; bueno, el patrón sí es de acá.
- ¿Qué hacen tan lejos?
- Pues chambeando, es que allá ahora no hay chamba, yo igual y me regreso en
marzo para aprovechar la temporada y buscar chamba de cortador y cargador
de manzana.
- ¿Sólo has trabajado en eso?
- Pues también de cargador de material para la construcción.
- ¿Cuántos años tienes?
- Quince, llegué aquí de trece.
- ¿Cómo es que llegaste por acá?
- Un cuate de Zacatlán que ya trabajaba en esto de los churros pues que me jala,
igual no había chamba allá y pues que me le pego. Ando viendo si puedo entrar
a esto de limpiar nomás que no sé. ¿Es difícil? – me pregunta.
- A mí se me ha complicado, igual le agarras la onda y pues se hace. ¿Qué tal la
venta de churros?
- Pues es por comisión, la bolsa la vendemos en $10 pesos, nos ganamos $ 3.50 y
le damos al patrón $6.50; se gana bien si vendes más de cincuenta bolsas, pero
luego no quieren comprar y pues tienes que vender a como dé lugar.
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Los semaforistas poblanos
Veo el reloj y apenas dan 8:15 pm. Camino rumbo a la parada de autobús y observo que
la familia de Jesús (la familia de las flores) sigue ahí vendiendo, hay un considerable
número de gente.
Llego al semáforo de la lateral poniente del Periférico (el camión que tomo para llegar a
la zona me deja justo ahí). Encuentro a Enano intentando perforar la tapa de una botella
con ayuda de una punta de alambre que sobresale en la parte inferior de una cerca de
malla ciclónica. Yo también traigo una botella a la cual necesito perforarle un hoyo en
la tapa para poder verter jabón.
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Los semaforistas poblanos
hacer un trabajo de la escuela. Yo intento asumir su nivel para recibir trato como
igual.
- ¿Tú no eres hijo de casa? – le pregunto.
- Nel, yo soy hijo de la calle, como todos acá.
- ¿Vives en la calle?
- Bueno no, sino con mi carnal – se refiere a Huesos, William Levy- en un cuarto;
pero pues no vivo con mis padres, me las veo por mí solo, igual mi carnal, aquí
en la calle.
En el semáforo están Tripa, Jesús (el chico de la flores), un niño que vende pan y
Negro (quien usualmente trabaja en la otra lateral, pero en esta ocasión estaba ahí
tirando fuego).
Enano se prepara para limpiar. Negro que regresa de tirar fuego me saluda:
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Los semaforistas poblanos
Negro vuelve al semáforo a seguir con el fuego. Yo salto decidido a intentar hacer
curvas en el medallón trasero de los autos y lo consigo en las dos primeras veces. Los
autos los ha seleccionado Enano, quien comienza por verter jabón en el parabrisas; si
veo que lo continúa haciendo y luego procede a enjabonar yo entonces me encargo del
medallón.
Los dos siguientes carros los selecciono yo. Code me asiste en uno y Enano en
otro. Después parece haber una mala racha y no logro conseguir un auto. Mientras
descanso, Enano y Code siguen buscando.
Enano suele insistir más en los autos que quiere limpiar a comparación de Code.
Pero este último, a su vez, se mueve más rápido y logra, en ocasiones, limpiar hasta tres
carros por semáforo (sólo por la parte del parabrisas).
- ¿Y tú? – me preguntó.
- Yo te sigo, y pues con la esponja húmeda pues no necesito jabón.
- Va, así puedo pagarle al Code lo que le debo.
- ¿Qué le debes?
- Pues $60 pesos de un DVD que me vendió.
- Ya tengo estéreo, tele y ahora DVD – agrega con cierta carga de presunción.
- Nomás te falta la cama, la estufa y la cocina pa’ que te lleves a la novia – le dijo
Code que se encontraba cerca.
- ¿No tienes cocina? –pregunto.
- No.
- ¿Dónde comes?
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Los semaforistas poblanos
Enano sigue decidido a juntar la cantidad, pues no tiene mucho de haber comenzado.
Súbitamente y sin señal alguna una patrulla aparece, Code y Enano voltean a verme.
- Sobres, Árabe, ahí la vemos, no vaya a ser que estos culeros nos tuerzan.
Llego al semáforo, sin idea de qué estaba por suceder frente a mis ojos. Saludo a Tripa,
a Enano, a Code y a Huesos.
Agarro la botella y decido hoy intentar una nueva estrategia: preguntar a los
automovilistas en busca de que accedan, en vez de simplemente intentar limpiar
echando jabón. Con la mano del jalador, me acerco a los coches y asomo pidiendo
permiso. Los primeros semáforos, al menos cuatro, consigo que la estrategia funcione,
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Los semaforistas poblanos
- Nel, Árabe, así no la vas armar. No puedes pedir permiso: esto es de aventarse y
si se ponen pendejos pues limpias lo que echaste de jabón y te vas en busca de
otro carro.
- ¿Dónde se fueron?
- Fueron a ver un jale en eso de pegar carteles. (Se refiere a los carteles en donde
se anuncian los eventos musicales que se colocan con engrudo en las zonas
aledañas, eventos populares de bandas o sonideros, las casas de esta zona son en
general conjuntos habitacionales de Infonavit, por lo que no es de extrañar que
estos eventos sean muy concurridos).
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Los semaforistas poblanos
- Yo voy para el otro semáforo – me dice Tripa, mientras señala con la vista el
semáforo de la 11 sur.- Aquí está muy jodido. Así no se puede, hay que ruletear.
– Agrega. Algunas veces escucho que alguien de todo el grupo, sugiere ruletear
y entonces todos nos movemos a otro semáforo; a veces sólo algunos y otros se
quedan para seguir ahí aprovechando el menor número de competencia.
- Te acompaño – le dije, con la intención de no quedarme solo.
En cuanto llego, veo que Huesos ya se encontraba ahí: parece feliz, bromea mientras
platica con la gente del pan.
- ¿Qué, mi Árabe, ya le vas entrar o vas a seguir con los buenos modales? mejor
pégate al Tripa o a mí pa’ que agarres el pedo – me dice.
Mientras me pongo a platicar con Huesos (o William Levy) noto que Enano y Code han
regresado ya y se incorporan. El Boulevard de la 11 tiene más movimiento, en cuanto a
gente que realiza algún tipo de servicio instantáneo. La gente del pan tiene dispuestos en
ese sentido tres diferentes puestos: dos en el camellón y uno más apartado al otro lado,
en la acera cerca de las oficinas de la Sistema Operador de los Servicios de Agua
Potable y Alcantarillado de Puebla (SOAPAP). Cada puesto parece tener sus
vendedores, regularmente regresan de los distintos semáforos a tomar más pan en sus
respectivos puestos para regresar a su punto de venta y vender.
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Los semaforistas poblanos
- Pues… lo que pasa es que un tío me quería vender con una señora que conocía
y no podía tener hijos y pues mi jefa que se las huele y que nos jala pa’ cá.
- ¿Y tu papá?
- Tuvieron broncas y se separaron cuando yo tenía como 3 años. Todavía lo veo
pero pues se juntó con otras mujeres y la neta no le tengo mucho cariño. Nunca
sentí que fuera mi jefe, casi nunca me acuerdo de que estuviera ahí para
nosotros.
- ¿Cómo entraste a esto del semáforo?
- Pues con un don que me conoció cuando llegamos a vivir aquí. Me quiso meter
a la escuela y como se dio cuenta que nomás no me gustaba, pues que me dice
que si no quería ir hacer dinero… pues me trajo pa’ cá y me enseñó a limpiar.
Comencé de gato [la técnica simple de limpiar línea por línea de jabón], luego
ya aprendí a hacer curvas [técnica avanzada].
- ¿Sólo has chambeado en esto?
- Nel, pues yo le he dado a un putero de cosas: de macuarro, colador, ayudante
de eléctrico, mecánico, pegando carteles o repartiendo publicidad, y pues lo que
va saliendo, hasta un tiempo fui chofer de la ruta 25.
- ¿Sabes manejar?
- Pues aprendí así viendo; es que luego me subía a limpiar las unidades de
mayorazgo y pues me hice de compas, y después de limpiar pues los miraba y en
una de esas que me explica un valedor y al rato ya conducía yo hasta unidad y
todo; claro, del patrón.
- ¿No tuviste problema con la policía?
- Nel, antes no había revisiones ni nada, te estoy hablando hace como cinco años;
y si te agarraban pues ahí te arreglabas. También por eso me salí, se
comenzaron a poner bien perros con la licencia.
- ¿Por qué no aguantaste en alguna de esas chambas?
- Pues mira, Árabe, yo no estudié pero tampoco soy pendejo, y luego el patrón se
quiere pasar de cabrón y pues te negrea, y pues no me iba estar dejando, ¿aquí
quien me dice que hacer? Nadie. Y pues nomás tiene uno que chingarle…
Aunque la neta sí tengo ganas de sacar mi licencia y darle un rato al camión y
también a esto y a ver si junto una lana. Quiero comprarme un coche o una
moto.
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Los semaforistas poblanos
- Sobres, ya se armó…
-
Enano, el hermano menor de Huesos (18 años), parece haberse enfrascado en una
discusión con el copiloto de un automóvil. Atónito observo que el copiloto grita:
- ¡Te dije que no, cabrón! – mientras abre la puerta de su vehículo con clara
intención de agredirlo.
Enano, quien no se dejó intimidar de ninguna forma, respondía en igual tono, sólo que
él mostraba más enojo, como en gesto de indignación.
- Por eso, ya entendí, sólo voy a limpiar lo que eché [refiriéndose al jabón que
había echado].
- ¡Te voy a meter unos chingadazos pa’ que aprendas! – dijo el copiloto,
mientras que el piloto, haciéndole segunda agrega:
- ¡Te dijeron que no, cabrón!
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Los semaforistas poblanos
- Por eso, ya te iba a limpiar. ¡Así me gano la vida, cabrón! – Responde Enano,
quien con bote en mano parece decidido a no mostrarse en ningún término
sumiso. Su hermano se posiciona justo atrás de él.
Dos oficiales de tránsito que generalmente asisten el tráfico cuando existe carga
vehicular, se encuentran cerca e intervienen la situación:
El verde del semáforo parece anunciar el fin de la tensa situación. Los oficiales de
tránsito invitan a los indignados a que suban a su carro. Los claxonazos del tráfico
queriendo avanzar aumentan la presión y finalmente se marchan.
Yo quedé tan pasmado que se me hizo interminable. Pensé por un momento que la cosa
no podía terminar bien. De vuelta a la aparente “normalidad” todos festejan la hombría
del acto. Bueno, todos menos Huesos, con el que parece discutir:
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Los semaforistas poblanos
- No mames –subrayo- no vaya a ser que en una de esas uno te quiera hacer una
mala jugada, con saña y pues te salga cara la bronca – confieso que no podía
encontrar las palabras adecuadas para hacerle ver el riego de la situación, que
pudo evitarse.
- Nel, yo no tengo miedo de que me quiebren, ¿Por qué voy a tener miedo? Esto
es así, hay que defenderse de los culeros, los que piensan que aquí nomás
paseamos; ¿o a poco les estamos robando?
- No, pues no – contesto sin ánimo de insistir.
- Esto es así – sentencia.
Respondo que igual tengo que tomar el camión. No tengo intención en envalentonar a
Enano; al menos no en la forma en la que el grupo entero se ha reunido, hasta otros
limpiaparabrisas como Negro o Adrián han llegado ya a enterarse de lo sucedido para
alentar al “héroe”. Me despido y me voy. Además de alterarme también me motivaron
asombro las actitudes mostradas, la determinación de Enano en no ceder ni un
centímetro su espacio y su capacidad de respuesta, sin titubeos.
Llego al crucero en busca de alguien. La gente del pan en sus puestos se ven activos.
Huesos salta a la vista.
- ¿Qué pedo, Árabe?
- ¿Cómo estás, Huesos?
- Bien, ahí voy.
- ¿Llevas rato aquí?
- Llegue en la mañana un rato. Me fui y pues regrese como a las 4. Ya llevo mi
morralla – con una mano sacude la bolsa izquierda del pantalón, como
presumiendo la hazaña- Me voy a ir bien rayado –agrega- ¿Vas a limpiar o que
pedo? – me pregunta.
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Los semaforistas poblanos
Sigo. Está vez solo, en el semáforo de la 11 dirección Castillotla. Intento unos diez o
quince semáforos sin respuesta positiva a mi intención de servicio.
Noto que Huesos no regresa. Vago se acerca a la cubeta de agua que se encuentra en la
esquina (con la cual la gente que vende flores refresca sus ramos, algunos limpia
parabrisas suelen tomar agua de ahí, para recargar sus botellas).
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- ¿Qué haces acá solo? Jala pa’ cá con la banda (están en el semáforo de la
lateral poniente).
Comienzo con los 4 a rondar los carros: veo que cada quien inicia por su lado, pero en
cuanto uno consigue limpiar, otro más se le acerca para ayudarlo. Los que quedamos
nos apresuramos a buscar algún carro: es de corrido y sin descansar, si no has
conseguido auto regresas al punto inicial y vuelves a comenzar.
No más de diez semáforos pasan y noto que no toman ninguno para descansar,
traen un ritmo apresurado. Generalmente para las 6 pm ó 7 pm, si les ha ido bien en el
día, suelen hacer más descansos entre semáforos que cuando no han juntado lo que
buscaban.
Vago no dice nada, sólo ríe, como inspirado por mi ingenuo acto de apelar al sentido
común.
- Chales carnal, no mames que pa’ mí que no te gusta eso de los putazos, no sea
zacatón, mi Árabe – comenta Enano como en referencia a lo que sucedió el 21
de febrero; Code y los que se encuentran cerca solo ríen.
No iba a dar explicación alguna sobre mi pretensión de cortesía, después de todo Enano
podía tener razón a cierto nivel. Tenía curiosidad sobre Perro, hacía rato ya que no sabía
nada de él.
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- ¿No te gusta esto de limpiar o por qué no le entras bien? –me pregunta.
- No… pues es que la neta, no le tengo mucha confianza porque luego me
avientan el carro o me insultan –respondo en forma honesta.
- Así es aquí, hay varo en este semáforo, pero hay que chingarse; tampoco te van
a regalar el varo, pues ni que limosneáramos el pan. Tú nomás avienta el jabón
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Los semaforistas poblanos
y si se ponen pendejos pues le limpias y te vas. Ahora que si te cantan pedo pues
aquí siempre hay banda, pa’ que te hagan el paro.
- ¿Cómo sabes con quien no hay bronca?
- No pues es de tantearle, una sonrisita si es una chamacota bonita –dice mientras
guiña el ojo- y si ves que no se niegan pues le sigues. También es útil
agarrarlos distraídos, si vienen hablando por teléfono o algo.
- Es de que llegas y te aplicas, ¿viste las chavas del coche pasado? –me pregunta,
en referencia a un Chevy en cuyo interior se encontraban dos mujeres jóvenes,
no más de 25 años - esas morras me conocen, luego me dicen que no, que no
traen nada, yo les sonrío y les digo que ahí a la vuelta me pagan, les limpio y
siempre me dan algo.
Observo el reloj y veo que ya es hora de partir. Me despido de Perro, no sin antes
conseguir que acceda a darme una entrevista para mi trabajo de investigación.
Caminando hacia la parada del camión me encuentro con Don Luis, un integrante de
la gente del pan que al cuestionarme sobre mí, el por qué estoy ahí, logramos hacer
cierta empatía.
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Los semaforistas poblanos
asistí al semáforo como limpiaparabrisas observé más presencia de policía en las horas
que en un inicio nunca los veía rondar. No quería ser motivo de sospecha por mostrarme
como un nuevo rostro; después de todo mi tesis no es sobre el trato que la autoridad
otorga a quien realiza esta labor.
Code hace un gesto de no entender lo que le digo y continúa formando parte del relajo.
En cuanto terminan de empujarse y jalarse, se incorporan a la rutina de limpiar, como
poseídos por una voz de mando que se sincroniza con la luz roja del alto.
Acudo a un puesto de pan. Uno de los dos que se encuentran sobre el camellón de la 11
sur. Mientras me acerco al puesto distingo a una señora que se encuentra parada frente a
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Los semaforistas poblanos
dos canastas que contienen colorados y cuya labor consiste en elaborar bolsas que
contengan cinco piezas cada una.
- ¿Qué tal? buenas tardes ¿Ahora no anda Don Luis por aquí? –pregunto.
- No, está en el semáforo de allá (señalando lateral oriente).
- ¿Cómo va con eso del pan? – pregunto, intentando ofrecer ayuda.
- Ahí vamos; ¿no quiere vender pan? Es de que me hacen falta repartidores
- ¿Qué tengo que hacer?
- Pues sólo ofrecerlos, los colorados de a $10 pesos la bolsa y el cocol de queso
de $20 pesos la pieza. Por cada bolsa de colorados que venda usted se lleva
$3.50 y por cada cocol vendido se lleva $5 pesos.
Y así, sin previo aviso, ni entrevista o examen alguno de habilidades, ni siquiera una
carta de recomendación, empiezo en la labor de repartidor.
Al dirigirme con las bolsas de pan hacia la esquina del semáforo para dar mi
primer recorrido como repartidor, distingo que ciertas cosas han cambiado ya. Esta
nueva modalidad me ha permitido observar a los limpiaparabrisas desde fuera de su
oficio. Noto que las miradas sobre mí ahora se enfocan en formar una negativa con la
cabeza, o de plano simplemente me ignoran (cosa que antes no sucedía, siempre existía
al menos el desencuentro): es como si la distancia se hubiese hecho mayor entre mi
nuevo oficio y el automovilista.
Regreso al puesto del pan: una mesa improvisada con unas tablas de madera sobre
las cuales descansan dos canastos de mimbre donde el pan esta acomodado en espera de
ser dispuesto en bolsas según la demanda de los repartidores.
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Los semaforistas poblanos
Don Luis me había comentado, la noche que hablé con él, que Doña Domitila era su
esposa.
Antes de irme, doña Domitila se percata de que me encuentro sujetando las bolsas de
forma equivocada, y me muestra la técnica que ellos utilizan: una pequeña perforación
en la misma esquina, donde a la bolsa que contiene el pan, a la que se le hace un nudo
para repartir las distintas bolsas a lo largo de los dedos de la mano. Esto ayuda a la hora
de recibir la paga, para ahorrar tiempo al momento de entregar la bolsa; se vuelve más
práctico.
También me explica qué hacer con el dinero. La paga que recibo la guardo
siempre yo, al menos que necesite cambio, en esa situación pues le solicito a Domitila
que me asista. Ella lleva la cuenta de cuántas bolsas me va dando y de qué pan se trata.
Cada vez que venda una o dos, o alguna variedad de pan se me acabe, regreso al puesto
por otra para seguir ofreciendo. Al final, cuando tomé mi camión, Domitila me hizo una
cuenta tomando la relación de cuántas tomé, cuántas entregué y cuántas me llevé para
vender; luego me pide que le cuente el dinero que le entrego y después separa de la
cantidad total dos cantidades: la obtenida por los colorados y la obtenida por los cocoles
para, seguidamente, darme la ganancia que me corresponde por cada tipo de pan.
Cargo con las bolsas de pan, tres colorados en una mano y en la otra una pieza
de cocol junto con una bolsa más de colorados; me tomo aproximadamente cinco
semáforos vender mi primera bolsa de colorados.
Regreso al puesto para avisar a Domitila de mi venta. Don Luis se encuentra ahí y me
saluda:
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Yo vivo cerca del lugar y había visto gente vendiendo pan desde antes de proponerme el
trabajo de tesis. Nunca pensé que existiría una conexión entre estos y aquellos.
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- ¿Bien? Sí, cuando se apura. Así como la ve joven, vendía antes hasta sesenta
bolsas, ahora a duras cuentas junta cuarenta, nomás de que se pone a platicar –
dice Don Luis, como en tono de regaño. Unas risas cómplices anuncian nuevos
rostros, son dos chicas jóvenes como de la misma edad que Omali (19 años).
- ¿Traes crédito? Para que mandes por el taxi y lo recoja, pa’ que ya se vengan.
- No ahora no tengo – responde Omali.
- Bueno, cuida en lo que voy hablarle al taxi.
Se refiere al otro equipo conformado por una mujer y un niño de unos 13 años
aproximadamente (esto no es fijo siempre, sino que toda la gente que trabaja con
Domitila se organiza por semana para decidir dónde vender).
Logro vender entre semáforo y semáforo otras cinco bolsas de colorados; ningún
cocol. El cocol de queso mide por lo menos dos cuartas (40 cm) de extremo a extremo.
Venderlo es un poco más tardado pero la paga es superior.
Cuando acudo al puesto para hacer cuentas con doña Domitila, se encuentran ya
en el puesto la otra parte del equipo. Con lo sobrante de la venta.
Son las 8:45 pm, me encuentro cansado y explico a Domitila que me voy. Ella me
sugiere llegue temprano para vender más.
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Camino al camión con la paga del día ($21 pesos). Cuando intenté de
limpiaparabrisas mi máximo fue de $32 pesos. No me parece que lo obtenido sea poco,
tomando en cuenta que es mi primer día.
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Los semaforistas poblanos
Conclusiones
El semaforista es sólo una muestra del gigante universo que contemplan las
actividades de orden informal. En este caso concreto, nuestra curiosidad nos llevó a
plantearnos por una parte la elaboración de un perfil que pudiera distinguir rasgos que
resaltaran las características del semaforista, y por otra parte, saber, aunque ello resulte
parcial, tomando en cuenta el tamaño de nuestra muestra, si este fenómeno se
encontraba en abierta oposición (como para hablar de una contradicción) dentro del
mundo del trabajo en términos clásicos, que mitigue las condiciones adversas que la
economía informal ofrece.
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Los semaforistas poblanos
No se dice aquí que el semaforista pase por alto los riesgos de su labor, sino que,
tomándolos en cuenta, conoce también la oportunidad que esta misma calle oferta. Así
la apuesta esta hecha y dentro de ella las relaciones que se establecen sugieren no sólo el
vínculo de una amistad o noviazgo o parentesco de alguna manera, sino también un
actuar político intermitente (la toma y defensa del semáforo) o una relación laboral en
donde jefe y subordinado no pueden nunca quedar claramente delineados pues la
dinámica interna del semáforo permite que estos roles se intercambien con base a un
acuerdo o consenso previo.
Ahora bien, queda nos claro que el semaforismo no es un estadio finalizado para
sus actores, sino más bien, un punto de acuerdo común entre ellos del espacio que
permite generar un ingreso con el cual se mantienen e incluso completan lo que cada
cual considera “necesario” como para reproducir sus condiciones de vida. Esto bajo el
entendido de que cuando se encuentra un trabajo que mejore lo ofrecido en el semáforo,
el semaforista decide, a veces, seguir regresando y a veces no. En su mayoría, la
decisión depende de las nuevas condiciones de trabajo y de la paga, tomando también
en cuenta los horarios de ese nuevo trabajo, dado que el semáforo no restringe a ningún
integrante la hora de entrada. Así, si alguien tiene un nuevo trabajo y quiere seguir
yendo al semáforo encontrará cómo hacerlo. También, por ello, es más que diversa la
población que puede ser avistada en estos lugares.
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Los semaforistas poblanos
Para finalizar, es de suma importancia para nosotros entender las causas que
permiten no solo reproducir estas condiciones, hoy claramente visibles a todos. El
semaforismo no descansa en la generación espontánea o en una explicación de orden
fortuito sino que es también un legado histórico y cultural de una nación como la
nuestra, en donde la importancia de instituciones sociales como la familia cobra
relevancia.
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Los semaforistas poblanos
Anexo
Historia de vida 1
Antonio (A): que tal, pues mi nombre es Antonio Amat, soy estudiante en sociología,
por parte de la Benemérita Universidad Autónoma de puebla y me encuentro aquí con
perro, un semaforista poblano, con la intención de hacer una entrevista a profundidad.
Y bueno para comenzar pues solicito tu autorización para poder grabar la entrevista.
Perro (P): Si, no hay problema
A: ¿Qué edad tienes?
P: 23 años
A: ¿Dónde naciste?
P: Aquí en Puebla.
A: ¿Profesas alguna religión?
P: no, bueno, creyente católico nada más
A: ¿Estado civil?
P: unión libre
A: ¿Tienes hijos?
P: si dos, una niña de 2años y un niño de 1 año
A: ¿piensas meterlos a la escuela?
P: si a huevo, hazte cuenta, tu por tus hijos tienes que ver para que sean mejores que tu,
que no sufran lo mismo que tu, o sea si yo sufrí estudiando, pues si a huevo ellos tienen
que ser mejores
A: ¿tuviste algún apoyo de tu casa para estudiar?
P: si, mis jefes y mis carnales que estaban en el gabacho, bueno mi carnal, porque mi
segundo hermano todavía no se iba para el gabacho, estaba acá. El otro cabron me
ayudaba para la colegiatura y mis jefes me daban para mi semana, si gastaba un chingo,
eran como 800 varos a la semana, de gastos, que para libros, que para copias, trabajos,
investigación, Internet, mas comida; había veces que ni comía guey, yo como vivía con
mis primos y trabajaba a veces se paniqueaban o se ponían fresas, hazte cuenta se
encerraban en su cuarto
A: ¿Cuánto pagabas por la colegiatura donde estabas estudiando?
P: mil trecientos la mensualidad
A: ¿El lugar donde vives es casa propia?
P: si es propia, la estamos pagando
A: ¿tus padres son originarios de puebla también?
P: si
A: ¿a que se dedican ellos?
P: he, mi mamá es ama de casa y mi papá es igual maestro en la construcción
A: ¿aprendiste el oficio con él?
P: no aparte, yo por mi parte y el por su parte
A: ¿tienes hermanos o hermanas?
P: si, tengo tres y tres
A: ¿tres hermanos y tres hermanas?
P: si
A: ¿tú eres el mayor?
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Los semaforistas poblanos
P: no, el intermedio
A: ¿a que se dedican todos ellos?
P: pues los dos mayores que yo están en el gabacho, uno en Utah y el otro en los
Ángeles. Y mis hermanas ya se casaron y son amas de casa
A: ¿mantienes comunicación con los que están en USA?
P: si
A: ¿Qué grado de escolaridad tienes?
P: he, bueno, la carrera trunca de la licenciatura en ciencias de la comunicación
A: ¿Por qué no seguiste estudiando?
P: por falta de economía
A: ¿tenias ganas de terminar la carrera?
P: si a webo
A: ¿piensas retomarla para terminarla algún día?
P: pues ahorita ya no creo, hazte cuenta como vas viendo, ahorita que esta cayendo el
billete pues, ¿porque madres te vas apendejar ahí?
A: ¿era una escuela particular?
P: si una escuela particular y nada mas como te había comentado hace rato, que al
principio pues estaba trabajando y estudiaba, pero ya cuando estaba en el segundo
semestre pues ya me cambiaron las horas, y ves yo trabajaba en las mañanas y tenia
clases al medio día y en las tardes, tuve que dejar de ir porque ya no podía trabajar.
A: ¿oye color favorito?
P: no, ninguno
A: ¿Practicas algún deporte?
P: el Basquetbol
A: ¿Cuál es tu comida favorita?
P: no pues lo que caiga, chingue su madre
A: ¿lo que caiga así?
P: si a huevó
A: ¿Qué edad tenias cuando iniciaste tu primer trabajo?
P: ¿Cómo? ¿A que edad empecé a trabajar?
A: si
P: desde los doce, pero de hecho trabajaba en el campo con mi jefe desde morro, los
fines de semana, pero para ganarme una feria por mí, por mi parte a los doce, trece años.
A: ¿tiene tu papa tierras para trabajar? ¿Por donde?
P: si allá, te digo que viven así en un pueblo, tienen campos para sembrar
A: ¿por Atlixco?
P: no, es de Valsequillo mas abajo
A: ¿tienes credencial de elector?
P: si
A: ¿has participado en alguna votación?
P: solo en una
A: ¿en cual participaste?
P: la de… huta madre ya ni me acuerdo, la de hace dos años guey
A: ¿las elecciones locales de puebla?
P: si
A: ¿cuanto tiempo llevas limpiando parabrisas?
P: un año y medio
A: ¿Cómo le entraste al semáforo?
P: pues nada mas, hazte cuenta, me dio la inquietud de que veía así batos, dije: ¿Qué
pedo se ganará billete o que? Ya después vi que... el primer día dije, no pues voy a ver y
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Los semaforistas poblanos
me avente, entonces agarre las cosas y haber que pedo… pero se necesita valor para
entrar ahí
A: ¿Por qué se necesita valor?
P: pues hazte cuenta, son los nervios de que tienes que trabajar ahí y al principio todos
se te quedan viendo. Después con el tiempo te acostumbras, pero al principio hazte
cuenta me gane 35 varos de 9 a 3, no mames, no pues hazte cuenta me arrepentía, esta
madre no es para mi. Conforme fue pasando el tiempo le fui agarrando y dije: aquí esta
el billete. Igual como hacia platica con los de mas batos, ¿pues que onda cuanto sacas?
No pues yo a veces saco mis tres varos en dos horas, no pues entonces así, fue como me
fui motivando mas y ya, pues le agarre mas el pedo
A: ¿tuviste algún problema cuando entraste a trabajar al semáforo?
P: si guey, me dieron el la madre como dos o tres veces.
A: ¿te pegaron? ¿Por qué?
P: si guey, pues nada mas te digo que agarre, hazte cuenta acá por que, hay batos que,
bueno yo le hago paro así a batos que dicen: que onda da chance no, va ni pedo, les
hago paro, como tú que llegaste así. Pero hay batos que no guey, pues se paniquean, que
dicen: “no pues que se valla a la verga de acá no, que se vallan a su semáforo, que
busquen otra parte” si guey, ya cuando llegue ahí, pues hazte cuenta que me dijeron:
“ábrete” nel pues ¿porque? Hazte cuenta me abrieron a la fuerza. No pues nos damos en
la madre, pues nos ponemos en la madre, fuimos atrás de un terreno, hay nos dimos en
la madre el primer día y pues que me la parten porque llevo a su banda y eran cinco
batos. Ya al segundo día que me dicen no pues mañana no te queremos ver acá. Va
sobres. Al siguiente día ahí estaba, otra vez.
A: ¿pero tu porque regresabas?
P: pues nada mas, porque, pues por que huevos me van a mandar ellos ¿no? Nel. Y pues
al segundo día otra ves otra putisa guey y fue mas gacho. Me dicen, ya te dijimos que te
abras a la verga guey, no te queremos ver acá no. No pues si, pues va putos, un día me
los voy a topar de uno por uno y van a ver.
Y el tercer día fue cuando me hicieron paro unos batos, cuates del Code. Y pues me
hicieron paro, ya me iban a dar en la madre y que dicen no pues ¿que pedo?
Yo pense que esos batos también me iban a dar en la madre. Yo dije va, porque ya se
había juntado toda la banda, va no hay pedo. Entonces ya que me hacen paro los amigos
del code. El tripa también me la hizo de a pedo el puto. Entonces no tiene mucho que le
dije: ahora si puto, por que dije: que onda ¿te acuerdas cuando llegaste acá muy
gandaya? simon dijo, hasta me estoy acordando ahorita que tu me quieres dar en la
madre. Entonces yo le pegue en la madre y que les digo no pues ábranse, si pues hay
que darse en la madre y su carnal me dice no pues aguanta guey me dijo no te reconocía
guey, no se pases de verga. Y yo dije mmm... ya le iba dar en la madre.
A: ¿que es lo que más te gusta del semáforo?
P: pues el billete guey
A: ¿Qué es lo que menos te gusta del semáforo?
P: pues que están chingando los tiras guey
A: oye ¿y si pudieras escoger hacer cualquier trabajo que quisieras? ¿Que elegirías? Así
el trabajo que tu quisieras elegir, ¿Cuál seria?
P: no pues ser narco
A: ¿Cuántos días a la semana vas al semáforo?
P: antes era toda la semana, estaba en las tardes, y aparte los sábados y domingos, pero
ahorita ya no, ahora solo paso dos veces a la semana
A: ¿en que horario vas?
P: pues en las noches como de seis y media a nueve o diez
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Los semaforistas poblanos
prender, pues ya se había regado gasolina, aparte no se que madres estaba haciendo
corto, no se valla a prender la combi. Que nos subimos por un lado y que jalamos,
bueno yo jale a una morra, que se abraza de mi, ahí si no me ven feo. Pues si, solamente
ese es el único que he ayudado, porque he visto varios pero pues solo ese ayude.
A: ¿oye y de compañeros de el semáforo que hayan sido lastimados por un accidente?
P: que nos hayan atropellado, pues si; al cholo, ¿no conoces la cholo verda?
A: no
P: a ese guey lo renguearon, una morra lo paso a traer; al otro bato al que vende el
periódico igual guey
A: oye ¿durante cuanto tiempo mas te ves estando en el semáforo como espacio para
poder hacer lana?
P: no pues el tiempo que se pueda
A: ¿el tiempo que puedas hacerlo?
P: si guey
A: y ¿Cómo te ves en 10 años?
P: ¿ahí en el semáforo?
A: si
P: no pues hazte cuenta, como te digo, hay que ir modernizándonos guey, no siempre
voy a estar ahí, si hay jale mas chido pues ahí meterte, pero si no pues aguantar
A: ¿Cómo cuantos chavos crees que hayan en total, solo en ese crucero, que se dedican
a limpiar? Es que yo no los conozco a todos
P: no mames, pues han de ser como unos 25 o 30 batos
A: ¿tantos?
P: si guey
A: pero ¿en las mañanas no?
P: esque hazte cuenta guey, bueno, como se van saliendo, hay batos así como de hace
dos años que vuelven a caer, tu ya los marcas y hazte cuenta los presentas a la banda
para que no haya pedo por que alguien no lo marcaba. Hazte cuenta, tu mismo debes
defender tu territorio ahí. O sea no cualquier morro puede llegar y echar desmadre y
limpiar ahí, nel
A: ¿oye cuando yo llegue, que fue lo que pensaste?
P: pues como llegaste con la amiga del code pues yo dije que eras de allá de la victoria,
como luego van a traer al code para echar desmadre guey, pues yo dije a lo mejor
vienen por ese guey.
A: ¿o sea te preguntaron que quien era yo o que de donde Salí?
P: que ¿los batos?
A: aja
P: hasta depuse ya que comenzaste a limpiar, dijeron no ¿pues quien es ese guey? No
pues es un compa dije. No hay pedo
A: ¿Por qué no se portaron agresivos con migo?
P: pues hazte cuenta porque yo les dije guey, bueno todos los batos nunca me han
buscado pedo ahorita, yo hasta les he hecho paro, como te dije el otro día, cuando nos
quieren dar en la madre. Pero igual así nunca me han dicho que onda, nunca se han
sacado de onda con migo. Porque saben que a la buena soy chido pero a la mala si no….
Que ni me busquen
A: ¿Cómo ven tus amigos, tus papas o tu novia el rollo de que vas a trabajar ahí al
semáforo?
P: mis jefes no saben guey, nadie de mi raza mas que mi ñora y mi suegra, saben que si
le entro ahí
A: ¿y que te dicen ellas?
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Los semaforistas poblanos
P: te digo, cuando le dije que iba a empezar ahí, no pues que se saca de onda, no pues
que, me tomaba como a loco, después ya que vio, le enseñe como estaba cayendo la
plata, pues me dijo: es tu bronca no, no mas cuídate; sobres
A: ¿tu mujer también trabaja?
P: ella si, trabaja por su cuenta, en una farmacia
A: oye, entonces ahorita, contando los tres trabajos que realizas a la semana, ¿Cuánto
estas sacando en promedio por semana?
P: le pego a los dos mil quinientos o a veces un poco mas, también depende porque hay
semanas que no saco ni dos mil. Aunque casi no baja de los dos mil.
A: ¿la paga en tus otros dos trabajos es fija?
P: si, es fija. En el restaurante pues me pagan fijo por mis días y a parte me aliviana
chido lo de las propinas.
A: de los trabajos que realizas: la construcción, el restaurante (mesero) y el semáforo
¿cual es el que mas te gusta?
P: no pues los tres guey, porque ¿donde esta el billete? Pues chingue su madre, te tiene
que latir a huevo
A: no ¿hay uno que te guste más? O sea que ya le agarraste cariño
P: no nel, son lo mismo
A: ¿como ves ahora? eso de que les quieren dar una credencial para que la tira no los
moleste
P: no pues estaría chido, por que hazte cuenta, ya tienes un paro para llegar ahí, ya no
tienes por que correr, o ir ahí a sufrir unas 24 horas, sin comer ahí, no mames ahí
adentro se siente gacho guey, sin nada de ruido, todo de silencio, te estas aburriendo y
luego ahí ya tienes ganas de comer, y puta madre ¿Qué vas a comer? Si no te dejan ni
salir
A: ¿has tenido problemas con la tira?
P: si guey
A: ¿cuantas veces te han detenido?
P: de que me han levantado, pues como unas tres, pero de que me han encerrado pues
solo dos
A: ¿Cómo fue? Nada más te levantaron y te encerraron
P: no pues los primeros tres levantotes que me dieron, hazte cuenta, te agarran y te
llevan a un lugar donde este solo y te bajan la feria y pues ya te dejan ahí y a la verga.
A: entonces ¿nada mas te quitan el dinero y te dejan ir?
P: si, te dicen ya ábrete y ya
P: la segunda ves, pues me dijeron: sabes que, ¿Cuánto le vas a poner a la charola?
Y le dije nel, no mames, ¿Cómo?, estoy chambeando para la papa y que me dice que
ellos también chambean, que tenia que ver eso y le dije: nel no mames, a la verga; que
se emputa el tira y que me señala con el dedo y me dice: vámonos, te va a cargar la
verga. Le dije: sobres como veas, pues que nos cargue, no mas porque traigas fierro se
me van a arrugar o que nel; que me van a tirar, que me quitan mi billete y mi cartera,
sobres me dicen pa que pares de mamar y que me avientan, ahí por el peri en la 24, no
mas se pararon y que me bajan así.
No pues por eso hazte cuenta, cada cabrón tienen como rencor con la tira. A lo mejor y
un día de estos pues nos ponemos de acuerdo pa darles en la madre a los putos tiras;
pues hazte cuenta cuando te agarran pues te da rencor no, ¿por que te van a bajar la
feria? Si no estas haciendo algo malo, te estas dando en la madre ahí. Y luego hazte
cuenta hay batos ahí que les limpias y que te mientan la madre, pues te da rencor no, así
como coraje... putamadre y hazte cuenta, si con eso estas sacando billete ahí, ¿por que
va a llegar la tira y te va a bajar la feria? Como que te queda rencor...
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A: Bueno pues creo que eso seria todo, gracias por tu tiempo y tu información Perro.
P: no hay pedo, sobres.
Historia de vida 2
Antonio (A): Bueno, para comenzar pues, pues mi nombre es Antonio Amat, soy
estudiante en sociología, por parte de la Benemérita Universidad Autónoma de puebla y
me encuentro aquí con Don Luis, el fabrica y vende su propio pan con ayuda de
repartidores, como es mi caso. En esta ocasión realizares una entrevista de vida para
saber un poco mas sobre Don Luis, comenzare por solicitar su permiso para grabar.
L: Si, todos
A: ¿sus padres son originarios de aquí?
L: si, bueno del mismo pueblo donde nací
A: ¿a que se dedicaron sus padres?
L: carniceros (se escucha que doña Domitila, quien se encuentra cerca, como curiosa de
saber que preguntas hago, dice, al mismo tiempo: campesinos) bueno se dedicaban al
campo pero también hacían cosas de cabritos pues, hacían barbacoa, comerciantes
A: ¿Qué escolaridad o grado de estudios obtuvieron sus padres?
L: En ese tiempo… el curso... antes, antes, la secundaria no se que, porque fue maestro,
fue maestro de primaria, pues en ese tiempo, cursaría la escuela pues. Y mi mama pues
la primaria.
A: ¿Cuántos hijos tienen?
L: Seis, tres varones y tres mujeres
A: ¿Qué grado de estudios tienen?
L: Dos universitarios, dos de secundaria, los otros dos, los mas chicos estudian la
primaria.
A: ¿Cuantos Hermanos o Hermanas tiene?
L: una en Toluca, y otra en Tijuana, mi único hermano ya falleció.
A: ¿A que se dedican sus Hermanas?
L: pues, ellas ya no trabajan, sus hijos ya… pues dependen ya de sus hijos
A: ¿Qué grado de Estudios tienen ellas?
L: La Primaria
A: ¿y usted, que grado de escolaridad tiene?
L: secundaria terminada
A: ¿Por qué no continúo estudiando?
L: mmm......., pues al no ver, o sea la economía pues entonces de paga y pues estaba
muy difícil
A: ¿En que ocupa su tiempo libre?
L: A salir con mis hijos a pasear un rato
A: ¿Cuenta con Credencial de Elector?
L: Si
A: ¿ha participado en alguna Elección?
L: si
A: ¿Que edad tenia usted cuando inicio su primer trabajo? Y ¿Cuál fue?
L: Tenia como quince Años en una panadería en México.
A: ¿Qué tiempo lleva usted en la venta de Pan?
L: Como 14 años
A: ¿Solo se ha dedicado a eso o ha realizado algún otro oficio?
L: un tiempo me fui a Estados Unidos a Illinois, trabaje en la construcción, haciendo
rufing y también de ves en ves hago Albañilería
A: ¿Cuántos años tenia cuando se fue?
L: 30 años
A: ¿Por qué se regreso?
L: por la familia, los hijos
A: ¿tiene ganas de regresar?
L: pues si, uno se acostumbra, pero ahora con el negocio pues la veo difícil.
A: ¿Con cuantos Vendedores de pan inicio sus ventas el primer día que vendió en el
crucero?
L: 200 piezas, mi esposa y hijos nomás
A: no, pero me refiero a numero de Vendedores que le ayudaban
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tiene fuerza el ayuntamiento si es cosa de gobierno, por que no el, o la autoridad tiene
que ver todo lo que es un comerciante o ambulante, ¿Por qué la antorcha campesina se
esta metiendo ahí? Hemos tenido problemas bueno… no problemas, simplemente
vemos que… por ayuntamiento pues nos ha dejado solo a ellos no les interesan nuestros
problemas.
A: ¿Entonces usted si le paga antorcha campesina?
L: no, nosotros hemos estado pagando ayuntamiento
A: porque escuche que el señor que vende churros ¿el si no? Digo, como ejemplo
L: el quiere cobrarles a un grupo... ósea que ese boulevard nosotros llegamos primero,
anteriormente ese señor vendía por las margaritas, en un crucero en las margaritas.
Llegamos nosotros ahí, y según el siempre ha sido antorchista, de ahí el nos corrió, nos
dijo que no podíamos vender, porque ese lugar le pertenecía a él, ¿Qué tu vas
ayuntamiento?, no pues no soy ayuntamiento, yo soy antorcha y tengo mas poder que
ayuntamiento.
A: ¿cuanto tiempo habrá pasado desde que esto sucedió?
L: unos… 9años, o 8, 8años
A: ¿Usted ya llevaba 7 años vendiendo y el lo comenzó a molestar?
L: no, hace 7 años fuimos a vender allá en las margaritas y es cuando el vendía allá, el
vendía allá, es cuando el nos llamo y que no podíamos vender en su lugar, que a el le
pertenecía ese lugar.
A: ¿pero no comenzó usted vendiendo en la 11 sur?
L: En la 11 si, entonces el llego venir para acá, se dio cuenta que vendíamos yo y unos
que venden las flores, como el de las flores llego mas primero que nosotros, se puede
decir un año mas primero, el llego con nosotros, me dice: “le damos permiso aquí” para
que viera que nosotros somos inferiores: “no pues hay usted venda” no pues aquí el que
sabe es el de las flores, es que tiene mas tiempo, si quiere hable usted con el; y ya dije
no pues si, porque así nos dio el permiso, ya este señor se volvió líder según, a pesar
que llego después y ya fue líder de ese crucero.
A: ¿Cómo calcula cuanto pan hacer, para que no le falte ni le sobre?
L: no pues todas las tardes tengo que preguntarles a los vendedores, si van a ir mañana,
para que llevara yo las piezas. Pa que no nos sobre pan.
A: ¿Qué hace con el pan que le sobra?
L: lo encostalamos para venderlo como pan duro
A: y en todo el tiempo que usted a estado allí ¿Cuántos limpiaparabrisas ha visto?
L: no pues bastantes, cientos
A: ¿jóvenes?
L: no tan jóvenes, aunque siempre hay de todo grandes y jóvenes.
A: ¿entonces no se quedan?
L: pues se quedan un rato, pero luego se van, llegan y se van.
A: en todo este tiempo ¿ha tenido algún problema con alguno de ellos?
L: no, nada.
A: digamos en un buen día ¿Cuántas bolsas puede vender?
L: con vendedores buenos pus, antes vendía yo ahí 2500 piezas diarias y ahora en
promedio por mucho vendo 500 piezas
A: ¿contando el lugar de Atlixco?
L: no, pero ahí también cuando empecé 1200 piezas vendía yo.
A: ¿Qué tiempo lleva ahí en boulevard Atlixco?
L: 3 años
A: digamos en un mal día ¿Cuántas bolsas logra vender?
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L: nunca me ha ido mal, bueno, mal de que no gano nada, pa invertir siempre lo saco, pa
invertir, tal ves no sale de mi día.
A: ¿que parte de la inversión, considera usted, representa el mayor gasto?
L: la luz
A: ¿Cuándo primero comenzó tenia maquinas para amasar?
L: si tenia la viejita esa, pero no se, no nos salía tan caro, ahora pago como $1800
A: ¿al mes?
L: si
A: ¿no le convendría hacer instalación de esa de 220v?
L: pues tiene 220v este y aun así... es mucho...
A: ¿Qué es lo que mas le gusta del semáforo?
L: no pues ya allá, si me gusta, si se vende, pero ya ahorita no, ya no como antes pues,
pero ya se impone uno a estar ahí en ese lugar, te acostumbras
A: ¿Qué es lo que menos le gusta del semáforo?
L: pues que… yo pienso porque ayuntamiento no pone sus reglas, sus reglas de… tanto
es el gobierno ¿para que es el gobierno? Pa que salgan de… no estoy en contra de los
antorchistas pero… yo digo que el gobierno tiene mas estudio, tiene mas poder se puede
decir y se tiene que dar a respetar, pues es el gobierno se puede decir; ¿Por qué no hace
nada? Cuando los antorchistas llegan hacer cualquier cosa pues, ve que luego paran los
carros, cualquier cosa pues; ha pasado que cuando los antorchistas dicen algo, se
agrupan ellos, varios y la policía no les puede quitar de ahí, entonces ¿el gobierno para
que?
A: ¿le han querido echar bronca porque no le paga a los antorchistas?
L: no, bueno, no bronca sino que como nosotros no estamos pagando a la antorcha y
como ellos son varios pues el ayuntamiento nos deja solos pues, no va llamar la
atención al líder de los antorchistas y los antorchistas porque nos van a criticar si
también somos ambulantes y estamos pagando impuestos como ellos.
A: si pudiera elegir cualquier trabajo que quisiera; ¿Qué elegiría?
L: la albañilería
A: ¿Por qué es que no la trabaja?
L: no pues no sale, y es mas friega que el negocio; me gustaría que el negocio dejara
ganancias, que se vallan pagando los ingredientes, que se yo, la luz, el gas, tener un
poquito mas, un poquito de entrada, de dinero, pues pa poner bien el negocio para que
estuviera mas mejor, para que los clientes estén a gusto; así como esta no sale ni pa
poder seguir poniendo piso, no alcanza, así solo alcanza forzadamente, vamos al día, no
alcanza pa remodelar el negocio, de hecho no hay.
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Relación de semaforistas
semaforista escolaridad
2 semestre de la licenciatura en ciencias de la
Perro comunicación
Code Secundaria trunca, segundo grado.
Enano (hermano de
huesos) secundaria trunca
Tripa secundaria trunca
Huesos primaria trunca
Negro 3 de primaria
Paner Secundaria trunca.
Omali preparatoria en curso
La güera secundaria trunca
Jesús secundaria trunca
Jessica estudia la prepa abierta
Vago 4 grado de primaria
Secundaria trunca, segundo grado. (embarazo no
Miriam deseado)
Adrián preparatoria trunca
Camote secundaria trunca
Sergio primaria terminada
Andrea (hermana de Omali) se encuentra terminando la preparatoria
Misrraim (hermano de
Omali) secundaria en curso
Angélica prepa en curso
Neima secundaria trunca embarazo no deseado
Juan Carlos secundaria trunca
Marisol secundaria trunca
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Los semaforistas poblanos
(hermano de años
Omali)
la mama de 42
la güera F años 1 año
17
Angélica F años 2 meses
22
Neima F años 3 años
23
Juan Carlos M años 3 años
65
Urbano M años 5 o 6 años
22
Marisol F años 3 años
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Bibliografía
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Los semaforistas poblanos
Vaneigem, R; (2008). Tratado del saber vivir para el uso de las jóvenes
generaciones. Barcelona: Anagrama.
http://es.wikipedia.org/wiki/Etnometodologia
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