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DESPEDIDA DEL RECTOR A LOS EGRESADOS DEL ’88.

IGNACIANO:

¡Debo decirte adiós!

Hemos llegado hoy a la meta de un camino muy largo: debo decirte adiós y hablarte como
maestro, pastor y amigo.

Te pido que me escuches.

Ya no hablaré del uniforme, ni de la disciplina. Quiero concentrar en mi voz, la voz de tus


maestros de estos años y decirte lo único importante, aquello que debe perdurar.

Dese hoy pondremos juntos la mano en el arado y mientras la tuya se irá haciendo más
fuerte, la nuestra irá perdiendo su vigor… porque eres tú quien pasa al primer plano. Tienes una
misión, quiero entregarte hoy el “testimonio”, la antorcha del relevo.

Esta es la última lección que te da tu colegio; es ésta su última palabra ¡carga con ella tu alma y
rehace, a paso lento la senda recorrida en estos años!

Mas allá del algebra o el verso; mas allá de la gramática o el nombre de los ríos, hemos
querido enseñarte a vivir y la ruda tarea de ser HOMBRE, hemos querido hacerte profundamente
humano.

Nuestra tarea, en parte, llega hoy a su término. Si no lo hicimos bien…rellena tú el vacío


que dejamos nosotros o tus padres. No es la hora de repartir las culpas, sino de levantarse y de
iniciar la marcha… para esto estamos congregados y para esto te hemos estado preparando.

Por eso es que esta tarde al abrirte por última vez y para siempre las puertas del colegio,
déjame que te hable y el primer acento de mi voz será para decirte ¡adelante! ¡No mires hacia
atrás ni te detengas!

Se término el colegio y hoy a comenzado una aventura. Hoy te invito a mirar hacia el futuro
y a comenzar la marcha.

Como salió el Quijote por la estepa manchega, hazte tú peregrino, defensor de los débiles.
El caballero andante salió con armas pobres y en un caballo débil, pero era poderoso en su querer
y en su alma. El tesoro iba dentro, en sueños e ideales.

Ignacio cuando dejó Loyola y comenzó su verdadera vida se llamó PEREGRINO, quiso andar
siempre en búsqueda. En ese noble vasco hay algo de la imagen del Quijote que esta tarde
queremos recrear.

Así te quiere DIOS, henchido de ideales, soñador, testigo del Espiritu. No puede hacer
camino ni buscar quien no tiene esperanza ni sueños. No puede hacer camino ni buscar quien no
siente que una voz lo llama.
Al abrirte las puertas del Colegio, escucha que allá afuera, en tu patria…suena la voz de Cristo, Tu
Señor, que te llama. Ser Ignaciano es aceptar por dentro una misión y es saber que el vivir humano
no se limita a comprar mercancías. El señor te necesita.

Date una oportunidad, confía en EL y en ti. ¡Exígete! ¡No reptes! ¡No te achiques! Si estudias, has
de estudiar a fondo; si trabajas, que no descanse tu brazo.

Con humildad muy grande ofrécele al Señor lo mejor de ti mismo. No confundas la humildad con
ese ser mediocre que aplasta la esperanza y destruye el esfuerzo.

Si eres Ignaciano sueña cosas muy grandes y humildemente préstale tus manos al Señor ¡llevas una
misión!

Un Ignaciano es un caballero andante y su mayor victoria no está tanto en el triunfo sino en cuanto
haber osado enfrentar este mundo.; en haberse atrevido a no ser marioneta. Te hemos hecho
persona, no sigas tu la moda; te hemos querido libre y no hay fuerza en este mundo, no hay cárcel
ni cadena que pueda arrebatarle su libertad al libre.

Te abrimos esta tarde las puertas del Colegio y te invito a caminar por Chile, que es tú patria. Ama
esta tierra nuestra y a sus hijos; devuélvele tu sangre; no seas extranjero entre estas cordilleras;
respira sus fragancias, haz tuyos sus dolores. No seas como tantos, ajenos a nuestra historia.

Chile te necesita, aquí hay mucho que hacer:

 Los pobres son muy pobres y no hay pan en su mesa.

 Nos faltan hospitales, donde el dolor humano pueda ser socorrido.

 Estamos divididos, hay odios y rencores.

 El que tiene, desprecia, alza la voz y el puño.

 Por el poder se mata, se miente, se hace trampa.

 Dejamos de creernos y de amarnos.

Pero…

Las lágrimas de Chile y sus dolores no olvides que son tuyos, a ti te pertenecen. Tú eres el
responsable de aliviarlos. Yo espero que tu huella se note al terminar tu ruta: que el hombre llore
menos, que ame más y que espere!

A pesar de tanto sufrimiento en esta tierra nuestra de mares, de montañas y de bosques queremos
otra cosa. Y como el Quijote supo convertir en sueños e ideales ese mundo rastrero en que debió
vivir: transforme tú este mundo, descubre en él lo grande y bello que hay.
Escucha la esperanza de tu pueblo. Descubre su ternura y su sonrisa. Chile no está caído…quiere
una ruta firme para empezar su marcha. Allana tú el camino, es esa tú tarea; es esta tú misión.

Si estudias, no estudies para ti!

Si triunfas, que tu victoria abra la esperanza a otros!

Si sufres, no te amargues, que ese dolor te acerque a los que lloran!

Si Dios te da los bienes de la tierra, aprende a compartirlos. Que no se hagan un fin para tu vida.
Debes administrarlos como quien ha recibido del Señor un talento.

Te tocará vivir una realidad muy dura. Las fuerzas de este mundo ahogarán tu alma. Defiéndete y
guarda las semillas de espíritu y de Fe, que te hemos dado.

Para empezar tu marcha y tu lucha te entregamos la cruz de Jesucristo, símbolo del colegio. En ese
sigo simple te llevas el secreto, te llevas la ciencia de las ciencias, lo mejor de nosotros: morir por
los demás, amar a los más débiles, creer en la verdad, confiar en el perdón.

Abrázate a la Cruz, ella no es solo adorno. Esa es el arma que al partir te damos, aprende aquí que
no es mas fuerte quien golpea mas duro sino el que hace suyas las penas de los pobres…

Que en tu oficina, en tu hogar sepan que eres de Cristo y que tu no lo ocultas. Atrevete a contarle a
quien este contigo en el trabajo, a tu esposa, a tus hijos; atrévete a contarles con ilusión lo que
aquí has aprendido y que esa Cruz resume.

Si no puedes hablar, esconde el símbolo que llevas…

Cuando pasen los años, relee estas palabras que hoy te digo, porque la madurez dará peso a tu
oído y entenderás, tal vez, el silencio que yo he dejado en ellas. Quisimos decirte tantas cosas.
Pero es tarea tuya terminar mis palabras, reinventar la lección de tus maestros y hacerla
transparente.

Al abrirte las puertas del Colegio, en la hora solemne de la despedida, te deseo con lo mejor de mi
alma, que el camino que emprendes te conduzca hasta llegar un día a la única puerta que interesa:
la puerta del Señor. El grande y verdadero itinerario termina en el Señor…lo demás, créeme, es
anécdota y se va. Si la meta no el ÉL, andarás extraviado. Recuerda siempre que la ciencia, el amor,
los bienes de la tierra y todo lo que hagas han de ser A MAYOR GLORIA DE DIOS.

Con este deseo me atrevo a abrirte las puertas del Colegio y te invito a ponerte en camino hasta
encontrarlo a ÉL.

Fernando Montes SJ

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