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La inusual acción ocasiona molestias en los compradores quienes, de manos atadas por
no contar con dinero en efectivo por la crisis del sencillo en la calle, terminan pagando
en el establecimiento desde un 10% hasta un 25% adicional mediante tarjeta de débito,
situación que descapitaliza el bolsillo de las personas en medio de la grave escasez de
alimentos y medicinas.
En estos momentos, cuando hasta el mínimo bolívar cuenta para el bolsillo de la mayoría
de los venezolanos, la imposición de un cobro adicional al cancelar un producto o servicio
con tarjetas de créditos mantiene estresada a la población.
Sin que esto no fuera suficiente para golpear a las personas, comerciantes aplican
aceptar los cobros con tarjeta de débito a partir de montos mínimos que ellos establecen
de manera unilateral, sin derecho a protesta.
A pesar que esta práctica es ilegal porque hasta ahora ningún decreto o resolución ha
sido emitido y ordenado por algún ente gubernamental para la economía venezolana, el
cobro de ese porcentaje, que se adiciona al total de la compra, se continúa obligando a
los consumidores con impunidad.
Sobre este hecho que viene ocurriendo en el país desde hace varios meses sin que sepa
oficialmente sobre detenidos, se violan flagrantemente las regulaciones y normas que
rigen la materia, como la Ley de Tarjetas de Crédito propagadas y demás
financiamientos de pagos electrónicos. También se está transgrediendo las normas de
la Sudeban respecto a que prohíben la discriminación, cuando la persona va a apagar en
tarjeta, tal como está sucediendo.
Aquí se está en la clara presencia de una alteración del precio verdadero del producto y
de los presuntos delitos de enriquecimiento sin causa y pago de lo indebido,
contemplados ambos en el Código Civil venezolano y Código de Procedimiento Civil, pero
además, se viola la Ley de Precios Justos, que de aplicarse esta serie de normativas, los
responsables implicados serían sancionados inmediatamente por la autoridad
competente y se crearía un precedente de Estado.
Ahora resulta que, si una persona sumó que seis productos le darían un total de 300 mil
bolívares en una sola compra, por citar una cantidad exacta, estaría forzada a pagar 330
mil bolívares, treinta mil bolívares más, porque en el establecimiento le exigieron pagar
el precio determinado de cada producto, pero además, el ilegal 10% de porcentaje por
el uso de la tarjeta de débito, esto cuando es el 10, pero otros cobra otras cantidades
elevadas.
Otro acto atentatorio contra la economía de cada ciudadano se pone en evidencia por el
hecho de la no entrega del papel emitido por el punto de venta, que certifica el monto
correspondiente al consumo realizado, y aunque se refleja en la pantalla digitalmente,
varios comerciantes no se lo muestran a los clientes, y son estos quienes quedan con la
duda y deben recurrir a sus estados de cuentas bancarias para cerciorarse si fueron o
no estafados.
A un cliente de cualquier barriada del estado Lara se le hace difícil entrar en discusión
con un comerciante y negarse a pagar una cantidad superior a la estipulada, en reclamo
de su derecho a pagar lo justo y a que no se le haga ningún recargo por este concepto,
en virtud que en Venezuela las personas no están afianzadas en la cultura de demandar
sus garantías establecidas jurídicamente, en pretensión de sus intereses particulares,
por desconocimiento de las leyes que los amparan o por el temor a recibir violencia por
vía de hecho.
Está contemplado en el artículo 1.178 del Código Civil venezolano. Determina: “Todo
pago supone una deuda: lo que ha sido pagado sin deberse está sujeto a repetición (Es
decir, es la obligación a regresar el dinero cuando no existe deuda)”.
En el caso de los excesivos cobros ilegales en los puntos de venta, el comerciante está
en la obligación de reembolsar un dinero que no le corresponde, porque no se le adeuda.
Quiere decir, en la interpretación de esta norma, que el comerciante está obrando con
mala intención al cliente, consciente de causarle un daño pecuniario, y por lo tanto la
ley lo constriñe al pago no solamente del capital sino de intereses derivados de ese
capital.
Por su parte, la Ley Orgánica de Precios Justos describe como delito la especulación, en
su artículo 49, perfectamente indicada para el tipo de cobro con porcentaje que realiza
el comerciante al cliente en los puntos de venta.