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1. Evolución reciente del sistema internacional.

a. Características básicas del sistema internacional contemporáneo.


El fin de la Guerra Fría introdujo un hálito de esperanza para el mundo. Sin embargo, el sistema internacional de la
Posguerra Fría ha estado impregnado por el resurgimiento de los fundamentalismos religiosos, grupos terrorista y la
aparición de nuevos actores. Por consiguiente, El sistema internacional contemporáneo se caracteriza por presentar
un conjunto de relaciones de poder inusuales, que aún no encajan adecuadamente en los modelos clásicos de la
estructura de poder de las Relaciones Internacionales. En las condiciones actuales, no es del todo apropiado decir
que el mundo de hoy esté atravesando por una era no-polar, es decir, un sistema internacional que se caracteriza
por contar con numerosos actores estatales y no estatales con un poder significativo que pueden influenciar o
determinar ciertas conducta. En los siguientes párrafos, se presentarán Características básicas del sistema
internacional contemporáneo.

El sistema internacional contemporáneo es heterogéneo, por cuanto cuenta con una pluralidad de actores
internacionales con poder, capacidad de influencia, objetivos diversos e incluso antagónicos ; estadocéntrico, pues a
pesar del influjo creciente de las fuerzas transnacionales, los Estados continúan siendo el principal receptor de
lealtades de los ciudadanos que ven en su presencia la garantía para su seguridad y para la realización de sus
necesidades; interdependiente, puesto que la solución de los problemas mundiales exige cada vez más la
participación de agentes multisectoriales con agendas multidimensionales; globalizado por cuenta de la creciente
integración mundial, la porosidad de las fronteras nacionales por causa del comercio global, el acceso a la
información y a la comunicación directa entre grupos e individuos y la concesión de ciertas prerrogativas propias de
la soberanía estatal a organismos multilaterales de mayor alcance; fragmentado, en razón de los nacionalismos y las
identidades religiosas, étnicas y culturales que reclaman mayor autonomía y respeto para sus particularidades;
jerárquico, en tanto está compuesto por actores que ostentan una posición determinada dentro del sistema y están
en capacidad de negociar sus reglas de juego de acuerdo con sus poderes totales (objetivos y subjetivos); anárquico,
pues carece de un gobierno común o una autoridad central superior a los Estados y demás actores del sistema, y en
el que la coerción continúa siendo un medio irrenunciable de disuasión y regulación entre los mismos; y, finalmente,
en lo que pareciera ser una contradicción con el elemento anterior pero resulta una combinación factible, se puede
decir que el orden político mundial contemporáneo es ordenado por cuanto presenta ciertos factores de
normalización y gobernanza mundial basados en la democracia, la economía de mercado, el derecho internacional, la
diplomacia, la cooperación y el equilibrio de poder.

Otra forma de analizar los rasgos y tendencias en el sistema internacional contemporáneo es a través de la
diferenciación entre la Estructura y Los Procesos en el sistema (HOFFMAN, 1998). El primero propone el análisis a
través relación con la distribución de poder en el sistema; el segundo refiere a los patrones y tipos de interacción
entre los actores del sistema. De acuerdo a la concentración de poder en el sistema, éste es Unipolar para algunos
temas (como seguridad) y Multipolar para otros (economía, comercio, DDHH y Medioambiente, entre otros). Desde
la otra perspectiva, vivimos en un mundo de gran originalidad, complejidad e incertidumbre, donde Todavía es un
mundo donde los estados son importantes, y muchos de los problemas actuales no pueden ser resueltos por ellos en
forma unilateral (problemas ambientales, deseos de los consumidores, aspiraciones laborales, etc.). Así mismo el
mundo se mueve en dos direcciones opuestas: a. Mayor Integración: a través de los mecanismos de mercado y
difusión de la tecnología y de las comunicaciones ; b. Fragmentación: como resultado en parte de la globalización, de
los conflictos étnicos y religiosos, y del deseo creciente por mayor democracia.

En síntesis, es posible sostener que el sistema internacional contemporáneo mantiene un carácter unipolar en
temas de seguridad tradicional, y multipolar especialmente en temas económicos. En segundo lugar, no es posible
evidenciar por el momento una transición hegemónica, no obstante China e incluso India se perfilan como un futuro
competidor de los Estados Unidos. En tercer lugar, las características de las nuevas amenazas al Estado representan
un ámbito crítico de preocupación, ya que los medios tradicionales para combatirlas, no logran su control efectivo.
Se concluye que, si bien el Estado nacional ha dejado de ser el único actor con posibilidades reales de negociar las
reglas de juego y ejercer poder en la configuración del orden político mundial, sí continúa siendo el actor de mayor
relevancia por las capacidades reguladoras y administrativas, que ninguna otra fuerza podrá disputarle con éxito o
igual legitimidad, aunque existan poderes ilegales y no estatales, como el terrorismo internacional, con una
inusitada capacidad de destrucción y desestabilización institucional.

Orozco, S. (2013). Actores, estructura y proceso del orden político internacional contemporáneo. Analecta política,
4(6), 99-120

b. Geopolítica de la globalización: de la bipolaridad al orden actual.

El orden mundial a inicios del siglo xxi: orígenes, caracterización y perspectivas futuras

El esquema internacional que tomó forma en los años noventa, después de que la Guerra Fría llego a su fin, ha sido
modificado en la última década por una serie de acontecimientos que han cimbrado sus cimientos y han alterado su
estructura y su dinámica de funcionamiento. Una de las principales consecuencias del fin de la Guerra Fría ha sido la
desaparición de un mundo estable y predecible hasta el punto de que, para muchos, resulte preferible hablar de des-
orden internacional para describir más fielmente las complejas dinámicas sociopolíticas de un mundo en el que la
competencia ya no se libra, como antes, desde un plano ideológico (comunismo o capitalismo) sino desde múltiples
confrontaciones sociales, culturales, religiosas, identitarias y otras tantas que confirman parcialmente el choque de
civilizaciones propuesto por Samuel Huntington (1996) en 1993. Esto es no son afecta a la coyuntura histórica sino
que asaltan a intelectuales, gobiernos y organismos internacionales cada vez que el orden mundial vigente es
trastocado por eventos como ésos o de plano roto por conflagraciones abiertas a gran escala entre las potencias
dominantes del planeta. En los siguientes párrafos, se presenta: el concepto de orden mundial, el orden geopolítico
desde la Primera Guerra Mundial hasta la pos-Guerra Fría y identifica los rasgos distintivos del orden.

A pesar que el término “orden mundial” ha ocupado un lugar central en la teoría y la práctica de las relaciones
internacionales hasta ahora han sido notablemente escasos los intentos para definirla. Esto se debe en parte a que,
como señaló Makoto Itoh, las definiciones de orden mundial no duran mucho, pues “La historia avanza muy rápido
[de manera que] Una definición [...] se torna obsoleta en sólo unos cuantos meses” (Itoh, 1992: 197). También se
debe a que, como observó Robert Cox, el concepto es transhistórico en virtud de que un determinado orden mundial
está siempre en pie (Cox y Sinclair, 1996). Cada intento de definición es, en efecto, guiado por una perspectiva
teórica y un propósito particular determinados que definen el ángulo desde el cual esta cuestión es entendida en
cada caso, como ocurre con cualquier otro concepto clave en relaciones internacionales. Por ende, cada definición es
formulada de acuerdo con lo que su autor entiende por orden mundial. En esa perspectiva, la definición que se
propone aquí postula que la noción tradicional de orden mundial hace referencia a un arreglo pactado explícita o
tácitamente entre las potencias dominantes, generalmente después de una conflagración mayor, acerca del papel
que cada una de ellas ha de desempeñar y los principios, leyes e instituciones que habrán de gobernar las relaciones
entre todos los actores en la escena global durante un periodo determinado. Los términos de dicho pacto son
definidos de acuerdo con el equilibrio que se haya establecido entre esas potencias al término de la conflagración en
cuestión, en consonancia con el poderío militar, tecnológico y económico que cada una haya alcanzado, equilibrio
que es plasmado luego en una división geopolítica dada de la superficie terrestre del planeta. El pacto original se
traduce luego en un entramado de normas y convenciones que permiten a los distintos actores llevar una
convivencia en lo esencial civilizada y pacífica durante dicho periodo.

Como la historia ha mostrado, es alrededor del fin de las grandes conflagraciones bélicas cuando un nuevo orden
geopolítico es discutido, negociado y finalmente pactado por las potencias vencedoras sobre la base de la cuota de
poder que cada una haya logrado y en línea con sus respectivos intereses económicos y estratégicos. Más
específicamente, son los líderes de esas potencias quienes definen los términos del pacto y los contornos del nuevo
orden. Desde un punto de vista ideológico, el fin de la Guerra Fría marcó el triunfo del capitalismo, la entronización
de la democracia occidental y la derrota del socialismo real. En ausencia de una alternativa viable, la democracia
occidental fue así proclamada como la norma universal de organización y convivencia política, y el mercado como el
mecanismo indisputado de agregación social y el principio supremo de coordinación productiva en países de todas
las latitudes. Un nuevo orden mundial nació como consecuencia, al cual intelectuales y diplomáticos
estadounidenses conservadores se apresuraron a calificar como el “momento unipolar”. A pesar del enorme poderío
militar y económico de Estados Unidos, ese momento resultó ser por demás efímero; lo que en realidad vino a tomar
forma fue un singular arreglo geopolítico en el que si bien la superpotencia vencedora en la Guerra Fría quedó como
el hegemón indisputado, éste pronto tuvo qué compartir la hegemonía y la iniciativa militar con otras potencias. Esta
circunstancia inédita quedó de manifiesto cuando el gobierno de George H. W. Bush decidió emprender la Guerra del
Golfo en el verano de 1990. En general, lo más significativo de ese episodio es que mostró que un orden geopolítico
con todo y el entramado de normas, convenciones e instituciones en el que se sustenta, puede ser desmantelado no
sólo por una conflagración de alcance mundial sino también por movimientos sociales y políticos incubados al
interior de algunos de sus países protagónicos. En el caso del de la Guerra Fría, esos movimientos se gestaron en una
de las dos potencias que definieron su estructura bipolar y en los países que estuvieron dentro de su esfera de
poder. Esto implica que el deterioro de las condiciones de vida y la falta de libertades políticas, que fueron el
fermento de dichos movimientos, constituyeron los factores que en última instancia precipitaron el colapso de ese
orden.

Desde una perspectiva geopolítica, el fin de la Guerra Fría trajo consigo no sólo el término de la confrontación entre
las superpotencias sino también el reordenamiento del mapa mundial que había prevalecido desde 1945, la
proliferación de nuevos Estados-nación y la aparición de nuevos poderes hegemónicos regionales como Alemania (en
Europa) y Turquía (en el Cáucaso y Asia Central). Como consecuencia, el número de Estados (miembros de la onu) se
incrementó de 150 en 1979 a 180 en 1992 y nuevos “súper-Estados regionales” surgieron en Europa y Norteamérica
(Nordenstreng, 1993: 461). La formación de estas entidades regionales bajo las égidas de la Unión Europea (ue) y el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan) fue vista como la respuesta de Occidente ante el vacío de
poder que produjo el fin de la Guerra Fría (Dobbs-Higginson, 1994) y como una estrategia para facilitar la
reestructuración de las economías capitalistas y apoyar los procesos de integración regional en esos continentes
(Itoh, 1992). Se produjo así una situación paradójica al crearse un enorme potencial para una cooperación sin
precedentes, al mismo tiempo que un fermento sin paralelo para la aparición de conflictos renovados entre las
principales potencias (Rochester, 1993). Esto generó una atmósfera de crisis y caos que fue calificada como el
“desorden de la pos-Guerra Fría” (Anderson, 1992; Ravenhill, 1993; Drucker, 1994; Cox et al., 1995). Pero hubo otras
visiones sobre esta nueva era. En general, las características medulares del orden geopolítico de la pos-Guerra Fría
fueron: la ausencia de una potencia o grupo de potencias suficientemente fuertes para amenazar la seguridad
nacional de la única superpotencia que quedó en pie —Estados Unidos—; la reafirmación de la supremacía militar de
esta superpotencia; la tensión entre las fuerzas de integración y de fragmentación (nacionalismo, religión,
desigualdades socioeconómicas) (Gaddis, 1991); y el conflicto entre la imagen de un mundo unipolar promovida por
eua y el movimiento internacional en pro de un mundo multipolar más igualitario.

Finalmente es posible señalar una consecuencia que no era visible a comienzos de los años de la década de 1990: los
hechos que han ido caracterizando a la Posguerra Fría, y puesto en una perspectiva histórico-cronológica, al siglo XXI,
han demostrado que la adjudicada potencia global y la hegemonía unipolar de los Estados Unidos no han bastado
para crear un “nuevo orden internacional”, y por el contrario han abierto una competencia geopolítica en la que han
aparecido una grupo importante de grandes potencias, de sociedades de gran tamaño y de juegos políticos que están
más allá de la comprensión del mundo Occidental. De esta forma es evidente que la economía y la demografía están
entre los factores que potencian el poder de países como China, India e incluso Brasil. Pero de otra parte el Estado
heredero de la URSS, la Rusia postsoviética, está haciendo esfuerzos por recuperar el lugar perdido, presionando
sobre los Estados perdidos en Asia Central y Europa Oriental, y tratando de obligar a los Estados Europeos a
mantener negociaciones y relaciones económicas directas. Pero más allá del enfoque estatal de la política
internacional, uno de los factores más importantes en la política internacional es el papel que juegan factores como
la identidad y la religión, y en esta última la gran capacidad movilizadora del Islam. Igualmente tienen un rol
destacado otras características contemporáneas como el terrorismo, las diversas formas de guerra y el impacto
global de las economías ilícitas contemporáneas. En últimas, el orden internacional y las tendencias geopolíticas del
siglo XXI están camino sobre la diversidad, la imprevisibilidad y la multiplicidad de escenarios, en donde el llamado
“efecto mariposa” puede ser tan real como cualquier conflicto internacional, como lo demostró la guerra
aparentemente sin importancia de Rusia Vs. Georgia de 2008.
Huntington, Samuel P. (1993). “The clash of civilizations?”, Foreign Affairs, vol. 72, núm. 3, pp. 22-28.

Itoh, Makoto (1992). “Japan in a new world order”, en Milliband, Ralph, y Panitch, Leo (eds.), New World Order?
Socialist Register 1992. Londres: The Merlin Press, pp. 197-211

Cox, Robert, y Sinclair, Timothy J. (1996). Approaches to World Order. Cambridge, Inglaterra: Cambridge University
Press.

c. La emergencia de nuevos actores internacionales: empresas, sociedad civil, opinión pública y redes sociales.

Las relaciones internacionales han ampliado sus esquemas teóricos gracias al fenómeno de la globalización, y con
esto han dado paso al estudio de nuevas unidades de análisis, esto es, nuevos actores internacionales y nuevos
sujetos de derecho internacional que intervienen en el sistema internacional. En sus orígenes conceptuales más
remotos, tanto en la teoría de las relaciones internacionales como en el derecho internacional se evidenciaba una
marcada tendencia estatocéntrica. Sin embargo, “en materia internacional la visión centrada en el Estado, esto es, el
modelo interestatal que sigue gozando de mucha popularidad en el estudio de las relaciones internacionales, ha
llegado a convertirse en algo demasiado simplista.” (Skjelsbaek, 1971, p. 435) Bajo esta perspectiva, el estudio de los
actores del sistema internacional es un claro ejemplo de la evolución que deben asimilar las áreas del conocimiento
mencionadas, pues en la actualidad se puede vislumbrar la forma como ha cambiado dicho estatocentrismo,
situación que ha traído como resultado el estudio de nuevos entes internacionales, permitiendo así hablar de actores
internacionales y sujetos del derecho internacional no estatales. En los siguientes párrafos se definirá el actor
internacional y se definirá algunas características de estos .

El actor internacional es aquella unidad del sistema internacional (entidad, grupo, individuo) que goza de habilidad
para movilizar recursos que le permitan alcanzar sus objetivos, que tiene capacidad para ejercer influencia sobre
otros actores del sistema y que goza de cierta autonomía. (Barbé, 2007, p.135) Desde este punto de vista, los actores
que componen el sistema internacional actual y tienen, por tanto, la capacidad de crear, modificar, negociar y
orientar las políticas, las instituciones y las reglas de juego internacionales, son los siguientes: • Los Estados
Nacionales (EN) • Las Organizaciones Interestatales o Intergubernamentales (OIG) • Las Organizaciones No Estatales
o No Gubernamentales (ONG) • Las Empresas Multinacionales (EM) • Los Individuos Influyentes (I)

Estos cinco actores, decisores del poder mundial2 , mantienen una relación de interdependencia y necesariedad mutua,
puesto que el grueso de sus objeti vos, tanto particulares como colectivos, sólo se logran, en un mundo complejo y
globalizado como el nuestro, con base en consensos, acuerdos y métodos de cooperación e integración mutua, pues,
aunque se aproximen en determinados propósitos, también tienen intereses en pugna que requieren de la negociación
como estrategia permanente y necesaria para la preservación del orden y el equilibrio del sistema internacional. Como
se puede observar, el Estado nacional ha dejado de ser el único actor del sistema internacional, ya que los fenómenos
de la globalización, la transnacionalización y la revolución informática (tercera revolución industrial) han favorecido el
ascenso de nuevos actores con capacidad de influir sobre gran parte de los movimientos y flujos políticos, sociales,
económicos, tecnológicos y culturales que sobrepasan las fronteras y configuran el orden mundial. Sin embargo,
reconocer que el Estado ha perdido su papel de actor exclusivo, no equivale a decir que se ha despojado del carácter de
actor preponderante que le otorga su representación clásica como soberano, poseedor legítimo de la fuerza, la justicia,
el tributo y la gestión de los problemas sociales que en gran medida pueden resolverse a través de los recursos, las
capacidades duras y la burocracia que ningún otro actor logra superar3 . Otro de los fundamentos que aúno a mis
consideraciones sobre la centralidad del Estado en las relaciones internacionales, es el hecho de que sólo él tiene la
capacidad total y la competencia legítima para crear orden mundial -propiamente dicho- a partir de la guerra. Los
demás actores influirán con sus agendas, poder e intereses aquellos elementos constitutivos del mismo, mas no lo
crearán por derecho y dominio propio. Las organizaciones interestatales u organizaciones intergubernamentales, por su
parte, son asociaciones e instituciones que representan a los gobiernos nacionales y trabajan por la cooperación
internacional y la búsqueda de consensos en torno a los problemas mundiales que los afectan. Entre ellas están la ONU,
la OMT, el FMI, la OTAN y muchas otras de cobertura regional y universal. Las organizaciones no estatales u
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) son asociaciones de individuos que tienen un carácter privado, mas no
necesariamente lucrativo. Expresan y gestionan las necesidades y reivindicaciones de la llamada “sociedad
internacional”, ponen como epicentro de sus actividades el interés general de la población mundial. Entre los temas
principales de su agenda están el medio ambiente, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y sustentable y la
ayuda humanitaria. Su carácter de actor internacional se debe a su capacidad para movilizar a la opinión pública global
frente a diversas situaciones (a través de los medios de comunicación) y presionar a las autoridades gubernamentales o
privadas encargadas de tomar las decisiones que los afectan. Entre las ONG más importantes están Greenpeace,
Médicos sin fronteras y Amnistía Internacional. El cuarto actor internacional, mas no el menos importante, está formado
por las empresas multinacionales como agentes centrales del sistema económico internacional que operan e influyen en
una pluralidad de países (de ahí su carácter multinacional). El objetivo fundamental de estas empresas es el incremento
de su capital y la ampliación de sus beneficios económicos. Uno de los criterios que advierte su poder e importancia en
el sistema internacional es su participación en el PIB Mundial cuya producción anual supera incluso a la de otros Estados
nacionales. Finalmente, los individuos influyentes son personas que, por su oficio, su historia, su legitimidad social y su
activismo internacional, pueden orientar eventualmente las decisiones políticas internacionales a partir de sus
creencias, valores e ideas. El Sumo Pontífice, un Nobel de Paz e incluso los presidentes de los medios de comunicación
más importantes del mundo, son personajes con poder de interlocución y negociación dentro del orden político mundial
contemporáneo.

Luego de abordar teóricamente la concepción de sistema internacional y actor internacional y enumerar las principales
características y requisitos que debe cumplir una unidad internacional para ser considerada como actor del sistema, vale
la pena recalcar que la globalización ha ejercido una influencia decidida en la consolidación de otras formas de poder
internacional que cada vez cobran mayor vigencia y que crecen de manera acelerada en su nivel de influencia en el
mundo. Así, gracias al fenómeno de la interrelación que se empezará a experimentar en el sistema internacional, será
posible evidenciar entonces que en muchas ocasiones estas nuevas fuerzas están fuera del control de los Estados y
algunas veces también fuera del control de los detentores del poder político. Es así como las leyes del mercado, los
medios de comunicación y la opinión pública se insertarán cada vez más dentro de los intereses políticos
internacionales, pues frente a una evidente incapacidad para dominarlos, no queda más alternativa que entender su
dinámica de funcionamiento y tratar de contrarrestar el poder que irán adquiriendo.

Nuevo orden mundial

El nuevo orden mundial está compuesto por un sistema internacional definido a partir de tres elementos: actores,
estructura y proceso que, en su conjunto, le otorgan particularidades que lo diferencian de los anteriores.

Las organizaciones no estatales u Organizaciones No Gubernamentales (ONG) son asociaciones de individuos que tienen
un carácter privado, mas no necesariamente lucrativo. Expresan y gestionan las necesidades y reivindicaciones de la
llamada “sociedad internacional”, ponen como epicentro de sus actividades el interés general de la población mundial.
Entre los temas principales de su agenda están el medio ambiente, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y
sustentable y la ayuda humanitaria. Su carácter de actor internacional se debe a su capacidad para movilizar a la opinión
pública global frente a diversas situaciones (a través de los medios de comunicación) y presionar a las autoridades
gubernamentales o privadas encargadas de tomar las decisiones que los afectan. Entre las ONG más importantes están
Greenpeace, Médicos sin fronteras y Amnistía Internacional. El cuarto actor internacional, mas no el menos importante,
está formado por las empresas multinacionales como agentes centrales del sistema económico internacional que
operan e influyen en una pluralidad de países (de ahí su carácter multinacional). El objetivo fundamental de estas
empresas es el incremento de su capital y la ampliación de sus beneficios económicos. Uno de los criterios que advierte
su poder e importancia en el sistema internacional es su participación en el PIB Mundial cuya producción anual supera
incluso a la de otros Estados nacionales. Finalmente, los individuos influyentes son personas que, por su oficio, su
historia, su legitimidad social y su activismo internacional, pueden orientar eventualmente las decisiones políticas
internacionales a partir de sus creencias, valores e ideas. El Sumo Pontífice, un Nobel de Paz e incluso los presidentes de
los medios de comunicación más importantes del mundo, son personajes con poder de interlocución y negociación
dentro del orden político mundial contemporáneo. Es menester decir que los Estados nacionales, como actores
principales del sistema, son quienes le confieren al resto un margen de maniobra e intervención en sus propios asuntos
con el fin de atender con más eficacia sus intereses y abonar legitimidad a sus actuaciones con el objeto de enfrentar
sus propios ciudadanos y a los demás actores del orden mundial.

Un actor ilegal Es común recurrir a los autores que abordan científica y filosóficamente el terrorismo, y hallar en ellos
una especie de resignación ineludible frente al intento de concebir o reproducir una definición clara, precisa y unívoca
sobre dicho térmi-

La expresión nuevo orden mundial se ha usado para referirse a un supuesto nuevo período de la historia
caracterizado por cambios dramáticos en las ideologías políticas y en el equilibrio de poderes a nivel global.1 En el
ámbito popular, el término se utiliza como parte de diversas teorías de conspiración, así como en
relatos apocalípticos relacionados con las escrituras bíblicas.
El primer uso de esta expresión aparece en el documento de los Catorce Puntos del Presidente Woodrow
Wilsonhaciendo un llamado después de la Primera Guerra Mundial para la creación de la Liga de Naciones,
antecesora de las Naciones Unidas.2 La frase fue usada con cierta reserva al final de la Segunda Guerra
Mundial cuando se describían los planes para la creación de las Naciones Unidas y los Acuerdos de Bretton
Woods debido a la asociación negativa resultante del fracaso de la Liga de Naciones.

Sistema internacional post Congreso de Viena (1815): correspondería al período entre el Congreso de Viena y el
inicio de la Primera Guerra Mundial. Circunscrito al ámbito europeo en sus inicios, este sistema comienza su
expansión al resto del mundo en forma paralela al desarrollo de los procesos de colonialismo y posteriormente,
imperialismo. Su característica principal, es la primacía del equilibrio de poder como estrategia de relación entre los
estados al centro del sistema.

Sistema internacional de entreguerras: corresponde al período que comienza con el primer antecedente de la
Revolución Rusa (1917-1918), se capitaliza en el término de la primera guerra mundial y el Tratado de Versalles
(1919), y finalizaría con la invasión de Polonia por parte de la Alemania Nazi (1939) y la declaración de guerra
contra el Eje por parte de EEUU (1941), luego del ataque a Pearl Harbour. Se podría caracterizar este período a
grandes rasgos, como una fase de transición entre la concentración de poder político en Europa (desde el fin de la
Pax Britannica) y el aislacionismo estadounidense, a una creciente internacionalización de la política mundial
(descolonización) y surgimiento de la superpotencia Estados Unidos, con poder nuclear y rol mundial.

Sistema internacional de Guerra Fría: período comprendido entre los años 1947 y 1990. Existen diversas versiones
respecto de la temporización de este período, subdividiéndolo en tres o más fases. Sin embargo, y para efectos del
presente artículo, se considerará este período. Su característica esencial es la confrontación bipolar entre dos
superpotencias al centro del sistema, aunque sus características principales serán enunciadas con mayor detalle a
continuación.

Sistema internacional post Guerra Fría: este período se puede delimitar en su inicio (1990) pero no aún en su
término. También existen diferencias al referirse a esta etapa del sistema, puesto que se considera como un breve
período de transición de pocos años post 1990, o también se considera que se mantiene hasta la actualidad.

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