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Que Dios sea el creador del mundo es a la vez un hecho y una doctrina. Es,
como dice el Apóstol, cuestión de fe. Creemos en base de la autoridad
de las Escrituras, las cuales declaran que «En el principio Dios creó los
cielos y la tierra».
Que Dios envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados es
una doctrina. Reposa únicamente sobre la autoridad de Dios. Lo
recibimos en base de Su testimonio. Así es con todas las grandes
doctrinas de la gracia; de la regeneración; de la justificación; de la
santificación, y de una vida futura. ¿Cómo sabemos que Dios aceptará a
todos los que creen en Cristo? ¿Quién puede conocer las cosas de Dios,
excepto el Espíritu de Dios, y aquel a quien el Espíritu se las revele? (1
Co 2:10, 11).
Por la naturaleza del caso, «las cosas del Espíritu», los pensamientos
y propósitos de Dios, pueden ser conocidos sólo por revelación, y
pueden ser recibidos sólo en base de la autoridad de Dios. No son
objetos ni de los sentidos ni de la razón. Prueba de la Escritura.
3. Es la uniforme enseñanza de la Biblia que la fe se basa en el
testimonio o autoridad de Dios.
El Nuevo Testamento es llamado «El testimonio de Jesús». Cristo
vino, no como filósofo, sino como testigo. Él le dijo a Nicodemo:
«Hablamos lo que sabemos, y testificamos de lo que hemos visto; y no
recibís nuestro testimonio» (Jn 3:11). «El que viene de arriba está por
encima de todos; el que es de la tierra, es terrenal, y habla cosas
terrenales; el que viene del cielo, está sobre todos. Y lo que ha visto y
oído, de eso testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su
testimonio, ése certifica que Dios es veraz» (vv. 31-33).
De la misma manera los Apóstoles fueron testigos. Como tales
fueron designados (Lc 24:48). Véase Hechos 10:39-43, donde se dice:
«Y nos encargó que predicásemos al pueblo, y testificásemos
solemnemente que él es el designado por Dios como Juez de vivos y
muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todo el que
crea en él, recibirá perdón de pecados por su nombre.».
La gran queja contra los Apóstoles, especialmente en las ciudades de
Grecia, era que no presentaban sus doctrinas como proposiciones para
ser demostradas; ni siquiera declaraban las bases filosóficas sobre las
que reposaban ni trataban de sustentarías ante el tribunal de la razón.