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Mitos y Leyendas

LA MUJER DE LA CAVERNA DE LLAKUY


En la provincia de Huamalíes hay una caverna llamada Llakuy que está situada en la peña de Wirga, frente
a la ciudad de Llata.
En tiempos antiguos Llakuy era muy temida y nadie se atrevía a entrar; de noche era peor, nadie podía
transitar por sus inmediaciones.
Un buen día ocurrió que un tal Pío Pardavé, luego de haber bebido en abundancia, envalentonado, decidió
ingresar a Llakuy.
Con mucho esfuerzo escaló la peña de Wirga y cuando llegó a la caverna se desató una terrible tormenta
con truenos y relámpagos. A medida que pasaban las horas la tempestad aumentaba, hasta que finalmente
anocheció. No teniendo otra alternativa don Pío decidió pasar la noche en Llakuy.
A eso de la medianoche en sus sueños se le apareció una mujer y tomándole por los hombros le dijo: «Te
felicito por tu valor y estoy muy agradecida por tu visita. Hace mucho tiempo, desde la época de mis abuelos,
nadie me había despertado. Estoy muy contenta y estás en tu casa».
Don Pío Pardavé al despertarse se encontró con la misma mujer de su sueño en carne y hueso. Luego de
conversar largamente le prometió ser su compañera con la única condición de que no avisara a nadie de su
existencia, en caso contrario recibiría el más terrible de los castigos. Cuando amaneció le proporcionó dos
puñados de tierra para que lo asegurara en sus bolsillos y no fuera descubierto hasta cuando llegara a Llata.
Don Pío, con todas estas recomendaciones, se dirigió a Llata. Al llegar al pueblo decidió arrojar la tierra que
inútilmente había cargado desde Llakuy, pero al voltear sus bolsillos, con cuánto asombro observó que la
tierra se había convertido en libras esterlinas.
Desde aquella vez, siempre que necesitaba dinero, don Pío iba a Llakuy y retornaba con los bolsillos llenos
de oro, luego disfrutaba con sus amigos.
Los llatinos comenzaron a extrañarse. Unos decían, ¿cómo es que don Pío sin tener rentas ni menos sin
trabajar derrochaba el dinero a manos llenas?
Un buen día para averiguar de dónde provenía su fortuna le hicieron beber en abundancia, luego le
preguntaron:
-¿De dónde sacas tanto oro Pío?
El hombrecito se negó a responder una y otra vez, pero después de tantas exigencias comenzó a hablar
así:
-Yo saco el oro de la caverna de Llakuy. Allí vive mi mujer. Ella es muy bonita. A cambio del oro yo le llevo
aguardiente y cigarros.
Luego calló y se quedó dormido sobre la mesa.
Al día siguiente, apenas amaneció, don Pío se fue a Llakuy a pedirle disculpas. Apenas llegó, la mujer se
enojó, y con los ojos fosforescentes y llenos de ira condenó a don Pío Pardavé, diciéndole:
-A partir de hoy irás a cuidar mis venados a la cordillera de Wámash y sólo conseguirás tu libertad el año en
que ningún venado muera, ya sea de vejez o en manos de los cazadores.
Diciendo esto, lo arrojó con una inmensa honda de oro, y el hombrecito salió silbando con dirección a
Wámash.
Se dice que hasta hoy don Pío sigue cuidando los venados y no puede conseguir su libertad, porque al hacer
el conteo a cada fin de año siempre los animales faltan.
Hay mucha gente que afirma haberlo visto cubierto con pieles de venado, corriendo como el viento de cerro
en cerro, suplicando a los cazadores que no maten a sus venados para conseguir su libertad, luego
desaparece.

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