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José Ramos Tomichá 12.08.

2019

LITURGIA

PRESENTACIÓN

Después de vente años de la Sacrosantum concilium (3 de diciembre de 1963), sale un Nuevo Diccionario de liturgia, una
obra de Edizioni Pauline.

REFORMA LITURGICA

I. Precedentes
En la constitución sobre la sagrada liturgia, primer documento aprobado por el Vat. II, se lee “la santa madre
iglesia desea proveer con solicitud a una reforma genera de la misma liturgia”. La finalidad de esta reforma es
de “adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio”. San Pío
X había comprendido en el motu proprio Tra le sollecitudini (22 de noviembre de 1903) en la cual afirmaba: la
“fuente primera e indispensable (del genuino espíritu cistiano) es la participación activa en los misterios
sacrosantos y en la oración pública y solemne de la iglesia”. Sin embargo tuvo que pasar un tiempo hasta Pio
XII en la cual se empieza a pensar en la reforma de los ritos con una tendencia pastoral.
II. Organismo de la reforma
Después de la aprobación de la constitución litúrgica el 4 de diciembre de 1963 con motu proprio Sacram
liturgiam (25 de enero 1964), se preparó un programa para llevar a la práctica las orientaciones contenidas
en ella. El encargado de llevar a la práctica la constitución fue al Consilium ad excequendam constitutionem
de sacra liturgia, constituidos por miembros consultores y consejeros. Se trataba de un organismo colateral
de a la Sagrada Congregación de los ritos, que conservaba la responsabilidad jurídica en lo que se refería a la
liturgia. Las competencias del Consilium con el tiempo se fue clarificando: sería un órgano cualificado de
estudio con funciones administrativas bajo la dependencia del papa. El método de trabajo del Consilium tenía
un clima humano que venía desde la comisión preparatoria; por la seriedad científica y la atención a los datos
de la tradición, las exigencias de la pastoral y las necesidades del momento. Documentos de diferentes tipos:
constituciones, motu propios, decretos, instrucciones, son la columna vertebral de un trabajo a través del cual
cincuenta pastores, cardenales y obispos y más de ciento cincuenta sacerdotes de todas las partes del mundo,
dieron un nuevo rostro, a la lex orandi de la iglesia. Para llevar a cabo este trabajo se formaron diversos grupos
de estudios encargados para cada libro litúrgico: breviario, misal, pontifical, ritual, martirologio, ceremonial.
En el lapso de seis años e Consilium tuvo, trece asambleas generales con un promedio de dos al año.
Por otro lado el día 8 de mayo de 1969, Pablo VI dividía la antigua Sagrada Congregación para la causa de los
santos, la Sagrada Congregación para el culto divino, la cual absorbía al Consilium. La nueva Congregación
continuó el trabajo del Concilium para llevar a término la restauración de los libros litúrgicos, más tarde se
convierte en la Sagrada Congregación para los sacramentos y el culto divino.
III. Líneas directivas y criterios
Las líneas de acción estaba compuesto por dos: una se ocupaba de la preparación de los libros litúrgicos
renovados; la otra, de promover, sostener y dirigir la aplicación en la reforma mediante criterios,
orientaciones, aprobación de las decisiones de las conferencias episcopales y concesión, guía y control de
experimentos. La reforma debía ser preparada a través de la catequesis y de una progresiva asimilación de los
nuevos elementos rituales; de otra forma se corría el peligro de que todo quedase en una simple sustitución
de ritos y textos, sin impregnar de su espíritu innovador. La primera fase de la reforma señala el paso del latín
a las lenguas vulgares y la introducción de algunos elementos que podían ser adoptados con los libros
litúrgicos existentes. La segunda fase se caracterizó por la publicación de los nuevos libros litúrgicos. De esta
manera el fin de esta reforma es desarrollar la fe, suscitar la oración, realizar el encuentro del hombre con
Dios, inducir a una vida coherente con el misterio celebrado.
IV. Propuestas de la reforma
La reforma de la liturgia tuvo un esfuerzo por redescubrir y restaurar las líneas fundamentales de cada rito,
liberándola de los elementos heterogéneos, inadecuados o convertidos en anacrónicos, y por insertar en ellos
nuevas formas de armonía con la ya existente. No se limitó a un trabajo de restauración. La liturgia es “la obra
de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios”, que Cristo continúa realizando en el Espíritu
Santo por medio de la iglesia. Cristo esté presente en la asamblea concretamente reunida, en la persona del
ministro que obra en su nombre, en los sacramentos y sobre todo en las especies eucarísticas. Es él el “ruega
por nosotros, ruega en nosotros, es invocado por nosotros” cuando la iglesia suplica y salmodia. Es una
presencia múltiple, dinámica implicada en todos los elementos de la celebración. Por tanto la comunidad es
el sujeto de la celebración. Por otro lado la celebración no es propiedad de nadie, sino que se construye con
la aportación y el compromiso de cada uno de los participantes. El ministro tiene una misión de servicio, con
la palabra, la exhortación, la homilía, la elección de los textos, el modo de orar y de gesticular, debe hacer
sentir la presencia de Cristo, sostener a la asamblea, suscitar la participación externa e interna, facilitar la
inserción en el ministerio. La liturgia, presencia del misterio de Cristo, contiene todo el bien de la iglesia y de
la humanidad, es cumbre de toda la actividad de la iglesia. En consecuencia, la meta fundamental de la
reforma es el conducir a los fieles a participar plena y activamente de las acciones litúrgicas, nadie puede ser
ajeno a ella o espectador. También la liturgia renovada ha expuesto los tesoros de la Sagrada Escritura del
modo más amplio, variado y adecuado (cf SC 33; 35). Regular la liturgia compete a la autoridad eclesiástica,
esto requiere una fuerte carga creativa, capacidad de contemplación, experiencia del mundo de Dios,
sobriedad y bien gusto, conocimiento de las reglas del lenguaje y de la situación de la asamblea.
V. Reacciones
Las reacciones que ha tenido esta reforma han sido favorable, el mundo católico lo ha aceptado. Sin embargo
puede suceder que las reformas afecten a algunas costumbres, en que el aspecto devocional prevalecía sobre
el litúrgico, habían heredado una tradición de vida espiritual basada en la recitación de múltiples oraciones
vocales y en devociones dirigidas a aspectos particulares de misterio de Cristo. Un mayor acercamiento más
vivo y directo a la liturgia; el descubrimiento del valor de la misa comunitaria, de la liturgia de las Horas y de
la palabra de Dios, han disipado las dificultades. También han manifestado perplejidad los que han visto en la
reforma litúrgica la causa de la desaparición de formas de piedad popular muy queridas de los fieles,
particularmente las referentes al culto de los santos y a los ejercicios devotos en honor de la Virgen María.
Muchas de estas prácticas han caído en desuso por las mudanzas en la vida social, por la revalorización de la
celebración eucarística, situada en el centro de la vida de la iglesia, por la mayor participación en la liturgia y
la adopción preferencial de celebraciones de la palabra. La transformación ha sido a veces realizada sin el
acompañamiento de una catequesis apropiada y ha podido suscitar reacciones negativas o, por lo menos, no
edificar a los fieles. Pero otros contrarios a todo, llevaron adelante una batalla desleal y llena de prejuicios,
que no ahorró las acusaciones más vulgares y absurdas contra las personas.
VI. Perspectivas
Ninguna obra humana es perfecta, aunque en ella hayan puesto inteligencia y corazón los hombres más
valiosos y competentes del momento. Menos aún lo puede ser la reforma más amplia que la iglesia haya
conocido nunca en el campo litúrgico, realizada en un período de tiempo relativamente breve. La misma
naturaleza de la liturgia precisa de la disponibilidad para una continua mejora, porque pertenece a la vida de
la iglesia y debe caminar con ella. También surgen nuevos problemas, como la relación con los medios de
comunicación social, con el mundo juvenil, con el mundo del trabajo o de la ciencia. La liturgia se debe
confrontar con todo esto. La reforma ha recogido lo mejor que ha encontrado en la bimilenaria tradición de
la iglesia y ha dado gran importancia a la realidad pastoral. Pero ha faltado la aportación de las ciencias
antropológicas, de las dinámicas de la comunicación. El culto eucarístico y la piedad mariana han sido objeto
de documentos importantes e iluminadores, sin embargo, falta todavía una confrontación de carácter más
general y la consideración de aspectos devocionales particulares, como los referentes a la humanidad de
Cristo, a su pasión, a las peregrinaciones, a las tradiciones populares coincidentes con la semana santa, o con
acontecimientos particulares de la vida: nacimiento, matrimonio, muerte.

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