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issn :
• Comentario editorial 5
Francisco de la Peña Martínez
• Multinaturalismo y corporalidad
en la Sierra de Las Cruces y Montealto, Estado de México 171
Carlos Arturo Hernández Dávila
Reseñas
• Pena de muerte:
la deconstrucción del cadalso carnofalogocéntrico 213
Víctor Manuel Uc Chávez
Comentario editorial
cinco trabajos que son reseñados puntualmente por el coordinador del dossier,
Carlos Arturo Hernández Dávila, por lo que aquí sólo haremos una breve
referencia a ellos. El primero es de Alice Balsanelli y aborda la ontología
de los lacandones de Chiapas a través del análisis lingüístico y con las
herramientas del perspectivismo de Viveiros de Castro. Emiliano Zolla,
por su parte, da cuenta de las relaciones entre humanos y no humanos,
y específicamente entre hombres y serpientes, considerados parientes
entre los mixes de Oaxaca. Alessandro Questa analiza la concepción del
cosmopaisaje entre los nahuas de la Sierra Norte de Puebla y la relación
que tiene con la revitalización de los vínculos rituales con los espíritus y la
resistencia de este pueblo al extractivismo. Carlos Heiras estudia los procesos
de consanguinización y desconsanguinización entre los tepehuas orientales
de la Huasteca veracruzana, a fin de demostrar que los lazos consanguíneos
son una construcción ontológica social y no un hecho biológico. Finalmente,
Carlos Hernández aborda el estudio de la corporalidad y el multinaturalismo
entre los otomíes del Estado de México, con el objetivo de explicar el milagro
y el relevo, dos elementos constitutivos del sistema chamánico de este pueblo.
En la última sección de este número se incluyen tres reseñas de libros. La
primera corre a cargo de Olivia Kindl y analiza el libro de Elizabeth Araiza
titulado El arte de actuar identidades y rituales. Hacia una antropología del teatro
indígena en México, publicado por el Colegio de Michoacán. Se trata de un
muy original trabajo sobre el teatro indígena o de inspiración indígena en
número 72, mayo-agosto, 2018
nuestro país, que propone una lectura antropológica sobre los complejos
nexos entre ritualidad y teatro, así como un recorrido histórico que permite
aprehender las diversas manifestaciones de este fenómeno.
La segunda reseña es de la autoría de Scherezada López Marroquín y
da cuenta del más reciente libro de Marta Lamas, publicado por el Fondo de
Cultura Económica titulado Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? Se trata
de una reseña que sopesa la brillante intervención de Lamas en el debate en
torno al acoso sexual, el cual es analizado críticamente junto con la corriente
del feminismo radical norteamericano que tiende a enarbolar el acoso como
principal bandera, victimizando a la mujer y estigmatizando a los hombres.
La tercera reseña está escrita por Víctor Uc Chávez, y nos habla del más
reciente libro de Jacques Derrida, el gran filósofo francés, que tiene como
título La pena de muerte. Se trata de una publicación póstuma, que recoge
el seminario que sobre este tema Derrida impartió en el año 1999-2000, en
la ehess de París. Una deconstrucción excepcional de cuestiones como la
crueldad y la muerte, el derecho y la soberanía y otros temas asociados a la
pena capital.
Comentario editorial 7
Marta Lamas*
Centro de Investigaciones y Estudios de Género (cieg). unam
Resumen: Este artículo rastrea algunas coincidencias que se han dado entre varias antropólogas
feministas anglosajonas y ciertas antropólogas mexicanas, o que trabajan en México, y que
conforman hoy esa tendencia que se denomina “antropología feminista activista”. Esta postura
teórico-política en antropología ha sido resultado en parte, y es lo que se explora en este artículo, de
la evolución y desarrollo de las relaciones entre feminismo, investigación antropológica y escritura
etnográfica, relaciones que a su vez dieron lugar a una investigación etnográfica feminista cada
vez más autorreflexiva, que alienta la colaboración, prioriza temas sociales urgentes de abordar
políticamente, valida la escritura etnográfica dialógica que ubica en el texto tanto a quienes
investigan como a quienes son investigados y enfatiza las voces, las opiniones y agencia de las
mujeres. Se aborda al final un ejemplo de antropología activista y de colaboración en el Sur.
Academic activism?
The case of some feminist ethnographers
Abstract: This article covers some coincidences that have been observed among several Anglo-
Saxon feminist anthropologists and certain Mexican anthropologists (or anthropologists who work
in Mexico), and who today form part of the “trend-school” classified as “feminist-activist anthropol-
ogy.” This theoretical-political stance in anthropology -which we cover in this paper- has resulted
from the evolution and development of the relationships between feminism, anthropological research
and ethnographic writing, relationships that, in turn, gave rise to an increasingly self-reflective
feminist trend in ethnographic research, which encourages collaboration, prioritizes urgent social
issues to be addressed politically, validates the dialogical ethnographic writing that places both those
who investigate and those who are investigated in the text, whilst emphasizing the voices, opinions
and the collective agency of women. Finally, an example of activist anthropology and collaboration
carried out in Southern Mexico is also addressed.
* martalamas@gmail.com
Fecha de recepción: 21 de noviembre de 2018 Fecha de aprobación: 10 de diciembre de 2018
1
Tres fechas clave: en México, 1970, cuando se publica De eso que llaman antropología
mexicana [Warman, Nolasco, Bonfil, Olivera y Valencia 1970]; en América Latina, en
enero de 1971, cuando los antropólogos participantes en el Simposio sobre la Fricción
Interétnica en América del Sur proclamaron la Primera Declaración de Barbados: Por la Li-
beración del Indígena; y en Estados Unidos, 1972, cuando se llevó a cabo la primera reu-
nión del grupo Anthropologists for Radical Political Action (arpa).
2
Un pionero de dicha crítica fue el etnógrafo francés Michel Leiris, quien en 1950 publi-
có sus apreciaciones críticas en la revista Les Temps Modernes.
3
Esta crítica llevó a la propuesta de “reinventar la antropología” [Hymes 1974].
4
Un primer acercamiento al proceso que revisa textos fundacionales de la antropología
feminista que arranca a mediados de los años setenta y principios de los ochenta, lo
hace Mary Goldsmith en la revista Nueva Antropología. Seis años más tarde, Goldsmith
[1992] revisa la distinción entre antropología de la mujer, antropología de género y
antropología feminista. Para una puesta al día de la antropología feminista anglosajo-
na [véanse Lewin 2006, Lewin y Silverstein 2013] Para una antropología feminista des-
colonizada [véase Suárez y Hernández Castillo 2008].
¿Activismo académico? El caso de algunas etnógrafas feministas 11
5
Una compilación especial sobre este punto es la de Craven y Davis [2014].
6
En ese sentido, Martha Patricia Castañeda [2012] diferencia dos contextos: el primero
es la conformación de líneas de investigación interesadas en la situación de las muje-
res; y, el segundo, la incorporación de la teoría feminista y la perspectiva de género
dentro de la antropología.
12 Marta Lamas
7
Al final de la frase, Clifford pone una nota (la 9) donde además de enumerar a una
amplia gama de pensadoras feministas de diversas disciplinas, cita a las antropólogas
feministas ya clásicas en esos momentos: [véanse Ortner 1974; Lamphere 1974; Rubin
1975; MacCormack y Strathern 1980; Rosaldo 1980].
8
También enfureció a las antropólogas feministas el hecho de que únicamente aparecía
una mujer —que no era antropóloga sino crítica literaria feminista— Mary Louise
Pratt, por cierto, con un espléndido texto [véase Pratt 1986].
¿Activismo académico? El caso de algunas etnógrafas feministas 13
9
El ensayo de Castañeda da cuenta del panorama de la investigación del momento, en
especial de los procedimientos de la etnografía feminista. Ella no aborda la problemá-
tica más reciente sobre el activismo feminista decolonial, y esto se debe simplemente a
una cuestión de tiempo, ya que su ensayo se publica en 2010, por lo que supongo que
ella debe de haber escrito su texto entre 2008 y 2009. Sus citas llegan a 2008 y como los
procesos de dictamen en la universidad son largos, no es extraño que ella no registra
el giro que, dentro de la etnografía feminista, ocurrió después.
14 Marta Lamas
a) La intervención personal10
b) La narración de contra-historias11
c) La crítica al neoliberalismo12
d) La participación dentro de las ong o del movimiento social como activistas13
e) La estrategia de colaboración14
f) Las formas de hacer accesible su investigación al público15
10
Las antropólogas que intentan ayudar a sus entrevistadas a negociar cuestiones de su
situación personal, usando su tiempo para acompañarlas a realizar trámites, explicarles
las políticas, darles consejos, y conseguirles acceso a servicios. Gran parte de este acti-
vismo queda sin ser registrado ni escrito. Quienes hacen antropología han efectuado
este tipo de trabajo de mediación desde hace mucho tiempo.
11
El uso de narraciones personales para contrarrestar la invisibilidad o la estigmatiza-
[2015], esta forma de trabajo hace tiempo que se viene llevando a cabo en
América Latina, aunque los antropólogos estadounidenses desconocen “la
existencia de las múltiples aproximaciones latinoamericanas a la etnografía
en colaboración, que muy rara vez entran en diálogo con las corrientes
colaborativas norteamericanas” [2015: 323]. Así, los antropólogos del Sur18
y las antropólogas feministas han ido impulsando un tipo de investigación
19
Abya Yala es un término de los indios kune de Colombia; con él nombran al continente
americano. Ciertas tendencias de los antropólogos del Sur lo han retomado, y en espe-
cial las feministas decoloniales [véase Gargallo 2014].
20
Es doctora en Antropología Social por la Universidad de Manchester, Reino Unido, y
trabaja en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(ciesas) Unidad Regional Sureste.
18 Marta Lamas
21
Integrante del grupo de Los Siete Magníficos, con Guillermo Bonfil, Daniel Cazés, Mar-
garita Nolasco, Ángel Palerm, Enrique Valencia y Arturo Warman, es coautora del li-
bro De eso que llaman Antropología Mexicana [Warman et al. 1970].
22
El grupo tomó el nombre en homenaje a Adelina Caal Maquín (Mamá Maquín), diri-
gente campesina asesinada en 1968 en Panzós, Alta Verapaz, Guatemala [Olivera 2015:
117].
¿Activismo académico? El caso de algunas etnógrafas feministas 19
23
Luego la publicaría como libro, en coautoría con las mujeres tojolabales: Tzome Ixuk:
una historia de mujeres tojolabales en lucha. Etnografía de una cooperativa en el marco de los
movimientos sociales de Chiapas [véase Masson et al. 2008].
20 Marta Lamas
24
De las tres autoras citadas, es Hernández Castillo quien tiene más publicaciones, sola
y en colaboración. Para una visión amplia de su perspectiva, véanse Shannon Speed,
Rosalva Hernández Castillo y Lynn Stephen [2006]; y, Liliana Suárez y Rosalva Her-
nández Castillo [2008].
¿Activismo académico? El caso de algunas etnógrafas feministas 21
Por eso este encuentro es por la vida. Tenemos que luchar por la vida. ¡Que
vivan todas las mujeres del mundo! ¡Que muera el sistema patriarcal! Desde las
montañas del Sureste Mexicano. Las mujeres zapatistas.
25
Ya Bourdieu, quien es un notable ejemplo de académico activista, planteó: “La forma
de reflexividad que yo preconizo es paradójica, por el hecho de ser fundamentalmente
antinarcisista” [Bourdieu y Wacquant 1995: 46].
¿Activismo académico? El caso de algunas etnógrafas feministas 23
26
Nancy Scheper-Hughes recuerda que cuando ella empezó a escribir sobre el hambre
crónica entre los cortadores de caña de Brasil y la manera en que se medicaba a sus
criaturas, con una mezcla de mala fe y complicidad que provocaba los fallecimientos
infantiles, muchos de sus colegas reaccionaron con enojo. En una sesión de la Ameri-
can Anthropological Association, Paul Riesman le preguntó si lo que había hecho era
“una antropología del mal” dejando de lado a la antropología [Scheper-Hughes 2006].
24 Marta Lamas
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n número 72, mayo-agosto, 2018
Abstract: In the present text, we discuss which domains, devices and technologies the pregnant
women living in Guadalajara (Jalisco State) are exposed to within the different spaces through
which they transit? In order to cover the above points, we start from the assumption that space
is multidimensional and that, in this regard, there are disputes and struggles between different
* ctka_28@hotmail.com
** liliana.castaneda@cuci.udg.mx
Fecha de recepción: 1 de febrero de 2018 Fecha de aprobación: 20 de noviembre 2018
social fields. It should be noted that we consider the pregnant woman’s body as a strategic space
on which practices, discourses and disputes regarding self-care devices and other technologies
are related to. The work, though mainly theoretical in nature, covers ethnographic approaches as
well as analyzing 40 articles from the Mexican magazine Mi bebé y yo (My baby and I). Some of
the conclusions we reach demonstrate the fact that the pregnant body is a space of sociocultural
dispute, along with being a space of resistance.
Introducción
1
La netnografía, según Kozinets [2010] es un recurso útil para observar y analizar co-
munidades virtuales o comunidades cuya interacción está medida por la computado-
ra. La netnografía, de igual modo que la etnografía, realiza observación, registro y
descripción densa y análisis de la información.
Espacio y cuerpo embarazado 33
Ahora, más mujeres compaginan y coexisten bajo dos funciones que hasta
hace unos pocos años parecían irreconciliables, nos referimos a las funciones:
productiva y reproductiva. En el caso particular de Guadalajara, Jalisco, se
han mostrado transiciones complejas y dispares; en algunos otros, la repro-
ducción y el embarazo han resituado a las mujeres en el espacio privado,
debido a que los espacios laborales mexicanos, sobre todo los de alta gerencia
y dirección, generan fuertes penalizaciones (que se traducen en despidos,
no contrataciones o disminuciones de jornadas), esto por considerarse que
las mujeres pueden tener disminuciones de su rendimiento [Zabludovsky
2014]. Mientras que, en otros casos más, se ha optado por la postergación
del embarazo y la maternidad con la intención de consolidar un proyecto
laboral, sobre todo en sectores de clase alta y profesionales [Castañeda 2016].
En vista de lo descrito con anterioridad se hace evidente que en Guada-
lajara hay contradicciones y divergencias en cuanto al papel y adjudicación
que hacen actualmente las mujeres del espacio tanto público como privado
en Guadalajara, sobre todo por los cambios que suceden en relación con el
trabajo, educación superior, globalización e individualización que se ponen
en tensión específicamente durante los periodos de embarazo y maternidad.
a la vez que les acusa de que, al menos hasta los años ochenta —año en que
ella escribió la crítica—, estos autores no consideraban las distinciones por
género y las desigualdades espaciales a las que se ha sometido a las mujeres.
Esta tarea la emprende Del Valle [1991], quien sugiere que la compren-
sión de la asignación y de la significación del espacio puede contribuir a la
comprensión de la jerarquización sexual, la cual está relacionada con esen-
cialismos biológicos como la capacidad reproductiva. Para Del Valle [1991],
la construcción social del espacio urbano está más orientada a mantener a
las mujeres en espacios simbólicos o materiales que concuerdan con roles
familiares y de cuidado. Lo que hace evidente que hay una distribución
desigual del espacio para hombres y mujeres.
El espacio se limita, se jerarquiza, se valora, se cambia. Las formas que se utilizan para
ello tienen su incidencia en las actividades humanas. Es más, en muchos casos sirve para
separar, jerarquizar, incluir, excluir y va unido a las formas de cómo una sociedad elabora
y expresa su concepción del poder y en concreto, sus sistemas de género. En este contexto
el estudio del espacio se presenta unido a las experiencias de las mujeres y los hombres y
de los espacios relativos que ambos ocupan [Del Valle 1991: 226].
Espacio y cuerpo embarazado 39
Para esta autora la diferenciación del espacio debiera ser más compleja que
la clásica división público y privado, sobre todo considerando que ahora más
mujeres trabajan o estudian, pero también desertan de los estudios, se quedan
desempleadas, o bien, dejan el trabajo o el estudio porque se embarazan.
Además, que con las revoluciones tecnológicas que trajo consigo la globa-
lización las mujeres podrían no salir de casa y tener bastante presencia en
otros espacios a partir del Internet, lo que ha propiciado que las mujeres se
muevan entre espacios relacionales que son cambiantes, y que ya no pueden
ser interpretados únicamente desde la dicotomía público/privado.
Del Valle [1991] sugiere que a la división público-privado debiera agregarse
la noción de espacio exterior, ya que una mujer puede salir del espacio privado
(o interior, para la autora) y no ocupar el espacio público. Para esta autora, el
tránsito de las mujeres entre el espacio privado y público puede ser efímero,
es decir, una mujer podría ocupar por períodos momentáneos o secundarios
el espacio público, sin nunca sentirse segura o apropiarse realmente de éste.
La autora también sostiene que una mujer podría insertarse en el espacio
público, sin dejar del todo el espacio privado. A la vez que las mujeres pueden
estar situadas en el espacio privado y nunca tenerlo apropiado del todo,
puesto que podrían imperar regulaciones de espacios exteriores sobre el
cuidado del cuerpo, la experiencia de la sexualidad, o persistir creencias de
que la mujer debe adaptarse a las necesidades de otros; por ejemplo, del
esposo o de los hijos
un título podría ser por ejemplo el de “la madre”, puesto que de acuerdo
con Oviedo y García [2011] la categoría de la madre está inscrita dentro del
imaginario social como un ser respetable, dotado de madurez, portador de
prestigio y reconocimiento social.
En síntesis, para Bourdieu: “la experiencia del mundo social y del trabajo
de construcción que requiere se opera en la práctica por debajo del nivel
de la representación explícita y de la expresión verbal” [1989: 33], más bien
“las categorías de percepción del mundo son esencialmente el producto de
la incorporación de las estructuras objetivas del mundo” [Bourdieu 1989:
34]. Así, Bourdieu [2008] considera que el espacio de las posiciones sociales
puede ser un espacio de tomas de posición por medio de los habitus. Además,
este autor nos habla de un espacio social en el que la dimensión simbólica es
fundamental. Justamente por eso es que este trabajo se enmarca con precisión
en torno a la visión de espacio propuesta por este teórico.
De acuerdo con Mazurek [2012] y Del Valle [1991] los nuevos flujos de co-
municación, la globalización y el alcance de las tecnologías han trastocado
la forma de entender el espacio. En ese sentido, el espacio de Internet se
ha hecho presente como sitio de recurrencia y observación de discursos y
prácticas de mujeres embarazadas en Guadalajara.
1) Embarazo y biopolítica
Conclusiones
Estas múltiples observaciones, nos permiten dar cuenta de que, como afirma
Bourdieu [1989; 2008] los agentes sociales se distribuyen de acuerdo con sus
número 72, mayo-agosto, 2018
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Chloé Pomedio*
Universidad de Guadalajara
Resumen: El presente texto aborda desde una perspectiva diacrónica los avances en las ideas,
conceptos y reflexiones teóricas de la escuela francesa de Antropología de las Técnicas, en el
contexto actual del análisis de los materiales y artefactos arqueológicos. Desde las primeras apor-
taciones de los precursores de la escuela de sociología Durkheim y Mauss a finales del siglo xix,
con el concepto de hecho social y las primeras definiciones sociológicas de técnica y hecho técnico,
este artículo propone un recorrido sintético de los principales avances de los antropólogos y ar-
queólogos franceses que desarrollaron una teoría de la antropología de las técnicas. Se presentan
los aportes de Leroi-Gourhan quien, a través de sus logros en el campo de la antropología y en
particular del estudio del periodo prehistórico, estableció en sus publicaciones la definición de
conceptos claves como los de técnica y tendencia. Lemonnier y Cresswell profundizaron en sus
reflexiones teóricas y consideraron la necesidad de pensar el estudio de la cultura material en
función del sistema técnico de una sociedad y cadena operativa de fabricación. Se discute sobre
el entendimiento, el uso y la puntual integración de estos conceptos en trabajos arqueológicos
actuales llevados a cabo en México.
Palabras clave: Arqueología, Antropología de las Técnicas, hecho técnico, cadena operativa,
análisis de materiales.
Abstract: The present text covers the advances in the ideas, concepts and theoretical reflec-
tions on the French school of the anthropology of techniques from a diachronic perspective, with
regard to the current context of the analysis of archaeological materials and artifacts. From the
* chloempomedio@gmail.com
first contributions of the precursors of the Durkheim and Mauss sociology school at the end of
the 19th Century, regarding the concept of social fact, and the first sociological definitions of
technique and technical fact, this article proposes a synthetic journey covering the main advances
of the French anthropologists and archaeologists who developed a theory of the anthropology of
techniques. We also present contributions from Leroi-Gourhan who, through his achievements in
the field of anthropology -and in particular the study of the prehistoric period- established in his
publications the definition of key concepts such as those of technique and tendency. Lemonnier
and Cresswell deepened the said theoretical reflections and considered the need to think about the
study of material culture based on the technical system of a society and the manufacturing chain.”
The understanding, use and timely integration of these concepts in current archaeological works
carried out in Mexico are also discussed.
Otra perspectiva
Los principios
1
Me refiero a la aparición de nuevos temas de la etnología y de la antropología, como
lo son los derechos humanos, el género, la migración y la identidad. No incluyo los
trabajos de etnoarqueología, los cuales entran en una categoría distinta, y abrirían otra
discusión.
2
Me parece una clara muestra de esta tendencia los cinco volúmenes de La producción
alfarera en el México antiguo coordinados por Merino Carrión y García Cook [2005-
2007], obra de referencia para el estudio de la cerámica mesoamericana. Estos volúme-
nes, a pesar del uso del término de alfarería en el título y de un capítulo metodológico,
constan esencialmente de trabajos tipológicos organizados por periodos cronológicos.
Un volumen sobre cerámica que tuve la oportunidad de coeditar [Pomedio et al. 2013]
contiene también en su mayoría estudios tipológicos. Sin embargo, existen (aunque en
menor abundancia) trabajos sobre cerámica arqueológica con enfoques antropológicos
(entre otros veáse las publicaciones de Patricia Fournier [1996, 2008], Yoko Sugiura
[2011] y Eduardo Williams [2014, 2017] citadas en este trabajo).
54 Chloé Pomedio
concreto al estudio sociológico: « Est fait social toute manière de faire, fixée ou
non, susceptible d’exercer sur l’individu une contrainte extérieure ; ou bien encore,
qui est générale dans l’étendue d’une société donnée tout en ayant une existence
propre, indépendante de ses manifestations individuelles »3 [Durkheim 1956: 5].
En su obra, busca definir las grandes reglas que rigen a las sociedades, así
como los factores que demuestran cómo los actos individuales pueden pro-
venir de hechos sociales.
A finales del siglo xix, la teoría evolucionista es la más difundida entre
los eruditos y científicos, y cabe recordar que en su libro La sociedad primiti-
va de 1877, Lewis Henry Morgan clasifica los estados de desarrollo de una
sociedad principalmente en función de su nivel tecnológico. En este ámbito
ideológico y científico, el interés de Durkheim por la tecnología surge de
la observación de los cambios dentro de una sociedad moderna, en donde
la intensificación de los contactos entre los hombres aumenta la especia-
lización de cada uno. En De la división du travail social4 [1897], Durkheim
observó la transición de la solidaridad mecánica a la solidaridad orgánica,
debido a una interdependencia mayor entre los componentes más especia-
lizados de la sociedad moderna. Así, abre el camino hacia el estudio del
lugar de las técnicas en las sociedades.
Marcel Mauss era sobrino y alumno de Durkheim, que en el contexto
de la Primera Guerra Mundial tuvo un fuerte impacto en su reflexión sobre
las técnicas. Fue en ese momento cuando la tecnología demostró su capa-
número 72, mayo-agosto, 2018
3
“Es un hecho social cualquier manera de hacer, fija o no, susceptible de ejercer sobre el
individuo una coerción exterior; o bien, que es general en la extensión de una sociedad
dada, teniendo siempre una existencia propia, independiente de sus manifestaciones
individuales”. [Traducción de la autora; en adelante, t.d.a.].
4
De la división del trabajo social [t.d.a.].
5
Las técnicas del cuerpo [t.d.a.].
La escuela francesa de Antropología de las Técnicas 55
sus causas sociológicas; en la segunda parte del artículo expone una clasifi-
cación de estas técnicas. Lo interesante es que, en esta publicación, propone
una primera definición antropológica del concepto de técnica:
Nous avons fait, et j’ai fait pendant plusieurs années l’erreur fondamentale de ne con-
sidérer qu’il y a technique que quand il y a instrument. Il fallait revenir à des notions
anciennes, aux données platoniciennes sur la technique, comme Platon parlait d’une
technique de la musique et en particulier de la danse, et étendre cette notion.
J’appelle technique un acte traditionnel efficace (et vous voyez qu’en ceci il n’est pas
différent de l’acte magique, religieux, symbolique). Il faut qu’il soit traditionnel et effi-
cace. Il n’y a pas de technique et pas de transmission, s’il n’y a pas de tradition. C’est en
quoi l’homme se distingue avant tout des animaux : par la transmission de ses techni-
ques et très probablement par leur transmission orale6 [Mauss 1936: 9].
6
“Hemos hecho, y cometí durante varios años el error fundamental de considerar una
técnica solamente si hay utilización de un instrumento. Teníamos que regresar a nocio-
nes más antiguas, a los datos platónicos sobre la técnica, cómo Platón hablaba de una
técnica de la música y en particular del baile, y extender esta noción. Llamo técnica a un
acto tradicional eficaz (y verán que no es diferente del acto mágico, religioso, simbóli-
co). Tiene que ser tradicional y eficaz. No hay técnica ni transmisión si no hay tradición.
Tiene que ser tradicional y eficaz. No hay técnica y no hay transmisión, si no hay tradi-
ción”. (t.d.a.). Se incluyó el párrafo anterior a la definición propiamente dicha para
evidenciar la base filosófica en la que se sustenta la propuesta de Mauss.
7
Existe una traducción al castellano editada en 2006 por el Fondo de Cultura Económi-
ca de Argentina (Sección de Obras de Antropología).
56 Chloé Pomedio
8
Centro Nacional de la Investigación Científica.
La escuela francesa de Antropología de las Técnicas 57
9
El gesto y la palabra: técnicas y lenguaje (t.d.a.).
10
“[…] a la vez gesto y herramienta, organizados en una cadena mediante una verdade-
ra sintaxis que da a las series operativas tanto su fijeza como su flexibilidad. La sinta-
xis operativa es propuesta por la memoria y nace entre el cerebro y el entorno material”.
(t.d.a.).
58 Chloé Pomedio
11
Sander van der Leeuw, comunicación personal [2018].
La escuela francesa de Antropología de las Técnicas 59
12
De ninguna manera se pretende hacer una revisión exhaustiva de todas las publicacio-
nes de tecnología cerámica, sino demostrar la diversidad como la continuidad existente
entre algunas de las propuestas que me parecen emblemáticas sobre este tema, en los
estudios arqueológicos de cultura material mesoamericana y mexicana. Una excelente
síntesis sobre los cambios teóricos en la arqueología y antropología americana puede
60 Chloé Pomedio
relacionados con la producción alfarera, enfoque que tuvo mucho peso a par-
tir de los años 1970, y también presentado como marco teórico en este libro
[Arnold 1985: 13-15]. Finalmente, la misma idea que la europea emerge y se
presenta como paradigma sistémico:
Culture was viewed as an integrated whole […] To apply this concept to ceramics,
ceramics are interrelated with the rest of culture and can thus provide information
about other aspects of culture. This means that the archaeologist who digs up
ceramics can potentially infer and reconstruct the non-ceramic aspects of culture.
This assumption implies that ceramic changes through time do no reveal merely
a change in the technological aspects of ceramics, but a change in the culture as
well. More importantly, however, ceramics can be used for synchronic social and
cultural reconstruction of ancient societies [Arnold 1985: 10-11].13
pueden proporcionar información sobre otros aspectos de la cultura. Esto significa que
el arqueólogo que desentierra la cerámica puede inferir y reconstruir los aspectos no
cerámicos de la cultura. Este supuesto implica que los cambios cerámicos a lo largo del
tiempo no revelan simplemente un cambio en los aspectos tecnológicos de la cerámica,
sino también un cambio en la cultura. Sin embargo, lo más importante es que la cerá-
mica se puede utilizar para la reconstrucción social y cultural sincrónica de las socie-
dades antiguas”. (t.d.a.).
14
Retomando la excelente explicación de Lemonnier [1991: 16].
62 Chloé Pomedio
15
Centro francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
La escuela francesa de Antropología de las Técnicas 63
16
Esta opinión es resultado en particular de mi experiencia como “experta en tecnología
cerámica” para el Workshop de “Metatipología cerámica del noroeste México” organi-
zado por la Arizona State University en abril de 2014.
64 Chloé Pomedio
Agradecimientos
Este texto es fruto de una larga trayectoria reflexiva sobre la tecnología ce-
rámica, la cual empezó en Francia en el seminario de maestría de Françoise
Audouze sobre la Antropología de las Técnicas. Continuó con los estudios
del doctorado con las enseñanzas de Laure Salanova y Valentine Roux en el
proyecto Kovacevo y en su École Thématique de Technologie Céramique (cnrs).
Más adelante, en el seminario de Culture Materielle de Pierre Lemonnier,
retomado después por Ludovic Coupaye y Patrick Pion, quienes me apor-
taron conocimientos sobre las aplicaciones de esta corriente en otras esferas
de la investigación antropológica. En el posdoctorado realizado en el Ins-
tituto de Investigaciones Antropológicas de la unam tuve la oportunidad,
número 72, mayo-agosto, 2018
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número 72, mayo-agosto, 2018
Dossier
El giro ontológico:
un diálogo (posible) con la
etnografía mesoamericanista
Durante muchos años, en especial durante las últimas décadas del siglo pasado,
la investigación etnológica en México fue desplazada por perspectivas econo-
micistas, los estudios culturales, la antropología urbana y otras propuestas que
ahora dominan el ámbito profesional. Es por ello que, cuando en épocas recien-
tes se ha intentado profundizar en este campo, se ha advertido que la etnología
local no se había actualizado durante décadas. Se ha buscado entonces recurrir
a formulaciones desarrolladas en otras latitudes, tal como resulta frecuente en
la antropología latinoamericana. Al parecer, la rica tradición de investigaciones
mesoamericanas fue minusvalorada por las nuevas modas académicas que
inundan un mercado profesional, cuyos consumidores se sienten obligados a no
número 72, mayo-agosto, 2018
desde hace décadas? Con esta idea en mente, me di a la tarea de revisar las
tesis de la licenciatura de la enah que se dedicaron al tema “cosmovisión”
entre 1990 y el 2010, y entresaqué cuatro títulos ampliamente citados en
éstas: Los elegidos de Dios [1978], de Alfonso Villa Rojas; Los peligros del alma.
Visión del mundo de un tzotzil [1965] de Calixta Guiteras; La mitad del mundo
[1990] de Jacques Galinier y Los mitos del tlacuache [2006], de Alfredo López
Austin. Una simple relectura de los problemas vinculados a la agencia y
voluntad con la que cuentan las cruces que hablan y caminan en el caso de
los cruz’ob mayas [Villa Rojas 1978: 277 y ss.], las complejas relaciones entre
las entidades anímicas indígenas como susceptibles de la predación de
otros seres [Guiteras 1965: 111 y ss.], el operador cosmológico del sexo a
través del Carnaval, la piel, la podredumbre y los rituales [Galinier 1990:
335 y ss.], y las informaciones etnohistóricas y etnográficas que ofrecen la
certeza de que, en algún momento mítico primordial, humanos y animales
hablaban la misma lengua y compartían la misma cultura [López Austin
2006: 71 y ss.], son indicios que indudablemente nos revelaban que, además
del complejo mundo de la cosmovisión, muchos elementos de las llamadas
culturas indígenas estaban en juego escenificando una coreografía por la
que bien valía preguntar más en profundidad. Una buena cantidad de
sucesos están ocultos delante de nuestra muy condicionada mirada etno-
gráfica. No sólo era necesario “regresar a Aztlán”, sino que además era ine-
vitablemente hacerlo cargados de nuevas preguntas.
número 72, mayo-agosto, 2018
Esa es la razón por la que la noción de “giro” es en este contexto algo más que
mera retórica. Sí, el término en parte anuncia como algo radical la ruptura con
las viejas maneras de pensar los problemas metodológicos básicos de la antro-
pología, como lo hacen otros “giros” en la teoría social reciente —lingüísticos,
éticos, afectivos y demás—. Pero, de manera más relevante, la noción de giro
en este caso describe también cierto modus operandi que esta reorientación
metodológica implica, llamando la atención en especial a la inversión básica
que implica entender el problema del cristal con el que se mira como un pro-
blema ontológico. Porque si resolver este problema siempre ha involucrado
encontrar maneras de cuestionar o calificar suposiciones que estorban en el
camino de “captar el punto de vista nativo”, para usar la formulación original
del reto antropológico de Bronislaw Malinowski [1961: 25], pensar esas suposi-
ciones como ontológicas implica una radicalización de dicha búsqueda, de
modo que la capacidad de los antropólogos de “hacer virar” sus propias presu-
posiciones, y transformar en tal modo su campo de visión analítico, es liberada
dossier 77
Es este el “giro ontológico” con el cual los autores de este Dossier preten-
demos dialogar: el que se ofrece como un sencillo (cuando no modesto)
taller en donde al colocar en la balanza tanto las herramientas analíticas
como el peso de la etnografía, podamos convencernos cómo el valor de esta
última define nuestras opciones en el ejercicio de nuestro quehacer antro-
pológico. ¿Y dónde está la novedad?, se preguntarán algunos, la respuesta
es alarmante por simple: en insistir en el valor de lo que la gente, los infor-
mantes, los actores sociales dicen, hacen, sostienen y reivindican; en lo que
Termino diciendo que hemos sido atentos lectores de los trabajos de Saúl
Millán, Johannes Neurath, Carlo Bonfiglioli y Jacques Galinier, entre otros,
así como ellos y nosotros mismos fuimos (y seguiremos siendo, acaso con
cada vez más interés) lectores de las obras de Alfredo López Austin, Andrés
Medina, Beatriz Albores, Johanna Broda, y de otros y otras que a su vez les
antecedieron en el tiempo. Siempre girando, nuestro modesto interés es
hacer un elogio del movimiento continuo al interior de nuestra disciplina,
número 72, mayo-agosto, 2018
elogio que quizá se traduzca en el ánimo de que las antropologías, las nues-
tras y las de nuestros múltiples otros nos hagan pensar juntos, aunque no
necesariamente igual.
Referencias
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1965 Los peligros del alma. Visión del mundo de un tzotzil. Fondo de Cultura Eco-
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López Austin, Alfredo
2006 Los mitos del tlacuache. unam. México.
Pitarch, Pedro
2013 La cara oculta del pliegue. Antropología indígena. Artes de México. México.
Villa Rojas, Alfonso
1978 Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo. ini. México.
Alice Balsanelli*
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Resumen: A pesar del exiguo número de sus miembros y de los profundos cambios que han
afectado a su cultura, los lacandones de la selva chiapaneca han sido objeto de numerosas investi-
gaciones desde principios de 1900. Sin embargo, la antropología que trata sobre este grupo étnico
se ha enfocado en el estudio de la cultura, otorgando escasa importancia al mundo de la selva. Lo
anterior no constituiría una deficiencia por parte de los antropólogos, si los lacandones concibieran
al ambiente silvestre en términos naturalistas. Sin embargo, ellos ven a la selva como un espacio
cultural y de interacción social, en donde se definen las categorías del yo y de la otredad. Por lo cual,
el presente artículo busca reflexionar sobre la manera en que el “giro ontológico” pudo inspirar una
nueva manera de leer los datos etnográficos para abordar las categorías ontológicas jach winik.
Abstract: Despite the small number of its members and the profound changes that have affected
their culture, the Lacandones, who reside in the jungles of Chiapas State (Mexico), have been the
subject of a large body of research since the early 1900s. However, the anthropology dealing with
this ethnic group has been focused on the study of culture, thus giving little importance to the
jungle environment in which they live. The foregoing would not constitute a deficiency on the part
of anthropologists if the Lacandon people conceived the said environment in naturalistic terms.
However, they regard the jungle as a cultural and social space of interaction, where the categories
of ‘self’ and ‘otherness’ are defined. Therefore, this article seeks to reflect on how the “ontological
turn” could inspire a new way of reading ethnographic data to address the ontological jach winik
(living people – in the Lakantun language) categories.
* lalacandona@hotmail.it
1
“Casa de los dioses”, el templo lacandón. Se trata de una choza sin paredes con techo
de palmas de guano en la que se conservan los braseros efigie, sagrados.
Desde el punto de vista lacandón 85
(siempre afuera del contexto del templo), el régimen alimenticio, las ideas
sobre los animales y la cacería, entre otros.
Por el tipo de ambiente que comparten lacandones y amazónicos, pre-
sentan distintos aspectos culturales en común; sin embargo, la búsqueda de
semejanzas y de diferencias tuvo como única finalidad escribir un texto
relativo a un nuevo tema: la idea de “persona extendida”, presente en la
cultura lacandona, y sus consecuencias ontológicas sobre una idea de iden-
tidad y alteridad. No se trató de buscar al animismo o al perspectivismo en
campo, ya que la teoría no es el punto de partida de la investigación, sino
una herramienta a disposición del antropólogo durante la fase de lectura de
los datos y de teorización. Por ello, opinamos que es necesario conferir gran
peso al trabajo de campo y a los testimonios de los informantes, privilegiando
la lengua nativa para evitar interpretaciones tendenciosas. Esto no significa
emplear de manera literal el discurso de los informantes, sino entender sobre
cuáles principios y categorías se rige su pensamiento, con la finalidad de
acercarnos a las cosmologías de los pueblos que estudiamos.
Deseo mostrar un ejemplo, para aclarar los puntos hasta aquí expuestos,
partiendo de un dato de campo relativo al cayuco (jach chem), la canoa tradi-
cional de madera que los lacandones emplean para desplazarse en los lagos.
Su realización es un acto ritual que se lleva a cabo en un espacio apartado en
las cercanías de las lagunas, donde los hombres tallan un árbol de caoba
durante semanas, para convertirlo en una canoa. Como todo acto ritual, los
número 72, mayo-agosto, 2018
Yo: ¿Por qué ponen peces dentro del cayuco cuando es nuevo?
Nuk: es su paga que le hacemos, su paga del cayuco.
Yo: ¿Lo podemos decir en maya?
Nuk: Tsoy! (está bien)
Yo: Bikin ku zeik ti’ a chem a käy? (¿Por qué le dan peces al cayuco?)
Desde el punto de vista lacandón 87
Nuk: Käy u yoch a chem! Ne ki u yuik. (El pescado es su comida del cayuco, le
gusta mucho) [Balsanelli 2018: 29].
2
Bebida alcohólica ceremonial de origen prehispánico, usada ampliamente entre los
mayas de la Península de Yucatán en rituales religiosos y curativos. El licor se extrae
del árbol Lonchocarpus longistylus Pittier, conocido igualmente como ba’alché.
3
Comunidad lacandona perteneciente al municipio de Ocosingo, Chiapas, Selva
Lacandona.
88 Alice Balsanelli
4
Bursera simaruba, en maya: pom y Protium copal, en maya: jach pom.
5
El dios principal del panteón lacandón. Su nombre significa “Nuestro Verdadero
Padre”.
Desde el punto de vista lacandón 89
cocina para dioses y ancestros” [Taube [1998]: 446, apud Taube 2009: 16].
Freidel, Schele y Parker agregan que las sustancias preciosas que se quema-
ban en los braseros —la masa de maíz, el incienso de copal y el jade— también
se consideraban dotados de alma; cuando se convertían en humo, dichos
elementos adquirían forma gaseosa y se volvían consumibles para los dioses
[Freidel, Schele y Parker 1993: 202]. Los autores que han analizado los ritos
lacandones han interpretado las ofrendas en clave metafórica; en particular,
mencionamos los trabajos del antropólogo McGee, quien ofrece un intere-
sante análisis de los rituales evidenciando las correspondencias entre las
ofrendas de los modernos Jach Winik y las prácticas sacrificiales prehispánicas
[McGee 1983; 1990]. Para el propósito del presente estudio, tendremos en
cuenta algunos enseres rituales, comparando las interpretaciones de McGee
con la información presente en otras obras y con los datos recabados en
campo.
En algunos ritos, frecuentemente en los más importantes, se emplean
muñecos antropomorfos de hule y bejuco machucado, llamados k’ik, que
son quemados para ser ofrendados a las deidades. Cabe destacar que, en
lengua maya, k’ik(el) es la palabra que indica tanto a la resina de los árboles
como a la sangre humana. Tozzer describe dos tipos de muñecos: el primero
se llama taka’an u nok’ k’ik (el “muñeco de hule que lleva ropa”), se considera
de sexo masculino y presenta todos los detalles anatómicos y lleva puesta
una túnica de manta. El segundo tipo, los tu lis k’ik, literalmente “llenos de
6
Bixia Orellana, también conocido como annatto; en maya: kuxu.
90 Alice Balsanelli
que permite explicar por qué las chozas de los dioses aparecen como ruinas
de piedras a los ojos de los hombres” [1983: 107, traducción propia].
Ahondando en la bibliografía, encontramos otras referencias sobre el
hecho de que los dioses “se alimentan de otro tipo de comida”; no obstante,
no se menciona un proceso de transformación de los elementos. Por ejemplo,
en el Libro de Chan K’in, encontramos la siguiente oración: “Les das a tus
incensarios copal como su alimento. Los dioses se alimentan de tus palabras.
Lo ves, pero no lo ves. A ti te parecerá como copal, pero no es copal” [Bruce
1974: 215].
En algunos ritos se emplean nódulos de copal que se distribuyen en una
tabla de madera llamada xical, Tozzer apunta a que éstos eran considerados
por los indígenas, personas: “La palabra gente se usa tanto para los braceritos
como para los nódulos” [Tozzer 1907: 173, nota 69]. También los nódulos se
diferencian en cuanto al género: los varones irán a la selva para buscar los
alimentos que serán ofrendados a los dioses, mientras que las mujeres se
encargan de moler el maíz y preparar las ofrendas [Tozzer 1907: 143-144].
Los datos hasta aquí presentados sugieren que seres humanos y dioses, al
mirar el mismo objeto ritual o la misma ofrenda, ven cosas distintas. Presen-
taremos ahora los datos de campo, para analizar la manera en que se expresan
los informantes. Ya anticipamos que no existe una palabra maya para traducir
términos como “símbolo” o “representación”, pero hay una manera de tra-
ducir la expresión “se parece a”: u wuich a, literalmente “tiene la cara de”.
número 72, mayo-agosto, 2018
Por ejemplo, si alguien quiere decir que una persona se parece a un venado
porque corre muy rápido, se dirá: layo’ u wuich a yuk (aquél tiene cara de
venado, se parece a un venado) o se pueden establecer comparaciones entre
dos elementos empleando la partícula bek: ku yaka bek a yuk (Corre como un
venado). En cuanto al concepto de transformación, la expresión que se
emplea es ku wäyza u bä (“Se cambia, se transforma”) e indica un proceso de
metamorfosis. Por ejemplo: A xirar tu wäyza a b’arum, “El hombre se convirtió
en un jaguar”.
En lo concerniente a los muñecos de hule, los informantes argumentan
que los muñecos son muchachos que irán a trabajar en las viviendas y en las
milpas de los dioses; para definirlos emplean el término winik. Se volvió a
entrevistar al to’ohil de Najá en su idioma, para preguntarle cuáles son las
características de los muchachos de hule:
Autora: -Don Antonio, yän u pixän a tu lis k’ik? (Don Antonio, ¿los k’ik tienen
alma?)
Don Antonio: - Ne yän! (“Tienen mucha”, es decir: “¡Claro que sí!”)
Autora: - Kuxa’an? (¿Están vivos?)
Desde el punto de vista lacandón 91
Don Antonio: - Nen k’uxa’an, tí ku bin u meyaj, ich u yatoch a Hachäkyum (Están
muy vivos, allá se van a trabajar, en la casa de Hachäkyum).
Autora: - Ba’ u wuich? (¿Cómo se ven?)
Don Antonio: - Yän xirar, yän ch’uplal, ti Hachäkyum ku meyaj (Hay muchachos,
hay mujeres, trabajan para Hachäkyum).
Con respecto a las deidades del panteón lacandón, sus funciones y carac-
terísticas fueron ampliamente descritas por todos los autores que han tra-
bajado entre los Jach Winik; mencionaremos los principales aportes: Bruce
[1971; 1974], Tozzer [1907], Soustelle [1959]. De acuerdo con los datos de
campo y la información bibliográfica, Hachäkyum y los demás dioses prin-
cipales se asemejan en todo a los lacandones, poseen la misma alma (ket u
pixän), comparten la misma cultura material —empezando por la vestimenta,
las herramientas empleadas para cazar, cocinar o trabajar en la milpa— y
presentan el mismo carácter que los seres humanos. Raras veces se les des-
cribe como seres todopoderosos, mientras que los informantes subrayan
que, en el cielo o en el inframundo, tanto los dioses celestes como los del
Yala’am lu’um7 son winik. De hecho, las deidades poseen su propio Creador,
el dios remoto K’akoch, quien creó el primer mundo y a las flores de nardo,
de las que se originaron todas las deidades del panteón jach winik [Bruce
1974]. También los dioses lacandones tienen el deber de rezarle a su propio
Formador: en sus templos queman copal y toman ba’alché en honor a K’akoch,
comportándose exactamente como los seres humanos.
Si bien los dioses son winik, se distinguen por una alimentación peculiar:
se alimentan de copal y esencias, que desde su punto de vista son sustancias
materiales y comestibles. Del mismo modo, los kisin, los seres del infra-
mundo, se alimentan de materia podrida, larvas y moscas pensando que
son maíz y frijoles [Bruce 1974; Boremanse 2006]. Encontramos así una para-
número 72, mayo-agosto, 2018
7
Literalmente, “Bajo Mundo” está conformado por dos partes: el Yala’am Lu’um, domi-
nio del dios benévolo Sukunkyum, hermano mayor de Hachäkyum, y el Metlan, reino
del malvado Kisin, el Temblor, el Causante de la Muerte. El primero ayuda a los lacan-
dones durante su tránsito en el inframundo y juega el papel de juez de las almas, el
segundo se dedica a torturar a las almas de los pecadores [véase Bruce 1974].
Desde el punto de vista lacandón 93
2001; Cayón 2012]. De este modo, podríamos concluir que la condición onto-
lógica, la de dios, tanto como la de humano, es una cuestión de posición
relativa: los dioses son “la gente de K’akoch”, son personas y como personas
se comportan y actúan; sin embargo, ellos crearon a los Hombres Verdaderos,
quienes tienen el deber de alimentarlos y venerarlos en sus templos. Los
lacandones emplean el régimen alimentario como uno de los principales
parámetros que permiten definir la alteridad y organizarla en categorías. Si
este discurso es válido para las deidades, debería de aplicarse también para
el caso de otros seres considerados “gente” y a los que se les otorga la con-
dición de persona. En el siguiente apartado, profundizaremos en estas cues-
tiones, analizando el caso de los animales.
Los animales que llegan a la milpa, para ellos no es robar, para ellos es como si
fuera su cultivo, para ellos es como si nosotros fuéramos animales, y nosotros
lo vemos al revés. Para nosotros son animales y ellos entran a comer las cosas,
pero para ellos no, ven todo lo contrario que nosotros, tienen miedo de nosotros,
es como si llegáramos y entráramos a su milpa, para ellos es su siembra, lo que
sale [de la tierra] ellos lo comen [Koj Ofelia, Najá].
No obstante, los animales deben de morir para que los lacandones y sus
dioses puedan alimentarse y para que se mantengan las relaciones entre
humanos y no-humanos. En sus discursos sobre su etnicidad, los Jach Winik,
hacen referencias constantes a la actividad cinegética como una característica
distintiva de su etnia. Así, reivindican que en el pasado eran hábiles caza-
dores, y los arcos y las flechas que fabrican —hoy destinados a la venta para
94 Alice Balsanelli
los humanos, los númenes sagrados y los dueños de la fauna [Véanse Brown
y Emery 2008; Dehouve 2008; Olivier 2015].
Con respecto al caso lacandón, el acercamiento ontológico se convirtió
en una herramienta útil para interpretar los datos que había recabado en
campo entre los cazadores Jach Winik. La toma de recursos se explica a partir
de dos vertientes: en primer lugar, desde el punto de vista lacandón, animales
y plantas son recursos, en el marco de una cadena trófica en la que cada ser
se alimenta de lo que, a sus ojos, representa algo comestible. De este modo,
los humanos comen a los animales (y viceversa), así como las entidades no-
humanas se alimentan de las almas humanas [Århem 2001; Viveiros de Castro
2010; Descola 2012]. En segundo lugar, la toma de la vida de “un semejante”
se vuelve posible bajo la autorización de los dioses o de los dueños de la
fauna, y ello involucra el establecimiento de un contrato entre los lacandones
cazadores y los dueños de la fauna, que implica la observancia de prescrip-
ciones y tabúes. No es nuestra intención desarrollar aquí un discurso com-
pleto sobre la cacería lacandona, sino reflexionar sobre nuestra labor como
antropólogos: lo que quisiéramos destacar, es que se nos escapó una parte
fundamental del pensamiento jach winik si no investigamos, en una sociedad
Desde el punto de vista lacandón 95
cazadora y de selva, cómo los cazadores se relacionan con las criaturas silvestres
(animales y no-humanos): ¿cuáles ritos tenían lugar en el templo y en la
selva?, ¿qué tipo de contrato se establecía entre los dadores de los recursos
y los receptores?, ¿qué implicaciones ontológicas tenían dichos procesos sobre
una idea de identidad y alteridad? y, finalmente, ¿sobre cuáles leyes y con-
tratos se funda el orden cósmico?
Los campos que se abren son múltiples, desde lo ontológico hasta lo
escatológico: la devolución de los restos de las presas y los ritos que a ella
se conectan, atañen a las ideas que el grupo posee sobre las entidades aní-
micas y el cuerpo, las ideas acerca de la muerte y de la regeneración. De este
modo, en campo se destacó que los hombres se veían obligados a pedir
permiso de cazar en el templo, a través de la ofrenda de una parte de la
carne de las presas a las deidades. Además, considerando que la presa es
winik, se tenían que observar determinadas prohibiciones que apuntan al
respeto de la víctima y sus dueños: no exceder en la actividad cinegética,
matar a los animales de manera rápida y limpia, evitar el desperdicio de la
carne. En este sentido, una parte fundamental de este proceso consistía en
la devolución de los huesos de las presas, que tenían que ser depositados al
interior de cuevas o en los troncos de los árboles silvestres para que el
Dueño de los Animales (U yum’i bäk) pudiera recolectar los despojos de sus
criaturas. Cualquier negligencia o falta por parte de los cazadores era casti-
gada de distintas formas: la pérdida de la facultad de cazar o, en casos más
Existe una extensa bibliografía relativa a los Jach Winik, donde se describen
su historia, su cultura material, sus mitos, su sistema de creencias y sus
rituales. Pero no es nuestra intención presentar a los lacandones desde el
punto de vista de los investigadores, sino definir quién es el lacandón desde
el punto de vista de sí mismos. La cuestión que aquí nos planteamos es
distinta: aunque sean parte integrante de un cosmos subjetivado, los lacan-
dones —al igual que cualquier otra sociedad humana— necesitan definirse
como grupo específico. Entonces, ¿de qué manera el lacandón distingue su
subjetividad específica y etnocéntrica de las demás subjetividades? Y, ¿cómo
se construye la persona lacandona? Argumentamos que la condición de
fondo es la de winik; no obstante, sólo los lacandones gozan de la denomi-
nación Jach Winik, la Gente Verdadera, un término que, en este caso, adquiere
la acepción de etnónimo.
En los apartados anteriores, argumentamos de manera sucinta que las
clasificaciones taxonómicas se originan en el cuerpo, ya no considerado sólo
como un elemento físico, sino como el conjunto de prácticas que en el cuerpo
se originan [Descola 2012: 200]. Argumentamos que la alimentación, que
número 72, mayo-agosto, 2018
A diferencia de las almas, que son dadas (son el talel de una persona, es decir,
literalmente “lo que le viene dado”), el cuerpo indígena se hace. El cuerpo se va
lentamente formando a lo largo de la vida individual y, en efecto, la cultura
tzeltal deposita un enorme esfuerzo en su construcción: en el control de los
gestos, del lenguaje apropiado y del uso correcto de la vestimenta. Pero segura-
mente es la alimentación la función que ejerce un papel mayor en la formación
del cuerpo. Se funda en la idea de que el cuerpo encarna, literalmente, aquello
que consume. Por tanto, la carne del cuerpo indígena está hecha de maíz y frijol,
los elementos básicos de la dieta de los campesinos de Chiapas [...] La cocina,
es decir el principal productor de los cuerpos, es lo que diferencia a los indígenas
tanto de los animales o los espíritus como de otros grupos humanos —y por
tanto, no exactamente humanos— como los europeos [Pitarch 2000: 8].
Desde el punto de vista lacandón 97
8
La expresión proviene del término u meek’ik, “lo abraza”, y hace referencia al hecho de
que el iniciado es cargado en los brazos del padrino y luego es instalado a horcajadas
sobre la cadera del celebrante del rito.
98 Alice Balsanelli
Conclusiones
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Resumen: El presente artículo busca contribuir al conocimiento de la relación que existe entre
ambiente y cosmopraxis en los pueblos mixes de la Sierra Norte de Oaxaca y mostrar a través
del examen etnográfico de la presencia de las serpientes en la vida cotidiana, los rituales y las
narraciones míticas de los ayuujk, el papel fundamental que juegan aquéllas en la definición y
articulación de las relaciones entre el medio ambiente y la sociabilidad.
Abstract: This text contributes to the knowledge gathered regarding the relationship that
exists between ‘environment’ and ‘cosmopraxis’ among the Mixe peoples of the Sierra Norte de
Oaxaca, thus showing, through the ethnographic examination of the presence of snakes in their
daily life, rituals and mythical narrations of the ayuujk, the fundamental role that snakes play
in the definition and articulation of the relationship between the environment and sociability.
* emiliano.zolla@ibero.mx
Fecha de recepción: 25 de octubre de 2018 Fecha de aprobación: 13 de noviembre de 2018
Introducción
1
El pueblo mixe o ayuujk jää’y es uno de los 16 grupos etnolingüísticos del estado de
Oaxaca. Habitan la porción nororiental de la sierra norte de este estado, la cual se ex-
tiende desde las elevaciones circundantes a la montaña Zempoaltépetl al este de la
antigua ciudad zapoteca de Mitla, hasta las llanuras tropicales del Istmo de Tehuante-
pec. La población mixe vive distribuida en 19 municipios, poblados por un poco más
de 120 000 personas, en un territorio caracterizado por una accidentada orografía y
una impresionante diversidad biológica [Para una visión monográfica de este pueblo,
véase: Torres 2004].
2
El análisis iconográfico y simbólico sobre las serpientes en las tradiciones nahuas de
México tiene una larga y prolífica historia: quizás el primer intento de sistematización
del papel de este animal en la religión y la cosmología nahua, sea el de Justino Fernán-
dez y su estudio pionero sobre la Coatlicue [Fernández 1959], con el que inaugura una
tradición que culmina en el análisis de la naturaleza política de Quetzalcoátl hecho por
Alfredo López Austin [véase López Austin 1973] y continuado en su síntesis histórico-
arqueológica sobre el “Zuyuá” [López Austin y López Luján 1999]. Para el caso de la
literatura etnográfica [véanse Broda y Good 2004; Albores y Broda 1997].
La hermana serpiente 105
Con seguridad puede afirmarse que antes que un símbolo, una categoría o
un concepto, las serpientes son seres vivos. Este hecho en apariencia obvio,
ha pasado inadvertido para muchos etnógrafos e historiadores, quienes
tienden a explicar la importancia de las víboras en las sociedades mesoa-
mericanas como resultado de una tradición religiosa que ve en los ofidios
determinados símbolos que adquieren sentido dentro de un modelo cos-
mogónico, cuya función principal es dotar de significado al mundo. Esta
posición dominante entre quienes defienden una concepción semiótica y
estructural de las culturas mesoamericanas tiende a reducir los vínculos
peligrosas, pues en su letargo ignoran los pasos de los hombres hasta que
éstos se acercan demasiado y entonces reaccionan agresivas, atacando con
la velocidad del rayo. Los encuentros con grandes víboras como las nauya-
cas, las mazacuatas o las boas son eventos infrecuentes y más bien extraor-
dinarios, pues dichas sierpes habitan lejos de los humanos, en los caminos
que recorren los monteros, en las rutas de los que buscan leña y plantas, o
de quienes por alguna razón se internan en lo profundo del cerro.
Para los mixes, una milpa que se precie de serlo, es la que —sobre todo de
noche— es visitada por al menos una serpiente (generalmente la jacutsääny)
o la que en su interior alberga la madriguera de una víbora o un nido de
culebras. Insisto nuevamente: independientemente de si es un símbolo
heredado de un pasado remoto, una metáfora de algún aspecto del orden
humano o si aparece como un componente del mito o un elemento del
ritual, la serpiente es para los mixes —y para todos los pueblos que viven
de forma similar— una presencia viva, un ser con el que se comparten
espacios comunes y con el que se debe aprender a convivir. Conocer sus
hábitos, las peculiaridades de sus variedades y la manera en que se rela-
ciona con las personas, son asuntos de suma importancia y forman parte de
un acervo de conocimientos que, inculcado desde la infancia, se extiende a
3
Para una descripción de las relaciones mutuamente constitutivas entre comunidad,
individuo y territorio entre los ayuujk [véase Zolla Márquez 2011].
La hermana serpiente 109
4
La idea de microcosmos que sigo aquí es la expuesta por Mary Douglas en su brillante
análisis del libro del Levítico. Al igual que los animales del sacrificio bíblico, la milpa
mixe guarda una correspondencia lógica con el mundo social, la cual acusa un estilo
de pensamiento en el que la analogía proporciona la base para la construcción del
“marco metafísico” a través del cual se comprende y se actúa en el mundo [véase Dou-
glas 2001], Leviticus as literature.
110 Emiliano Zolla Márquez
(interior). Por esta razón, es necesario ser cautelosos frente a teorías sobre la
relación humano-animal como aquellas que han surgido del ámbito ama-
zónico y, en particular, del perspectivismo desarrollado por Viveiros de
Castro [1998], pues aunque sofisticada y atractiva, dicha teoría no puede
ser trasladada en forma mecánica al ámbito de la Sierra Norte de Oaxaca.
Bien puede afirmarse que en el caso de la milpa mixe, las relaciones entre
humanos, plantas y animales están regidas por un principio que concibe la
diferencia entre seres como un fenómeno tangible y relativamente estable.
Las diferencias ontológicas —si se quiere usar el término— entre los habi-
tantes y usufructuarios de la milpa se consideran como algo profundamente
marcado y son, hasta cierto punto, inextinguibles, aunque existen ciertas
excepciones —generalmente asociadas a contextos chamánicos— cuyos pro-
tagonistas son los xëë maapy o especialistas en el manejo del calendario agrícola
y ritual, los curanderos o quienes hacen brujería. En estos ámbitos (situados
en espacios secretos o restringidos), las personas, las plantas y los animales
pueden modificar su forma y sustancia para incorporarse a otro orden de la
existencia. No obstante, dichas transformaciones, pertenecen a una dimensión
extraordinaria de la vida, aunque su ejemplo se invoca con frecuencia en el
quehacer cotidiano de los campesinos ayuujk.
Debemos insistir sobre esta cuestión de la forma y dejar claro que ser-
pientes, ratones, ardillas, chayotes, frijoles, maíces, chapulines o personas,
no son disfraces bajo los que se esconde alguna forma trascendente o inma-
número 72, mayo-agosto, 2018
nente del ser. En este sentido, animales, personas y plantas no tienen alma,
hálito o esencia común. Comparten, en cambio, el espacio, los alimentos,
las dificultades y riesgos entre los que se cuentan sequías, fuegos o ham-
brunas e incluso algunos rituales y relaciones sociales. Los espacios y rela-
ciones comunes permiten que seres distintos puedan hacerse afines por
medio de una figura cercana al compadrazgo (lo cual se consigue llevando
a cabo una serie de rituales que involucran compartir comida y mezcal, la
enunciación de ciertas plegarias y la música), pero estos acercamientos y
asociaciones no eliminan la diferencia fundamental entre seres, los cuales
conservan historias propias, espacios exclusivos y hábitos específicos que a
su vez, permiten delimitar espacios y territorios particulares cuyas fronte-
ras deben ser respetadas en beneficio de una coexistencia armónica.
mismo huevo.5 Los relatos que consignan la hermandad entre los mixes
y las víboras se enmarcan dentro de las narraciones sobre el origen y
nacimiento de Konk’oy,6 personaje fundamental de la narrativa mítica
mixe y al que etnógrafos e historiadores atribuyen la condición de “héroe
cultural”, comparable al Kukulkán maya o al Huitzilopochtli de los
mexicas.
La etnografía supo de los relatos sobre Konk’oy gracias a Walter S.
Miller, que en 1956 publicó un volumen titulado Cuentos mixes, el cual
reúne una valiosa antología de la tradición oral ayuujk, recopilada en San
Lucas Camotlán y en Nativitas Coatlán entre los años 1930 y 1940 [Miller
1956]. La narración recogida por Miller, da cuenta de la forma en que un
matrimonio encuentra dos huevos en un lugar llamado “Cerro mujer” de
los cuales surgen Konk’oy y una serpiente, a la que el autor de la antología
identifica como hermano del primero, y a la que nombra “Culebrón”. El
cuento también consigna las hazañas de Konk’oy, que incluyen la funda-
ción de las ciudades de Mitla y Oaxaca, la siembra del árbol del Tule y la
creación de cerros, cañadas y ríos.
El relato recogido por Miller es sin duda extraño si se lo compara con
otras versiones del mito,7 pues éstas refieren que el matrimonio encontró
un solo huevo, el cual llevaron a su casa y guarecieron entre la ropa, en una
canasta o en un mecapal hasta que se rompió y de éste surgieron Tajëew, la
serpiente femenina, y su hermano Konk’oy, un hombrecillo diminuto que
[…] una vez que aparecieron los primeros ayuujk jää’y (probablemente fueron
Kontoy y Tajëëw) se habla de gente verdadera, de gente que vive en la luz, que
cultiva maíz y que se comporta en sociedad como los mixes actuales. Sin
embargo, pareciera que para los ayuujk, la categoría de “persona” no está dada con
el nacimiento de un ser humano [las cursivas son mías, EZM]; sino que es una
construcción [Castillo 2017: 145].
o aquéllas que, tras perderse o ser llevadas con engaños al monte, terminan
cuidando a los hijos que han tenido con una culebra.
La descendencia de los matrimonios entre víboras y mujeres ayuujk es
otro tema importante en las narrativas y un elemento fundamental para
este análisis. Hasta donde alcanza mi conocimiento y basándome en lo
informado por otros antropólogos [Rojas 2013; Romero Méndez 2009;
Miller 1956], puedo afirmar que el matrimonio entre una mujer y una
víbora siempre procrea víboras. Los descendientes heredan, invariable-
mente, la forma del padre, por lo que la morfología humana se pierde en
esta singular unión entre especies. Es por ello que la unión entre humanos
y animales, aunque es posible y sucede con cierta frecuencia (todos los pue-
blos tienen algún relato sobre este tema), es un evento extraordinario, fuera
de la norma y, por lo tanto, algo que debe ser restringido y evitado, en tanto
ocurre en la intersección entre dos registros o dominios, que si bien coexis-
ten, tienen reglas propias y deben mantenerse separados.
En necesario destacar que los relatos mixes no abordan el problema
inverso y no se encuentran —al menos, hasta donde sabemos— una restric-
ción explícita sobre el matrimonio entre el varón humano y la serpiente
femenina. Resulta claro que entre los mixes no parece existir una preocupa-
ción sobre la posible unión entre hombre y víbora, y que la conservación de
la herencia humana en el caso del matrimonio de un varón ayuujk y una
culebra no aparece como un problema, por lo que es posible inferir que en
número 72, mayo-agosto, 2018
8
Para una visión detallada de las premisas de la antropología victoriana, véase George
Stocking, Victorian anthropology, 1987.
118 Emiliano Zolla Márquez
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Alessandro Questa*
Universidad Iberoamericana
Resumen: Para el pueblo masewal de Santa María Tepetzintla, en la Sierra Norte de Puebla,
México, el mundo está roto. De acuerdo con su cosmovisión fue fragmentado originalmente por
un dios envidioso que partió en dos los pilares que conectaban el cielo y la tierra, cuyos restos
son las montañas en donde ahora viven. Sin embargo, hoy en día el mundo se enfrenta a nuevas
formas de destrucción —erosión, sequía y pobreza económica— diagnosticadas por los indígenas
masewal, como producto de los humanos. Los campesinos masewal consideran que han abando-
nado a los espíritus de la tierra para seguir ambiciones económicas. Con esta nueva cosmovisión,
incluso los viejos dioses pueden convertirse en víctimas. La respuesta del pueblo masewal ha sido
reavivar sus relaciones con los espíritus con la esperanza de revertir estas consecuencias y así
volver a una renovada mitología de interdependencia.
Mountains in resistance.
The Masewal worldview in the face of climate change and extractivism
Abstract: For the Masewal people of Santa María Tepetzintla, in the Sierra Norte de Puebla
(Mexico), the world is broken. According to their worldview, the cosmos was originally
fragmented by an envious god who broke the pillars connecting the sky and the earth in two, the
remains of the said act are the mountains where they now live. However, today the world is facing
new forms of destruction —erosion, drought and economic poverty— diagnosed by the Masewal
indigenous people as a bi-product of human activity. The Masewal peasants consider that they
have abandoned the spirits of the earth to pursue economic ambitions. As a result of this new
worldview, even the old gods can become victims. The response of the Masewal people has been to
* alessandro.questa@ibero.mx
Fecha de recepción: 25 de octubre de 2018 Fecha de aprobación: 1 de diciembre de 2018
rekindle their relationship with the spirits in the hope of reversing these consequences and thus
return to a renewed mythology of interdependence.
I. Antropogénesis
1
A lo largo de este texto hablaré de “los masewal” o “los habitantes de Tepetzintla”,
para referirme a las opiniones, reflexiones, acciones, debates y sugerencias expresadas
por un amplio número de interlocutores que habitan en las localidades del municipio
de Tepetzintla, así como menormente en otros municipios aledaños dentro de la Sierra
Norte de Puebla.
126 Alessandro Questa
mundo como siempre ha sido: un lugar donde las acciones humanas decentes
o desconsideradas tienen consecuencias que se expanden a la tierra misma.
Esto es, un mundo que reacciona al comportamiento humano y que está
—juzgando por su condición actual—, en medio de una crisis total.
De acuerdo con una de sus principales historias, el mundo ya fue des-
truido hace mucho tiempo. Fue fragmentado por un ser antiguo a veces
llamado nixikol o “el diablo”, casi siempre relacionado con el awewe local o
“Anciano del agua”, poderoso espíritu que controla no sólo las aguas sub-
terráneas sino que se asocia a las tormentas. El awewe es un espíritu sexual-
mente peligroso que llega a secuestrar a las mujeres que lavan ropa en el río.
Entre sus vecinos totonaku, este ser es el “Viejo Trueno”, también llamado
Atsín, Aktsiní o el “abuelo Tajín”, asociado con el huracán y con la figura de
San Juan que se celebra el 24 de junio, fechas en las que inician los vientos
cálidos y las tormentas que pueden llegar a arruinar las milpas en diferentes
zonas de la región del Golfo de México [Ichon 1973; Williams 1997].
Para la gente de Tepetzintla y los pueblos aledaños, el Awewe no es sino
el hermano mayor de Jesucristo, el sol, a quien envidiaba, deseando ser
alabado en su lugar. El rencoroso Awewe se estrelló contra cada uno de los
muchos pilares que conectaban el cielo y la tierra fragmentándolos. Hasta
ese momento, las personas podían trepar los pilares cuando se sentían viejos
y enfermos para luego descender de ellos otra vez como niños. En otras
palabras, la gente no conocía la muerte. El Awewe fue finalmente desterrado,
número 72, mayo-agosto, 2018
querido padre sol”. Para ellos el Sol y Jesucristo son el mismo ser, gobernador
supremo sobre toda la creación, junto con su madre y a veces esposa, la
Virgen María quien, en sus muchas advocaciones, es llamada también Tonant-
sin, “Nuestra querida madre”.
Esta alianza pública con las principales deidades católicas no quiere
decir, sin embargo, que no haya otros seres más viejos y poderosos que
habitan la tierra y el cielo. Los agricultores reconocen que las lluvias tormen-
tosas, los fuertes vientos y las nubes vibrantes son la manera en la que los
Ejekamej, “Dueños del cielo”, hablan. El cielo y la tierra no están del todo
desconectados y lo que sucede en uno, afecta al otro; el agua y los vientos
son ejemplos paradigmáticos de estas conexiones observables. De acuerdo
con la ecología nativa, las nubes usan la tierra para moverse entre los bosques
y ascender al cielo sólo para retornar a “dormir” en los cerros cada noche,
formando la densa niebla, característica de la región. Si el agua emerge del
subsuelo, lo hace con la intención de brotar para el pueblo y así volver a las
nubes y regresar nuevamente en forma de lluvia y niebla. Este ciclo del agua,
tan aparentemente semejante al científico, considera, sin embargo, que el
agua está viva y que responde a los designios de sus patrones espirituales,
quienes la mueven o esconden. Los vientos, por su parte, nacen en las mon-
tañas distantes y cuando chocan con otros, traen consigo nubes y lluvia,
enviadas por la enorme voluntad de invisibles entidades aéreas.
Todos los espíritus que habitan y controlan las aguas subterráneas, inclu-
la muerte [Lok 1987, 1991; Knab 1995; Báez 1999; Lupo 2001; Chamoux 2008;
Millán 2010; Questa 2014]. Los ritos fúnebres normalmente preparan al
difunto para integrarse al cementerio o “pueblo especular” [Pérez 2014] de
los muertos. La muerte implica así la fusión final entre la gente y la tierra
(ibid.). Eventualmente, los muertos perderán su identidad individual para
ser renombrados y asociarse con animales o lugares específicos, transfor-
mándose efectivamente en ancestros situados en el paisaje. El resultado de
este proceso de fusión es un denso entramado que se sublima en la idea de
la tierra, tlali y su superficie tlaltikpak. De acuerdo con algunos exégetas
locales, los espíritus fueron alguna vez personas, al igual que todos los ani-
males. Por tanto, las relaciones que se establecen entre vientos, casas, ser-
pientes, venados y personas, a partir de este principio de transformación,
no pueden tomar otra forma que la de lazos sociales de trabajo colectivo,
vecindad, parentesco o alianza.
Las cosmologías amerindias, pese a diferenciarse de muchas maneras
entre sí, parecen compartir una inquietud particular por los vínculos entre
las cosas vivas, entrelazadas en ensamblajes siempre crecientes de interde-
pendencia, comúnmente expresados en términos antropológicos como ani-
mismo [Durkheim 1975 (1915); Descola 2013]. Los animales, las plantas y los
espíritus tienen tratos con los humanos en algún punto, regularmente coha-
bitan y son copropietarios de las montañas, ríos, lagos y bosques. Los
masewal de Tepetzintla consideran estas relaciones de intercambio como
número 72, mayo-agosto, 2018
2
Notas de trabajo de campo, diciembre 2013.
Montañas en resistencia 131
3
Notas de trabajo de campo, septiembre 2014.
132 Alessandro Questa
rada localmente como un “mito de origen” sino como un evento más en una
larga trayectoria de eventos y conflictos. Precisamente, el rompimiento de
los pilares no trata sobre “el inicio del mundo” ni de “el origen de la vida”,
sino de las causas por las que el mundo se encuentra hoy así. La historia
narra un terrible conflicto entre entidades formidables, una batalla que abarcó
a toda la sierra y su gente, y que, efectivamente, cambió al mundo para
siempre. La historia también enuncia claramente quiénes fueron los actores
principales, sus pasiones y qué motivos gobiernan sus acciones y deseos. La
historia, finalmente, trata sobre cómo el mundo enfrentó la destrucción y
sobre cómo la gente cambió con él y sobrevivió. Es por eso que, incluso en
la dramática situación de la ruptura del mundo y tras la invención de la
muerte, no hay mención alguna sobre una posible extinción total, un Apo-
calipsis. En una cosmología tan altamente negociada, la extinción es inima-
ginable, y al no reconocerse un punto de origen, no puede haber realmente
un verdadero final.
4
Notas de trabajo de campo, junio 2011.
Montañas en resistencia 133
¿Se acuerda del puente viejo que estaba en el río? Ese fue al que se lo chingaron
las piedras cuando el huracán. Se vinieron pa’ bajo con harta agua. Lo tiraron,
lo chingaron nomás. Y luego pasaron semanas y no se podía cruzar. ¿Por qué
5
Notas de trabajo de campo, noviembre 2015.
134 Alessandro Questa
agua que se está moviendo abajo, en su panza”. Las montañas son efectiva-
mente contenedores de agua, desde donde cada mañana emergen nubes,
ríos y niebla, sólo para volver a bajar cada noche como lluvia y más niebla.
Aunque no sólo guardan agua, además, algunas montañas están llenas de
granos, mientras que otras están supuestamente repletas de pollos, pavos,
cerdos y bueyes, incluso las hay con coches, computadoras y aviones. La
parte más preciada de una montaña es quizá su corazón o yolotipetl. En algún
lugar, dentro de cada montaña se encuentra un núcleo de donde emana toda
vida, al que se conoce como “su mantenimiento” o tlatikipanolistl en náhuatl,
y es la fuente de toda la vida en la sierra. La pareja masculina/femenina de
“mantenedores” o Tlatikipanojke (pl.) viven dentro del corazón de cada mon-
taña y la gente local sueña y platica con ellos con frecuencia. Algunas per-
sonas dicen que los sustentadores son una pareja de ancianos, un hombre y
una mujer. Otras dicen que se ven como un par de cachorros de coyote, o de
coyokonej, término usado también para los niños mestizos. Con cualquier
apariencia, los hábiles espíritus “mantenedores” están inextricablemente
ligados a la montaña y constituyen la última autoridad.
La montaña donde se encuentra la comunidad de Tepetzintla se llama
Chignamasatl o “9-Venado” y, de acuerdo con los ancianos, su corazón es de
plata. De acuerdo con los masewal, el corazón de cada montaña está hecho
de un metal precioso (oro o plata), como bien saben las corporaciones mine-
ras, ya que es precisamente lo que buscan. De acuerdo con los pobladores,
6
Notas de trabajo de campo, junio 2012.
138 Alessandro Questa
los soltó a equipos de rescate locales una vez que los adivinos hubieran
pedido su liberación con las ofrendas apropiadas.
Para Crispín, un adivino local, ésta no es una historia inusual. De hecho,
historias como esta abundan en la sierra, historias sobre extranjeros ambi-
ciosos y orgullosos (políticos, comerciantes ricos, hippies, pastores no cató-
licos, narcotraficantes, bandidos, mineros e ingenieros) que fueron disuadidos,
engañados y a veces matados por derrumbes, inundaciones, pestes y enfer-
medades enviadas por los astutos espíritus de la montaña, para beneplácito
de los masewal.
Cada montaña es entonces una entidad sensible y un reservorio de vida,
un recipiente para otros cuerpos, un laboratorio para formas innovadoras
como autos, rascacielos y, paradójicamente, los mismos taladros petroleros
utilizados para destruirlas. Cada avance tecnológico, cada herramienta o
“arma” viene originalmente de una montaña. De acuerdo con el pensamiento
masewal local, debajo de estas montañas-fábricas corre una red subterránea
de agua, gas y petróleo que (junto con los arcoíris) conectan a los cerros,
permitiendo que granos, cerdos, dinero y animales de presa puedan emerger
en todos lados. Por lo tanto, las montañas forman una red de vida y en su
corazón yacen todos los granos de maíz que alguna vez serán plantados,
todas las plantas que crecerán, todos los animales que alguna vez deambu-
larán por sus bosques y todas las personas.
La persistencia al continuar haciendo visitas a las cuevas en la montaña
número 72, mayo-agosto, 2018
7
Notas de trabajo de campo, septiembre 2015.
8
Notas de trabajo de campo, noviembre 2015.
Montañas en resistencia 139
V. Antropocenos
Con este breve recuento etnográfico he intentado mostrar una visión nativa
que conjuga aspectos cosmológicos, rituales y afectivos con preocupaciones
colectivas sobre cambios percibidos en los patrones climáticos, los efectos
de la invasión minera, así como los resultados evaluados localmente como
negativos de la modernidad urbana. Pensar en un Antropoceno unívoco
equivale pues retornar al pensamiento Eurocéntrico en donde la preeminen-
cia occidental se reserva la exclusividad de interpretar cambios globales y
en donde sólo ciertas sociedades “metropolitanas” se encuentran capacitadas
para evaluar el estado del mundo y para incidir en él. Al seguir de cerca las
reflexiones de numerosos interlocutores nativos, lo que emerge en mi trabajo
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número 72, mayo-agosto, 2018
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Resumen: Este artículo describe las prácticas rituales chamánicas que permiten a los
ma’álh’amanín (tepehuas orientales) romper los viejos lazos de consanguinidad con los padres
que mueren o se ausentan en vida y construir nuevos lazos consanguíneos con los “relevos”
(’oqxtapáaxanín) que los sustituyen en calidad de nuevos padres, de manera que el primer pro-
pósito del artículo es proponer que, según demuestran los datos etnográficos, las relaciones de
consanguinidad no son un hecho biológico universal, sino una construcción ontológica social.
El artículo también presta atención a los ejercicios rituales fúnebres que permiten sustituir a los
viejos hijos por los que serán sus sustitutos, aunque ello sólo desde la perspectiva de los padres
difuntos que continuarán su vida en el otro mundo.
Por lo que a los humanos vivos respecta, la atención de la descripción etnográfica está diri-
gida a la construcción de la relación entre nuevos hijos y nuevos padres, así como a aquellos casos
en que los cónyuges y los viejos hijos de los nuevos hijos se someten igualmente al mecanismo
chamánico de transfusión sanguínea (consanguinización), de manera que los “relevos” devienen
abuelos de sus nuevos nietos.
* cghr30@hotmail.com
Abstract: This article describes the shamanic ritual practices that allow the Ma'alh'amanín
(Eastern Tepehuas) to break the old bonds of consanguinity with parents who have died, or are
absent in life, and build new consanguineous ties with the "replacements" (oqxtapáaxanín)
that substitute them as new parents, whereby the main purpose of the article is to propose that,
according to ethnographic data, consanguineous relations are not a universal biological fact, but
rather a social-ontological construction. The article also places emphasis on the funeral rituals that
permit the substitution of old children for those who will act as their substitutes, albeit that this
is only from the perspective of the deceased parents who will continue their life in the other world.
As far as living humans are concerned, the focus of the ethnographic description is with regard
to the construction of the relationship between new children and new parents, as well as to those
cases in which the spouses and the old children of the new children submit equally to the shamanic
mechanism of ritualistic blood transfusion (consanguinization), so that the " replacements" become
the grandparents of their new grandchildren.
Introducción
1
Los tepehuas orientales, ma’álh’amanín, habitan al sur de la Huasteca, en el municipio
veracruzano de Ixhuatlán de Madero, y en los poblanos de Pantepec y Francisco Z.
Mena. En estos últimos dos municipios poblanos también viven descendientes de los
tepehuas meridionales (igualmente autonombrados ma’álh’amanín, originarios de
Huehuetla, Hidalgo) que se avecindaron desde hace un siglo, poco más o menos, en
diversas comunidades totonacas y totonacas-mestizas de la Huasteca poblana. En este
artículo sólo doy cuenta de los ma’álh’amanín veracruzanos de las comunidades de San
Pedro Tziltzacuapan, Pisaflores y Tepetate, entre quienes —gracias a sucesivos hono-
rarios, becas y diversos financiamientos del inah, el conacyt, la enah, el ivec, el
conaculta, la Fundación udlap y la sep— he realizado trabajo etnográfico de 2005 a
la fecha.
Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 147
lugar como parte del rito fúnebre que se realiza al tercer o cuarto día del
deceso del papá o mamá, de manera que en una sola jornada ritual se puede
despedir al padre o madre difunto y sustituírsele por su “cambio”
(’a’ataixtúi), “reemplazo” o “relevo” (’oqxtapáaxa, ’oqxtapáalh).2 A partir de la
sustitución, el antiguo padre ausentado y sustituido ya no es reconocido
como padre, y su lugar es ocupado por el padre sustituto. Cabe agregar, no
obstante, esta última afirmación, que si el otro padre de nacimiento no se ha
ausentado, éste mantiene la relación de paternidad con sus viejos hijos, y es
que, aunque pueden ausentarse al mismo tiempo los dos viejos padres de
nacimiento, normalmente es uno el que falta antes que el otro. Entonces,
cuando falta uno de los viejos padres, más pronto o más tarde, los
ma’álh’amanín pueden sustituirlo, para lo que pedirán a alguien que lo
releve. Para ser “relevo” es condición necesaria estar casado (y acaso más
propiamente, tener hijos) y, de hecho, en el relevamiento no participa úni-
camente el que ocupa el lugar del ausente, sino también su cónyuge, de
manera que, en muchos casos, en el mismo movimiento con el que se susti-
tuye a un padre ausente se duplica a otro presente.
A pesar de que los ma’álh’amanín utilizan las palabras en lhichiwíin (len-
gua tepehua oriental) y en español antes referidas y aun otras expresiones
(como “papá [o mamá] de Costumbre” o “mamá [o papá] de relevo”)
cuando requieren precisar que se refieren a un padre o una madre que no lo
es desde el nacimiento, reconocen no obstante a los padres de reemplazo
número 72, mayo-agosto, 2018
2
Para escribir las palabras en lengua lhichiwíin (lengua tepehua oriental), utilizo la orto-
grafía práctica propuesta por la aveli, reconocida por Mackay y Trechsel [2010], y se-
guida también por el inali. Las grafías que utilizo en este artículo, aquí entre barras y
seguidas de las grafías aceptadas por la AFI entre corchetes y la descripción de los so-
nidos que representan, son los que siguen: /lh/ = [∫] fricativo lateral alveolar sordo
c.a.p.e. (con aire pulmonar egresivo); /j/ = [h] fricativo glotal sordo c.a.p.e.; /x/ = [∫] fri-
cativo postalveolar sordo c.a.p.e.; /ch/ = [t∫] africado postalveolar sordo c.a.p.e.; / ’ / = [∂]
oclusivo glotal sordo c.a.p.e.; /q/ = [q] oclusivo uvular sordo c.a.p.e; /t’/ = [q] oclusivo
alveolar sonoro c.a.g.i. (con aire glotal ingresivo). Agradezco las asesorías de los totona-
canólogos Albert Davletshin y Juanita Watters (además de la beca que, por intermedia-
ción de la segunda y de Iván Deance, me otorgó el ilv para cursar el Diplomado
Internacional en Lingüística Aplicada, buap-ilv 2018), en lo relativo a la identificación
de los fonemas y la transcripción de algunas palabras en lhichiwíin. Los posibles errores
son, por supuesto, sólo responsabilidad mía.
Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 149
Neoconsanguinizar
3
Por su enorme parecido, para hacerse una imagen más amplia de estos ritos, el lector
puede también recurrir a la descripción más ampliamente conocida de Ichon sobre el
caso totonaco del noroeste [1990], totonacos que son vecinos inmediatos de los tepe-
huas orientales, además de cercanos “parientes” lingüísticos y culturales.
150 Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez
4
En efecto, es posible sustituir, sin intención de emparentar.
5
Cabe notar que los tepehuas buscan “relevos” tepehuas y no mestizos, totonacos u
otomíes, por la razón práctica de que un tepehua es quien mejor conoce el protocolo
Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 151
De los datos previos creo válido colegir que si el parentesco así establecido
recibe las etiquetas propias de padres e hijos; si las disculpas que tales padres
e hijos se ofrecen son las derivadas de los conflictos habidos entre previos
padres e hijos, que lo son desde el nacimiento; si las entidades anímicas de
dichos padres e hijos son tratadas tal como son chamánicamente manipula-
das las de padres e hijos más convencionales, y; si para establecer la relación
de parentesco, la sangre de los nuevos padres es transfundida a los nuevos
hijos, entonces puedo resolver con suficiencia que el parentesco consanguí-
neo tepehua oriental se puede establecer después del nacimiento y bien
número 72, mayo-agosto, 2018
En el primer párrafo del segundo apartado de este artículo señalé que hay
dos escenarios para relevar: un rito terapéutico o uno profiláctico que, este
segundo, tiene lugar en el marco de un rito fúnebre. En el tercer apartado
describí a grandes rasgos —y sólo en atención a los propósitos de este artí-
culo sobre consanguinización— el Concierto, rito chamánico terapéutico.
En este quinto apartado describiré parcialmente el rito chamánico que tiene
lugar tres o cuatro días después de la muerte del padre o la madre.7 Primero
describiré el rito privilegiadamente desde la perspectiva de la única hija,
una entre cinco hermanos: los cinco hijos que sobreviven al difunto papá.
La llamaré María. Después lo describiré desde las perspectivas del nuevo
“papá de relevo” y del viejo padre difunto con quien se cancela la relación
de parentesco para convertirlo en ex padre.
Presente etnográfico: 2012, San Pedro Tziltzacuapan. María tiene dos
hijos, estudiantes de bachillerato. Tres de los cuatro hermanos de María
están casados y tienen sus propios hijos, estudiantes de primaria a secun-
daria. De los tres hermanos casados y con hijos, dos viven en Tziltzacuapan
con sus familias. El cuarto hermano de María, el menor de todos, soltero,
vivió con los padres hasta el día en que su padre murió y seguiría viviendo
durante algún tiempo solo con su madre, viuda. El día en que se realiza el
Baño de Difunto en el patio y casa donde éste vivió, están presentes María,
7
El proceso ritual funerario entero contempla episodios no chamánicos y más conven-
cionalmente católicos (o del catolicismo popular mexicano, si se prefiere). Aquí me li-
mitaré a dar cuenta de sólo una parte del Costumbre fúnebre, es decir, el rito chamánico
que constituye solamente una parte del proceso ritual completo.
156 Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez
nueras, con quienes los vi consanguinizar, los nuevos papás habrían esta-
blecido una neoconsanguinización, en la medida en que no eran parientes
consanguíneos antes del relevamiento. También encuentro neoconsangui-
nización en la nueva relación entre la vieja y lejana tía política (cónyuge del
antiguo tío en segundo grado: EahoHaMM = esposa del hijo de la hermana
de la madre de la madre), por un lado, y todos los demás nuevos
parientes.
La transfusión sanguínea se efectúa, como he dicho, sobre la nueva hija
(María), los nuevos hijos, los nuevos nietos y las nuevas nueras, aunque
puede ser que estas últimas hayan sido hechas como equivalentes de nuevas
hijas en la medida en que consanguinizaron, también ellas, con los nuevos
papás de sus maridos. No observé que también el viejo yerno recibiera una
transfusión sanguínea de los nuevos suegros (¿o nuevos padres?), pero creo
que en condiciones ideales habría tenido que ser así. Con frecuencia, como
he visto incontables veces durante mi trabajo de campo y comenté ya en el
tercer apartado de este artículo, las muchas tareas rituales que es menester
cumplir y los “mandados” que el chamán pide u ordena hacer, impiden
que, ocasionalmente, uno u otro de los ritualistas esté presente para llevar
a efecto algún procedimiento que debía haber realizado. A veces una dis-
tracción cualquiera, como atender una conversación que tiene lugar en un
escenario distinto de aquél en que se concentran las principales prácticas
rituales del momento, puede ocasionar que un acto o fase ritual no sea aten-
número 72, mayo-agosto, 2018
dido por quien debió atenderlo. Pudo ocurrir, en fin, que haya sido yo
quien no viera la transfusión que pudo tener lugar cuando el distraído fue
el etnógrafo. Menos azaroso debió ser que, como los nuevos hijos y nietos,
también las nuevas nueras consanguinizaran con sus nuevos parientes, a
pesar de que éstos fueran nuevos parientes afines: los nuevos suegros... ¿o
nuevos padres de nuevos hijos? ¿Nuevos padres de quienes fueron viejos
yernos y viejas nueras? Regresaré a esta cuestión en el apartado final. Sigo
aquí con la descripción del Baño de Difunto que es escenario de neo, re y,
como mostraré enseguida, desconsanguinización.
Los cinco huevos amarrados cada uno con estambre son colocados en
un traste de peltre con igual número de velas encendidas. La chamán prin-
cipal pide que el recipiente y su contenido sean enterrados en el patio de la
casa en la que vivió el difunto, en algún lugar donde no se escarbe nunca
más, de donde no pueda ser removido por error. Uno de los deudos... o,
mejor dicho, a esa hora, uno de los ex hijos del difunto, entierra el recipiente
con cinco huevos al pie de un pequeño árbol en los linderos del patio. Los
cinco huevos se corresponden con los cinco hijos del difunto, como tengo la
fortuna de saber por medio de una exégesis interna que, espontáneamente,
Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 159
Hijo 3º: Discúlpame, a la vez porque nos ofendiste o te ofendimos. Perdá... per-
dónanos, ya que... [...]
Chamán: “Perdóname papá”, digan. [...]
Hijo 3º: Pa’, te cuidamos, nunca te dejamos solo, te tuvimos aquí, limpio, te
bañábamos, te cuidamos mucho. [...] No vayas a pensar, pa’, que te dejamos
160 Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez
solo, nunca te dejamos solo, nunca te dejamos solo papá, siempre te hicimos la
limpieza, te bañamos como tú querías, tú te bañabas cuando estabas bien,
cuando no sentías nada. [...]
Chamán (dirigiéndose al hijo menor, soltero, quien cuidó a los padres ancianos
y enfermos): Gracias mi jo’ [mi hijo, hijo mío], ya lo cuidaste tu papá, ya todos lo
vieron, ya todos le dieron la mano. Gracias a Dios ya que descanse en paz, ya lo
cuidaste mucho, a veces comías luego, a veces no, ya aguantaste tu hambre, todo
lo que querías no pudistes comer hijo, gracias a Dios que ya te tuvieron mi her-
mano [la chamán llama hermano al difunto, que en vida fue su primo], ya que
descanse en paz también ya donde Dios lo va a recibir bien su alma, su espíritu.
[...]
Chamán (dirigiéndose a una de las nueras): Así mi ja’ [mi hija, hija mía], agá-
rralo [que entregue el plato con pollo entero cocido (ofrenda sacrificial) para
sostenerlo al mismo tiempo que el padre-suegro subrogado, junto con él]: “Dis-
cúlpame suegro tú también, discúlpame, todos tenemos boca, no es porque
sépamos, nadie nace sabiendo las cosas”.
Hijo 3º: Discúlpame papá, disculpa papá que te bañábamos todos los días... No
todos los días, pero cada que hacía... te bañamos. Tú nunca no... no querías estar
sucio. Nunca te dejamos solo. [...]
Hijo 5º (ultimogénito): ¿Éste [pollo] también?
Chamán: Ése ya es de tu papá.
Hijo 5º (ultimogénito): Ah.
número 72, mayo-agosto, 2018
podía yo acercar con ella porque luego se celaba. Es cierto, suegro, eres muy
celoso.
Nuevo padre y/o nuevo suegro: Sí.
Yerno: Yo siempre lo guardé ese secreto, yo siempre me aguanté y nunca le
demostré nada de eso. Ya de todas maneras, este... este... yo te perdono. Yo
siempre, como he dicho, hay que perdonar los pecados y...
Chamán: Pos’ eso sí, pa’ que quede claro todas las cosas.
Yerno (dirigiéndose no a la viuda viva, su suegra de antiguo y allí presente,
sino a la vieja esposa del nuevo padre y/o nuevo suegro, la madre-suegra
subrogada, madre-suegra duplicada): ...y vamos a borrar todo esto, por eso se
está haciendo esto. Sí. Sí suegra, eh, perdóneme. [...] Sí, sí, y lo... le... lo perdono,
lo perdono. [...] Claro que sí, mhm, así es. [...] Mhm, mhm. [...] Sí, sí, es... nos
vamos a perdonar todos. Y le agradezco, le agradezco de que... gracias por uste-
des tengo mi compañera.
Nuevo padre y/o nuevo suegro: Gracias a usted que ya no pudimos...
Yerno: Sí, sí. Mhm. [...]
Chamán (dirigiéndose al Nuevo padre y/o nuevo suegro, ofreciéndole ejemplo
de cómo dirigirse a su nuevo yerno): “Discúlpame yerno...”
Nuevo padre y/o nuevo suegro: Discúlpame...
Chamán: “...yo creo que de borracho te dije algo...”
Nuevo padre y/o nuevo suegro: Discúlpame la que yo hice...
Chamán: “...hora’ sí, tal vez fue de borracho...”
número 72, mayo-agosto, 2018
Nuevo padre y/o nuevo suegro: ...de borracho, en juicio tal vez...
Chamán: “...no fue mi intención”.
Nuevo padre y/o nuevo suegro: ...pero, hora’ sí... hora’ sí discúlpame.
sustitución del que debió ser el regalo de antaño: un quesqueme que, como
ahora la toalla lo ha sustituido, las viejas y las tradicionalistas usan sobre la
cabeza cuando pega el sol y sobre los hombros cuando hace frío. A falta de
ropa regalada, el nuevo padre va a su casa para cambiar la que vistió, antes
de ser el padre de relevo, por la que viste tras convertirse, cuando “se cam-
bia” de “tío” (tío en segundo grado) a padre (nuevo padre) y suegro (nuevo
suegro). Por no haberse centrado el rito en la madre, la nueva y duplicada
madre obvia el cambio de ropa aun cuando también ella adquiere nuevas
relaciones de parentesco. Por cierto que en todo esto se advierte el célebre
tema amerindio del cambio de ropa como operador de transformación.8
Una de las fases conclusivas del Baño de Difunto, es precisamente el
Baño que los deudos practican en el pozo, manantial o arroyo que el difunto
acostumbraba visitar en vida. Es cuando los ritualistas se dirigen al pozo,
en donde tiene lugar la desconsanguinización. Para cuando el cortejo fúne-
bre se dirige al pozo, antes de su llegada, María practica la que, sin exégesis
directamente proporcionada por los involucrados en el rito, llamaré contra-
transfusión de sangre que habría de practicarse con las espinas de lima que
tres horas antes la chamán principal había pedido reunir en una hoja. Qui-
zás la chamán pidió trece espinas, según el número de lo masculino (como
varón el difunto). Lo que es un hecho es que sólo fueron ocupadas siete, de
acuerdo con el número de lo muerto. Pudo ocurrir que la chamán cambiara
de opinión sobre lo procedente, como que el lego encargado de reunir las
8
En sus respectivas obras, Pitarch [1996] y Viveiros de Castro [ 1992; 2004a; 2004b] tra-
tan repetidamente esta cuestión [véase Martínez González 2011].
9
Si bien no siempre es posible para un lego prever con exactitud las fases rituales ni el
número en que se realizarán determinados actos o utilizarán objetos concretos, al me-
nos los legos que suelen asistir a los ritos chamánicos suelen estar familiarizados con
ellos. Aunque con un margen de error amplio —pues sólo el chamán iniciado tiene la
última palabra—, el lego puede anticipar, como por ejemplo con respecto a la numero-
logía, que el chamán recurrirá a uno de los pocos números válidos en la numerología
ritual (entre paréntesis su significado): siete (muerto), doce (femenino), trece (masculi-
no), catorce (dos veces muerto), veinticinco (completitud = macho + hembra = maíz).
164 Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez
Por si no bastara concluir que, entre los ma’álh’amanín, no todas las relacio-
nes de consanguinidad que un hijo sostiene con sus padres están dadas
desde el nacimiento, sino que es posible construirlas a una edad bien avan-
zada, es necesario agregar que no sólo es posible construir relaciones de
consanguinidad entre hijos y padres, y abuelos y nietos. Las llamo relacio-
nes de consanguinidad pues es con sangre que se establecen y califican, en
primer lugar, las relaciones que Occidente y la antropología conciben como
los mejores ejemplos de relaciones consanguíneas.
He obviado el hecho de que la reconfiguración de la red parental que
deriva del relevamiento es amplísima y toca, por ejemplo, a nuevos herma-
nos (los viejos hijos de los nuevos papás), nuevos tíos (los viejos hermanos
de los nuevos papás) y nuevos primos (los viejos sobrinos de los nuevos
número 72, mayo-agosto, 2018
papás). Según algunos testimonios que he recogido, los parientes aun más
lejanos, como los viejos compadres o los viejos suegros de los nuevos padres,
se añaden a la nueva parentela de los que sólo por un momento fueron huér-
fanos. Pero limitándome a los datos expuestos en las descripciones etnográ-
ficas de este artículo, es bien claro que las relaciones de consanguinidad se
establecen también entre suegros y nueras, y resulta igualmente válido
suponerlas para las habidas entre suegros y yernos. ¿Qué cabe suponer de
una consanguinidad como ésa?
En alguna de sus muchas publicaciones, Viveiros de Castro revisa la
cualidad humana que los amerindios reconocen en seres que los occidenta-
les consideramos animales o incluso seres inanimados. El perspectivista
repara en el hecho de que, en un universo como el amerindio donde todo es
humano —o puede serlo, o lo es potencialmente—, humanidad significa
algo distinto de lo que significa en clave occidental, en la que sólo nosotros
lo somos. Equivalentemente, en una sociedad como la tepehua oriental en
donde se puede renunciar a la relación de consanguinidad que se tiene con
un padre o una madre, para optar por una nueva relación consanguínea
con quien antes no fue un pariente y al mismo tiempo emparentar con al
Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 167
menos una parte de los parientes de este nuevo consanguíneo; en esa socie-
dad tepehua en la que la nueva relación entre suegros y nueras y yernos es
consanguínea, la consanguinidad amerindia es otra cosa que nuestra con-
sanguinidad occidental.
Los estudiosos de la historia de la prensa en México, en general, no han
prestado mucha atención a los periódicos de izquierda. La problemática
central ha sido la constitución de la llamada prensa moderna, un modelo de
publicación que fue imponiéndose a través del siglo xx. Posiblemente, una
razón para desdeñar la historia de los periódicos de izquierda ha sido el
prejuicio generalizado de que se trataba de publicaciones de corta dura-
ción, de escasa calidad y saturadas de consignas. El prejuicio surge contra-
puesto a la idea de que la prensa debe perseguir el fin de transmitir
información veraz de manera objetiva, y evitar filtros que pudieran atrave-
sar puntos de vista sesgados y parciales. No es aquí el espacio para entrar a
debatir si la llamada prensa moderna cumple con esta finalidad. En cam-
bio, quiero señalar que la prensa de izquierda ofreció un modelo distinto
para transmitir la información [Serna 2014; Trejo Delarbre 2014: 5-6; 1975].
La ausencia de una historia de la prensa de izquierda, en consecuencia, deja
en el silencio a la oposición que conformó el proceso cultural mediante el
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Consanguinizar y desconsanguinizar, mecanismos tepehuas 169
Resumen: El presente texto pretende abordar y analizar, a partir de los conceptos del multinatu-
ralismo y cosmopolítica, las teorías otomíes del milagro y el relevo, que son imprescindibles para
explicar el sistema chamánico en la Sierra de Las Cruces y Montealto, en el Estado de México.
Este sistema montañoso es una cadena que divide al Valle de Toluca de la Cuenca de México, y
presenta desde hace cinco siglos una constante presencia eclesiástica, con importantes efectos en
dicho sistema.
Abstract: The present text analyzes, from the concepts of multinaturalism and cosmopoli-
tics, the Otomi theories of miracle and relief, which are essential with regard to explaining the
shamanic system in the Sierra de Las Cruces and Montealto, in the State of Mexico. This mou-
ntainous range forms part of a chain that divides the Valley of Toluca from the Basin of the Valley
of Mexico, and has presented a constant ecclesiastical presence for five centuries, with significant
effects on the said system.
* carlosarturohernandezdavila@gmail.com
Fecha de recepción: 25 de octubre de 2018 Fecha de aprobación: 13 de noviembre de 2018
Hablemos del cuerpo otomí. Éste sólo existe mientras discurre. El gran teatro
de operaciones de este devenir se opera en lugares que son también estados:
los cerros, los manantiales, algunos oratorios y algunas capillas debida-
mente ocultas en la espesura del monte son descritas por otomíes de la
Sierra de las Cruces y Montealto como sitios del encantamiento, puertas de
entrada y salida al cielo o al inframundo, bodegas de resguardo de todos
los bienes codiciables, pero es también ahí donde el cuerpo de los existentes
(humanos, animales, difuntos, dioses) alcanza su más notoria capacidad de
alteración: el cerro es por definición, la fábrica donde se produce la
metamorfosis.1
El territorio, al contar con cuerpo (y ser él mismo cuerpo), es también
transitorio. En él, poco permanece inquebrantable. Así, los árboles pueden
ser frecuentemente tocados por “el pie” (que en realidad es un rayo), del
Divino Rostro (Nzoya) mientras éste va regando el mundo cabalgando en
sus caballos de piedra, los que se hallan resguardados en sus corrales en las
cimas de los cerros-santuario de La Campana, La Verónica, Huameyalucan,
Tepexpan o Ayotuxco. Igualmente, el agua, el aire, las semillas y los
animales están sujetos a continuas modificaciones, reguladas gracias a las
constantes negociaciones entre los humanos y el resto de los existentes.
número 72, mayo-agosto, 2018
1
La Sierra de las Cruces y Montealto es una cadena montañosa que supera en varios
puntos los 3 000 msnm, y se encuentra ubicada al poniente de la Ciudad de México,
corriendo desde la región de Magdalena Contreras y extendiéndose hacia el norte por
los municipios mexiquenses de Huixquilucan, Lerma, Otzolotepec, Temoaya, Jilotzin-
go, Isidro Fabela, Nicolás Romero y Villa del Carbón. La sierra es un espinazo que di-
vide la Cuenca de México del Valle del Matlatzinco, en donde se asienta la ciudad de
Toluca y sus municipios conurbados.
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 173
El sentido que una cultura atribuye a sus palabras y a sus actos no se obtiene en
este caso mediante una comparación formal que omite el punto de vista del
nativo, sino mediante lo que Clifford Geertz [1994] ha llamado conceptos cercanos
de la experiencia para caracterizar esa forma de descripción densa y profunda,
que emplea los contrastes y las distinciones de los propios agentes como las
diferencias que son pertinentes para el análisis. Para un método que busca ante
todo formular relaciones sistemáticas entre diversos fenómenos, resulta sin
duda poco conveniente apresurarse a instituir identidades formales entre fenó-
menos que resultan en apariencia semejantes. El interés que numerosas mono-
grafías muestran por el origen de ciertas prácticas ceremoniales, clasificándolas
número 72, mayo-agosto, 2018
En el monte y en el cielo
2
La narrativa local sostiene que los “Divinos Rostros” que habitan en cada cerro “son
hermanitos entre sí” y se respetan y tratan como tales. En algunas ocasiones especiales
(como en los episodios de trance o encorporación) se dirá que la Virgen de Guadalupe
es, igualmente, “hermanita” del Divino Rostro y no su madre, tal y como la doctrina
católica dicta.
178 Carlos Arturo Hernández Dávila
Cuerpos predados
número 72, mayo-agosto, 2018
Dios necesita sus cuerpos. Los agarra en el monte. Uno ando pastoreando las
borregas o buscando los hongos en el monte y cae el rayo y le toca al cuerpo,
queda uno rayado. Nadie puede tocar al rayado ni verlo siquiera, porque se
muere. Si el rayo tira, debe esperarse a que la centella caiga y lo devuelva a la
vida. Entonces hay que encapillar3 a esa persona, durante varios meses, para
levantarlo bien, para que se cure y le sirva al Divino Rostro. Él viene a visitarlo
en los sueños y le pide al hombre o a la mujer que le sirva, que de lo contrario
le quitará la vida, lo enfermará hasta que se seque del cuerpo. Dicen que el
Señor viene por la gente cuando se murió alguno de sus otros cuerpos, un vio-
linista, una comadrita, un mayor. Cuando alguien de los cuerpos se muere, la
gente dice: “no tardará en enfermarse alguien, porque Dios necesitará que a ese
difunto le venga su relevo”. Por eso, cuando uno es rayado, se encapilla y en
3
Encapillar, en el lenguaje de los mëfi, significa que el electo por la vía del rayo vivirá un
periodo variable de tiempo (entre 15 días y un mes) en una capilla-oratorio de linaje,
localizada en los pueblos donde existen sociedades del Divino Rostro [véase Hernán-
dez 2016].
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 179
esos meses recibe su yecta (dieta) de la santísima trinidad, que es huevo, quelite
y queso, dejará la carne roja y ahora peregrinará para ser trabajador del Divino
Rostro. Y luego vendrá el cumplimiento y el pedir las gracias, que es donde uno
se casará con el Señor, y serán una misma carne para trabajar en el mundo y así
servirlo en lo que él pide: levantar a los demás enfermos, que son las palomitas
y los corderos, y llevarle su regalo al cerro para el mantenimiento del mundo y
que llueva, que haya aire, que se den las cosechas y las frutas. Por eso nosotros
somos como él. Somos milagro.4
4
Entrevista a Pascual, Domingo de resurrección de 2014, Xochicuautla, Estado de
México.
180 Carlos Arturo Hernández Dávila
5
En el santoral católico existen varias fiestas que celebran el tránsito de algunos santos
en el día previo a su fiesta “grande”, que generalmente celebra su muerte o martirio,
casi nunca el día de su nacimiento. Por tránsito no se entiende la muerte, sino la
agonía.
6
Entrevista realizada en la Semana Santa del año 2025, en Xochicuautla, Estado de
México.
7
Nthäha, “lleno a la mitad”; nthahni, “escogido”, “elegido”, pero también “calentamien-
to”; nthädi, “unirse, juntarse”; nthäts’i, “mezclado”, “revuelto”; nthät’i, “amarrarse”;
ntä’ti, “molido”, “trillado”.
182 Carlos Arturo Hernández Dávila
Pascual: […] ese Cristo, el grandote que está en Ameyalco,9 está bien bonito.
Pero nomás eso: bonito. No tiene nzaki (“vida, fuerza”). Esa la levantaron unos
albañiles hace años y sí, quedó bien, está grande y se ve desde cualquier pueblo,
no digo que no. Pero no es milagro.
Carlos: ¿Y qué o quién sí es milagro?
Pascual: Milagro son las piedritas, las cruces del Divino Rostro. Milagro el señor
de la exaltación de Xochicuautla, las virgencitas que salen del santo encino del
cerro de La Campana, el regador del rocío y los otros animalitos de piedra del
patrón. ¿Los ha visto en el cerro de La Campana? Esos son los milagro. Pero yo
8
Referido al oráculo, la adivinación, la predicción y la profecía.
9
San Miguel Ameyalco, pueblo del municipio de Lerma, Estado de México.
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 183
también soy milagro, y los otros trabajadores somos milagro. Por eso yo no
puedo bailar en las fiestas, no puedo tomar ni divertirme, y la gente sabe que
no puedo hacerlo porque yo soy hñänt’äjuä.10 Me decía mi difunta esposa: “tú
no bailes ni tomes, porque eres milagro”.11
10
La palabra “milagro”, expresada al final de esta cita en otomí como hñat’äjuä tiene una
serie de relaciones muy interesantes que se dirigen siempre a la condición de “presa”
o “ser encantado”, inmóvil, “como atrapado en trampa o red”.
11
Entrevista realizada el 25 de diciembre del 2015 en el Cerro de La Campana, Huixqui-
lucan, Estado de México.
184 Carlos Arturo Hernández Dávila
componente anímico, difiere del ánima, alma o ndahi (aire) a los cuales los
mëfi identifican como sinónimos, y que se convierten en la esencia que
subsiste a la muerte. Es preciso también señalar que un difunto, es decir, un
cuerpo sin nzaki, es también llamado “almita” o “ánima”, señalando la dis-
tinción entre los componentes anímicos; en el destino postmortem sólo
subsistirá el ndahi, la esencia leve y sutil con la que los muertos nefastos
enferman a los vivos y con la que muertos benéficos se presentarán en
noviembre, mientras que, durante el Carnaval, los muertos se presentarán
con las caras de papel, las máscaras de los ancestros, huihuinchis o xitás.
Galinier [2016] apunta el ndahi como una entidad anímica asociada a la
palabra o la flatulencia, ambas emitidas desde las diversas bocas u orificios
de los que el cuerpo dispone. El dato no es irrelevante, dado que el Divino
Rostro comparte con este grupo electo de humanos el don de la palabra y la
voz, cuya traducción del otomí es noya, y que fonéticamente guarda relación
estrecha con el escurridizo término Nzoya.
Unidos los existentes por los binomios vida/fuerza y voz/palabra, se
allana el camino para comprender el sentido de encorporación que se con-
vierte en el rasgo distintivo de los bmëfis otomíes. Pero cabe la pregunta:
¿cuáles son las consecuencias ontológicas de la categoría milagro que dota
del nzaki (fuerza/energía) y de noya (voz/palabra) a los humanos y a las
piedras que son existentes divinos? La primera y acaso la más importante
es la inestabilidad de la noción de persona, donde pareciera que la transfor-
en medio de los oyameles y los pájaros del monte, que cada mañana le
cantan sus mañanitas nomás aparece el sol. En dicho llano se encuentran
diversos manantiales que para los otomíes son los terrenos y casas de la
serena mantesuma, la “dueña del agua” y quien, en forma de rana diminuta,
regula la salida del agua que emerge de lo profundo y oscuro de la tierra:
“si la ranita quiere que haya agua nomás la ves nadando, pero si no quiere
que mane el agua, pone su trasero en el agujero donde mana el agua”,
sostiene un informante. Camino a un tercer y cuarto manantial (llamados
“San Juan Nuevo” y “San Felipe Apóstol”, respectivamente), ubicados ya
en lo cerrado del bosque, se encuentra también una vigilante del agua: una
piedra que algún día tuvo forma de rana y que, debido al celo de algunos
católicos, fue destruida con una barreta dejando sólo un pedrusco informe
al cual no obstante se le sigue considerando un animal vivo que canta
siempre anunciando las lluvias. Al pasar, los mëfi le saludan con respeto y
es sujeto de una ofrenda en cada episodio ceremonial.
Cuando se arriba a los manantiales, se escucha la voz de un viejo mëfi,
especialista en “cantar punto”: “esta es casa de la serena”, afirma. Según su
narración:
Serena hay dos, puede ser macho y hembra; si es macho se llama mantesuma,
dueño del agua, si es hembra se llama mithé, dueña del agua. Ella se manifiesta
vestida como persona de este mundo, con chincuete y trenzas, o como niño o niña
número 72, mayo-agosto, 2018
vestido de blanco. Pero siempre está en busca de personas que se asoman a los
manantiales y les enseña su carnada para atraparlos, pues las gentes nomás se
asoman y ven en el fondo aretes de oro, anillos de oro, joyas o peces de muchos
colores, y quieren atraparlos y las serenas y serenos se los jalan para el agua. Y
eso sucede cuando llega la hora, el mediodía, y la gente sí sale, sí sale del
manantial, no digo que se queden ahí para siempre, pero con la piel cambiada.
Salen güeros, blancos, como guachinangos y todos los días al mediodía tienen
que venir al manantial a ver a su serena.
encontraron su ropa flotando ahí en el agua. En el río. Que era un río grande y
la ropa de los novios flotando; buscaron a la novia y al novio y no aparecieron
y por eso ahí en Ameyalco, están los dos cocodrilos porque un cocodrilo es la
mujer y el otro es el hombre.12
A mí me dijeron de niña que debajo de esa capilla, en donde está la cueva del
manantial, allí estaba el mar. Yo nunca, nunca he ido al mar, pero un día sí me
metí a la cueva y se siente un airecito con una brisa hacia la cara y no había
agua, sólo la brisa. Sí se siente frío. Sí, y a mí me decían que ahí está el dueño,
que quieren para que le regresen el agua ahí. A mí me dijeron que la iglesia de
Ameyalco se está yendo de lado porque la construyeron del lado del río y no
del lado del aire. Pues la iglesia se está enfriando en una parte porque también
12
Informante anónima. Entrevista realizada en el cerro de Ayotuxco, Huixquilucan, Es-
tado de México, 24 de mayo de 2014.
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 189
13
Según los informantes, el “Rosario” (para el caso de los cerros-santuario) es una suerte
de unidad de medida (como la “gruesa” o el “cuartillo”) que puede utilizarse para los
números 5 o 7.
14
Carlos Arturo, Hernández Dávila, Gemhyä: voz fuerte. Memoria y oralidad en San Francis-
co Magú [2011].
190 Carlos Arturo Hernández Dávila
¿Ya sabe usted que del ahuehuete de Chalma mana agua por una señora que
ahí se encantó? Una señora que iba de peregrina se metió atrás del monte, a
donde hoy está el árbol que creció ahí, para llegar a Chalma, a orinar. Y poco a
poco se fue encantando, y se quedó así, sentadita, y se convirtió en el ahuehuete
donde siempre mana agua, donde los peregrinos hasta meten a bañar a sus
niños chiquitos. Y eso por poco pasa aquí en La Tablita, porque una señora que
trajeron a curarse estaba ya mala, muy mala. Y se acurrucó junto a un arbolito,
y se empezó a quedar dormida, a encantarse digo yo. Y se iba muriendo de a
poquito, encantada, y que se la llevan sus hijos rápido al pueblo [de Temoaya]
y allá murió. La hubieran dejado ahí, mejor, ¡para que saliera otro manantial!
Pero no quisieron. Se la llevaron.15
15
Informante anónima. Entrevistada realizada en el Santuario de La Tablita, Temoaya,
12 de enero de 2015.
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 191
amanecer humano es la noche para la dueña del agua, lo que vuelve a colo-
carnos sobre la distinción horaria entre el Señor Divino Rostro y el “otro”,
dueño del monte, diablo y amo del mundo oscuro. La Tablita es un santuario
que exige una revisión que sepa incluir la noción mesoamericana de la
peregrinación primigenia y peregrinación correctiva: por este llano viaja una
campana que no alcanza a llegar a la Ciudad de México, y desde ella proviene
una virgen nahua que se muestra cansada de la impureza del aire y la furia
del ruido urbano: su lógica territorial está basada en su condición de
bisagra, de batiente que se abre o cierra, de acuerdo con la voluntad del
milagro o el encantamiento.
mal atender la idea (citada por él mismo) de Anne Christine Taylor sobre la
antropología concebida como una “Disciplina cuya actividad propia es
colocar en paralelo el punto de vista del etnólogo y de sus sujetos de estudio
para sacar un instrumento de conocimiento”. La profusa etnografía mexiquense
sobre la sierra, la laguna y el valle ha alcanzado tal nivel de refinamiento,
por lo que no descartemos por ningún motivo el hecho de que un nivel
similar haya sido alcanzado por las teorías (es decir, por las antropologías),
no sólo que piensan, sino más aún, que aplican por igual otomíes, mazahuas,
matlatzincas, tlahuicas y nahuas, más ocupados en comparar traduciendo
(construyendo simetrías) que en traducir comparando (es decir, generali-
zando y simplificando).
Si hemos optado en este trabajo por analizar el material etnográfico a
partir de un diálogo abierto con el llamado giro ontológico, es sólo para volver
pensable, a partir de nuestros propios datos netamente mesoamericanos, el
hecho de que “La teoría indígena del perspectivismo surge de una compa-
ración implícita entre las maneras por las cuales los diversos modos de
corporalidad hacen ‘naturalmente’ la experiencia del mundo en cuanto mul-
tiplicidad afectiva” [Viveiros 2010: 73]. Por esto, resultaría injusto que luego
Multinaturalismo y corporalidad en la Sierra de Las Cruces y Montealto 193
de registrar historias sobre sirenas, señoras del agua, arcoíris, rayos, toros y
aires que pretenden contraer matrimonio con los seres humanos, sigamos
pensando que la respuesta sigue latiendo más en los recodos secretos de los
códices que en la forma en cómo el pensamiento indígena, “naturalmente”,
construye un mundo propio, tomando por asalto la modernidad en la que
viven. El ánimo consiste en indagar, en los mismos datos, una certeza latente
(y cada vez más visible) de que los pueblos indígenas crean sus propias
antropologías (como teorías sobre la alteridad) sin el concurso de nuestras
categorías y recursos cognitivos, y es ahí donde el acento etnográfico puede
ayudarnos a encontrar caminos de mutua comprensión, si bien la inteligibi-
lidad cultural compartida sigue siendo un desafío constante en nuestro país.
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número 72, mayo-agosto, 2018
Reseñas
Del teatro al ritual y del ritual al
teatro: escenarios históricos y
prácticas contemporáneas del teatro
indígena en México
Elizabeth Araiza Hernández.
El arte de actuar identidades y rituales.
Hacia una antropología del teatro indígena en México.
El Colegio de Michoacán. Zamora. 2016. 340 pp.
Olivia Kindl*
El Colegio de San Luis
* olivia.kindl@colsan.edu.mx
que la autora nos presenta con gran talento narrativo, donde la comedia es
parte integral e indispensable para el desarrollo feliz de rituales, fiestas y ce-
remonias que garantizan la integridad territorial e identidad étnica de dicho
pueblo. Otro aporte relevante de esta obra es que nos impulsa a reflexionar
de modo crítico sobre las dicotomías que han permeado la historia y la an-
tropología de las artes indígenas en México, entre teatro de arte (a secas) y
los llamados teatros “aztequista”, “indigenista”, “popular”, “campesino”,
siendo cada uno de estos calificativos claramente situado en su respectivo
telón de fondo ideológico. La autora demuestra que tales categorías fueron
establecidas dentro de determinados contextos históricos, sociales y políti-
cos en los cuales la población indígena se ha ido colocando con diferentes
estrategias, tanto desde dentro, como desde fuera de las comunidades.
Como bien lo anuncia la autora en una discreta nota a pie de página, este
libro constituye la base obligada para un futuro análisis comparativo de las
artes teatrales y escénicas en Latinoamérica, un proyecto que promete mu-
cho y esperamos con gran interés, y bien podría contribuir cuantiosamente
en el horizonte de los estudios que se han enfocado en una “antropología de
los sures”, una antropología en tiempos de glocalización.
Del teatro al ritual y del ritual al teatro 203
1
https://www.perfil.com/noticias/sociedad/un-joven-se-suicido-luego-de-que-su-
amiga-le-hiciera-una-denuncia-falsa-por-abuso.phtml.
2
https://www.perfil.com/noticias/sociedad/festejo-el-suicidio-del-joven-acusado-
de-un-falso-abuso-se-sacrifica-una-vida-para-salvar-muchas.phtml.
208 Scherezada López Marroquín
Los hombres, ¿no son capaces de ser sumisos, inseguros y ser mal-
tratados?; las mujeres, ¿no son capaces de mentir, agredir, violentar y ser
vengativas? ¿Acaso como seres humanos no somos más complejos que
un sistema binario hombre-mujer, azul-rosa? Para Lamas, el discurso de
la victimización dificulta y entorpece visualizar el panorama complejo y
número 72, mayo-agosto, 2018
Jacques n’a voulu ni rituel ni oraison. Il sait par expérience quelle épreuve c’est pour
l’ami qui s’en charge. Il me demande de vous remercier d’être venus, de vous bénir, il
vous supplie de ne pas être tristes, de ne penser qu’aux nombreux moments heureux que
vous lui avez donné la chance de partager avec lui.
Souriez-moi, dit-il, comme je vous aurai souri jusqu’à la fin.
Préférez toujours la vie et affirmez sans cesse la survie…
Je vous aime et vous souris d’où que je sois. [Derrida 2005: 2].1
[Jacques no quiso ni ritual ni oración. Sabe por experiencia qué prueba es para
el amigo que de ello se encarga. Él me pide agradecerles haber venido, bende-
cirlos, les suplica no estar tristes, no pensar más que en los numerosos momentos
felices momentos que ustedes le dieron la oportunidad de compartir con él.
Sonríanme, dice, como yo les habría sonreído hasta el final.
Prefieran siempre la vida y afirmen sin cesar la sobrevida.
Los amo y les sonrío dondequiera que esté].
Al leer este breve, digamos, testamento para ser escuchado por los ami-
gos, cómo no pensar, por una parte, en los múltiples adioses que Derrida
dirigió a sus amigos muertos en ocasión de sus funerales, y por otra parte,
en Políticas de la amistad, en particular en las diferentes modulaciones, acentos
* uc.victor@gmail.com
1
Jacques Derrida. Rue Descartes. 2 (48): 6.
y giros que le dio a la frase —un apóstrofe en verdad, apóstrofe que escande
el ritmo y el movimiento del seminario del mismo nombre y del libro a que
dio lugar: « O mes amis, il n’y a nul amy » [“!Oh Amigos míos, no hay ningún
amigo”].2 Frase que Montaigne, leemos en ese libro, atribuye a Aristóteles.
Atribución que toda una tradición de pensamiento y de citas dio por sentada
y que nunca fue puesta en entredicho. Este “impensado”, si se puede decir
así, se detiene precisamente en Derrida.
De ese legado, de ese testamento, de esa oración fúnebre hay que retener
este exhorto: “Prefieran siempre la vida y afirmen sin cesar la sobrevida”, y,
por razones que se mostrarán más adelante, dentro de él la sobrevida, de la
que se dice que hay que afirmarla sin cesar.
De igual modo, toda una potente tradición se detiene en Derrida. Se trata
de la tradición filosófica que condena a muerte; que goza, se podría decir,
condenando a muerte; pues, ¿cómo comprender que nunca en la historia de
la filosofía se haya condenado filosóficamente la pena de muerte, que nunca
la filosofía, los filósofos, en tanto que tales, hayan sido abolicionistas? ¿Por
qué los filósofos nunca han suscrito filosóficamente y por principio la abolición
de la pena de muerte? ¿En qué consiste ese goce que disfruta, al contrario,
de mantener vigente la pena de muerte? ¿A quién condena así la filosofía?
Si la filosofía es el laboratorio en que se elaboran los pensamientos más
rigurosos —pero también los más ridículos— sobre lo propio del hombre, se
puede comprender que este seminario de Derrida sobre la pena de muerte
número 72, mayo-agosto, 2018
2
Jacques Derrida. Politiques de l’amitié. Édition Galilée. París. 1994 [Políticas de la amistad.
Tr. Patricio Peñalver. Trotta. Madrid. 1998].
Pena de muerte: la deconstrucción 215
3
Platon. Oeuvres complètes. Tr. Léon Robin. Éditions La Pléiade. Gallimard. París, pp. 853-
854. Véase la interesante reflexión que sobre este pasaje del Fedón elabora Catherine
Malabou en su artículo “À quoi bon économiser la vie lorsqu’il n’en reste presque
plus?”, en L’éthique du don. Jacques Derrida et la pensée du don. Colloque au Royaumont,
décembre 1990. Éditions Métalié. 1992, pp. 109-116.
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creer saber que sabe, “y en cualquier caso otros saben por él, en principio,
por derecho, qué día, a qué hora, incluso en qué instante la muerte caerá
sobre él” (p. 188).
Ahora bien, el sueño de la deconstrucción consiste en un movimiento
convulsivo para acabar con la muerte. “Muerte a la muerte”:
Quiero abolir la pena de muerte porque tengo miedo de ser condenado, miedo
de morir pero también porque sé que <yo> siempre estoy matando a alguien.
Soy lo suficientemente víctima y culpable de homicidio como para desear que
se ponga fin a la pena de muerte, pero ese deseo de acabar con la condena a
muerte legal atestiguaría […] que siempre estoy calculando mi salvación, de
víctima o culpable […] [Derrida 2017: 119].