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Introducción
En el ensayo Sobre un presunto derecho de mentir por filantropía Immanuel Kant aborda la
noción de mentira a partir de una alusión hecha por Benjamín Constant sobre este tema. Dice
Constant:
En su respuesta a Constant, el filósofo alemán plantea que “el ser veraz (sincero) en todas las
declaraciones es, pues, un sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente exigido y
no limitado por conveniencia alguna” (Ak VIII, 427). Este planteamiento ha sido interpretado
por Thomas Carson (2012: 73) como fundamento para adjudicar a Kant la postura de una
prohibición de mentir de manera absoluta e irrazonable.
En Lying and Deception: Theory and Practice, Thomas Carson aborda los elementos
conceptuales y las implicaciones morales de la noción de Mentira. En el texto, el autor
contrasta diversas definiciones e identifica los elementos que, en su opinión, se revelan
constitutivos de este concepto. Partiendo de su propia definición, Carson analiza y discute
las principales corrientes de la filosofía moral en torno a la Mentira: el absolutismo kantiano,
el utilitarismo y el consecuencialismo. Tras este análisis, propone una versión de la “regla de
oro” como teoría del razonamiento moral, aplicable a los juicios morales sobre la mentira y
el engaño.
1
Las obras de Kant se citan mencionando la versión española consultada y conforme a la edición clásica de la
Real Academia Prusiana de las Ciencias, refiriendo el volumen y la página correspondientes.
La obra de Carson, tanto en los elementos de su definición de mentira como en las premisas
de su regla de oro, contiene importantes elementos de los planteamientos kantianos, lo cual
es reconocido por Carson cuando admite: “My theory (…) is a version of the Golden rule
and a broadly Kantian theory” (2012: 2). No obstante, el autor le adjudica a Kant un
absolutismo irrazonable frente a la prohibición de mentir, por cuanto esta implicaría que el
deber de no mentir sería siempre más importante que cualquier otro deber moral que entrara
en conflicto con él.
The duty not to lie can conflict with other moral duties. If lying is always wrong no
matter what, then the duty not to lie must always be more important than any conflicting
duties. However, it seems unreasonable to hold that the duty not to lie is always more
important than any conflicting duties. Kant’s own example of a case in which lying is
necessary to thwart the plans of a would-be murderer is one of best illustrations of this. (2012:
67)
A partir de estas consideraciones, el propósito de este trabajo será aportar una interpretación
del ensayo de Kant que permita matizar los elementos polémicos que se le adjudican, y así,
mostrar como los planteamientos kantianos sobre la mentira pueden resultar perfectamente
razonables y compatibles con los elementos conceptuales y morales de la comprensión y la
teoría de Thomas Carson respecto de la Mentira.
La teoría de Carson
Carson inicia su obra examinando cuáles pueden ser los elementos conceptuales que hagan
plausible una definición de Mentira, que dé cuenta de las diversas situaciones que en la
práctica serán consideradas dentro de esa definición y, por lo tanto, serán valoradas
moralmente como tales.
Conceptual questions about the nature of lying and deception are prior to questions
about the moral status of lying and deception because whether or not lying/deception is wrong
depends on what lying/deception is. (2012: 13)
Con este propósito, Carson aborda diversas concepciones y ejemplos prácticos sobre lo que
es y no es Mentira. En este marco, aborda el planteamiento que hiciera Constant, según el
cual, decir una falsedad a alguien que no tiene “derecho a la verdad” no constituiría una
mentira. Recordemos el planteamiento de Constant:
De acuerdo con este planteamiento, en el caso del ejemplo en el que el asesino nos pregunta
por nuestro amigo que se ha refugiado en la casa, si decimos que no está para salvar su vida,
esta aseveración no constituiría una mentira. Carson se expresa en acuerdo con la
interpretación de que esta sería una declaración falsa moralmente permitida. Sin embargo,
con miras a una definición del concepto de Mentira, plantea que el concepto debe ayudar a
resolver las consideraciones morales. Por el contrario, en este caso, sería necesario resolver
la existencia o no del derecho a la verdad antes de poder conocer si la situación se adecua al
concepto.
There are good pragmatic reasons for us to use the concept of lying to help point out
and distinguish between salient features of actions and thereby assist us in making moral
judgments. In order to serve this purpose, the concept of lying must be defined independently
of controversial moral assumptions. (Carson, 2012: 19)
Por otro lado, Carson considera que existen casos en los cuales sería moralmente permisible
mentir al alguien aun cuando tenga derecho a la verdad. Así, plantea el ejemplo de una
persona que habiendo sufrido una cirugía del corazón, que requiere máximo reposo, pregunta
por su hijo quien entre tanto ha muerto en un accidente. Para Carson, en este caso, aunque la
persona tiene derecho a la verdad sería necesario mentirle para proteger su vida. De esta
forma, el “derecho a la verdad” no constituiría un criterio adecuado para la formulación de
una definición de Mentira (Carson, 2012: 20).
He [Ross] holds that all lies are prima facie wrong because they are instances of
promise-breaking; it is prima facie wrong to lie because to lie is to break an implicit promise
to tell the truth that one makes whenever one uses language to make statements. (2012: 24)
Así, Carson elabora su definición final de Mentira introduciendo como elemento constitutivo
la consideración de los escenarios en los cuales los interlocutores presuponen que las
condiciones de la comunicación implican la garantía de la verdad de las declaraciones que
allí se producen. Es decir, más allá de los múltiples ejemplos donde resulta polémico
establecer si una declaración falsa constituye mentira o no, la consideración de las
condiciones subjetivas de los interlocutores respecto de sus expectativas sobre la verdad se
constituye como elemento definitorio del concepto. La definición final de Carson queda así:
L5. A person S tells a lie to another person S1 iff: 1. S makes a false statement X to
S1, 2. S believes that X is false or probably false (or, alternatively, S does not believe that X
is true), 3. S state X in a context in which S thereby warrants the truth of X to S1, and 4. S
does not take herself to be not warranting the truth of what she says to S1. (2012: 30)
Las condiciones 3 y 4 de esta definición de Mentira establecen que: por un lado, el contexto
en el cual S produce su declaración X es un contexto en el cual claramente se espera que S
sea garante de la veracidad de esa declaración; por otro lado, S es consciente de que en ese
contexto se espera que él garantice la veracidad de su declaración X, por lo tanto, no se
considera a sí mismo como no responsable de esa veracidad. En este escenario tanto el
hablante como el interlocutor presuponen la veracidad de lo declarado.
Finalmente, Carson propone una teoría del razonamiento moral o una versión de la “regla de
oro” que sirva de fundamento racional para la fundamentación de los juicios morales, que
sea aplicable a los casos comprendidos en su definición del concepto de Mentira, más allá de
las meras intuiciones comunes sobre si es permisible mentir en determinadas situaciones.
Carson establece tres elementos necesarios para la fundamentación de los juicios morales:
consistencia, adecuada información sobre los hechos relevantes y adecuado funcionamiento
de las habilidades de razonamiento (2012: 129). En la exposición de su teoría Carson se
concentra en la formulación de la consistencia como elemento fundamental de la racionalidad
de los juicios morales.
Tal consistencia implica dos requisitos específicos: i. Universalidad de los juicios morales,
es decir, que cualquier juicio que hagamos pueda ser aplicable en casos similares; ii.
Coherencia de nuestras actitudes y nuestras acciones con los juicios que hacemos (2012:
130). De acuerdo con esto, Carson formula su versión de la “regla de oro” a partir de dos
premisas:
Como veremos, estos elementos que Carson considera constitutivos de lo que es y lo que no
es Mentira, así como su fundamentación de la racionalidad necesaria para la valoración de
las circunstancias en las cuales se produce, son compatibles y reflejan de alguna manera las
consideraciones planteadas por Kant en su análisis del deber de veracidad en las
declaraciones, a la luz de los principios generales del Derecho, que es el tema que le ocupa
en el ensayo que aquí tratamos.
En efecto, para Carson uno puede llegar a desear que todo el mundo siga una máxima según
la cual en algunas ocasiones está permitido mentir. Tal es el caso en que el deber de no mentir
entra en conflicto con otros deberes que puedan ser considerados más importantes. Por
ejemplo, uno podría desear que todo el mundo siguiera la máxima de mentir en caso de ser
necesario para salvar la vida de una persona inocente (2012: 80). Así, Carson considera que
el ejemplo analizado por Kant en Sobre un presunto derecho… resulta contraevidente de su
propia postura sobre la mentira.
Esta anotación es importante por cuanto aquí Kant aclara que su argumentación se enmarca
en la consideración del caso frente a los principios generales del derecho y se refiere a las
consecuencias jurídicas que de esta se desprenden. Por lo tanto, también debe entenderse esta
delimitación frente al empleo de los conceptos que fundamentan la argumentación. Por
ejemplo, la anterior anotación la utiliza Kant en el momento de expresar su afirmación
central:
En este sentido, resulta necesario indagar el sentido de los dos términos que quizás han
generado la mayor fuente de polémica respecto de este escrito: por un lado, la definición de
mentira que, como bien lo advierte Carson, varía en las diferentes obras de Kant; y, para la
comprensión de esa definición, el término declaración como elemento jurídico constitutivo
en la definición. Al respecto, explica Dulce María Granja:
Así pues, vemos que Kant utiliza el término alemán Lüge y el término latino
mendacium, que nosotros traduciremos como mentira, para referirse a una aseveración
deliberadamente falsa que va en contra del deber de ser justo. Cuando una aseveración
deliberadamente falsa no va en contra del deber de ser justo, Kant emplea otro término, a
saber, falsiloquium, que nosotros traduciremos como falsedad. Por otra parte, Kant utiliza los
términos alemanes Aussage y Deklaration como sinónimos del término latino declaratio -el
cual nosotros traduciremos en castellano como declaración- para referir una aseveración
emitida en un contexto jurídico en el cual los otros están facultados para responsabilizar
jurídicamente al hablante y someterlo a cargos penales o civiles si lo aseverado es falso. Una
aseveración cuenta como declaración cuando su veracidad es exigida por las leyes racionales
del derecho a fin de garantizar la libertad de todos bajo una ley universal. (Granja, 2012: 18)
A partir de estas distinciones, Granja concluye que se puede afirmar de manera congruente
que para Kant “no toda aseveración deliberadamente falsa es una mentira, en el sentido de
ser violación de un deber de derecho” (2012: 19). Esta postura es semejante la sostenida por
Allan Wood, quien interpreta en este mismo sentido los términos usados por Kant para lo
que aquí traducimos como declaración y, a partir de esa interpretación, plantea que una
aseveración falsa emitida bajo la fuerza y la coacción no constituiría una declaración, por
cuanto sería contraria al fundamento mismo del deber jurídico, que se origina en la libertad
como derecho innato. (Wood, 2008; Citado en Carson, 2012: 74).
Por otro lado, entendemos que el planteamiento kantiano del deber de no mentir, como deber
jurídico, se constituye como “mandamiento incondicionalmente exigido” y “no limitado por
conveniencia alguna”, en tanto constituye el fundamento mismo de un Principio Supremo
del Derecho, entendido como el marco de “la recta interacción de las libertades individuales”,
es decir, el ámbito de posibilidad de los principios de libertad y de igualdad de los seres
humanos.
Kant analiza la aplicabilidad del principio general del derecho a partir de tres elementos: el
axioma, que implica la concordancia de la libertad de cada uno con la libertad de todos; el
postulado o la ley, que implica el principio de igualdad para que sea posible la libertad de
cada uno; y el problema, que implica la adecuación de las situaciones concretas a los
principios de la libertad y la igualdad, para la administración de la justicia en la sociedad
(Ak. VIII, 429). Al respecto, afirma Granja:
Las declaraciones falsas son reprobables porque atentan directamente en contra del
derecho mismo, y atentar contra el derecho implica poner en un serio apuro la coexistencia
armoniosa entre los seres humanos. (…) Una práctica que atenta contra el derecho mismo
pone en riesgo la posibilidad de que cualquier injusticia pueda resarcirse, sea esta una
injusticia cometida contra un individuo particular, contra un grupo de personas, o bien contra
la humanidad en su conjunto. Admitir que las declaraciones puedan falsearse supone
quebrantar, en mayor o menor medida, la condición que permite que todas las injusticias
puedan repararse, y eso es en sí una injusticia que atenta contra la libertad de todas las
personas. Por supuesto, puede ser que la violación de una declaración aisladamente no
quebrante el sistema de derecho en su conjunto, pero las propias exigencias de racionalidad
que poseemos los seres humanos nos obligan a respetar las condiciones que rigen la recta
interacción de las libertades individuales, y a no considerar nuestras propias circunstancias
como «excepciones» que escapan el marco de evaluación de leyes y de principios
intersubjetivos. (Granja, 2012: 33)
Deteniéndonos por un momento en este punto, podemos imaginar los planteamientos de Kant
añadiendo un par de detalles al ejemplo en cuestión, así: si vivimos en un país donde existe
la pena de muerte y un policía llega a nuestra puerta buscando a un amigo nuestro condenado
por asesinato que se encuentra refugiado en nuestra casa para llevarlo a cumplir su sentencia
de muerte ¿Todavía sería tan controvertible el argumento?
Conclusión
De acuerdo con lo anterior, la polémica que suscita el ensayo de Kant radica esencialmente
en la imposibilidad de la adecuación de la situación planteada en el ejemplo de Constant
frente a la conceptualización de Kant, a saber: que sea exigible una declaración, mediante
amenaza por alguien sin autoridad que irrumpe en nuestra casa. Granja elabora su
interpretación del ensayo concentrándose en este aspecto y tratando de dilucidar como podría
haber llegado el autor a desarrollar su análisis admitiendo esas circunstancias.
Granja nos recuerda que, contrario a lo sostenido por Constant, el caso aludido no fue nunca
enunciado por Kant. En efecto, para esta autora, el polémico ejemplo puede haber provenido
de una tergiversación de un caso que incluiría Kant en la Metafísica de las Costumbres, el
cual fue publicado con posterioridad al texto de Constant:
Cuando digo algo falso en asuntos serios, en que se trata de lo mío y lo tuyo, ¿he de
responsabilizarme de todas las consecuencias que resulten de ello? Por ejemplo, el dueño de
una casa ha dado orden de que, si cierto hombre preguntara por él, digan que no está en casa.
El criado lo hace, pero con ello da lugar a que aquél se escape y cometa un gran delito que,
de lo contrario, hubiera impedido la guardia enviada contra él. ¿En quién recae aquí la culpa
(según principios éticos)'? Ciertamente también sobre este último, que violó un deber para
consigo mismo con una mentira, cuyas consecuencias-le atribuye su propia conciencia moral.
(Ak VI, 431)
En este caso se comprenden de manera mucho más clara los argumentos de Kant, en el
sentido de las consecuencias que surgen del incumplimiento del deber de no mentir, es decir,
como lo sugiere Granja, “que uno tiene una responsabilidad por las consecuencias de las
mentiras que uno diga y que, por el solo hecho de mentir, uno ha violado un deber ético para
consigo mismo” ((2012: 25).
De todo lo anterior, se puede concluir que, si bien puede ser discutible el escenario de la
argumentación kantiana sobre la mentira, es claro que el objeto de análisis sobre el cual Kant
procura llamar la atención con todos sus argumentos es: la posibilidad de la racionalidad de
un principio general del derecho, fundamentado en la confianza mutua respecto de nuestras
declaraciones en ese ámbito. Y, en efecto, este planteamiento es plenamente compatible con
la conclusión que Carson ofrece en otro lugar:
Dado que perjudicar a otros es prima facie incorrecto (excepto en casos especiales
en que es necesario cumplir una obligación moral más importante), existe una fuerte
presunción moral en contra del engaño en la publicidad y las ventas. De hecho, este tipo de
engaño es casi siempre moralmente incorrecto. Todos somos vulnerables a que se nos
perjudique mediante la publicidad engañosa y las tácticas de venta, y objetamos que se nos
haga eso a nosotros o a nuestros seres queridos. Pienso que quien diga que es permisible
engañar a otros de este modo, es inconsistente y viola la «regla de oro» porque esta persona
objetará que se le haga esto a ella o a sus seres queridos.
Bibliografía
Carson, T. (2012). Lying and Deception: Theory and Practice. Oxford University
Press.
Carson, T. (2015). Engaño y revelación de información en la publicidad y la ética
empresarial. En: II Foro de Ética Aplicada: Ética y Publicidad. José Piedra Valdez, S. J.
(editor). Universidad del Pacífico. Lima. http://recursosbiblio.url.edu.gt/publicjlg/
Libros_y_mas/2015/08/et_publi.pdf)
Granja, D.M. & Charpenel, E. (2012). Kant y el escandaloso tópico de la prohibición
de mentir: una lectura alternativa desde la filosofía del derecho. En: Endoxa. Número 29,
pp. 15-44. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Madrid. http://e-
spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:Endoxa-2012-29-5010/Documento.pdf
Kant, I. (1987). Sobre un presunto derecho de mentir por filantropía. Trad. Mario
caimi. En: Cuadernos de ética. Universidad de Buenos Aires.
https://www.granjacastro.com/obras-de-kant-en-espaol/
Kant, I. (2008). Metafísica de las Costumbres. Traducción de Adela Cortina. Tecnos.
Madrid.