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TEMA 14 LA INDUSTRIA EN ESPAÑA

1. EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN EN ESPAÑA Y SUS HITOS MÁS RECIENTES


1.1. Una industrialización tardía y fragmentada
1.2. El desarrollo industrial (1959-75)
1.3. La crisis y el nuevo modelo industrial
1.4. La política industrial ante la crisis
1.5 Características y perspectivas de la industria en España
2. FACTORES DE LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL
(Materias primas y fuentes de energía)
3. PRINCIPALES SECTORES INDUSTRIALES EN LA ACTUALIDAD
a. Sectores tradicionales estancados
b. Sectores tradicionales dinámicos
c. Sectores de vanguardia y nuevas tecnologías
4. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA INDUSTRIA EN ESPAÑA

1. EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN EN ESPAÑA Y SUS HITOS MÁS RECIENTES


La actividad industrial alcanzó su apogeo en España entre 1970 y 1975 con una participación
en el PIB y con una proporción de población activa cercana al 40%. Desde entonces, este
porcentaje se ha ido reduciendo, aportando hoy el 14% de la población activa y en torno al
12% del PIB. Esta pérdida de la importancia relativa de la industria se debe a la creciente
terciarización de la economía. Sin embargo, su valor estratégico es mayor, ya que buena parte
del sector terciario depende del sector secundario: la investigación (I+D), el diseño de
productos, la publicidad, el servicio postventa, etc. Por otro lado, en los últimos años, la
producción crecía debido a la mejora de la productividad por empleado, sobre todo por los
avances tecnológicas (mecanización, automatización…) y por una mejor organización del
trabajo en las empresas.
La realidad española se encuentra vinculada con el proceso de industrialización que transformó
una sociedad que hasta entonces había sido fundamentalmente agraria. Podemos distinguir las
siguientes fases en este proceso:

1.1 UNA INDUSTRIALIZACIÓN TARDÍA Y FRAGMENTADA


España se incorporó tarde al desarrollo industrial. Las causas de este retraso son diversas:
escasez de materias primas y fuentes de energía (algodón, carbón), deficiencias en las
comunicaciones, atraso tecnológico, insuficiencia de capital para la creación de empresas, falta
de mentalidad empresarial, escasez de demanda... A ello se añaden las circunstancias
coyunturales por las que pasa en el siglo XIX (guerra de Independencia, pérdida de las
colonias americanas, …), y una política industrial inadecuada (proteccionismo 1).

Estos factores determinaron que la industrialización en España se retrasara hasta las


últimas décadas del siglo XIX y que este tímido desarrollo se limitase a focos muy localizados
y dispersos, favorecidos por la localización de las materias primas y la proximidad de los
principales puertos: la industria textil catalana y la siderurgia vasca y, en menor medida,
Madrid, Asturias, Andalucía, Valencia. El resto del país mantiene producciones tradicionales
ligadas a la industria agroalimentaria (harinas, vinos, aceites…).
Este proceso de industrialización inicial continúa de forma intermitente -con períodos de
impulso (primera guerra mundial y “años veinte”), seguidos de estancamientos (crisis del 29,
guerra civil y autarquía de la posguerra)- y se prolonga hasta los años cincuenta del siglo XX.

1A partir de 1890 se impuso el proteccionismo, que favoreció a la industria al protegerla de la competencia extranjera,
pero desincentivó su modernización técnica.

1.2. EL DESARROLLO INDUSTRIAL (1959-1975)


La principal etapa se produce entre el Plan de Estabilización de 1959 y la crisis económica
de mediados de los setenta. Este proceso es el resultado de una conjunción de causas
externas e internas:

- Se trata de una coyuntura internacional de fuerte crecimiento económico, lo que produjo un


excedente de capital dispuesto a invertirse en países susceptibles de expansión económica,
como era el caso de España, que se presentaba como un gran mercado potencial, con una
mano de obra abundante y barata y una conflictividad laboral reducida.
- Los aportes internos de capitales españoles, procedentes del turismo y de las remesas de
los emigrantes.
- Los cambios en la política económica española (Plan de Estabilización y Planes de
Desarrollo), que abren la economía al exterior y hacen de la industria una prioridad. El Instituto
Nacional de Industria (INI) ejerció una importante función al hacerse cargo de los sectores de
cabecera y de los menos rentables (minería, energía, construcción naval, transporte).
De esta forma, se transformaron las estructuras productivas tradicionales y el dominio
ejercido por la fabricación de bienes de consumo (textil, alimentación, madera...) es sustituido
por la fabricación de productos semielaborados, bienes de equipo y artículos de consumo
duraderos (automóviles, electrodomésticos…), de mayor valor añadido y muy vinculados a
firmas multinacionales.
Sin embargo, persisten una serie de limitaciones como el peso de los sectores "maduros"
(siderurgia, construcción, naval, textil...), la dependencia energética (petróleo) y tecnológica del
exterior (importación de un 50% de los bienes de equipo utilizados) y del sistema financiero.
Asimismo destaca el desarrollo espacial desigual propiciado por la concentración de la
actividad industrial en los tradicionales focos catalán, vasco y madrileño. En el resto del país
tuvo lugar un proceso de polarización en núcleos secundarios preexistentes (Valencia,
Asturias, Santander, Sevilla) y en ciudades declaradas Polos de Desarrollo (Zaragoza,
Valladolid, Sevilla, Vigo, La Coruña,…), impulsados por el Estado para corregir los
desequilibrios territoriales.

1.3. LA “CRISIS” Y EL NUEVO MODELO INDUSTRIAL


A partir de 1975 se quiebra el proceso de crecimiento acelerado y se inicia un período de
rápidos cambios que transformaron el sector industrial en profundidad. Esta crisis provocó
cierre de empresas, aumento del desempleo (en una década se perdió casi un millón de
trabajos en la industria) y descenso de la aportación de la actividad industrial al PIB. No
obstante, la productividad creció un 4% al año, evidenciando la nueva realidad en la industria:
la progresiva sustitución de trabajo por tecnología.
Las causas de esta crisis hay que buscarlas en la coyuntura económica internacional (crisis
del petróleo de 1973, aumento de la competencia de Nuevos Países Industriales -NPI- y
agotamiento del modelo fordista e inicio de la etapa postindustrial2), en nuestro modelo
industrial (predominio de sectores maduros y dependencia energética y tecnológica del
exterior) y en las circunstancias de la transición política (período de incertidumbre que
redujo la inversión empresarial y retrasó la adopción de políticas de ajuste necesarias).
Esta crisis afectó especialmente a los sectores tradicionales (textil, madera y mueble,
siderurgia, metalurgia, construcción naval...). Pero la consecuencia más significativa fue la
detención de la concentración industrial que se dio durante el desarrollismo. Se produce un
trasvase de la producción industrial desde los focos industriales tradicionales hacia espacios
periféricos. Así, se produjo un debilitamiento del eje cantábrico y de los focos tradicionales
de Madrid y Barcelona y un reforzamiento de los ejes del Ebro y Mediterráneo. En cualquier
caso, los contrastes regionales heredados continúan en gran medida vigentes: el reparto
de la inversión en nuevas industrias, especialmente en aquellas de tecnología más avanzada,
continúan produciéndose en las áreas catalana, vasca y madrileña, incorporándose
decididamente los dos ejes ya mencionados.
2 El nuevo modelo postindustrial, asentado en las innovaciones tecnológicas, está ligado a la Globalización, a la crisis del Estado del bienestar, a la desregulación de las relaciones laborales, etc.

1.4. LA POLÍTICA INDUSTRIAL ANTE LA CRISIS


España adoptó tardíamente políticas de reestructuración industrial que se articularon en
torno a la reconversión industrial y la reindustrialización:
a. Reconversión industrial (iniciada a partir de 1983)
- Se centró en los “sectores maduros” para lograr su viabilidad y competitividad.
- Las actuaciones consistieron en renovar la tecnología, sanear financieramente las empresas,
mejorar los sistemas de organización y gestión y reducir las plantillas, lo que originó un alto
grado de conflictividad laboral y social, cierre de empresas y desaparición de muchos puestos
de trabajo.
Tras la primera reconversión industrial (1984-1989), la integración en la CEE agravó la
situación de muchas empresas que no podían competir con las europeas. Esto obligó a
replantear una segunda reconversión industrial en 1991, cuando aún no había concluido la
primera en muchos sectores.
b. La reindustrialización. La consecuencia inmediata de esa reconversión fue una
«desindustrialización» que afectó en gran medida a la cornisa cantábrica. Ésta junto a otras
zonas determinadas se convirtieron en áreas industriales en declive, con graves problemas
económicos, sociales y ambientales (paisajes contaminantes).
- Se trató de recomponer el tejido industrial de las zonas más afectadas creando en ellas
nuevas actividades económicas e industrias con futuro.
- La actuación fue la creación de las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR) que en
1985 se transformaron en las ZID (Zonas Industrializadas en Declive): su objetivo era
promover con ayudas y subvenciones públicas las inversiones necesarias para reactivar el
tejido industrial (diversificando la estructura productiva de la zona) y crear puestos de trabajo
alternativos (absorbiendo a los parados) en aquellas ciudades o comarcas más gravemente
afectadas.
- Las áreas fueron siete: Asturias, Bilbao (la zona del Nervión), los cinturones industriales de
Madrid y Barcelona, El Ferrol, Vigo y la Bahía de Cádiz. Se generó un agravamiento de los
desequilibrios ya que concentraron la inversión (Madrid y Barcelona se llevaron la mayoría de
los proyectos).

1.5. CARACTERÍSTICAS Y PERSPECTIVAS DE LA INDUSTRIA EN ESPAÑA


Las principales características de la industria se pueden resumir en las siguientes:
a) Importante presencia de los sectores tradicionales que no requieren mano de obra
cualificada y que no pueden competir con los productos de países con costes más reducidos.
b) Los procesos de deslocalización industrial. Los sectores con abundante mano de obra
no cualificada buscan unos costes laborales más reducidos en otros países, además de
legislaciones más permisivas.
c) Dimensión inadecuada de las empresas. La mayoría de las empresas españolas (99,3%)
son pequeñas (menos de 50 trabajadores) o medianas (de 51 a 500), generando el 94,1% del
empleo. Aunque pueden reaccionar con mayor agilidad y flexibilidad ante los cambios, sus
productos son más caros y menos competitivos.
d) Escasa investigación. La inversión en I+D es muy reducida. Actualmente, la inversión es
menor del 1% del PIB, muy por debajo de otros países comunitarios. Son los sectores más
dinámicos y con estructura de grandes empresas los que concentran esta inversión:
electrónica, informática, farmacia, química; Madrid, Barcelona, País Vasco y Navarra
concentran más del 50% del gasto en I+D.
e) Tecnología atrasada y dependiente. Hay una excesiva dependencia de patentes
extranjeras.
La crisis de 2008 ha supuesto un duro golpe para el sector: al desplomarse el consumo (gran
parte de él provenía del sector de la construcción), se ha reducido considerablemente la
producción (un 33% más baja) y el empleo en la industria. Al mismo tiempo, se está
produciendo una mayor concentración de la propiedad y del volumen de negocios, cada vez
más en manos de empresas de capital extranjero

2. FACTORES DE LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL


Además de los aspectos tratados tenemos que tener en cuenta otros factores que condicionan
la actividad industrial en nuestro país: materias primas y fuentes de energía.
- España posee minerales metálicos como el cobre, hierro, mercurio (del cual somos
exportadores, abunda en Almadén), níquel, cinc y plomo3. También son abundantes los
minerales no metálicos como el cuarzo y productos de cantera (arcilla, basalto, granito y
mármol) destinados a la construcción, todos ellos cubren las necesidades nacionales e incluso
se exportan excedentes.
- Por contra somos deficitarios en fuentes de energía no renovables. La producción nacional
de carbón es cara y deficitaria, por lo que es necesario importarlo de otros países (EE.UU.,
Sudáfrica, etc.). Las principales cuencas son la asturiana-leonesa-palentina y la de Teruel.
Nuestra producción de petróleo es completamente deficitaria. Concentrada en los yacimientos
de Tarragona y Burgos, constituye sólo el 1,1% de la demanda, lo que obliga a importar del
extranjero (Oriente Medio, Nigeria, México, Venezuela…), aunque contamos con nueve
importantes refinerías. El gas natural es aún más escaso, lo importamos de Libia y Argelia, y
nuestros yacimientos más importantes son Serrablo (Pirineo Aragonés) y los del Valle del
Guadalquivir.
La electricidad es la energía más demandada. En 2010 el 51% fue producida en centrales
térmicas, un 29% por energías renovables y un 20% por centrales nucleares. Las energías
renovables hoy suponen el 10% del consumo total de energía nacional, siendo la solar la más
destacada.
3 Aunque la producción de plomo es destacada, consumimos más de lo que producimos, por lo que parte de este mineral se importa.
3. PRINCIPALES SECTORES INDUSTRIALES EN LA ACTUALIDAD
- Las actividades industriales se agrupan en torno a sectores definidos por la naturaleza de las
materias primas utilizadas (industria pesada, semiligera y ligera) o determinados por el destino
final de los bienes producidos (de base, de bienes de equipo y de uso y consumo).
- Asimismo, pueden establecerse sectores considerando el grado de desarrollo de la
industria, distinguiendo entre:

3.1. LOS SECTORES INDUSTRIALES TRADICIONALES ESTANCADOS (MADUROS)


- Este grupo lo integran la industria básica tradicional (siderurgia, metalurgia, construcción
naval) así como la industria de consumo semiduradero (textil, calzado, electrodomésticos de
línea blanca…).
- Son actividades altamente consumidoras de energía y fuertemente intensivas en mano de
obra que se han visto afectadas notablemente por la reconversión industrial, sufriendo una
pérdida continúa de empleo. Hoy acusan los problemas derivados de la disminución de su
competitividad frente productos más baratos procedentes de los países emergentes, y por las
exigencias de la Unión Europea, que impone una liberalización competitiva y una reducción
progresiva de la producción y de las ayudas estatales.

3.2 LOS SECTORES INDUSTRIALES TRADICIONALES DINÁMICOS


Estos sectores comprenden ramas industriales —química (pinturas, farmacéutica, plásticos,
fibras sintéticas, etc.), agroalimentaria y automóvil— con buenas expectativas de futuro, que
descansan en una demanda asegurada y en la existencia de una productividad crecientes y de
unas estructuras empresariales saneadas. Se caracterizan, además, por una fuerte presencia
de capital extranjero.

3.3 LOS SECTORES INDUSTRIALES DE VANGUARDIA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS.


Son las ramas industriales que cuentan con una elevada intensidad tecnológica: integra
las distintas ramas de la electrónica (informática, telecomunicaciones, robótica, biotecnología),
instrumentos ópticos y de precisión, material eléctrico, ….

En España, estos sectores se han implantado con retraso y tienen menor desarrollo que
en otros países europeos debido a: la dependencia del exterior en investigación y en
tecnología, la exigua inversión en I+D, al predominio de PYMES de competitividad escasa y a
la falta de adaptación de la mano de obra y del sistema educativo a las demandas
empresariales.
Ocupan los modernos Parques Tecnológicos o Científicos que requieren mano de obra muy
cualificada y ejercen una labor de difusión e innovación en los restantes sectores industriales.
Se concentran en el entorno de las grandes ciudades y ejes industriales más dinámicos
(Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia y Andalucía) reforzando los desequilibrios espaciales.

4. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA


a. La industria española ha tenido una tendencia muy acusada a la concentración en unas
áreas determinadas. Este fenómeno de la polarización industrial se debió a la influencia que
ejercieron en un principio la disponibilidad de materias primas y fuentes de energía,
consolidándose un modelo con una clara concentración en el País Vasco, Cataluña y
Madrid que, a medida que iban aumentando en tamaño e importancia, atraían nuevas
empresas y fábricas que se beneficiaban de la proximidad a otras industrias conexas, de la
concentración de la demanda, de la dotación de servicios e infraestructuras, etc. Este modelo
alcanzó su plenitud de 1965 a 1975, época en la que las medidas de los planes de desarrollo
acentuaron la polarización industrial.
b. Esta situación comenzó a variar en los años 1980 cuando la necesidad de búsqueda de
nuevos emplazamientos derivada de la crisis conllevó el inicio de la descongestión industrial.
A ello contribuiría la mejora generalizada de los sistemas de transporte y comunicaciones y el
conjunto de medidas de atracción puestas en práctica de los gobiernos regionales.
c. Actualmente nos encontramos con una nueva jerarquía de espacios productivos y un
cambio en la división territorial del trabajo distinguiéndose:
- Áreas centrales (Madrid y Barcelona): se reservan las sedes sociales con capacidad de
decisión, gestión, control e innovación; y las unidades de producción estratégicas y tecnología
más avanzada.
- Áreas semiperiféricas (Vizcaya, Zaragoza y Valencia): se destinan a fabricaciones que sólo
requieren decisiones rutinarias y producciones estandarizadas con cierto grado de elaboración.
- Áreas periféricas: se llevan la producción de artículos simples, más necesitada de mano de
obra y menos cualificada.
d. Asimismo, se tiende a la concentración de la producción industrial en espacios
suprarregionales o ejes de desarrollo, así podemos distinguir tres tipos de espacios
industriales en España: ejes de expansión, áreas en declive y áreas de bajo desarrollo.
Ejes de expansión: destacan tres ejes que concentran el mayor dinamismo industrial:

- El arco mediterráneo: que presenta zonas densamente pobladas, con un sistema de


ciudades ordenado y una estructura económica que complementa bien a la industria. Ésta se
halla muy diversificada y presenta una distribución espacial desigual. El eje fundamental es
Barcelona y su área metropolitana; también destaca el área metropolitana de Valencia.
- El valle del Ebro: Navarra, La Rioja y Aragón. Aprovecha los beneficios geográficos de su
situación entre el País Vasco y Cataluña, y la accesibilidad a la Meseta. Se caracteriza por un
sistema espacial fuertemente desequilibrado (en Navarra destaca el área noroeste, en Aragón
está polarizado en Zaragoza).
- Madrid: después de Cataluña, es la segunda comunidad por su contribución industrial en
España. Además introduce el desarrollo industrial en las comunidades vecinas a lo largo de los
principales ejes de comunicación (eje del Henares hacia el noreste). Por otro lado, el flujo de
intercambios con el resto del territorio es muy intenso, tendiendo a especializarse en sectores
estratégicos, de alta tecnología y como centro de decisión nacional.

Áreas en declive: se trata del área cántabro-atlántica debido a la crisis de los sectores
siderúrgico, metalúrgico, minero y transformados metálicos (País Vasco, Cantabria y Asturias)
y de la construcción naval, confección, madera y derivados de la pesca (Galicia). El proceso de
reindustrialización está siendo difícil por el alto grado de especialización en actividades
obsoletas. Esta situación ha influido en áreas del interior, tributarias de algunos de los sectores
antes mencionados (Puertollano, en Ciudad Real, la bahía de Cádiz, etc.).

Áreas de bajo desarrollo: las dos Castillas, Andalucía, Extremadura y los archipiélagos balear
y canario. En las primeras, por la notable dependencia del sector primario. Si bien, existen
polos importantes en alguna de ellas: Valladolid-Palencia, Burgos-Miranda del Ebro,
Guadalajara, La Sagra, Puertollano y zona oriental de Albacete; así como los núcleos
andaluces de Sevilla, Huelva, Cádiz y Málaga; polos cuyo desarrollo está ligado a alguno de los
ejes industriales más importantes (País Vasco, Madrid o Arco Mediterráneo).En las dos últimas,
la importancia del turismo impide el desarrollo industria

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