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EL DEPORTE: CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN EN LA EDUCACIÓN FÍSICA

EN EDUCACIÓN PRIMARIA
Autora: Miryan Santos Pizarro
El concepto de deporte ha ido variando con el discurrir del tiempo y en función
de la evolución de las sociedades en que se ha desarrollado.
Si tuviéramos que destacar unos rasgos o una virtud común, o por lo menos
predominante, veríamos la persistencia de lo que es esencial en el juego: alegría, diversión,
pasatiempo, representación de algo ficticio… Pero la observación de la forma en que se
desarrolla el deporte nos lleva a incorporar el “sentido agonístico” de su realización.
Para completar la idea anterior, se exponen varias definiciones, que no todas
concuerdan exactamente. Según las tendencias de las diferentes “escuelas” de donde
dimanan, las definiciones recalcan uno u otro de los diversos factores que conforman la
acción deportiva:
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española entiende por deporte:
“Actividad lúdica, sujeta a reglas fijas controladas por organismos internacionales, que se
practica en forma de competición individual o colectiva, y que pone en juego cualidades
tales como la movilidad física, la fortaleza y la habilidad de los competidores”.
P. PARLEBAS, define el deporte como “conjunto de situaciones motrices codificadas
en forma de competición y con un carácter institucional”. Son tres los principales
componentes que aparecen en esta definición:
- Situación motriz: es el conjunto de datos objetivos (espacios, instrumentos, reglamentos)
que caracterizan la acción motriz de uno o varios sujetos, que en un medio físico dado
realizan una acción táctica. Dentro de las situaciones motrices se distinguen:
 Situación Psicomotriz: Es aquella que es realizada para un solo sujeto y, por lo tanto, no
existe comunicación práctica.
 Situación Sociomotriz. Es aquella que es realizada con otros sujetos, por lo tanto, hay
presencia de comunicación práctica. Es directa cuando se realiza con un compañero/s o
adversario, e indirecta por medio de los gestos o conductas motrices.
- Competición reglada. Reglas codificadas y estandarizadas.
- Situación motriz institucionalizada. Por medio de instituciones oficiales que dirigen
el deporte (CONSEJO SUPERIOR DE DEPORTES, FEDERACIONES
INTERNACIONALES, COMITÉ OLIMPICO INTERNACIONAL…).
CAGIGAL, J.M. (1981), lo define como “Diversión liberal, espontánea,
desinteresada, expresión del espíritu y del cuerpo, generalmente en forma de lucha, por
medio de ejercicios físicos más o menos sometidos a reglas”. En esta definición aparecen
los conceptos de ejercicio físico, lucha y reglas como características del deporte.
A través de un análisis de las definiciones expuestas, quedan patentes algunas
características esenciales de la actividad física para ser considerada deporte: participación
física, búsqueda del máximo rendimiento, gratuidad y reglamentación.
Clasificaciones más rigurosas son las que exponemos a continuación de
MATVEIVEV, SÁNCHEZ BAÑUELOS Y P. PARLEBAS:
MATLEIVEV, L.P. (1981), utiliza en su clasificación un criterio basado en el tipo de
esfuerzo físico requerido para cada deporte, estableciendo cinco grupos.
 Deportes acíclicos, son aquellos en los que predomina la fuerza veloz y los movimientos
de máxima intensidad.
 Saltos (gimnasia, trampolín, esquí, longitud)
 Lanzamientos (jabalina, disco, peso y martillo)
 Halterofilia
 Velocidad (sprint)
 Deportes con predominio de la resistencia.
 Movimientos de intensidad submáxima (medio fondo, natación 100 y 400 metros.
 Movimientos de intensidad superior y media (5000 y más metros y 800 y 1500 en
natación)
 Deportes de equipo.
 Deportes de considerable intensidad, pero con la posibilidad de ser abandonado de tiempo
en tiempo (baloncesto, hockey hielo)
 Deportes de considerable duración con pocas interrupciones (fútbol, hockey hierba).
 Deportes de combate; en ellos se da enfrentamientos directo entre individuos (esgrima,
boxeo, lucha).
 Deportes complejos y pruebas múltiples; son aquellos en los que se solicita al deportista
esfuerzos muy diversos y amplios (penthalon moderno, decathlon, gimnasia deportiva).
SANCHEZ BAÑUELOS, F. (1984), distingue entre deportes básicos y deportes complejos.
1) Deportes básicos:
Se encuentran relacionados con las habilidades y destrezas básicas y se suelen
desarrollar en un entorno estable. La exigencia respecto a los mecanismos de percepción y
decisión suele ser escasas, frente a los mecanismos de ejecución que suele ser elevada.
Estos deportes generalmente son individuales, tales como el atletismo, la natación, tiro con
arco…
2) Deportes complejos:
Se desarrollan en entornos cambiantes y el control del movimiento es la regulación
externa. Generalmente estos deportes implican actividades con un mayor número de
componentes de ejecución, y el orden secuencial de las mismas puede ser variable de una
situación a otra. Las exigencias en los tres mecanismos, percepción-decisión-ejecución, son
bastante elevadas. Por ejemplo, el baloncesto, balonmano, voleibol….
PARLEBAS, P. realiza una clasificación muy interesante y moderna cuyo principio
está en la consideración de cualquier situación motriz como un sistema de interacción
global entre un individuo que se mueve, el entorno físico y los otros participantes.
El factor que determina cualquier situación es la noción de incertidumbre
(inseguridad, inquietud). Esta incertidumbre puede ser debida bien al entorno físico que
rodea a la actividad motriz, o a los adversarios o compañeros.
Las situaciones en las que no existe incertidumbre, aquellas en las que el individuo
actúa en solitario (lanzamiento de jabalina, salto de altura, etc.) se denominan situaciones
“psicomotrices”. Aquellas en las que existe incertidumbre, debida al medio físico o a los
compañeros o adversarios (deportes de equipo, lucha, frontón), son denominadas
situaciones “sociomotrices”.
Los criterios básicos de esta clasificación son la utilización de tres factores
relacionados con la incertidumbre, en la relación entre el medio, el compañero y el
adversario.
I) Incertidumbre provocada por la relación del participante con el medio exterior o entrono
físico.
P) Incertidumbre en la interacción con el compañero/s o comunicación motriz.
A) Incertidumbre en la interacción con el adversario/s o contracomunicación motriz.
Ello hace que cada situación pueda ser caracterizada en función de la existencia o no
de incertidumbre en uno o varios de los parámetros considerados (la ausencia de
incertidumbre se señala con un trazo encima del parámetro considerado).
1ª Categoría PAI.
No existe ningún tipo de interacción. EL practicante está solo en un medio estable
(ejemplo: natación en piscina, carrera de atletismo en pista…).
2ª categoría PAI.
La incertidumbre se sitúa en el medio físico (ejemplo esquí alpino, actividades al aire
libre, escalada en solitario).
3ª Categoría PAI.
La incertidumbre se plantea en la relación con el compañero (ejemplo patinaje por
parejas, remo…).
4ª Categoría PAI.
La incertidumbre se sitúa en el medio físico, pero la actividad se realiza en
cooperación con un compañero (ejemplo el alpinismo en cordada, la vela con compañero).
5ª Categoría PAI.
La incertidumbre se sitúa en el adversario.
6ª Categoría PAI.
La incertidumbre se sitúa en el adversario y en el medio, que es fluctuante (ejemplo
esquí de fondo).
7ª Categoría PAI.
Es una situación en la que tanto la relación con el compañero como con el adversario
se sitúan en un medio fluctuante (ejemplo juegos populares por equipos).
8ª Categoría PAI.
El medio es estable y la incertidumbre se sitúa en el compañero y en el adversario
(ejemplo la mayor parte de los deportes de equipo: baloncesto, fútbol, voleibol…).
Los deportes colectivos más frecuentes que nos podemos encontrar en la escuela son:

FÚTBOL SALA EL BALONMANO


1.- Datos históricos. 1.- Fundamentos del juego. Historia
2.- Características del fútbol sala y síntesis 2.- Posiciones de base: ofensiva y
reglamentaria. defensiva.
3.- Elementos técnicos ofensivos: 3.- Elementos técnicos básicos:
- Manejo de balón - Forma de coger el balón
- Toque de balón - Manejo del balón
- Conducción de balón - Recepción del balón
- Control de balón - Desplazamientos con balón
- Remate y finta - El pase
- El tiro - El bote
4 - El lanzamiento
.- Elementos técnicos ofensivos. - Las fintas
- Interceptaciones (atajos, cortes, entradas y - El blocaje
desvíos). - Técnica específica del portero
- Carga 4.- La defensa
- Anticipación - Recuperar el balón
- Acoso - Evitar el gol
- Repliegue 5.- El ataque
5.- Aspectos tácticos del fútbol sala - Conseguir gol
- Ocupar los espacios libres

VOLEIBOL EL BALONCESTO
1.- Origen e historia.
2.- Técnica individual de ataque:
- Dominio del balón
- Posición básica de ataque
- Desplazamientos: cambios ritmo
- Paradas
- Dribling
- Recepción del balón
1.- Origen e historia - Pases: pecho, picado, gancho…
2. -Posiciones básicas, media, alta, baja - Tiros: estático, suspensión
3.- Desplazamientos: - Fintas
- Doble paso - rebote
- Pasos laterales 3.- Técnica individual defensiva.
- Carrera - Posición básica y desplazamiento
4.- El saque: - Marcaje
- De abajo - Interceptación de balón
- De tenis - Tapones
- Flotante - Bloqueos
5.- Toque de dedos - Defensa individual
6.- El remate 4.- Técnica colectiva de ataque:
7.- El bloqueo - Bloqueos, pase-recepción, pantalla
8.- El toque de antebrazo. 5.- Técnica colectiva de defensa:
9.- Las caídas y planchas. - Defensa de bloqueo
10.- Táctica defensiva: 3.1.2-3.2.1. - Ayuda y recuperación
11.- Táctica de recepción: 6.- Táctica individual de ataque:
- W (uve doble) - Cortes, pantalla
- Semicírculo 7.- Táctica individual de defensa:
- Ayuda
8.- Táctica colectiva de ataque:
- acciones de ataque
- Contraataque
- Sistemas de ataque
9.- Tácticas colectivas de defensa:
- Zonas, individual, mixtas.
- Defensa de contraataque
BIBLIOGRAFÍA:
 - BLÁZQUEZ, D. (2001): La Educación Física. Barcelona.Inde.
 - CAGIGAL, J.M. (1979): Cultura intelectual y cultura física. Buenos Aires. Kapelus

El deporte como práctica cultural ante el reto de la


Igualdad de oportunidades en la sociedad del siglo XXI

Es un hecho innegable que el deporte es uno de los prácticas culturales que más se ha
extendido en las últimas décadas en nuestra sociedad. Su grado de aceptación y
seguimiento por parte de las masas sociales lo han convertido en un entretenimiento que
está al alcance de todas las personas. Esto es debido, tanto al número de practicantes como
a seguidores incondicionales que no lo practican. En definitiva, consumidores deportivos
que sustentan un negocio creciente que no en todos los momentos históricos fue tan cercano
como en el momento actual.

El deporte ha sido manejado como una práctica con la que se han delimitado las
diferencias de sexo y clase social durante décadas. Como hemos mostrado anteriormente,
en la actualidad la realidad deportiva es muy diferente a la de hace algunos años (o siglos)
atrás. Este cambio es debido a una serie de sucesos que han facilitado el acceso a la práctica
y el consumo deportivo. Algunos de estos sucesos son, entre otros, la creación de empresas
que facilitan y acercan los servicios deportivos a los ciudadanos y ciudadanas o la lucha por
la igualdad de oportunidades entre sexos y clases sociales.

El deporte, a simple vista anodino por tener como base el juego, propio de la edad
infantil, ha jugado en el pasado y juega en el presente un papel crucial para transmitir una
serie de valores sociales. Diversos autores (Devís Devís, 1996; Velázquez Buendía, 2001;
Montero, 2008) muestran el verdadero poder del deporte como instrumento para reproducir
la ideología y los valores predominantes en la sociedad o para transformarlos.

La igualdad de sexos en la práctica deportiva: una utopía del pasado convertida en


realidad

A lo largo de la historia del deporte, los hombres han defendido a toda costa que el
deporte lleva inherentes unos valores de virilidad como recoge Carroll (1986, en
Hargreaves, 1993:123): “se debería, una vez más, prohibir la participación deportiva de las
mujeres: ellas son las verdaderas defensoras de los valores humanistas que emanan del
hogar, los valores de la ternura, el amor y la compasión, y este importantísimo papel no
debiera ser trastocado por los valores militares y políticos inherentes al deporte. Asimismo,
el deporte no debiera silenciarse con valores humanistas: es el foco viviente para la gran
virtud de la virilidad”. En esta cita se observa la discriminación sexual que siempre ha
existido en el mundo del deporte hacia la mujer, incluso actualmente aunque sea de una
manera algo encubierta.

Aunque actualmente esto está cambiando poco a poco, consideramos que un apoyo
importante para que esta situación cambie y se consiga una igualdad real entre sexos sería
que los medios de comunicación se involucrasen en este ámbito. Es en este punto donde
Hargreaves (1993:126) recrimina el proceder de los medios de comunicación en lo que se
refiere al deporte, aludiendo a que la atención que se le presta al deporte femenino en ellos
es mínima y cuando lo hacen, primero hacen referencia a su condición de mujeres y,
después, a la de atletas. No pretendemos recriminar la actitud, en este caso, de los medios
sino utilizar su capacidad de convicción frente a la sociedad para que hombres y mujeres
sean identificados como iguales en el ámbito deportivo, lo que, irremediablemente,
afectaría a los demás ámbitos de la vida social, lo que desembocaría en un cambio en la
sociedad que ayudaría al desarrollo de una cultura en la que la igualdad entre todas las
personas sería tal que podrían sentarse unas nuevas bases orientadas hacia el respeto a la
dignidad humana.

En términos generales puede decirse que la histórica existencia y persistencia de esta


segregación de la mujer en el deporte de la que venimos hablando se ha basado en las
creencias y discursos tradicionales sobre el papel social de las mujeres orientado al
matrimonio y a la maternidad, así como sobre los valores, actitudes y modos de conducta
que son propios del sexo femenino, radicalmente opuestos a los que debían caracterizar a la
actividad deportiva. (Hargreaves, 1993, en Velázquez Buendía, 2001). Esta autora expone
que los hombres tienen acceso a un número mayor de actividades que las mujeres, sin
embargo, consideramos que esta idea ha quedado en parte obsoleta, ya que, actualmente, la
evolución de la sociedad hacia nuevas formas de ocio han contribuido a la creación de
nuevas empresas de ocio deportivo que han ofrecido un amplio abanico de servicios físico-
deportivos para cubrir la demanda generada por los ciudadanos/as e, incluso, generando
necesidades deportivas antes inimaginables para el gran público.
Este cambio se ha producido por la visión mercantil de los empresarios que han visto a
las mujeres como un sector de población potencialmente consumidor de deporte y de todo
lo que rodea al mismo (productos, espectáculos deportivos, etc.). La ampliación del
mercado de consumidores aumenta las ganancias de las empresas dedicadas al mundo del
deporte (marcas deportivas, gestores de servicios deportivos, etc.) y en consecuencia han
facilitado desde estas esferas, entre otras, la introducción de la mujer en este campo.

Otro aspecto que ha contribuido a destruir este falso mito sobre la incompetencia o falta
de capacidad de la mujer para realizar práctica deportiva ha sido, en gran medida, la lucha
histórica de las mujeres y la concienciación, en mayor o menor medida, de la sociedad
corroborando que la práctica deportiva no está reservada a los hombres, sino que el sexo
femenino puede aportar lo mismo que éstos en dicho campo. Para Bochetti (1996, en Puig i
Barata 2001:76) “conseguir que la diferencia que ha existido siempre pero que ha sido
oprimida y ocultada haya sido reconocida socialmente es fruto de un “combate” en la esfera
pública”.Así, Puig i Barata (2001:68) habla de que “innegablemente hay una cultura
deportiva femenina”, aunque está de acuerdo con Hargreaves en que ésta no goza ni de la
valoración social ni de la centralidad que tiene la masculina, especialmente en las
estructuras del deporte tradicional. Por otro lado, y atendiendo a la afirmación de Puig i
Barata, creemos que para conseguir la igualdad en el ámbito deportivo no es acertado
pensar en una cultura deportiva propia del sexo femenino, ya que esto implica que la
cultura deportiva entre hombres y mujeres es diferente, por lo que si fuera así, nunca podría
consolidarse una sociedad en la que unos y otras fueran considerados como iguales, al
menos, en este ámbito.

Evidentemente, queda mucho camino por recorrer para llegar a conseguir la igualdad en
cuestión de sexo, debido al lastre machista que ha arrastrado la sociedad a lo largo de la
historia. No obstante, es un hecho que la mujer tiene cada vez más peso en todos los
ámbitos de la vida (cultural, político, económico, etc.) y por supuesto en el del deporte, que
al ser una práctica cultural, refleja el sentir de la sociedad en la que se encuentra inmerso.

Acercamiento social del deporte

Tras revisar la literatura relacionada con el tema de la igualdad en el deporte hemos


encontrado paralelismos entre las diferencias que se producen en el deporte entre hombres
y mujeres, por un lado, y las distintas clases sociales por otro lado. Nos referimos a que hay
una serie de deportes que en su inicio han sido considerados como aptos para unos y no
aptos o poco accesibles para los otros. Estas diferencias se han tratado de encubrir de unas
u otras maneras, tratando de ser sutiles en el tratamiento de la prohibición o restricción de
la práctica de estos deportes.

Hasta este momento hemos expuesto la problemática de la mujer en torno al mundo del
deporte. Como decíamos anteriormente, el deporte como práctica cultural ha seguido la
ideología dominante, es decir, excluía a la mujer de todos los aspectos sociales y culturales
de importancia, hasta hace relativamente poco tiempo. En este sentido, las clases sociales
bajas han sido tratadas del mismo modo que las mujeres. Con esta afirmación nos referimos
a que no han tenido una opinión relevante en ningún ámbito importante de la sociedad
(político, económico, etc.) y que incluso, en el ámbito deportivo, eran relegados de esta
práctica, ya que era un disfrute reservado sólo a unos cuantos. En esta línea, algunos
autores (Cazorla Prieto, 1979; Mandell, 1986; Elías, 1992; Bordieu, 1993) han puesto de
manifiesto que el deporte moderno en sus orígenes se constituyó como una práctica propia
de las élites sociales que incorporaba características, significados y finalidades particulares.
De esta manera, el deporte como aspecto cultural, en ocasiones ha estado destinado al
disfrute de unos cuantos mientras que para otros ha significado un medio de vida. Varios
años atrás, algunos deportes se han percibido con un cierto aire clasista, como si se
intentase levantar una barrera para mostrar hasta donde podía llegar la gente de a pie y
donde empezaba el deporte para la gente acomodada.

Sin embargo, las empresas dedicadas al ocio deportivo, mencionadas con anterioridad,
han provocado un cambio en la manera de ver estos deportes considerados como
“clasistas”, ya que mediante la oferta de servicios deportivos por parte de estas empresas se
ha conseguido romper la barrera que impedía el acceso a estos deportes a las clases sociales
“no dominantes”.

Este cambio ha supuesto el acercamiento de los deportes clasistas a todo el estrato social,
que han empezado a ser consumidos por todos los sectores de la población. Así, deportes
como el esquí, el padel o el golf, entre otros, han pasado de ser practicados por unos pocos
a ser deportes más asequibles para cualquier ciudadano/a. Así lo expone Velázquez
Buendía (2001) cuando dice que “a pesar de los orígenes aristocráticos que cabe atribuir al
deporte, su evolución como concepto y como práctica ha sido paralela a su diversificación
y a su extensión a todas las capas sociales”.

Es evidente que seguirá habiendo clubes privados destinados a la realización de deportes


considerados clasistas hace unos años, como el golf, padel o esquí, pero esto no significa
que el deporte practicado en esos clubes privados sea diferente al que puede practicar
cualquier persona en un espacio habilitado para el disfrute de estos deportes anteriormente
mencionados, por poner un ejemplo. Se ha pasado de considerar ciertos deportes como un
factor que otorgaba prestigio a utilizarlo como un eje para el acercamiento a la igualdad
social.

Siguiendo con esta línea argumental, podemos decir que la práctica deportiva,
actualmente, no sólo es exclusiva de las personas que tienen un gran poder adquisitivo. Será
el poder económico de la persona y, por supuesto el tiempo libre del que dispone, el
verdadero discriminador para que haya una mayor o menor práctica deportiva, pero no una
práctica diferente a las personas que están por debajo en la escala socio-económica, ya que
en la actualidad la mayoría de los ciudadanos/as puede practicar cualquier deporte por un
precio asequible. Es decir, el deporte no será un instrumento que marque las diferencias de
clase, como se utilizaba desde hace casi dos siglos hasta hace pocos años.

Por lo tanto, como hemos expuesto, partiendo del deporte como práctica cultural, éste
puede ser utilizado de dos maneras diametralmente opuestas: como agente de reproducción
social o como transformador social. De acuerdo con Devís Devís (1996:37), “el deporte se
configura como un objeto cultural que cumple funciones ambivalentes, incluso
contradictorias: la de producción y reproducción ideológica de los valores y estructuras
sociales, políticas y económicas dominantes, y la de transformación de tales valores y
estructuras”.

Por un lado, sin duda, como dice Velázquez Buendía (2001), “puede afirmarse que
todavía existen formas de discriminación deportiva que relegan a un segundo plano el
deporte femenino y que tratan de mantener ideológicamente la total supremacía masculina
en el campo de la actividad física y del rendimiento deportivo”. Incluso podríamos hablar
de cierta discriminación de clase en algunos casos concretos (clubes deportivos). Por otro
lado, como apunta Cazorla Prieto (1979), el deporte ha sido utilizado y se ha convertido en
un importante medio de protesta. Velázquez Buendía (2001) va un poco más allá cuando
expone “que el prestigio y la popularidad del deporte de élite han contribuido en la
evolución positiva de algunos problemas que se dan en la sociedad, ayudando a que se
produjera una disminución del racismo, introduciendo nuevas y desconocidas culturas que
han servido para entenderlas algo mejor e, incluso para la aproximación de las clases
sociales”.

De esta manera, y concluyendo con una cita de Velázquez Buendía (2001) hemos
comprobado que, “por un lado es cierto que el espectáculo deportivo está orientado hacia la
producción y reproducción ideológica de los valores y estructuras sociopolíticas y
económicas dominantes en las sociedades modernas, lo que contribuye a que tenga lugar
una sutil acomodación y control “consentido” de los grupos subordinados de la sociedad.
Pero, por otro lado, no es menos cierto que el espectáculo deportivo también contiene un
importante potencial para la transformación de la sociedad que ha sido y será aprovechado
como medio para estimular la resistencia y la lucha en tales grupos, y para alcanzar
mayores cotas de igualdad, justicia y bienestar social”.

Conclusiones

El deporte ha sido utilizado como una práctica de reproducción y cambio social a lo


largo de su existencia. Debemos, sus consumidores, gobernarnos por la reflexión crítica y
entender, que más allá de ideologías partidistas para las que ha sido usado, el deporte puede
y debe ser utilizado para reproducir los aspectos sociales positivos y para transformar
aquellos otros que son negativos.

Hace siglos, incluso hace pocas décadas, nadie podía pensar que el deporte llegase a ser
practicado por mujeres. Un pensamiento de este tipo hubiera sido considerado como una
utopía. Sin embargo, y remitiéndonos a la práctica deportiva femenina actual, podemos
afirmar que las utopías son barreras que hay que intentar superar, como ha ocurrido en este
caso. No obstante, entendemos que aún queda camino por recorrer para alcanzar la igualdad
de oportunidades entre sexos en cualquier ámbito de la vida en el que incluimos, por
supuesto, el deportivo.

Bibliografía

 BORDIEU, P. (1993): "Deporte y clase social" (primera publicación en 1978), en


Brohm J.M. et al. (1993): Materiales de sociología del deporte, pp. 57-82. (J.I.
Barbero González, comp.) La Piqueta. Madrid.
 CAZORLA PRIETO, J.M. (1979): Deporte y Estado. Labor. Barcelona.
 DEVÍS DEVÍS, J. (1996): Educación física, deporte y curriculum. Investigación y
desarrollo curricular. Visor. Madrid.
 ELIAS, N. (1992): "Introducción", en Elias, N. y Dunning, E.: Deporte y ocio en el
proceso de la civilización, pp. 31-82. Fondo de Cultura Económica. Madrid (ed.
original en 1986).
 HARGREAVES, J. (1993): “Problemas y promesa en el ocio y los deportes
femeninos”, en Brohm, J.M. et al. (1993): Materiales de sociología del
deporte (pp.109-132) (J.I.Barbero, comp.). La Piqueta. Madrid.
 MANDELL, R.D. (1986): Historia Cultural del Deporte. Bellaterra. Barcelona.
 MONTERO GÓMEZ, A. (2008): Educar al alumnado en el respeto hacia sus
compañeros a través del deporte: un deber moral y legal del docente de Educación
Física. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Nº
125. http://www.efdeportes.com/efd125/educar-al-alumnado-en-el-respeto-hacia-
sus-companeros-a-traves-del-deporte.htm
 PUIG i BARATA, N. (2001): “La situación de la mujer en el deporte al iniciarse el
siglo XXI”, en Deporte y Cambio social en el umbral del siglo XXI. Investigación
Social y Deporte, nº 5, vol. II (pp. 67-80). Esteban Sanz. Madrid.
 VELÁZQUEZ BUENDÍA, R. (2001) Acerca de la popularización del deporte y de
los nuevos deportes. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Nº
38. http://www.efdeportes.com/efd38/popul.htm
ORIGEN, EVOLUCIÓN Y ACTUALIDAD DEL HECHO DEPORTIVO

Òscar Chiva Bartoll

Profesor asociado de la Universitat Jaume I de Castellón, España.


Profesor de Educación Física en Enseñanza Secundaria (C. Valenciana).
ochiva@uji.es

Carlos Hernando Domingo

Profesor titular de la Universitat Jaume I de Castellón, España


Director del Servicio de Deportes de la Universitat Jaume I de Castellón, España.
hernando@uji.es

RESUMEN

El presente artículo tiene por objetivo ofrecer una descripción y delimitación


del origen, evolución y actualidad del hecho deportivo, entendido como elemento
nuclear sobre el que se define la realidad social del deporte contemporáneo.
Entorno a esta aproximación, se aclaran sus fundamentos y antecedentes históricos
en base a dos paradigmas ciertamente enfrentados: el idealista-historicista y el
materialista-utilitarista. De cada uno de ellos, como se verá, se descubren una serie
de valores y objetivos que se aglutinan entorno a los dos principales modelos que
hoy en día configuran el hecho deportivo: el deporte para todos y el deporte
espectáculo.

PALABRAS CLAVE:

Deporte, hecho deportivo, deporte para todos, deporte espectáculo.

EmásF, Revista Digital de Educación Física. Año 6, Num. 31 (noviembre-diciembre de 2014)


http://emasf.webcindario.com 21
1. INTRODUCCIÓN.

A todas luces, conocer y entender la realidad del hecho deportivo


contemporáneo es una cuestión ineludible para todas aquellas personas que, de
una manera u otra, están involucradas en su desarrollo, bien sea como practicantes,
monitores, entrenadores, maestros, profesores, políticos, gestores, espectadores, etc.

El presente trabajo desarrolla una aproximación al hecho deportivo actual, a


partir del análisis de sus fundamentos y antecedentes históricos. Para ello, tras
indagar sobre diferentes perspectivas explicativas del origen del deporte, el artículo
aborda el análisis de dos paradigmas ciertamente enfrentados: el idealista o
historicista y el materialista o utilitarista. En cada uno de ellos, como se verá, se
descubren valores y metas que se aglutinan entorno a los dos principales modelos
que hoy en día configuran al hecho deportivo: el deporte para todos y el deporte
espectáculo.

Acceder a la comprensión de dicha realidad no será tarea fácil, por lo que


dada la complejidad del fenómeno en cuestión, se desplegarán una serie de
apartados que nos permitirán aproximarnos desde diferentes enfoques y
perspectivas. Inicialmente el artículo examinará el origen y la evolución del
deporte, así como de su manifestación social concebida como hecho deportivo.
Posteriormente, en base a los argumentos esgrimidos, el trabajo explicará la
situación actual del hecho deportivo, a partir de una posición crítica y
fundamentada.

2.EVOLUCIÓN E INTERPRETACIONES DEL HECHO DEPORTIVO

Para delimitar y clasificar con la propiedad requerida el término deporte,


conviene advertir de antemano que dicha definición encierra cierta complejidad.
Como sucede con otros fenómenos humanos, la diversidad de definiciones
existentes es enorme. La dificultad radica en encontrar una explicación que
abarque unívocamente todo el significado del término deporte. Hasta el punto de
que reconocidos autores como Parlebás (2001) ó Isidori (2011), debido a esa falta
de acuerdo y consenso, llegan a hablar de la dificultad de definir el deporte. Y no
por ser unas explicaciones mejores que otras, sino porque las características
descriptivas y definitorias pueden ser muy distintas. Existen pues tantos factores que
se funden en la acción deportiva, que no puede hablarse sino de un fenómeno
multidimensional (Almeida, 2001).

Además, la verdadera complicación aparece cuando estas definiciones


provienen de enfoques sustancialmente diferentes. Tanto es así que se caería en la
ingenuidad si se confiara únicamente en las definiciones más clásicas y
generalizadas para entender un concepto ciertamente polisémico como el de
deporte. Por regla general, todas las definiciones han evolucionado históricamente,
luego no se puede soslayar de este análisis aquello que las ha llevado a ser lo que
son. Para entender lo que el deporte significa a día de hoy, conviene realizar una
aproximación histórica de su origen y evolución.

EmásF, Revista Digital de Educación Física. Año 6, Num. 31 (noviembre-diciembre de 2014)


http://emasf.webcindario.com 22
Por todas las razones aducidas, este artículo emerge desde un planteamiento
interdisciplinar, adquiriendo un marcado carácter histórico, ya que persigue la meta
de entender el deporte recurriendo al pasado; pero también sociológico, en tanto
que su objetivo es entender la situación del hecho deportivo en el contexto social
contemporáneo.

Poniendo la mirada inicialmente en el análisis del origen y de la evolución


histórica, conviene entender que el deporte tiene sentido a partir de su desarrollo
desde las primeras actividades físicas humanas, que como veremos de inmediato,
se mezclaban con otras conductas y sentimientos que se fueron enraizando en los
modos culturales que, a día de hoy, son patrimonio de la humanidad (Coca, 1993).

2.1.TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA ACTIVIDAD FÍSICO-DEPORTIVA.

 A la hora de estudiar el origen y la evolución de la actividad físico-deportiva,


Acuña (1994) facilita una revisión de las principales teorías acerca de su origen y
desarrollo. Inicialmente plantea un doble posicionamiento: por una parte subraya la
existencia de una teoría que parte de la unidad vital elemental entre todos los
animales (entre los que se incluye al ser humano), en la que se considera al instinto
de supervivencia como origen de la actividad físico-deportiva. Y, por otra parte, da
a conocer la existencia de otra teoría que se origina a partir de una concepción
diferenciada entre el ser humano y el resto de los animales. Para esta segunda
teoría el terreno de la actividad físico-deportiva es únicamente concebido como
una manifestación humana.

Uno de los principales autores representantes de la primera teoría basada en


la unidad vital de todos los animales es Neuendorff (1973). Para él la actividad físico-
deportiva nace sin distinción entre animales, a partir de la lucha biológica por la
existencia y la supervivencia. No obstante, aun aceptando estos postulados, para
entender la evolución y el significado actual del deporte, se necesita indagar
también en los hechos culturales y sociales que han modulado su conformación.
Dicho de otro modo, nos interesa saber cómo el deporte interactúa con la sociedad
y cuáles son sus verdaderas implicaciones en la vida del ser humano actual. Algo
que, como veremos, sí explica la segunda teoría.

En esta segunda teoría cabrían, además, dos sub-teorías basadas en


interpretaciones distintas. De un lado aquella que surge desde una perspectiva
idealista e historicista, que encuentra la motivación de la práctica físico-deportiva
en sus componentes lúdico y cultural; y de otro lado, aquella que interpreta el
origen de la actividad físico-deportiva desde una perspectiva materialista y/o
utilitarista.

Por todo ello, de las teorías generales explicativas recién expuestas y que
quedan resumidas en la Tabla.1, la teoría basada en una concepción diferenciada
entre el ser humano y el resto de animales parece adecuarse mejor a los intereses
de la presente aproximación al hecho deportivo.

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Tabla 1.Teorías del origen de la actividad físico-deportiva. Basado en Acuña (1994)

TEORÍAS GENERALES ORÍGEN DE LA ACTIVIDAD FÍSICO-


EXPLICATIVAS DEPORTIVA

1.- Teoría general basada en la Instinto de supervivencia.


unidad vital elemental entre
todos los animales.

2.1.- Perspectiva historicista o idealista:


2.- Teoría general basada en componente lúdico y cultural.
una concepción diferenciada
entre el ser humano y el resto de 2.2.- Perspectiva materialista o
animales. utilitarista: origen y sentido pragmático
de la actividad físico-deportiva.

En cualquier caso, aun habiendo descartado la teoría biologicista basada en


la unidad vital entre todos los animales, por no ajustarse a los intereses
investigadores del presente artículo, la interpretación social del origen deportivo
sigue ofreciendo puntos de desencuentro y/o perspectivas confrontadas que
conviene seguir desbrozando en los siguientes apartados.

3. DEPORTE Y HECHO DEPORTIVO

 Desde su vertiente como actividad propiamente humana, resulta evidente


que del deporte emana lo que se conoce como hecho deportivo (Domínguez,
1995). La diferencia entre estos conceptos radica en la existencia de una variada
serie de vínculos e interacciones que diferencian lo que es el deporte en sí, de la
realidad social y multidimensional que deviene del propio deporte: el hecho
deportivo. Claramente Cagigal (1996: 794) da cuenta de ello al afirmar que: “el
deporte como institución social es, pues, consecuencia del desarrollo de cada
cultura, se forma cuando una cultura alcanza cierto nivel de evolución; el deporte
como conducta surge, en cambio, en un nivel anterior”.

En definitiva, el hecho deportivo incluye todo un conglomerado de relaciones


intersubjetivas que tienen su origen en el deporte y que pueden llegar a interferir en
otras esferas sociales. En cualquier caso, como presumía Laguillaumie (1978: 32), “el
deporte es una realidad compleja de abarcar y difícil de situar con precisión dentro
de la estructura del ser social”.

En el terreno de la diferenciación entre deporte y hecho deportivo Cagigal


(1996) permite refrendar nuevamente la existencia de dos aproximaciones
específicamente independientes. Por una parte se puede concebir el deporte como
realidad ontológica y por otra como realidad social. Como realidad ontológica se
trata de algo que existe de un modo intrínseco a la naturaleza humana, y que por
tanto se ha manifestado siempre donde el hombre ha existido. Ahora bien, a partir
de tal realidad ontológica emergen todo un entramado de relaciones intersubjetivas
que convierten al deporte en una manifestación social, a saber, el hecho deportivo.
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Esta reflexión permite por tanto hacerse una idea de la complejidad y resorte
del hecho deportivo entendido como realidad humana de la que emanan una serie
de significados que, según la perspectiva desde la que se analicen, puede
provocar interpretaciones distintas (Isidori, 2011).

En cualquier caso, a raíz del interés de este artículo por describir el deporte
como realidad social, el estudio se centrará en adelante en el hecho deportivo
como fenómeno humano del que no pueden obviarse sus implicaciones sociales.

Para desarrollar un análisis metódico del origen, significado y desarrollo del


hecho deportivo dentro del marco expuesto hasta aquí, es de recibo realizar una
aproximación a las dos versiones comprendidas dentro de la teoría que se centra
en la actividad físico-deportiva como manifestación propiamente humana. Como
expresara Ueberhorst (1973), es muy distinta la interpretación sobre el origen y
evolución del deporte que daría un historiador afín al materialismo histórico, para
quien todos los fenómenos culturales se explicarían como producto de las
relaciones económicas y de producción, que la que aportaría un historiador
humanista cuyos cimientos filosóficos se basaran en la libertad del espíritu como
fuente creadora de civilización y cultura.

En líneas generales, la visión idealista se basa en la relación de


interdependencia tejida entorno al deporte y su relación con la sociedad y la
cultura de cada momento histórico. Generalmente desde esta postura se tiene una
visión positiva del deporte como manifestación valiosa y enriquecedora de la
cultura humana. Esta perspectiva achaca la existencia del deporte a una
determinada evolución social puesta al servicio del impulso primario y la necesidad
del hombre de ejercitar el cuerpo.

Por otra parte, la línea utilitarista o materialista presenta un carácter


abiertamente crítico respecto al hecho deportivo al entender el deporte como una
acción utilitarista, llegando a ser considerado por algunos autores como un
auténtico producto contemporáneo del progreso industrial capitalista surgido en la
Inglaterra de finales del siglo XVIII. Por tanto, para llegar a entender el fenómeno
deportivo actual en toda su amplitud no cabe más opción que efectuar un breve
repaso dando a conocer a continuación ambas perspectivas de un modo más
detallado.

4. PERSPECTIVA HISTORICISTA-IDEALISTA DEL HECHO DEPORTIVO

En defensa de esta perspectiva encontramos a Blanchard & Cheska (1986:


35), quienes afirman que “el deporte refleja los valores básicos del marco cultural en
que se desarrolla y por tanto actúa como ritual cultural o como transmisor de
cultura”. Para estos autores la actividad física en tanto que acontecimiento cultural,
encuentra su nacimiento histórico junto a los principios de la civilización humana. En
este punto se topan con la dificultad inicial de diferenciar la naturaleza y las
consecuencias del hecho deportivo respecto a otras expresiones culturales como la
religión, el arte o el juego.

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En esta línea, Cagigal (1996) define al deporte en su época primigenia como
una expresión telúrico-vital a modo de manifestación embrionaria indefinida
compuesta por valores estéticos, morales y físicos, expresados a través de
complejas manifestaciones en las que cada elemento yace indisolublemente unido
a los demás.

Poco a poco, sin embargo, los diferentes momentos temporales y sociales


han ido diversificando esta práctica. En esta línea la perspectiva historicista nos
permitirá entender cómo el deporte bebe de las influencias sociales y culturales de
cada momento histórico, trayendo algunas de ellas hasta nuestros días. Esta
iniciativa, por su parte, se verá finalmente abocada a abrir la puerta a la posibilidad
de imbricarse con la perspectiva utilitarista, ya que a partir del análisis
pormenorizado de determinados momentos históricos, la versión utilitarista del
deporte resultará clara y manifiesta, aunque de eso nos ocuparemos un poco más
adelante.

El deporte entendido desde la perspectiva historicista nace en la prehistoria y


sigue su evolución a caballo de la cultura, estructurándose según las acciones de
los hombres y compartiendo espacio con manifestaciones como el juego, el canto,
la danza y la lucha, llegando a entrar incluso en la fibra religiosa de los pueblos.

A modo de breve repaso histórico, todo apunta a que inicialmente la


actividad física de las personas se centraba en la búsqueda de alimento, así como
en la protección y la defensa ante otros depredadores y demás peligros del medio
(Mechikoff & Estes, 2005). Pronto se empezó a ensalzar a aquellos individuos que
mostraban mejores destrezas y habilidades para la caza, lo cual llevó a que los
cazadores buscaran ese reconocimiento a través de la práctica de actividades que
les servían como entrenamiento y preparación. Asimismo, a medida que las tribus
se convirtieron en poblados con una organización más compleja, las demandas de
adaptación al medio cambiaron, apareciendo nuevas necesidades como repeler o
atacar a otros poblados o tribus, luchas cuerpo a cuerpo entre seres humanos, el
dominio de determinadas armas, etc.

Otro fenómeno remarcable en la evolución del hecho deportivo apareció en


la antigua Grecia, donde por primera vez el hecho deportivo se independizó de
otras manifestaciones culturales. Sin embargo, Mechikoff & Estes (2005) aducen
fuertes conexiones entre el desarrollo cultural de las antiguas Grecia y Roma, con la
civilización Egipcia fundamentalmente, así como también con las costumbres de la
gente de Creta y muy posiblemente con los Fenicios. Hecho que nos obliga a
entender los juegos atléticos griegos más como un nuevo paso en la evolución del
hecho deportivo, que como su nacimiento. Poco después, cabe destacar que es en
la antigua Roma donde por primera vez se introduce un enfoque pragmático y
utilitarista a partir del fenómeno deportivo en sí, donde la archiconocida
exclamación panem et circenses aparece como clara expresión de este matiz.

Posteriormente, la acción deportiva del ser humano continuó evolucionando


durante la Edad Media. De un modo anónimo resurgieron en las esferas sociales
bajas una serie de prácticas como el juego de la pelota, el lanzamiento de barra,
etc., mientras que las clases altas se dedicaban a prácticas como los torneos y las
justas caballerescas, que aunque se erigían como una simple manifestación lúdica,
no dejaban de tener un claro sentido pragmático de preparación para la guerra
(Domínguez, 1995).
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También Domínguez (1995) y Mechikoff & Estes, (2005) recuerdan que
posteriormente, movimientos como el Humanismo renacentista y más tarde la
Ilustración, apostaron por la recuperación de ciertos ideales de la Grecia clásica y
de los pensadores romanos, superando la visión un tanto denostada que se tenía en
la Edad Media de la actividad física. Así las cosas, se dio un fuerte resurgir de lo
corporal de la mano de pensadores y filántropos como Basedow o Pestalozzi, que a
su vez fundamentaron sus ideas en los postulados filosófico-pedagógicos de
ilustrados como Rouseeau.

Finalmente en el siglo XIX nacieron los primeros estudios gimnásticos de


carácter científico. Existen en esta faceta varias perspectivas encabezadas por
corrientes como las del exiliado español Francisco Amorós en Francia, cuyos
preceptos se basaban en la práctica físico-deportiva a través del uso y
aprovechamiento de la naturaleza. El alemán Friedrich Ludwig Jahn que bajo
intereses nacionalistas y patrióticos desarrolló todo un sistema de gimnástica de
fuerza. El método higiénico naturista del Sueco Per Henrik Ling, que estableció las
bases de una educación física basada en los aspectos médicos y científicos del
ejercicio. Franz Nachtegall, conocido como el padre de la gimnasia danesa, que a
raíz del trabajo de Guts Muts promovió la inclusión de la educación física en los
currículos de la escuela danesa. Y, finalmente, el deporte inglés surgido de la mano
del clérigo Thomas Arnold.

En esa época renacía también de nuevo el olimpismo, a partir del entusiasmo


y voluntad del barón Pierre de Coubertin, quien se inspiró en los juegos regionales
impulsados por el Dr. William Penny Brookes de Gran Bretaña, para llevar a cabo
esa idea al terreno internacional (Mechikoff & Estes, 2005). Fiel a estas intenciones, el
olimpismo ha promovido enérgicamente en el s.XX la internacionalización y
globalización del deporte, siendo uno de los principales motores que lo han llevado
a ser lo que es a día de hoy.

5. PERSPECTIVA UTILITARISTA-MATERIALISTA DEL HECHO DEPORTIVO

En este punto se analiza otra concepción del deporte, la utilitarista o


materialista, motivada en este caso por las consecuencias de la Revolución
Industrial. Durante esta época, la nueva clase dominante, a saber, la burguesía,
trataría de implantar sus valores. Como recuerda Rodríguez (2008: 13): “cualquier
historia del deporte puede interpretarse como una evolución de los valores
dominantes de cada sociedad”. Y es que ese hito histórico significó un punto de
inflexión que para muchos de los historiadores y pensadores del deporte cambiaría
no sólo el hecho deportivo, sino todo el paradigma de pensamiento, abriendo la
puerta a una nueva concepción de la realidad social: el materialismo histórico.

Desde este prisma, numerosos autores defienden que la idea de lo que hoy
se conoce como deporte tuvo su origen en la Inglaterra del siglo XVIII, a partir de un
proceso de transformación de los juegos tradicionales, llevado a cabo por las élites
burguesas a raíz de la Revolución Industrial (Almeida, 2001; Elías & Dunning, 1992).
En esta línea Cagigal (1996: 582) asegura que existe una diferencia entre el deporte
pre-insdustrial y el post-industrial, señalando además que: “la evolución habida
entre los siglos XI al XVIII es relativamente escasa comparada con la que va a tener
lugar en los siglos XVIII al XX.

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En los últimos años la perspectiva utilitarista del deporte ha ido ganando
terreno en la forma de entender y definir el hecho deportivo. Por lo que aquella
interpretación en la que el deporte se mantiene puro, sin mercantilismos y
profesionalismos, ha perdido muchos enteros. La pretendida universalidad del
deporte, que algunos incluso defenderían como símbolo de la universalidad de la
humanidad según la anterior perspectiva, no deja de ser desde este nuevo
posicionamiento más que una universalidad burguesa. Algunos de los ideólogos
afines a este posicionamiento crítico lo consideran, al mismo tiempo, como una
expresión y una necesidad de la sociedad industrial y mecanicista, y, de hecho,
según la óptica de la civilización del ocio que vivimos en los países desarrollados,
como una necesidad cultural (Brohm, 1978).

A colación de estos hechos, Vilanou (2004) califica al deporte el siglo XX


como un gigante con pies de barro, aludiendo a factores como: manipulación
ideológica, obstinación por el rendimiento, desmedido afán de victoria, dopaje,
intereses comerciales y económicos, etc. En definitiva, una serie de aspectos que
sin lugar a duda socavan los fundamentos humanísticos del deporte.

Esta inversión en sus valores esenciales da pie a apreciar y escuchar con


atención los postulados de la concepción utilitarista del deporte. Una concepción
que, como estamos viendo, critica abiertamente la pérdida de buena parte de las
dosis humanísticas y pedagógicas del hecho deportivo. Inicialmente esta
concepción afirma que el origen o la causa del deporte tal como lo entendemos
hoy en día se hallan en elementos predominantemente materialistas (Eichel, 1973).
Por su parte, Corriente & Montero (2011) aducen que las actividades atléticas de la
era pre-insdustrial presentaban un conjunto de rasgos que las distinguían
marcadamente de los deportes modernos. Para estos autores el deporte moderno
tal como se entiende hoy en día, tiene sus orígenes directos en la domesticación de
los pasatiempos populares de la edad media. La modernización de estos juegos se
produjo en las Public Schools británicas, donde el pastor anglicano Thomas Arnold
redactó por escrito los primeros reglamentos y otorgó un lugar destacado a la
educación corporal. Por esta vía los burgueses trataban de abandonar sus austeras
costumbres para aprender a comportarse como gentlemen. De tal manera que las
actividades deportivas se iban perfilando como parte de una estrategia
institucional, dirigida a dotar de una imagen noble a las nuevas clases industriales
venidas a más (Almeida, 2001).

Así, los patrones burgueses, con el fin de protegerse y diferenciarse de los


peligros, la barbarie y la brutalidad de las clases trabajadoras, trataron de
establecer unos ideales de comportamiento que les convinieran. El deporte, en este
sentido, cumplía un fuerte papel formador del carácter en tanto que reunía una
serie de valores como el espíritu de equipo, la aceptación de las reglas, el
reconocimiento de los méritos del adversario, etc.

Por su parte, desde el análisis crítico que nos ocupa en este apartado, a partir
del relanzamiento del movimiento olímpico, el barón Pierre de Coubertin hizo lo
propio para promover el florecimiento de la juventud burguesa de Francia y con ella
la entronización del liberalismo y del colonialismo. De hecho, siguiendo con la línea
de Corriente & Montero (2011), el barón Pierre de Coubertin habría logrado impulsar
el deporte moderno, permitiéndole dar un paso al frente y expandirse mediante la
construcción de grandes estadios y espectáculos deportivos, así como a través de
la organización institucional de complejas organizaciones deportivas
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internacionales. Tanto fue así que entre las diferentes disputas más o menos
explícitas entre países, el deporte se instauró como escenario de competición y
ostentación nacional por excelencia.

Es patente que los intereses nacionalistas y mercantilistas no han dejado


pasar la oportunidad de valerse del deporte para mostrar y ensalzar las excelencias
nacionalistas, entendiendo al olimpismo como un valioso instrumento del que poder
sacar provecho.

Por su parte, Brohm (1978) afirma que el hecho deportivo no deja de reflejar
la estructura capitalista e industrial que presenta una clara analogía estructural
entre la organización de un tipo de sociedad dada y una actividad socializada
como lo es el hecho deportivo. Así pues, la competición como ganancia, la
existencia de una clasificación o jerarquía, la medida y cuantificación, el
rendimiento técnico, la especialización, etc., son algunos de los valores
compartidos entre las sociedades capitalistas y el deporte tal como lo vivimos en
nuestros días.

Desde esta postura, avalada por los postulados del materialismo histórico, el
deporte no se entiende como una entidad supra-histórica que se mantiene a lo
largo de los siglos, sino que inscribe y determina su estructura interna en el marco
de las relaciones de producción (Laguillaumie, 1978).

6. EL HECHO DEPORTIVO CONTEMPORÁNEO

Tras las distintas aproximaciones recogidas hasta el momento, estamos en


mejor disposición de ofrecer una descripción ajustada sobre la situación actual del
hecho deportivo.

A diferencia de las manifestaciones físico-deportivas de épocas anteriores,


para autores como Vicente (2011), el deporte contemporáneo incluye una serie de
rasgos distintivos propios de las sociedades actuales. Por otra parte, los encuentros
deportivos actuales se han sistematizado y están perfectamente organizados para
que quede constancia de cada actuación deportiva a través de las mediciones de
tiempos, distancias, pesos y todo un conjunto de elementos medibles, que llevan a
condicionar el sentido mismo de la práctica, dando pie a la noción de record. Sin
embargo, antiguamente, en las prácticas físico-deportivas lo trascendental era la
victoria sobre el adversario, sin más. Todas estas manifestaciones permiten afirmar
que, efectivamente, parece existir una diferencia clara entre el deporte
contemporáneo y el deporte antiguo.

Sin ir más lejos, Cagigal (1996) percibe que el deporte de los años 70 dista
mucho del que inventaron los ingleses. Se pasó de ciertos valores como el juego
limpio, la caballerosidad, el contacto social, el afán de superación, el respeto al
adversario, la entrega, la exigencia, etc., a un nuevo período en el que emergen
otros roles, estructuras y valores como el espectáculo, la política, la técnica, la
ciencia, el profesionalismo, la exigencia internacional, etc.

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Dados los procesos de globalización que estamos viviendo desde finales del
siglo XX, y más concretamente desde la definitiva unificación del deporte tras la
Segunda Guerra Mundial, el hecho deportivo se manifiesta paralelamente bajo un
halo de unidad mundial que se refuerza y se expande sin cesar (Miller, Lawrence,
McKay & Rowe, 2001). Además, esta estructuración política va más allá de los
organismos institucionalizados (federaciones, clubes, etc.) en su afán por conducir
los destinos del deporte moderno, estando motivada fundamentalmente por razones
económicas y políticas.

Así pues, esta expansión mundial del deporte, unida al carácter mercantilista
de las sociedades dominantes, provoca hoy en día grandes dosis de
sensacionalismo exacerbado que facilitan entender el deporte como un producto
de consumo. Bajo estos preceptos, el deporte asume un papel social importante en
el momento histórico contemporáneo. De hecho, desde las perspectivas más
críticas se sugiere que el deporte es una vía de impulso para los movimientos
capitalistas que persiguen un rápido proceso de globalización (Miller, Lawrence,
McKay & Rowe, 2001). En esta línea, el movimiento de globalización deportiva tiene
más que ver con la mercantilización y la alienación, que con el utópico
internacionalismo universal con el que lo venden los grandes organismos
deportivos.

Desde este posicionamiento, se aduce la existencia de cinco grandes


procesos interconectados que caracterizan el actual momento de globalización
deportiva: globalización, dominio gubernamental de las masas, americanización,
control televisivo y mercantilización. Unos procesos que contribuyen
indudablemente a un implícito imperialismo cultural en el que el deporte, y por
extrapolación el cuerpo humano, no dejan de entenderse como meros
instrumentos.

Algunos ejemplos que muestran estos procesos son los mercados de


jugadores, la profesionalización de los deportes, la propiedad privada de equipos,
el incremento en la exportación de códigos y costumbres basados en los deportes
americanos, el controvertido mercado de la lucha por los derechos televisivos y las
audiencias, etc. Sin duda, el nuevo deporte espectáculo, para cumplir su función,
demanda constantemente grandes hazañas y rendimientos extremos, récords, etc.,
por parte de los deportistas. Y es que, como espectáculo de masas, su función
radica en el estímulo de consumidores, por lo que el dinero que se mueve y se
genera a partir del deporte predispone a dar respuesta a las demandas del
espectáculo por medio de prácticas irregulares, dopaje, primas, adaptación de los
deportes e incluso de los reglamentos deportivos a los requerimientos de los medios
de comunicación, etc. Lo cual provoca un amargo desencanto por el deporte en
tanto que se está desvinculando de sus valores primigenios.

Asimismo, el deporte espectáculo camufla sus verdaderos intereses tras una


imagen de actividad humana reconciliadora para las diferentes culturas,
potenciadora de valores ciudadanos y personales como el auto-concepto, la auto-
superación, la libertad, la catarsis, etc., convirtiéndose así en una imagen de marca
inmejorable. Es decir, estos valores, que efectivamente se dan en la práctica
deportiva, son empleados para vender la imagen de muchos productos de
consumo cuyos valores pretenden identificarse con el deporte.

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De alguna manera podría decirse con Isidori (2013) que el deporte, en el siglo
XXI, puede ser comparado con el concepto griego de Pharmakon, significándose
como antídoto y como veneno a la vez. Es decir, tras esa imagen de actividad
ensalzadora de la humanidad y de sus valores más elevados, la globalización del
hecho deportivo esconde muchos contravalores que, aun no siendo inherentes al
propio deporte en sí, deben ser conocidos y reconducidos. Es decir, el deporte
debe someterse a estudio en sus diferentes facetas ya que, como indica este autor,
a pesar de su esencia educativa debe ser interpretado críticamente. De lo contrario,
el hecho deportivo contemporáneo corre el riesgo de perder el espíritu educativo y
lúdico-agonal que a priori lo vio nacer, con todos sus valores humanísticos incluidos,
para convertirse en una actividad social instrumental al servicio de los intereses
económicos de las clases dominantes.

Pero la cosa no queda ahí, sino que autores como Berthaud (1978: 99) dan a
conocer una de las peores caras del deporte al relacionarlo con su capacidad de
manipulación de masas. Desde esta concepción, el deporte ofrece una vía de
aprendizaje y aceptación tanto de la autoridad, como de la conformidad
ideológica de los valores dominantes, las reglas y las normas que se pretenden
inculcar.

Asimismo, siguiendo con la descripción de esta perspectiva contemporánea,


existen muchas otras referencias significativas que hacen una lectura no menos
crítica y peligrosa del hecho deportivo, al entenderlo como herramienta política
para despistar y/o manipular a las masas carentes de sentido crítico. Es decir, como
un peligroso pero, ante todo, potente instrumento para el ejercicio del dominio
gubernamental sobre las masas (Cagigal, 1996: 56). De esta manera observamos
cómo hasta Cagigal, conocido por su entusiasmo y toda una vida de dedicación al
deporte, no puede finalmente sino aceptar la doble cara del hecho deportivo.

Esta postura no hace más que reafirmar que el deporte tiene una enorme
fuerza y potencial, y que tal vez conociéndolo mejor estaremos en disposición de
proyectar toda su riqueza hacia el lado positivo de la balanza. Ya que, incluso
entendido como instrumento, el deporte puede ofrecer beneficios saludables,
puede aportar ventajas para el desarrollo de determinadas dimensiones educativas
e inclusivas, etc.

7. DEPORTE PARA TODOS Y DEPORTE ESPECTÁCULO

Dada la profundidad con la que el hecho deportivo se está propagando en la


sociedad contemporánea, y siendo conscientes de su potencial transmisor de
valores y de contravalores, éste artículo denuncia la necesidad de reflexionar sobre
una orientación razonable del hecho deportivo como fenómeno social, o cuando
menos, de tomar consciencia de las implicaciones de los diferentes modelos y
posibilidades de desarrollo existentes.

Como se ha visto, se distinguen dos grandes grupos de estudios del hecho


deportivo. Primeramente, los estudios acríticos concordantes con el sistema de
pensamiento dominante y acomodaticio, desde los que se describe, interpreta y
explica la realidad deportiva. Y, en segundo lugar, enfoques críticos que describen,
interpretan y explican el fenómeno deportivo desde una postura más contestataria,
tratando de desvelar los elementos negativos para poder superarlos.
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Después de los argumentos esgrimidos en los sucesivos apartados, la
reflexión planteada abre la puerta a considerar que el hecho deportivo, tal como la
entendemos hoy en día, constituye un proceso ecléctico que obedece tanto a
condiciones materialistas o utilitaristas, como a las condiciones idealistas basadas
en valores como la creatividad, el espíritu lúdico y agonístico.

Estas dos concepciones, a su vez, parecen cristalizar de un modo más o


menos claro entorno a las dos grandes modelos divergentes de deporte que,
condicionados por diferentes motivaciones, desempeñan funciones distintas en la
sociedad: el deporte espectáculo y el deporte para todos o deporte praxis. En
palabras de Cajigal (1996: 765):

Existen a comienzos del último cuarto del siglo XX dos grandes tendencias
divergentes que, a medida que se estructuran y desarrollan, van
constituyendo entidades dispares, impulsadas cada una de ellas por
requerimientos totalmente distintos: el deporte-praxis, alimentado por la
propia necesidad humana de movimiento lúdico-competitivo, concretada en
una manera particular de expresarse, que puede comprender igualmente las
formas deportivas espontáneas que las organizadas, pero que se enmarca ya
en una conducta reflexiva y consciente de valores humanos y sociales del
deporte, tales como salud, descanso, esparcimiento, socialización, etc. Y por
otro lado, por otro camino, el deporte-espectáculo, requerido por demandas
distintas del anterior, motivado por las grandes propagandas políticas, por los
intereses económicos, comerciales, manipulado por los grandes resortes de
la publicidad.

En esta línea, García-Ferrando (1990) remarca la diferencia entre el deporte


para todos o deporte praxis y el deporte espectáculo, en la mayor o menor
presencia del carácter utilitario que éste implica, así como en los protagonistas de
cada modelo. El deporte-espectáculo, según se ha visto, tiene como motor el
interés económico y comercial, y sus protagonistas son los espectadores, en tanto
que son sus intereses los que marcan las pautas a seguir en su proceso de
implantación.

Sin embargo, el deporte para todos o deporte praxis es una manifestación del
hecho deportivo contemporáneo que se relaciona con el ocio, en tanto que es una
de las preferencias de la población respecto a la dedicación de su tiempo libre
(García-Ferrando, 1990; Puig & Monteagudo, 2004). Bajo esta perspectiva, García-
Ferrando (1990: 89) explica el nacimiento de un nuevo concepto de deporte para
todos, surgido “con el propósito de difundir la idea de la práctica y actividad
deportivas entre la mayoría de la población, en un intento doble de contrarrestar las
influencias exageradas del deporte-espectáculo, y de difundir patrones de
conducta saludables y recreativos”. En el deporte para todos, los protagonistas son
los propios deportistas, ajenos a la propaganda, la comercialización, la
instrumentalización política, etc. En su caso, la motivación radica en valores como
el ocio activo, la higiene, la salud, el desarrollo biológico, el esparcimiento, la
educación, la relación social y la superación.

Ambas caras del hecho deportivo, deporte espectáculo y deporte para


todos, están siendo objeto de un enorme auge en el contexto social
contemporáneo. Por ello, recuperando el concepto griego de Pharmakon
(entendido como veneno y antídoto a la vez), es importante mantener una visión
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crítica y fundamentada que, con conocimiento de causa, procure un desarrollo del
deporte entendido, en cada caso, como un valor positivo para la humanidad.

Para concluir, por tanto, conviene remarcar con Isidori (2013), que el deporte
es un concepto neutro, ni positivo ni negativo. Es la orientación, establecida por la
intencionalidad de los sujetos influidos por el contexto social, lo que determina el
sentido positivo o negativo del hecho deportivo. Por lo que, indudablemente, esta
reflexión no debe pasar inadvertida a todos aquellos profesionales,
administraciones y entidades responsables de la organización, la docencia y la
gestión del deporte.

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EmásF, Revista Digital de Educación Física. Año 6, Num. 31 (noviembre-diciembre de 2014)


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EL DEPORTE COMO FENOMENO SOCIO CULTURAL

Arturo Díaz Suárez. Universidad de Murcia. España.

Si pueden existir algunas dudas respecto a que la práctica deportiva pueda ser
considerada, en términos generales, como una actividad de masas, tales dudas se disipan
totalmente en lo que se refiere al interés por el deporte como espectáculo
(Mandel,1986;Alcoba,1987;García Ferrando,1990). En efecto, el interés de grandes
sectores de todas las capas sociales de la población por esta vertiente del deporte, tanto
como espectadores directos como consumidores de información deportiva, es tal, que no
sólo ha dado lugar a la construcción y ampliación de enormes estadios, a la aparición de
una importante cantidad de prensa especializada y de programas informativos de
televisión sobre deporte, a la creación de canales de televisión dedicados
exclusivamente al deporte..., sino que también ha llevado, recientemente, a que las
cadenas de televisión incorporen en sus noticiarios diarios generales a un presentador
especializado en temas deportivos.

Por tanto, cabe interrogarse por las causas que han hecho de esta faceta del
deporte un fenómeno socio - cultural de primer orden con una capacidad de
convocatoria de millones de ciudadanos de distintos pueblos y culturas, muy por encima
de la que pueden tener otros hechos socio - políticos y económicos mucho más
importantes para la vida de un país.

En primer lugar, cabe considerar la actitud del espectador en el mismo sentido


que lo hace (Cazorla,1979), la cual si bien puede considerarse como físicamente pasiva,
inferiormente es contenedora de situaciones emocionales, en ocasiones de gran
intensidad, que surgen como consecuencia de los avatares del juego y de lo que
representa. En este mismo sentido también se pronuncia (Magnane, en Cazorla,1979)
cuando trata de explicar la magnitud que alcanza el espectáculo deportivo a partir de

"... el conjunto de sentimientos, el proceso de


identificación con los protagonistas, ídolos del estadio, y en
resumidas cuentas, la capacidad de gozar o de sufrir, esto es, de ser
persona; que el acontecimiento que toma por base el deporte
depara".

Si, además, se tienen en cuenta las propias características escenográficas del


espectáculo deportivo y la esencia de lo que tiene lugar en el mismo, se amplían las
posibilidades de comprender la atracción que dicho espectáculo ejerce sobre los
espectadores. Desde este punto de vista, para (Elias,1992) la escenografía del deporte
está diseñada para producir emociones y tensiones controladas sin los riesgos que

1
pueden conllevar otras situaciones excitantes de la vida cotidiana. Así, según este autor,
la contemplación de una pugna deportiva permite a los espectadores experimentar
plenamente la emoción de un combate, sentir vivamente la ansiedad, el miedo o la
desesperación que puede surgir a lo largo del mismo, pero sin asumir sus peligros, lo
que aumenta enormemente el placer de la expectación de la lucha produciendo efectos
catárticos y liberadores. Tales efectos se derivan del hecho de que las competiciones
deportivas permiten una confrontación directa entre seres humanos, con la
determinación de victorias y derrotas, sin que nadie salga dañado físicamente, lo que,
por identificación, permite reforzar la propia valía y autoestima de forma vigorizante y
purificadora sin sentir mala conciencia o remordimientos.

La explicación de la gran importancia que ha alcanzado el espectáculo deportivo


es debida, según (Dunning,1992), a la acción conjunta de tres aspectos de la emergente
configuración social moderna: el hecho de que el deporte ha cobrado fuerza como una
de las principales fuentes de emoción agradable; el hecho de que se ha convertido en
uno de los principales medios de identificación colectiva; y el hecho de que ha llegado a
constituirse en una de las claves que dan sentido a la vida de muchas personas.

En relación al primer aspecto, Dunning argumenta que debido al alto grado de


rutinización y civilización, y a la existencia de presiones y controles multipolares, que
caracteriza a las sociedades urbanas industrializadas, los ciudadanos se encuentran
presionados cotidianamente ejercer un gran control emocional sobre sí mismos. Este
hecho hace que surja la necesidad especialmente intensa en dichas sociedades de
actividades recreativas como los deportes que permitan aliviar la rutina y el control
emocional, aún de forma limitada y controlada.

Asimismo, dicho autor considera que dadas las conductas y comportamientos


rituales que se pueden observar durante las manifestaciones deportivas multitudinarias
en algunos grupos de espectadores, las cuales frecuentemente transcienden los límites
espaciales y temporales del propio espectáculo, no sería exagerado afirmar que para
tales grupos el deporte ha llegado a ser una actividad cuasi-religiosa que, al menos hasta
cierto punto, viene a llenar el vacío dejado en la vida social por el declive de la religión.

(Dunning,1992) tambien alude al carácter "oposicional" que por naturaleza


presenta el espectáculo deportivo para tratar de explicar el enorme auge que éste ha
adquirido como centro de la identificación colectiva. Para este autor tal elemento
oposicional no sólo favorece la formación y diferenciación de identidades grupales
nosotros y ellos, dentro del grupo y fuera del grupo, sino que además el enfrentamiento
permite reforzar la unidad del grupo y los lazos de unión entre sus integrantes frente a la
presencia de otro grupo, pudiendo tener lugar este hecho a nivel local, regional o
nacional. Así, tanto para Dunning como para otros autores como (Cazorla,1979), el
espectáculo deportivo actúa como un factor cohesionador de la población y de
identificación social, función que se hace especialmente importante cuando se trata de
ciudades complejas e impersonales, como son las grandes urbes.

Precisamente esta misma posibilidad que ofrece el deporte a los individuos para
establecer lazos de identificación colectiva a diferentes niveles (local, regional,
nacional...), junto al orgullo, popularidad y prestigio social que conlleva la consecución
de victorias y trofeos, ha sido y es aprovechada por los poderes públicos en beneficio de
intereses políticos de diversa índole (Cazorla,1979.; Meynaud,1972.; y Brohm,1993).

2
Esta intervención de los gobiernos en las cuestiones deportivas ni constituye un
hecho reciente, como se expuso anteriormente, ni se ha limitado a una mera
instrumentalización social del espectáculo deportivo. En efecto, como señala (Sánchez
Ferlosio,1997),

"... el Estado, y especialmente en su moderna concepción


nacionalista condenado a la deletérea servidumbre de la necesidad
de "prestigio", ha erigido las victorias deportivas internacionales
en títulos de prestigio nacional tan Valiosos como otros cuales
quiera".

Así, 105 posibles beneficios políticos derivados de los éxitos deportivos locales,
regionales o nacionales, han llevado en la actualidad a los poderes públicos a un
decidido y cada vez mayor apoyo normativo y presupuestario al deporte de alto nivel.
Por ello mismo, parafraseando al autor antes citado, dado el interés privado que tiene el
deporte, por multitudinario que sea el "interés del público" que llegue a despertar, nunca
podrá convertirse en "interés público", pero si, en cambio, en "interés del Estado".

Algo similar sucede con la cuestión de la comercialización y mercantilización


del espectáculo deportivo y de la figura del deportista, aspecto del que tampoco puede
decirse que constituya un fenómeno reciente como se explicó igualmente en el apartado
anterior. Ahora bien, el aumento de la penetración del mundo empresarial y económico
en el mundo deportivo que ha tenido lugar en las dos últimas décadas es de tal
envergadura, que sin ella no sólo no se habría llegado a los niveles actuales que posee el
deporte de alta competición, y la profesionalización de los deportistas, sino que
tampoco el espectáculo deportivo constituiría el fenómeno social ni tendría la magnitud
que posee hoy en día (García Ferrando, 1990).

No sólo se trata de las enormes cantidades invertidas en la construcción de


instalaciones, en la investigación sobre tecnología deportiva o de los fabulosos contratos
de los deportistas de élite. También, y sobre todo, se trata del inmenso escaparate que se
ha hecho del espectáculo deportivo y que se presenta y se representa con especial
relevancia todos los días a través de todos los medios de comunicación. De hecho, el
deporte y la información deportiva se halla tan extendida en todos los ámbitos de la vida
cotidiana que es muy difícil mantenerse al margen, incluso, como acertadamente señala
(Devís,1995), para aquellos que lo sufren calladamente.

De manera paralela, este respaldo institucional y empresarial al deporte de élite y


su omnipresencia en los medios de comunicación ha contribuido a su crecimiento y a su
expansión hegemónica como "forma deportiva" por excelencia, reforzando y
legitimando con ello más profundamente determinados valores ideológicos propios de
la práctica deportiva de alto rendimiento y coherentes con los que predominan en las
sociedades industriales avanzadas con economía de mercado, lo que a su vez supone
una forma de asegurar la propia estabilidad del sistema político - económico.

Por otra parte, en relación a la figura de los deportistas profesionales obviando el


tema de los espejismos que se crean en torno a los ídolos deportivos, de los avatares de
la vida deportiva de los que triunfan, de su incierto futuro al término de su carrera
profesional y de las consecuencias que sufren en su vida personal la inmensa cantidad

3
de los que no consiguen alcanzar posiciones importantes, cabe considerar los
interrogantes que suscita por sí misma la existencia de dicha figura y la de un deporte
enormemente mercantilizado, en el que los clubes deportivos se parecen cada vez más a
empresas comerciales, y en el que las relaciones entre éstos y los deportistas casi
pueden considerarse de tipo laboral.

Apunta (García Ferrando,1990), la profesionalización del deporte ha hecho que


éste adquiera las mismas características que rigen en el mundo del trabajo lo que, entre
otras cosas, significa la incorporación en su dinámica de las reglas del mercado y de las
leyes de la oferta y la demanda, ¿puede seguir considerándose al deporte y al deportista
de alto nivel como tales?, ¿no conlleva la mercantilización del deporte y la
profesionalización del deportista la pérdida de algunos componentes que fueron
esenciales en la génesis del deporte moderno?, ¿puede soportar el deporte la
desaparición de algunos de los valores que le han dado su propia identidad como
actividad humana sin experimentar una transformación sustancial como concepto y
como práctica?,.. Quizás tenga razón (Cazorla,1979) cuando expone que la práctica
deportiva requiere una cierta cuota de generosidad y de entrega a valores que no sean
únicamente los materiales, y que cuando tales aspectos desaparecen en favor del dinero
y las ganancias el deporte como tal comienza a retroceder. Es posible también que nos
encontremos ante una forma de reconstrucción social del deporte, o de una de sus
vertientes, que tiende a convertir al deporte-espectáculo en un producto de marca, y a
los espectadores en consumidores de una acción estimulante en la que pueden
encontrarse efectos catárticos, liberadores, emocionantes, de evasión, de
identificación..., según las necesidades personales.

En otras palabras, puede decirse que los espectáculos deportivos constituyen,


tanto para los espectadores como para los deportistas implicados, espacios de
producción y reproducción de la cultura y de la estructura social que reflejan y trasmiten
los mensajes ideológicos, valores y actitudes coherentes con el entorno sociocultural en
el que se han desarrollado históricamente y evolucionado.

En el mismo sentido que apunta (Cazorla,1979), también puede decirse que el


deporte ha sido utilizado y se ha convertido en un importante medio de protesta y de
reivindicación socio-política. Es difícilmente discutible el hecho de que la popularidad y
el prestigio de que goza el deporte de élite también ha influido positivamente en la
evolución de algunos problemas sociales, como, por ejemplo, en el aminoramiento del
racismo, en la aceptación y valoración de otras culturas, e, incluso, en la aproximación
de las clases sociales.

Este carácter contradictorio que tienen algunos de los significados y funciones


sociales del deporte se refleja asimismo en la larga lucha por la igualdad de géneros que
ha llevado a cabo la mujer en el terreno deportivo.

Por un lado, puede afirmarse que todavía existen formas de discriminación


deportiva que relegan a un segundo plano el deporte femenino y que tratan mantener
ideológicamente la total supremacía masculina en el campo de la actividad física y del
rendimiento (idea que tiene su réplica en otros ámbitos de la vida, como por ejemplo el
laboral)

4
No sólo se trata del hecho de que el deporte femenino disponga una atención
económica, publicitaria e institucional enormemente inferior al deporte masculino, lo
que sí bien puede explicarse en primer lugar en términos de mercado también tiene otras
lecturas sociales mucho mas profundas y preocupantes. Se trata también de la existencia
de una segregación de géneros en modalidades deportivas y en categorías (alevín,
infantil) en las cuales las diferencias biológicas de sexo o bien no afectan al
rendimiento, o tales diferencias no se han manifestado todavía. En este sentido, ¿qué
finalidad tiene la separación entre hombres y mujeres en actividades tales como el salto
de trampolín, la hípica, el tiro con arco, los dardos, o incluso el golf, por señalar algunos
ejemplos?, ¿porqué no se permite la participación conjunta de chicos y chicas en
competiciones de voleibol o de baloncesto, por ejemplo, en las edades en que las
diferencias corporales todavía no han aparecido?.

Por otro lado, también puede decirse que la progresiva introducción de la mujer
en cada vez más deportes y su creciente acceso al mundo de la alta competición y del
espectáculo deportivo ha contribuido, como sostiene (Hargreaves,1993), a cambiar el
sentir general en torno a sus limitaciones biológicas para la práctica deportiva y a su
potencial de rendimiento físico Asimismo también la aparición de mujeres reporteras,
comentaristas, árbitros y entrenadoras constituyen hechos que han contribuido y
contribuyen al cambio gradual hacia la igualdad femenina en el mundo deportivo (tal y
como sucede en otros ámbitos de la vida).

En resumidas cuentas, desde la perspectiva del análisis del significado y


complejas funciones que cumple el espectáculo deportivo puede afirmarse, de acuerdo
con (Magnane ,en Meynaud,1972) y con( Devis,1996), que éste muestra una tendencia
ambivalente, incluso contradictoria. Por un lado es cierto que el espectáculo deportivo
está orientado hacia la producción y reproducción ideológica de los valores y estructuras
sociopolíticas y económicas predominantes en las sociedades modernas, lo que
contribuye a la sutil acomodación y control "consentido" de los grupos subordinados de
la sociedad. Pero, por otro, no es menos cierto que el espectáculo deportivo también
contiene un importante potencial que ha sido y será aprovechado como medio de
estimular la resistencia y de lucha en tales grupos, para alcanzar mayores cotas de
igualdad, justicia y bienestar social.

Relación juego deporte

Según (García Ferrando,1990), puede decirse que en la actualidad se ha


consolidado una tendencia de práctica deportiva popularizada fuera del ámbito de los
clubes y federaciones, que rechaza su formalismo organizativo y la concepción del
deporte que subyace en el que tiene lugar a través de tales organizaciones.

Se trata de una forma de practicar el deporte alejada de la preocupación por la


puntuación y el récord y que se orienta sobre todo hacia la recreación, la salud, las
relaciones sociales y la diversión.

Se puede citar un grupo de deportes de los cuales algunos de ellos son de


reciente aparición y otros constituyen una adaptación de los tradicionales como, por
ejemplo, las palas, el «frisbee» y las distintas posibilidades de juego que ofrece, el
«voleyplaya», la indiaca, el badminton..., que se engloban bajo lo que se ha llamado
"deportes alternativos". Asimismo, también cabe considerar en esta tendencia la práctica

5
de los deportes tradicionales, como el voleibol, el baloncesto, el fútbol..., pero de una
manera informal, espontánea, distendida, y con una finalidad totalmente lúdica (lo que
lleva frecuentemente a la práctica conjunta de estos deportes entre amigos y amigas).

Esta nueva vía del deporte, que se aleja en su sentido, forma y finalidad de lo
que se considera como deporte oficial o formal, supone, de alguna manera, un "resurgir"
del elemento lúdico en el deporte, bastante debilitado en su concepción moderna, y que,
por ello mismo, lo ha hecho objeto de numerosas criticas. Como ya se ha comentado
anteriormente, la creciente profesionalización de los deportes tradicionales, su excesiva
orientación hacia la victoria y hacia el rendimiento, la presión que conlleva el juego
como fruto de los intereses socio - políticos y económicos que suelen ir asociados a los
resultados del mismo..., hacen muy difícil que puede tener lugar una reconstrucción del
mismo en el que, como añoraba (Huizinga,1996), se restaure el elemento lúdico, el fair-
play y el fin en sí mismo que lo ha caracterizado inicialmente.

Es posible que la aparición y desarrollo de estas nuevas formas de entender y


practicar la actividad deportiva, este nuevo "otro deporte", tenga una buena parte de sus
raíces en ese impulso lúdico o vital del ser humano a que se referían respectivamente
(Huizinga,1996) y (Ortega y Gasset,1966), como fuente creadora de cultura y
civilización. Pero también es posible que nos encontremos ante una nueva forma de
respuesta adaptativa de los sistemas socio - políticos y económicos y e sus intereses ante
las necesidades y demandas de la sociedad actual. Una culta y más informada, más
desarrollada tecnológicamente, con más tiempo de ocio, más próspera y, por tanto, con
mayor capacidad de consumo, pero que, al mismo tiempo, se ha hecho más estresante,
más individualista, más sedentaria y más interdependiente. Parece pues conveniente
realizar algunas consideraciones acerca del significado que tienen, formas que adoptan y
funciones que ejercen las nuevas formas de entender y practicar la actividad
físicodeportiva.

Por una parte es difícilmente discutible que se ha producido un aumento en la


conciencia de la población en relación a la importancia de cuidar la propia salud y al
papel que en este sentido puede jugar el deporte (García Ferrando,1990). Ahora bien, si
tenemos en cuenta el hecho de que, según datos obtenidos por García Ferrando, más de
la mitad de las personas que practican deporte en nuestro país lo hacen sólo de vez en
cuando o en vacaciones, y el resto una vez por semana o más, tal hecho es preocupante
desde el punto de vista de la salud por los potenciales peligros existentes en una práctica
irregular, intensa y espaciada.

Si bien puede afirmarse que la identificación entre salud corporal y deporte está
muy vinculada a la imagen que ofrecen los propios deportistas y, posiblemente, al
resultado de algunas campañas institucionales, también puede decirse que la idea de que
los efectos saludables de la practica deportiva tienen lugar cuando ésta se produce de
forma regular y dosificada, y las conductas consecuentes con tal idea, no se encuentran
muy extendidos entre las personas que practican deporte

Desde esta perspectiva, conviene tener en cuenta que la difusión de las nuevas
modalidades de práctica deportiva es debida en gran parte a campañas publicitarias
motivadas por intereses comerciales vinculados directamente a la propia actividad o
indirectamente, convirtiéndola en un reclamo para la venta de otro producto vacacional
(hoteles, agencias, clubes de viaje...). Así, la imagen juvenil, activa, ociosa, saludable...

6
que se transmite a través de este tipo de deportes ejerce una poderosa atracción que la
mayor parte de las veces no se corresponde ni ofrece posibilidades de práctica regular ni
de mejora de la salud, lo que las desprovee de la mayor parte de sus efectos
beneficiosos, convirtiéndolas en productos para su consumo esporádico.

Sobre el grado de participación de la mujer en el deporte popularizado, no cabe


duda de que en los últimos años éste ha aumentado de manera significativa (García
Ferrando, 1990), y que ha contribuido a una mejora de la imagen social de la mujer en
este terreno, lo que a su vez constituye un reflejo de los resultados en su lucha por la
igualdad de oportunidades. No obstante cabe hacer algunas consideraciones en relación
a las motivaciones masculinas y femeninas para la práctica de actividades físico-
deportivas.

Si bien, en nuestra opinión, desde la perspectiva del deporte de alta competición


no parece que puedan establecerse diferencias sobre los motivos que inducen a hombres
y mujeres a buscar el rendimiento, el éxito y las recompensas asociadas al mismo, desde
el punto de vista de la práctica deportiva popularizada cabe establecer algunas
diferencias significativas.

En primer lugar, en el caso de los deportes tradicionales, aún estando orientados


como un deporte para todos, no puede excluirse a priori la existencia de personas cuya
motivación para la práctica se fundamente, de manera importante en el logro de
resultados. En este sentido, la motivación por el logro está mucho más extendida entre
los hombres que entre las mujeres, posiblemente como consecuencia de las influencias
del «modelo masculino» de hacer deporte entre los primeros, y del rechazo que puede
provocar tal modelo entre las segundas.

Dicho esto, también se ha se señalar que en algunos estudios realizados en


diferentes sociedades, parece haberse observado que, en términos generales y con
independencia de sexos, existe un predominio de los motivos basados en la salud y el
disfrute corporal entre la población interesada en el deporte de recreación y de tiempo
libre (Marín, 1988; en García Ferrando, 1990). No obstante, como señala (García
Ferrando,1990), algunos autores consideran que el significado de estar en buena forma
física es diferente desde el punto de vista masculino y femenino. Mientras que para los
hombres la forma física iría unida sobre todo a la capacidad para la acción, en el caso de
las mujeres aludiría al bienestar y disfrute corporal y a la apariencia física. Ello
explicaría, al menos en parte, el gran éxito y difusión que han tenido diversos tipos de
gimnasia para las mujeres (mantenimiento, «aerobics»...), cuyo objetivo es el de mejorar
el estado físico y psíquico y el modelado del cuerpo, y cuya finalidad es la de contribuir
a mejorar su calidad de vida (Buñuel, 1987; y 1992) y la de promover o aumentar sus
relaciones sociales, aspecto que constituye otra motivación importante para la práctica
entre las mujeres (Buñuel, 1992).

Como señala (García Ferrando,1990), debido al comportamiento femenino en el


terreno de la actividad deportiva, en el futuro aparezcan nuevos campos de
investigación orientados hacia el estudio de las normas y valores sociales que inciden,
por profundas razones antropológicas, en la diferente forma de hacer deporte que tienen
hombres y mujeres, y también de los posibles cambios que puedan darse en la práctica
deportiva como consecuencia de las influencias e innovaciones que están introduciendo
las mujeres en la práctica del deporte recreativo y de tiempo libre.

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No obstante, también se ha de tener en cuenta que, como indica (Hargreaves,
1993), la oposición a los modelos masculinos tradicionales del deporte, orientados a la
competición y al rendimiento, así como el deseo de otras formas deportivas en las que
predomine el aspecto recreativo, lúdico y saludable no proviene sólo de las mujeres sino
también de los hombres. En efecto, en palabras de esta misma autora,

"... hay ejemplos de deportes mixtos que ponen su énfasis


en la salud, el divertimiento y la cooperación, y restan importancia
a la competición; deportes en los que las experiencias de hombres
y mujeres coinciden y donde ambos géneros trabajan
conjuntamente".

La hegemonía y modelo masculino de práctica deportiva no sólo afecta a las


mujeres y no sólo constituye un espacio donde se pueden poner de manifiesto actitudes
o valores moralmente aceptables tales como la capacidad de esfuerzo y superación
personal, el deseo de mejora o el equilibrio personal.... También, en muchas de sus
formas actuales, ha llegado a ser la expresión de una forma de vida que contribuye a
legitimar y reproducir determinados valores predominantes que tienen que ver con la
desigualdad y con la injusticia social y con los modos y estructuras políticas y
económicas de la sociedad.

El deporte ha sido definido como el fenómeno social más característico de las


sociedades actuales (García Ferrando, 1990; Hernández Moreno, 1994). Detrás de la
apariencia de una estructura simple está mimetizada una gran complejidad cultural y
social basada en el lenguaje y simbolismo de la motricidad humana que,
independientemente del nivel cultural y social, es aprensible por cualquier persona, lo
que convierte al fenómeno deportivo en un hecho universal.

A lo largo del tiempo el deporte ha ido transformándose, en respuesta a la


evolución de la sociedad, y se ha ido convirtiendo en una institución propia de las
sociedades industriales.

Actualmente con el término deporte se designa un tipo de actividad con unas


características determinadas, aunque la propia definición es origen de múltiples
controversias en distintos autores.

El deporte ha alcanzado, en resumen, un estatus social de máximo nivel; y, en


consecuencia, como todo lo que (ya sea justificadamente o no) la sociedad valora, el
deporte va siendo asumido por las generaciones de adultos como algo susceptible de ser
transmitido y fomentado entre sus descendientes.

Puede, por tanto, afirmarse no sólo que el deporte, entendido en su concepto más
amplio, está de moda, sino que tal aseveración está plenamente vigente también en esta
faceta del deporte que tanto preocupa (al menos en teoría) a padres, instituciones

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públicas, entidades deportivas, centros escolares, educadores y profesionales de la
educación física y/o del deporte, cual es el deporte practicado por escolares.

La enseñanza de la Educación Física ha de promover y facilitar que cada alumno


y alumna llegue a comprender su propio cuerpo y sus posibilidades y a conocer y
dominar un número variado de actividades corporales y deportivas de modo que, en el
futuro, pueda escoger las más convenientes para su desarrollo personal, ayudándole a
adquirir los conocimientos, destrezas, actitudes y hábitos que le permitan mejorar las
condiciones de vida y de salud, así como disfrutar y valorar las posibilidades del
movimiento como medio de enriquecimiento y disfrute personal, y de relación con los
demás.

Es también un hecho que la participación en actividades físicas y deportivas


disminuye las tensiones y favorece las relaciones de grupo más que cualquier otra
actividad este podría ser el camino de la integración a través del deporte, con tal de que
se realice en un marco de participación y no de competición.

El deporte, en algunas ocasiones, es utilizado como elemento opresivo a nivel


individual, como por ejemplo ciertos tipos de entrenamientos intensivos y precoces que
acaban en estrés, ayudas antinaturales o modos de vida al que son sometidos algunos
chicos/as incluso a edades muy tempranas, potenciando sólo la parte agonística del
deporte para alcanzar un alto nivel, al que llegan finalmente muy pocos, con la
consiguiente frustración de los menos buenos o con alteraciones de la salud por parte de
muchos. Estos abusos chocan casi de plano con los valores más positivos que el deporte
puede transmitir: generar hábitos saludables, fomentar valores y actitudes positivas de
solidaridad y cooperación, etc.

La utilización abusiva de la competición transforma el juego en trabajo, lo cual


puede tener un efecto motivacional a corto plazo pues informa al deportista acerca de su
propia competencia, pero se convierte en un círculo vicioso que obliga a renovar las
recompensas para mantener este alto nivel de rendimiento.

Se puede decir que el deporte se sitúa en prolongación a la Educación Física, si


bien precisando que esta prolongación debe preveerse con un plan de la actividad del
adolescente pero no forzosamente un plan de actividades deportivas.

El deporte del adolescente en su etapa escolar es el deporte educativo y tiene la


necesidad y el cuidado de preservar al adolescente de los excesos de las deformaciones
y los errores del deporte de los adultos (dopaje, violencia, fanatismo embrutecimiento,
mercantilismo, así como trampas y engaños de todos los géneros).
El deporte en la adolescencia está abierto a todos y comprende también a los que
empiezan y a los débiles.

El principio de la educación no es el marginar, sino el integrar y transformar.

Los adolescentes deben tener unos derechos para la práctica deportiva y


siguiendo una adaptación personal podemos enumerar:

- Derecho a practicar deporte.


- Derecho a divertirse y jugar.

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- Derecho de beneficiarse de un ambiente sano.
- Derecho a ser tratado con dignidad.
- Derecho a ser formado y entrenado por personas competentes y
según las posibilidades individuales.
- Derecho a competir con jóvenes de parecida aptitud física.
- Derecho a participar en competiciones adaptadas.
- Derecho a practicar deporte con completa seguridad.
- Derecho a disponer de tiempo de recuperación.
- Derecho a no ser un campeón.

La actividad física y el deporte son recomendables en la infancia y la


adolescencia.

Científicamente está establecida la influencia benéfica de estas actividades y


estos juegos en el desarrollo de la juventud, pero también hay que considerar que los
excesos de entrenamiento en los períodos de fragilidad, en vez de desempeñar un papel
armónico en el desarrollo del adolescente pueden provocar consecuencias nefastas para
el crecimiento en general del organismo como sobre el aparato locomotor, circulatorio y
sobre el plano fisiológico.

Entonces, pensamos que el significado tradicional de la iniciación deportiva nos


muestra una visión del deporte reproductora de los valores del deporte de competición,
entendiendo que los mismos carecen de fundamentos educativos, pero a la vez somos
firmes defensores de la aplicación del deporte en la Educación Primaria, sin duda, a
partir de un replanteamiento metodológico que supone un compromiso del profesor y un
mínimo interés por su adaptación al marco del proyecto educativo. El primer paso quizá
podría ser cuestionarnos los valores realmente educativos que posee el deporte, no
aquellos aspectos externos al mismo que, en cualquier caso, pueden ser vehículo de
transmisión de valores positivos o negativos, sino aquellos que se relacionan con la
propia práctica, con la forma de realizar deporte. En definitiva, tal y como interroga
Seirul.lo (1995): “¿qué es lo realmente educativo, el propio deporte o las condiciones en
las que se realiza? ¿El valor intrínseco de la práctica deportiva o la justificación que
hace de ella cada uno de los contendientes?”.

El deporte en estas edades no debe ser un fin, sino un medio para educar a través
del movimiento. No debe ser selectivo, ni trascendente como el deporte de alta
competición. Debemos tener en cuenta que el niño tiene derecho a ser tratado con
dignidad, a divertirse mientras hace deporte, a participar en igualdad de oportunidades,
a competir con reglas adaptadas a su capacidad y a jugar con deportistas de su edad con
similares posibilidades de ganar.

Favorecer la socialización: cooperación-integración: La cooperación es una de


las principales características del trabajo en grupo. Los participantes se aúnan en la
consecución de algo que es de interés para el grupo. La libertad (opcionalidad) que
plantea el deporte escolar fomenta la entrega individual para la consecución de una meta
colectiva. La integración se produce cuando el alumno es plenamente partícipe y
favorecedor de la dinámica de grupo. Favorecer la dinámica significa, ya no sólo
participar del grupo, sino también actuar como impulsor de la dinámica del grupo.

10
El deporte, puede ser considerado como universal cultural. La práctica de
alguna de sus manifestaciones, como es el caso del deporte entre escolares, aparece por
general asociada a valores y actitudes como la cooperación, el diálogo, el respeto, la
responsabilidad, la sinceridad o la creatividad. Este es argumento suficiente para que la
práctica deportiva goce de presencia destacable en muchas de las actividades que se
desarrollan con el objetivo de contribuir al proceso educativo de los jóvenes.

A través de la praxis físico – deportiva , tenemos la posibilidad de reproducir


implícitamente valores de la sociedad en la que vivimos, por ejemplo, podemos
promover una educación de la conciencia colectiva, la participación y la convivencia
pacífica. Pero además, otra de las posibilidades educativas del deporte, es el desarrollo e
interiorización de hábitos saludables e higiénicos o hábitos de relación social.

Por lo descrito en el párrafo anterior, estamos convencidos que la práctica de un


modelo de deporte entre escolares educativo y formativo, puede favorecer el proceso
educativo de los niños en edad escolar y no quedar relegado, como en la actualidad a
una actividad secundaria. Para que esto sea posible, es imprescindible que los
entrenadores se encuentren estrechamente vinculados al ámbito educativo y de manera
específica, a los maestros y profesores de educación física.

Donde sí tenemos que apostar es por la función educativa del Deporte Escolar
entendiendo que esta actividad puede, todavía, situarse al margen de la obsesión
competitiva. La competición debe ser un medio y nunca el objetivo final.

El deporte escolar, cuenta con un poder de convocatoria, que desde la mirada de


la animación socioinstitucional, va generando espacios que son apropiados por los
adolescentes y que se van agrandando con la inclusión de otras actividades sociales, que
hubieran tenido dificultad de respuesta rápida en una convocatoria inicial.

El entrenador como elemento fundamental en la práctica deportiva que realizan


los jóvenes en general y en particular aquellos que están en edad escolar, tiene que
asumir la responsabilidad de dirigir una práctica físico – deportiva con objetivos
estrictamente educativos. Las instituciones públicas implicadas en la educación también
deben comprometerse en este sentido.

En la actualidad, existe una gran discrepancia en la opinión de los intelectuales


del fenómeno deportivo, sobre los beneficios que éste brinda a la sociedad, con relación
a los valores positivos y negativos que puede promover. Dice Arnold (1991), citando a
Huxley (1969) que, “como cualquier otro instrumento inventado por el hombre, el
deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos:

Bien aplicado puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego


limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los
intereses personales a los del grupo.

Mal utilizado, puede estimular la vanidad personal y la del grupo, el deseo


codicioso de victoria y el odio a los rivales, un espíritu corporativo de intolerancia y un
desdén por aquellas personas que se encuentran más allá de un cierto rol arbitrariamente
seleccionado”.

11
A partir de los resultados obtenidos por las investigaciones realizadas por M.
Gutiérrez San Martín (1995), se concluye en que los valores más propicios de alcanzar a
través de la Actividad Física y el Deporte son los siguientes:

• Valores sociales: Participación de todos, respeto a los demás,


cooperación, relación social, amistad, pertenencia a un grupo,
competitividad, trabajo en equipo, expresión de sentimientos,
responsabilidad social, convivencia, lucha por la igualdad,
compañerismo, justicia, preocupación por los demás, cohesión de grupo.

• Valores personales: Habilidad (forma física y mental), creatividad,


diversión, reto personal, autodisciplina, autoconocimiento,
mantenimiento o mejora dela salud, logro (éxito-triunfo), recompensas,
aventura y riesgo, deportividad y juego limpio (honestidad), espíritu de
sacrificio, perseverancia, autodominio, reconocimiento y respeto (imagen
social), participación lúdica, humildad, obediencia, autorrealización,
autoexpresión, imparcialidad.

Así para que el deporte sea educativo y pueda hablarse de deporte como unión
de culturas, siempre teniendo en cuenta su papel correspondiente, siguiendo las
orientaciones de los postulados mas educativos en la legislación, debe respetar los
siguientes criterios:

• Tener un carácter abierto; es decir, la participación no puede establecerse por


niveles de habilidad, sexo u otros criterios de discriminación.

• Tener como finalidad no sólo la mejora de las habilidades motrices, sino


también las otras intenciones educativas presentes en los objetivos generales
(capacidades cognitivas, de equilibrio personal, de relación interpersonal, de
actuación e inserción social).

• Que los planteamientos que se efectúen no incidan fundamentalmente sobre el


resultado de la actividad (ganar o perder), sino sobre las intenciones educativas
que se persiguen.

Se trata de lograr una aproximación de los niños/as a lo que son las diferentes
prácticas deportivas de manera que puedan escoger entre ellas las que más coincidan
con sus intereses, capacidades y medios. El poder aportar una visión de lo que es,
significa y genera actualmente la práctica deportiva, también le dará elementos para
adquirir una conciencia crítica respecto al papel del deporte en nuestra sociedad.

Lo más importante de estas actividades es que tengan un sentido no sexista, no


selectivo, educativo, lúdico y participativo y, sobre todo, que todos los niños y niñas
tengan la posibilidad de participar con independencia de su raza o creencias.

Esta es una propuesta de trabajo. Conocemos la complejidad y dificultades que


ello conlleva, dadas las circunstancias que rodea la actual organización del deporte en el
mundo, pero vamos, al menos, a intentarlo, y en este proyecto debemos implicarnos
todos los educadores del mundo.

12
De la lectura de estos textos y sus futuras investigaciones esperamos que se
deduzca lo importante que es la actividad deportiva para el desarrollo psico-físico de
nuestras hijas e hijos y, al mismo tiempo, lo alejado que está nuestro Sistema Educativo
de un fomento aceptable del deporte, si analizamos con realismo la situación en nuestras
escuelas e institutos, aunque será nuestro trabajo diario el que nos lo dirá con más
certeza.

El Sistema Educativo en general no incentiva al profesorado de educación física


para que se dedique al fomento del deporte entre niños y adolescentes. Tampoco se
“obliga” a la práctica deportiva dentro o fuera del centro escolar, como ocurre en
algunos países, donde incluso se premia académicamente esa práctica.
Nosotros proponemos:

Que se haga un diagnóstico de la situación en el centro escolar:

- Teniendo en cuenta la situación de la educación física en el centro.


- La actitud del profesorado o Seminario de educación física.
- Los espacios para hacer deporte que hay en el centro escolar y su
disponibilidad, así como otros espacios deportivos del entorno y que se
pueden usar.
- Número de alumnos y alumnas.
- Preferencias deportivas del alumnado, mediante conversaciones y encuestas.
- Alumnado, padres, madres y profesorado que estarían dispuestos a
colaborar.
- Recursos de las Instituciones y de otras entidades.
- Valoración de costos.
- Desarrollar un proyecto de actividades deportivas para todo el curso escolar.
- Crear talleres de actividades deportivo-recreativas.

Para ello tendremos que:

A) Sensibilizar a la comunidad educativa. Crear una Comisión de Deportes.


Sería muy positivo que se dieran charlas, por parte de expertos, para convencer a las
familias de la necesidad del fomento del deporte entre el alumnado de ambos sexos.

B) Convencer al profesor/a de educación física y/o al Seminario para que


colaboren en el diagnóstico de la situación y en el diseño del Proyecto.

C) Llevar el tema a las Direcciones de los Centros Escolares. Crear la Comisión


de Deportes en colaboración con los clubes deportivos de la zona.

D) Debemos contactar con las autoridades e Instituciones oficiales para ver qué
pueden aportar, cómo se pueden implicar, qué recursos tienen y cuáles pondrían a
nuestra disposición. Solicitar también información y recursos al Departamento de
Deportes de los Gobiernos.

13
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17
Deporte escolar, deporte rendimiento y deporte lúdico

Introducción

El deporte tiene un devenir histórico de siglos que le da fortaleza a sus


diferentes manifestaciones prácticas en la actualidad; desde la práctica
deportiva realizada como actividad lúdica y religiosa en las celebraciones de
pueblos antiguos hasta el nivel competitivo y de alto rendimiento alcanzado en
el presente siglo.

Por ejemplo, en la civilización Egipcia, eran practicados el Tiro con Arco y


las Justas Náuticas, al igual que en Grecia siglos antes de haber sido
concebidos los juegos olímpicos, estos ya median sus fuerzas en carreras de
carros y en combates (Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2002).

Los primeros Juegos Olímpicos se realizaron hacia el año 776 a.C. en


Olimpia, Grecia en Honor a Zeus, época durante la cual los conflictos cesaban
para dar cabida a estas celebraciones; hacia el año 394 d.C. fueron
suspendidos por el emperador Romano Teosodio I El grande. En el siglo XIX
fueron reanudados, después de haber sido utilizados como preparación para la
guerra en el Tiro con Arco, la esgrima, etc. (Ibid).

Ahora bien, en la época actual el deporte ha adquirido diferentes


perspectivas no muy diferentes de las antiguas, desde la competición y el
entrenamiento de alto rendimiento (alcanzando su mayor expresión en
encuentros internacionales como los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol,
el Grand Slam de tenis, etc.), la educación y las actividades lúdicas y
recreativas, entre otras. Es así como el deporte a pasado de ser un conjunto de
actividades propias de una cultura a ser un medio de expresión, esparcimiento
y formación integral del ser humano, en el cual confluyen sentimientos y
emociones durante su practica o incluso siendo tan solo espectadores.

La practica deportiva, trae consigo un reconocimiento hacia la formación y


el crecimiento personal de las personas, pero por otro lado tiene también
ciertas falencias, las cuales se dan en la medida que se den visiones
fragmentadas del deporte; estas virtudes y falencias se evidencian en los
diferentes escenarios en los cuales se desarrolla dicha practica, por un lado
esta aquella que se realiza en el ámbito escolar (asumiendo este término para
la educación primaria y secundaria) en las clases de educación física, por otro
lado la que es propia de las escuelas de entrenamiento deportivo y finalmente
aquella propia del sujeto que es realizada como esparcimiento donde las reglas
son modificadas a gusto de los participantes.

A continuación se darán algunas ideas desde cada uno de estos escenarios


en los cuales se desarrolla la práctica deportiva.

Deporte y educación física

El desarrollo deportivo en el ámbito escolar, se da dentro de las clases de


educación física, evidentemente, de forma educativa; tanto para contribuir en
el desarrollo físico y mental de los estudiantes, a través de las actividades pre-
deportivas, como para dar los primeros fundamentos técnico-deportivos,
guiados hacia la consecución de una vida activa, sana e integral.

Pero, es en este mismo espacio, especialmente en la secundaria, donde el


deporte ha adquirido una postura hegemónica, al considerarse la educación
física como una clase de deportes, desconociendo o invisibilizando el factor
educativo, lúdico e integral que la enseñanza deportiva le aporta al área y al
ser humano.

En investigaciones realizadas por el Grupo de "Motricidad Humana y


Mundos Simbólicos", queda en evidencia el reduccionismo de la clase de
"Educación Física" a una clase de "Deporte", sumándose a esto, que el deporte
que allí se realiza no es orientado de manera adecuada, así lo expresan
Jaramillo, Portela y Murcia (2005, pág. 78):

"En Educación Física los docentes ubican como contenidos únicos los
deportes libres a manera de dejar hacer, evadiendo cualquier responsabilidad
de orientación que pocas veces toca los fundamentos técnicos de aquellos más
practicados… en una clase sin orientación no hay comprensión, no hay
discernimiento, no hay preguntas… no hay motivaciones intelectuales"

En este mismo sentido, es develado por Murcia, Portela y Orrego (2005,


pág. 82), que no solo es el profesor quien le da la connotación deportivista a la
clase de Educación Física, cuando afirman, que:

"El deporte, parece imponerse en todos los actores que tienen relación con la
clase de educación física. Los profesores mediante sus clases orientadas
hacia la práctica deportiva, las instituciones que favorecen y apoyan
exclusivamente este tipo de prácticas, las familias que no tienen un concepto
diferente de educación física al de realizar deporte y en estrecha relación con
los conceptos generados por estos actores sociales, los jóvenes estudiantes,
quienes ven en el deporte no solo el reflejo de la case de educación física, sino
las perspectivas de sus sueños aspiraciones".

Ante esto, es oportuno preguntarse ¿será que los docentes del área, le están
dando el valor adecuado al deporte en la clase? o por el contrario ¿están
contribuyendo a esta deportivización, sin sentido educativo, de la clase?

Algunos responderían que se deben cambiar los contenidos deportivos; pero


esa no es la solución, ya que es el deporte (desde los aspectos físicos,
psíquicos, emocionales y sociales) el mejor medio para alcanzar hábitos
saludables y un óptimo desarrollo integral.

Es por lo anterior que se debería enriquecer la clase con espacios en los


cuales se dejen en evidencia los factores lúdicos, recreativos, saludables,
educativos, etc. de la educación física y el deporte. Tomando la riqueza que
nos permite el deporte en sus múltiples expresiones deportivas, sin limitarse a
los deportes tradicionales (Fútbol, Baloncesto y Voleibol), sino viendo
también otras opciones deportivas que emergen a diario, claro está que con los
requerimientos de seguridad necesarios y teniendo siempre en cuenta el factor
educativo de estos.

Deporte y rendimiento

“Es la práctica deportiva de organización y nivel superiores. Comprende


procesos integrales orientados hacia el perfeccionamiento de las cualidades y
condiciones físico-técnicas de deportistas, mediante el aprovechamiento de
adelantos tecnológicos y científicos”

Otra perspectiva muy importante del deporte en nuestros días es el deporte


profesional o deporte de alto rendimiento, el cual se desarrolla en su máxima
expresión alrededor del mundo; es este tipo de nivel deportivo el que a
logrado reunir gran numero de espectadores entorno a su practica, es un
espacio lleno de emociones, sentimientos, alegrías y tristezas, no sólo de los
deportistas, sino también de los fans que se reúnen a apoyar a sus equipos o
deportistas preferidos. Pero, es este mismo nivel deportivo el que a veces nos
muestra los alcances tanto positivos como negativos de la competencia.
Positivos en cuanto a que cada día se encuentran un gran numero de
profesionales y especialistas de diferentes áreas que se encargan del análisis y
mejoramiento de las técnicas deportivas, del desarrollo de métodos de
entrenamiento y preparación física y psíquica para los deportistas:

"Por su carácter global, el proceso de entrenamiento requiere la preparación


de una serie de aspectos que no sólo tienen que ver con la preparación física
del deportista para desarrollar su potencial. Además se debe incluir:
Preparación técnica, preparación táctica, preparación psicológica,
preparación biológica y preparación teórica". (Manual De Educación Física
Y Deportes, Pág. 447).

Esta preparación en busca de romper los records y superar los límites


internos y externos del ser humano, para alcanzar la perfección.

Pero no todo en este escenario deportivo es alentador, de igual manera a


diario se encuentran en los campos deportivos, comportamientos que van en
contra de la pureza del deporte, como por ejemplo el doping, las actitudes
antideportivas por parte de deportistas y personal técnico y en muchos casos el
comportamiento de los fans, quienes ante la derrota o incluso la victoria de sus
equipos o deportistas preferidos, ven la oportunidad propicia para causar
disturbios.

Pero aun así es este tipo de deporte el que nos da muestra de las grandes
posibilidades del ser humano, del talento y la pasión desbordantes en las fustas
deportivas, de la alegría inmensurable al meter un gol, al convertir la canasta
de la victoria, al romper los records en las pistas atléticas; son estas emociones
y sentimientos el verdadero valor y merito del deporte profesional.

Deporte y lúdica

Según Bolívar Bonilla (1998): "La lúdica se refiere a la necesidad del ser
humano, de sentir, expresar, comunicar y producir emociones primarias (reír,
gritar, llorar, gozar) emociones orientadas hacia la entretención, la diversión,
el esparcimiento".

Dada esta definición, podemos inscribir aquí el deporte lúdico como aquel
que se realiza fuera de los ámbitos profesionales y educativos en busca de
diversión, esparcimiento y entretención; es este tipo de deporte que no tiene
un tiempo ni espacio delimitado, ni tampoco reglas estrictas que restrinjan sus
posibilidades, donde el juez son los mismos jugadores y los contrincantes son
los vecinos, los amigos del barrio o los compañeros de clase.

La practica de este deporte la podemos encontrar en los espacios deportivos


de los barrios, en las calles, en los parques, en los espacios libres y recreativos
de la ciudad, en los momentos de descanso dentro de las instituciones
escolares.

Son espacios donde encontramos todo tipo de personas, que van a


divertirse, a salir de la rutina del trabajo y de las clases, para mantener una
vida activa, saludable; personas que practican deporte para vivir emociones
placenteras; se encuentran deportistas que aunque no poseen los requisitos
necesarios para una practica deportiva profesional, si poseen la vitalidad, los
deseos y la energía suficiente para realizar deporte de forma lúdica.

Es un tipo de deporte que no se ha tenido mucho en cuenta, pero que es tan


importante para el desarrollo integral del ser humano como el educativo y el
de rendimiento; y es por eso, que si nos damos cuenta de las posibilidades que
este tipo de deporte nos puede brindar, lograremos internarnos un poco más
hacia la comprensión de la relación Hombre-Deporte en los diversos
escenarios de la vida

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