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Del hombre libre a la persona auténtica

Hay tres formas de malestar en la cultura de la modernidad occidental desde las cuales Taylor
tematiza la ética de la autenticidad. El individualismo, el desencantamiento del mundo y la
tecnología. La razón instrumental se encuentra, por otra parte, en el soporte de dicho
malestar, al ser concebida y practicada de tal manera que imposibilita el uso de la razón en la
construcción de una sociedad donde las personas se expresen y se sienten como seres
dialógicos, como integrantes de un Estado garante del desarrollo de las diferencias políticas,
religiosas y culturales, y donde se fortalezcan espacios formativos articuladores de
sentimientos, pensamientos, pasiones y decisiones en los cuales la libertad sea su principal
constituyente. Esta forma de razón transversaliza dimensiones personales y colectivas.

Dentro de la exposición realizada porTaylor de una ética con horizonte católico, en situación
de minoría, en de un país desarrollado de América, Canadá, la vinculación teórica con
Aristóteles es quizá la más notoria, aunque no la más explícita. La discusión que
indirectamente entabla desde las posibilidades de actualidad de la temática del término medio
es indudable. Se afana en diferenciarse de las propuestas marxistas y capitalistas. Las primeras
enaltecen el control social sobre el individuo de manera que le despojan de su capacidad de
decidir, las segundas fortalecen los intereses, gustos, pensamientos y sentimientos
individuales al punto de desvincularlo de su relación con los otros. Ambas, por tanto,
imposibilitan la vida política como marco de la acción, del pensamiento y de los sentimientos
de la persona. Sin embargo, no basta buscar la relación auténtica con uno mismo al estilo de la
psicología de autoayuda de acento norteamericano, pues ellas apuntan al fin principal de la
existencia personal en la indiferencia hacia la vida de lo auténticamente bueno de la misma
persona, del reconocimiento recíproco en el otro y a la promoción del caos en las búsquedas
de las mejoras de la vida en sociedad.

Existen pensamientos, opiniones, intereses y posturas aceptables tanto en el lado del


individualismo como en el del socialismo. Ninguno de ellos es opción definitiva en la
realización personal dentro de la construcción de la sociedad contemporánea. Buscar
alternativas en las cuales ambas realidades humanas, expresadas confusamente en tales
sistemas sociopolíticos, alcancen mayor racionalidad y mantengan su vigencia es tarea
inherente a la ética de la autenticidad. No existe, por ende, una respuesta definitiva y es muy
peligroso proponérsela como búsqueda. Las respuestas, o quizá las preguntas, van surgiendo
de los contextos históricos, locales, sociales y personales. Tales planteamientos han de
someterse a la crítica racional y a la vigilancia social constante en atención a evitar el
atomismo, el encapsulamiento doctrinario, el hermetismo gruplal y la rigidez identitaria.

Entre los principales soportes teóricos de la Ética de la autenticidad, además del aristotélico,
sobresale Max Weber. Taylor trabaja directamente las metáforas de la “jaula de hierro” como
recurso de exposición al entramado desubjetivante que hace la razón instrumental de la
persona ante el avasallante e indetenible empuje de la tecnología en la sociedad moderna,
mostrado principalmente en el embrujamiento a que se ve sometida por las nuevas realidades
aplastantes de la aldea global. Otra metáfora weberiana es el “desencantamiento del mundo”
a fin de vislumbrar aptitudes, pensamientos y actitudes mezcladas en las relaciones
comunicacionales surgidas con la separación del componente de seguridad, estabilidad e
identidad que otorgaba a la acción, al pensamiento y a la intención dentro de la estructura
social consolidada durante la Edad Media.

La consecuencia del desencantamiento del mundo no ha sido una mayor realización de la


persona en la sociedad tecnológica, antes bien, han proliferado doctrinas que pretenden
sustituir la libertad otorgada por el encantamiento del mundo moderno que imposiblita un
encuentro intrapersonal creador de relaciones interculturales que den cuenta de los nuevos
desafíos significados en la mundialización de la información y de la comunicación.

Otros soportes teóricos en la ética de la autenticidad, además de Aristóteles y Weber, están en


San Agustín, Nietzsche, Focucualt. Los dos últimos son estudiados a fin de descubrir el peligro
subyacente en las interpretaciones de sus teorías con tendencia despersonalizante y antisocial.
La apelación al uso de la fuerza como principal arma individual y colectiva para solucionar los
conflictos es el principal argumento discutido en la referencia nietzscheana. La tendencia a
descartar lo constructivo de las leyes es la acusación recaída en las lecturas foucaulteanas.

Las posturas de giro individualista o subjetivista caracterizadoras de la investigación ética,


filosófica, psicológica y sociológica del siglo XX ,no se comprenden desconociendo la diferencia
entre el discurso sobre lo moderno y lo postmoderno que tipifica el cambio de una sociedad
basada en la jerarquización y estratificación a una apoyada en la libertad personal, la
creatividad y la igualdad; de una persona referida a un ser absoluto que le otorga libertad y
seguridad en sus decisiones a un sujeto amenazado de su propia contingencia cuando trata
asuntos que no son de su campo de manera exclusiva. Esta modificación se puede observar
también en el arte, donde el artista pasa de ser un imitador de modelos a un creador
independiente. De forma análoga en la música y en la poesía.

El giro particular cristiano, propuesto por Taylor en la articulación del aristotelismo con la
doctrina católica y con el pensamiento griego, estaría en la necesidad de salir de los límites de
un narcisismo ético y cognoscitvo sin perder por ello el valor de lo individual en la construcción
de sí y de la sociedad. La sana vinculación con el propio ser difiere de la adjudicada a la
naturaleza, al deber, a la necesidad o a la historia. Aunque ésas son opciones válidas en la
caracterización de una vida ética, no son las asumidas por Taylor. Su indicación va hacia el
encuentro con el Ser Supremo en cuanto referente que posibilita encontrarse al individuo con
lo más valioso que tiene, y que diversas realidades como pueden llegar a ser la educación, el
Estado, el deber o la tradición, pueden llegar a imposibilitárselo. Este viraje lo califica como el
encantamiento necesario del actual mudo que convoca al ser personal y social a la búsqueda
constante en medio de las desesperanzas y frustraciones surgidas desde las posturas
criticadas.

La ganancia en autonomía que realiza una persona del cambio de visión teocéntrica a la
antropocéntrica es una situación que requiere estudio, en cuanto el aporte a la construcción
de su sociedad, de manera constante y responsable, a través de la crítica de pensadores cuya
actualidad es indiscutible, cuando se mira del impacto que tienen entre los jóvenes y se
convierte también, una tarea abarcada por la interdisciplinariedad ética, política y religiosa. El
cambio basado en adaptación complaciente a la moda del momento es un asunto que merece
reflexión, ya que detrás del llamado a vivir el presente se esconden intencionalidades con fines
muy distintos a los del impacto de los avisos publicitarios.

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