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EL primer ejercicio consciente del alma renovada es la fe; así como el

primer ejercicio consciente de un ciego de nacimiento cuyos ojos han


sido abiertos es la visión,
Así es con el creyente. Tan pronto como sus ojos son abiertos por la
renovación del Espíritu Santo, está en un mundo nuevo. Las cosas
viejas pasaron, he aquí, todas son hechas nuevas.
La aprehensión de «las cosas de Dios» como verdaderas se
encuentra en la base de todos los ejercicios del alma renovada.

En las Escrituras se le asigna tanta importancia a la fe, por cuanto todas


las promesas de Dios se dirigen a los creyentes, y por cuanto todos los
ejercicios conscientes de la vida espiritual involucran el ejercicio de la
fe, sin la que son imposibles, no se puede sobrevalorar la importancia
de esta gracia.
La fe, en el sentido más amplio del término, es asentimiento a la
verdad, o la persuasión de la mente de que algo es cierto. En un
lenguaje popular ordinario decimos que creemos aquello que
consideramos cierto.
El elemento primario de la fe es confianza. La idea primaria de
verdad es aquello que es digno de confianza Considerar algo como
verdadero es considerado como digno de confianza, Por tanto, fe, en el
sentido global y legítimo de la palabra, es confianza.
La fe es una convicción basada en el testimonio.
Dice Agustín: «Conocemos lo que descansa sobre la razón; creemos
lo que descansa sobre la autoridad». Creemos en base de la autoridad
de Dios, y no porque veamos, conozcamos o sintamos que algo sea
cierto
Cuando definieron la fe como la persuasión de cosas que no se ven,
se referían a aquellas cosas que recibimos como ciertas en base de la
autoridad, y no porque podemos conocerlas o demostrarlas.
Por ello se decía constantemente: la fe es humana cuando reposa en
el testimonio de los hombres; divina cuando reposa en el testimonio de
Dios. Tomás de Aquino dice: «La fe de que hablamos no asiente a nada
excepto porque sea revelado por Dios».
la fe significa la creencia de cosas no vistas, sobre la base de
testimonio. Pero por testimonio no se significa meramente la
afirmación de un testigo inteligente. Hay otros métodos por los que se
puede dar un testimonio aparte de una afirmación. Un sello es una
forma de testimonio; lo mismo una señal. Lo mismo es todo aquello
que compromete la autoridad del testigo de la verdad a establecer.
Cuando Elías declaro que Jehová era Dios y Baal una mentira, dijo:
«El Dios que responda por medio de fuego, ése sea Dios.» El descenso
del fuego fue el testimonio de Dios en favor de la verdad de la
declaración del profeta.
Así, en el Nuevo Testamento se dice que Dios dio testimonio de la
verdad del Evangelio tanto con señales como con prodigios y diversos
milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo (He 2:4); y se dice
del Espíritu de Dios que da testimonio con nuestros espíritus de que
somos hijos de Dios (Ro 8: 16).
La palabra, en estos casos, es marturo, testificar. Así, cuando se dice
que la fe se basa en testimonio, se significa que no se basa en los
sentidos, ni en la razón ni en los sentimientos, sino en la autoridad de
aquel por quien es autenticado.

Que Dios sea el creador del mundo es a la vez un hecho y una doctrina. Es,
como dice el Apóstol, cuestión de fe. Creemos en base de la autoridad
de las Escrituras, las cuales declaran que «En el principio Dios creó los
cielos y la tierra».
Que Dios envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados es
una doctrina. Reposa únicamente sobre la autoridad de Dios. Lo
recibimos en base de Su testimonio. Así es con todas las grandes
doctrinas de la gracia; de la regeneración; de la justificación; de la
santificación, y de una vida futura. ¿Cómo sabemos que Dios aceptará a
todos los que creen en Cristo? ¿Quién puede conocer las cosas de Dios,
excepto el Espíritu de Dios, y aquel a quien el Espíritu se las revele? (1
Co 2:10, 11).
Por la naturaleza del caso, «las cosas del Espíritu», los pensamientos
y propósitos de Dios, pueden ser conocidos sólo por revelación, y
pueden ser recibidos sólo en base de la autoridad de Dios. No son
objetos ni de los sentidos ni de la razón. Prueba de la Escritura.
3. Es la uniforme enseñanza de la Biblia que la fe se basa en el
testimonio o autoridad de Dios.
El Nuevo Testamento es llamado «El testimonio de Jesús». Cristo
vino, no como filósofo, sino como testigo. Él le dijo a Nicodemo:
«Hablamos lo que sabemos, y testificamos de lo que hemos visto; y no
recibís nuestro testimonio» (Jn 3:11). «El que viene de arriba está por
encima de todos; el que es de la tierra, es terrenal, y habla cosas
terrenales; el que viene del cielo, está sobre todos. Y lo que ha visto y
oído, de eso testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su
testimonio, ése certifica que Dios es veraz» (vv. 31-33).
De la misma manera los Apóstoles fueron testigos. Como tales
fueron designados (Lc 24:48). Véase Hechos 10:39-43, donde se dice:
«Y nos encargó que predicásemos al pueblo, y testificásemos
solemnemente que él es el designado por Dios como Juez de vivos y
muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todo el que
crea en él, recibirá perdón de pecados por su nombre.».
La gran queja contra los Apóstoles, especialmente en las ciudades de
Grecia, era que no presentaban sus doctrinas como proposiciones para
ser demostradas; ni siquiera declaraban las bases filosóficas sobre las
que reposaban ni trataban de sustentarías ante el tribunal de la razón.

Esto es fe: recibir como cierto lo que Dios ha testificado, y


por cuanto Él lo ha testificado. «EI que no cree a Dios, le ha
hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que
Dios ha dado acerca de su Hijo.» «Y éste es el testimonio (hë
marturia): que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su
Hijo» (1 Jn 5:10, 11). Difícilmente podría haber una declaración más
clara de la doctrina escrituraria en cuanto a la naturaleza de la fe.

Ejemplo 1: Abel Gen. 4:4_5. Mat. 23:31,


Ejemplo 2: Enoc la santidad una actitud de santidad.
Ejemplo 3: Noé varón justo de testimonio temeroso de Dios. Gen. 6:8-9
Ejemplo 4: Abraham obediencia. Hechos 7:2-5.
Isaac Gen. 27: 28-40.
Jacob Génesis 47: 31; 48: 17-20. la bendición que dejo a sus nietos que
serían cabeza de dos tribus fue por fe.
José Gen. 50:25.
Quiere decir que la vida de los antiguos se sustancia en la misma fe que la
de los creyentes de la actual dispensación; La fe de los antepasados es la
misma fe de los creyentes actuales y de los del futuro, los antiguos es una
referencia a la condición de creyentes de otras dispensaciones, pero no
solo delo pueblo de Israel sino de todos los tiempos anteriores desde el
principio de la humanidad, los antecesores del pueblo hebreo, se
acreditaron por creer lo que no se veía y vivir en consonancia con ello.
Las realidades que expresa la palabra y se sustancia, es decir se sustenta;
por la fe son tan convincentes que los antiguos se acreditaron en ellas e
hicieron de la fe la razón fundamental de su existencia. Por esta clase de
fe los antiguos recibieron la acreditación divina del beneplácito de Dios
con ellos, ya que sin fe es imposible agradar a Dios v.6
El testimonio que alcanzaron no procede de los hombres, sino de Dios
mismo, es de tomar en cuenta de que la revelación que aquellos antiguos
tenían era más limitada que la nuestra las promesas menos numerosas en
algunos casos, pero la fe que las sustanciaba es la misma que hoy; para
confirmar esto es que se dan los ejemplos que se mencionan en los textos
que conocemos como la galería de la fe en hebreos 11 tomada de vidas
pasadas.

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