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Cada vez hay más investigaciones que demuestran que la meditación tiene efectos
beneficiosos para nuestras capacidades cognitivas. Ahora, un estudio ha demostrado
que dichos efectos podrían perdurar, por lo menos, siete años. La clave de estos
beneficios duraderos estaría en la modificación cerebral que la meditación propicia,
señaló en 2017 otro exhaustivo análisis.
Yaiza Martínez
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En general, el término meditación hace referencia a aquellas prácticas mentales que ayudan a
concentrarse en un punto específico o a detener el incansable flujo del pensamiento.
En los últimos años, el cúmulo de estudios que demuestran que estas prácticas tienen
numerosos beneficios para la salud de las personas ha ido creciendo cada vez más.
En ellos se ha constatado, por ejemplo, que la meditación puede reducir el dolor mejor que un
placebo o que frena los efectos del envejecimiento en el cerebro, al reducir la pérdida de
materia gris asociada a la edad.
Pero, ¿cuánto dura este aumento de la consciencia, en un sentido amplio, en una persona
que se dedica a meditar? En 2016, investigadores de la Escuela de Medicina Icahn del
Hospital Monte Sinaí de Nueva York, la Universidad de California en San Francisco, y la
Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) realizaron un estudio para tratar de responder a
esta pregunta.
Pero científicos del Center for Mind and Brain de la Universidad de California en Davis (EEUU)
han hallado ahora que los beneficios de la meditación pueden llegar mucho más lejos en el
tiempo.
En una investigación realizada en el marco del Proyecto Shamatha (que analiza los efectos
cognitivos, psicológicos y biológicos de la meditación y constituye el estudio longitudinal más
exhaustivo de meditación intensiva realizado hasta la fecha), se constató que los beneficios en
la capacidad de atención de personas que han practicado la meditación intensiva se
mantienen nada menos que durante siete años.
Este otro estudio incluyó a 60 personas que participaron en dos retiros de meditación intensiva
celebrados en 2007. En ambos, los meditadores asistieron dos veces al día a sesiones de
meditación grupal, e hicieron meditación individual durante aproximadamente seis horas cada
día.
Tras los retiros se les hizo un seguimiento, primero a los seis y 18 meses, y finalmente a los
siete años. Se constató que, inmediatamente después de los retiros, todos los participantes
mostraban mejoras en la atención, así como en el bienestar psicológico general y en su
capacidad para sobrellevar el estrés.
Siete años más tarde, estos efectos aún perduraban, especialmente en aquellos participantes
que mantuvieron una práctica de meditación durante todo ese tiempo. En comparación con
aquellos que habían practicado menos la meditación, estos participantes mantuvieron las
ganancias cognitivas y no mostraron patrones típicos de disminución en la atención sostenida
relacionados con la edad.
Según explica Anthony Zanesco, investigador en la Universidad de Miami y primer autor del
trabajo, estos resultados demuestran por primera vez que la práctica intensiva de la
meditación está vinculada a cambios cognitivos positivos, perdurables y mensurables en las
personas.
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Modificación cerebral
Pero, ¿por qué funciona la meditación? Los expertos aseguran que es efectiva porque
modifica el cerebro y, con ello, nuestra consciencia y nuestra percepción.
En una investigación realizada en 2017 por científicos del Instituto Max Planck de Ciencias
Cognitivas y del Cerebro en Leipzig de Alemania, se analizaron minuciosamente los efectos
de la meditación en el cerebro.
En ella participaron 160 personas que realizaron tres programas de entrenamiento mental,
cada uno de ellos de tres meses de duración. En cada uno de estos programas, los
participantes hicieron ejercicios de meditación específicamente diseñados para potenciar
distintas capacidades.
Así, en el primer programa meditaron para potenciar la consciencia y la atención plena; en el
segundo, para potenciar las competencias socio-afectivas (compasión, gratitud, empatía o
gestión de emociones difíciles) y en el tercero, para impulsar capacidades socio-cognitivas,
como la autopercepción y la adquisición de la perspectiva de otras personas.
Los 160 participantes realizaron ejercicios de meditación durante 30 minutos al día, seis días a
la semana. Al finalizar cada programa, los científicos registraron su estado mental mediante
test psicológicos, y midieron su actividad cerebral a través de resonancia magnética.
Asimismo, a los voluntarios se les hicieron análisis para establecer sus niveles de estrés.
Los resultados de las mediciones constataron que la meditación había modificado aquellas
áreas de la corteza cerebral vinculadas a la atención (tras el primer programa), y aquellas
regiones del cerebro relacionadas con las habilidades socio-afectivas y socio-cognitivas (al
final de los otros dos programas). En todos los casos hubo una reducción del estrés en los
participantes.
Referencias bibliográficas:
Sofie Louise Valk, et al. Structural plasticity of the social brain: Differential change after
socio-affective and cognitive mental training. Science Advances (2017).
DOI:10.1126/sciadv.1700489.
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