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incidencia
La ley 26994 publicada en el B.O. del 8 de octubre de 2014 no sólo deroga el Código de Vélez
Sársfield y aprueba el Código Civil y Comercial, sino que a lo largo de su texto y anexos
produce una serie importante de reformas en todo el ordenamiento jurídico, con gran
incidencia en el Derecho del consumidor.
En la materia que nos ocupa, el artículo 2 de la ley 26.994 aprueba el Anexo II integrativo de
dicha norma, disponiendo la sustitución de los artículos de las leyes indicadas en el mismo por
los textos que en cada caso se expresan.
Dicho Anexo en la parte pertinente dispone la sustitución del artículo 1 de la ley 24.240, la
sustitución del artículo 8 de la ley 24.240, la sustitución del artículo 40 bis de la ley 24.240 y la
sustitución del artículo 50 de la ley 24.240.
Además de esta incidencia directa de la reforma sobre el estatuto del consumidor, también
debe mencionarse que dentro del libro tercero dedicado a los derechos personales, existe un
título III dedicado a los contratos de consumo, que va del artículo 1092 al 1122. En este Título
II, a través de sus Capítulos y Secciones trata temas de gran interés como las prácticas
abusivas, la información y publicidad dirigida a los consumidores, cláusulas abusivas, etc.
Llama la atención que existiendo una ley específica de tutela de los consumidores, el
legislador haya incorporado todo un Título en el Código Civil y Comercial para regular los
contratos de consumo, título en el cual encontramos normas que se superponen con las de la
ley 24.240. Así por ejemplo la propia definición de consumidor y usuario contemplada en el
artículo 1092 CCyC, o el artículo 1095 que insiste sobre la interpretación de los contratos a
favor del consumidor.
También la regulación de los contratos en general contiene normas y principios que tienen
influencia en el derecho del consumidor. Así por ejemplo los artículos 984 a 989 que regulan
los contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas.
Sumado a todo ello, encontramos otras normas que tienen una influencia directa en la materia
del consumidor. Así por ejemplo toda la regulación de la responsabilidad civil –hoy unificada-,
incluida su nueva función preventiva. En materia de responsabilidad civil, si bien muchos
cambios son trascendentes, otros son una simple recepción legislativa de lo que ya era
materia corriente en la doctrina y jurisprudencia. Así por ejemplo la regulación de las
obligaciones de medios y de resultado, o la incorporación de las obligaciones concurrentes.
Y claro que también existen artículos aislados, desperdigados en el cuerpo del nuevo Código
Civil y Comercial que también tienen repercusión en la materia que nos ocupa. Así por
1
Gabriel Siglitz “El Derecho del Consumidor en el Código Civil y Comercial Unificado .
Diálogo de fuentes” en la obra colectiva “Tratado de Derecho del Consumidor” Editorial
La Ley Tomo I, pág. 259 , B.A. 2015.
ejemplo la regulación de contratos bancarios con consumidores y usuarios (arts. 1384 a 1389
CCyC) o la referida a los tiempos compartidos y cementerios privados.
A mero título de ejemplo nos permitimos citar el artículo 1414 regulatorio del servicio de caja
de seguridad bancaria, que dispone: “Límites. La cláusula que exime de responsabilidad al
prestador se tiene por no escrita. Es válida la cláusula de limitación de la responsabilidad del
prestador hasta un monto máximo sólo si el usuario es debidamente informado y el límite no
importa una desnaturalización de las obligaciones del prestador”.
Según Stiglitz, las normas del CCyC mejoran notoriamente el sistema de protección de los
consumidores. “En particular, regulaciones pormenorizadas, novedosas, novedosas y
progresivas en materia de contratos por adhesión , cláusulas abusivas, prácticas abusivas (en
general), publicidad abusiva, cesación de la publicidad ilícita y anuncios rectificatorios,
conexidad contractual, etc, de las que adolece el régimen especial de la ley 24.240 (y que no
fueron abordadas por la modificatoria ley 26.361)”2.
Esta simple introducción nos lleva a una primera conclusión. La sanción de la ley 26.994 –que
entre otras cosas aprueba el nuevo Código Civil y Comercial- tiene importantísima influencia
en el Derecho del Consumidor.
La reforma al artículo 8 de la ley 24.240 es intrascendente por cuanto se trata tan solo de una
corrección de redacción
En cuanto al art. 40 bis que fuera incorporado con la reforma de la ley 26.361, su texto ha sido
sustituido. Se trata del llamado “daño directo” El nuevo texto no solo corrige la redacción de
2
Gabriel Siglitz “El Derecho del Consumidor en el Código Civil y Comercial Unificado .
Diálogo de fuentes” en la obra colectiva “Tratado de Derecho del Consumidor” Editorial
La Ley Tomo I, pág. 261 , B.A. 2015
3
Ver el comentario de Fulvio Santarelli al artículo 1 de la ley 24.240 en “Ley de Defensa
del Consumidor – Comentada y Anotada” Directores Picasso-Vázquez Ferreyra. Editorial
La Ley, Tomo I, página 51y sgtes.
la norma sino que a la luz de la jurisprudencia de la CSJN establece mayores precisiones para
la procedencia del instituto4. El texto anterior había sufrido varios cuestionamientos
constitucionales, los que se han querido corregir con la nueva redacción. A tenor del nuevo
texto legal el daño directo es una indemnización que la autoridad de aplicación administrativa
puede fijar a favor del consumidor o usuario. Solo alcanza a los daños patrimoniales,
quedando expresamente excluida la indemnización de las consecuencias de la violación de los
derechos personalísimos del consumidor, su integridad personal, su salud psicofísica, sus
afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni,
en general, a las consecuencias no patrimoniales.
Solo son indemnizables los daños sufridos en los propios bienes objeto de la relación de
consumo. Es decir el daño patrimonial experimentado en el propio bien que ha sido objeto
del acto de consumo. En ningún caso sería procedente la indemnización de un daño moral o
extrapatrimonial.
También se fijan ciertos requisitos que debe cumplir la autoridad administrativa para poder
otorgar este tipo de indemnizaciones. Deben estar facultados por ley y estar dotados de
especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitables y sus decisiones deben
estar sujetas a un control judicial amplio y suficiente. De ahí que muchas provincias y el
mismo estado nacional deberán adecuar su legislación para adecuar la autoridad
administrativa a los nuevos mandatos legales.
La nueva norma no fija un límite a la indemnización el que vendrá dado por la propia
naturaleza o valor del bien en cuestión.
En otro orden de cosas, es sabido que el anteproyecto elaborado por la Comisión de Juristas
contemplaba un aspecto punitivo de la responsabilidad civil, a través de la sanción pecuniaria
disuasiva. Lo cierto es que el Poder Ejecutivo eliminó dichas normas. No obstante ello
quedaron vigentes los artículos 1714 y 1715 que en conjunto tienden a limitar las sanciones
económicas o bien a evitar condenaciones punitorias excesivas cualquiera sea su origen.
Creemos que estos dos artículos pueden tener cierta incidencia a la hora de fijar una condena
punitiva en los términos del artículo 52 bis de la ley 24.240. De ahí que en el ambiente
consumeril estas normas no son bien vistas.
Algo semejante ocurre con el artículo 1414 CCyC referido al contrato de caja de seguridad
bancaria que dispone ““Límites. La cláusula que exime de responsabilidad al prestador se
tiene por no escrita. Es válida la cláusula de limitación de la responsabilidad del prestador
hasta un monto máximo sólo si el usuario es debidamente informado y el límite no importa
una desnaturalización de las obligaciones del prestador”.
Tanto la ley 24.240 en su artículo 37 inciso a) como el propio Código Civil y Comercial en su
artículo 988 consideran abusivas las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten
la responsabilidad por daños. Es así que el artículo 1414 se opone a normas propias del
derecho del consumidor –que gozan de cierta preeminencia en virtud de la cláusula
constitucional de tutela de los consumidores- , lo que seguramente dará lugar a más de un
planteo, sobretodo en un país en el que no es extraño el robo en cajas de seguridad, ni
tampoco extraño que muchos guarden toda su riqueza en dichos espacios.
4
Entre otros ver de la CSJN “ Angel Estrada y Cia” Fallos 328:651; y también Fallos
247:646.
Otro tema que seguramente tendrá repercusión en materia de protección del consumidor será
lo relativo a la función preventiva de la responsabilidad civil, contemplada en los artículos
1710 a 1713 CCyC.
Creemos que –tal como aconteció con las acciones colectivas post Halabi- veremos un uso y
abuso de este tipo de acciones, muchas veces con fines que no son los que el legislador ha
tenido en cuenta al momento de consagrar esta nueva función. De ahí la prudencia que
deberán tener los jueces, quienes deberán extremar la aplicación del principio consagrado en
el artículo1713 de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la eficacia
de la obtención de la finalidad.
Conforme artículo 1711, esta función preventiva procede siempre que exista la posibilidad
de que se ocasione un daño por medio de una acción u omisión antijurídica, no siendo
necesaria la presencia de ningún factor de atribución que califique esa conducta activa u
omisiva. No es un problema de responsabilidad y por ende no interesa el factor de
atribución. Lo que acá interesa es que estamos ante una conducta antijurídica que puede
generar un daño.
El texto del artículo 1711 es de singular importancia por las siguientes razones.
En primer lugar la prevención funciona tanto contra actos positivos, como contra
omisiones, en la medida que estos sean antijurídicos, es decir contrarios a derecho.
Respecto de los actos de omisión habrá que estar a todo el material doctrinario y
jurisprudencial elaborado alrededor del artículo 1074 del Código Civil de Vélez Sársfield.
El Código exige que los actos –tanto positivos como de omisión- sean contrarios a derecho.
Claro que en este caso la antijuridicidad se predica de la conducta y no del resultado (el que
muchas veces no llegará a concretarse). Decimos ello por cuanto en principio todo daño es
antijurídico (neminen laedere), salvo que concurra alguna causa de justificación (art. 1717
CCyC). Por ende, alguno podría pensar que todo acto potencialmente dañoso viabilizaría la
acción preventiva, en razón de que ese eventual daño comunicaría su ilicitud a la conducta
que se quiere evitar. Creemos nosotros que en realidad lo que debe ser antijurídico es la
conducta considerada en si misma (violatoria del ordenamiento en general, incluidos los
pactos contractuales).
Pero pensamos que para que pueda hacerse valer la función preventiva, la antijuridicidad al
ser calificativa de la conducta, deberá ser una antijuridicidad formal y no meramente
material. No sería a nuestro juicio admisible una acción preventiva contra una conducta
lícita por la mera posibilidad de que pueda ser generadora de un daño, aún cuando ese
eventual daño puede configurar una violación al deber general de no dañar (neminem
laedere). Insistimos, es la conducta potencialmente dañosa y considerada en si misma la
que debe ser contraria a una norma del ordenamiento jurídico. Una conducta
potencialmente dañosa, pero lícita no viabiliza la acción preventiva. Conducir un
automotor, por más que pueda ser potencialmente causa de algún perjuicio, no justifica una
acción preventiva.
Dentro del concepto de conducta antijurídica incluimos la conducta abusiva en los términos
del artículo 10 del Código Civil y Comercial.
“Es claro que debe haber una relación de causalidad entre ambos elementos. Es decir, ha de
existir un “perjuicio causalmente previsible” , de acuerdo con la teoría de la causalidad
adecuada. El demandante ha de acreditar la existencia de una vinculación razonable entre
la actividad (o inactividad) del demandado y un daño que, causalmente, ha de derivar como
consecuencia mediata o inmediata de aquélla”5. “La prueba que se rinda acerca de la
probabilidad, gravedad e inminencia del daño debe ser decisiva y razonable; de lo
contrario, la intromisión en la libertad de una conducta humana resultaría una injusticia
notoria”6. Matilde Zavala de González considera que “ no es menester certeza del daño que
amenaza, sino seria probabilidad o previsibilidad objetiva”7.
Puede tratarse de una amenaza de daño a las personas o un daño a las cosas. Una lesión a
un derecho subjetivo, a intereses difusos o colectivos, y a intereses individuales
homogéneos (Halabi).
Esta acción preventiva puede funcionar tanto en lo que hasta el momento conocíamos como
responsabilidad contractual y extracontractual. Es decir que bien puede iniciarse una
acción preventiva tendiente a evitar los perjuicios derivados de un incumplimiento
contractual. Ello cobra singular importancia en materia de tutela de los consumidores. De
hecho, existen cientos de procesos colectivos en los tribunales de la Ciudad de Buenos
Aires, los cuales en su mayoría no son otra cosa que acciones preventivas.
5 Eugenio Llamas Pombo “Los problemas actuales de la responsabilidad civil. Módulo de aprendizaje autodirigido - plan de formación
de la rama judicial” . Trabajo publicado en internet.
6 Noemí Nicolau “La tutela inhibitoria y el nuevo art. 43 de la Constitución Nacional” La Ley 1996-A,1245
7
Matilde Zavala de González “La tutela inhibitoria contra daños” Responsabilidad Civil y Seguros, Edit. La Ley 1999,1.