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2011

La Granada Sagrada

De Ángel Humberto Tovar Sánchez


Para la XLI Promoción de Licenciados en
Educación mención Ciencias Pedagógicas
A
l Centauro Quirón le encantaba escuchar historias, fábulas que
para algunos eran simples ficciones, leyendas o inventos de
buenos cuentistas. Ya sabía él de historias… sino para qué
era el buen Centauro del gran Zeus. Despertaba cada día intrigado por
qué no podía sacar de sus sueños aquella historia, que apenas
comenzaba a convertirse en pasado, pedía a Orfeo que alargara su
estancia en el inframundo, para asi compartir más tiempo con las
amadas criaturas de su reciente misión. Ensanchaba sus brazos al horizonte como
queriendo atrapar un pedazo del tiempo, pero sabía que no poseía ese poder; reservado
sólo para algunos inmortales del Olimpo, recordaba entonces que su inmortalidad perdida
bien valió la sanación de su ya inexistente herida.

Quien escribe se dejaba seducir por las palabras de Quirón, él venía a contar sus
historias, y luego se las fabulaba, le encantaba la estructura de la magia de las palabras,
comprendía a su vez que serían utilizadas como sendero iluminado en la Paideia. Cada
palabra salida de sus labios eran un regurgitar de sentimientos encontrados; Quirón no
alcanzaba a hilar coherentemente lo sucedido, pues los personajes se mezclaban con sus
sueños, sus visiones y sobre todo con las ganas de reunirse nuevamente con ellos. Pero
si reveló que esta historia removió sus profundidades, me entregó inmediatamente el elixir
de los dramaturgos y así fue como comencé a escribir. Con una maraña de personajes y
una madeja de tres tiempos difícil de describir… iban saliendo los personajes, una oda a la
imaginación, que mezclaba los personajes de las comiquitas de la infancia de un siglo XX
con los inmortales Dioses del Olimpo Griego. Muchas veces mientras fabulaba lo que
contaba el Centauro sentía el temor de quién podría creer en semejantes cuentos… a lo
que Quirón con una sonrisa respondía… ¿te imaginas a los discípulos de Freud y de Jung
desdiciendo de los arquetipos griegos de la personalidad?.

El lugar de siempre, el de nunca jamás, el de aquí y ahora, en una villa de cine a


2000 años del lugar de donde debían estar todos. Al inicio un sórdido silencio recorría el
lugar y cintas de película parecían abandonadas por el suelo, sin darse cuenta las patas de
Quirón se enredaban entre las frágiles cintas, y de inmediato ese toque sagrado permitía
que emergieran los personajes que allí habitaban. Los primeros en escucharse fueron los
cuatro fantásticos, que como sobrevivientes de una isla de amazonas repetían a coro una
canción de Rubén Blades… “y la marea del tiempo lleva y trae nuestras contradicciones y
entre regreso y despedida cicatrizan los errores y cada amigo es la familia que escogemos
entre extraños y entre la espera y el encuentro uno aprende con los años que solamente a
la conciencia nuestro espíritu responde y que una cosa es ser varón y otra ser hombre”.
Quirón entendió que el hilo humano que los une, lleva la venia de Dionisos y por eso a
veces nos son cuatro sino uno.

Podría asegurar Quirón que esas cuatro criaturas que parecían no crecer (hacia
afuera, pero si hacia adentro) eran nodos que hacían converger los hilos a su antojo con
sus ocurrencias, el primero Honkongfui era una mezcla de rara inteligencia a lo bazinga, el
segundo llamado Mariobros el amigo invisible, el tercero era una especie de Haiku andante
y el cuarto era J. el de los argonautas hijo de PAN mezcla de terror, lujuria, madurez,
humor y respeto. A veces los acompañaba la propia reencarnación de Helena de Troya,
con su belleza traslucida, danzante, dueña de los secretos de las ambrosías, serena,
escondiendo a voces un tormento que se irá como semilla de dientes de león soplada por
el viento. Entre ellos se tejían tramas de pasión inconclusas, la mapuche cuyo verdadero
nombre significa -la transparente, la muy clara- era la ternura deseada por Honkonfui, un
secreto a voces, que las Euménides Alecto, Megera, Némesis y Tisifone disfrutaban con
cantos, intentando benévolamente consolidar un afecto que solo el tiempo podrá ponerle
nombre. No se elige a quien amar, es cosa de Cupido y sus flechas.

De cada carrete de película abandonado que tropezaba Quirón, aparecía algo,


alguien, susurrando, protestando, proponiendo, gritando, farfullando. No entendía que
debía hacer en aquel lugar, pues a pesar del barullo había mucha felicidad. Encontró tirado
al hermoso Búho de la Diosa Atenea, que rehusó ser socorrido y voló hasta desaparecer,
Quirón no entendió la huida. Una extraña ninfa esbozaba y explicaba que debía entregar
un regalo especial, pero no alcanzaba encajar la silueta del búho de ojos huidizos, déjalo ir
-alcanzó decirle Quirón a la ninfa - Atenea sabrá la forma de entregarle a estas criaturas la
sabiduría que le corresponde.

Siguió andando y encontró a unas señoritas muy diferentes entre ellas, aunque eso
sí, todas del mismo tamaño: una mujer tipo Hestia calor de hogar, de su casa, una
escritora inteligente e independiente, una pía y soñadora jovencita, una bella engreída y
talentosa artista de peluca azul. Juntas bregan en el día día una batalla por superar sus
defectos y temores para convertirse en todas unas mujercitas; aunque secretamente
irradian más energía de la que son consientes. No podían faltar en esta historia las hadas,
que tenían la gracia y la elegancia de su secreta cocreadora Artemisa, eran esbeltas,
bellas, sensibles, risueñas… y muy independientes. La mas extrovertida Frammi que
puede camuflarse como hermafrodita, las gacelas de ébano Andra e Ysb deslizan su
liderazgo y tocan con sus manos al inframundo y al Olimpo a la vez; la hija del mismo Zeus
con nombre de ciudad Emérita, toda poderosa intelectualmente, montada en unos tacones
que solo un saltimbanqui de circo puede equilibrar y es capaz de transformarse en
guerrera cuando las situaciones apremian, Fawn que habla con landr@s y tiene saoco,
Rosetta Zanahoria acuciosa de los detalles y la Reina Cebada comunicadora por
excelencia.

En un arranque estruendoso descienden del inframundo las hijas de Perséfone,


cuatro ejes y dos polos, de un lado el silencio, la moderación la profundidad y la
compostura y por el otro la impetuosidad, el desenfreno, la pasión y el desafío. Cuatro
ninfas con poder, con mucho poder para construir o para destruir. Las gemelas silenciosas
Briela e Inoris unidas por destino desde tiempos inmemoriales, y las IO Pristina y Blanche
dueñas y señoras de sus destinos.

No faltaron las enviadas de la Diosa Afrodita envueltas en el halo de preciosidad,


egresadas de la prestigiosa academia Beauxbatons, todos recuerdan su entrada triunfal en
Harry Potter y el Cáliz de fuego y el brote de Mariposas azules en su caminar… las siguen
teniendo, pero ahora multicolores y brillantes. La primera Gurmegalavis experimentada y
aventajada personificación del destino y de la fortuna, rige la suerte o la prosperidad de
una comunidad o de cualquier mortal de forma azarosa, un don que le otorgó Tyché una
de las hijas de Afrodita, a su lado Harmonía Boooz tan diminuta y poderosa como un buen
perfume francés, su elocuencia le permitía ensombrecer a cualquier mortal dispuesto a
contradecirla, sigue la ninfa despistada de larga cabellera, negociante, solo es capaz de
vivir en presente, posee visión acuática y finalmente la que con una mirada y una palabra
podía congelar el tiempo, fulminar la ecuanimidad y decir sin inmutarse todo lo que pasase
por su cabeza la irreverente Mateag.
Quirón se sintió un poco abrumado entre tantas criaturas tan disimiles, pero no sé
inmuto, siguió hurgando entre cintas, ¿qué hacía él allí?, no sentía más que el llamado de
su interior removiéndose al conocer de cerca a cada una de estas criaturas, siempre
entendió que su deber como maestro es hacer descubrir esencias, y no andar
redescubriendo en otros sus propias proyecciones del pasado. Asi que prefirió seguir
dándole con sus toscas patas a cada carrete de cintas… y en efecto saltaron por sus
fueros cuatro Amazonas, dos extremadamente cercanas y otras dos separadas por tiempo,
espacio y personalidades. Las cercanas se identificaron Bob y Nifer, una de ellas era tan
exuberante como la Sofía Loren de los terrícolas, su color preferido era el amarillo esponja
marina, Nifer era la felina ágil como un guepardo. En la distancia una Amazona Guerrera,
armada hasta los dientes y dispuesta a no sufrir más, con mirada de incomprendida, pero
escrutadora, revelaba una madurez insondable, pero su empeño en buscar y buscar, no le
dejaba espacio para el sosiego y así entender que podría estar saboreando su regalo más
preciado – la vida- ; al alzar la vista vio la que desciende de los cielos, diminuta amazona
de cabellos cortos y fortachona capaz de arriesgar su vida en extrañas aventuras.

El día se hizo noche en aquel lugar intemporal, todos corrieron a la cueva con
oscuras vestiduras, Quirón los siguió sigiloso y pudo observar a Alecto como dueña y
señora de aquel alborozo, ordenaba siguiendo una lista que aparecía y desaparecía de sus
manos, cada uno llegaba con algo para compartir, y se incorporaba a la discusión sin
preguntar cuál era el tema de la ofuscación… poco a poco se encendía la noche, la misma
fuerza de Dionisos se apoderaba de la sala. ¿Sabría Zeus de este desenfreno en la cueva
de la villa del cine? - se preguntaba Quirón¨- sintiendo los remolinos de sus propios
fantasmas agitados en aquella cueva. Repasó hacia sus adentros que cada vez que
Dionisos aparece, hay turbulencia, transformación, desorden, caos, aparecen lo destructivo
y lo creativo, el éxtasis.

Quizás el afán por la insatisfacción de la rutina en la Paideia los incitaba a actuar


así, necesitaban renovación y liberación. ¡Por Zeus! tenía que hacer algo se decía Quirón-
antes que se destruyera la tela sagrada tejida por los nodos de los cuatro fantásticos, sabía
que finalmente lo Dionisiaco alcanza la verdad liberando, renovando y produciendo alegría.
Pero los rituales de estas criaturas solo eran un pretexto para alargar la hora de esa
renovación. Cualquier transformación trae consigo también renuncia y separación. Esa
noche habían invitado al sacerdote de la costa quien contaba con una extraña oscilación
en su verbatum, los consagraba y los conminaba a profundizar sus rituales. Alecto y las
Eumenides a veces creían que las hijas de Perséfone tramaban arrastrar a todos al
inframundo, pero por el contrario ascendieron desde allí sin traerse el fruto de granada y
ese era el mejor símbolo de concordia para este mundo.

En un arrebato de amor Honkonfui trato de atrapar a su amada mapuche, Nemesis y


Megera le hicieron comprender que ningún compromiso puede darse por la fuerza…
Honkonfui sacó de sus adentros un hermoso collar de cuatro perlas y lo lanzó tan fuerte
que alcanzó los cielos y allí permanecen como cuatro luceros en honor a ese amor que
parece imposible. Al otro lado Alecto sin darse cuenta de lo ocurrido, silenció nuevamente
el bochinche y pidió a cada uno pedir deseos a las nuevas estrellas del firmamento y las
hadas asintieron encantadas a llenar de luz el lugar, la cueva irradiaba una bondad infinita
y las oscuras vestiduras pasaron a ser blancas túnicas. Todos al fin pudieron mirarse más
allá del simple ropaje de la vida que son los cuerpos.

Quirón ensimismado en sus adentros no se percató que su aspecto se hizo también


de un blanco reluciente, las palabras de la amazona Bob le hicieron reaccionar y una
lagrima brotó de su mirada, dijo entonces -deseo retirarme creí que no sabían que estaba
aquí-, un coro de risas alcanzó hasta el último rincón de la cueva y todas las miradas
apuntaron hacia él. Solo así pudo sonreír de verdad como nunca lo había hecho y de la
sonrisa paso a risa y de la risa a las carcajadas contagiando a todos, incluso el sabio
maestro calvo que observaba todo desde un rincón de la cueva. El hada Emérita se
ofreció llevar al Centauro y conversaron por el largo sendero sobre la importancia de su
presencia en la villa, al igual que la del maestro calvo venido de las sagradas montañas del
Himalaya.

Mientras el estruendo de la risa se escuchaba a kilómetros de la cueva, las cuatro


estrellas se hacían más fuertes. Dionisos no quería desprenderse, al contrario quería más
y más desenfreno. Frammi y el Haiku andante ya parecían sátiros en danzas orgiásticas
haciendo reír y reír a todos. Las mujercitas felices tomaban muchas imágenes con sus
modernas cámaras de todo lo que ocurría y entre ellas disfrutaban a borbotones sus
ocurrencias. Las hijas de Afrodita decidieron utilizar una de las sentencias de su poderosa
progenitora y revelada a San Alberto Magno - In dulcedine socitatis quarere veritatem-
cruzaron sus miradas y reforzaron los hilos de la red invisible que entrelazaba a todos los
de la cueva… Frammi secretamente hizo un conjuro - Ab amicis liberter moneamur" - que le
permitirá a cada uno en un futuro acceder a ese lugar especial cada vez que deseen,
Andra e Ysb, Emérita, fawn, Rossetta Zanahoria y la Reina Cebada se encargaron de crear
una galería caleidoscópica para consagrar y bendecir al grupo.

La noche se descubría larga, J el argonauta desentraño aquella noche el misterio de


las hijas de Perséfone, las ninfas Briela e Inoris en silencio, Prístina y Blanche con
resistencia redescubrieron en su retorno del inframundo a la cueva el verdadero valor de la
amistad. Prístina tenía oculta una Granada del Averno y al regalarla a Alecto, aquella
escena se transformó en una alegoría de la amistad. La Granada es el fruto de la vida, es
germen y sustancia a la vez, simboliza la necesaria armonía social representada en sus
pequeñas semillas interrelacionadas y unidas, también simboliza la fecundidad y la
coronilla del fruto se relaciona con la realeza.

Quirón desde lejos ahora entendía lo que significaría para ellos tomar conciencia
que el final tan esperado, es también un momento de despedida entre algunos y la
consolidación de la amistad para otros, que no importarán las promesas de reencuentros…
en definitiva, solo quedará el extraordinario sabor de lo vivido. Tarareó la estrofa de
canción pegajosa de los cuatro fantásticos, entendiendo que además de varones ellos son
hombres a toda cabalidad y que más que compañeros de la villa del cine todos eran una
familia escogida entre extraños. Al instante todos durmieron para esperar el amanecer,
volvió Quirón a la cueva justo antes de que despertaran, se dijo a si mismo que aquellas
criaturas habían removido sus adentros otorgándoles momentos de felicidad inmensos que
lo alejaron de sus angustias temporales. Sacó de su mochila un poema de Konstantínos
Kaváfis inspirado en la Odisea, lo transformó en polvo y lo vertió dentro de la Granada que
permanecía en las manos de Alecto. Al despertar Alecto compartió con todos el jugoso
fruto de rojo pasión y sabor agridulce… Quirón entonces leyó a viva voz el poema de su
bendición y hasta luego… Ítaca, dando cuenta que para cada uno de ellos, apenas la
aventura comienza.
Ítaca
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta


si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,


que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto


para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Más no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:


Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Konstantínos Kaváfis

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