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Aquí algunos conceptos erróneos que se tienen sobre la postura Cristiana en el tema de la
homosexualidad.
Por definición, para poder ser tolerante a una postura, hay que estar en desacuerdo con ella. La
tolerancia es respetar y entender una postura con la cual no estás de acuerdo. Sin embargo,
muchas veces lo que se quiere es que el Cristiano esté de acuerdo con la homosexualidad, porque
si no lo está es intolerante. Esto no es así. Si no se está de acuerdo con la homosexualidad, se está
en desacuerdo con ella – y esto no necesariamente implica intolerancia.
#2 – “Los Cristianos quieren meter a Dios en mi cama.”
Sencillamente, esto no es cierto.
Ahora bien, una cosa es que hagas lo que piensas que está bien en tu casa y otra es ir al gobierno y
obligar a otros a aceptarlo como correcto y que estén de acuerdo con lo que se hace.
Imagina que estás en la fila de un restaurante de comida rápida. Una cosa es que te guste la
hamburguesa con mayonesa y otra es que llames al gerente del lugar y decirle que todos los que
estén en el establecimiento tienen que gustarle la hamburguesa con mayonesa – y que si no,
tienen que abandonar el establecimiento.
No queremos meter a Dios en la cama de nadie. Queremos poder estar en desacuerdo con la
selección de hamburguesa que hacen y que no nos metan presos.
Por lo tanto, la situación que enfrentan las personas homosexuales no tiene que ver con derechos.
Tiene que ver con los requisitos del estado para otorgar la licencia del matrimonio, entre los cuales
está la definición de matrimonio: que es una unión de un hombre y una mujer.
Decir que estamos abogando para quitarle derechos a alguien es, sencillamente, falso.
#4 – “Los Cristianos violan el mandato de Jesús a no juzgar.”
Siempre ha sido interesantísimo el hecho de que, para los opositores del Cristianismo, la Biblia es
falsa – salvo por un versículo: el que dice “No juzguéis“
Sin embargo, el juicio que Jesús condena es el que se hace hipócritamente. En otras palabras: no
se puede juzgar en contra de algo de lo cual eres culpable. Por lo tanto, Jesús – una de las
personas más intolerantes del pecado que jamás existió – no nos dice que NO juzguemos. Nos dice
que juzguemos con justo juicio (Juan 7:24) y con amor (Colosenses 4:6).
Lo que sucede es que muchas personas se olvidan que el mandato de Jesús es para jugar el
pecado, no a la persona. Muchos piensan que cuando el Cristianismo dice que la homosexualidad
es pecado, se le está juzgando como persona – pero no es así (por lo menos, no debe serlo).
Como se mencionó antes, entendemos por qué las persona homosexuales podrían pensar que
están siendo atacados personalmente. Muchas personas homosexuales entienden que estas
tendencias son las que los definen – que esas tendencias llegan a lo profundo de su ser. Por lo
tanto, cuando alguien cuestiona el comportamiento homosexual, ellos lo pueden tomar como un
ataque dirigido al centro de quiénes ellos son. Es importante entender que, por lo general, esta no
es la intención de la persona que está en desacuerdo con la conducta homosexual, aunque así sea
percibido.
Los Cristianos creemos que los seres humanos somos más que nuestros impulsos sexuales.
Entendemos que la dignidad humana se disminuye cuando nos definimos por nuestros
comportamientos e impulsos sexuales.
Después de todo, los Cristianos también podrían decir que los que argumentan a favor de la
homosexualidad también son intolerantes y discriminantes con los Cristianos por intentar cambiar
una convicción que llega hasta lo más profundo de nuestro ser como Cristianos. Sin embargo, no
decimos que son intolerantes y discriminantes. ¿Por qué? Porque entendemos que esa no es la
intención. Además, es erróneo pensar que es nuestra intención atacar a una persona homosexual
– o, peor, que queremos hacerles daño – sólo porque estamos en desacuerdo con su conducta.
Obviamente, hay personas que se llaman Cristianas e iglesias que hacen que este escrito sea
necesario para corregir lo que sus acciones han hecho (la iglesia de Wesboro viene a la mente). Sin
embargo, en un sentido general, el Cristianismo bíblico – modelado a la estatura de Jesús – valora
a la persona más que sus acciones (Juan 8:2-11). Esto provoca que el amor de Dios, expresado en
Jesús, cambie nuestra naturaleza de pecado y podamos vivir dignos de ser llamados Hijos de Dios.