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CONFIANZA & FE

La confianza y la fe a menudo se confunden, debido a que estos dos conceptos presentan


ciertas similitudes en su definición; sin embargo, éstos significan cosas diferentes, se utilizan
en diferentes contextos y de ningún modo se pueden usar de manera indistinta. A pesar de
todo, estos conceptos van de la mano, porque a menudo se refieren a creer en algo.

Para que no te confundas al emplear estas dos palabras, a continuación te explicamos la


diferencia entre confianza y fe.

CONFIANZA
El concepto de confianza se utiliza en el contexto de las relaciones personales. Se refiere a
cuando una persona tiene cierta seguridad al respecto de quienes le rodean o le son
cercanos.

La confianza se refiere a la seguridad en la integridad, habilidades, fortalezas, garantías y


capacidades de los demás. Quien confía espera algo de los otros y tiene la certeza de que
recibirá eso que espera.

confianza
El sujeto supone que aquellas personas en las cuales confía no le harán ningún daño, porque
de algún modo esas personas le han dado muestras de que son confiables. Por ejemplo: un
amigo le presta su carro a otro porque supone que éste se lo devolverá sin ningún problema.
La confianza fácilmente puede romperse y una vez que se rompe es casi imposible
recuperarla. Incluso en los casos en los que se cree que se ha recuperado, por lo general no
suele ser igual a como era en un principio.

FE
El concepto de fe es más propio del contexto espiritual. Se refiere a la creencia y a la lealtad
que se tiene hacia un ser superior que representa el eje de adoración.
También puede referirse a creer en algo, aunque no se tengan pruebas concretas de que
existe. Por ejemplo: una persona que cree en Dios.

fe
El término fe, además podría emplearse para describir la devoción de un individuo hacia otro.
Por ejemplo: un chico dice que tiene fe en su novia. En esta declaración se evidencia que el
chico cree (aún sin pruebas) que su novia le es fiel y que lo ama igual que él a ella.
Generalmente, cuando alguien cree ciegamente en alguien o algo se trata de fe; no de
confianza. La confianza no es ciega, se va construyendo, fortaleciendo o debilitando con el
paso del tiempo.
Es muy difícil que se pierda la fe en alguien o algo, ya que es un sentimiento más radical en
comparación con la confianza.
Diferencias clave entre fe y confianza

 La palabra confianza es más utilizada en el contexto de las relaciones personales,


mientras que el término fe se usa generalmente en el contexto de la espiritualidad.
 La fe es más fuerte que la confianza.
 La confianza fácil se pierde, pero la fe es más duradera y difícil de perder.
 Tener confianza significa estar seguro de la integridad y valor de alguien, mientras que
tener fe es la creencia en alguien o algo aunque no haya motivos o evidencias de su
existencia o realidad.
 La confianza depende en gran medida de qué tanto los demás la alimenten, mientras que
la fe no necesariamente necesita o tiene un motivo claro.
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En el uso moderno hay una diferencia entre fe y confianza. La fe suele


considerarse como un concepto espiritual. Se considera como una lealtad o
creencia en un ser. La confianza en realidad significaría que una persona pone
completa confianza y confianza en otra persona.

El idioma y significado originales.


Para entender lo que la fe y la confianza significan en la Biblia necesitamos
volver al lenguaje original del Nuevo Testamento – el griego. Hay tres
traducciones principales de la palabra “fe” en griego. La forma sustantiva es
‘pistis’, la forma adjetiva es ‘pistos’, y la forma verbal es ‘pisteuo’.

El significado de cada forma es una variación de la palabra ‘confianza’. Por lo


tanto ‘pistis’ (sustantivo) es una confianza en alguien o algo; ‘Pistos’ (adjetivo)
es confiar como en una persona de confianza y ‘pisteuo’ (verbo) literalmente
significa ‘confío’. Por lo tanto, cuando encontramos la “fe” en la Escritura la
leemos como “confianza”. Por lo tanto, bíblicamente, la confianza y la fe tienen
el mismo significado.

Historia del Gran Blondin.


Los maestros bíblicos a menudo citan la historia del Gran Blondin para ilustrar lo
que significa tener fe. Blondin era un caminante de cuerda floja cuyo mayor truco
fue caminar en una cuerda floja a través de las furiosas Cataratas del Niágara
empujando una carretilla.

Antes de que comenzara su truco de carretilla, cuando le preguntó a la multitud


que miraba si creían que podía hacerlo, todos rugieron ‘Sí’. Después del truco
cuando les preguntó si alguien se sentaría en la carretilla mientras lo empujaba
por la cuerda floja, nadie dijo una palabra.

No sólo creer con nuestra cabeza.


La fe es más que creer con nuestra cabeza. También significa creer con nuestro
corazón y con nuestra voluntad. La fe en Dios significa que creemos que Dios
puede hacer lo que Él ha dicho, y que creemos eso tan profundamente que
estamos dispuestos a actuar plenamente sobre eso. Así es exactamente cómo
actuó Abraham en el Antiguo Testamento.

En Génesis 12, Dios prometió darle a Abraham una descendencia que en última
instancia se convertiría en una gran nación (ver versículos 2, 7 y 13: 6). Pero en
Génesis 15, Abraham todavía no había tenido un hijo (vv.2-3). Dios dijo a
Abraham: “Mira hacia el cielo, y enumera las estrellas, si las puedes contar.”
Entonces Él le dijo: “Así será tu descendencia.” Y él [Abraham] creyó al
SEÑOR, y Él le contó como justicia (Génesis 15: 5-6).

Así que Dios prometió de nuevo a Abraham que tendría muchos, muchos
descendientes (versículo 5). ¿Y cuál fue la respuesta de Abraham? Él creía en la
palabra de Dios, es decir, confiaba en lo que Dios había dicho – confiaba en que
de hecho tendría una multitud de descendientes (aunque tenía por lo menos 75
años de edad (12: 4) y su esposa era por lo menos 65 Años también (véase
17:17))!

Esta es la naturaleza de la fe / confianza bíblica: confiamos en lo que Dios ha


dicho absolutamente y actuamos sobre ewo, viviéndolo, aunque pueda parecer
absurdo para los no cristianos que nos rodean, e incluso para nosotros mismos.

Así como Abraham creyó que Dios le daría un hijo, o que Noé construyera el
arca porque Dios había dicho que enviaría una inundación (Génesis 6: 13-14). El
autor de Hebreos está de acuerdo con esto, él dice que la fe es “estar seguro de lo
que esperamos y seguro de lo que no vemos” (Hebreo 11: 1).

Verdadera fe.
La verdadera fe en Dios incluye la confianza. Tenemos plena confianza en que
Dios en Cristo nos ha dado la vida eterna, “y ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes, ni la altura ni
la profundidad, ni ninguna otra cosa en toda la creación pueden separarnos del
amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8: 38-39).

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La mejor definición de fe es
confianza. Tener fe significa
depender de otra Persona.
Escrito por lajustificacionporlafe el 14-05-2016 en Vida cristiana. Comentarios (0)

LA FE

Tesis 13
La mejor definición de fe es confianza.
Tener fe significa depender de otra
Persona.
Tal vez usted habrá escuchado la
historia del equilibrista que cruzó las
cataratas del Niágara caminando
sobre una cuerda. Después de
mantener a las multitudes fascinadas
con su temeridad, preguntó:
"¿Cuántos de ustedes creen que
podría cruzar de nuevo las cataratas
sobre la cuerda, pero esta vez
empujando una carretilla de mano con
una persona sentada en ella?
" La multitud aplaudió. Todos estaban
seguros de que sería capaz de
hacerlo. Pero luego el equilibrista
agregó: "¿Quién de ustedes quisiera
ser mi pasajero en la carretilla?"

Se produjo un profundo silencio. ¡La


muchedumbre acababa de enfrentarse
con la diferencia vital que existe entre
creer y confiar! Una cosa era creer
que la carretilla de mano cruzaría a
salvo sobre el abismo. Era algo muy
diferente tener que colocar la vida
sobre la cuerda.

Santiago 2:19 sugiere la misma


diferencia: "Tú crees que Dios es uno;
bien haces. También los demonios
creen, y tiemblan". Si queremos tener
una fe salvadora, necesitamos mucho
más que un asentimiento intelectual.
Aun los demonios son capaces de
creer intelectualmente, y tiemblan
como resultado. Los demonios creen,
pero no tienen confianza. Y esta es la
diferencia crucial.

Hay tres palabras que describen la


relación de dependencia que existe
entre el cristiano y Dios: fe, creencia,
y confianza. Como se lo usa
actualmente, el vocablo creencia a
menudo conlleva únicamente la idea
de un asentimiento intelectual. A
veces se confunde la fe con el
pensamiento positivo. Pero la palabra
confianza probablemente describe
más acertadamente el significado
bíblico de la dependencia de Dios.
Dondequiera que las palabras
creencia o fe aparecen en las
Escrituras, se las puede sustituir por
el término confianza, y descubrir así
una nueva dimensión para estos
vocablos tan conocidos. Por ejemplo:
"Cree en el Señor Jesucristo y serás
salvo"

(Hechos 16:31), rezaría así: "Confía en


el Señor Jesucristo, y serás salvo".
Nótese esta declaración de Mensajes
selectos, tomo 1, pág. 456: "La fe
implica no sólo creer, sino confiar". Y
en La Educación, pág. 247 leemos:
"La fe significa confiar en Dios".

Fe es depender de otra Persona.


Probablemente es el término bíblico
que más se acerca a la idea de
entrega, o rendición, puesto que
conlleva el concepto de la sumisión
de la vida al control de Dios.
A las personas muy eficientes no les
gusta la idea de depender de otros.
Les puede resultar aterrador el
pensamiento de colocarse bajo el
control de otra persona. Someterse a
las directivas de otro individuo puede
significar un golpe para el orgullo
humano y la suficiencia pro- ¡a. "Pero
sin fe es imposible agradar a Dios"
(Hebreos 11:6); es decir, "sin
confianza es imposible agradar a
Dios". Unicamente al someter nuestra
propia voluntad y modo de ser, y al
confiar totalmente en el poder de Dios
para salvar, el Señor puede cumplir
sus propósitos en nuestra vida.

Como un niño que nos trae un


juguete averiado,

Con lágrimas, para que se lo


compongamos,

Le traje a Dios mis sueños rotos,


Porque él era mi amigo.

Sin embargo, en lugar de dejarlo En


paz,

que trabajara solo, Me quedé con él,

tratando de ayudarle A mi manera;


como yo quería.

Por fin se lo arrebaté llorando:


"¿Cómo puedes demorarte tanto?"

"Hijito -me respondió-, ¿yo qué podía


hacer?

Tú nunca me lo quisiste entregar".


La fe genuina, es decir la confianza,
suelta las cosas, las entrega. Se hace
completamente dependiente. Se
vuelve vulnerable. La comprensión y
la lógica y el razonamiento humanos
sólo pueden llegar hasta cierto punto,
y luego debemos aventurarnos hacia
aquello que no se puede probar,
excepto por la experiencia. A veces
los teólogos se han referido a esta
verdad como al "salto de la fe".

Pero la confianza en Dios no es un


salto que se da en la oscuridad. El
Señor nos ha concedido suficiente
evidencia sobre la cual fundamentar
nuestra confianza en él.

En Mateo 15 encontramos la historia


de la mujer cirofenisa. Vino buscando
a Jesús, sin saber que él se había
desviado 80 kilómetros de su camino
sólo para que su búsqueda fuera
premiada. El hecho de encontrarlo
caminando por las sendas
polvorientas de su propio país, debe
haberla animado a creer. Pero cuando
le presentó su súplica, él pareció
ignorarla. Ella persistió, y el Señor
pareció insultarla. Sin embargo, tanto
en su mirada como en el tono de su
voz y su manera de ser había
suficiente evidencia como para
animarla a confiar en él a pesar de las
apariencias, y persistió hasta que su
fe fue recompensada. La respuesta
llegó mientras ella continuaba
dependiendo de él.

El ser humano siempre está ansioso de seguridad. Él no quiere


equivocarse nunca, porque si se equivoca, fallan sus planes y esto le causa
un perjuicio, tanto en el orden material como en el espiritual. Y para tener
seguridad, para adquirir la seguridad de que uno da los pasos necesarios y
acertados para no equivocarse, es necesario antes de dar el paso tener
pleno conocimiento de lo que se va a hacer.
Evidentemente Dios no tiene estos problemas, no necesita tener
seguridad, sobre nada y sobre nadie, porque su conocimiento es pleno tanto
en el orden material como en el espiritual. El ve plenamente, antes en el
momento actual y en el futuro, porque sencillamente Él vive en la eternidad,
antes de que cualquiera de nosotros hubiese sido concebido, ya sabía Dios
todo acerca de nosotros, de nuestro pasado actual y de nuestro futuro,
sobre el cual, ninguno de nosotros sabe nada, ni lo sabrá jamás, aunque
derroche una fortuna en adivinos y agoreros, que los hay a cientos, tantos
como ingenuos que los mantienen.

En resumen, nuestra seguridad que tanto deseamos en todos los


órdenes, nos falla siempre por una falta de conocimientos y para remediar
esta falta de conocimientos el hombre no tiene otro medio más, que la
confianza y la fe. Y entonces uno se pregunta: ¿Cómo se puede adquirir la
confianza en alguien o en algo? Este es el tema de que nos vamos a ocupar
y para empezar diremos, que la confianza puede ser referida al orden de lo
material, confianza en las personas o en alguna cosa, o al orden de lo
espiritual, en cuyo caso nos estamos refiriendo a la confianza en Dios, que
en síntesis es la fe.

El DRAE, nos da dos acepciones, al término confianza y nos dice


que, la confianza es:1.- ESPERANZA FIRME QUE SE TIENE DE UNA PERSONA O
COSA. 2.- SEGURIDAD QUE UNO TIENE EN SÍ MISMO. La primera
definición, acude a la esperanza, que es una consecuencia de la confianza.
Espera el que tiene confianza, el que carece de ella nunca espera. La
segunda acepción me resulta mucho más ajustada, pues acude a lo que ya
antes hemos dicho, referente a la seguridad. La confianza genera siempre
seguridad. Para el Hermano marista Pedro Finkler: “La confianza es una
certidumbre serena de no ser defraudados”. Dicho con otras palabras, es la
confianza la que nos genera la seguridad.

Y vamos a lo que nos interesa, a la fe, porque antes hemos


indirectamente dicho, que la fe es una confianza en Dios, esa la clase de
confianza que le demostró San Pedro al Señor, en el siguiente pasaje
evangélico: “Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes
quieren irse?. Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú
tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que
eres el Santo de Dios”. (Jn 6,67-69).

Y uno también aquí, no se pregunta: ¿Y qué es lo que le movió a


San Pedro a dar esta respuesta cuando allí todo se estaba desmoronando?.
La respuesta a esta pregunta nos la da el Señor mismo, cuando les dio a
sus discípulos la fórmula para averiguar si hemos de confiar o
desconfiar: “Guardaos de los falsos profetas: se acercan con piel de
oveja, pero por dentro son lobos rapaces, por sus frutos los
conoceréis”. (Mt 7,15-20).
Y es conveniente poner en consonancia este pasaje evangélico, con
otro del evangelio de San Lucas que dice:“43 No hay árbol bueno que dé
frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: 44 cada árbol se reconoce
por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las
zarzas.45 El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su
corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del
corazón habla la boca”.(Lc 6,43-45).

Como adquiriremos confianza en alguien o en algo. La frase mágica


es: “… por sus frutos los conoceréis”. Como quiera que ninguno de
nosotros, no somos adivinos, tenemos que generar nuestra confianza en
alguien o en algo en función del pasado de ese alguien o ese algo, de tomar
nota de sus antecedentes. En la vida laboral material, se utiliza el curriculum
vitae de la persona para valorarla según sus anteriores trabajos, es decir,
según los frutos que ha generado. La confianza hay que ganarla no puede
ser impuesta a nadie.

La confianza en Dios, pasa lo que pase, es fundamental, a lo largo


de toda la vida espiritual. Cuando ella se quiebra, es que se ha perdido lo fe.
Jesús Urteaga, escribía diciendo: “Jesús nos enseña que todo el secreto de
la vida interior consiste en luchar confiadamente en Dios, y en Santa María,
que es la Madre de Dios”. Hay que resaltar la palabra “Confiadamente”, es
decir, con fe absoluta en lo que Dios quiere de nosotros, sin indagar el por
qué lo quiere, Él lo sabrá, y siempre sabe que es lo mejor para cada uno de
nosotros. Que nuestra soberbia no nos lance a pedir cuentas y
explicaciones”.

Coinciden muchos santos y exégetas de decir que: La falta de


confianza en Dios es una de las causas, por las que más se paralizan los
hombres, en sus relaciones con Dios y que les impide el avanzar más, en su
amor al Señor. Por otro lado la falta de confianza en Dios
subsiguientemente trae la falta de la esperanza. La madre Angélica
manifestaba que: “La fe le exige a uno vivir en la oscuridad, seguir a alguien
a quién no puede ver, y amar a alguien a quién no puede tocar. Para
algunos esto es absurdo, para otros milagroso. Sin embargo para mí ha sido
siempre una cuestión de confiar en la palabra de Dios”.

Manifestaba Jean Lafrance: “¡La confianza y nada más que la


confianza! Es el único camino que llega al Amor. En la vida espiritual, no
hay más que una sola cosa que temer; la falta de confianza en Dios. Nos
desalentamos a menudo a causa de nuestras debilidades que nos
humillan”. Escribía San Juan de la Cruz, diciéndonos: “Dios nos da en la
medida en que esperamos de Él”. La medida pues, de la providencia divina
para nosotros, la señala el grado de la confianza que tenemos en ella. Para
Jacques Philippe. Ahí radica el auténtico problema: muchos no creen en la
Providencia porque nunca la han experimentado. Dios puede permitir que
algunas veces nos falte el dinero, la salud, el talento, las virtudes, pero
nunca nos faltará Él mismo su ayuda y su misericordia, y todo lo que nos
permita acercarnos más estrechamente a Él, amarle más intensamente,
amar mejor al prójimo y alcanzar la santidad.

El Señor no nos abandonará jamás: “¿Puede acaso una mujer


olvidarse del hijo que amamanta, no compadecerse del fruto de sus
entrañas? ¡Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría!” (Is
49,15). La carmelita descalza Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith
Stein), escribía: “La confianza en Dios puede llegar a ser inamovible solo si
se está dispuesto a aceptar todo lo que venga de la mano del Padre. Solo Él
sabe lo que nos conviene. Y si alguna vez fuese más conveniente la
necesidad y la privación que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y
la humillación mejor que el honor y la fama, hay que estar también
dispuesto a ello. Solo así se puede vivir tranquilo en el presente y en el
futuro”.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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