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BIBLIOTECA SELECTA

DE

PREDICADORES.
COISSY. — IMPRENTA DE ARB1EU.
BIBLIOTECA SELECTA

DE

PREDICADORES

COLECCION ESCOGIDA
de conferencias, pláticas, sermones y otros discursos sagrados, sacados de los mas
sobresalientes oradores, en especial modernos, de España, Francia, Italia, etc.

T ENTRE OTROS
P. Tentara, Amado, Fortea, Hernández, Troncose, García, Pastor,
P. Muñoz, Ravignan, Laoordaire, Dupanloup, Badoire, Bridaine,
Plantier, Combalot, Ccour, Wiseman, Newmaa, etc.

BAJO LA DIRECCION

DEL DOCTOR FREY D. PEDRO MARIA DE TORRECILLA,


Presbítero de la real y militar orden de nuestra Señora de Montesa,
antiguo Capellán de honor de S. M. C, etc.

SERMONES MORALES.

PARIS.

LIBRERIA DE ROSA, BOURET.

.854.
I

i
:
BIBLIOTECA SELECTA DE PREDICADORES,

CIENCIA DE LOS PREDICADORES

POR EL IL- SEÑOR AFFRE, ARZOBISPO DE PARIS.

Allende Ubi et doctrinal. (Ad. Tit.)


AI enseñar á otros enséñate á tí mismo.

INSTRUCCION PASTORAL.

La ciencia necesaria al predicador puede no ser tan abun


dante como la del doctor, propiamente dicho; sin embargo no
podrá menos de tener presente el primero que le es indispensable
exponer á sus oyentes clara y sencillamente, y con la posible
concisión los dogmas, las reglas de moral y disciplina, las opi
niones recibidas mas generalmente en la Iglesia. Con estas ideas
sólidas y substanciales, su entendimiento ha de concebir y ma
nifestar los lazos que las unen entre sí, de suerte que pueda
fácilmente reducirlas á un corto número de principios. Tiene pre
cision , y le incumbe el deber de conocer las dificultades promo
vidas por amor de la novedad, y saber igualmente cuál es el ori
gen y motivo de ellas, y qué circunstancias les han podido hacer
hallar favor.
Hecho este primer trabajo que en gran parte pertenece al es
tudio elemental de la ciencia eclesiástica, puede entrar el predi-
S. M. L i
2 APOSTOLADO CATÓLICO.
cador con mayor seguridad en el desarrollo de que sea suscep
tible. Son casi infinitos los puntos de tal desarrollo , como se
puede venir en ello por las rápidas predicaciones que tantos maes
tros de elocuencia sagrada han dado sobre el particular. Y véase
porqué sea necesario hacer eleccion de una nocion ó punto, de
atenerse á tales ó tales ideas y observaciones, que ofrezcan mas
frecuente aplicacion, sea porque su naturaleza las haga prácti
cas y comprehensibles á la mayoría de los hombres; sea por
causa de la situacion en que nos encontramos, ó en la que se
hallen las personas llamadas á nuestra direccion ó instruccion,
sea en fin en razon de algunas necesidades extraordinarias de la
Iglesia.
Pero ?en dónde tomar campo para este desarrollo?
Cuando estamos en el púlpito, en la Cátedra del Espíritu santo,
hacemos dos cosas : ó exponemos y probamos una verdad, ó
damos á conocer un error del corazon ó del espíritu. Al error
que ataca y hiere las costumbres oponemos una regla de moral ;
y un dogma católico al error contra la fé. El fin y blanco de todo
discurso no es otro, por lo demás, que asegurar el triunfo de la
verdad ó de la virtud.
Para lograr este objeto se puede y aun se debe desear cono
cer el error con toda la exactitud posible ; ha de preferirse sin
embargo el estudio é inquisicion de la verdad : es mas ventajoso
poseer esta, que cansarse en seguir aquel en sus infinitos rodeos
y subterfugios, y en señalarlo bajo las mil formas de que se re
viste y disfraza. El error es un gran mal para la inteligencia,
estudiemos sus síntomas, pero solo en lo necesario para opo
nerle remedio. Apreciemos al contrario y estimemos en gran
manera la verdad, como apreciamos y estimamos la vida cuyo
instinto natural nos conduce á desarrollar, fortalecer y garantir.
No hallaremos por cierto esas manifestaciones de los princi
pios católicos en esos escritos donde solamente se descubre un
catolicismo degenerado ó desnaturalizado, una moral y dogmas
mas ó menos viciados por un racionalismo evaporado ; no las
encontrarémos sino en las fuentes seguras de la Escritura sa
grada y de la tradicion. Entre los ecos de esta hay unos señala
dos ya por el sufragio mas comun como mas fieles y mas profun
dos, expresándose con mas nobleza, claridad, zelo, sencillez y
uncion. Despues de habernos penetrado de su enseñanza, apren
damos de ellos á acomodarlos á las necesidades nuevas de la época .
Los oradores han logrado este objeto estudiando por una parte
CIENCIA DE LOS PREDICADORES. 3
las disposiciones de sus oyentes, y por otra meditando su asunto
profundamente, incorporándose no una letra muerta, sino el
espíritu, la substancia dela doctrina evangélica. Alimentémonos,
segun la valiente expresion de un Profeta, con los santos libros
que contienen la pura doctrina, y en especial con el libro por
excelencia de donde han sacado los escritores sagrados su elo
cuencia.
Si, á imitacion suya, dominamos y poseemos el conjunto de
doctrinas que hemos de combatir, ó que debemos hacer triunfar,
lo bastante para producir unas y otras con claridad y lucidez,
para variar su expresion, para detenernos en los puntos mas fá
ciles, ó bien para agotar, profundizando, la materia ; si domi
namos en fin y poseemos tal requisito hasta el punto de ser tan
sencillos en nuestra exposicion que nos abajemos hasta la inte
ligencia del pueblo lego y sin letras, tan sabios hasta poder con
vencer á los doctores del error, habremos logrado el verdadero
fin de nuestros estudios y trabajos.
Como san Agustin, sabrémos predicar á barqueros y gente del
pueblo bajo, al propio tiempo que sabrémos triunfar de los filó
sofos. ComoBossuet,enseñarémos el catecismo al pueblo y niños,
al propio tiempo que podremos sostener sabias controversias. Si
á pesar de nuestros esfuerzos no lográsemos sino emplearnos en
el mas humilde de estos ministerios, bendigamos sin embargo
al cielo ; porque ese es el mas agradable á Dios y el mas útil á
los que lo ejercen. Sea lo que se quiera de todo lo demás, no
hay camino mas seguro que este.
Si aspiramos á desarrollar y comunicar la ciencia católica,
desconfiemos de las escuelas en donde reine el espíritu de sistema,
en donde abunden exposiciones impregnadas de una filosofm
vaga, en donde se vean consideraciones ó reflexiones enunciadas
ton términos insólitos, ó que, independientemente de los térmi
nos, son obscuras, susceptibles de los mas diversos sentidos, de
formas ó expresiones raras ó ininteligibles. Guardémonos de
trasladar al púlpito un modo de enseñar que no sea conducente
á esclarecer ni á los que lo escuchan ni al que lo emplea.
El orador que tal hiciera podria quizás á fuerza de imagina
cion comunicar á su auditorio el deslumbramiento que él tomara
por luz. Aunque no por esto se extrae de la doctrina el tal ora
dor, extraerá á los que le oyen y le comprenden mal. Mas que
ningun otro está expuesto á valerse de expresiones equivocas, á
hacer razonamientos débiles, incompletos, desnudos de autori
4 APOSTOLADO CATOLICO.
dad. Este último carácter es el mas opuesto á una doctrina fun
dada esencialmente en la tradicion ; no en estas tradiciones que
nadie sospecha, que se han imaginado despues de los sucesos,
con esfuerzos grandes de espíritu y solo en vista de las exigen
cias de un sistema ; sino en esa tradicion que por sí misma se
justifica por la claridad y perpetuidad de sus testimonios, y que
teniendo por órgano y juez á la Iglesia, no puede engañarnos.
A esta tradicion, única verdadera, ha de acudir el predicador
para dar fuerza á su doctrina. La palabra de ella robustece su
palabra, que no se encuentra ya sola para echar contra la pala
bra de los novadores. £1 uso frecuente de la sagrada Escritura,
de los Padres y Concilios, hace salir al orador cristiano del cír
culo mezquino de un discursista mas ó menos hábil, y lo eleva
al rango de un órgano venerable de la Iglesia cuya voz parece ha
blar por su boca. Esto es una ventaja nueva, que nos proporciona
y suministra el estudio profundo de la Escritura, Padres, Conci
lios, y Autores consagrados por el voto universal de la Iglesia.
Hemos dicho que debiamos preferir al estudio de los errores
el estudio de la verdad católica ; pero no es nuestro ánimo el
mover á que se descuide el primero. Semejante á todas las cosas
humanas, el enseñamiento hace brillar mas la doctrina con la
exposicion de los contrastos. Así es que todas las teologías expo
nen con la mayor claridad y precision los diferentes errores
opuestos al dogma católico. Esto es lo mas indispensable en el
estudio ; porque aquellos están expuestos bajo una forma y mé
todo que hacen mas fáciles de entender y conocer á fondo. Pero
no basta esto.
Los errores no son hoy dia lo que eran hace un medio siglo :
varian con los intereses ; dependen de la educacion , toman una
fisonomía en los hombres estudiosos diferente de la que presen
tan en las gentes de negocio. Son, por ejemplo, mas mudables
hoy que en las edades pasadas. — Estudiémoslos pues en la
época pasada, pero mucho mas en la presente : preguntemos á
lo pasado, pero mucho mas á lo presente. Demandemos á la an
tigüedad analogías para probar á hombres ébrios de su progreso
que ni aun tienen la gloria de inventar el error : busquemos en
aquella los resultados que este ha producido, para desmentir de
antemano las engañosas promesas de los novadores.
Pero, á imitacion y ejemplo de los Padres, de los mas ilustres
predicadores, empeñémonos en conocer y penetrar bien el error
bajo las formas con que hoy se disfraza ó encubre : instruyá
CIENCIA DE LOS PREDICADORES. 5
monos en las preocupaciones filosóficas, mundanas y populares
del dia : hagámonos cargo de la fisonomía tan inquieta y turbu
lenta que dan al mundo para pintarlas con su triste realidad,
con todo vigor y empeño.
Estudiemos, no solo nuestro siglo, sino los hombres que nos
rodean, y con mas particularidad los que estamos llamados águiar
por el camino de la salvacion.
Sin este conocimiento del estado de los espíritus, de las pa
siones que los dominan y que los impelen por caminos entera
mente nuevos, la palabra del predicador queda privada de un
grande interés, y viene á ser mucho menos útil. Nada llama
tanto y cautiva á los oyentes como la revelacion clara y enérgica
de los errores que, por lo comun, no están sino en confuso en sus
espíritus. Por esta razon un orador elocuente se eleva sobre
los vulgares cuando echa mano de estos resortes tan seguros y
certeros.
Y si tiene el mismo talento para exponer la inteligencia y amor
de la verdad, lo que supone conocer las disposiciones de sus
oyentes ; si á estas ventajas reune el brillo de la imaginacion y
el calor de una alma profundamente penetrada de su asunto,
poseerá todos los recursos del ingenio, y le será fácil triunfar
con solo un poco de trabajo y paciencia.
Habiendo expuesto lo que debe formar el fondo de la instruc
cion de un predicador, no es inútil hablar del lenguaje que le
conviene adoptar. Ya lo hemos indicado nosotros al tiempo de
empeñar al predicador en sacar sus conceptos y expresiones de
la sagrada Escritura y de los autores católicos que tienen adqui
rida mayor autoridad en la Iglesia. Volveremos á insistir en ello
muy pronto al hablar del estilo que conviene á todos los escritos
y á todos los géneros de discursos religiosos. Nos limitamos por
ahora á indicar las fuentes en donde encontrará el predicador las
expresiones mas propias al lenguaje del púlpito.
Para enseñar una doctrina divina, lo mas natural y aun único
es servirse de una lengua, fruto de los trabajos de la Iglesia du
rante su existencia toda, de una lengua que Dios mismo ha ha
blado por órgano de autores inspirados. Para dar á conocer su
desarrollo y manifestaciones, nada mas seguro que emplear las
expresiones de esos mismos autores, de los órganos mas auto
rizados en la Iglesia misma. Ellas bastan para la exposicion de
todas las verdades que componen el depósito de la fé : si fuesen
necesarias otras que no estén en uso, eso no puede ser sino para
' APOSTOLADO CATÓLICO.
enunciar errores nuevos en materia de dogma : las novedades
pueden justificar solamente los nuevos términos.
Mas para explanar la verdad católica hay expresiones impo
sibles de reemplazar, porque la Iglesia las ha consagrado con su
autoridad, como solas capaces de expresar su fé con exactitud.
Todavía mas, para enunciar errores nuevos y aducir en contra
suya nuevos argumentos, hay un trabajo indispensable y difícil,
para que el auditorio no se olvide un instante de la palabra
del orador desde la cátedra evangélica, que se pronuncia en
un templo, y no en una sala de recibo ó en una escuela. El estudio
profundo de nuestros modelos, los consejos buenos y unjuicio
recto harán evitar esta confusion.
Estas reflexiones son aplicables á la moral. Para interesar al
auditorio es menester que el predicador haga un vivo retrato de
los vicios de la sociedad en medio de la que vive, y si es posi
ble, aun del auditorio que le escucha ; pero no debe pintarlos
con los términos que emplearia un poeta satírico, un moralista
filósofo, ó un escritor que no ha vivido sino entre las luchas de
partidos.
La obligacion impuesta al predicador de no servirse de térmi
nos nuevos sino para nuevos errores, no podrá tacharse jamás
de harto severa por mucho que se la prescriba : es al contrario
una regla prudente, sabia, discreta, y que admite rara vez excep
ciones. Si hay alguno que merezca ser privilegiado es bajo la
condicion de que aprenda de los predicadores que han subido
antes que él á la cátedra con mas gloria,, con qué sabia reserva
ha de valerse de alguna nueva expresion, ó ha de crearla por
necesidad.
Y en efecto esta es necesaria para una invencion tal : y aun po
drá ser dichosa para él, si se halla dotado de un talento superior,
de una imaginacion fecunda, fuerte, ingeniosa; si tiene ademas
acerca de la teología nociones tan perfectamente exactas y preci
sas que no tenga que temer sea erróneo su pensamiento. Contales
condiciones, el ingenio, si alguno está seguro de poseerlo, puede
hacer innovaciones en la expresion, como lo acostumbra el su
blime Tertuliano con grande energía, y el de san Agustin con
mas agudeza todavía, y Bossuet con tanta elevacion, al propio
tiempo que con tanta mesura. En general, las reglas de moral
están declaradas en esos discursos inmortales con la lengua de
la Biblia, con la de los Padres, con la de los teólogos : seria te
merario en nosotros servirnos de otra.
CIENCIA DE LOS PREDICADORES. 7
La cátedra sagrada, así como la tribuna profana, ó como el
foro ó las escuelas, tiene su lenguaje propio. La esperanza de
acertar, ó de hacerlo mejor, introduciendo novedades profanas
de locuciones ó palabras, no puede concebirse ni por un sacer
dote piadoso, porque les profesa un desapego y mal querencia
muy pronunciada, fundadas ambas cosas en el daño que ofrecen,
y que hace inspirar una justa desconfianza á la Iglesia ; ni por un
orador ejercitado en una buena escuela, porque, salva la rara
excepcion que llevamos indicada, tales palabras y locuciones vi
ciarían las reglas del buen gusto ; ni en fin por un apóstol dotado
de talentos superiores, porque espera su buen éxito sea de la
verdad de la doctrina cuyas pruebas expone con vigor, método
y claridad, sea de los sentimientos de que se halla penetrado,
sea de las gracias que alcanza por su fervorosa oracion.
La fe, una conviccion profunda, haciendo traslucir toda su
alma en sus discursos, dan á su sermon ese interés inexplica
ble que vá inseparablemente unido á una palabra llena de vida.
Estilo, accion, pensamiento, todo esto es espontáneo en él, y
natural : si enuncia las grandes y fundamentales verdades de la
religion, se levanta á altura de su asunto, y transporta la inteli
gencia de sus oyentes con la fuerza sola de sus pensamientos.
Si intenta mover, como la palabra sale del corazon, entra sin
esfuerzo en el de sus oyentes, los conmueve, los cambia con un
ascendiente irresistible. Solo el predicador cuyo espíritu y cora
zon están vacíos de sentimientos y pensamientos ; solo el que es
obscuro, de gusto depravado, y de imaginacion desconcertada;
solo el que ensaya á cubrir su indigencia ó sus defectos con tér
minos cuya novedad no deja de tener siempre atractivo entre
hombres, — harto numerosos por cierto, — que son poco ca
paces de gustar lo que es verdadero, sencillo y sobre todo evan
gélico; solo esta clase, digo, de oradores se descuida en seguir
la verdadera senda de la oratoria eclesiástica. Artífices ignorantes,
d ocultan con mal verniz la noble sencillez de los monumentos de
nuestra fé, ó los reconstruyen en proporciones mezquinas y ex
travagantes.
Un tal predicador, sin riquezas de ingenio y talento, privado
de la savia de las Escrituras divinas y de los Padres de la Iglesia,
sin hallarse penetrado de su espíritu, inspirado solamente de su
propio entender, no caminando apoyado en los graves testimonios
de la tradicion y de la teología católica, ¿qué hará en esta cátedra
en donde le incumbe iluminar á los ciegos é ignorantes, conlir
8 APOSTOLADO CATÓLICO.
mar á los justos, y ablandar el corazon de los empedernidos?
Obligado se verá á lanzarse en la carrera de las vanas discusiones
de una secta filosófica, á enmarañarse entre consideraciones
ininteligibles al mayor número y tal vez á sí mismo, ó bien exte
nuarse en generalidades sin calor, sin vida, sin propósito, ó en
lugares desprovistos de verdadero interés para los que le escu
chan : podrá dejar atónitos á sus oyentes con obscuros conceptos
en donde pensarán encontrar profundidad, con digresiones y ex
plicaciones que trasportan al oyente á una esfera de ideas ente
ramente profanas, deslumhrarlos con la extrañeza de su estilo ó
el juego de su accion teatral.
Si no adolece de estos defectos, demasiado comunes hoy dia,
tal vez tendrá los del postrero siglo : tratará de agradar con las
gracias de su agudeza, con los encantos de su distincion; pero
tales retóricos no siendo ya de moda, no conseguirá sufragios
lisonjeros para su vanidad. Si al contrario es romanesco, no
hará sino promover un comezon de orejas depravadas, y fo
mentar asi disgusto por las verdades del Evangelio. Ninguno ,
despues de haber escuchado á uno de estos predicadores, no se
da golpes de pecho, no va á arrodillarse al pie de un sagrado
ministro en el confesonario, exclamando : « He visto, he oido á
un angel de Dios : no puedo vivir ya en estado de pecado. »
¿Dónde están pues los despojos quehabiade robar alinflerno?
En dónde los trofeos que habia de deponer á los piés del divino
Maestro y Señor nuestro que lo tenia enviado para consolidar el
reino de la verdad y de la j usticia ?—Si por ventura se ha grangeado
algun crédito, la muchedumbre que se apresuraba á rodear su cá
tedra lo deja sin experimentar en sí misma frutos de interior re
generacion, y sin haber aprendido nada sólido. — Y ¿adonde va ?
Los Romanos degenerados se estrechaban en el foro en torno
de los retóricos de la Grecia para oir un lindo discurso de moral ;
y de allí corrian á bandadas á los espectáculos crueles .ó licencio
sos. Los cristianos que han oido nuestro predicador, se vuel
ven á sus placeres y á sus negocios con una fé menos firme, y
una conciencia menos accesible á los remordimientos : algunos
irán tal vez á cierto teatro en donde se insulte al pudor, ó se in
molen cruelmente la religion y la piedad.
No puede entrar en nuestro plan exponer en este momento
las reglas de la elocuencia sagrada. Nos limitarémos pues á es
tas reflexiones generales por lo que toca á la instruccion y al
lenguaje propios de la cátedra sagrada : bastan para hacer en
CIENCIA DE LOS PREDICADORES. 9
tender y dar una idea de todo lo que es menester añadir á los
dotes naturales de trabajo, experiencia, y estudios continuos para
evitar el doble escollo de caer en la novedad, ó de anularse que
dando solo como unos copistas sin alma y sin ingenio.
Pero con menos talentos y saber que el grande orador, y aun
quedando bajo este respecto inferior á los predicadores de mal
gusto, se puede convertir las almas á Dios, si, hablando con
exactitud, se sacan, en una piedad sólida y verdadera, las ins
piraciones que jamás rehusa esta. Este es un fin seguro de al
canzar siempre que el corazon esté lleno de caridad, y se halle
sostenido y animado con la oracion.
MISION DE LOS PREDICADORES

PQR EL SEÑOR DUQUESNAY, DEAN DE SANTA GENOVEVA


EN PARIS.

Transiens in Macedoniam, adjuva nos.


Al pasar por Macedonia, ayúdanos.

Esta palabra se refiere, amados hermanos mios, á un hecho


maravilloso del apóstol san Pablo. Se estaba preparando para ir
á Bythinia á predicar la doctrina de Jesucristo ; durante la noche,
cierto hombre vestido al uso de los Macedonios se le aparece y
dice : transiens in Macedoniam, adjuva nos. Venid á Macedo
nia, y ayúdanos.
Este hombre, hermanos mios, era el angel de la provincia.
Ya, con sus oraciones habia comenzado para su pueblo cometido
la obra de la salvacion, y llamaba al apóstol san Pablo para que.
predicando la palabra de Dios, hiciere conocer á los Macedonios
la doctrina de Jesucristo, y los conquistase al dogma cristiano.
Vino en ello san Pablo : llega á Filipos, colonia romana, y
empezó á predicar la palabra del Señor. Una mujer, hermosa y
rica, llamada Lidia, comerciante de púrpura, escuchó su palabra,
y se hizo bautizar : muy pronto fué imitado el ejemplo de esta
mujer; pero entonces cabalmente fué cuando principiaron las
persecuciones contra el apóstol, fué preso, metido en la cárcel y
castigado con varas. Pero, movido de su zelo por las doctrinas
divinas supo san Pablo encontrar medios de triunfar de las per
secuciones, y no se ausentó de la ciudad hasta que hubo fundado
una Iglesia. Y asi es que escribiendo mas tarde á sus hermanos
de Filipos, les dice cuanto los ama : Fratres charissimi et deside-
ralissimi, gaudium meum.
MISION DE LOS PREDICADORES. 11
Amados hermanos mios, la palabra que envió á san Pablo á
Macedonia, nos ha enviado á vosotros ; y lo mas urgente y opor
tuno en este momento creo sea el de explicaros los puntos funda
mentales de la religion, hacer un llamamiento a vuestras concien
cias y exponeroslas verdades de vuestra divina creencia. Por
hoy me propongo hablaros del enseñamiento católico : y este
asunto puede suministrar materia á tres cuestiones :
La primera, de quién recibe su mision el predicador; la se
gunda, cuál es el objeto de su mision; la tercera, cuál es el recí
proco deber del pueblo y sacerdote respecto de la mision del predi
cador. Tales son las cuestiones que nos proponemos examinar,
despues de haber dirigido á Dios nuestras súplicas, por medio del
santísimo y purísimo Corazon de esta reina Virgen á quien salu
damos con el angel. Ave, Maria.

PUNTO PRIMERO.

Son menester hombres mas bien dispuestos que otros para


anunciar la palabra del Señor á las masas de fieles : esles nece
saría una mision.
creencia, las opiniones de las diferentes escuelas filosóficas
acerca del estado de la inteligencia humana, en relacion á las
ideas y á los conocimientos, eoncuerdan en que la enseñanza es
el mejor medio, el principal recurso, ya para adquirir las cien
cias, ya para desenvolver las consecuencias de la verdad. Si
este principio es verdadero, lo es sobre todo cuando se trata de
ese orden de verdades que expresa nuestras relaciones con Dios,
porque, desgraciadamente para el mundo, el primero de los efec
tos de la decadencia del hombre ha sido cerrar la inteligencia
humana á estas verdades. En materia de religion pues, mas que
en ninguna otra cosa, el conocimiento de la verdad debe venir
nos del enseñamiento.
Por otro lado, todos los hombres son iguales ; ninguno tiene
por sí mismo el derecho de enseñar, pues que la enseñanza es
un acto de dominacion. El mas grande y elevado acto que ima
ginar se pueda es la dominacion de la inteligencia ; porque en
efecto, el que enseña viene á decirle á otro : oreé tú lo que yo
te enseño, lo que yo te digo. Luego en la religion, mas que en
ninguna otra esfera, es necesario, para enseñar, tener mision
para ello. En el mundo, cuando se trata de literatura, de ciencias
naturales ó físicas, el ingenio, el buen gusto, el saber son los
12 APOSTOLADO CATÓLICO.
que dan la mision doctrinal; en religion, al contrario, Dios solo
tiene derecho de dar mision de enseñar.
En el principio, solo Dios enseñó ; esta enseñanza de Dios po
dia bastar siempre ; y en todo tiempo y lugar Dios, por mas
numerosos que los nombres fueran, podia continuar haciéndoles
escuchar su voz, instruirles él solo, sin mediador ; pero no lo ha
querido así el Señor, y ha substituido á su enseñanza directa el
enseñamiento por designacion. Desde entonces el enseñamiento
ha sido transmitido de padres á hijos : mas entonces era la época
del reinado de autoridad paterna. En estos tiempos patriarcales,
el padre de familias era regla para todos sus hijos, y lo que hacia
y cuanto decia el padre de familias era lo que se debia hacer y
decir : dichosos tiempos en que la autoridad paterna se veia real
zada por el carácter sacerdotal, y en que el sacerdocio estaba dul
cificado con el carácter paterno.
Los padres, venerables partriarcas, contaban á sus hijos el
origen de todas las cosas : La creacion del firmamento, de la
tierra, de los hombres ; cómo se habian deslizado los seres muy
recientemente todavía de la poderosa mano del Criador. Rela
taban la genealogía del género humano, y sobre todo la de sus
antepasados; contaban llorando la cáida del primer hombre, en
seguida sus semblantes augustos brillaban sonroseados de ale
gría y entusiasmo al contar las promesas de salvacion hechas á
nuestros padres, con la esperanza de la venida de un Redentor,
que mostraban á sus hijos cual una esperanza, cual una certi
dumbre futura, saludándole en sus alabanzas á Dios.
No duraron largo tiempo estos dichosos tiempos : la hermosa
autoridad paterna, sea que se envileciese, sea que se debilitase
por la culpable independencia de los hijos, ó por la division fu
nesta entre estos y sus padres, desapareció muy luego. Dios que
brantó la autoridad paterna, y no le dejó sino un poder limitado,
el cual era mas bien natural que moral.
Pero, amados hermanos mios, este poder, aun hoy dia, ¿qué
es de él, os pregunto? Qué se ha hecho la autoridad paterna ?
Cuál es su ascendiente, su poder?
En lugar del padre de familias, Dios hubo de escoger otros
hombres, otros mediadores : fueron estos unos hombres asistidos
de la luz divina que debia impedirles errar : fueron esos profetas
cuyos santos libros son, aun hoy dia, la base de nuestra creen
cia. Parecieron en la tierra estos sucesores de los patriarcas con
la auréola en la frente ; y no se adivina de qué hay que extra
MISION DE LOS PREDICADORES. 13
ñarse mas, ó de sus obras ó de sus virtudes ¡ tan sublimes fueron
en todo!
El enseñamiento de los profetas es mas completo que el de los
patriarcas, y durante trece siglos, todo, todo conspira á una voz
para confirmar sus lecciones y enseñanza; pero, por mas com
pleta que esta fuera, por mas poderosa que fuese su doctrina,
habia de aparecer una enseñanza todavía mas poderosa, una
doctrina todavía mas perfecta; y esta enseñanza, y esta doctrina
es la que habia de traer Jesucristo al mundo. Mas venturosos que
los patriarcas y aun que los mismos profetas, hemos recibido
nosotros enseñamiento al que nada puede hacer la menor mo
dificacion, nada puede añadirlo, nada cercenarlo : Nec plus, nec
minus, nec aliter.
Jesucristo es el preceptor y maestro por excelencia en toda la
tierra, todo lo que dice, es obra de Dios : y los que intentan de
cir que en tal doctrina hay algo que cambiar, corregir, modifi
car ó quitar, son impostores : los que pretenden decir que en el
cristianismo hay necesidad de cambios, los que pronostican que
vendrá un dia de nuevas doctrinas, se engañan y son impostores.
No hay sino un solo Maestro : Magister mus Jesus-Christus.
Verdad que Jesucristo ha enseñado poco tiempo, pues que solo
ha vivido treinta y tres años. Pero ademas de su curso de dog
mas y de doctrinas, ¿es que no ha instituido un Cuerpo de En
viados que estan encargados de ir por todo el mundo á predicar
su palabra ?
Al modo que Jesucristo fué enviado por su Padre, los doce
apóstoles, y los obispos sus sucesores han sido enviados para en
señar y adoctrinar á todas las naciones. En virtud de esta pala
bra de Jesucristo : Yo os envio á predicar entre las naciones, se
halla revestido el obispado católico del incontestable derecho de
enseñar las verdades dela religion. Durante mucho tiempo solo los
obispos han enseñado á los hombres desde la cátedra apostólica :
pero se multiplicó y extendió la Iglesia : y han tenido que reci
bir simples sacerdotes la mision de predicar la palabra divina :
simples sacerdotes han venido á ser los representantes de los
apóstoles, los misioneros de la palabra de Dios. Ved, amados
hermanos mios, el título, el título sí, legítimo del sacerdote pre
dicador.
No tienen un título de aptitud firmado por mano de hombre,
á semejanza de los profesores y maestros de humanas ciencias;
este mero sacerdote que veis sentado en la sagrada cátedra saca
44 APOSTOLADO CATÓLICO.
sus títulos de mas arriba , su diploma , lo habeis visto, le ha sido
conferido por el mismo Dios. ¿Quién hará su genealogía? que
no es acaso sucesor, hijo primogénito de los patriarcas, de los
profetas, de los discípulos de Jesus? No les resume á todos en su
persona ? Y quién podrá decir la genealogía del sacerdote ? Él es
el verbo de Jesus, como Jesus era el Verbo de Dios su Padre; él
ha sido el defensor de la Iglesia católica, él la ha cimentado con
su sangre proclamándola santa y divina con su palabra ; él ha
sido el doctor que la ha defendido contra las herejías. Loor y
respeto sean tributados á este hombre que os convida á cami
nar por las sendas del Señor; respeto y loor á este sacerdote,
porque su voz es la voz de Dios.
Tan alto nos levanta este honor, que podríamos, es verdad, pa
sar sin todo lo demas que el mundo estima ; es decir, que no
tenemos necesidad de hablar con agudeza , ni de brillar en esta
sagrada cátedra : bastaría nuestra doctrina para hacernos escu
char ; pero no es así, porque en verdad no ha desfallecido todavía
la elocuencia del púlpito. En nuestros dias, se tiene en conside
racion el expresarse bien, el decir con gracia ; y en especial se
buscan estas circunstancias por vosotros que váis al teatro para
aplaudir á un hombre ó á una mujer que no tienen otro mérito
que el de saber decir de memoria unos cuantos versos. En el
mundo, el don de la palabra es una condicion absoluta para el
buen éxito en aquel que quiere enseñar : y aun respecto de la
mayoría de hombres cuerdos, lo que desean y á lo que aspiran es
á hermosear sus pensamientos con las gracias de la diccion á fin
de ser escuchados. Y así es que llevan en triunfo al sofista que
halaga nuestra pasion.
Vosotros,hombresdeelocuencia, sois esclavos de esa elocuencia
sin la cual nada sois, y por ello no dejáis piedra por mover para
alcanzarla : con ella lograréis en efecto á conmovernos, á diver
tirnos, y aun á sorprendernos ; pero no lograis tales resultados
sino á fuerza y beneficio de la elocuencia, mas no por la persua
sion de vuestras doctrinas.
Pero ¡ cuanto mas levantada y poderosa es la palabra del Se
ñor ! No tiene necesidad de inquietarse por los efectos, ni aun
puede enflaquecerla ni minorarla debilidad ó cortedad de los pre
dicadores : san Agustin es quien ha dejado escrito : « Si parece
» faltar la elocuencia, no os perturbeis de modo alguno, la elo-
» cuencia viene despues, porque viven juntas y se van si--
» guiendo, »
MISION DE LOS PREDICADORES. 15
El predicador, el sacerdote no deben pues ir en busca de
flores de elocuencia, y solo les es permitido cogerlas cuando las
vé florecer á su alcance.
Ved la parte que nos cabe, y sin embargo nadie ha brillado ni
echado resplandores mas vivos que los predicadores del Evan
gelio con su elocuencia específica : nunca resonó en la tierra
una palabra mas hermosa y persuasiva que cuando ha sido pro
ferida por oradores sagrados tales como Bossuet, Bourdaloue y
Massillon ; y esto lo confiesan todos. Estos hombres no han sido
sobrepujados hasta ahora por nadie, y nos es permitido dudar
que lo sean jamás.
Lo que hace la religion respecto de la elocuencia, eso mismo
opera en todo lo demás. Y es que el catolicismo es la sola
religion que puede manifestarse con tantas ventajas en lo ex
terior, es que el catolicismo excede á todo en grandeza y ele
vacion.
Y no solamente la palabra de Dios puede desentenderse de la
elocuencia para convencer, sino que hay mas todavía, y es que
ni aun la conducta del sacerdote mismo la puede empeñar ni
atenuar sus efectos, cuando las costumbres del predicador, y
desgraciadamente es muy posible, por sus extravíos, le acarrean
la desestimacion y el desprecio : pero tal desprecio y falta de
consideracion con que se ve cargado el hombre, y que resalta
sobre él, no puede comprometer esencialmente la obra y el mi
nisterio que se le han conferido.
Sin duda alguna, á imitacion de su divino maestro Jesus, ha
de principiar el predicador dando ejemplo con sus obras de lo
mismo que predica, pero si así no lo hiciere, hay que derramar
lágrimas sobre él, mas hacer caso y tener cuenta de su doctrina,
sin atender ni tomar en cuenta sus actos. Menester es respetar
y seguir su palabra, porque en todo es la palabra de Dios, en los
actos de la creacion espiritual nada puede debilitar ni detener
los efectos de la palabra divina.
El ministro del Evangelio ha de brillar si no con el resplandor
de la elocuencia, al menos con la pureza y santidad de sus cos
tumbres : en su persona todo ha de comprobar la virtud, y mo
ver á estudiar en su porte las verdades santas de la religion que
anuncia. Consagrado á su mision, debe hacer abnegacion de sí
mismo, y no ocuparse sino en el cargo que se le ha conferido :
sabe él muy bien que por su boca Dios quiere hacer fructificar
su palabra. El sacerdote católico predica ; pero no para enrique
16 APOSTOLADO CATOLICO.
cerse porque seria un sacrilegio espantoso; predica, sí, por
salvar á las almas, y ganarlas á Jesucristo.
De estas consideraciones, tan justas y reales, acerca de la si
tuacion del sacerdote, resulta lo que hemos intentado demostrar;
que por el solo hecho de su mision , el predicador del Evangelio
se presenta ante vosotros con una autoridad doctrinal que nadie
puede imponer sino Dios, de quien es ministro, y subsidiariamente,
que su mision le da la autoridad del talento, y frecuentemente
la de la virtud.
Ved los títulos en que apoya su mision el predicador católico :
vamos á la

SEGUNDA PARTE.
La mision del sacerdote es una mision divina.

La prueba de esta segunda proposicion se deduce de cuanto


acabamos de exponer.
Sin duda alguna hombres de este carácter y de tanta autori
dad no pueden menos de tener una Mision elevada, grande. He
rederos de la mision conferida á los Cabezas de raza y á los Pa
triarcas, diputados por el mismo Cristo cerca de los pueblos,
su Mision es necesariamente grande, sublime. Y en efecto esta
toma su orígen en aquella palabra de Jesucristo á sus apóstoles :
Id y enseñad á todas las gentes, y enseñadles á practicar cuanto
os está encomendado. Omnia qucecumque commendata.
El Evangelio, nada mas que el Evangelio : he aquí, herma
nos mios, el objeto, fin y tendencia de la Mision del Sacerdote.
Las verdades del Evangelio se pueden considerar bajo dos as
pectos : Verdades dogmáticas que es necesario creer, verdades
morales que es menester practicar. La mision del predicador las
abraza ambas. Respecto de las verdades dogmáticas su deber es
explicarlas, exponerlas, defenderlas.
Bajo este respecto, las explicaciones presentadas al pueblo
por los predicadores evangélicos son de tal caracter y manera
que lo mas frecuente las respetan hasta los mismos adversarios
de la religion, viéndose incapaces ni de refutarlas ni de tildarlas :
porque el predicador del Evangelio se explica con tal claridad
que basta tener oido y un corazon bien puesto para admirarlas y
comprenderlas. Y en efecto, entre todas las verdades predicadas
en la sagrada cátedra católica, ¿hay por ventura una sola cuyo
MISION DE LOS PREDICADORES . 17
conocimiento no valga infinitamente mas que todas esas cuestio
nes de pundonor, de interés nacional ó patriótico, de intereses
materiales, materias que son objeto exclusivo de todos los demás
enseñamientos? — No : y sin embargo estamos muy lejos de
asegurar que estén comprendidas tan bien como menester fuera.
Si comprendiesen en efecto los hombres, como lo debieran, las
ventajas de las verdades que se nos están cometidas, no seria
solamente el estrecho recinto de sus templos el lugar de nuestra
predicacion ; nuestros templos, aunque tan vastos, serian dema
siado limitados; sino en las calles, en las plazas, rodeados de
inmensas muchedumbres de gentes , al raso tendría que predi
car el sacerdote que enseña la palabra de Dios, y la muchedum
bre la llenaría de aplausos y la remiraria en sus corazones, me
ditándola al entrar en el silencio de sus hogares, mudando de
costumbres y vida, y mejorándose las familias por entero.
Pero , y lo digo lastimándome, no es tal el resultado de la
predicacion de la divina palabra en el pueblo ; porque arrastrado
por sus pasiones el hombre no comprende, mejor, no quiere
comprender las verdades de la religion. Es que por ventura son
necesarias para divertirlo y tenerlo atento fábulas y relatos gen
tílicos como en Atenas antiguamente ? Cómo ! toda una poblacion
inmensa se conmueve y precipita á un coliseo al solo anuncio de
una comedia nueva, y el hombre del Dios del universo tiene
que anunciar á un corto número de oyentes las verdades de la
religion ? La muchedumbre se amontona en el teatro, y pasa
horas enteras dando aplausos y echando flores sobre la cabeza de
una mujerzuela que le divierte.
Ya decia san Pablo : No se viene ya á oir las verdades de la
religion. ¡ Ah! hermanos mios, no seais, os ruego, los enemigos
de la virtud. El predicador no es solamente un hombre que os trae
y anuncia su palabra ; la doctrina que os viene á enseñar es la
de los libros santos, es la de la sagrada Escritura, es la de Dios.
Pensadlo bien, amados fieles de Jesús; son verdades divinas,
es la palabra de Dios, todo lo que estais oyendo del sacerdote
predicador.
Por lo tanto cuando os cita el predicador ciertos pasajes de
los libros sagrados, no creais que lo hace por invocar el uso an
tiguo. No cita el sacerdote los textos que comprueban la verdad
de su tema, los cita porque ponen de manifiesto el acuerdo con
stante y unánime de su enseñamiento y de la tradicion evangé
lica ; porque en todos tiempos la predicacion evangélica ha ido
S. M. I. 2
18 APOSTOLADO CATÓLICO.
de consuno con la tradicion católica. Ved y consultad los escritos
de esos hombres que han sido condecorados con el nombre de
hombres grandes, de esos sabios que han sido honrados con el
título de Padres de la Iglesia : San Pablo, san Ambrosio, san
Agustin, san Cipriano, san Jerónimo, san Juan Crisóstomo, san
Gregorio, san Basilio, san Buenaventura, santo Tomás, san Ber
nardo, Bossuet, etc., etc. ; el nombrar solo á esos hombres, no
es citar una á una todas las virtudes, citarla elocuencia, citar la
sabiduría, citar todas las cualidades mas eminentes que se hayan
podido suponer en los hombres?
Tenemos ademas en apoyo de nuestras doctrinas las decisiones
definitivas de la Iglesia, esto es, los canones de los concilios ecu
ménicos. Estas decisiones son tan claras y precisas que no dejan
el menor asidero al error ó al equívoco ; porque no hay en toda la
religion una proposicion que no haya sido tomada en considera
cion por la Iglesia, y puesta en el bufete de una comision para
ser, por decirlo así, disecada , explicada, definida. Así se han so
metido al exámen de estos concilios todas las palabras, todos los
monumentos dela tradicion. Tenemos diez y ocho de estos con
cilios apoyándose unos sobre otros, y esclareciéndose los unos
con los otros, dotados todos del mismo don de infalibilidad.
Con estas reglas marcha seguro y confiado el sacerdote cons
tituido en el púlpito, sin temor de errar ó desviarse, porque no
puede engañarse con tales guias ; pero á mas de esto tiene para
conducirse en la exposicion de la doctrina otra autoridad que vo
sotros no rehusareis de seguro, y esta autoridad es la razon hu
mana.
Ved, hermanos mios, los títulos y fundamentos de la instruc
cion católica ; todos ellos sublimes, respetables, y divinos, ó
recomendados por la boca del mismo Dios. Veamos pues en úl
timo lugar ouales sean nuestros deberes y los vuestros respecto
de la palabra que se os dirige por el sacerdote católico desde la
cátedra del Espíritu santo ; y esto formará el asunto de la

TERCERA PARTE.

No os hago, amados hermanos mios, el agravio de creer que


haya entre vosotros ninguno harto fútil y casquivano para que se
proponga no escuchar una doctrina, que se propone garantida con
tantas y tan sublimes autoridades. Vuestro deber como hombres
y como cristianos es escuchar la palabra de Dios, meditarla y
MISION I>E LOS PREDICADORES. 19
ponerla en práctica , cada uno segun su estado y circunstan
cias.
Y porqué no ha de ser así? — Todos los dias leis vosotros de
muy de mañana vuestros periódicos, y dais fé á lo que os anun
cian. — ¡ Cómo ! — Son palabras de hombres cortados como vo
sotros, no superiores á vosotros, y los escuchais, y les haceis
mucho caso ; ¿y no escuchariais á la religion que se dirige á vo
sotros, que os habla á vosotros por medio de la palabra de los
hombres que han honrado mas al espíritu humano en un tras
curso de mas de diez y ocho siglos con un enseñamiento soste
nido, igual, sapientísimo y en alto grado sublime? Ah, herma
nos mios, demasiado están de acuerdo vuestros corazones y en
armonía con nosotros , ministros del Señor aunque indignos,
para que no escucheis nuestra voz ; sí, vosotros querréis alen
tar con vuestra presencia al que está encargado de ser intérprete
de los dogmas de la religion en medio de vosotros.
El predicador despues de haber probado los dogmas, los de
fiende : si encuentra que el error ó la mala fé levantan obstá
culos .y mueven ó excitan contradicciones á su palabra, le
incumbe, en virtud de su deber, hacerlos desaparecer, desvane
ciendo preocupaciones ó ideas falsas que se les opongan, y
confunde así el error ó la mala fé. No es mi ánimo discutir sobre
este punto en este momento, y me limito á hacerlo ver.
Amados hermanos mios, si somos superiores á vosotros y de
todos al estar subidos en esta cátedra sagrada, no es segura
mente por nosotros mismos ; sino en cuanto somos los abogados
de una grande causa : no sucede aquí como en un proceso ante
la justicia humana, en donde se trata del honor, tal vez de la
vida de un hombre : trátase aquí de otra cosa mucho mas grave
y sublime que todo eso. Se trata en efecto de un combate entre
la verdad y el error, entre Dios y su criatura rebelde. El sacer
dote es el abogado de Dios, y tiene á la verdad su cliente.
Nuestros contrarios abogan en el interés de las pasiones y de
sus placeres ; y se indignan de la barrera que los pone un dique,
un obstáculo : nosotros, sacerdotes, combatimos para obligar á
nuestros adversarios que pasen á someterse al yugo de la fé. Se
nos podrá coartar, se nos podrá oprimir y aun encadenar, y aun
hacer morir : ¿qué importa? nosotros tenemos que obedecer á
Dios. Las principales ventajas de nuestro defensorio católico son
la calma, la moderacion, la caridad. Uno de los primeros deberes
de los que se hallan encargados de la mision de enseñar la pala*
20 APOSTOLADO CATÓLICO.
bra de Dios, amados hermanos mios, es el tener candad con nues
tros hermanos, los adversarios.
No se nos puede exigir sin duda alguna, que veamos á sangre
fria el endurecimiento, y muchas veces las blasfemias del hom
bre : permitido nos es decir lo que pensamos de su estado y ac
tos con toda la energía de una alma indignada : mas respecto de
la persona, la caridad nos impone el amor de padres, de hijos,
de hermanos ; debemos tener compasion de su persona, y tratar
de atraerla al divino redil con la dulzura y mansedumbre. Jamás
debemos atacar al hombre; y si tal vez nos dejamos llevar sin
querer de movimientos impensados de nuestra indignacion, con
tamos con la gracia de Dios que nos hará detener.
Ved pues, hermanos mios, los deberes de un predicador rela
tivamente á la verdad dogmática expuesta, probada, defendida.
Nuestra mision es, pues de alumbrar, de ilustrar á los hombres :
tal es la obra de perfeccionamiento á que estamos adscriptos.
Estadme atentos, hermanos mios. Ved un hombre adormecido
en el pecado : por un efecto de la divina benevolencia durante el
curso de nuestras predicaciones llega un dia á esta iglesia, de-
tiénese enfrente de esta santa cátedra : y de repente sale de ella
un rayo de luz que él mira como sobresaltado, y le toca el co
razon. Y ved á este hombre, tal vez llegado aquí sin pensarlo,
abrumado bajo el peso moral de la divina palabra : vedlo titu
beando, con cierto mal estar, y su corazon que se conturba : no
quedará á buen seguro satisfecho hasta que no vaya á encontrarse
con el sacerdote cuya santa palabra acaba de arrancarlo del im
perio y tiranía de sus vicios, de sus pasiones.
Los apóstoles eran pescadores, y barqueros. Díjoles Dios : Id
á predicar por el mundo ? y el mundo quedó mudado con su pa
labra. Tales son los resultados constantemente.
Recorred hoy dia mismo los Anales de la propagacion de la
fe, y veréis esos magníficos partes que nos comunican de sus
triunfos. Napoleon, en sus mas gloriosos dias, en su mayor apo
geo, no los escribió tan hermosos, ni tan brillantes como los que
nos ofrecen los Anales de la propagacion de la fé.
Tal es el poderío de la palabra santa cuando sale libre, cuando
no está encadenada. Así es que veinte años ha cuán hermosas y
placenteras eran las misiones que se hacian en Parísy la Francia
entera ! No era como hoy dia en que tanta dificultad tenemos
para hacer llegar hasta vosotros la palabra del Señor. Eran en
tonces cuarenta virtuosos sacerdotes que salian de París é iban
MISION DE LOS PREDICADORES. 21
predicando por toda Francia la conversion de los pecadores, las
penas eternas y la bienaventuranza del paráiso.
Estas almas puras esparcian así la palabra del Señor, y está
fructificaba y prosperaba ; los enemistados se allegaban unos á
otros, y se abrazaban al pié del púlpito á impulsos de la palabra
del misionero. Cuando se concluia la mision, se veia la gente
acercarse al divino banquete, y se terminaba siempre con la
comunion general. Se vieron en una sola poblacion diez y nueve
mil personas que comulgaron de las treinta mil que tenia.
Y no hemos visto un resultado todavía mayor de la palabra
evangélica, no hemos visto todo un presidio seguir unos ejerci
cios, y el de Tolon cambiado, transformado y renovado moral-
mente? Mas ¿porqué hablaros, amados hermanos mios, de
veinte años atrás? ¿No acabamos de ver lo que ha pasado quince
dias ha en las Iglesias de París? Llenas estaban todas durante la
cuaresma ; cada dia se henchia mas el recinto de este templo :
Vosotros me escuchais como si os dijese cosas nuevas. Y sabeis
porqué ? Porque habia algo superior encubierto en nuestras pa
labras ; es que nuestra predicacion era la palabra de Jesucristo :
Id, enseñad á todas las gentes, etc.
Vosotros hermanos mios que estais acostumbrados á cumplir
con vuestros deberes de religion, venid durante el curso de nues
tra predicacion, venid á escuchar nuestra palabra ; algun fruto
tendréis que recoger, siquiera para llevarlo al seno de .vuestras
familias. Venid, porque unireis vuestras súplicas á las nuestras
y alcanzaréis la gracia eficaz ; venid, porque la necesidad de la
palabra de Dios y la de la oracion son inseparables : venid, ro
garemos juntos á Dios para que nos dé lo que nos falta, y aleje
de nosotros el pecado. Y para vosotros, á quienes las anteriores
predicaciones apenas hubiesen hecho vacilar, vosotros, los que
todavía estéis endurecidos, venid, venid todos á oir la palabra del
Señor, y la gracia descenderá á vosotros !
Y vos, oh Padre nuestro, tocad sus almas, y á estos hombres
indiferentes ó corrompidos, conducidnos, Dios mio, al pié de
vuestros altares, al pié de esta sagrada cátedra ; servios de no
sotros para desviarlos y arrancarlos del cenagal de los vicios para
hacerles entrar en el real camino de la virtud, y conquistarles la
gloria del cielo! Amen.
OBJETO QUE SE HA DE PROPONER EL PREDICADOR

tOR EL R, P. NEWMAN, DEL ORATORIO.

Cuando llega un grupo de hombres á una comarca vecina en


donde son desconocidos sin embargo, cual nos acontece hoy,
amados hermanos mios; cuando extraños vienen á extraños,
se instalan como en su casa, levantan un altar, abren una es
cuela, convidan y aun exhortan á todos los habitantes á que ven
gan á oirles, muy natural es que los que los ven y que son lla
mados para emplearse en su servicio, les pregunten : ¿qué motivo
os conduce aquí? Quién os ha dicho que vengais á nosotros?
qué intentais? qué predicais? qué garantías presentais ? qué pro
metéis, en fin? — Y vosotros tendríáis razon de dirigirnos estas
preguntas.
Pero muchos no se cuidarán de hacer tales preguntas creyen
do poder resolverlas ellos fácilmente. Gran número hay que
responderían á ellas sin hesitacion, y con aplomo, segun su
manera de ver las cosas, y segun sus propios principios, esto
es, segun las ideas del imlndo. Las maneras de ver, los princi
pios del mundo, los fines á que tiende, son cosas definidas ya
perfectamente, conocidas en todo lugar, y que sirven general
mente de móvil á las acciones de los hombres. Estos datos ofre
cen siempre un medio de explicar la conducta de los demás,
cualesquiera que sean, y estas explicaciones tienen la suerte
de ser verdaderas en la mayoría de casos, pues que la tieneh
de ser probables y plausibles en ciertas circunstancias parti
culares.
Cuando se quiere hacerse cargo de los efectos de que cual
quiera ha sido testigo, se refieren ácausas conocidas : y no seria
OBJETO DEL PREDICADOR. 23
hacerse cargo de ellos el atribuirlos á causas imaginarias, é igno
radas de todos. El mundo juzga pues naturalmente, y aun por
necesidad, los otros segun él mismo. Los hombres que siguen la
vida del mundo, que se conducen segun tales móviles, que viven
y obran con los que en todo hacen como ellos, atribuyen induda
blemente las acciones de los otros, por muy diferentes que sean
de las suyas, á uno ú otro de los motivos que determinan sus ac
ciones propias; porque es menester que les asignen un motivo,
y no podrian imaginar otros diferentes de los bajo cuya influen
cia viven.
Sabemos como se conduce y piensa el mundo, especialmente
en este páis ; él es activo, trabajador, incansable. Pone manos á la
obra con entusiasmo, y marcha á su objeto con ardor. ¿Quereis
conocer al mundo ? Pintado está y retratado muy fielmente en
esas publicaciones destinadas á complacerle : veréis en ellas cuál
es el móvil qüe le conduce, cuáles las ideas que le gobiernan :
veréis en ellas los esfuerzos grandes, tenaces, perseverantes que
hace en vista de un objeto temporal, á veces bueno, muchas
malo, pero siempre temporal. Persiste sin cesaren un íin mun
dano, aunque tal vez desinteresado : trátase generalmente de si
tuacion, de consideracion, de poder, de intereses materiales, de
lujo ; pero á veces tambien del alivio de las miserias de la hu
manidad ó de la sociedad, tales como la pobreza, la ignorancia ó
el vicio.
Sea de esto lo que se quiera, el móvil» el principio motor y
animador de todos estos esfuerzos es un fin meramente material.
Pero este fin excita una emocion tan agradable y seductora, que
se sirve á sí mismo de recompensa, y con tanta mas razon, cuan
to que los hombres no cuidándose del fin por el cual se toman
tanto trabajo, encuentran su placer en este mismo trabajo ; y se
hallan suficientemente recompensados de sus fatigas con sus tra<-
bajos mismos, y en los esfuerzos que hacen para superar obstá
culos, y vencer rivalidades, en las dificultades que ponen á
prueba su habilidad, en el desplegamiento de todos los recursos
de su entendimiento y agudeza, en las vicisitudes y azares,
en los incidentes imprevistos, y en fin en las peripecias de la
empresa que han comenzado, aunque jamás llegue á su fin.
Tal es la conducta del mundo. Por esta razon os he dicho,
que ho es menester maravillarse que al ver tantos hombres po
nerse á trabajar con fuego, esforzarse en juntar á otros á su
derredor, obrando estos en apariencia como él mismo obra
APOSTOLADO CATÓLICO.
aunque con diversa tendencia, y aun cuando se hallen empe
ñados en una profesion religiosa, se les imputa sin la menor va
cilacion intenciones semejantes á las que rigen ó regirían los hi
jos del mundo.
Con frecuencia, por modo de vituperio y por lo regular sin
pensar en ello, reconoce el mundo, como hecho simple que no
cree poder negar, que sus hijos ó secuaces son ambiciosos, in
quietos, ansiosos de distinciones, deseosos de mando. No vé él
otra cosa mejor, y se enfada y se encoleriza si en adelante, al
guna circunstancia de la vida de los que él zahiere, llega á des
mentir el juicio hecho anticipadamente y con sobrada ligereza
acerca de la situacion y objeto de su conducta. Los examina su
perficialmente, y cree con esto conocerlos á fondo : con solo ver
uno ó dos actos que han llegado á su noticia, juzga indiscreta
mente de toda su conducta y determina con temeridad el princi
pio que cree ser su móvil ; pero vedlo ahora obligado ya á aban
donar su hipótesis errónea, y adoptar otra ; y se esgrima por
explicar de otro modo su carácter y conducta.
¡Ah hermanos mios ! el mundo no puede menos de obrar así ;
porque no nos conoce ; y nos aborrecerá siempre porque no so
mos del mundo, porque él es mundo. Por necesidad no com
prende las razones que influyen y ejercen una accion omnipotente
sobre nosotros, y nuestros corazones, y cansado de buscar en
sus fisonomías y brújulas el bosquejo y lineamientos de nuestras
personas, lleno de disgusto á consecuencia de tantas vanas con
jeturas, declara que somos unos seres inexplicables, ó bien se
pone á zaherirnos como seres misteriosos y engañadores.
Amados hermanos mios, nosotros tenemos miras secretas, se
cretas se entiende de las riquezas, para los hijos del siglo,—se
cretas para los políticos, secretas para los esclavos del Dios de
las riquezas, para todos hombres ambiciosos, egoistas y ambi
ciosos y deshonestos. Porque la religion misma, como su divino
autor y propagador, es, segun acabo de decir, una ignorada del
mundo, y no conociéndola, no puede servirse de ella como de
una clave para explicar la conducta de los que reciben sus di
vinas influencias. Los hombres del mundo no conocen las ideas
y los motivos que inspira la religion á los espíritus que alumbra
con su luz : no los conciben ellos, no los admiten aun cuando se
les hayan explicado : no pueden concebir cómo se dejan llevar
otros por esas ideas, aun cuando las profesen abiertamente.
Se les hace imposible ponerse en lugar de un hombre que trata
OBJETO DEL PREDICADOR. 25
seriamente de agradar á Dios en todas sus acciones ; tienen un
entendimiento tan limitado, un espíritu tan somero y comun, que
cuando un católico profesa tal ó tal doctrina de la Iglesia acerca
del pecado, el juicio universal, el cielo, la bienaventuranza eter
na, el infierno, la sangre de Jesucristo, los méritos de los Santos,
el poder de María ó la real presencia de Jesucristo en la Euca
ristía, ó que dice que estas verdades tocan su corazon, dirigen
sus acciones cotidianas, no pueden creer, decimos, que el tal ca
tólico hable seriamente : porque están convencidos de que estos
puntos de creencia son la piedra de toque, la ocasion de tropiezo
para su espíritu, que no los acepta como verdaderos sino haciendo
violencia á su razon, que piensa en ellos lo menos que le es posi
ble, no ejerciendo ellos ninguna influencia sobre su vida.
No quedemos pues sorprendidos al ver que los hombres sen
suales, que los mundanos, que los incrédulos miren con des
confianza á hombres que no pueden comprender, al ver que atri
buyen á tal conducta motivos tan extraños y tan descornados,
cuando no son capaces de admitir las explicaciones que se les da .
Así ha estado sucediendo siempre desde un principio. Los Judíos
tuvieron la mala fé de atribuir los actos de nuestro Señor Jesu
cristo y de su Precursor á motivos muy agenos del móvil de am
bos, que no era otro sino el deseo de cumplir la voluntad de
Dios.
Eran aquellos, como lo dijo nuestro Señor, semejantes á mu
chachos sentados en un mercado, y voceando á sus compañeros :
« Hemos tocado nuestras chirimías y no habeis querido báilar ;
» hemos hecho resonar nuestras flautas y entonado cantares fú-
» nebres y no habeis querido llorar, ni entristeceros. » Y á
continuacion dice : « Os doy gracia-s, Padre mio, señor del cielo
» y la tierra, de que habeis encubierto estas cosas á los sabios y
» prudentes, y las habeis revelado á los pequeñuelos y sencillos.
» Sí, Padre mio ; así os ha parecido bien obrar. »
Dejad al mundo hacer como quiera; dejadlo hablar á su modo
de nosotros, amados hermanos mios ; esto no será capaz de im
pedirnos el decir lo que pensamos, y lo que el Dios Eterno piensa
y dice del mundo. Tenemos derecho de formarnos un juicio
acerca del mundo, así como el mundo lo tiene de hacer el suyo
acerca de nosotros ; y nosotros juzgamos á propósito usar de
nuestro derecho. Porque si de una parte sabemos que él nos juzga
mal, por otra estamos cerciorados por testimonio del mismo Dios,
que lo juzgamos bien, y como lo merece. Y mientras se apura
20 APOSTOLADO CATÓLICO.
en atribuir nuestro zelo á un motivo, á un principio que se ha
apropiado y le pertenece, yo voy á probaros sin gran trabajo, si
me prestáis vuestra atencion, que nuestro aborrecimiento por este
motivo suyo, por este principio suyo, que nuestra compasion
por las almas esclavizadas con su influencia, nos hacen ser tan
industriosos y activos, que nos hacen decidir á establecernos en
el seno de una poblacion que no nos ofrece ventaja alguna tem
poral, pero en donde abundan, en cambio, los errores religio
sos, y cuyo número vecindario nos es muy caro por sus almas,
que quisiéramos salvar*
¡Ah hermanos mios muy amados! El mundo tan obcecado
como está por sus intereses materiales y por los placeres sensua
les, apenas comprende cuál sea el verdadero estado de su alma,
cuál sea su verdadera situacion respecto á Dios, cuál es su his
toría en lo pasado, cuales sus esperanzas en el porvenir. El mündo
se crea un modo particular de considerar las cosas, y no se sale
de él. Jamás se toma el trabajo de indagar si su modo de pensar
es adecuado, es justo, tío se inquieta de si existe otro medio mas
eiertd y seguro, Otra fuente mas pura de consultar para llegar
al cohocimiento real de la verdad sobre las cosas que constituyen
el fortdo de sus juicios. Admite como exacto todo juicio hecho á
la primera vista, aunque no se haya formado sino bajo de sim
ples apariencias de verdad.
Ni aun siquiera se toma el trabajo de pensar en Dios : vive hoy
sin cuidarse de mañana, y como si solo hubiera de vivir para hoy.
Lo que ve, lo que gusta, lo que palpa, eso le satisface, eso llena
sUs deseos, eso es el límite de sus conocimientos y de sus ins
piraciones. El que se expresa con gracia, el que trabaja mucho, es
el solo respetable á sus ojos. La eficacia es para él la sola re
gla del deber; el buen éxito, la sola prueba de la verdad : cree
lo que ve, niega lo que se le puede demostrar.
Enseña, por consigniente, el mundo que no son necesarios
grandes esfuerzos para salvarse ; que no ha cometido grandes
pecados, ó que le son perdonados 5 que para la eternidad puede
tener una entera confianza en la misericordia divina, y que ha de
huir de todo lo que se asemeje á abstinencia, á negacion de sí
propio, á imperio sobre sus pasiones, á mortificacion, Como prác
ticas que ultrajan á la humanidad, y bastantes para desacreditar
la misericordia y bondad de Dios. Ved acerca de nuestra condi
cion en esta vida terrenal la doctrina que enseña el mundo en sus
muchedumbres de sectas y sistemas filosóficos ; pero mirando
OBJETO DEL PhEtítCADOR. 27
á otro lado, ¿ cuáles son les doctrinas de la Iglesia sobro estos
misinos puntos ?
La Iglesia enseña que el hombre nlé hecho etl el brigeh á
imagen de Dios, que era hijo adoptivo de Dios, amigo de Dios,
heredero de Dios, heredero de su gloria eterna ; y que, espe
rando en el entretanto estas felicidades eterhas, gozaba en esta
vida de numerosas gracias, y privilegios muy extensos. Ensena
ademas la Iglesia que ahora el hombre está caldo, puesto bajo
de la maldicion del pecado original, privado de la gracia ditiha :
que es hijo de ira y no pttede llegar por sí mismo al Cielo, estando
continuamente en peligro de caer al infierno. No es mi ánimo
decir que está condenado á la perdicion eterna por una ley ne
cesaria, porque no puede perecer sino por sü propia voluntad y
por sus pecados, otorgándole Dios aun en su estado de natura
leza cáida una muchedumbre de gracias, inspiraciones y socorros
para que se guie por la fé y la obediencia.
No hay un solo hijo de Adan que no pueda salvarse * eh tanto
que su salvacion dependa de la divina asistencia $ mas cuando se
medita el poderío de las tentaciones, la fuerza de las pasiohes, el
ascendiente del amor propio y de la voluntad, el imperio del or
gullo y de la Indolencia ó pereza, ¿quién se atreverá á asegurar
de tal ó tal alma en particular que será capaz de mantenerse en
la obediencia sin una abundancia y una profusion de gracia con
la cual no ha de contarse temerariamente ? porque un favor se
mejante no estaria en relacion, no digo yo con los derechos,
porque no los tiene, pero ni aun con las estrictas necesidades de
la humana naturaleza.
Se puede preveer, casi con toda certidumbre, que el hombre
nacido en este mundo, si llega á la edad de la razon, caerá en
pecado mortal y podrá perder á su alma, á pesar de los socorros
generales de la gracia de Dios. No se crea que es un auxilio
cualquiera, una asistencia ó socorro de poca monta el que ar
ranca al hombre eri cierta manera de sus mismas y propias ma
nos, el que lo liberta de sus pasiones : tiene hecesidad para ello
de un remedio mas que ordinario, ¡ qué pensamiento tan serio !
¡qué luz tan viva echa sobro el alma este pensamiento acerca
del estado actual del hombre ! Y cómo nos lo presenta bajo un
aspecto muy diferento del que lo considera el mundo ! ¡ Cuánto
escozor y cuánta responsabilidad para el corazon que lo acepta !
Examinad de cerca, amados hermanos mios, examinad con
atencion la historia de una alma nacida en el mundo y criada se
28 APOSTOLADO CATÓLICO.
gun sus principios, y adquirireis el convencimiento y la prueba de
lo que os voy diciendo . Cuando niño, pasa dos, tres, á lo mas cinco
años de inocencia, y dichoso él porque no puede pecar todavía ;
pero llega en fin el dia terrible en que principia á hacer distinciones
entre lo bueno y lo malo. Ah ! poco mas tarde poco mas temprano,
porque no siempre llega á la misma edad, el terrible momento
viene. Adquiere el niño la facultad, la grande, terrible, espantosa
facultad de juzgar que una cosa es mala, y sin embargo la hace.
Sabe muy de positivo que ofenderá á su Criador y Juez obrando
así; y aunque de cierto es realmente capaz de abstenerse del pe
cado, es sin embargo libre de cometerlo. Goza en efecto de la ter
rible libertad de cometer un pecado mortal! Aunque tan joven,
tiene empero de su pecado una nocion tan clara y neta, y sucum
birá en él con tan pleno conocimiento de causa como el espíritu
maligno en el momento de su cáida. Viene un dia, que tal vez no
acabará, en que apenas se hayan transcurrido sus primeras horas
sin que el joven no ejerza esta temible facultad, no haga lo que
debiera evitar, lo que no tenia necesidad de hacer, pero que es
sin embargo libre de cometer!
Entre las personas que conocemos ¿hay por ventura una sola
de la cual podamos afirmar que si se hubiera quedado en el es
tado de naturaleza, hubiera hecho de la gracia otorgada á ella, y
que si actualmente se halla en este estado, se aprovecha de la que
ha sido conferida, de suerte que evite el crímen de ofender á
Dios y el castigo consiguiente á este crímen? No, amados herma
nos mios, y esta poblacion (1 ) grande en que nos encontramos
nos presenta un espectáculo espantoso.
Recorriendo las calles, cuántos de nuestros semejantes halla
mos que tal vez no hayan sido bautizados hasta ahora? Y los que
lo hayan sido, de que se compone sino de hombres que aunque
bautizados, son en su mayoría ó pecadores que no han sabido
conservar la gracia que Dios les ha hecho y comunicado, ó que
desde los primeros años de su vida se han salido del divino redil,
único lugar de salvacion! Se han desarrollado en ellos á un
tiempo mismo la razon y el pecado, y no han cesado de ir am
bos de concierto.
¡Pobre y desgraciado joven! No ha cambiado en lo exterior á
los ojos de sus padres ; no barruntan estos lo que ha pasado en
su corazon ; y tal vez, aun sabiéndolo, no solo no se atemori
zarian, sino que ni aun quedarian extrañados, pues que estan en
(1) Birmingliam.
OBJETO DEL PREDICADOR. 29
el mismo ó peor estado que él. Ellos tambien, antes de conocerse,
han cometido pecados, y pecados mortales, sin que se hayan re
conciliado nunca con Dios : han vivido largos años en tal estado,
sin horrorizarse de él. Mas tarde se han enlazado con los víncu
los del Matrimonio ; este dia fué para ellos un dia de alegria,
pero de luto para los ángeles.
Su calidad social es tal vez humilde, tal vez brillante ; su exis
tencia temporal es tal vez feliz, tal vez desgraciada ; pero su en
lace no ha merecido la bendicion de Dios. Han dado á luz un
niño ; este no ha sido condenado al infierno desde su cuna, pero
ha nacido bajo auspicios fatídicos. Podia muy fácilmente pre-
veerse que seguiria mas tarde el sendero de la carne ; llegó el fa
tal momento, nuestros pronósticos funestos se van á realizar.
Este joven ha comido del arbol prohibido ; ha devorado con de
licias embriagadoras el fruto del arbol de muerte y de pecado ; se
han abierto ya para él las puertas del infierno , sin que él haya
oido el formidable ruido que han hecho sobre sus quicios ; no
las ha visto como se han medio abierto ; no tiene ojos para ver
por su negra abertura las devorantes llamas que le aguardan :
pero los habitantes del abismo le están ya mirando de hito en hito ;
su puesto ha sido ya señalado entre ellos sin que le hayan susci
tado la menor contienda ; y á menos que su inefable y bondadoso
Criador no intervenga por un medio extraordinario, este joven
está perdido !
Empero, aunque sea esclavo del pecado, su espíritu sigue
desarrollándose sin intermision : ábrese mas y mas su inteligen
cia ; el tiempo se le va deslizando, y en el entretanto aprende un
sin fin de cosas ; tiene ricas disposiciones, aplícanse todos á culti
várselas. Quizá posea modales atractivos; su humor, festivo; su
ingenio, agudo como el dela mayor parte de los niños. Se le cria
para el mundo, va formulando sus juicios, fijase en tales ó tales
principios, fórmase opiniones y un cierto carácter distintivo.
Este carácter es mas ó menos amoroso, posee mas ó menos vir
tudes naturales, no importa, su corazon se halla atacado de un
mal interno que va siempre de auge en intension y extension. El
demonio está suelto, y reina en su alma como soberano.
Antes, tenia la costumbre de rezar de cuando en cuando ;
ahora, ya ha sacudido este deber : sus oraciones no son sino un
murmullo de labios ; el corazon no toma ya la menor parte ; ¿ qué
necesidad hay de seguir diciéndolas? ¿A qué me sirven? es que
me obligan por ventura ?
30 APOSTOLADO CATÓLICO.
Así es como razona en su interior, y obra segun razona. Dejó
el rezo, las plegarias sagradas, abandonó totalmente la oracion.
Su primer pecado, aquel pecado mortal que lo echó puertas á
fuera de la gracia, fué quizá esta incredulidad en el poder de la
oracion. Cuando niño ya crecido, no quería rezar, excusándose
con que ya tenia demasiada edad, y que, ademas, sus padres no
rezaban ; por consiguiente renunció al rezo y á la oracion, y el
demonio entró en su corazon, tomó posesion de él, éhizo de él
su casa.
¡ Pobre joven! todos los dias se va alargando la lista de los
pecados mortales ; cada dia va perdiendo de ascendiente la ora
cion y la piedad ; va respirando el ambiente apestado del mal,
y hace en él espantosos estragos la corrupcion. Echó muy lejos
de sí el pensamiento de Dios, y sustituóle su propia persona.
Rechazó las tradiciones de la religion que aparecian en torno de
sí, para abrazar las del mundo, mas en armonía con sus gus
tos, y á ellas entrega sin reserva la conducta de su vida.
Lleno de confianza en su saber, ni aun le viene á las mientes
que el mal está delante de él, y que anda recto por su camino.
Acostúmbrase á reirse de los hombres de peso y de las cosas se
rias : recoge con avidez todas las chancetas que de ellos se ha
cen circular : habla de ellos en tono magistral, aunque se halle
desprovisto de medios de conocerlo que propala. Cuanto menos
va creyendo en las verdades reveladas, tanto se cree mas sabio
y discreto : ó bien, si su natural le preserva de tanto endureci
miento, no repite menos, siquiera por darse tono y seguir la
moda, cuando se le presenta ocasion, las burlas que oye desbu
char contra las personas y cosas santas.
Es mordaz, satírico, bufon; y consagra sus talentos á la causa
de satanás. Tiene antipatía secreta contra las verdades y prácti
cas de la religion : inspíranle un tal disgusto ó fastidio que él
mismo no puede explicarselo, ni decir su causa, caso que se le
preguntáre. Así pensaba Cáin, el primogénito de Adan, que mató
á su hermano porque eran justas sus obras. Así pensaban los
infelices hijos deBethel que se burlaban del gran profeta Eliseo,
diciéndole : ¡Sube, sube, calvo ! No hay particularidad por insi
gnificante que sea que no venga á ser asunto de risa y sarcasmo,
tal vez de insulto para el hombre, cuando se halla encolerizado
por la vista de la religion.
|Ah! hermanos mios muy amados, muchos otros defectos po
dría enumerar de este jóven pecador, los vicios secretos y ver
OBJETO DEL PREDICADOR. 31
gonzosos que se van desarrollando, que se multiplican, que se
agravan en su corazon á medida que adelanta en edad, y que se
va pasando su vida. ¡ Ah ! ¿ quien podrá sondear las profundida
des del mal cuya recompensa es por lo comun la muerte ? ¡ Qué
espectáculo tan triste y doloroso no ofrece el mundo á nuestra
consideracion ! ¡ Halagüeño es , brillante es por la superficie ;
tiene toda la apariencia de la sinceridad en sus modales ; tiene
vergüenza de sus pecados y los oculta, y con todo, solo se en-
cuentra en él una masa de corrupcion ! Tiene vergüenza de sus
pecados ; pero no quiere declararse á sí mismo que lo son : los
defiende contra su conciencia misma que á veces se los echa en
cara, y tal vez tenga la osadía de decirse ó al menos de insinuar
que si tal ó tal instinto es bueno en sí mismo no podría ser malo
al manifestarse en un individuo, y que por otra parte la satisfac
cion que experimentamos cediendo á él prueba que no es malo :
añade en fin que la tentacion es la voz de Dios.
Mas ¿porqué emprender yo analizar la influencia combinada
del orgullo y de la concupiscencia, la concupiscencia que explora
el camino del mal, el orgullo que la abre y allana, cuando son
miradas como cuentos de niñeras las verdades mas elementales
de la revelacion? No, mi ánimo solo ha sido mostraros cómo una
naturaleza pervertida entra en la senda de la perdicion, y yo lo
abandono ahora, amados hermanos mios, á vuestras reflexiones,
á las críticas individuales que puede hacer cada uno sobre el bos
quejo que acabo de delinear, bosquejo que aoabareis de trazar
vosotros, cada uno segun vuestro propio juicio y segun vuestra
conciencia, de un modo mas acabado que no lo pudieran hacer
mis palabras.
Avanza el pecador en su carrera temporal ; el mancebo llega á
ser hombre : abraza una profesion, un oficio ; tiene un buen éxito
en ello, cásase como lo hizo su padre antes que él. Hace cierto
papel en la escena de esta vida mortal ; extiéndese el círculo de
sus relaciones sociales á medida que va teniendo mas edad; goza
de cierta reputacion, de cierta influencia en la clase á que perte-
neoe ; su reputacion, su influenoia son las de un hombre cuerdo,
prudente , hábil; Crecen sus hijos al rededor suyo ; pasó ya la
edad de la virilidad, y su estrella principia á declinar en el hori
zonte. A los ojos del mundo, y segun el criterio del mundo* ha
llegado á una venerable ancianidad : como ha sido hombre do
mundo, el mundo le honra, le alaba.
Pero ¿ qué es en la balanza del cielo? cuál os el juicio de Dios
32 APOSTOLADO CATÓLICO.
sobre él? qué deberemos decir nosotros de su alma? sí, del es
tado de su alma ?
¡Ah! su alma! La ha echado en olvido; ni por pienso se
acuerda que la tiene, y que desde el primero hasta el último dia
está bajo las miradas atentísimas de un Dios, su criador. Posuis-
tis sceculum nostrum in illuminatione vultus tui : » Habeis puesto
nuestra vida á la luz de vuestra faz. » ¡ Ah! por lo que hace
á su alma, el mundo nada sabe ni se cuida de saber : ni aun cree
á la existencia de esta alma, que es la sola señal de nuestra exis
tencia ; el mundo no cree sino á una inteligencia unida á un cuerpo
mortal : ocúpase del hombre en tanto que está aquí bajo ; olví
dase de él así que deja de vivir en la tierra.
Acércase, empero, el momento en que ha de abandonar esta
morada terrenal, en que va á desaparecer entre las sombras de
ese mundo desconocido é invisible , acerca de cuya existencia
se halla tan escéptico el mundo. — Pero nosotros que creemos
firmemente en este mundo invisible, nosotros nos apresuramos
á preguntarle con cierta zozobra, ¿ cual es el estado de su alma?
— ¡ Ah ! este hombre ha estado gozando de los placeres y de los
honores que le ha prodigado á manos llenas el mundo ; ha dejado
nombre famoso de honradez entre los hombres ; ha modificado
sus opiniones escépticas cuando ya entraba en mayor edad ; co
menzaba á creer que era algo bueno el orden y la religion, que
era justo, que era necesario rendir homenaje al culto del páis, y
asistir de vez en cuando á las funciones sagradas; pero, apesar
de todo esto, solo es, segun la palabra del Señor, un sepulcro
blanqueado.
Está por dentro lleno de una osamenta en descomposicion,
de toda suerte de impurezas ; todos los pecados de su juventud,
de que nunca se arrepintió, de que jamás se purificó ; su enve
jecida mundanidad, sus vicios, sus antipatías, sus idolatrías, todo,
todo lo mancha y pudre con su corrupcion : solo que todas estas
malas costumbres están cubiertas de muchas capas y costras de
faltas mas nuevas, recientes, posteriores. Su corazon, — morada
de tinieblas; de continuo manchado, sucio, gobernado, poseido
por los espíritus malignos : es un ser sin fé, sin esperanza, sin
amor sobrenatural. — Si admite la existencia de alguna que otra
verdad, no es en él sino una simple opinion ; y si en la aparien
cia goza de una especie de calma y bonanza, no es paz del cielo,
sino inercia, atonía, disolucion, abrumamiento.
Su antiguo enemigo, el Genio del mal, ha arrojado fuera de él
OBJETO DEL PREDICADOR. 33
á su angel de guarda, y ha tomado su puesto y lugar; háse asen
tado cerca de él, gozoso con tal victoria, esperando con impa
ciencia hacerlo presa suya en la eternidad. No lo mueve ya á
nuevos pecados, por temor de despertar su adormecida y ale
targada conciencia conturbándola demasiado : déjalo completa
mente tranquilo ; déjalo que se divierta y entretenga con un
simulacro de fé, con una sombra de piedad, con una semejanza
de culto : ayúdale á formarse una fantasma de religion bastante
á satisfacer su debilitada razon, sabiendo muy bien que esta
parodia no ha de ser de gran duracion, y que la muerte solo es
negocio de espera, prometiéndose dar muy pronto con él en sus
calabozos eternos.
¡Fatal, terrible, desdichado momento!... Llega en fin la hora
inevitable; muere!... pero muere con calma, sus amigos están
edificados con su fin. Agradecen al Señor de haberlo llamado á
sí, de haberlo libertado de las penalidades de esta vida y de los
padecimientos de la enfermedad. « Por cierto, era un buen
padre de familias, dicen unos; qué buen vecino! dicen otros;
qué honrado ! repiten los demas : lo sienten sinceramente, y
Jo lloran sus muchos amigos. — Tal vez añadirán algunos :
« Ha muerto con entera confianza en la misericordia de
» Dios. »
Pero, es que tiene necesidad de algo mas que esta misericor
dia ; pero, es que tiene necesidad de una cosa sin la cual es im
posible la perfeccion y que no está ni puede estar en el Dios de
gloria y de omnipotencia : tiene necesidad de creer en las prome
sas del Evangelio, y él, este hombre , no ha creido jamás en
ellas, ó bien ha dejado de creer en ellas hace ya mucho tiempo.
Aun mas, pasada su muerte, de tiempo en tiempo se renueva su
memoria con respeto, y aun con pesadumbre, en tanto que él,
sin embargo, mal que les pese á los hijos del siglo el escucharlo,
que se alboroten al oirlo, que hagan protestas, que se indignen
cuando es forzoso decirles una verdad tan solemne, sin embargo,
repetimos, él... está ya condenado á pena eterna, sepultado en
el infierno !
Tal es, católicos, la historia de un hombre en el estado de la
naturaleza ó del pecado, de un hombre para el cual nunca fué
el Evangelio una realidad, en el cual no ha podido germinar la
buena semilla, sobre el cual en vano ha derramado el Señor con
divina prodigalidad su gracia bienhechora, de un hombre en fin
á quien la gracia no ha logrado poder decidir á buscar la faz de
S. M. I. 3
34 APOSTOLADO CATÓLICO.
Dios é implorar los favores de un orden elevado que nos abren el
paráiso. Tal es esta historia triste.
Pero yo no os he hablado sino de un pecador áislado $ mas por
desgracia, tal es la historia de millares de personas, y es, ya
de un modo, ya de otro, la historia de todos los hijos del mundo.
« Desde el punto en que nacen, dice el Sabio, han cesado de
» existir; son incapaces de manifestar señal alguna de virtud,
» y se han consumado en la maldad. » Sean ricos, sean pobres,
sabios ó ignorantes, corteses ó groseros, de baja ó de alta esfera,
de una conducta decente y regular, ó desordenados é inmorales,
en el fondo todos son semejantes ; no tienen fé, no tienen caridad ;
son deshonestos, ó soberbios, frecuentemente lo son uno y otro ;
se entienden muy bien entre ellos en sus opiniones y conducta ;
pronto se aperciben de su semejanza , se felicitan de ello, y mi
ran este acuerdo como una prueba de la bondad de su conducta
y de la certeza de sus opiniones. Tal arbol, tales frutos.
No es pues extraño que los frutos sean idénticos cuando pro
vienen del mismo tronco, de la misma naturaleza no regenerada,
no renovada. Considéranlos ellos como buenos, como sabrosos,
como sanos, porque muchedumbre inmensa de corazones dan
los mismos frutos ; y al contrario rechazan y miran como abor
recible, insoportable y tirana la pura y celestial doctrina de la re
velacion, porque los abruma con el peso de sus verdades. Nadie
por cierto quiere una mala noticia, nadie recibe con placer la
sentencia que le condena. El mundo para excusarse de sus faltas
ealumnia á la Verdad que lo acusa.
Amados hermanos mios, si esto sucede así, ó mas bien, si no
sotros que somos católicos , creemos sincera y firmemente que
esto es así ; si lo creemos con tal firmeza que querríamos antes
morir que dudarlo, hay por qué extrañarse de nuestra conducta,
y pedirnos largas explicaciones acerca de este particular ¿ Hay
por qué admirarsele que hombres tales como nosotros vengan
al seno de una poblacion como esta, en donde es omnipotente el
error en religion, en donde la corrupcion de costumbres es causa
y consecuencia de este sacrilego error ? Porqué extrañarse de
que vengamos al seno de una poblacion que en realidad no es
peor que lo demas del mundo, pero que de seguro no es la mejor ?
Yo digo que no es la mejor, porque no posee el tesoro de la
verdad católica, y aun añado, que no es mas pura, porque no
posee ese don de gracia que solo es capaz de destruir la desho
nestidad. Venimos á una poblacion pecadora, entregada, estoy
OBJETO DEL PREDICADOR. 35
seguro, á placeres prohibidos, cargada de crímenes y expuesta
á la eterna perdicion, porque no disfruta de la presencia del Verbo
encarnado, que derrama en los corazones raudales de gracias,
dulzura, quietud y castidad. ¿Tiene pues nada de extraño que
nos pongamos á instruir con nuestras predicaciones una pobla
cion semejante, por la cual murió en Cruz Jesucristo, y que nos
esforcemos en convertirla á su fé, y á su Iglesia? Es necesario
preguntarnos las razones que nos hacen obrar ? Es menester
atribuirnos mundanos motivos para explicar una conducta tan
natural y legítima en los que creen en los avisos de una vida
futura y perdurable, y en lo que estos exigen de nosotros?
Amados hermanos mios, si estamos convencidos de que nues
tro santísimo Redentor ha derramado su sangre toda por los
hombres, ¿ no es muy sencillo y natural el que nosotros sus ser
vidores, sus hermanos, sus sacerdotes, veamos con alta pesa
dumbre derramada en vano su sangre preciosa, derrochada,
por decirlo así, en todo cuanto concierne á la salvacion de
nuestras almas? ¿No es muy consiguiente el que nos esforce
mos en haceros participantes de los beneficios que tan á su costa
nos ha grangeado ? Hay por ventura entre los oyenlcs voces que
se levanten para acusarnos de estar animados de una vana am
bicion, para tratarnos de hombres bulliciosos ó turbulentos, an
siosos de poderío y de autoridad, rencorosos, parciales, cuando
tan fácil es atribuir nuestro ardoroso zelo á un motivo mucho
mas poderoso, mucho mas influyente, mucho mas fundado , só
lido y real?
¿Puede haber acaso fomento mas activo para un predicador
que el firme convencimiento en que está de que predica á Ja
misma Verdad ? ¿ Puede haber estímulo mas fuerte para convertir
á las almas que el pensamiento de que están en pecado, y consi
guientemente en peligro de su salvacion? Puede haber mayor
móvil de atraer almas al gremio de la Iglesia que la íntima persua
sion de que ese es el solo medio de que se sirve Dios para obrar
la salvacion de los que embauca y entretiene el mundo con el
pecado y la incredulidad? Admitid tan solo que creemos firme
mente lo que enseñamos,— y no es pediros mucho, ¿ porque qué
hemos hecho para autorizar á nadie piense lo contrario? — Ad
mitid, digo, que creemos lo que profesamos, y convendreis fá
cilmente en la sinceridad de nuestra conducta.
Venimos pues nosotros á vosotros porque creemos firmísima-
mente que no hay otro camino de salvacion, trazado desde el
36 APOSTOLADO CATOLICO.
principio de las cosas, y que vosotros no andais por él. Venimos
nosotros á vosotros en calidad de ministros de esta gracia extra
ordinaria de Dios, de que teneis absoluta necesidad ; venimos
á vosotros porque hemos recibido nosotros mismos un gran don
de Dios, y de cuyo goce anhelamos haceros participantes.
Escrito está : « Habeis recibido gratuitamente, dad gratuita
mente. » Ahora bien, no queremos, no podemos tener ocultas las
misericordias y gracias que Dios nos ha otorgado, no para nues
tra salvacion sola, sino tambien para la de todo el género humano.
Este zelo por mas débil y escaso que sea en nosotros, ha sido em
pero la vida de la Iglesia, el sosten de sus predicadores y misio
neros. Este mismo celo, este sagrado fuego que hizo descender
del cielo nuestro Señor, es el celo que anhelaba comunicar á to
dos los que le rodeaban.
« He venido, nos dice, á traer fuego á la tierra, y ¿ qué puedo
querer sino que prenda, y la abrase toda entera? Tal era tambien
el pensamiento del grande Apostol á quien se apareció su Maes
tro para comunicarle este fuego. « Te envio á las gentes » , le
dice cuando su conversion, « para abrirles los ojos, á fin de
que se conviertan de las tinieblas á la luz, y del poder de satanás
al de Dios. « Y en virtud de este divino encargo, se puso á pre
dicarles que hicieran penitencia y se volviesen á Dios por medio
de frutos dignos de arrepentimiento ; « porque dice, nos impele
» soberanamente el amor de Jesucristo. » Y se hacia « todo para
» todos para salvarlos á todos. » Y él « sufría todo por los es-
» cogidos, » para que pudieran alcanzar su salvacion, la cual solo
se halla en Jesucristo con gloria celestial.
Tal fué asímismo el ardor del zelo de esos primeros Apósto
les, á quienes nosotros, de cualquier páis que seamos, debemos
nuestra fe cristiana. Qué motivo pudo hacerles venir hasta no
sotros, entonces pueblo bárbaro, idólatra, corrompido, atrave
sando distancias inmensas, en medio de peligros y trabajos sin
cuento, sino el deseo todopoderoso é irresistible que les fué
concedido de lo alto para salvar los que perecian irremediable
mente, y para unir los que eramos miembros y esclavos de sa
tanás al cuerpo de Jesucristo?,— Tal ha sido, católicos, el se
creto de la propagacion de la Iglesia desde un principio : tal
será la causa hasta el fin del mundo, mientras haya infieles ó
pecadores que convertir.
Ved por qué razon la Iglesia con la gracia de Dios, convierte
á las naciones todas con sorpresa y maravilla del mundo, en
OBJETO DEI. PREDICADOR. 37
tanto que secta ninguna no pudo hacer otro tanto jamás. —
Ved por qué motivo penetran con tan santo atrevimiento los mi
sioneros católicos hasta el seno de las tribus mas salvajes, ex
poniéndose á los mas atroces tormentos, á una muerte casi cierta.
Es porque conocen el precio de una alma ; es porque realizan el
mundo venidero ; es porque aman tiernísimamente á sus her
manos á pesar de no haberlos visto jamás; es porque tiemblan
al solo pensar las penas eternas que les están aguardando ; es
porque desean multiplicar los frutos de la Pasion de su Señor
Jesucristo, y los triunfos de su gracia.
Por lo que á nosotros hace, amados hermanos mios, no somos
seguramente dignos de ser contados ni aun nombrados al lado
de los Evangelistas, de los Mártires, de los santos confesores;
venimos á vosotros en tiempo de paz y de civilizacion, en medio
de una sociedad culta y ordenada, bajo la salvaguardia de ese
respeto y veneracion que nos profesais vosotros y vuestros con
nacionales, vosotros que profesais la santa Religion de nuestros
padres, y cuya saludable influencia se vé en infinitos monumen
tos que teneis á la vista.
No es pues necesario gran caudal de celo ni de caridad para
venir en medio de vosotros sin peligro , para suplicaros dejeis el
sendero de la muerte, y tomeis el camino de la vida. No es se
guramente necesario hacer prodigiosos esfuerzos para esto ; no
es menos un valor sobre humano ; ni aun es menester ser san
tos : basta tener el íntimo y profundo convencimiento, y á Dios
gracias le tenemos, — de que la Religion católica viene de Dios,
y que todas las demas religiones son simulacros, parodias, su
persticiones. Rasta tener fé, tener un fin determinado, único, y
fijo ; tener en fin un honrado corazon.
Venimos pues á vosotros en nombre de Dios ; solo os pedimos
encarecidamente nos escucheis ; no exigimos de vosotros sino
que examineis si lo que os anunciamos es, ó no, la palabra de
Dios. Esta palabra quedará con vosotros, seamos, ó no seamos
santos y verdaderos sacerdotes y profetas de Dios. Ya lo veis,
hermanos mios, no es mucho pedir ; pero es mucho mas de lo que
nos puede dar la mayor parte de los hombres, porque no se atre
ven á venir á oirnos. Son enemigos nuestros por preocupacion,
tienen miedo de las convicciones que quisiéramos inculcar en sus
corazones.
Sí, verdad es, hay cierto número que tendrían razones muy
poderosas de venir á nuestros sermones, á quienes tenemos de
38 APOSTOLADO CATÓLICO.
recho y deber de dirigirles nuestras exhortaciones, que debian de
tener alguna confianza en nosotros, y que sin embargo cierran
sus oidos, vuelven con desden la cabeza, y prefieren quedar ex
puestos á perder la eterna bienaventuranza á venir a escuchar
nuestros consejos.
¡Pensamiento doloroso, en verdad! Pero vosotros, amados
irtios en el Señor, vosotros que nos estais escuchando con tanta
edificacion nuestra, no debeis estar confundidos con este número
de nuestros hermanos que acabo de nombrar. No nos atrevemos
á pedir vuestra confianza á todos vosotros, porque muchos no
nos habeis jristo ni conocido jamás; no os pedimos admitais sin
examen todo cuanto tendremos que deciros , porque os somos
forasteros. Lo que sí os pedimos cuan encarecidamente podemos
es que considereis que teneis una alma para salvarla ; y os insta
mos en su consecuencia á juzgar por vosotros mismos, si Dios,
habiendo revelado una Religion que sola ha de salvar á las al
mas, no es esta la Religion que os predicamos.

ADVERTENCIA.

Esta magnífica y tierna conferencia no ha de predicarse sino


en las grandes poblaciones, concursos ó auditorios en donde se
hallen oyentes ó incrédulos, ó mal informados de nuestra santa
Religion católica, apostólica, romana.
(El director.)
ESPERANZAS DEL MISIONERO CATOLICO

POR EL P. NEWMAN, DEL ORATORIO.

Muchos de vosotros , amados hermanos mios, pensarán qüe


venimos á este santo templo en época muy extraña, y que hemos
escogido este lugar sin oportunidad para dar principio á la
obra que vamos emprender hoy con la gracia de Dios (1)!. Y
efectivamente ¿con qué contamos nosotros para llevar á cabo una
obra digna del Señor en esta inmensa ciudad, en medio de una
poblacion tan numerosa y tan desigual como la que la compone,
de suerte que los que la forman son entre sí mirados como foras
teros unos de otros, no pudiendo ejercer ningun ascendiente los
unos en los otros, poblacion, en fin, que semejante al Océano,
queda inaccesible á toda presion exterior? A qué venir en medio
de una aglomeracion de gentes que no permiten sufrir ni cambio
ni reforma de ninguna especie, porque no hay entre ellas ni or
den interno, ni relaciones, ni dependencia recíproca entre sus
partes?
¿Cómo introducir modificaciones en el sei)o de una poblaciop
en donde nadie conoce á su vecino mas inmediato , en donde
aislada y simultáneamente se mueven muchos mundos, cum
pliendo sus revoluciones con la mas entera independencia ? En
medio de esta poblacion, en una ciudad tal y tan heterogénea,
siendo nosotros tan pocos, ¿cómo hemos de poder hacer Una
obra digna del Señor que nos ha llamado, y del objeto y fin al
cual hemos consagrado toda nuestra existencia ? — Levanta tu
voz, no tenias, dice el Profeta : y tiene razon de hablar así,
porque no conviene temer de levantar la voz.

(1) El establecimiento de un oratorio en Londres.


40 APOSTOLADO CATÓLICO.
Seria, en efecto, necesario uno de esos clarines del juicio uni
versal para dominar el continuo ruido producido en esta Capital
por la agitacion, devaneo y tráfico de esa turba, para hacerse
oir al través de esos ingentes parapetos de casas, de edificios
amontonados unos sobre otros, y cuyas entradas y salidas solo son
conocidas de los mismos que los habitan. Solo unos insensatos
pueden osar intentar lo imposible : quedáos en vuestro lugar y
sereis respetados ; llevad á apacentar vuestras ovejas al monte, y
allí oirán vuestra voz ; fundad sobre cimientos antiguos, y será
sólido vuestro edificio ; pero, de gracia os decimos, que no em
prendais nada de nuevo, no hagais ninguna experiencia ; no ten
teis las fuerzas de vuestra madre aumentando su responsabilidad,
por temor de deshonrar su ancianidad, y hacer ridicula á los ojos
del pueblo á la que ha llevado ya numerosos hijos en su seno,
pero, á quien ha vuelto debil y delicada la edad.
He dicho que tal vez juzgariais extraña la época escogida por
nosotros para venir en medio de vosotros. Precisamente en este
mismo momento, nos direis, cuando no estais apoyados ni repo
sais sobre un centro inamovible, cuando no sois lo que ha poco
eráis, cuando vuestra vida se halla en peligro, vuestro porvenir
en un azar, vuestro Jefe en destierro (1), miráos á vosotros mis
mos, y harto teneis que hacer.
Mirad la roca de donde habeis sido cortados, la cantera de
donde habeis sido sacados ! ¿En dónde está Pedro ahora ? Ya no
es sino sombra de un nombre grande, magni nominis timbra,
segun expresion de un pagano. Defendeis una causa antigua,
que fué divina, que fué verdadera en su tiempo, pero que perte
nece ya á lo pasado : sí, verdadera y divina ha sido en tanto grado
como puede serlo una cosa ; pero hoy dia es falsa ; pero ya es
terrestre porque está degenerada, porque bambanea al peso de
diez y ocho siglos de existencia, porque va derecha, en fin, á su
ruina! Entre las gentes del mundo, lo saben y confiesan todos, el
éxito justifica los principios ; á su modo de ver, la fuerza es la
que constituye el derecho.
Vosotros conoceis la regla de nuestras acciones ; tomamos los
hombres, y los miramos de piés á cabeza; y en seguida, ó los
alabamos ó los vituperamos, los amamos ó aborrecemos, los apre
ciamos ó los menospreciamos segun que tienen éxito, ó que se
desgracian en sus intentos. Segun este sistema, el flaco tiene

(I) Cuando N. S. P. el papa Pio nono estaba fugitivo de Roma en Gaeta.


ESPERANZAS DEL MISIONERO. 41
siempre la culpa, el desgraciado es siempre criminal; solo el po
der es una verdad. La fortuna, el ingenio, la gloria, la ciencia,
son potencias; y por ello veneramos á la ciencia, á la gloria, al
ingenio, á la fortuna.
Se nos dice ademas : sabemos muy bien lo que es el ingenio y
la fortuna ; pero nosotros no os conocemos : ¿ quienes sois ? Qué
necesidad tenemos de vosotros, aparecidos de un mundo que no
existe ya, tipos de una civilizacion apagada ?
Verdad es, amados mios en el Señor, que ni este lugar ni este
momento son favorables á nuestra obra ; es lugar algo extraño
esta ciudad para levantar ahora tabernáculos de Angeles y de
Santos ; no añadiré yo que es un sitio poco digno de Vos, santí
sima virgen María, porque parte ninguna de la herencia católica
os es extraña, y que estais presente dó quiera se encuentra la
Iglesia. Porta manes et stella maris, vos sois el constante objeto
de la devocion de la Iglesia ; vos sois la patrona de todos sus
hijos; no os es desconocido este lugar, pero es extrangero á mi
santo Patron y Señor Felipe de Neri.
Sí, Padre mio, extraño os es este lugar; mucho os costará
pasar desde las tranquilas y brillantes ciudades del Mediodia á
esta Babilonia impia, bulliciosa, industrial, egoista y aventurera :
trabajo os costará acostumbraros á atravesar con vuestra larga
sotana negra y cuellecillo blanco estas calles atestadas de gentes
activas, vos que estabáis acostumbrado á andar con mesurado
y lento paso por las calles silenciosas, por las plazas desiertas de
la gran Ciudad, en donde Dios fecundó en otro tiempo vuestras
juveniles y tiernas meditaciones, y en donde por inspiracion suya
fijásteis vuestra morada.
Sí, amados mios en el Señor, rara debe aparecer nuestra em
presa á los ojos del mundo ; pero no lo es á los de la Esposa del
Cordero, cuyos primeros presentes y aun su existencia misma
parecen, al orgullo y á la incredulidad de los hombres, mas ex
travagantes todavía que todas las circunstancias de lugar y de
conducta que se refieren á nuestro intento . No son nuevas estas co
sas para la Iglesia, porque ha descendido ála tierra desdeel cielo,
y apareció en su origen bajo el traje y forma de un pobre pere
grino, y su imperio en las almas es una eterna conquista. En aná
logas circunstancias á las en que nos encontramos , el Príncipe
de los Apóstoles, el primer Papa, se adelantó bajo la guia de Dios
hácia la ciudad pagana en que habia de fijar su residencia.
Mucho tuvo que trabajar para atravesar la turba de forasteros
APOSTOLADO CATÓLICO.
y ciudadanos, de viciosos y trabajadores que llenaban los arra
bales de la capital del mundo. Pasó los umbrales de sus magní
ficas puertas ; anduvo errante en medio de palacios y de templos
rodeados de columnas; encontró procesiones de sacerdotes pa
ganos, hechas en honor de sus ídolos ; vió Señoras matronas del
orden patricio llevadas en literas conducidas por esclavos; ad
miró los gentiles y gallardos soldados romanos, aquellos vence
dores de las naciones todas ; divisó los hombres de Estado, co
noció los Oradores famosos, unos y otros acompañados' de secre
tarios encargados de poner las minutas de los discursos en que
habian de captarse la popularidad ; vió venir del Foro los aboga
dos, rodeados de clientes reconocidos, de oyentes entusiastas.
Vió en torno de sí las señales inequívocas de una colosal po
tencia, los monumentos de una religion establecida despues de
muchos siglos, las maravillas de una civilizacion tan antigua como
el mundo. Pedro no era sino un extrangero pobre, débil y avan
zado en edad, en nada diferente de infinitos otros de aquella
muchedumbre de forasteros que se agolpaban á Roma ; se le te
nia por un Egipcio, por un Caldeo, y se le miraba cual miramos
hoy á un Gitano, á un Indio, sin venirle á nadie álas mientes que
aquel obscuro desconocido podria ser un hombre que ni aun
pensara en fundar en aquella rica, potente y numerosa Ciudad la
soberanía religiosa destinada á derrocar aquella civilizacion pa
gana, y reemplazarla con una eterna civilizacion.
En análogas circunstancias á las en que nos hallamos nosotros,
el gran doctor san Gregorio Nacianceno, que era tambien un
venerable anciano, pero tímido, achacoso, y muy ageno de las
cosas del mundo, amigo estrechísimo de la soledad y los libros,
novicio en fin en la vida social, pareció en la ciudad de Cons-
tantinopla, arriana á la- sazon, y á pesar de las injurias de un
populacho fanático, y de un clero hereje, osó predicar la verdad,
y logró vencer al Arrianismo, con gran sorpresa de sí mismo y
á honra y gloria de esa gracia que se manifiesta tan fuerte en
los débiles, y cuyo triunfo es tanto mas seguro cuanto que el ins
trumento es menos apreciado por la ceguera de los rebeldes.
En circunstancias análogas á las nuestras, otro san Gregorio,
primer papa de este nombre, cuando la sociedad entera se hallaba
en disolucion completa," cuando los Bárbaros ocupaban la Italia,
cuando naciones enteras se levantaban como en masa para ani
quilar á Roma, cuando la peste, el hambre, la herejía difundian
por dó quiera sus destrozos, otro san Gregorio, digo, viejo, cas
ESPERANZAS DEl. MISIONERO.
eado, enfermo, teniendo por trono pontifical un lecho de dolores,
gobierna, arregla, consolida la Iglesia, convierte álos Arrianos
en España, á los Donatistas en Africa, ahoga otra tercera here
jía en Egipto, y otra cuarta en las Gallas, abate el orgullo del
Oriente, reconcilia á los Godos con la Iglesia, hace volver á en
trar á nuestros mayores en el gremio de la Iglesia, y cuando hubo
ya robustecido, consolidadb y engrandecido el poder de la Iglesia,
completa su organizacion y embellece su liturgia.
En circunstancias asímismo análogas á las nuestras, seis pa
dres jesuitas, Ignacio y sus compañeros, hicieron sus votos en la
pequeña iglesia de Montmartre; despues, atrayendo otros her
manos con la fuerza simpática de su celo, con la elocuencia de
su santidad, se fueron tranquilamente y sin meter ruido á las
Indias orientales y á las Américas, y haciendo entrar naciones en
teras en el seno de la Iglesia católica, reanimaron el celo de las
poblaciones católicas de Europa, en el mismo tiempo, precisa
mente, en que el mundo se regocijaba con la cáida de la Igle
sia, en el momento en que los mundanos : « Radiantes de gozo y
embriagados desus triunfos, se hacian presentes entré si, porque
creian ya difuntos á los profetas que atormentaban y enojaban á
los habitantes de la tierra.
Y así, no es la primera vez, que en tiempo de confusion y
ansiedad, cuando abundan los crímenes, cuando el enemigo está
á la puerta, vé la Iglesia que sus hijos, lejos de acobardarse, sa-
ean nuevas fuerzas á vista del comun peligro, y salen á su en
cuentra, cual hombres robustos y varoniles que se aprovechan
con alegre entusiasmo de las ocasiones de probar sus fuerzas.
Y no penseis que esto sea extraño, porque, como acabo de de-
eiros, no es la vez primera en que los hijos de la Iglesia se en
cuentran á prueba, expuestos á todos los trances peligrosos, y
que salen á la defensa de su madre perseguida con tanto y mas
celo que en los mas brillantes dias de su prosperidad y bonanza.
La antigua Roma, en sus mayores desastres, hacia salir por
una puerta legiones encargadas de una lejana expedicion, en
tanto que los Cartagineses vencedores atacaban la puerta opuesta.
Se puede y debe decir de nosotros, católicos, lo que se refiere
de aquel páis: no sabemos nunca cuando seremos derrotados.
Avanzamos cuando, segun las leyes de la estrategia, debiéramos
replegarnos ; no meditamos sino triunfos, conquistas, trofeos, y
tomamos por victorias las que el mundo llama nuestras derrotas,
tenemos por garantía de éxito los sucesos de lo pasado ; leemos
44 APOSTOLADO CATÓLICO.
en nuestros estandartes los letreros de muchos campos de bata
lla y de gloria ; somos fuertes con la. fuerza de nuestros padres,
y contamos con seguir, segun la medida de nuestras escasas fuer
zas, el ejemplo de los santos que nos han precedido.
Nada tiene de nuevo ni de sorprendente el espíritu que nos
anima ; los santos solos llevan á cabo sus fechos de armas, y sa
len siempre vencedores en las grandes luchas ; pero esto no
impide el que los siervos y criados humildes de la Iglesia traten
tambien de buscar fortuna. No tenemos necesidad de heroísmo
para pasar por las pruebas que nos esperan y aguardan, porque,
hermanos mios, somos católicos ! Aprovechemos pues la expe
riencia de diez y ocho siglos.
Enséñanos un gran filósofo de la antigüedad que la expe
riencia es una suerte de valor, nó, en verdad, de la mas elevada
categoría, pero harto poderosa para combatir y vencer. No es
una derrota, no dos, no tres, no doce, no muchas mas, las que
derrocarán y darán por tierra la majestad del nombre católico.
Nos presentaremos nosotros sobre el terreno mismo que la pre
sente generacion, y harémos, de la unidad de nuestro blanco de
miras, y de nuestros esfuerzos, la garantía, la prenda segura de
nuestro éxito. Somos confiados, zelosos, inflexibles, porque so
mos los herederos de san Pedro, de san Gregorio Nacianceno,
del papa san Gregorio y de todos los demás Santos que, por me
dio de sus palabras, con sus actos, con sus oraciones, han favo
recido la causa de la Iglesia en sus tiempos. Gozamos de los mé
ritos de su intercesion y hablamos por su boca.
Por esta razon podemos hacer sin heroismo, lo que otros no
podian hacer sin él : habría heroismo en otros que emprendiesen
nuestra obra. Si los Judíos tratasen de convertir esta vasta po
blacion á los ritos de la Ley ; si los unitarios ensayasen conver
tir á los católicos ; si la Sociedad de los Amigos, — los quáca-
ros, — emprendiese la conversion de la nacion francesa, seria
de parte suya un verdadero heroismo, no seguramente un he
roismo religioso, mas seria con todo algo de extraordinario y de
maravilloso. Esta idea pareceria singular, extravagante, original;
seria intentar una grande empresa muy á la ventura. Pero nada
tiene de extraño, nada de particular, nada de personalmente
magnánimo en los esfuerzos de un católico que, cuidándose poco
del mundo, comienza á predicarle por mas que le vuelva la espalda.
Conocen harto los católicos la naturaleza y maneras del mundo,
y van obrando <le un modo uniforme desde tiempo inmemorial :
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 45
esta es su manera de llenar sus deberes, de cumplir con su vo
cacion : no fueran católicos si tal no hicieren. Saben sobre qué
bajel estan embarcados; es la Barca de Pedro. El mas grande
de los Romanos hallándose en el mar adriático en medio de una
deshecha borrasca, dijo al piloto espantado : « Ccesarem vehis
et fortmamCcesaris : llevas á Cesar y á su fortuna. » — Loque
decia presuntuosamente Cesar, podemos decirlo nosotros sin pre
suncion y con algo mas de seguridad, de esta barca en que va
sentado Jesucristo, desde la que ha predicado él.
No lo hemos escogido nosotros para tener miedo ; no nos he
mos entrado en ella para abandonarla, no; nosotros hemos en
trado con la resolucion firme de atravesar este piélago del pecado
y de la incredulidad que se tragaría á todo este bajel. Hemos co
menzado, desde luego nuestra obra tomando á Pedro por guia
nuestra, en el mismo dia de la festividad de su cátedra, y ante la
urna que encierra sus reliquías.
Si pues se maravillase alguno de vernos escoger este lugar y
este tiempo para nuestros trabajos apostólicos, sepa que somos
del número de aquellos que miden lo presente con la vara de lo
pasado, y que levantan un mundo entero tomando fuera de ellos
su punto de apoyo. Obramos segun nuestro nombre ; los católi
cos estan en su casa en todo tiempo, en todo lugar, en todas las
situaciones de la sociedad, en todas las clases de la comunidad
humana, en todos los grados de la civilizacion. Sea el que se
quiera el estado del mundo, un sacerdote católico siempre tiene
qué hacer, qué decir : siempre le está pronta y preparada una
mies abundante que coger.
Si así no fuera, si perdiesémos confianza en los dias adversos,
en los páises que nos son hostiles, mentiriamos á la divisa de la
Iglesia. Ella es católica, es decir universal, porque propina reme
dios universales á males universales. El mal, es el pecado, ahora
bien, pues que todos los hombres han pecado, todos tienen nece
sidad de reengendrarse en Jesucristo : es pues indispensable pre
dicar y llevarla salvacion á todos, sí, á todos. Cuando Dios envia
á un Ministro suyo, á un predicador, á Un dispensero de sus gra
cias, ha de hablar, no á una sola alma, sino que se ha de poner al
alcance de todas : ha de tener mision para todos los descendientes
de Adan, y cada uno de estos ha de poder reconocerlo.
No es mi ánimo decir que ha de convencer á todos sus oyentes,
convertirlos á todos; esto no es posible, no está en su mano;
esto pende de la voluntad de cada uno en particular : pero por lo
46 APOSTOLADO CATÓLICO.
que toca al misionero, debe probar su poder convirtiendo indivi
duos de todo rango, de toda edad, de todo carácter, de todo
tiempo, de todo lugar. Si el pecado es un mal parcial, parcial
ha de ser el remedio ; pero si en lugar de ser local ó accidental,
el pecado es universal, universal ha de ser el remedio. Toda re
ligion local es por ello mismo una institucion humana, y no puede
venir de Dios.
Sin embargo una religion divina puede comenzar en un lu
gar, permanecer en él durante muchos siglos hasta que esté ma
dura y perfecta. Tuvo Dios sus razones para que la revelacion de
su voluntad á los hombres se desarrollase lenta y gradualmente
bajo la forma elemental del judáismo ; pero este desarrollo, aun
que lento, era continuo, y los profetas iban anunciando y predi
ciendo el dia en que el judáismo se esparciria por toda la tierra.
El judáismo fué desde luego local, porque era imperfecto ; mas
cuando llegó á su madurez interior se derramó á lo exterior ; vino
á ser universal, y tomó el nombre de Catolicismo.
Si considerais atentamente, amados hermanos mios, las for
mas de religiones esparcidas por el mundo, hallaréis que solo hay
una, y una tan solo que Heve consigo misma las pruebas de su
origen divino. La religion católica ha pasado al través de todas
las revoluciones de la sociedad humana : ella atravesará igual
mente las revoluciones venideras. Ha pasado por medio de todos
los cambios que han experimentado las costumbres y leyes, sin
que haya cambiado ni variado ella en lo mas mínimo : eso prueba
cuán independiente sea de todas las instituciones humanas.
Ha tenido que pasar por muchas pruebas así en el Occidente
como en el Oriente, bajo el reinado de las monarquías, y bajo los
gobiernos democráticos, en tiempos de paz y en tiempos de guerra :
bajo la tiranía feudal, y bajo la tiranía temporal, en épocas de ti
nieblas, y en época de luz, en tiempos de barbarie, y en los de
civilizacion ; pruebas de parte de las naciones, pruebas de parte
de los individuos, pruebas de parte de las ciudades activas y
centros de comercio , pruebas de parte de ciudades entregadas
al ocio y á la sensualidad, de parte de pueblos libres, y de pue
blos esclavos, de pueblos antiguos y de modernos, de metrópo
lis y de colonias.
Nació en época la mas dichosa que conociera la humanidad 5
durante trescientos años ha tenido que luchar contra la autori
dad de las leyes, cultos oficiales, fuerza de las armas, preocupa
ciones inveteradas; contra un imperio sólidamente constituido,
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 47
contra poblaciones contentas y dichosas con su modo de vivir.
Y este espacio de tiempo le bastó á esta sociedad naciente, pobre,
débil, despreciada, para trastornar la potencia de sus opresores
á pesar de todos los esfuerzos que hicieron para desembarazarse
de su huéspeda incómoda para ellos, de su temible enemiga, á
pesar de las calumnias, rebeldías, persecuciones, torturas y
apostasías. Se vieron precisados los señores del mundo cono
cido, para conservar su poder, á tratar de poces y acomoda
miento con un cuerpo de que es heredera la Iglesia actual,
euerpo que ella continúa y representa, de quien ha tomado nom
bre, doctrinas, principios, sentimientos.
Viéronse forzados los señores del mundo á humillarse
delante de la Iglesia, á entrar en su seno, á defenderla y
á combatir á sus enemigos. Triunfó en fin, y su triunfo ha sido
el mas brillante que jamás se viera. Pero no era esto todo lo que
la esperaba, apenas llegada su victoria, y cuando acababa de ase
gurarse, que todo se desploma : el imperio romano que acababa
de conquistar á costa de tanta sangre y paciencia, fué reducido
á lanada, quedó disuelto, y cayó hecho polvo en tanto que millones
de salvajes sin religion, sin conciencia, y sin conmiseracion, pre
cipitándose desde el Norte y Oriente sobre el cadaver del gi
gante, se disputaron sus despojos.
La invasion de los Bárbaros duró muchos siglos ; cual las on
das van en pos de las ondas, unas hordas de salvajes se iban
sucediendo á otras, viniendo á tropezar todas en los funda
mentos de la Iglesia, pero sin conmoverlos. Parecian mul
tiplicarse sus enjambres como las tropas que enviaba con
tra el Profeta el rey de Israel , y á la manera que aquel con
sumió este ejército con fuego del cielo* la Iglesia santa venció
á sus enemigos abrasándolos con el fuego de la fe, con este sa
grado fuego que habia encendido el Señor amontonando almas
sobre sus cabezas, y contrabalanceando al nial con el bien. Supo
la Iglesia hacer de estos extrangeros terribles hijos suyos, los
mas sumisos, obsequiosos y fieles que tuviera hasta entonces :
estos uuevos convertidos crearon una potencia militar dotada de
instituciones combinadas mucho mas habilmente que las de los
antiguos romanos, con tradiciones y precedentes que duraron
por muchos siglos.
Esta potencia, protectora en un principio de la Iglesia, vol
vióse muy pronto rival suya ; de aquí, nueva lucha que le pro
porcionó nuevos triunfos. Seria no acabar si intentara yo des
48 APOSTOLADO CATÓLICO.
cribir ó bosquejar sus prósperos sucesos políticos, todas sus
victorias intelectuales, obtenidas desde el principio mismo de la
lucha ; si intentara yo exponer los progresos , adelantos y mejo
ras que hizo efectuarse en el seno mismo de la sociedad; si
quisiera en fin contar todas las pruebas de su divinidad. Ahi
está la historia entera para demostrar con pruebas sólidas,
rigorosas, casi matemáticas, que la Iglesia no ha podido to
mar su nacimiento ni origen de este mundo, que no ha estado
jamás ni podido estar sumisa á voluntad de hombre nin
guno, porque á ser así, ¡ cuántos hombres habrian podido des
truirla !
¡ Cuán diferentes son las otras religiones de la católica, tan
sublime, tan humanitaria, tan divina, tan invariable! La exis
tencia de aquellas pende absoluta y necesariamente de tiempos,
y lugares, viven en ciertos periodos y regiones : crecen y aun se
engrandecen en un terreno dado ;, solo florecen bajo cierta tem
peratura, en cierto clima, á cierta situacion atmosférica : ésles
necesario un viento cálido ó fresco, un áire seco ó húmedo; y
cuando se lastransplantan, mueren corrompidas ó faltas de jugo.
Su suelo nativo es una de las condiciones necesarias de su exis
tencia. Así sucede con el cisma griego, con el nestorianismo, con
la herejía de Calvino, con el metodismo : cada una de estas
sectas tiene sus límites geográficos.
El protestantismo no ha podido hacer progreso alguno desde
su aparecimiento : y todas sus manifestaciones religiosas deben
su origen á algun accidente. Un invierno lluvioso, un estro mas
cálido que lo ordinario, un lago infestado de miasmas impuros,
engendran una epidemia que tal vez durante muchos siglos queda
suspendida en el áire, sobre los sitios en donde fué engendrada :
mas tarde, un trastorno que se opera en la atmósfera, ó en la
tierra, hace desaparecer el mortífero azote. A veces, es cierto,
tales azotes de Dios presentan cierta analogía con el catolicismo
y hacen vastos progresos. Salen, por decirlo así, de alguna laguna
ó estanque grande pestilencial de la India, ó de la Etiopía, y avan
zando con espantosa impetuosidad, se esparcen por todos lados y
llenan sin resistencia su funesta mision. Así sucedió con la im
postura árabe cuyo autor es Mahoma.
Pero me preguntareis, quizá, si no se ha realizado en esta im
postura lo que acabo de insinuaros acerca del carácter de univer
salidad y perpetuidad de que solo es capaz la Iglesia católica ! ¡ y
si tal impostura no ha probado que posee una fuerza interna, in
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 49
dependiente del hombre, capaz de domarlo y subyugarlo en todo
tiempo, en todo lugar. '
No, amados hermanos mios ; reflexionad atentamente, y ve
reis una enorme diferencia entre la religion de Mahoma y la Igle
sia de Jesucristo. Es verdad que el mahometismo no ha hecho
con diferencia escasa mas que lo que actualmente practica la igle
sia anglicana. — La religion anglicana está establecida enmu-
chas partes del mundo ; su primado tiene una jurisdiccion mas
extensa que en otro tiempo el patriarca nestoríano : tiene esta
blecimientos en Malta, en Jerusalen, en las Indias, en la China,
en la Australia, en el Africa meridional, en el Canadá. Hé aquí
me direis una verdadera catolicidad, mayor todavía que la de
Mahoma.
No os dejeis alucinar, amados hermanos mios, por palabras ;
¿hay acaso un hombre cuerdo que se atreva á sostener, sea lo
que quiera de la fuerza de esta objecion, que la religion angli
cana es independiente de las circunstancias de tiempo y lugar?
— Si no lo es, á qué intentar probar que lo es ? No seria mas
sencillo y justo el decir que su existencia está atenida á la cir
cunstancia de que es la religion del Estado ? Su existencia, ¿ no
es por ventura su misma forma ? Qué le sucederia si quedara
abandonada á sí misma ? Viviría por ventura diez años ? No hay
que dudarlo, señores, lo que forma su individualidad, lo que
hace su unidad es la proteccion del Estado.
Por mas buena voluntad que se quiera otorgarle, ¿ es que se
puede representarla distinta de sus iglesias, de sus palacios, de
sus colegios, de sus presbiterios, de sus rentas, de sus derechos
civiles, de su situacion nacional? Despojadla de todo este sé
quito suyo ; la operacion será mortal, porque cesará de vivir.
Quitad á sus Obispos el derecho de tener silla en la Cámara de
los lores , arrancad sus formularios del libro de los Estatutos,
abrid libremente sus universidades á los disidentes, haced secu
larizar legalmente á su clero, ¿y qué será de su suerte? Sabeis
muy bien que si el Estado no la obligara á ser una, muy luego
se fraccionaria en muchos cuerpos, cada uno de los cuales lle
varia en sí mismo los gérmenes de nuevas divisiones. Esta reli
gion no tiene ninguna consistencia interna, ningun principio pro
pio de individualidad, ninguna vida suya, nada en fin de lo que la
haga apta y proporcionada para dilatarse.
El metodismo representa una idea cualquiera ; el congrega-
cionalismo representa otra ; mas la religion oficial solo repre-
S. M. I. 4
50 APOSTOLADO CATÓLICO.
senta el patronato del Estado. Su propagacion es mas bien pa
siva , que activa ; ha sido transportada á diferentes páises por
razones políticas, por razones de Estado ; se mueve, porque se
mueve el Estado ; forma una especie de apéndice, de accesorio,
de ornato de armería del poder real : es la religion, no de la raza
inglesa entera, sino de esta parte que gobierna el páis. Los Att-
glo-Sajones han hecho en nuestros dias lo que los Sarracenos en
otro tiempo : han llevado á cabo con duras penas por solo cál
culo y muy incompletamente, lo que los Sarracenos hicieron por
fanatismo : tal es la diferencia que media entre ambos pueblos.
Los Sarracenos, en el principio de su poderío, convirtieron
con espada en mano, y solo con la espada muchas provincias,
entre las cuales habia gran número de cismáticas ó herejes ;
sus progresos en la India son debidos al resultado de la emi
gracion, como los del anglicanismo hoy dia. El comercio y la co
lonizacion han propagado el mahometismo en las demas nacio
nes; pero cuando se encontró con el catolicismo en el Occidente,
hizo en España mucho menos progresos que el anglicanismo en
Irlanda-
No hay pues, amados hermanos mios, sino una sola religion
que posea esta unidad intrínseca, interna, substancial, que es la
primer condicion de independencia. Ninguna de las religiones
de la Rusia , Inglaterra , Alemania, y demas, tiene este carácter
divino : y sobre todo en Inglaterra cada clase de la sociedad tiene
su religion ; y hasta la del Estado mismo, no es sino la religion
de una clase. Hay una fe para el rico, otra para el pobre ; un
tal, que ha sido criado en medio de sectas, hace fortuna, se en
riquece y toda vez que alcanza honores, se hace de la religion
del Estado que es la religion de los ricos t hay una iglesia para los
entusiastas, y acalorados ; otra para los hombres de peso y re
flexivos. Hay sectas bien quistas del mundo, y otras miradas
con desden ú horror. Ninguna de ellas conoce la naturaleza hu
mana, ninguna abraza el hombre todo entero ; ninguna pone á
los hombres bajo el mismo nivel, bajo el mismo pié de igualdad ;
ninguna se dirige á un tiempo al espíritu y al corazon; al amor y
á la esperanza, al amor de Dios y al del prójimo, al hombre activo
y al contemplativo.
Mírase, con razon, como una de las pruebas de la verdad del
cristianismo el hecho de que los hombres mas notables y supe
riores se han hecho cristianos. No es decir esto que todos los
espíritus ilustrados y profundos hayan profesado esta religion,
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 61
sino que ha logrado tan brillantes y cuantiosas victorias entre
ellos, que es una verdad reconocida como incontestable que esta
religion no es de modo alguno incompatible con la ciencia y el
ingenio mas elevado. Tal es el carácter del catolicismo, y la Igle
sia puede, gracias á Dios, admitir en su seno á todos los hom
bres tanto poderosos, como desvalidos, tanto ignorantes como
letrados, tanto á sabios de primer orden, como á talentos menos
que medianos : á nadie excluye, para todos y por todos ha sido
establecida, pues que todos son hijos suyos, ó son llamados á
serlo. La Iglesia es la consoladora de los afligidos, la moderadora
de los opulentos y acomodados, la maestra y guiadora de los
descorriados é ignorantes. Tiene ojos de madre para con los ino
centes, confunde y aterra á los libertinos, abate y humilla á los
soberbios, alumbra los entendimientos de los ignorantes, y pone
en su lugar á la vanidad de los sabios, y superchería de los so
fistas»
Lo que estoy relatando, lo hizo la Iglesia en otro tiempo, lo
hace cada dia, y lo estará haciendo siempre : basta para ello que
se le deje campo libre, y el poder obrar. Ninguna necesidad tiene
de la autoridad civil ; en otros tiempos se puso bajo su amparo,
y como lo hace el protestantismo, recurrió mas de una vez á la
espada del poder temporal. Obraba así entonces porque era el
único medio de accion saludable que le quedaba, el medio mas
pronto y ejecutivo para impedir mayores males entre gentes in
capaces ni de razonamiento ni de civilizacion ; pero su historia está
probando que no tenia ella necesidad absoluta de esta asistencia
para vivir, y que solo se servia de ella por ahorrar males sin cuento
á generaciones que se nutrían de odio, sangre, y fanatismo ; por
que, pasada aquella época excepcional en la sociedad humana,
ha continuado propagándose y prosperando sin tal socorro. Está
pronta y preparada á hacer frente á todas las eventualidades, y
solamente la fuerza y violencia es capaz de detenerla.
Ved, amados hermanos mios, lo que actualmente está ha
ciendo en este nuestro páis. Tres siglos ha que el poder civil
holló la divina planta de la gracia y que la ha tenido á sus piés ;
pero en fin las circunstancias han vencido á la tiranía ; levántase
yay luce para ella el sol de la libertad, é inmediatamente la antigua
Iglesia sale como de su féretro, reaparece radiante y gloriosa,
jóven, robusta, como si su crecimiento no hubiera padecido re
traso, interrupcion ni oposiciohesl Reaparece tal cual estaba y
era, tres siglos ha, antes de la existencia de las diferentes reli
52 APOSTOLADO CATÓLICO.
giones que se disputan este páis. Vosotros sabeis que es la misma
siempre ; su inmutabilidad, que es su signo característico de
divina, es cabalmente una de las acusaciones que se dirigen
contra ella; los tiempos, los lugares, las personas sociales le
son totalmentes indiferentes , porque tiene su origen , manan
tial y fuente allá donde no se cuenta el tiempo, donde no se
mide el lugar, porque desciende del trono del Infinito, del Dios
eterno.
Animados de tales sentimientos, amados hermanos mios, pe
netrados de convicciones semejantes, tenemos por qué temer un
mal éxito, ni falta de ocupacion en una ciudad tan vasta como
esta, y que tanta necesidad tiene de nuestro ministerio sacerdo
tal ? Aquel en quien hemos puesto nuestra confianza era ayer, es
hoy, y él mismo será por siempre jamás.
Prodigios sin número tiene hechos en los tiempos pasados,
los hace hoy mismo ; en otro tiempo escogia y echaba mano de
flacos é indignos para hacer ministros suyos, embajadores de
sus voluntades sacrosantas: él mismo los escoge hoy. Mientras
tengamos una entera confianza en él, mientras nos mantengamos
fieles á su Iglesia, sabemos de seguro que se digna servir de no
sotros como de dóciles instrumentos para ejecutar sus designios :
no sabemos, es cierto, cuales serán estos, no sabemos quienes
serán objetos de su misericordia ; ignoramos á quienes nos en
viará, solo sabemos sí que millares de almas suspiran por noso
tros, y que seremos enviados á sus escogidos.
La palabra que de su boca saldrá no volverá á él sin resul~
tado ni fruto ; sino que hará su voluntad y conseguirá su fin en
las cosas para que ha sido enviada. No hay criatura sea inocente,
sea culpable, sea insensata, sea inteligente, que no tenga necesi
dad de la gracia de la Iglesia católica. Si no tenemos feliz éxito
para con los hombres instruidos, lo tendrémos para con tos igno
rantes ; si no salimos bien con nuestra empresa para con los an
cianos, saldremos bien con los jóvenes ; si no logramos conven
cer á hombres serios y respetables, convenceremos á los indo
lentes y frivolos ; si no convertimos á los que están cerca de la
Iglesia, convertirémos á tos que están lejos. No se ha acortado el
brazo del Todopoderoso ; no nos ha enviado Dios en vano, á
menos que, lo que el Señor no permita, no perdamos sus favores
por culpa nuestra, por nuestra desobediencia.
Hay, empero, cierta clase de hombres para quienes parece es
pecialmente destinada nuestra mision, á quienes podriamos di
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 53
rigirnos naturalmente, y á cuya atencion tenemos derecho incon
testable : estos son los que, como nosotros, han sido conducidos
paso á paso hasta los umbrales de la Iglesia ; sentian ellos, como
nosotros, que la religion católica difiere de todas las demás, y
aunque me sea dificil decir cuales de sus sentimientos estaban
de acuerdo perfecto con los nuestros, porque no habia dos de en
tre nosotros que los tuviesen exactamente conformes, es indu
dable sin embargo que percibian claramente les quedaba algo
que aprender y saber, y sin concebir precisamente la conducta
que habian de observar, deseaban todos, como nosotros, cono
cer la voluntad de Dios.
Qué habia de esperarse, qué podia prometerse razonablemente
de estos hombres cuando ha llegado á su noticia que sus amigos,
que aquellos con quienes tan plenamente simpatizan, habian mar
chado adelante, avanzando á impulsos de los sentimientos del de
ber, y que así se habian adelantado hasta entrar en el seno de
la Iglesia católica? — Parecia muy natural por cierto, no digo
yo que los hubiesen seguido desde luego (porque tenian tam
bien ellos sus motivos de quedarse como estaban), mas parecia
muy natural que examinasen la cuestion con madurez, que die
sen oidos atentamente á las observaciones de sus amigos, nue
vamente convertidos.
Mas ¿han obrado así? No ; se han portado muy de otro modo.
— Ellos han dicho : « pues que las doctrinas y principios que
» profesabamos en comun os han hecho adelantar, esta misma
» razon nos obliga á retrasarnos : cuanto mas de acuerdo hemos
» estado hasta ahora con vosotros, tanto menos nos hemos de
» dejar influir de vosotros en lo venidero. Pues que habeis en-
» trado vosotros en el seno de la Iglesia, estamos nosotros re-
» sueltos mas que nunca á quedarnos fuera. Vuestros argu-
» mentos mismos son para nosotros una tentacion que debemos
» huir, porque no los podemos refutar. Cerraremos los ojos por
» temor de veros, taparémos nuestros oidos para no escuchar lo
» que no queremos. Eráis tan sencillos y sinceros cuando esta-
» báis con nosotros, que nos es forzoso creer que solo os ani-
» ma ahora el espíritu de partido. Eráis tan honrados y pundo-
» norosos cuando nos habeis dejado, que nos es forzoso creer
» que solo os ha movido á obrar el deseo del renombre. El cas-
» tigo mayor que podamos infligiros es de no hacer caso de lo que
» decis : el modo mejor de dejaros confusos, es el de impedir á
» los demás que os escuchen cuando les dirigis la palabra. Ha
54 APOSTOLADO CATÓLICO.
» beia echado á perder una causa hermosa ; no mereceis pues
» de nuestra parto ningun miramiento. »
[Ah, ah! desgraciados; vayanse á expresar con tal lenguaje
ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo ! Supongamos sean
puras- sus intenciones, Hermanos mios ; tomemos sus razona
mientos por su costado mas favorable, y qué significan? Se re-
duoen á decirnos que todo exámen es falso, es criminal, cuando
tiene por resultado un cambio de religion. A esto se reducen y
nada mas.
¡ Cómo I se eondena un exámen por causa de la conclusion á
que conduce ! Es absurdo renunciar á la religion en que se ha
nacido, á la religion que mereció las primeras ternuras de nues
tro corazon, los primeros homenajes de nuestro entendimiento,
que nos ha hecho lo que somos, á la cual debemos nuestra situa
cion, nuestros medios de vivir! | Cómo! ¡Era absurdo en san
Pablo abrazar el cristianismo, era absurdo en este apóstol llorar
por sus hermanos que no querían escucharle! Ahora en
tiendo y comprendo una oosa de que hasta ahora no habia podido
persuadirme : ahora comprendo por qué los Judíos estaban tan
apegados al judaismo, y se resistian a todas las razones que se
les presentaba para que lo abandonasen.
En vano les decia el Apóstol : « Vuestra religion conduce á
» la nuestra, y la nuestra es un heoho que está patente á vuestros
a ojos ; ¿ por qué esperar lo que es, lo que está do hecho existente,
* como si no existiera todavía ? ¿ Mirais, acaso, vuestra Iglesia
» como perfecta ? Mirais vuestros predicadores como infalibles V
* creeis haber llegado ya á la perfecoion? ¿Por qué, pues, no,
a volveis vuestros ojos hácia el cristianismo? No, respon-
» dian ellos, « nosotros vivirémos y morirémos en donde hemos
» nacido y sido educados : la religion de nuestros antepasados,
» la religion de nuestra nacion es la spla verdadera ; lo mas
a prudente 68 no mudar ; no dejarla ; seguirla ! No queremos
» faltar W renunciar á nuestra Iglesia, no queremos renunciar á
b nuestras pretensiones ; queremos cerrar nuestros corazones
>> al convencimiento, y arriesgar la eternidad por mantener
» nuestra actual posicion, a
¡ Tal es el magnífico razonamiento que hacen no solamente los
Judíos, sino los Judíos y los Mahometanos! Tal es el raoioeinio de
los paganos de todos los paises, de todos los que prefieren esto
mundo al otro, una paz temporal á la paz eterna, el bien estar ma
terial al perdon de los peoados, los elogios de sus amigos al fa
ESPERANZAS DEL MISIONERO. 55
vor y gracia de Jesucristo. ¡Cuán frivolo y miserable aparecerá
este razonamiento cuando se pasará por el crisol de la luz del
cielo en el Juicio universal, á la vista de Aquel que ha de venir
á juzgar en medio de fuego al mundo 1
¡Ah hermanos mios! Si se encontrare entre vosotros algunas
personas á quienes se pudiesen aplicar estas observaciones, te
ned á bien no hacernos el poco favor de creer, que tratamos de
convertiros por otros motivos que por el amor vivo que en Dios
os profesamos. ¿Ni qué ventajas pudiéramos reportar si así no
fuera? — No haríamos sino cargar con una inmensa responsabi
lidad, inútil y engañosamente. Yo os lo confieso con toda la sin
ceridad de mi corazon, quisiéramos mejor, en interés de vuestra
tranquilidad, que os quedeis como estais. Nuestro propio interés
personal nos aconsejaría dejaros en el error, si no hubiera otros
intereses de mayor cuantía.
Masjyo no puedo abrigar en mi seno el pensamiento de que co
razones piadosos y cristianos, sobre los cuales se ha derramado
tan abundantemente la gracia de Dios, que corazones tan bien
preparados para su conversion y destinados al cielo, recáigan en
pecado mortal y pierdan una recompensa, un galardon que tan
cerca están de alcanzar. Espero en Nuestro Señor Jesucristo
que no saldrán fallidas mis esperanzas de salvaros á vosotros á
quienes tanto amamos, y desde tanto tiempo ha.
Bies venit, dies tua : vendrá, sí, llegará el dia grande : qui
zás se tarde algo en llegar, pero lo esperamos con paciencia. En
el entretanto necesario es que la verdad sea conocida : necesa
rio es glorificar los actos del gobierno de Dios : Nosotros no te
nemos necesidad de vosotros, pero Vosotros la teneis de noso
tros. No seriamos de cierto nosotros los dignos de lástima, si no
os convirtiéramos por causa de la Verdad que os anunciamos :
vosotros, sí, sois los que teneis todo que perder, sino os dejáis
ganar. Guardad, si lo osais, esa sequedad de sentimientos, esas
perplexidades de vuestra perturbada razon, ese descaecimiento
de vuestro amor, en no convirtiéndoos. ¡ Ah ! bastantes trabajos
tenemos mucho menos penosos, tareas mucho menos difíciles
que las de cuidar de vuestras almas !
Tenemos millares de pecadores que reconciliar á Jesucristo,
jóvenes que vigilar, fieles y afligidos que consolar. Dios no tiene
necesidad de adoradores ; su misericordia no escasea de sujetos
en quien emplear sus benéficos influjos : puede pasarse muy
bien sin vosotros ; puede cambiar hasta las mismas piedras en
56 APOSTOLADO CATÓLICO.
hijos de Abraham : ofrece generosamente sus favores, y pasa
adelante ; no se detiene ; los ofrece una vez, tal vez no reitere su
oferta. — En seguida, se va mas lejos; se dirige á los gentiles,
se dirige á los pecadores endurecidos ; deja á los hombres que
son tenidos por honrados, y toma por su cuenta á los viciosos :
esurientes implevit bonis et divites dimisit inanes : colmó de
bienes á los hambrientos, y dejó vacíos de sus gracias á los que
nadaban en la opulencia...
EL APOSTOLADO SEGLAR

MINISTERIO DE LA PROPAGACION DE LA FÉ ENTRE


LOS FIELES.

POR EL P. SARTIGUE, DE EA COMPAÑIA BE JESUS.

Accepimus gratiam et aposlolaium ad obedien-


dum fidei in omnibus gentibus pro nomine
ejus. (Ad Rom.)
Hemos la gracia del apostolado para hacer obe
decer a la fé á todas las naciones, en virtud
del nombre de Jesús.

Entre todas las ciudades de que se gloria la Francia católica,


y que puede presentar con entera confianza y satisfaccion á sus
amigos como á sus enemigos, no hay una mas justamente cele
brada por la piedad de sus habitantes, y en donde se hayan con
servado mas puras las tradiciones antiguas de la fé primitiva, que
la ciudad ilustrada con la sangre del apóstol y mártir san Fermin.
¿Porqué la vemos hoy toda presurosa, viniendo á este santo tem
plo, poseida de un mismo entusiasmo en torno de este altar sa
crosanto? Porqué tanta pompa? Tanta magnificencia, aparato
tanto ? De qué se trata ? Es solamente acaso para tributar al pri
mer Patron de la diócesis algunos homenajes esteriores, algunos
honores pasaderos? Si se limitase á eso el culto que dáis á su
inmortal memoría, seria preciso no ver en ello sino una pompa
vana, una ceremonia esteril, sin frutos prácticos, sin resultado
duradero.
(1) Predicado en la festividad de san Fermín, apóstol de Amiens, en Francia.
58 APOSTOLADO CATÓLICO.
Pero vosotros habeis comprendido desde luego que lo esencial
y el fondo de toda la religion es de imitar lo que honramos, que la
fiesta de un apóstol y de un mártir es una viva exhortacion al
apostolado y al martirio, y que debemos rivalizar en emulacion
santa para realizar con hechos lo que celebramos en tan festivo
dia.
Es pues muy análogo y del espíritu de esta festividad, así como
lo es del de vuestro piadoso corazon, corresponder á vuestros
sentimientos, dirigiendo el asunto de mi discurso á su punto de
vista práctico, y en relacion al ejercicio del zelo cristiano. Y esto
con tanto mayor motivo cuanto tengo la honra de dirigir mi voz
á la mas piadosa y cristiana porcion de toda esta comarca, á
generosas almas, á corazones puros y nobles que no quieren
quedarse en zaga del movimiento religioso que se manifiesta por
todas partes, ni desmentir á la mision magnífica que han dado
las necesidades nuevas de la época á todos los verdaderos fieles,
mision de regeneracion, mision de salvacion para el mundo. Y
para que no penseis, amados hermanos mios, que el apostolado
secular en el siglo décimo nono no es sino una brillante espe
culacion, una lisonja vuestra, ó una de esas pomposas palabras,
vacías de sentido, cuales se usan demasiado hoy dia, es mi ánimo
mostraros sobre qué motivos tan sólidos se funda, y de cuán po
derosos motivos de propaganda dispone.
Tres son los motivos, y tres los medios.
Tres motivos : las relaciones de fraternidad y amor que unen
á todos los hombres entre sí, las necesidades actuales de la Igle
sia, el ejemplo del proselitismo, siempre en aumento, de la im
piedad en favor de la causa y triunfo del mal.
Tres medios : — La oracion, la accion, la union.
Asi continuareis vosotros, amados hermanos mios, por vues
tra parte, y cada uno en la esfera en que se agita su vida, la
mision de vuestro primer apóstol, del que eomenzó esa larga
cadena de santos y gloriosos prelados que han regido esta
diócesis.

Si es una verdad, amados hermanos mios, que haya de haber


un apostolado secular, auxiliar, y suplemento del sacerdocio,
no puede ser esto, como podria creerse á primera vista, una cosa
nueva en la Iglesia, una cosa inventada por las circunstancias
y necesidades religiosas de la época. No, es una verdad recibida
EL APOSTOLADO SEGLAR. 59
y practicada en todo tiempo, un deber sagrado que tiene su ori
gen mas arriba, en las relaciones de fraternidad y de amor que
unen los hombres entre sí, para no formar sino una sola familia,
una misma hermandad de la cual Dios os Padre.
Si somos hermanos, somos solidarios unos de otros, porque
la fraternidad lleva consigo la solidaridad, la mancomunidad :
unos respondemos por otros; tenemos nosotros y tomamos nues
tra parte en lo bueno como en lo malo que obran nuestros seme
jantes. Todos cuantos vivimos, aunque con diversidad de grados,
y en proporcion mas 6 menos extensa, todos ya sacerdotes, ya
seculares, todos tenemos carga de almas : muy explícito es y ter
minante el mandamiento de Dios acerca de esto • él ha mandado
á cada uno de los hombres, y á todos sin excepcion en términos
expresos que velemos atentamente por la salvacion de nuestros
prójimos. Tiene dicho nuestro Señor : Sé el guardador de tu
hermano, su segunda providencia, yo te lo fio : desgraciado de
ti sj ge pierde por tu falta ; porque responderás de él un dia ante
mi acatamiento ; alma por alma, vida por vida, eternidad por
eternidad. Ya cuando, encareciendo este precepto del testamento
viejo, añadeel nuevo : Amarás á tu prójimo como á ti mismo, que
otro hace el Señor, Autor de ambos, sino confirmar y hacer mas
estrecha y perentoria todavía, mas sagrada y urgente la obliga
cion del pelo?
Sin el celo, sin el espíritu del apostolado, no hay caridad, ó
si se la supone, es incompleta, es muy imperfecta. No, católicos,
vosotros no amais á vuestro semejante como debeis, si no tomais
á pecho su salvacion, si nada haceis por proporcionársela. En
vano le hartareis con el resto de vuestros banquetes suntuosos ;
en vano cubris su desnudez con los despojos de vuestro hijo j en
vane Je preparais un asilo para su vejez ; en vano, si so quiere,
le prodigareis oro y plata á manos, llenas. Si no haceis mas que
esto, sj con esto oes contentais, no habreis hecho gran cosa ; todo
esto no figura sipo por una parte, la mitad á lo mas de la cari-*
dad cristiana.
Quereis practicarla en todo su lleno? Quereis oumplirla se-
gUO todas las reglas y consejos del Evangelio ? —, Pues bien ;
á mas del pan del cuerpo, lo que se significa por el \aso de agua
fria del Evangelio, á mas de los socorros pecuniarias, dad á
vuestros prójimos el pan del alma, el agua de vida eterna, la li
mosna de la verdad. Porque no solo de pan vive el hombre, sino
de la palabra que «ale de la boca de Dios ; de otro modo, no lo olvi*
60 APOSTOLADO CATÓLICO.
deis, en lo moral como en lo físico no lo habeis alimentado, lo
habeis muerto.
Si esta obligacion es comun á todos, ¿cuánto mas rigorosa
no lo será para vosotros, padres y madres de familia, que habeis
de engendrar vuestros hijos, no solo segun la carne, sino se
gun el espíritu ; cuánto mas obligatoria será para vosotros que
educais la juventud, y que habeis asumido el terrible peso de
formar sus corazones para la virtud al tiempo de formarlo para
la ciencia ; cuánto mas perentoria para vosotros que habeis re
cibido del cielo para el bien general y universal de la sociedad,
la grande y noble mision del comercio, de la industria, de las ar
tes, mision que no puede caracterizarse de verdaderamente so
cial que en cuanto es religiosa en su fin?
¿Cuán obligatoria no es esta obligacion para vosotros, Es
critores, que por medio de la prensa ejerceis una accion tan de
cisiva sobre el porvenir del mundo, sobre el destino de la so
ciedad ; cuán obligatoria no debe ser, en fin, para todos aquellos,
á quienes la nobleza, el brillo de un nombre que los distingue
y realza , los servicios hechos á la patria, un alto rango en el
Foro, Magistratura, ó Milicia, á quienes la fortuna, el ingenio,
la autoridad, el sacerdocio de las funciones públicas gobernati
vas, dan tanto crédito ¿ influencia para el bien y para el mal, y
que estais colocados en tan elevados puestos del orden social,
sino para que vuestra luz brille ante los hombres, y que viendo
vuestras obras glorifiquen á vuestro Padre celestial que está en
los cielos?
A este primer motivo del apostolado, fundado en la fraterni
dad cristiana, se junta y allega otro no menos poderoso y todavía
lleno de actualidad, de oportunidad : las necesidades de la Iglesia.
No pretendo exagerar en este momento ; pero líbreme Dios de
callar lo bueno que se está obrando en derredor nuestro, lejos
de nosotros, en el mundo entero. Yo reconozco, y ¿quien lo
puede negar? yo veo operarse una reaccion, que hay un regreso
sensible y muy manifiesto hácia las ideas cristianas, á un respeto
mayor de las cosas de la religion. Es un hecho palpable, y nos
es muy lícito ver en él síntomas de una próxima regeneracion.
Es un hecho, y me es en extremo placentero hacerlo constante
en la presente ocasion , que las conversiones son cada dia mas
numerosas entre los judíos, que las naciones se conmueven á
la voz de nuestros misioneros ; que las mas lejanas islas sal
tan de gozo al feliz anuncio del Evangelio : que la India pagana
EL APOSTOLADO SEGLAR. Gl
hace pedazos sus ídolos, para adorar la Cruz; que la China mis
ma, obstinada por tánto tiempo, acaba en fin de abatir el orgu
llo hereditario de su inmensa muralla al arribo de los enviados
de la Iglesia ; que en el seno de esta misma Iglesia cada nuevo
pontificado se anuncia é inaugura bajo los auspicios mas favo
rables.
Amigos y enemigos, si por ventura pudiera haber todavía
enemigos, católicos y protestantes, cristianos, mahometanos y
judíos, desde Londres á Constantinopla, solo se oye una voz :
El Papa es el legislador del mundo ! . . . Es un hecho en fin que
hay en el mundo un secreto impulso de Dios, y todo nos con
duce á creer que es para el advenimiento de un mejor porvenir,
y para la universal dilatacion del catolicismo por todos los pun
tos del globo. Prepárase, no hay que dudarlo, una gran revolu
cion anunciada por los profetas del Ingenio, por los heraldos de
la Providencia. Los acontecimientos de Europa se van precipi
tando hácia este desenlace final, y los esfuerzos mismos que se
hacen para retrasarlo, no hacen sino apresurarlo; porque, her
manos mios, para Dios, los obstáculos son medios ; y saca, y
hace venir la salvacion de manos de sus mismos enemigos. Sa-
lutem ex inimicis nostris.
Cómo persuadirnos, en efecto, que todas esas magníficas in
venciones del moderno ingenio, esos caminos, rápidos como cen
tellas, donde se va surcando la tierra , esos flotantes palacios que
cruzan el piélago, no sean, decimos, estas invenciones sino veloces
y brillantes vehículos del comercio y de la industria, y que no
veamos en ellas segun el plan divino y providencial, un maravi
lloso medio de acortar las distancias, de aproximar las poblacio
nes y aun los pueblos todos, de reunirlos poco á poco en una
confraternidad universal ? Ver en esas invenciones un camino mas
trillado, facil y seguro para el Evangelio, y por medio del cual
la unidad del género humano llegue mas pronto á la unidad de
religion, cumpliéndose así enteramente y al pié de la letra el
oráculo profético : que no ya habrá en el universo sino un solo
Rebaño, y un solo Pastor?
Todo esto es verdad, mas preciso es decirlo todo, no acota
mos, para desanimaros ni paralizar vuestros esfuerzos, sino al
contrario para reanimar vuestro zelo : « se ha hecho ya mucho
bien, ¿cuánto mas no queda todavía por hacer? Cuánto dista de
ese movimiento religioso, incontestable, mas quizás demasiado
exagerado, á un género y sincero retorno á los deberes de la fé
62 APOSTOLADO CATÓLICO.
práctica! mucho dista todavía ese cristianismo nuevo, casi todo
poesía y entusiasmo ideal, al cristianismo de accion! mucho va
todavia de la religiosidad á la religion !
No se quiere, es verdad, pasar ya por impío, ni ateo de pro
fesion ; no, se quiere parecer, al contrario, religioso, cristiano, y
á lo que se ve, católico, pero á su manera. Hase hecho tabla rasa
de todos los sistemas de una mentida filosofía, pero no todavía
para escribir en ella el símbolo católico ; ya no son los hombres
nuevos esoépticos por sistema, pero son indiferentes. No se niega
ya la fé con la misma osadía que en el siglo último ; pero no se
afirma todavía, no se cree. Indiferencia, duda, ved las dos gran
des herejías de nuestra edad, el manantial emponzoñado de donde
manan tantos males como se derraman por el mundo.
La blasfemia del santísimo nombre de Dios, la violacion del
domingo y fiestas sagradas, el desprecio práctico de toda autori
dad divina y humana ; la infidelidad en el matrimonio, el desen
freno en la literatura, la licencia en los teatros, el Sensualismo y
el paganismo en las costumbres, el culto poco menos que exclu
sivo de los intereses materiales, y sobre todo la religion del di
nero, la pasion del lucro, la sed de oro, porque con oro se com
pran todos los deleites ; el oro y el placer, tal es, en una palabra
el resúmen de nuestra situacion moral.
Y si dirigimos nuestras miradas por mas allá de los mares,
¿qué veremos? Cuántas naciones hay, asentadas todavía á los
umbrales de la muerte, y para las cuales no salo todavía el sol
del Evangelio. ¡ Cuántos pueblos hay que todavía no conocen al
solo verdadero y tínico Dios, y al que él ha enviado al mundo,
el solo mediador y salvador Jesucristo ? Y aun entre los que le
conocian cuántos no le adoran ya, ó no le adoran sino á medias
y rehusan someterse á su Iglesia. De aquí procede , amados
hermanos mios, el dolor profundo de esta madre desconsolada,
de aquí sus gemidos que atraviesan los corazones piadosos-
En vano le hablareis de progresos religiosos, en vano le mos
trareis los nuevos hijos que se le allegan de todas partes ; nueva
Raquel, no puede consolarse de la pérdida de los que ya no son
hijos suyos ! Aunque hubiera perdido solamente uno, cual viuda
desconsolada, asentada con su hermosa cabellera suelta cerca de
la sepultura, diria aun , á los gozos* á los consuelos; no os co
nozco ; no podeis tener entrada en mi corazon.
Ah, hermanos mios muy amados, no es uno, son millares y
millares los que perecen : por miles se le arrancan de su seno
EL APOSTOLADO SEGLAR. 63
tiernecitos infantes para deshonrarlos desde su niñez ; por miles
entrega la juventud licenciosa sus víctimas al libertinaje ; por mi
les, de un cabo del mundo al otro, se precipitan los hombres en
los abismos de Una espantosa eternidad.
Ahora bien, yo os pregunto, hermanos mios, para tantos ma
les como hay que remediar, para tantas necesidades que satis
facer, ¿ puede bastar el clero solo, reducido á las fuerzas y re
cursos con que cuenta? Por mayores que sean su zelo y sus
sacrificios ; puede hacerlo todo, estar á la vez en todas partes,
ocupar todos los puestos, sostener todos los asaltos? — No, no.
Es necesario haya, bajo el primer sacerdocio consagrado, otro
sacerdocio secundario que sea como su auxiliar, como su suple
mento ; y este es el sacerdocio de los fieles. — Al lado de la
mision del sacerdote, está la mision del seglar ; quiero decir que
el seglar ha de venir en ayuda del sacerdote, prepararle el ca
mino, allanar los obstáculos que embargan su ministerio, secun
darle en sus obras de zelo, y aun suplirle en ciertas ocasiones.
Quiero decir, y tal es la hermosa expresion del Tertuliano, que
en dia de batalla, en esta gran pelea de las inteligencias, en este
desafió á muerte entre el error y la verdad, entre el mal y el bien,
entre el racionalismo y la fé, todo cristiano es soldado, y ha de
pagar con su persona.
Y mi Dios, ¿ qué mayores motivos de emulacion para lo bue
no, que presenciar todo lo malo que inocula hoy dia el proseli-
tismo del mal? ¡Cómo ! será incansable el proselitismo del mal,
no tendrá reposo, no dará treguas, y semejante al abismo,
jamás dirá : Basta ! —Y el zelo del bien podrá resignarse á de
jar caer los brazos de cansancio ó de fastidio, en una cobarde
inercia á la sombra de unos cuantos laureles cojldos ya en una
brillante refriega!
El proselitismo del mal no cesará de tramar contra el Señor y
su Cristo ; pondráse de concierto en los subterráneos del crimen
para meditar cómo acabar con Dios, cómo abolir su culto en el
mundo entero y aun hasta borrar su nombre de toda humana
memoria, y el zelo del bien no se hará junta con el Cielo para
restablecer en todas partes el reind de la verdad, la justicia de
Dios en la tierra?
El proselitismo del mal redoblará de atrevimiento, conspirará
á la luz del dia, formará sociedades malignas, organizará con
ciertos y danzas en beneficio del crimen, tendrá sus fiestas, sus
pompas, sus representaciones de inmoralidad, 6us grandes es
04 APOSTOLADO CATÓLICO.
cándalos, — y el zelo del bien temerá parecer en público, te
merá manifestarse, francamente, no tendrá valor para realizar
sus intenciones ; rebozaráse con el manto de la timidez palián
dola con el nombre de prudencia ; temería la manifestacion y la
publicidad de sus actos, actos que le está mandado de Arriba
los haga y cumpla en el lleno del dia, para que los hombres
aprendan á bendecir al que se los inspira!
El proselitismo del mal, agobiaría sus imprentas infatigables
al peso de inmundos libros que distribuye á precio vil y esparce
con profusion en todas las clases de la sociedad, desde el palacio
del opulento hasta la choza del jornalero ; nada le cuesta millo
nes cuando se trata del éxito de su infame causa, — y el zelo
del bien creería haber hecho demasiado, ó al menos haber hecho
lo bastante con dar una escasa limosna para la obra de la pro
pagacion de buenos libros, ó por la del Evangelio ? — ¡ Cómo !
amados hermanos mios, la propaganda católica seria aventajada,
vencida por la propaganda bíblica protestante ! Los traficantes de
malas obras, de libros prohibidos, los hombres de dinero, los
especuladores, los satélites de la fortuna pasarán mas lejos que
los conquistadores de almas, que los propagadores de las doctri
nas sanas ! ¡ Cómo ! La caridad habia de ceder el puesto al espí
ritu mercantil, el sacrificio de sí mismo al interés y al egoismo?
No, no ; vosotros no tendreis menos zelo por la salvacion de
vuestros hermanos, que otros por su perdicion. Cruzados de la
fé, no retrogradareis á vista de los cruzados de la maldad. No,
vosotros no volvereis atrás ante la mision providencial que os
preparan las nuevas necesidades de la época actual ; y no olvi
deis jamás que si en otro tiempo, bajo la Roma pagana y perse
cutora, cada cristiano era un mártir ; que si en la edad media en
tiempo de Pedro el Ermitaño, todo soldado era un Cruzado de
la fé, en estos tiempos en que ya no hay, ó es rara la confesion
de la fé por la sangre, ni otras cruzadas que la de la salvacion de
los hombres, todo católico que tenga entendimiento para pensar,
y corazon para sentir, todo católico ha de ser á su manera após
tol. Sí, católicos; ó apóstol, ó apóstata; soldado de Cristo, ó
soldado de satanás ; misionero del Cielo, ó misionero del infierno;
propagador, ó destructor de la fé.
Asociando el seglar á la mision del sacerdote, Dios le ha dado
los medios de cumplir con este glorioso apostolado.

La oracion, primer medio, medio infalible ; la oracion por me


EL APOSTOLADO SEGLAR. 65
dio del divino Mediador. Aun antes de él ya, la oracion tenia una
fuerza invencible, un poder omnipotente, un apostolado entero
para la salvacion de los hombres. Ruega Abraham , y hubiesen
sido libradas Gomorra y Sodoma si se hubieran podido encontrar
solo diez justos. Ruega Moisés, y se libra del anatema todo un
pueblo cuya pérdida habia jurado el Señor.
Si esto sucedia bajo el imperio de la ley de temor, que será
ahora bajo la ley de gracia, y de amor, en la cual podemos ro
gar por medio de nuestro Señor Jesucristo, pedir en nombre suyo,
en ese nombre de esperanza y amor, pedir por medio de su
Sangre que clama mas alto que la voz de nuestros crímenes, pe
dir por medio de ese Corazon del que nos ha hecho él un escudo
contra los rayos de la divina justicia.
Y así, ¡ cuántas conversiones, cuantas gracias alcanzadas por
la oracion cristiana desde el momento del Calvario hasta nues
tros dias ! Subió al cielo desde la Cruz una súplica : Padre, per
donadlos, porque no entienden lo que hacen... Y todo un mundo
ha sido rescatado. A ejemplo del divino Crucificado, durante
tres siglos de persecucion, los confesores de la fé tenian con
sangre propia su oracion, de esta oracion sale con fuerza una
abundante cosecha de nuevos cristianos. Y aun con frecuencia
los tiranos mismos aun los mas encarnizados se sienten desar
mados repentinamente y vencidos por una fuerza misteriosa, se
creta, desconocida : la segur cae de sus manos ; gana corazones
el heroismo del confesor impávido ; propágase el contagio del
martirio, quedan prendidos del contagio y ved que, ¡ cosa admi
rable ! mueren á su vez en defensa y por la confesion de Aquel
cuyos adoradores habian estado degollando. — Pues bien, ¡ todo
es efecto de una oracion, de una palabra de ruego !
En todo tiempo y constantemente perseguida, la Iglesia, reina
pacífica y desarmada, no sabe rechazar la fuerza con la fuerza,
ni curar con espada las heridas que ha hecho la espada. ¡Qué
hace pues ? Ruega, pide ; hace rogar, hace pedir á Dios á sus
hijos; los dice por ejemplo que hagan un novenario á María...
¡Un novenario á María!... cosa es que hace reir á los incrédu
los... ¡Pero entre tanto, continúa el novenario... Y se acaba
en fin.
¡ Adelante ! Yo habia visto al impío perseguidor : semejante al
cedro del Libano, decia en su orgullo : ¿ en dónde está su Dios?...
— Concluido el novenario, doy un paso mas, vuelvo la cabeza
para mirar dónde estaba, y ya no lo vi; habia desaparecido : y
S. M. I. , 5
66 APOSTOLADO CATÓLICO.
yo exclamé, no, por cierto, con sentimientos de venganza, sino
por la gloria de mi Dios, y de su Iglesia : ¡ En donde están pues
los que poco ha se levantaban con insultos contra el Señor y
contra su Cristo?...
Un novenario á María. . . y pecadores sin cuento se convierten
á Dios. Los anales cristianos atestan por millares esta verdad. Un
novenario á María... y la Reforma de Enrique octavo, de Lu-
tero, de Calvino se conmueve, se agita, siente que su corazon
está herido de muerte en Francia, en Alemania, en Inglaterra...
Pero no basta la oracion, hermanos, mios; es necesaria ade
mas la accion, y una accion patente, pública, perseverante.
El carácter propio del cristianismo, y que tan diferente lo cons
tituye de la filosofía, su rival, es el ser esencialmente práctico.
La filosofía enseña frases, el cristianismo enseña á obrar ; la
filosofía inventa sistemas, el cristianismo crea instituciones sa
ludables; la filosofía concibe en lo vacío, y pare en la nada, el
cristianismo realiza, y, si me es lícito explicarme así, encarna en
los hechos la brillante teoría del progreso social ; en una pala
bra, él es todo accion, todo vida ; todo accion, porque está lleno
de vida, y que segun santo Tomás, la vida es el movimiento. Vita
in rnotu. ¡ Y bajo de este respecto el cristianismo se apta mara
villosamente á las necesidades del siglo mismo, tan eminente
mente positivo.
En ningun tiempo, ¿ha presentado acaso el cristianismo de
un modo mas inequívoco este carácter de positivismo , que en
nuestros dias? ¿Hubo jamás tal florescencia de obras de zelo
abiertas á influjo de su sol vivificador ? — En tiempo ninguno se
han puesto en práctica tantos medios ni géneros de apostolado
para los mismos seglares ; y por no citar sino las obras mas en
voga? qué apostolado tan útil no es la Conferencia de san Vicente
Paul, en la cual se agolpa y reune una juventud escogida, espe
ranza muy lisonjera para la religion y para la patria y cuyo ob
jeto es regenerar á las almas, aliviando los cuerpos. Obra ad
mirable, sea que suministre socorros á domicilio, sea que pa
trocine á los jóvenes aprendices, sea que se emplee en enseñar
el catecismo á los niños pobres.
¿ Qué apostolado tan eficaz y meritorio delante de Dios y de
su santísima Madre, esa Archicofradía del santo é inmaculado
corazon de María, que en pocos años cuenta ya millones de alis
tados, y que acabará por alistar á toda la catolicidad entera?
¿No se vé en ella una santa asociacion providencial, adaptada, á
EL APOSTOLADO SEGLAR. 67
mas no poder, á la época actual, pues que por medio de prácti
cas facilísimas, no hay ninguno entre vosotros que no pueda coo
perar eficacísimamente á la conversion de un sin número de pe
cadores ?
Apostolado es tambien y muy ütil á su manera, la prensa de
dicada á la defensa de los intereses religiosos, y á un tiempo
mismo sociales ; la prensa, escudo á la vez que defiende y pro-
teje, así como es arma que ataca y hiere ; luz que alumbra, y
fuego que devora ; palabra que vivifica, al propio tiempo que
mata ; tribuna inmensa de donde parten á un tiempo, para es
parcirse por el mundo todo de un cabo al otro con la rapidez del
rayo, y el bien, y el mal ; y la verdad, y la mentira ; y la paz y la
guerra ; la vida como la muerte, la restauracion como la ruina ?
¡Qué apostolado! el de otras tantas obras pias nacidas en el
suelo de esta hermosa herencia de Cristo... La de san Francisco
Javier, san Francisco de Regis, la del Buen Pastor, la sociedad
para propagacion de buenos libros... todas estas y otras muchas
en solo Francia, sin poder detenernos á enumerar las infinitas de
toda la catolicidad?
Pero pues que me dirijo á vosotros, sabido teneis que la su
blime congregacion de san Francisco Javier, la clase trabajadora,
extraña hasta esta época, despues de la desastrosa revolución
primera, á toda idea de prácticas religiosas, aprende en la es
cuela de Cristo el temor de Dios, el respeto á las leyes, la obe
diencia al poder público, el amor al trabajo, la fidelidad á los amos.
La de san Francisco de Regis es una salvaguardia del honor de
muchas familias que lo perdieran sin remedio para siempre ante
Dios y los hombres ; haciendo bendecir y aprobar por nuestra
santa madre Iglesia uniones ilícitas, matrimonios clandestinos
é ilegales, 6 por llamarlos con su verdadero nombre, escanda
losos concubinatos.
La del Buen Pastor, que ofrece noble y generosamente un
asilo al arrepentimiento de tantas y tantas jóvenes descarriadas,
víctimas de sus pasiones, y aun mas de las seducciones brutales
de los cómplices de satanás ; así como preserva de mal tamaño,
á las inocentes cuya situacion las expusiera evidentemente á
toda suerte de torpezas.
La de la propagacion de buenos libros que los pone gratuita
mente en manos de los que escogieran tal vez los malos; la de las
bibliotecas parroquiales, que proporciona lecturas piadosas, ins
tructivas, puras y útiles á los pobres habitantes de cada parroquia.
68 APOSTOLADO CATÓLICO.
¡ Ni cómo seria posible relataros tantas otras obras en que se
despliega el celo inflamado de la fé, de que se hallan abrasados
tantos y tantos fieles de ambos sexos en todas las partes de la
catolicidad.
Me detengo aquí, amados hermanos mios, porque mas fácil
es al proselitismo religioso multiplicar las buenas obras, que al
orador cristiano enumerarlas de lo alto de la sagrada cátedra ;
permitidme empero que os hable, al terminar este discurso, del
vastísimo campo que ofrece á vuestro celo inflamado una obra
eminentemente católica ; quiero decir la de la Propagacion de
la Fé.
Quereis, amados hermanos mios, sin que os cueste mas que
una cortísima oracion por dia, y una lismosna insignificante por
semana, proporcionar a pueblos enteros el beneficio de la fé, de
esta fé que os aportó ha mas de quince siglos vuestro santo pa
tron y mártir Fermin, quereis tener para vosotros mismos una
abundante parte en los sacrificios de esos hombres heroicos, en
tre los cuales contamos todos nuestros ó hermanos ó hijos, de
esos hombres heroicos que abandonan todo cuanto les es mas
caro, al mundo, familia, patria, comodidades, por irse á lo lejos
para derramar las luces del evangelio, alistáos en la Obra de la
Propagacion de la fé, en esta obra que engendra apóstoles y
misioneros.
¿ Quereis que brille en vuestra frente, y esto sin que os cueste
derramar una sola gota de sangre, un reflejo resplandeciente
de esa auréola de gloria, que corona á los confesores de la fé ?
agrégaos á esa magnífica Obra que forma álosmártires. Quereis,
sin tener necesidad de dejar vuestros hogares, sin abandonar
los sitios que os vieron nacer, la patria que os proteje, sin tener
que pasar mares, salvar almas en todas las cuatro partes del
mundo? — alistáos á una Obra que va á convertirlas, buscán
dolas hasta en los rincones mas escondidos de la tierra, desde
el oriente á poniente, desde el Aquilon al Mediodia.
Católicos que me escuchais, ¿quereis apresurar el triunfo
completo y definitivo del catolicismo y cerrar la boca á los que se
atreven á decir que ha vivido ya bastante, que hizo ya su
tiempo ? asociaos á una Obra que lo extiende por todas partes,
y que es una prueba sin réplica de la vitalidad de la religion.
Porque en fin yo os lo pregunto, es mortal una religion que, en
lo que llaman los impíos su vejez y caducidad, engendra Obras
tales como las que os he bosquejado, y en especial la que envia
EL APOSTOLADO SEGLAR. 69
cada dia sus misioneros á morir en la llama, ó entre los hielos de
las zonas glaciales?
Si eso es espíritu de muerte, en dónde habrá, mi Dios, espíri
tu de vida ? si esto es ruina, en donde habrá resurreccion ni
progreso? si esto es decadencia, en dónde habrá adelantos? si
esto es pérdidas, en donde habrá triunfos? — Ah filosofía des
graciada ! dínos, ¿cuáles tu victoria? tú eres, tú, el espíritu de
muerte. Asociaos pues, amados oyentes mios, asociaos á todas
las obras creadas por el genio del cristianismo, pues que han
sido inspiradas por Dios á almas salidas de vuestras filas.
Roguemos, pues ; roguemos y obremos ; y para rogar y obrar
con mayor concierto y éxito unámonos, porque la union es la
que hace la fuerza. Juntémonos para la lucha ; mas numerosos y
mas decididos á sacrificarnos que en ningun tiempo, y unámonos
con el sacerdocio y obispado católicos ; unámonos con el Clero
y los prelados que el Espíritu santo ha puesto por gobernadores y
Padres nuestros, unámonos, digo, con la Santa Silla católica,
romana, que cual centro de luces y de poder sobrenatural nos
guie y anime en nuestras santas empresas, que no pueden ser
acabadas ni dignas de Jesucristo sino con la bendicion de su Au
gusto Vicario en la tierra.
Do quiera que los fieles estan unidos al sacerdocio, el sacer
docio al obispado, el obispado al pontificado supremo, allí está la
verdad, el camino y la vida : allí está la regeneracion, allí las
verdaderas luces, allí la verdadera vivificacion ; allí estan enfin,
la salvacion de lo presente, y la esperanza del porvenir : porque,
hermanos mios, allí es precisamente en donde se halla, y en
donde solamente se halla la Iglesia misma, la Iglesia enseñante,
la Iglesia que obra, la Iglesia universal, la Iglesia, único camino
de salvacion para la humanidad cáida, única senda de progreso
para la humanidad levantada de la cáida lastimera de su primer
origen, y llamada y destinada por su divino Criador á una pro
teccion inefable en el tiempo y para la eternidad.
SERMON

SOBRE EL APOSTOLADO UNIVERSAL

Ó MISION DE LOS FIELES.

POR EL P. PONTLEVOY, DE LA COMPAÑIA DE JESUS.

Elige tibi virote* vade, et Hiera fratret


tuos. (Matth. v, 11.)
Escógete varones para libertar á tus her
manos.

Amados hermanos mios, el texto que acabais de oir os pone


ya de manifiesto todo mi pensamiento. Nuestro Señor Jesucristo
habia enviado al sacerdote en su nombre, con su Cruz y con su
Corazon, en busca de almas rebeldes, para libertar las fugitivas
y aprisionadas por el pecado. Pero lo dice además: tú no irás
solo, yo estoy contigo, y por tí ; todos los mios estarán de tu parte.
Y así como tú serás ayudado por el cielo, serás tambien secun
dado en la tierra, y en la santa Cruzada, por la salvacion de las
almas, habrá una alianza entre la caridad y la misericordia di
vina. Escógete pues, hombres animosos y creyentes.
Verdad es, hermanos mios, el cielo mismo os ha designado, y no
sois por ventura vosotros, cristianos, los escogidos del mundo? El
cristiano en el mundo no es el apóstol del mundo? El cristiano,
no es por ventura el auxiliar del sacerdote, asi como el sacerdote
es el cooperador de Dios? Pues bien, llegó ya la hora, amados
hermanos mios ; porque se acerca el tiempo de la grande Mise
ricordia. Venid pues, vámos todos juntos, vade, y salvémos á
nuestros hermanos, et libera fratres tuos.
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 7!
¡ Ah ! cierto es que nada podemos sin Dios, pero muy poco
podrémos sin vosotros; porque la union es la que constituye la
fuerza, el evangelio nos lo asegura, así en el cielo como en
la tierra. Cuando os decimos, hermanos mios, venid, vade, nos
preguntareis tal vez : ¿Y para qué ? — Y cuando os decimos :
salvad á vuestros hermanos, nos preguntareis quizás: ¿Pero
qué hemos de hacer? cómo y de qué manera podrémos hacerlo?
— Pues bien, voy á daros en este breve discurso cabal res
puesta á esta doble pregunta, examinando cuál es la mision del
cristiano en este mundo. Para el acierto : Ave, María.
Sí, amados hermanos mios, todo cristiano tiene, verdadera y
propiamente hablando, una misionen el mundo, y para haceros
cargo de ella, voy á insinuaros desde luego su punto de salida
y su término. Su punto de salida es laFé; su término, la Caridad.
Este pensamiento es demasiado relevado para que venga de un
hombre ; y por ello ha sido dictado y formulado en sus propios
términos por el grande Apostol bajo la inspiracion de Dios :
« Vosotros, nos dice á todos los fieles, sois hombres de fé; sedlo
» tambien de caridad. » Y en efecto, católicos, dos son los he
chos culminantes que hacen el objeto de nuestra fe, y el móvil de
nuestro zelo. El uno ha pasado ya, pero siempre está presente
por su memoria, por su virtud; el otro está presente en reali
dad, por desgracia, y su rectitud será eterna. Aquel es la Cruz
de un Dios ; este es, el pecado constante de la humanidad.
Por este motivo, yo os hablaré desde luego, cristianos, en
nombre de la caridad de un Dios crucificado, y os diré : Mar
chad, pues, vosotros que teneis recibida la importantísima mi
sion de traer almas á Dios, ¡ Ah ! espectáculo fue por cierto su
blime para el ciclo, y grande agonía para la naturaleza, cuando
se levantó sangrienta la Cruz en la cima del sacro monte del sa
crificio, llevando en sus brazos suspendido á la Víctima divina...
Arriba sobre Jesus, el cielo irritado, sombrío, amenazador :
abajo, á sus pies una tierra culpable, abrumada bajo el peso de
sus crímenes, bajo el rayo del anatema inexorable, divino : y
en tan solemne coyuntura se interpone el Dios salvador entre su
Padre y los culpables : « Perdonadlos, le dice, porque no entien-
» den lo que hacen. Ellos son, es cierto, pecadores, mas yo soy
» vuestro Hijo ; pues que así es, yo tomo sobre mí sus penas, yo
» les hago plena y entera donacion de mis méritos. »
Dijo, y la oferta quedó aceptada. El Hijo asume en su persona
toda nuestra responsabilidad, toma á su cuenta todas nuestras
72 APOSTOLADO CATÓLICO.
penas, y nos abriga con toda su Humanidad? ¡ Ah! Vedlo he
rido de muerte ; va á espirar ; solo le queda un respiro que dar,
y clamando con todo lo que le quedaba aun de energía : sitio,
dice, tengo sed, sed padezco hasta el mismo punto de mi muerte,
sed tengo de la salvacion de almas, y esta sed me hace morir ! . . .
Apenas hubo pronunciado su palabra, descansa en la muerte ; y
asi es como podemos leer todos al pie de la cruz esta doble ins
cripcion : ; Así amó un Dios á los hombres... Almas, ved lo que
costais á un Dios !
Hermanos mios, el misterio que cada un año contemplamos
de un modo mas especial, — pues todos los dias, á cada hora,
á cada instante lo debemos tener presente en el corazon, — este
misterio se presenta todavía de un modo aun mas maravilloso...
¿Qué es la santísima Eucaristía sino la renovacion, la viva y
perenne representacion del Calvario?... qué otra cosa es el altar
sino la Cruz ? Por dó quiera estoy viendo á Jesucristo extendiendo
todavía sus brazos en la Cruz y llamando á sí las almas ; por dó
quiera vea yo almas, estoy viendo una gota de la divina sangre
de Jesús... Cristianos, ¡salvad pues la sangre de Jesucristo !.. .
¿Qué es una alma pecadora?... una gota de la sangre de Cristo
derramada en vano, hollada, perdida. Id pues, marchad ligeros á
recogerla. Id vosotros, id ; volvedla á infiltrar en el corazon que
la tuvo y del cual saltó á fuera... Una y mil veces os lo repito :
en nombre de la caridad divina, traed almas al Dios que por ellas
está muriendo.
Otro espectáculo, cristianos, otro pensamiento de fe. Ved co
mo se está abriendo al pié de la Cruz un abismo ; y en este mo
mento, varíando el lenguaje, voy á deciros en nombre de la ca
ridad fraternal; id, todavía; vade, tal es vuestra mision, volved
á traer hácia Dios á vuestros hermanos que se pierden ! Abierto
está el infierno, amados hermanos mios, y es muy llano y espa
cioso el camino que á él conduce : y lo peor es que aun no es
harto ancho para la turba que se va precipitando de continuo :
« Las almas van cayendo en los infiernos tan agrupadas, es-
» pesas y numerosas como los copos de nieve en una grande ne-
» vada del invierno. » —Y quién irá, hermanos mios, á ponerse
al traves para cortar el camino del abismo? Dónde habrá almas
harto compasivas, corazones bastante generosos, para detener
tanto estrago ?
El sacerdote está allí, sin duda alguna ; ocupa su puesto de
oficio ; está de pie en los umbrales de la eternidad por tratar de
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 73
detenerlas; pero el sacerdote no es bastante, lo sabeis muy bien;
no puede él, á pesar de su celo, alcanzar á todas, dar abasto á
todo el mundo... Hay muchos, enfermos de muerte, mas aun del
alma que de cuerpo, que lo temen, á él que es su solo médico,
su único salvador, y se espantan de él como del sepulturero...
Pues bien, vosotros, vosotros lo podeis. Id, id, á donde no puede
llegar el sacerdote ; ¡ reemplazadnos, exclamaba san Agustin !
presentad una mano de amigo, una mano salvadora á vuestros
hermanos que se pierden; en nombre de la caridad fraterna,
cristianos, tened zelo por las almas.
Amados hermanos mios, á la sola exposicion de estos dos mo
tivos tan poderosos, sé muy bien que no puedo hallar repulsa en
el corazon de un hombre, y sobre todo en el de un cristiano :
podria, todo lo mas, encontrar la resistencia de la inaccion, es
decir, la inercia de los indiferentes. Y asi, una alma católica,
dirá quizás : Pero si yo reo respondo de las demás. Harto tengo
que hacer con salvarme, sin tener que encargarme de la salva
cion de los otros.
¡ Cómo ! Vosotros no teneis que responder sino de vosotros
mismos! Os esplicaréis así cuando en cierto dia, que vendrá de
seguro, os pregunte el Padre de familias: y qué habeis hecho
con vuestro hermano ? Porqué hé aquí su sangre que clama jus
ticia y cuya voz llega hasta mí? — ¿ Vosotros teneis harto que
hacer con salvaros?... ¡Ah! si fueseis tan poco caritativos, y de
consiguiente, tan poco generosos, mucho tendriais que hacer en
efecto, para salvaros, y tal vez demasiado. Pero notad que pre
cisamente la caridad y el zelo muy lejos de embarazaros y sobre
cargaros, os ahija y os ayuda para vuestra propia salvacion.
El zelo de la caridad moviéndoos á convertir á otros, os ayuda
muy eficazmente á salvaros á vosotros mismos : que la caridad
activa os preservará, al contrario, del vicio. Tal vez están como
devorados por vuestra actividad ; y bien absorbedla en el zelo.
San Francisco Javier hubo de estar tambien devorado por su
energía ? la agotó en su celo, y con el fin de hacerse el conquis
tador de los cielos para sí, se hizo conquistador de almas para
los otros. Y en efecto, católicos, el celo, por sola su inspiracion
os trasportará de un solo vuelo á la cima de la perfeccion, por
que lo mas excelente que haya en el mundo es la religion, y lo
mas excelente en la religion es la caridad : ahora bien, lo mas
excelente de la caridad, es indudable serlo el zelo.
Podrá suceder, empero, que dijera una alma indiferente : Yo
74 APOSTOLADO CATÓLICO.
me contento con no hacer mal á nadie ; y sobre todo, al fin y al
cabo cada uno es árbitro y propietario de sí mismo, y no quiero
entremeterme á hacer con otros lo que yo no deseo que nadie se
entremeta á hacer conmigo.
En verdad, cristianos, cada uno es señor de sí mismo, árbi
tro de sí mismo... ¡Ah! guardais de dar demasiada extension á
esta expresion : en ella se encuentra enmascarada la indiferen
cia de los principios con la tolerancia de las personas. ¡Cada uno
es dueño de sí mismo! Pero ¡cómo! por tener cada uno su pro
pia y peculiar individualidad, es que no tenemos ademas, á pesar
de esto, una familia á que pertenecemos? es que la amistad que
toma interés por ellos, es que la caridad que se sacrifica por
ellos hacen agravio á los derechos del hombre ? es que pueden
sernos extraños de modo alguno las almas de nuestros hermanos ?
Es que no somos todos miembros de una misma familia ? es que
no estamos vinculados todos ó por la sangre, ó por la naturaleza,
ó por la religion?
Quizá me direis : Esa alma es culpable, y por eso... ¡cómo !
precisamente porque lo es, estando mas desgraciada y digna de
vuestro interés... ¡Pero resiste !... pues por lo mismo es nece
sario insistir. ¡ Ah ! si supieráis, católicos, cuánto le cuesta á
veces á un pecador infeliz el convertirse ! qué ansias, qué ago
nías le cuesta á su alma antes de rendirse, qué vacilaciones entre
el sí, y el nó ? . . . San Agustin nos describe esos combates que
tanta lástima debieran causar á las almas zelosas y caritativas.
¡ Ah! eso consiste en que el demonio defiende su puesto, y deja
en él recuerdos dignos de sí. . .
Por lo demas, cuanto mas violenta es la crisis, tanto menos
duradera es, y muy luego, el pecador reconciliado, es de espe
rar derrame lágrimas á su vuelta al seno de la misericordia. Y
entonces, venturoso dia, una y mil veces dia feliz, porque no
puede haber en este valle de miserias gozo mayor posible que el
de haber cooperado á la conversion de un pecador. Vosotros lo
comprendeis, católicos ; porque como dice tan elocuentemente
Origenes, la fiesta grande de Dioses la salvacion de las almas ; y
cuando se ha cooperado á la salvacion de una sola alma, Dios
que es por esencia y por excelencia el Bueno, abre su corazon,
y deja salir de él al vuestro un rayo de su alegria.
Ved pues, católicos, cuál es vuestra mision en el mundo. El
Diosque os ha criado, el Dios, que os ha enviado con la fé y con la
caridad, os ha dado esta mision, este encargo magnífico de coo
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 75
perar á la salvacion de las almas de vuestros hermanos : Vade,
et libera fratrestuos. ¿Lo habeis comprendido bien, amados mios
en el Señor, habeis llevado hasta ahora este magnífico encargo
de la caridad y del zelo ? Y porqué habremos estado quizá casi
siempre concentrados dentro de nosotros mismos, no alegrándo
nos sino de nuestros gozos, no afligiéndonos sino por nuestras
penalidades, no pensando sino en nosotros, y no considerando
que Dios ha muerto por salvar las almas, no pensando en fin
que las almas se pierden y caen á millares en los infiernos ?
Y sin embargo, abrid los ojos y mirad al mundo todo. Qué es
el mundo ? sino un inmenso escándalo ? él ha sido declarado mal
dito por Jesucristo á causa de sus escándalos : y así es que en el
mundo encuentra el demonio innumerables apoyos. Y si esto es
así, porqué, cristianos, porqué Dios no habia de encontrar auxi
liares? Id, pues ; vade. Dios es quien os envia ; y salvad á vues
tros hermanos ; et libera paires tuos. Teneis pues de manifiesto,
católicos, cuál sea vuestra mision en el mundo, ahora vamos á
considerar cuál deba ser la accion de un cristiano en el ejerci
cio de esta augusta mision.

Cuando la fe, amados mios en el Señor, ha puesto en una al


ma el nacimiento de la caridad, y el fuego del zelo, parece que
se la podria abandonar á sí misma, y permitirle gire con libertad
entera en el círculo de su mision : porque sabeis que se ha di
cho, y con razon, ama et fac quod vis ; anda y obra cuanto quie
ras. La caridad no necesita se le señalen medios de obrar, ni el
celo que se le empuje con nueva energía. La caridad y el zelo sa
ben encontrar muy bien medios de hacerse lugar ; y cuando no
los encontraran hechos, los sabrian inventar. Pero si el celo
por una parte, y en ciertas circunstancias, es excesivo en la apli
cacion de su esencia ó inspiraciones, no está exento, por otra,
de reglas en el ejercicio de estas; y á mas de la inspiracion del
zelo, esle todavía mas necesario darle una direccion. ¿Cuál puede
ser la accion de un cristiano en el mundo? Esta es la duda, es
ta la pregunta.
Se trata de obrar la reconciliacion de vuestro prójimo con
Dios, y vosotros sois los mediadores, los interlocutores, por de
cirlo así, entre el uno y otro. Es pues necesario agenciar con Dios
y tratar con vuestro hermano : es preciso, pues, obrar y trabajar
en la voluntad de vuestro hermano para atraerlo á la conversion,
76 APOSTOLADO CATÓLICO.
y agenciar con la voluntad de Dios para moverla á misericor
dia. — Pero sabeis muy bien, que no podemos obrar prove
chosamente sobre una voluntad ajena sino valiéndonos de la pa
labra, porque por la palabra expresamos nuestro pensamiento y
nuestros deseos. Es pues indispensable hablarle de Dios al alma,
y á Dios hablarle del alma.
Es menester hablar de Dios al alma. Hay, amados hermanos
mios, dos lenguajes que se pueden emplear con una alma, hay
dos maneras de entenderse con ella : la palabra del ejemplo, y
la palabra del consejo.
La palabra del ejemplo es, sin disputa, la mejor, la mas elo
cuente, la que mas influye sobre las demás, la mas eficaz en fin :
es ademas la mas útil pues edificando á los demas, se santifica á
sí propio. La palabra del ejemplo es la que nos ha sido enco
mendada en términos expresos por el mismo Jesucristo nuestro
Señor. Por estas palabras : « Brille vuestra luz ante los hombres,
» para que siendo testigos de vuestras acciones y virtudes, glo-
» rifiquen á vuestro Padre que está en el cielo » . Y el Apóstol
nos dice de un modo aun mas explícito : « Mostraos los siervos
» verdaderos de Dios, como que os encontrais dichosos de
» serlo. »
Porque para que el apostolado del ejemplo sea perfecto y esté
en todas sus partes completo, es menester desde luego que anun
cie á Dios, y además que atráiga al mismo Dios las gentes que
queden edificadas por nuestras obras. Ha de dar á conocer á
Dios, y debe hacerlo amar : es pues necesario que se deje ver
en nosotros la virtud como flor que se abre, que se muestre tal
como es, á saber grande, magnánima, hermosa, para que sea
admirada ; tal como es en sí, á saber amorosa y accesible, para
que sea amada ; y así es, amados mios en el Señor, como se
manifestaba nuestro divino modelo, Jesus, cuando vivia entre
nosotros obrando el bien. Era tan bueno, era tan manso, era
tan amoroso que solo con verlo, segun escribe san Gerónimo,
atraia á sí todos los que le veian.
Era tambien san Pablo así, como tan fiel imitador de Jesu
cristo ; y así se le vió sobre todo cuando tuvo que comparecer
ante el rey Agripa. Pablo estaba preso, cargado de cadenas, lle
vado como reo : Agripa se hallaba rodeado de su corte, y con
toda la pompa de su majestad. El grande Apóstol le habló sin
embargo con tanta libertad, verdad, modestia y sinceridad, que
cautivó enteramente al monarca ; de tal modo que le dijo este :
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 77
A la verdad, casi me dejas persuadido á que sea cristiano : á lo
que el santo le respondió con tanta nobleza como gracia : ¡ Ah !
quiera el Señor que vos y todos los vuestros que estan escu
chando seais lo que yo, pero sin estas cadenas.
Permitidme ahora que os llame á vosotros mismos por testigos.
¿No es cierto que habeis experimentado vosotros mismos esta
eficacia del buen ejemplo ? — Sin duda alguna en vuestra vida
pasada, ha habido dias aciagos que quisieráis borrar ahora hasta
de vuestra memoria, así como quedan borrados de vuestra his
toria : os arrepentís de esos dias en que vuestra alma se hallaba
turbada, porque no se habia salido del orden ; sentís amarga
mente haber estado un tiempo sumidos en el desorden porque
vuestra alma no estaba ya en gracia ; recordais con dolor esos dias
en que estabáis, en la práctica, muy lejos del Padre celestial : y
entonces, concentrándoos en vuestro corazon entristecido, reca
pacitando vuestro interior, viéndoos en tan lamentable estado,
os dijisteis: ¡Ah! yo me muero de hambre, que desfallezco,
perezco de tristeza...
Y bien, al instante mismo, formando comparacion de vosotros
mismos con otros de vuestros conocidos, de igual condicion que
vosotros, os deciais : Este hermano, este amigo fiel á Dios... ah,
cuan feliz es, cuan contento está... de cuanta paz goza su cora
zon... qué serenidad embellece su frente... pero yo... ah, cuanto
siento haber perdido esto, yo deseo... y muy luego queda con
vertido. Ya lo veis, el atractivo del buen ejemplo hasido para mu
chos de vosotros el principio de vuestra reconciliacion con Dios.
Del mismo modo : que una madre, que una esposa se presente
en el seno de su familia revestida con la virtud del buen ejemplo,
que haga resplandecer en derredor suyo la piedad,... ved el
apostolado ! cuando se esparce el buen olor de las virtudes por
nuestro Señor Jesucristo entre los miembros de una familia, se
aman las virtudes desde luego por consideracion á la persona,
é insensiblemente un corazon filial se hace corazon cristiano.
Oh madre á quien veo afligida, consoláos : esperais tal vez
con impaciencia el momento por que tanto suspirais; tarda mu
cho en venir para lo presto que quisiera vuestro corazon : se os
hace tarde el ver volverse á su Padre de misericordia ese hijo
vuestro alejado de Dios : consoláos ; tal vez no seais testigo vos
misma en la tierra de su reconciliacion cristiana, no lograreis
en vida gozar de ese momento tan suspirado ; consoláos, vuestro
hijo tornará á su Dios, y vos lo vereis desde el cielo. Yo os lo
78 APOSTOLADO CATÓLICO.
predigo, madre cristiana, porque aun cuando os hayais ausentado
de esta tierra, habreis dejado en vuestra familia ese perfume ce
lestial de virtudes que no pasa jamás : vuestra imagen, resplan
deciendo en virtud y en piedad estará presente en la memoria de
vuestro hijo : ese será un caracter sagrado, como lo decia tan
oportunamente el conde de Máistre, escrito por mano de una
madre, y que ninguna mano profana podrá borrar del corazon
del hijo. Y cierto dia, tal vez muy lejano, pero en fin llegará un
diahácia el ocaso de la vida, en que el hijo acordándose de su
madre, se vuelve á Dios : y el recuerdo de su madre habrá sido
el principio de su reconciliacion con Dios.
Otras veces, la edificacion por el ejemplo en vez de descender,
vuelve á subir, porque el órden de la gracia es frecuentemente
inverso del de la naturaleza. Y así sucede que el hijo de bendi
cion es el apóstol en su familia, y á veces el salvador de sus
mismos padres. Cuéntase que el padre de Origenes, niño piadoso
y puro, de vez en cuando se acercaba de su camita durante el
sueño de su hijo, se detenia, fijaba sus paternales miradas en la
frente serena del niño ; despues besaba su pechito con amor y
respeto diciendo : Tú eres el templo vivo del Espíritu santo. En
este caso, el hijo era el que edificaba á su padre : el niño era
apostol de su progenitor.
Hay ademas, Hermanos mios, despues del ejemplo, el Consejo :
es necesario hablar de Dios al alma.

Con efecto, católicos, estamos viendo que nuestro Señor Je


sucristo cuando transitaba por la tierra, siempre que se le ofrecia
una ocasion, se aprovechaba de ella para echar en el alma nece
sitada una palabra de vida, que habia de ser el germen de
salvacion. Y así ¿ encontrábase con una alma de buena voluntad ?
decíale inmediatamente : Sigueme, sequereme. En cierta ocasion
encontró con una alma infiel — la samaritana, — y le dirige
otra palabra : ¡si supieras el don de Dios, si sciresdonum Deii
Esta expresion era muy frecuente en Jesucristo. Decia en otra
ocasion al ciego de nacimiento en Jerusalen : Si cognovissesl
si me conocieras ! Esta palabra dicha de paso, viene á ser un
germen de salvacion. ¡ Ah ! hermanos mios, ¡ cuanto se encierra
en estas palabras ! Cuán gustoso diria yo á uno de mis herma
nos que vea descarriado, alejado de Dios : ¡Ah si supieras! Si
scires donum Dei !
Vemos que, de la misma suerte, la Iglesia debe al consejo de un
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 79
hermano, — Andrés, — la entrada de su gefe en el Apostolado.
Andrés dijo á Pedro lo que habia visto en Jesus, moviéndolo á
que fuera á verle : y Pedro debió á Andrés el haber conocido á
Jesus : y Jesus hizo de Pedro su vicario en la tierra. ¡ Cuánto
debe la Iglesia al consejo de Andrés!
En estos últimos tiempos la Iglesia debe á la palabra de un
amigo el último de sus apóstoles. Y así, en esta misma ciudad,
en Paris, se hallaba tres siglos ha un jóven estudiante que no se
cuidaba cosa ni de su Dios ni de su alma, y que no pensaba sino
en la gloria mundana, en la fortuna. Un amigo suyo, tambien
estudiante, le encuentra, acercásele ; conversa algun rato, y á
poco tiempo, presentándosele oportunidad en la conversacion, le
dirige con calor esta palabra : Javier, de qué le sirve al hombre
ganar al universo entero, si él pierde su alma ! — Javier casi no
lo escuchó. Algo mas tarde, este mismo amigo escogió tiempo y
ocasion, y le repitió : Y qué le sirve al hombre ganar el mundo
todo, si viene á perder su alma, — Javier lo escuchó ; pero no
hizo mucho alto. Por tercera vez, tomando tiempo y ocasion
oportuna el mismo repite : Javier, qué le sirve al nombre ganar
el universo entero, si él pierde su alma ? — En esta tercera
ocasion Javier oyó, escuchó y penetró : reflexiona ; la palabra
le llega al corazon; se convierte; y la palabra de un amigo,
ganando un hombre solo, nos ha ganado un mundo entero.
Vemos sin embargo, católicos, que algunas veces Jesus no
decia palabra. Y así, en una ocasion muy crítica quiso convertir
á un discípulo infiel, apóstata : ¿qué hace? — No le habla,
pero lo mira; lo mira sin nada decirle. Pero ¡cuánto amor,
cuánto dolor en esta mirada de Jesus ! Dominas respexit Petrum.
Jesucristo miró á Pedro : y al instante se parte de dolor el co
razon del apóstol á la mirada de su Maestro, y desde entonces
hasta el fin de su vida, sus ojos no cesaron de llorar.
Pasaba un sacerdote por la cuadra, ó sala de un hospital.
Se le muestra un enfermo impenitente. Solo en verlo el sacer
dote conoció — por un instinto secreto, — que su palabra iria
á estrellarse contra un bronce. No le dijo palabra. Solamente
que al pasar delante de la cama, se detiene un momento y mira
al enfermo con blandura y compasion, respexit : y continúa su
vuelta de visita. Apenas se habia adelantado algunos pasos, el
enfermo lo manda llamar y le dice : ¡ Ah ! yo me quiero conver
tir ; la mirada de usted me ha llegado al corazon !
Católicos, ya lo estais viendo ; es menester hablar al alma de
80 APOSTOLADO CATÓLICO.
Dios, pero algunas veces, y aun frecuentemente vale mas callar
se. Cuando menos, conviene estudiar, y conocer la naturaleza
del alma á quien nos hemos de dirigir, tener noticia la mas
exacta posible, penetrarse bien de las relaciones que se tienen
con ella : y como los medios han de estar siempre en relacion con
el fin, si se concibe que la palabra ha de malquistar, mas bien
que atraer, convendria en este caso abstenerse de hablar. Oh
madres, ó esposas, frecuentemente, muy frecuentemente, lo
mas frecuentemente, contened vuestros pensamientos, en vues
tro corazon, y en lugar de hablar, obrad ; y si vuestra boca está
muda, que sea elocuente vuestra vida.

Pero si un silencio forzoso os está impuesto en este caso por la


prudencia, os queda todavía una amplia indemnizacion, pues que
si no podeis hablar de Dios al alma, podeis al menos, sin temor
de importunidad ó imprudencia hablar del alma á Dios, y sobre
este último punto de mi discurso dadme, amados oyentes mios,
toda vuestra atencion.
En la oracion hablad á Dios, Dios estima tanto la oracion y
hasta tal extremo la ama cuando va acompañada de zelo, que
no es lenguaje humano capaz de explicarlo. Rogad pues, á Dios sin
intermision, con absoluta confianza : la oracion humilde jamás
carece de fruto, su efecto es infalible, aunque no nos sea dado
conocerlo siempre.
Y no solo habeis de hablar á Dios directamente ; habladle por
medio de María. Sí, hablad á María, á esta madre de misericor
dia que tan experimentada fué durante su vida en la alegría, co
mo en el dolor. Hablad á María. Viendo estais que el zelo, en
estos últimos tiempos, nos revela todavía con prodigios y con
innumerables conversiones que es eficacísima y todo poderosa
la oracion dirigida al inmaculado corazon de María.
Hablad á Jesús al pié de la Cruz, hablad á Jesús al pié del al
tar, y decidle : Jesús, Señor nuestro, yo no puedo quedarme
enteramente contento en vuestro servicio si no parto con mi pró
jimo descarriado este alto beneficio, si no veo á vuestros pies
conmigo á este mi amigo, á esta alma que tanto amo yo porque
vos la amais aun mas. Ah, no lleveis ámal que yo pierda la paz
de mi corazon y de mi alma en cierto modo, por esta alma, pues
que vos habeis perdido por ella vuestra vida de corazon.
Agregad á esta oracion actos de penitencia, actos de expiacion.
EL APOSTOLADO UNIVERSAL. 81
¿No teneis desde luego á vuestra disposicion la grande expiacion
divina, el santísimo sacrificio de la Misa? Cuando vosotros ofre
ceis el santo sacrificio de la misa por una alma, católicos, del
seno mismo del altar se levanta entonces hácia el cielo aquella
misma oracion que se levantó al cielo desde el árbol de la cruz.
Jesus dice todavía de esta alma : Padre mio, perdonadla, porque
no sabe lo que ha hecho, y en seguida, él la señala con su di
vina sangre para que, esperando el tiempo de misericordia, quede
al abrigo de los golpes de la Justicia.
Ofreced tambien, católicos, vuestras propias expiaciones. Sa
beis muy bien vosotros, que la cosecha de penas y trabajos es muy
rica y abundante en esta vida ; pues bien, haced de todas ellas
como un manojo, y presentadlo cual ramillete al Señor en sa
crificio : es medio excelente de utilizarlas. Cuando padeceis,
decid : Dios mio, intento padecer por las almas, quiero sufrir
por esta alma en particular ; yo os ofrezco por ella todas las pe
nas de mi corazon, todos los dolores de mi cuerpo.
Y así, se ve un pobre enfermo que nada tiene que hacer, ni
puede hacer otra cosa que padecer, que no puede levantarse de
su lecho de muerte : se le ve sin embargo, por virtud de sus
ruegos, convertir almas, y hacerse así el salvador quizá de aque
llos que le son mas caros, el salvador de un gran número de
almas.
Cuéntase que hace poco tiempo un niño gravemente enfermo,
durante una noche de insomnio y de dolor, á fin de animarse á
sí mismo, le decia de tiempo en tiempo : Dios mio, yo os ofrezco
mis padecimientos por la conversion de los pecadores. Venturoso
y bendito niño ! ¿ Quién le ha podido revelar un pensamiento
tan noble y hermoso?
Y tal es, amados mios en el Señor, la mision que teneis que
llenar en el mundo, tal la accion que podeis ejercer. Así pues, en
nombre de Dios, en nombre de los hombres, id, vade, libera
fralres tuos, libertad á vuestros hermanos, salvad sus almas,
hacedlo con la oracion.
Católicos, si al salir de este santo templo, despues de haber
sacado del manantial de la gracia y de la caridad divina el zelo
cristiano de que hemos hablado, estais como llenos de este sa
grado fuego, dispersáos por entre vuestras familias, y esparcidlo
tambien allí. ¡ Ah ! yo espero de las bendiciones de María á quien
hemos invocado, yo espero del altísimo patronato del señor san
José, yo lo espero sobre todo del divino corazon de Jesus, y lo
S. M. I. 6
82 APOSTOLADO CATÓLICO.
espero en fin de vosotros mismos, que por medio de vuestra mi
sion cristiana, el número de las almas que frecuenten los san
tos misterios, y reciban los divinos sacramentos será cada dia
mayor. Y vosotros los que habeis cooperado hasta ahora, y que
cooperaréis en adelante á la salvacion de las almas de vuestros
prójimos, os puedo hacer una promesa de parte del mismo
Dios, pues que la ha dejado escrita de su propia mano : Un dia
vendrá en que vuestros nombres resplandecerán como el lucero del
alba en la perpetua eternidad. Amen.
EL APOSTOLADO CONSIDERADO

EN LA PROPAGACION DE LA EÉ.

POtt EL M. B. P. LACORDAIRE (i).

Pro omnibut mortuut ést Chrisliu.


(II. Ll*.|t. 19.)
Jesucristo murió por todos.

No ha habido pues excepcion alguna al plan divino de la Pro


videncia relativamente á la Redencion de los hombres. No vino
al mundo Jesucristo ni para un tiempo determinado, ni para una
clase de gentes ; él vino para todos los tiempos, para todos lu
gares, para todas condiciones. Y si la salvacion no realiza en
todos, no es por falta de Dios ni por falta de los medios que ha
empleado, sino por culpa de la libertad humana, sea respecto de
los individuos, sea respecto de las naciones.
No es mi ánimo, católicos, examinar en lo pasado ; — esto es,
en los escritos que han precedido á la venida del Mesías, — cuá
les fueron los medios de que se valió Dios para traer á los hom
bres al conocimiento de la verdad y á la posesion de la caridad.
Asunto es de elevadísima importancia, pero ajeno del que pre
tendo ventilar hoy en vuestra presencia.,. — Yo quiero exami
nar cuáles son los medios que Jesucristo ha determinado y
escogido con este objeto, y para los tiempos posteriores á su ve
nida, á fin de hacer participantes, á todos sin excepcion, de los
beneficios de su Palabra, de su Vida, y de su Muerte.

(1) Pronunciado el 7 de Mayo de 1850.


84 APOSTOLADO CATÓLICO.
Yo me preguntaré cuál es el medio que ha empleado á este
efecto, en primer lugar ; y en segundo como debemos y podemos
contribuir á él todos sin excepcion. Tal será el objeto y division
de este discurso. Ave María.

Paréceme, hermanos mios, que Jesucristo, pues que habia


formado el designio de extender á todos el beneficio de la Re
dencion, hubiera debido, prolongando su vida entre nosotros,
hacerse por sí mismo el Misionero de su propia doctrina, dejar
el estrecho recinto de la Judea, y llevar él mismo al imperio ro
mano, y á todos los pueblos que entonces existian en la tierra,
lo que habia diseminado en torno de sí en país nativo. Es positivo
que no lo ha querido así, es evidente que ha circunscrito su car
rera á una edad fija y limitada, que resucitado de entre los
muertos, no ha querido permanecer sino pocos dias entre el
corto número de los que habia evangelizado. — Y ¿por qué?
Desde luego Dios, en todo cuanto ha hecho ha sentado un
principio, ha echado la simiente ; pero ha querido llamarnos á
la cooperacion de sus propias obras. Sí, Dios ha hecho lo que
era necesario de su parte, para que las cosas existiesen y fuesen
fundadas, y una vez hecho esto nos ha llamado á todos para ser
los cooperadores de sus trabajos. El ha fiado á nuestra actividad,
á nuestra libertad personal el desarrollo de sus obras. — Y ¿por
qué?
Es, amados hermanos mios, porque si todo lo hubiera hecho
él, nada nos hubiera dejado que hacer, y si nada nos hubiera
dejado que hacer, era completamente inútil que vivieramos. Todo
ser es una potencia, y toda potencia ha de tener un objeto en
que aplique el ejercicio de su fuerza, en que se dé á conocer,
en que se desarrolle y manifieste. Si todo lo hubiera hecho Dios,
fueramos seres enteramente inútiles, é inútil hubiera sido tam
bien que nos hubiese criado. — Pero al contrario, en la obra
de la Redencion, así como en la de la creacion, Dios no hace otra
cosa que echar los cimientos, poner la base, los fundamentos ;
él ha edificado lo que solo él podia edificar, y ha dejado en se
guida á nuestro cuidado el añadir nuestra accion á la suya : y
en este sentido nos dice san Pablo : nosotros somos los coopera
dores de Dios.
Mucho nos cuesta creerlo así, es verdad ; porque resulta de
ello que nosotros cargamos con una grandísima y terrible res
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 85
ponsabilidad, y que está demostrado para nosotros que si Dios
nos ha hecho sin nosotros, no podemos empero vivir sin nosotros,
ni salvarnos sin nosotros. — No veo diferencia alguna entre los
que pregunten por qué no lo ha hecho todo Jesucristo en el mis
terio de la Redencion, y los que me preguntaran por qué no lo
ha hecho Dios todo en el misterio de la vida, por qué trabajamos,
por qué nos afanamos, por qué consultamos y decidimos, por
qué nos tomamos tanto trabajo por vivir unos cuantos dias, quizá
unas cuantas horas aquí abajo.
Esto sentado, ¿ cuál es el medio que Dios va á escoger para
el desarrollo de los hombres por la Redencion ?
Al principio del mundo, despues de haber criado los primeros
hombres que habian de ser el tronco de todos los demas, los
impuso aquel grande y primer mandamiento : Creced, y multi
plicaos. — Llenad la tierra y sujetadla á vuestra dominacion.
No es que yo os abandone, porque seré con vosotros siempre,
por siempre ; mas empieza vuestra obra en donde se cumple la
mia. Ahora, toca á vosotros el extenderos, á vosotros toca el
conquistar, á vosotros el estableceros en sociedades, fundar na
ciones y pueblos, distribuirlos, gobernarlos; y formaros hasta
cierto grado vuestro propio destino bajo el gobierno de mi pro
videncia. —Y así, por medio dela transmigracion de la sangre, por
medio del envío de tribus y familias, por toda la tierra, ha prepa
rado esa prodigiosa manifestacion y desarrollo histórico de nues
tra dispersion por todas las comarcas del globo.
Consecuente á esto, hermanos mios, cuando las naciones han
pensado en su vida propia, y en la verdad que les habia depo
sitado, el Señor va á sentar otro principio, otro mandamiento,
que ha sido el ultimo que haya salido directamente de su boca.
Dice Jesucristo á sus Apóstoles : « Ite, docete omnes gentes, id,
y enseñad á todas las gentes. » Es decir que para el desarrollo
de la verdad, para la manifestacion del cristianismo, fonda y or
dena una transmigracion espiritual, al modo que habia .estable
cido antes la transmigracion dela sangre, la emigracion sensible.
Envia Dios á sus diputados, envia á sus Apóstoles y discípulos
para comunicar á todos los hombres la verdad, la caridad, el
beneficio de su vida, y de su muerte.
Cosa maravillosa, cosa grande é inaddita era ya, en verdad,
amados hermanos mios, confiar una obra tan pasmosa y estu
penda á un medio tan fácil en la apariencia, porque, ¿qué son
algunos hombres, por mas apasionados y decididos que se les su
80 APOSTOLADO CATÓLICO.
ponga ? Que puedo suceder con que unos cuantos hayan oido y
quieran poner en práctica el precepto de : Id, y enseñad, ¿Pero,
es que de seguro van á ser muertos mañana por la mañana |
Bastará de un solo déspota de aldea á quien irrite la verdad ,
para detener el progreso y manifestacion del cristianismo, y de
consiguiente la salvacion del género humano.
Cierto es, y sobre todo si nos preguntamos, pero qué armas ha
dado Nuestro Señor á sus primeros discípulos y á los que habian
de sucederles en su mision ? — Porque no consiste todo en en*>
viar ; es menester armar á los que se envian. Unos hombres,
nada son sino en virtud del poder, de que son depositarios ; y
enviar á alguno sin poder, es un acto de la nulidad mas carac
terística, es un acto vano de sentido y que nada puede producir,
— kuego si Dios, ha enviado hombres para acabar de propagar
entre nosotros la obra de nuestra salvacion, se sigue de ello que
debió de armarlos, dotarles de un poder capaz de contrarestar
y superar á toda potencia humana, y vencer todo obstáculo que
se opusiera, Ahora bien, y qué armas y qué poder les dió al
tiempo de enviarlos ? — Pióles el poderío del ingenio ? ¿ Háles
dicho : id y enseñad; que nadie os sobresaldrá en el don de la
palabra y de la elocuencia ? Al contrario, él los ha puesto á to-r
dos en igualdad de ingenio, en igualdad de ciencia y en igualdad
de elocuencia pon todo el resto de la humanidad , tomada en su
conjunto.
¿Les ha dado acaso el poder de las armas? En aquel suprer
mo instante en que Cristo hacia su testamento, en que solo le
restaba una palabra por decir, en que iba á desaparecer de en
medio de nosotros para elevarse á la morada en donde se tenia
propuesto esperarnos, ep este momento, diciendo lo que tenia
que expresarnos de mas enérgico y animante para sus discípulos,
entonces como ni en todo el curso de su Evangelizacion, no se
hace la mas remota mencion de fuerza armada, de potencia
militar-
En el momento mismo de su pasion, rodeado de enemigos,
dice á uno de sus discípulos que sacó la espada por exceso de
amor por él : Pedro, vuelve (u espada á su vaina, porgue quien
de espada se valiere, por espada perecerá. — Es visto pues,
que nuestro Maestro y fundador considera como vana potencia,
el poder armado ; porque tarde ó temprano el que se bate con
e] acero encontrará alguno que lo maneje mejor que él. Los Jii™
jos de los hombres deciden sus querellas con el acero ; ganarán
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 87
una batalla para perder otra al dia siguiente : pero no es tal vues
tra obra, vuestro destino, ni vuestro poder.
Yporesta razon la Iglesia ha conservado siempre con el mayor
esmero este magnífico desarme que nuestro señor Jesucristo le
recomendó é impuso. De ello se ha gloriado la Iglesia en todos
tiempos, y nunca se verá en toda su historia de haber echado
mano, como Iglesia, do la espada temporal. Siempre ha protes
tado que tenia horror del violento derrame de sangre ; y entre
otras cosas, le ha echado en cara á Mahoma de no haber sido
sino un conquistador, en lugar de haberse al menos dejado ver
como un pacificador por la verdad y por la santidad de sus doc
trinas.
Y si en el transcurso de su larga y atravesada vida se ha pre
servado de la conquista ansiosa de despojos temporales ; si en
ciertos tiempos, si en algunas circunstancias, por cierto muy crí
ticas, si en ciertos lugares, se ha preservado por medio de un
vallado que de antemano tenia trazado de concierto con ella
la autoridad civil, no era de seguro por esencia suya, sino era
tan solo un accidente de su vida, accidente mas ó menos feliz
que le ha costado tanto, como se ha podido dar de poder : acci
dente que muy pronto se ha vuelto contra ella ; porque la sangre
que ha sido derramada en virtud de la alianza de las dos poten
cias, esta sangre que se ha vertido, se le ha vuelto á pedir en
otros tiempos y lugares : y lo que, en fuerza de las circunstancias
excepcionales en que se habia dado lugar á este órden de cosas,
ha ganado por un lado, lo ha perdido y con mucho mas detri
mento, en proporcion, por otro lado : no habiendo querido Dios
que olvidase su Iglesia aquella palabra que dijo á Pedro : Vuelve
á su vaina tu espada, porque el que con acero hiere, morirá por
el acero.
Tenemos pues, que no se ha conferido á los apóstoles, ni el
poder de las armas, ni el poder del espíritu, ni el poder de la pa
labra. Sin embargo se les ha dicho : ¡ Id y enseñad!
Y cosa extraordinaria, precisamente sucede que la vez pri
mera, cuando Jesucristo instituyó el apostolado en los estrechos
límites de la Judea, cuando, por primera vez tambien, convocando
á sus apóstoles en torno de él, los envió no á las naciones, sino
buenamente á las ovejas de srael, cosa extraña, repito, en esta
mision primera que era poca cosa en comparacion á la que ha
bian de llenar un dia, Jesucristo los habia armado magnífica
mente, á los ojos del mundo ! — Despues de haberles dicho :
88 APOSTOLADO CATÓLICO.
« Id y decid á los hijos de Israel que se acerca, que está muy
» próximo el reino de los cielos. » Sin interrupcion les dice : Id,
y curad los enfermos, resucitad á los muertos, limpiad á los le
prosos, y lanzad á los demonios. Vosotros habeis recibido gra
tuitamente, dad gratuitamente.
Pues bien, este poderío del milagro dado en este momento,
al preámbulo, al crepúsculo del apostolado naciente, se les re
tira desde el momento en que Jesucristo va á no estar mas pre
sente. En este momento en que su poderosa mano, descri
biendo un círculo que no se detiene, sino á las extremidades
del mundo, en este momento les priva hasta de su presencia, se
va y los abandona. Ya no se volverá á hacer mencion de él sino
para comparecer ante los Presidentes de este siglo, y tener que
responder sobre la doctrina de un muerto, de un Crucificado!
— En este momento en que su mision no conocerá límites ni en
el tiempo ni en el espacio, y en que será tambien ilimitado el
desarmamiento de la sagrada persona del divino Mesías, no les
dice ya como antes : Id, resucitad á los muertos, curad á los le
prosos, lanzad á los demonios. — Solo les dice : Euntes, docete
omnes gentes. ¡Marchad, é instruid á todas las gentes!
Pero ¿ cual será el arma que les dará, pues que hasta el mi
lagro mismo está excluido, cuando menos ni siquiera se men
ciona, y que además, el poder sobrenatural ejercido bajo la
forma milagrosa no será jamás en la Iglesia sino una circunstan
cia excepcional , un accidente pasajero , como un relámpago al
través de las generaciones, para que no se eche en olvido que
el dedo de Dios puede hacer estremecer y bambolear á la natu
raleza cuando asi cumple á sus divinos planes ; si, pues, hasta
esto/se les retira, si se les quita la fuerza armada, si no se les
confiere el poder natural y se les recoge el poder sobrenatural,
ó al menos se les ausenta en esta forma visible del milagro,
¿ qué les resta pues?
¡ Lo que les queda ! . . . Escuchadlo.
En la última, ultimísima palabra que se siguió á aquella :
Euntes docete omnes gentes, Jesucristo añadió : « Y ved que yo
» permanezco y estoy con vosotros hasta la consumacion de los
» siglos. » Et ecce ego vobiscum sum usque ad consummationem
sceculi.
« Vosotros no me volveréis á ver mas ; ya no me escuchareis
» de una manera visible ; ya no me encontraréis curando, resu-
» citando, lanzando demonios ; pero yo estaré con vosotros, de
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 89
» lante de vosotros iré, yo marcharé y yo llevaré mi cruz á la faz
» de vuestra palabra : yo me quedaré siempre detrás de vosotros
» como una retaguardia que os preservara ; yo estaré á vuestro
» lado como vuestro amigo, vuestro guardador, vuestro compa-
» ñero fiel : yo estaré mas aun que con vosotros, mas que de-
» lante detras, ni á los lados, yo estaré en vosotros mismos, yo
» habitaré dentro de vosotros mismos, y yo moraré en vosotros
» todos los dias de la vida que pluguiere otorgaros el Señor Dios,
» mi Padre.
» Ved vuestro poder ; si creeis en él, si lo llevais por todas par-
» tes con vosotros, vuestra fuerza, vuestro poderío consistirá
» precisamente en la formidable ausencia de toda capacidad ter-
» restre, y aun en la del milagro sensible ; porque, al veros
» desarmados de todo punto, y con todo, señores ; todo el mundo
» sacará por conclusion forzosa y necesaria, que el que os lleva
» y os sostiene no puede ser otro que Dios, el cual lo hace todo
» no haciendo nada visiblemente. Apóstoles, hijos de obscuros
» pescadores, el milagro que constituirá vuestra fuerza y pode-
» río, ese milagro será vosotros mismos. Pordó quiera transi-
» tareis, si teneis la caridad de verdaderos apóstoles, se recono-
» cerá á primera vista, que no os conduce ni guia la humanidad
» que habia en vosotros, sino que hay algo de sobrenatural que
» no puede ser sino la divinidad. »
Y efectivamente, católicos, yo digo que el apostolado así aban
donado es el gran milagro perpetuamente visible en la Iglesia ;
porque ¿ qué hace el apóstol ?
El Apóstol es el solo ser que esté verdaderamente desprovisto
de todo lo que es humano, y natural ; de todas las comodidades y
satisfacciones de la vida de este mundo. El Apóstol es la desnu
dez de Cristo en toda su sencillez, en toda su elocuencia. El após
tol deja su patria ; tal es su destinacion : y en dejando la patria,
nada le queda ya.
¡ La patria ! . . . Desde luego es el cielo que nos cobija. Voso
tros que, tal vez, no hayais dejado nunca este suelo amigo y
fraternal, creereis que no es mucho, y que esta bóveda, estre^
liada, ó alumbrada del sol, es la misma en todas partes. — No :
hay para cada país un matiz diferente de sol, un matiz distinto
de luz, de calor, de áire, que no se reproduce en ningun otro;
y que ha venido á ser por su respiracion desde vuestra infan
cia, una parte de vuestra propia substancia, que viene á ser
nuestro áire, nuestra luz, nuestro calor, cuyas circunstancias
90 APOSTOLADO CATÓLICO.
esenciales á la vida están tan íntimamente como habituales en
nosotros que en toda otra parte decimos que : los cielos son ma
léficos é inflexibles. Segun la expresion poética delos antiguos
cuando hablaban del destierro.
Nosotros dejamos, en el apostolado, nuestra parte hereditaria
del cielo ; á esta hermosa bóveda del cielo que nos ha abrigado
á nosotros, y á todos nuestros- abuelos, le decimos a Dios para
siempre ¡y por este motivo, en sus apostrofes dolorosas, los an
tiguos se dirigian desde luego á los cielos y les decian sentida
mente : « Oh cielos, ó luz del dia, ó sacros penates que ha-
» bitáis en el espacio, os decimos a Dios, y en ninguno de los
» climas inclementes á donde nos arroje la Fortuna, no osvol-
» veremos á encontrar jamás. ¡A Dios! »
El apóstol deja tambien su tierra nativa, es decir cierta vege
tacion, árboles amigos, el calor, sitios y todo un surtido regalado
de que la Providencia ha hecho donativo á cada porcion del ter
ritorio humano, y que no tiene semejante ya en parte ninguna.
Y aun relativamente á esto, vosotros, hermanos mios, que no ha
beis experimentado lo que es un destierro, no os podeis imagi
nar lo que puede echarse de menos por la ausencia un árbol,
una aldea, cierta manera de sombra que nos acompañaba en
nuestras soledades cuando nos asentabamos á ella por librarnos
delos ardores del sol.
Él apóstol que deja los goces de la naturaleza deja tambien
los regocijos de familia y de amistad.

El estar solo aquí bajo en su propia patria, haber perdido á su


padre, á su madre, á sus hijos, ó no haberlos tenido jamás, sen
tir el triste peso y las pesadumbres de la vejez, cuyos años van
cayendo como pesos que nos abruman mas y mas , este áisla
miento que nos priva del consuelo que nos diera un amigo, ó un
abrazo que indica la eficacia de una sinceridad amiga, esto ya,
hermanos mios, es una suerte dura, y tan dura que en toda la
Escritura sagrada no se habla sino de las viudas, y de Iqs huér
fanos, de los huérfanos y de las viudas, por la sencilla razon de
que ya no tienen familia, ó la tienen mutilada, y que la Iglesia
se les ha dado especialmente como una familia espiritual que
debe tomar á su cargo cuidar do ellos. —» Pero ¿ qué será
cuando hasta los sepulcros estarán ausentes, cuando en la tierra
no podrán ir ya en pos del Apóstol, cuando este no podrá yisi
El, APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 9!
tar ya las cenizas de sus antepasados, muy lejos de poseerlos con
la mirada, y conversacion continua de la vida?
Y ademas, la amistad que tal vez sea algo mas suave que la
familia para los que han logrado á hacerse y á merecer amigos.
¡ Ah! ya no hay amigos en tierra extrangera; la diferencia de
costumbres, de intereses, de maneras de sentir, aumenta este
abismo inconmensurable que media entre reino y reino, Encon
trar un amigo, dos amigos aun en su propia patria, es la obra
maestra de un corazon bueno : en páis extrangero no hay poder
que sea capaz de colmarlo.
El ilustre' Poussin, despues de haber vivido treinta años en
Boma, en medio de la mayor familiaridad con los grandes y
potentados, y colmado de honores que se allegaban de todos los
rincones del mundo civilizado, el ilustre Poussin escribia, casi
moribundo ya, á uno de sus amigos esta carta, que ha sido
consignada en la historia ; « Yo muero, decia, despues de treinta
años de morada en esta ciudad, en donde no hay amigos, y en
donde no se pueden encontrar. »
El ilustre Poussin era injusto ; hay amigos en Roma como en
las demás partes; pero no entendia él, que el forastero, aun el
mas glorioso, no podia hacérselos, y acusaba á la naturaleza ita
liana de lo que era culpa de la naturaleza misma del des
tierro. Este era el que le habia quitado sus amigos, no era la
tierra de Roma ; pues que en todos tiempos ha sido fecunda en
amistades, como lo ha sido en héroes.
Segun esto, ¿ qué le queda al apóstol, al hombre que sube á
un navio para ir á tres mil leguas entre hombres que no saben
ni su nombre ni su lengua ? Quitada le queda esta lengua, la pa
labra de Ja patria , esta palabra con que hablamos tan á nues
tras anchuras, y en la cual traducimos nuestros pensamientos,
con una facilidad que nos enamora. Será menester que el após-,-
tol se ponga á estudiar penosamente un lenguaje bárbaro, y por
mas facilidad que se le suponga, jamás hablará bien, jamás será
elocuente : menester será que predique la verdad, viviendo
muy seguro de que se halla desprovisto de la gloria y del poder
de la elocuencia,
Nosotros, en medio de estas magníficas basílicas de nuestro
pais, en medio de personas cuya lengua hablamos, y que hacen
justicia á los acentos que salen de nuestras entrañas, nos halla
mos sostenidos en nuestro ministerio sobrenatural por el encanto
mágico de la palabra que os participamos. Hay en la propia pa*
92 APOSTOLADO CATÓLICO.
tria una especie de gloria mas ó menos considerable que acom
paña y adorna al Apóstol que ha nacido y que predica en ella :
pero no la hay para el apóstol que tiene que expresarse en len
gua extrangera, y no puede menos de repetir, sin cesar, aquella
palabra de un poeta latino : yo soy para ellos un bárbaro porque
no comprenden mi lenguaje.
En fin, amados hermanos mios, si considerais que el martirio,
ó una muerte dolorosísima es muy de ordinario la consumacion
de este zelo y sacrificio apostólico, comprendereis muy bien
que el apóstol se abdica totalmente, en efecto, á sí mismo, que
nada humano queda en él, y que si no se apercibiese de que Jesu
cristo habita en su pecho, segun aquella palabra : Yo estoy con
vosotros hasta la consumacion de los siglos, seria un hombre
muerto en el instante mismo en que arriba á una playa en donde
ha de evangelizar.
Pues bien, este hecho, este milagro del apostolado se ha ve
rificado ; ¿ se verifica aun todos los dias entre nosotros? La pa
labra que habia dicho : « id, y enseñad, desprovistos de todo,
» desnudos de todo, » se está cumpliendo exactamente hoy dia,
en el año mil ochocientos y cincuenta, y podemos decir que siem- •
pre, y aun en este momento mismo, la Iglesia está mereciendo so
bre todo, y con exclusion de todo otro Poder, cualquiera que
sea, el título de apostólica, de ser nacida del apostolado, de es
tar continuada por el apostolado, de extenderse y durar por el
apostolado ? La Iglesia ha sido siempre, en una palabra , y es
hoy dia Apostólica?
Hermanos mios, no es mi intento traer ahora á la memoria
todas las circunstancias que se siguiera inmediatamente, en la
historia del apostolado, á la celeste partida de nuestro Señor Je
sucristo. No es mi ánimo presentaros á san Pedro tomando su
báculo, y yéndose á las puertas de los Césares para evangelizar
á todo lo que iba encontrando alrededor suyo. No quiero recor
daros cómo san Pablo, cargado con cadenas durante dos años,
y evangelizando á los que iban á verlo, escribia á sus discípulos
del Asia : la palabra de Dios no está aprisionada.
No, amados hermanos mios, son estas glorias tan célebres
que es inútil referiroslas; es necesario que echemos una ojeada
rápida que lo dice todo, y la palabra humana, aun la del predi
cador evangélico, no es capaz de pintarnos esta viva representa
cion del apostolado durante el imperio romano ; y cuando este
imperio cayó , cuando lo inundaron innumerables hordas de
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 93
salvajes, se levantaron nuevas legiones de apóstoles para ha
blar en todas las lenguas, á estos hombres nuevos, las verda
des universales del cristianismo.

Pero ya, despues de haber reflexionado sobre lo pasado, en


esta misma hora, en este nuestro tiempo, en el siglo diez y nueve,
en el instante en que os estoy hablando a nombre de esa magní
fica institucion de la Propagacion de la fe, es, repito, hoy mis
mo un sueño, una idea poética, el Apostolado? En nuestra edad,
que se quiere suponer infecunda, y perdida, este siglo es capaz
de engendrar apóstoles ? Es que no hay en este auditorio nin
guna madre que no haya enviado á su hijo despues de haberle
dado sus últimos abrazos , que no lo haya enviado á las nacio
nes mas lejanas, y á las amenazantes y terribles segures del mar
tirio ? — No hay en esta capital ninguna persona que haya visto
caer la cabeza de su hijo sobre ese cadalso tanto mas glo
rioso cuanto mas lejano, y cuanto que ya estaba previsto cuando
se dió la última despedida á su patria y á su familia ?
No ; jamás, en ningun tiempo se ha desarrollado, al contra
rio, mas que en esta edad el poder del apostolado. No son so
lamente esas vastas Américas las que reciben apóstoles, y mi
nistros que las evangelicen, sino que hasta las mas remotas islas,
hasta los islotes que no tenian nombre, y que aun no lo tienen,
en esas playas desiertas del Japon, de la China, de la Corea, en
todos los puntos, en todos los promontorios del Asía, hay en
este momento mismo, apóstoles, misioneros. Estos apóstoles van
caminando, van predicando, padecen, tienen hambre, tienen
sed, comparecen ante las potestades del siglo que les forman in
terrogatorio, y procesan, y tiranizan por la fé de Cristo, mueren
en fin sobre cadalsos. Y nosotros, quietos, pacíficos, asentados
bajo los artesonados techos de estos magníficos palacios que lle
van sobre nuestras cabezas la majestad de un áire bonancible y
purificado por el cristianismo ; nosotros espectadores lejanos de
esas magnificencias evangélicas, no podemos ni aun encontrar
palabra para declarároslas, porque hay cosas que de tal mane
ra sobrepujan el poder y energía de las palabras, que no las
hay para explicarlas debidamente.
Si; el apostolado vive, y vive hoy dia mismo : la Iglesia es
apostólica en el siglo diez y nueve como lo era en los primeros
siglos, y sola ella, entre tantas otras iglesias, entre tantas otras
94 APOSTOLADO CATÓLICO.
religiones, creencias y sectas, y sola ella entre todos los reinos
del mundo merece el título de apostólica tanto y mas positiva*
mente que el de católica.
Podria tal vez disputársele este título de católica, podría in
terpretarse diferentemente por sus enemigos, podria decírsele
quizás que es una catolicidad restringida, que se conoce ya Una
division demasiado marcada y extensa para que la Iglesia se ar-
rogue este título. Yo sé muy bien lo que podría yo mismo res
ponderles | pero en cuanto al apostolado, pero en cuanto á de
jar su patría, irse solo, llevando solamente un crucifijo en la
mano, un libro sagrado bajo del brazo y la fé en el corazon,
esto no admite réplica ni discusion ; y seria cosa risible y tonta
el querer negar que hoy, ayer, antes de ayer, en los pasados si
glos, ha habido apóstoles, ni el que se haya detenido ni parali
zado jamás la sed de la propagacion del apostolado, y de la
emigracion espiritual.
Por otro lado no pueden citarse cultos, ni aun cultos separa
dos del tronco, que sean propagadores ni entre los griegos, ni en
tre los Protestantes, ni entre los Anglicanos. Si el anglicanismo
envia fuera de su seno misioneros, son misioneros casados, te
niendo sus mujeres y sus hijos ; ese noble acompañamiento que
en toda otra circunstancia y personas está siempre en venera
cion, y del cual ha logrado hacer un objeto bajo y reprensible el
cisma solo, manchando á su apostolado. De suerte que la fami
lia, que es el honor de la naturaleza, se ha convertido en mano
de estos herejes y cismáticos, el oprobio de su clero y el testimo
nio de su impotencia evangélica. Y los bárbaros, los salvajes de
las mas recónditas selvas de la América, cuando les ven llegar,
ó mas bien aparecer, — porque pasan como sueños con sus
galeras y todo el poderío británico que les escolta de continuo,—
dicen y reconocen que aquellos no son apóstoles, porque no
vienen solos, porque no vienen desnudos, porque no llevan
consigo las' privaciones, la mortificacion, el hambre y la sed,
porque no son en fin como aquellos á quienes dijo el Señor : Id,
y enseñad : enviándolos á la conquista delas almas.
Y así, somos apostólicos, gracias á Dios, y saltemos de gozo
en esta festividad conmemoratoria que celebramos cada año,
regocijémonos por ello con santos trasportes de celestial alegria.
Tenemos hijos que enviar á todo páis, á todo clima, á todocielo,
por mas inclemente y contrario que sea á la vivienda y á la sa
lud. Somos apostólicos, tenemos hermanos que enviamos de
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 95
samados á los que están cubiertos de acero, y que rechazan la
verdad anunciada por medios humanos. Somos apostólicos : no
sotros nos presentamos á la faz del mundo y decimos, cada uno
de nosotros.
« Jesucristo ha venido : vivió, habió, murió; ved lo que os
» dice: Yo no hago milagros, yo no curo enfermos, yo no re-
» sucito muertos ; no tengo armas, no mando ejércitos, no
» tengo embajadores que vengan tras de mí protegiéndome.
» Yo digo : Jesucristo está conmigo : habla hoy como hablaba
» ayer; conversando está conmigo : creedlo, ó no creedlo,
» vuestra conciencia es libre. Pero como Jesucristo está con-
» migo, viene conmigo, estoy seguro de encontrar entre los
» que me han de escuchar quienes unan su conciencia á la mia,
» su conciencia humana á la conciencia divina que es el Me-
» sias del Evangelio. Estoy seguro, porque esa palabra no pe-
» rece jamás. »
Dó quiera haya un apóstol, se forma un rebaño : pequeño
será, pero al fin será un rebaño : conquistado será por la pala
bra del apóstol, con su muerte en un islote : habrá uno, habrá
dos ; pero yo os digo en nombre de Jesucristo y de la historia
del cristianismo, que no dejará nunca un hombre sus bienes,
sus conveniencias ni su casa, sin que se cumpla esta sagrada pala
bra : Uno á uno dejarán su casa, su pais, para escucharle, para en
contrar la vida eterna aun á costa de la persecucion de este mundo.
La Iglesia es pues apostólica : pero como hemos de partici
par todos de este santo apostolado ? Se ha dicho por ventura á
solo algunos hombres de preferencia, á algunos hombres raros
ó extraordinarios esta palabra : Id y enseñad ? — El Apostolado
es en la Iglesia católica una particularidad, ó una universali
dad? Háse dicho solamente á sus discípulos : Id y enseñad f
Nó, amados hermanos mios ; todo lo que se hace en la Iglesia,
la Iglesia entera lo toma bajo su responsabilidad. Hay comu
nion de todo y en todo entre los miembros de la familia de Cristo.
Decir : Esto es un deber para tales cristianos en la Iglesia, mas
no es deber mio en particular, es una expresion anticristiana.
San Pedro dirigiéndose á los primeros tieles , les decia : « Vos-
» otros sois la nacion santa, la prosapia escogida, el pueblo
» adquirido por Cristo para Dios, el sacerdocio real, para que
» anuncieis las efleacidades de aquel que os ha sacado de las
» tinieblas á su luz admirable.» Por manera que nosotros he
rederos de la luz por medio de nuestros antepasados, somos los
96 APOSTOLADO CATÓLICO.
dispensadores de la luz para nuestra posteridad, y para nuestros
contemporáneos.
El sol de Justicia no luce solo para vosotros, amados herma
nos mios ; se ha levantado en el horizonte del mundo para que
alumbre por todo, en derredor nuestro-. En la naturaleza misma,
vuestros ojos no han recibido la luz para guardarla ; ellos la re
flectan, hacen como salir á fuera vuestra alma, y cualquiera que
deseé entrar en comunicacion con vosotros, mira á vuestros
ojos, para discernir la luz que brilla en ellos, y ver en esta
luz, otra mas noble y brillante que es vuestro espíritu. Vosotros
radiais en todo vuestro ser, y por consiguiente, si vosotros po
seeis esta irradiacion natural de todas vuestras facultades, de
todas vuestras potencias, ¿ cuánto mas enérgicamente no la po
seeréis en el orden sobrenatural, que es esencialmente un orden
de caridad y de amor del sacrificio ?
Es pues cierto, hermanos mios, segun las divinas letras y la
tradicion, que cuando dijo Dios : Euntes, docete, lo dijo á su
Iglesia, á esta su Iglesia con la cual está hasta la consumacion
de los siglos. Siendo esta Iglesia, y esta Iglesia solamente, la
apostólica, á solo ella pertenece y cuadra, este título suyo pro
pio conviene tambien por comunion solidaria, para servirme de
la expresion del símbolo de Nicea, á cada fiel en particular.
Cada fiel es uno en la verdad y en el ministerio gerárquico que
son uno ; cada fiel es santo en la moral y fpráctica del Evange
lio, cuyas ambas cosas son santas; cada fiel es católico en el
lazo de la universalidad que lo retiene con todos los demás ; y
cada fiel es apostólico, porque le ha sido dada una luz que debe
comunicar y hacer participar á los demás.
T de hecho, ¿ quien de entre vosotros hay que no comuni
que la verdad que posee, y que no conozca que para con sus
hermanos, hermanas, hijos, padres, amigos, en una palabra
por dó quiera se extienda la influencia de su accion, tiene de
recho, tiene deber de comunicar la fé que existe en él ? Qué
cristiano hay que no haya sentido siempre la mas viva ¡emocion
al pensar en las incredulidades que vé en torno de sí, que no
haya gemido, rogado, é invocado el Espíritu Santo; que no haya
visto con satisfaccion esas comuniones por la propagacion del
gran don que le ha sido comunicado ? Cuál es el cristiano que
puede dejar de pensar en ese gran beneficio de la fé, en ese
sentimiento de amor que posée, y que á medida que envejece
mos, se nos convierte en un don tanto mas precioso cuanto que*
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 97
los demás sentimientos se dismiríuyen gradualmente, y acaban
por desaparecer en derredor de nosotros? Qué hombre hay que
en su último suspiro, no quiera, despertando todavía una vez su
omnipotencia de propagacion, dejar en una expresion á los que
le escuchan, la buena memoria de las virtudes y de la fé que
han vivido en él, y que, viviendo en él, han probado en cierto
grado la divinidad del que era autor de su virtud ?
El proselitismo es el instinto de la naturaleza ; con mayoría
de razon lo es de la verdad sobrenatural, de la verdad que viene
de Dios por Jesucristo. Luego si somos apostólicos, debemos
de contribuir al apostolado. Debemos todos de cualquier ma
nera que sea, decir que no es vano el título que hemos lle
vado, y que llevamos aun. — Pero cómo lo hemos de probar
nosotros?
¡ Cómo ! — De muchas maneras. Lo podemos con la oracion
rogando á Dios que se suscite nuevos apóstoles. Lo podeis con
la educacion de vuestros hijos ; lo podeis rogando á Dios, como
lo hacian, en tiempos de fervor cristiano, desde los mas eleva
dos príncipes hasta los mas humildes colonos, rogando que haga
salir de vuestra sangre y familia algun apóstol, algun sacerdote
santo que reciba la mision de ir á morir , aun cuando esté vi
viendo por la propagacion de la fé. Y si es mas raro ya entre vo
sotros ese sentimiento, si entre tantas familias no se consiente ni
aun dar de entre sus miembros un tributo al sacerdocio ordina
rio, si tal sucede, es porque se ha resfriado nuestra fé, es por
que no comprendemos ya el principio de la apostolicidad que se
nos ha dado.
Nadie hay entre vosotros que conozca los designios de Dios
sobre vuestra estirpe, todas las virtudes ocultadas en todas las
generaciones. Si no podeis alcanzar apóstoles en el primer
grado, los alcanzareis para el segundo, para el cuarto, para el
vigésimo. Menester son á veces veinte generaciones de virtudes
para que el Señor otorgue á una estirpe un apóstol, un mártir.
Sino que circunscritos y limitados, cual nos hacemos al tiempo
presente, no creemos que sea fecunda en la sucesion de los si
glos la semilla cristiana, y que sean á veces necesarios doscien
tos años para que de una rama que se acabó en el sepulcro,
florezca un tallo que sea enviado por Dios á las naciones. Es ne
cesario pues rogar á Dios que seais fecundos para el apostolado.
Vosotros los que habeis recibido esa mision grande del
matrimonio, es que no os habeis hecho cargo de lo que se os dice
S. M. I. 7
98 APOSTOLADO CATÓLICO.
en la exposicion de este sacramento, que su principal ün es dar
hijos á Dios ? Ahora bien el apostolado los da y consagra ente
ramente á Dios.
Verdad es que esta gracia es una excepcion ; no la pedireis
todos, pero al menos cuando el Señor haya dicho á alguno de
vuestros hijos : Samuel ! ¡ cuando lo haya llamado por su nom
bre, como llama por el suyo á los que destina á cosas grandes
en el cristianismo, llevadlo en seguida al templo : dejadlo obrar
libremente cuando menos ; dejadle á la libertad del sacrificio, no
lucheis contra sus sagradas inclinaciones, las cuales han ve
nido áser raras, no para lo venidero, sino al presente. Dios ha
bendecido los esfuerzos de un apóstol que nacerá de vosotros
de aquí á tres siglos : Dios lo ve todo en una ojeada, y nada
puede ocultarse á sus ojos. Ahora mismo, en este momento
mismo, al estar postrados de rodillas ante esos altares si le ro-1
gáis con vehemencia que nazca un apóstol de vosotros, un de
creto saldrá del seno del silencio de la eternidad que os dirá : Yo
te bendigo, hijo mio, hija mia, porque acabas de hacer un
apóstol que ha salido de mi voluntad, y de tu oracion.
Pero hay una apostolicidad mas sencilla y que cuesta mu
cho menos que el sacrificio ; y es la que debemos á esa ad
mirable institucion de la Propagacion de laFé. Esa maravilla,
esa bendicion cuyos generosos y nobles representantes vemos
en este lugar, esa maravilla ha estado reservada á esta nuestra
edad para animarnos y darnos consuelo. Hoy dia á diferencia de
lo que se hacia en tiempos pasados, en que todo se hacia por los
Príncipes y por los grandes de la tierra, en que eran Príncipes
los que fundaban monasterios, en que Príncipes eran los que
pedian y enviaban Misioneros, hoy dia somos nosotros todos los
que dando nuestro óbolo podemos enviar misioneros y apósto
les como los reyes de España, de Portugal y todos los reyes cris
tianos los enviaban á las naciones que habian conquistado sus -
bajeles. Nosotros todos hoy dia echando nuestra limosna pode
mos contribuir á la regeneracion y al desarrollo del sacerdocio
católico.
Los mas humildes, los mas pequeños, vuestras criadas mis
mas!... Y nada hay tan grande como ese nombre de criada
desde que lo tomó por suyo maria cuando anunciándosele la
Encarnacion : dijo : Ecce ancilla Domini ! Pues bien, vuestras
mismas criadas economizan su salario para dar un sueldo por
semana á la sangre de los apóstoles y mártires. Y así, ese te
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 99
soro, ese mineral, cuyas vetas no se pueden seguif por ser
tan oscuras y estendidas, como escondido y oscuro es cuanto
hay de grande en la naturaleza, ese tesoro va aumentando sin
cesar con las economías y el sudor del pobre del campo , del
menestral de la poblacion, del trabajador, y en una palabra de
todo lo que padece, ,y se verifica de este modo aquí bajo el gran
ministerio y el gran apostolado de la penitencia cristiana.
Y vosotros los que os encontrais en una clase acomodada,
vosotros que no podeis testificar, al menos por la mayor parte,
que no haceis gestos inútiles, estais todos alistados en la Asocia
cion de la Propagacion de la Fé? Y si en efecto lo estais todos,
podeis decir en conciencia que haceis todo lo que podeis? Po
deis deciros que dais á este santo objeto todo lo que es absolu
tamente inútil al sosten de vuestro rango y familia ? El Ingles,
por sí solo, consagra veinte y cinco millones por año á sus mi
siones no apostólicas, y todo el resto de la cristiandad no ha
podido llegar todavía, en la catolicidad, á la suma de cuatro mi
llones. Estais viendo pues, que nos hallamos por consiguiente
muy cortos, relativamente á lo que podriamos hacer.
Y bien, no diré yo este oro, sino esta moneda de cobre, basta
para pagar en gran parte vuestra deuda en favor del aposto
lado. ¡ Cuando se piensa en lo que puede hacer un sueldo !
cuántas almas se pueden rescatar con él ; ¡y qué dolor,
cuando lo veamos mejor en el seno de la luz, qué dolor,
digo, haber disipado tantas piezas de un sueldo, no solo de
un modo inútil, sino frecuentemente de una manera incon
siderada, si por ventura no es culpable! Si á cada pie-
cecita de cobre que echamos, hablando comunmente, por tierra
á fin de satisfacer un capricho, nos dijeramos á nosotros mis
mos : Esto es precio de una alma, esto vale una alma!...
si yo enviara esto al cepo destinado al apostolado... Ah! res
cataría de seguro una alma... compraríala... sacaríala de la
esclavitud de satanás... saldria una alma sobre la cual se
virtiera la sangre de Jesucristo ! Yo lo arrojo á la ven
tura... lo echo á un albur, áuna flor... por un apetito desorde
nado. Yo que disfruto de todas las conveniencias de la vida en
tro en una tienda para saciar un antojo que por casualidad me
han dado mis ojos... una mirada indiscreta, vana, superficial...
Yo hubiera puesto ya esta monedita, estas dos, tres, cuatro mo
nedas de cobre en ese cepo sagrado, estas piececitas que yo me
figuro son nada, si las hubiera echado en el tesoro de la Propa
100 APOSTOLADO CATÓLICO.
gacion de la Fé, serian dos, tres, mas almas conquistadas á Je
sucristo por toda la eternidad.
Amados hermanos mios, no nos hacemos cargo de lo que
puede una monedita de cobre, un sueldo. Nuestra ilusion con
siste en creer que el dinero es mucha cosa cuando es numerosa
la cantidad, cuando está en abundancia. ¡Error, lo que es
grande, lo que es numeroso en materia de dinero, jamás ha
producido nada, porque todo se queda en arcas de hierro :
queda sepultado entre cuatro paredes de acero : hay en el arca
una fuerte cerraja que no pueden forzar ni la mano de la gene
rosidad, ni el brazo del ladron : eso se queda allí, no se mueve.
Echad una semilla en la tierra, y prenderá ; mas el dinero, el
caudal grande, cuantioso, que hace monton, es de todo punto
improductivo, estéril, salvas algunas excepciones, algunos ca
sos, cuando acierta á parar entre manos generosas, liberales, tal
como las de la Propagacion de la Fé : Cuanto llevo dicho, se en
tiende en sentido general.
Al contrario, la moneda de cobre, una pieza de solo un
sueldo germina en todas partes, climas, terreno : es un grano
de trigo en tierra sementera, que estan comun y poderoso por
que es pequeño, poca cosa. Todo lo que es poco, amontonán
dose, da por fruto lo innumerable.
Concluyamos pues con asegurar y garantizar nuestra voluntad
y nuestro corto tributo á la Obra pia de la Propagacion de la
Fé. Termino este discurso, con un rasgo que me ha sensibilizado
mucho en todo tiempo, y que es muy acreedor á que lo relate
en este lugar y ocasion, pues que estamos hablando de cosas
lejanas y de los maravillosos efectos que produce esta palabra
divina : Ite, docete omnes gentes ; id y enseñad á todas las na
ciones !
Confesaba cierto sacerdote á la hora de la muerte á un an
ciano capitan. Daba este tales muestras de dolor por sus culpas,
y de un sentimiento tan intenso de alegría, apesar de haber vi
vido tan mal toda su vida, que el confesor extrañándose de esto
le preguntó si examinando y escudriñando bien su conciencia,
no le remordia de alguna otra falta, ó bien si habia obrado en
su larga vida alguna accion notable. El anciano capitan mori
bundo calló por un momento, y muy luego le respondió : No;
solo me viene á la memoria una accion buena en toda mi vida.
Estaba yo en la América ; me paseaba en cierta ocasion que
encontré á las orillas de un arroyo, cierta mujer salvaje que
EL APOSTOLADO CONSIDERADO, ETC. 101
llevaba un niño en brazos.Detdveme; y no sé como me vino el raro
pensamiento de decirle : Mujer, quieres que tu hijo se haga cris
tiano ? Me respondió al instante : Sí. Y yo lo bautizó. Es la sola
accion buena que haya hecho en mi vida. »
Pues bien, hermanos mios,, esas lágrimas, esa caridad, ese
amor de Dios del moribundo eran ese bautismo que se le habia
recompensado á la hora de la muerte ; porque escrito está que
no se pierde en tierra ninguna accion buena, y Jesucristo tomará
en cuenta hasta de un vaso de agua, suministrado en nombre
suyo al postrero de entre nuestros hermanos.
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO

MINISTRO DEL EVANGELIO.

POR EL H. PADRE NEWMAN, DEL ORATORIO.

Cuando vino á este mundo Jesucristo nuestro Señor, el Pro


feta por excelencia, el gran predicador, el omnipotente misio
nero, llegó á nosotros con el mas santo, augusto y glorioso apa
rato. Si es muy cierto que solo vino á padecer y á experimentar
humillaciones en la tierra, si es tambien positivo que nació en
un pesebre y fue reclinado en pajas humildes, tambien lo es que
nació del seno purísimo de una Virgen inmaculada, y que bajo
la apariencia de un niño brillaba empero con inmensa luz ce
lestial. Cada circunstancia de su mision se halla marcada y ca
racterizada con el sello de la santidad. Un arcángel, Gabriel,
anunció su Encarnacion; una Virgen, María, lo concibió, lo
llevó en su seno, lo alimentó con sus pechos.
Su padre putativo fué el santísimo y purísimo José ; ángeles
proclaman su nacimiento, una luminosa estrella esparce esta
noticia por los cielos. El mas santo y austero mortal, Juan
Bautista, va precediéndole ante su faz soberana ; una iamensa
muchedumbre de penitentes, vestidos de blanco y radiantes de
gracias confiesan sus pecados y le siguen á donde vá. Y así
como en el cielo brilla el sol al través de las nubes y se reflecta
en seguida en un páisage vistoso, cuando se levanta sobre la
tierra el sol eterno de Justicia muda la noche en dia, y hace que
todas las cosas brillen con su divino resplandor.
Vino y se fué. Pero como habia venido para introducir una
nueva alianza de gracia en el mundo, dejó en lugar suyo, de
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 103
trás de él, apóstoles, maestros, misioneros. — Segun esto, me
direis vosotros, amados hermanos mios, pues que á la venida de
Jesucristo todo se presentaba en su derredor tan glorioso, sus
servidores, sus representantes, sus ministros deben en ausencia
suya ser tales como él mismo. Y pues que estuvo sin pecado, sin
pecado han de vivir sus ministros, pues que era él Hijo de Dios,
ángeles han de ser cuando menos sus ministros. Añadis vosotros,
que ángeles solos pueden encargarse de una mision tal, y tan
levantada ; que ángeles solos son dignos de predicar el naci
miento, tormentos y muerte de un Dios.
Decis además, amados hermanos mios, que estos ángeles po
dian encubrir el brillo suyo como su Señor y Maestro se habia en
cubierto en presencia de ellos y del mundo : que podian presen
tarse como en la antigua ley bajo forma humana, sin ser hombres
por ello, puesto que habian de serlos predicadores del Evange
lio eterno, los dispensadores de sus misterios. Si tienen que sa
crificar aun ha sacrificado el mismo Jesucristo, si tienen que
continuar y aplicar el mismo sacrificio que ha ofrecido él, tomar
en sus manos la víctima que es el mismo Jesucristo, atar y de
satar, bendecir y escomulgar, recibir las confesiones de su pue
blo y dar á sus hijos la absolucion de sus pecados, enseñarles
el camino de la verdad y guiarlos por el sendero de la paz, si
han de dar cumplimiento á todas estas cosas, ¿quién es capaz de
ello sino un habitante de esos reinos para siempre afortunados
cuya brillante luz es el mismo Señor, el mismo divino Jesus ?
Y sin embargo acontece, amados hermanos mios, que delega
para cumplir el ministerio de la reconciliacion, no ángeles sino
hombres : para predicar, os envia hermanos vuestros, no seres
de naturaleza desconocida y de sangre extraña, sino formados
de vuestra carne y huesos. « Varones de Galilea, porqué estais
mirando tan de hito en hito al cielo? » tal es el estilo, tal el tono con
que los ángeles hablan á los hombres aunque estos sean nada
menos que Apóstoles : tal el tono de los que, no habiendo pecado
nunca, hablan desde la altura de su perfeccion y estado á hom
bres que han cometido culpas. Pero no pueden en este estilo, en
este tono los que ha enviado nuestro Señor Jesucristo, porque
son hermanos vuestros los que ha escogido él, hermanos de
vosotros, y nada mas ; no se ha dignado escoger sus ministros
en otras categorías : hijos son de Adan, hijos de vuestra natura
leza, iguales á vosotros en naturaleza, y solo diferenciados por
gracia. t
104 APOSTOLADO CATOLICO.
Hombres como vosotros, expuestos á las tentaciones, á las
mismas tentaciones que vosotros, á los mismos combates inte
riores y exteriores. Como vosotros, y en un todo como vosotros
tienen por mortales enemigos al mundo, al demonio, á la carne.
Tienen el mismo corazon humano, caprichoso, inconstante, di
ferenciando solamente del vuestro en lo que le ha cambiado la
gracia de Dios, y en el modo con que lo gobierna. Tal es el estado
de las cosas : no son pues ángeles venidos del cielo los que os
hablan, sino hombres á quienes solo hace diferentes de vosotros
la gracia. Escuchad sino al Apóstol.
Cuando los habitantes de Licaonia, viendo el milagro que aca
baba de hacerles, querian ofrecer sacrificios á él y á Bernabé,
sacrificios como á dioses, se precipitó en medio de ellos y excla
mó : / Oh hombres; ¿ Qué intentais hacer ? Nosotros no somos sino
hombres como vosotros : ó segun la expresion todavía mas enér
gica del texto griego : Nosotros tenemos las mismas pasiones que
vosotros. — Y escribiendo á los de Corinto, les dice en términos
aun mas explícitos : » No nos predicamos á nosotros mismos, pre-
» dicamos á Jesucristo nuestro Señor ; pero por lo que á nosotros
» toca, nos miramos como criados de Dios para Jesucristo, y
» por Jesucristo, porque el mismo Dios que mandó que saliese
» luz de en medio de las tinieblas, es el que hace resplandezca
» su luz en nuestros corazones, para que podamos alumbrar á los
» demas por medio del conocimiento de la gloria de Dios, cual
» aparece esta en Jesucristo. Ahora bien, nosotros llevamos te-
» soro tan precioso en vasijas de tierra. » — Y mas adelante dice :
« Por temor de que no me ofuscase ni me engriese la grandeza
» de mis revelaciones, ha permitido el Señor que sienta y expe-
» rimente en mí agudísimamente el aguijon de la carne, el án-
» gel y ministro de satanás que me abofetée y atormente para
» que no ensoberbezca. »
Tales son, amados hermanos mios, vuestros ministros, vues
tros predicadores, vuestros sacerdotes. No son ni ángeles, ni
santos por naturaleza, aun cuando no sean pecadores; sino
hombres que hubieran sido pecadores si no hubiera venido á su
socorro la gracia de Dios, y que, aun enforzándose de todas ve
ras por la misericordia de Dios en ser santos en el otro siglo, vi
ven empero aquí bajo en medio de debilidades y de tentaciones,
y no tienen esperanza de perseverar hasta el fin sino en la gra
cia de Dios, que no han merecido.
¡ Extraña y sorprendente anomalía, por cierto, católicos ! todo
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 105
es perfecto, celestial, glorioso en la nueva alianza que Dios nos
ha traido, excepto la persona de sus Ministros. Él, Santísimo,
Altísimo, Poderosísimo, habita en nuestros altares con una luz
inaccesible, y los ángeles están postrados allí ante su acata
miento. Escoge el Señor de entre las substancias y formas visi
bles, lo que hay mas puro para contenerlo y representarlo
vivamente, aunque por via de sacramento. La mas cándida y her
mosa flor de la harina, y el vino mas sencillo, puro, natural y es
cogido, son tomados como los símbolos augustos de su presen
cia : empléanse en la ceremonia del sacrificio las palabras mas
sagradas y 'solemnes. El altar y el santuario se manda esten
adornados con decencia y aun con esplendor, segun lo permitan
los medios. El sacerdote ejerce sus augustas funciones, vestido
de paramentos convenientes, levantando hácia el cielo un cora
zon casto, unas manos santas.
Y sin embargo, este mismo Sacerdote, tan distinguido de los
demás hombres, consagrado así, es, con la auréola del celibato y
su manípulo de tristeza, hijo de Adan, hijo de pecadores, hijo de
una naturaleza decaida que no ha perdido aun, á pesar de haber
sido reengendrado por la gracia. Casi podria en una palabra, de
finir al sacerdote, diciendo que es el que va á ofrecer el sacrifi
cio por sus propios pecados. «Porque todo pontífice, dicesan
» Pablo, habiendo sido tomado de entre los hombres, se halla es-
» tablecido entre ellos para lo que pertenece al culto de Dios, á
» fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados, y que
» pueda ser movido de justa compasion de los que pecan por
» ignorancia y error, en cuanto que él mismo se halla rodeado
» de flaquezas. Y esto es lo que lo obliga á ofrecer el sacrificio
» de expiacion por los pecados tanto por sí mismo como por el
» pueblo. »
Por esta razon, cuando el sacerdote ofrece en el santo sacri
ficio de la Misa la hostia antes de la Consagracion, pronuncia se
mejantes palabras : Suscipe, sanete Pater, omnipotens áteme
Deus. « Recibid, oh Padre santo, Dios eterno y omnipotente,
esta hostia sin mancilla que ofrezco, yo que soy vuestro criado
y siervo indigno, á vos que sois mi Dios vivo y verdadero, por
mis pecados, por mis culpas, por mis ofensas y negligencias sin
número, por todos los asistentes, por todos los vivos y difuntos,
para que aproveche á ellos y á mí por la salvacion y la vida eterna.
Muy extraña parece en sí esta ley, amados hermanos mios;
pero cesa de parecemos tal, al considerar que es el órden esta
106 APOSTOLADO CATÓMCO.
blecidopor un Dios lleno de misericordia. No es extraña en Je
sus, pues que el Apóstol da razon de esta ley en la cita que acabo
de hacer. « Que pecan por ignorancia y error, estando ellos
mismos rodeados de flaquezas. » Si hubieráis tenido ángeles por
sacerdotes, no hubieran podido afligirse por vuestras penalida
des, ni simpatizar con vosotros, ni tener compasion de vosotros,
ni tener á favor vuestro la ternura é indulgencia que nosotros
podemos y debemos tener. No hubieran podido ser vuestros
modejos, vuestros guias, ni conduciros del estado de pecado
á una vida nueva, como lo pueden y lo deben esos sacerdotes
salidos de enmedio de vosotros, los cuales han sido guiados
como vosotros y sacados de las tinieblas á la luz, que pueden
hacerse cargo de vuestras miserias, que han tenido si tal vez no
la experiencia del pecado, al menos la de vuestras tentaciones,
que conocen los excesos y rebeldías de la carne, así como
las arterías del demonio, aun cuando, diferentes en esto de
vosotros, hayan escapado y huido de esas maquinaciones dia
bólicas ; como esos sacerdotes dispuestos, digo, á lastimarse de
vuestra flaqueza y á ser indulgentes, que pueden daros consejos
eminente y propiamente prácticos, y advertiros con tiempo,
oportunidad y prudencia los daños que os acarrearian los peli
gros que os amenazan.
Por estos motivos tan obvios, tan fundados en nuestra natu
raleza, os ha enviado el Señor hombres para ministros de la re
conciliacion y para mediadores ó intercesores entre Dios y voso
tros. El mismo Cristo, nuestro Maestro, aunque no pudo jamás
pecar, tomó empero en su propia persona, haciéndose hombre,
y en cuanto le era posible como Dios, el peso y la carga y la
prueba y el ante de nuestras humanas flaquezas. No podia sin
duda alguna ser Cristo pecador, mas podia ser hombre ; tomó
pues un corazon de hombre para que pudiésemos nosotros abrir
le nuestros corazones, y que « fuese él tentado en todas las cosas
para servirnos de modelo, » aunque á pesar de esta semejanza,
estuvo siempre sin pecado, pues era imposible pecase.
Reflexionad mucho esta verdad y sírvaos de consuelo, amados
hermanos mios. Entre los predicadores, entre los sacerdotes del
Evangelio, ha habido apóstoles, ha habido mártires, ha habido
doctores, ha habido entre ellos gran número de santos : pues
bien, en este número, por mas sublimada que haya sido su san
tidad, por mas diversificadas que hayan sido sus gracias, por
mas prodigioso que haya sido su poder, no hay tan solo uno que
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 107
do haya sido cortado de la misma roca que el mas endurecido de
entre los reprobados. No hay uno solo que no se haya medido
con el mundo, que no haya pasado por el crisol de sus pompas, y
que para honor de nuestra flaca humanidad, no haya sido fabri
cado con el mismo barro que ha servido para la formacion de
los réprobos, de los pecadores mas viles : Ni uno en fin que no
fuese, por naturaleza, hermano de esas pobres almas que se
quedan para una eternidad por compañeras del demonio, y que
se abrasan en el infierno.
La gracia ha vencido á la naturaleza : ved el resumen de la
historia de los santos : tal la clave del enigma de la santidad.
Saludable pensamiento para los que se hallen tentados de en
greirse delo que hacen y de lo que son, advertencias capaces de
llenar de temor á los que entienden con harto dolor en el fondo
de sus corazones la diferencia enorme que media entre ellos y
los santos, noticias alegres para los hombres que aborreciendo
el pecado y deseando sacudir su yugo odioso, se encuentran sin
embargo tentados de creer esto como un imposible.
Animo pues, amados hermanos mios ; examinemos mas de
cerca esta verdad, vereis cuán consolatoria es, y grabadla en lo
mas íntimo de vuestros corazones.

Consideremos desde luego de acontecido la cáida de Adan,


ninguno de los hijos de su posteridad, exceptuando solo uno, no
ha sido concebido sin pecado. Solo ha habido una excepcion; y
cuáles? — No hablemos de Jesucristo nuestro Señor, porque
no fué concebido de hombre sino por obra del Espíritu-Santo :
no se trata aquí, ni puede tratarse de nuestro Señor Jesucristo;
mas yo quiero hablar de la santísima Virgen su Madre, la cual
aunque concebida de padre y madre humanos, como las demás
criaturas, estuvo empero preservada de la condicion comun á
todo el género humano, y de hecho no participó nunca de la trans
gresion de Adan. María fué concebida por las vias de la natura
leza como las demás críaturas; pero la gracia intervino en el
primer instante mismo de su ser natural, y apoderándose de su
alma antes que el pecado la hiciese presa suya, la llenó desde el
primer instante de su existencia, yla cubrió totalmente, de suerte
que el demonio no despidió sobre ella su fatídico aliento, no man
chó la obra de Dios. Totupulchraes, Maria, et macula non est inte.
Mas dejando á un lado cuanto se relaciona con la gracia y
108 APOSTOLADO CATÓLICO.
naturaleza de María, la santa Madre de Dios, todas las demás
criaturas, hasta los santos mas gloriosos, asi como los pecadores
mas empedernidos y aborrecibles — quiero decir que el alma
que ha llegado á ser la mas sublimada en gloria como la que se ha
sumido en lo mas hondo del abismo, han nacido una y otra man
chadas con el mismo é idéntico pecado original : ambas han na
cido hijas de malicia ; ambas eran incapaces de ganar el cielo por
el solo poder que recibieran de la naturaleza ; una y otra esta
ban en perspectiva de merecer el infierno.
Habian nacido estas dos almas en el pecado, se hallaban en
él, y la que mas tarde fué santa hubiera continuado viviendo en
pecado, y hubiera pecado de un modo espantoso, y sin remedio
se hubiera perdido á menos del socorro de una influencia sobre
natural y gratuita, que hizo por ella lo que ella misma hubiera
sido incapaz de cumplir. El malogrado infante destinado á ser un
dia heredero de la gloria eternayace en el seno de su madre, debil,
enfermizo , triste y desgraciado : es el hijo del dolor; está
sin esperanza y sin asistencia divina. Así se queda sumido en
una noche larga, fatigosa y angustiada ; y cuando, en fin, abre
los ojos y percibe la luz, se vuelve como atrás y llora por
haberla visto.
Pero Dios, desde lo alto de los cielos, escucha sus gemidos
en este valle de lágrimas, y empieza á prodigarle esa no inter
rumpida cadena de gracias y misericordias que lo han llevado de
la tierra al cielo. Envia el Señor á su ministro para administrarle
el primer sacramento, y bautizarle con su gracia. Entonces se
opera en él un camino sublime, porque en lugar de continuar
siendo esclavo de satanás, se hace en lo porvenir hijo de Dios.
Si hubiera muerto en este instante, antes de llegar al uso de ra
zon, hubiese sido llevado sin la menor detencion desde la tierra
al cielo, por los ángeles, admitido á gozar entre ellos de la pre
sencia de Dios. — Pero el niño no muere ; llega á la edad de la
razon, y verémos que no ha malgastado el gran talento que le ha
sido dado, que no ha profanado la gracia de Dios, que habitaba
en él, que no ha cometido, en fin ningun pecado?
En algunos casos, Dios sea bendito, podemos atrevernos á
asegurarlo ; y esto parece ser lo que se verificó en nuestro santo
padre amado, Felipe de Néri, que de cierto conservó la pureza
de su ropaje bautismal desde que fué bautizado. No perdió jamás
este Santo su estado de gracia desde el momento en que la lo
gró. Adelantóse de esfuerzo en esfuerzo, de mérito en mérito,
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 109
de gloria en gloria, al través de la carrera de su larga vida hasta
ochenta años, edad en que fué llamado á dar cuenta de ella á
Dios. Fuése allá con alegría, pasó por el Purgatorio sin que le
tocasen sus llamas y llegó al cielo derecho.
Tales han sido en ciertas ocasiones los caminos de la gracia
de Dios con las almas de sus escogidos; mas generalmente, y
cual si hubiera querido asemejarlos mas á sus hermanos, y aso
ciarlos mas íntimamente con ellos, y hacer de la plenitud de sus
dones en favor de ellos una razon y motivo de esperanza y de fo
mento para el pecador arrepentido y penitente, los hombres que
han llegado á ser prodigios de santidad, héroes de la Iglesia, han
pasado algun tiempo, cierta época mas ó menos prolongada de su
vida en el pecado, hanse lanzado fuera de la Luz de Dios, han
sido esclavos de tal ó tal flaqueza, de tal ó tal error, hasta que
en fin se levantaron poco á poco, ó repentinamente, repararon
ventajosisimamente sus años perdidos, volvieron á ganar su an
tiguo estado de gracia, y lograron alcanzar un estado mucho mas
perfecto que el que habian perdido.
Así aconteció con santa María Magdalena, la cual habiendo
llevado una vida vergonzosa é inmunda, hasta un punto tal que
conforme á las ideas religiosas de su tiempo, se miraba, por
las gentes que la conocian, como un baldon el solo ser tocado
por ella. Feliz en medio de las ventajas del mundo, jóven y apa
sionada, dió su corazon á las criaturas antes que prevaleciese
enél la gracia de Dios. Mas despuesde su conversion, se cortó su
hermosa cabellera, arrojó sus vestidos de gala, y se obró en ella
un cambio tan profundo, que si la hubiéseis conocido antes y des
pues de esta transformacion, hubiéseis creido ver dos personas
distintas, no una sola y misma persona. No quedó en Magdalena
penitente vestigio ninguno de la Magdalena pecadora, si no su
amante corazon, cuyo amor se lanzaba todo entero hácia el cielo
y hácia Jesucristo. Exceptuado esto, no se encontraba ni rastro,
ni reliquia, ni recuerdo de aquella vista brillante y seductora en
la modestia, en la serenidad, en el porte grave y sencillo, en la
voz tan mansa de la que se fué á buscar y á encontrar á nuestro
Salvador en el huerto despues de muerto.
La historia de santa María Magdalena es tambien la del Pu-
blicano que se hizo apóstol y evangelista, de Mateo, antes Levi,
quien por un lucro vano no escrupulizó en entrar al servicio
de los romanos y oprimir con su oficio al pueblo á que per
tenecia.
110 APOSTOLADO CATÓLICO.
Los apóstoles no habian sido formados de una materia mas
perfecta que el resto de los hijos de Adan ; su naturaleza animal
hacia de ellos hombres carnales é ignorantes; entregados á sí
mismos se hubieran, cual si fuesen brutos, arrastrado por tierra,
habrian fijado sus ojos y entendimientos en la tierra, comido
tierra, hartadose de tierra, si no se hubiese apoderado de
ellos la gracia de Dios, si no los hubiese hecho levantarse,
tenerse derechos , de pié , y mirar arriba , y fijar sus ojos en
el cielo.
Así era, así se encontraba tambien el sabio fariseo que vino
á avistarse una noche con Jesucristo. Estaba él contentísimo y
muy satisfecho con su situacion, zeloso de su buena fama, lleno
de confianza en su buen criterio ; mas llegó el momento en que,
cuando precisamente se huian y escondian los discípulos, se
quedó solo para ungir el divino Cadáver abandonado por el que,
en vida suya, habia tenido rubor de confesarlo á la faz de los
hombres.
Estais pues viendo lo que opera la gracia de Dios triunfando
en Magdalena, en Mateo, en Nicodémus. La gracia celestial se
apoderó de la naturaleza corrompida ; sujetó á la carne en la
mujer pecadora, sujetó á la codicia en el publicano, y arrojó en
el fariseo al respeto humano.
Permitidme os hable de otra célebre conquista de la gracia de
Dios en un siglo posterior, y vereis como se plugo á hacer un
confesor de la Fé, un santo, un doctor de la Iglesia, sacando á
la vez al célebre maníqueo del pecado y de la herejía. Parece en
efecto que no fuese bastante en que el padre de las escuelas del
Occidente, el autor de mil escritos al cual mas ingeniosos, el
controversista y argumentador triunfante y victorioso, que el gran
campeon, digo, de la doctrina de la gracia, hubiese sido en otro
tiempo un miserable esclavo del pecado y la carne, sino que
fuese ademas víctima de un espíritu perverso. El que mas que
ningun otro habia de exaltar la gracia de Dios, fué dejado tam
bien mas que ningun otro á la experiencia de la fragilidad de la
naturaleza.
El gran san Agustin, — no hablo del santo misionero de este
nombre que vino á Inglaterra y convirtió á nuestros antepasados
paganos, — el grande obispo de Africa que tenia aquel nombre,
se cuidaba muy poco de su alma en cierta época de su vida ; no
se ponia á considerar cómo habia de purificarse de sus peGados ;
sino por el contrario mientras fue joven y robusto, solo pensaba
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 1 11
cómo satisfacer á la sensualidad, cómo gozar de los placeres y
pompas del mundo. Era pues, ambicioso y sensual • decidia en
puntos de doctrina, sobre la verdad y el error, segun y conforme
á su juicio privado é individual, segun y conforme á sus capri
chos y atolondramiento; despreciaba altamente á la Iglesia cató
lica, porque esta hablaba, sobrado para él, de fé y de sumision :
pensaba hacer de su razon, medida para todas las cosas ; y abrazó
por consiguiente una secta muy extendida entonces que tenia
sus pretensiones de filósofa, que decia verlas cosas en grande,
en globo, bajo un punto de vista universal ; y trataba con teson
de rectificar las ideas vulgares entendiendo por estas las nociones
católicas acerca de Dios, acerca de Jesucristo, sobre el pecado y
los medios de alcanzar la eterna bienaventuranza en el Cielo.
Permaneció algunos años en esta secta ; pero no llenaba sus
deseos ni sus alcances lo que se le enseñaba en el seno de ella.
Complaciéronle en verdad por algun tiempo aquellas ideas ; no
tardó empero en apercibirse de que habia tomado por alimento
substancias sin alimento. Hambre y sed tenia de algo mas subs
tancial, aunque sin saber precisamente lo que pudiere serlo.
Engañábase en cuanto no se conocia esclavo de la carne ; expe
rimentaba empero que su religion no le ayudaba á domarla. —
Mas tarde llegó á vislumbrar, y luego á conocer que no poseia á
la verdad, y exclamaba : Oh, quién me dirá dónde la debo bus
car? quien podrá guiarme para alcanzarla?
Mas ¿porqué no entró en seguida en el seno de la Iglesia ca
tólica ? — Voy á daros la razon. Sabia muy bien que no se ha
llaba la verdad en ninguna otra parte ; pero no estaba seguro de
encontrarla en la Iglesia católica. Juzgaba que habia en el con
junto de sus doctrinas algo de pequeño, mezquino, estrecho, ir
racional : porque le faltaba, á él, el don de la Fé. Comenzó en
tonces una lucha grande, terrible, larga, en su entendimiento y
en su corazon : lucha de la naturaleza y sus satélites la carne y
falsa razon, contraia conciencia y las instancias del Espíritu di
vino que le iba guiando como por la mano á cosas mas perfectas.
Apesar de estar en pecado mortal y de eterna perdicion, Dios le
visitaba sin embargo, y hacia gustar de antemano los frutos pri
meros de aquellas influencias que, á un tiempo dado, le habian
de sacar de tan deplorable estado.
Pasábase el tiempo en el entretanto ; y considerando á Agus
tin como considerarlo pudiera su ángel de guarda, habriais visto
á despecho de su espantosa perversion, muchedumbre de luchas
412 APOSTOLADO CATÓLICO.
en que salió victorioso de su poderosísimo adversario ; habriais
visto que, á despecho de su fatal estado, que oontinuaba siendo
como antes un estado de perdicion, la gracia se iba abriendo ca
mino, sin embargo, en su alma : íbase en fin acercando á la Igle
sia. Nada sabia él, empero : no se apercibia del progreso que
se estaba operando en él insensiblemente ; mas los ángeles
del Señor sentian nacer en ellos interés vivísimo por él ; senti
miento coronado al fin con tanta alegria en los cielos y en la
tierra.
Aconteció por último encontrarse nuestro jóven filósofo en
pais extrangero en proximidad con un santo obispo, y sin intentar
por entonces reconocerlo por tal, fijó sus miradas en él : mo
vido de un impulso secreto no pudo menos de ir á los lugares
sagrados en donde juzgaba posible verlo. Comenzó á espiarlo y
á formar acerca de él mil conjeturas : preguntábase á sí mismo
si aquel venerable varon gozaba ó no de una verdadera felicidad.
Acudia con frecuencia á la Iglesia para oir al santo y zeloso pre
dicador, y se decidió por fin á pedirle su parecer sobre el medio
de dar con lo que tan ansiosamente buscaba. — Mas en este mo
mento fué cuando tuvo que mantener una terrible lucha con la
carne.
Era cosa muy dura, cosa que le venia muy cuesta arriba el
renunciar á los pecados á que se habia abandonado durante largo
tiempo : muy duro se le hacia el separarse de ellos para no vol
ver á gustar jamás de sus placeres. ¡Ah! el pecado le era tan
sabroso, tan encantador. ¡Cómo despedirse de él para siempre !
¿ Cómo rechazarlo, como sustraerse violentamente á sus abrazos
y entrar en el camino solitario y árido que guia al cielo?
Pero la gracia de Dios fue aun mas sabrosa, dulce, deleitosa :
y cautivando su convencimiento á medida que se iba apoderando
de su alma y corazon, logró al cabo de esfuerzos tantos sujetar á
su razon, y triunfar de él. Y así, el que sin ella hubiera vivido y
muerto cual hijo de satanás, se convirtió bajo su maravillosa
influencia en oráculo de santidad, en defensor y doctor de la
verdad.
¿No os imagináis, amados hermanos mios, que despues de
haber estado y sido convencido, era mas á propósito que otro
cualquiera para convencer á sus hermanos, y predicarla doctrina
santa que habia él mismo combatido y menospreciado ? — No
quiere decir esto, católicos, que valga mas para este objeto el
pecado que la obediencia á las leyes de Dios, ó que el pecador
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO.
sea preferido al justo ; pero tales ejemplos como este significan
que Dios, por su misericordia, se vale del pecado contra el peca
do, que saca del pecado pasado una ventaja actual, que al pro
pio tiempo que lava su culpabilidad y somete su poderío funesto,
deja en el pecador penitente un conocimiento que le vuelve ca
paz, en virtud de la propia experiencia de sus engaños y arterías,
de atacarlo mas vigorosamente, y de combatirlo de un modo mas
eficaz cuando lo encuentra en otros.
Dan á entender y prueban estos ejemplos, que mientras que
Dios podría con su gracia omnipotente volver el alma de un pe
nitente tan pura como si jamás hubiese pecado, le deja empero
al arrepentido pecador una ternura y compasion indecibles por
los otros pecadores, déjale una experiencia muy avisada para
obrar con ellos de una manera mucho mas certera y oportuna
que si no hubiera cometido nunca pecado alguno. Y á pesar de
esto, él nos enseña para instruccion y consuelo nuestro en los
ejemplos raros y especiales, sobre uno de los cuales he llamado
vuestra atencion, nos enseña, digo, lo que él puede hacer, aun para
con los pecadores mas culpables, si acuden sinceramente á él
para alcanzar su perdon y ser curados. Sentir un vivo dolor por
sus pecados é implorar la misericordia divina, es ya una prenda
que se da á nuestros corazones de que nos otorgará los dones
mas preciosos que nos aguardan y le pediremos. Puede hacer
Dios lo que quiera del alma humana. Es él infinitamente mas
poderoso que el espíritu maligno á quien se vende el pecador,
y que puede lanzarlo cuando quiera de su alma con la gracia de
Dios.
¿ Oh amados hermanos mios ! por mas pecados que os remuer
dan vuestras conciencias, puede borrarlos inmediatamente.
Hayais cometido pocos ó muchos pecados, tan puros y agrada
bles puede volveros á su presencia cual si jamás hubiéseis pe
cado, cual si le hubiéseis sido fieles siempre : por grados irá
destruyendo vuestros hábitos pecaminosos , y os admitirá pron
tamente á sus favores. La fuerza y poderío del sacramento de
la penitencia es tanta, que por mas ó menos pesada que sea vues
tra carga, él os la quitará : lo mismo y tan fácil le es purifi
caros de muchos pecados que de pocos.
Os acordais de haber leido en el Antiguo Testamento la cura
de NaamanSiro por el profeta Eliseo? Atacado estaba de esa en
fermedad espantosa é incurable que se llamaba la lepra, cuya
enfermedad, formando una espesa costra blanca sobre el cutis,
S. M. I. 8
\\í APOSTOLADO CATÓLICO.
yolvia la persona feísima y hedionda ; lo que era símbolo y tipo
de lo feo y hediqpdp que presenta ante Piqs el pecado : orde
nóle el prpíeta que se bañase en el Jordan, y desapareció }a en
fermedad. Su carne, dice el texto sagrado, se volvió como la <fg
Uíi ni¡\o tierno. Tenemos aquí un ejemplo np splp de lo que es el
pecado, sinp de lo que puede la gracia de Dios.
PuedP esta yolvpr hácia lo pasadp, y eumpjir y allanar, Ip que
nos parece imposible de allanar y cumplir. No hay peeador, par.
mas pdjpso que sea, que np pueda volverse un santp, y grande
santp : no ftay, ppr el cppfrarip, pn santo, por mas levantada
que sea su santidad, que no pueda hacerse pecador y muy pe
cador. La gracia dqnja á la naturaleza ; y solo la gracia tiene,
esta virfud, y ppfjer. fqmad por ejemplp á santa Inés, á esta
santita que á la p4a4 ^e so^ írcce a^PS se resolvió á morir antes
que ppnegar su fé, y qup en ja mansiqp misma de los espíritu?
maligpqs/, á $pnde la jjpvaron los paganps, se bailó, enyuelta de
una atmósfera de pureza fap inefable, que esparció al derrfidqE
sjjyq una ipflueneja cplpstiaj que la hacia venerable á }ps pjps de
tedps.
prad, al angélico Luis dp {Jonzaga, de quien po se puede ase
gurar con certidumbre que paya cp metido pi up solo pecado ve
nial. Cqnsjd^rad $ una santa Agueda, á una santa Juliana de
Falconeris, i upa sapfa ^osa de Lima, á upa santa JJqsa de Vi-
tprho, 3, san pasjpirq, á san Estanislao de Kpstka, tpdos saptos
á quienes inff|nfU> mas, tpmor un splo pial pensamiento que la
¿nuerte miopía.
Pues bien, amados hermanos mios, no hay uno solo de entF,fi
estps seres tan angelicales que privado }a gracia ,de Ijips no
hubiese, podido degr^djirse, ofrecer el aspectp de una lepra asquer
rosa, y ser fieeho up Qbjetq nauseabundo ; pp hay tan solo uno.
que np hubiera podido, p mejpjc, que qe hechQ np hubiera lle
udo la yi,da una ppjafura embruteció, que np hpbjera falle
cida poq muerte de reprobadlo, y qup ftujjiera sido sumido eteFr
namenjg en te| ipíterpo eptre lqs brazos del demonio, sj el Señor
Kifj? nci hubiera pupstp en eljos un cppazpn y up esRÍritu njieyq,
si el ^ep'pí; Dios nq }p huqipra hecho ser te, que pq ppdia haeersg
con sus propias fuerzas.
Topaos, }ps hombres, religiosos no son santos, amadqs hermanos
mipg/tedasj fas almas que se conviertep pp se hacen saptas. ÍÍP
os Rrojnptq yo (y psto es una verdad), que si vepis a Dios, lle
gareis *á ese graíjp cje ^antjdaif á que pegaron los santos. ¥q p§
EL SACERDOTE PE JESUCRISTO. 415
enseño, sin embargo, y hago yer que los santos pqr su natura
leza misma no son mejores que vosotros ; que los sacerdotes, la
boriosos que tienen el cargo de almas no son por sola su natura
leza mejores que los, hombres á quienes tratan de convertir, %
quienes se esfuerzan con todo ahinco en reformar y mejorar-
Efecto es esto de la misericordia especial de Dios para con yeso-
tros, el que nosotros, sacerdotes, seamos de la misma naturalgza
que vosotros : efecto es de la consideracion, miramiento y pfliur
pasion de Dios para con vosotros, el que nos haya heehQ á PQrr
sotros hermanos vuestros, sus delegados, sus ministros, d6- re
conciliacion.
¥ esto es precisamente lo que no es capaz de entender el
mundo : no porque el mundo no penetre muy claramente que, la
naturaleza nos da las mismas pasiones que á vosotros ; pero lo,
que el mundo no puede echar de ver es que siendo semejantes
á vosotros en naturaleza, seamos tan diferentes del mundo por
la gracia. Conocen muy bien en efecto los hombres del mundo,
amados hermanos mios, conocen, digo, el poderío y fuerza de la
naturaleza ; mas ignoran absolutamente, porque nq gustan de
este manjar confortante, la gracia del poder de Dios, mejoc,
el ppder de la gracia de Dios, en cuya gracia no creen. De aquí
proviene el que no conociendo ninguna potencia capaz de domar
la naturaleza, piensan erróneamente que no existe, y consiguien
tes consigo mismos, creen que todo hombre, sacerdote ó nq
sacerdote, se queda en definitiva tal como lo ha hecho )a natu
raleza : no querrán convenir jamás en que sea posifcjle que nadie
pueda llevar una vida sobrenatural.
No solamente un sacerdote, sino toda alma que se halle en po
sesion de la gracia de Dios, lleva una vida sobrenatural, mas ó
mepos perfecta segun su yocacion, segun su corrcspqndencia,
segun la medida de las gracias que le son otorgadas, y las dispo
siciones con que las recibe. Y ved precisamente, católicos, lo que
el mundo ignora, en lo que el mundo no quiere convenir ; así
es que cuando oye hablar de la vida que ha de tener un sacer
dote en virtud de su profesion, desde su juyentud hasta su xe-
jez, no cree que sea en realidad lo que él pretende ser. Las gen
tes del mundo nada saben de la proteccion de Dios, de los méri
tos de Jesucristo, de la intercesion de María y todos los santos:
ignoran la virtud y fuerza de la oracion, las de la frecuente con
fesion, las de las misas celebradas todos los dias : se quedan en
ayunas acerca del poder transformador del santísimo Sacramen
116 APOSTOLADO CATÓLICO.
to, ese Pan de ángeles : no estiman ni saben justipreciar la efi
cacia que deben tener esos reglamentos saludables de conducta
cristiana, la frecuentacion de amigos y compañeros santos, una
larga costumbre de amar y hacer lo bueno, una activa vigilan
cia sobre sí mismo, el temor del pecado, el horror del espíritu
tentador ; no saben apreciar, digo, la influencia tan saludable
que ejercen todas estas cosas, cuando se ponen á considerar,
ellos, los medios con que se sustrae y libra un alma de caer
en pecado.
Las gentes del mundo saben solamente que toda vez haya pe
netrado en un corazon el espíritu tentador, no se le puede re
sistir : solamente saben que hay, si nos es permitido explicarlo
así, que hay necesidad de pecar toda vez que el alma esté ex
puesta y entregada á la perversidad de aquel monstruo. Conocen
tan solo esos hombres mundanos, que cuando Dios ha abando
nado á un alma y que se hayan retirado de ella sus ángeles pro
tectores, que cuando se olvida ella de garantizarse bajo una sa
ludable salvaguardia, que rechaza toda proteccion sobrenatural,
que se niega á poner en práctica toda precaucion, y que por
fin , como les sucede á ellos , el demonio tiene ya medio
ganada su victoria, saben, repito, que es cierto será esta comple
ta, decisiva.
Ellos mismos en su mejor estado han sido vencidos siempre y
puestos en derrota por el demonio, aun antes de haber comen
zado la pelea. Este es el solo estado que conocen y de que tienen
sobradas experiencias; saben esto, y nada mas: jamás se han
subido á las murallas de la ciudad fuerte, en cuyo torno no
cesa de rodar en vano el enemigo , y fuera de la cual no se
aventurará nunca á pelear un alma fiel, harto prudente y
sensata para conocer su derrote certero. Juzgan ellos segun
su experiencia, y no creen lo que nunca han conocido ni
experimentado.
Si se encuentran en este lugar, amados hermanos mios, algu
nas personas que nieguen la eficacia de la gracia de Dios en el
seno de la Iglesia, por cuanto no son conocidos á lo exterior sus
efectos, no es mi ánimo dirigirme á ellas. Mi intento es hablar á
las que no limitan su fe á sus experiencias ; me dirijo á las que
creen que la gracia puede convertir la naturaleza humana en lo
que no es por sí sola. Estoy persuadido de que tales personas ve
rán no una causa de envidia y de sospecha, sino una ventaja
grande, una misericordia inefable en ese hecho de que los sa
EL SACERDOTE DE JESUCRISTO. 117
cerdotes enviados para predicarles la verdad, para oir su con
fesion sacramental, para darles saludables consejos, puedan y
tengan que condescender con sus debilidades, aunque no hayan
ellos cometido sus pecados.
La tentacion que os prueba, hermanos mios, es en un todo la
misma de que se resienten cuantos son participantes de vuestra
naturaleza, á pesar de que vosotros hayais sucumbido á ella, y
que otros hayan podido resistirla. El sacerdote puede comprende
ros, adivinaros, interpretaros, aunque no os haya seguido en
vuestros extravíos. Lleno estará de ternura por vosotros ; « os
enseñará con espíritu de mansedumbre, como dice el Apóstol,
considerándose á sí mismo y temiendo no sea tentado » por su
dureza ó soberbia.
Venid pues á nosotros, los que andais en trabajos y os hallais
sobrecargados de pesos enormes, venid y encontrareis la paz de
vuestras almas. Venid á nosotros que ocupamos el lugar de Je
sucristo y os hablamos en su nombre ; porque hemos sido, como
vosotros, rescatados y salvados con la sangre redentora de Je
sus : como vosotros seríamos tambien perdidos pecadores, si no
hubiera alargado sobre nosotros su misericordia , si no nos hu
biera purificado su gracia, si no nos hubiera recibido su santa
Iglesia en su seno, si no hubieran intercedido por nosotros los
bienaventurados del Cielo. Salvaos, como nosotros hemos sido
salvados. « Vosotros los temerosos de Dios, venid y escuchad,
y os contaremos cuanto él se ha dignado hacer por el alma
nuestra : » dad oidos á nuestro testimonio, considerad el gozo
que rebosa en nuestro corazon, y aumentadlo todavía viniendo
vosotros mismos á participar de él.
Tomad la santa resolucion que hemos tomado nosotros ; jun
taos en nuestra compañía ; no os pesará, no, así os lo asegura
mos, de haber buscado en el seno de la Iglesia católica la paz
y el perdon, porque sola ella posee la gracia, tiene el poder, y
hace y engendra santos. Creednos, jamás os arrepentireis de
esta resolucion, cualesquiera que sean vuestras perturbacio
nes, por mas grande que sea el sacrificio que tengais que
hacer para venir á ella. Nunca os pesará de haber dejado las
sombras de la muerte, de los sentidos, del siglo, los embustes
del mundo y de la falsa razon, por la gloriosa libertad de los
hijos de Dios.
i Oh hermanos mios ! cuando llegueis á dar ese gran paso,
cuando entreis á tomar parte de vuestra sagrada legítima de
í 1 h APOSTOLADO CATÓLICO. — ÉL SACÉábdÍE tife JESUCRISTO.
BBfl&iblbH; bóM be&áSfSs té68Hclliddbg MU figWaatt P'áWé',
\súmm, i aHihBb's BMaéislié lo^i|Üfeliañ sido niihiátrbsdeVüé^
Iñ f-gcdiicliiaBioh. t alíbtíití etíb'sHlégaMSfefidfdfe ijHfc ÜBgtMs
á hacer paces con él, cuando llegue tan feiii faldffientb; rtígad fltir
Vuestros niihlstroáp'ara tjiie pgrgeveleii ^ püéaah btítttiÜilar dán-
Bebs el pasto eipirltüai 0k biléü Be vüBMttas dlfaaiy lás §tiya§;
y á Hbrirá y glbMd üe ÍJiBI;
LA VERDAD,

EL SACRIFICIO, LA MISERICORDIA REPRESENTADOS

fetf kt sAcEttbOTE déL évai«céli(J:

Tu es sacerdos.
íu eres sacerdote.

Amadbs hermanos mios : Entre la tierra y el cielos entre el


culpable y un Dios justo, Jesucristo se interpone cual mediador :
detietie con una mano las venganzas de ün Padre justamente
irritado; Mostrándole sus cicatrices, señales de sus padecimien
tos, haciéndole ver süs meritos, resultado de su divina Pasion :
con otra mario derrama sobre las almas amor* esperanza, luzj
misericordia. La tierra, paciente* levanta hácia él sus brazbs
en ademan de súplica congojosa, y Jesucristo, mediador divino*
mezcla su vOz con la nuestra, ablanda por su intercesion omni
potente el cielo que se nos abre y deja desprender hacia nbso-
tros el perdon que purifica, la grdcia que sostiene. Nunca ialtd
intercesion tan inefable a nuestras miserias j pbrque escrito está !
tú eres sacerdote eterno^ no por una vez* no por un dia, sí qúe
por toda la eternidad.
Ahbra bien, católicos, este divirio Señbr* sacerdote invisible)
ha instituido un sacerdocio visible encargado con rileho poder
para continuar por los siglos su mision de perdon. El sacerdote
en efecto repite su palabra y la explica * distribuye su grficia,
comüniba su amor : y Jesucristo desde lo mas elevádb del em
píreo, su trono, güia al sacerdocio* confiérele sus póderes, ha-
cele participante de sus privilegios y de su inmortalidad; porque
bise dicho al ministro de Jesucristo tambien : tú eres sacerdote.
120 APOSTOLADO CATÓLICO.
Es mi intento, católicos, desenvolver en vuestra presencia el
sentido de este ministerio divino, y deciros lo que representa el
sacerdote en la sociedad cristiana. Decimos pues, que el sacer
docio ha sido instituido por Jesucristo para mantener y represen
tar tres grandes ideas en el mundo : la verdad evangélica, el sa
crificio, la misericordia. De aquí, el triple aspecto bajo el cual
vamos á considerarlo. Ave, Marta.

La verdad ha descendido á la tierra como aquellos celestia


les huéspedes que en otros tiempos venian á asentar en el hogar
doméstico del hombre : inclínase hacia la débil inteligencia para
ir iniciándola en la vida espiritual : ofrécese radiante á las medi
taciones del mas elevado ingenio, como sencilla y limpia al enten
dimiento menos elevado. Al modo que la madre pronuncia á los
oidos del tierno parvulito palabras que despiertan su alma cán
dida, el Verbo de Dios se abajó hacia la humanidad, y la es
tuvo enseñando un tiempo : apenas hizo que aparecer entre no
sotros ; entre el pesebre de Belen donde le recibió el mundo hasta
la cruz de su pasion, en donde le despidió, fué muy corta la dis
tancia. Deja pues la tierra, y se va.
¡ Cómo ! ¿ la verdad se irá borrando poco á poco ? ¿ irá debilitán
dose su voz como la de un eco que á fuerza de irse repitiendo gra
dualmente con menos fuerza , se extiende , alej a y muere ? ¡ Cómo !
Cuando habrá lucido sobre las miserias humanas la eterna luz,
el hombre, este peregrino que viaja destrozando las plantas de
sus piés con las espinas y abrojos del camino, pero cuya mirada
va fija en el cielo por una fuerza secreta que le obliga á mirar
arriba, ¿verá como la oscuridad va bajando y espesándose las
tinieblas en torno de sí, aun despues que un Dios vino á alum
brarle con su esplendor? — ¡ Ah! no, mil veces no : seria im
piedad creerlo, ni aun imaginarlo : Jesucristo hizo al mundo el
presente de su verdad, y esta verdad no puede morir. Desde el
corazón del sacerdote la verdad se irá transmitiendo sin altera
cion hasta la consumacion de los siglos. Jesucristo es quien lo
ha prometido.
El sacerdote es el hombre de la verdad, el eco encargado de
decirla infatigablemente, y traspasarla, y extenderla, y plantarla
y hacerla fructificar en todos los rincones del mundo, en todo
tiempo, en toda ocasion. La verdad se ha apoderado del sacer
dote, lo ha caracterizado con su sello, se ha consagrado en él,

»
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 121
en el dia de su ordenacion santa, y le tiene dicho : Mira, yo soy tu
reina, y cualquiera de mis ministros y embajadores que se atreva
á alterar alguna cosa de mí, es un sacrílego, y yo lo arrojaré de
mi seno cortándole como rama seca, inútil, dañosa.
Y ¿ qué es lo que representamos nosotros en esta cátedra en
torno de la cual venís á reuniros con tanto apresuramiento ? ¿ En
esta cátedra desde la cual tenemos poder, y aun el deber de juz
gar á los poderosos de la tierra ? ¿ Qué fuerza oculta les trae á
estos aquí, yo os pregunto, á estos que tal vez se erigen en bu
fones y satíricos nuestros ? ¿ Es acaso la palabra de un hombre
lo que vienen á oir ? ¿Vienen acaso para complacerse en percibir
unas cuantas frases floridas, ciertas armom'as retóricas, algu
nas palabras sonoras, algunas cadencias mesuradas? Vense en
efecto hoy dia, como en todas las épocas, que ciertos personajes
elocuentes reunen en torno de sus cátedras muchedumbres de
gentes, ansiosas de fuego, entusiastas de lo maravilloso ; pero
como los tales oradores no apelan sino á las pasiones, las pasio
nes solas les responden. ¿ Qué es menester si no para que al
clamoreo de las ovaciones venga á suceder un silencio tacitur
no ? Basta que desciendan de esa arena de fuego ; basta que en
lugar de proclamas apasionadas, expongan ideas, presenten el
símbolo de la fé : esto basta, el tribuno será acogido con indi
ferencia si no con desden.
El siglo nuestro es desde luego harto afectuoso, ve pasar sin
hacer alto esos doctores que pregonan hoy lo que mañana nie
gan ; oye con desden y aun con sonrisa satírica esos eternos in
vestigadores que exclaman sin cesar : yo he encontrado la so
lucion del problema... He dado con la verdad... la verdad mis
ma. ¡Y qué habeis encontrado, desdichados! un sueño que
os disgustará y cansará muy presto... aunantes que lo juzgueis
posible.
Mas al lado de esa turba de idealistas, cuyos conceptos sume
en la nada la hora que suena despues, al lado de esas ideas efí
meras mirad al sacerdote católico : diez y nueve siglos hace que
predica lo mismo, que anuncia las mismas verdades, la misma
doctrina, la misma moral, sea que el sacerdote explique un libro
humilde en donde aprenda el niño á deletrear, y cuyo solo título
hace sonreir á nuestros espíritus fuertes. El orador sagrado mas
sencillo y menos nombrado reune al pié de su púlpito un auditorio
constantemente mas numeroso de ordinario que el que suministra
la mas populosa ciudad á sus sabios mas brillantes. ¿Y por qué ?
4il APOSTOLibb CATÓLICO.
j Pbr qué! Portftle hd Sbihbs iidsoti-bá §iilt¡ lb§ 8rpiids g iritét--
pretes de tó verdad católica; qtle va pasando Siii dltfetaciori pW
ritiestrds iabids de ühdS Üil btt-oá; y db todos á vbsutrbá; intér
pretes y órgaiitís de esta verdad tple tibs jüfcgará á ildsbtrtis coriib
á vdstftrbs; dé está verdad tjue tibs recliazará tai vez de sí, si por
ventura litis etícdhtrara ihdighos de ella: — ¿ POr <}dé ? —
Pbrqtle ilb^titftis somos" Ütia ddctritia «- üha reiigibri. Si fuéra-
ihtis tari solaifleüté Üübs i-ebfetidores de la palabra humada; ihas
ó ttiefibs felices feri recürsdá de iiigehio* ttiSs 6 menos eibellerites''
nb tihiét-áiá pdi- cierto Vdsdtros A recoger cbii tatitd étlidadd lá
idea estéttl de üho de vÜeStrbs §en1ejahtes. Cansado está ya ei
iriütído y fastiüiadd de éáds idebibgistds', de esos prec'eptores á lá
iflbda ; y tiene razdb el tiiütidti.
De aqüí prdviene; aniadbs hermaiids Mo8j de áquí sé deriva
eSa magnífica idea qué Se halla arráigada eri el ebraíoft del cris
tiano acerba de ia sublime represeiitacidli, eii el bristianisnib y en
la sociedad, del sagrádd carácter sacerdtitaL El sacerddcid e's
una paternidad espiritual que traiismite al pueblo Cristiano la
vitía de ia ititeligericia; al igrioraiite, ai Sabio mas sublitíiadb
en la fciencia ; que participa á los fleles las' vivientes partículas
del alimeiitb eterno ; y pdr este motivo llamais cbri mucha ra
zon al sacerdote : Padre : y le debis, PMre WiiO ; parque él es
quien os ha engendrado á la luz de la verdad eterna; él es quieii
ffiaS tarde os abasteció defé y de caridády de amor á la virtud.
Quiehes quiera que seáis; vóádtrds tbdoS habeis recibido de hc¿
sbtrds ihüchb, sí, mucho, seá de lejbs, sed de certa ; sernos
vuestroS maestros, vuestra alma rtos debe tanto, y tanto, y tahttiJ
Ndpüedo mendsde dejdrhle arrastrar de ütta "santa admira
cion al ver esos hüitilldes y celbsbs bastorbs de las aldeas y
cortijo's de las selvas pasar largas horas, dias, años en enseñar
los rudimentos y la práctica de la fé cristiana á tantas almas in
felices, que por cierto nb son Visitadas de ésos orgüllosbs filoso
fastros, que se sortrieh y burlan al ver el cele apostólicb del mi
nistro de Jesucristo. ¿Ni cómb hah de coiriprender esos hombres
repletos de orgúlld y de sensualidad el que ün Sacerdote se con
dene á una vida escura, incógnita* huhüide, penosa y desinte
resada?;.. Enseñará deletrear, enseñar el catecismo; enseñar
á rezar á pobres y huerfanitos hiñbs. . . ?, cómo entrar en esos vas
tos planes de un filósofo que aspira á la nombradla universal ?
Al ver ese ejercicio tan poco famoso del sacerdote del Evange-
ÜO* la sonrisa y la expresion de lástima se deja ver en sus labios,
LA VERDití; feít., M EL ÍÜfcERDOTE. í II
y a^iBfdtí ese Hjié ÜáWMi Sü MáttóÉ8; pocB BH artíidiiíd ctítí sil
civilizacion.
PM bietí; rgid; iháttb§; 8 teneíi, sí idas" tí§ place; Bolripasion
de ég8 ílgipoS Bscüfb á >ofebtt8§i ^éf8 íbil^ cbnociaBe'Hia asamblea
db lóÉ gatiid^t ese bbfbbrb, e'3Í sáceFflbte' bs grándb atiti á lbs
djBs agibferiiiaBí y del filosofo ! lleta 8oMgo 18§ destúds btefc
ritís fe ififlldHalei de' lb§ Hermáhoá Sttyóá qub trábáján eMM-
d8§lá tierra; rebresehtá cobsIgB 1S vbfadaerS clvllizÜblbli, lá
«libad, la fe' de loba ÜdS ñlB. fcÜabdo juiitk gfl 18s 8o-
áiifi^olj SI fedbdbr tíB sti ptíUbtB; bsoá KBiübres ciiytíá basbs", util)
á bUb; 11S sbllSdb bh la vida bbb übS idea faráii&e, ?, cuátí süpe-
rlBr dtíarbbb i &bs' sabltíS abé tartamüttbkti yo h8 sé que
áistemd nmertb ábenaá hSblbB ? Y cbahdB dirlglBbdbse I hS M-
¿r§§8§ les dibe : Hijos itiib's, beriflahbs níiBs, yB ibe lhclíHB cofc
iüb^idl» atílfe e§tá áübÜbie paternidad. MeñBsprbBiaaiB, si Ssi Bs
place ; tened entendido que él tiene á honra' sÜbrema su tbi-
áibÜ: JesübHstB; el VerbB etbrtíd; HB tibrie eii la' tietrli rBprbsbn-
tabte illas BigllB:
Süi einbargb, amadb§ hbribSbbs niios1, Bl ministerio 8B1 sa-
ebrüoté, respecta de Vi verdad; tíB es übd rep'resentdcidn bibra-
ffleüte p'Ssivá i si bs cierto que hb tiene defbcbb sdbrB ella, lá
vbrdád empero le impddb Id obligacioh de defenderla : } privile-
gití tbrriblb ! hBhrbso deber párd el soídádo que ha dé teiier
eiiárbbladB el eStddddrte sagrado; eñcarharlB cBii sahgre de jstis
vedas y legárlb ihi,ácttí; al morir; ¡i sus hermanos. Y Ssí, déber
tltibstrti eS indy imperioso el cBnservSr incorruptible la palabra
de tiioá; y cüahdo hd HMyd tjüieil lá atáque, dárla uri refugio en
nüeátrd Sbbbj Bstrechárlá ibas cariñoáShieníe bbb bubsWb pálpí-
taritb bBrkzbü;
Efibddeiiddos al batio tritirifal dé lá verdad; y llgádBs bon
ella, hemos de vivir consu vidd, Siifrtr cob sUs' padecimiehtBs, rb-
gbbijárhos' de Sus" gozos : SabelhbS átilatflbtitb qüe nB püede ni
cífer, rii morir: Por lo qüb tóba árib§btbosSÜs eselSvbáhbmildes,
se iios puede Ijüebrabtár cornil fasijás de Barro ; pero lá vbr-
dad; büal tina bSehciá olbrbsa; sb desliza db lás mahBs Bb quien
W qüierb apriálohai- y se sübb al bielb. ¿Sóíl iübilestbr áiióstoleá?
jSbd QecesariOs ittártütés t vedhbS aqttí. No es gloria nuestra, es
k hÜestrB detíbf : 1S gloriá Se qübda pSra iá verddd qub triúhfa
cuando süs servidores" bábn. ES fflehbstbr dbfbhder Id fe &
costa db padecimientos, e impedir qüe hb se qültb ni üilá jotá
al sagrado depósito del Evangelio?... ¿Pero de qué nombre
124 APOSTOLADO CATÓLICO.
echaré primero mano entre los héroes sin número de la palabra
de Dios?
¡ Terribles son en verdad las luchas del sacerdocio contra el
error armado de un acero escondido tal vez bajo un manto de
púrpura! La verdad subsistirá; sacerdotes habrá que cuando sea
necesario la sepultarán en las catacumbas de donde resucitará
gloriosa : se paseará con nobleza y grandor en medio de las
blasfemias de un mundo bramando contra ella. Cada precepto,
cada punto del dogma costará mártires, y los tendrá en número;
en vano agotará Venceslao todos los medios imaginables para
arrancar de la boca de un sacerdote el secreto sacramental fiado
á sufé ; la fidelidad de un Nepomuceno se levantará ante su pre
sencia cual mano de bronce : el emperador, es cierto, lo hará
precipitaren el rio; mas el sacerdote llevará intacto su secreto
al sepulcro, y nosotros le colocaremos en nuestros altares para
aprender á imitarlo.
Hay hombres que se asombran hoy dia en Europa que se atreva
la Iglesia á hablar de su independencia en el orden espiritual :
no conocen estos tales la expresion de uno de nuestros mayores
doctores : « La libertad de su Iglesia es lo mas que quiere Dios en
el mundo. » Cierto dia, en el siglo décimo tercero , un obispo
se levantó contra las pretensiones de un soberano enemigo de
las franquicias y privilegios eclesiásticos : nada pudo hacerlo do
blar. Desterrado de Inglaterra, vino confinado á Francia donde
recibió un sinnúmero de simpatías. Vuelto á llamar para su dió
cesis, y siempre inexorable en la verdad, estaba en oracion
cierto dia al pié del altar, en ocasion que se vió circunvalado
de asesinos, los puñales en la mano. Tomás de Cantorbery se cu
brió la cabeza con su manto episcopal y dió el último suspiro á
la vista del Dios vivo. La historianos deja consignado quién fué
el vencedor, si el obispo ó el soberano.
Algunos dias despues, el rey de Inglaterra, gimiendo, descalzo
de pié y pierna, vino á pedir perdon á su tumba, y la Igle
sia venera al santo que supo morir por la libertad y por la Igle
sia ; porque la libertad de la Iglesia es la libertad del mundo.
Asi es como se transmite la antorcha de la verdad de mano
en mano por todos los sacerdotes cristianos : así es como el sa
cerdote explica y repite la verdad sin poder alterarla. Pero desde
el orden dogmático pasemos ya al orden moral, y examinemos
la segunda idea que en el mundo representa el sacerdote.
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 125
El principio fundamental dela moral cristiana, el que resume
la ley de Dios, del hombre' y del mundo, ¿ sabeis lo que es? El
sacrificio. Ved aquí, hermanos mios, un espectáculo digno de
Dios.
Viene con mesurado y grave paso un hombre, revestido de
ornamentos simbólicos. Sube las gradas de ese altar, entera
mente preocupado por un pensamiento infinito ; no es ese un
mortal cuya voluntad forcejea apurada en el cieno, no ; es un
hombre divinizado, es el pontífice supremo, es Jesucristo que
salva al mundo. Ese hombre, ese personaje humano será tal vez
como vosotros débil, flaco, abrumado bajo el peso de numero
sas faltas ; pero en este momento desapareció su ser perecedero
absorvido por el elemento divino.
Reproduce progresivamente varios pasos del Calvario ; un
poco mas adelante se detiene como si repentinamente quedara
sobrecojido... y levantando las manos dice en secreto, y como
en ligero murmullo y temblando, una expresion misteriosa... y
la obra queda consumada : Dios, todo un Dios obedece á favor
de un hombre que le manda... ¡ milagro de omnipotencia y de
amor ! y de nuevo Cristo se inmola y muere simbólicamente al
filo de una palabra ; y de este altar, cual otra vez desde el Gól-
gota, se derrama á borbotones la gracia sobre el mundo. Este
sacrificio, es la ley de la humanidad rescatada ; el que se inmola
es nuestro Gefe, es la Cabeza de este cuerpo místico del cual
somos nosotros ministros á la par que miembros.
En nuestra mano está el reproducir el heroico espectáculo.
Pronto y preparado está el altar ; la víctima sois vosotros todos
los que me escuchais, la víctima es todo cristiano ; el cuchillo sa-
crificador se levanta : el cristiano sube, el sacerdote sube, lle
vando la pesada cruz sobre sus hombros ; llega á la cima del Cal
vario, y tomando el filo sacrificador lo embota con mano firme
en su seno. Y así, la muerte engendra á la vida : y así traspa
sando el suelo del destierro, el hombre viajero recoge la co
rona, y segun expresion del Evangelio, toma de asalto la eterni
dad. Violenti rapiuntillud. Esto es sacrificio : Dios por el hom
bre, el hombre á Dios, ambos se sacrifican.
Y ved, amados hermanos mios, la idea sublime que representa
el sacerdote en el orden moral ; y así como no debe cesar nunca
de enseñar la verdad evangélica, jamás ha de cesar de ofrecer
el sacrificio augusto : subiendo irá siempre al cielo el suspiro de
la víctima infinita que el sacerdote inmola ; su mortal clamor
126 APOSTOLADO CATÓLICO.
resonará sfomprc para recordar á la humanidad su ley : Hoc
facite in meatfi commemorationem : « haced esto en memoria
de mí. »
Mas como acaho de decir, el sacerdote representa una idea de
sacrificio ; él debe unirse é identificarse con ella por una alianza
indisoluble con la cruz. El sacerdote, segun el Evangelio, es el
holocausto viyq, el sacrificador que ha de inmolarse á sí mismo.
En tanto, que vosotros estais gozandp de las comodidades que
proporciona la familia, mientras que vosotros estais rodeados de
un amor que jamás se cansq de sacrificárseos, el sacerdote
solo, siempre solq, sea para consolar, sea para padecer; sea paca
aliviar vuestras miserias, sea para sobrellevarlas suyas. ¿Ni
quién le servirá de consuelo en ellas? Y por el contrarip ¿ hay una
de vuestras miserias de que no sea él testigo forzoso 2 ¥a de, con
tinuo pasando de la choza del pobre al palacio del potentado, del
pié del altar á la cabecera del moribundo : derrama el agua pu
rificante sobre la frente del recien nacido, consagra mas tarde
su union, y él mismo es todavía el que le acompaña al sepulcro.
Si vé el sonrpir de la yjda es para yerlo cercado de las som
brías tristezas de la muerte-
¿ Podeis haceros cargo yqsotros por ventura de esa mezcla
de emociones suaves y atroces, dulcesy amargas, alegres hasta
el extremo, sombrías basta el abismo 2 ¿comprendeis acaso esa
mezcla de sentimientos diyinos y humanos, de esas escenas ya
tiernas ya dolorosas que en }a misma hora van pasando sucesi
vamente á su vista 3 Predica la verdad, y los hombres pasan
indolentes ante su palabra ; copsúmese á fuerza dq trabajos pe
nosísimos, prolongados, y se cree dichoso si tiene por recom
pensa el olvido en lugar del insulto ó de la persecucion. Guan
tas veces se le dice ; <? no haceis sino cumplir coq yuestro
deber i s se le da á entender que está ya sobrado pagado. Sus
obras, sus acciones de cada dia por mas heroicas que sean...
no se les echan de yer ; y al menor defecto que en él se note
de humana fragilidad, de Ufl descuido tal yez involuntario, un
clamoreo general se levanta contra él, se le desprecia, y se reti
ran de él precisamente aquellos por quiepes mas se habrá sa
crificado.
iyánzage entretanto la fidad, la yejez xiene á toda prisa,
encanécese §u venerable cabellera, sus manos debilitadas no
pueden, levantarse ya para bendecir ; vise á morir en algun
asUo preparado de antemano á sus achaques por la caridad
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 127
pjíblica, y nunca habrá mostrado mayor solicitud que en su le
cho de muerte. No le tengais lástima sin embargo, porque él
ha escogido. libremente y con entero conocimiento de causa la
situacion que le hace su ministerio ; ha echado libre y espontá
neamente en torno de SÍ la doble cadena de la castidad y de la
obediencia.
£n cierto dia, en una peasiOP mpy solemne y memorable para
él, se entabló entre él y el prelado cpnsagrador un diálogo ad
mirable, lujole ej obispo : « Pensad detenidamente y con madu
rez el pesado cargo que váis á tomar : mirad que es una es
clavitud ; tpdayía sois Ubre, pensadlo bien- » Y le repetia la
palabra dp Jesucristo ; « El discípulo no es mas privilegiado que
el }laestro ; si se me ha perseguido á nu', perseguidos sereis
tambiep ypsptrps. »> — Nq importa ; el sacerdote futuro habia
datjo ya el paso irrevocable que uonia up muro de eterna sepa
racion entre él y el mundo : respondió pues entonces : Domi-
nus pars hcereditqds tfieM V,t cqlicu mei. « Ej Cips mio será por
toda la eternidad la parte de mi herencia, la corona de mis
trabajos. » — ¥ así es que el mundo no Pesa de maravi
llarse, de que olvidando su mision, po tome parte en sus regoci
jos prpfanos, en sus placeres encantadores.
¿Es que la víctima del saprifipio puede participar de los gozos
que se pregonan y prometen pon tanta Rompa y delirio en los
apuncios mundanos? ¿Es que la sábana de la mortaja puede
figurar biep entre colgaduras profanas, eptre adornos sensua
les ? Vojveis vosotros la cabeza por no ver á esta muerte qpe
quisiera hermanar una corona de espinas con una corona de
flppes ; y sin embargo, ¿ sabei§ por qué rechina 4 veces tanto
aborrecimiento al rededor (lel sapprdote ? Porque hay entablado
ept,ee el mPPdo y él uii duelo de muerte ; que este duelo se está
batiendo todos ¡los dias, á cada hora, desde los primeros siglos y
imsta el fin de los tiempos. — Es porque el sacerdote repre
senta pl sacrifipio, la abnegacion ; y que el mundo tiene en hor
ror 4 la mortifipaciop y al desprendimiento, y que mira con es
panto la sepultura ep donde lo quiere enterrar la abnegacion de
sí propio-
El sacerdote no ha de tener sino palabras de amor en sus la
bios, y sip embargo tiene que enlamar pon enprgía ; i Desgra-
pjadp rowndQ ! ¿ Y Ror qué ? — Porque el saperdote y el mundo
son 4qs enemigos irrecopeiliaples- Y yed por qué razop el sa
cerdote es execrado siempre que triunfan las malas pasiones : y
APOSTOLADO CATÓLICO.
ved por qué razon no se fijan sobre nuestra ropa talar sino con
ira y furor los ojos de ciertas gentes; porque nuestro hábito
hace despertar en ellos yo no sé qué sentimiento implacable que
nada puede dulcificar. ¿.Cuándo llegará, dicen, la era de la liber
tad, esto es, el momento en que se pueda cerrar la boca á esos
predicadores importunos, en que se arranque á la infancia y á
la juventud de sus doctrinas y escuelas, y si se obstinan, echar
los á un destierro? ¿Es que no hay quien sienta que se haya des
lizado salva la cabeza del sacerdote de manos del verdugo se
senta años há?
No es nueva esta lucha, amados hermanos mios ; data del
tiempo mismo de Jesucristo. San Pablo decia ya : «Destinados es
tamos á la muerte, porque estaremos crucificados para el mundo ; »
palabra enérgica que pinta con exacto colorido la situacion del
sacerdote en el mundo : crucificado está para él, pasa delante
de él, y le echa su maldicion; aun los mas moderados le vuelven
la espalda y huyen para no encontrarse con él.
Ved lo que somos para el mundo en el sentido del Evangelio.
Nosotros añadimos, que el mundo está crucificado para nosotros,
esto es, que mientras viviéremos, combatiremos sin cesar los
entretenimientos insensatos , las voluntades perversas del
mundo, predicaremos la abnegacion y la muerte de los sen
tidos. Nuestra voz llegará hasta vosotros al través del si
lencio de las noches, y atravesará las espesas paredes de
vuestras habitaciones ; os hará palidecer en vuestras fatídicas
algazaras, y llamará en su socorro á los remordimientos de
vuestra fé.
Siempre, por siempre jamás repetiremos la palabra de Jesu
cristo : « Bienaventurados los que lloran. . . si no haceis peniten
cia, todos perecereis: » Esta palabra es el suplicio del mundo,
pero es tambien su anuncio un deber para el sacerdote. Y así
como dicho está : « Desgraciado del mundo, desventurado y
maldito sea el espíritu del mundo » , tambien se nos ha dicho :
« Desgraciado del sacerdote si no evangeliza. . . » Y ¿ sabeis lo que
representa el Evangelio? El Evangelio es la abnegacion, el
Evangelio es el sacrificio, el Evangelio es la muerte de sí
mismo.
Pero ¡cómo! ¿Es que nosotros no representaremos sino la
lucha en la escena del mundo ? Amados hermanos mios, no os
sobrecojais de temor ni de compasion por el sacerdote ; porque
ademas de representar la verdad evangélica y el sacrificio, re
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 129
presenta ademas para consuelo vuestro la mas lisongeray ha
lagüeña idea; á saber, la misericordia.

a Oh vosotros todos los que padeceis tribulaciones y que es-


táis cargados de trabajos, venid, venid á mí. » Allá en cierto
dia, fué dicha á los hombres esta palabra que por sí sola reve
laba como Dios al que la pronuncio : y desde entonces, siempre,
por siempre, á esta voz que anuncia el perdon los pecadores se
apresuraban á acudir á Jesucristo, y escuchaban con gozosa ad
miracion á este profeta inspirado que losacogia con ternura, ba
ñaba con sus lágrimas de amor, y estrechaba en su seno los hi
jos pródigos del arrepentimiento. «No he venido yo, decia, á
llamar á los justos, sino á los pecadores ; » y se asentaba á
la mesa con publicanos , y tenia en su bendita lengua palabras
de compasion para una muger adúltera, y hacia largo y fatigoso
viaje para lograr la conversion de una pecadora manchada.
Ahora bien me direis, ¿ con que es posible el misterio de la
reconciliacion? ¿ No lo ha puesto en práctica Jesucristo mismo
por cierto tiempo para con un cierto número, solo por privar
al mundo de ellos despues de su ascension á los cielos ? — Si
tiene dicho : « Yo estoy con vosotros hasta la consumacion de
los siglos, » ¿ no habia de perpetuar sobre todo la misericordia,
esta necesidad suprema de nuestra miseria ? — Dicho lo tiene,
y lo ha ejecutado así.
El ha dicho á los sacerdotes : « Perdonados serán los peca
dos de aquellos á quienes vosotros se los hubiereis remitido ; y
quedarán sin perdonar los pecados que vosotros no hubiéreis
perdonado. » ¡ Oh almas desventuradas, víctimas de las pasiones
humanas ! no desespereis de vosotras mismas, ni de Dios, porque
hay entre nosotros y en nosotros tesoros de misericordia para
todas las miserias, para todos los males, para todas las tribula
ciones.
Hay instituciones, amados hermanos mios, que consigo mismo
llevan un carácter tan vivo de divinidad, que someten y cautivan
la admiracion de cualquiera que las pese en el silencio de la re
flexion. Segun esto ¿no es un pensamiento manifiestamente divino
el haber personificado en un hombre débil, en un flaco mortal la
misma bondad divina ? Cierto es que este hombre está obligado á
ser perfecto ; pero al fin la perfeccion le viene de Dios ; la flaque
za, de sí mismo. ¿Qué mayor maravilla que ese sagrado tribu-
S. M. I. 9
130 APOSTOLADO CATÓLICO.
nal en donde el que se acusa es el culpable mismo, en el que el
Juez es el mismo que está atenido á perdonar si el acusado-acusa
dor se arrepiente? Ese tribunal en donde el culpable, el que
ha ofendido áDios, ultrajado su justicia, dice ásu representan
te : | Padre mio ! en tanto que la justicia conmovida se inclina
ante él y le responde : ¡ Hijo mio ! — ¡ Oh ! si no es este un
pensamiento divino, uno de esos pensamientos de paz en que va
envuelto el corazon de Dios, digasenos bajo de qué otro carácter
se lo podrá reconocer tal.
Ved aquí un hombre lleno de manchas y de culpas, á cual mas
horrendas ; se ha estado entregando á toda clase de inmundas y
perversaslocuras ; ha gastado sus bellísimos dotes de naturaleza,
sus hermosas facultades á ir en pos de yo no sé qué delirios in
sensatos, impíos. Vedlo envilecido á sus propios ojos : pregúntase
al «orazon, y no escucha sino un largo y profundo clamor de de
sesperacion ; vé allá en su fondo un vacío como abismo sin suelo.
¿A quién llamar en su socorro? — Veamos, hombres de toda
opinion y estado ; ¿es que teneis á mano un remedio para los ma
les morales sin cuento de este infeliz?...
Pero hé aquí que repentinamente llega á él un rayo de gra
cia : se acuerda de que ese es una puerta, la sola puerta abierta
para escapar y salvarse del total naufragio de su alma , y que
entrando en sí mismo puede aun encontrar todo el rejuvenecimiento
de su corazon : él, envejecido entre borrascas de pasiones, se le
vanta empero, y se va, arrepentido, á arrodillarse á los piés de
un sacerdote ; y deposita todas sus faltas, bañadas en lágrimas,
en el seno paternal del sacerdote. De allí á poco, en cortos ins
tantes, ya no quedan en aquella alma sino el arrepentimiento y
la esperanza; muy luego, el sacerdote enternecido de sus mise
rias y despues de haber dictado medios de precaverse contra sus
propias flaquezas, levanta su mano sagrada y bendiciendo su
frente le dice : « En nombre de Dios, yo te perdono : » Y en
aquel mismo instante, Jesucristo mismo lo ha dicho, en aquel
instante mismo celébrase gran festin en el cielo. El pecador se
levanta purificado ; vuelve á encontrar en su alma la paz per
dida, y las emociones suaves de la virtud. Cada dia está obran
do el Señor este milagro, y nosotros somos sus felices instru
mentos.
Ala entrada del camino de Vuelta, y de Penitencia, el alma,
desengañada del mundo, separa á veces, se detiene, vacila : un
sentimiento muy natural de vergüenza la retiene, es una especie
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 1 31
de desconfianza en la caridad del sacerdote... ¿Pero cómo no ha
de ser indulgente ese ministro, alimentado con el espíritu del
Evangelio, ese ministro obligado á estudiar y á reproducir sin
cesar la obra del Buen Pastor, de aquel pastor que se va, atra
vesando precipicios sin cuento, á buscar la oveja perdida ? ¿En
dónde encontrar en el mundo una amistad que salga. al encuen
tro del sacrificio, que lo dulcifique, sino en ese hombre testigo
cada dia de las innumerables fragilidades del alma, testigo de
los milagros de un Dios de bondad, de un ministro que tiene
necesidad siempre de compasion y de perdon, que ve á uno de
sus hermanos en aquel que ama con aquel amor de que habla
san Pablo, y que sale palpitante de las entrañas mismas de Jesu
cristo, de ese ministro que ve á uno de sus hermanos puesto a
sus piés, ese ministro que ha recibido ciertísimamente plenos
poderes divinos, y que sin embargo no es, él mismo, sino un
flaco mortal?
Cesan las dudas, renace la confianza, fortalécese la fó y el
pecador se arroja con decision á los piés del sacerdote. ,— ¿y
vosotros lo podríáis extrañar ? ¡Cómol ¿quién no se humillaria
ante cualquiera de vosotros que hiciese un acto sublime á los
ojos solos de la razon ? — ¡ Ah ! no es posible comprendais el
lleno de la dicha de un sacerdote ! Precisamente, cuando tiene
cerca de sí, al lado de su alma, otra alma tiznada, ennegrecida,
que vomita con lágrimas los secretos de su conciencia, entonces,
entonces ¡cuan dichoso es el sacerdote I
Os he estado hablando poco ha de nuestros sacrificios: y
bien, olvidadlos ; yo os engañaba sin querer : nada son en com
paracion de nuestros gozos. En este solemne momento del per-
don, quedan echadas al olvido mas completo nuestras penas ;
nuestro corazon se ensancha, y se apodera de nosotros un valor
casi divino. Dios al pasar por nosotros para llegar á vosotros, deja
una huella indeleble de su paso. No tiene amor el sacerdote, se
dice algunas veces ; si se quiere dar á entender esas afeccio
nes humanas y profanas, se tiene sobrada razon, nuestro deber
es alejárnoslas, rechazarlas de nosotros, sofocarlas; pero de
esta amistad divina á la vez y humana que abrasa al alma, que
sale enteramente consagrada por el corazon de Dios y perfumada
del ambar divino, nosotros solos la conocemos ; si se perdiesen
en el mundo la misericordia y la compasion, irian á encontrar
las en el corazon del sacerdote : seguros de que no faltarán
jamás.
132 APOSTOLADO CATÓLICO.
Cierto escritor que llevaba la palma y daba el tono á la litera
tura frivola, escribió cierto dia un libro sobre la confesion ; era
entonces moda el anunciar la muerte irremediable del catolicis
mo. Supone él á un hombre cargado con un crimen enorme que
le obligan á confesar los remordimientos de su conciencia : pero
fué en vano ; todos los sacerdotes á quienes se dirigió no acep
taron la responsabilidad de absolverlo , unos porque no se atre
ven, otros porque se van á sus quehaceres humanos. Algunos
confiesan franca y llanamente su impotencia para con aquella
alma ; hay, si no me engaño, hasta quienes han olvidado la fór
mula de la absolucion : el desdichado va recorriendo así toda la
Europa, paseando su conciencia, ofreciéndola á todos, y se ve
despedido de todos. De sus premisas ingeniosas, como se puede
adivinar sin ser lince, saca por consecuencia la muerte del cato
licismo.
En cuanto á nosotros, no permita Dios que tomemos seria
mente ese loco pensamiento echado en desafío al sentido comun,
y que conduce al través de un intrincado laberinto de ridiculas
imaginaciones á una conclusion impía. Pero ¿hácia dónde ha
dirigido sus pasos para apercibir á la caridad faltando en todas
partes en las almas sacerdotales? ¿Porqué no entra pues en la
iglesia mas pobre de una aldea para poner á prueba su teoría ?
Por lo demas, teneis razon, filósofo petulante; si así fuera
como dices, Dios no estuviera en nosotros, y el sacerdote seria
muerto : moriría en el momento mismo en que se apagase en el
corazon del hombre la última chispa de la caridad.
Séame permitido, amados hermanos mios, resumir en dos pa
labras todo mi discurso.
¿Qué es el sacerdocio tal como lo ha establecido Jesucristo?
¿ Qué es el sacerdote? — Es Jesucristo constantemente presente
en la humanidad, Jesucristo enseñando constantemente la ver
dad del sacrificio, la misericordia. ¡Jesucristo doctor, sacrifica-
dor, reconciliador ! de aquí esa expresion sublime y enérgica de
un padre de la Iglesia : Sacerdos, alter Christus. El sacerdote es
otro Jesucristo : en esta palabra se encuentra la razon de vuestro
respeto y de vuestra obediencia ; en esa palabra, la razon de
nuestros temores y de nuestro deber. Ahora vendreis ya en co
nocimiento cabal del objeto de esta predicacion.
Cuando exponemos la verdad del Evangelio, queremos pro
barla en vuestra presencia, examinando, segun lo pida la oportu
nidad y vuestro provecho, los errores de esta nuestra época,
LA VERDAD, ETC., EN EL SACERDOTE. 133
haciéndolo con energía,, y con la moderacion que cumple á la
verdad divina. Nuestra doctrina moral se ve constantemente li
gada al gran principio, al principio cristiano por excelencia, al
sacrificio. Por lo que toca á la misericordia, la Iglesia os la ofrece
siempre, y en todos tiempos abre de par en par las puertas de sus
tesoros ; á vosotros toca el venir á aprovecharos de ellos.
Por lo que hace á la muerte del sacerdocio, engáñase desas
trosamente el impío que os la anuncie : morirá cuando se deje
la verdad en manos del capricho de la ley de cada uno ; morirá
cuando deje de ser el sacrificio en el altar y en el corazon del cris
tiano ; morirá cuando el hombre pecador no tendrá mas necesidad
de lástima ni perdon. Entonces la humanidad llorará, buscará en
vano á su Dios, echado del universo ; pero escrito está : Tu es sa-
cerdos in ceternum ! ¡ Tu eres sacerdote por toda la eternidad !
Amen.
I

EL CELO DEL SACERDOTE

SEGUN UN SERMON PREDICADO EN PARIS.

BOU EL ILM SR. DUFETRU, OBISPO BE NEVER8.

Ignem vesi mittere in terram, el quid volo


nisi ut accendaturt (LüC, XIII, 49.)
Vine á prender fuego á la tierra; y qué he de
querer sino que se abrase.

¿ Cuál es, amados hermanos mios, este fuego misterioso que


vino á traer Jesucristo á la tierra, y con el cual desea queden
abrasados todos los corazones ? -=» Es ese divino fuego cuyo foco
está en el centro mismo de Dios que es la caridad por esencia :
es ese fuego divino que en otro tiempo esparció el Espíritu Santo
en el cenáculo por torrentes en los apóstoles, y que los apóstoles
llevaron en seguida hasta los confines de la tierra : es el sagrado
fuego del celo que vosotros, Sacerdotes del Señor, ansiais tanto
comunicar al corazon de los fieles ; es esa llama divina que os
agita, os circunda, os envuelve... Y vosotros decis tambien :
Quid volo nisi ut accendatur?
Y este es ese precioso fuego, amados hermanos mios, que yo
me propongo comunicaros al anunciaros la palabra divina, de
seando abrasar vuestros corazones con el celo de la caridad ce
lestial. Quisiera comunicarlo álos que aun no conocen los gozos
santos que nos suministra. Yo os recordaré los motivos que de
ben animar á nuestro celo y las cualidades que deben acompañar
á su ejercicio : tal es la division y asunto de este discurso. Im
EL CELO DEL SACERDOTE. 4 35
ploremos el auxilio del Espíritu Santo por mediacion de María,
saludándola con el ángel. Ave, Marta.

Al extender la vista, amados hermanos mios, por todo lo que


os rodea, vereis cómo los enemigos de la religion no cesan de
derramar las ponzoñosas semillas de las nuevas doctrinas : im
pacientes por recoger sus fatídicos resultados, sus frutos dañinos,
se dirigen á todas las edades, á todas las condiciones. Adulan á
los grandes, lisonjean á los ricos ; tiéndenles sutilísimos lazos
de ambicion y deleites : apodérense de los pobres y pequeños
desviando su vista de los tronos que les están preparados en el
cielo, para mostrarles los elevados puestos que pueden ocupar
en la tierra. Engañan á la vejez encubriendo de flores la mortaja
que se les va abriendo á sus piés ; extravian á la juventud,
hechizándola con el encanto de una engañosa libertad, y exal
tando su imaginacion con el ruido y clamoreo de las pretendidas
conquistas del espíritu del dia sobre las viejas preocupaciones
de los tiempos antiguos. Y ¿no tratan hasta de insinuarse en las
almas de las mugeres, por medio de esas lecturas impías y ro
mánticas que por lo regular dejan en el espíritu impresiones de
duda, y en el corazon, un fuego de pasiones culpables?
¡ Ah ! vosotros lo sabeis como yo, vosotros los que vivís y habi
tais en el seno de esta capital ; la fe se enflaquece, resfríase la
caridad, abunda por todas partes la iniquidad, y vosotros no ce
sais de lamentarlo en el secreto de vuestros corazones. Pero yo
vengo á preguntaros ahora si dejareis cobardemente que se ro
ben á Dios sus adoradores, y sus mas fieles servidores á la Igle
sia ; si cuando se levantan tantos brazos para hacer precipitarse á
impulso de sus fieros golpes las almas rescatadas con la sangre de
Jesus, vosotros nada hareis por salvarlas ; si en tanto que los
malvados muestran diariamente tanto celo para perderlas, no lo
tendreis mayor para ganarlas y salvarlas.
No vengais diciéndome, amados hermanos mios, que teneis
otros deberes imperiosos que llenar; no me digais que, echados
en medio del mundo, os hallais preocupados con mil cuidados,
con mil solicitudes ; que por último el sacerdote ha sido puesto en
el santuario para celar por la guarda de la eternidad, por el
esplendor de su culto, el triunfo de su gloria, la reforma de cos
tumbres, la predicacion de las doctrinos santas, y en fin por la
salvacion del prójimo. Os responderé yo, amados hermanos
mios, que ae trata de manifestaros los defensores de la causa de
436 APOSTOLADO CATÓLICO.
Dios, los bienhechores de vuestros hermanos, los cooperadores
de Jesucristo en la grande obra de la redencion.
Ahora bien, este glorioso ministerio no incumbe sola y preci
samente al sacerdote ; os incumbe tambien á vosotros, y si rehu
sais de aceptar este honor, este deber, haríáis tráicion á vues
tra fe, y borraríáis en cierto modo de vuestra noble frente el
sello del cristianismo. — Pero no, amados hermanos mios,
tengo formado un concepto muy ventajoso de vosotros, y estoy
persuadido de que deseais encender en vuestros corazones esta
divina llama que nuestro señor Jesucristo ha venido á traer al
mundo. No tengo pues que hacer otra cosa sino corroborar vues
tros propios sentimientos, vuestras disposiciones religiosas.
Segun esto, me propongo deciros que el ejercicio del celo va
á haceros defensores de la causa de Dios. ¿ Qué es el celo ? El
celo es, dice Guillermo de Paris, el guardian del honor divino y
de la gloria divina ; cusios divini honoris, et glorice. El celo,
dice san Ambrosio, es la caridad : Zelus charitas est. El celo nos
une á Dios, nos identifica con Dios. Así que el celo ha venido á
calentar, á abrasar nuestro corazon, no vemos en todo sino á
Dios, no buscamos en todo sino á Dios : todo lo que place á
Dios, nos place á nosotros, y todo lo que ofenderle puede, nos
hace verter lágrimas y nos hace prorumpir en gemidos de dolor.
El cristiano celoso cuando vé honrado y glorificado á su Dios,
participa del gozo de los ángeles, entona cánticos de acción de
gracias entre los transportes de su regocijo ; pero cuando por el
contrario vé ultrajado al divino objeto de su amor y veneracion,
se abandona entonces á un grande desconsuelo, ó mas bien se
anima, se inflama, se llena de una santa indignacion, busca los
culpables y les pide cuenta de sus sacrilegos ultrajes.
Siempre que Dioses combatido, se considera herido él mismo
en lo mas vivo de su corazon ; la causa de Dios es la causa suya,
los intereses de Dios son sus propios intereses. Defiende á Dios
contra el impío; y ¡ cuán glorioso es ejercitarse en semejante
ministerio ! ¡tener en cierto modo á un Dios por cliente suyo, de
fenderlo, protegerlo ! ¿ qué mas augusta funcion le puede caber
en la tierra? Nada tan noble, nada tan grande, nada tan subli
me, dice el Crisóstomo, como el ejercicio del celo.
Perecederas, efímeras, deleznables son todas las demas glo
rias, y siempre viene á empañar su lustre algun defecto : porque
desde luego todas ellas participan de la inconstancia y de la
nada de las cosas de aquí bajo. La gloria de los conquistadores
EL CELO DEL SACERDOTE. 4 37
se limita á vanas aclamaciones cuya armonía se ve frecuente
mente perturbada por los gemidos de sus numerosas víctimas. La
gloria de los célebres oradores, aun cuando haya pasado por las
mil trompetas de la fama, se va desvaneciendo y sucumbe á las
variaciones y caprichos del humano espíritu. La gloria de los que
han recibido cultos en los templos de las bellas artes, aun hasta
la gloría de los bienhechores de la humanidad, ¡ ah ! y á cuántas
rivalidades, á cuantas intrigas no están expuestas, si no es que
no hayan mendigado de ellas sus favores ! Por lo demas, todas
estas glorias se debilitan y aun desvanecen con el tiempo ; y cual
quiera que fuere su duracion, no quedan de pié sino como un
monumento por cierto muy estéril para el que yace bajo la losa
fria del sepulcro.
Pero la gloria de esas mujeres verdaderamente cristianas,
dotadas de un corazon apostólico, dispuestas siempre y prontas
á consagrarse y á sacrificarse á las obras de caridad, esta gloria,
amados hermanos mios, está exenta de todas esas humanas vi
cisitudes : así es que ni los caprichos de los hombres, ni sus pa
siones, ni aun sus opiniones encontradas, nada, nada puede ro
barles su mérito, empañar su brillo. Asociadas aun acá bajo á la
gloria de Dios, se hallan rodeadas en la tierra de esas luminosas
ráfagas que se escapan del seno de los divinos esplendores, y
participan anticipadamente de la gloria que les está reservada
en el. cielo.
Y esto es, católicos, lo que en cierta ocasion decia el gran pa
dre san Agustin, á un hombre de mundo . « ¿Buscais la verdadera
» gloria? ¿ansiais por tenerla? ¿correis llenos de entusiasmo por
» alcanzarla? — Pues bien, no la hallareis sino en el ejercicio
» de un celo sincero y constante. Esa es, y no otra, la verdadera
» gloria . » Y al propio tiempo le recordaba el santo doctor los ejem
plos de esos grandes héroes del antiguo testamento, los Matatías,
los Judas Macabeos y sus hermanos ; nombraba tambien los Cons
tantinos y los Teodosios, y nosotros podriamos añadir los Agus
tinos, Domingos, Francisco Javieres, Vicentes de Paul y otros.
¡ Y qué no podríamos decir nosotros mismos, de esos hombres
apostólicos que abrasados de celo, abandonan su patria, dejan
sus padres, casas, familias, bienes, amigos, parientes, de esos
homares sacerdotales que sin temer al océano con todas sus bor
rascas y peligros, la barbarie de las costumbres idólatras, las
persecuciones que les esperan en climas lejanos, no vacilan en
ir en alas de amor hasta las extremidades del orbe p¡ira anunciar
138 APOSTOLADO CATÓLICO.
á los infieles el evangelio de salvacion? ¡Ah! ¡y cu án hermosos
pasos dan los piés de los Evangelizadores del Señor, de los que
descienden la montaña, de los que traen la paz, y anuncian
eternos bienes ! ¡ Cuán hermosos aparecen, cuán grandes, cuán
gloriosos al hacer brillar la luz de la fe en el seno de esos en
jambres de mesnadas sepultadas hasta entonces en la ignorancia,
sumidas en la mas grosera supersticion ! Quam speciosi pedes
evangelizantium bono l
No una, sino muchas veces, amados hermanos mios, habreis
sentido latir vuestros corazones al recorrer los Anales de la Pro
pagacion de la fe ; y al ver los prodigios obrados por los misio
neros, habeis sentido tal vez veros encadenados en vuestra pa
tria. Y vosotras, señoras mias, cuyo corazon es tan ardiente, tan
generoso, ¡cuántas veces no habreis sentido el que vuestro sexo
no os permitiese ir á ejercer tan sublime, tan noble apostolado !
¡ quisieráis tambien vosotras atravesar esos mares, ir en busca de
infieles y de idólatras ! Pue6 bien ; yo vengo á deciros á todos y á
todas que no teneis necesidad de salir de los umbrales de vues
tras casas, traspasar los límites de vuestra patria, dejar el seno
de vuestras familias. De infieles, ¡ah! rodeadas estais por todas
partes, á millares los están viendo de continuo vuestros ojos.
¿ Es que no estais oyendo á todas horas esas blasfemias contra
el cielo, esas imprecaciones contra Dios, todos esos ultrajes he
chos á la religion, á sus dogmas, á su moral? ¡ Cómo ! ¿ no os
sentia penetrados de celo ? ¡ Cómo ! ¿ no os sentis abrasados con
una fe ardiente ? ¡ cómo ! ¿ no sostendreis vosotros la causa de
Dios, no defendereis sus leyes, no los protejereis contra sus
enemigos? — Pero si hubiera hombres harto osados para bal
donar vuestro estado, vuestra condicion social; si en presencia
vuestra se atreviesen á atacar vuestro honor, vuestro linaje, vues
tra propia familia, cierto que no os quedaríáis mudos, ni inde
fensos : encontraríáis sin duda alguna mil justos pretextos para
hacerlos callar, mil medios de defensa : impondríáis silencio á
vuestro atrevido detractor, daríáis un corte á sus calumniosas
acusaciones con solo la firmeza de vuestro carácter, con solo la
energía de vuestro porte, con la fuerza en fin de vuestros razona
mientos.
Yvedque vuestro Dios, que vuestro Padrey Señor, que vuestro
Maestro y Bienhechor eterno se halla ultrajado, y sacrilegamente
acusada su sacrosanta religion ; y ved, hermanos mios, almas
sin número que se declaran desvergonzadamente contra Jesu
EL CELO DEL SACERDOTE. 1 39
cristo ; y vosotros, vosotros, sí, ¿no teneis ánimo para sostenerlo ?
¿no os queda fuerza para salir á su defensa? Pero | cómo ! ¿ es que
estais contra él, puesto que no estáis por él? Y si no os queda
al menos el ánimo y valor y generosidad y nobleza para tomar
armas en su favor, ¿ es que no os ruborizais de pasaros al partido
de los cobardes y apóstatas ?
Pero no ; | cuán glorioso no seria para vosotros el constitui
ros los defensores de la causa de Dios, cuán glorioso declararos
por bienhechores de vuestros hermanos ! ¡ Oh qué beneficio tan
grande el sacar un alma del abismo del pecado, el ganarla para
el cielo ! Mas para que conozcais todo el grandor y altezia del mé
rito de esta accion, de este inmenso beneficio, menester seria,
amados hermanos mios, recordaros lo que es una alma, lo que
vale un alma, lo que ha costado de lágrimas, de sudores, de
sangre á Jesucristo.
El alma del hombre, dice Tertuliano, es la sombra misma de la
divinidad en la tierra. El alma del hombre, dice san Gregorio
Niceno, es la obra mas acabada del Criador ; el alma del hombre,
dioe sanGregorioNacianceno, es un mundo entero en pequeño es
pacio. El alma del hombre es la posesion mas querida de Dios,
dice san Agustin, y san Juan Crisóstomo añade que el alma del
hombre es de precio tan grande, de quilates tan subidos que no
puede comparársele nada de este mundo. — Pero ¿ qué es esta
misma alma en estado de desgracia con su Dios, un alma en
pecado mortal? —Es la obra maestra de Dios encenagada en el
envilecimiento y la degradacion ; es el resplandor divino sepul
tado en tinieblas, es la obra mas hermosa del Criador afeada y
disforme por las manchas del pecado, es la herencia de Dios asal
tada por el Infierno, es la muerte misma en eleentro de la vida.
¿Qué hace pues el celo cuando saca un alma de este tan la
mentable estado? — Hace una obra superior á todo elogió, llena
el ministerio mas grande y el mas perfecto que se pueda ejercer
en la tierra, pues que haoe pasar esta alma desventurada de las
tinieblas á la luz, de la muerte á la vida, del infierno al cielo.
Sacar de sus cadenas y calabozo á un cautivo, es ya, amados
hermanos miog, una obra que generalmente encomian todos los
hombres con los mas justos transportes de reconocimiento y ad
miracion ; mas librar á un alma cautiva del pecado ; mas el
volver á esta alma la santa y feliz libertad de hija de Dios, es be
neficio de tanta cuantía que solo puede celebrarse dignamente,
en los sublimes conciertos de los ángeles.
140 APOSTOLADO CATÓLICO.
Dar pan á los hambrientos, dar vestidos á los desnudos es un
beneficio que atrae ordinariamente sobre sí mil bendiciones de
todos los hombres de corazon ; pero dar á un alma el alimento
espiritual de los buenos consejos ; pero volverle á esta alma el
ropaje de la inocencia de que se hallaba despojada, ¡ oh ! her
manos mios muy amados, es un beneficio incapaz de expresarse,
y voy á repetirlo, un beneficio que no puede ser comprendido ni
estimado sino en cuanto se conciba lo que es un alma, lo que
un alma vale.
Y qué, ¿podria decíroslo yo? Aun cuando pidiera yo de
prestado, amados hermanos mios, el lenguaje de los testigos de
los padecimientos primeros de Jesus en Belen, de sus persecu
ciones en la Judea, de su agonía y congojas en el Huerto de
Gethsemani, aunno podria expresarosyo loque es superior á toda
expresion de lengua humana. Sin embargo, yo os diré tan solo :
Contemplad conmigo al Hijo eterno de Dios vivo, engendrado de
su propia sustancia, esplendor de su gloria, vedlo nacer ro
deado de todas las humanas flaquezas, en un piélago profundo
de rigores, trabajos y necesidades; consideradlo pues, y vedlo
abrumado de pesares, desfallecido de cansancio, vedlo consu
mirse é inmolarse de amor por nosotros, recibir en su sacratísima
alma y cuerpo golpes mortales, hasta de sus mismos discípulos;
regar la tierra con sangre suya, morir en el Calvario saciado de
oprobios, quebrantado y destrozado por los instrumentos del mas
cruel suplicio : y despues, preguntaos á vosotros mismos, ama
dos hermanos mios : ¿mas porqué ha dejado nuestro Señor la
magnificencia de los cielos? Mas ¿porqué ha bajado á la tierra?
¿porqué tanto penar, tantos oprobios, tanto dolor, tanta ignomi
nia? ¿porqué una muerte tan tormentosa en la cruz?
Y ved que vuestro corazon y vuestra fé os responden : Prop-
ter nos homines, et propter nostram salutem. « Es por nosotros,
es por nuestra salvacion, es por nuestra alma. »
Ved, pues lo que vale nuestra alma, la sangre misma de un
Dios. Y ya en otra ocasion queriendo excitar el Apóstol en el
corazon de los fieles que habia evangelizado este celo, esta ca
ridad abrasadora que intento yo mismo comunicaros , decia á
los de Corinto : Et peribit frater per quem Christus mortms
est? (I Cor., vin, 11.) ¡Cómo! vosotros reengendrados con
la sangre de Jesucristo, vosotros á quienes he ganado á Jesu
cristo, ¿ dejareis perecer á uno de vuestros hermanos por quien
Cristo ha muerto ? Et peribit in tua scientia frater per quem
EL CELO DEL SACERDOTE. 1 41
Christus mortuus est ? No quiero pues valerme de otras palabras,
y no puedo echar mano, amados hermanos mios, de nada mas
elocuente ni mas eficaz para avivar el fuego del celo en vues
tros corazones : Jesucristo ha muerto por vuestros hermanos, y
solo ha muerto por salvarlos.
¿Veis esta alma desventurada que se abandona locamente al
amor del siglo, que se pierde en la embriaguez de los gozos y
placeres de la tierra? Hermana vuestra es, por la cual ha
muerto Jesucristo. ¿Es que no tratareis al menos de hacerle ver
el abismo abierto á sus piés? ¿Es que no la desengañareis? ¿Es
que no la sacareis de esos funestos pasatiempos á los cuales se
abandona con furor tanto ? Et peribit frater per quem Christus
mortuus est? Y esta alma ciega que se ha dejado arrastrar
en pos de todos los errores de su razon orgullosa. . . con esas sus
ideas opuestas á la fé, con ese su entusiasmo por novedades
pérfidas, todo, contribuyendo á ilusionarla y perderla, es sin em
bargo un alma comprada con sangre de Jesucristo. Y ¡cómo!
¿No os esforzareis en hablarle de religion, en manifestarle sus
bellezas? Et peribit frater? Esta infeliz alma, ansiosa de una
peligrosa libertad, ha cáido por desgracia en la esclavitud del
demonio ; vedla al presente cargada y atada con las cadenas
del pecado : es empero el alma de vuestro hermano, es un alma
comprada con sangre divina; y vosotros ¿no hallareis medio de
romper esas malditas cadenas, y volverla á la dulce y santa li
bertad de los hijos de Dios ? Et peribit frater per quem Chris-
tus mortuus est ?
Mirad en fin, mirad esos enjambres de pecadores al rededor
vuestro, y en la ciudad, y en los arrabales, entre los ricos, entre
los pobres, y ¡ cuántos, cuántos que van pereciendo, que van
cayendo á vuestra vista en los profundos abismos! ¡ Ah! no me
digais como Cáin : ¿es que soy por ventura guardian de mi
hermano ? ¿ Es que me incumbe salvar las almas de mis pró
jimos? ¿Es que me he empeñado en contraer el ministerio
sacerdotal ?
Sí, yo os digo, amados hermanos mios; vosotros, sí, voso
tros habeis contraido esta obligacion; Dios ha fiado á cada
uno el cuidado de su prójimo, el cuidado de su hermano; y
oireis mas tarde con vuestros propios oidosla voz de esa sangre,
de esa sangre de vuestro hermano que clamará desde el seno de
la tierra. Voxfratris tui clamatad me. Llamará, sí, esta voz, si
no estais animados de celo ; clamará esta sangre si no habeis
142 APOSTOLADO CATÓLICO.
tratado segun vuestros medios de procurarle su conversión , su
salvacion.
Pero, yo estoy ofendiendo, amados hermanos mios, ultrajando
estoy en cierto modo vuestra fe y vuestra piedad, haciendo su
posiciones semejantes... Porque no os contentais vosotros, her
manos mios, con derramar á manos llenas vuestras limosnas en
el seno del pobre, sino que haceis consistir principalmente vues
tra caridad en la limosna espiritual. Teneis muy presentes y po
neis en práctica aquellas elocuentes palabras del Crisóstomo :
« Aun cuando hubiéreis derramado todas vuestras riquezas en
socorro de los pobres, no habreis hecho como si salváreis
una sola alma » . Sabeis vosotros que salvar á una alma es
mas que restituir la vista al ciego, el oido á un sordo, el movi
miento al paralítico. Conservad, pues, tan nobles sentimientos,
amados hermanos mios ; mostraos animados siempre de un santo
celo ; pero no olvideis las cualidades que ha de tener este celo,
las condiciones que deben acompañar á este ejercicio si quereis
hacerlo verdaderamente provechoso y saludable á las almas.
Examinemos rápidamente estas principales condiciones.

El celo por la salvacion de las almas ha de comenzar por


nosotros mismos , por nuestra propia alma ; quiero decir, que
siempre que se trate de la salvacion, podemos nosotros, y aun
debemos preferir la nuestra á la de los demás. Luego antes de
verter lágrimas de ternura sobre la desgracia de los que se aban
donan al pecado y que se echan cabeza abajo en el fondo del abis
mo, necesario nos es examinar escrupulosamente si no teneis
que llorar amargamente sobre vuestros propios pecados. Antes
de levantar el edificio de los otros, menester es considerar si el
edificio de vuestra propia santificacion no está socabado-sorda-
mente por los vicios que seria urgente ante todo extirpar.
Sin este requisito preliminar, el celo mas ardiente é infatiga
ble no seria sino un celo erróneo, un celo mal entendido, un
celo farisáico que consigo lleva su propia condenacion, y que da
ría derecho á aquellos cuya conversion procurais, á responde
ros : es menester ante todo que penseis en vuestras propias
necesidades ; es menester curaros vuestras propias llagas, y
escandalizaros de vuestros propios escándalos : Medice, primum
cura te ipsum.
Pero yo estoy vivamente penetrado, amados hermanos mios.
EL CELO DEL SACERDOTE. 443
de que todos los cristianos reunidos en esta santa asamblea, es
tán perfectamente inculcados de este deber imperioso. Porque
decidme, católicos, ¿no es verdad que os ocupais seriamente en
la santificacion de vuestra alma, de vuestra salvacion, y que os
repetís frecuentemente aquella palabra de nuestro Señor : « ¿Qué
le importa al hombre ganar un mundo entero si llega á perder
su alma? » Luego esto me da lugar á pensar que vosotros
trabajais seriamente en vuestra santificacion : os es pues nece
sario pensar en la salvacion de los otros, entregaros con prudente
cautela al ejercicio del celo. Pero como os voy indicando, ama
dos hermanos mios, es necesario dirigir este celo con prudencia,
ejercerlo con humildad, fortalecerlo y perseverar en él con pa
ciencia cristiana.
Menester es desde luego, dirigirlo con prudencia. El celo es
una arma que podria, hermanos mios muy amados, volvérseos
funesta, peligrosa, mortífera, si las manos que de ella se sirven,
no la saben manejar á propósito. Dícenos el Apóstol que es me
nester usar con sobriedad hasta de la sabiduría : iYon plus sapere
quam opoiiet sapere, sed sapere ai sobrietatem (Rom., xm),
Y san Bernardo ¿ no ha tenido cuidado de advertirnos que hay
en todas las cosas un medio prudente en donde se encuentra la
salvacion? Un celo fogoso, violento, sin cálculo ni premeditacion,
no se abrirá jámás por medio de transportes impetuosos la en
trada en los corazones, y no dejará en su tránsito sino descon
tentos y murmuraciones. Si pues quereis asegurar, hermanos
mios, el éxito de vuestro ministerio, es menester entrar desdeluego
en discusion prudente y ajustada dentro de vosotros mismos.
La prudencia, dice el Espíritu Santo, es la ciencia de los san
tos : Scientia sanctorum (Prov., xi). Y san Bernardo explicando
esta palabra, dice : « La prudencia es la antorcha del alma, la
reina de nuestros pensamientos, » lucerna anima) : esto es, segun
nos lo expone el santo doctor, que es necesario adelantarse siem
pre con el plan concertado en la mano, tener los ojos muy abier
tos, estudiar con esmero y atencion el tiempo, lugar y circuns
tancias : porque al modo que no siempre están serenos el cielo
ni el mar, los genios no están siempre igualmente dispuestos : el
mal humor ó el enojo los irritan y contrapuntan, la prosperi
dad los embriagarlos tranquiliza la esperanza. Y si tuviéseis que
ejercer vuestro ministerio en un momento borrascoso, veríáis de
seguro estrellarse todos los esfuerzos de vuestro celo.
Pero la prudencia está á vuestro lado para aconsejaros de
H4 APOSTOLADO CATÓLICO.
esperar el tiempo de bonanza, para que el corazon se encuentre
mas tranquilo y sosegado, para que haya perdido todas sus
alarmas y preocupaciones funestas. Entonces el éxito de vues
tros esfuerzos justifica plenamente la sensatez de vuestros con
sejos, dictados por la prudencia. Y si á pesar de vuestros cui
dados no salis con bien inmediatamente, guardaos bien de
desanimaros. Tiene mil recursos la prudencia á su disposicion.
Se acomoda á los caracteres, se aplica á conocer el flaco, ó lo
sólido del sugeto, y vé de qué lado se le puede manejar con mas
ventaja y provecho suyo. A imitacion del Pastorcito de Israel
que se ensaya con los arneses de Saul antes de marchar contra
el orgulloso y procaz filisteo, el cristiano celoso, sí, pero siem
pre dirigido é ilustrado por la prudencia, se ensaya en cierto modo
antes de venir á las manos.
Si es necesario entenderse con un hombre de genio pronto á
irritarse contra las reprensiones, la prudencia aconseja al cris
tiano celoso á usar de mucha circunspeccion, á preparar los ca
minos, á encubrir sus pareceres y consejos bajo el velo de los
emblemas y alegorías. Asi lo hizo Natan cuando se presentó á
David, á quien le reprocha indirectamente su crímen : y solo
cuando David se reconoció culpable, y entrando en cuentas con
sigo mismo, exclamó con aquel memorable Peccavi ! ¡ Pequé !
solo entonces le dijo Natan con entereza : « Sí, príncipe; habeis
pecado ; pero Dios os perdona. » Dominus transtulit peccatum
tmm. Así es como sabe la prudencia hacerse todo para todos,
fuerte para con los fuertes, indulgente para con los débiles.
Humanizando, por decirlo asi, el celo, asegura el éxito de sus
medidas, y sobre todo cuando sazona sus palabras con la
dulzura, que ha de ser siempre su compañera inseparable.
La mansfedumbre, amados hermanos mios, es, segun expre
sion de san Ambrosio, el médico del corazon : este corazon está
enfermo con frecuencia, y nada lo enferma tanto como el pecado.
Y bien, la mansedumbre penetra en la sangre de ese corazon, y
le aplica el beneficio de una salud completa. « Hermano mio,
» amigo mio, estais enfermo, ha penetrado hasta la parte mas
» hermosa de vuestro ser un soplo contagioso, ¡ mas tened
» ánimo y confianza : el mal no es incurable ! ¡ Oh ! si quisiéráis,
» una sola mirada al cielo, una lágrima, un suspiro de peniten-
» cia y amor... y bastara para que estuviéseis no solo sano,
» sino transportado de alegría, vuestra boca bendeciría mil y mil
» veces las misericordias del Señor para con vuestra alma, y esta
EL CELO DEL SACERDOTE. U5
» quedaria limpia, pura, sosegada. » — Hay en efecto corazo
nes inflexibles, corazones de bronce que rechazan tan sentimen
tales insinuaciones; pero otros muchos no pueden resistirse á
ellas, porque la mansedumbre ejerce sobre el corazon un impe
rio misterioso, y lo dispone á recibir las amonestaciones y con
sejos no solo con docilidad, sino hasta con alegría.
Es menester ademas que la mansedumbre y la prudencia
vayan acompañadas de la humildad. Tan sabido teneis como yo,
amados hermanos mios, que el hombre, nacido rey del universo,
no ha olvidado la grandeza de su origen, y conserva el senti
miento de su propia excelencia que no ha podido ser borrada
jamás ni aun por las humillaciones de su cáida . ¡ Con qué humildad
no se ha de ejercer pues el ministerio del celo para con este
hombre orgulloso y altanero ! No hay que imaginarse, pues, po
derse presentar con la audacia de los conquistadores de nacio
nes, que vienen á las ciudades y fortalezas, y que se apoderan
de ellas por la fuerza y la violencia.
Naturalmente preciado de sí, el hombre opone una resistencia
invencible á las amonestaciones altaneras ; si se apercibe de que
lo quieren tomar por asalto, se encierra en su propio corazon, y
defiende todas sus avenidas con un teson invencible. Es super-
fluo, y trabajo perdido el que el celo le dirija las reprensiones
mas justamente merecidas ; desmiéntelas, ó acúsalas de exage
racion. En vano le prodigará el celo consejos los mas cuerdos y
acertados ; si el tono con que se le dicen lo hiere ó pica en sus
susceptibilidades, todos estos consejos son menospreciados, que
dan estériles, tal vez perjudiquen lejos de ser útiles. En vano re
doblará el celo sus instancias ; las instancias acaban por provo
car réplicas y contestaciones sin miramiento que alejan toda
esperanza de éxito.
Veo yo, por- ejemplo, una de esas señoras dedicadas á las
obras del celo y de la caridad cristiana ; la voy acompañando en
el ejercicio de este apostolado hasta el interior de esas pobres ca
sas á donde va de costumbre : allí, ¡ cuántos desventurados no
encuentra ! Pero al propio tiempo ¡ con cuánta modestia ejerce esa
señora su ministerio sublime ! Llena de desconfianza en sí misma,
lo espera todo de aquel que es el principio de todo bien, el au
tor de todo bien perfecto. Ha implorado desde luego al Padre
de las misericordias y de las luces, y luego va á visitar á esos
seres infortunados. Toma excusa para haber dado el paso de ir
á ver esas gentes, el deseo que tiene, y el gozo que recibiria si
S. M. I. 10
U6 APOSTOLADO CATÓLICO.
lograra sacar á un desgraciado de la desventura que él desco
noce ; y expresa con un sentimiento inefable de mansedumbre,
y con un áire de jovialidad franca y cordial, la dicha que expe
rimentaria si pudiera abrir los ojos ciegos á la brillante luz del
cielo : exalta la misericordiosa bondad de Dios, que está siempre
dispuesto á perdonar al corazon arrepentido : cuenta con celes
tial gracia los gozos y los consuelos que ella experimenta en el
servicio del Dios que adora : refiere en seguida las acciones de
gracias, los transportes deliciosos de tantos pecadores como la
penitencia ha conducido al pié de los tribunales reconciliadores.
Y con estos humildes miramientos, de que ella se vale sin afec
tacion, ni estudio, ni segunda intencion, inspira la confianza, y
graba la persuasion en el corazon hasta entonces cerrado á la
gracia.
I No es así, señoras mias, como llenais vosotras ese carita
tivo ministerio del celo? ¿No es esto por ventura lo que se re
nueva cada un dia ? Y es porque de mucho tiempo há estais vo
sotras penetradas de aquellos nobles sentimientos que con tanto
calor como viveza expresaba el sublime doctor Agustino, aquel
Agustino que tan conocido tenia al pecador, aquel Agustino que
por tanto tiempo habia estado preso en el cautiverio del pecado.
« ¡ Ah, decia, cuando queramos convertir á un pecador, cuando
queramos atraerlo, gimamos con él, tráigámoslo al amor de
Dios, pero con dulzura, pero con mansedumbre, pero con ce
lestial benignidad ! »
Así obraba tambien en los tiempos primitivos de la Iglesia el
grande apóstol Pablo, quien, habiendo sido tambien pecador, co
menzaba por acusarse á sí mismo humildemente ; « ¡ Ah ! decia,
yo he sido un implacable perseguidor de la Iglesia de Dios ;
Supra modum persequebar Ecclesiam Dei et expugnabam Mam :
de modo que no merezco ser llamado su apóstol : Non sum
dignus vocari Apostolus. ¡ Cuánto temo el que despues de
haber predicado á otros,, yo no sea un reprobado! » — Y con
esta mansedumbre, y con esta humildad, ved cómo el gran Pablo
va marcando sus pasos con ilustres conquistas, y sobre corazo
nes los mas empedernidos, y en pueblos muy numerosos. Ya vo
lando de una á otra parte de modo que apenas le es posible se
guirlo á la imaginacion en su carrera. Pordó quiera va levantando
sobre las ruinas de los templos y de los altares de la idolatría,
templos y altares al divino Crucificado.
Y consiste en que cuando el celo va acompañado de la hu
EL CELO DEL SACERDOTE. 147
mildad y mansedumbre , está seguro , repito, de ver coronados
de feliz éxito sus esfuerzos, si es perseverante ; porque la salva
cion no va vinculada sino á la perseverancia.
No echeis en olvido, señores, que sucede muy frecuentemente,
el que aun despues de haber dirigido su celo con prudencia, des
pues de haberlo ejercido con humildad, no se recojen sino frutos
lentos y tardíos; y la mano que ha sembrado no tiene siempre el
consuelo de recoger la mies. Pero observad lo que en la antigüedad
sucedia en los juegos olímpicos : ¿ cuántas veces no se veia obli
gado el vencedor á recorrer la carrera antes de alcanzar una el
fin propuesto ? ¿Es que no le acontecia caer en tierra envuelto en
polvo y levantarse con nueva energia antes de obtener la palma
de vencedor?... El grande Apóstol, queriendo enseñarnos á
ejercitar el celo, nos dice : « Id, marchad intrépidos y constantes,
soldados de Cristo ; predicad á tiempo y á deshora , y siempre
con la mayor paciencia.»
Tened presente que el rocío del cielo da incremento á las
plantas del campo y á las azucenas del verjel ; pero este creci
miento llega en el momento en que menos se piensa, y la mies
mas tardía ha sido mas de una vez la mies mas abundante : las
misericordias del Señor no hacen falta jamás, pero estas mise
ricordias esperan las órdenes de su providencia antes de salir
del tesoro divino. Animo pues, católicos, y confianza, y guar
daos mucho de dejaros llevar de la desconfianza y del abati
miento. Cuando la iniquidad suba á su colmo, será tal vez el mo
mento primero de la gracia.
¿Y no sucede precisamente cuando estaba mas alejado de la
casa paterna, cuando se hallaba perdido en remotas regiones,
que el Hijo pródigo entra en sí mismo y dice : « ¡ Ah ! voy á le
vantarme, yo iré á mi padre. » Suryam et ibo ad patrem!
(Luc, xv, 18). Mas sucede, católicos, que en el ejercicio de
vuestro celo vosotros no teneis siempre esa paciencia, esa per
severancia. Habeis echado la red al mar, la habeis echado por el
dia, la habeis echado por la noche... Y ved que pretendeis como
reconvenir al Señor diciéndole : Señor, por mi parte he rogado
mucho, he trabajado mucho, he instado, he solicitado, y en todo
hasta ahora nada he alcanzado. Idos todavía, os dice el Señor,
id á echar de nuevo vuestra red en la mar. Y ved que viene á re
compensar con mil ventajas vuestros trabajos una pesca mila
grosa. Id pues, llamad, llamad, llamad; y la puerta os será
abierta , y sereis recibidos como unos bienhechores, y se os pro
H8 APOSTOLADO CATOLICO.
digará los mas sinceros y cordiales testimonios de agradeci
miento.
Mas de una vez os ha acontecido, esposas cristianas , dejaros
llevar de una desconfianza injuriosa al Señor. En verdad, despues
de largo tiempo veíáis estériles é infructuosas vuestras lágrimas,
vuestros esfuerzos : habíáis tentado en vano restablecer el impe
rio de la religion en el corazon de ese esposo en el cual reinábáis
sin embargo con el imperio de la amistad. ¡ Animo, confianza !
Mas oracion, mas ruegos, mas consejos... Y vereis á ese vuestro
esposo confundir sus sentimientos con los vuestros al pié del
altar, testimonio de vuestra alianza.
Y tú, madre llorosa, madre desconsolada, yo veo que se des
anima vuestra ternura pensando inquieta en este hijo de vuestro
dolor, siempre tenaz, rebelde siempre, duro, frio. Cierto es que
nada ha podido conmoverlo hasta ahora, nada ha podido ganá
roslo á vos y á Dios. Ea, ¡ ánimo ! Por la noche, antes que des
canse de las fatigas de la jornada, dirigidle todavía algunas de
esas palabras que vuestro corazon sabe inspirarle ; y tal vez,
nuevo Agustino, se despertará por la mañana con lágrimas de
arrepentimiento, y con el primer alborozo del divino amor.
Sed pues celosos, tened un celo tan constante y perseverante
como suave, humilde y prudente ; y vereis de este modo fructi
ficar vuestro celo. Abrase de continuo vuestro corazon este sa
grado fuego, amados hermanos mios. ¡ Ah ! ¡y cómo anhelara po
der comunicaroslo : ¡ Yo quisiera deciros como en otro tiempo
Moisés : « Si hay alguno que pertenezca á Dios, júntese con
migo» : Si quis est Domini, junyatur mihi (Exod., xxxn, 26) ;
ó como Matatias : «Ea, que todos los que esten abrasados del
celo del Señor, y de su ley, me sigan. » Omnis qui zelum habet le-
gis statuens testamentum, exeat postme (/ Mach., n, 27). Esto
mismo os están diciendo diariamente vuestro pastor y vuestros
sacerdotes; corresponded pues á este llamamiento. Marchad,
marchad, amados hermanos mios, con un corazon enteramente
abrasado de celo ; id, id diciendo y repitiendo en pos de nuestro
divino Maestro : Sitio ! sitio ! sed tengo de las almas, sed tengo
de la conversion de los pecadores , sitio : todo lo demas poco me
importa : yo me contento con ganar almas, nada pido sino almas.
Da mi animas. Esto me basta y hace feliz.
Andad pues con estos sentimientos ; id, almas caritativas y
piadosas ; id cual ángeles de paz á llevar el sosiego á corazones
perturbados largos años há por las borrascas de las pasiones.
EL CELO DEL SACERDOTE. 149
Ite Angeli veloces... Id, como dice el Profeta, ad gentem con-
vulsam et dilaceratam, id á ese pueblo destrozado por la en
vidia, y por la soberbia, y por la injuria, y por la codicia , y por
todas las pasiones criminales y mortíferas : id á esos hombres,
á esos padres de familia, para enseñarles á conocer mejor el
sentimiento de su dignidad de hombres y de cristianos, para en
señarles el santo temor de Dios, el valor en los trabajos, y la
resignacion en sus sinsabores.
Id, id á esas mujeres que olvidaron totalmente á Dios, que
abandonaron á su Cristo ; id á enseñarles la fidelidad á sus empe
ños sagrados, el orden doméstico, y el cuidado de sus hijos.
Id, id tambien en busca de esas desventuradas criaturas; en
señadles á amar á Dios, á amar á sus padres, é inspiradles al
propio tiempo el amor al trabajo y á la disciplina.
Ite ad populum terribtlem; id, id á ese pueblo terrible en sus
desenfrenos, tan espantoso en la borrasca, pero muy bien
dispuesto en el fondo para conocer á Dios, reconciliarse con su
sagrada religion , cuando voces llenas de suavidad y manse
dumbre como las vuestras les hacen oir con bondad consejos sa
ludables. Id, y los ángeles irán con vosotros, y vuestro ministerio
será acogido favorablemente, y podreis continuar lo comenzado
perseverando en vuestros santos intentos. Todas las voluntades,
todos los corazones trabajen de consuno ya á aliviar las mise
rias sin cuento, causas de tamaños malos, ya á regenerar en
Cristo esta parte tan considerable de su grey.
Agregaos todos en asociaciones y cofradías de celo apostólico,
y aplicaos á extender y á desarrollar ese divino gérmen que
Dios ha sembrado en el corazon del hombre por mas degenerado
que lo hayan dejado sus vicios : y de este modo, acumulareis
sobre vuestras cabezas millares de bendiciones que se derrama
rán tambien sobre vuestras familias y amigos , y os preparareis
en el cielo una gloria inmensa é inmortal.
Esto es lo que os deseo de todo mi corazon.
LA PALABRA DIVINA

PRIMER DISCURSO.

POR EL ILwo SR. COEUR, OBISPO DE TROTES.

¿Qué humano entendimiento es capaz de comprender, amados


mios en el Señor, toda esa majestad, toda esa grandeza impo
nente que presentan las santas asambleas que se agolpan con pia
doso apresuramiento en estos monumentos antiguos que cuentan
los siglos por dias, y por donde van pasando tantas generacio
nes, en donde tantos hijos vienen sucesivamente ocupando el
puesto de sus padres ? ¿Quién es capaz de comprender todo lo
que hay de sublime en esos asilos sagrados abiertos á todas las
tendencias generosas, á todos los nobles sentimientos ? ¿ Están
bien penetradas las gentes del mundo que en estos sagrados ho
gares viene á explayar el hombre su espíritu, á levantar su alma
hasta el cielo, y pedir á Dios la paz, la virtud, la esperanza ? ¿Se
sabe por ventura que no puede igualar majestad alguna terrena
á la majestad sagrada de estos edificios ? ¿ Es que se conoce á
fondo que lo que perfecciona y da quilates á su grandeza, lo
que remata su gloria, es que Dios se ha dignado establecer en
ellos su santuario, colocar su trono, manifestar sus oráculos,
hacer resonar su palabra? En efecto, católicos, la palabra es el
gran ministro de Dios en el ejercicio de su poder y en el go
bierno del mundo.
Habló Dios ; y al momento la palabra, llena de vida, de ver
dad, de fuerza se abalanza, vuela, y á cada latido de sus alas,
se van desprendiendo centellas de luz resplandeciente. La pala
bra de Dios habia removido los elementos, cuando se levantaron
LA PALABRA DIVINA. 4 51
cual un inmenso ejército al servicio de su Soberano. Fué la pa
labra de Dios, la que puso orden en esta confusion, levantó mon
tes, ahondó valles, suspendió los cielos é hizo mover la tierra
y todos los astros que la rodean, hizo un trono al sol y diques
al océano. La palabra de Dios crió el universo material, le im
puso reglas, dió leyes, y dictó ese ordenamiento que lo encadena
en su armonía. La palabra de Dios crió tambien el universo
moral, le prescribió leyes y vela de continuo por su ejecucion.
Fué la palabra de Dios la que produjo los espíritus y las almas :
las almas que han brotado á impulso de un soplo de Dios, de
una inspiracion de su pensamiento : todas las leyes morales que
rigen las inteligencias, que predeterminan sus destinos y su es
tado ; todos esos grandes secretos de Dios y del hombre, del
tiempo y de la eternidad, de la virtud y de la recompensa, del
crímen y del castigo : y todos esos dogmas tan transcendenta-'
les que constituyen el alma del universo moral han sido mani
festados por Dios mediante la palabra.
Por medio de la palabra les ha ido manifestando Dios eso9
dogmas, en un principio á manera de sencillas y amistosas con
versaciones en el Edén, con el primer hombre , mas tarde en el
Sinái encubriéndose empero ya con una majestad grande y som
bría, cercado de nubes, resplandeciendo con relámpagos, ha
ciendo oir su voz tan estupenda como la del rayo, y por último
en Jerusalen sobre el Calvario, en donde se oyó, mansa, dulce
y majestuosa como la divinidad, la palabra del Hijo muy amado,
la palabra de Jesucristo, que estaba desde la eternidad en el seno
del Padre.
Así es, amados hermanos mios, como la palabra de Dios ha
producido el universo moral, y le ha dictado leyes: todavía mas,
ha velado y cuida incesantemente de la observancia de sus
leyes. En la plenitud de los tiempos instituyó efectivamente Je
sucristo una cátedra donde resonase incesantemente su palabra,
cual natural expresion del pensamiento religioso, pensamiento el
mas elevado y sublime de todos los pensamientos : ha perma*
necido siempre de pié esta cátedra, como el ministerio del em
bajador de Dios cerca de los hombres. Recuerda cada dia á los
hombres esta cátedra la memoria de las leyes morales, señala
las prevaricaciones, muestra y enseña la verdad, censura el
mal, instruye, alumbra, toca y conmueve el corazon, llénalo de
amor y esperanza, á la vez que lo intimida con remuerdos y te
mores : si al través de tantas tormentas seculares que da siempre
452 APOSTOLADO CATÓLICO.
de pié derecho, es para acabar y dar cima á la perfeccion del uni
verso moral, y mantenerlo invariable en el orden y armonía que
le fueron prescritos desde un principio.
Esta divina palabra resuena en todas las cátedras del mundo
católico desde esta capital del mundo civilizado hasta lo mas re
cóndito de las selvas de la América, desde las riberas del Tiber
hasta mas allá de las del Ganges. Retiñe entre vosotros esta voz,
que desde vuestra cuna no ha cesado de herir vuestros oidos, y
que especialmente en los dias solemnes consagrados á los pensa
mientos religiosos, redobla de súplicas y de instancias para ex
citar vuestros corazones.
¡ Haga el Señor Dios de toda persuasion y de todas las gra
cias que ni vosotros ni yo no hagamos cosa alguna que pudiese
quitar á esta palabra todo lo que encierra de poder divino para
"convertir á las almas ! Yo creo que nos hallariamos mas dotados
de firmeza en la creencia del dogma, si penetrásemos la majes
tuosa naturaleza de la palabra evangélica : por esta razon me he
resuelto á fijar vuestras miradas sobre este asunto tan noble,
tan importante para la salvacion de las almas y reforma de las
costumbres.
Ahora bien, amadoshermanos mios, ved aquí el gran misterio
de la palabra evangélica. Esta palabra hace comunicar álos es
píritus mortales con Dios, los alimenta, los penetra de Dios, casi
los transforma en su naturaleza soberana. La palabra evangélica
nos hace participar de su divina Trinidad : nos une en primer lu
gar á lo infinito del Padre, á la verdad del Hijo, á la gracia del
Espíritu Santo ; y nos da en segundo lugar un poderío que todo
pertenece á ella, el sentimiento de lo infinito, su luz para guiarnos
en el infinito, su gracia en fin, esto es, la fuerza y facultad de
realizar la verdad en nuestras costumbres, y de poner en ar
monía la voluntad con la inteligencia: tal será, hermanos mios,
el asunto de mi discurso.
Si no ponemos obstáculo por parte nuestra, la palabra evan
gélica nos hace participantes de lo infinito del Padre : primer
punto ; de la verdad del Hijo : punto segundo ; de la gracia del
Espíritu Santo, punto tercero.

PUNTO PRIMERO.

La palabra evangélica nos hace participar de lo infinito del


Padre.
LA PALABRA DIVINA. 153
Amados hermanos mios : el sentimiento de lo infinito forma la
prerogativa mas ilustre de la naturaleza humana -. ese senti
miento es nuestra gloria y constituye nuestra fuerza : dános la
superioridad sobre el universo material, es el principio de todo
deber, es la fuente de toda virtud, es la bóveda del edificio so
cial. Cuando en un alma ó en un corazon se debilita el senti
miento del Infinito, desde luego perdiendo el hombre el recuerdo
de su dignidad moral, se le vé trabajar, sin cesar, en envilecerse
y en socavar una tumba á su gloria. Desde el momento en
que llega á debilitarse en un alma el sentimiento del Infinito,
pierde esta su valor, su energía, y no acierta á obrar sino en
sentido de los placeres y del sórdido interés : ya no le queda
vida ni fuerza moral ; se retira de esta alma toda eficacia, toda
virtud, y con la ausencia de esta última, huyen tambien la espe
ranza y la felicidad. Entonces, semejante á un cuerpo vil que
ha perdido su alma, se vé al hombre removerse sin plan ni con
cierto, se echa por tierra y se pierde en su vergüenza.
La parte que ha cabido en suerte á la palabra humana es el
hablar de los secretos del tiempo y de la tierra, analizar y sacar
por cálculo los tesoros y recursos que se nos fueron encerrados
para provecho nuestro en ese palacio del mundo en que habita
mos : es el invocar á las generaciones sumidas en el sepulcro,
es reconstruir esos monumentos desmoronados, es el ir en busca
de la vida de los siglos que ya duermen. Alguna que otra vez
la palabra humana, cuando tiene la dicha de concentrarse en
un alma fecunda, rica en entusiasmo é inspiraciones, ya se aba
lanza por las alturas del ingenio cual torrente de armonía, ó
como un himno que repite una voz del corazon ; ya despidiendo
rayos, ó derramando lágrimas disputa con la muerte en defensa
de la vida.
Ved, hermanos mios, la parte que cupo á la palabra humana.
Pero á la palabra evangélica pertenece explicarnos los secre
tos de la salvacion y de la eternidad, determinarnos las reglas,
los derechos, los deberes ; preparar los hombres á esa otra
vida, que fuerte y poderosa por su inmortal energía, parte desde
la tumba á esa otra vida que se engrandece de continuo en la
inmensidad de los espacios eternos que se le descubren como
una série inagotable de perfecciones.
Ved, amados hermanos mios, la parte que ha cabido á lapa-
labra evangélica : ya lo veis; ella es aquí abajo la palabra del
Padre, la voz del Infinito.
154 APOSTOLADO CATÓLICO.
¡Oh santa y augusta cátedra ! ¿Hay presente mas rico que
el cielo haya podido hacer á la tierra ? ¿ Cuándo será pues,
que los hombres se apresuren á venir en torno tuyo para de
mandar á Dios les envie lo que les falta, les inspire ese senti
miento del Infinito que se ha retirado de sus almas? ¡Ah'
¡ tiempo es ya por cierto ! ¿ En qué ha venido á parar el hombre
en la estrechez del hoyo sepulcral que se ha abierto? ¿Es que no
se encuentran por ventura comprimidos su corazon y su in
teligencia en un argolla de hierro ? ¿ Es que habrá venido á serles
aborrecible una vida mas espaciosa, ancha, dilatada? ¿Es que
no arrojará de cerca de sí cual vestido gastado y consumido que
le viene estrecho, y que lo encadena; no arrojará de sí, digo, esa
vida estrecha, mezquina, aprisionada? ¡Oh palabra humana,
he aquí tu obra, he aquí á dónde haces descender al mísero mor
tal que te escoge ! Y sin embargo, ¡ tú que no eres capaz de ele
var los hombres hasta lo infinito, tienes la pretension de dirigir
los y formar su educacion !
I Vengan, vengan los hombres á deleitarse en la palabra evan
gélica I Aquí, aquí se les ensanchará un espacio infinito, y en
este espacio se les mostrará á la sociedad y al mundo desarro
llándose con una fuerza igualmente infinita, y llevando á cabo
los destinos que les ha preparado nuestro divino Maestro y Se
ñor Jesucristo.
Pero tened mucho cuidado, hermanos mios, este Infinito rio
9e os puede abrir sino por la verdad evangélica ; segun esto,
muy bien puede acontecer que os veais privados de llegar á él y
de participar de él por culpa vuestra ; es decir, si os deteneis en
fórmulas exteriores, en el mayor ó menor brillo de la palabra
del ministro ; en una palabra, en lo que solo hiere los sen
tidos.
El Infinito, amados hermanos mios, no se nos manifiesta á
nosotros por via de intuicion^ inmediatamente, como sin ver ni
entender ; esta manifestacion espontánea quedará siempre como
un privilegio de los siglos eternos. Pero mientras durare esta
sucesion limitada y alternativa de dias, que nos está otorgada
aquí abajo, en este globo, patria fugitiva de los hombres y de las
sombras, la majestad de Dios no se puede revelar sino por la
mediacion de la criatura. Y así como están encargados los cielos
y la tierra de repetir al hombre con elocuente y muda voz los
beneficios del Criador en el universo material, del mismo modo
en el orden de la moral y de la verdad el Padre celestial, el Rey
LA PALABRA DIVINA. 155
de lo infinito, ha puesto entre su gloria y nuestro polvo, otro
polvo : entre él y los hombres, otros hombres. Estos hombres
tienen cargo de transmitir á sus hermanos los oráculos y decre
tos divinos, tienen ellos el sacerdocio del orden moral. Tal es
el plan divino : siguiendo este ordenamiento para llegar hasta
Dios, es preciso ir al través de las criaturas ; para llegar á lo in
finito, es menester pasar por lo finito ; menester desde la tierra
el punto de salida, para desde ella abalanzarse á lo lejos.
Mas no es esto todo, y os lo vuelvo á decir : si somos tan
groseros que nos detengamos en la corteza, que no considere
mos en el ministro del Señor sino la criatura en lugar de no ver
en ella sino el instrumento de Dios, su voz, su brazo en la tierra ,
nos encontraremos entonces puestos bajo la influencia de una
disposicion fatal ; y en lugar de participar de lo inmutable, de
lo infinito, no nos hallaremos sino en relacion con lo variable,
con lo finito. Conviene empero evitar, amados hermanos mios,
un escollo en este caso : no conviene el que una atencion sobrado
grande á la palabra del ministro, nos distráiga de Dios ; pues
que entonces aparece demasiado aquel, y en cierto modo es una
especie de idolatría. Convieno pues oir la palabra de Dios pro
nunciada por el ministro, sin tomarlo empero en desden ; por
que si se le desdeña, se desdeña por ello al mismo Dios : nos
ponemos fuera del círculo dentro del cual se pueda manifestar
únicamente en la tierra la majestad de lo infinito.
Mortales pero ministros de Dios, hijos de la tierra pero emba
jadores del cielo, materia frágil y vacilante pero canales de la
divinidad, los hombres revestidos del sacerdocio, participan á
la vez de la gloria divina y del polvo humano, de la verdad y de
las tinieblas, de la inmovilidad de Dios y de las vicisitudes
mortales. Hombres, están sujetos á la ley de las variaciones, de
las calamidades, de las humanas flaquezas ; tienen sus dias de
apogeo y de decadencia ; de energía y de abatimiento, de ju
ventud y de vejez : hombres, participan de la fortuna intelectual
de las edades y épocas, su espíritu se vé alumbrado por la cien
cia de sus contemporáneos, ü oscurecido por sus tinieblas ; su
palabra es dulce y armoniosa, grande ó humilde segun que la
época durante la cual hacen oir su voz está impregnada de ter
nura ó de elocuenoia, de energía ó de debilidad.
Hombres mas austeros, sin réplica, que la mayoría de sus
contemporáneos, no se hallan empero al abrigo de esos contagios
morales que ponen ea tortura al mundo, que engendran abusos,
i 56 APOSTOLADO CATÓLICO.
causan crímenes y desgracias ; pueden muy bien ser tocados de
esos contagios como de los demas azotes, tristes atributos del
hombre. Mas como representantes del cielo, se hallan encade
nados á la misma ley de inmutabilidad que rige á la naturaleza
divina, siempre están derechos, son siempre rectos, siempre
puros, siempre inviolables, y no conocen las alternativas de vida
y de muerte : fluye eternamente pura la palabra de Dios de su
boca ; reposa en sus manos el poder de Dios ; ilustres ó media
nos, sospechosos ó reverenciados, objeto de honor ó de menos
precio de parte de los hombres, su brazo conserva siempre la
fuerza que sostiene y asegura al mundo, y sus manos tienen
siempre el poder de hacer bajar á Dios sobre el altar.
Tal es el sacerdocio.
Si pues considerais al sacerdocio por su lado mortal, no ve
reis sino al hombre, y este todo es siempre pequeño aun cuando
el hombre fuere grande, y entonces os vendria la tentacion de
rebajarlo ; á menos sin embargo que teniendo sobrada compa
sion por el hombre no os arrebateis contra Dios; pero si no
mirais sino áDios solo, en la persona de su ministro, á Dios
que habla por una boca mas ó menos enérgica, como Dioses
siempre Dios, en tal caso no os precipitais mas allá á perderos
en su sombra, sino que váis abriéndoos camino descartando las
cubiertas que os encubren la divinidad, váis derechamente á
Dios, y llegais en fin á participar de lo infinito del Padre.
Levantad pues hácia tan sublime objeto vuestros corazones,
amados hermanos mios, cuando escuchais la palabra evangélica,
y no os pareis en la palabra friade nuestra boca. A vista de un
fin inmortal, de la salvacion á que es nuestro solo intento con
duciros, ¿ cuál de entre nosotros se podria abajar hasta poner
todo su conato en la sola forma del lenguaje? ¿ Seríáis acaso vo
sotros, que anhelais ante todo penetraros del pensamiento de
la urgente necesidad de vuestra salvacion? ¿Acaso nosotros, en
cargados de inculcároslos continuamente y traerlos á vuestra
memoria ? No ; unos y otros tenemos incentivos mas nobles,
móvil mas sublime : y si estos nos faltasen, por cierto que no ven
dríáis á escucharnos, ó bien nos guardáramos nosotros de
hablar.
En un siglo en que tantos prodigios ha hecho la palabra hu
mana, no quisiéramos promulgar aquí los decretos de Dios ; y si
no pusiésemos nuestra confianza sino en el poderío-de la palabra
nuestra, palabra en este sentido humana, seria de seguro apoyo
LA PALABRA DIVINA. 157
demasiado flaco para sostenernos á la altura de nuestro cargo.
Y no es, amados hermanos mios, porque no se haya compla
cido el Señor en adornar su palabra con toda la magnificencia de
la elocuencia y del ingenio. El nombre de Crisóstomo, apellidado
segun nuestro lenguaje san Juan el de la boca de oro, cierne to
davía sobre todo el Oriente como una grande sombra de Dios ;
todavía se conmueve el Africa á los acentos de un Agustino : Car-
tago se reanima aun al solo recuerdo de un Cipriano : Milan re
pite los celestiales ecos de un Ambrosio, y yo veo que estas vi
drieras sagradas retiemblan, y este pavimento se conmueve al
solo nombre de Bossuet.
Amados hermanos mios, al invocar tales nombres ¡ ah !
¿ no debo temblar yo que los recuerdos que existen no vengan
á llenarme de temor, y á helar mi palabra al pasar por mis labios?
Mas no, Dios no ha hecho sino una religion ; él ha dispersado y
esparcido esos hombres grandes de trecho en trecho sobre el
océano de las edades, únicamente para hacer ver al mundo que
hace subir la palabra hasta donde quiere, y que la puede dotar de
un poderío que no conozca rival suyo.
Por lo que á nosotros toca, tímidos y débiles sucesores de esos
hombres grandes, tenemos mas bien necesidad de preservaros
de la seduccion de su gloria. Fueron mas ilustres, mas fuertes;
pero no fueron mas ministros de Dios que nosotros : dieron ellos,
á sus contemporáneos una palabra mas elocuente, pero no mas
divina que la nuestra. Es siempre el mismo Dios el que respiró
en su palabra, y el que respira en la nuestra ; y nuestra palabra
como la suya fluyen de la misma fuente ; el Infinito. — Sí, ama
dos hermanos mios, estad convencidos de que nuestra palabra,
por mayor que sea su inferioridad relativa, os empeñará siempre,
sin comprometer en nada vuestra salvacion, á poner en Dios, y
en Dios solo, vuestra esperanza.
Acabamos de ver, hermanos mios, cómo la predicacion evan
gélica nos hace participar á lo infinito del Padre ; tambien nos
hace participar á la verdad del Verbo, si por culpa nuestra no le
ponemos obstáculos.
La verdad, la verdad, amados hermanos mios, ha estado so
licitada siempre con todo empeño, con los mas vehementes de
seos, con toda suerte de sublimes y sinceros homenajes : la ver
dad ha sido el blanco de todas las ambiciones, de todas las espe
ranzas del mundo! Pero ¿en dónde está aquí abajo? ¿qué
hombre podria felicitarse de haberla hallado? Millares lo han
158 APOSTOLADO CATÓLICO.
creido sin embargo , ó al menos se han lisonjeado de ello ; pero
sus extravíos, pero sus divergencias, pero sus contradicciones
se levantan á una ante su frente, y conspiran para convencerlos,
si no de impostura, al menos de mentira, engaño, ilusion.
Tienen asida la verdad, dicen, y la proclaman con resolucion y
confianza ante su siglo, que tal vez los cree; pero este siglo pasa,
y con él, todo cuanto ha nacido en su duracion. Luego llega otro
siglo, y con él vienen otros hombres que entregan al escarnio y
al desprecio las creencias y sentimientos de sus antecesores :
hombres que dan á luz, á su turno, otras impresiones, que que
dan subsistentes hasta que otras nuevas doctrinas vengan á cam
biar las antiguas, que á su vez serán reemplazadas por otras que
les reservan semejantes ultrajes. Tal es la historia del mundo,
amados hermanos mios, desde el principio hasta nuestros dias, y
tal lo será hasta el fin de los siglos.
Esta ciudad en que nos hallamos, católicos, es sin disputa, la
reina de la inteligencia : aquí la palabra humana es mas diestra,
mas amaestrada, mas sábia que en ningun otro paraje del mun
do : ¿mas creeis que por esta razon pudiera, sola, distribuir la
verdad á los espíritus? — ¡La verdad ! ¡ cuando se combate por
la inteligencia, cuando se combate por la vida y por la muerte,
con igual poder de ambas partes ! ¡ La verdad ! ¡ cuando ni si
quiera se encuentran dos espíritus cuyas convicciones se aseme
jen ! ¡ La verdad ! ¡ cuando uno destruye con la misma fuerza, con
la misma buena fe quizás, el sistema que ha edificado otro eon
talento é ingenio !
No, no; yo os lo digo, hermanos mios, la verdad no se en
cuentra allí. Y por otra parte, aun duda de su resultado hasta
el mas hábil ; desconfia de la verdad de la palabra humana por
que él la conoce, porque la considera como fruto, como producto
suyo, porque no sabe qué pensar de ese instrumento prodigioso,
instrumento de sabiduría ó de necedad, instrumento de verdad
ó de error : tal vez diga lo cierto, tal vez lo falso. Y entonces se
desliza en el corazon el cruel escepticismo ; le atormenta, y por fin,
como término de esos profundos y serios trabajos que un nombre
lleva á cabo, último resultado de ese vil polvo que hace volver
por el áire en torno de sí con el error, es muy frecuente el de-
cirse en sus adentros esa palabra de desesperacion : « ¡ Oh ver
dad, verdad! ¡ tú no eres sino un hombre, quizás no seas sino
una palabra, una idea, un sueño! »
Sí, amados hermanos mios, no temamos decirlo aquí en alta
LA PALABRA DIVINA. 159
voz : ese esel término á donde vané parar unas almas que, porotro
lado, no carecen de nobleza. Sí, tanto y mas que otros siglos,
quizás el vuestro ha sido y es testigo de hombres que no carecian
ni de energía, ni de virtudes morales, y sin embargo no han
sacado de su inteligencia, de su instruccion, de sus sábias in
vestigaciones, otro fruto que una duda fria, glacial, que palidece
toda una vida, y da la muerte al corazon.
A pesar de tener que apesadumbrarnos por tamaña desgracia,
y llorar amarguísimamente ese mal que corroe la sociedad, ¿no
deberíamos sin embargo encontrar semejante fenómeno muy na
tural? ¿No es en efecto por una consecuencia sobradamente ló
gica ese producto de un pensamiento orgulloso que empeña á gran
número de hombres á colocar la verdad en una palabra huma
na? Mas pregunto yo, ¿y reside la verdad en el hombre, para
hacer que tenga su palabra el poder y legítima autoridad para
enseñarla? No, amados hermanos mios; la verdad es Dios; y
la creacion es el conjunto de sus relaciones; es la luz de la
inmensidad. ¿ En dónde encontraria pues el hombre dentro de sí
propio esa luz bastante completa para alumbrar todos sus pen
samientos, todas sus creencias, todos sus deberes, todas sus ac
ciones? ¿ Está introducido acaso en la esencia de Dios para expli
carnos sus secretos? ¿Es que se hallaba presente á los consejos
de la Providencia, y ha podido saber jamás las providencias que
se decretaron relativamente á los destinos del hombre y á los de
la creacion?
¿ Puede conocer los consejos deDios que sobrevinieron despues
de la culpa que ocasionara nuestra cáida ? ¿ Ha descendido el hom
bre al corazon de sus semejantes y penetrádolo para saber todas
las leyes que resultan de su constitucion, todos los resortes mas
apropiados para hacerlos mover, á excitarlos al buen obrar,
para alejarlos en fin del mal ? No, preciso es confesarlo ; el hom
bre no sabe, no puede saber lo bastante para estas cosas. Lo
que sobre esto conoce podrá servirle en efecto á hacer brillar de
vez en cuando algunos rayos de verdad sublime en su palabra ;
pero ignorando tanto que apenas conoce nada, no dejaria de
amontonarse oscuros nubarrones en lugar de ráfagas de luz.
¿ Cómo podria pues lisonjearse de producir un conjunto de
verdad capaz de dirigir la totalidad de sus acciones, de asegurar
la virtud para lo presente, de afianzar el descanso para la eter
nidad?
Para dar con la verdad, hermanos mios, es menester salirse
160 APOSTOLADO CATÓLICO.
de esta mezquina mansion de tinieblas y de vicisitudes ; es me
nester, tomando un vuelo rápido, levantaros hasta mas allá de
esas nubes que se lleva el viento, y abalanzaros hasta el cielo
sereno, luminoso, inmutable, eterno : y ahí, en el seno de Dios,
en el mas íntimo santuario de la misteriosa esencia, descansa
majestuosamente la verdad, es decir el Verbo.
En el principio, el Verbo estaba en Dios mismo; es la idea del
Padre, su inteligencia el tipo de la realidad ; todas las cosas fue
ron hechas por él ; de consiguiente, él conoce á fondo su natu
raleza, y las leyes que han de regirla ; y por esta razon es él la
luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mun
do. El Verbo ha sido en todas épocas el Doctor del mundo ; fué
comunicado al hombre en la revelacion primitiva, y revelado
despues á los Hebreos, depositarios de las esperanzas del mun
do : y en fin habita entre nosotros lleno de gracia y de verdad :
pasa en medio de nosotros enseñando la sabiduría, y fué oida
una voz de arriba que decia : Este es mi Hijo muy amado, aquí
esté, oid su palabra ; y el mismo Hijo, prevalcciéndose de este
divino testimonio se definió como Dios en estos términos concisos
pero sublimes : Yo soy la verdad : Ego sum vertías.
Sí, el Verbo divino es la verdad ; y no se halla esta sino en el
Verbo entera y acabada : si pues queremos tener parte en la ver
dad, necesario nos es tener parte en el Verbo. Y como la predi
cacion evangélica es el medio poderoso y continuo ofrecido á los
hombres para comunicar con la verdad del Verbo, la palabra
evangélica no es por consiguiente sino la palabra de Cristo conti
nuada, permanente, subsistente. Y así como Jesucristo se halla
realmente bajo las especies sacramentales eucarísticas, de la
misma suerte la verdad, la palabra están en realidad presentes
bajo la cubierta de la predicacion evangélica : y así como en
la Eucaristía vosotros comunicais con el cuerpo y sangre del
Verbo hecho hombre, en la predicacion evangélica comunicais
con la verdad eterna.
¡ Oh hermanos mios ! si nuestro intento fuese no poner en este
momento sino á la palabra de hombre en lugar de otra palabra
de hombre, una doctrina humana en lugar de otra doctrina tam
bien humana, quedaríamos muy rebajados al pronunciar y al
apropiarnos la palabra verdad. Pero ¡ oh noble privilegio de la
tribuna evangélica ! Jesucristo es siempre, siempre y en todo lugar
el que se hace oir ; el hombre que la ocupa en nombre suyo es
tan poco, su puesto es tan pequeño, que no le es permitido nunca
LA PALABRA DIVINA. 161
sus propias doctrinas, su enseñanza propia, á la doctrina y ense
ñanza de Jesucristo : y aun solo el intentarlo seria un espantoso
sacrilegio. Pero no es así para dicha vuestra, sino que en la in
terpretacion de las palabras del Verbo, no le es permitido susti
tuir su propio dictámen, sus propios sentimientos, al dictámen y
sentimientos de Jesucristo ; no le es permitido ni aun seguir el
sentido á donde podrian conducirle tal vez su gusto y sus propias
luces. Es un tribunal invariable, encargado por Dios de velar á
la sagrada exposicion de las Escrituras divinas ; un tribunal que
indique, que impone el recto sentido de ellas.
¡ Oh admirable constitucion de la Iglesia católica ! Solo en su
seno se puede vivir seguro de comunicar con la verdad del
Verbo ; fuera de ella, en cualquiera otra parte, las sagradas Es
crituras se hallan entregadas á todos los peligros de las interpre
taciones diversas, á todos los azares del exámen ; y precisamente
este es el escollo en donde vienen á precipitarse los hombres. Só
pretexto de explicar las palabras de Dios, sustituyen las suyas,
buscando así, en cuanto en ellos consiste, á aniquilar, ó cuando
menos á enturbiar ó disminuir la verdad del Verbo.
Pero en nuestros templos, en virtud de la constitucion de la
Iglesia católica, vivimos seguros de no oir en el hombre sino el
órgano de la voz que le sea propio, de no ver en él sino el ejer
cicio de un ministerio : vivimos seguros de que lo que nos tras
mite por su boca no es él mismo, sino Dios, sino la verdad del
Verbo. Tal es, hermanos mios, el poder de la predicacion evan
gélica relativamente á la verdad. Pero aquí es precisamente,
amados hermanos mios, en donde tenemos que guardarnos de
que por culpa nuestra no nos veamos privados de comunicar
con la verdad del Verbo.
Para comunicar con la verdad, es necesario estar poseido de
un espíritu libre de toda preocupacion : y ¡ cuán pocos hay sin
embargo que estén exentos de ella, cuando vienen á oir la pa
labra de Dios ! Muchos hay, no pocos, muchos, muchísimos que
quieren reglamentar su lenguaje sagrado, imponerle un límite
arbitrario, juzgándose con derecho de censurar las costumbres y
de fijar las creencias. ¡Pensamientos insensatos! ¡disposiciones
fatales para las almas que por ello caen en la imposibilidad de
tener parte en la verdad del Verbo !
Hombres hay que hacen un cargo á la palabra evangélica del
derecho ilimitado que tan justamente se atribuye de censurar
las costumbres, de gozar de la libertad que tiene mision de darse
S. M. I. H
162 APOSTOLADO CATÓLICO.
para citar ante su tribunal los abusos de toda especie, y de amo
nestar en todas circunstancias la observancia de las leyes divinas
á los que las quebrantan ; hombres hay que convienen efectiva
mente en que la palabra evangélica pueda predicar esa parte de
la moral que es comun y ordinaria en el mundo, en que pueda
reprender los abusos que la sociedad misma reprueba ; pero si
la palabra evangélica se toma la justa libertad de ser mas rigida
que el mundo; si impelida del peso y fuerza de sus convicciones
llama malo á lo que el mundo tiene costumbre de llamar bueno;
vereis entonces cómo esos hombres, en lugar de ponerse á re
flexionar y mirar con desconfianza los juicios del mundo, excla
man furibundos, y se quejan de esta santa libertad como de un
abuso ; y no temen arrojarse á decir : ¿Pero de dónde viene el
atrevimiento de esos hombres, de dónde salen esos nuevos docto
res que se arroganel poder de castigar nuestros deseos, nuestras
acciones, nuestros pensamientos, hasta nuestra sabiduría misma ?
¡ Ah hermanos mios ! muy fácil me es comprender todo lo que
tiene nuestro ministerio de grave, de imponente, de fastuoso :
comprendo sobre todo muy bien todo lo que puede exigir el
mundo de los que ejercen ministerio tan delicado y sublime. Mas
pues que Dios ha creado seres de celestial naturaleza entre su
divinidad y los hombres, ¿ porqué en lugar de encargar de este
tremendo cargo á hombres, no lo ha encargado á ángeles?
¡Cuán bien no cuadraria á esas naturalezas elevadas que moran
en el empíreo erigirse en censores de nuestra ignorancia, y de las
flaquezas que nos aquejan aquí abajo !
Muy bien hubiera podido ser esto asi ; pero en fin, pues que
Dios para honrar á los hombres (asilo creo yo), se ha dignado
escoger sus ministros entre sus filas, entre sus hermanos de na
turaleza, mas que entre los coros angélicos, ¿qué quereis que
hagan los que se hallan encargados de este ministerio, tan tre
mendo por disposicion divina, no por voluntad propia ? Consti
tuidos para predicar á los hombres la verdad, ¿ es que intentais
el presumir ó el hacer que ellos se desentiendan de tan augusta
mision por respetos humanos ? Obligados á poner á los hombres,
sus hermanos, en comunicacion con el Verbo divino, ¿ quereis
que lo dejen cautivo bajo de un triple sello de mentira ? ¡ Ah !
No, no se envilecerán hasta ese punto ! Mas dado que fuesen
capaces de hacerlo, ¿es que por pundonor de la humanidad
no seríáis vosotros los primeros á cubriros de vergüenza?
La verdad es grave, es rigida, es imparcial : juzga á grandes,
LA PALABRA DIVINA. 163
á pequeños ; juzga á los dias, juzga a los siglos ; juzga á los in
dividuos , juzga á los pueblos : la verdad es el adversario esen
cial, el enemigo implacable de todo lo que no es justo ni verda
dero. La verdad no puede entrar en composicion con las pre
ocupaciones de los hombres y de las edades ; solo tiene una voz,
y está retronando siempre, y siempre anunciando lo mismo : si
gue las generaciones en su rápido curso, desciende al medio de
las sociedades, al santuario de las familias, á lo interior de las
conciencias, y sin miramiento por su situacion, por su riqueza 6
por su pobreza, por su poder ó debilidad, sin miramiento por su
prosperidad, y aun sin condescendencia en materia de religion,
su voz hiere siempre, á derecha y á izquierda, y abate cuanto no
encuentra bien. Tal es el carácter propio é inagenable de Id
verdad. Y ved porqué la palabra de Jesucristo censura sin con
miseracion todo cuanto ve desordenado en las costumbres ; y
tiene que conducirse así para ser la verdad, para haceros parti
cipantes de toda la verdad del Verbo.
¡ Ah, hermanos mios muy amados! No os quejeis de esta voz
que en los altos puestos del universo moral retruena contra los
abusos, amonesta con severidad á los mortales contra los vicios,
y hace patente á los ojos del mundo el cuadro de sus flaquezas
y de sus extravíos ; no faltarán de cierto sobradas voces que so
estarán levantando siempre en derredor vuestro para lisonjear
vuestros deseos; hartos genios de seduccion y de mentira se le
vantarán á vuestro lado ; demasiados aduladores cobardes se
apresuraran para lisonjear vuestros errores. Llevad pues á bien
que esta majestuosa voz evangélica, siempre grave pero amante
siempre, austera por esencia, mas cariñosa por deber y por ins
tinto, llevad á bien, repito, que esta sublime voz, siempre
digna, divina siempre, osconduzcay guie enseñándoos la verdad.
Hablo, católicos, como pienso ; nada conozco que exista de
mayor cuantía para los cristianos que esta institucion sagrada de
la predicacion evangélica.
Vése frecuentemente en las fiestas solemnes, vése una grande
asamblea en un templo ; en medio de ese templo descuella una
cátedra, y desde esta cátedra desciende al auditorio una voz con*
sagrada á la verdad con inmenso compromiso : no habla esta voz
como las otras voces; no adula, pero reprende, pero amonesta,
pero vitupera : nada dice á los que allí se encuentran de las vir-
tudes* del saber, del valor moral que puedan tener : podria sin
duda hacerlo, porque todo eso es honroso para la humanidad. No
164 APOSTOLADO CATÓLICO.
lo hace sin embargo, y hace que no repara en ello ; mas en des
cuento se queja hasta de sus menores faltas, hasta de sus me
nores prevaricaciones, hasta de sus defectos mas ligeros y leves,
habla del mal que han podido hacer, del bien que todavía no
han hecho.
Pues bien, esta voz no hace huir á nadie, todos la oyen con el
mas profundo recogimiento, con amor, con piadoso respeto. ¡ Oh !
¡ Cuán hermoso y sorprendente espectáculo para un hombre que
por la vez primera entrara en nuestros templos ! ¡ Cuán noble
idea no concebiria él de una religion consagrada así por ese
respeto que circunda á un ministro de la verdad ! ¡ Oh ! ¡ y de
qué sentimiento de respeto no se hallaria sobrecogido este hom
bre á favor de un pueblo que sabe comprender así su religion,
y dar oido atento á su palabra! Y es que en efecto son muy gran
des los que prestan su oido á la verdad del Verbo.
No seria empero bastante haber participado de lo infinito del
Padre, de la verdad del Verbo, si no participamos tambien dela
gracia del Espíritu Santo.
Si no participamos de la gracia del Espíritu Santo no podemos
realizar la verdad, ni poner nuestra voluntad en armonía con la
inteligencia. No basta alumbrar á esta, católicos ; es necesario
ganar el corazon : no basta triunfar del espíritu, reducirlo á la
impotencia de replicar una palabra ; es necesario ademas ganar
la voluntad. Pues bien ; en materia de moral, del deber y de la
salvacion, la palabra humana no es capaz de ganar esta con
fianza del corazon. Así es que la verdad muestra nuestra pala
bra ; vosotros la reconoceis, la sentís, estimais felices á los que
la siguen ; pero vosotros. . . no la seguis empero. . . Quedan en su
punto vuestra conducta y vuestros actos. ¿ Quién podrá dar
nos la clave para explicar este enigma ? ¿ Cómo es que la palabra
humana que ha podido vencer á la razon, es impotente para ven
cer la voluntad?
¿ Por qué ? Porque la voluntad no obedece al hombre ;
porque el hombre no es harto poderoso para introducirse en el
secreto de la naturaleza, para saber los resortes que es menes
ter tocar para dar nacimiento á esta voluntad ; es porque la vo
luntad no obedece sino á Dios. ¡ Oh palabra humana ! tú que
nada puedes para poner en armonía la voluntad con la inteli
gencia, eres demasiado poderosa para hacer que la voluntad y
el entendimiento se rebelen contra los principios de la razon.
¡Oh palabra humana! ¿Dónde has robado esa llama siniestra y
LA PALABRA DIVINA. 165
fatídica que devora y consume á la juventud, y que se encubre
bajo la ceniza de las canas y de la ancianidad?
¡ Ah ! la tempestad que arranca los cedros y conmueve los
montes es menos violenta que tú. Ese torbellino impetuoso que
lo arruina todo á su paso es menos fatal que tú. El incendio,
inflamado con todo el inmenso poderío de una tormenta, y que
pasea su furor en medio de una selva, es menos desastroso que
tú. ¡ Oh palabra humana ! tú has recorrido toda la tierra, y tus
miras son demasiado visibles ; tú has destruido costumbres, paz,
virtud, esperanza, amor.
¡ Oh palabra humana ! ¿ Qué es lo que has dicho á la juven
tud ? ¿qué espíritu satánico le has metido en el corazon ? Yo no lo
sé ; pero desde el punto en que te has encerrado con ella sola,
desde el punto en que has podido destilar en ella el veneno de tu
pensamiento, yo la veo que padece y padece tormentos de muer
te : levántase penosamente su pecho ; atorméntase en revolver
en su acalorada imaginacion sueños dolorosos, y aun frecuen
temente hasta luchar angustiosamente contra sus propias convic
ciones. ¡ Oh palabra humana ! tienes tú, sí, un maravilloso
poder ; tú que nada podias para crear la armonía, te has dado á
conocer muy poderosa para sembrar el desorden. Tú, que
nada puedes para inventar una sola virtud, surtes á borbotones
inmensos los vicios y las costumbres perversas.
Hombre pensador que estás muerto á la virtud, pero que an
sias por renacer, sábelo bien, nada puede la palabra humana
para tí ; nuevo Lázaro, te quedarás tú en tu sepulcro hasta que
hayas participado de la gracia del Espíritu Santo ; hasta que una
palabra de lo alto se haga oir en la tumba tuya, y te diga : Le
vántate, Lázaro.
Oslo vuelvo á decir, hermanos mios; la predicacion evangélica
es un medio poderoso para participar de la gracia del Espíritu
Santo ; pues que por medio de las predicaciones evangélicas se
digna tocarnos con su gracia el divino Paracleto, si no le pone
mos obstáculo por culpa nuestra. Unas veces nos toca la gracia
por medio de una meditacion que nos recuerda una persona á
quien estimamos entrañablemente, por los pensamientos de
una desgracia, por los recuerdos de la cuna, por la de aquel
tiempo en que todo respiraba en nosotros pureza y calma ; otras
veces se efectua este divino fenómeno por una palabra sin va
lor, pero que nos hiere en aquel entonces , sintiéndonos con
movidos sin conocer la causa. En otras ocasiones experimenta
166 APOSTOLADO CATÓLICO. LA PALABRA DIVINA.
mos un disgusto insólito de nuestro estado, y nos sentimos
tocados de remordimiento : nos impele suave pero fuertemente un
grande amor hacia el Padre ; y todos estos son otros tantos signos
de que nos toca con su gracia el Espíritu Santo. Guardémonos
mucho de adormecernos entonces ; porque él es quien vibra so
bre nosotros el cuchillo de las palabras evangélicas, cuchillo tan
vivo y penetrante que llega al corazon.
AJ ver todo el mal que se opera desde el principio de los
tiempos en la tierra, al ver la humanidad tocada de una herida
mortal, el alma se ve atormentada por una angustia mortal. Y
¿ quién despertará á las naciones adormecidas ? ¿ Quién soplará
sobre esos huesos áridos para reanimarlos ?
¡ Oh vos, Señor, que habeis aparecido en el hombre bajo la for
ma de una paloma ! sed todavía esta paloma bienhechora que
despierte las poblaciones aletargadas ; sed esa lengua de fuego
que seque el origen impuro de las pasiones, para no dejar en
nosotros sino el ardor de la virtud.
Amados hermanos mios, penetrémonos en gran manera de toda
la verdad evangélica, á fin de que conformándonos á su regla
sagrada, podamos arribar al puerto de las recompensas eter
nas. Amen.
LA PALABRA EVANGÉLICA.

SEGUNDO DISCURSO.

POR EL O»io SEÑOR COEUR , ORISPO DE TROYE8.

Beali qui audiunt verbum Dei et custo-


diunt illud.
Bienaventurados los que oyen la palabra
de Dios, y la guardan.

A Dios solo, amados hermanos mios, á solo Dios pertenecen


en toda su plenitud el ser, la verdad, el poder : el hombre no
posee de estas sublimes cualidades sino un destello, una emana
cion, un átomo; y aun esta partecita, tan disminuida ya, la va
enflaqueciendo diariamente por su culpa y en virtud de su radical
impotencia para todo lo grande, todo lo bueno. Complácese el
hombre como á porfia en circunscribir mas y mas su propio ser
á los límites del tiempo : destierra de su corazon el sentimiento
de lo infinito, su mas alta gloria, el título de su excelencia ; y
aun eso poco que le resta de verdades se va oscureciendo
prontamente entre una monstruosa aglomeracion de nubarrones
eme eclipsan su vista ; y tal es su flaqueza, que es incapaz por
sí mismo de restablecer la armom'a entre su voluntad y su inteli
gencia.
La ignorancia y el mal han venido á ser la tendencia natural
de la vida del hombre despues de su cáida, y si no pudiese com
batirla, si no tuviese medios para volver á Dios, de fortale
cerse, de restablecerse en ese manantial sagrado de las existen
cias, de remediar sus miserias, y beber en él otra vez la vida,
168 APOSTOLADO CATÓLICO.
habría perdido muy pronto hasta la sombra de esos dones primi
tivos que le habia franqueado la liberalidad del Criador. Por ta
les razones y para consuelo vuestro, el medio ofrecido á los mí
seros mortales, amados hermanos mios, para participar de las
riquezas de Dios y comunicar con él, es, como ya os tenemos
dicho en otra ocasion, la palabra evangélica salida del seno
mismo de Dios.
Cual rio caudaloso, poderoso, magnífico, sagrado, desciende
aquella desde las eternas fuentes del empireo á esta universal
creacion, penetra en sus venas, la riega, la alimenta, vuélvele la
vida y el alma, va fluyendo, y huyen á su aproximamiento los
límites y las sombras del tiempo ; dias , años, siglos, todo se
disipa como vanos fantasmas : va siguiendo su curso, y á su paso
saltan volando por los áires y desaparecen esos enjambres de
errores, de seducciones y mentiras ; y atravesando todas estas
malezas, pasa como la verdad divina, cual soberana é inmutable,
penetra, inunda las almas de toda la luz del Verbo, lo recorre
todo, é imprime al mundo una fuerza inmensa de amor, regene
racion y vida. Así es como va pasando al través de los mortales
el rio de la palabra evangélica, anticipándose á sus deseos, dis
tribuyendo á sus necesidades todos los dones de la Trinidad, el
infinito del Padre, el amor del Verbo, el poder del Espíritu
Santo, prodigándoles de este modo los medios de entablar recí
procas comunicaciones con Dios. Mas en la palabra evangélica,
así como en todo el resto de la obra de la salvacion, Dios no
hace nada por sí solo ; desciende, acércase al hombre : y al hom
bre toca ya el levantarse para subir hasta Dios.
Examinaremos pues las leyes segun las cuales se ha de obrar
este gran movimiento, lo que formará el asunto de este discurso.
Hemos visto en otra ocasion cómo la palabra evangélica era el
medio general presentado á los mortales para comunicar con
Dios ; hoy observaremos las leyes por medio de las cuales se ha
de llevar á cabo el cumplimiento de esta comunicacion. Ave,
Marta.

Expongamos desde luego, amados hermanos mios, la ley


general bajo cuya sagrada egida ha de consumarse la comunica
cion del hombre con su Dios.. A la manera que en la predicacion
evangélica Dios, para darse al hombre, se despoja, por decirlo
así, de su naturaleza soberana, viene á encerrarse y como á es
LA PALABRA EVANGÉLICA. 169
trecharse en ciertos límites, se encarna en una cubierta ó mate
ria sensibilizada, del mismo modo el hombre á su vez para subir
hasta Dios, ha de despojarse de su naturaleza terrestre en cuanto
le sea posible, revestirse de Dios, dejarse absorver de su in
mensidad : es decir, que para comunicarcon lo infinito del Padre,
ha de quebrantar la prision de sus sentidos; que para comunicar
con la luz del Verbo ha de derrocar las barreras de su inteli
gencia ; y que para comunicar con la gracia del Amor, del Es
píritu Santo, ha de renunciar del egoismo, y abandonarse sin
reserva ála accion de la gracia.
Tomo el hilo de mi discurso, y me voy á explicar. Desde
luego para comunicar con el infinito del Padre, el hombre se ha
de libertar de las prisiones de los sentidos. El infinito, ama
dos hermanos mios, no se revela al hombre intuitivamente, in
mediatamente y sin velo : contemplar á Dios cara á cara, es
privilegio de los siglos eternos; pero en esos dias que van cayen
do aquí abajo, mezquinos, pequeños y sombríos en medio de este
globo fugitivo, en medio de las ilusiones y las sombras, la ma
jestad del Padre quiso no manifestarse á nuestras miradas sino
por la mediacion de las criaturas, por la sabiduría y ordenamiento
de sus leyes, por la grandeza en fin de su poderío.
Con voz elocuente y magnífica están encargados los cielos y la
tierra de transmitir al hombre las magnificencias y los beneficios
del Criador; ellos son los ministros de Dios en el orden natural,
los instrumentos de su accion, ellos son el sacerdocio del uni
verso material. En el orden de la gracia y de la verdad, el Padre
celestial, el Rey de lo infinito ha puesto entre su gloria y la nues
tra otros mediadores, entre él y nosotros otros hombres ; y estos
son los encargados de publicar á sus hermanos los oráculos y
decretos de Dios; son ellos su boca y su brazo en la tierra, los
mediadores para unir el hombre álo infinito. Ahora bien : en los
designios providenciales es necesario apoyarse desde luego so
bre lo finito, y tomar desde él su vuelo, abalanzarse mas lejos por
la fuerza de la voluntad, y esta fuerza exige necesariamente la
exencion y liberacion de la prision de los sentidos.
Porque si no consideramos sino la corteza de las cosas; si no
reparamos sino en lo que hiere á los sentidos exteriores ; si no
se ve en el ministro de Dios sino una criatura, y no el instru
mento, la boca y el brazo de Dios en la tierra ; si, en una palabra,
nos detenemos demasiado en las cualidades de la criatura conside
rada únicamente como tal, nos hallaremos desde luego puestos
170 APOSTOLADO CATÓLICO.
bajo la influencia de una funesta disposicion ; porque en lugar
de ponernos en contacto con lo infinito, no entramos en relacion
sino con lo que es variable, terrestre y finito, y si os ha seducido
él por sus formas y por sus palabras, no os veis apasionados sino
por lo que no es Dios ; es decir, que sin pensarlo sois idólatras.
Si tomando un partido diametralmente opuesto mirais al hom
bre con desden, si rechazais demasiado y menospreciais el len
guaje de las criaturas, por mas finito que sea, rechazais y me
nospreciais tambien al mismo Dios ; y ved el escollo en donde
han venido á estrellarse los politeistas de los tiempos antiguos, y
upa gran muchedumbre de hombres que en nuestros tiempos vi
ven fuera del cristianismo. Los primeros habian hallado magnífico
el sacerdocio del universo material ; mas en lugar de ir por él
hasta aquel cuyo divino resplandor reflectan, y cuya providen
cia mostraba tan á las claras, habian adorado al sol y á la tierra.
Los segundos, al contrario, demasiado compadecidos tal vez de
las humanas flaquezas y poco perspicaces para prescribirla las
armonías del mundo físico y del moral, se han echado fuera de
la comunion de Dios, colocándose fuera del círculo en donde se
reflecta la majestad de un Dios infinito.
Unos y otros han mostrado gran flaqueza y mucha cortedad
de entendimiento, así como una esclavitud ratera del sentido.
¿ Qué cosa es pues, pregunto, la criatura, para que por causa
de ella nos separemos del Criador? ¿Qué cosa es la gloria del
hombre, para que por esta humarandela nos pongamos á encen
derle un incienso idólatra? ¿Qué es su flaqueza y hasta qué punto
la debemos hollar para que por causa de ella y queriendo huir
de ella, huyamos tambien de Dios, y nos veamos así privados
de él? Sepamos pues, cristianos, sepamos librarnos de las ilu
siones de los sentidos ; levantémonos á una altura tal que poda
mos formar, sin miramiento por estas bajezas de tierra, un juicio
acertado sobre el lugar que les fué dado á los hombres en el
conjunto de las relaciones religiosas : así es como no podremos
estrellarnos contra este escollo, y muy lejos de que en lo veni
dero sean para nosotros un obstáculo los hombres, llamaremos,
imploraremos su accion, sin la cual nos seria entredicho comu
nicar con el infinito del Padre.
Mortal pues, mortal y ministro de Dios, hijo de la tierra, em
bajador del cielo, naturaleza vacilante y frágil, aunque órgano de
la divinidad, el hombre, revestido del sacerdocio, participa á la
vez de dos términos extremos que lo ponen en contacto con la
LA PALABRA EVANGÉLICA.
flaqueza suma de una parte, y de otra con el sumo poder, con
el cieno del hombre y con la gloria de Dios , con la verdad, con
la inmortalidad de Dios al propio tiempo que con las vicisitudes
mortales, con las tinieblas, con la nada : hombres, los ministros
del Señor están sometidos á la ley de las flaquezas, calamidades
y vicisitudes humanas ; pasan por sus dias de infancia y de vejez,
de energía y de desaliento, grandeza y decadencia : toman parte
en la fortuna intelectual de las edades ; sus espíritus se ilustran
con la ciencia de sus contemporáneos; penétranse de su entu
siasmo, como tambien oscurécense con sus tinieblas; su ex
presion es ruda 6 culta, áspera ó armoniosa, grosera ó elegante
segun que el tono general de la época marca gracia y energía,
rudeza ó elocuencia, barbarie ó finura. Mas serios y graves sin
duda alguna, tomándolos en masa, que la mayoría de los hom
bres de su tiempo, los ministros de la palabra no se hallan em
pero exentos de esos contagios morales que remolinean por el
mundo ; se encuentran á derecha con la desgracia y á izquierda
con la felicidad; pueden como los demas ser tocados de los azo
tes del contagio. Todo esto viene de hombre.
Mas ahora ya, como depositarios de los pensamientos del cielo
y de su accion, están encadenados á la misma ley de inmutabi
lidad que rige á la naturaleza divina : no conocen alternativa de
sueño y de muerte, de vida y de resurreccion : siempre perma
necen derechos, siempre puros, invariables siempre. Fluye sin
mezcla de su boca la verdad de Dios; y ni la barbarie de las
edades, ni la cortedad de los talentos alteran el poder divino.
Majestuosa ó humilde, débil ó poderosa, sospechosa ó venerada,
objeto de culto ú objeto de menosprecio de parte del mundo,
esta palabra hace descender siempre la fuerza que sostiene,
aconseja, cura, anima la tierra. Tal es el sacerdocio católico :
variable por su costado terreno, invariable por su lado divino ;
finito por el oostado mortal, infinito por la transmision de Dios.
Pero tened bien entendido, católicos, si para considerar al
sacerdocio os quedais estancados en el fango de las pasiones ó
encerrados en la cárcel de los sentidos, no os podrá servir aquel
para haceros comunicar con la infinidad del Padre; porque desde
ese punto de vista no apercibireis sino el costado mortal, y- aun
ese mismo costado siendo, en los mayores, muy pequeño,
muy débil, no tardareis mucho á mirarlo con lástima , y aun os
vendrá la tentacion de zaherirlo cruelmente, arrebatándoos hasta
alejaros de Dios. Si al contrario, para juzgarlo marchais mas
172 APOSTOLADO CATÓLICO.
adelante, si ascendeis hasta esa altura en que no se divisa ya
al hombre, en donde desaparecen lo finito y pequeño, en donde
solo se percibe á Dios que habla por una boca mas ó menos
fuerte, á Dios que se vale de un brazo mas ó menos vigoroso,
mas ó menos digno, mas en todo caso no se apercibe sino á Dios
solo y siempre á Dios; entonces sin temor de extraviaros, os ha
llareis en el infinito de los pensamientos de Dios mismo : lo que
es terrestre y limitado os disgusta ya, y solo encontrais como ob
jeto digno de vuestra comunicacion sobrenatural lo infinito de
Dios, lo infinito del Padre.
Levantad pues, amados hermanos mios, levantad á lo alto
vuestros espíritus, vuestros corazones ; cuando escucheis la pala
bra evangélica, no os detengais en los acentos, en los sonidos gra
ves de nuestra boca : en un siglo, en un país en donde la palabra
humana ha desplegado tanto poder y obrado tantas maravillas ; en
un siglo, en un páis en donde no hay un oido que no se haya elec
trizado muy frecuentemente con su gloriosa inspiracion, en donde
no hay un solo corazon que se haya conmovido á sus acentos, ¿có
mo nos atreveríamos nosotros á venir á promulgar aquí los oráculos
y los decretos divinos, si no pusiésemos nuestra confianza, nihi-
ciéramos consistir nuestra fuerza sino en la faz humana de la pa
labra? No, sin duda; no es esto porque Dios no se haya complacido
con gran frecuencia á revestir su palabra con todas las riquezas
de la armonía, con todas las gracias de la persuasion, con toda
la magnificencia de que pueda ser capaz el humano ingenio. El
que dejó pendientes por esos áires todas las inmensas ráfagas
de luz que los alumbran, se ha dignado echar tambien acá abajo
en la sociedad humana almas vastas, luminosas.
La imágen del Crisóstomo cierne todavía sobre Constantino-
pla , y el Africa se siente aun conmovida á los acentos de un
Agustino ; Cartago se reanima al recuerdo de un Cipriano, y Mi
lan canta todavía los divinos suspiros de su Ambrosio : yo mis
mo, yo mismo siento en este momento que esas vidrieras retiem
blan, que esta cátedra salta de júbilo al nombre de Bossuet :
todo en esta capital inmensa esta todavía aturdido de él, y yo
temo, si lo repito, que el cielo entreabierto por esta majestuosa
invocacion, no lo haga ver á la tierra, y que los mortales llorados
por este granprelado, rompiendo sus féretros, no vengan á espan
tarnos aquí con un homenaje á su gloria !
Pero Dios ha hecho rara vez esas obras maestras : hálas dis
persado acá y acullá en las edades para servir á su gloria de
LA PALABRA EVANGELICA. 173
monumentos durables ; para probar y para testificar á las ge
neraciones que hace subir á su palabra hasta donde le place, y
que cuando así lo juzga conveniente á nuestro bien, sabe dotarla
de un poderío que no tiene rival...
Por lo que á nosotros toca, tímidos y humildes sucesores de
esos hombres grandes, no tenemos necesidad de preservaros de
la seduccion de su gloria. Fueron mas ilustres y mas fuertes que
nosotros ; pero no mas ministros de Dios que nosotros. Dieron á
sus contemporáneos una palabra mas elocuente, mas no pudieron
dársela mas divina. El mismo Dios es el que se encuentra siempre
encarnado en la misma palabra ; es el mismo Infinito con quien os
queremoshacer comunicar ; y nuestra inferioridad, lejos de com
prometer en nada vuestra salvacion, no hará sino haceros poner
toda vuestra esperanza en Dios.
Así como para comunicar con el infinito del Padre, se tiene
necesidad de eximirse de la prision de los sentidos, del mismo
modo y por la misma razon, para comunicar con la verdad del
Verbo es necesario hacer caer, ó al menos avanzar muy lejos las
barreras de la inteligencia, y alistarse bajo las banderas de la fé. . .
Hay, amados hermanos mios, una barrera intransitable para
la verdad, y que la cierra todo acceso á las inteligencias : tal es
una especie de mama ó pensamiento terco que se apodera á ve
ces, aunque no sea sino de paso, de nuestro espíritu, y que
hace que atribuyamos á la verdad cierta fisonomía, cierto color
ó forma ; trazárnosle en seguida el círculo en que se le ha de
encerrar y circunscribir, la linea que se ha de seguir invariable
y obstinadamente para hacérnosla conocer: rehusamos conocerla
como tal, si no se nos presenta bajo de esta forma ; y si sus de
rechos imprescriptibles ó mas la naturaleza misma de su mani
festacion exigen que traspase los límites, ó se salga del estrecho
círculo que se han prescrito por la mezquindad de nuestro bajo
entender, no vacilamos, ciegos é insentatos, en negarle su dere
cho, en disputarle su poder, y aun todo, hasta su mismo nombre,
de tal modo que á nuestros ojos enfermizos no se la podría reco
nocer como la verdad...
En un alma atrincherada con tantas preocupaciones, os pre
gunto, católicos, ¿ es posible penetre jamás un rayo de verdad ?
La verdad en efecto no puede recibir leyes ; no puede tolerar
que se le abra una senda por donde precisa y solamente haya
devenir á nosotros. Cual soberana, ella tiene trazado libremente
su camino ; lejos de venir á nosotros, nos demanda que vayamos
APOSTOLADO CATÓLICO.
nosotros á ella ; y antes que suponernos infalibles, ella misma se
atribuye exclusivamente este privilegio.
Por consiguiente, amados hermanos mios, en todo género
posible de conocimientos, la primera disposicion requerida para
alcanzar la verdad es entrar en justa desconfianza de su propio
juicio interno ; de hacer caer por tierra todos los vallados que
cercan y aprisionan al alma, y entregarla sin reserva como un
vasto campo á los rayos de la verdad ; de abandonarla absoluta
mente á toda su accion, á toda su influencia ; porque cuando
me pongo á considerar lo que son los hombres, relativamente á
la palabra evangélica, yo veo que muchos no vienen á comuni
car con la verdad divina del Verbo con las disposiciones indis
pensables para lograr poseer la verdad : porque en lugar de
abandonarse sin reserva, con entera resolucion á toda la influen
cia, á toda la accion de la palabra evangélica; en lugar de ofre
cerle su doctrina y su fé, se quiere y pretende malamente po
nerle cotos y límites en el derecho que se atribuye de censurar
y amonestar imparcialísimamente lo concerniente á las buenas
costumbres, y á la fijacion de las creencias. Decimos nosotros
como Pilatos : Quid est veritast y no nos paramos á esperar
la respuesta.
La predisposicion de este desconcertado pensamiento es fatal
para las almas que impregnadas de él caen en la impotencia de
comunicar con la verdad del Verbo. Hay desde luego hombres que
hacen un cargo á la palabra evangélica de lo que es su derecho en
atribuirse la facultad de censurar las costumbres, en usar de la
libertad que le está otorgada de citar ante su tribunal á todos los
abusos, de señalar todas las prevaricaciones, de recordar todas
las divinas leyes á los que las infringen... ; llevaríais á bien tal
vez el que predicase la moral en el sentido que la aprueba y re
conoce el mundo, que echase un baldon sobre el escándalo que
la sociedad misma repruebe y castigue ; pero si la palabra evan
gélica va mas lejos en virtud de los deberes que le impone su
mision, si se toma la libertad de ser algo mas grave y severa
que el mundo, si anuia las decisiones de este, si declama con
tra sus exigencias y leyes injustas, si llama bueno á lo que el
mundo tiene costumbre de llamar malo, ó malo lo que este juzga
bueno ; entonces, entonces, sin tomarse el trabajo de informarse
si la palabra evangélica no es, quizás, una autoridad harto le
gítima y auténtica para juzgar al mundo, vedlos cuál se espan
tan, cuál se quejan, cuál se enfurecen !
LA PALABRA EVANGÉLICA. 175
¿ Y de dónde y por qué, dice el mundo, por qué y cómo les
ha venido tanto atrevimiento, audacia tanta á esos hombres?
¿De dónde y cómo salen ahora esos nuevos profetas que acusan
toda nuestra vida, y se arrogan el poder de castigar nuestros ac
tos, reprender nuestros placeres, poner coto á nuestros pensa
mientos, condenar en fin hasta la sabiduría misma ?
¡Ah, hermanos mios muy amados! hágome cargo en efecto
de lo muy importante y severo que es nuestro grave ministerio;
concibo muy bien sobre todo lo que el mundo podria exigir de los
hombres-ministros del cielo, que lo llenan. ¿Porqué ¡ gran Dios!
habeis confiado ese poder, esa tan inmensa responsabilidad á
hombres, y no habeis querido otorgarlo á los ángeles ? ¡ Cuan
bien les estaria á esas almas puras el reprender los vicios de la
tierra ! ¡ Cuán bien sentaria á esos elevados espíritus del cielo
erigirse en censores de las ignorancias, de las frivolidades, de
todas las flaquezas de aquí abajo !
Pero pues que Dios, para honrar á los hombres, se ha dig
nado tomar ministros suyos de entre los de su clase, de prefe
rencia á tomarlos de entre los ángeles, ¿ qué quereis hagan los
hombres á quienes Dios ha escogido para cargo tan sublime ?
Puestos para predicar la verdad, ¿quereis que os la rehusen?
Obligados á poneros en comunicacion con la verdad del Verbo
divino, ¿querreis que lo tengan cautivo, escondido bajo de Una
nube, bajo de una sombra? ¡ Ah! no se envilecerian átalpunto;
pero si aun les fuera posible hacerlo, ¿no seríáis vosotros los
primeros á llenaros de rubor ? Y si no son tan criminales que
cometan tamaña afrenta ; si por el contrario pueden haceros co
municar con toda la verdad del Yerbo, llevad al menos á bien
que su lenguaje sea el de la verdad misma.
Pero notad bien, oyentes mios, la verdad es austera, es grave,
es imparcial. La verdad habita regiones mas elevadas que el
mundo ; juzga á los individuos y á los pueblos , á grandes y á
pequeños ; la verdad es el adversario esencial , el implacable
enemigo de todo lo que no es justo, de todo lo que no es santo :
la verdad no transige nunca con las humanas flaquezas, con
las preocupaciones, con la inconstancia de las edades ; va si
guiendo siempre las generaciones en su carrera ; penetra en
medio de las sociedades, en el centro de las familias, en la inti
midad de las conciencias, ó bien sin miramiento por las pasiones,
por la fortuna ó la ciencia, por el regocijo ó las lágrimas, mar
cha siempre sacudiendo á derecha é izquierda todo lo que no
176 APOSTOLADO CATÓLICO.
va derecho. Tal es el carácter necesario é invariable de la
verdad.
Y ved por qué Jesucristo es el Juez supremo, el terrible ad
versario del mundo ; y ved por qué su palabra censura sin mira
miento alguno las costumbres, y no puede faltar á ello sin dar
en tierra con su mision, sin cesar de ser verdad.
No os quejeis pues, amados hermanos mios, de esta boca que
en el universo moral hace resonar su voz contra los abusos, se
enardece de celo contra los vicios, y desenvuelve á los ojos del
mundo el cuadro de sus flaquezas, de sus errores, de sus extra
víos. Sobradas voces se levantan á vuestros lados para lisonjear
vuestros deseos ; bastantes tribunas de seduccion y mentira se
elevan de todas partes. Tened pues á bien que parezca en me
dio del mundo esta palabra evangélica siempre grave, mas siem
pre útil : austera siempre, mas obsequiosa en vuestro provecho;
incapaz de callar en tanto que no seais tan puros, nobles , mag
nánimos, divinos como ella desea para dicha vuestra, y que
ansia vehementemente para gloria del divino Verbo.
Hablo, señores, como pienso ; y os confieso ingenuamente que
nada sé haya mas honroso para los cristianos que esta institu
cion sagrada. En ciertos dias solemnes, veis vosotros reunirse
en el templo una respetable muchedumbre que se apresura á
colocarse al derredor de la sagrada cátedra, y de ella sale
una voz consagrada á la verdad por medio de una promesa in
mortal, inmensa : esta voz no habla como las demas voces ; no
adula, sí que amonesta y reprende ; nada dice á los que se creen
llenos de sabiduría, que están como satisfechos de su virtud, de
su valor moral : ni aun siquiera lo toma en cuenta aquella voz,
sino reprende hasta sus mas mínimas prevaricaciones, hasta sus
descuidos y faltas : échales en cara el mal que hacen, y el bien
que dejan de hacer ; y sin embargo; esta voz no pone en fuga á
su auditorio, no teme disgustarlo por su santa severidad 7 toda
vía mas, cabalmente por eso mismo es escuchada con mayor
atencion, con mayor recogimiento y amor.
¡ Oh ! ¡y qué espectáculo tan hermoso no ofreceria este fe
nómeno religioso á un extrangero que por primera vez viniera á
nuestros templos ! ¡Qué idea tan magnífica no concebiría de una
religion que ha podido consagrar aquí bajo con el respeto de
los altares un ministerio inviolable de la verdad ! ¡ Oh ! ¡ y cómo
se sentiría sobrecogido su corazon de veneracion profunda há-
cia ese pueblo que ha podido comprender esta religion, y prestar
LA PALABRA EVANGÉLICA.
oido atento á su santa palabra! En efecto, católicos, grandes
son y honorables los que quieren y ansian comunicar con la ver
dad del Verbo ; ¿y quiérenlo sinceramente los que ponen en duda
su derecho ? Pero desgraciadamente hay en nuestros tiem
pos una manera muy comun de disputarle ese derecho á la ver
dad religiosa ; yo debo indicarla, y hacer ver cómo y porqué
impide á las almas participar de la luz del Verbo.
Hay en este siglo muchos hombres que se han formado de las
creencias cierta idea á su modo ; quisieran que fuesen variables,
y á su punto de vista debieran seguir la fortuna de las edades y
las vicisitudes de los siglos : nacer, ponerse en movimiento, agi
tarse y morir, segun los tiempos : dejar en el comun sepulcro de
las generaciones todo ó parte de ellas con los cadáveres de sus
contemporáneos ; renacer de sus propias cenizas, transformarse,
morir de nuevo para nacer todavía mas veces : tal es su manera
de concebir las creencias.
A sus ojos la verdad no es ya eterna, ni independiente, ni
absoluta, sino relativa y vacilante : toda y cualquiera doctrina
que ejerza una influencia útil es por ello santa, por ello la mas
verdadera... Pero á su autor le cuesta mucho trabajo seguir al
mundo que va caminando siempre adelante ; y muy pronto, no
estando ya en armonía con él, la verdad se le presenta desde
luego como inútil : vedla ya que se convierte en mentira, reem
plazada muy presto por otra á quien cabrá suerte igual ; y que,
divinizada un instante, será también destronada, y arrastrada
por las calles cual un ajusticiado convencido de criminal en alto
grado.
Así es como anatematizan ellos todas las religiones, todos los
sistemas, todos los errores, levantándolos hasta las nubes en los
tiempos pasados para derrocarlos mas violentamente en el por
venir. Tal es pues la idea que se forman de las creencias: ved el
progreso que piden con tantas exclamaciones; y como la pala
bra evangélica rechaza hasta la idea de progreso y transforma
cion de la verdad divina con una inmensa energía, desde luego,
sin ir mas adelante, sin mas profundizar; y solo con esta sen
cilla aprension, vedlos que cierran sus oidos y se defienden
contraia tentacion de escuchar la palabra evangélica.
Ahora bien, amados hermanos mios, en semejante disposicion,
un alma preocupada á un extremo tal cual acabamos de des
cribir, se constituye por culpa suya en la imposibilidad de comu
nicar con la verdad, con la luz del Verbo. En esta disposicion lo
S. M. I. • 12
-y
178 APOSTOLADO CATÓLICO.
que se desea, lo que se pide, la sola cosa que se nos permita de
cir, que se nos permita oir, es lo variable, lo transitorio, lo re
lativo, creencias sin guia, un evangelio á término dado. Luego,
si fuésemos nosotros harto débiles, sobrado condescendientes para
acomodarnos á este deseo, no os hariamos entrar en comunica
cion con la verdad del Verbo, sino con la mentira ; porque
solo á la mentira pertenecen en efecto los caracteres que acaba
mos de describir.
Tema obligado, asunto favorito y aun exclusivo del error, se
le ve nacer, manifestarse, y morir : fórmase de relaciones hete
rogéneas que forzosamente se contradicen, excluyen, y se trans
forman : la verdad, al contrario, es inmutable, es eterna ; no
puede nacer ni morir, no puede dejar un instante de ser útil al
mundo y de estar en armonía con sus necesidades : es ella
como Jesucristo, que era ayer como es hoy y cuál será siempre
hasta el fin de los siglos...
Si á pesar de todo se tiene empeño en hacer penetrar en el
cristianismo ese nombre de progreso, extremadamente insigni
ficante en sí, — escuchad, os ruego lo que vamos á deciros.
En el centro del mundo planetario, sentado como en un trono en
el centro de la inmensidad del sistema planetario, está fijado el
sol, rey de la luz : inmóvil en sí mismo, hácelo mover todo á sus
lados, crea y mantiene el equilibrio ; su influencia hace salir y
volver rayos infinitos de luz, girar en torno de él las esferas :
luminoso por sí mismo y por el fondo de su naturaleza, no pide
de prestado á los otros cuerpos su resplandor, sino que lo posee
por sí mismo sin experimentar las alternativas de menguantes
y de crecientes : hállase lleno siempre, siempre consistente en
su plenitud; y sin embargo no despide sus rayos sin regla, sin
medida : se les ve despuntar en la aurora, aumentarse y engran
decerse en su apogeo ; y entonces es cuando hace crecer y pros
perar al mundo con su calor activo ! . . .
Es empero siempre el mismo, hasta que embozándose con el
manto de la noche, vaya á alumbrar á otras tierras, para reapa
recer Todavía... La lucha no concluye nunca entre los rayos del
dia y los sombríos coloridos de la noche. Ved, católicos, el solo
progreso que se pueda concebir en el cristianismo.
En el puesto mas encumbrado de la inteligencia se halla asen
tado Jesucristo, rey de la luz moral, el regulador supremo de
los espíritus luminosos : por naturaleza, no pide de prestado á
ningun otro ser la verdad, sino que la posee por sí mismo : sub-

t
LA PALABRA EVANGÉLICA. 179
siste continuamente sin alternativas de menguantes ni crecientes,
siempre lleno, é inmóvil en su majestad : distribuye á los espíri
tus el movimiento y la luz , y en la inmensidad de sus tesoros
todas las formas posibles, millares de sucesivos desenvolvi
mientos y manifestaciones. Sin embargo, no despide sus rayos
sin medida ni regla ordenada ab celerno ; se le ve despuntar y
alborear en el Edén con la revelacion primitiva : muéstrase mas
vivo y brillante en las rocas del Sinai ; manifiéstase en su ple
nitud en el Tabor con la Encarnacion, y nos inunda en el Calva
rio con sus rayos.
Antes de él habia en efecto progreso en los espíritus que ha
bian seguido el desarrollo de la verdad desde su gérmen hasta
su crecimiento ; pero despues del cristianismo, toda la religion
subsiste consumada, llena, perfecta : el sol ha dado sus rayos,
no despedirá ya mas otros nuevos, y sin embargo, ejercerá sobre
el mundo una accion que lo hará progresar en la perfeccion de
la fe ; porque de una parte , penetrando en las costumbres de
las masas, cuanto mas se identifiquen con él, tanto mas hará
engrandecer á los individuos y á los pueblos : los hará acrecen
tar hasta la majestad del Hijo de Dios ! ... Y por otra parte, ga
nando siempre en extension, va preparando, con misterioso tra
bajo, la terminacion de esa vasta unidad católica á donde iráná
abalanzarse los pueblos en el seno de Jesucristo. Mas no hay
que olvidarlo ; el mundo no se verá jámas libertado de la lucha
eterna del mal contra el bien ; aun bajo el reinado mismo de Je
sucristo habrá siempre una mezcla de errores, como en el reino
físico habrá siempre una mezcla de oscuridad y de luces, de
sombras y de claridades.
Ved el progreso que se puede suponer y concebir en la ver
dad ; ved lo que podemos admitir nosotros en el cristianismo. En
ese progreso, así entendido, se concibe muy naturalmente una
forzosa y necesaria variacion en la manera de anunciar la pala
bra evangélica. Ved todos esos hombres animados del espíritu de
Dios; ¿cuál fué el secreto de sus trabajos, el principio de los di
versos caracteres que los distinguen? Echarán entorno suyo
una mirada vigorosa y penetrante ; adivinarán las necesidades
de sus tiempos ; luego, en la palabra evangélica tratarán de bus
car el género de pasto que convenga al auditorio. Los apóstoles,
esas figuras monumentales, se diseñan con su majestad sublime
en la edad heróica , en la cuna del cristianismo.
Cuando mas tarde los espíritus elevados é influyentes vinieron
480 APOSTOLADO CATÓLICO.
á ser tranquilosposeedoresde la fe, solo quedaba por demostrarla
armonía dela gracia con la razon, la naturaleza y la historia. En
tonces hizo brotar Dios los padres de la Iglesia : mas tarde, cuan
do la fe en Jesucristo reinó umversalmente en los ingenios, todo
el trabajo de la palabra evangélica consistia en formar las cos
tumbres ; ese mismo ha ido siendo tambien el carácter, la forma
de que se ha revestido hasta nuestros dias.
Por lo que toca á nosotros, venidos en una época inaudita en
la historia del cristianismo ; nosotros, colocadosá la faz de un si
glo que no niega, pero que duda; que no ataca, sino que resiste;
que no posee, sino que busca ; que despues de haber caido en
un vacío inmenso respecto de su alma, experimenta la necesidad
de llenarlo de cualquier cosa ; que despues de haber amontonado
ruinas, se penetra hoy de la necesidad de construir: nosotros,
repito, ¿ qué podemos hacer, sino mostrarle los materiales y el
ordenamiento magnífico del edificio cristiano, hacerle admirar,
segun le sea dado á nuestras escasas fuerzas, hacerle, digo,
admirar su extension, ventajas, solidez, hermosura? ¿de exhor
tarlo y empeñarlo á entrar en él, y venir, bajo este abrigo, á
garantir su presente y su porvenir, pensar en el tiempo y en la
eternidad?...
¡ Oh palabra de nuestro Señor Jesucristo, tú estarás siempre
en nuestros labios y en nuestro corazon ! A tí sola pertenece la
primacía delos espíritus ; á tí alumbrar nuestra razon, y á nuestra
razon le dejas el cuidado de ir marchando en pos de tí... Verbo
divino, á tí solo queremos pertenecer, contigo solo comunicar, á
tí solo rendir homenaje.
En fin, amados hermanos mios, para entrar en comunicacion
con el Amor del Espíritu Santo, nos es necesario acordarnos de
nuestras antiguas promesas de cristianos, y abandonarnos sin
reserva á la gracia. El tiempo nos falta para desenvolver esta
idea ; vosotros la penetrais empero lo suficiente ; y nosotros
tambien, cristianos, estamos penetrados que se nos ha impuesto
un deber para entrar en comunicacion con la gracia y amor de
Jesucristo. Sabemos que nuestra palabra no ha de ir mezclada
con hiel ni amargura, sino abundante en gracia y en caridad ;
y este deber será muy precioso y muy sabroso para nosotros.
No hemos echado en olvido el fin para que nos ha sido dele
gado este ministerio por Dios ; sabemos que es para mostrarse
mas gustoso, menos pavoroso á un hijo, frecuentemente culpable.
¿Qué os podrá decir de demasiado humillante el hijo del polvo?
LA PALABRA EVANGÉLICA. 181
¿Qué os podrá decir de demasiado duro vuestro hermano, hijo
como vosotros de Adan, hombre débil y culpable tambien?
Guardad pues, amados mios en el Señor, guardad esa palabra
evangélica que os transmitimos de órden de Dios, y guardadla
pura en vuestro corazon y conservadla con el respeto y la docili
dad. No permitais que doctrinas mentirosas vengan á empañar su
divino lustre ; sed cristianos, y sereis grandes, sereis cual pri
mogenitos de la luz, y con vuestro ejemplo atraereis á Dios fe
lices adoradores en el tiempo y para la eternidad. Amen.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL.

POR EL SEÑOR COMBALOT , MISIONERO APOSTÓLICO.

Vivus est enim sermo Dei et efficax, et penetrabi-


lioromni gladio ancipiti : etpertingensusque ad
divisionem animce ac spiritus , compagum quo-
que ac medullarum, et discretor cogiiationum
et intentionum cordis. (Ad HEfiR. IV, 12.)
La palabra de Dios es viva y eficaz, mas penetrante
que cualquiera espada de dos filos ; y que entra
y penetra hasta los pliegues del alma y del espí
ritu, hasta las junturas y tuétanos : discierne y
califica los pensamientos y hasta las intenciones
mas ocultas del corazon.

Presentan estas palabras de san Pablo, amados hermanos mios,


una sublime descripcion de las inefables riquezas de la palabra
sacerdotal. En ellas se descubre su celestial origen. La palabra
evangélica viene de Dios, desciende desde las eternas alturas de su
gloria, es la expresion, la manifestacion, y aun por decirlo así, la
efusion de Dios mismo. Es viva, añade san Pablo, pues que hace
vivir á nuestra alma de la fe, de la esperanza, del amor; pues
que nos engendra á la vida de Jesucristo. Es penetrante aun
mas que una espada de dos filos, y para hacer mas sublimes las
expresiones de san Pablo, penetra hasta las junturas de la con
ciencia, hasta la medula del entendimiento; discierne nuestros
mas ocultos pensamientos , y las mas secretas intenciones del
corazon.
Era muy digno, en verdad, de celebrar las magnificencias de
la palabra eterna, aquel que ha sido su mas elocuente intérprete,
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 183
el mas sublime predicador. Le pertenecia exaltar sus grandezas
aquel que hacia palidecer á los magistrados injustos , que ate
morizaba á los príncipes voluptuosos y á los jueces del Areópago.
En boca de san Pablo ha sido la palabra sagrada esa espada de
dos fdos que abatió la idolatría, y plantó la fé del Evangelio sobre
las ruinas del universo pagano. A todo el mundo ha conmovido
esta palabra, y ha cambiado la faz del universo.
Mas ¿por qué parecen sus conquistas tan paralizadas hoy en
medio de nosotros? ¿Es que no resuena acaso ya desde nuestras
cátedras esta palabra? ¿Es que se ha extinguido por ventura en
todos los pechos sacerdotales esta centella sagrada que forma á
los hombres apostólicos ? No, amados hermanos mios ; pero
el Apóstol de las naciones nos señala con el dado la causa de ese
triste y lamentable espectáculo que á nuestra vista se presenta.
« Vendrá un tiempo, » notad bien esta profecía, y, ved
cómo se está cumpliendo al pié de la letra entre nosotros ,
« vendrá un tiempo, dice san Pablo, en que los hombres no po
drán sobrellevar la palabra sustancial de la verdad ; irán
buscando maestros sin mision y sin autoridad para nutrirse de
visiones y quimeras : taparánse los oidos para oir la verdad, y
no desearán sino fábulas y mentiras. No podrán sufrir se les
anuncie esta palabra fuerte y austera. »
¡ Ojalá pudiésemos no incurrir, amados hermanos mios, en ta
maña desgracia ! Yo vengo pues á justificar en cierto modo el
apostolado que estoy llenando cerca de vosotros. El asunto de
este discurso debe de haceros ver lo que trae el apostolado católico,
y lo que vosotros le debeis. Estas dos consideraciones ocuparán
vuestra atencion en este breve rato. Ave, María.

¿ Qué idea os habeis formado, hermanos mios, de la palabra


del sacerdote, de la palabra del evangelio, de la palabra cató
lica ? ¿ de esa palabra que os anunciamos desde lo alto de esta cá
tedra con tanta frecuencia? ¿No será acaso sino un sonido fugi
tivo, una aparicion vana que expira en el instante mismo que
la ha visto nacer? ¿No será sino la tradicion, sino la transmisión
del verbo humano ? ¡ Ah, no! El verbo humano sirve y vende á
todas las causas ; viene á convertirse en un vehículo del error
y de la verdad ; sostiene el sí y el no. ¿ Qué cosa es pues esa pa
labra sagrada , esa palabra católica del sacerdote ? — Es lo
que voy á deciros.
184 APOSTOLADO CATÓLICO.
¡Oh tú, discípulo á quien tanto amó Jesus; ohtú,'queen ei sue
ño misterioso de la última cena reposaste en el seno de Jesucristo;
oh tú, á quien fueron revelados tantos secretos, habianos ; di á
la tierra las misteriosas riquezas de la palabra evangélica.
« En el principio de todos los principios, exclama el amado
Discipulo, existia ya el Verbo, el Verbo era Dios, y estaba en
Dios. Todo fué hecho por él, y nada de lo que ha sido hecho,
fué hecho sin él. El era la verdadera luz que alumbra á todo
hombre que viene á estej mundo... El Verbo se hizo carne, y
habitó entre nosotros. »
Todo queda dicho, todo consignado en estas palabras, todo
está revelado en ellas.
En el principio era ya el Verbo, y el Verbo era Dios. Dios, en las
inaccesibles profundidades de su eterno santuario, se habla á sí
mismo : tiene una palabra ; esta palabra es infinita como su na
turaleza eterna, como su ser, como su vida ; y es omnipotente
como su fuerza. Solo tiene una palabra, un verbo que le dice todo
lo que es; un Verbo que es, si me es permitido expresarme así, un
Verbo que es la eterna revelacion que Dios se hace de sí mismo
á sí mismo. In principio erat Verbum.
Del Verbo hace salir los seres de los abismos del caos. Dixit,
etfactasmt. El es quien puso los límites á todas las existencias,
quien estableció los confines de todas las cosas. Este Verbo divino
es quien crió al hombre, quien despidió sobre su cabeza un
rayo de su soberana luz, quien le descubrió su origen, su fin,
sus esperanzas, su destino ; quien despues de su cáida lo levantó
todavía y le dió á conocer una ley reparadora. Este Verbo que
habló á los antiguos patriarcas , que oyó Moisés en la cumbre
del Sinái y cuyos oráculos recopiló, que enseñó á su pueblo en
un testamento eterno, á quien anunciaran los profetas; ese Verbo
que fue dado en depósito á esa nacion guardiana de la palabra
eterna ; ese Verbo divino que para mas acercarse al hombre se
hizo ver y palpar ; ese Verbo eterno que habló al mundo en len
gua humana, que una vez cumplida su mision, fué á sentarse
en los labios de los apóstoles, les mandó llevar hasta las extre
midades de la tierra el Evangelio que grabó en su corazon ; ese
Verbo que despues de dos mil años habla al mundo por medio
del pontificado supremo, por el obispado unido gerárquicamente al
centro inmortal de la Iglesia de Dios , por boca de los padres,
de los doctores, de los hombres apostólicos ; ese Verbo en
fin es el que os anunciamos ; su palabra es lo que os transmi
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 185
timos desde lo alto de esta cátedra, y es por último la palabra
misma de Jesucristo la que llega á vosotros bajo la cubierta y so
brescrito de la humana palabra que le sirve de manto con que
se encubre : ese Verbo eterno, desprendido de las alturas de la
gloria, ha cáido en las regiones del tiempo, el tiempo lo ha reci
bido, y lo repite y lo va llevando y trayendo como un eco desde
la eternidad al tiempo, desde el tiempo á la eternidad.
Pues bien, amados hermanos mios, esta palabra inefable pasa
por la boca del sacerdote, y llega á vosotros sin alteracion. Ese
verbo de Dios toma un cuerpo en el corazon y en la boca del
sacerdote, y por medio de esta palabra comunica la verdad di
vina, infinita. Y asi la palabra católica nos trae los verdaderos
ecos de las palabras que Dios se dijo en Sus eternas profundi
dades.
Pero aun hay mas : esta palabra católica que os enseñamos
nosotros, no solo es la transmision y comunicacion del verbo de
Dios, sino que es ademas la comunicacion de esta luz que alum
bra á todo hombre que viene á este mundo.
Y en efecto, ese Verbo divino del cual el sacerdote no es sino
un eco en la cátedra católica, no es solamente la palabra que
Dios se ha dicho á sí mismo; es tambien su luz. Dios es luz, dijo
san Juan, y no hay tinieblas en él. El Verbo hecho carne es la
luz del mundo porque Jesucristo ha dicho : « El que camina en pos
de mino anda en tinieblas. »
Ahora bien, es necesario tengais presente, amados hermanos
mios, que nosotros pertenecemos á tres mundos : como hombres,
pertenecemos al mundo de la razon, al mundo natural ; como
cristianos pertenecemos al mundo sobrenatural, al mundo de la
gracia ; y por las esperanzas nuestras, pertenecemos al mundo
de la gloria. En su consecuencia, el apostolado católico alum
bra estos tres mundos con su triple luz : en el orden puramente
natural, en las verdades de ese orden que miran á la existencia
de Dios, á las perfecciones divinas conocidas con el solo esfuerzo
de la razon, el apostolado católico es quien ha popularizado es
tas verdades en el mundo, quien las ha hecho accesibles á todas
las inteligencias, tanto á la del niño como á la del ingenio mas
elevado de la tierra. No las escuelas filosóficas, no las doctrinas
de los sabios, sino el apostolado universal del sacerdote es quien
ha hecho de estas verdades el patrimonio del género humano des
de ha mas de diez y ocho siglos.
El mundo sobrenatural, al que perteneceis vosotros por el cris-
186 APOSTOLADO CATÓLICO.
, tianismo, por la gracia, por la fé; este mundo, digo, habria que
dado enteramente encubierto sin la palabra del sacerdote, sin el
sacerdocio católico, sin esa palabra gerárquica que sube hasta
Jesucristo. Vuestro entendimiento, bajo este respecto , estaria
oscurecido con tinieblas que jamás se disiparán. La fé, dioe san
Pablo, tiene su origen en la palabra católica. Fides ex auditu.
Ved el vehiculo que os transmite todas las verdades del orden
sobrenatural.
Es claro pues que la luz del apostolado católico ha penetrado
por medio de esa palabra de Jesucristo en los secretos del mis
mo Dios. Conoceis vosotros todos los pensamientos de Dios sobre
el hombre, sobre su destino : yo he añadido que este apostolado
os comunica las primeras leyes del mundo sobrenatural de la
gloria.
Nosotros os descubrimos en efecto desde esta cátedra cuáles
han de ser vuestros destinos finales : ni los conociéráis vosotros
sino por el apostolado católico, por esta grande mision abierta
diez y ocho siglos há por Jesucristo. Nosotros solos os hemos en
señado lo que vendreis á ser un dia si sois fieles á vuestra voca
cion. Sereis semejantes á Dios, y durante la eternidad aplicareis
al sacerdocio católico aquellas palabras del profeta : « ¡ Hemos
visto lo que nos habeis enseñado ! Nos habeis hablado de nuestras
esperanzas inmortales; y las gozamos tal como nos lo habíáis
anunciado. »
La palabra del sacerdote, el apostolado católico nos trae la
palabra de Dios, el verbo de Dios, la palabra de Jesucristo , los
elementos de toda verdad. Esta palabra sacerdotal os trae ade
mas el pan del alma, segun la sublime expresion de Jesucristo
nuestro Bien : No solo de pan vive el hombre, dice, sino de la
palabra que procede de la boca de Dios. Expresion tan llena
de sencillez como de profundidad. Estadme atentos, porque es
asunto altamente consolador para vuestros corazones.
Solo una filosofía cruel, salvaje, sin entrañas, era capaz de
enseñar á los hombres que no t enen otro destino que el de las
bestias, que su destinacion se consuma entre la cuna y las cua
tro tablas de una mortaja, que no tiene el hombre sino instintos,
pasiones, sentidos y apetitos que satisfacer. Digamos empero la
leccion que nos da el Maestro por excelencia.
« El hombre, dice nuestro Señor, no vive solamente con
pan. » ¿ Y qué sucede cuando las sociedades se dejan llevar de
esas doctrinas de materialismo, doctrinas de sangre y cieno,
PODER DE JA PALABRA SACERDOTAL. 187
cuando en estas intentan buscar la verdad, cuando tales doctri
nas vienen á ser una especie de símbolo para los pueblos,
cuando pretenden hallar lo intinito en la materia ; y porque la
materia es propiedad del menor número, de aquí se originan
esas luchas espantosas que testifican que las conciencias ya no
poseen la verdad, y que ya no subsiste en las entrañas del
hombre aquella expresion de Jesucristo : « El hombre uo vive
solamente de pan. »
Y así, la palabra que anunciamos es el pan del alma. El alma
tiene necesidad de su pan como nuestro estómago, nuestro
cuerpo. Nuestra alma tiene necesidad de vivir de la verdad, no
puede vivir de una opinion, de duda, de mentira, como tam
poco nuestro estómago de hombres no podria sustentarse de sue
ños. El alma del hombre vive de verdad ; le es necesaria la ver
dad, y toda la verdad. Ved y contemplad a esos investigadores
de verdades, y cuán enfermos y flacos los hallareis hablando mo-
ralmente. ¿No estais viendo esos filósofos cargados con las al
forjas filosóficas en el hombro, tocando á todas las puertas, pi
diendo el pan de la verdad, y se les da el pan ennegrecido del
error ?
La palabra católica es de tal suerte y tan forzosamente el pan
de vuestra alma, que sola ella nos engendra á la vida misma de
Jesucristo. San Pablo decia á los deEfeso: Yo os he engendrado
á la vida de Jesucristo; como si dijera : yo os he hecho Yivir
de la vida de Dios, de la vida de nuestro Señor Jesucristo.
Luego el apostolado católico nos ha traido del cielo el pan de la
inteligencia, el pan del alma. Luego la palabra del sacerdote os
comunica el alimento mas fuerte, el mas sólido, el mas pode
roso de la regeneracion social, moral, sobrenatural del hombre.
Y este es un hecho tan claro como la luz, amados hermanos
mios. Y si no, ved al mundo pagano; considerad lo que era an
tes del aparecimiento del cristianismo.
Cuando doce apóstoles, llevando en su pecho el sagrado fuego
del apostolado, se fueron á anunciar la feliz nueva del Evange
lio al universo entero, ¿ qué eran aquellas naciones moribundas,
yacientes á la sombra de la muerte ? Eran un cadáver. ¿Quién
le mandó á este cadáver que se levantara y marchase ? La pa
labra apostólica del sacerdote. Esta palabra ha subyugado al
paganismo entero : es un martillo que quebrantó al paganismo,
que reengendró á la verdad un pueblo bárbaro, que civilizó á un
mundo salvaje. Esa palabra sacerdotal va á tomar al hombre y
188 APOSTOLADO CATÓLICO.
asirse de él á tiempo que se hallaba sumido en las profundidades
mas hondas de su degradacion moral. Por mas pesada que sea
la cadena que lo tiene cautivo, rómpela con ímpetu la palabra
del sacerdote : por mas envejecidas, por mas vivas, por mas
hondas que sean las heridas, las cicatrices de un alma, que
dan radicalmente curadas por la palabra del sacerdote ; y ni aun
quedan sus señales.
Pero me direis : ahora, en nuestros dias, en el mundo pre
sente, ¿en dónde se ven sus conquistas actuales ? ¿Es queha per
dido la gracia de hacer mas? ¿Cómo explicar esta apostasía casi
universal? ¿Quereis os diga porqué? Porque los hombres se
tapan los oidos para no oir una palabra importuna para sus pa
siones : mas no es que haya perdido ni su fuerza, ni su fecundi
dad, ni su poderío, por el hecho de haber atravesado diez y ocho
siglos. ¿ Quereis un ejemplo ?
A doscientas leguas de aquí (1 ) hay una region enteramente
parecida á aquella de que habla Job : tierra de miseria, region
de dolores y de angustias atroces ; allí, lloros y rechinamientos
de dientes : es el infierno de la sociedad civil : allí hay suplicios
y penas perpetuas : el presidio de Tolon es el infierno de la so
ciedad civil. ¿ Sabeis lo que ha acontecido ? Se ha verificado un
milagro de la palabra católica en unos cuantos dias en este pre
sidio, en este infierno del mundo social.
Allí, en donde esos seres están degradados hasta el colmo, vi
nieron veinte sacerdotes, veinte sacerdotes católicos, veinte je
suitas. Estos jesuitas, que por ser católicos y sacerdotes está per
siguiendo el mundo con tanto encarnizamiento, y que muy pronto
habrán cansado á sus perseguidores, vinieron, llegaron, entraron
en este presidio, mejor, en este infierno de hombres vivos, y en
unas cuantas semanas han dado una conciencia á esos seres que
ni siquiera la conocian de nombre, pues que la habian perdido y
olvidado ya de todo punto : les han hecho conocer la fuerza del
remordimiento, el poderío de la penitencia. ¡Qué prodigio ! Ved
lo queha obrado esa palabra.
Y despues de algunas semanas, mas de tres mil presidiarios se
han convertido en Dimas penitentes, y han dado al mundo el es
pectáculo mas tierno y capaz de asombrar al cielo y á la tierra.
Y cuando se han retirado esos sacerdotes de Jesucristo, aquellos
hombres á quienes habian engendrado á la gracia de Jesucristo,

(1) Paria.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 189
les dijeron : padres, acordaos de nosotros cuando estuviéreis en
el cielo. Y el sacerdote, ese hombre de Dios que se habia inmolado
en su amor sobre ese calvario con esos otros Dimas, les dijo :
por hoy, la eternidad se acerca todavía ; pero un dia, estareis
conmigo en el cielo. Ved, católicos, lo que puede la palabra del
sacerdote.
¡ Enviad todas vuestras academias de ciencias morales á un
presidio, todos vuestros pensadores, todos vuestros habladores
de moralidad, todos vuestros compositores de lindos discursos,
y decidles vayan á convertir á un presidiario, de hacerlo ser un
santo, un amigo de Dios ! Solo gozan de esta prerogativa los
jesuitas, los dominicos, los franciscanos, los capuchinos, los
fráiles, los sacerdotes. Todas las academias de la Europa no
son capaces de hacer formar un acto de verdadera contricion á
un presidiario : milagro tal se reservó para la palabra del sacer
dote, del representante de Jesucristo ; para la palabra católica,
evangélica, sacerdotal.
Ya la conoceis ; ahora voy á exponeros lo que de vosotros
exige, y todo cuanto debeis al apostolado católico.
La palabra del sacerdote, amados hermanos mios, es, pues,
el eco vivo de la palabra de 'Dios eterno ; os trae de lo alto la
verdad, el pan del alma, el alimento que regenera, que san
tifica al hombre moral. ¿ Que experimentamos sin embargo noso
tros con relacion á ese grande y santo ministerio ? Dos desór
denes que no podremos llorar nunca debidamente.
La inmensa mayoría de los hombres de nuestro tiempo no vie
ne ya á sentarse al pié de nuestra sagrada cátedra : espectá
culo tan triste estaba reservado á este nuestro siglo. Ved si no
lo que sucede en esta inmensa capital ; ¡ cuán pocos son los que
vienen á recoger el pan de la palabra de Dios ! Y segun esto, ex
trañaos si su alma se halla en un estado tan desgraciado bajo el
punto de vista de sus destinos eternos. Van empero muy presu
rosos á escuchar otros doctores que les predican la apostasía y
la injuria al ministerio sagrado que llenamos. ¡Ycuántos hay en
tre ellos á quienes conduce todavía al pié del púlpito la costum
bre ó rutina; cuántos que hacen inútil este apostolado, que es
cuchan la sagrada palabra como una palabra humana, que vie
nen á hacer una científica anatomía del discurso, cual si fuera
la palabra de un tribuno, de un cómico, de un orador vocin
glero !
¿ Cuáles son pues las disposiciones que solas pueden asegu
190 APOSTOLADO CATÓLICO.
rar el fruto del apostolado que ejercemos para con vosotros
desde este lugar?— Primera disposicion. Una disposicion fle fe.
Al presentaros en este santo templo para oir la palabra sacer
dotal, habeis de formar un acto de fe. La fe os obliga á creer
las cosas que no concebis, que no veis, que vuestra razon no
puede comprender. Habeis de creer cuanto os habla el sacer
dote católico, porque es Jesucristo quien os enseña, es el Verbo
de Dios, la palabra de Jesucristo que se encubre bajo el manto
del verbo humano, bajo la capa de la palabra del sacerdote.
Ahi teneis el acto de fe, y en eso consiste lo que bajo este res
pecto se pide de vosotros.
Pero me direis : mas eso que nos pedis es duro, nos viene
muy cuesta arriba este acto ; se nos hace sumamente difícil : y
por fin no sabemos qué motivos lo determinan. ¿Qué motivos?
Voy á indicároslos. Nada hay mas sencillo, nada mas obvio;
y váis á ver cómo está en mi boca la palabra de Jesucristo, cómo
yo no soy sino el órgano de la palabra de Jesucristo.
Yo soy sacerdote católico : no puede subir á esta cátedra sino
un sacerdote católico. Si á este pulpito subiera un ministro pro
testante, no se estaria de pié derecho en él, ni aun lo podría por
mas que quisiera. Solo puede subir á esta cátedra la verdad ca
tólica. Mi palabra es católica, es la palabra de vuestros pasto
res, la de todo el obispado católico entero ; es la palabra ge-
rárquica. Esme imposible á mí, amados hermanos mios, de
despedir de lo alto de esta cátedra una palabra que no sea cató
lica sin verme inmediatamente condenado á un silencio eterno.
Y así, en esta cátedra, cuando el sacerdote católico sube á ella,
el obispo, reunido á su gefe el romano pontífice, guarda su pa
labra sacerdotal ; todos los doctores de la Iglesia están de pié y
vigilan sus labios : diez y ocho siglos de tradiciones están á sus
costados.
Ved, hermanos mios, cómo está guardada y garantizada la
palabra del sacerdote, cómo centellea hasta Jesucristo, y cómo
no es sino el eco vivo de la de Jesucristo. Si mi lengua hiciese
tráicion á mi ministerio ; si yo profiriese una palabra hereje en
medio de esta asamblea, vosotros mismos, vosotros os levanta
ríáis con santa indignacion, y tapándoos los oidos huiríáis de
esta cátedra profanada. Una sola palabra de error, cayendo de
la boca de un sacerdote católico, haria estremecer de repulsion
á la gerarquía católica entera.
¡ Cuán magnífica es la situacion del sacerdote ! El no puede
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 191
enseñar sino la verdad. Poned en su lugar á uno que venga en
nombre de su opinion : se le cortará la palabra con sola una pre
gunta muy justa y aun necesaria. ¿ De dónde vienes ? se le di
ria. ¿ Quién eres tú ? ¿ A dónde vas ? ¿ Qué enseñas?
Mi opinion. Pero tu opinionno es regla de la mia. Pues bien,
yo no tengo sino mi opinion, y te sujeta, eres por el mismo he
cho el esclavo de mi pensamiento. Y es que no hay sino escla
vos cuando un hombre no tiene otra mision que la opinion indi
vidual ó persona].
Y esta es la situacion de los que enseñan el error, la herejía,
la mentira, la duda, los sistemas. El sacerdote católico solo os
emancipa en la verdad eterna. Nunca os someterá el sacerdote
á su pensamiento personal, propio ; porque no tiene pensamiento
suyo. El dice como su Maestro : « Mi doctrina no es la doctrina
mia, sino la doctrina del que me ha enviado. » Yo os transmito
incorruptible esta doctrina, imposible me es alterarla, porque
va eslabonada en la cadena divina de la lengua sagrada de una
gerarquía que cuenta diez y ocho siglos y que sube á Jesucristo.
Ved cómo el sacerdote católico os anuncia la verdad, y cuá
les sean los motivos que justifican ese acto de fe que haceis en
presencia del sacerdote cuando creeis que es Jesucristo quien ha
bla por su boca.
Es pues necesario oir con fe esta palabra ; y entonces ¿ qué
os importa el que esta palabra tenga un vestido brillante y mag
nífico , sencillo y llano ? Porque si el Verbo de Dios se esconde
en la palabra humana, esta palabra humana no toca en nada á la
sustancia del Verbo sagrado, del Verbo evangélico, del Verbo
de Dios. Cuando pasaba nuestro Señor por las plazas públicas de
Jerusalen ó transitaba las aldeas de la Judea con vestiduras po
bres, ¿ no era por ventura el mismo Dios que apareció en la
cima del Tabor con vestiduras de gloria eterna? Pues del mismo
modo, hermanos mios, aun cuando la palabra del sacerdote tu
viera un vestido compuesto de remiendos, si al través de él di
visais á Jesucristo, ¿ qué os importan esas fórmulas ? Si teneis
fe, el sacerdote mas pobre, el menos elocuente de entre los hom
bres, cuando sube al púlpito, lo escuchareis con profundo res
peto, porque es el órgano de Jesucristo.
Segunda disposicion. Recoged la palabra sacerdotal con hu
milde docilidad, con la docilidad de un niño. ¿Por qué? Porque
es la palabra del sacerdote, que os descubre dogmas y verdades
que están muy fuera del alcance de vuestra razon. Os da á cono
192 APOSTOLADO CATÓLICO.
cer todas las verdades y consejos de Dios ; y ¿ cuál seria harto
temerario para penetrar los consejos de Dios, sus secretos, sus
misterios? Si ha querido el señor emplear nuestro lenguaje, ser
virse de él para transmitírnoslos, ¿ no debemos confundirnos
ante su presencia por bondad tanta ? Nosotros os transmitimos
incorruptible esta palabra ; luego vosotros estais obligados á
creerla ; vuestra recompensa será infinita por cuanto vuestra fe
habrá sido llena y entera. Humillaos pues como niños pequeñue-
los, porque ha dicho nuestro divino Maestro : « Si no vem's á
asemejaros á niños pequeños, no entrareis en el reino de los cie
los. » Su reino son las verdades eternas, (sublimes, infinitas, que
os acarrea consigo el apostolado católico.
Mirad vuestros maestros, vuestros doctores sin mision, vues
tros filósofos incrédulos, ¿ qué hacen ellos ? No quieren volverse
como niños en la escuela del sacerdocio de Jesucristo ; no quie
ren abajarse; quieren comprender antes de creer; quieren eri
girse en iguales de Dios en cierto modo ; no quieren admitir las
revelaciones de Dios sino bajo condicion de que han de tomar la
forma de su efímero entendimiento ; quieren hacer pasar á Dios
por el laboratorio que ellos se han construido en sus mezquinas
imaginaciones. Jamás creerán ellos, jamás; porque no tienen fe
sino en su orgullosa demencia.
Jesucristo nos tiene dicho á todos sin excepcion : « Si no bus
cais vosotros sino vuestra propia gloria, no creereis. » Incliné
monos pues, hermanos mios, y entraremos así en las silenciosas
profundidades de la verdad ; veremos nosotros así aparecer el
sol de la gloria. Volveos niños pues en la escuela de Cristo ; no
tenemos nosotros mismos, sacerdotes, la presuncion de pene
trar en las entrañas de esos misterios, no hacemos sino deposi
tarlos en vosotros, los ponemos en vuestras almas sin alteracion,
y haciéndoos cargo de esto, no puede hacérseos cuesta arriba
el creerlos con los sentimientos de una humilde confianza. No os
porteis como esos orgullosos que vienen á colocar el trono de su
orgullo á la faz de estas verdades.
Tercera disposicion. Traed al pié de esta cátedra una necesi
dad de verdad, una sed y hambre de la verdad divina.
Contemplad : ¡ cuán desgraciados son los hombres en la
tierra ! ¡ Cuántos filósofos, cuántos sabios, cuántos incrédulos
hay que andan en busca de la verdad, que andan pordioseando
un rayo de verdadera luz ! Há mas de cincuenta siglos que van
buscando y pordioseando fuera de la influencia de la revelacion.
PODER DE LA PALABRA SACERDOTAL. 193
Fijémonos tan solamente en nuestros filósofos, sábios é incrédu
los modernos. ¿ Están todos de mala fé ? No lo creo yo así. Bus
can la verdad fuera del camino, fuera de sus comunicaciones, y
nola hallarán nunca. Muy dignos son de compasion y lástima,
porque tienen hambre y sed de la verdad ; pero la quisieran en
contrar dentro de ellos mismos. Morirán con su hambre y sed ;
morirán, sí, hambrientos y sedientos, porque no satisface Dios
sino á los que están hambrientos de su verdad misma ; esto es,
de su palabra. « Bienaventurados, dice Jesucristo, los que tie
nen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. » Yo me
prometo, amados hermanos mios, que tales serán vuestras dis
posiciones, y que al venir al pié de la sagrada cátedra, en lugar
de venir movidos por vana curiosidad ó costumbre, vendreis trayén-
do en vuestras almas y corazones una santa sed y hambre de la
palabra evangélica.
Habeis comprendido, católicos, todo lo que se encadena con
el apostolado católico : es el eco de la palabra de Dios, el eco fiel
del Verbo divino, la transmision gerárquica de la palabra misma
de Jesucristo; es la luz que alumbra á todas las inteligencias
acerca de las verdades en el orden presente y en el orden eterno ;
es el pan del alma, el alimento que nos salva, nos regenera, nos
purifica, nos santifica. Conoceis pues muy bien qué lugar tan
preferente ha de ocupar en las convicciones de un cristiano.
Venid pues, amados mios en el Señor, venid á oir la palabra
sacerdotal, palabra evangélica, palabra divina, con tan santas
disposiciones ; pero no vengais solos vosotros, atraed tambien al
cristiano auditorio á todos cuantos conozcais, para que todos de
consuno os aprovecheis de los frutos del apostolado católico.
Amen.

S. M. I.
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS.

POR EL «. P. POMfXEVOTf,

DE Lk COMPAMU SE JESUS.

Videti ne recttsetis IoquaUetK.


(HEBR., Hl, 25,)
Poned todo vuestro conato en utiliíar
la santa palabra.

Persuadidos estamos, hermanos mios en el Señor, que nos


hallamos aquí no solo en un mismo lugar, sino tambien en un
mismo espíritu, deseando recibir todo el bien que deseamos ha
ceros. Inútiles son, prévia vuestra preparacion, precauciones
oratorias para profundizar vuestro pensamiento y concillarle con
el mio. Un preliminar nos será hoy á lo sumo necesario, para
garantizar nuestros votos comunes, y ved aquí las palabras del
Apóstol, que os dirigimos : Videtene recusetis loquentem : «Po
ned todo vuestro conato en utilizar la palabra santa. »
Sin duda conservais en vuestra memoria aquella comparacion
evangélica : la palabra de Dios es una semilla. Necesarias son
dos cosas para la semilla ; una tierra fértil y un cielo propicio ;
dos cosas son tambien necesarias para la palabra santa ; la re
miniscencia del alma y la influencia de la gracia. Vengo pues á
pediros en este momento la reflexion y la oracion. Vamos á indi
car cuáles son las causas de la esterilidad de la palabra, y cuál
es el principio de su fecundidad, á fin de preservaros de las cau
sas de la esterilidad y poneros en contacto con los principios de
la fecundidad.
Esta es toda la materia de esta instruccion. Ave, María.
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. 496
¿Cuál puede ser la esterilidad de la palabra? Seguramente,
hermanos mios, esta esterilidad no puede nacer de la misma
santa palabra ; porque si la considerais en su Autor, su primer
Autor es la palabra de Dios, y si la considerais en su virtud
propia, es la palabra de vida.
Pero Dios en su santa palabra no tiene otra intencion ni otra
voluntad mas que en la santa Escritura, y la voluntad constante
de Dios es nuestra santificacion, nuestra salud eterna : no puede
ser esto el orígen de la esterilidad. Si considerais su virtud pro
pia, la santa palabra es una palabra de vida, y el Evangelio,
recordándonos que procede de la boca y del corazon de Dios, nos
asegura tambien que esta palabra hace fructificar el corazon del
hombre. Homo vivit in omni verbo, quod procedit de ore Dei
(Mafth., iv, 4).
Solo de nosotros mismos puede nacer la esterilidad, porque
necesario es saber, hermanos mios, que sin la gracia poco, ó
mejor dicho, ningun poder tenemos para el bien ; tenemos por
nosotros mismos mucho y casi todo poder para el mal. Podemos
por nuestras propias fuerzas, por el abuso de nuestra voluntad,
podamos, repito, resistir á la voluntad de Dios ; podemos con
trariar los designos divinos ; podemos esterilizar en efecto ia
palabra de Dios, y podemos tambien hasta anular los sacramen
tos de Jesucristo. Cierto es que Dios, de quien huimos por un
tiempo, sabrá bien reunir un dia esas voluntades fugitivas y
rebeldes, sujetarlas á su voluntad soberana, y que para casti
garlos de haber hecho el mal que querían, las hará sufrir el mal
que no querrían.
De nosotros y solamente de nosotros puede nacer la esterili
dad dela palabra.
Aquí, hermanos mios, debo ponerme en juicio con vosotros ;
cierto es que el predicador tiene deberes como ei oyente. Es po
sitivo que el predicador podría faltar á sus deberes como ios
oyeotes. Nosotros, en verdad, estamos aun mucho mas cargados
qm vosotros, porque nuestros deberes son mas numerosos» son
mas difíciles, y nuestra responsabilidad será mayor, y mas severa
será la sentencia que contra nosotros se pronunciará.
Por otra parte, no es aquí el lugar para haceros una enumera
ción de estos deberes ; á nosotros toca conocerlos, á nosotros
toca, aptes de hablar, temblar, olvidarnos á nosotros mismos al
hablar, y humillarnos despues de haber hablado ; á nosotros toca
juzgarnos á fin de no -ser juzgados, y eomo dice el Apóstol, á
496 APOSTOLADO CATÓLICO.
nosotros toca tener buen cuidado, despues de haber predicado
á los otros, no ser reprobados nosotros mismos.
Pero vuelvo á vosotros, hermanos mios, y me adhiero á la
causa que me parece la principal, al menos para vosotros
mismos.
Por lo que os concierne, la abstencion desdeñosa seria un obs
táculo absoluto á la eficacia de la divina palabra ; pero dejo
aparte esta causa, porque no sois culpables estando aquí presen
tes. Sería tambien un obstáculo á la palabra divina la vana cu
riosidad que la haria recibir, no ya como la palabra de Dios,
sino como la palabra del mundo. Dejo todavía aparte este obstá
culo ; creo que aquí no hay que temer la curiosidad : por mi
parte jamás ensayaré á excitar la curiosidad.
Un obstáculo á la eficacia de la palabra seria tambien la re
sistencia de la voluntad ó la oposicion del entendimiento. Pero
creo que no son estas las causas principales para vosotros, her
manos mios, porque en el hecho vosotros creeis como yo, y cuan
do hablemos estoy seguro direis, juzgareis, tenemos razon, y
que pensareis como nosotros ; estoy tambien seguro tendreis el
buen deseo en vuestros corazones, y formareis resoluciones en
ellos.
¿Qué os diré? Vosotros escuchais la palabra, vosotros creeis,
vosotros hasta quereis... ¿pero cuál puede ser entonces la causa
de la esterilidad de la santa palabra? ¡ Ah! voy á indicárosla.
Esta causa, la mas comun, es en mi juicio la inconsideracion, es
la irreflexion. La palabra pasa como un viento que apenas hace
rizar la faz del agua, como un nublado que deja caer una lluvia,
pero pasagera y fugitiva, que apenas llega á humedecer la su
perficie de la tierra. Sí; nosotros mismos tenemos nuestra alma
poco mas ó menos como aquel camino de que hablan los santos
Evangelios, y que es hollado sin interrupcion por los piés de los
pasageros, do las aves del cielo roban la semilla que llega á caer
en el; ó tambien, como decia Santiago, nosotros nos parecemos
á un hombre que se mira un instante en un espejo, y retirán
dose inmediatamente, olvida lo que ha considerado : Et abiit,
et oblitus est qualis fuerit (Jacq., i, 24).
¿No es esto lo que nos sucede de ordinario? Nosotros oimos,
escuchamos la santa palabra ; pero apenas ha dejado de resonar
en nuestros oidos, cuando separamos de ella nuestro espíritu :
dejamos el sermon en la iglesia do le hemos oido, atravesamos
el torbellino de la calle, y apenas hemos entrado en nuestras
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. 197
casas, nos engolfamos en nuestras ocupaciones ordinarias.
Hace bien largo tiempo, hermanos mios, que un profeta ha
bia ya señalado la inconsideracion como el defecto dominante y
el pecado capital del mundo : Desolatione desolata est terra, quia
nullus est qui recogitet corde (Jerem., xn, 11). «La tierra está
desolada, exclamaba, porque no hay nadie que considere y re
flexione, no hay nadie que piense. » Hay muchos hombres que
hablan, muchos que obran, muchos que calculan, muchos que
sueñan ; pero hay muy pocos hombres que piensan : Nullus est
qui recogitet corde; y por esta causa, desolatione desolata est
terra; la tierra ha sido desolada. ¿Pero la fascinacion dela ba
gatela no nace de esta inconsideracion, de esta frivolidad, de
esta falta de pensamiento, no nace de todo esto? Cuando no sa
bemos ya qué pensar, no sabríamos ya qué ver, y desde este
instante no se ve sino lo que es visible, uno se halla fascinado
por cosas aparentes, y mientras el gran Apóstol decia que un
cristiano no debia ver lo que es visible, sino contemplar lo invisi
ble, nosotros solamente vemos las apariencias, somos presa de la
fascinacion de la bagatela. De aquí la inconstancia de las impre
siones. No se sabe ya qué pensar, no se sabe juzgar, solo se sabria
sentir, se deja uno tambien ir á merced de todas las impresiones,
y desde este momento se vive en una perpetua inconstancia. De
aquí nace aun la inconstancia extraña de nuestra vida.
¿En qué consiste, hermanos mios, y cuál es la causa que con
un alma cristiana, sí, cristiana en el fondo (vosotros todos, her
manos mios, teneis esta alma cristiana), de dónde proviene,
digo, que cuando nos consideramos á nosotros mismos con san
gre fria, cuando examinamos nuestros actos, llegamos á encon
trar que nosotros, nosotros no vivimos masque una vida práctica
mente pagana? ¡ Ah! el sentido humano nos domina, es él quien
nos hace pensar, él es quien nos hace hablar, es él quien nos
hace obrar. ¡ Ah ! Hermanos mios, necesario es opongamos á ese
mal señalado por un profeta el remedio indicado por un profeta.
Tacate et videte (Psalm. xlv, 1 1 ) . ¡Oh ! un poco de recogimien
to, un poco de consideracion, vacate. Pero ¿porqué pues, por
qué haceis que vuestra alma divague en tales términos? Y, no
teneis mas que una : si tuviéseis muchas, yo os lo perdonaria.
No teneis mas que una ; y ¿qué haceis de ella ? La diseminais, ar
rojais así el tesoro de vuestras almas como polvo á todo viento.
¡Ah! cómo prodigais vuestro tiempo y vuestra vida ! ¿Pero qué
os queda, pero qué teneis pues entre manos, pero en qué pen
198 APOSTOLADO CATÓLICO.
sais, peto adónde va a partff ese caiftiriti ? FWttfé, fiéifeed tiftaf
pausa ; por Dios* haced pues titifi retirada' en nombre fleí cielo,
recogeos dentro dé vosdtfos misinos. ¿ Porgué temeis tañto efl-
eontraros ? ¿Es que vüestrb Corazon' es M domicilio indigno de vo
sotros mismos ? Üedité prGVttrióatffréS etd cót- (/sai., itti, &) ;
vamos,- 1 volved pues á tüestró cofazdri ! Ningüna otra cosa pe
diré para conduciros á vuestro Dios ; eii vtiestro corazon halla-
reis vuestro Dios. No creais que ésto stéá tiiia ctífeá' impdsibfe :'
fio cáigais en el errdr con deplorables sofisMs ; rio creais que 0§
pida tosas superiores á vuestras fueras, que Os pida cosas su
periores á vuestro deber, que os diga abandoneis vuestra voca
cion, salgais de Vuestra casa, os retireis á itri desierto como üii
ermitaño. No se trata de eso. Os pido solamente os retireis, por
péco que sea, del torbellino qüe Os arrastra', entreis eri vosotros"
mismos ; os pido os halleis á fin de hallar vüestro Dios. Estad se-
guros^ hermands míos, la penitencia pareée soio triste á loá qüe
no la practican, mientras que los qúe la abrazan hallan eri elíd
la verdadera alegría de sü alma. Así el recogimiento htí parece
diflcilj rtd parece pesadtí sino á los hombres disipados; esOs se
imaginan disgustarse en el recogimiento, y que no hallarán en él
mas que desierto, soledad. Se engañan. Por el contrario en la
disipacion, en el torbellino es do encuentran por necesidad la
agitacion y la inquietud, y para conseguir la paz, no tendrian
mas que hacer que volver á entrar en su corazon. ¿ No es esto
mismo lo que decia el profeta : <* El Señor dará la paz á los que
quieren volver á entrar de grado eri su alma ? »
¡ Y bien! en el recogimiento, y desembarazándoos un poco
de la disipacion exterior, vosotros podreis vacar á la considera
cion : wcate et videte. ¡ Cüántas cosas hay que ver, cuántas que
considerar, y que son dignas de nuestra contemplacion, y en
cuya contemplacion hallaríamos la verdad y la salud! Qué,
cristianos; püesqué, candidatos de lá eternidad, ¿vosotros no po
deis considerar el cielo? ¿Porqué,pues, el Criador ha extendido
sobre vuestra cabeza el cielo que os pertenece ? ¡ Qüe ! vosOtrds
quereis siempre, cueste lo que eueste, encorvaros hácia la tier
ra, y no ver mas que la tierra! Pero ¡levantad pues un péco lá
cabeza ! Pues qué, si empleáseis todos los dias alguhOs instan
tes en mirar el cielo, ¿Vuestra alma ÜO se elevaria? ¿No se animá-
ria vuestra alma? ¿NO necesitais tambien inclinaros y mirar él
infierno, el infierno que habeis merecido, el infierno que os
amenaza siempre, el infierno que debeis evitar? Y vosotros, hi
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. 499
jos del Calvario, ¿no teneis necesidad tambien de mirar la cruz
de Jesucristo, contemplar en ella vuestro Dios, para conocerle y
conoceros á vosotros mismos, para conocer el pecado, para co
nocer el precio de vuestra alma? Videte : ¡ved pues la cruz!
Pero veos vosotros á vosotros mismos ; ved vuestro tiempo pa
sado, vuestro tiempo presente, vuestro tiempo futuro.
¡ Vuestro tiempo pasado ! ¿ Qué habeis hecho hasta el die de
hoy ? ¿ Qué habeis hecho por Dios ? ¿ Qué habeis hecho por voso
tros mismos ?
¡Vuestro tiempo presente! ¿Do os hallais relativamente á lo
único necesario, al negocio de vuestra salud eterna? ¿Pensais por
ventura en esta hora misma en lo que él pide de vosotros mismos?
¡ Vuestro tiempo futuro ! ¿No teneis tambien que verle de an
temano, no apercibis la muerte, y mas allá el juicio ? Videte.
¡ Ah ! considerad pues. Pues bien, hermanos mios ; os pido en
nombre de vuestras almas (y váis á ver cuán moderado soy,
váis á ver cuán poco os pido ; pero eso poco me hará conseguir
mucho, pero eso poco os valdrá todo á vosotros mismos) os pido
solamente (no hay ninguno entre vosotros que no pueda cor
responder á una peticion tan moderada y tan legítima), os pido
algunos instantes, algunos minutos de reflexion. Dad á este
ejercicio el título que querais : llamadle meditacion, llamadle re
flexion, consideracion ; poco importa el nombre, yo no quieromas
que la cosa : vacate el videte, reflexionad un poco y entrad en
vosotros mismos. ¡ Ah ! dadnos un hombre que quiera pensar, un
hombre que consienta en reflexionar ; esto satisfará mis deseos :
este hombre necesariamente será un cristiano, este hombre ven
drá á ser un santo.
Sin embargo, hermanos mios, esto no basta ; hay que unir
alguna cosa á la consideracion ; hay que añadir la oracion.
Considerando, pensando, evitamos bien una causa de esterili
dad ; pero no es este precisamente el principio de la fecundidad
para la santa palabra. El gran Apóstol decia con razon : Ñeque
qui plantat est aliquid, ñeque qui rigat, sed qui incrementum
dat (I Cor., m, 7). No es el que planta, quien siembra; no es
el predicador ; no es tampoco el que riega, quien cultiva ; no es
el oyente quien da la fecundidad á la palabra. ¿Quién es pues?
Espios, es Dios quien con su gracia hace pulular, hace desar
rollar ; es Dios quien hace madurar y fructificar la palabra en
nuestras almas : Sed qui incrementum dat.
De la gracia de Dios pues, de la influencia celestial por con
200 APOSTOLADO CATÓLICO.
secuencia debe esperarse la vida y la fecundidad. Desde enton
ces debemos ponernos en comunicacion con la gracia ; desde
entonces, hermanos mios, ¡oh! ¡que esta palabra descienda á
vuestras almas ! desde entonces debemos recurrir á la oracion,
porque la oracion abre el canal de la gracia. Yo os la pido tam
bien por consiguiente ; yo os pido la oracion individual, esa pe
ticion del corazon segun la expresion consagrada en los santos
padres y en la santa Escritura, esta peticion del corazon inspi
rada por el deseo y acompañada de la confianza. Ella es indis
pensable, y sin la oracion nada haremos mas, no haremos abso
lutamente nada. Yo no haré nada por mi parte; nada hareis
tampoco vosotros por la vuestra. Por mas que yo hable, por mas
que vosotros penseis, si nosotros no oramos, nada haremos, her
manos mios, absolutamente nada : es imposible. Podríamos bien
conocer, pero no sabríamos comprender. Podríamos tambien
quizá comprender, pero no sabríamos gustar, no sabríamos que
rer. Como no sabríamos querer, no sabríamos poder sin la ora
cion. La oracion es un poder.
¿Cuántos hombres hay en el mundo que están convencidos y
que no están convertidos ? Hay un paso que dar, y no se da ese
paso sino por la oracion que atrae la gracia, y sola la gracia pue
de golpear al corazon.
Hay pues que orar por sí, orar por su alma, pedir la inteli
gencia que hace comprender, pedir tambien el buen movimiento
del corazon, que hace querer y pedir por último la fuerza que
comunica el poder. Si hubiese algunos que estuviesen en el es
tado de pecado, y que en medio del desaliento de la postracion,
que tan triste estado arrastra consigo, se imaginasen que no de
ben ó no pueden orar, yo les diría pueden orar mas que otros, '
mejor que otros, precisamente porque son mas miserables, mas
desgraciados. Ellos son los que ocupan la primera línea en la
lista de las misericordias del Señor; no tienen mas que hacer
preceder el deseo por el suspirar. El suspiro, el gemido de un
alma en estado de pecado predispone el Señor á escuchar inme
diatamente el deseo.
No os acordais, hermanos mios; es un rasgo del santo Evan
gelio do se reconoce, como por todas partes, el corazon de Je
sus ; no os acordais de aquel desdichado... era un ciego, que se
hallaba en un camino al pasar por allí Jesus. Oyó el ruido del
gentío, y al decirle que quien pasaba era Jesus, se puso á gritar :
« Jesus, tened pues piedad de mí. » Le querían hacer callar,
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. 201
imponerle silencio, porque él importunaba con sus gritos, y él
gritaba en mas alta voz, él gritaba siempre : « ¡ Ah! Jesus, tened
piedad de mí! » Jesus se conmovió. Él lo está siempre que se le
pide gracia ; él está siempre conmovido, y jamás, hace diez y ocho
siglos, jamás un alma ha dicho á Jesucristo : «Señor, tened pie
dad de mí, » sin que Jesus haya tenido piedad de ella. Así Jesus
se para al instante y dice : « Y bien, ¿ qué quereis que yo os
haga ? » Aquel desdichado que habia obtenido la compasion de
Jesús, le manifestó su deseo y le dijo : « Yo querria ver, porque
estoy ciego. » No dijo mas que una palabra ; no tenia mas que
un deseo, porque no tenia masque una enfermedad: ¡que yo
vea ! Jesus le dijo : « ¡ Ved ! » Él habia sido escuchado.
De la misma manera, pecadores, haced preceder vuestro de
seo de un suspiro, ese suspiro que debería sernos familiar á to
dos nosotros, porque todos somos mas ó menos pecadores : « Je
sus, ¡tened piedad de mi alma! ¡tened piedad de nosotros ! »
Jesus tendrá piedad de vosotros ; él escuchará vuestro deseo.
Decidle lo que os falta, cuánto necesitais : ¡Ved, Dios mio, yo
no puedo resistir esta pasion, vencer esta costumbre, retirarme
de esta ocasion. ¡Oh! concededme pues la gracia, dadme pues
la voluntad de cambiar mi corazon ! Jesus os concederá cuanto
le pidiéreis.
Os pido la oracion como una cosa necesaria.
Os propongo tambien, hermanos mios, una convencion frater
na de oracion comun, y estoy seguro que comprendereis esta pa
labra, y que querreis corresponder á ella. No basta orar por
cada uno de nosotros ; es necesario tambien que oremos en co
mun y hasta oremos unos por otros. Esta oracion comun, her
manos mios, es de institucion divina ; ha sido instituida por nues
tro señor Jesucristo cuando en el santo Evangelio dijo esta
palabra, que debió inspirar todas las oraciones apostólicas :
Royate dominum messis (Matth., ix, 38). « Rogad al amo de la
cosecha. » Esta palabra de Jesus no ha sido jamás olvidada, y
vemos que la oracion comun estaba en uso en tiempo de los
apóstoles. Ellos la pedian sin cesar á los fieles; vemos á un san
Pablo repetir en todas sus epístolas : ¡ Oh hermanos mios, orad
por mí, orad pues por mis obras, orad por mi predicacion, orad
por mi mision ! Hé aquí lo que el apóstol san Pablo repetia en
todas sus epístolas, y hé aquí lo que los fieles hacian siempre,
como lo leemos aun en las Actas de los Apóstoles. Hé aqui, her
manos mios, que si los tiempos han camb ado, las cosas no ; el
203c APOSTOLADO CATÓLICO*
cristianismo no cambia con el tiempo ; bé aquí 10 que ahora
tambien os pido* como lo» apóstoles en nombre de nuestro señor
Jesucristo : sí, una convencion fraterna, como una cruzada
bien pacífica en esta parroquia : Rogate dominum messis. }Oh !
rogad al amo de la mies. Almas piadosas y dotadas de generosi
dad, á vosotras me dirijo principalmente en este momento ; ¡ có
mo vuestro corazon debe comprender este deseo 1 Dios mio, hay
acaso entre nosotros almas que os son bien amadas, y que debe
rán su salad á esta oracion que llevareis á bien hacer conmigo ;
Bogate dotninum messis, jOh ! rogad al amo de la mies bendiga
mis palabras á fin que ellas puedan conmover los corazones. Si
es vuestra voluntad, hermanos mios, yo os lo propongo; con
vengamos en un dia en que oremos con mas especialidad con
esta intencion comun por las necesidades, por las almas de esta
parroquia. Convengamos en que el sábado, dedicado á María in»
maculada, oraremos mas que lo de costumbre, diremos la santa
misa, comulgaremos, haremos subir al cielo nuestras oraciones
para obtener la misericordia de María, para obtener que todos
en esta parroquia aprovechen las gracias, las misericordias que
nos son propuestas, que se conviertan los pecadores, que los
justos perseveren y se justifiquen mas cada dia.
En fin, hermanos mios, os propongo un tercer medio , que
viene á completar los dos primeros : este es la asociacion á la
propiciacion divina. Vosotros sabeis cómo oraba nuestro señor
Jesucristo cuando estaba en la tierra ; vosotros sabeis que no
oraba precisamente con la palabra; Jesucristo oraba con la vista
de su sangre. En el cielo aun intercede con la vista de sus lla
gas por nosotros cerca de su Padre; Jesucristo intercede y ora
con sus méritos. Y bien ; unámonos nosotros á su divina oracion,
unamos méritos á sus méritos, propiciaciones á sus propiciacio
nes, sacrificios á sus sacrificios. ¿No podríáis, hermanos mios,
verter algunas de vuestras penitencias, de vuestras mortifica
ciones, algunos de vuestros sacrificios en la fuente de la mise
ricordia de Dios con la sangre de Jesucristo, mezclar en cierto
modo la sangre de vuestro corazon con la sangre de Jesucristo,
y hacer subir el todo hácia el cielo con la misma comun inten
cion por la santificacion de las almas ? Y bien ; convengamos
ademas, habiéndonos dado palabra de reunimos el sábado para
rogar á la Madre de las misericordias, en dárnosla tambien para
asociarnos el viérnes al pié de la cruz de Jesucristo. La identidad
del lugar servirá todavía para la comunidad de intencion y de
APROVECHAMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS. 203
súplica. Por lo mismo, que el viérnes las almas generosas hagan
un llamamiento á su caridad, á su corazon, y ofrezcan algunos
sacrificios, algunas penitencias, algunas mortificaciones por la
conversion de los pecadores y la salvacion de las almas. ¡ Si
quisiéseis ademas, hermanos mios, haceros aun nuestros inter
pretes ! Éri vuestras familias se hallan acaso algunos' miembros
enfermos, que no puedan asistir á los ejercicios de la estacion.
¡ Oh ! si fuéseis á encontrarles y pedirles hacer alianza con noso
tros, decirles que sus hermanos van á rogar al cielo les dé la
paciencia* les vuelva la salud* les asista en su lecho de dolor ;
pero suplicarles tambien á la vez que nos envien, que nos den,
que entren á la parte en esta convencion, en este capital comun,
que establecemos en este momento con los méritos de sus pade
cimientos y su paciencia.
Y bien, hermanos mios ;' yo lo espero, henos aquí en estado de
lograr alguna cosa. Hemos hecho alianza con la tierra, la hemos
hecho con el cielo. La santa palabra se verá como escoltada,
como acompañada por la reflexion y la oracion, y hemos tremo
lado, hermanos mios, la bandera de María, la bandera inmacu
lada, que es una señal de esperanza, y lo será tambien de mise
ricordia y salud eterna. ¡ Ah ! henos aqui ahora en los términoá
que la Iglesia nos pide ¡ «Recibamos, acojamos y pasemos todo
el tiempo de la mortificacion en la oracion, la reflexion y la ora
cion, y mereceremos así participar de lá gloria de la resurreccion
de Jesucristo. »
Esta es la dicha que os deseo. Ameñ.
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA DEL CATECISMO

POR EL II,™ SB. DUPANLOUP, OBISPO DE OBXEAN8.

El que recibe en mi nombre uno de esos


párvulos y le acoge con amor, me acoge
y recibe á mi mismo.

No vengo, no, hermanos mios, á dirigiros un discurso so


lemne. No es este mi pensamiento, ni seria quizá el interés de
la obra cuya causa vengo á abogar cerca de vosotros. Despues
de esa grande carrera de la penitencia, del regreso hacia Dios y
dela predicacion evangélica, que habiendo dado principio hace
ya algunas semanas, termina hoy entre vosotros ; despues de ese
tiempo en que, gracias al celo de vuestro elocuente y tierno
pastor, vosotros habeis gustado las riquezas y hasta las delicias
de la santa palabra, hacer un discurso no sería quizá muy útil,
y no ensalzaria acaso mucho la obra de que vengo á hablaros.
Vengo pues á deciros muy sencillamente lo que ella es : toda vez
que se solicita vuestro corazon, vuestras limosnas en su favor,
necesario es sepais bien el punto en cuestion. Con deciros lo
que esta obra es, os diré naturalmente los motivos que deben
decidiros á corresponder al llamamiento que mi labio hace hoy
mismo á vuestra caridad.
Imploremos las luces del Espíritu Santo para esta sencilla con
ferencia por la intercesion de la santísima. Virgen. Ave, Maria.

Se trata, hermanos mios, de la edificacion de una capilla, á


fin de fundar y hacer prosperar en ella, mediante el beneplácito
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 205
divino y el celo delos que se ofrezcan á ella, la obra de lasxpli-
cacion del catecismo, esto es, de la educación cristiana de la ju
ventud. Existia hace treinta años, pero sin ser conocida , una
parroquia, que es hoy dia una de las mas ilustres, una de las
mas cristianas, una de las mas fervorosas parroquias del mundo
católico.
Mi memoria recuerda haber tambien oido decir á otros mas
ancianos que yo, que en el mismo dia, que en la misma hora para
la santa solemnidad que nos congrega en este lugar, el mismo do
mingo del Buen Pastor, en vez de este numeroso auditorio que
llena este templo, se podian contar apenas algunos fieles. Esta
parroquia es la vuestra. Dios por su misericordia la envió por
pastor un hombre, que era un sacerdote segun su corazon, un
sacerdote lleno de celo, de amor por las almas y de terneza por
la juventud. Puedo pronunciar en medio de vosotros su nombre ;
este nombre no debe jamás ser sepultado en el olvido en la par
roquia de la Magdalena : es el presbítero Feurtrier, mas tarde
obispo de Beauváis. Acibaró á su alma el triste espectáculo que
se presentaba á sus ojos, cuando vino á dirigir su parroquia, y
recoger las almas cuyo cuidado habia Dios puesto en sus manos.
Vió un rebaño disperso, errante aquí y allá, ó á merced de
lobos devoradores ó á merced de la indiferencia religiosa, que es
mas devoradora aun que estos. Amaba á los niños, y no hallaba
ninguno á quien prodigar su amor pastoral ni bajo su mano ni
cerca de su corazon ; estaban sin asilo, no habia corral para esos
corderitos, para estas ovejas las mas amadas del rebaño de Je
sucristo. ¿Qué hizo? Edificó una capilla, que destinó á ser el
asilo, la cuna de la piedad naciente de la parroquia de la Mag
dalena. Vosotros conoceis esta capilla. Un celo, que yo colmo de
honores, la salvó de un naufragio y de una completa ruina, y se
halla en ella en nuestros dias una escuela cristiana. Sirvió du
rante largos años á hacer la obra de la explicacion del catecismo,
es decir, la educacion de la juventud, la educacion de las almas
de la juventud cristiana. Sabeis tambien que Dios le dió por su
cesor un sacerdote lleno de terneza y celo, ora por la obra de las
almas, ora por la de la juventud, que fué despues obispo de
Meaux, arzobispo de Beims, y á quien la muerte robó demasiado
pronto, sin escuchar los ardientes deseos de la Iglesia, que hu
biera tenido necesidad aun de él largo tiempo. Estos dos hombres
con el auxilio de algunos catequistas, cuyo corazon amaba á los
niños, fundaron la obra de la expl cacion del catecismo de la
206 APOSTOLADO CATÓLICO.
Magdalena, que está hoy tan floreciente, que es tan diehosa
bajo la direccion del pastor que Dios la ha dado, á fin de hacer
comprender que estabais bendecidos por Dios, y sin hacer ja
mas irreparables pérdidas ; esa explicacion del catecismo con que
llenaron esta capilla, y despues, si me permitis esta última expre
sion, llenaron esta Iglesia. Ved el relato de la obra que vengo á
recomendar á vuestro celo.
Hay en otro cabo de Paris, en una region menos opulenta,
menos afortunada, pero tambien cristiana, pues se encuentran
todavía en esa parroquia, cuyo nombre debo deciros y que -vo
sotros por otra parte no ignorais, en la parroquia de Santiago
del AltivPaso, se encuentran, repito, venerables tradiciones de
fe,, piedad, religión sólida, esclarecida, que por desgracia des^
aparecen muchísimo cerca de nosotros ; hay allí aun algunas de
esas antiguas familias en las que padres, madres guardan la fe,
el amor al Evangelio, la fidelidad á todos los preceptos del Señor
eome el mas precioso patrimonio que tienen que dejar en he
rencia á sus hijos. Y precisamente por desgracia, enesa parroquia
tan digna ya por sus virtudes presentes, ya por sus virtudes y
sus caridades pasadas, en esa parroquia tan digna de todos los
socorros de Dios, los socorros de Dios faltan. Por mas esfuerzos
que haga el celo, los socorros de Dios están circunscritos á cier
tas materiales condiciones en la tierra, y San Pablo mismo, tan
sublime como era, no podia salvar las almas sin algunas condi
ciones, que son aun hoy dia las del celo y la salud de las almas.
No hay que ir á buscar en esa parroquia una capilla para recoger
los numerosos niños que se hallan en ella. Es una parroquia de
Paris do ciertamente hay mas niños, testigo un sinnúmero de
institutos, de colegios (^pensions).
No puedo ocultaros mi profundo disgusto por un nombre se
mejante , mi profunda pena de que la nacion mas inteligente del
mundo haya hallado el medio de definir lo mas grande que hay
en las obras humanas, la educacion del alma, con el nombre de
lo mas miserable que hay en el alimento del cuerpo. Hay allí
pues muchos institutos, colegios, y -sobre todo muchos niños de
que vengo á hablaros. El número de estos niños llega á mas de
dos ó tees mil, mas numerosos que en esta grande parroquia de
la Magdalena do vosotros estais, y muy dignos de interesarse en
sufavo*". Se hallan desprovistos de recursos para la educacion
de sus almas ; no digo que se hallen enteramente sin recursos
para su instruccion, dignaos observar bien este punto ; no : se

*
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 207
les instruye, pero permitidme decíroslo con mi antigua experien
cia, se les instruye en muy pocas cosas hasta de religion.
Mucho se han agitado hace algunos años las cuestiones que
eonciernen á la educacion de la juventud, y una de las palabras
que definitivamente triunfaron de las preocupaciones, de la ce
guedad y prevenciones de la época, es que la instruccion no es
la educacion, ó al menos no es toda la educacion. Esto es verda
dero, profundamente verdadero ; y si la Francia perece hoy, o al
menos si abaja profundamente ; si toda vida intelectual, moral
está en decadencia entre nosotros ; si las clases mas elevadas de
la sociedad descienden de grado ó por fuerza ; si hay un nivel
fatal que nos precipita en la barbarie civilizada, corrompida, cor-r
ruptora, lo debemos precisamente á que durante muy largos
años no hemos sabido conocer lo que era la educacion de los
niños que Dios nos ha dado , io que era la educacion de las al
mas, y que cuando les habiamos hecho estudiar un poco de
griego, de íatin, un poco de matemáticas ó de historia natural,
creíamos haber hecho mucho para educar esas almas, que de
ben subir hasta á Dios y á la vida eterna. Nada habiamos hecho,
absolutamente nada. Hay pues que haeer la educacion de su al
ma. Ya es hora que nos ocupemos de ella. No se pensará en
eso, permitidme os lo diga, porque no se tiene tiempo. Es una
grande desdicha. ¡Desgraciada toda nacion que no tiene tiempo
para pensar en la educacion de la juventud! ¡Desgraciada toda
nacion que no tiene tiempo para pensar en lá obra de regenera
cion mas importante, la sola verdaderamente eficaz y poderosa!
Ella se entregará á todas las ruinas intelectuales y morales que
nos cercan por todas partes, y que las funciones públicas no
curan.
Sea de ello lo que quiera, la instruccion y la edueacion son
dos cosas, no diré profundamente distintas, pero la una no es
la otra.
En la parroquia de Santiago del Alto-Paso y en la de la Mag
dalena antes que el señor presbítero Feurtrier hubiera fundado
la explicacion del catecismo, que ha comenzado la prosperidad
de esta parroquia, se instruia, jamás hubo un sacerdote, que no
mese indigno de este nombre, que haya admitido á la primera
comunion niños que no estuviesen instruidos. Se hacia esto,
pero no se habia quizá hecho nada. Ved lo que la experiencia de
toda mi vida me ha demostrado. El hombre puede ser instruide
en su religion, esto puede ser un adorno del espíritu^ pero el
208 APOSTOLADO CATÓLICO.
alma, que es algo, y la conciencia, de la que hay que acordarse,
y que uno olvida con demasiada frecuencia cuando no se tiene
una bien formada al tiempo de la primera comunion; pero todas
esas facultades ricas, divinas, ved aquí lo que la instruccion pue
de dejar completamente adormecido, ahogado, envilecido, estre
llado en el fondo de las mas ricas y mas nobles naturalezas del
mundo. Sin dar en esta parte á mi discurso un lenguaje acusa
dor, que no me conviene, podré deciros que en todas las casas
de educacion mas alabadas por el celo de todo lo que se llama
letras humanas, se explica tambien el catecismo á los niños ; se
les hace decir este de memoria, se les explica el catecismo...
¿Pero se les hace amar el catecismo ? Cuando el catecismo ha
sido dado como una leccion de inglés ó de aritmética, ¿creeis
que se halle muy amable ? Y cuando las tempestades se levanten
en el alma de este niño, y cuando encuentre sobre la tierra cuanto
hay de mas amable para la corrupcion del corazon, cuando el
orgullo y todo lo demas se subleve, si no ha amado á Dios en su
catecismo, si no ha hallado Dios en su catecismo, si no han ocu
pado el alma de este niño, toda su vida entera, en hacerle gus
tar el buen Dios en su catecismo, ¿ qué habrá quedado en él ?
Nada. Se ha hecho io que todos nosotros lloramos, vosotros y
yo, aquellos mismos que parecen menos interesados en gemir
este mal ; se ha hecho la juventud, que nosotros vemos y sabe
mos. -¿Qué es pues necesario? Se necesita un corral do sean
recogidos estos corderitos, y do se alimente su alma con el pasto
del buen Pastor. Hoy es su fiesta, y es una dicha para mí pro
nunciar su nombre. Necesario es un asilo do se recojan estos ni
ños bajo la presencia de Dios, y do se le descubra el secreto de
todas las virtudes cristianas, do parezca hacerles comprender,
porque no se comprende en esta edad ; es decir, do se les haga
amar la religion. Esto se ha hecho en diferentes parroquias. Si
se quiere hallar madres de familia profundamente adictas á todos
los deberes de su estado, á sus esposos, á sus hijos, que sin
romper con el mundo , pues uno está condenado á vivir con él,
saben sin embargo no precipitarse en sus abismos , y reservar su
alma , sus fuerzas, sus virtudes para sus esposos y sus hijos ; si
se quiere hallar padres de familia, cuyo pensamiento dominante
sea la salvacion de sus hijos ; sise quiere hallar hijos que presen
tan esta gracia inexprimible, cuya virtud embellece la frente dela
juventud, buscad en estas parroquias. Han sido educados en el
catecismo. Hé aquí la verdad, salvo algunas excepciones de la
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 209
gracia de Dios y la virtud, que se encuentran por do quiera.
Ved pues la obra acerca de la que vengo á ocupar vuestra
atencion. Es una obra de un muy grande interés; seria una ex
traordinaria ceguedad desconocerlo. El señor cura de la parro
quia de Santiago del Alto-Paso es quien ha tenido el pensamiento. . .
ó mas bien no es un pensamiento ; uno se siente forzado á obrar
ó á retirarse en el fondo de un desierto ; cuando uno es enviado
para salvar las almas, es de una absoluta necesidad ó conse
guirlo ó morir.
El habia comprendido esto, y se dijo á sí mismo : yo lo conse
guiré. Pero hay una grande dificultad en los negocios humanos.
No tengo presente cuál es el ilustre capitan que decia : dinero,
todavía dinero, siempre dinero. Esto es lo que os repiten siempre
las gentes del mundo, cuando se las hace un grande número de
colectas de limosnas en un año : ¡ dinero , todavía dinero y
siempre dinero ! Sí, así pasa. Estoy condenado, y es la mas hor
rible condenacion que hay en el mundo, á ser obispo de una dió
cesis do seria necesario, para hacer el bien, dinero, todavía di
nero y siempre dinero. Por lo que respecta á milagros, yo no los
hago. Me es pues necesario lo que acabo de deciros, y esto es
precisamente lo que necesita el cura de Santiago del Alto-Paso.
Ha buscado dinero, lo ha pedido, pero esto no es bastante, por
que se necesita mas. Él se ha dicho á sí mismo : ¿ dó iré yo?
Tengo á otro cabo de Paris un hermano lleno de amor no sola
mente á la obra de su parroquia, sino tambien á todas las obras
de caridad, el cura de la Magdalena ; yo me dirigiré á él. Hay
en aquella parroquia una congregacion de mujeres cristianas
verdaderamente caritativas ; hay en aquella parroquia hombres
que han recibido un corazon compasivo para las necesidades
del pobre, hombres bendecidos por Dios ; yo me dirigiré á ellos,
y ellos vendrán á mi socorro y acabarán de edificar mi capilla...
Debo confesaros sin embargo que la capilla está edificada ; pero
los recursos están agotados y aun mas que eso... Nos encontra
mos en grandes apuros , porque no está en estado de recibir á
los niños. He ido, debo decíroslo, á visitar la capilla esta ma
ñana ; no he querido hablaros de ella sin conocerla : es hermosa ;
no se podia hacer mejor. Es sencilla, grave, austera, como con
viene á los que piden la caridad.
Yo respondo por el señor cura de Santiago de Alto-Paso que
cuando su explicacion del catecismo esté establecida, él embe
llecerá su capilla, y que hará la mas magnífica capilla del mundo
S. M. I. U
210 APOSTOLADO CATÓLICO.
sin tener que pediros nada. Lo que se necesita es que sus niños
puedan caber en ella, y conozco, hermanos mios, que cabrán, y
que recibireis las bendiciones evangélicas, aquellas sin disputa
de que he sido por mi parte tan generoso, y que vosotros hareis
bien en recogerlas para vosotros mismos y vuestras familias.
Nuestro Señor dice en cierta parte : « Dejad que vengan á mí
los párvulos : » Sinite parvulos venire ad me. ¡ Habeis alguna
vez comprendido ese rasgo de divinidad manifiesta, que se ha
llaba en esa palabra ! Buscad do querais, no digo solamente en
tre los grandes hombres, que con frecuencia carecen de un gran
corazon, sino entre las almas mas virtuosas y mejores que la
humanidad honra en la tierra: ¿quién ha dicho jamás eso?
¿ Quién ha dicho jamás sobre la tierra antes que Jesucristo : dejad
venir á mí los párvulos ? El solo podia decir esta palabra y tener
su inspiracion, siendo como es el Criador y el Padre de los pár
vulos, su mas tierno amigo, y que cuando vino al mundo, viendo
por todas partes aquellas tropas dispersas , aquellos hombres,
aquellas, mujeres llegar á una edad avanzada con todos los vi
cios y todos los espantosos desarrollos de la corrupcion original
en su cuerpo y en su alma, se condenó á separar de ellos sus
miradas, ó al menos á no dirigirlas sobre ellos sino con aquella
profunda tristeza que experimenta aquel que ha hecho una her
mosa obra, al verla destruida y deshonrada. Ademas, cuando en
contraba aquellos párvulos que el vicio no habia marchitado
todavía ; cuando veia sus miradas, que eran todavía tan puras,
aquellas frentes, que eran todavía tan amables ; cuando apercibia
aquel candor, aquella inocencia, ¡ ah ! decia á voz en grito :
« Dejad venir á mí los párvulos. » Ellos hacian en la tierra su
consuelo y esperanza. Es el consuelo y la esperanza de todos
los santos sacerdotes, de todos los pastores celosos que quieren
salvar las almas , regenerar las familias y la sociedad entera,
que es la congregacion de lasfamilias del género humano. Nues
tro Señor anadia : « El reino de los cielos es para aquellos que
se parecen á los cielos mismos. » Y esta sencilla palabra, dig
naos observarlo bien , era el compendio del Evangelio entero, de
toda la admirable moral evangélica, que es, entendedlo bien, la
grande cuestion entre el siglo y nosotros. La cuestion entre el
siglo y nosotros no es el dogma, no son los misterios; se sirven
del dogma y de los misterios como de protestos ; la dificultad no
está ahí, la dificultad estriba en la moral, de que se huye, por
que espantan la bajeza y corrupcion humanas. La dificultad, re
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 211
pito, no es el dogma ; no hay dificultad real sobre este punto, no
la he hallado jamás en el siglo. Decidios á escuchar la palabra
de Jesucristo ; sed semejantes á esos párvulos por la pureza de
vuestras costumbres, por la simplicidad y verdad de vuestro corr
razon, por la inocencia y humildad ; ahogad en vuestras almas
el orgullo y la sensualidad ; no habrá mas dificultad entre voso
tros y nosotros.
Por consecuencia ved la palabra que quiero dejaros al bajar
de esta cátedra ; « Dejad venir á mí los párvulos ; el reino de los
cielos es para los que se les parecen. » Y nuestro Señor añade,
á fin que no haya entre nosotros el mas mínimo desaliento, y
que los que no tienen la dicha de parecerse por la inocencia á
los párvulos, puedan volver á hallar sin esfuerzo, casi sin tra
bajo, la virtud por la simple inclinacion de su corazon : él aña
de esta palabra, por la que he dado principio áesta conferencia.
« Aquel de entre vosotros que reciba en mi nombre y aeoja coq
caridad á uno de esos párvulos, que yo amo, me acoge y recibe
á mí mismo, y las puertas del reino de los cielos se abrirán á su
presencia como si jamás la inocencia y el candor de la juventud
no se. hubiesen marchitado en su alma. »
Y bien, hermanos mios, yo me reprenderia si os hiciese cum-,
plir esta buena obra por un arranque de- compasion y de terneza
natural de corazon. Seria sin embargo una obra buena, pende-»
ciria á Dios y á vosotros por ella ; pero yo preferiria, yo querria
que vosotros cumpliéseis esta buena obra en un gran pensamien»
to de fe, y que elevando vuestros espíritus y corazones mas allí
de las bajas regiones de este mundo , viéseis esos niños sobre
la tierra en Jesucristo en el cielo, y que é la vista de esas ino*
centes y amables criaturas, cuyas almas perecen á millares á falta
de manos caritativas que les recojan para enseñarles á amar á
Dios y conocer á Jesucristo, que les ha prodigado siempre un
amor tan tierno y unos cuidados tan continuos, dijeseis ; es ne-.-
cesario que yo ayude á Jesucristo mismo á salvar estos niños ;
es necesario que yo les recoja ; es necesario, una vez que no se
me ha concedido ejercer para con ellos el apostolado del cela y
la terneza sacerdotal, que yo dé al menos á esos sacerdotes res
petables, que han tomado á su cargo este mision, el medio de des
empeñarla con buenos resultados , que consuelen su celo y co
ronen su ministerio,
fisto es lo que yo puedo preguntarme : aquel de entre vosotros
que hoy haga el mayor sacrificio, b#rmanps mios, ¿ qué habrá
212 APOSTOLADO CATOLICO.
sacrificado ? Con un sacrificio tan leve salvais esas preciosas al
mas, y permitidme os lo diga, sin entrar aquí en un terreno do
iría demasiado lejos; si no nos decidimos, ya vosotros, ya noso
tros (no acuso pero no escuso á nadie) ; si no nos decidimos ora
vosotros, ora nosotros á salvar la juventud del páis, el páis se ve
infaliblemente perdido. Por mas que nos regocijemos, por mas
que lloremos , las fiestas y las desesperaciones no salvarán nada.
Salvad las almas, elevadlas hasta Jesucristo si está en vuestra
mano, ó al menos permitid á los que se encargan de ello y á los
que Jesucristo llama á hacerlo, que cumplan sériamente su mision.
Habreis hecho entonces en beneficio de vuestro páis cuanto po
deis hacer de mas poderoso. ,
Lo sé ; para entender bien la educacion de estos niños, para
gobernarlos convenientemente, necesaria es una inteligencia y
hasta una ciencia, no vacilo en decirlo, que no sean humanas.
Pero infeliz aquel que no tiene siquiera el tiempo de ocuparse de
ello, cuando pasa sus horas mas puras del dia en todas las lectu
ras mas miserables y viles. Cuando el polvo de las fiestas viene
á robarnos cuanta inteligencia y cuanto corazon tenemos, cuando
las agitaciones de la vispera vienen á darse la mano con las agi
taciones del dia siguiente, no se tiene tiempo. Vosotros sabeis lo
que el mundo hace : os roba vuestras tardes, vuestras noches,
vuestros dias, todas las horas de vuestra vida. ¿ Qué viene á ser
de las almas ? ¿Do se hallan los padres de familia, las madres de
familia ? ¿ Cuándo les ven sus hijos ? Sea de ello lo que quiera,
hay alguna cosa mas fácil que todo eso ; es ayudar á los que se
encargan de una obra semejante á que la cumplan ; esto os pe
dimos en este dia. Y ademas, lo añadiré, haced esta obra, padres
y madres de familia, pensando en vuestros hijos. ¡Oh ! ¡ Cuán
tas veces he sido testigo ! Si esta deplorable vida, que todos es
tamos condenados á vivir, no fuese un obstáculo para seguir las
inspiraciones de los cuidados paternales ó maternales, cuánto
bien se haría que no se hace. Pero vosotros podeis, en fin, lo que
os pido hoy mismo ; vosotros podeis ayudar á hacer un grande
bien á niños que no son los vuestros, es cierto, pero que son
los hijos de Dios ; y todas las bendiciones de Dios recaerán sobre
estos niños, y vuestros hijos entrarán tambien á la parte. No
puedo pensar que Dios no agradezca á un padre, á.una madre de
familia, que hubiera hecho un generoso sacrificio de caridad y
religion en provecho de la obra de que os hablo, y que no con
ceda á sus hijos en la primera comunion de los que se preparan
IMPORTANCIA DE LA ENSEÑANZA, ETC. 213
á ella y en todos los peligros tan dignos de compasion y enter
necimiento de esta edad, no puedo pensar que Dios no derrame
sobre ellos todas las bendiciones, que los mismos padres no hayan
negado á los que Dios les recomienda.
Hé aquí, hermanos mios, lo que tenia que deciros. Perdonad
la irregularidad y el desórden de este discurso ; os he dicho muy
sencillamente lo que tenia que deciros. Ahora, silo permitis (no
pretendo violentaros), pero áfln que me dejeis seguirla inclina
cion de mi corazon (no creo haber predicado nunca por un ob
jeto que me fuese tan caro), pediré pues me permitais acabar
mi obra. No me he presentado entre vosotros para predicar, no
era este mi pensamiento ; he hablado mas de lo que queria. Voy á
hacer la colecta de limosnas en medio de vosotros. No pretendo
sin embargo impedir á las señoras que se han dignado prestar
su asistencia y devocion, recibir de vuestras manos lo que ha
beis querido destinarlas ; y no las dareis la tristeza de no hacer
una bella y buena colecta porque yo haya tenido la indiscrecion
de ponerme á su lado. Y todos vosotros esta noche, cuando ha
gais vuestra oracion y pidais su bendicion á Dios, si habeis se
guido la inspiracion de vuestro corazon y de la caridad : « hoy
hemos tenido una buena ocasion, hemos hecho una buena obra,
una obra cara al corazon de Dios, que Dios sea bendecido. » Y
este dia habrá sido feliz para vosotros, para vuestras familias, y
le volvereis á hallar, hermanos mios, en un tiempo y un páis un
poco menos agitados que los nuestros ; hablo del tiempo que es
eterno, de un páis que es el cielo , y de cuya esperanza todos
tenemos una muy grande necesidad en el tiempo en que vivimos.
MISION PROVIDENCIAL

DE LA SAGRADA ESCftITÜM.

l'Ott EIj SENOK COMBALOT, MISIONERO APOSTÓLICO.

Nonne cor nottrum ardens eral in nobit


dum loqueretur in via, et áperiret nobit
Scripturas?
¿No se abrasaba acaso nneslro corazon
cuando nos iba hablando en el Camino, j
nos iba úVsóubrieildd las iDadriiurái?

Éstas palabras, amados oyentes mios, nos traen á la memo-


ria uno de los lances mas tiernos de nuestros libros sahtos. Dos
discípulos de nuestro señor Jesucristo iban caminando en el mis
mo dia de la resurreccion á una aldea distante algunos estadios
de la ciudad de Jerusalen : conversaban entrambos acerca del
drama sangriento que acababa de suceder en esa poblacion dei-
cida. Júntase con ellos un desconocido, y viéndolos tristes, ma
cilentos, abatidos, les pregunta el asunto de su conversacion.
¿ Sois por ventura tan extraño, le dicen, á la ciudad, que igno
reis lo que ha pasado con Jesus, varon poderoso en obras y en
sabiduría? El celestial incógnito, tomando entonces la palabra,
les dice : « ¡ Oh hombres ! ¿ Ignorais por ventura que tenia que
suceder todo esto así? ¿ No sabeis que tenia que cumplirse lo
que está escrito? »
Y exponiendo incontinentemente las sagradas Escrituras, les
dió la clave para entenderlas, y descubrió entonces mismo el
sentido de ellas : hízoles ver cómo todo estaba predicho y profe
MISION PROVIDENCIAL. 21o
tizado. Acercándose á Emads quiso alejarse, como intentando
pasar mas adelante : detuviéronlo ellos diciéndole : « Quedaos
con nosotros. » Y sabeis vosotros, amados hermanos mios, que
en esta circunstancia el Señor, habiendo bendito el pan, despues
de haberlo partido y distribuido á sus discípulos, desapareció de
en medio de ellos, y que mirándose asombrados uno á otro con
inefable sorpresa, se dijeron : « ¿No es verdad que nuestro co
razon se estaba abrasando en nuestro interior cuando en el ca
mino nos iba declarando las sagradas Escrituras? Norme cor
nostrum ardens erat in nobis dum loqueretur ?
En ninguna ocasion tuvieron las sagradas Letras un seme
jante comentador, amados hermanos mios. ¡Jesus, el Hombre-
Dios , interpretando á sus discípulos las palabras del Verbo
eterno ! Pues bien, nosotros tambien en el viaje de esta vida,
peregrinos de la esperanza, debemos investigar en los Libros
sagrados los misterios desconocidos ; mas es preciso pedir tan
sublime exposicion á la ciencia de Jesucristo que nos habla por
medio de su Iglesia. La palabra de Jesucristo, en efecto, encer
rada se halla en la Biblia ; veamos pues cuál es la Mision provi
dencial.
Los protestantes, sabéislo muy bien, se han extraviado le-
jísimamente, de tres siglos acá, en la tenebrosa noche de todos
los errores, porque han sentado como principio el axioma fu
nesto de que la sagrada Biblia era el origen, el solo origen de la
verdad ; que interpretada por la razon individual, era el princi
pio generador de la fe. Yo me propongo pues en este dia indi
caros cuál sea la verdadera mision de ese libro sagrado, de ese
libro divino.
Consideraremos la sagrada Biblia en su universalidad : primer
punto ; con este motivo iremos manifestando todas sus admira
bles, divinas riquezas.
Cuál es el designio providencial de Dios acerca de este in
mortal Libro : punto segundo. Ave, Maria.

La Biblia, amados hermanos mios, esto es, el Testamento


Viejo y Nuevo, es el libro por excelencia, el solo libro que me
rezca, hablando con propiedad, ese titulo de libro : todos los
demas han salido de la mano de los hombres ; todos llevan con
sigo el sello de su ignorancia, de su debilidad. Eso libro divino
es el solo en donde el hombre no haya depositado ninguno de
216 INSTRUCCION RELIGIOSA.
sus ignorantes pensamientos. La Biblia es el libro de Dios, el li
bro de la humanidad, es la epopeya mas sublime del universo.
Han escrito este libro treinta ó cuarenta escritores ; no se cono
cian unos á otros, y con frecuencia son escritores que vivian á
siglos de distancia, y con todo ese libro es uno, la unidad mas
completa, fuerte, indivisible.
No podeis quitar una línea sola de ese libro sin destruirlo, y
ha salido todo entero de una eterna pincelada : el Espíritu Santo
mismo es quien lo ha inspirado, y los que lo han escrito no han
sido sino sus secretarios, por valerme de esta expresion usual.
Montes de comentarios se han hecho sobre él, y de él fluyen
muy naturalmente ; y está muy lejos de agotarse la materia. La
coleccion entera delos Padres de la Iglesia, todos los libros de
teología, todos los libros ascéticos, todos los libros de moral,
todos los sermonarios, todo lo que se ha escrito en fin despues
de diez y ocho siglos en el seno de la Iglesia de Dios, no es otra
cosa que un comentario de la Biblia.
Yo os lo repito, no hay un solo texto que se halle aun agotado:
cada uno de por sí abre un abismo de donde despide una infini
dad de luces, porque cada palabra de la Biblia toca fin las perfec
ciones de Dios mismo. Solo el libro de los Salmos ha sido tradu
cido y comentado mas de sesenta mil veces ; las epístolas de san
Pablo han suministrado materia á millones de comentarios, y aun
cuando el mundo alargase sus destinos todavía durante siglos
de siglos, las sagradas Escrituras quedarian inagotables. Es un
libro universal, es el libro de los libros.
Yo he sentado que es un libro universal.
En efecto es, desde ldego, el libro de la teología. La teología,
vosotros lo sabeis, es la ciencia por excelencia, la ciencia de las
ciencias, como lo ha dejado escrito santo Tomás. Los demas co
nocimientos humanos, todas las otras ciencias no son sino humil
des criadas de la teología : domina esta á todas las artes y cien
cias, por cuanto abraza enteramente el elemento revelado.
Comprende al dogma, á la moral, al culto. El dogma católico
se encuentra en su totalidad y en su integridad en la Biblia, á
excepcion de algunos dogmas que han llegado hasta nosotros
por el canal de la tradicion. ¿ Qué libro ha hablado ni podido ha
blar jamás del dogma, de las verdades divinas, como la Biblia?
Y si supiéramos todo lo que nos han enseñado de Dios, de sus
atributos, de sus divinas perfecciones, de su trinidad adorable,
de los designios eternos encerrados en su amor, lo que acerca
MISION PROVIDENCIAL. 217
de esto, digo, nos han enseñado Moisés, Job, David, Samuel,
Salomon, Isaías, Jeremías, los Profetas, san Juan, san Pablo, los
Apóstoles, ¿ qué podríamos preguntar á los libros salidos de ma
nos de los nombres ?
Seria el mayor teólogo aquel que tuviera la mas profunda in
teligencia de todos los pasajes, de todos los textos de este inmor
tal libro.
Es el libro de la moral católica. ¿ Qué moral como la del de
cálogo ? ¿ Qué lecciones como las que nos dan los libros de la
Sabiduría, los Proverbios, el Eclesiástes ? ¿ Qué avisos, qué
máximas de buen vivir y de prudencia como las de este divino
libro ? ¿Qué moral como la del Evangelio ? El sermon de Jesu
cristo en la Montaña, todas las divinas parábolas del Maestro di
vino, todas las palabras salidas de la boca de nuestro Señor Je
sucristo, ¡qué preceptos, qué consejos, cuánto amor, cuánta
energía celestial, cuánto fuego ! ¡ Ojalá que así estas sagra
das lecciones del Evangelio, como los comentarios que de ellas
hacen un san Pablo, un san Juan, fuesen meditacion continua
de todas las almas! No seria posible ni el crímen, ni el pecado,
ni el vicio, ni aun sombra de esto. ¿Qué necesidad teneis pues
de ir á preguntar nada á esos frios moralistas humanitarios,
cuando tan fácil os es preguntar á la palabra evangélica ?
Es el libro de los cultos. Los antiguos cultos tomaron de la
Biblia lo que en ellos se halla de puro, y todas sus esperanzas y
todo lo que contienen de razonable se encuentra en la Biblia :
toda la serie de las santas y adorables realidades del culto ca
tólico tienen su base en el Evangelio. El pontificado, el sacer
docio, la oracion, el sacrificio, los sacramentos, todo se halla
en él.
Es tambien el libro de los filósofos. La filosofía investiga el
secreto de las cosas ; quisiera encontrar el secreto de Dios y del
universo, de lo infinito y de lo limitado, el secreto del lazo que
une el uno al otro. Pues bien, fuera de la Biblia explicada, co
mentada, desenvuelta y comprendida tal como lo practica la Igle
sia de Jesucristo, y solo como ella lo enseña y practica, la filo
sofía humanajamás podrá echar el áncora en ese mar borrascoso
de las opiniones. Construirá eternamente y fabricará sobre
arena : no hará sino aglomerar montones de arena sobre mon
tones de arena, y nunca se podrá parar en su labor estéril.
Es semejante al trabajo de los Donáidas. Y si no, que se nos
diga : ¿ cuántas fuerzas, qué elementos de poder, de solidez, da
218 INSTRUCCION RELIGIOSA.
energía vital ha podido dar á luz despues de tantos siglos? Ni
uno solo. Comienza, y vuelve á comenzar sin llevar á cabo
nunca sus desesperanzadas investigaciones. Quiere encontrar
en sí mismo el hombre los secretos de Dios y del universo : cae
de precipicio en precipicio en el abismo del escepticismo. Ved en
qué ha parado la filosofía humana.
Al contrario. Encontramos escondido, pero real y efectiva
mente subsistente, todo lo que aquella anda buscando sin en
contrar jamás: los secretos de Dios, la verdadera filosofía, lo
que nos toca y es necesario saber del hombre antes de su caida,
en su cáida y despues de su caida, de su reparacion, de su
perfectibilidad moral y divina, todas las leyes del mundo moral,
todas las bases de las ciencias. Fluyen de la letra de aquel sa
grado libro un rayo de luz para todas las oscuridades, una so*
lucionpara todos los problemas. Es pues el libro de los teólogos,
de los filósofos, de los legisladores.
He dicho de los legisladores. Y en efecto, ved lo que han pro
ducido las legislaciones de la antigüedad pagana : pueblos bár
baros, pueblos esclavos de la tiranía : hé aquí todo. ¿Qué des
cubrís vosotros en las sociedades modernas, en esas sociedades
que han secularizado sus legislaciones, y que se han esforzado
en extraer de ellas todo lo que se escondia del Evangelio de Je
sucristo, del cual estaban impregnadas antiguamente esas le
gislaciones? ¿Qué veis en ellas, repito? Con sus ciento cin
cuenta y tantas mil leyes no pueden andar : no hacen sino flotar
entre el despotismo de la espada y el puñal de la demagogia.
Os fabrican constituciones cual si hicieran ün vestido : todo
ello no dura dos años, y desaparece. \ Ved en lo que hemos
parado !
PUes bien, aquí teneis dos pueblos que viven con una legisla
cion caida del cielo. El uno cuenta cuatro mil años de existen
cia : el pueblo judío. Es un pueblo que no ha producido nada :
desde ha dieí y ocho siglos que se halla dispersado por las na
ciones. Ya no tiene territorio, no tiene ya confines suyos pro
pios en el mundo, no tiene leyes, ni magistratura, ni- ejército,
ni tribunales, nada en fin. Están desparramados por el mundo
seis ó Siete millones de Judíos como una polvareda echada por el
áire á impulsos de una borrasca. Y sin embargo, ellos han es
tado presentes al nacimiento de los pueblos en su cuna, y ellos
los acompañan tambien al cementerio. El Judío se ve siempre de
pié, siempre llevando en su pecho un libro del cual no com
MISION fROVlDEWeiÁi,.
prende til üft solo versículo : solamente sabe que esté libro le ha
cáidodel cielo i y lo lleva consigo ála eternidad.
i Ved esa sociedad católica Con sti divina constitución, y con*
templad su poder en el mundo ! Doscientos cincuenta millones
de hombres echados por todos los puntos del globo* todos vi
viendo con uria misma vida. Con la misma ley, con el mismo
pensamiento, dogmas, culto, Sacramentos. Ved lo que obra una
carta divina, una constitucion descendida del cielo, Puesbienj
cuando las leyes morales, civiles y políticas de las naciones es
tén en perfecta armonía con esas leyes Sagradas que están en
señadas en la Biblia, entonces y solo entonces habreis encon
trado la piedra filosofal de los pueblos, Luego la sagrada Biblia
es el libro por excelencia de los legisladores.
Es tambien el libro del historiador. ¿ Qué podremos aprender
en los autores mas antiguos ? ¿ Qué nos dicen del período anti
diluviano que comprende la creacion del universo, la historia
de la primera familia, la Vida de los primeros patriarcas, la his
toria de ese inmenso cataclismo que trastornó al mundo, y cuyas
huellas se hallan perennes en el universo ?
La sagrada Biblia es el periódico de la humanidad ; todo está
escrito en él. ¡ Cuán admirable es la historia de Moisés, y cuán
bien escrita está ! Los sagrados escritores han consignado la
historia por via de anticipacion, bajo el dictado de Dios, y sin en-
travar en hada los actos de la libertad individual y los de la li
bertad de las naciones : han escrito hechos, y los han anunciado
con precision matemática. Asi es qúe toda la Vida de Jesucristo,
nuestro divino Salvador, está escrita muy de antemano por los
profetas. Mucho tiempo antes se hailafi ya consignados los desti
nos de la Iglesia en Daniel, E2equiel, Isaías* y 6n el Apocalipsis.
ESO que llaman filosofía de la historia es una quimera. Fuera
de la Biblia no hallareis sino fanatismo para explicar el mundo.
Fuera de la Biblia, fuera de la Caida de los ángeles prevaricado
res, de su accion en el mundo, de la degradacion del hombre,
de la promesa de un Libertador divino , fuera* por último, del
catolicismo, de la cruz, de la Iglesia de Jesucristo, Caereis for
zosa é inevitablemente, en materia de historia, en el fatalismo,
en el panteismo, en el materialismo.
Es pues la Biblia el libro del historiador, cómo lo es del le
gislador, del teólogo y del filósofo ; es ademas el libro del poeta.
Los pueblos de la antigüedad tuvieron una poesía que era la
expresion de sus cultos, y siendo infames estos cultos, su poesía
220 INSTRUCCION RELIGIOSA.
era forzosamente sensual y corruptora. Los poetas paganos can
taron las infamias de sus dioses y diosas, de los héroes que ado
raban é inmortalizaban : poesías enteramente materiales , sen
suales.
La poesía bíblica, hermanos mios, domina la poesía de las
naciones paganas, como el cielo domina á la tierra. La poesía
de nuestros sagrados libros es como un eco sonoro de la lengua
que hablaba Adan antes de su cáida. Nada hay tan transcen
dental ni maravilloso como esta poesía. Moisés no solo es un his
toriador grande, sino un poeta sublime : describe en cortas sen
tencias y muy pocas palabras las obras de Dios, y todo con la
majestad que cumple al encargado de parte del mismo Hacedor
supremo para escribirlas. Cuando se expresa á la cabeza de su
narracion sublime en estos cortos y precisos términos : « En el
principio hizo Dios al cielo y á la tierra : » In principio creavit
Deus ccelum et terrarn, parece estarse viendo dos pinceladas, una
para el cielo, otra para la tierra. Cuando dice : « Dijo Dios : há
gase la luz, y la luz quedó hecha : » Dixit Deus fiat lux et facta
est lux : parece estarse viendo salir centelleando la luz desde las
entrañas del abismo. Y por lo que hace á esos globos innume
rables suspendidos sobre nuestras cabezas, esas miriadas de
estrellas que envuelven al mundo planetario, ved cuán poco le
cuesta á Moises describir y contar su creacion.
Recorred todas las obras poéticas de Moisés, el cántico del
paso del Mar Bermejo; ¡qué imágenes tan vivas, qué valentía de
expresion ! ¡Qué cuadros tan pintorescos, qué movimientos tan
rápidos ! ¿ Y los anatemas que lanza con tanta fuerza como celo
y compasion contra su pueblo ingrato en el Deuteronomio ?
i Y Job, ese poeta por excelencia ! ¿ Quién habló nunca de
Dios como Job ? Mucho siento que el escaso tiempo de que puedo
disponer para hablaros no me permita referiros algun pasaje en
tre tantos y tantos que asombrarian vuestro entendimiento. Ve
ríáis cuánta lástima os darían nuestros pobres poetas puestos en
parangon con ese profeta sagrado.
Tomad el primer salmo que os venga á la mano, y vereis qué
magnificencia, qué poesía. Esos salmos del domingo que can-
táis, esos salmos que cantaba David bajo la inspiracion del Es
píritu Santo, esos salmos que repite la Iglesia diez y ocho siglos
há, son un océano desagrada poesía.
La sagrada Biblia os el libro del poeta, ya lo hemos hecho
ver; es tambien el libro del orador sagrado.
MISION PROVIDENCIAL. 221
Todos los oradores sagrados se han formado con el estudio,
con la meditacion, con el manejo de ese libro inmortal. La elo
cuencia sagrada domina á la profana y humana elocuencia, mas
aun por los grandes intereses en que hace versar á los hombres,
que por su estilo sublime y puro. Mirad si no la fuerza de la pa
labra del tribuno. Esta palabra hace vibrar, conmueve, sacude,
agita; pero nada funda, nada establece. ¿Qué es la elocuencia
parlamentaria despues de cincuenta años ? ¿ Qué ha podido fun
dar ? ¿ Qué bien ha podido hacer en el mundo ? Yo no lo sé ;
pero lo que sí sé, es que la humilde y sencilla palabra de un po
bre misionero, de un pobre sacerdote perdido entre las selvas
oceánicas, esta palabra es fuerte, es poderosa ; es la elocuen
cia sagrada que habla al corazon, cura sus llagas, dale la paz
interior.
¿Y porqué domina esta elocuencia á la elocuencia hu
mana ? Porque aquella está llena de Dios, de cielo, de infierno,
de ios eternos destinos del hombre. ¿Porqué el sacerdote
desde lo alto de esta cátedra, bregándose á brazo partido contra
las pasiones, las arranca del corazon del hombre? ¿ Porqué hace
que el hombre vuelva á tomar el camino de su destinacion, del
cual se habia lastimosamente extraviado ? Porque asienta en el
corazon del hombre la cruz de nuestro señor Jesucristo ; porque
es una palanca inmortal ; hace contrapeso en esta palanca , y el
hombre se ve arrancado á sus pasiones, y lanzado hasta el cielo.
El sacerdote se alimenta de sentencias de la sagrada Biblia, y ved
el secreto de su poderío : — sus palabras son divinas.
San Juan Crisóstomo la meditaba dia y noche, y daba gran
des sacudimientos á la ciudad de Antioquía en donde predicaba :
transportábala de entusiasmo, embriagábala de santa felicidad
cuando le explicaba las epístolas de san Pablo, y hacia homilías
sobre el evangelio de san Mateo. Todos los oradores sagrados
han meditado dia y noche las verdades escondidas en ese libro ;
y allí, sí, allí se encuentra todo lo que forma un buen orador.
¿ Por qué esBossuet el orador mas elocuente? Porque habia
compasado su grande ingenio midiéndolo con la Biblia sagrada,
y así es que su ingenio es un Genio Bíblico. Leed si no sus me
ditaciones, sus reflexiones sobre los misterios, sus sermones ; y
observareis cuán valiente es su ingenio, cómo se ha cortado al
patron de las divinas Escrituras, si me es permitido hablar así.
Y en eso consiste el que sea tan elocuente, tan puro, tan subli
me, tan veraz.
222 INSTRUCCION RELIGIOSA.
E6 un libro universal la sagrada Biblia : imposible el intentar
resumir todos sus diferentes caracteres,
La divina Escritura es el libro del artista, del artista cristiano.
Las artes son la manifestacion de lo bello ; y lo bello (decia un
pagano que habia sacado esta palabra de la fuente de la tradi
cion), lo bello es el resplandor de lo verdadero. Ved por qué son
sensuales las artes paganas : son la expresion de la materia, de
la forma puramente material. Pero el hombre no vive solamente
de su costado meramente material : la sagrada Biblia, encerran
do todas las verdades, ha debido engendrar un arte sublime,
El arte bíblico expresado en el cristianismo, ha producido las
obras maestras inmortales en pintura y escultura religiosa, la
arquitectura católica, el canto gregoriano, los cánticos tradicio
nales, la música sagrada de nuestros templos en nuestros mis
mos dias,
Los salmos que cantamos nosotros hoy, el concierto y música
de estos salmos en la liturgia cristiana suben hasta Jos Hebreos,
Figuraos el efecto de esos cantos, cuando un millon ó dos de
hombres llenos de religioso entusiasmo que conducia Moisés al
través del Sinaí, repetian aquellos refranes nacionales : Confite*
nimi Domino quoniam bonus, quoniam in sceculum misericordia
ejus ! Cielos y tierra debian conmoverse á tan grandioso concier
to. No oimos ya tan grandes y sublimes clamoreos ; oimos en
nuestros templos músicas, melodías armónicas ; pero aquello que
conmovia las entrañas de toda una nacion ge perdió ya,
Lleguen todavía y reaparezcan aquellos dias de fe que enar
decian á nuestros padres, y vereis cómo salen obras maestras,
primorosas, de la entrañas de la escultura y de la música. No se
ha perfeccionado todo en ese trabajo ; detúvose en el siglo deci
mo sexto por lo que se llama la restauracion de las letras y ar
tes. La*pintura se ha echado á perder, la arquitectura y la es™
cultura se han vuelto paganas. Solo cuando volvamos á ser una
nacion cristiana en todo su sentido, entonces solo engendrará un
ejército de artistas cristianos. La tierra quedará absorta, enton
ces se acabará lo que se comenzó en el siglo décimo cuarto.
Nuestros templos serán mas hermosos, porque serán mas piado
sos nuestros artistas.
La santa Biblia es tambien el libro de la ciencia.
Despues que la ciencia va siendo mas concienzuda, se ha he
cho por ello mismo mas bíblica. Ha comenzado ya el movimiento,
y no se detendrá hasta que se haya demostrado al mundo que el
MISION PROVIDENCIAL. 223
libro de la naturaleza habla como el libro de la Biblia, * Hay dos
testamentos que hablan lo mismo uno que otro, el libro de la
naturaleza y el libro de la Biblia, decia santo Tomás ; ambos cuen
tan la gloria, la majestad, el poder de Dios. »
La sagrada Biblia contiene riquezas desconocidas, insonda
bles ; es un libro universal, el libro de todos 106 pueblos, de todos
los tiempos ; el libro de los magistrados, de los guerreros, del
padre de familias, de la madre, de la viuda, de la tierna
doncella, del artesano, del pobre, del rico, del infeliz , del
acomodado.
Veamos pues ya los designios providenciales de Dios acerca
de ese libro asombroso, y la mision de la sagrada Biblia en el
seno de la humanidad.

Acabamos pues de ver en las sagradas Escrituras un libro uni


versal en un sentido el mas extenso ; y bien, ¿ cuál es la mision
real, verdaderamente providencial de ese libro venido de Dios,
bajado del cielo, en el cual el hombre no ha depositado (me
complazco en repetirlo) ninguno de sus pensamientos tímidos,
ignorantes ? Las sectas protestantes os dicen que la Biblia es el
elemento productor, engendrador de la fe ; y que cada uno tiene
el derecho radical, primitivo, de interpretar individualmente ese
libro, de buscar y formar en él su conciencia, la regla de su vida,
la ley de su existencia y de su destinacion. Ved lo que dice y
alega el protestantismo.
Niégalo el catolicismo, y muy justamente, con toda clase de
razones, á cual mas poderosas, como lo ireis viendo.
La Iglesia católica enseña que la Biblia no engendra la fe ;
que no es por consiguiente el órgano engendrador, productor de
la fe ; que el órgano productor de la fe es el apostolado viviente,
la palabra gerárquica del sacerdote, palabra que él ha sacado,
es verdad, en las lecciones, doctrinas y enseñamiento de la Bi
blia, aunque le hayan llegado áél por la tradición viviente ; pero
á cuyas lecciones, enseñamiento y doctrinas él mismo va dando
vida en virtud, no de su persona, sino de su mision; porque co
mo lo dice el mismo libro, « los labios del sacerdote son los guar
dadores de la ciencia. » El pueblo ha de pedir pues al sacerdote,
ha de buscaren los labios del sacerdote su fe, la fe que enseña la
Biblia. La fe viene del oido : Fides ex auditu; ¿y cómo creerán
los pueblos si no se les habla? ¿Y cómo les hablarán los sacer
dotes si no han recibido la mision de hablar y enseñar?
224 INSTRUCCION RELIGIOSA.
Ved pues cómo se ha establecido la fe en el mundo. In om-
nem terram exivit sonus eorum.
Mirad ese magnífico espectáculo que se presenta á los ojos del
mundo ; mirad cuán sencillo, cuán fácil, cuán accesible es para
todas las almas el apostolado católico, gerárquico, universal :
mirad cómo se ha hecho insinuar en todas las inteligencias. En
el momento en que os estoy hablando, hay como un millon y
ochocientos mil sacerdotes repartidos por la superficie del globo :
cerca de dos millones de anunciadores de la palabra católica ;
hay entre ellos dos mil obispos, dos mil alféreces sagrados al
frente de esta milicia santa. Esos dos millones de sacerdotes en
señan á cerca de trescientos millones de fieles ; esos dos millo
nes de sacerdotes no hablan sino una lengua misma, reconocen
á un mismo Dios, creen en un mismo dogma, tienen la misma
ley moral, siguen el mismo culto, reciben los mismos sacramen
tos, profesan las mismas verdades ; saben todo cuanto tienen que
enseñar, se entienden todos entre sí sin haberse conocido ni visto
jamás, y sentados en la cátedra de la verdad no varian ni en un
ápice. ¡ Ved el espectáculo que se está dando en este momento á
trescientos millones de hombres por dos millones de sacerdotes !
Pero estos dos millones de sacerdotes están puestos bajo la
guarda y autoridad de dos mil obispos. Estos obispos, guardado
res de la verdad en los límites que les fueron asignados por el
soberano pontífice, están en comunicacion directa con el sucesor
de Pedro, con el que es el guardian por excelencia, el conduc
tor de la verdad, el que posee el secreto de las leyes eternas,
aquel á quien está dicho : « Confirma á tus hermanos. » Todos
los obispos van á consultar con Pedro, confrontar su Evangelio
con el de Pedro. Ved la unidad, ved el apostolado del niño, el
apostolado de la doncella, del padre, de la madre, del artesano,
del hombre de grande ingenio, del académico, del joven y del
anciano, del hombre y de la mujer. Todos, todos se instruyen
por la palabra gerárquica radiando por el mundo todo.
Suponed que en lugar de esta tan sublime como divina gerar-
quía pongais una institucion bíblica ; figuraos un enjambre de
chalanes, buhoneros, traginantes, llevando todos sus arqui
llas llenas de Biblias. La sociedad bíblica se encarga de este
apostolado : son unos factores con una banasta á las espaldas,
esta banasta está llena de biblias en todos los idiomas, en todas
las lenguas; y las van repartiendo á diestra y siniestra. Habrá
sido menester gastar quinientos millones para este apostolado ;
MISION PROVIDENCIAL. 225
pero no habrá dado por fruto ni un solo cristiano ; no habrá he
cho sino sembrarla anarquía mas espantosa.
Cuentan todos los que han estado largo tiempo en Inglaterra
que Londres y aun todas las grandes poblaciones presentan un
espectáculo muy curioso los domingos. En la misma familia hay
muchas personas, cada una se va á su religion particular : cada
una va á oir la plática que mas se ha conformado con sus ideas,
cada una á su pastor, cada una á su templo, y todos y cada uno
por su lado, ¡ Considerad qué Babel, qué anarquía ! — Pues todo
procede de la interpretacion individual.
Sube un hombre á un pilar de la plaza, 6 de la calle : hé aquí
el espíritu que va á hablar ; enseña toda suerte de rarezas y sin
gularidades. No hay un sectario que en virtud de sus interpre
taciones individuales no haya tratado de apoyarse en la Biblia
para justificar los mas groseros errores. Los Gnósticos, los Ma-
niqueos, los Albigenses, todos, todos buscaban en aquella la
justificacion pretendida desus herejías. Arrio la interpretaba á
su manera; Nestorio ponia dos personas en Cristo, lo cortaba en
dos con el texto dela Biblia. Pelagio, Lutero, Calvino, todos los
herejes en una palabra han pretendido hallar en ella sus dogmas
monstruosos, sus máximas infames. Y así es que Lutero predi
caba la bigamia, el adulterio, las infamias de la carne, apoyán
dose en textos de la Biblia. Ved el resultado funesto á que con
duce la interpretacion personal.
Abrid los libros de los socialistas y comunistas de nuestro
tiempo, y vereis cómo hacen socialista á nuestro divino Beden-
tor. Atacan la propiedad con la Biblia ; hasta hay hombres que
encarnan las máximas de rebelion, de sangre, de terror y de re
vuelta, en las palabras mismas del Verbo eterno. Ved á dónde
llega la interpretacion individual ; ved lo que ha pro'ducido y lo
solo de que es capaz.
Es visto pues, por lo que acabo de bosquejaros, y por otras
infinitas razones que podria exponeros, que la mision de la Bi
blia no ha sido jamás la de engendrar la fé. La mayoría inmensa
de los mortales no es capaz de leer ni menos de entender un solo
capítulo de la sagrada Biblia. Seria menester decir que Dios la
habria cerrado irremediablemente á casi la totalidad de los hom
bres. Nadie puede leer por sí solo la Biblia ; no hay un solo hom
bre, que como hombre y por sus propias fuerzas, la comprenda;
no hay un solo teólogo que pueda ni haya podido vanagloriarse
de ello.
S. M. I. 13
226 INSTRUCCION RELIGIOSA.
San Agustin, el mismo san Agustin, una delas mas brillantes
lumbreras de la Iglesia, el mas glorioso expositor despues de
san Pablo, san Agustin, repeto, ¿sabeis que emprendió por tres
veces interpretar la epístola de san Pablo á los Romanos ? Es
pantado de los abismos que en ella veia, no concluyó ese trabajo.
¿ Y querriáis que un simple artesano, que una sencilla mujer pu
diese encontrar lo que se escondió al mayor ingenio que vieron
los siglos ? Esa pretensa interpretacion individual es la causidilla
de talentos mezquinos, orgullosos, altivos, que nada saben por
que le ignoran todo ; y ese es el principio de todas las herejías, y
el arsenal de la anarquía intelectual. Y ved porqué yo desecho
esta idea, anatematizo en nombre de la Iglesia y de la sana razon
esta doctrina.
La manía expositiva de los protestantes ha llegado hoy dia á
no divisar ni descubrir en las sagradas letras sino emblemas, fi
guras mitológicas, sueños, delirio ; y así como los filósofos de
nuestro tiempo, partiendo del principio de la autoridad individual
de la razon, de la infalibilidad de la razon, de la supremacía de
la razon, se han visto forzados á enterrarse en las entrañas del
escepticismo, y de aletargarse á los piésde la nada. Y por cierto
no es tal la mision de la Biblia.
Es muy digno de notar que nuestro señor Jesucristo no ha es
crito una línea. Congregando á sus discípulos, les dijo : « Se
guidme, yo soy el Hijo de Dios, el Mesías esperado, » y los dis
cípulos creyeron en él y lo siguieron. No se ve que Jesucristo
haya formado un solo renglon, sino cierto dia en el templo cuando
trajeron ásu presencia á la mujer adúltera. Bajóse hasta tierra,
trazó unos cuantos carácteres, unas cuantas letras en el polvo.
No se sabe si fué una sentencia de misericordia para con aque
lla desgraciada, ó una sentencia de justicia contra los escribas
y fariseos que la acusaban. El viento se ha llevado esta letra de
Jesucristo ; y no ha querido quede uno solo renglon escrito de su
puño en la tierra.
Dijo nuestro divino Maestro : «El que os escucha me escucha.»
Dijo tambien : « Enseñad. » « Lo que os hablo al oido, predi-
cadlo sobre los altos lugares. » San Pablo no ha escrito sus epís
tolas sino despues de haber convertido á las naciones. Roma ha-
bia recibido ya la fe cuando san Pablo escribió su epístola á los
Romanos. Habia engendrado en Jesucristo á los de Éfeso cuando
les escribió esa admirable epístola que poseemos. Lo mismo suce
dió con los de Corinto y sus epístolas, así como con todos los pue
MISION PROVIDENCIAL. 227
blos que tuvieron la honra insigne de recibir de la boca de este
sublime inspirado la palabra evangélica.
San Juan Evangelista tenia cerca de cien años cuando escribió
su evangelió, y babia fundado todas las Iglesias del Asia por
medio de su apostolado viviente.
Igual cosa sucedió con el apóstol san Pedro que fué á llevar
la fé á Antioquia y Roma : su discípulo Marcos no escribió los
hechos sino bajo su dictado.
En resumen, la fe ha sido enseñada, promulgada por medio
del oido, por el apostolado, porque tal es el solo medio divino,
gerárquico, viviente, establecido por Dios.
Pero me direis ; ¿ mas cuál es pues la mision de la Biblia, si
no es ella el órgano productor, el órgano dominador de la fé en
el mundo? San Pablo lo ha dicho, católicos : escuchadme.
Toda escritura divinamente inspirada ; es decir, así el anti
guo como el nuevo testamento, es útil, para enseñar, para ade
lantarse en la ciencia del alma.
San Pablo no nos tiene dicho : es necesaria. Si el principio del
protestantismo fuese verdadero, san Pablo hubiera declarado que
era necesaria, indispensable para engendrar la fé : se contenta
con decirnos : Es útil. Es en verdad el libro del erudito, el
libro del doctor, del prelado, del padre de la Iglesia, del contro
versista sagrado, del apóstol, del misionero, del cristiano sometido
á la Iglesia.
Y por otro lado, ved si los pueblos católicos, si las naciones ca
tólicas han escaseado jamás del alimento de la Biblia. ¿Qué son
los escritores católicos desde diez y ooho siglos? Comenta
dores de la Biblia ; ved lo que son, á lo que en definitiva se redu
cen sus escritos. Toda la coleccion inmensa, colosal de los doc
tores de la Iglesia griega y latina, no es sino un comentario de la
Biblia, No hay una página en san Agustin que no sea la exposi
ción de algun texto de la Biblia ; todos los teólogos católicos no
han podido hacer otra cosa. Cuanto han escrito de mas profundo
los padres de la Iglesia, está allí; santo Tomás de Aquino ha es
crito un gran volumen en folio para explicar las epístolas de san
Pablo : este mismo doctor ha dejado escrita una obra inmortal
intitulada catem aurea, la cadena de oro. Este libro no es otra
cosa sino el comentario de los cuatro Evangelistas enriquecido y
entretejido de textos de padres de la Iglesia : no escribe en esta
maravillosa obra una palabra que sea suya, y todo cuanto ha es
crito en sus muchas obras lo ha tomado, ó de la Escritura, ó de
228 INSTRUCCION RELIGIOSA.
los santos padres, comentando algun texto de la Escritura.
Puede llamarse muy justamente al angélico doctor santo Tomás,
una concordancia viva de las sagradas letras.
Ved, católicos, lo que han hecho esos hombres grandes; des
pues de ellos vinieron Bossuet en las Meditaciones y elevaciones
sobre los misterios; Bourdaloue en sus Dominicales del domingo.
Así es como san Agustin habia logrado formar un pueblo sabio,
del pueblo de Hipona compuesto de pescadores y marineros. Ex
plicábales desde su cátedra de Hipona el evangelio de san Juan
y todos los evangelios. Habia allí hombres que anotaban y trans
cribian lo que él encontraba en su corazon y en su inteligencia.
Conservamos suyo un volumen magnífico en folio de las conside
raciones que él presentaba á aquellos barqueros de Hipona. Ex
plicábales aquellas palabras : In principio erat Verbum. . . nada
menos que la generacion del Verbo. . . y él la ponia al alcance de
unos marineros y pescadores. Ved lo que son los pueblos nutri
dos con la meditacion ordenada de los libros santos.
Con que estamos viendo por testimonios evidentes, que los ca
tólicos conocen la sagrada Biblia ; vosotros la conoceis lo nece-
sarmpara vuestra guia y consuelo espiritual ; conoceis los evan
gelios, las epístolas, los salmos, el libro de Moisés; todo esto os es
esencial ; aliméntaos pues de esos libros admirables ; pero dejad
su interpretacion á la doctrina y enseñanza de la Iglesia, á la
antorcha de la tradicion, y de ese modo no tendreis que temer
extraviaros jamás. Grabad en vuestro corazon algunas de esas
palabras sagradas. San Francisco Javier se hizo un santo, un tau
maturgo, por la accion ó influencia de aquella divina sentencia :
De qué le sirve al hombre ganar un mundo si llega no obstante á
perder su alma ? De que le serviría al hombre conquistar, haber
ganado reputacion, lauro en letras, ciencias, artes, haberse
grangeado poder, riquezas, fortuna, todo lo que el mundo ansia
tanto, si pierde él su alma?
¡ Y san Francisco de Asis ! Tal vez no tendríamos este órden
seráfico, lustre y esplendor de la Esposa de Cristo, no tendríamos
aquel milagro de santidad si no hubiera insculpido en su tierno
corazon una expresion sagrada que oyó en el templo : Si quereis
ser perfectos, vended todo cuanto teneis, dejadlo todo, venid y se
guidme. Francisco dejó inmediatamente todas las cosas que mas
amaba, á su padre, a su madre, á su parentela, á sus amigos,
á sus mas lisonjeras esperanzas : dejólo todo, y se convirtió en
un necio-prudentísimo de la pobreza.
MISION PROVIDENCIAL. 229
Leed pues, amados hermanos mios, leed esas palabras sagra
das ; aliméntaos de las Escrituras divinas, meditadlas, y encon
trareis en ellas vosotros un remedio á todas las penalidades de
vuestra alma. Guardad, guardad en vuestro corazon y practicad
con obras esas máximas sagradas y eternas. Nada esta confundi
do en la sagrada Escritura : habla á los ricos, habla á los pobres.
« Bienaventurados los pobres, » han dicho las santas Letras, y
esta palabra ha sido tan bien entendida, que está produciendo
milagros cada dia, cada instante en los corazones católicos y
piadosos.
« Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de
los cielos. » ¿Qué es pues el reino del tiempo? ¿Qué son mi
llares de coronas amontonadas unas sobre otras en comparacion
de esa palabra : el reino de los cielos ? Mirad cuando un rey ha
llegado á reinar veinte años, treinta, cuarenta, y que cáiga de las
alturas de su gloria, se vaya á un destierro, esos veinte, treinta
ó cuarenta años le parecen como un sueño ; pero esta palabra :
reino de los cielos, reino que no tiene límites ni en el tiempo, ni
en el espacio, ¡ un reino eterno ! . . . Yed con qué consolar á un
pobre, á un artesano, á un desgraciado ; ved con qué sostenerlo
toda su vida y mantenerlo igual en los padecimientos y tribula
ciones.
Vosotros, amados hermanos mios, meditareis pues las pala
bras de la sagrada Escritura, y nuestro Señor Jesucristo hará
descender sobre vosotros el rocío de su gracia, y harála fruc
tificar en vuestras almas. Amen.
PÉRDIDA DE LA VERDAD.

POR EL P. LACORDAIRE.

Hermanos mios : hay tres heraldos que están encargados de


anunciarnos de hora en hora la realidad de nuestra nada : el pri
mero es la enfermedad ; el segundo la muerte ; el tercero la lo
cura. Coloco la locura detrás de los otros dos, porque los pri
meros atacan solamente nuestra naturaleza inferior, nuestra
materia, mientras la tercera ataca nuestro ser superior, ó cuanto
hace realmente de nosotros unos seres dignos de envidia y de
gloria.
El hombre lanzado en medio de esa naturaleza sin límites, su
jeto á una ley fatal de su propio espíritu, sabe leerla y compren
derla : él vió en el cielo moverse algunos globos y cumplir cier
tos movimientos ; entonces, aunque estuviesen colocados á in
calculables profundidades, les hizo signo con la mano, y se
bajaron, para ser calculados y pesados en las balanzas de sus
academias. Él vió al Océano abrir ante él su inmensidad, y supo
por medio de la fuerza de su ingenio atravesar esos mares pro
fundos sobre un leño débil, y estrechar así á las extremidades de
la tierra con pueblos que no conocía, relaciones de comercio y
fraternidad. El rayo, surcando de tiempo en tiempo el firmamento,
le inquietaba. El estudió, y por último despues de algunos siglos
por medio de un ligero hilo suspendido en los tejados de sus pa
lacios, supo comandar esta fuerza á la vez tan caprichosa y tan
fuerte : hoy la ve rodar ante su vista como un niño veria desplo
marse un mundo sin espantarse.
Pues bien : hermanos mios, todas esas fuerzas del espíritu,
del ingenio humano, todo eso perece, todo eso se desvanece con
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 234
el efecto de una simple catástrofe, cuyo vencimiento de plazo no
sotros no podemos conocer ni prever.
¿ Qué es pues nuestro cuerpo ? ¿Qué es pues nuestro espí
ritu? ¿Qué son pues nuestros órganos? ¿Qué es pues todo el
hombre entero? Dios toca con su dedo este ser de una tan grande
potencia intelectual, y le hace inmediatamente bajar menos que
un animal dotado de instinto. Dios le toca con su dedo, y su
fuerza de inteligencia le es retirada, y pasa sobre la tierra como
un ser condenado y marchito.
Hé aquí porque de todas las revelaciones de nuestra miseria
y de la cólera de Dios contra nuestro orgullo, la demencia es
ciertamente la mas sorprendente de todas.
¿Y qué es pues la demencia, hermanos mios (porque toda
vez que esta reunion tiene lugar para aliviarla, es bien natural
hablar de la cosa que se quiere socorrer) ? ¿ Qué es pues la lo
cura ? La locura es una alteracion de la razon, llegada á tal gra
do que no es ya pasajera ni local, pero que se la puede llamar
una nube de la razon. ¡ Yla razon qué es? Ninguna otra cosa mas
que un cierto número de verdades primeras con sus consecuen
cias, que extienden nuestra inteligencia. La pérdida de la razon
no es pues otra cosa mas que la pérdida de la verdad en su
mas alto grado.
Eu esta pérdida de la verdad nuestro espíritu sustancialmente
no se halla tocado, porque no se comprende la alteracion de una
sustancia intelectual, al menos en el estado en que estamos ; nues
tra inteligencia, que es para nosotros la facultad de conocer, no
se halla tampoco atacada ; pero lo que es atacado bien cierta
mente es la accion de nuestro espíritu sobre ciertas verdades
primordiales, que constituyen como el fondo de nuestra inteli
gencia.
Por eso, hermanos mios, la pérdida de la verdad, que se re
sume en la demencia, no es inmediata ; antes de llegar á esta
catástrofe total dela locura, hay muchas locuras precedentes ;
hay en la escala de la verdad muchos escalones que bajar, para
llegar á ella. Por consecuencia, hermanos mios, esta pérdida su
cesiva de la verdad, empezando por el catolicismo, es la mas
alta posesion de lo verdadero hasta la locura, que es su mas alta
pérdida ; es esta escala descrecida de la verdad, de la que quiero
tratar ante vosotros, porque espero hallaremos en ella algunas
máximas para la direccion de nuestra vida, ora para nosotros,
ora para los demas.
232 INSTRUCCION RELIGIOSA.
En lugar de exponeros el objeto de vuestra asamblea, que os
es ya conocido, y de excitar una compasion enteramente formada
en vuestro corazon, ¿ no es natural á la ocasion que venis á traer
aquí vuestra caridad, daros, en cambio de la misericordia que
vosotros traeis, algunas verdades útiles, á fin que haya entre el
orden espiritual y el temporal un cambio, que consagre á los dos,
y haga resuelte el bien del alma de la misma operacion que el bien
del cuerpo?
Me propongo pues, hermanos mios, examinar la pérdida su
cesiva de la verdad entre el catolicismo y la locura, que son los
dos polos, uno el polo afirmativo, el otro el polo negativo. Ave,
Marta.

Hermanos mios : Nuestro espíritu no es la verdad ; él posee


la verdad en cierto grado, pero no es la verdad. Nosotros nace
mos inteligentes, es decir, capaces de conocer ; pero no somos
razonables, esto es, en posesion de la verdad. Solamente á cierta
edad comienza la razon á apuntar : llamamos vulgarmente á esta
edad la edad de la razon. Partiendo de esta edad á medida que el
hombre descubre, caminando hácia la madurez, posee un mayor
número de ideas verdaderas : en este grado su razon se forma y
se completa.
El hombre, su espíritu, no es pues la verdad. La verdad y él
son dos cosas. Hay entre él y la verdad desproporcion. La ver
dad es lo que es : la verdad son todas las sustancias, todos los fe
nómenos, todas las relaciones de los fenómenos entre sí mismos
y de ellos con las sustancias ; por eso es evidente que el hombre
el mas dotado en punto al espíritu é ingenio, despues de muchos
años consagrados al estudio de las sustancias, de los fenómenos
y sus relaciones entre sí mismos, no conoce mas que una infini
tamente pequeña porcion de ellas. Jamás ha existido la ciencia
universal. El hombre ha podido bien conocer casi todo lo que el
espíritu humano conocia en su tiempo ; ¿ pero qué era lo que el
espíritu humano conocia ? ¿ Qué Babel de cuestiones no se han
propuesto los sabios como término de los esfuerzos futuros de la
ciencia, que no ha sido aun alcanzada ni adelantada ?
Así, hermanos mios, sin entrar en una mayor demostracion,
el hecho mas simple, el mas vulgar nos prueba haber despropor
cion entre nosotros y la verdad. Hay contradiccion en cuanto á
la extension ; nuestro espíritu es estrecho y la verdad no tiene
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 233
límites; la verdad es enteramente luz, y nuestro espíritu es ente
ramente tinieblas. Nosotros decimos algunas veces : tal verdad
es oscura ; no, es nuestro entendimiento el que es oscuro.
Yo veo grabada sobre un cuadro una figura matemática, y digo
inmediatamente que es oscura ; pero que yo tenga su llave, y
luego ella me parece clara como el dia. No era pues la fórmula,
era mi entendimiento el que era oscuro. ¡ Cuán mas extendida
es la verdad que nuestro espíritu ! ¡ Ella tan luminosa, nosotros
tan oscuros y tan movibles ; ella, que resiste tan fuertemente á
todas esas masas de ataques, que se dirigen contra ella ; noso
tros, que estamos inquietos, parados á la menor dificultad que
suscita ante nosotros un hombre de ingenio !
Siendo esto así, hermanos mios ; es decir, no siendo la ver
dad nosotros, ó al menos ella no está en nosotros sino en el es
tado de germen, ella está fuera de nosotros, en el estado de
principio oscuro, de principio que puede bien desarrollarse con
el contacto de la palabra ; pero sea lo que quiera, aunque nues
tra inteligencia sea constituida por algun gérmen de verdades
primeras, siempre es cierto que la expresion completa de la ver
dad no es nosotros.
Toda vez que la verdad no es nosotros, es necesario la bus
quemos fuera de nosotros ; pero como ademas entre la verdad y
nosotros hay proporciones, es necesariamente preciso, si Dios es
justo, que en alguna parte la verdad se halle enteramente hecha,
que en alguna parte la verdad sea perfectamente luminosa, que
en alguna parte esté armada para atacar y defenderse, de suerte
que nosotros solamente tengamos el trabajo de entrar en ese es
tablecimiento dela verdad para estar ciertos de hallarla entera.
Debe haber necesariamente un establecimiento de la verdad so
bre la tierra, como hay un establecimiento dela vida, que es la
naturaleza; debe haber necesariamente un establecimiento de la
verdad, que pueda comunicarnos segun nuestras necesidades
cuanto nos es necesario ; sin este establecimiento de la verdad,
ciertamente no hay que pensar en la verdad : ella es para noso
tros solamente un imperio colocado lejos de nuestros alcances,
y al que hay que renunciar y decir un eterno adios. Sí, hermanos
mios, existe un establecimiento de la verdad do ella está entera
mente luminosa, enteramente armada de punta en blanco para
atacar y defenderse, y ese establecimiento de la verdad es la Igle
sia católica, de la que sois miembros ; la Iglesia católica, en la
que siendo niños habeis sido bautizados; la Iglesia católica, que
INSTRUCCION RELIGIOSA.
es vuestra vida y vuestra gloria. La Iglesia es este estableci
miento ; es la Iglesia la que defiende la verdad mientras los gi
gantes de la ciencia sublevan contra ella y contra vosotros, que
sois sus hijos, dificultades superiores á vuestras fuerzas , pero
que ella sabe rechazar ; porque Dios suscita entonces á sus obis
pos, sus doctores, que escuchan, que miran con sangre fría
el error, que le diseoan, que demuestran lo que hay de verda
dero y lo que hay de falso ; que pronuncian una sentencia que
fija todo, y que no dejan ya pasar el error ante los ojos de los
hombres, sino como un torrente, cuyos vestigios destruyen del
todo inmediatamente, para que los pastores puedan decir al pa
sar al dia siguiente : ¿ dó está pues el torrente ?
Pero este establecimiento de la verdad tan brillante, tan supe
rior á todo, objeto de todos los insultos, porque lo que es fuerte
es siempre amenazado por los que aspiran á la fuerza y que no
llegan á ella jamás; este establecimiento de la verdad, digo,
este imperio, hay por tanto que aceptarle, hay por tanto que obe
decerle bien por un acto de humildad. ¿ Por qué ? Porque él co
manda á nuestro espíritu, siendo mas fuerte que él, y porque él
resiste á nuestro espíritu cuando queremos insultarle ó atacarle.
Pues bien ; hermanos mios, establecido este mando, estable
cida invenciblemente esta resistencia de la verdad ante algunas
coaliciones de espíritus que se presentan, este mando nos pesa,
y esta resistencia no nos acomoda. Nuestro orgullo no quiere
aceptar la verdad sino como una forma; él no quiere, cuando
pretende explorarla, encontrar un dique, que le impida pasar
mas allá. Este es, hermanos mios, el primer orgullo, de donde
viene la primera pérdida de la verdad, la primera degradacion
de la verdad en la inteligencia : es la herejía.
El hereje, que es el primer loco, el hereje concibe y admite
la necesidad de un establecimiento de la verdad sobre la tierra ;
él le quiere ; pero él le quiere sin mando y sin resistencia. En
tonces busca en el mundo alguna cosa que pueda ser otra cosa
diferente que él, mas grande que él, mas fuerte que él, alguna
cosa que sea como un gaje de verdad en medio del mundo, y
sin embargo que carezca de cierta fuerza de estabilidad para re
sistir á la voluntad de su espíritu. Bajo este punto de vista el
hereje toma Jesus expresado en la Biblia ; por eso Jesus es ver
dadero y la Biblia es verdadera, y bajo este respecto él ha ele
gido bien. Pero Jesus no comanda, Jesus no resiste ; Jesus para
nuestro estado presente es invisible y como muerto; yo digo
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 235
muerto, y vosotros sabeis bien que él está vivo en el cielo; pero
de lo que habia sido sobre la tierra todo ha desaparecido en su
personalidad viviente, y él ha dejado en la Iglesia un represen
tante asistido por el Espíritu Santo. Ademas el Cristo dejo que se
haga con él lo que se quiera ; él está en su sepulcro ; él ha bien
resucitado, pero ha resucitado para los ojos de la fé, no ha re
sucitado para el hereje, que va á buscarle allá do él no ha que
rido quedar, allá de donde se lanzó al cielo. Para el hereje él
queda con los brazos extendidos como allá en un dia en que se
colocó en su féretro ; allá se puede, en lugar de incienso, lle
varle el insulto bajo el nombre que se quiera, porque definitiva
mente él no despliega sus labios ; su palabra está en la Biblia,
pero es la palabra escrita ; es la palabra fija ; es, como dijo Pla
ton, una palabra que no tiene ya padre para defenderla, y que se
la puede transformar segun su invencion.
Así el orgullo del hereje está satisfecho al mismo tiempo que
cierta necesidad de establecimiento de la verdad. ¿Pero es esto
la verdad ? Pero la Biblia, pero el Cristo son verdaderos, cuando
les atormenta así, cuando les sazona segun su apetito de la ma
ñana ó de la tarde? No, hermanos mios, allí no hay posesion en
tera de la verdad, porque los herejes violan esta verdad, escu
driñando la Biblia ; no, no hay ya la posesion plena de la verdad,
porque desde el momento que se puede añadir á ella ó quitarla
alguna cosa, no hay ya seguridad, no hay ya certitud para el es
píritu. Cuando se ha establecido un dogma ayer fuera de la
verdad absoluta , ¿ porqué no se le destruiria hoy ? ¿ Cómo un
hombre, que puede ver en el Evangelió una cosa hoy, que no
veia en él ayer, cómo este hombre no negaria al dia siguiente lo
que afirmaba la víspera como un dogma ?
Así, hermanos mios, la duda, para no hablaros de lo demás ;
despues del primer orgullo, la primera duda ; una primera duda
que no destruye todo, porque el primer orgullo no ha destruido
todos los fundamentos, pero en fin es la duda. ¿Qué es pues la
duda? Es el mayor enemigo de la verdad. Con la duda no hay ya
establecimiento seguro de la verdad, no hay mas que una ver
dad, que se juzga y es transformada bien pronto en error, una
verdad que es como los fuegos que se levantan en los cemente
rios, que alumbran por un instante á los viajeros, pero que no
son fuegos durables destinados á iluminar nuestro camino en
este mundo.
Sin embargo, hermanos mios, por mas fácil que sea la repre
236 INSTRUCCION RELIGIOSA.
sentacion de ese papel para el espíritu, esta herejía, nosotros
no nos contentamos aun con ella.
Jesus en la Biblia tiene una cierta autoridad, que subsiste ; hay
que destruirla. Entonces en vez de tomar para establecimiento
alguna cosa como la Biblia y el Cristo aun visibles, se declara
ser Dios el establecimiento de la verdad, que en Dios solo sub
siste la verdad, que la verdad está entre Dios y nosotros, y que
somos capaces para consultarla sin intermediarios vivientes.
Esto es el teismo, y el teismo es la segunda pérdida de la
verdad.
He aquí el drama entre Dios y el espíritu. Dios es todavía mu
cho ; es un nombre sagrado ; es un nombre invocado por toda la
tierra ; es un nombre bendito ; es un nombre que protege el gé
nero humano ; es un nombre que asiste al desgraciado ; en el
nombre de Dios sucede aquí abajo todo bien, toda buena accion ;
es en fin alguna cosa grande.
Sí, sin duda; pero observad, hermanos mios, cuánmas á sus
anchas se halla el-orgullo con Dios.
Considerado de una manera abstracta, ¿ es bien Dios la ver
dad ? Dios no tiene palabra aquí abajo, no tiene accion sensible,
no tiene representante ; hay que buscarle dentro de sí mismo,
en una cierta luz de principio, que llamamos razon. Allí la 'duda
se aumenta ; ella era ya grande poco hace en la herejía ; pero
¡ cuánto mayor en el teismo ! En efecto, ¿ qué es Dios ? ¿ Qué es
su naturaleza ? ¿Qué es su voluntad ? ¿ Qué es su providencia?
¿Qué es su accion? ¿Qué es su sustancia? ¿Dó está Dios?
¿ Qué hace ? ¿ Porqué nos ha enviado al mundo ? ¡ Y tantas otras
cuestiones!... Por eso, hermanos mios, para juzgar todas esas
cuestiones, para sentarlas, ¿qué tenemos nosotros? Tenemos
únicamente lo que advertimos dentro de nosotros mismos, es de
cir, ciertas ideas, ciertas maneras de sentir. Así todos los dias
decimos : Dios es demasiado bueno para condenar á los malos á
penas eternas ; y hé aquí que nosotros decidimos de Dios segun
un cierto sentimiento de piedad que nos hemos hecho á nosotros
mismos. Así, todos los dias nos decimos aun : Dios es demasiado
bueno para haber hecho el mundo, hace seis mil años; el mundo
ha debido existir siempre. Pero Dios tambien ha debido existir
siempre, y ha sido bueno tan luego como lo ha podido, es decir
siempre.
Cualesquiera que pean pues las cuestiones, que tratemos, to
mad uno á uno á los teistas, y no hallareis jamás en ellos un
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 237
símbolo comun. En el teismo , segun el hombre tiene ciertos
sentimientos, ciertos conocimientos, hace á Dios á su imágen, le
mide, le corta, le redondea á su sentido, en una palabra Dios
no es ya otra cosa mas que el mismo hombre, un poco mas
grande, pero son siempre sus ideas, su voluntad : Dios hace tal
ó tal cosa de tal ó tal manera, porque el hombre, él, hubiera
hecho lo mismo. !Qué certitud! ! ! ! Y despues, cuando se ha
llegado al fondo de este escepticismo, se ve al lado de Dios la natu
raleza, esa materia natural tan inferior á la idea que nos hacemos
de Dios.
Entonces se presenta la cuestion de saber lo que es la natura
leza, si es Dios quien la ha hecho ó si no ha existido siempre. Si
es Dios, es un gran misterio la creacion, ningun fdósofo no ha
podido comprenderla. Sin embargo, si no admitís la creacion,
suponeis que el mundo es eterno; hay pues otra cosa, que es tan
infinita como Dios, al menos por la eternidad. Me dirán aquí que
siendo eterna la naturaleza, pues que la imaginacion no se la re
presenta creada, tenemos por eso mismo bajo los ojos Dios vi
viendo en el mundo; de suerte que todos los astros, por ejemplo,
son la manifestacion de su propio poder. ¡Ah, tened cuidado !
Entonces uno se halla inclinado á poner la naturaleza en lugar de
Dios, y este es el tercer grado de la pérdida de la verdad ; es el
materialismo, es decir, que no hallando jamás á Dios para ha
blar, para obrar y para resistir, el hombre le niega. Esta nega
cion práctica, hermanos mios, es muy comun. Cualquiera que
no admite un representante de Dios sobre la tierra, una palabra
de Dios sobre la tierra, mas pronto ó mas tarde y mas ó menos
terminará por negar á Dios, que él habrá reemplazado por la na
turaleza á fuerza de generalizar la divinidad.
He aquí que nos hallamos en el materialismo. Es decir, que
el establecimiento de la verdad, en lugar de estar en Jesucristo,
en Dios y en la Iglesia, no estará mas que en la naturaleza, no
estará mas que en la naturaleza viviente.
Parece que habiendo llegado á este punto, teniendo en la ma
no alguna cosa palpable, no reconociendo ya como cierto sino lo
que se mueve, lo que es materia palpable y accesible, parece que
cualquiera se parará allí, y que el espíritu humano quedará en
ese estado de una manera fija y permanente. Y bien, todo me
nos que eso ; despues de haber descendido en tres escalones de
la pérdida de la verdad, abandonando sucesivamente la Iglesia,
Jesus y Dios, vamos á ver que el espíritu humano va hasta á
238 INSTRUCCION RELIGIOSA.
abandonar la naturaleza misma, y llega en fin á aquella pérdida
total de la verdad, que llamamos locura.
Hé aquí el hombre enteramente áislado con la naturaleza ; no
admite nada mas que lo que ve, lo que oye, lo que pesa y calcula
segun las matemáticas, la física, la química, y cuanto se sigue
de sus leyes, de sus principios y de sus relaciones naturales.
Pero, hermanos mios, aquí hay todavía mando y resistencia : las
matemáticas comandan. Si haceis una casa fuera de las leyes
matemáticas, vendrá á tierra. Si haceis una operacion fuera de
las leyes de la física ó de la ciencia, que concierne al cuerpo hu
mano, quitareis la vida al paciente. En una palabra, hay allí una
cosa aun mas fuerte que el hombre : son las relaciones de las cien
cias con la naturaleza.
Y bien ; el hombre no acepta ni aun ese yugo de la naturaleza
y de la ciencia. ¿ Una vez que ha llegado á negar la Iglesia, á
negar Dios, ¿cómo quereis que la naturaleza le pare, y que pue
da hallar medios en su espíritu para desafiarla, para aniquilarla,
al menos en su inteligencia ? Y esto es precisamente lo que él
hace.
¿La naturaleza? ¿Pero qué es la naturaleza? Un monton de
materia, nada es delante de mi espíritu ; es solamente algo para
mis sentidos. Veo bien, como diccBossuet, tenemos dos aguje
ros en la cabeza, que con el auxilio de esos dos agujeros aperci
bo alguna cosa ; ¿ pero quién me responde de la realidad de esas
cosas que están fuera de mí ? Porque en el fondo soy yo quien
obra, y yo tengo la experiencia que en cierto estado de mi cuer
po veo algunas cosas, que segun la opinion general no existen
de la manera con que yo las veo ; por consiguiente la naturaleza,
tal cual yo la veo, puede bien no ser mas que una ilusion de
mis sentidos, porque en fin soy yo quien afirma que ella es así;
pero fuera de esta afirmacion ¿ cómo se afirma ella á sí misma?
¿Que lenguaje tiene ella contra mí? ¿Cómo puede ser asida?
¿Cómo se puede formar el mas mínimo juicio de su existencia?
Los fenómenos que se hallan en ella no son nada mas que al
guna cosa vacía, alguna cosa inerte, alguna cosa que se pasea
ante mis ojos, pero que no tiene realidad ; es una sombra, es todo
lo que quereis ; pero definitivamente es una cosa que carece de
realidad, la que mi inteligencia se suscita á sí misma conforme
ciertas leyes que la constituyen y dominan.
¡Diosmio! si han podido negar el fenómeno de la Iglesia;
si han podido decir ser esta Iglesia desde el principio del mundo
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 239
y principalmente desde Jesucristo un fenómeno sin realidad ; si
han podido decir que sus dogmas, la conversion del mun
do, los mártires no son nada mas que una sombra ; que importa
poco haya sido esto ó que no haya sido ; que esto ha nacido en
seguida del sueño de algunos hombres de espíritu, y que ha sido
un sueño continuado, seguido de cerca por otros hombres enga
ñosos y engañados ; si se ha podido decir todo esto de la Iglesia,
¿ qué no se puede decir de la naturaleza ? Si han podido conde
nar así la realidad católica ? si han podido pensar que el papa,
sentado hace mil ochocientos años sobre su trono, no es nada ;
si se ha podido creer que ese anciano sin armas, frente á tantos
potentados armados, no ha tenido para defenderse hasta este dia
mas que una fuerza residente solo en la imaginacion de los que
le obedecen y tienen la sencilla de creerle, ¿cómo quéreis que
la naturaleza sola sea bastante poderosa para hablar á hombres,
que hacen profesion de iguales principios?
Varios hombres, menos acostumbrados á ese espectáculo de
la degradacion del espíritu humano, me acusan acaso de que en
lugar de desarrollaros verdades evangélicas y haceros apiadar
de la locura, os espongo los desórdenes del espíritu, que sola
mente se hallan en mi imaginacion. No, hermanos mios, os hago
una enumeracion verdadera de las catástrofes sucesivas del es
píritu humano.
Vosotros vivís en medio de gentes, que niegan la Iglesia y
afirman Dios, ó que niegan Dios y afirman la naturaleza. Al lado
de esas gentes de un temple semejante, por una conclusion ló
gica estais mas ó menos en un establecimiento completo de la
verdad, porque no habeis recorrido todas las vicisitudes del es
píritu; pero estas vicisitudes no dejan de existir menos por eso :
ellas son una parte del movimiento general del espíritu humano,
una parte grande y solemne. Me pertenece pues cuando la oca
sion se presenta de hablaros de ellas, de contároslas.
Hermanos mios, os he dicho como despues de haber negado las
verdades religiosas, las realidades intelectuales, se llega de ne
gacion en negacion á negar la última de las realidades, la reali
dad muerta, que llamamos el mundo físico. Si la inteligencia, si
la religion no son nada, ¿qué quereis sea una estrella, que rue
da en el cielo ? ¡ Qué importa ! es una nube, es menos que una
nube, es una apariencia ; yo la veo como veo á Jesucristo, como
veo la Iglesia y lo demas.
Se ha negado pues, hermanos mios, la naturaleza, como ha
240 INSTRUCCION RELIGIOSA.
bian negado las otras realidades, porque ella commanda aun al
espíritu, porque hay que obedecerla. Este es lo que se llama en
lengua filosófica el ateismo... Es decir; soy yo quien es la ver
dad, soy yo quien crea todo, soy yo quien hace todo ; y soy yo
en una palabra quien es absoluto, y quien tiene la ciencia de o
que es absoluto ; cuanto se hace en el mundo, no es mas que
una creacion de mi inteligencia ! 1 1
Hermanos mios, este ateismo existe, tiene sus libros, sus cá
tedras, sus doctores, y sin embargo es producido por la ley de
degradacion de la verdad, de la que acabo de haceros recorrer
algunos escalones.
¿ Cuando el hombre ha llegado á ese punto se parará al me
nos? No, no, hermanos mios. ¿Y porque quereis se detenga
destruyendo ? Habia duda en la herejía, duda en el teismo, duda
en el naturalismo, ¿porqué no la habria en el ateismo? Si se
han hallado razones para dudar, para negar en todos los dog
mas anteriores, ¿ por qué no se hallarian en este último dogma,
en que el hombre está solo frente á frente con él mismo, y en que
puede decirse á sí propio : yo soy estas potencias, y yo quiero
negarlas ; yo quiero negarlas ; yo quiero negar Dios, yo quiero
negar Cristo, yo quiero negar la Iglesia... Si el hombre ha du
dado de todas las demas cosas, por qué no dudaria de sí mismo ?
Y en efecto ¿ no ha habido un tiempo en que uno no existia ; no ha
habido un tiempo en que uno no tenia ni pensamiento, ni vida, ni
movimiento ? ¿No llegará un tiempo en que uno vuelva á esa nada ?
Entonces, ¿qué vendrá á ser de la afirmacion de la fé, ese ab
soluto, que se ha colocado á sí mismo como si fuese el fondo de
todo?
Así es, hermanos mios, como se llega en fin al escepticismo,
es decir, á dudar de todo, hasta de sí mismo. Esta duda existe y
es la mayor de todas, porque el ateismo es el mayor de todos los
orgullos. Dios ha asociado una duda á cada orgullo ; y á medida
que la negativa crece, la duda crece hasta que llega al escepti
cismo total.
Ved aquí la ley de la pérdida de la verdad, negacion sucesiva
de todos los establecimientos de lo verdadero hasta llegar á sí
mismo, hasta llegar á ser Dios y á decir como Dios : Ego sum ve-
ritas. Por una parte aumento de orgullo ; por otra diminucion de
la fuerza de afirmacion ; en seguida duda, detrás negacion en
tera, y despues por último escepticismo.
En este punto, hermanos mios, vosotros concebis lo que Dios
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 541
tenia que hacer. Le fue necesario en todo el gobierno de nuestro
ser, le fue necesario castigar nuestra insolencia y darla leccio
nes. Por eso nos ha impuesto la enfermedad y la muerte; la
muerte para que no pudiésemos decir : « yo soy la vida : » Ego
sumvita; la enfermedad, es decir, la locura, para que no pu
diésemos decir : « Yo soy la verdad : » Ego sum veritas.
A medida que una época se llena de orgullo, ella se llena de
locos ; á medida que un orgullo crece en el mundo, las prisiones
de locos ensanchan sus vientres para admitir todos esos sober
bios, que han tenido bastante espíritu para negar la Iglesia, el
Cristo y Dios, y en fin para negar la naturaleza y á sí mismos.
No se llega á la locura por un acto espontáneo, no ; es un
castigo, un castigo que permanece largo tiempo suspendido so
bre la cabeza del culpable, porque Dios le ofrece largo tiempo
tambien los medios de conversion hácia la verdad ; pero hay en fin
un momento en que Dios coge el hombre por la cabeza, se la sa
cude y le roba la razon en presencia de todos ; cumpliendo así de
antemano lo que debia cumplir en el dia del juicio. « Yo reiré y
yo me burlaré. »
¡ La locura ! ¡ Qué ! ese grande ingenio para quien la Igle
sia era demasiado poco, para quien el Cristo era demasiado po
co, para quien Dios mismo era demasiado poco que se burlaba de
la naturaleza misma, y se colocaba como el gigante de la ciencia,
ni aun ve lo que está ante sus ojos, ¡ no reconoce ya sus amigos
ni se reconoce á él mismo ; está secuestrado á toda sociedad, y le
es imposible en adelante tener ningun pensamiento ! ¡ Ha tenido
el poder de destruccion en su mas alto grado, y la prueba de su
locura es su impotencia radical !
¡ Qué ! esos seres cuyas fuerzas físicas están enteramente exa
geradas; esos seres que bambolearian las paredes de su cárcel,
cuyas facultades todas están existentes hasta un punto que no
podemos decir, ¡ se hallan en la impotencia de dar un paso, de
comandar á quien quiera que sea, de ser obedecidos en nada, son
inferiores á los niños, porque se obedece á los niños y no se obe
dece á los locos!
Aquí, hermanos mios, es conveniente establecer la diferencia
que hay entre la locura de la fe, que es tambien una abdicacion
del sentido natural, y la locura propiamente dicha : se ha que
rido algunas veces confundirlas. Al leer la vida de santa Teresa
ó de otro cualquiera personage de la Iglesia, hay médicos que
han dicho que santa Teresa estaba loca, y que estaban locos los
S. M. I. 16
INSTRUCCION RELIGIOSA.
demas santos. Sí ; pero habia esta diferencia, que los hombres
mas impotentes son los locos ; de suerte que el colmo del poder
es la abdicacion de la razon por el castigo de la locura. El santo
y el loco son las dos extremidades ; porque el santo es la fuerza
afirmativa, es el catolicismo en su mas alto grado, como el loco
es la fuerza negativa, el ateismo en su grado mas elevado. Como
todos los extremos se tocan, entre esas dos locuras debe haber
algun punto de contacto ; pero la diferencia es que el loco no
puede nada en la locura, mientras el santo no es jamás mas po
deroso que cuando es mas santo, y la santidad es el elemento de
toda edificacion, de toda certitud, de todo amor, de todo cuanto
los hombres respetan, veneran y aman. Hé aquí, hermanos
mios, la diferencia.
Dejemos la fisiología medical argüir contra nuestros santos.
Hemos visto santos, hemos visto locos, y hemos hecho fácil
mente la diferencia entre ellos. Que pongan un santo y un loco
en presencia del mundo, y la cuestion será bien pronto juzgada
por el sentido comun, si no lo es por la ciencia. Ante la locura de
los santos vienen á perderse los decretos de la ciencia ; ella no
puede curar esta locura, porque la ciencia no conoce sus leyes.
Ahora, hermanos mios, de este grande castigo de la locura
debemos sacar provecho, y comenzar por penetrarnos bien que
cuando hay en nosotros un pensamiento contrario al pensamiento
de la Iglesia y á la verdad establecida, hay al mismo tiempo en
nosotros un principio de orgullo, un principio de sinrazon, un
principio de locura. Todo hombre que afirma alguna cosa contra
la Iglesia, está loco de orgullo.
Pues bien ; hermanos mios, os lo dire muy sencillamente : hay
todavía una multitud de católicos que tienen este orgullo y este
principio de locura ; hay católicos, que colocan su razon propia
contra el juicio de la Iglesia, y que no temen afirmar contra cier
tas verdades establecidas, contra algunas que no juzgan capi
tales. Esto es ya un principio de locura. Si esos católicos prosi
guiesen bajo esta inclinacion, llegarian de negacion en negacion
á todas aquellas que he dicho. Es necesario no negar de nin
guna manera, ó negar verdaderamente : cuando uno se para en
la negacion, ¿ sabeis lo que es esto ? Esto es pobreza de espíritu.
Yo sé bien que cuando uno no tiene un espíritu capaz de
afirmar todo, uno se mantiene en un cierto medio entre la ver
dad y el error, y llaman á esto tener una religion esclarecida.
Pues bien ; esto no es mas que una religion que trunca la reli
PÉRDIDA DE LA TERDAD. 243
ligion católica en un cierto punto y que nada vale. Así cuando en
nuestros dias se habla de milagros, se cree que es propio de
una religion esclarecida negar estos milagros. Obrando de este
modo, cualquiera se reune á los hombres de la negacion sobre
esta materia. Se consuelan diciendo que se respetan los antiguos
milagros. Es decir que se tiene un principio de locura, que con
ducida, sino se tuviese precaucion, á negar los milagros del
Evangelio, luego á negar Jesus, y despues á negar Dios.
No os aprobamos en eso, primeramente porque nosotros so
mos pequeños, porque no habiendo nada tan limitado como nues
tro espíritu, queremos sin embargo encuadrar la verdad en nues
tro orgullo en lugar de encuadrar nuestro espíritu en la verdad.
El fondo de lo que he dicho es el siguiente.
No se quiere admitir una razon superior á la suya ; por eso
se rechaza la razon de la Iglesia, porque es superior á la razon
liumana ; se rechaza la razon del Cristo , porque es superior i,
la razon humana ; por último, se rechaza la razon de Dios y la
razon de la naturaleza, porque tienen aun alguna cosa superior
á la razon humana, y se obra así hasta que se queda solo amo
absoluto. Luego que tenemos una tentacion de orgullo contra la
verdad, sepamos bien pues que es una tentacion contra la su
perioridad de la inteligencia divina establecida en el mundo.
Quisiera, hermanos mios, haceros conocer bien estas verda
des, y no sé si lo conseguiré. Un pobre capuchino habla en la
cátedra de Dios. So dice : este buen padre capuchino cree eso.
Sí, hermanos mios, él lo cree ; y porque lo cree, somete su es
píritu al espíritu de la Iglesia, encuadra su espíritu en el espíritu
de la Iglesia, y todos sus esfuerzos tienden á exhortaros á hacer
lo mismo. Si el tiempo me lo permitiese, sacaria de esto punto
algunas consecuencias prácticas, porque diariamente caemos en
la desconfianza de la Iglesia, diariamente rebajamos alguna cosa
de la verdad ; y esto es un gérmen de negacion, de locura por
consiguiente. Pero saquemos otras conclusiones.
Esos pobres locos que nos advierten de la nada de nuestra ra
zon; pues bien, ellos sufren, hay que aliviarlos. Hace largo tiempo,
hermanos mios, que la Iglesia se ha ocupado de ellos ; se ha ocu
pado de ellos mucho antes que los sabios, aunque sea necesario
tambien hacerles justicia. Asi san Juan de Dios habia sido encer
rado en un hospital de locos, porque era santo. Tuvo entonces
pa ticularmente piedad de los locos, y los hermanos de san Juan
de Dios se han ocupado desde entonces del régimen de todos. No
INSTRUCCION RELIGIOSA.
perdieron las esperanzas que Dios pudiese curar algunos de
ellos. Creyeron que habia accesos de locura mental, que eran el
fruto de las desgracias, de la herencia ó de muchas otras cir
cunstancias, y que no carecian acaso de esperanza de volver en
su juicio. Creyeron que se podria poco á poco, por medio de mé
todos curativos de caridad, presentanflo aun las ideas religiosas
al espíritu de los locos, calmarles, dulcificarles, ponerles en el
camino de la razón y del bien.
La ciencia, sobre todo en estos últimos tiempos, ha entrado
en esta via. Médicos honorables, hombres de bien en toda la mas
alta acepcion de esta palabra, instruidos á la vez en las ciencias
de Dios y en las del órden fisico, se han ocupado de los locos.
Segun las indicaciones de estos médicos, se sacaron los locos de
la cárcel, se construyeron hospitales para ellos, se les dieron
capellanes, y se proclamó en alta voz en los diarios públicos que
los locos no eran insensibles á la voz de los sacerdotes.
No hace muchos dias un protestante asistia en un hospital á esta
escena de un sacerdote hablando á una asamblea de locos ; quedó
admirado del profundo silencio que se guardaba al oir al sacerdote,
y del grande miramiento de que era el objeto. Al retirarse pro
nunció estas palabras remarcables : « ¡ Ah ! ¡ Los pobres !
¡ Qué mal nos han hecho ! » El decia esto, porque sabia por ex
periencia que el ministro protestante, despojado del prestigio
divino, no hubiera podido imponer á una asamblea de locos
aquel respeto tan profundo ; comprendia por este espectáculo el
ascendiente de la verdad establecida en la Iglesia ; verdad que
puede hacerse oir hasta por una asamblea en que la razon ya no
existe.
Ved, hermanos mios, lo que pasa cerca de nosotros : ved lo
que el catolicismo puede hacer.
Pero hay otro punto de vista que debo presentaros.
Esos pobres locos curados salen del hospital. Entonces ¿ qué
viene á ser de ellos? Vosotros sabeis cuán dura es la vida,
cuando uno se encuentra en París, no teniendo nada de que sub
sistir, sin amigos, sin familia, y uno ha estado loco, y que hay
que luchar con una inteligencia debilitada contra la desventaja de
semejante situacion. Hermanos mios, ¿ no hay porqué recaer en
esa enfermedad, de la que uno se ha salvado como por milagro ?
Ahora bien, hermanos mios ; se ha pensado en esos pobres lo
cos curados, sobre todo en las mujeres que salen del hospital
de la Salpetriére ; se ha pensado en ellas, y se las ha abierto un
PÉRDIDA DE LA VERDAD. 245
asilo á fin que puedan encontrar en él los socorros de la pri
mera urgencia. Se ha hecho mas, se ha pensado en un patronato.
Se las nombran patrones, se las va á ver, se ocupan de ellas ;
y así pueden algunas veces reconocer un rostro que las ha he
cho bien. Por eso, hermanos mios, para esta obra del patronato
de los locos se os piden vuestros socorros.
Hermanos mios, vivimos todos en un tiempo en que la locura
se aumenta, porque el orgullo se aumenta. Cuando todas las pa
siones del espíritu tienen libre curso en un páis, es inevitable que
muchas inteligencias no sucumban, y ninguno de nosotros, por
que es necesario siempre llegar á sí mismo, y ninguno de noso
tros, por grande espíritu que sea, está al abrigo de esta catás
trofe, cuyo gérmen llevamos con nosotros mismos , como de
cualquiera otra enfermedad, como de la muerte.
¡ Tened cuidado ! Hemos recibido de nuestras generaciones
anteriores una sangre empobrecida ; nuestro espíritu es un es
píritu debilitado ; no tenemos ya la firmeza de carácter de los
antepasados. Somos pequeños ante las vicisitudes de la vida ; á
cada instante se ven caer hombres cobardemente en el suicidio
ó la locura.
Se ha visto el mundo en grande ; se ha querido crearse en él
mas allá de todos los recursos humanos una situacion colosal, y
al primer revés uno se halla pequeño , uno no tiene alma contra
la adversidad, y precisamente en presencia de la adversidad se
reconocen las almas grandes.
Los reveses, las vicisitudes, ora del cuerpo, ora del espíritu,
se multiplican, porque todo es libre, y que siendo todo libre,
todo está sindique.
Ademas algunas veces, hermanos mios, la desgracia nos sor
prende : al subir su escalera uno es acometido de una catástrofe,
que muy á menudo no es todavía una advertencia suficiente,
porque muchas veces se espera otra pérdida antes de decirse :
hé aquí el resultado de tus reveses, de tu ambicion.
¿ Qué vas á hacer?
Nada puede pues respondernos, hermanos mios , que con
nuestra sangre fria no tengamos ante nosotros el suicidio ó la
locura.
Preparemos pues á nosotros mismos quizá, á nuestros sobri
nos, ó á cualquiera de nuestra familia, preparemos pues recur
sos, aumentemos los beneficios hácia la locura. Hubo un tiempo
que la lepra existia ; las enfermedades de esos tiempos son las
246 INSTRUCCION RELIGIOSA. PÉRDIDA DE LA VERDAD.
enfermedades del espíritu. No es la materia la que está en
ferma en nuestros dias, es la inteligencia. Cuando nos vinola
lepra del oriente, nos hicimos vastos hospitales de leprosos ; ha
gamos pues hoy dia a la locura depósitos mas grandes de caridad.
He querido mostraros, hermanos mios, por qué series de edu
cacion lógica se llega á minar los propios fundamentos de su es
píritu, cómo se hace tambien desplomarse sobre sí mismo el edi
ficio de su propia razon, como en otro tiempo Sanson hizo des
plomar sobre él mismo, bamboleándole, el templo filisteo.
Aunque débil por mi voz, he venido ante vosotros como emba
jador de la verdad, para fortaleceros contra el torrente de nues
tra época. Muchos de entre vosotros no me han quizá entendido;
mas si ha habido aquí una sola inteligencia que haya permane
cido bien advertida de la catástrofe final del orgullo, estaré con
tento. Me contentaré sobre todo si vuestros corazones son gene
rosos, si algunas mujeres locas son socorridas, si hallan al vol
ver á entrar en el mundo algun sosten , alguna dicha, alguna
esperanza, algun consuelo que venga del corazon de Jesucristo,
viniendo, hermanos mios, por el vuestro. Amen.
ALIANZA DE LA RELIGION Y LA CIENCIA.

POR EL ILmo SEÑOR S1BOUR,


ABXOBISPO ME PAH1S.

Thesauritabit tupir illum scientiam et


intelieclum juttittie. (ECCL , IV.)
El Señor enriquecerá su alma con todos
los tesoros de la ciencia , y le dará la
inteligencia de la justicia.

Señores : ¡ qué magnífico y para mí, pastor de las almas, con-


solador espectáculo ! Veo al rededor de esta cátedra lo mas emi
nente que la ciencia tiene en la ciudad que es la reina de la ci
vilizacion. Vosotros ha"beis acudido al llamamiento de mi celo, y
os habeis dirigido con premura á este augusto santuario para
sellar en él la alianza de la ciencia y la religion. Bastante tiem
po lia durado la mala inteligencia que las habia separado. El
gran siglo de nuestra patria las habia unido, y de su reliz y fe
cunda mezcla salió ese sinnúmero de superiores espíritus, que
han sido la gloria de la razon humana así como tambien del cristia
nismo. Descartes, Pascal, Malebranche, Bossuet, Fenolon,
Bourdaloue, d'Aguesseau, Corneille, Boileau, Bacine, ¿no pre
sentan lo mas sublime que la filosofía posee, lo mas exacto y
mas profundo que tienen las ciencias, lo mas puro que la moral
tiene, el mayor atractivo que posee la elocuencia, lo mas ele
vado y mas perfecto que hay en las letras, siempre unido á las
luces y sumisiones de la fé ?
El siglo xvm operó el lamentable divorcio que cesa en el dia
de hoy. Quiso separar lo que Dios habia unido, armó todas las
ciencias contra el cielo : empresa insensata, que tuvo su ex
INSTRUCCION RELIGIOSA.
presion en este momento enciclopédico, el cual por el orgullo y
la impotencia trajo á la memoria la antigua Babel.
Fue necesario que Dios encendiese sus rayos, que por una
segunda vez confundiese el lenguaje humano, que entregase á
la anarquía y á las mas sangrientas divisiones nuestra nacion
extraviada por esos soberbios enemigos de Dios; y al terminar el
siglo se vio esta nacion tan cortés y sábia caer ignominiosamente
con él y sumergirse en los abismos mas tenebrosos. Pero Dios
castigó á los pueblos y á los individuos solamente para sanarlos :
las grandes lecciones de la providencia no se pierden jamás ; y
si nuestro siglo sigue una senda diferente que el que le precede ;
si ha recibido, por mas que se diga, una direccion mejor ; si él
lleva en su alma, aunantes de creer, esas religiosas aspiracio
nes que deben conducirle á la fe, sus desgracias han producido
su sabiduría, y del exceso del mal le ha venido el bien.
Que suban ante todas cosas hácia Dios nuestras acciones,
señores ; es él, es su paternal mano la que desde lejos ha pre
parado la alianza que este dia va á hacer mas estrecha y mas
esplendente. Bendecidos seais tambien vosotros, que desde los
cuatro rincones científicos habeis venido al pié de los santos al
tares á presentar á Dios el homenage de vuestro espíritu y cora
zon. Por lo que hace á nosotros, nuestros votos se verán cum
plidos, si la Fiesta de las Escuelas queda como un monumento
de esta grande y saludable reconciliacion ; si para dicha de la
Iglesia y de la patria se vuelve todos los años, constatándola de una
manera cada dia mas solemne, á consagrarla así de nuevo y con
firmarla.
Para entrar en este designio, señores, queriendo hoy mostra
ros la obra modelo de esta union de la ciencia y la fe en uno de
los mas grandes hombres de la antigüedad cristiana, he resuelto
hablaros de Agustin, hijo de Ménica, el ilustre doctor de Hipona.
No vengo á hacer su panegírico, ni á presentar á vuestros ojos
un aprecio detallado y completo de sus virtudes y eminentes es
tudios. Quiero solamente que echeis un simple golpe de vista
sobre su ingenio y corazon : yo os indicaré despues con la mayor
rapidez posible cómo en sus escritos, bajo la inspiracion de un
ingenio tan grande y un corazon tan noble, consagró esta alianza
de la ciencia y la religion, cuya fiesta hoy celebramos. Vereis al
mismo tiempo que el sagrado oráculo que hemos recordado al
principio de este discurso, recibiendo en él su perfecta realiza
cion, ninguno mereció mejor que el sabio y santo obispo de Hi
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 249
pona este elogio soberano. El Señor enriqueció su alma con to
dos los tesoros de la ciencia y la gracia.
Imploremos la asistencia del Espíritu divino por la intercesion
de María. Ave, Maria.

PRIMERA PARTE.

Golpe de vista sobre el ingenio y corazon de Agustin.

Señores : ante todas cosas, tengo pues que haceros conocer


el ingenio y corazon del grande hombre y del santo ilustre bajo
cuyos auspicios inauguramos la Fiesta de las Escuelas.
¿Quereis conocer el ingenio de Agustin? Leed sus obras de
filosofia, los tres libros contra los Académicos, el libro de la Vida
feliz, los dos del Orden, los Soliloquios ó conferencias con la ra
zon humana, el libro de las Propiedades del alma, los tres del
Libre albedrio, los seis de la Música y el libro del Maestro ; diá
logos llenos de sublimidad y belleza, que le merecieron con tan
justa razon el sobrenombre de Platon cristiano ; pero en los que
el discípulo del Verbo evangélico, recordando la manera antigua
del filósofo griego, le deja sin embargo bien lejos detrás de él,
cuando con el vuelo del águila recorre toda la esfera de las
ciencias divinas y humanas, y con el auxilio del candelero de la
fe no solamente ilumina los profundos misterios de la naturaleza
espiritual, sino tambien esclarece, como divirtiéndose, las mas
interesantes cuestiones de arte y disciplina.
¿ Quereis conocer el ingenio de Agustin? Leed, si podeis, sus
obras casi sin número de religion, controversia, exegesís, do
se despliega ese vasto conocimiento de los dogmas divinos, con
el que excede, como lo han afirmado varios graves autores, á
todos los escritores eclesiásticos, ora los que le precedieron, ora
los que le siguieron, exceptuando los profetas y apóstoles. Pa
rece le da alas la fe para elevarse hasta el eterno santuario.
Allí se inflama al contemplar la verdad ; despues de aquellas al
turas desciende sobre la tierra, y se pone á perseguir el error.
Le persigue por do quiera con un ardor inaudito, cualquiera que
sea la forma de que se halle revestido, sin dejarlo ningun atrin
cheramiento con la fuerza de su dialéctica, ningun subterfugio
con la sutileza de su ingenio. El infatigable atleta en los combates
del Señor ataca así sin descanso á los filósofos, á los paganos,
250 INSTRUCCION RELIGIOSA.
á los maniqueos, los priscilianistas, los origenistas, los arrianos,
los abelonianos, los tertulianistas, los circuncilioncs, los dona-
tistas, los pelagianos ; y despues de haber puesto bajo sus piés
todas esas orgullosas incredulidades, metrallado todas esas he
rejías astutas, multiplicadas sin fin por el espíritu de la mentira,
no descansa de sus victorias sino fabricando para los arsenales
de la Iglesia, permítaseme esta locucion, las armas que deben
hacerla triunfar todavía de todas las incredulidades y todas las
herejías de las edades venideras.
¿Quereis conocer el ingenio de Agustin?
Leed la mas sabia y mas profunda de sus obras, fruto de doce
años de estudio y resumen de toda su ciencia filosófica, histó
rica y bíblica.
A la época en que el cristianismo se halla acusado por la fi
losofía unida á la supersticion de provocar todas las desgracias
del imperio, Agustin, que sigue con ansiedad la lucha enta
blada desde los antiguos tiempos entre la ciudad del mundo y
la ciudad de Dios, medita dar á esta una victoria decisiva. El
paganismo, apoyándose sobre las locas é impuras deidades dela
fábula, esto es, sobre todas las malas pasiones del corazon hu
mano, combate por la ciudad del mundo ó mas bien por él mismo ,
porque él solo entra á formar la antigua sociedad de aquellos
dias ; del paganismo tiene su organizacion esta sociedad depra
vada ; de él la han venido sus leyes y sus usos. Agustin, para
desacreditar la obra de Satanás, para marchitarla sin que vuelva
á florecer, para destruirla de ráiz, remonta con el auxilio de su
inmensa erudicion al orígen de los dioses.
Jamás la idolatría ha tenido un historiador mas imparcial ni
mas temible. Pone ante nuestros ojos desnudo el infierno. En
tonces nos muestra saltando del fondo de sus abismos todas las
corrupciones y en pos de ellas todas las calamidades.
Allá es tambien, en aquellas sombrías profundidades del impe
rio del mal, donde nos descubre los mismos cimientos de la ciu
dad del mundo. Ella tiene en el infierno sus principios, sus pro
gresos y su fin : Satanás es su monarca. Despues, para colocar
un cuadro celestial al lado de ese horrible cuadro, hace la histo
ria de la ciudad cuyo fundador y arquitecto es el mismo Dios. Des
pues de haber contado sus origenes, y expuesto el espíritu de sus
leyes, y seguido sus desarrollos á través de los siglos, y cele
brado sus combates y sus victorias, nos hace asistir á su último
triunfo, cuando sobre las ruinas de cuanto pasa, al abrigo desde
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 251
hoy de toda vicisitud, ella cantará las inefables dulzuras de la
paz y del reposo en la dichosa morada do no tendremos mas rey
que la verdad, mas ley que la caridad, mas duracion que la
eternidad. Y en esta inmensa y rápida carrera que recorre el
historiador de la ciudad de Dios, nada se omite de lo mas inte
resante que puede ofrecer la erudicion sagrada y profana. Toda
se ve allí para la defensa del cristianismo : ciencia de la filosofía,
investigacion de la verdad, refutacion del error, conocimiento
de la historia, fuente de las opiniones, principio de gobierno,
fundamento de la prosperidad de los imperios, causas de su de
cadencia y ruina, explicacion de los dogmas de la fe, máximas
de moral, espíritu y razon, elocuencia, piedad.
Despues de eso, preguntaos á vosotros mismos cómo con una
salud naturalmente débil y habitualmente achacosa, el mismo
hombre ha podido bastar á tantos estudios, producir obras cuyo
pensamiento solo espantaria la mas fecunda y mas firme inteli
gencia : exposicion de la fé, refutacion de las herejías, inter
pretacion de los libros santos, institucion de las leyes canónicas,
reforma de monasterios, fundacion de comunidades nuevas, di
reccion general de un numeroso clero, direccion espiritual de
un sinnúmero de almas escogidas, y predicacion casi diaria á
su pueblo siempre ávido de oirle. Preguntaos tambien á vosotros
mismos cómo podia sostener á la vez una correspondencia episto
lar, tan seguida y tan variada en todas las partes del mundo con
los personages mas célebres de la época, como los Pinieros y
Melanios de Roma, los Dióscoros de Constantinopla, los Geróni
mos de Palestina, los Ambrosios de Milan, los Paulinos de Nole,
los Osorios de España, los Lázaros de Arles, los Rústicos de
Narvona, los Germanes de Auxerre, los Hilarios de Poitiers,
ora con los soberanos pontífices y emperadores de Oriente y
Occidente, ora con todos los grandes hombres hasta del paga
nismo, cartas admirables por su profundidad, ó atractivas por
su delicadeza, de las que han llegado á nosotros solamente dos
cientas setenta, y nos ofrecen por la mayor parte tratados com
pletos y luminosos sobre los mas interesantes puntos de la reli
gion y filosofía. Preguntaos en fin á vosotros mismos cómo en
medio de tanto estudio y solicitud sus escritos se elevaron, se
gun dice Posidio su discípulo, al número prodigioso de mil ciento
treinta, sin hablar de aquellos de los que el mismo santo doctor,
añade el historiador de su vida, no hizo ninguna mencion á causa
de su menor importancia. Resolved esos problemas, ó mas bién
252 INSTRUCCION RELIGIOSA.
limitaos, si quereis, á reunir bajo la vista de vuestra admiracion
esos estudios sin número, y tendreis una idea del ingenio de
Agustin : ¡ ingenio de Agustin grande como la verdad, que nada
iguala, excepto su corazon vasto como el amor! ¿Pero qué de
cimos, señores ? Su caridad excede en mucho su ciencia, y esta
es á los ojos del santo doctor solamente la criada de aquella. Usa
de la ciencia, segun su expresion ingeniosa, como de una má
quina para elevar el edificio de la caridad. No estudia para ha
cerse sabio, sino para ser mejor, á fin que el corazon, purificán
dose á medida que el espíritu se aumenta, pueda cumplir con
mas perfeccion los dos preceptos del amor. Con esta profunda
conviccion de la superioridad del amor sobre la ciencia, escribe á
san Paulino estas excelentes palabras, en que su corazon se abre
enteramente : « Vivamos aquí abajo como aprendices de aquella
vida inmortal del cielo, en que toda nuestra ocupacion será
amar. »
¿Pero en qué página de esos admirables escritos, en qué
rasgo de su vida penitente el corazon de Agustin no se mues
tra ? Se manifiesta con todos los privilegios de la naturaleza y de
la gracia en este libro, jamás bastante leido de sus confesiones,
en que hace el relato de sus mayores desórdenes con una expresion
tan casta y tan pura, que el arrepentimiento reviste en él todos
los atractivos dela inocencia, en que deja escapar tanto descon
suelo y tantas lágrimas que la imágen misma del vicio asegura
siempre en él el triunfo de la virtud : historia de hombre mez
clada de cantos angélicos, cuya alma, la mas dulce que jamás
hubo, compone en medio de la amargura de las lágrimas el him
no mas edificante de todos en honor de la suprema misericordia.
Pero se deja ver sobre todo aquel corazon amante de Agustin
cuando, permitiéndoselo su dolor, reposa sobre el mismo corazon
de Dios, y se eutrega á la contemplacion de sus adorables perfec
ciones. Entonces encuentra esas expresiones llenas de suavidad
y terneza, cuyo sentimiento cada una parece agotar, prestándola
una nueva energía. ¡ Ah ! ¿Quién no se ha visto conmovido por
sus gemidos en el destierro de esta vida, de sus arranques hácia
la patria celestial, de sus santas efusiones, y desus lágrimas de
amor, y de sus dulces éxtasis ?
El corazon de Agustin se deja ver en el ardor de sus amista
des humanas y cristianas. Antes de su conversion la muerte le
roba un compañero de sus estudios y placeres : « yo no he en
contrado, dice, consuelo sino en mis lágrimas, que habiendo su
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 253
cedido á mi amigo, se habian hecho las solas delicias de mi vida.»
Mas tarde la viveza de este sentimiento, aunque purificado por la
fe, le conduce hasta hacerla exprimir el temor tan penetrante y
natural de amar á sus amigos, quizá sin conocerlo, mas que al
mismo Dios. Coloca en el número de las grandes desgracias que
pueden sobrevenirle en la tierra, la pérdida de sus amigos ; sufre
con impaciencia su ausencia, aunque se esfuerza, dice, en amar
solamente aquel que no le puede ser robado sin su voluntad. Y
cuando su madre, su admirable y santa madre llega á morir,
enarra su dolor en términos que él solo ha podido hallar. « ¡Oh!
¡ cuán herida estaba mi alma ! gritaba ; yo sentia desgarrarse
esta vida compuesta de la suya y la mia, que no hacian mas
que una sola. »
El corazon de Agustin se deja ver en su amor por las almas;
estalla de una manera sublime en este grito de amor por aque
llas de quienes es pastor. « ¡ Yo no quiero salvarme sin vosotras !
No, ¡ oh Dios mio ! Yo no quiero salvarme sin mi pueblo ! ¡Ojalá
pueda, ocupando una de las últimas plazas en el cielo, verme
rodeado de todos mis hijos! ¡ Ah! ¿qué es lo que yo deseo?
¿Porqué yo hablo? ¿Porqué yo soy obispo? ¿Porqué yo estoy en
el mundo sino para vivir en Jesucristo, pero para vivir en él con
vosotros? ¡ Esta es mi pasion, mi honor, mi gloria, mi tesoro!»
El corazon de Agustin se deja ver en ese amor de la unidad y
la concordia, que sin cesar pone en la boca del santo pontífice
esta súplica á los donatistas : Marchemos de acuerdo, hermanos
mios; acordémonos, hermanos mios bien amados, y estemos
en paz. Nosotros os amamos y os deseamos solamente lo que nos
deseamos á nosotros mismos. Este amor de la paz le inspiraba
esta sublime resolucion que hace participen trescientos obispos
ortodoxos, de ceder sus sillas á trescientos obispos cismáticos, si
consienten en la unidad. Nos basta, grita san Agustin, y despues
de él todos los obispos de la conferencia de Cartago; nos basta
para nuestra salud eterna ser cristianos ; para el pueblo se nos or
dena obispos ; si es útil á los fieles que renunciemos á nuestra
dignidad, consentimos en ello con todo nuestro corazon.
El corazon de este hombre prodigioso se deja ver en fin en el
ejercicio en todas las virtudes cristianas y sacerdotales, que ex
citan la admiracion de la Iglesia entera, le hacen venerar hasta
durante su vida así en el oriente como en el occidente, aun en la
corte de los emperadores, y hacen de él las delicias del clero, de
su pueblo y sus amigos. ¿Quién dirá las maravillas de su vida
254 INSTRUCCION RELIGIOSA.
episcopal, los innumerables prodigios de su celoj de su dulzura,
de su sabiduría, de su moderacion, de su caridad, de su man
sedumbre, de su humildad, de su modestia, de su pobreza ? Mu
rió, dice su discípulo Posidio, sin hacer testamento, porque po
bre en Jesucristo nada tenia de que poder disponer. Testamenttm
nullum fecit, quia unde faceret Christi pauper non habuit.
¿ Os sorprenderá ahora, señores, ese concierto de alabanzas
que le dan esos grandes hombres contemporáneos suyos, y los
grandes hombres que les sucedieron, y los doctores, y los padres,
y los concilios, y los papas, y la Iglesia universal ? Escuchad :
es un astro radiante que llena el mundo entero con las clarida
des mas vivas ; es un rio de elocuencia que lleva por toda la
tierra las aguas de la doctrina mas pura ; es el oráculo que
Dios hace resonar para nuestra instruccion y edificacion desde
lo alto de todas las cátedras católicas. Los mas célebres doctores
se hacen una gloria de seguir sus huellas ; los padres que le
han seguido, se limitan con la mayor frecuencia á reproducir
sus principios, los concilios se valen de sus palabras para expri
mir sus decisiones; los papas rinden sucesivamente los mas
brillantes y públicos testimonios á su doctrina, y la Iglesia uni
versal le proclama el Doctor de la gracia, y le confirma en el
lenguage de la admiracion el renombre de Divino : Divus Agus-
tinus.
¡Ved á Agustin! Vedle con su ingenio y su corazon, coro
nándose cada dia con una nueva auréola de gloria á medida que
atraviesa los siglos. Tal es, señores, el que hemos dado por pri
mer patron á esta solemnidad de nuestras Escuelas. Váis á
verle ahora bajola doble inspiracion de la razon y la fe, consa
grando en sus escritos la union de la religion y la ciencia ,

SEGUNDA PARTE.

Alianza de la religion y la ciencia en los escritos de san Agustin.

La alianza, cuya fiesta hemos querido celebrar en este dia,


entre la religion y la ciencia, estas dos reinas del espíritu hu
mano, supone dos dominios sobre los que ellas ejercen su impe
rio, dos órdenes de cosas y de atribuciones : el orden natural y
el orden sobrenatural, lo que sale de la razon y lo que pertenece
á la fe. Agustin traza los límites respectivos de los dos imperios.
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 255
Los que niegan el orden natural, señores, son tan culpables
como los que niegan el orden sobrenatural : los unos destruyen
el edificio por la cima, los otros le dan por el pié; estos coronan
el árbol para no dejarle mas que un tronco estéril, y aquellos
arrancan sus ráices para hacerle dar, dicen ellos, mas frutos.
Enemigo de todas esas locas exageraciones, el obispo de Hi-
pona sostiene los derechos de la naturaleza con no menor energía
que los de la gracia. Reconoce que los paganos con las fuerzas,
aunque debilitadas, de la naturaleza, desenrollaron á veces
magníficos caracteres, dieron el espectáculo de grandes virtudes
morales, y mostraron calidades superiores principalmente en la
legislacion y para el gobierno de los pueblos. El enseña despues
de san Pablo que sus filósofos antes del beneficio de la religion
cristiana pudieron elevarse, aunque con mucho trabajo é incer
titud, al conocimiento no solamente del verdadero Dios y sus
eternos atributos, sino tambien de algunos de los deberes del
hombre hácia la divinidad. En cuanto á Sus escritos, con especia
lidad los de los platónicos, do entre una multitud de errores y
supersticiones se hallan no obstante verdades preciosas, reco
mienda expresamente no descuidarles, sino revindicarles, qui
tar de sus manos esos tesoros como á injustos posesores, que los
ponen enjuego en defensa del imperio del error á fin de conver
tirles á nuestro uso, ó mas bien para enriquecer la religion de
Jesucristo en sus triunfos ; á ejemplo, dice, de los Ciprianos, de
los Lactancios, los Victorinos, los Opiatos y los Hilarios, que se
enriquecieron así con los despojos de la filosofía é hicieron de
ellos en sus escritos como trofeos para el cristianismo. Agustin,
vosotros lo veis, no quiso destruir la naturaleza en provecho de la
gracia. Ni piensa tampoco en destruir la razon en provecho de
la fe.
La razon, señores, es como el instrumento con que el hombre
ase la verdad ora en el orden de la naturaleza con el esplendor
de los principios eternos, rayos, por decirlo así, de la razon di
vina, ora en el orden de la salud eterna con la luz de los princi
pios de la fe y con los socorros de la gracia de Jesucristo. Esta
razon, abandonada á sí misma, es impotente sin duda para
volver á poner al hombre en el camino de sus celestiales desti
nos : el mundo ha empleado, para llegará esta conviccion, cua
tro mil años de experiencia. Pero por tanto la razon es la que le
conduce al conocimiento, al menos especulativo, del Mediador,
de las pruebas de su mision divina, por consiguiente del fun
INSTRUCCION RELIGIOSA.
damento mismo de la fe ; y sin la razon, señores, es imposible la
fe. Consencio, que se le cree haber sido un lego piadoso, autor
de algunas obras bastante remarcables por el estilo, escribia en
medio del fervor de su fe de neófito al obispo de Hipona, que
valia mas seguir la autoridad de los santos, que adherirse á pe
dir razon de las cosas de Dios. Corregid vuestro principio, le
responde Agustin, no hasta desechar el camino de la fe, pero al
menos hasta reconocer lo que la fe nos hace creer poder ser con
siderado, examinado á la luz de la razon y comprendido por ella
no solamente en sus pruebas y motivos, sino tambien en sus con
veniencias, ya con las perfecciones de Dios, ya con las necesida
des de nuestra naturaleza. ¡Dios nos preserve pues de pensar
que él aborrezca en nosotros aquella prerogativa por la que nos
ha hecho superiores á otros animales! ¡Dios no permita que la
sumision en que nos hallamos sobre cuanto hace parte de la fe,
nos impida preguntar la razon de lo que creemos, puesto que ni
aun podríamos creer si no fuésemos capaces de razon!
Por eso el apóstol san Pedro desea estemos siempre dispues
tos á dar razon de nuestra fe y esperanza. Agustin en fin no
quiere que en el estudio de la verdad se desprecie una'ú otra de
esas dos grandes señoras de la vida humana, la autoridad y la
razon : Ad discendum auctoritate et ratione ducimur ; y si en las
cosas de la salud eterna la autoridad debe tener el paso, él re-
vindica para la razon á su vez una gloria que la es propia, es
la de ser la inventora de las bellas artes y de las ciencias, om-
nium disciplinarum excogitatrix .
Las bellas artes y las ciencias, señores, eran despues de Dios
y la virtud la noble pasion de Agustin. El encomia sin cesar su
belleza y sus gracias. Su utilidad por otra parte es incontestable
bajo dos puntos de vista, cuando se las separa del amor del so
berano bien. Sirven en efecto no solo para conocer las obras
de la creacion y para embellecer la vida, sino tambien por la
contemplacion razonada de las maravillas de la naturaleza, ele
van el espíritu, dice él, á las cosas divinas y á la inteligencia de
la verdad religiosa : Disciplines liberales effermt intellectum ad
divina.
Por eso declara en los cuatro libros de la Doctrina cristiana
que el estudio de la ciencia sagrada no debe ir separado del de
la profana. El quiere que se esclarezca y hermosee con todos
los conocimientos humanos ; que la ciencia de las cosas terres
tres, á su vez dócil á las máximas de la religion, se eleve á la
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 257
contemplacion de las cosas celestes ; que esas dos inmortales
hermanas caminen apoyándose una sobre otra, esta contandolas
maravillas de la naturaleza, aquella contando las del cielo,
aquel santuario de las cosas eternas do ella misma se ofrece á
conducirnos, do ella sola puede abrirnos la entrada.
Hallareis en la Ciudad de Dios un remarcable capítulo, en
que san Agustin se muestra lleno de admiracion por las bellezas
dela naturaleza y los progresos de la industria humana. Pero
sobre todo en los libros del Orden, encantadores diálogos entre
el maestro y discípulo, hay que ver la alta estima que hacia de
á la ciencia, cuando queda sometida á la fe en cuanto concierne
á la doctrina revelada y la regla de las costumbres.No podemos
citar todo, señores, el tiempo nos obliga á ser rápidos : leed
vosotros mismos esas páginas antiguas, pero siempre nuevas,
porque están siempre llenas de las gracias inmortales de la
verdad.
En una de aquellas conferencias á la manera de Sócrates, el
hijo de Mónica, retirado en Casiaco cerca de Milan, acababa de
referir á algunos discípulos que le habian seguido hasta allí, los
origenes de la palabra, algunas letras, números, la dialéctica,
retórica, historia, poesía y de la música. La razon, penetrando
siempre mas adelante para hacer mayores sus conquistas, conti
núa Agustin, se adelantó en el dominio de los ojos (asi llama al
mundo visible, ese vasto campo de observacion) ; ella consideró
sus inagotables tesoros, añade, recorriendo el cielo y la tierra ;
ella advirtió que nada podia agradarla sino la belleza, y que en
esta nada la complacia sino las formas ó figuras, en las figuras
las proporciones, en las proporciones los números. Y de aquí
deduce Agustin el origen y estudio de la geometría y astro
nomía.
Despues, en pos de esta magnífica genealogía de la ciencia,
elevando sus discípulos á la contemplacion de la verdad univer
sal, de la que emanan todas las verdades científicas, al eterno
Geómetra y al supremo Arquitecto del mundo : « Que se pre
sente alguno, dice en alta voz, que sin dejarse ya sorprender
de esas imágenes visibles de las cosas, reduzca á cierta unidad
simple, verdadera y permanente todos los conocimientos que
con tanta verdad y extension esparcen por todas parte slas cien
cias y las artes ; ese merece con justicia el nombre de sabio, y
él puede sin temeridad entregarse, á la investigacion de las co
sas divinas, no solamente para creerlas bajo la fe de la autoridad
S. M. I. 17
258 INSTRUCCION RELIGIOSA.
infalible de la religion, sino tambien para contemplarlas, para
poseer su inteligencia y alimentarse con ellas. »
Ese, señores, merece mas que el nombre de sabio, porque él
es verdaderamente filósofo. El posee en un conjunto el conoci
miento de Dios y de sus obras : ¿no es esto toda la filosofía?
¿ Pero qué pensaba Agustin acerca de la filosofía ?
«Creemos y enseñamos, escribe en el libro de la Verdadera
Religion, que la filosofía, esto es, el amor de la sabiduría y de
la religion de Jesucristo sonunasola y misma cosa. » Sí, señores,
la verdadera religion y la verdadera filosofía no pueden ser di
ferentes en su resultado, porque la verdad es una. Pero ellas se
diferencian en su marcha y por el proceder que las conduce al
conocimiento de la verdad. ¿ Cómo procede la filosofía? ¿De qué
punto fijo é incontestable sale? ¿ Sobre qué principio absoluta
mente cierto se apoya, para entregarse á sus investigaciones?
Un dia, señores, un hombre dotado de un poderoso ingenio,
iluminado ya con todas las luces, del cristianismo, queriendo
trazar á las almas extraviadas en la senda del error ó atacadas
por la duda el camino de la verdad, finge ir él mismo en busca
de él. Entabla con este motivo el diálogo siguiente entre sí
mismo y su propia razon.
« El filósofo : Comencemos esa grande obra. — La razon:
Comencémosla. — El filósofo : Creemos que Dios nos sosten
drá. — La razon : Creémoslo ciertamente, lo creemos sin nin
guna duda, si esta creencia está en nuestro poder. —El filósofo:
Es Dios mismo quien es nuestro poder. — La razon : Ruégale
pues tan brevemente y con tanta perfeccion como tú puedas. —
El filósofo: ¡Oh Dios! siempre el mismo, haced que yo me co
nozca, haced que yo os conozca ; tal es mi oracion, — La ra
zon: Pero tú que quieres conocerte, ¿sabes que tú existes?
—- El filósofo : Lo sé. — La razon : ¿ De dónde lo sabes. —
El filósofo : Lo ignoro. —La razon : ¿ Tienes conocimiento de tí
mismo como de otro simple ó compuesto ? — El filósofo : Lo
ignoro. — La razon : ¿ Sabes si tú estás puesto en movimiento
(ó si está en tí el principio del movimiento)? — El filósofo :
Lo ignoro. — La razon : ¿Sabes si piensas? El filósofo : Lo
sé, — La razon : ¿ Es por consecuencia una verdad que td
piensas?— El filósofo : Sí, esto es una verdad. — La conclu
sion infalible es esta : Luego tú existes.
Al oir este diálogo, señores, habeis nombrado sin duda en
voz baja á Descartes. Os habeis engañado : es Agustin quien ha
ALIANZA bE LA RELIGION, ETC. 28íl
hallado esa marcha para llegar á la base de la certitud filosófica.
A él y no á Descartes pertenece este método, admirado por unos
y combatido por otros, pero protegido por el ingenio y lá gloria
de san Agustih, recomendado á lá ádmiracion por todos los filó
sofos cristianos del siglo xvnj al menos en tanto que no tras
pase los límites que le están designados por san Agustin lirismo
para lá propia salvaguardia de la ciencia tanto como para lá ga
rantía de la fe.
Y ahora, señores, ¿cuáles son las cuestiones mas gerierales
que establece la filosofía, y cómo Agustin por la luz de la razori¿
que él no separa jamás de la fe, las há resuelto ? Lo bello, lo
verdadero, el bien : ved los tres puntos fundamentales de la
ciencia filosófica, como lo ha hecho observar ün célebre filó
sofo de nuestros dias.
¿ Quereis sobre lo bello las mas altas consideraciones á par
que las nociones mas justas, más precisas? Leed cuanto el
santo doctor dice acerca de este punto con mayor ó menor des
enrollo en el libro de la Verdadera Religion, en el ultimo de
los seis libros de la Música , eri el primer libro del Génesis con
tra los Maniqueos, en el capítulo xvni del libro XI de la Ciudad
de Dios, en el xx y xxi capítulo del tercer tratado sobre el Evan
gelio segun san Juan, en lá carta tercera ú Nebride, en lá cen
tésima vigésima á Consencio, en fin en las Confesiones, en el ca-
pítulo xxiv del libro X, y en el capítulo iv del Xt. Recoged todas
esas inspiraciones del ingenio y corazon de Agustin esparcidas
en tantas sublimes páginas, y tendreis la teoría de lo bello, la
sola verdadera, la solá completa, porqüe si la ciericia la ha
dado la base, la felá ha dado su coronacion.
Vereis entonces, señores! cómo de lo bello eri la naturaleza y
las artes y en las letras y en las costumbres él se eleva á la
fuente invisible de los mismos elementos qiie lo constituyen; es
decir, al principio de todo húmero! de toda proporcion! de toda
conveniencia, de todo orden, de toda armonía, á la unidad so
berana, á lá forma divina^ á lá razón increada! á la justicia esen
cial, á la perfeccion absoluta, a aquella eterna belleza del Cria
dor que excita incesantemerite sus suspiros en el destierro de
esta vida, y algunas veces sus éxtasis y arrobos suyos, cuando
Sarece contemplarla, asirla, abrazarla en algun ráyo escapado
e sus esplcridores sobre las criaturas!
Pero ese rayo de la eterna bondad conduce ál conocimiento
de la verdad suprema, porque la una rio es distinta de la otra.
260 INSTRUCCION RELIGIOSA.
¿ La faz radiante del sol no es el mismo sol? De esta verdad
emana cuanto es verdadero. ¿Qué es pues lo verdadero? ¿ Y
qué es lo falso ? Lo verdadero es lo que es, responde Agustin ;
lo falso lo que parece ser y no es. Sus dos definiciones han sido
repetidas por todos los filósofos. ¿Pero cómo se concibe en el
espíritu lo que es verdadero? Es Nebride quien pregunta.
Acordaos, mi caro Nebride, le responde el filósofo de Hipona,
que lo que llamamos concebir se hace en nosotros de dos ma
neras : ó interiormente por sola la accion del alma y de la inte
ligencia, ó por las impresiones y advertencias de los sentidos.
En una y otra manera de concebir nuestro conocimiento es so
lamente, por decirlo asi, la respuesta que nos hace la verdad
eterna, que consultamos interiormente, pero que consultamos
en la una acerca de lo que hallamos en nosotros mismos, y en
la otra acerca de lo que nos refieren nuestros sentidos. ¿Y cuál
es desde entonces nuestro primer deber con respecto á lo ver
dadero, pregunta Agustin en los Soliloquios ? La razon, su in
terlocutor le responde : Es investigar aquella verdad que no
puede estar mezclada con nada que sea falso, que no tiene dos
fases diferentes, que no se contradice jamás, y cuyo nombre
sirve para designar todas las cosas verdaderas, de cualquiera
manera que se las designe. Aprofundizad, dice, sacad la verdad
en Dios, que es su fuente. Una vez que no podeis sacar la ver
dad en vosotros mismos, es necesariamente preciso que la sa
queis en Dios como en la fuente, de la que se derrama sobre
las inteligencias.
Sin embargo, esta verdad que esclarece el espíritu del hom
bre, es tambien el soberano bien por el que suspira su corazon
hasta sin saberlo. Vosotros lo sabeis, señores ; la cuestion del
soberano bien es la que ha sido mas agitada en la antigüedad pa
gana, porque la aspiracion á la dicha sale de las entrañas mis
mas de la humanidad. Agustin en su inmensa obra de la Ciudad
de Dios nos enseña que Varron contaba hasta ciento ochenta y
ocho sectas existentes ó posibles tocante al soberano bien. El
padre de la filosofía cristiana, Agustin, despues de haber refu
tado estas divergentes opiniones, establece científicamente que
Dios es esclusivamente el bien supremo, el soberano bien al mis
mo tiempo que la fuente única de todos los bienes visibles é in
visibles. La cuestion del mal, correlativa á la del bien, es ilumi-»
nada á la par por aquella razon superior que se esclarece á ella
misma con la luz infalible de la fe. Ella enseña con una altura
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 261
de vista desconocida antes de los siglos del Evangelio, que la
debilidad de la voluntad que constituye el mal moral, no consiste
en que la voluntad se incline hácia una cosa en sí mala, porque
no se puede inclinar sino hácia una naturaleza, y que todas las
naturalezas son buenas, siendo bueno el ser en todos los grados ;
pero porque ella se inclina mal hácia esta naturaleza, es decir,
contra el orden de las mismas naturalezas, dejando el ser sobe
rano para tender hácia lo que tiene menos ser. De lo que se con
cluye, que Dios solo debe ser investigado por él mismo, no pu-
diendo todos los otros seres inferiores ser deseados sino como
medios para llegar á la posesion de Dios, fin de nuestra existen
cia, y por consiguiente nuestra única bienaventuranza.
Así es, señores, cómo Agustin llevado entre los brazos, por
decirlo así, de la religion y la filosofía, se eleva á las mas altas y
santas regiones del mundo invisible.
Lo bello, lo verdadero, el bien, derramados con profusion so
bre toda la naturaleza por la divina sabiduría, son otros tantos
grados por los que él sube hasta Dios. Oidle decir á voz en
grito para estimularnos á seguirle :
« ¡ Oh sublime sabiduría, dulce y risueña antorcha de una in
teligencia purificada, guia segura y fiel ! desgraciados aquellos
que abandonándoos van á marchar errantes lejos de vuestros
luminosos caminos, y que amando en vuestras obras mas vues
tras sombras que á vos mismos, no disciernen en ellas los rasgos,
y vuestra mano poderosa, y los signos que vos nos haceis para
advertirnos nos refiramos siempre y por siempre á la excelencia
de vuestras bellezas eternas ; pues esos rasgos impresos sobre
las criaturas, que de ellos hacen todo su adorno y todas sus gra
cias, están destinados á despertar nuestros espíritus y corazones
para que se eleven hasta á vos. Así el artista por la belleza de su
obra parece hacer signo á aquel que le considera, no pare en
su obra su imaginacion, sino recorriéndola con la vista, refiera
su amor á aquel que es su autor. Todos aquellos, ¡ oh divina sa
biduría ! que reposan su corazon sobre vuestras obras sin pensar
en vos, son semejantes á aquellos ignorantes, que prestando mu
chísima atencion al discurso de un hombre elocuente y hábil, se
aplican con tanta avidez á lo agradable de su voz ó al arreglo de
sus palabras, que pierden de vista el principal asunto del discur
so, y los mismos pensamientos cuyos signos son marcados sola
mente por las palabras, sin estas decir otra cosa. ¡Desgraciados,
desgraciados aquellos, que negándose á ser esclarecidos con
262 INSTRUCCION RELIGIOSA.
vuestros esplendores,, ¡ oh sol de las inteligencias ! reciben un
funesto placer en sus tjnie()ias! Pues alejándose de vos, y vol
viendo, por decjrlo así, ja espalda aí astro brillante del dia,
¿ qué pueden ver sino sombras en sus groseros deleites, en que
hasta la alegría que perciben, viene sojamente dej brillo de vues
tra luz, de que esas sombras están rodeadas? ¡Ah! cuanto
mas uno se complace en esta terrible oscuridad de los sen
tidos, tanto mas ej ojo del ajina se hace débil, mortecino
é incapaz de soporjar el reflejo de vuestra presencia y de
contemplaros,) oh sabiduria! que sois á la vez la belleza
infinita, la verdad suprema, el bien universal. Así, cuando
el hombre se apega á lo que lisonjea y alimenta en la
tierra sus desordenados deseos, se ciega mas y mas cada
clia. Entonces comienza á no ver ya nada de grande y
sublime en el mundo superior, del que este es solamente la
imágen. »
Yed, señores, Jo que san Agustin ha hecho para la alianza de
la ciencia y la fe. Ved lo que á su vez esta alianza ha grangeado
de verdadera gloria á san Ágúsífin. Asi es como el padre mas
eminente de la Iglesia, ejmas gran teólogo después de san Pablo
iniciaba á sus bien amados discípulos en esos altos conocimien
tos filosóficos, aj mismo tiempo que les explicaba jas reglas prác
ticas de la vida; así es como él les descubria, segun decia
Ahpo, uno de sus discipulos y su amigo íntimo, no solo los ca
minos, sino tambien los vastos campos y los mares sosegados y
puros de la ciencia; así es como jes mostraba claramente do
residen los misterios de la verdad, les explicaba su naturaleza,
su divina belleza, y les enseñaba las disposiciones de que deben
haUarse dotados los que se dedican á'su investigacion.
yosotros, jóvenes, que faceis la esperanza de la Iglesia y de
la patria, la gloria y el amor de vuestro primer pastor, dejadme
daros, al terminar, por la boca de san Agustin en presencia de
vuestros padres en la ciencia algunos consejos que aseguren
yuesfros progresos ; ó mas bien consentid en haceros por algu
nos instantes los discípulos del filósofo de Casiaco y del doctor de
Hipona, del sabio ilustre que el mundo dió á la religion, del
gran santo que la religion dió al cielo ; en dichosa sociedad de
AUpo, Nebride, Licencio y Trigécio recoged con amor las pala
bras de vuestro tierno amigo especial, mas bien que de vuestro
comun maestro, y grabadlas profundamente en vuestros cora
zones.
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 263
Todo discípulo de la sabiduría se adhiere primeramente á las
reglas de una vida pura. Esta pues debe ser la vida de los jóve
nes que se consagran al estudio. Deben renunciar á todas las se
ducciones de la voluptuosidad, á los aliños del lujo, á los cuida
dos desarreglados de su persona, á las perniciosas ocupaciones
de) juego, á la pesadez del sueño, á loshechizos de la ociosidad, á
los desmesurados deseos de la alabanza, á las premuras dema
siado vivas por las dignidades y honores. No os será permitido,
jóvenes, aspirar á los empleos públicos sino despues que os
hayais hecho dignos por medio de largos estudios y la práctica
de las virtudes mas sólidas.
Comenzad pues desterrando de vuestra alma todos los vicios,
sin perdonar á ninguno de ellos. La santa pasion del estudio no
va bien con ninguna otra pasion. Cultivad sin embargo la
amistad ; ella os servirá de mucho, si vuestros amigos son cristia
nos, circunspectos , estudiosos. Conservad respeto á todos los
méritos, y principalmente á los veteranos dela ciencia, que son
vuestros maestros, y á los que quizá jamás igualareis; sed mo
destos ante ellos ; escuchad su muy larga experiencia. Que toda
vuestra conducta en una palabra sea justa y bien reglada : ser
vid á Dios; pensad en Dios con frecuencia, caminad bajo su
vista invisible ; unios á Dios por la fe, la esperanza y la caridad;
rogad en fin á Dios por el feliz curso de vuestros estudios y los
de los compañeros de vuestra juventud.
Despues de haber reglado vuestra vida segun las máximas
que acabais de oir, me resta hablaros de la manera con que de
beis instruiros. Dos caminos se nos presentan, digamos con san
Agustin, cuando la oscuridad de las cosas no sirve de obstáculo :
la razon y la autoridad. La filosofía apoya sus aserciones sobre
la razon, siempre débil y vacilante ; la religion funda sus doctri
nas sobre la soberana autoridad de Dios.
Si en el estudio del mundo inteligible os entregais á la inves
tigacion de la verdad por el primer camino, no podríamos re
prenderos de ello, con tal que en esas tenebrosas cuestiones no
perdais de vista la antorcha de la fe.
Convenimos con san Agustin : habiéndose abierto paso un al
ma por medio de la gracia de Dios á la penetracion sublime, des
pues de haber contemplado con una razon firme, y atrevida varias
verdades inmutables, puede elevarse á la fuente de todas las
verdades , á la verdad soberana que ilumina los mundos visibles
é invisibles con su luz, y adhiriéndose á ella con todas las fuer
264 INSTRUCCION RELIGIOSA.
zas de su inteligencia en medio del olvido de la sucesiva y mo
lesta multitud de los seres, gozar á la vez de la perfeccion de
todos en la unidad de su principio.
Pero cuando caminando de este modo en el ejercicio de las
facultades de vuestra inteligencia, llegueis por casualidad á una
conclusion filosófica que contradiga una verdad religiosa, sacad
por infalible consecuencia que la filosofía se extravía. Decios á
vosotros mismos : ¡ No está aquí la verdadera ciencia, porque la
razon del hombre no puede ser contraria á la de Dios, y es justo
que la una esté humildemente sometida á la otra, hasta en lo que
pasa mas allá de sus débiles alcances !
Vosotros, jóvenes, que os dedicais al estudio de las ciencias
exactas ó naturales, no echeis en olvido que todas las ciencias
tocan á verdades divinas y profundas , y para entenderlas la sa
biduría eterna (que debe hablar siempre por la boca de vuestros
maestros) pide de vosotros particularmente esa grande pureza
de costumbres que á todos os recomendábamos hace un instante.
Solamente entonces con los ojos purificados del alma podreis
llegar á esa unidad suprema y viviente en la que se hallan todos
los misterios de los números, y que alcanzareis de ella con una
humilde oracion unida al trabajo afanoso para penetrar en su
fondo. Si quereis por otra parte estudiar con fruto las bellezas
visibles del universo, es necesario, aun aquí, que el amor de la
belleza soberana y universal separe sobre todo lejos de vosotros
con la fuerza divina de la gracia todos esos malos deseos de vo
luptuosidades terrestres, á fin que podais, en medio de la paz
de vuestra alma, en medio de la calma de la virtud, entregaros
á la contemplacion constante y seguida de las maravillas de la
naturaleza.
Vosotros, que haceis de las leyes vuestro mas serio estudio,
pensad en que todas ellas derivan de la razon eterna, de la mis
ma ley de Dios, ley siempre fija, siempre santa, siempre inmuta
ble en sí misma, escrita primitivamente en el corazon de los
hombres donde las pasiones la habian casi borrado, promulgada
despues exteriormente sobre el Sinaí por el ministerio de Moisés,
sancionada en fin por la sangre de Jesucristo sobre el Calvario,
é interpretada infaliblemente en la Iglesia para toda la serie de
las generaciones.
Sabed que hareis tantos mas rápidos progresos en las profun
didades de esta ciencia cuanto mas grande sea la aplicacion que
empleeis á contemplar esta ley divina, y cuanto mayor sea el co
ALIANZA DE LA RELIGION, ETC. 265
nato y esmero que pongais sobre todo en volverla á trazar en
todos los detalles de vuestra vida.
¿Cómo podríáis vosotros un dia inspirar respeto hácia la ley
de vuestro páis, si vosotros mismos os acostumbraseis á hollar
la ley del supremo Legislador ?
Vosotros, que aspirais al arte de curar, vosotros hallareis otros
peligros para el buen resultado de vuestros estudios, contra
los que es necesario tambien que os fortalezcamos. Antes de pen
sar en curar las enfermedades del cuerpo, curad primero las en
fermedades del alma, á fin deponeros en contacto con el supremo
Médico, de quien dependen la salud y la enfermedad, la vida y
la muerte.
Al estudiar el cuerpo humano, admirad en las maravillas de su
estructura el poder y la providencia del Criador. Pero respetad
aun ese cadáver ; hay algo de sagrado en esa ruina : una ima
gen viviente de Dios la animaba poco hace. Es un templo que
Jesucristo, á ejemplo de lo que él hizo para él mismo, restaurará
un dia, y cuya profanacion no quedaria impune.
Conceded despues á la religion, señores, lo que ella reclama
de vosotros : « Da al médico, dice el oráculo sagrado, el honor
que le es debido : el Altísimo le ha criado : porque todo remedio
saludable viene de Dios, y su descubrimiento merece recom
pensa. » Escuchad bien lo demas : «Hijo mio, si la enfermedad
te ataca, purifica tu corazon de toda iniquidad, ruega á Dios, y
él mismo te curará por medio del ministerio del médieo. » Sí,
señores, vosotros solamente sois instrumentos entre las manos
de Dios ; no lo olvideis. Pero oid sobre todo la conclusion : « El
mismo, el médico pedirá á Dios dirija sus cuidados para la cu
racion del enfermo, á fin que viva. » Solemne amonestacion,
señores, para que el médico no separe la ciencia de la piedad,
si quiere ver su persona rodeada de honor, de confianza, y su
práctica coronada de triunfo.
Vosotros que os aplicais en fin al estudio de las artes libera
les, grabad bien en vuestro espíritu y corazon que nada hay en
efecto en estas artes que mejor convenga á las almas libres que
lo que se conforma con la verdad y lo que sirve para establecer
su imperio. Poetas, oradores, músicos, pintores, escultores, ar
quitectos, vosotros todos quereis ser los dignos hijos de la ar
monía, elevaos desde la armonía de las palabras ó sonidos ó co
lores ó lineas ó esferas, á la armonia esencial y universal, para
reposar vuestras almas en el seno de la eterna belleza. Mirad
266 INSTRUCCION RELIGIOSA. ALIANZA pE LA RELIGION, ETC.
las diversas suertes de armonía de la creacion comun como otros
tantos ecos de aquella armonía increada, que resulta del con
cierto de tres persona? divinas en la unidad de su naturaleza.
Acordaos tambien que cualquiera que haya violado las reglas
de la armonía moral, que consiste en el acuerdo de nuestra vo
luntad con la }ey de Dios, será excluido del concierto celestial
y confinado en ej lugar do « no. pay, dice la Escritura, ningun
órden, ninguna armonía, pero do habita un horror sempiterno. »
Practicad estos consejos que nuesjia. solicitud paternal, ins
pirándose con el espíritu de san Agustin, acaba de daros, y se
podrá decir un dia acerca de cada uno de vosotros, señores ,
como del doctor de Hipona : « Dios enriqueció su alma con los
tesoros de la ciencia y la vjrtud. » hmen.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA,

Sü NECESIDAD, UNIVERSALIDAD Y FACILIDAD.

POR EL P. VENTURA.

iS¿ quia sermonem meum servareril , mor(em


. , , tn
non Vluebll í"i,aternum.
-- r, - n -» 'IV" «f
(Evangelio del dta.)

La doctí na de Jos libros santos, }a opinion confornie 4? los


padres y de los doctores de la Iglesia, y la creencia de la Iglesia
misma, es que todo lo que Dios hizo en e| principio, en el orden
de la naturaleza no fue sino el ensayo, la figura de aquello que
debia hacer despues, en la plenitud de los tiempos, en el orden
de la gracia, y que las maravillas de la creacion no fueron sino
la profecía de las maravillas todavía mas admirables de ja reden
cion.
Asi, la luz material que Dios creador ha hecho brillar sobre to
dos los cuerpos, no ha sido, dice san Pablo , sirio el símbolo de
la luz espiritual que Dios redentor hizo resplandecer sobre todos
los corazones por ministerio de sus apóstoles, y por la luz de su
enseñanza divina por la cual la ciencia de Dios y de la eterná
salud fue manifestada : Quoniam Deus, qm dixit detenebris lumen
splendescere, ipse illuxit in cordibus noslris, ad illuminatio-
hem scienl ice claritatis yei, in facie Cliristi Jesu (II, Cor. , iv, 6) .
YJesucristo es, muy queridos hermanos mios, quien por estas pro
fundas palabras nos enseña hoy que aquel qüe guarde su 'doc
trina no morirá : Si quis sermonem meum servaiierit, mortem non
268 INSTRUCCION RELIGIOSA.
videbit in ceternum. Jesucristo es quien, segun Origenes, nos
dice que el que conserve su luz no se hallará jamás en tinieblas :
lo que nos manifiesta suficientemente , muy queridos hermanos
mios, cuánta es la necesidad, la importancia y la excelencia de la
enseñanza divina, que es la que constituye el fundamento de la
razon católica, de que yo empiezo á hablaros en este dia, des
pues de haberlo hecho respecto de la miseria, del absurdo y de
las funestas consecuencias de la razon filosófica.
Los principales caracteres de la doctrina divina de la Iglesia
forman la razon católica que voy á presentaros hoy, simboliza
dos en las condiciones y en las cualidades principales de la luz
material ; á fin de que resolviéndonos, hermanos mios, á mante
nernos siempre fieles á la divina enseñanza de Jesucristo, poda
mos evitar la muerte de la inteligencia por toda la eternidad :
Qui sermonem meum servaveril, mortem non videbit in ceternum.
Invoquemos los socorros del Altísimo por la intercesion de la
Virgen María. Ave, Mario.

La mas bella, la mas linda, la mas misteriosa de todas las co


sas creadas : la luz, es al mismo tiempo la mas necesaria. Si la
luz desapareciese enteramente del mundo, suspensos los hombres,
separados unos de otros, inmóviles, fijos en un sitio por la oscu
ridad cual si estuviesen encadenados, usando de una expresion
de los libros santos : Dum enim persuasum habent iniqui posse
dominari nationi sandez : vinculis tenebrarum et longo? noctis
compediti, inclusi sub tectis, fugitiviperpetua) providentice ja-
cuerunt (Sap., xvn, 2), no podrian caminar, obrar, alimentarse,
ni subsistir. En vano pues, dice san Ambrosio, en vano habria
Dios creado el mundo si no hubiese concedido á los hombres y
á los animales la facultad de verse. Por eso, luego que la palabra
omnipotente de Dios sacó de la nada el cielo y la tierra, empezó
por la luz la serie de las maravillas de la creacion (Hexa-
meron.).
Asi pues, la primera condicion de la luz material es la de ser
necesaria, y necesaria es tambien la primera condicion de la luz
espiritual de la divina enseñanza que forma el fundamento de la
razon católica. Lo que el sol es en el orden natural, segun el
apóstol san Pedro, es la divina palabra en el órden espiritual.
Esta doctrina es el sol, la lámpara, el cirio que la mano de Dios
ha encendido cual faro de la humanidad en el desierto caligi
' ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 269
noso de este mundo : Quasi lucerna} lucenti in caliginoso loco
(II Petr., i, 19).
Dios no esperó á que se realizase la venida de su Hijo á la
tierra para hacer resplandecer esta luz en el universo ; nació con
el mundo ; y así como apenas hubo criado el cielo y la tierra,
fue la luz la primera cosa que creó, así tambien apenas hubo
creado al bombre, cuando la primera cosa que hizo fue revelarse
á él, iluminando el espíritu del hombre con su luz sobrenatural,
porque la religion que tenemos la dicha de profesar no es la re
ligion de ayer, sino la que principió con el mundo.
Ademas, habiéndonos dicho el apóstol san Juan que el Cordero
divino estaba como inmolado en el principio del mundo al frente
del primer hombre : Occisus ab origine inundi (Apoc, xm, 8),
nos ha hecho entender que el primer hombre creia en Jesu
cristo, y que por el sacrificio de Jesucristo ha sido salvo : nos
ha hecho creer que Adan fue el primer cristiano católico, con
la diferencia de que los primeros padres, los cristianos de los
tiempos antiguos creian en Jesucristo que habia de venir, y noso
tros creemos en Jesucristo que ha venido ya : con la diferencia
de que los primeros padres creyeron en el sacrificio de Jesucristo
que debia cumplirse, y nosotros creemos en el mismo sacrificio ya
cumplido : con la diferencia, dice santo Tomás, de que en los
antiguos tiempos la religion que nosotros profesamos estaba en
gérmen, y ahora es árbol enteramente formado : que en los tiem
pos primitivos su estado era imperfecto, inherencia de todos los
seres en su primera edad, y ahora es perfecto como el de todos
los seres que llegan á su completo desarrollo, á su perfeccion :
Lex nova continetur in lege veteri sicut arbor in semine, sicut
perfectum in nimis perfecto ; y con la diferencia en fin de que
al primer padre habló Dios de diferentes maneras y por distintos
órganos, y en la plenitud de los tiempos nos ha hablado, dice
san Pablo, por boca del mismo Jesucristo su hijo : Multi-
fariam, multisque modis olim Deus loquens patribus in pro-
phetis : novissime, diebus istis locutus est nobis in filio, quem
constituit hceredem universorum , per quem fecit et scecula
(Heb., i, 2).
Si esta luz, si esta única religion, os lo repito, llegasen á
faltar, ¿ qué seria del mundo ? ¿ A qué quedaria reducido el mun
do el dia que aquellas desapareciesen ?
Bossuet observó que las pocas verdades, aun llenas de errores,
que los paganos han conservado en su religion, han bastado
270 INSTRUCCION réligiosá;
para mantener estos pueblos en un Órden y en un estado' social
aunque imperfecto.
Si se hubieran descarriado, abandonando enteramerite la ver
dad siri idea alguna de familia ni de órderi social; habrian pa
rado en lo que paran todos los dias esas familias , esas tribus
llamadas salvages, que separándose del centro de las grandes sb-
ciedádes eri qüe se conservan aun rasgos de las verdades primi
tivas, degeneran bien pronto en salvages, en antropófagos, se
devoran mdtuahiente, concluyendo por destruirse. Tal seria la
condicion de todo el género humano, si hubiera podido descami
narse hasta perder de úna vez la luz de la revelacion primitiva.
Lá filosofía no habria adelantado cosa alguna, porque si los
filósofos han dicho ó articulado algunas verdades, ha sido, segun
Tertuliano, por casualidad; asi como á veces un navio sorpren
dido por la tempestad arriba al püerto abandonándose á la furia
de los vientos, y así como alguna vez, un hombre encerrado etj
ün cuarto oscuro, caminando á tientas, encuentra la puerta por
donde ha de salir... uno y otro por una fortuna ciega : Non-
nunquam et in procella confusis vestigiis coeli et freti aliqitiis
portus bffenditur, prospero errore ; nonnunquam et in ¡tenebrts
aditus quidam et exitus deprehenduntur, caeca felicitate.
Los filósofos han articulado algunas verdades ; pero ha sidoj
segun nos dice san Agustin, porque las habian tomado de los ju
dios y de los libros santos, sin dignarse citar el lugar de donde las
sacaran ; y porque las tomaron tambien de las tradiciones que
aun subsistian en los pueblos en que la providencia tenia con
servada la verdad como en minas á disposicion de todo el inundo i
En fin no es la razon qüe el espíritu se instruya por la verdad :
es necesaria la verdad para poner en claro la verdad niismaj y
asi como muy juiciosamente ha dicho uri filósofo del último siglo;
« yo creo que la palabra era indispensable para inventar lá pala
bra, » del mismo modo os digo : yo creó que la' verdad es nece
saria siempre para descubrir, para encontrar la verdad, $ que
en llegando á perderla ehieramente, es imposible fallar hühca
de ella ni una sola parte. La Escriturá sarita nos dice : lejos de con
seguir creer á fuerza de querer comprender, no comprendereis
jamás cosa alguna si rio empezais por creer. Nisi crediderítis,
non íntellitjetis.
Si el género humano hubiera abandonado enteramente lá
verejad; habria descendido al estado salvage, cáido en la barbá-
rie mas coinpleta y terminado por destruirse.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 271
Dios no lo ha permitido, y por consiguiente, cuando los hom
bres por su vida viciosa y sus malas acciones, dice san Juan, em
pezaron á preferir las tinieblas á la luz: El d'ilererunt homines
magis tenebras quani lucem (Joan., m, 19), entonces Dios con
centró en un pueblo, en la Judea; en la sinagoga esta gran luz
de su enseñanza, esta luz de su pensamiento, y los rayos de la
Jerusalen se proyectaron sobre todo el mundo conocido ; y aun
que pálida y débil en sus extremidades, la primitiva verdad se
mantuvo aun en pié. De aqui es, que los pueblos paganos de to
das las partes del mundo, en todas las circunstancias solemnes
enviaban siempre sus sabios á Jerusalen , como lo vemos en el
libro de los Reyes (xvii, 24, 28), á inquirir la razon de las co
sas, la razon de los grandes acontecimientos del mundo, porque
se creia en todo el mundo aun pagano, que Jerusalen era, segun
la llamaba la sagrada Escritura, la ciudad de la verdad. Jerusa-
lem urbs veritatis.
Por otra parte, Dios no ha permitido nunca que el espíritu del
mal borre enteramente las huellas de las tradiciones, de las pri
mitivas verdades. Los pueblos, aunque caídos en el abismo de
la idolatría y de la supersticion, no han dejado nunca de creer
en la unidad de Dios, en la inmortalidad de las almas, en la cáida
del hombre, en la necesidad de la reparacion por medio de uii
sangriento sacrificio, en la necesidad de la oracion y en la exis
tencia de una ley emanada del cielo, cuyo cumplimiento ó cuyá
transgresion mereciese la felicidad ó la desgracia eternas.
Estas verdades sobrenadan por encima de las aguas de la
corrupcion pagana. Vosotros las encontrareis articuladas por los
poetas, por esos grandes intérpretes de las creencias populares.
Estas sublimes verdades las hallareis en esos autores que por esta
razon han conservado mas número de ellas que los filósofos. Ved
particularmente lo que ha llegado hasta nosotros con relacion Sí
la existencia y á la unidad de Dios, que es la mayor y la primera
de todas las verdades : Tertuliano, sanlreneo, Lactancio, Arno-
bio, Minucio-Félix, san Agustin, todos los antiguos apologistas
del cristianismo, todos los apologistas modernos, todos los teólo
gos, todos los filósofos que han pretendido probar la existencia
de Dios por el consentimiento universal, han demostrado que los
paganos, aunque admitiendo muchos dioses, jamás han perdido
enteramente la idea de un Dios creador, de un Dios supremo,
Creador, Señor y Gobernador de todas las cosas.
Tertuliano en particular, en su admirable obra de Testimonio
272 INSTRUCCION RELIGIOSA.
anima;, en una magnífica alegoría ha hablado del alma del hom
bre ; no (dice) del alma del hombre educado en las academias,
alimentado con una falsa ciencia ; no del alma del filósofo al cual
ha vuelto indigesto la propia ciencia, sino de la del campesino,
del traginero, del trabajador. Él obliga á esta alma, aunque pa
gana, á decir y articular cuanto piensa de Dios; la hace contes
tar que en las mas graves circunstancias, no es á los dioses á
quien invoca, sino solo á Dios ; por lo mismo le es forzoso reco
nocer que el alma pagana tambien piensa y cree del único Dios
lo que nosotros los cristianos creemos. En Homero, Dios es el
Señor, el padre de todos los dioses, de todos los hombres, quien
todo lo ve, quien todo lo gobierna, quien lo juzga todo, y quien
de todo dispone. El es el Dios que protege á los pueblos, que
mantiene las ciudades, que concede la victoria, que inspira el
valor, que da honor, riqueza, salud y vida. Los pueblos idólatras
(dice ese gran teólogo (1 ), esa gloria viva de la Francia, á quien
el soberano pontífice acaba de recompensar su elevada ciencia y
sus virtudes con la romana púrpura), los pueblos paganos, dice,
jamás han confundidoal supremo Dios con sus dioses terrestres
ó celestes. Si por el politeismo se entiende la creencia de mu
chos dioses igualmente eternos, igualmente independientes,
igualmente soberanos, es falso que los paganos hayan creido en
este sentido la existencia de muchos dioses. El politeismo, con
tinua diciendo este gran cardenal, el politeismo no es la creencia
de muchos dioses iguales : es la de muchos dioses subalternos,
subordinados al supremo Dios. Los gentiles, sigue aun, los gen
tiles, segun lo declaró el santo mártir Saturnino en el concilio
general de Cartago del año de 258, los gentiles en medio de su
adoracion á los ídolos, han reconocido y confesado siempre al
único Dios, al Dios soberano, padre y creador de todas las cosas.
Gentiles, quamvis idola colará, lamen unum Deum patrem el
creatorem omnium et agnoscunt et confitentur.
¡ Qué satisfactorio es, hermanos mios, saber que ese Dios que
confesamos y adoramos ha sido reconocido en todo tiempo y en
todo lugar ! ¡ Que ese mismo Dios, aun del centro de la inmunda
supersticion ha recibido el testimonio de su existencia y la con
fesion de su majestad, que como unhimno de gloria se ha elevado
hasta los cielos! ¡ Qué felicidad, hermanos mios, la de ver que
la humanidad no ha desconocido nunca á su Creador, su Señor y
su Padre !
(1) S. E. T. Goasset, arzobispo de Reims.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA.
Lo que Dios hizo en los tiempos primitivos, hace en los moder
nos. Asi como no permitió que la verdad, luz tan necesaria al
hombre, fuese apagada en los antiguos tiempos, tampoco ha con
sentido ni consentirá jamás que esta luz que ha concentrado en
la Iglesia, que la conserva en el lleno de su pureza, pueda ser
nunca enteramente eclipsada.
¡ Ah, hermanos mios, qué desgracia seria esta ! Porque, no
tadlo bien, las sectas heréticas no conservan la verdad sino por
esta Iglesia, por la influencia secreta de esta misma Iglesia que
ellas repelen. En continuo contacto con ella por el odio que la
profesan y por la guerra que le hacen : en contacto con esta
Iglesia, reciben, no hay duda, un reflejo, una reverberacion de
la luz de la verdad cristiana que existe solo en la Iglesia. Leib-
nitz, aunque protestante, habia reconocido como grande verdad
histórica, que si la Iglesia católica llegase á desaparecer del
mundo, el cristianismo seria absolutamente destruido, sin que
lo conservaran las sectas protestantes. Estas caerian bien pronto
en el ateismo y en el indiferentismo, y perderian del todo hasta
las huellas de la religion cristiana.
Hermanos mios, esta no es una suposicion arbitraria : es la
historia de nuestros infortunados tiempos. Ved esos hombres que
entre los protestantes han abandonado la creencia de la luz cris
tiana : esos hombres que han tomado á la letra el principio fun
damental del protestantismo, de la libertad, de la independencia
de la razon y del libre exámen, ¿ á qué pues han quedado re
ducidos? Ellos no creen en nada. En Alemania habeis visto esos
protestantes consecuentes con el principio del protestantismo,
sustrayéndose á los rayos de la luz que la Iglesia refleja sobre
las sectas, convertirse en deistas ; y negando toda inspiracion de
los libros santos, toda religion positiva, toda religion revelada,
caer en un vago deismo ; otros se han arrojado á un panteismo
ridículo. En la Suiza, en Berna, os acordareis que esos pretendi
dos filósofos del protestantismo han publicado un periódico, cuyo
prospecto está concebido en estos términos : « Mientras haya un
Dios habrá un culto para él : mientras haya un culto habrá sacer
dotes : mientras haya sacerdotes habrá una Iglesia ; pues bien,
para deshacerse de la Iglesia, de los sacerdotes y del culto es me
nester deshacerse de Dios : nosotros trabajaremos para destruir
la idea de la existencia de Dios. »
Ved aqui en qué ha venido á parar el protestantismo sus
trayéndose á la luz de la Iglesia.
S. M. I. 18
274 INSTRUCCION RELIGIOSA.
¿ Y sabeis lo que otros mas insolentes han meditado en el deli
rio de su razon y de la corrupcion profunda de su corazon, en
medio del siglo xix? Pues se han atrevido á soñar en el resta
blecimiento del paganismo. Goethe, Hegel y sus adheridos han
adorado á Júpiter y dirigídole la oracion de la mañana y de la
noche. Enrique Heine y Fenerbach deploraban el dia en que la
cruz derribara los altares de Júpiter y de Venus : hablaban del
cristianismo como de una desgracia, como de una religion pro-
sáica, y desvarian como otros Celsos, como otros Julianos-após
tatas con el restablecimiento del paganismo.
Hé aquí cuáles habrían sido las consecuencias del protestan
tismo si la Iglesia hubiese dejado de enseñar la verdad.
Ya hemos visto, hermanos mios, de lo que son capaces los filó
sofos : ya hemos visto si nuestros filósofos modernos han tenido
nunca la dicha de encontrar ni de profesar con seguridad y sen
cillez ni una sola verdad. Hemos visto ya en fin qué es lo que han
hecho esos filósofos por la felicidad de los pueblos y para que la
verdad les sea difundida .
No hace mucho tiempo os espantaba el estado de ignorancia y
de corrupcion de una parte de vuestro desmoralizado pueblo, de
gradado por la influencia de las malas doctrinas, y por las leyen
das perniciosas con que se le nutria desde muchos años. Se quiso
instruir á ese pueblo de aquella verdad que fuese bastante á con
ducirlo por el sendero de la virtud y del orden... Y para conse
guirlo se tuvo la desgraciada idea de dirigirse ála filosofia.
Y ¿qué es pues lo que ha hecho la filosofía? ¿Habeis visto
á los filósofos en la cabana ó en la habitacion del pobre para
instruirle de la verdad? La filosofía no ha sabido hacer otra
cosa que reimprimir algunos millares de ejemplares de la profe
sion de fe del vicario saboyardo Rousseau, y esparcir en el pue
blo ese libro en que se encuentra comprendido el deismo, y que
contiene una religion furibunda ; ese libro escrito para matar,
para destruir en el espíritu y en el corazon del pueblo todo resto,
toda señal de verdad. Ved ahí lo que la filosofía ha sabido hacer
para la mejora de ese pobre pueblo : ella ha añadido la corrup
cion á su ceguedad, y le ha hecho satisfacer el precio de su cor
rupcion, de su ruina y de su desgracia.
j Cuan obligados debemos estar á la providencia divina de que
haya mantenido siempre en la Iglesia la doctrina que no faltó
jamás, y de haber conservado intacta en ella esta luz para que
desde la misma Iglesia se extienda por todo el mundo ! ¡ Ay ! si
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA. 275
esta luz llegase á desaparecer!... La Escritura santa, hablando
de la tierra nos dice, que antes de crearse la luz estaba aquella
vacía y estéril, y envuelta en tinieblas, en agua y en lodo, pre
sentando el aspecto de un abismo. Terra autemerat inanis et
vacua, et tenebrce erant super faciem abyssi {Gen., i, 2). ¡ Ay !
si la verdad católica llegase á faltar de la tierra, seria cosa terri
ble, porque ese caos de la primitiva creacion, ese caos del ór-
den terrestre, del orden material, se renovaría y se reproduciría
en el orden espiritual, en el orden de las inteligencias : todo
género de virtud desaparecería instantáneamente, asi como toda
verdad, porque aquella no es mas que la irradiacion de esta. La
tierra se veria envuelta en las tinieblas de todos los errores y en
el cieno de todos los vicios, y solo quedaría en ella desolacion,
horror y desórden. Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrce
erant super faciem abyssi.
La segunda condicion de la luz material y de la luz espiritual
es la facilidad de su adquisicion : lo que será él punto de mi se
gunda parte.
Es bien admirable, hermanos mios, que ese inmenso benefi
cio de Dios de la luz material, tan necesaria al hombre, tan
necesaria al mundo, sea al mismo tiempo tan asequible que
se pueda sin esfuerzos y sin estudios gozar de él. Basta abrir los
ojos para ver, como basta abrir la boca para respirar. El niño
que ni aun sabe pronunciar la palabra luz, disfruta de su benefi
cio. El hombre rústico é ignorante que no comprende lo que la
luz sea, goza de ella tanto como el filósofo que áe desvela por
descubrir su naturaleza y comprobar sus fenómenos.
Lo mismo sucede con la luz espiritual, con la divina doctrina
del cristianismo, cuyo depósito, cuyo origen y cuyo foco está en
la Iglesia. No son precisos estudios profundos, ni exámen, ni tra
bajo, ni esfuerzos para gozar de ella : Dios la ha situado de modo
que el mundo entero puede disfrutar de este beneficio grandioso
de la sabiduría y de la bondad infinitas.
La razon filosófica ha dificultado la adquisicion de la verdad,
y la ha colocado de tal manera, que no es dado á todos alcanzar
la : solo la religion y la Iglesia han establecido su doctrina de
suerte que sea fácil y asequible á todo el mundo. Jesucristo antes
de la ascension á los cielos dijo á sus apóstoles : «Id por toda
la tierra é instruid á todos en todas las verdades : no esceptueis á
ninguna persona ni pueblo : » Euntes in mundum universum, prce-
dicate Evangelium omni creaturie (Marc., xvi, 15). No mono
276 INSTRUCCION RELIGIOSA.
policeis con la verdad. Enseñadlo todo á todos, y cuanto yo os
he dicho á todos vosotros sin restriccion, os requiero que lo
transmitais á todas las gentes : Docentes eos servare omnia quce-
cumque mandavi vobis (Matth., xxvin, 20). Basta con que el
hombre se preste á creer en vuestra palabra, que quiera creer de
buena voluntad y que desee vivir bien. En este caso no inquieta
ros por lo demas : cuidad sí de bautizarlos y de hacerlos cristia
nos para que se salven : Qui crediderit et baptisatus fuerit, sal-
• vus erit. La obstinacion y la repugnanc a del orgullo son las que
rechazan vuestra palabra que es la mia, y las que hacen al hom
bre presuntuoso, indigno de mi luz y de mis favores, atrayendo
sobre sí la condenacion y la muerte : Qui vero non crediderit,
condenmabitur (Marc, xvi, 1 6). Y los apóstoles, siempre fieles
á esta mision divina, dice el Evangelio, se derramaron por el
mundo, y sin preferencia de personas, de condicion, de sexo ni de
edad, evangelizaron á todas las gentes predicando por todas par
tes la divina doctrina. lili autemprofecti pmdicaverunt ubique
(Marc, xvi, 20).
Asi es que la Iglesia, fundada por Jesucristo y por sus apóstoles
herederos de su mismo espíritu, enseña constantemente á todos,
instruye á todos los pueblos, civiliza álos salvajes, á todas lascla-
ses, á todas las edades, así al niño como al hombre, al pobre como
al rico, al ignorante como al sabio. No pone ninguna condicion, es
tablece ningun monopolio, ni conoce ningun privilegio : está fun
dada para iluminar al universo. . . Me equivoco : hay un privilegio
para la Iglesia : hay una clase de personas para las que tiene una
predileccion especial : tal es la de los niños, la de los pobres : esta
clase desdeñada por la filosofía, y mirada por ella con un inso
lente desprecio, es particularmente la que la Iglesia allega á su
corazon, y cuya instruccion le inspira el mayor interés desde que
Jesucristo dijo á sus apóstoles : « Dejad que esos niños se me acer
quen, porque de ellos es el reino de los cielos : » y diciendo esto,
el amable y bondadoso Salvador los bendecia, los acariciaba y
los abrazada estrechándolos contra su corazon : Et complexans
eos, benedicebat eos {Marc, x, 16).
Desde aquel tiempo, el niño ha sido considerado por la Igle
sia como un objeto venerable ; y no solamente ha hecho de su
instruccion una obra de misericordia, sino que ha constituido para
ella una dignidad eclesiástica, pues en la edad media se llamaba
scolasticus una dignidad del cabildo, que el que la obtenia estaba
encargado de la primei a instruccion del catecismo de los niños,
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA. 277
y mientras que sus colegas cantaban las alabanzas en la Iglesia,
este se ocupaba en la escuela de enseñar á los niños, repután
dose el ejercicio de sus funciones por tan santo y tan sublime
como el de sus compañeros que ofrecian á Dios el sacrificio y las
oraciones de la tierra, por cuanto este hombre hacia descender
la luz del cielo sobre la tierra y sobre los niños : y de ambas ma
neras resultabanla gloria de Dios y el beneficio del hombre.
¡ Oh hermanos mios ! ¡ qué satisfactorio es ver á la Iglesia des
cender hasta las últimas clases de la sociedad y encargarse de
la niños y de su enseñanza gratuita ! No, hermanos mios, no :
la enseñanza gratuita no se encuentra en la mente de la filoso
fía. En las escuelas de Platon y de Pitágoras se hacian pagar
muy caras las lecciones de la filosofía, y lo mismo sucede en
nuestros dias. La idea de la enseñanza gratuita es esclusivamente
un pensamiento cristiano, es de hecho el pensamiento de la
Iglesia. Vosotros sabeis bien : cuando la filosofía ha tenido oca
sion de legislar, no ha hecho otra cosa que imponer tributos y
sujetar al arbitrio el pan de la inteligencia como se hace con los
licores espirituosos : no ha hecho otra cosa que castigar como un
crímen la instruccion gratuita, persiguiéndola como una usur
pacion. Solo la Iglesia ha facilitado la santa enseñanza, y por ello
esta enseñanza es de hecho divina, porque únicamente Dios es
quien ha podido inspirar su universal extension, y facilitar al
mundo enterola doctrina de Dios y de la eterna salud.
Ved un ejemplo en la sagrada Escritura de la facilidad con
que la palabra divina ilumina al hombre convirtiéndole y cam
biándole en otro hombre. Oid pues lo que sucedió á aquel pri
mer ministro de la reina de Etiopía Candace, de que se habla
en las Actas de los Apóstoles (Act., vm, 27 ). El era Prosélito,
es decir, de esta clase de hombres que siendo gentiles habian
abrazado la religion de los judíos. Habia ido á Jerusalen á ado
rar al verdadero Dios, y se volvia para su pais. Sentado en su
carruaje, leiaal profeta Isaías. San Felipe, uno de los discípulos
de Jesucristo, lo divisó y le dijo : « ¿Crees tú que comprendes
lo que lees?» Putasne intelligis quce leyis? A lo que el buen
Etiope respondió : « ¿ Cómo he de entender lo que leo si no hay
nadie que me lo esplique ? » Et quomodo possum, si non aliquis
ostenderit mihi. Y ya, hermanos mios, esta declaracion fue un
deseo, esta declaracion fue una súplica de que se le diese á co
nocer la verdad. No era necesaria otra cosa ; Dios es bueno,
dice la Escritura santa, para el que sinceramente quiere creer :

«
278 [NSTRUCCION RELIGIOSA.
Quam bonus Israel Deus his qui recto sunt corde (Psalm . lvii , \ ) .
Asi san Felipe se unió al Etiope, y subiendo á su carro le dijo :
« Voy á esplicarte eso que tú no comprendes. » El pasage en
que el Etiope se habia detenido en su lectura era el de estas pa
labras : « será conducido al sacrificio como un cordero. » Tan-
quam ovis ad occisionem ductus est (Isai., luí, 7) ; y bien, dijo
el Etiope ásanFelipe : ¿cómo debo entender ese pasage del profe
ta : habla en él de sí mismo ó de algun otro personage? De se
an de alio aliquo. Y san Felipe, aprovechando la ocasion que se
le presentaba á hablar de esta grande profecia, le dijo : Esa pro
fecía es por la cual Isaías ha predicho el grandioso aconteci
miento que acaba de cumplirse en Jerusalen. El cordero de que
habla aquí el Profeta es el Redentor del mundo, el Hijo de Dios
que como un cordero ha sido conducido á su suplicio, sometién
dose á él voluntariamente por la salud del hombre ; y en seguida,
continuó explicándole la encarnacion, el nacimiento, la vida, la
muerte, la resurreccion, la ascension á los cielos de Jesucristo,
la muchedumbre de sus beneficios, el exceso de sus bondades,
la eficacia de sus sacramentos y la extension y la obligacion de
sus mandamientos. Aperiens autem Philippus os suum, et ínct-
piens a Scriptwaista, evangelizavit Mi Jesum. El buen Etiope
escuchó este nuevo catecismo de instruccion tan sublime con
un profundo recogimiento, con un infinito placer, y á medida que
el apóstol desenvolvia estas únicas y grandiosas verdades, ardia
en deseos de hacerse cristiano. En fin encuéntrase al paso con un
rio ; entonces el Etiope con un entusiasmo, con un transporte
que manifestaba toda la fuerza y toda la vivacidad de su deseo y
de su fe dijo á san Felipe : « Ea pues, si todo cuanto has dicho
de tu Dios es cierto, ve ahí el agua ; ¿ qué te impide que me
bautices y que me hagas cristiano ? » Ecce aqua, quid prohibet
me baptizart? « Nada, dijo Felipe, nada, con tal que tú quieras
creer con toda la sinceridad de tu corazon : » Si credis ex foto
oor,de, licel. « Pues bien, yo creo, yo creo que Jesucristo es el
Hijo de Dios y el Salvador del mundo : » Credo Filium Dei esse
Jesum Christum. Y diciendo así se lanzó al agua, llevándose
consigo á san Felipe : recibió el bautismo y se volvió loando y
bendiciendo la misericordia de Dios que acababa de revelarle la
grande verdad que le convertia al cristianismo. Su corazon na
daba en un júbilo inefable : Ibat autemper viam suam gaudens.
Asi pues, hermanos mios, para formar un filósofo, para hacer
un sabio segun el mundo y á los ojos del mundo, son necesarios
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA. 279
largos estudios, son indispensables muchos años de aplicacion ;
pero bastan algunos cuartos de hora para hacer un verdadero fi
lósofo, un sabio verdadero delante de Dios. Para conseguir ven
tajas en la escuela de Jesucristo, no hay inteligencia tan obtusa,
condicion tan tosca, espíritu tan ignorante ni edad tan tierna que
no sea susceptible de aprovecharse de las luces de la enseñanza
divina, dispuesta por Dios de la manera mas sencilla y asequi
ble para todos. En esta escuela se progresa, hermanos mios,
deteniéndose uno en la consideracion de su miseria, de su ende
blez, de su nulidad. Se aprende sin libros, se aprovecha sin
discusion, se instruye sin exámen, se engrandece con la peque
nez, se realza con el abatimiento, se ve con el deseo, se conoce
por la oracion. En esta divina escuela los conocimientos son tanto
mas extensos cuanto uno es mas humilde, mas dócil y mas obe
diente.
Atrás pues, lejos de mí, maestros del error, falsos filósofos,
que prodigándome alabanzas tratais de engañarme, que presen
tándoos como amigos mios, sois mis verdaderos enemigos, que
queriendo, como decis, ilustrar mi inteligencia, es mi alma la que
buscais; que prometiéndome la felicidad, me preparais las mayo
res desgracias. Idos donde no vuelva áver mas ni vuestras doc
trinas ni vuestras personas : Avertantur retrorsum et erubescant,
qui qucerunt animam meam, qui dicunt mihi : Euge, euge... et
volunt mihi mala (Psalm. lxix, 3, 4). Atrás, impostores ; atrás
charlatanes ; otrás, cómicos de la ciencia filosófica : os conozco
ya : sé que me prometeis lo que no podeis tener vosotros : que
reis que yo crea cosas á las cuales vosotros mismos no dáis cré
dito : quereis que me separe, que me sustráiga de la obediencia
de la Iglesia para sujetarme á vuestra dominacion, para atarme
á vuestro carro de triunfo; quereis que cese de ser hijo dócil de la
Iglesia para convertirme en discípulo vuestro , en vuestro sir
viente, en vuestro esclavo profesando vuestras doctrinas, vis
tiendo vuestra librea y llevando vuestras cadenas. ¡ Ah ! So pre-
testo de hacerme bien, quereis serviros de mí como de una
grada para subir mas alto; quereis explotarme y aspirais á mis.
elogios, á mis oraciones y á mis aplausos para aumentar vuestra
importancia en el mundo de las frivolidades : me engañais exa
gerando derechos que no tengo, como los abogados impostores
exageran los de su cliente para empeñarlo en un proceso que le
arruina. ¡ Ah ! ¡os conozco ya ! ¡ Idos con vuestras doctrinas y
con vuestra filosofía tan hueca y tan absurda como vuestras pa-
280 INSTRUCCION RELIGIOSA. ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC.
labras ! Avergonzaos de que se os haya conocido : salid de mi
presencia con el rubor en la frente y el remordimiento en el co
razon ! Erubescentes... confundantur et revereantur .
Y vos, Señor, concededmela gracia de ser del número de vues
tros fieles servidores, de vuestros hijos que no buscan sino á
vos, que no piden sino á vos la luz de su espíritu, la gracia y la
fuerza de su corazon, y que se alegran de serviros y de escucha
ros. Exultent et lcetentur in te omnes qui qucerunt te, et dicant
semper : magnificetur Dominus ; qui diligunt salutare tuum. Dios
mio : yo no quiero dejarme engañar de la impostura humana.
Sé que no hay en mí mas que miseria y debilidad, y no quiero
creerme con bienes que no poseo, sabiendo que mi socorro y mi
luz deben venirme de vos : Ego vero egenus, et pauper sum ; Deus
adjuva me. ¡ Ah : sí, gran Dios! venid á mi socorro, al socorro
de todo este auditorio tan cristiano : haced que sigamos la luz
constante de vuestra doctrina, á fin deque tengamos la dicha de
evitar por toda la eternidad la muerte de nuestra inteligencia :
Si quis sermonem meum servaverit, mortem non videbit in celer-
nurn.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA,

SU INMUTABILIDAD, PUREZA Y CERTIDUMBRE.

POR EL P. VENTURA.

Et adduxerunt asinam et pullum , et impo-


suerunt super eos vestimenta swa, et eum
desuper sedere fecerunt.
(MATTH., XXI,7.)
Y los apóstoles trajeron el jumentillo, pusieron
sobre él sus propias vestiduras é hicieron
sentar encima a Jesucristo.

La historia de la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusa-


len que la Iglesia nos presenta hoy : esta historia tan magní
fica, tan sensible, tan deliciosa en su sentido histórico y literal,
lo es aun mas en su misterioso y profético.
El real Profeta habia dicho : «Olvidando el hombre la dignidad
de su orígen y la grandeza de su destino ; descarriado por los
errores, corrompido por los vicios y descendido al último grado
del embrutecimiento moral, queda semejante á una estúpida é
impura yegua. » Homo, cum in honore esset, non intellexit ; com-
paratus est jumentis insipientibus, et similis factus est Mis.
(Psalm. xlviii, \ 3).
No hay duda pues, dice vuestro grande san Hilario : el as
nillo de que habla el evangelio de hoy y que los apóstoles lleva
ron á la presencia de Jesucristo, figura á los pueblos idólatras i
y gentiles. Este buche cerril es la imágen de los gentiles que se
habian entregado á la licencia de todas las pasiones y de todas
282 INSTRUCCION RELIGIOSA.
las opiniones. Indomitce gentes significantur perpullum : san Ge
rónimo añade : « que los vestidos de los apóstoles representan la
doctrina de las costumbres y de los dogmas sagrados de la
Iglesia. » Vestis apostólica est doctrina morum cum ecclesiastico-
rum dogmatvm varietate.
No vemos hoy pues sentado á Jesucristo en su modesta ca
ballería sino por mano de los apóstoles : Eum desuper sedere fe-
cerunt; ni se sentó hasta que estos la ensillaron y aparejaron con
sus propios vestidos. Esto significa que Jesucristo no puede sen
tarse en nuestras almas ni reinar en nosotros sino por manos de
la Iglesia, despues de cubrirnos y adornarnos ella con sus doc
trinas y con sus dogmas, porque únicamente sus dogmas y sus
doctrinas son las santas, las justas, las verdaderas y ciertas. Ya
principiamos á verlo el domingo último comparando la ense
ñanza católica con la luz material : hoy lo continuaremos, si
guiendo la comparacion ; pero empezaremos por implorar el so
corro del cielo por la intercesion de Mar a. Ave, Marta.

Todo el debate entre el raciocinio y el catolicismo, la doc


trina y la Iglesia se reduce á justificar que la Iglesia es la depo
sitaría de las revelaciones divinas, y que su enseñanza es tam
bien divina. Una vez probado esto , ningun entendimiento
razonable hallará motivo para sustraerse á la razon católica, al
juicio de la Iglesia. Es absolutamente necesario creer lo que la
Iglesia cree : lo es igualmente recibir y aceptar lo que la Iglesia
propone; y someterse á cuanto ella enseña : luego su enseñanza
es divina, siendo como lo es necesaria, fácil, universal, inmuta
ble, completa y fiel, porque solo Dios ha podido colocar la doc
trina religiosa bajo tales condiciones. Hé aquí pues, hermanos
mios, todo lo que la Iglesia nos enseña.
Hemos visto ya que es necesaria y fácil : ahora debemos ver
que es universal, incorruptible, inmutable, completa y fiel. A
esto se reduce la plática de hoy.
Desde luego digo que la doctrina de la Iglesia es la sola uni
versal por su naturaleza, por su aceptacion y por su existencia.
Lo es por su naturaleza, porque es la única organizada para
todo el universo : por su aceptacion, porque es tambien la sola
recibida con libertad por todas las gentes; y por su existencia,
porque es la singular que en todas partes existe por sí misma.
Prosigamos.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 283
Salomon habia dicho estas notables palabras : « La sabiduría
de Dios no se oculta bajo la sombra del misterio : ella se produce
y se manifiesta en las plazas públicas, en las calles, en las ciu
dades, así como en los campos : por todas partes se difunde, por
todas deja oir su dulce voz, predica á todo el mundo, á nadie es-
cluye y quiere que se oigan sus oráculos y sus instrucciones. »
Sapientia foris prcedicat, inplateis datvocem suam. Incapite
titrbarum clamitat, in foribus portarum urbis profert -verba sua
(Prov., i, 20). Esta es la profecía mas fiel á la enseñanza ca
tólica, la sola creada para todos, y por lo mismo para todos
anunciada. Los sacerdotes del paganismo no publicaban sino al
gunas verdades que conocian aquellos desgraciados, y no igno
raban los absurdos de la supersticion pagana, segun que así nos
lo enseña Ciceron hablando de los sacerdotes de su tiempo. Ellos
mismos en secreto se burlaban del paganismo, pero no dejaban
por eso de enseñarlo en público. Estos sacerdotes y estos filóso
fos llamaban los pueblos al templo para engañarlos, para cor
romperlos : nunca para instruirlos ni para mejorarlos : su ense
ñanza no era la establecida para todo el mundo.
Otro tanto ha producido la razon filosófica. Ciceron nos dice
que la secta de los estoicos, que era sin embargo la menos cor
rompida de la antigüedad, profesaba tambien la horrible máxima
de que la verdadera sabiduría debe contentarse con tener un pe
queño número de sectarios, evitando cuidadosamente la multitud.
. La filosofía antigua y moderna ha mirado siempre al pueblo con
un soberbio desden, con un insultante menosprecio : nunca ha
tenido cuidado de ilustrarlo ni de darle á conocer la verdad : ja
más ha hecho cosa alguna para sustraerlo, para arrancarlo de la
tiranía de la supersticion ni de la supersticion de la tiranía . La
razon es, hermanos mios, porque sus doctrinas no son las
creadas para todos. La Iglesia es la sola heredera de la mision
que Jesucristo ha dado á sus apóstoles, de esta mision por la
cual Jesus les ha dicho : « Id, predicad por todo el mundo ; no
esceptueis á nadie, á ningun pueblo, á ningun sexo, á ninguna
edad de la participacion de mi enseñanza. Asi como la luz natu
ral luce para todo el universo, del mismo modo á todo el uni
verso debe iluminar mi doctrina. »
Desde entonces la Iglesia se ha apresurado á hacer extensiva
su enseñanza á todo el mundo : desde entonces no han faltado
nunca obispos, sacerdotes, religiosos, ni aun seglares, asi
como vírgenes sublimes que se destierren voluntariamente de sus
284 INSTRUCCION RELIGIOSA.
familias, de su patria á través del dilatado Océano por medio de
tierras desoladas, de los horrores de los climas, de la ferocidad
de las bestias montaraces y de la barbarie de hombres mas fe-
r ees que las bestias ; y en fin arrostrando las persecuciones de
todos los gobiernos enemigos de la verdad, que se han trasladado
y se situan continuamente allí donde hay paganos que iluminar,
herejes que reconciliar, pecadores que convertir, ignorantes
que instruir, y pueblos bárbaros que civilizar.
¡ Qué ventura, hermanos mios, qué grande, qué edificante
es para vuestra Francia la de hallarse en primera línea en esta
falange que perpetúa y unlversaliza la enseñanza cristiana por
todo el mundo ! ¡ Oh ! Sí. La Francia, el dinero de sus hijos, el
celo de sus misioneros, el heroismo de sus vírgenes, la sangre
de sus mártires, es quien en este momento propaga la enseñanza
cristiana, la enseñanza católica por todo el universo con la glo
ria del nombre francés : ¡ cuán buenos son los piés de esas gen
tes, de esos ángeles de paz que van evangelizando por todo el
mundo los beneficios de la fe y las ventajas de la civilizacion
cristiana ! Quam speciosi pedes evangelizantium pacem, evange
lizantium bona! (Rom., x, 1 5).
Estas conquistas serán durables. ¿ Dónde están las que al
principio de este siglo obtuvisteis con vuestra valiente espada ?
¡ Han desaparecido t ¡ De ellas nada queda ! Pero las conquistas
de la civilizacion y de la fe ¡ ah ! permanecerán siempre para
atraer sobre vosotros y vuestro páis la bendicion de Dios y las
alabanzas de los pueblos. ¡ Francia ! ¡ Hija amada de la Iglesia !
tan confianza, no temas ya: los vientos se llevarán las predic
ciones de los falsos profetas que anuncian tu cáida en la barba
rie. No, no : un páis como la Francia, que ha desarrollado el
cristianismo hasta sus mas lejanos fines ; un páis como la Fran
cia, empapado en la verdad cristiana, hasta el punto á que al
canza la verdad católica, aun en sus errores ; este páis no puede
volverse bárbaro. No ; Dios es demasiado justo, demasiado mise
ricordioso para permitir que podais perder con la verdadera re
ligion, la verdadera civilizacion que á precio de tantos esfuer
zos, de tantos sacrificios trabajais por propagar y asegurar en
todo el universo.
La enseñanza católica es universal por su naturaleza, porque
está instituida para todo el mundo ; asi es que por todas partes
se la halla espontáneamente recibida. El paganismo, el islamis
mo, la herejía no se han extendido ni establecido sino por el
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 285
hierro, la cuchilla, la fuerza material. Ni un solo pueblo, ni una
sola nacion puede citarse que haya sido desgajada del estandarte
de la Iglesia por otros medios.
Solo la doctrina católica es la admitida con libertad por toda
la tierra. Vedla en la reunion de doscientos ó trescientos millones
de personas, contando entre ellas como pertenecientes al espí
ritu de la Iglesia todos los pueblos cismáticos que lo son de buena
fe y segun las máximas de la teología católica ; que no saben
la causa de su separacion ; que han entrado en la Iglesia por el
bautismo, y que no han salido, porque no se sale de ella sino por
la obstinaciony la mala fe. Estos pueblos pertenecen pues al espí
ritu de la Iglesia, aunque separados exteriormente de su cuerpo,
así como en la Iglesia hay muchos católicos que perteneciendo
al cuerpo de ella, están separados de su espíritu.
Asi pues, nosotros tenemos trescientos millones de hombres
que pertenecen á la Iglesia, que componen la Iglesia, y que creen
libremente lo que la Iglesia enseña. El papa no envia ni ejércitos
ni armadas para conquistarle el mundo a la Iglesia : sus envia
dos no son otros que pobres sacerdotes, pobres misioneros que
no tienen otra gloria que la cruz, otro código que, el Evangelio,
otra riqueza que su virtud y su fe ; pues bien, no hacen mas que
mostrarse á los pueblos, y al presentarles la cruz, al explicarles
sus misterios, los pueblos caen de rodillas, adoran la cruz, y re
ciben la enseñanza de la Iglesia católica sin habervisto á Roma y
sin haber conocido al papa, y se someten espontáneamente por
espíritu de obediencia y de gracia. Vosotros buscareis la causa
de ello en el prodigio de virtud de estos ángeles terrestres y en
la virtud de sus prodigios ; pero la virtud de los prodigios y los
prodigios de la virtud es la obra de Dios; por consiguiente, esta
doctrina es divina y la obra maestra del poder de Dios.
La enseñanza católica es universal, porque es admitida libre
mente : universal, porque existe por sí misma en todo el universo.
El paganismo , el mahometismo , la herejía no existen sino
porque estas instituciones religiosas han sido engeridas en las
instituciones políticas de aquellos estados en que están en vigor.
Si el estado, si los gobiernos, si los príncipes abandonasen un
instante estas instituciones religiosas, quedarian reducidas á
polvo. ¿Dudaríáis vosotros, hermanos mios, que si el empera
dor de la China apartase los obstáculos políticos que su gobierno
opone á la propagacion del Evangelio : dudais vosotros que la
China en pocos años no se convertiria al cristianismo ? Pues bien,
28G INSTRUCCION RELIGIOSA.
lo mismo sucederia con los mahometanos, con los herejes. Ved
la Inglaterra : apenas el gobierno ha concedido la mas pequeña
libertad al catolicismo, cuando el catolicismo invade ese reino, y
escita los gritos de la hipocresía anglicana , los gritos de esos
ricos prebendados, que indiferentes á los errores de los pueblos,
temen únicamente que el pueblo conozca la verdad.
Ved cómo se propaga incesantemente el catolicismo ; cómo
presagia el acrecentamiento de su poder, y hace tremblar á sus
cobardes perseguidores. Esto prueba que la doctrina católica es
la sola que existe por sí misma en toda la tierra.
La Iglesia no mendiga la proteccion de los príncipes ni los so
corros de los gobiernos : el cisma y la herejía son quienes se
ven arrodillarse ante los príncipes pidiendo á una mujer el ruedo
de su vestido, al czar un trozo de su manto imperial para cubrir
su desnudez, y pidiendo la proteccion de la espada.
La Iglesia no pide á Dios y á los hombres mas que la libertad ;
no solicita de Dios la riqueza ni la proteccion de los poderosos
del mundo : nada puede hacer de estas cosas : se basta á sí misma,
porque conoce su divino origen : no quiere sino la facultad de
obrar, no ruega á Dios mas que porque cesen las trabas, los impe
dimentos y las dificultades, ni le pide otra cosa que la libertad.
En segundo lugar, la enseñanza católica es universal, porque
desde su nacimiento fue instituida para todo el mundo y recibida
libremente por todas las gentes, subsistiendo por sí misma : asi
como es la sola inmutable é incorruptible, propiedades por las
que es parecida á la luz.
Hermanos mios, entre todas las criaturas sensibles, la luz es
la única inmutable é incorruptible : todo cuando nace está sujeto
á la corrupcion : solo la luz es la que no sufre variaciones en la
duracion de los tiempos, no se altera nunca por la extension de
los lugares que ilumina, ni jamás la ensucian los sitios que atra
viesa. En nuestros hermosos dias de primavera, la luz material
está tan clara, tan pura, tan viva y tan virgen como el primero
que se la vió nacer á la voz de Dios, diciendo. Fiat lux.
Tal es la enseñanza católica. Ved ahí, que establecida en el
mundo diez y nueve siglos hace, se conserva hoy con la misma
pureza, con la misma virginidad, con el mismo esplendor que en
aquellos primeros dias en que fue revelada por el Dios redentor.
Doscientos treinta pontífices se han sucedido en la cátedra de san
Pedro ; pues bien, cuantas veces han abierto la boca para hablar
á la Iglesia como maestros suyos, otras tantas se han explicado
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 287
del mismo modo respecto á todas sus verdades : han estimulado
de la propia manera al ejercicio de la virtud, censurado los er
rores y condenado todos los vicios. Este hecho único (porque es
necesario obrar de buena fe : la historia es la que nos lo testifica),
este hecho único, inaudito, increible é incomprensible, pero cierto,
de tantos hombres sujetos á las mismas alucinaciones de la ra
zon, á los mismos arrebatos de las pasiones, de tantos hombres
en costumbres, en talentos, en capacidad, en ciencia y en len
guaje diferentes que han hablado siempre de una suerte igual,
de cuyos labios no ha salido jamás ni una sola palabra que se re
sienta del error ni que sea favorable á los vicios ni á las pasio
nes, y por cuya boca la enseñanza ha sido siempre verdadera
y santa, por mas que alguno de ellos haya estado muy lejos de
pertenecer á la gerarquía de los santos : este hecho único prueba
que existe una fuerza oculta, una fuerza secreta que perpetúa
la doctrina de la Iglesia, así como el poder de Dios conserva
siempre virgen, siempre brillante la luz material en el mundo.
Tal es pues el sentir de san Ambrosio.
San Pablo, en el texto que ya os he citado, ha dicho que la
luz material es la figura de la enseñanza espiritual de la fe ; y
ha añadido en dos palabras, « que esta enseñanza de la fe no es
verdadera, sino por cuanto refleja los rasgos del rostro de Jesu
cristo sobre su Iglesia. »
Asi, la luz material no es otra cosa que la reflexion del rostro
de Dios creador, dice san Ambrosio. Deus vidit lucem, el vultu
suo illuminavit ; y del mismo modo, la luz espiritual de la cien
cia de Dios que radia en la Iglesia y por la Iglesia, no es, segun
nos dice san Pablo , sino el reflejo del rostro de Dios redentor :
Ad illuminationem scientice claritatis Dei, in facie Christi Jesu
(II Cor., iv, 6). Asiila Iglesia, mulier amicta sole (Apoc, xn, 1),
es la imágen del Verbo, como el Verbo es la imágen del Padre.
¿Es pues admirable que su enseñanza sea pura siempre, siempre
la misma, siempre santa, siempre perfecta, toda vez que Jesu
cristo está de continuo presente en la Iglesia segun lo prometió?
Ecce ego vobiscum sum usque ad consummationem sceculi : ¿ toda
vez que Jesucristo está mirando siempre á la Iglesia, siempre re
flejando en ella su divina luz, y manteniendo esta luz en ella
perpetuamente pura ?
Por esto, hermanos mios, en las santas Escrituras se llama
á la Iglesia la ciudad misteriosa que sin necesitar de antorcha, su
lámpara esla luz de Dios : Lucernuejus est agnus (Apoc, xxi, 23) .
288 INSTRUCCION RELIGIOSA.
Las demas religiones, aunque se sostienen en el mundo, lo
verifican de un modo bien diferente que la religion y la ense
ñanza católica, porque yo os he hecho observar en otra oca
sion que todas las religiones del globo se reducen á estas tres
categorías : religiones sensuales (el mahometismo y la idolatría)
religiones del orgullo (las heréticas y el protestantismo) y la re
ligion católica. Como las religiones sensuales tienen la inmuta
bilidad, siempre son las mismas, siempre inmutables, pero care
cen de la variedad. Las religiones del orgullo, los errores del
protestantismo y de las herejías, tienen la variedad, una varie
dad prodigiosa, pero carecen de la inmutabilidad como era con
siguiente. No hay mas pues que la doctrina católica que reuna á
un tiempo la inmutabilidad y la variedad, ni hay otra que ob
serven trescientos millones de hombres de diferentes costumbres
é idiomas esparcidos por la faz de la tierra, por trescientos mi
llones de hombres que todos profesan el mismo símbolo en distin
tas lenguas, y que todos ofrecen á Dios el mismo sacrificio con
diversos ritos.
La unidad en la variedad, la variedad en la unidad, en la in
mutabilidad, es otro carácter de la enseñanza divina.
En fin, la doctrina de la Iglesia es la única completa y fiel.
Este será el objeto de mi segunda parte.

El hombre, á falta de la luz natural, ha sabido fabricarse por


una infinidad de medios la luz artificial ; pero esta luz artificial
no se extiende mas que á muy corta distancia. Se consigue ilu
minar una habitacion, una calle, una plaza, una ciudad, entre
tanto que lo restante permanece en la oscuridad. Lo mismo su
cede en el orden espiritual. Sustrayéndose el hombre de la ense
ñanza divina, de la enseñanza religiosa, que es para su enten
dimiento lo que la luz natural es para su vista, pierde la luz en
el orden espiritual que no posee sino por el verbo que dijo : Lux
vera quce illuminat oinnem hominem venientem in hoc mundo ;
pues bien : á falta de la luz de la enseñanza divina, el hombre
se crea por su inteligencia luces artificiales ; pero estas luces ar
tificiales son de una extension muy limitada.
Santo Tomás ha observado que aun aquellos filósofos que han
conocido y admitido la unidad de Dios han estado sin embargo
muy lejos de conocer todos sus atributos como el de que es el
ser de la mayor perfeccion : Non omnibus dicentibus Deum esse,
Deus est id quo nihil perfectius cogitari potest.
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 289
Lo mismo sucede respecto á la inmortalidad del alma. Aque
llos filósofos que creian y que creen que el alma es inmortal, no
miraban esta verdad, segun nos lo asegura Ciceron, sino como
una duracion mas ó menos permanente del alma despues de la
muerte. Permanere animos arbitramus ; pero ellos estaban muy
lejos de conocer el verdadero estado del alma despues de la
muerte : estaban muy distantes de idearse cuánta es la felicidad
del alma despues de la muerte con la vision de Dios, con su po
sesion, con su semejanza : se hallaban muy remotos de saber que
su desdicha es la de estar separados de Dios, porque siendo Dios el
único bien, el bien soberano que se encuentra fuera de este mun
do, con su pérdida se pierden todos los bienes y se condena uno
á todos los males. Estaban muy lejos de comprender todo esto,
porque, dice santo Tomás, la razon humana, como luz artificial,
es muy imperfecta para la inteligencia de las cosas divinas : Ra-
tio humana in rebus divinis est multum deficiens.
La doctrina católica, luz natural del alma, os da conocimiento
de Dios, del hombre y de sus deberes del modo mas cumplido
y perfecto. El cristiano que está instruido en su catecismo, sabe
todo cuanto le es necesario saber, conoce cuanto le es necesa
rio conocer, ve y cree cuanto le es indispensable creer y ver. Sin
recurrir á las vanas opiniones de los hombres, comprende cuanto
le es preciso para vivir honradamente y salvar su alma despues
de su fallecimiento.
No solamente es la luz natural la que todo lo ilumina, sino la
única que lo hace con fidelidad. La luz artificial, ademas de no
extender sus resplandores á una larga distancia, es engañosa é
infiel. La que se enciende durante la noche, frecuentemente equi
voca, porque adultera los rasgos, las formas y los colores de los
objetos. Asi se dice : « es necesario ver esto á la luz del dia; »
de consiguiente la luz del dia es la única que representa una
gran multitud de objetos, haciéndonoslos ver con sus rasgos,
sus formas y sus verdaderos colores.
Igualmente sucede con la luz sobrenatural de la enseñanza
cristiana. Esta luz divina es la única que nos hace ver en su es
tado natural los objetos que están distantes de nosotros ; y así
como la luz material nos hace distinguir los objetos materiales
por medio de la reflexion, del mismo modo la luz divina del Ver
bo, reflejándose en las sublimes verdades, en los grandiosos ob
jetos del entendimiento humano, nos los aproxima y nos los pre
senta haciéndonoslos ver en toda su verdad.
S. M. I. 19
290 INSTRUCCION RELIGIOSA.
Fuera de esta doctrina, las verdades mismas de los filósofos
y de los protestantes se encuentran siempre mezcladas de erro
res. Vedlo aqui, tratándose únicamente de Dios. Jesucristo dijo
á la mujer de Samaria : « Vosotros los samaritanos, separándoos
de Jerusalen por la política, habeis perdido el conocimiento de
las verdades religiosas y trastornado la idea de Dios, del Dios
verdadero, porque ese que vosotros adorais es un Dios que no
existe : únicamente los judíos son los que han conservado la
idea pura de Dios y del culto que le es debido : » Vos adoratis
quod nescitis ; nos adoramus quod scimus (Joan., iv, 22) : por
estas palabras Jesucristo, dice Origenes, ha querido indicar que
solo la Iglesia posee el conocimiento verdadero, legítimo, pre
ciso y cierto de Dios, de sus atributos y del culto que se le debe
rendir : Dixit hoc de Ecclesia, in qua est adoratio Dei et Deo
congrua (Homil. in Joan.).
Respecto á los filósofos, vosotros sabeis de qué manera han
dispuesto de Dios : le han visto en todas las cosas menos en sí
mismo ; á veces lo han hecho todo de él, á veces han dicho que
Dios no era nada ; aun los protestantes, segun lo observa Teo-
filato, y los herejes de todos los tiempos han trastornado siempre
la idea de Dios. Multi putant Deum adorare, nonrectam de Deo
notionem habentes, sicut Itceretici (In Joan.). Los antiguos ma-
niqueos despojaron á Dios de su presciencia : los nestorianos, de
su bondad. En los últimos tiempos los luteranos han hecho de
Dios un ser estúpido, y los calvinistas un ser cruel. La herejía,
hermanos mios, no es otra cosa que la alteracion de la idea sin
cera y legítima de la divinidad.
Por consiguiente, los que pertenecemos á la Iglesia católica
podemos decir á esas gentes que están fuera de ella : Vos adora
tis quod nescitis. No conoceis al Dios que adorais porque no
existe. En la Iglesia católica es donde únicamente se encuentran
las ideas justas, sinceras y precisas de Dios : solo los católicos
en el mundo conocemos y confesamos á Dios como un ser sin
igual en naturaleza, trino en personas, absoluto en existencia,
independiente en accion, todopoderoso en su palabra, y en su
duracion eterno. Solo los católicos conocemos á Dios como un
ser siempre antiguo sin tener edad, siempre nuevo sin princi
pio, siempre independiente sin variar, siempre inmutable, pero
obrando siempre. Como un Dios compasivo, pero sin debilidad;
que se arrepiente, pero sin sentimiento ; que castiga, pero sin
cólera, y que recompensa, pero sin parcialidad. Los católicos,
ENSEÑANZA DE LA IOLESIA, ETC. 291
hermanos mios, somos los que conocemos á Dios como á un ser
siempre subsistente, sin que ningun espacio le mida; que se ha
lla en todas partes sin circunscribirse á ninguna ; que todo lo
prevee, sin que ninguna prevision le perturbe ; que lo mueve to
do, sin que el movimiento lo altere ; que todo lo gobierna sin
particularizarse en ningun negocio ; que todo lo hace, sin que su
accion le fatigue ; que á todo se humilla, sin que le degrade la
humillacion ; dándose á todos, sin empobrecerse por sus donati
vos, y comunicándose por entero, sin hacerlo jamás de ninguna
parte de sí mismo. Solo nosotros conocemos en ese Dios la ma
jestad de su ser, la santidad de su naturaleza, lo profundo de su
sabiduría, la sinceridad de su justicia, la abundancia de su mi
sericordia, la economía de su gracia, las riquezas de su bondad.
Solo nosotros conocemos la majestad del Dios creador, el sacri
ficio del Dios redentor, los dones del Dios santificador. Nosotros
solos conocemos en ese Dios la entidad perfecta por la cual existe
todo lo criado, existiendo ella por sí misma, siendo dichosa por
sí misma, bastándose á sí propia como perfectamente infinita é
infinitamente perfecta.
Nosotros, hermanos mios, somos los que podemos decir : ¡ Oh !
cuán bueno, cuán sublime es el Dios de la fe ! ¡ Cuán piadoso
es el Dios de la razon ! La deidad de la herejía , la de los filó
sofos que se burlan de la religion, es una deidad quimérica, fan
tástica, imaginaria, falsa, ó cuando menos una deidad incompleta
é imperfecta. El Dios que nosotros conocemos es el Dios de la
fe : aquel que nuestras virtuosas madres nos enseñaron á cono
cer desdo nuestra infancia, ese Dios es el Dios verdadero, el
Dios cumplido, el Dios perfecto.
Por consiguiente, podemos decir á todas esas gentes separa
das de la Iglesia : Dios es siempre para vosotros un Dios no co
nocido, ignoto Deo; vosotros, ni conoceis á Dios, ni honrais á
otro que al Dios del error, al Dios nada. Nosotros adoramos y
conocemos al Dios real y verdadero : Vos adoratis quod nescitis,
nos adoramus quod scimus. ¿Y porqué?
Porque, convenceos, la doctrina de la Iglesia es divina,
porque es la únicamente necesaria, fácil, universal, inmutable,
completa y fiel, y porque solo Dios ha podido formarla con se
mejantes calidades.
¡ Oh qué felices son aquellos, hermanos mios, que pertenecen
á esta Iglesia que el Evangelio de hoy nos pone á la vista en
obra ! Ved cómonos dice que Jesucristo , sentado en una mo
292 INSTRUCCION RELIGIOSA.
desta caballería, rodeado de sus apóstoles, precedido de un nu
meroso pueblo y seguido de otro, camina hácia Jerusalen, que sig
nifica vision de la paz; hácia la Jerusalen terrestre que
simboliza la Jerusalen celestial.
Estas dos multitudes de pueblo, la una precediendo y la otra
siguiendo á Jesucristo, significan, dice san Gerónimo, los dos
pueblos que han creido en el Señor antes y despues de la pro
mulgacion del Evangelio, y que han confesado al Señor asi an
tes, como verificado su advenimiento, por la voz concordante
de su testimonio. Significant utrumque populum qui ante et qui
post Evangelium Domino crediderunt , concordi Jesum confessio-
nisvoce laudantes (In Matth.). Ahora bien ; ved como los pue
blos se alegran : todo el mundo grita : Hosanna ! palabra que sig
nifica : « Señor , os rogamos que nos salveis. » Todos llevan
en las manos la palma de un lado, la oliva de otro : la palma,
que significa el triunfo conseguido por los verdaderos justos so
bre la carne, el mundo, el demonio y sus pasiones ; la oliva,
símbolo de la paz alcanzada por aquellos en el combate entre su
alma y Dios, entre su alma y su alma misma.
Ved esta multitud que se despoja de sus vestidos, los arroja
por el suelo, y entapiza con ellos la carrera que debe recorrer
Jesucristo. Esto significa que los santos de ambos testamentos
se han desprendido siempre de sus malas costumbres, de sus bie
nes, de su fortuna y aun de su vida, sacrificándose á los piés
de Jesucristo por el triunfo de su religion ó por socorrer á los
pobres. De esta manera, la Iglesia militante camina hácia el cielo
para llegar al término en que adquirirá el título de triunfante.
¡ Oh, cuán hermosa es, hermanos mios, esta sociedad, esta
compañía ! Ved en ella las santas vírgenes, los patriarcas, los
profetas, los apóstoles, los mártires, los doctores, los confesores :
allí se encuentran los justos de todos los tiempos, de todos los
parages, de todas las edades, de todas las condiciones y de todos
los sexos : alli las almas predestinadas siempre fieles al verdadero
Dios y que han conocido, adorado y servicio á Jesucristo que es
el Mesías verdadero. ¡Ai cuán sincera es la alegría en compa
ñía semejante ! ¡ Cuán profunda la paz ! ¡ Cuán seguro el paso !
¡ Cuán intrépida la marcha ! ¡ Cuán puras las intenciones, eleva
dos los sentimientos, santas las acciones y perfecta la vida, por
que los ilumina la fe, la esperanza los realza, la caridad los in
flama, la gracia los sostiene y la union celestial los consuela !
Apresurémonos, hermanos mios: el tiempo pasa, el mundo des-
ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, ETC. 293
aparece, se pierde la vida, la muerte se aproxima, y la eternidad
nos llama. Aqui somos peregrinos de Dios, dice san Pablo, pe
regrinos del cielo : peregrini et hospites (Hebr., xi, 13).
Apresurémonos pues, ya que aun es tiempo, á introducirnos
en las filas de esta ciudad. Si no se nos admite como inocentes,
encontraremos un pequeño lugar entre los penitentes. Jesucristo
no rechaza á ninguno de los que le siguen. Apresurémonos en
estos santos dias á ocuparnos de nuevo en las prácticas de nues
tra religion y de nuestra fé ; y por la confesion del dogma ca
tólico, por el cumplimiento de los preceptos de la Iglesia, por el
ejercicio del culto católico tratemos de unirnos á Jesucristo , de
caminar con él, de ser dirigidos por él por sus apóstoles y por
su Iglesia. De esta suerte, despues de haber vivido en la santi
dad, en la paz y en la consolacion durante la existencia, llega
remos en la hora de la muerte A la compañía de Jesucristo con
la paz en el corazon, el hosanna ! en los labios, y cantando el
himno de la esperanza, vencedores en la tierra, podremos en
trar triunfantes en el cielo : que Dios nos lo conceda.
EDUCACION CRISTIANA.

POR 8. E. I. EL CARDENAL WISEMAN.

Bonum est viro cum portaterit jugum


ai adolescentia sua.
(Lament., iii, 27.)
Beneficioso es al hombre llevar el yago
de su juventud.

Dios todopoderoso ha querido, muy amados hermanos mios,


hacernos dependientes unos de otros en nuestras mas urgentes é
importantes necesidades. El elevado rango que el hombre ocupa
en el orden de la creacion, lejos de sustraerle áesta ley de depen
dencia y de relaciones, parece al contrario sujetarle mas á ella,
de tal suerte que cuanto mas descendemos sucesivamente hácia
las clases inferiores de los objetos creados, se hace menos es
tricta y menos absoluta. De aquí se deduce que el hombre en el
estado de áislamiento todo es en él debilidad é impotencia, sién
dole necesario que sus semejantes le presten su asistencia, y le
tiendan una mano de socorro.
Si tomais la semilla de una planta y la sembrais en un terreno
á propósito, aunque ninguna relacion tenga con el páis de que
aquella es indigena, brotará á su tiempo, y llegará á la misma
perfeccion que lo haria en su suelo originario, por muy lejanas
que sean las regiones á que haya sido transportada. Los anima
les nacen completamente provistos del instinto necesario á la
conservacion de su existencia, sin que hayan recibido ninguna
leccion de los que les han dado el ser : se separan inmediatamente
EDUCACION CRISTIANA. 29o
de estos, ó si les deben algunos cuidados en los primeros instan
tes, no tardan en seguir sus propias inclinaciones, y en vivir de
la misma manera que los animales de su raza y de su género
que les han precedido. La abeja revoloteadora va guiada por un
infalible instinto á recoger la miel y no las sustancias venenosas
que existen en las flores que matizan los campos : la industriosa
hormiga terminará su obra y construirá sus celdas y sus mara
villosas galerías con la misma precision y habilidad que las que
en tiempo de Salomonscproponian como ejemplo á los perezosos.
Si algunas especies necesitan, durante los primeros períodos de
su existencia, de la asistencia de sus padres para su alimentacion
ó para el entero desarrollo de las fuerzas necesarias al ejercicio
de sus facultades, es seguro que este desarrollo será completado.
No asielhombre, á quien no solamente deberán velar sus padres
por él durante los primeros meses de su infancia, y aun, como
sucede con algunas especies de animales, ínterin los primeros
años de su existencia, sino que, por lo mismo que está dotado de
facultades mas eminentes, y destinadas para objetos de un órden
mas alto, por lo mismo es mas lento y graduado el progreso con
que aquellas se desenvuelven hasta llegar al término de su cre
cimiento físico y corporal.
Tambien notareis, hermanos mios, cuánto influyen en las
producciones de una clase inferior (obra igualmente de Dios) los
cuidados de una superior inteligencia para perfeccionarla, y que
llegue á adquirir un desarrollo mas completo de sus facultades.
Ved á un hábil jardinero, como no solamente acelerará el cre
cimiento de una planta, sino que hará que sea mas bella, y que
produzca frutos mas abundantes, mas sabrosos y nos sanos que
si la hubiera dejado sin cultivo.
Bien sabeis hasta qué punto podemos, para nuestras diferen
tes necesidades, utilizar la sagacidad de los animales educándo
los de pequeños : vemos al generoso caballo adquirir en sus
movimientos una nueva elegancia, un vigor mas crecido en sus
pasos, una violencia mas rápida en su carrera, una docilidad
admirable en sus relaciones con su dueño, si desde los primeros
instantes de su existencia ha sido confiado á la disciplina saluda
ble y prudente de los que saben cuáles son los medios de que se
han de valer para que llegue á adquirir tales cualidades. ¿ Con
cuánta mas razon, el hombre, cuyo simple desarrollo corporal pide
tantos cuidados y tantas precauciones, no debe exigir de educa
cion, de cultura y de vigilancia para que lleguen á entera raadu
296 INSTRUCCION RELIGIOSA.
rez, y se desenvuelvan completamente los dones intelectuales que
le han cabido en parte, la inteligencia que le hace casi semejante
á los ángeles, el alma que lo eleva casi hasta á Dios, los afec
tos que pueden reconcentrarse en el estrecho círculo del egoismo,
ó extenderse por el cielo admirable y sin límites de un amor
universal; en una palabra, que de una criatura errante en la
tierra, de un animal obediente á sus costumbres y á sus instintos,
se hace un ser inteligente, racional, virtuoso é inmortal? Sí,
hermanos mios : lo que un cultivo inteligente es á la tierna plan
ta, y una hábil direccion al joven animal, es al niño la educa
cion ; y en favor de ella , cuyos beneficios se extenderán no á
uno, ni á dos, ni á algunos, sino á cientos y á millares de nues
tros semejantes, vengo yo hoy á presentarme ante vosotros.
Sí : ante el altar de Dios, en su nombre y bajo sus auspicios
vengo á defender su causa y á solicitar para ellos los impulsos
fecundos de vuestra caridad, de vuestra generosidad y al propio
tiempo á estimular vuestro celo religioso en favor de tantos ni
ños como pertenecen á esta parroquia tan pobre y tan exhausta
de recursos, y que no pueden participar de dones tan preciosos
sino por la caridad y la generosidad de aquellos á quienes Dios
ha concedido mayor porcion en los bienes de este mundo.
Pero ¿á qué fin se dirige esta educacion que la Iglesia católica
desea extender ? Al cumplimiento de la regla que el inspirado
profeta promulga en las palabras del texto que os he citado :
«Beneficioso es al hombre, nos dice, llevar el yugo desde su ju
ventud. » La educacion única provechosa es la que impone un
yugo á la juventud desde sus primeros años, y la acostumbra á
sobrellevarlo con dulzura y paciencia, de suerte que el uso lo
hace totalmente habitual, y despues en el discurso de la vida
nos lo conserva de buen grado ó de malo, cesando de sernos pesa
do y penoso. En otros términos, ella se reduce á sustituir el yugo
pesado de las leyes de la naturaleza y de la sociedad (que para
los que contemplan estas cosas con los ojos de la fe se nos han
impuesto por una sábia y benévola prudencia); á sustituir,
digo yo, el yugo dulce y agradable de Cristo, de quien él mis
mo dice : « Mi yugo es dulce y su peso ligero : » ella consiste
en fin, en imprimir profundamente en el alma los principios reli
giosos que la predisponen á sus deberes, y á las privaciones ane
jas á la situacion en que Dios nos ha colocado, y á que reconoz
camos la voluntad y la luz de Dios sometiéndonos á ellas en vez
de murmurar, y procurando con todas nuestras fuerzas santificar
EDUCACION CRISTIANA. 297
las y bendecirlas, por mas que nuestra naturaleza repugne so
portarlas.
Y aquí encontramos dos especies de peligros respecto á la
educacion, sobre los cuales debemos vigilar mucho ; porque, her
manos mios, no se trata de si debemos ó no instruir á nuestros
hijos, sino de situarlos de tal modo que queden en medio de dos
extremos opuestos, ambos viciosos. Por una parte hay el riesgo
de dejarlos sin educacion alguna, y por otra el peligro (que no es
tal vez inferior) de que reciban una educacion perniciosa y fe
cunda en resultados sensibles. Nuestro deber es el de buscar el
modo de navegar entre dos escollos, y de proporcionar á nues
tros hijos una instruccion perfectamente provechosa ; luego en la
línea intermedia se encuentran solo los principios verdaderos que
pueden enseñarles á llevar el yugo desde su juventud ; y por mas
extraño que esto parezca, fuera de la línea intermedia, tanto el
uno como el otro extremo tienden igualmente á sacudir ese yugo;
pero dejad desde luego sin cultura la razon del niño, sin ninguna
disciplina, abandonadle enteramente á sí mismo y decidme : ¿qué
será de él? Bien sabeis que por la corrupcion de su humana na
turaleza ha recibido los gérmenes y los elementos del mal. Sa
beis que no estando neutralizado por algun principio contrario, ó
no teniendo cuidado de hacer crecer en él plantas útiles, no solo se
cubre de malezas, sino que produce zarzas y espinas , ¡ efecto de
la primera maldicion lanzada sobre el corazon humano ! El hom
bre que por el pecado destruyó la hermosura de la faz de la tier
ra, destruyó igualmente la bondad de su alma; y si no prestais á
la infancia cuidados asiduos y constantes, suficientes á estirpar
y desarráigar sus malas inclinaciones cuando principian á germi
nar ; si no os tomais el trabajo de poner en lugar de ellas plan
tas firmes, sanas y vigorosas, que repriman esas malas yerbas y
las impidan crecer, se seguirá de aquí, que las viciosas inclina
ciones adquirirán bien pronto una fuerza incapaz de contrares-
tarle : invadirán el jóven corazon, se apoderarán enteramente
de él, echarán ráices tan profundas que la mano del hombre no
las alcanzará, se desenvolverán extendiendo á los lejos sus no
civos ramages, y su funesta influencia será fatal no solo al ado
lescente sino aun á los que se hallen en contacto con él.
Ya lo sabeis : no queda alternativa entre hacer al niño virtuoso,
ó dejarle convertir en perverso ; ¿y existe algun freno capaz de
sujetarle con alguna esperanza de buen éxito ? Hallareis recur
sos en la fuerza ; pero ¿ podrá reprimir siempre esas pasiones
298 INSTRUCCION RELIGIOSA.
que habiendo tomado un vuelo muy impetuoso reinarán despóti
camente en su alma ? Y ¿ que censura merecerán las acciones,
las palabras y los pensamientos del que ha sido completamente
abandonado á inspiraciones viciosas y desordenadas ? No debeis
pues esperar que exista en el corazon del niño ni un solo princi
pio que pueda servirle, de barrera. La ley de Dios le es desco
nocida, y si la conoce es para menospreciarla y desobedecerla,
y casi nunca, cuando los padres han descuidado la primera edu
cacion de sus hijos, nos es dado poner remedio á las fatales con
secuencias de su abandono prematuro. Bien pronto ejemplos
perniciosos los conducen no solamente á desobedecer las leyes
de la sociedad, sino aun á violarlas é infringirlas. Desde muy
temprano aprenden á cometer aquellos crímenes por los cuales
saben bien que serian castigados por las leyes de su páis, que
con no menos facilidad se enseñan á menospreciar y á hollar bajo
sus piés; y cuanto á la censura paterna, la sola idea de que es
tos niños han sido absolutamente abandonados á sí mismos, no
nos permite creer que pueda ejercer sobre ellos ninguna influen
cia. Asi este niño nunca llevó el yugo ni jamás aprendió nada
que pudiera darle á conocer el peligro de su posicion y la necesi
dad de mejorar sus disposiciones y de vencer sus pasiones. No
ha recibido ni un solo principio que le haga sentir el noble or
gullo y la honrada satisfaccion de haber triunfado de un mal
pensamiento, de una penosa inclinacion, ó de haber resistido á
la tentacion de cometer nuevas faltas ; y así el niño sin educacion
va creciendo en maldad y en obstinacion, y resiste mas y mas á
toda traba y á toda ley . Y ¿ qué podeis esperar de este niño cuan
do llegue á ser miembro de la sociedad? ¿Concebireis que será
buen padre y trabajador honrado ? ¿ Le creereis industrioso y
económico, cuando estos cualidades exigen el imperio de sí mis
mo, ni que consagrará su tiempo y su trabajo á algun objeto
particular ó á cualquiera industria en fin, estando como está esto
en oposicion con el estado desordenado en que pasó su niñez y
su adolescencia ? Ciertamente que no.
Y ved ahí, hermanos mios, á los que engruesan el tropel de
esos jóvenes infortunados, caer bajo la cuchilla de la ley víctimas
prematuras de la perversidad y del crímen. De ellos se compone
la multitud de esos desgraciados que pueblan nuestras cárceles,
que llenan nuestros presidios, y que la justicia reclama sin cesar
para recordar, por el ejemplo de su justo castigo, el respeto á
las leyes que han ultrajado. Sí, hermanos mios, los niños que
EDUCACION CRISTIANA. 299
hemos dejado crecer sin educacion son los que forman la mayo
ría de los criminales de este páis. Y cuando la mano de la justi
cia no puede alcanzarles, deja á esos proscriptos de la sociedad,
errando de cualquier- suerte en sus confines, buscar su subsis
tencia del modo que les es dado, bien por la astucia ó con mas
frecuencia aun por el crimen, escapando, es cierto, al castigo
que les es debido en este mundo ; pero corrompiendo mas y mas
á cada generacion que se sucede, y multiplicando esos vicios y
esos crímenes que son uno de los mayores lunares que afean este
siglo llamado muy particularmente el siglo de las luces.
Si pues consultamos los intereses de la sociedad á que perte
necemos y de la que nuestros hijos serán miembros algun dia,
debemos, hermanos mios, fijar principalmente nuestra atencion
en la educacion de esta generacion que se forma hoy privada de
este beneficio, y de la cual no podemos esperar sino los males y
los ataques de que nos ha sido ya preciso resistirnos ; porque
ademas de las disposiciones naturalmente malévolas del corazon
humano cuando está corrompido, debemos temer mayor habilidad
y una aptitud mas ingeniosa para variar y multiplicar los medios
de producir el daño, y merced á las cuales las personas privadas
aun de la instruccion duplican sus facultades para el crimen.
Yo sé que puede decirse que á los pobres se les facilitan los
medios para adquirir la instruccion, y que si sus hijos no reci
ben educacion alguna, debe acusarse solo á una culpable ne
gligencia.
Innumerables asociacionesjiay establecidas para propagarla :
piadosas instituciones bajo denominaciones de todo género abren
gratuitamente sus escuelas á nuestros hijos ; y hay un gran
número de padres que seducidos por las ventajas temporales
que ofrecen algunas de estas diversas instituciones, permiten á
sus hijos sacar de ellas su instruccion, cuando si escuchasen me
jor los intereses de estos niños, á costa de algunos esfuerzos y
de ligeros sacrificios los confiarian á la tutela y á la direccion
de la Iglesia de Cristo.
Sí, hermanos mios; cuando un niño es abandonado á sí
mismo sin educacion, no lleva el yugo desde su juventud ; mas
en cada una de las maneras de educacion á las cuales acabo de
aludir, hay que temer el mismo peligro, porque no creais ni un
solo instante que las asociaciones que sostienen el mayor número
de establecimientos de que ho hablado, lo hagan movidas por una
caridad pura y desinteresada.
300 INSTRUCCION RELIGIOSA.
Si se quisiese sencillamente y abstrayéndose de toda creencia
particular proporcionar á los niños los beneficios de educacion
moral, en lugar de inflar las listas de suscricion, con la idea de
que las escuelas atráigan los hijos de los católicos, se consagra
ría ante todo y generosamente una parte de lo que puede darse
para el sostenimiento de aquellas en que se sabe bien que la
educacion es tan moral, tan buena y tan virtuosa como lo era en
otros tiempos; sin hacerse á sabiendas autores de ese conflicto
entre la conciencia y el interés que se suscita en el alma de
los padres asi como en la de los hijos, cuando se hacen esfuerzos
para sacarlos de las escuelas católicas hácia las de cualquiera
otra secta.
Sí, hermanos mios : si interrogáráis á los que dicen : yo sus
cribiré á vuestra buena obra para que podais vestirlos niños, y
que los pobres católicos puedan enviar sus hijos á nuestras es
cuelas; si les preguntaráis porqué se muestran tan generosos en
favor nuestro, y ellos os respondieran en su alma y en su con
ciencia, os dirían : porque considero como un bien y una buena
obra sacar los niños católicos de sus propias escuelas para ha
cerlos educar en las escuelas protestantes. Y ¿porqué intervenis
vosotros en las creencias y en los íntimos sentimientos de estos ni
ños, cuando vociferais que vuestro primero y principal objeto es
el de darles la instrucción? ¿Habeis examinado su conducta en
nuestras escuelas ó fuera de ellas? ¿Les habeis preguntado qué
es lo que saben respecto al amor que deben á Dios, y sobre sus
obligaciones relativamente á sus superiores y á la sociedad? No.
; Ah ! ved aquí pues la causa secreta que os impulsa á obrar. « Yo
prefiero que sean educados sin impregnarse de lo que miro como
errores religiosos. » Y para dar á las palabras su verdadera sig
nificacion : « Yo no quiero que esos niños sufran demasiado
pronto el yugo de la fe. »
Ellos no quieren, hermanos mios, que vuestros hijos sepan
que hay una Iglesia á la que deben permanecer invariablemente
unidos á su doctrina y á sus prácticas, una Iglesia sola y única
en la tierra, una Iglesia católica y universal, y una Iglesia que
habla la palabra de Dios. No quieren que vuestros hijos sean de
esta manera instruidos : quieren, sí, que se les deje la libertad
de juzgar, segun el uso de ellos, y que con relacion á las sublimes
doctrinas de la fe no se guien mas que por las luces de su propia
razon y de su entendimiento : quieren, si les es posible, inspirarles
cierta antipatía hácia la religion de sus padres en que han sido
EDUCACION CRISTIANA. 301
criados : quieren en una palabra que estos niños no lleven desde
su juventud el yugo, que segun su idea, se hará sentir pesada
mente en todo el discurso de su carrera ; mas ellos declaran
(mucho menos de lo que hacen, y este no es uno de los menores
peligros de los planes de educacion moderna) porqué ; protestan
y proclaman abstenerse de toda instruccion religiosa ; no tener
ninguna intervencion en la religion de los niños ; no enseñar
ningun principio de fe ni de dogma ; dejar la direccion en esta
parte á sus padres ó á sus propios pastores ; y que no puede ha
ber peligro de seduccion ni ningun riesgo de perder sus creen
cias viniendo á nuestras casas; pero ¿qué es todo esto, herma
nos mios, sino una prueba, mas peligrosa aun para la infancia y
para la educacion? Separar dos cosas que antiguamente nunca se
consideraron susceptibles de dividirse, la educacion civil y la edu
cacion religiosa, es establecer una demarcacion completa entre
lo que los hombres deben enseñarles y lo que Dios les ha ense
ñado, es esforzarse para que rechacen en su juventud el yugo
que les hace considerar la religion como el primero y principal
objeto de su educacion, y cuyos principios son un freno perpe
tuo para cada mala inclinacion, para cada pasion arriesgada,
para todo aquello que pueda conducir al mal : es acostumbrar á
los niños desde la aurora de su razon á que noten, que mientras
con gran trabajo se reunen sumas inmensas para establecer es
cuelas, mientras que hombres de alto nacimiento y de una grande
influencia se consagran á la mision de hacer instruir los niños,
dejándoles conocer que todos sus esfuerzos se dirigen sola y
esclusivamente por el deseo de procurarles una educacion pu
ramente práctica, y con los conocimientos que puedan serles úti
les en las carreras ordinarias de la vida, esos mismos hombres
traten como una cosa secundaria y que debe dejarse casi al acaso
ó á la inclinacion del niño, esa ciencia mas grande, mas sublime
y mas necesaría, que le revela su eterno destino, y que le hace
conocer que habiéndole formado Dios á su imágen y semejanza,
debe vivir en este mundo de manera que se parezca á su divina
Majestad para poder ser feliz cerca de él en el cielo : enseñanza,
que desde que aparecen los primeros botones de los mas puros
sentimientos del corazon, los abre al amor del Salvador que des
cendió á la tierra desde el cielo, y que bajo la forma humana fue
niño como ellos, obedeciendo en todo, llevando el yugo con pa
ciencia, y por último sufriendo y muriendo por su amor.
¿ Cómo es posible que un niño sea educado en las verdades y
302 INSTRUCCION RELIGIOSA.
sólidos principios de la virtud, cuando se le manifiesta que to
dos los pensamientos que digan relacion á ella serán, al ins
truirle, excluidos enteramente de su espíritu? ¿Cómo no sor
prenderá que sin padres que cuiden de él, y sin tutor que le guie,
pueda ingeniarse de un modo ú de otro para aprender los
misterios y las doctrinas de nuestra le? No, hermanos mios : si
existe en los elementos de la sociedad moderna un mal que la
mentar mayor que cualquiera otro, es el de la separacion de la
primera educacion religiosa y la instruccion ordinaria : la una
solamente puede hacer útil á la otra. Si dieseis á un niño una
instruccion superior sin que la acompañase ningun principio de
moralidad capaz de contrabalancear las aspiraciones del amor
propio que se elevan sin punto determinado, lanzaríáis al mundo
un hombre ambicioso, avaro y descontentadizo, que miraría como
enemigos contra quienes debería armarse, á todos aquellos que
la providencia ha colocado en lo que el mundo llama una mas
alta esfera ; y cuando no es uno solo, sino millares de indivi
duos los que se hacen miembros del cuerpo social con semejan
tes disposiciones, debemos esperar que las calamidades de nues
tra época debidas en parte á estos falsos principios, tomarán
incremento hasta que el torrente adquiera demasiada impetuosi
dad para que sea paralizado por los diques que afortunadamente
le han contenido hasta aquí, y que si los salva, trastornará la
sociedad entera.
No es pues sábia la educacion que sustrae del yugo á la ju
ventud, y que deja á los niños la facultad de no conocer la reli
gion. De nuestro deber es dársela tal, que combinándose todo en
ella, sea su instruccion iluminada y dirigida por la religion, que
no solo forme el juicio de la juventud, sino que le enseñe la via
de la salud por la cual debe caminar ; y solo una educacion ca
tólica puede proporcionarles estas gracias, cuya posesion es tan
importante. Vosotros mismos, hermanos mios, vosotros habeis
recibido el beneficio de una educacion católica : sabeis, desde
vuestra mas tierra infancia, que la ley de Dios ha sido la regla
de vuestra conducta : os habeis acostumbrado á obedecer á los
hombres, porque conocíáis que de ese modo obedecíáis á Dios :
esto es lo que comparativamente os han hecho ligeros y fáciles
los trabajos y las dificultades de vuestros primeros años : así es
como el yugo que os parecia desde luego pesado y difícil de
soportar, se os hizo á la larga y por el hábito á lo menos tolera
ble, y cómo despues, cuando volvíáis vuestros pensamientos (se
EDUCACION CRISTIANA. 303
gun se os habia enseñado) hácia el ejemplo dado por vuestro
Salvador, que trabajó en su juventud para llegar por medio de
los sufrimientos á la madurez, sacásteis de esta contemplacion
tal fuerza de consolaciones y de gracias, que os han hecho so
brellevar con resignacion, y aun aceptar con reconocimiento,
muchas de estas cargas y de estas cruces que sin aquel auxilio
os hubieran parecido intolerables ; y entonces habeis podido re
conocer cuál beneficio ha sido para vosotros el de poseer estos
principios especiales y esta guia espiritual que la Iglesia sumi
nistra ácada uno de sus hijos. ¿Qué habríais hecho desde vues
tra infancia , si no se os hubiere acostumbrado á recurrir á los
ministros de Jesucristo cuando vuestra alma estaba oprimida por
el pecado, y á prosternaros á sus piés para implorar por su me
diación vuestro perdon y al propio tiempo la luz y la gracia que
os guiase ? ¿ Sabeis cuán útil os ha sido venir á recibir esta gra
cia fortificante que vuestro divino Redentor os concede por el
sacramento de su amor, en que os hace participantes volunta
riamente de todos sus méritos ? ¿ Sabeis cuan preciosas os han
sido en medio de los disgustos y de las inquietudes de esta vida,
las piadosas prácticas de la Iglesia á que os hallábáis acostum
brados; y cuánto en fin, este primer hábito en llevar el yugo
de Cristo en la verdadera Iglesia católica, se ha convertido para
vosotros en la gracia mas fecunda y mas señalada que Dios os
ha concedido? Y reasumiendo lo que va dicho : vosotros sentis
que vuestro completo bienestar, como católicos y como miem
bros dela verdadera Iglesia, está basado en vuestra primera edu
cacion (al menos que Dios por una gracia particular en tiempo
mas avanzado de vuestra vida no os hubiese llamado al seno de
su Iglesia á fin de que fuéseis instruidos, guiados y conducidos
enteramente por sus principios), y que solo en vuestra Iglesia y
en vuestras propias escuelas, es donde podeis esperar y ver que
vuestros hijos reciban una educacion capaz de acostumbrarles
al beneficio real y verdadero de la disciplina.
Seria aflictivo para mí que algunas de mis palabras resfriasen
en sus buenas intenciones y en su caridad á personas que aun
que no pertenecen á nuestra Iglesia, me consta deben ser ex
ceptuadas de la reprobacion que era de mi deber manifestar.
Hay, á Dios las gracias, un gran número de personas movidas
por los principios de una caridad mas liberal, las que, cuales
quiera que sean sus opiniones religiosas, sienten y proclaman
que es importante que nuestros hijos sean educados cuidadosa y
304 INSTRUCCION RELIGIOSA.
moralmente ; y que tienen ideas demasiado elevadas y senti
mientos demasiado generosos para reconocer que es preferible
ayudar á los católicos á que los eduquen bien, que á darles la
semi-educacion que pueden recibir en las escuelas de otra reli
gion ; porque ciertamente podreis hacer hipócrita á un niño, y
naciéndole ir á vuestros templos y á vuestras asambleas, cree
reis que le habeis arrancado poco á poco á la Iglesia de Dios ;
pero su corazon no está con vosotros. Le habeis seducido, y tal
vez por esto, se encuentre mas preparado á detestar un sistema
que puede de este modo exigir el sacrificio de su fe y de su
conciencia en cambio de algunas ventajas temporales y perso
nales. Si la fe del niño ha echado en su alma profundas ráices,
luego que la edad le haga repugnantes los hábitos deque le ha
beis cubierto, luego que su razon supere á la dosis de educacion
que le hayais procurado, volverá al seno de su Iglesia, y solo
deplorará, sufriendo por ello un remordimiento penetrante, los
muchos años que ha vivido en oposicion voluntaria con lo que
él sabia que era la verdad, y sometídose con doblez á prácticas
que su alma aborrecia. Y si tomais demasiado ascendiente sobre
él, ¿ qué vendrá á ser? Con solo un mes que haya sido discí
pulo de la Iglesia, no perderá jamás las primeras impresiones
de la infancia, y vendrá á reunirse con sus compañeros, sus
amigos y sus parientes fieles á su Iglesia ; y si esto no sucede,
le conservareis, sí, como miembro de vuestra congregacion,
pero frio, indiferente y de creencia problemática. Nada puede
ganarse por una ni otra parte, y mucho puede deplorarse y
sentirse por lo que se ha hecho.
En lugar de esas ideas limitadas y que yo llamo perniciosas,
será mejor para aquellos que aman los pobres, y desean verlos
instruidos, que auxilien á esta Iglesia que es pobre y á esos pa
dres que viven en la desnudez ; que dejen sus hijos que se edu
quen con fidelidad en la fe que les ha sido enseñada ; y si como
dicen , son casi indiferentes respecto á creencias con tal que los
principios de moral les sean enseñados, yo les convido desde
luego á que examinen el sistema seguido en nuestras escuelas,
que vean qué es lo que se enseña en ellas en orden á reconocer
los principios de caridad universal y de benevolencia hácia
aquellos que están ardiente y eficazmente grabados en sus tier
nos corazones : esos sentimientos de gratitud hácia sus bienhe
chores, de respeto y de obediencia á las leyes de la sociedad y
de su páis, y aun mas todavía, de sumision y de obediencia á
EDUCACION CRISTIANA. 305
la ley de Dios, que forma con el temor de quebrantarla el rasgo
mas relevante de su moral y el principio mas seguro de su vida.
Tengo la íntima conviccion de que ninguno de los que con es
píritu de caridad y de sinceridad examinen el carácter de la
educacion católica, considerará un deber el de dañarla, ó sus
traer los niños á su influencia.
Tal es, hermanos mios, la educacion en favor de la cual yo
clamo hoy. Una verdadera y sólida educacion católica que en
señe á vuestros hijos no solamente los conocimientos humanos,
sino con la que aprendan á conocer enteramente la ley de Dios y
la obediencia á sus mandamientos.
Yo espero que aquellos que pertenezcan á esta parroquia,
harán uso de todo su poder, de toda su influencia, y que se re
unirán y combinarán sus esfuerzos no solo de oficio, sino aun
con mas eficacia en las asociaciones que les ponen en el caso de
trabajar con energía, y utilizar todos los medios que pueden
ser legalmente empleados, á fin de que podamos no dejar ni un
solo niño de esta feligresía, sin procurarle el beneficio de una
verdadera educacion católica.
Si quereis, hermanos mios, atraer sobre vosotros las bendi
ciones de Dios, no lo conseguireis mas eficazmente que contri
buyendo á esta grande obra. Acordaos de que nuestro divino
Redentor ofreció la infancia á los apóstoles como un modelo que
debian, cuando menos, imitar. Nos dejó dicho, que cuanto
se hiciera en su nombre en beneficio de un niño pequeño, lo
consideraria y recompensaria como si fuera hecho á él mismo.
¡ Oh ! ¡ qué triste cuenta tendremos que dar de esos niños, si en
vez de modelos sirven de escándalo, y si en lugar de crecer en
la inocencia y en la simplicidad, dotes de su edad, se muestran
artificiosos, dispuestos al mal, y seguidos ya por el ojo vigilante
de la justicia desde el principio de su carrera : si en lugar de la
sencilla confianza que les lleva á creer todo lo que se les enseña
y á amar todo lo que es bueno, se manifiestan ya incrédulos,
desdeñosos, y rehusan someterse á las lecciones de sus parien
tes, y á las de la Iglesia en cuya fe fueron bautizados; si, en fin,
en lugar de servir de consuelo, son un peso y una carga !
¡Oh! alejemos de nosotros este vituperio, y pongámonos en
estado de presentar esos niños á las personas entre quienes vi
ven, como modelos de pureza y de inocencia y exentos de la cor
rupcion que les rodea. Mas esto no es aun demasiado : es nece
sario que se encuentre en nuestros hijos la imágen misma del
S. M. I. 20
306 INSTRUCCION RELIGIOSA. — EDUCACION CRISTIANA.
divino Redentor, hácia la cual elevamos las manos, y á quien
servimos cuando contribuimos á la educacion de sus niños. Per
suadámonos de que nos carga con el cumplimiento de estos
grandes deberes, por los cuales ha sido llamado, de manera
que el niño que á esta hora parezca no ser mas que un objeto de
abyeccion desagradable, aparezca revestido con la blanca luz
celestial, y circundado de la claridad divina que le comunica
aquel que es su tipo ; en cuyo estado nos pide, no en nombre
de la caridad sino en el de la justicia, le demos los medios de
llegar al supremo fin para que ha sido criado, que es la pose
sion eterna de Dios, diciéndonos que Dios todopoderoso ha
querido hacerle dependiente do la generosidad de los demas, y
asegurándoos con las dulces palabras de que se sirvió el divino
Salvador, que vuestra recompensa será grande en verdad por
el vaso de agua de que habla el apóstol ; pero que asi que le
abrais la fuente de la vida eterna en que se refrigerará eterna
mente, estareis seguros de tal recompensa, que todos los goces
de este mundo no podrán de ella dar una idea, y que nuestro
divino Redentor lo reconocerá como una deuda contraida por si
mismo. La satisfará generosamente en este mundo, no qu^zá
con bienes temporales (aunque no faltarán estos á aquellos que
respondan al llamamiento" de la caridad), sino concediéndoos la
alegría y la felicidad de que no carecereis pensando que habeis
pagado una deuda á los individuos mas pobres de la Iglesia de
Cristo. Y á la hora de la muerte, cuando echando una mirada
atrás penseis en las obras caritativas con que habeis embelle
cido vuestra carrera, ¡ ah ! entonces lo sereis mas abundante
mente todavía, remunerándoos en aquel momento en que la
caridad puede recibir su entera recompensa. En el reino de Dios,
allí donde la fe y la esperanza desaparecen, comprendereis que
la caridad es una virtud que os eleva mas seguramente hácia el
trono del Señor, y que hace salir de sus labios risueños el sa
ludo de bienvenida que concede á sus fieles servidores.
EDUCACION CRISTIANA.

POR EL lLm« CARDENAL UONNET,

AHZOBISPO de burdeos.

Sin lijarnos en las influencias particulares que ejerce el ma


trimonio en la educacion, principio este discurso sentando esta
verdad : Que todos los matrimonios deben de ser puros y reli
giosos, y que asi es como se experimenta la realizacion de la di
cha entre los esposos, y entre estos y sus hijos. La educacion está
en gérmen en el matrimonio, y es muy justo bendecir al Salvador
por haber elevado á la dignidad de sacramento el compromiso
mas solemne é importante de la vida humana.
Oigamos al grave Tertuliano celebrar con las expresiones su
blimes que le son familiares la grandeza del matrimonio católico :
ninguno de los padres creemos que conoció en su orígen el es
píritu de esta sociedad cristiana que civilizará al mundo. « ¿Có
mo mi boca, exclama, podrá demostrar suficientemente cuánta
gloria y felicidad se encierra en esta santa alianza que la Iglesia
anuda, que la oblacion del sacrificio confirma, que el sello de la
bendicion consagra, que los ángeles publican como testigos, y
que Dios Padre ratifica en los cielos? Dos fieles sobrellevan el
mismo yugo, oran juntos, y unidos ayunan, van á la iglesia y á
la mesa eucarística, asi en las turbulencias como en la paz. »
Es deplorable, muy amados hermanos nuestros, que un mate
rialismo enteramente pagano quite tan á menudo al matrimonio ese
carácter de gravedad santa y dulce armonía que le ha impreso el
cristianismo. Se consulta álossentidos y no á las almas, á la fortuna
y no á los corazones ; los intereses temporales arrojan al olvidolos
de la eternidad : profanada la bendicion, se convierte en un tesoro
308 INSTRUCCION RELIGIOSA.
de cólera, y el santuario de la familia se colma de prevaricaciones ;
y como en los esposos todo se hace hereditario, resulta por con
siguiente que el bien ó el mal no es solo para ellos, y que los po
bres hijos están condenados á sufrir la pena debida á los vicios de
sus culpables padres. Despues se espanta uno de la tempestad
que amenaza, de las separaciones que se efectuan, de los es
cándalos que se hacen eternos ; y uno se cree autorizado á ocu
parse de todo menos de sí mismo : ¡ tan difícil es á la ceguedad
del hombre el discernimiento de la justicia divina, aun en aquellos
acontecimientos en que resplandece de la manera mas terrible !
Una vez constituida la familia, es como la atmósfera moral del
hijo, en medio de la cual respira su alma, y el campo en que va
á crecer y á desarrollarse. El niño es una planta tierna y delicada (
que exige mucha atencion y sabiduría para que, por cuidados
inoportunos, no se entorpezca su vegetacion, para apartar de
ella las yerbas parásitas y venenosas que se apresuran á dispu
tarle los jugos de la tierra y el rocio del cielo, para no encorvarla
en fin cediendo fuera de tiempo al deseo de dirigirla.
Padres cristianos : que la decencia de vuestro lenguaje, la re
gularidad de vuestras costumbres, la elevacion de vuestra alma y
la alegría serena que rodea toda vuestra persona sean el pri
mer libro puesto á la vista de vuestros hijos, y vosotros los vereis
tlorecer «como plantas jóvenes de olivo que circuirán de una
corona bendita la mesa y el hogar domésticos. » Vuestra casa
« se cubrirá de una auréola de gloria, y vuestras alabanzas sal
drán de boca de cuantos os rodeen. »
Fijada la atencion en la mayor parte de las familias, en todo
aquello que tiende á preservar los cuerpos de los menores peli
gros que pueden amenazarles, se olvida con demasiada frecuencia
que la casa paterna es tanto ó masia estancia moral de los hijos,
y que bajo este punto de vista ella contiene su ambiente vital ó
contagioso, su cielo empañado ó sereno, su régimen funesto ó
saludable. La familia se refleja en el alma del niño. Si el espíritu
de la familia es grosero ó frívolo, material ó mundano, empa
pado enteramente en el deseo de las riquezas ó infatuado por fu
tilidades, extasiándose con los placeres, las modas, los teatros
y las novelas, estad seguros que el carácter del niño esperimen-
tará poco á poco la influencia.
Creeis tal vez que esas conversaciones en que os manifestais
sin volencia, no las escucha vuestro hijo ó que apenas las com
prende ; pues dejad á correr el tiempo, y vereis en él mas tarde
EDUCACION CRISTIANA. 309
con dolor, bien un natural torpe y trivial sin resolucion para se
guir las grandes inspiraciones de la inteligencia y del corazon, ó
bien un espíritu ligero y ávido de goces, que rechazará el trabajo
y las ideas juiciosas, y que sucumbirá con la facilidad mas deplo
rable álas fatigas del estudio ó á los combates de la virtud.
Tened presente que hay en el alma de un niño una lógica in
flexible que le lleva casi sin conocerlo á sacar consecuencias
prácticas de todo cuanto ve y cuanto oye. Por un instinto inven
cible, por una insaciable curiosidad, descenderá hasta lo mas
profundo de la conciencia de sus mayores para buscar sus vicios
ó sus virtudes y apropiárselos. Cada una de sus infracciones á la
divina ley será como una mancha original, que insinuándose
hasta en los mas ocultos senos de su ser, corromperá en su orí-
gen las mas felices inclinaciones. Asi pues, si se le enseña á que
crea, y uno es incrédulo ó indiferente, no tardará en conocerlo,
y muy luego de las lecciones de su madre acudirá á los ejemplos
de su padre. Nadie se burla de Dios impunemente : siempre y
por todas partes se le encuentra ; y si tan á menudo recompensa
la piedad de las madres con la piedad de los hijos, ¿ no podrá con
siderarse como castigo de la irreligiosidad de algunos padres los
errores y disgustos causados por los desórdenes de sus hijos?
Un sabio del último siglo dijo : «Mi juventud la he pasado res
petando los ancianos : es preciso que pase mi vejez respetando los
niños.» Esta palabra tan religiosa y tan llena de sensibilidad, habia
sido ya pronunciada por la filosofía en boca de uno de sus poetas,
i Que no nos sea dado de hacerles comprender á todos aquellos
que han despojado á la familia de estas costumbres tan impreg
nadas de fe y de decoro, que ellas son su ornamento y su felici
dad ! Sí : respeto á vuestros hijos, les diremos nosotros : respeto á
su inocencia, respeto á su edad tan impresionable. Vuestras ter
tulias, vuestros libros, vuestros folletines, vuestros cantares,
vuestros cuadros, vuestros adornos ; todo ese lujo debilitante y
anticristiano que ostentais á su vista, los predispone para esos
desórdenes que estallan mas tarde con aparente instantaneidad
cuando han sido fomentados por esas costumbres afeminadas y
voluptuosas de la casa paterna.
¡ Oh gefes de familia !, no seais los sacrificadores de la ino
cencia precipitándola en medio de los peligros que acompañan
siempre á las numerosas reuniones. El ojo del sabio se detiene
dolorosamente ante esas concurrencias estrepitosas en que las
virtudes están aisladas y todos los vicios puestos en comun.
310 INSTRUCCION RELIGIOSA.
¡Felices al contrario los hijos, cuando el espíritu general de
la familia no conoce otras reglas que las de la sabiduría cristiana !
Esas consideraciones recíprocas, esa sobriedad en los gustos
y en los deseos, el amor de los pobres, la asistencia á los oficios
divinos del domingo, la frecuente participacion de la confesion
y de la comunion católica, las oraciones de la noche en comun,
y la amable piedad de la madre y las animadas virtudes del pa
dre : estas dulces y religiosas imágenes dejan en los corazones
jóvenes impresiones que no borran ni aun la pérdida de aque
llos de quienes de ellas somos deudores.
Muchas veces nos hemos preguntado con terror : ¿ cómo en
ocasiones, de padres virtuosos nace un hijo perverso ? No es
este el lugar á propósito para resolver una cuestion que toca á
uno de los misterios mas impenetrables del orden moral ; pero
cualesquiera que sean las excepciones, reconozcamos como una
ley general y providencial que la virtud se comunica como la
vida y con la vida misma, que los padres pueden desarrollar el
gérmen en sus hijos con santos ejemplos, ó sofocarlos con una
conducta opuesta, y que la voluntad firme de propagar la virtud
produce mas grandiosos efectos de lo que ordinariamente se cree.
Si David homicida se vió precisado á huir para eludir los gol
pes de un hijo parricida, Jacob y Tobías encontraron en el hijo de
su predileccion no solamente el báculo de su vejez y la luz de sus
ojos, sino al salvador de su familia y la gloria de su nacion.
Veamos ahora la accion del padre y de la madre concurriendo
cada uno por su parte especial á la educacion doméstica.
En la edad primera, la preponderancia pertenecia á la madre;
dedicado el padre á los negocios, á la sociedad, á la patria, la
madre lo está enteramente á su hijo : le sacrifica su reposo, su
sueño, sus placeres y su propia sustancia : se consagra á él : le
tiene siempre en sus brazos ó á su vista : le enseña á pronunciar
y dirige sus primeros pasos. Si el niño es exigente, la madre es
tolerante ; y todo cuanto el niño debe recibir lo recibe de manos
de su madre. De este cambio armonioso resulta que la madre
ejerce una influencia íntima y profunda, siendo ella realmente la
primera directora del infante.
De aqui es, que la experiencia y la historia atestiguan siem
pre la influencia materna sobre el carácter y el genio especial
de cada individuo. ¿Quién no admira en el Antiguo Testamento
el valor heroico y la sublime dignidad de la madre de los Maca-
beos, resistiendo de frente la tiranía salvage de Antioco ? Pues
EDUCACION CRISTIANA. . 321
bien, esta mujer fuerte crió siete hijos tan fuertes como ella, que
prefirieron la muerte en el martirio al quebrantamiento de
su fe.
El natural ardiente de san Agustin le arrastró por largo tiempo
como un navio extraviado á los abismos del vicio y del error ;
pero él llevaba en el fondo de aquella alma perdida una imágen
que conservaba la pureza, una memoria que le llamaba á Dios y al
cielo, una oracion que le vituperaba el envilecimiento de su dig
nidad. Estas eran la oracion, la memoria y la imágen de su madre.
Los nombres famosos que la posteridad ha infamado ó ensal
zado revelan casi siempre la idea de una madre, culpable ó vir
tuosa, conquien comparten su vergüenza ó su gloria. Asi es como
el genio disoluto y sanguinario de Neron recuerda los comporta
mientos de Agripinay sus odios homicidas, y así es como el alma
hermosa de san Luis sale de la reina Blanca cual una dulce y
radiante flor de un tronco fragrante y bendito. Se ha dicho que
la madre de Bossuet era de alma grande, de espíritu elevado y
de costumbres austeras : la de Fenelon llevaba en sí un tesoro
inagotable de dulzura y de misericordia, y la de Vicente de Paula
debió ser, en la oscuridad de su humilde condicion, una de esasbue-
nas y juiciosas mujeres de alma piadosa y de corazon atractivo,
prontas siempre á prestarse á todo género de servicio.
Un historiador, que ha sido como la personificacion de la glo
ria en los últimos tiempos, hablando del hombre ha sentado esta
proposicion que admira en su boca : « El porvenir de un niño es
siempre la obra de su madre. »
Cuando se piensa en efecto que las caricias de nuestra madre
son nuestros primeros goces ; que ella es la que muy temprano
pone en nuestros labios el nombre del Padre que tenemos en los
cielos ; habitúa nuestros oidos á los cánticos piadosos de la Igle
sia y nuestros ojos á la augusta magnificencia de sus solemnida
des : cuando se pesa esta influencia de todos los dias, de todos los
momentos y las impresiones inefables que de ello resultan, no
puede negarse la verdad de esta otra proposicion de un moralista
ingles : « Con la madre ha escrito la naturaleza en el corazon del
niño. » ¿Y quién no sabe que el corazon del niño se convierte
despues en corazon de hombre?
A medida que nosotros tocamos las tristes realidades de este
mundo, perdemos, en verdad, la hermosura de nuestras impre
siones de la infancia, las dulces emociones, las inocentes ale
grías del hogar paterno, esa expansion de afectos que no cono
312 INSTRUCCION RELIGIOSA.
cen ni la perfidia ni la ingratitud : olvidamos, puede, las últimas
prevenciones, los piadosos ejemplos de la familia : sentimos de
bilitarse ese feliz natural, ese instinto de virtud, esos arranques
generosos hácia todo lo bueno, noble y servicial ; este es el
amargo grano unido á todo humano destino, el pensamiento que
obra un dia nuestro desencanto, y las flores mas bellas del alma
marchitas y desecadas por el borrascoso soplo de la vida.
Y sin embargo existe aun en el ser una íntima region donde pue
den respirarse los perfumes, y en que cada uno puede encontrar
algunos de lostiernosy arrobadores recuerdos de la infancia : san
tuario delicioso en el cual, para sentirnos revivir, buscamos algo
dé entusiasmo, algo de arrepentimiento, un poco de divina poe
sía, una lágrima en el infortunio, un impulso hácia Dios, un es
fuerzo generoso para volver á él, y esa quimera de tristeza y de
amor que nos predice nuestro destino. Pues bien, esta porcion
nviolable de nuestra alma que sobrevive á todas las decepcio
nes, ese bello y religioso lado de nosotros mismos, ¿ no es nuestra
madre, de la que Dios se ha servido para formarla? Puede ha
llarse oculta á nuestra vista y permanecer inerte dentro de noso
tros mismos ; pero el nombre y la memoria de nuestra madre la
resucitan y resplandecen; y en este caso ¿quién puede decir á
dónde llegará la energía de nuestra virtud y de nuestra conver
sion?
¡ Oh madres ! no lo olvideis jamás : en vuestras manos des
cansan con el porvenir de vuestros hijos, el espíritu de los pue
blos, sus preocupaciones y sus virtudes; porque si los hombres
dictan las leyes, las mujeres forman las costumbres, que gozan
de mas influencia que aquellas en los destinos del mundo.
Guardémonos no obstante, muy queridos hermanos nuestros,
de desconocer la parte que le toca al padre en la educacion do
méstica. No puede ser todo deferencia y dulzura en la educacion
de los hijos, porque no es todo virtud en su naturaleza. El hom
bre nace exigente y violentamente inclinado hácia el amor ex
clusivo y predominante de sí propio : es naturalmente perezoso,
colérico, terco, é inclinado á cuanto ofrece el goce de sus instin
tos originales : de aquí, la idolatría de la razon y de los senti
dos; de aquí, ese ardor desenfrenado por todo lo que mantiene
en él ese doble atractivo. Ved pues el niño ; ved ahí el hombre de
naturaleza decaida.
¿ Quién sujetará pues las tendencias de su voluntad y las in
clinaciones de su almfi? ¿Quién comprimirá esos arranques de
EDUCACION CRISTIANA. 313
perversidad ? ¿ Quién corregirá oportunamente esas manifesta
ciones á fin de imprimir fuertemente en el alma del niño las no
ciones del deber? Evidentemente, es necesario que á la direc
cion de la madre se junte una razon mas circunspecta, una
voluntad mas firme. Al padre le toca llenar esta funcion de auto
ridad y de justicia, asi como también la de compensar con su dig
nidad y su fuerza lo que la ternura maternal podría tener de
blando ; y por último, provocar y garantir el respeto, la subordi
nacion, el trabajo, el valor para vencerse y sufrir, y todas esas
virtudes vigorosas y fuertes que constituyen los caracteres mag
nanimos y los hombres de alta probidad.
Se deplora, muy queridos hermanos nuestros, la desaparicion
de esas costumbres graves y antiguas de que habreis podido en
contrar aun algunos restos nobles en vuestro alrededor. Basta
echar una ojeada sobre el mundo moderno, para conocer la poca
consistencia de las ideas en que está sostenido. El poder carece
de autoridad, la obediencia de amor, la ambicion vende y com
pra las conciencias á cielo raso, y se ve una generacion entera
sumida en el mas incurable materialismo, que se manifiesta en
esa idolatría exclusiva por el oro, y en la indiferencia mas com
pleta por cuanto tiene relacion con los grandes intereses de nues
tra eternidad. De esto es causa sin duda la ausencia de la ley,
que es la que suministra las fuertes convicciones ; mas tambien
lo es la debilidad de la autoridad paterna. Despierta y poderosa
en las costumbres de nuestros abuelos, comunicaba á la educa
cion una tendencia formal, disciplinada y varonil, que templaba
vigorosamente las almas y aumentaba su energía, impidiéndolas
que se abriesen demasiado pronto y demasiado fácilmente. Se
ha creido por desgracia que en este imperio de la autoridad pa
terna todo era falso y exagerado, y se le ha casi destruido en vez
de dulcificarlo.
Todos esos usos venerandos que hacian del padre el rey del
hogar doméstico, y todas esas formas de respeto y de deferencia
que le colocaban en una esfera superior é inviolable, se han abo
lido casi enteramente. El padre ha cesado de ser señor de su hijo;
se ha hecho su igual y á veces su subdito. El niño le tutea y le
manda ; toma parte en sus diversiones ; es admitido en todas sus
conversaciones, y bien pronto es el depositario de sus confiden
cias : ya no queda distancia entre él y su padre ; y ved aquí lo
que se nos presenta como el triunfo de las luces, la reforma de
la época ; y se le califica de progreso. Nosotros le llamamos des
314 INSTRUCCION RELIGIOSA.
ventura, no pudiendo olvidar estas palabras del Espiritu de la
verdad : « No os r\ais demasiado con vuestro hijo, si no queréis
que os obligue despues á derramar lágrimas, y á temerle tanto
como le hayais amado. »
Que en las costumbres de la familia se haya verificado un
cambio análogo á las de la sociedad, y que se encuentre en lo
sucesivo la gerarquía menos dividida y menos solemnizado el res
peto, lo comprendemos; y con tal que los términos santos esta
blecidos por la naturaleza y por la religion no sean conmovidos,
no veremos en ello mas que una extension natural del espíritu
cristiano, que es todo amor, indulgencia y bondad ; pero de esto
á ese radicalismo doméstico, á ese nivelamiento de la familia que
hemos anotado, hay un abismo, y deploramos que ese abismose
salve con tanta facilidad.
Ved los resultados en esa multitud de jóvenes envejecidos an
tes de tiempo, exaltados con su propia estima, espíritus desca
minados, imaginaciones perdidas, corazones marchitos y pacien
tes. Se juzga al mirarlos (y el corazon se parte con esta imágen
dolorosa) que son una aparicion repentina de esas generacio
nes soberbias y arrogantes de que habla la Escritura : hijos de
masiado culpables, que despues de haber hecho correr las lágri
mas de los ojos de sus madres, amenazan precipitar á la familia
y á la sociedad en horrorosos abismos.
¡ Oh padres ! vuestra tarea y vuestra obligacion es la de evitar
esas desgracias : os pertenece el apostolado de la autoridad y
del ejemplo : vuestra parte es, pues, necesaria, grande y precio
sa en la educacion de la familia ; pero guardaos de olvidar que
trabajareis en vano si Dios y la religion santa no trabajan con
vosotros. « El hombre planta : riega con su sudor la tierra que
cultiva, pero solo Dios obra su acrecentamiento. »
Por eso es necesario, muy queridos hermanos nuestros, acu
dir siempre á la religion, asi en orden á la educacion como en
todo. Hija del cielo, atravesó los malos tiempos, recogiendo los
restos de la ciencia y de las letras. Asió á la Francia en su cuna,
y la comunicó una virilidad que debia colocarla en primer rango
entre todas las naciones de la tierra. Ahora como entonces el
cristianismo continua siendo el primer manantial de la civiliza
cion, el horizonte de la humanidad. Arrebatar á la juventud este
horizonte es aprisionarla dentro de un círculo de movimientos
sin grandeza y de agitacion sin término. Si, como se ha dicho,
Dios no es el fin á donde se camina, ¿de qué sirve caminar? La
EDUCACION CRISTIANA. 315
religion y la verdadera ciencia son consanguíneas : deben nacer
y crecer juntas. ¡ Que no intente nunca el hombre separar aque
llo que Dios ha unido ! La Francia pertenece al cristianismo por
su nacimiento, por su genio, por su carácter, por sus obras :
no es fuerte ni tiene vida sino por la fe ; y ademas siempre ha
tenido preces, siempre limosnas, siempre ciencia, siempre san
gre y siempre mártires que ofrecerla.
¡ Ah ! si ayudados de esas luces y de esa fuerza consentis, pa
dres cristianos, en dedicaros séria y completamente á la educa
cion de vuestros hijos, ¡ qué dichoso porvenir os preparais !
j Cuán dulce os será dirigir los ojos de vuestro amor hácia esos
seres queridos á quienes habeis dispensado tanto trabajo y tanto
afecto ! ¡ Cuán ámpliamente compensados sereis entonces de la
paciencia afectuosa, vigilante, infatigable con que habeis sabido
llevar con resignacion las aflicciones, las inquietudes y los dis
gustos que acompañaron los primeros cuidados que tuvisteis con
ellos !
¡Puedan estas verdades llegar hasta todos vosotros, muy que
ridos hermanos nuestros, y ser el objeto de vuestras sérias y
continuas meditaciones ! ¡ Puedan convertir cada una de vues
tras familias en un centro maravilloso de ternura, de fuerza cris
tiana y de santos ejemplos ! De vuestras casas pasará este espí
ritu á nuestras escuelas, de las escuelas á la sociedad, y se
verán realizarse estas palabras de Leibnitz : « Siempre he pen
sado que el género humano se reformaria si se reformase la edu
cacion. »
Si nuestro lenguaje ha podido ser incomprensible para algu
nos, les citaremos, finalizando, las palabras que san Juan Cri-
sóstomo, en una circunstancia á corta diferencia semejante á
esta, dirigia á los fieles de Antioquía, y en las que, con un he
chizo arrobador de uncion y de naturalidad, les demostraba las
inefables ternezas de una paternidad fundada en la caridad apos
tólica :
« Vosotros me teneis, les decia, en lugar de padre, de ma
dre, de hermano, de hermana y de hijo. Todo lo sois para mí,
y yo no tengo ni placer ni dolor que me toque en comparacion
de los que vos experimentais : no tendré que responder de vues
tras almas, y no por eso quedaré menos inconsolable si llegais
á perderos, asi como un padre no se consuela de la perdida de
su hijo, por mas que él haya hecho todo lo posible para salvarle :
que os salveis todos sin ninguna excepcion, y que seais todos
31 6 INSTRUCCION RELIGIOSA. — EDUCACION CRISTIANA.
siempre felices ; ved aquí cuanto me basta, y cuanto es necesa
rio á mi propio bienestar. Si alguno se admira de oirme hablar
de esta suerte, es sin duda porque ignora lo que es ser padre. »
San Juan Crisóstomo os ha dicho hace quince siglos con mas
elocuencia que la que podríamos nosotros, cuáles son nuestros
sentimientos hácia vosotros, muy queridos hermanos nuestros.
Continuador del mismo ministerio, encargado como él de la
guarda de un rebaño que se nos hace cada dia mas querido,
tambien somos padre, y sabemos amaros. Que seais todos salvos
y siempre felices ; ved aquí lo que nos basta, y cuanto es nece
sario á nuestro propio bienestar.
ESPIRITU CRISTIANO

EN LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA.

POR EL SEÑOR SAGETTE.

Píenum gralite et veritaiis.


(Joan, i, 14.)

Ilustrísimo Señor (I) :

Señores : en semejantes solemnidades es costumbre exponer


algunos puntos de la enseñanza, y revelar ante un auditorio
siempre benévolo, qué principios presiden á la formacion de las
almas jóvenes que nos están confiadas. Otros mas autorizados
y mas competentes que yo, os han explicado ú os explicarán cuá
les sean las verdades religiosas y divinas de que se nutre en
esta casa el corazon y el espíritu de los niños. Deciros que la
palabra de Dios les está dispensada con abundancia y suavidad
ya como la lactancia y las caricias de una madre, ya como el
pan corroborante y los consejos de un padre, y rara vez como
las austeras amonestaciones y las correcciones de un maestro ;
deciros que la verdad divina es para su jóven espíritu esa alba
blanca y humedecida con el rocío que se estiende por los valles
antes de la completa elevacion del sol ; que es un sentimiento
de ternura piadosa que predispone su jóven corazon á todas las

(1) Ilustrísimo Sr. Jorge Mufsonnais, obispo de Péiigueux.


318 INSTRUCCION RELIGIOSA.
comunicaciones del mundo sobrenatural, seria repetiros lo que
ya sabeis, y lo que, si no supiéráis, la presencia siempre bendita
de nuestro pontífice y de nuestro padre seria de ello la mas au
gusta promesa y la mas segura garantía.
La parte que me toca es mas humilde ; mi oficio mas modesto
y mas proporcionado á mis fuerzas. Debo exponeros cuál es el
principio que vivifica entre nosotros la enseñanza literaria. Para
toda enseñanza, es necesario el orden : sin armonía en los diver
sos elementos que la constituyen, falta la unidad de mira y de
esfuerzos, y se hacen imposibles los adelantos. La enseñanza
forma pues para nosotros una sintesis de todas las verdades,
cuyo fin es Dios : esta sintesis se descompone segun los diver
sos ramos de enseñanza, y se aplica segun la fuerza y la necesi
dad de los genios. El árbol majestuoso plantado á orillas de las
aguas forma una admirable sintesis de gracia y de fecundidad,
dividido por el movimiento de la savia que le alimenta en ramas
y hojas, en flores y frutos. El rio que atraviesa los montes y lleva
sus corrientes hácia el mar, nos ofrece en el caudal de sus aguas
contenidas dentro de su cauce un sistema completo ; pero este
sistema se descompone por la accion del sol, y se eleva en vapo
res, vuelve á caer en lluvias y en rocíos, y se comunica en fecun
da savia por los mil canales de sus riberas. Asi es la enseñanza
para nosotros : está enteramente vivificada por un principio, que
á la manera de una savia pura y generosa penetra hasta los ra-
mages mas delicados.
Asi pues, señores, demostrándoos que el espíritu cristiano vi
vifica la enseñanza de la literatura, no haré mas que presentaros
un lado de ese vasto sistema de educacion que el niño abraza
por entero y que, por decirlo así, oculta toda su alma. Con todo,
me guardaré bien de desenvolver en detalle todos los puntos
del asunto que nos ocupa ; sé demasiado cuánto debo á vuestra
benevolencia para molestarla , y siento ademas la impaciencia
de los niños, muy en relacion con el corazon de su madre. No
tocaré pues mas que dos ó tres ideas principales, contentándome
con exponeros cómo el espíritu del cristianismo, que es el rayo
de la luz sobrenatural y el soplo de la mas pura inspiracion, re
vela su importancia y su dignidad á la enseñanza literaria, le
muestra el supremo fin de todos sus esfuerzos, y abre á la ima
ginacion los horizontes mas vastos y mas despejados.
Entremos de lleno en nuestro asunto.
La palabra reasume todos los dones de Dios para el hombre.
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 319
Pensamiento vivo y articulado, es el eco del pensamiento divino,
es el sonido prolongado del Verbo eterno. Dormita en lo profundo
de nuestra alma rodeada de tinieblas, como nuestro joven cuerpo
yace envuelto entre pañales cuando la palabra de nuestra madre
lo despierta dulcemente á la luz intelectual. Sin duda habreis
visto, señores, alguna madre que teniendo su hijo en sus rodillas,
le enseña á tartamudear sus primeras ideas con sus primeras
palabras: estoy seguro que este recuerdo delicioso hace latir
aquí mas de un corazon. ¡Cuán tierna veneracion conservais há-
cia esta primera iniciacion de la vida, y con qué inefable emo
cion escuchais el zumbido de esta primera palabra ! Pues bien,
señores : vuestra madre era para vosotros el ministro, el ángel
de Dios enviado para abriros los labios a la palabra, y vuestra
inteligencia al pensamiento, y mediante á que Dios se ha ser
vido de un ministro tan dulce y tan venerado para enseñaros la
palabra, pensad cuán respetable debe ser esta palabra, salida de
las profundidades de la sabiduría divina, pasando por el corazon
de vuestra madre, y cayendo de sus labios á los vuestros aun tan
tiernos, con la leche de su cariño y los besos de su amor.
La literatura es la palabra humana bruñida y regularizada,
adornada de gracias ó armada de rayos para herir mejor las al
mas, é insinuarse mas dulcemente en los entendimientos. Desde
luego debeis comprender que lo que constituye la dignidad de la
palabra constituye tambien la dignidad de la literatura, y que los
principios que sirven á esta de regla, deben necesariamente regir
en aquella ; pero nosotros hablamos de reglas y de leyes : ¿ y
debe aceptar entrambas y reconocer límites la inteligencia y el
pensamiento del hombre? ¡Ay, señores! no nos dejemos degra
dar por una insolente filosofía. El hombre es demasiado grande
para no tener leyes, su palabra es demasiado poderosa para no
obedecer á la sabiduría infinita. Segun el juicio admirable de un
grande doctor, Dios propuso leyes al hombre para justificar su
respeto : en efecto, considera su obediencia como un homenage
mil veces mas precioso que el cántico de los cielos y la armonía
de los serafines. Si la creacion siguiera fatalmente y sin poder
separarse la ley divina, la creacion llevaria el movimiento de
vida que le era comunicado por fuera. El hombre obedeceria solo
por eleccion y por voluntad, porque él posee dentro de sí mismo
el movimiento de la vida y de la inteligencia como una emana
cion de la divinidad. Luego pues, si el pensamiento debe tener
sus leyes y contenerse dentro de la órbita de la luz y de la ver
320 INSTRUCCION RELIGIOSA.
dad, tambien la palabra debe tener las suyas, reconocer una au
toridad y someterse á una enseñanza.
Aquí tratamos, señores, de la primera aplicacion del entendi
miento cristiano á la enseñanza literaria. El entendimiento cris
tiano que es un espíritu de órden y de sumision, dice á la pala
bra literaria, cualesquiera que sean sus prerogativas : tú no irás
mas allá delo que prescribe la divina ley, y respetarás la majes
tad inviolable del dogma como la honestidad del alma cristiana.
¿Quién de vosotros, señores, no se acuerda de haber oido, como
nosotros, á una literatura descarada destrozando la ley é insul
tando el pudor, proclamar la independencia del genio y la loca
libertad de la palabra ? Tambien hemos oido á uno de esos poe
tas reformadores, tal vez sin embargo el menos audaz, poner por
epigrafe á su poema, justamente olvidado á pesar de sus hermo
sos versos : La lira puede cantar todo cuanto piensa el alma.
No, poeta : la lira no puede cantar todo cuanto el alma piensa.
Existen sublimes y piadosos misterios que debe respetar en el
santuario de Dios, en el santuario de la familia y en el santuario
del corazon humano. No : el campo de la imaginacion no es li
bre, ni tampoco el del pensamiento. Dios les ha puesto término
y límites, así como lo ha hecho con las olas del mar y las ondas
del rio.
Y ved, señores, de qué modo esas leyes morales sirven tam
bien de preservativo. El desprecio de las leyes divinas y sagra
das trae consigo el de las reglas tradicionales del buen sentido y
del buen gusto, que son las que enseñan al talento y refrenan
el genio. Una vez introducida en el dominio literario la palabra
libre, todo es presa de los espíritus novadores, y están demas
las leyes, las reglas, las tradiciones y la enseñanza. Pretextando
que el águila, elevando su vuelo hasta las nubes, para al sol, no
sotros con todo hemos visto á esas aves estrepitosas (que cierta
mente no son águilas) perderse en las nubes ó caer torpemente
sobre el sol, ciegas con la luz, cuyos rayos querian arrostrar.
Hemos visto esas cáidas, hemos contemplado esas ruinas.
¿Dónde están esos dos lindos genios, esos dos ilustres poetas que
eran reconocidos por hermanos en el sonido de su lira y en los
favores de su musa , y que parecia revelarnos todo un mundo
desconocido de poesía religiosa íntima y melancólica ? ¿ Dónde
están aquellos tan dulces suspiros de las Meditaciones y los
acentos tan puros de las primeras Armonias ? ¿Dónde están las
nobles inspiraciones de las primeras Odas y las piadosas creen
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 321
eias de las sencillas Baladas ? Habiamos creido un momento que
nuestra poesía francesa, desecada por el soplo impuro del si
glo xvin iba á adquirir una nueva vida, y que desnudándose de
los viejos harapos mitológicos cuya ruina habia completado el
Genio del cristianismo, habiamos creido que se iba á empapar en
el espíritu cristiano, y á arrodillarse para orar y cantar con no
sotros en nuestras viejas iglesias, encontrando de nuevo sus sa
cerdotes y sus cánticos ; pero no : los dos grandes poetas que
parecian prometernos el renacimiento cristiano, se han detenido
á la puerta del santuario sin penetrar por ella. La fantasía del
artista y el capricho del poeta, el amor á la independencia y el
encanto de sus triunfos, ó mas bien de las pasiones mas detesta
bles, los han arrastrado no sé á dónde : el uno en medio de las
aberraciones de una doctrina antisocial : el otro en las nebulosas
evoluciones de un panteismo sentimental, en que se abisman sin
retorno las instituciones religiosas mas armoniosas y delicadas.
Tened presente, señores, que aquí no hablamos sino de los
gefes de esa escuela que movia tanto ruido sobre reformas hace
un cuarto de siglo : y qué podríamos decir de los otros imitado
res exagerados de los maestros, talentos extraviados, organiza
ciones de artistas y de poetas, relajados con el vicio, y rodando
de caida en cáida hasta lo mas bajo de esa literatura de novelas
y de folletines, que ni es litératura ni aun pertenece siquiera
á la clase de las que llevan por tipo la formalidad : que solo es
una indigna mentira, una industria tanto mas vergonzosa, cuanto
que hace uso para su tráfico de los dones mas excelentes del en
tendimiento y de la palabra? La literatura está hoy tan despre
ciada, y tan desacreditada la poesía, que pocos son los hombres
de buen sentido que se ejercitan en ellas, ni que sienten su pér
dida. ¿ Quién es en la actualidad el que busca y aprecia las obras
del talento ? ¿ Quién es pues el que desea alimentar su imagina
cion con el álito armonioso de la poesía? Fuera de algunos
hombres de gabinete, mas raros á medida que la continua ocu
pacion de los negocios y el amor de sus comodidades consti
tuyen su pasion ordinaria : fuera de algunos jóvenes sustraidos
á los estudios clásicos que divierten los restos de su ingenuidad
poética con las estrofas de algunos poetas, no siempre los mas
puros : fuera pues de estas raras excepciones, el culto de la lite
ratura se ha perdido entre nosotros : nuestras actuales preocupa
ciones y nuestras inteligencias estragadas con las obras del es
píritu, no dejan ya lugar ni complacencia para esas producciones
S. M. I. 21
322 INSTRUCCION RELIGIOSA.
del buen sentido y del buen gusto que eran otras veces el en
canto de los entendimientos agudos y el estudio de las letras.
¿Porqué es esto, señores? ¿De dónde procede esa depreciacion
continua de nuestra literatura, y esa indiferencia con que mira
mos aun sus mas sanas producciones ? Todo viene del menospre
cio de las leyes divinas. El menosprecio de las leyes divinas há
atraido el de las leyes literarias, y este ha producido el despre
cio y el hastío de la literatura. Tal e3 el hombre : incapaz de sos
tenerse por sí mismo, falto de fuerza y de consistencia, si se
rompen los lazos que le unen á Dios, y que ligan su alma con la
luz eterna y su corazon con el amor infinito, muy pronto se pre
cipita sobre sí mismo rodando de cáida en cáida hasta lo mas pro
fundo del abismo, incurso en, la degradacion moral, literaria y
artística. Asi nos lo enseña, señores, el espíritu cristiano en or
den á la literatura : nos dice que la libertad del pensamiento en
gendra la libertad de la palabra, y estala de la libre literatura,
que es la literatura exenta de todo freno y despojada de todo gé
nero de pudor, porque el libertinaje del espíritu, del corazon y
de los sentidos se adhiere y se encadena como los rigurosos efec
tos de una misma causa : nos hace entender que el espíritu hu
mano debe soportar noblemente el yugo de Dios, el yugo lumi
noso de su fe, el yugo suave de su amor ; y nos manifiesta que la
palabra humana debe salir de los labios siempre circunspecta y
pudorosa, pues que solo á este precio podrá crear el genio obras
útiles y bellas, inmortales y dignas de ser admiradas por la pos
teridad.
Nos anticipamos, señores: segun que ya os lo he dicho, ape
nas podremos indicar superficialmente la cuestion tocando de
paso algunas de las mas graves consideraciones. Os hemos indi
cado cuál sea el segundo efecto de la influencia del espíritu cris
tiano. La escuela libre de la imaginacion y de la fantasia cali
fica de buena y perfecta cualquiera obra del arte ó producto del
entendimiento, cuando no se aparta de las leyes metafísicas úti
les ni de las reglas tradicionales del gusto. Que encierre, ó no
moralidad ; que instruya ó desvarie ; que dogmatice ó que di
vague, con tal que viva de una existencia propia, que cante y que
vuele con sus propias alas, es escuchada, admirada y aplaudida.
En siglos mas pacíficos y mejor organizados que el nuestro, en
el siglo xvii por ejemplo, tan brillante por las obras clásicas de
una segura y yatin literatura, hubo toda una escuela de literatos
ligeros y brillantes, que se divertian con los ejercicios del espí
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 323
ritu y de la imaginacion. En ciertos establecimientos en que la
excelencia del espíritu tenia su asiento, la sociedad elegante y
civilizada consideraba el arte literario como un pasatiempo de ca
ballero ocioso, ó como un oficio de apologistas asalariados que
prometian en verso ó en prosa la inmortalidad á sus Mecenas.
Mientras que los genios sublimes de ese siglo creaban obras
inmortales, á pesar de la envoltura pagana que con frecuencia
entorpecia su vuelo y disminuia sus inspiraciones ; y mientras
asociaban á sus concepciones el triple resplandor de la verdad,
de lo útil y de lo hermoso que debe ser el sello de toda obra des
tinada á la posteridad, habia tambien espíritus ligeros que se di
vertian con las cruzadas rimas de un soneto, é imaginaciones
curiosas y sutiles, sin elevacion y sin genio, aunque no sin gusto
ni delicadeza, que se regocijaban con las rimas y los hemisti
quios, así como sus padres lo hacian con las aventuras ylaespada.
Pero esto no constituye la esencia de la grave literatura : « no
es ella ni nna ramilletera ni una torneadora de períodos » como
decia Balzac hace dos siglos ; Dios no ha formado para tan poca
cosa el entendimiento del hombre, capaz de perfeccion y de gusto,
sensible á las bellezas del lenguaje y á la armonía de los perío
dos y de las palabras, música misteriosa del pensamiento. Nn
convendría sin duda condenar con demasiado rigor estos pasa
tiempos literarios y estas licencias de espíritu embriagadas con
sus ruidos armoniosos y sus sonoras rimas. Cuando en el si
glo xvn, la sociedad regularizada con firmeza parecia estar
sentada sobre bases inalterables, se podian perdonar estas locas
prodigalidades del sentido y del bello lenguaje ; mas hoy dia en
que la sociedad necesita todas sus fuerzas ; en este momento en
que la lucha entre el espíritu cristiano que parece resucitar y
el paganismo que no está aun ni vencido ni sometido, se agita
por do quiera, semejantes recreaciones literarias serian infames ;
y no nos pareceríamos mal á los Griegos del Bajo-imperio que
se ocupaban en discutir sobre la naturaleza de la luz del Tabor,
ínterin que el ariete musulman derruia los muros de Constanti-
nopla.
El espíritu humano tiene que dar cuenta á Dios y á la socie
dad del empleo de todas sus fuerzas y de todas sus produccio
nes, y no debe extenderse ni extrañarse á obras fútiles é inmo
rales, ni á discusiones ociosas sobre el número de los períodos
ó la cadencia de un hemistiquio. No debe ni aun siquiera ocu
parse con demasiada complacencia de la forma, ni ser excesiva
324 INSTRUCCION RELIGIOSA.
mente prolijo en la palidez de las palabras y de las frases. Con
esta coquetería del entendimiento, que aunque menos peligrosa',
no es menos vana que la otra , el espíritu se contrae, pierde su
vigor y su arrojo hácia los grandes pensamientos : vuela pecho
á tierra, y rueda sin cesar en un círculo estéril de palabras y de
frases, de gramática y de prosodia, de donde ningun soplo ge
neroso sale á inflamar sus alas, ni á elevar su vuelo hasta las
regiones etéreas.
No cabe duda, señores, que es indispensable respetar la gra
mática y la prosodia. El espíritu cristiano, que es esencialmente
un espíritu de tradicion y de autoridad, no podrá nunca menos
preciar ciertamente las leyes que la experiencia y el buen sen
tido de nuestros mayores lian impuesto á las evoluciones del en
tendimiento. ¿Qué seria de nosotros si fuese menester cada
siglo y á cada generacion empezar nuestro idioma y nuestra edu
cacion literaria, inventar tipos, formular leyes, trazar reglas y
crear obras maestras que sirviesen de inspiracion y de ejemplo ?
El espíritu humano no puede reproducirse sin cesar : conservando
las tradiciones que hacen á un tiempo su gloria y su patrimonio,
sigue y continúa ; pero aunque debamos guardar con respeto y
seguir con perseverancia las reglas que no despreciaremos
mientras no nos falten fuerzas para practicarlas, es necesario ad
vertir que no son mas que un medio y no el fin, que su oficio es
el de dirigir la impetuosidad del espíritu, y no el de encadenar
los con trabas técnicas y trias conclusiones. El músico no des
echará ni la caja sonora que contiene las concordancias de su ins
trumento, ni las llaves ingeniosas que sirven para la entonacion
de los puntos ; y sin embargo, le consta que su simétrica dispo
sicion no llena el objeto de su arte, y que al soplo que él le co
munique deberá la produccion de suaves melodías y de armonías
deliciosas.
Entre nosotros hay una escuela entera de materialistas que
ora graves, ora ligeros, artistas ó doctorados, no ven en el buen
lenguaje mas que una música de palabras que encanta los oi
dos, espirando con el sonido que la produjo. Le consideran un
parto del entendimiento, tal como cualquiera otra obra del arte
y de la imaginacion : estudian sus curiosidades, detallan los mas
delicados rasgos de su cincel ; admiran sus bellezas ; saben lo
que conviene á cada frase para que quede perfecta, y el caso á
que debe aplicarse cada palabra ; disputarán hasta el último
trance sobre la propiedad de un término ; se estasiarán de gozo
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 325
á la vista de una metáfora, y saltarán entusiasmados al sonido
de una onomatopeya. Esta grave ocupacion es risible en sumo
grado ; mas ved aqui lo que hay de mas serio. Entre estos litera
tos se encuentran muchos que no atendiendo mas que á las for
mas, ni admirando otra cosa que la hermosura del lenguaje, de
jan pasar desapercibidas las ideas mas falsas y las imágenes mas
perniciosas, y bajo la consideracion de estar bien dicho, que son
versos fluidos y armoniosos, que el turno de frases es original,
y que su vuelo de espíritu contiene un sabor ático, no encuentran
sino indulgencia para la inmoralidad y la paradoja. ¿Qué digo ?
La paradoja presentada así, y asi formulado el sofisma, tienen
un gusto picante que realza su sabor ordinario para aquellos es
píritus á quienes la verdad les fastidia ; y las pasiones cómodas
revestidas de una gasa transparente y adornadas de primorosos
encajes, tienen un encanto mayor para los sentidos quebranta
dos y los corazones corrompidos. El veneno no es menos mortí
fero porque se administre en una copa de oro cincelada ; al con
trario, la brillantez del metal y la delicadeza de sus molduras
divierten la vista y aproximan los labios.
Sí, señores : nuestra literatura francesa posee muchos hom
bres de gusto, de talento y aun de genio que pervirtiendo las
luces del entendimiento con los sentimientos del corazon, han in
sultado á la verdad y á la virtud en buen lenguaje con talento,
con entusiasmo, con malicia, con iniquidad, y á veces hasta con
una elocuencia apasionada y un entusiasmo satánico. Esos hom
bres conservan un lugar distinguido en nuestra admiracion y en
nuestros estudios : algunos se reputan como clásicos, no verda
deramente en sus mas peligrosas producciones, pero sí como
modelos del gusto literario y como las delicias del espíritu huma
no. ¡ Ah señores ! si nuestra literatura hubiera abundado mas y
con mas pureza del espíritu cristiano, se habrian despreciado esos
hombres grandes aunque funestos, en vez de honrarlos; y en lu
gar de citarlos como ejemplos y de presentarlos como modelos á
la admiracion sencilla de los escolares, se les habria afrentado
cuales emponzoñadores públicos de nuestra literatura, y como
los corruptores del buen lenguaje y de la virtud ; en lugar por
último, de llevarlos en triunfo al panteon de la historia, se les ha
bria arrojado al inmundo sumidero del oprobio público.
Pero nosotros hablamos de grandes hombres y de genios entre
aquellos que han abusado de todos los poderes del pensamiento
y de toda la finura de la palabra : deberíamos ser mas reservados
'

326 INSTRUCCION RELIGIOSA.


en prodigar esos soberanos títulos, y economizar los grandes ho
nores literarios para no coronar con ellos otras que las nobles
trentes. En efecto, cualesquiera que sean la extension del enten
dimiento y la fecundidad de la imaginacion, ningun autor se ele
vará jamás mas arriba de una cierta region media, ni nunca
alcanzará á las altas cumbres del pensamiento donde el genio
religioso y solitario contempla la inalterable majestad de Dios,
si su inspiracion no se remonta en alas de la luz y de la verdad.
No son los picos mas elevados de las altas montañas aque
llos cuya cabeza está coronada de nubes y la frente surcada por
las corrientes eléctricas : lo son los que se levantan por encima
dela region de las tempestades, y cuya cima majestuosa se cierne
en medio de una luz resplandeciente y serena. En este sentido
no hay mas genio completo que el del cristianismo. No haré
otra cosa que nombraros los príncipes de la poesía : Dante y
Milton : el Taso y Klopstoch : Cornelio y Racine, todos los ge
nios soberbios y humildes de ese siglo xvn, nuestro siglo clásico,
porque fue el mas cristiano y en el que Bossuet ocupa la cumbre
luminosa; pues bien, en esa altura sublime no encontrareis sino
frentes inspiradas, marcadas con la señal de la cruz.
Y asi debe ser, sin que el espíritu del error y de la mentira se
iguale en brillantez y fecundidad con el espíritu de la verdad y
de la luz : es necesario pues alentar los nobles esfuerzos del
ánimo que trabaja por la completa perfeccion, de la que la per
feccion literaria no es mas que una parte. Para nosotros, el en
tendimiento humano forma una sintesis indisoluble, de que cada
porcion, ó mejor dicho, cada faz reflecta un rayo del mismo sol,
rayo que aunque colorado sin duda de distinta manera, desciende
sin embargo del propio foco de luz y de fecundidad : es una ar
monía que aunque formada de diferentes voces, se hallan acor
des entre sí, y entonan el mismo cántico de adoracion y de
amor. Puesto que con efecto el hombre está destinado á ver la
verdad en todo su esplendor, es indispensable que á medida que
su espíritu se pone en comunicacion con las sublimes regiones
donde habita la luz inaccesible, participe de su resplandor y de
su gloria, y que como Moisés cuando bajó del monte Sinái, nos
aparezca coronado de un reflejo de la divinidad.
Asi es, señores, que aun en la perfeccion literaria no conce
demos nuestra entera admiracion, sino relativamente á aquello en
que la estimamos. Es necesario ante todo proceder con una re
serva delicada y una prudencia esclarecida en la enseñanza de
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 327
las letras, y no presentar sino puros modelos de virtud haciendo
admirar las obras maestras del genio. Tal vez creereis que exage
ro, y que es posible sin peligro prestar homenaje á las obras del
talento sin aplaudir el vicio ni aprobar el error. Estadme aten
tos : siempre que se trata de instruir jóvenes inteligencias, y de
abrir su imaginacion á las bellezas literarias, importa principal
mente no ofrecer cosa que ofenda su vista ni contriste su modes
tia. Las almas jóvenes, dotadas de mayor sensibilidad que las
otras, son mas inocentes y candorosas, y gozan de mas luz y de
mas gusto : ademas, cuando se recuerdan los terribles anatemas
que lanzaba el benignísimo Salvador contra aquellos que escan
dalizan á esos niños en quienes los ángeles miran el rostro del
Eterno Padre que está en los cielos, entonces se pone una aten
cion ilimitada y una continua solicitud, que las madres sabrán
apreciar bastantemente, en no alimentar su espíritu y su corazon
sino con leche racional y sin fraude, con leche pura y fortificante
de amor y de verdad.
Esta es la enseñanza literaria que nos comunica el espíritu
cristiano : lo mismo la palabra que el pensamiento han de estar
contenidos dentro de los límites de la verdad y del recato cris
tianos ; pero es necesario concluir : puesto que la perfeccion li
teraría no puede tener por fin y objeto ella misma ; puesto que al
espíritu no le es dado entretenerse con las puerilidades de len
guaje y con los refinamientos de la forma; y por último, mediante
á que el genio no llega jamás por sí solo á su total florescencia
ni á su completa madurez sin una mira elevada que le llame sin
cesar y le lleve á las regiones puras del espíritu, ¿cuál pues será
el fin supremo del arte literarío?... Trabajad por la gloría, ha
dicho Despreaux, cuyo genio sagaz y á veces superior, no estuvo
siempre animado del cristiano espíritu : trabajad por la gloria ;
¿y qué quiere esto decir? Para que vuestro nombre, ingenioso
poeta, sea repetido de boca en boca y aplaudido por todos; para
que vuestra memoria se perpetue de siglo en siglo sustrayéndose
á la instabilidad del tiempo ; pero despues de haber agotado
vuestros talentos y vuestras fuerzas, despues de haberos consu
mido en vigilias y trabajos, ¿ estais bien seguros de pertenecer al
número de esos dos ó tres genios privilegiados que apenas sobre
nadan sobre las aguas de cada siglo? Porque en fin, si registrais
los anales literarios de todos los pueblos, vereis cuán raros son
los hombres cuyo nombre se repite corrientemente en las escue
las, sin ser por una mera curiosidad de los eruditos. Trabajad
INSTRUCCION RELIGIOSA.
por la gloria : es decir, por un nombre que tal vez os faltará, por
una ilusion que os sonrie y que os engañará. Mirad de frente la
gloria, señores : examinad esa quimera dorada que encanta á
los artistas y seduce á los poetas; pesad en su justo valor ese
ruido y esa humareda, y decidme si todo ello, si esa polvareda
que se lleva el viento y ese sonido que espira en la profundidad
de la tumba, es digno del hombre, digno del escritor; si todo
ello puede satisfacer deseos mas vastos que el mundo, colmar
un corazon mas hondo que los abismos, ni recompensar las fati
gas del espíritu y la laboriosidad del pensamiento ?
El espíritu cristiano, segun esta expresion juiciosa de LaBruyé-
re, « exige de los hombres mayores y mas raras ventajas que las
de los aplausos y aun de las recompensas : exige que se hagan
mejores. » El no dice como el legislador de la musa francesa :
¡ trabajad por la gloria ! sino como la voz de la sana razon, co
mo la voz mas imperiosa y mas dulce de la religion : trabajad por
Dios. Trabajad por Dios es como decir : no espereis de los hom
bres, sacrificándoos por ellos, ni el reconocimiento de vuestras
obras, ni la recompensa de vuestros trabajos. Pensad en los
grandes poetas que han terminado sus dias con el pesar de no
haber visto levantarse para ellos desde su lecho de muerte la au
rora de la posteridad, desde Homero y Dante hasta Gilber y He-
geripo Moreau. Trabajad por Ja glorificacion de una idea subli
me, por la defensa de una noble causa, para consolar las almas
que sufren ó los corazones quebrantados, para enmendar las con
ductas pervertidas y castigar á los inicuos. Y aquí el espíritu
cristiano no se dirige exclusivamente á los genios y á los talen
tos superiores : habla á todos aquellos que hacen uso de la pa
labra, ya sea para tratar de la verdad, ya simplemente y desnu
da de los negocios, ó ya con toda la elegancia y floridez de las
musas, y les dice : Cualquiera que sea la parte de entendimiento
que os haya cabido en suerte, por pequeños que seais, por baja
que sea vuestra voz, no creais que Dios os olvide, ni temais que
su vista no os descubra, ni que su oido no os escuche. Del mis
mo modo mira la flor de los valles que las cadenas de los mon
tes, y de igual manera oye el grito de la golondrina que el es
tampido del trueno. Frecuentemente el perfume de la flor y la
aspiracion del pájaro son mas gratos á su corazon, porque son
mas humildes y mas piadosos.
Ved pues qué es lo que dice el espíritu cristiano, y cómo vi
goriza todos los talentos, cómo consuela en los desencantos, có
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 329
mo reanima el valor. Aun hace mas, pues aleja todo peligro.
Vosotros lo sabeis, señores : hay en la palabra una embriaguez
irresistible. Naturalmente y por la rapidez de nuestro espíritu,
amamos la palabra, y principalmente la palabra elegante y flo
rida : ella nos embelesa, nos embriaga, y arroba nuestros oidos
con la armonía de sus períodos y la música de su rima ; arrebata
nuestro espíritu con la belleza de sus perfecciones y el resplan
dor de su gloria. Hallando el hombre en la palabra la imágen
del pensamiento, le parece reproducirse dentro de sí mismo la
antigua fábula de Narciso, y que todas las veces que su imágen
se refleja en el límpido cristal dela palabra, se siente por ella
tocado de una locura de amor. Entonces experimenta interior
mente un movimiento de satisfaccion y de orgullo, y como los in
sensatos de que hablan nuestros santos Libros, dice :, Labia
nostra a nobis sunt ; quis noster dominus est ? « Nuestros labios
nos pertenecen; ¿quién es nuestro dueño? » De nosotros es
nuestro bello lenguaje y nuestro talento : somos reyes por la pa
labra, reyes por la elocuencia, reyes por la poesía. ¿Quién es
nuestro dueño ? Nosotros llevamos el sello del talento ; los pue
blos se arrodillan para obedecernos y adorarnos. Tal vez encon
trareis, señores, un poco forzada la fórmula de este orgullo ;
pero no teneis mas que hojearla historia, y ella os repetirá en
lecciones sérias, en sangrientas revoluciones y en ruinas lamen
tables cuanto nuestros libros santos nos dicen en algunas aunque
enérgicas y concisas palabras. De la idolatría de la diccion, que
es la pira de las idolatrías, han salido males incalculables para la
sociedad. Y si quisiéramos dar aqui una leccion de filosofía re
mitiéndonos álo que nos enseña la historia, veríáis perfectamente
que desde Babel, la embriaguez de la palabra ha producido mu
chos crímenes, el culto idolátrico de la forma literaria ha ocul
tado muchas torpezas, ha enloquecido á muchos hombres aun
de talentos encumbrados, y concluiríáis por último conviniendo
en que si se concediese la posibilidad de formar un pueblo con
ellos, no habria ninguno mas incapaz de gobierno que el que se
compusiera de brillantes habladores.
Ahora vamos á exponer simplemente algunas consideraciones
sobre los peligros de la palabra, y sobre los medios que emplea el
espíritu cristiano para prevenirlos en la enseñanza literaria. Si
los encantos del buen lenguaje son peligrosos aun para los es
píritus mejor dotados, lo son mil veces mas para unos niños cuya
inteligencia empieza á concebir y á llevar algunas flores, primi
330 INSTRUCCION RELIGIOSA.
cias de una cosecha mas importante y sólida. Los perfumes lite
rarios trastornan fácilmente las cabezas jóvenes. En los prime
ros y hermosos dias de la primavera, hay en la atmósfera tal
fermentacion de savia y de vida ; hay tanta gracia y embeleso en
las primeras flores y en los primeros perfumes, en las canciones
delas avesdepasoy en lashojasde los árboles reverdecidos; hay
tal encanto en esta bella naturaleza, bien cante ó se agite, flo
rezca ó se despliegue bajo la mirada de Dios, que uno se siente
hecho presa de esta embriaguez, conmovido con estas palpita
ciones, y fascinado con estas armonías. Asi sucede á las jóvenes
inteligencias, cuyo pensamiento se despierta al contacto de una
luz fogosa y pura, y cuya imaginacion brota sus primeras hojas
como los primeros dias de mayo. Entonces es cuando el espíritu
cristiano templa estos ardores, sujeta estas intemperancias, y di
rige este entusiasmo que nos hace sonreir con su naturalidad :
entonces es cuando mezcla su enseñanza con la de la literatura,
y dice á los jóvenes con su voz dulce y grave á la vez, que es
necesario consagrar á Dios las primicias del pensamiento y las
primeras flores de la palabra, como en otro tiempo los hijos de
Israel lo hacian de las primicias de sus campos y de las primeras
espigas maduras de sus mieses : que es preciso no dejarse sor
prender ni desvanecerse con los hechizos de la palabra, y saber
conducir el pensamiento á través de los artificios del lenguaje :
que la palabra humana es demasiado preciosa para desperdiciarla
en vanas frivolidades, y haciéndola resonar en todos los tonos :
que el divino Salvador la ha estimado en tanta altura, que nos
pide cuenta hasta de las palabras inútiles : que la perfeccion lite
raria, asi como todo género de perfeccion, cabe en nuestra vo
cacion cristiana ; pero que las flores del lenguaje y los encantos
de la poesía no deben servir de adorno mas que al semblante de
la verdad ; y en fin, que el discurso en nuestra boca debe ser
como un instrumento armonioso para celebrar los encantos de la
virtud y las perfecciones de Dios.
Tal es, señores, la enseñanza del espíritu cristiano. Quizá os
parecerá demasiado grave esta voz, y demasiado austera esta
leccion. Creyendo tal vez que veníáis á oir un discurso mas ó
menos académico, os parece que ha sido reemplazado ligera
mente por un sermon, y que la instruccion teológica marchita en
flor la enseñanza de la literatura. Yo no me ofendo de ello; pero
confio en que vosotros tampoco hallareis motivo para quejaros.
El porvenir y el destino de estos queridos niños son objetos de
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 331
masiado serios para que nosotros omitamos ninguna ocasion de
iluminar su espíritu y de fortificar su corazon , ningun medio de
armarles de todas piezas para el dia de la batalla ; sin duda es
culpa mia la de concluir con demasiada gravedad ; pero ¿ no se
rian demasiado frívolas las flores de la retórica, si no sirviesen
para anunciarlos frutos de la sabiduría ? Desde luego, todo es se
rio, todo importante, cuando está en ello interesado el cora
zon. Preguntad á las madres que nos escuchan, si cuanto tiene
relacion con sus hijos ¿no despierta todas las solicitudes de su
espíritu, toda la ternura de su alma? ¿Si no ven sin cesar mas
allá del horizonte de nuestros ojos y de la vida presente, cuando
se trata de su bien ? Aun en sus caricias encuentran alguna cosa
profunda y que las mueve á pensar ; y no es peregrino que hasta
en las lágrimas de alegría que derraman sobre su tierna y coro
nada frente, hallen una significacion misteriosa y sentimental.
Estas lágrimas no se secarán jamás : los ángeles las reciben para
unir en el cielo esas perlas suaves á la corona del hijo y de la
madre.
En fin, señores, no me es posible dejar pasar sin respuesta
una objecion que se me ocurre. Censor austero y triste (me di
rán acaso ciertas preocupaciones), profesor imprudente, ¿no te
meis con vuestras precauciones minuciosas y vuestras exagera
das críticas, secar en su gérmen el entusiasmo tan natural en los
jóvenes, y apagar por falta de alimento la necesidad de admirar
que constituye el fondo de su espíritu y el encanto de su natu
raleza? Demasiado lo sabemos, señores, que es necesario abrir
á los jóvenes que se ejercitan en el buen lenguaje, un horizonte
bastantemente dilatado, á fin de que su imaginacion pueda desple
gar con libertad sus alas nacientes : es necesario proponerles
modelos que imitar, guias que seguir y obras maestras que admi
ré. ¡ Oh ! ¡ si ! guardémonos de comprimir esos arranques ge
nerosos, y de apagar ese fuego que puede iluminarles de un re
flejo de genio y de santidad; al contrario, sepamos guiar los
movimientos impetuosos, y poner un freno á jóvenes corceles
cuyo ardor podria desperdiciarse, consumiéndose en vanos es
fuerzos. No olvidamos sobre todo que el espíritu no sabria sepa
rarse del corazon, ni el alma de los sentidos, y que es necesario
en la enseñanza literaria considerar al hombre tal como él es, y
no darle sino ejemplos de virtud al proponerle modelos de buen
lenguaje.
Solo podremos admirar la fuerza y la fecundidad del espíritu
332 INSTRUCCION RELIGIOSA.
cristiano examinando sus delicadas atenciones y su prudente re
serva respecto á los entendimientos jóvenes y á las tiernas imagi
naciones. ¿Ignorais que no hay un entusiasmo mas bello, mas
noble, ni mas santamente contagioso que el de la verdad, del sa
crificio y de la fe ? No puedo detallaros aquí las hermosas obras
de ese entusiasmo que en la edad media produjo maravillas de
arte y de piedad, y en el siglo xvn obras maestras de discrecion,
de elocuencia y de poesía, que podrian hoy por sí solas reflore
cer nuestra imaginacion y nuestro corazon : lo único que os diré
es, que en este círculo que os parece quizá muy estrecho, y
que nos ha trazado el espíritu cristiano, hemos encontrado so
brado áire y espacio para admirar genios brillantes, y lanzarnos
en pos de ellos por las regiones puras de la eterna bondad. Que
ridos hijos : á vosotros, objeto especial de esta enseñanza, á
vosotros hablo mas directamente : sin duda habeis visto que al
componer este discurso he estado de acuerdo con vuestro pensa
miento, y que no he hecho otra cosa que reasumir nuestra en
señanza literaria. Conservad este recuerdo , no solamente como
memoria del espíritu, sino tambien como impresion del cora
zon : la luz pura que hemos procurado hacer brillar á vuestros
ojos, encenderá en vuestro corazon un fuego de santas afeccio
nes. Y entre las reminiscencias que llevareis de esta casa, y las
no menos profundas que vosotros dejareis en ella, llevad y guar
dad siempre la memoria de esta enseñanza, el soplo de este es
píritu, y el eco de esta voz, que mas que reprenderos sabe aca
riciaros.
Os decimos pues, que admireis, pero con mesura y precau
cion, á los grandes hombres de la antigüedad pagana, tan gran
des por las dotes del espíritu como por la expresion de las pa
siones y las gracias del lenguaje. Dios no hizo al genio patrimonio
del paganismo : quiso hacerle comprender que no se salvaria ni
por sus grandes hombres, ni por sus heroicos capitanes, ni por
la perfeccion del lenguaje, ni por los refinamientos del espíritu.
Admirad esas almas del parnaso antiguo : Homero, Esquilio,
Platon, Demóstenes, Ciceron, Virgilio, Horacio, Tácito; pero la
mentad que esas liras armoniosas no se ejercitasen frecuentemente
en cantar la virtud, que esos historiadores no comprendieran la
accion de la divina providencia sobre los pueblos, que esos orado
res acostumbraran mezclar los intereses de su amor propio y de
su ambicion con los sagrados de la patria, y que esos filósofos, ha
biendo conocido ú Dios, no le prestaran un público y solemne no
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 333
menaje ; y ved en tin cuán incompletos son los ingenios mas
distinguidos, y cuán peligrosos los dones de los espíritus mas su
blimes, si no están iluminados por las luces de la revelacion y
atemperados por la gracia del Evangelio. Nosotros os hemos in
troducido en un mundo mejor, en medio de una luz mas pura.
Ved cómo junto á la cruz el pensamiento humano, penetrado de
la gracia divina, se hace humilde y fuerte, recto y luminoso, y
cómo enternecida la palabra con la uncion del espíritu, no brilla
solamente á los ojos, sino que se apodera de las almas y cambia
los corazones. No se trata de moldurar la forma á expensas del
pensamiento ni de cubrir con las magnificencias del lenguaje las
fealdades de la corrompida naturaleza : solo, sí, de extender la
luz y la caridad en las almas, y para esto todas las organizacio
nes son susceptibles, desde los mas humildes solitarios hasta los
soberanos pontífices, desde la mística simplicidad de Hermas
hasta las pompas oratorias de san Juan Crisóstomo. Allí es
donde podreis admirar sin peligro, si no la perfeccion irreprocha
ble de la forma, al menos el vigor del pensamiento, la energía
de la fe, la impetuosidad del entusiasmo, el ardor de la caridad,
la uncion de la oracion, y la varonil elocuencia de Tertuliano,
y la amplitud enérgica de san Cipriano, y la elegancia oratoria
de san Gregorio Nacianceno, y la vivacidad de san Gerónimo, y
la profundidad de san Agustin, y la oleosa sensibilidad de san
Ambrosio ; y trepando por las pendientes de la edad media, la
claridad dulce y profunda de san Gregorio el Grande, la elo
cuencia inflamada de san Bernardo, el luminoso resplandor de
santo Tomás, la seráfica poesía de san Buenaventura ; y durante
la misma edad media tan turbulenta, tan llena de vida y de ener
gía, de fe y de entusiasmo, las sencillas y piadosas leyendas, los
poemas heróicos del siglo de Carlomagno y de San Graal ; los
primeros tartamudeos de nuestras lenguas modernas, los prime
ros acentos de nuestros trovadores que mezclaron demasiado
pronto las impurezas del paganismo clásico con los encantos na
turales de su imaginacion. Antes hemos saludado ya el genio del
Dante, solitario en las cumbres teológicas y místicas de la poesía
cristiana; y descendiendo por el lado opuesto de esta montaña,
bicia la cual nos volviamos pesarosos, hemos admirado á nues
tro canciller Gerson y su libro de la Imitacion, que no profana
remos si le titulamos la obra maestra de la literatura mística.
Descendemos de esta suerte hácia la corriente mezcla de este
renacimiento tan ponderado, hácia ese movimiento fecundo y
334 INSTRUCCION RELIGIOSA.
desordenado en que el paganismo clásico hizo irrupcion en el
dominio del arte y de'la poesía, hasta allí cristiano. Pasamos sin
detenernos por las cínicas jovialidades de Rabeláis, este antecesor
de Voltáire ; al lado del genio vivo y original, mas escéptico con
demasiada frecuencia, aunque honrado, de nuestro Montáigne ;
junto á las locas temeridades de Ronsard y de su pleyada de poe
tas cortesanos infatuados con los griegos y los romanos ; y nos
paramos á escuchar las suaves lecciones del incomparable juicio
de san Francisco de Sales ; y por entre Desportes y Malherbe,
Balzac y Pascal, La Bruyére y Fenelon, llegamos á la cima del
siglo xvn que finaliza con Racine, Corneille y Bossuet ; Bossuet,
el mas alto, el mas sublime, el mas divino, derribando las gran
dezas de la tierra y celebrando la gloria de aquel que reina en
los cielos ; Bossuet ; entre Corneille y Racine, entre los nobles as
cendientes del heroismo cristiano y los acordes reproducidos de
la lira de David.
Y sin embargo, si á pesar dela sublimidad de estos genios,
tanto mas admirables cuanto mas se les estudia, y que se les com
para con los producidos por nuestra literatura moderna, aun
no es demasiado para vosotros, queridos niños, ni vuestra ad
miracion queda satisfecha, entonces nos subimos mas alto, y de
jamos la tierra para perdernos en los infinitos esplendores del
pensamiento divino : nuestros libros santos no han abierto sus
bellezas ; y tras los mayores talentos de san Gerónimo y de Bos
suet ; de José de Máitre y de Chateaubriand, hemos visto des
arrollarse el curso admirable de la poesía hebráica : hemos tre
pado por las embalsamadas pendientes del Carmelo, deteniéndo
nos en la cumbre del Líbano coronado de cedros, y contemplado
desde alli el vuelo de los poetas inspirados meciéndose entre el cielo
y la tierra. Moisés nos ha referido con la inefable y majestuosa
simplicidad del Génesis la creacion del mundo y la vida de los
primeros patriarcas; Job nos ha dejado oir el grito sublime de
sus dolores, desenvolviendo ante nosotros el magnífico cuadro
de la naturaleza ; David ha vibrado en nuestros oidos las cuerdas
de su lira, y le hemos escuchado cantar las perfecciones de Dios,
los suspiros del alma y los esplendores de la creacion; Salomon,
en sus proverbios elegantes y concisos nos ha enseñado la sabi
duría, y embriagado nuestra imaginacion y nuestro corazon con
los suaves y místicos perfumes del cerrado jardin de los Cánticos.
En fin, Isaías, colocándonos sobre las alas de su entusiasmo,
como el águila lo hace con sus polluelos, nos ha conducido hasta
ESPIRITU CRISTIANO, ETC. 335
el seno de la divinidad, nos ha mostrado la futura cáida de los
imperios, y elevándose al oriente desde lo profundo del desierto,
nos ha hecho ver la nueva Jerusalen brillante con los resplando
res evangélicos. Desde esas sublimes regiones hemos descendido
con el Verbo hecho carne, y por la ribera que bañan las olas
del mar de Galilea, hemos oido la adorable mansedumbre del
Salvador alimentar á la multitud con el pan de su palabra ; nos
hemos conmovido con los enérgicos acentos de la elocuencia de
los apóstoles ; hemos admirado la profundidad del espíritu de san
Pablo, y en la perspectiva lejana del porvenir hemos entrevisto
las visiones misteriosas del Discípulo muy amado.
Ilustrísimo señor : el impulso de la incomparable poesía de
nuestros libros santos que yo he procurado que admiren nuestros
queridos niños, me pone de nuevo cerca de vuestra ilustrísima.
En un episodio de la historia de Israel, que es al propio tiempo
una égloga antigua de la mas delicada y candorosa poesía, lee
mos que Booz, el patriarca bendito y el ascendiente venerado del
Salvador, venia de Bethleen hácia sus segadores; y al llegar á
ellos les dijo : « Que la bondad del Señor sea con vosotros; » y
ellos le respondieron diciendo : « Que el Señor os bendiga ; » y
el patriarca se informó de sus trabajos, y uniendo el ejemplo de la
caridad á los estímulos del deber, los recomendó con una anti
gua delicadeza que dejasen caer tras de sí algunas espigas para
que pudieran ser cogidas por la mano de la humilde y modesta
espigadora, hija de Noemi. Del mismo modo que el patriarca
Booz, habeis venido, señor ilustrísimo, á traer á vuestros sega
dores vuestros auxilios y vuestras bendiciones. Ved nuestros tra
bajos : ved ya nuestras espigas maduras y nuestras gavillas de
trigo puro en esos queridos niños que llaman vuestra mas tierna
solicitud, y que son el objeto mas asiduo de nuestros cuidados y
de nuestras plegarias. Ved cuál prospera la mies con el sol y el
rocío de nuestro Dios. Vuestra ilustrísima es quien va á coronar
y bendecir estas gavillas del trabajo, nutridas con la piedad, ma
duradas con la gracia y reunidas en el lugar de la disciplina. Y
vuestra bendicion, salida del lleno de vuestro corazon, será para
vuestros segadores y para el grano del padre de familias la mas
dulce de las recompensas y la mas preciosa de las coronas.
LA PRENSA LICENCIOSA É IMPIA.

POR EL PADRE LAVIGNE,

DE LA COMPAÑIA DE JESUS.

La mision de la prensa, asi como la mision de la palabra y de


la escritura, debiera servir para la propagacion de la verdad;
como les dijo el Señor á sus discípulos : Emites ergo, docete
omnes gentes : id con la celeridad del relámpago állevar la ver
dad á todas las regiones de la tierra. Mision sublime que tenia
por objeto la union de las inteligencias, formar un pueblo de
hermanos unidos en una caridad divina de todos los pueblos ;
mas el espíritu del mal consideró qué partido sacar de este me
dio propagador. Este espíritu maligno la dirigió tambien estas
mismas palabras : Euntes ergo, docete omnes gentes : sírveme y
lleva el error á todos los ángulos del globo ; y la prensa ha sido
tan dócil que ha cumplido exactamente con esta mision devas
tadora y de ruina. Hé aquí, hermanos mios, los males de que
nos es preciso hoy ocuparnos. Nos limitamos sobre todo á nues
tra época, comprensiva á un siglo anterior á nosotros, dando
sin embargo un golpe de vista, aunque rápido, sobre los que han
precedido. Hace ya cien años que oigo un grito lúgubre resonar
por toda la Francia, y en nuestros dias, al concluir este siglo
en que vivimos, oigo aun el grito cínico y pestilencial que pro
clama su victoria y celebra la destruccion y la ruina extendidas
por todas partes. El grito primero anunciaba su principio, y el se
gundo la victoria funesta. Aquel que primero pronunció lapa-
labra se le llama y se le ha llamado siempre filósofo, no obs
tante que no era digno de tal nombre ; y al que ha dicho la
última, yo no sé cómo llamarle. El primer grito que se oia en el
LA PRENSA LICENCIOSA. 337
mundo decia : aniquilemos y destruyamos al infame ; y hubo en
tre ellos que con criminales voces repetian lo mismo que gritaba
la impiedad. Decia el segundo : Dios es el mal : y de ellos y por
ellos se vieron por todas partes acumuladas la relajacion y la
ruina.
Me concentro, hermanos mios, á esta última expresion: Dios
es el mal. Aquel qne la dijo sabe cuánto hay de verdad deses
perada en tan infernal expresion. Es lógica ; ciertamente es la
conclusion de los tristes años que la han precedido. Sí, este
hombre dijo bien, y yo, como él, lo repito de lo alto de esta cá
tedra en esta época desventurada : Dios, ¿ es el mal que ha
sido enseñado, cantado, preconizado y adorado ? ¡ El mal ! ¡ Dios
es el mal ! ¿ A quién han consagrado los altares, han ofrecido
culto y sacrificios? ¡ Al mal ! Dios es el mal ; y el mal está en el
placer, en la independencia, en la sociedad y en todo páis. Por
otra parte, ¿ quién ha sido desterrado, despreciado, condenado
y maltratado de todos modos ? Es Dios, en las familias y en las
instituciones sociales. No hay gloria tan necesaria, fiesta tan sa
grada, ni institucion tan sólida que no hayan sido atacadas, lo
mismo que, bajo cualquier nombre que sea, la autoridad tem
poral, y siempre es Dios á quien atacan, en lugar de atacar y
oponerse al mal. Hé ahí las ruinas lúgubres que pondremos á
vuestra vista. ¿Y qué vemos como consecuencia de estas doc
trinas ? La Francia ha entrado en el período y era de revolucio
nes : ¿cuándo saldrá de ellas? Sus hermosas provincias han
sido regadas con rios de sangre : en las ciudades y villas prin
cipales se ha reproducido la guerra civil repetidas veces : en me
dio de una fiebre industrial jamás mas violenta y en que se pre
conizan los grandes sentimientos de humanidad y filantropía, se
ve un pauperismo espantoso que desgarra de mas en mas las en
trañas de la sociedad. Hé aquí cuál es nuestra época ; y segura
mente debia ser así. Cuando el mal está en las ideas, y la ruina en
las doctrinas, necesario es que se vea en los hechos. Está mar
cada la prensa con caracteres inocentes en apariencia. ¡ Ay ! no ;
lo está con sangre, en las ruinas y revoluciones de los pueblos.
¡ Ah, hermanos mios ! si nuestra vista es simple, nuestro
cuerpo será alumbrado ; y si la luz que hay en nosotros son tinie
blas como dijo Jesucristo, siempre estaremos en ellas. Entiendo
el bien general, y la verdad que aun se conserva y domina en
un pueblo, á pesar de que clandestinamente se ataca la verdad
por las malas doctrinas que se propalan en muchos libros que
S. M. I. 2-2
338 INSTRUCCION RELIGIOSA.
circulan de mano en mano ; y si estos libros que corren pública
y ostensiblemente en el páis son leidos por el artesano como por
el magistrado, y en la cabana como en los palacios, indudable
mente se ofuscan los entendimientos, los corazones se corrom
pen, las buenas costumbres se alteran y pervierten, y con faci
lidad caeremos al último grado de decadencia. Me pongo delante
de vosotros, hermanos mios, si puedo hablar asi, como procu
rador del páis, señalando y presentando á vuestra razon y recti
tud de justicia este crímen de la prensa impía y licenciosa, cri
men que puede llamarse de lesa-nacion ; aun no es bastante :
crímen de lesa-humanidad, y adornado de un poder inmenso.
¿ Quién puede detener los desastres de la prensa impía cu
bierta del triste poder de perpetuidad? Hay hombres que hace ya
djez y nueve siglos han presentado á la humanidad una copa
emponzoñada, y esta copa mortal los mismos hombres la han pa
sado de mano en mano y de generacion en generacion. Y ¿cuándo
cesará este desastre, la ruina y destruccion? Aun iré mas lejos,
hermanos mios, y si me es posible os pondré á la vista el crímen
de los autores impíos con lo que tiene de enormidad, y como
jueces imparciales, vereis y decidireis si hay en ellos alguna cir
cunstancia que pueda serles indulgente.
Si en este delito no hallamos cosa que le agrave, acaso halla
ríamos alguna excusa ; mas es un crímen cuyos efectos y funes
tas consecuencias se han previsto. Estos hombres han meditado
su obra muy anticipadamente, y algunos dijeron terminantemen
te : « estamos cansados de oir que doce hombres solos estable
cieron la religion católica : » y demostraremos que uno solo basta
para aniquilarla : otro continuaba : « yo soy un gran destruc
tor, y dejo á mis sucesores los instrumentos de ruina. » .Su dis
cípulo, contemplando los horrores de la revolucion, decia : « él
es quien lo ha hecho todo, y aunque no vio cuanto hizo, noso
tros vemos su obra y cuanto ha hecho. » Otro decia : « muy
pronto se resolverán con terrible y dura realidad todas esas
ideas y doctrinas. » Ved ahi, pues, estos hombres que contem
plan como su mayor felicidad, que no puede venir sino del abis
mo del infierno, la ruina y aniquilamiento que ellos mismos acu
mulan. En el espectáculo del atroz incendio de Roma, en el que
se complacia el emperador Neron, apenas se encuentran pala
bras para expresar el horror de tanta inhumanidad ; y ¿ qué es
este crímen comparándole con el de estos hombres impíos , que
no solo incendian una ciudad, destruyen un pueblo, sino que
LA PRENSA LICENCIOSA. 339
comprende y abraza toda la humanidad al través de los siglos ?
Hay mas ; no solo este crímen está previsto, sino tambien me
ditado y reflexionado con madurez. Estos hombres dijeron : pre
ciso nos es perseguir : veamos la historia de las persecuciones ;
y leen la de los primeros mártires. Los procónsules y emperado
res engañados no hicieron otra cosa que aumentar el cristianis
mo derramando la sangre delos cristianos. Sapienter opprima
mus eum {Exod., i, 10); conviene ser mas prudente, y susti
tuir á la persecucion del tormento y del acero, la persecucion
de libros y doctrinas ; sapienter opprimamus eum : cuyos efectos
serán tanto mas seguros, cuanto sus medios de propagarse no
se percibirán tanto : sustituyamos al acero y tormento el sofisma,
y luego vereis sus resultados. Y ¿de qué modo han obrado?
Demostraré esta prudencia y sabiduría del infierno. Han prin
cipiado abrigándose bajo la principal gloria de la verdad y doc
trina católica, á la que con homenajes simulados y fingidos han
mutilado, diciendo al mismo tiempo : nada mas hermoso, ni
nada mas grande que el cristianismo ; es el primero que se ha
lanzado en la senda de la verdad, y el que vemos como el prin
cipio de los siglos : ba hecho su tiempo ; como quien dice : hasta
aquí llegó ; ahora nosotros, inclinándonos delante de él¿ pero
para levantar la cabeza y ocupar la supremacía que tiene en el
mundo : Sapienter opprimamus eum. Procedamos alterando las
cosas, y sepamos mezclar el error con la verdad ; ataquemos
mas con un plan bien combinado. No ataquemos la religion en
sí misma, sino en sus ministros y los defectos que tengan á la
faz del público : procuremos confundir la religion y el ministro
que la predica y enseña : hagamos ver los abusos, y que estos
son la ley y la regla. Asi nos fortificaremos mas que atacando en
sí misma la religion. Ved aquí cómo estos hombres malvados se
han conducido desde su orígen, y cuya conduota siempre es la
misma. ¡ Ay, hermanos mios ! bien podríamos decir con san Hi
lario cuando hablaba de los herejes de su tiempo : « Renovad
los tormentos y los cadalsos, y cesad esta persecucion tan triste
y tan cruelmente astuta, que lisonjeando mata. »
Ahí está su crímen diabólico ; pero es indispensable oirlos :
¿ y qué podrán decir en su defensa? Dicen : « con esta prensa
impía y la libertad que disputamos, nosotros no atacamos la ley. »
¿ No atacais la ley ? Desde lo alto de este púlpito os digo que
mentís, y os doy en cara con vuestra insensatez. ¿ No estamos
en un terreno movible de opiniones humanas ? ¡ Ah ! ¿Y no ata
340 INSTRUCCION RELIGIOSA.
cáis la ley t ¿ No hay, pues, la divina y eterna ley, superior á
toda otra ley , y contra la cual jamás puede suscribirse ? ¿ No
atacais la ley? Ella es la que os condena, porque es eterna, ha
bla siempre que otros callan, y cuando perecen otros. ¿No ata
cais la ley? Mas destruis toda la moral, confundis la virtud con
el defecto, los deberes convertis en problemas, y los hombres en
lugar de principios. Y ¿no atacais la ley, cuando á la justicia
con que obramos la llamais venganza, al celo de la verdad decis
intolerancia, y á vuestra indiferencia la nombrais imparcialidad ?
Siempre que se trata de las obligaciones, quereis aparentar mo
deracion, y no la conoceis cuando se trata de placeres y deleites.
De cuanto hay sobre la tierra habeis hecho una opinion ; y
asi para vosotros el juramento, la blasfemia, la autoridad y la
propiedad son una opinion, ante la cual todos se han alarmado
y están dispuestos á removerse. ¡Y es así ! Siempre que se toca
nuestro egoismo (es verdad, sus derechos son sagrados) sabe
removerse y mostrarse fuerte y poderoso. Permitidme, carísi
mos, lamentar este desorden. Cuando á solo Dios se ataca, y no
hay sino la moral que se persigue, en general permanecemos
pacíficos, como si haciendo la guerra á Dios, y atacando su mo
ral, no se atacaran vuestros derechos. ¿Quereis pues ver to
das las conclusiones que se tocan muy de cerca unas á otras,
hasta que al fin se llega al desquicio que indispensablemente se
ingiere en vuestras familias, en vuestros intereses y en vuestro
alrededor?
Ved ahí el crímen de tales hombres, que todavía dirán : cuando
atacamos la religion, nosotros no atacamos la sociedad. ¡Ay,
hermanos mios! ¿Puede haber, y lo repito, puede haber ja
más sociedad sin religion? ¿Es asi como pensaba Lacedemonia,
cuando en medio de sus solemnes audiencias proscribia al pueblo
reunido las poesías de Arquiloco como capaces de preparar su
ruina ? Atacais la sociedad : ¿ no es asi cómo se explica la ruina
. de Roma, que siendo tan fuerte y poderosa contra los enemigos
exteriores, se halló tan débil contra los novadores y los sofistas
de aquel tiempo ? El Capitolio, minado hasta los fundamentos por
el ateismo impune, cayó por sí mismo, y como esta gran ciudad
no supo dominarse á sí misma, se vió desaparecer la señora de
las naciones. ¿No atacais la sociedad? ¿ Mas no habeis leido es-
taspalabras tan célebres y tristes al mismo tiempo, dichas por un
rey desgraciado, que visitando la Biblioteca real de Paris, aper
cibió las obras de dos escritores cuyas doctrinas tanto las preco
LA PRENSA LICENCIOSA. 341
oizaban entonces, las cuales son : « He ahí los que han perdido
mi reino? » Napoleon dijo : « Yo no soy capaz de gobernar los
hombres que lean estos libros. » Se opuso al grave mal, que
por segunda vez amenazaba inundar toda la Francia, y durante
el imperio prohibió muy severamente el imprimir las obras á que
aludo aquí, y esta prohibicion fue respetada. ¿Cómo despues de
esto decir : nosotros no atacamos el páis ? En fin dirán aun estos
hombres : tenemos la libertad de escribir, y no pueden oponerse
á que usemos de ella. ¡ Ah! ¿Teneis la libertad? Pero tambien
tenemos nosotros la nuestra. ¿ Qué es la libertad en su verda
dera acepcion ? Respetar los derechos de los otros ; y me parece
que tenemos derecho de no ser inundados por vuestros torrentes
devastadores é impetuosos, ni á ser emponzoñados con el tósigo
que nos presentais, y tenemos siempre derecho de defendernos
para no caer bajo el hierro mortal que teneis en vuestra mano.
¿ Teneis la libertad de escribir, y quereis tambien la del pensar
y de decir todo ? Idos, pues, del medio de la sociedad, y reti
raos al fondo mas enmarañado de las selvas silvestres en donde
ejerzais esta libertad, pues que no teneis derecho de ofender la
de los demas. Y ¿qué tendrán que responder á estas verdades?
Ved aquí, hermanos carísimos, aquellas cisternas de que habla
el profeta que no pueden contener sus aguas : Foderunt sibi
cisternas, cisternas dissipatas, quce continere non valent aguas
(Jer., ii, 13).
¿Con qué nombre los distinguiremos? Aquí vacilo, hermanos
mios; vacilo, si; pero sin embargo no puedo impedir de servir
me de las páginas sagradas. Juan Bautista y Jesucristo no se de
tienen : Progenies viperarum (Math., xxm, 27). Similes se-
pulchris dealbatis (Id., xii, 24) : « Raza de víboras; sepulcros
blanqueados, » decian en su tiempo á los fariseos, de quienes
los crímenes jamás igualaron á los de los autores de la prensa
impía y licenciosa, á los cuales tambien aplicaré aquellas pala
bras del apóstol san Judas : Nubes sine aqua : « nubes sin agua
cargadas de terromotos y tempestades; » fluctus feri mari : « mar
alborotada y de naufragios ; » sidera errantia : « astros errantes »
que alucinan á quien los consulta. Pero hay un nombre que yo
recomiendo : arbores bis mortuce eradicatce : « árboles ya ar
rancados por la palabra de Dios, dos veces muertos, á la verdad
y á la virtud. » ¿ Qué juzgais vosotros de ellos ? Vuestro es el
derecho de pronunciar la sentencia ; ¿ quereis dar la de san Ju
das, quereis decir vosotros : Quibus procella tenebrarum ser
INSTRUCCION RELIGIOSA.
Mta est iñteternum (Jud., xxn, 23). « Qüe para siempre sean
sumergidos en el abismo de tinieblas y de infelicidades ? » No ;
no es esta la sentencia que pronunciareis, sino que vivan para
reparar los males que han ocasionado hasta el presente, y que
vivan para que se retracten de todos los errores que han suge
rido, y pidan perdon á Dios, al cielo y á las criaturas ; no obs
tante que jamás sabrán hasta qué punto ha subido su crímen
detestable hi la perniciosa influencia sobre un pueblo inocente,
aunque con inclinaciones reprensibles. ¡ Ah, hermanos ! ¿ha
beis bajado al abismo de desgracias en donde están y se encuen
tran estos perversos de quienes os he hablado ya otras veces?
¿Y los habeis preguntado cuál es la causa que les ha conducido
al error y al crimen ? Pues bien ; yo lo he hecho. Si ; he interpe
lado á muchos de estos infelices, y casi todos han señalado por
causa de sü mal un libro impío que los ha seducido. Asi, pues,
no dudamos decir que los autores de la prensa impía y li
cenciosa han abierto al pueblo las mazmorras de la cor
rupcion.
Puede ser no sea posible pasar mas adelante sobre la triste
tendencia que sigue el pueblo tras de sus corruptores. Me com-
prenderáis. Llamando un dia el Señor al profeta Ecequiel le
dijo : « Oye y mira, y tu verás terribles abominaciones. » Fode
parietem et videbis abominationes magnas. Mira el profeta, y ve
los blasfemadores en el lugar santo : « Mira todavía ; y verás
mayores abominaciones : « Videbis abominationes majares.
Mira el profeta, y ve los que hacen desprecio y se burlan del
santuario y del altar. « Mira aun, le dice el Señor, y verás abo
minaciones mas grandes : * Et videbis abominationes pessimas.
« He mirado, responde Ecequiel , y he visto mujeres enterne
cidas por las desgracias de los héroes fantásticos : » Et ecce mu-
lieres plangentes Adonidem (Ezeq., na, 6, 8). El Señor se
calla. « Hé ahí, dice, la abominacion de la desolacion y el colmo
de la desgracia de Judas. » ¿No es este, hermanos mios, el
grado de infelicidad á que hemos llegado ? ¿ Y qué vemos noso
tros mismos en nuestra época ? La imaginacion extraviada, y el
corazon flaco de fuerzas por la lectura de estos libros. El mayor
de los males consiste en que se desvia del camino recto, y aban
dona su alma, su inteligencia y su corazon á las ilusiones y des
arreglo de estos hombres sin fe ni principios, y sometidos á la
fantástica inclinacion de los sentidos y de la sofistería. Aquí está
la fuente y una especie de suerte de vago público, que nace y se
LA PRENSA LICENCIOSA. 343
nutre por los folletos del periodismo, ó digase por la ligereza
de la prensa.
¿ Qué remedio se aplicará para cicatrizar la profunda llaga
que se ha abierto ? Podemos aplicar el remedio y ser curados
con el poder que da la religion, la rectitud de la inteligencia,
una voluntad firme y por la autoridad de la familia católica.
¿ Por la rectitud de la inteligencia ? Justamente, el objeto de
tales libros es de ilusionar á los que los leen. Para los autores
sofistas la vida no es sino una esfera de imaginacion y sentimien
tos exaltados , y asi desconocen el continuo combate de lucha
que hay en el mundo. Cuando á pesar suyo se ven rodeados por
las circunstancias de una vida positiva en la que se halla lo que
es, pero no lo que se imaginan y quisieran, se entristecen y an
dan cavilosos ; no hallando inteligencias como ellos mismos ape
tecen, desaparecen desconsolados, al ver que han recibido del
cielo un alma que no se presta al sofisma. Si el entendimiento da
en lo falso y el corazon se desvirtua, no son capaces de aguan
tar, y mucho menos de buscar aquel nutritivo serio y sólido
que se halla en la doctrina de la verdad.
Paso ahora á la autoridad de la familia ; y como siempre, her
manos mios, permitidme que sea claro y sencillo en este mo-
mento. El mas cruel enemigo de una familia son los malos li
bros. El primor y armonía en una familia consiste en la afeccion
y relacion íntimas que recíprocamente se mantiene entre los pa
dres y los hijos. El amor y cariño paternal se comunica á los
hijos que sin obstáculo y dificultad responden con igual afección
acompañada del respeto verdaderamente filial ; mas si por des-
gracia un mal libro se admite ó recibe, en el momento se cono
cerán sus efectos, y oiremos la pobre madre quejarse de que su
hijo no la tiene mas afeccion. ¡Áh ! pobre madre que se engaña,
pues aun conserva la ternura filial en su corazon. Decis que no
tiene mas sentimiento : es verdad, hay en él un tesoro de senti
miento, pero no es para vosotros. ¿Porque? Porque le ha fijado
en seres, pinturas y caracteres imaginarios. No os ama porque
se lo estorba el libro que tiene y lee á escondidas. Por esto decia
una joven hace poco tiempo : he abandonado estas lecturas, por
que á medida que las leia, yo misma conocí no tenia tanto
amor á mis padres. Hubo otro joven que rodeado de sus padres
y de todos los suyos que á porfia se esmeraban en darle pruebas
de ternura, aunque de diez y siete años de edad, se mantuvo
frio como el mármol sin dar muestra de la menor sensacion ; de
344 INSTRUCCION RELIGIOSA.
cuya escena fui testigo. Le dije : al menos diga alguna palabra
tierna que pueda consolar su madre que hay está. ¿No me dice
nada? ¿Siquiera una sola palabra? Mira, se vuelve y se sale
de donde todos estaban sin proferir un suspiro que pudiera lle
gar al corazon de una madre. Quise seguirle é informarme de
este joven tan original. En efecto, á poco tiempo le hallo apoya
do contra un árbol con un romance ilustrado en la mano, y que
enternecido y lloroso leia una página mojada de sus lágrimas.
¡ Cómo ! insensato, le dije : hé aquí pues la causa de la frialdad
que tiene helado su corazon. ¡Cómo! el tesoro con que Dios ha
adornado su alma, el amor que él mismo se ha dado para él y
para sus padres y familia, ¿ le sacrificais á la nada, á las bagate
las, sueños y desvaríos que como viento se pasean sin poder
fijarse? Y separándose de mí sin responder, continuaba su lec
tura. Si ; la autoridad de la familia es impotente contra la propa
gacion de los malos libros. Pero ¡ qué responsabilidad para voso
tros , padres de familia, si voluntariamente permitis libros
semejantes en las manos de vuestros hijos ; silos invitais á que
os los lean en vuestras diarias y largas veladas ! ¡ Ah ! nada aña
do, sino que asi como he dicho, la autoridad paternal es impo
tente. Nos queda, pues, el poder de la religion.
Pero, hermanos mios, ¿ qué cosa son nuestros cánticos solem
nes y divinos comparados con esos cánticos voluptuosos y diso
lutos por los cuales tanto se apasionan?. Una sola palabra de un
sacerdote cantada en el templo del Señor bastaria para mover
los corazones con dulzura; pero no, hoy es necesario otra cosa.
Y qué, ¡ el poder de la religion ! ¿ A dónde se va á buscar su estu
dio? No sucede, como hace algun tiempo, buscarle en los libros
serios, llenos de verdades cristianas y sana doctrina. Se buscan
sí libros religiosos, pero superficiales, que se acomodan á la li
gereza del carácter y gusto, y á la flaqueza del corazon humano.
Preguntad á los encargados de las bibliotecas parroquiales qué
libros les piden, y cuáles son los que mas circulan ; y os dirán
que los de menor utilidad, los menos serios y los mas vagos.
Cuando se les quiere dar alguno que interese, responden : se lo
agradezco, es muy serio y demasiado ; y esto se repite con mu
cha frecuencia desgraciadamente. Esto es, hermanos, lo que mas
caracteriza el grave mal de nuestra época.
¿ Cuál podrá ser su remedio ? Quisiera explanar mi opinion,
pero me haria muy difuso para esta tarde. El remedio, y no hay
otro, un apostolado. Convendrá que en presencia de Dios tomeis
LA PRENSA LICENCIOSA. 345
la firme resolucion de restablecer la prensa en su verdadera mi
sion, y como nosotros hacer propagadores de los buenos y sanos
libros. Ante todo y á nuestro alrededor, auferte iniquitatem, des
terrad del medio de vosotros la iniquidad. Asi, conformes con
esta instruccion, tened á bien oir esta súplica. Esta tarde, apenas
entreis en vuestra casa, si teneis alguno de esos libros pestilen
ciales ó caen en vuestras manos, desgarradlos arrojándolos al
fuego ; y si esta resolucion os falta, ocultadlos cuando menos de
la vista de vuestros hijos como seductores y perniciosos. Tal vez
habrá entre los que puedan seguir este consejo algunos que es
tán muy distantes de nuestras santas prácticas. Esperemos que
algun dia, como el ángel dijo á san Agustin : tolle, lege, tomen
un buen libro y le lean con provecho y utilidad cristiana, y ha
llen en él el germen de la gracia que santifica, la conversion y
la salud de sus almas.
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL

POVí EL SU. DEPLACE,


CANÓNIGO DE LA SANTA IGLESIA METROPOLITANA DE PARÍS.

Mora et vita i* manu lingux,


(Pbov., xviii.)
La muerte y la vida están bajo el po
der de la lengua.

Hay, hermanos mios, una creacion del genio moderno que ha


hecho de la palabra el supremo poder de la sociedad humana,
fecunda para el bien ó el mal, sin límites en su accion, ya des
truya ó ya edifique, esto es, á voluntad del hombre, y segun sea
aplicada por la conciencia ó por las pasiones, el mayor beneficio
para los pueblos, ó la mayor calamidad. Esta moderna creacion
es la prensa.
Si la prensa está en manos de la probidad, de la inteligencia y
de la virtud, se hace en el mundo la mas feliz de las revoluciones,
se destierra la ignorancia, caen de sí mismas las preocupaciones,
la razon se aclara y se dilata, florecen las sanas costumbres,
progresa la religion por el respeto público, y da á los pueblos en
beneficios y virtudes cuanto recibe de ellos en fuerza y recono
cimiento. Da la realidad á las esperanzas del Pontífice supremo,
que desde su origen la saludó como una institucion fundada para
la gloria de Dios, el aumento de la fe y la propagacion de todo
lo útil.
Si en manos de la corrupcion y de la impiedad, en el mundo
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 347
todo Sé desquicia y se confunde : se obstruyen las nociones, se
apoderan del hombre las preocupaciones, se propagad error y se
ingiere en las capacidades, olvida su mision el talento haciéndose
poder ilimitado del mal ; sobre la tierra una especie de revolucion
infernal, de la que resultan atentados indecibles, de los que, ni
la misma malicia del hombre es capaz, aunque en algunos hay
perversidad de Satanás. Se podria decir que la palabra no les ha
sido dada sino para propagar el mas funesto mal, y que no usan
de ella sino para predicar en todo el globo, y vomitar la inmora
lidad y la blasfemia. Por consiguiente, las costumbres caen y se
relajan, desaparece la religion y su culto, la inteligencia se oscu
rece, y muere la humanidad. Morsetvitain mam linguce.
Por este cuadro que rápidamente os he trazado, no conoce
reis aun con demasía la fiel pintura de los malos libros, y los
males que causan y derraman en el seno de la sociedad. Noso
tros, sin duda, no estamos abandonados de tal modo por Dios,
que su causa no cuente en el seno de las fieles mas talentos que
sus enemigos y perseguidores tienen en sus rangos. Hay algunos
de quienes la religion bendice y honra el acrisolado celo de su
apostolado ; ¿mas cuántos apóstoles de la mentira y del error se
hallan en oposicion, atacan los apóstoles de la virtud, y al lado
de esta mision que da luz y vida, cuántas tenebrosas y quedan
la muerte ? ¡ Qué torrente tan tempestuoso de impresos y libros
corrompidos é impíos!
Dios mismo y la conciencia nos impone el deber de protestar
desde esta cátedra de la verdad, y prevenir los fieles contra el
grande escándalo de la impiedad. Para cumplir con tan noble
ministerio en favor de la Iglesia y la sociedad, venimos hoy á
exponeros cómo se aprecian los malos libros, y todos reunidos
observemos el grave mal que hacen los autores impíos é inmo
rales. Yo hablaré con la libertad del ministerio apostólico, sin
que ninguno pueda temer. No condenaré sinoelmal que propagan
con sus escritos perversos, y haré justicia al bien de que pueden
ser causa ; diciendo con el gran pontífice Leon X, que son el
mas hermoso presente que despues de la religion Dios nos ha he
cho. En su capacidad no reprobaré mas que los abusos, y aun
esto en su mismo interés, pues que segun un publicista de nues
tros dias que no pertenece al catolicismo se expresa con estas
palabras : « Nada hay en el mundo mas vil que la inteligencia
cuando se abandona de la conciencia.»
Repito, no somos enemigos de la palabra; y ¿ porqué lo se
348 INSTRUCCION RELIGIOSA.
riamos diciéndonos nuestro Señor : « Hablad? » Prcedicate.
¿ No es para nosotros el recurso, el escudo y la espada con que
defendernosla verdad? ¿Hay soldado alguno que haya maldecido
la cota que defiende su pecho y la espada con que está armado?
Pidamos al Espíritu Santo que inspire mi alma con aquella sabi
duría que siempre mide, y ponga en mis labios con la fuerza
irresistible de la verdad y la conciencia. Ave, Marta.

¡ Feliz el escritor que comprende el deber de su inteligencia,


que se dedica á cumplirle, y cuyas obras, puras como su vida,
son consagradas á la propagacion de la verdad ! Su nombre será
memorable, porque sus escritos no sonrojan la inocencia y so
licitud de los padres, no le acusan las familias de sus males, ni
la patria podrá imputarle complicidad en sus desastres, y el por
venir no maldecirá su memoria. Quienes lean sus escritos encon
trarán inocencia y virtud para los jóvenes, consejero y amigo
los ancianos, pues les renueva lo pasado y les inspira á desear el
verdadero bien, y en fin todos la saludan como á un genio tutelar ;
al paso que un escritor corruptor é impío no adquiere otra fama
que el menosprecio y vituperio, y aunque se conserve su memo
ría, le acompaña siempre el aborrecimiento.
¿Qué se ha hecho de aquellos dias en que la inteligencia
comprendia toda su gloria, y sabia merecerla? Entonces respe
taba un escritor á sus semejantes, y por consiguiente á sí mismo;
sus libros atestiguaban la gravedad de sus doctrinas del mismo
modo que la rectitud de su vida, y no le hubieran perdonado
una idea culpable y mucho menos acciones reprensibles. En
aquella era las inteligencias privilegiadas no veian en su supe
rioridad sino un medio mas poderoso y un riguroso deber de en
señar la verdad ; y como se ama la virtud, y fija su vista en el
cielo de donde recibieron esta prerogativa, marchaban á la ca
beza del siglo para instruirle, alumbrarle y hacerle mejor. ¡ Oh
dias de mi páis, cuán lejos estais de nosotros ! ¡ Quién sabe si la
Francia volverá á dias semejantes !
En efecto, cristianos, este ha sido en el último siglo el crímen
de una famosa secta que rompió el vínculo que une el talento con
el deber, y pidió celebridad sacrílega para las blasfemias y pa
siones desordenadas. Pasaron estos hombres, pero les sobre
viven sus obras y doctrinas, que despues de ellos forman y ani
man un pueblo de escritores hambrientos de brillar, y que lo
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 349
hacen por la via odiosa de la corrupcion, como lo son tantos li
bros que la industria reproduce, y la fecundidad de sus autores
no cesa de inventar. Digámoslo ; casi todos son la expresion de
una doctrina impía é inmoral, que no aparecen sino para hacer
la guerra á todas las creencias y principios desanas costumbres.
Y desde luego, ¿qué diremos de los atentados contraia creen
cia religiosa ? En medio de nosotros hay dos escuelas que dispu
tan á Dios el imperio y soberanía de la inteligencia humana. La
una, incrédula brutalmente, se mofa de todo dogma, insulta los
altares, mezcla la blasfemia con la alabanza, arrastrando por el
lodo que ofrece al hombre en destino suyo. La otra, mas reser
vada, ensu lenguaje mas grave, no menos enemiga dela religion
y de la fe en sí misma, no admite sino ciertos dogmas para abando
narlos ; y con su sistema, ensueños ydudasinsecuentes, apaga en
las almas toda aspiracion hácia su Criador en el cielo, porque
con ellos oscurecen la razon y disecan el corazon de los fieles. La
una enseña á reirse de todo, privando á la creencia de la sublime
majestad que posee, al deber de su importante objeto, y separa
los hombres del templo y el altar por la frivolidad del juego que
hace de todas las cosas, y por la vanidad, que tiene miedo de ha
cerse ridículo. La otra hace mas atencion de los delirios del en
tendimiento, y respetando todos los sistemas, aplica al error el
interés que no pertenece sino á la virtud, apasiona con sus des
varios la inteligencia, y por la idolatría de la razon infaliblemente
conduce al hombre al desprecio de toda institucion religiosa y
total olvido de la divinidad.
La una preconiza todas las inclinaciones malas, y en el seno de
la sociedad despliega tal corrupcion, que la amenaza con una des
organizacion próxima y sin remedio. La otra se toma de los ins
tintos juiciosos del hombre, y como golpe que ataca y diseca la
planta por su savia, afea las convicciones, paraliza las concien
cias, y por la ruina del orden moral, prepara sordamente la de
los pueblos y de toda la sociedad. En la una están los blasfemos
é impíos declarados que aterran hasta el pagano, cuya licen
cia Atenas pagana no hubiera dejado impune. En la otra, los so
fistas que parecen á la decrepitud de las naciones, de estos hom
bres que Caton rechazaba á Roma, y que para vengarse deseaba
á su páis.
Confundidas las dos en igual odio contra la Iglesia y Evan
gelio, unidas para su comun destruccion, aunque divididas en
pensamiento y lenguaje, y aunque difieran en los medios, cami
350 INSTRUCCION RELIGIOSA.
nan al mismo fin, que es aniquilar el catolicismo,, y si pudieran
hasta hacer desaparecer de la tierra el sagrado nombre de Je
sucristo.
Son fundamento de las costumbres las creencias, y quebrado
este dique ¿ qué principio moral se mantendrá en pié? La licencia
es consecuencia del sofisma, y mientras los escritores impíos in
sultan y ultrajan la fe de los pueblos, los corruptores pervierten
las buenas costumbres.
No se vió jamás cosa semejante á la que vemos en nuestros
dias. Despues de sesenta años, unos han esplanado su vida, es
forzándose en fijar la atencion pública por horribles confidencias,
y tomar un nombre de su mismo oprobio, amparándose de la ce
lebridad por el crímen : otros arrojan en las familias culpables
cuanto una pasion desenfrenada puede imaginar de mas mons
truoso ; y con una corrupcion inagotable, procuran alimentar en
un reino las curiosidades del vicio y deseos libertinos de la licen
cia. Otros en fin, con simulaciones que me es permitido nom
brar, buscan sus héroes entre las lívidas inmundicias de la so
ciedad, y prometen al crímen su vida, accion y palabra, y en algun
modo se complacen en tiznar todas las clases del contacto de los
mas viles criminales. Hay de ellos que no reculan en presencia
de pormenores de una disolucion la mas vergonzosa., y los que
en el arte de corromper son mas diestros, tienen reserva en el
lenguaje para, mas completamente emplearle en el pensamiento,
llevando tan lejos el desorden en su principio cuanto en hablar
son mas retenidos.
¿En qué siglo se han visto escritores que proclamen á la faz
del sol inocentes las pasiones, colocar la virtud en la libertad de
las inclinaciones, el crímen en las leyes que le encadenan y re
primen, infamar el vínculo sagrado de los matrimonios, y en
ellos las familias y sociedad ; y lo que llega al colmo del furor, pe
dir á la conciencia no excusas, sino aplausos y admiracion por
los desbarros ó desvarios de la voluntad humana ?
En otros siglos ciertamente el crímen de algunos hombres era
disculpable respecto á ciertas pasiones, ó aun el adornarlas. Hoy
no son las pasiones las que se inciensan, es el vicio que se ha
declarado hasta el exceso : prestar interés á un ser que ha violado
las leyes del honor y de la probibad ; aplicar las buenas calidades
de la inteligencia y del corazon á un personaje de quienes sus
acciones claman á la infamia pública y al patíbulo ; apurar los
recursos del entendimiento para decorar un criminal y enva
INFLUENCIA DE LA LITERATURA, INMORAL. 35Í
necer un monstruo, y por temor que nada falte al atentado,
sacrificar la inocencia al ridículo y menosprecio ; hacer de la pie
dad el arte de sustituir un vicio á otro ; del deber el cálculo de
la hipocresía ó exageracion de fanatismo ; poner siempre la pe-
queñez de la inteligencia, la debilidad de carácter, el egoismo y
la imbecilidad de la parte de la virtud; en una palabra, pintar
de tal modo los hombres temerosos de Dios y honrados, que na
die quiere parecérseles ; atribuir tantas bajezas á la vida cristiana
que asuste tanto la conciencia como las pasiones : ved pues el
preconizado trabajo de tales escritores, el triunfo que siguen
sin descanso. Hombres de quienes es preciso decir con el Espí
ritu Santo, que cada upa de sus palabras es una imprecacion
contra el cielo, apóstoles del infierno, de quienes cada predicacion
extiende el imperio del mal y retrocede los límites de la corrupcion
pública, que van tan lejos en el crímen, como el sentimiento y la
imaginacion faltan á la conciencia para oscurecer é infamar sus
obras; y cuando se ha extinguido toda la indignidad de su cora
zon, se reducen á pedir perdon á la moral, con expresiones tan
tímidas por tales injurias, y tan pálidas contra atentados seme
jantes.
Me parece, hermanos mios, que bastaria recordaros los excesos
del entendimiento extraviado para preveniros siempre contra tan
funestas influencias. Porque, yo os preguntaré : ¿quién de noso
tros no tiene horror á la irreligion y al libertinaje licencioso ? No
es bastante esto ; porque tal es en nuestros dias la extension del
mal, que por su universalidad misma cesa de hacerse sentir, y
á tanto, oir por todas partes el lenguaje de la corrupcion, aun no
sotros mismos ya no nos admiramos, y la conciencia, al cabo de
tanto deshonor é indignacion, acaba por no conmoverse aun en
presencia de los mas enormes y ruidosos atentados. Hé ahí el
mayor de los daños. Esta suerte de imposibilidad moral casi equi
valdrá á la intolerancia del mal y al total abandono del deber.
Hé ahí porqué conviene avivar vuestra conciencia, pintándoos
con la fuerza de la fe cuanto hay de criminal en un escritor im
pío é inmoral, á fin de reducirlo á un punto estrecho de crítica ; y
yo digo que si se reflexiona cristianamente en ello, no hay dcfito
que atráiga mas terribles consecuencias, ni de mas malicia que
el que comete un escritor impío y corrompido.
Si, lo repito ; no hay otro de consecuencias ma,s funestas.
¿Cuál es, pues, el efecto natural é inherente de losmalps libros ?
¿ No es el de oscurecer nuestra razon, debilitarla conciencia, obs
352 INSTRUCCION RELIGIOSA.
truir la civilizacion, y si les fuera posible hasta privarnos de
nuestra existencia ? Por manera que el daño de los malos libros
es un mal de excepcion, y delito de lesa-humanidad y de lesa-
nacion. ¿No se ve, cristianos, que el objeto inevitable de los ma
los libros es el de atentar á la inteligencia de las naciones de un
modo bastante capaz para entorpecer y detener el progreso de
las luces y la dignidad de la razon? Luego yo les acuso á nom
bre de la razon, porque son sus mas implacables enemigos. Por
el interés y prerrogativas de la razon, se ven todos los dias soste
ner con tenacidad el pro y contra de los mismos puntos ; defender
tésis ó cuestiones las mas insensatas, rehabilitará su capricho las
opiniones abandonadas y buscar en todo materia de dudas y
disputas interminables.
En otros tiempos se decia el escritor á sí mismo : esto es
verdad, y procuraba establecerla con pruebas mas ó menos só
lidas, y que su trabajo fuera aceptado. Mas si la verdad no siem
pre constaba en sus páginas, tenia cuando menos el respeto á la
razon general. Hoy se dicen estos pretendidos escritores : haga
mos ruido en todo y por todo; y para conseguirlo abandonan la
rectitud de la razon y se arrojan al sofisma. Asi pues, chocar
y contradecir el buen sentido y creencia de todos los siglos, ata
car y destruir las sanas ideas, luchar y sostener opiniones las
mas absurdas desatinando neciamente : hé ahí el análisis el mas
exacto de tantos escritos como han vomitado despues de sesen
ta años.
No obstante tambien hay una causa. La fama que ha adquirido
un autor contribuye á que se propaguen sus obras, y con ellas
se siembran todos los errores que penetran en la sociedad, y se
ven en seguida los funestos resultados tantas veces repetidos.
Al sentido recto y sano que es el alma de la vida humana, le
sucede la imaginacion libre, fuente fecunda de ilusiones y qui
meras. No se cree mas, se sueña, y de aquí desaparece del en
tendimiento toda verdad religiosa, y se debilita para poder ele
varse hasta la suprema region, origen de toda luz divina. Toda
conviccion de la inteligencia se amortigua por un escepticismo
doloroso; el juicio se desvirtua, y asi se desarregla, no hay
extravagancia que no escuche, ni preocupacion que no acepte y
reciba en su opinion ; alaba el movimiento y progreso del espíritu
humano, jamás tan agitado, que es lo que se caracteriza de pro
greso, y no hay preocupacion admitida que cubre como con un
velo á la inteligencia misma, y que cada error es el horizonte que
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 353
quizá arrebate la razon para siempre. Que pasen algunos años,
y será completa su decadencia, y será, si puedo explicarme asi,
como un idiotismo general ; fatal situacion de una nacion enve
jecida y afeminada, de la que retirándose la inteligencia, su vida
será absorbida por la mas vil y grosera de nuestras facultades
sensibles.
Se nos calumnia todos los dias, y se nos dice que somos ene
migos de la ciencia y de la luz, por el celo de nuestro santo mi
nisterio ; y en nombre de la ciencia y la luz venimos á protestar
desde esta cátedra contra tantos libros cuyas líneas y páginas son
un insulto y amenaza á la recta razon. Y en nombre de la fe cató
lica y de la luz humana decimos : ved esos libros en los que no
se enseña ni aprende otra cosa que á dudar de todo, y so pre-
testo de ilustrar, se admiten toda clase de cuestiones, mezclando
de tal modo la apariencia y la realidad , que nuestro entendi
miento vendria á caer en el extremo de nada creer. Recordad
que la razon constituye la dignidad del hombre, y tened tambien
la de no sacrificarla á los sofistas y extravagantes. Recordad que
la razon es el carácter distintivo de una nacion inteligente ; no
comprometais esta dignidad del páis aceptando los delirios de es
critores atrabiliarios indiferentes para lo bueno y lo malo, que por
su atrevida arrogancia no buscan en la muchedumbre sino á se
ñalar su opinion. Recordad, por último, que la razon hace el mé
rito de los autores y la estimacion de sus obras, y asi anatemati
zando los escritores corruptores, respetad el talento y sus escritos.
Esta es la venganza que os suplicamos contra los escritores infie
les, la cual es favorable á los mismos, asi como en favor de la re
ligion y de la sociedad.
El efecto de los malos libros es privar de la conciencia al pue
blo. Y yo pregunto : ¿ cuál puede ser la accion de tantas obras de
testables que circulan á profusion, sino debilitar y minar, poco á
poco, hasta llegar al aniquilamiento de las buenas costumbres?
En nuestros dias se habla mucho sobre reforma de los pueblos ;
se ocupan en teorías, invenciones, proyectos y ensayos que solo
son para encadenar yo no sé qué inaudita perversidad que ame
naza corromperlo todo.
Reformad los escritores, y el pueblo será reformado. Si con
tantos libros todos los dias insultan la creencia y principios reli
giosos, ¿porqué os admirais que tantos desierten y poco á poco
abandonen la principios y la creencia ? Qué ; pues demolís los
diques de losrios, ¿y os extrañais salgan de madre? ¿Aplicais
S. M. I. 23
354 INSTRUCCION RELIGIOSA.
una mecha á la pólvora y quereis no haya explosion ? Considerad,
temblad y meditad en tantos libros como insultan é impelen al ol
vido total de todo precepto moral. Entre ellos no conoce el mal lí
mite alguno, el que se reproduce bajo todos aspectos, y se multi
plica por la complicidad de las pasiones, artes y dañosas industrias
que vemos por todas partes. Astutos en tomar cualquiera forma,
cada dia se mudan con diferentes caracteres para acomodarse á
la continua variedad del gusto, condicion é inclinaciones de la
inteligencia. Aquí, la corrupcion apoyada por la razon : allí, la
mas desenfrenada por aquellos que de ningun exceso se asustan;
ó de otro modo toma la forma de cortesana, elegante y atenta
por los que quieren aparentar decencia en la blasfemia , y cierto pu
dor hasta en el escándalo. Hay corrupcion que se dirige á la inte
ligencia, inclinaciones y á la inocencia, que la alucinan de un
modo particular para perderla con seguridad ; y la hay satánica
que hiere con cierto miramiento, que degüella y mata con fingido
respeto. Ingeniosa enjugar á todos palos, tan pronto declama y
diserta, como se presenta con ademan de sentimiento, con el
atractivo de sensibilidad y lenguaje de la virtud, á fin que todo le
sirva de lazo, y se haga la inocencia misma una especie de instru
mento y cómplice de su ruina y de su muerte. Trasportada con la
rapidez del rayo de un extremo á otro, en todos los sitios se pre
senta y hace millares de víctimas. De la capital sale para las pro
vincias, y estas la vuelven al mismo centro ; así se ve este flujo
" y reflujo en la corrupcion que se propaga del centro á la circun
ferencia y vice versa. Este detestable azote corre de una parte á
otra, y por todo hay víctimas sacrificadas. Todo cae á su presen
cia ; un comercio ilícito une los pueblos, los escritos corrompi
dos llevan muy lejos las obras de la inteligencia pervertida ; de
manera que no solo en Europa se propaga esta dislocacion so
cial, sino que corre de polo á polo, y sus corifeos, llamándose y
ayudándose mutuamente , insultan á Dios, ultrajan la virtud y
pierden las almas.
¡ Hombres del progreso, apóstoles de la tolerancia, indignaos
y lamentaos ahora de la disolucion desenfrenada, y de la licen
cia y desorden inmoral! Sí, lamentaos de la infancia, madura
para el crímen antes de serlo para la razon : aquel conoce que
apenas tiene vida, y precoz para las pasiones ha agotado el mal
antes de que le sea conocida la virtud. Lamentaos de esta por
cion de la cara juventud, esperanza de la sociedad, de la que
luego hará parte, que no pregone el olvido ó menosprecie su
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 355
deber, abrazando todas las ilusione:; antes de haber recogido las
flores de la vida, y como mofándose se desembarace de la exis
tencia. Lamentaos de las clases laboriosas, de este pueblo que
con su sudor sustenta el páis, cuando no le defiende derra
mando su sangre, ó suministra á los tribunales un número de
condenados que todos los dias aumenta. Compadeceos de tan
claras verdades como en estos tiempos están alteradas en la con
ciencia pública : que haya tantos escándalos que deshonran las
fáhulias, que la paternidad da el funesto ejemplo del extravio de
plorable, y no comprenda cuál es su dignidad y su respeto.
Quejaos de que en medio de vosotros se crie un razagen de la
rapiña, cuando los dornas viven de su trabajo. Lo que hay entre
nosotros no es el crímen áislado , sino que se aumenta , secta
oculta en la sociedad visible, que tiene por leyes el hurto y ja
muerte, el poder sin sancion, que organiza el espolio y latroci
nio, tiene castigo para el delator, administra la maldad con el
crímen, que asusta la ley misma, y hasta se teme que la publi
cidad de las causas sirva de instruccion y de ánimo á los delin
cuentes. Por último, lamentaos y compadeceos, porque siempre
os diré que los malos libros explican y preparan átodo. (.
Hace unos sesenta años que escritores de reputacion llaman
al deber una quimera ; ¿ y os admirais que no sea respetado ? En
señan que Dios no cuida de las cosas humanas, que cada uno
es dueño y árbitio de su corazon y acciones ; ¿y os asombrais
de que el temor de D¡or no ligue el brazo del delincuente ? Dicen
mas; todo está en lo presente; y siendo asi, ¿extrañais que
quieran gozar del riiun lo übremente, fuera del cua], segun sus
réprobas magmas, no J-ay ms que la nada, que el mal consiste
en oponerse á lasp.-,-i. K,s é inclinaciones? ¿No creeis simple y
natural que doctrinas i enejantes hallen adeptos que las aplican
á la práctica en desprecio de la ley y á expensas áe la vindicta
pública?
Una cosa me sorprende, y no es que tiemble y bambolee el
edificio social, sino el que se sostenga y esté en pié, y á pesar de
cuanto se emplea para confundir y desquiciar esta creencia pú
blica, mas y mas se niuntiene y progresa. Nosotros mismos so
mos insensatos y ciegos, porque con nuestra indiferencia los
malos escritores se descaran y esfuerzan en la propagacion de
sus doctrinas, y no impugnarlas, para detener el mal profundo que
hacen, es lo mismo que aplaudirlas y que se realicen sus sistemá
ticos actos.
356 INSTRUCCION RELIGIOSA.
¿Qué responderemos á estos escritores si nos dijeran : estos
son los excesos del talento, que vuestra indulgencia ha producido,
y si nosotros pervertimos los pueblos, vosotros pervertis los es
critores ? Tenemos la malhadada pasion de hacernos célebres ;
mas dependia de vosotros que solo fuese una flaqueza sin dege
nerar en crimen. Se debieron reprimir nuestros primeros extra
víos, y no recompensar sino al virtuoso. Si vuestros aplausos se
hubieran dado al talento y la virtud, ¿ nosotros no habríamos res
petado la creencia y las buenas costumbres? Si á quien lison
jeaba vuestras inclinaciones le hubiéráis despreciado, ¿ habría
mos pensado nosotros en acariciarlas? Si somos culpables, voso
tros sois la causa ; y si nosotros hemos publicado escritos peli
grosos, vosotros habeis hecho los malos escritores.
El efecto de los malos libros es el de atentar contra la civili
zacion moral y nacional ; y ¿ qué cosa es la civilizacion en el ri
gor de la palabra ? El respeto debido á todos los derechos. En
tendámoslo bien, hermanos mios ; el comercio puede desarrollar
las riquezas de unpáis; el ejército hacer respetarle al exterior
y adquirir gloria ; las ciencias y artes, relevar su ingenio ; mas
la verdadera civilizacion consiste en el respeto de las leyes y de
todos los derechos que emanan de ellas. Quitad ó destruid este
respeto, y el comercio, ciencias y artes no serán mas que una
barbarie, si se quiere, sabia, opulenta y temible, pero barbarie
siempre. Luego yo pregunto : ¿ los derechos están en las pro
piedades de la vida ó en los intereses materiales del hombre ?
Qué, ¿ no están por excelencia en la creencia religiosa los de
beres, y en una palabra, en la conciencia? Pues bien, aquí está
la civilizacion en grado eminente, que los escritores impíos y
corruptores no cesan de perseguir con sus ataques. Que sus
máximas detestables lleguen á dominar, y la civilizacion perecerá
sin remedio» ¿Qué seria, pues, de una sociedad en la que no se
hallaria por todas partes sino lazos y asechanzas tendidas al alma,
y escollos á la fe y á la inocencia, temblar y temer á todo ins
tante por su conciencia, lo mismo que se teme por el oro cuando
se pasa por un camino infestado de salteadores ?
Si la Francia, no lo permita Dios, abandonara sus magistra
dos ; si vendida por los guardianes naturales de la justicia y del
orden se viera sin defensa, el latrocinio con los demas crímenes
levantase la cabeza, insultando y despreciando magistrados sin
autoridad, las leyes sin fuerza comprometer la seguridad indi
vidual y los intereses, diríáis, y con razon, que la civilizacion ha
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 357
desaparecido y ha declinado al estado de barbarie absoluta. Se
trata de civilizacion mas augusta y cara que la que solo protege
los intereses temporales : civilizacion que asegura la fe y protege
los derechos del hombre, en la cual la conciencia encuentra norte
fijo, principios, la virtud salvaguardia y defensores la inocencia.
Y ciertamente, si las máximas erróneas de los escritores im
píos algun dia desgraciadamente llegaran á introducirse en las
costumbres, penetrar en las instituciones, y prevaleciendo sin
obstáculo formasen el espíritu público como derechos de la na
cion, pregunto : ¿habria en el mundo páis tan bárbaro y salvaje
que no se prefiriera al que por sus mismos hijos se ha deshonrado
por haber desterrado la fe, la virtud y á Dios mismo ? Pues ved
la civilizacion que se ataca con tan corruptores escritores. Y
cuando desde esta cátedra protestamos contra tan fatal y enemiga
influencia, ¿hacemos otra cosa que clamar por el interés de la
patria ? Pues eso es lo que hacen los tales libros, y son los que
atacan al páis, y quisieran verle sin Dios, librando al despre
cio de los extranjeros el nombre sin gloria de la Francia, y que
sin reposo trabajan por destruir el patriotismo y la libertad tan
grata al hombre.
Me parece que veo en este momento moverse el genio de la
Francia que se levanta, y oigo que dice : No la abandoneis ;
acordaos de vuestros abuelos, y no permitais que lo que conquis
taron con tantos sacrificios, sea presa de la indiferencia y des
precio de extranjeros. Tened presente lo que han honrado las
naciones en vuestros padres, que las victorias no solo reculan las
fronteras del suelo, sino que es sobre todo el respeto á las creen
cias de un Dios altísimo, su constancia en los principios del de
ber, y lo que mas une estas prerogativas, la generosa inclinacion
á todo lo que es noble, glorioso y útil á la humanidad. Menos
preciad, pues, toda esta clase de libros, rechazadlos por impíos,
y manifestad con vuestro desden y anatema que el reino cristia
nísimo es siempre digno de marchar por la senda de la verda
dera civilizacion. Anatematizando los autores culpables por un
ejemplo singular, probareis al mundo entero que en vuestra pa
tria puede abusar de la libertad la impiedad é inmoralidad, pero
jamás usurpar el imperio y porvenir de la gloria.
Escuchad esta voz de la patria para responder bien á ella.
Acaso va en ello tanto vuestra existencia como la del pueblo,
pues que es el último objeto de los libros impíos. Todos creeis en
la providencia que gobierna las naciones y los individuos, y que
358 INSTRUCCION RELIGIOSA.
ordena entre ellos sus justos destinos. ¿Cuál es, pues, el efecto
inevitable de las producciones impías, sino provocar la cólera
divina, que en los decretos de su eterna justicia señala la hora
fatal que hace desaparezcan los imperios y los pueblos de la faz
de la tierra?
Esto es lo que quisiera inculcar en todos los entendimientos.
Los pueblos tienen representantes que los personifican, y en los
que viven mientras son pueblo. Asi como obran los pueblos por
el poder público, que sancionan las leyes hechas por los deposi
tarios de la soberanía, que administran justicia por sus magis
trados, y que con el ejército defienden la patria, del mismo modo
piensan y hablan por los escritores públicos. Cuando la mayoría
de los autores profesa altamente el desprecio de las creencias,
dudas y pasiones, y que no consigue menos influencia y cele
bridad, entonces se hacen públicas sus doctrinas ; la impiedad de
los tales es comun á todos ; su escándalo es la falta de todos, y
por esta misma ilacion el crímen se hace nacional.
Como dijo un sabio ilustre, la literatura es la expresion de la
sociedad ; luego si esta duda, blasfema, reniega de su conciencia
é insulta á Dios, impelida por la cáfila de tantos escritores blas
femos, impíos é inmorales, ella misma se hace culpable y digna
de castigo. Dejad que se rian los sofistas de aquel que desde lo
mas alto de los cielos cuida de las criaturas, y de que se persua
dan que las naciones no están como los individuos bajo su divina
omnipotencia. El Espíritu Santo dice : « La justicia levanta las
ilaciones : Justiiia elevat gentes ; miseros autem facit populos
peccatum; el pecado es la miseria del pueblo.» Puede olvidarse
la justicia de las criaturas de la tierra segura de hallarlas en la
eternidad ; mas no olvida los pueblos, y mas pronto ó mas tarde
llega su hora suprema. Dios castiga en tiempo los pueblos que
no subsisten sino por el tiempo, y cuando desde este púlpito
protestamos contra tantos libros de impiedad, lo hacemos en
nombre de Dios y por el pueblo. No venimos á gemir y lamen
tarnos como sacerdotes y predicadores de los ataques contra la
divinidad y la santa religion ; venimos tambien como ciudadanos
para conjurar la ruina y males de la patria : se trata nada menos
que de los mayores intereses del pueblo y patria, del tiempo' y eter
nidad ; y cuando os pedimos que anatematiceis , no solo es acto
religioso, si no que igualmente es nacional. Si condenais los au
tores, absolveis el pueblo para con Dios ; despreciais el escritor
en obra impía, desarmais la venganza divina : Dios no castiga
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. ¿Jft?
dos veces ; y asi, venga la religion vuestra justicia, y salva los
intereses del pueblo.
Por último, si hay en este auditorio algunas personas que han
recibido del cielo el don de la inteligencia, os rogamos seais fie
les á tan noble mision. No permitais jamás se ataquen con tanto
descaro la creencia y costumbres morales. Tened siempre pre
sente que hay un juez que pesa y mide la suerte de las nacio
nes ; en vuestros escritos respetad profundamente la religion y
sus creencias ; defended con la pluma los impíos ultrajes que se
hacen por la pluma ; que esta prerogativa concedida del cielo os
haga como apóstoles para oponeros á los del infierno, y asi re
levareis lo que quieren abatir, y recibireis en recompensa el
homenaje de la religion y la gratitud del páis.
En solo el atentado que se contiene en la impiedad de los li
bros perversos, se comprende el atentado contra la conciencia,
la razon, civilizacion y existencia social. Verdaderamente es un
delito de excepcion y de una malicia sobrehumana , y yo aña
diré : nada puede justificar al escritor impío y corruptor. Aquí no
está aquel ímpetu violento que preocupa la razon y arrebata la
voluntad ; no sale un libro de las manos del autor en un solo
trazo de pensamiento ; exige muchas horas y dias para ejecutar
el plan y madurar ó reflexionar sobre los pormenores de la ma
teria. No puede decir un autor ; no he pensado en lo que escri
bo ; porque su obra tiene el carácter de profunda meditacion y
de malicia bien combinada. Y cómo ; ¿ no ha pensado en ultrajar
la religion é inocencia, cuando en todas las páginas se advierte
y nota la invencion de su pericia para echar y arrastrar en el lo
dazal la religion y la virtud ? No, no puede decir : no he previsto
las lúgubres consecueneias de mi soñada obra.
Excluye si se quiere de tal suposicion el carácter mismo del
escritor. ¿ Qué cosa es el talento sino ver las cosas á lo largo y
preveerlas de antemano ? Y ¿ quién debe responder de las re
sultas de tales obras hasta el grado que él mismo debió com
prender llegarian? No puede decir tampoco : yo no lo quise. Que
una indulgencia escandalosa de los lectores no venga á repetir :
no es preciso tomar las cosas como son en sí , pues que no es
sino una cabeza caliente quien asi habla ; y diré ademas que
es disculpar el atentado, añadir la mentira á la blasfemia insul
tando al Señor y á la virtud.
Nos habla tambien la historia de un mónstruo que se compla
cia en degollar los hombres ; de un César que se divertia en con
360 INSTRUCCION RELIGIOSA.
templar el fuego del incendio de Roma ; pero no solo no le justi
fica, sino que le infama con la mayor execracion y epítetos los
mas crueles. Notad tambien que el carácter propio de los auto
res de la impiedad es el de extender su accion al nivel de la vo
luntad.
Si en los demas delitos no hay límites, la misma malicia del
delincuente los tiene siempre fatales ; que quiera ó no quiera, cir
cunscriben su accion material. El mal que ocasionan los malos
libros excede la voluntad misma de su autor, porque á pesar de
que se arrepienta y retracte de sus errores y doctrinas, el daño
que han hecho se perpetua.
¿Qué hacen, pues, el autor y escritor corruptores y culpa
bles ? Gracias á la prensa, que siendo su accion tan veloz como
la imaginacion, se extiende por todas partes y lugares, se apodera
del tiempo y del espacio, y con un solo rasgo derrama el veneno
que mata y el fuego que consume las almas. Va hasta ampararse
por la ráiz de las generaciones que de antemano embriaga con
su tósigo ponzoñoso, y parece que nacen ya con el vicio origi
nal de corrupcion ; de la misma manera que en lo físico la san
gre viciada se trasmite á los otros. Asi es como sucede en el or
den moral. Una persona pervertida comunica ó trasmite sus du
das, y con ellas el germen del error y del escándalo. Pasarán y
se sucederán los siglos con las generaciones, y este mal no hará
mas que añadir excesos á excesos y desorden al desorden;
pues siempre habrá autores y escritores impíos que no recularán
para perpetuar la triste obra hija de la impiedad, blasfemia, cor
rupcion y disolucion, con que intentan edificar su pueblo.
¡ Ah ! si pudiera hacerles oir mi voz, les diria : monstruos,
¿ qué poder teneis, y de quién le habeis recibido para matar y
destruir? Atila, que se decia el azote de Dios, no tuvo un poder
igual al vuestro. Este le tuvo de Dios, y vosotros le habeis to
mado de Satanás. Aquel, bárbaro y con la fuerza material, no
devastaba sino el suelo ; mas vosotros , bárbaros de la inteli
gencia, lo que devastais y haceis perecer es el mundo espiritual,
el alma, la conciencia, el culto religioso, la sana moral y todo lo
mas digno del hombre ; inmolais las ideas y destruis el gérmen
benéfico que hace los pueblos y los siglos.
Con el tiempo pueden repararse las ruinas materiales ; con el
trabajo se fertiliza la tierra, y las pérdidas se reparan con la
economía. Y ¿cuántos años no se necesitan, y aun siglos para
relevar la fe amortiguada, reanimar los buenos principios casi
INFLUENCIA DE LA LITERATURA INMORAL. 361
extinguidos, y restituir al pueblo que ha sido muerto su alma que
le dé vida ?
Escritores corrompidos, quisiera el cielo que me entendiéseis,
y detener para siempre jamás atemorizados vosotros mismos.
Cuanto de perversidad tienen vuestros libros, os pertenece. La
voluntad culpable que animan y preparan, es personal, man
chada de lunares impíos y criminal de todos los crímenes con
que emponzonan, enseñan y alucinan. Vosotros acabareis y
vuestras obras os sobrevivirán para reprobacion eterna. Aun
que el cielo os dé una luz con que pidais perdon de tantos males
causados y vuestra retractacion la mas sincera y humilde, no
bastará para reparar el escándalo, ni á corregir el daño de tantas
víctimas como vuestros libros han hecho ; y lo peor es que no
impedirá el que las hagan aun. Si algun dia el cielo os llama,
¡ qué de lágrimas amargas sobre un crímen semejante ! Y si vues
tra dureza ó impenitencia os lleva á la presencia de aquel Sumo
Juez, ¡ qué terrible juicio os espera ! Hé aquí, hermanos, lo que
son los malos libros y sus autores.
No dejaré está cátedra sin llamar la atencion de vuestra fe.
Hasta esto he hablado en algun modo como moralista y ciudadano,
y al terminar debo hacerlo como cristiano y sacerdote. ¿No me
desahogaré delante de vosotros de los dolores que siente el cielo
y de los gemidos de la fe ? Y no os diré : olvidad cuanto acabais
de oir : venid conmigo al borde del abismo donde gimen y se
lamentan tantas almas como han perdido el supremo bien : oid
sus quejas é imprecaciones por su infelicidad y desesperacion.
¡ Ay y mas ay, y anatema sobre anatema ! Estas almas fueron
críadas para el cielo que les ha sido cerrado. Su mal será por
toda la eternidad, y no cesarán de acusar y maldecir á los que
las perdieron. Desgraciados somos y seremos mientras Dios sea
Dios, por haber bebido en la copa fatal que hay en nosotros ;
pero desgraciados aquellos que la han preparado, que han hu
medecido sus labios ; y en fin, ¡ ay de aquellos desgraciados que
han perdido nuestras almas ! No podemos nada para esta infe
licidad eterna, pero sí para nosotros y nuestros hermanos, aun
los escritores que acusamos, y lo podeis parav vosotros mismos.
Rechazad y despreciad sus libros : alejaos para siempre de tan
detestables obras, y asi os librareis de los precipicios en que han
precipitado á tantas almas.
¡ Ah ! no somos los enemigos de aquellos que rebatimos y
atacamos. Por el mal que quieren hacernos, nosotros queremos
36$ INSTRUCCION RELIGIOSA. — INFLUENCIA, ETC.
hacerles bien, hasta dar nuestra sangre por rescatar sus almas
condenadas sobre lá tierra, porque se libren de la condenacion
en la eternidad. Cortemos y detengamos e] fatal progreso de su
pestilente influencia, con cristiano fin de descargarlos parte de
la pesada carga con que sus almas serán presentadas delante del
tribunal supremo de un soló Dios y Juez áirado.
Todavía nos queda otro mayor interés que clama la solicitud
dé la fe cristiana, y es la injuria que se ha hecho y hace á Dios.
Representaos todas estas extravagancias del entendimiento y de
la imaginacion : oid esas voces semejantes al ruido de una ciudad
grande y tumultuosa que resuenan en el áire : esas blasfemias
que suben hasta el trono del Altísimo, que provocan su justicia;
y desde este templo de Dios vivo, unamos nuestros lamentos á
los dolorosos gemidos que salen del santuario y digamos : mise
ricordia, Señor, misericordia por tantas injurias y desacatos. Vos,
Señor, que sois el supremo Legislador, perdonad por tantos es
critos con que atacan vuestra divina omnipotencia. ¡ Oh Dios,
que sois juez y remunerador ! perdonad por tantas blasfemias
que niegan vuestra justicia y la provocan. Vos, Señor, que sois
la misma verdad, perdonad por tantos delirios con que la hu
mana lengua insulta vuestra palabra infalible : que sois todo
amor, y que tanto nos habeis amado, perdon, Dios mio, perdon
por los desacatos de esos hombres que no tienen otro dios que los
deleites : perdon, Señor, y que nuestra sumision repare todos
los extravíos de estos insensatos, y que excedan nuestras alaban
zas á sus blasfemias ; nuestro amor alcance el olvido de sus in
gratitudes, porque vos, mi Dios, sois solo, la gloria y el verda
dero amor en los siglos de los siglos. Amen.
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS

POR EL ILmo SEÑOR COEUR,


OBISPO DE TR01ES.

In couspectu luo vitam el bonum¡ et e contraria


mortem ct malum. Testor ccelum el terram.
(Motses. - Decteronomio.)
Considerad que hoy os pongo á la vista, por un
lado la felicidad y la vida , y del otro el mal y
la muerte ; y en prueba de esto tomo por testi
gos al cielo y la tierra.

PRIMERA PARTE.

Hermanos mios, el carácter propio de las obras maravillosas de


la creacion es tal, que Dios deja caer de tiempo en tiempo sobre
el mundo un reflejo de su divino poder cuando en sus altos jui
cios determina hacer su destino ó suerte. Tienen una fuerza enér
gica é invencible para todos : una fuerza moral que apenas puede
contenerse, y que es necesario se manifieste con aparato en todo
el universo. Si no derrama abundantes gracias y virtudes, será
la maldicion y la ruina ; y lo que puede salir de ellas, la vida ó
la muerte. Asi pues, despues de exponer á los Hebreos las con
diciones de la antigua alianza, el Señor les hace esta advertencia
importante : « Considerad que hoy he puesto á vuestra vista por
una parte la felicidad y la vida, y de otra el mal y la muerte, y
tomo por testigos el cielo y la tierra. » Cuando el Pontífice del
nuevo Testamento entraba en el templo, un anciano venerable
dijo estas señaladas palabras : « Ved que está establecido para
la perdicion ó la resurreccion de muchos de Israel : » Positus
364 INSTRUCCION RELIGIOSA.
est hic in ruinam, aut in resurrectionem multorum in Israel.
Convienen á mi objeto estas palabras proféticas, pues hoy
vengo á entreteneros con una de estas obras singulares que do
tiempo en tiempo manifiesta el Omnipotente cuando el mundo
debe cambiar de suerte.
Esta obra maravillosa, cuya fuerza es tal que puede quedar
estéril, y es el cumplimiento de la palabra escrita, que da á la
inteligencia una existencia duradera é inmortal, que la reproduce
y conserva adornándola conuna especie de alas para que se mueva
con velocidad, fue ignorada de los antiguos, y no ha venido á
restablecerse en estos tiempos modernos sin un mandato expreso
del Altísimo. Hará y producirá cosas admirables, si el hombre
no se sirve de ella sino conforme á lo que ha querido la divina
providencia. Descubrir sin límites, y extender por toda la tierra
con el auxilio de los libros la sabiduría, acompañada de la ver
dad, la virtud y la verdadera dicha. De este modo á presencia de
la cruz los errores y pasiones desaparecerán, y los pueblos en
algunos años entrarán en sí mismos, para unirse con su divino
maestro Jesucristo. Si los hombres se obstinan y ciegan, el ins
trumento de Dios les será fatal, porque ni su fuerza disminuirá,
ni nada hay que se le oponga. A pesar de todo su disposicion di
vina, rápida y sin poder aniquilarse, seguirá siempre, derramará
su cólera sobre la tierra, y por fin de todo la muerte. Se mani
festará por todas partes con la irreligion y mentira : los asilos
donde se abriga la virtud demolidos, y la tierra á quien le fue
dado el poder de vida y aumentar su grandeza, será desolada.
Tal es pues, hermanos mios, este poder supremo que se nos
aparece. Es divino y terrible, no se puede negar, y fatal. Y sepan
las criaturas que esto no es aquello de que pueden burlarse, y si
lo intentan será por una ceguedad criminal, y para que no se
precipiten conviene mucho prevenirles. Porque seguramente,
cuando reflexiono y considero los hombres bajo el escudo de una
obra divina, veo tantos libros que todo lo inundan, y vierten tor
rentes de sabiduría y delirio al propio tiempo, luz y tinieblas,
crímenes y virtudes, que en todas formas se reproduce el espíritu
de los vivos y muertos, á primera vista me inquieto y tiemblo,
qué será de ellos. Y cuando mas de cerca observo tanta cegue
dad como les fascina, la extraña ligereza con que todo lo toman
sin discernimiento, la luz que alumbra, el fuego que consume,
la ponzoña y la vida, yo no sé cómo explicarlo que siento en mí
mismo. Espero con asombro que el mal se vea en su fruto, el ve-
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 365
neno en su obra de muerte, y no quede del hombre consumido
por el fuego sino sus cenizas.
En efecto, la calamidad de nuestros tiempos es tal, que de pro
funda tal vez se haga incurable, que reuniéndose á los otros
males precipitan y aumentan la corrupcion que degrada la hu
manidad.
En vista de tantos males y peligros, debe levantar la voz la
religion, para recordar al hombre su verdadero deber, y que vea
el abismo en que se precipita, gritando para que no cáiga como
sonido de trompeta, quasi tuba. De cuantos servicios ha prestado
al mundo el cristianismo, el mayor, mas noble, y acaso el mas
importante es el que hoy está dispuesto á prestarle, y se atreve á
arrostrar la opinion del paciente para librarle de la enfermedad,
patentizándole el peligro de lecturas perniciosas, sobre todo cuan
do se hace sin eleccion y discrecion.
Diossabe, y algunas personas tambien, que no condenamos los
libros, los autores ni los que los leen. No somos tan insensatos en
despreciar el mejor don de Dios, y ademas no nos enseña la re
ligion á profanar sus obras. Pero en fuerza de la mas íntima con
viccion y de la autoridad de nuestro ministerio, reprobamos los
lectores atrevidos que sin discernir ni elegir leen toda clase de
libros que caen en sus manos, sin cuidarse en saber si tales li
bros pueden conducirles al cielo, ó arrastrarles por el lodazal
emponzoñado.
Asi pues, digo, que la plaga de lectores atrevidos es una de
las mayores que puede asolar el mundo, y contraria al órden de
Dios y á sus divinos consejos respecto al hombre y á la humani
dad toda. Tiende tambien á tener el alma en estado permanente
de revolucion contra las leyes que para ella son sobre esta tierra
la condicion inseparable de la verdad, virtud y felicidad.
Es tan vasto el punto, que le reduzco y acorto ; y ved aquí
precisamente todo mi asunto : las lecturas perniciosas sin discer
nimiento leidas por casualidad y sin conocerlas ó elegirlas, ha
cen un crímen, porque constituyen el alma en estado de continua
oposicion á las leyes que deben asegurar la posesion de la ver
dad aquí en la tierra.
¡Ah ! vosotros que sois los mas jóvenes, escuchad sin descon
fianza á quien con un profundo é íntimo respeto os habla de los
dones de Dios, y con un amor verdadero por sus hermanos.
Creedle en sus palabras; son puras, francas, y sin otra intencion
que vuestro bien. Estamos á muchos grados de altura de losin
366 INSTRUCCION RELIGIOSA.
tereses terrestres, y las leyes que aquí encomiamos no son sino
las del imperio eterno, que no datan del tiempo, y tienen por ob
jeto la conciencia. Salen del corazon; no quieren ser arma
das de otras armas que de la persuasion, y sin otra fuerza, Pjfo
os asombreis si os habla enardecido, pues es efecto de su íntima
conviccion y de la perfecta evidencia con que á su vista se pre
sentan los males que os amenazan. Ave, Marta.

Hermanos mios, el hombre fue criado para la verdad, y si ha


lla en su posesion el privilegio mas noble de la naturaleza, ha
lla tambien en ella el origen de todo bien ; pues la verdad es el
órden donde es preciso eslabonarse para ponerse en estado de
encontrar aquí bajo la virtud, la dicha verdadera y la paz sólida.
Pero, cristianos, no está la virtud sino en Dios, que ha hecho
la realidad de las cosas, y que comprende cuanto hay posible.
Aquí reside, y no puede conocerla el hombre sino si ella emana
de esta fuente santa, y no resplandece para él en la luz de la re
velacion de que se alimenta. Tiene dos formas esta revelacion :
una natural que sin intermediario se hace entre Dios y el hombre,
y es la conocida con el nombre de razon ; la otra es mas augus
ta, porque entre Dios y el hombre coloca un órgano : habla por
la boca de un ministro que Dios ha tomado para instrumento de
la revelacion, y esta es la religion.
Tales son los dos grandes canales por donde se comunica á
las criaturas la verdad divina : no existe otro manantial ni puede
imaginarse. Aquí es precisamente á donde debe venir todo aquel
que quiere unirse áDios y alimentarse con su verdad. Por consi
guiente, hé ahí la ley fundamental de la naturaleza inteligente,
y sirve para aumentar y enriquecer en su intimidad la religion y
la razon, y si se puede hasta la perfeccion. Repito, tal es la luz ; y
cualquiera que la quebrante puede contar con ver menoscabarse
en él la verdad que está en Dios, y Dios no se comunica sino por
la religion y la razon.
Sí ; aquí es donde veo la violacion deplorable de esta ley de
la inteligencia por las lecturas perniciosas, y en lugar de lecturas
discretas y sanas que pueden ser un poderoso auxilio para au
mentar en sí la religion y la razon, aquellas se convierten en un
arma fatal que hiere sin cesar ni reposo á Ia razon y religion,
hasta que por último una y otra desfallecidas desaparecen total
mente.
DAÑO DÉ LAS LECTURAS PELIGROSAS. 367
En esto acuso á esos lectores de un delito grave y mi ministerio
mé impone el deber de probarlo. Escuchadme pues, y vereis desde
luego que semejantes lecturas son el enemigo mayor que tiene
la razon, que debilitan su vigor, alteran su constitucion hasta el
extremo que consuman su perdicion.
Hermanos mios, ¿ qué cosa hace la energía de la razon y cons
tituye su gloria? Este vigor que adquiere en las graves reflexio
nes, en el ejercicio que ella misma tiene, mas sublime que la
esfera de las preocupaciones ; la aptitud en la direccion que ase
gura su senda, y la impide precipitarse en el abismo, y la segu
ridad cierta que la sostiene y anima á perseverar.
Sí, este vigor, seguridad y verdadera eleccion de buenas
lecturas amplian la razon y la elevan con mayor rapidez ; las
perniciosas al contrario la debilitan, ofuscan y obstruyen hasta
que cae en una total estupidez, con tantas preocupaciones peca
minosas que la conducen al error, extinguen su ánimo, y su an
gustia víctima de negras dudas, y casi en el precipicio del sep-
ticismo.
Semejantes lecturas no dejan otra cosa que un cúmulo de er
rores y dudas que debilitan la fuerza moral y religiosa. ¡Des
graciados! ¡Infelices las almas acostumbradas al error pesti
lencial! ¿Qué elevacion mental y que fuerza se puede esperaren
ellas? La rectitud del juicio constituye la verdadera potencia del
alma y el atributo mas noble de su preeminente moral. Tan luego
como suspende el ejercicio de sus funciones rectas, cae en la mas
grosera apatía, y se extinguen ó desaparecen sus luces y facul
tades.
Sobre esta tierra, cristianos, nada hay sin fatiga y trabajo, y
si se adquiere algo, á fuerza de desvelos y penas se prospera y
conserva. Asi como la encina plantada en una roca medra y se
fortifica con el áire de las tempestades, igualmente la razon tiene
que luchar contra los obstáculos del error, profundizar las prue
bas de su asercion, y cuanto mayores son los huracanes que
combate, mas brillante aparece su triunfo. Si repudia su propio
trabajo para admitir el que otros han hecho, muy presto caerá y
humillará con el poso enorme del error y las tinieblas : esta
águila perspicaz que desde lo mas elevado distingue los objetos,
será encadenada para siempre en un abismo profurído : sus
ojos no podrán resistir á los rayos del sol, ni tendrá fuerza para
remontarse y atravesar los espesos nubarrones de tantas autori
dades como se han acumulado entre el cielo y la tierra. Consi
368 INSTRUCCION RELIGIOSA.
derad cuál es la gravedad de las preocupaciones del error, que
aniquila y destruye la razon. Desdichado de aquel que volunta
riamente se abate y se somete á su pestífero imperio.
Vosotros, pues, que con ese insaciable hipo de lecturas sin
discernimiento ni otra precaucion aceptais los errores que os
arrojan y sugieren, sois á quienes vengo á hablar. He recorrido
vuestra historia, trazado el triste cuadro de vuestra alma, y los
errores que la pierden y matan.
¡ Ah ! no os admireis, no griteis, ni vengais á este templo santo
á encomiar la lectura de esos libros. Nada quiero exagerar, pero
confieso que la lectura sana, discreta y moderada es un pode
roso preservativo que asegura el alma y libra del yugo del error.
¿ Y sabeis qué circunstancias son necesarias para esta lectura ?
Hé aquí en una palabra la regla : ó el lector cita el autor á su
tribunal, le juzga, pesa sus argumentos, y conforme al valor de
ellos le aprueba ó reprueba : ó es el autor que presenta al lector
sus ideas, á las que se inclina, piensa como él y se encadena
como un vil esclavo á sus preceptos erróneos. Aqui no hay justo
medio : ó sois el juez severo de los autores, ó estos son vuestros
maestros. ¿ Cómo quereis que os coloque? ¿Tendreis á bien de
cir que estais sometidos el caprichoso juicio del autor? En cuyo
caso nada mas tengo que hablar, ni otra cosa que hacer que cu
brirme con un velo para no ver la desvergüenza con que deshon
rais la humanidad, y acabais de confirmar públicamente vuestra
desdicha y esclavitud bajo el yugo de las mas erróneas preocu
paciones.
Sois, pues, el juez del autor. Pueden serlo los sanos y culti
vados entendimientos y lectores graves, no aquellos que escru
pulizan poco de las lecturas. Pero si de estos lectores hay mucho
número, no tendrian derecho de responder: ¡ Vosotros jueces de
los autores ! ¡ Ah ! no hablais con franqueza ; no pensais asi, y
nadie podrá creerlo. ¡ Vosotros jueces ! No os pregunto si teneis
la fuerza suficiente para ello, como se necesita muchas veces, y
que no se trata se escritores superficiales. Sí, os pregunto : ¿te-
neis voluntad y tiempo ? ¿ Leeis con la intencion de someterlo á
un exámen escrupuloso, discutis con un escritor, pesais sus mo
tivos, reflexionais, y poseeis los convenientes estudios al efecto?
¡ Ah ! os admiro, y os cuesta mucho defenderos de una son
risa. ¿De dónde podrá venir quien haga cuestiones semejantes?
En tiempos pasados, que los escritores eran pocos, porque se
ocupaban las gentes mas útilmente, y que escribian sabiamente
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 369
despues de largos y penosos estudios, podian leerse los libros
con reflexion y atencion. Hoy es todo diferente. En los libros
y mil folletos de que está inundado el mundo, se lee por leer, co
mo una distraccion cualquiera, se deja ir el alma tras la del au
tor, renovar sus nuevas impresiones, sin querer sujetarse al jui
cio y menos contradecirle, queriendo leerle para hallar alguna
emocion que ocupe, sin tomar el tiempo de conocer qué lectura
se empieza, ni reflexionar en sus resultados.
Si que es muy cierto. Estaba en error cuando preguntaba á
esta turba de genios superficiales, de lectores osados y atrevidos
por la fuerza y poder que les falta y de que se ven privados. En
efecto, veo que les domina una desidiosa apatía que les conduce
á la mas indigna pereza, asi como en su inteligencia lo que tiene
de dignidad, no sirviéndose de ella sino para divertirse y hacer un
despreciable juguete.
En hora buena. Concentren en esto su ambicion, y no nos
vengan con que están exentos de erróneas preocupaciones, pues
que están llenos de ellas, y cada una no es otra cosa que un
campo vasto y dilatado de superfluidades criminales. Se atreven á
decir que no conocen esclavo alguno de preocupaciones, y tie
nen esta persuasion; pero los mismos hechos les condenan, siendo
su ceguedad tanta que nada examinan, ni quieren buscar la
fuente y origen de cosa alguna. Tienen ideas que juzgan como
se les antoja, sin creer que son hechos y recibidos como tales, y
las mismas preocupaciones que las del autor que han leido. El
viento que hace, les comunica las ideas de otro cualquiera, se
arráigan, medran en su imaginacion desvastada del mismo modo
que aquellos vástagos de yerba que pujados por los huracanes
crecen en los escombros. Son como páginas ambulantes de los
mas ínfimos y miserables autores, y reflejo partido de la inteli
gencia de escritores.
Si al menos pudieran consolarse de su servidumbre por la
gloria de sus maestros, podrian remitiros al escritor de quien
reflejan la idea. Si tuvieran tambien este triste consuelo de decir
nos : en mí, en verdad, esta opinion es un error ; mas en el au
tor donde la he tomado era un juicio grave, sabio y serio :
efugio miserable que despues de todo no conduce á otra cosa que
á consolarse con la esclavitud por la ufanía y vanidad de otro.
Pero aun este mismo efugio no ie quedará al lector atrevido, se
verá privado de él, y tendrá la amargura de ser el esclavo de otro
esclavo.
S. M. I. 24
370 INSTRUCCION RELIGIOSA.
Hermanos mios, veo correr por el mundo una multitud de li
bros, en los que todo se pone en cuestion. Está representada la
congregacion de Jesuitas como establecida contra los principios
del derecho divino y la divina moral : son atacadas y holladas
todas las leyes tanto divinas como humanas, y se habla, ni mas
ni menos, que de reparar la religion, el estado, la sociedad y la
familia. Lo que sobre la tierra se llama crímen, en estos libros
virtud, y vice versa, para que nada se exima de estos atrevidos
escritos. Por ellos se ha pasado revista de las generaciones anti
guas y modernas, y en lo tocante á su fama deciden como si fue
sen sus jueces naturales, sobre conservársela ó condenarles á las
gemonías. Todo les es igual, Dios y el hombre; ynoes mas acabada
y respetada la divina providencia que lo son los imperios y
reinos.
Estos pestíferos libros circulan con profusion, y sobre todo
andan en las manos de genios apocados y atrevidos lectores de
quienes hablo, que les falta la energía de la oposicion, y se dejan
imponer por los autores que leen, y su alma no es mas que un
centro de ilimitadas y erróneas preocupaciones. Tienen la espe
ranza de aligerarse de su propia flaqueza por la ufana presuncion
del maestro ó autor, consolarse de su negra servidumbre en su
recuerdo, de quien su mismo juicio fue, á no dudarlo, el fruto
de penosos estudios y de una conviccion meditada.
Lo confieso ; cuando considero las pretensiones de tales auto
res, me inclinaría á creer eran hijas de largos y constantes es
tudios, y me ruborizaría de pensar que han sido osados en ha
blar de todo sin saber ni comprender ellos mismos lo que se
resiste á creer ni pensar. Se indaga sin embargo, y se aprende
ó sabe que autores tales eran los últimos de la nacion que en caso
se hubieran tomado para tratar de esta materia. Sorprende el ver
que son sus hijos jóvenes inexpertos que las graves oscilaciones
envian ; y se enagena uno de sí mismo cuando se observa tanto
material para trabajos tan graves. En verdad, para empresa tal
que no tiende nada menos que á cambiar la faz del universo,
no bastarán muchos y largos años de estudio y meditacion.
Mas, no. Hé aquí delante de vosotros uno de esos espíritus al
taneros que regentan el mundo. Vedle que brilla con viveza,
gracioso, y se ve por donde hay ruido, humo y movimiento. Se
mofa de la imaginacion como de una bagatela, y apenas habrá
genio mas limitado, tan flojo y constantemente distraido que pueda
comparársele. Si sus cabellos han blanqueado antes de la edad,
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 371
cuidado en creer que sea causa de la austera luz del mechero
de la lámpara que se enciende llegada la noche : si indagais el
tiempo que ha empleado en reflexionar y meditar, le encontra
reis en las orgias de una agitacion febril en las que ha chupado
los ensueños propios de una cabeza vacía ; y si buscais las cau
sas de su trabajo, no hay otra que la fantasía é ideas fantásticas.
Ahí están los autores de quienes hablo, y que os alucinan y
dictan sus doctrinas. Si tienen sobre sus mas miserables lectores,
y digo con seguridad mas miserables, alguna ventaja, única
mente es la de conocer sus libros en su justa estimacion y ha
cerse justicia á sí mismos : ventaja de aquellos que engañan so
bre los que son engañados.
Hé aquí igualmente una fuente caudalosa de libros que circu
lan y de preocupaciones erróneas. ¿No es pues esto vergonzoso?
¿No os han envilecido aun bastante tan osadas lecturas que de
gradan el alma y predisponen para todos los errores ? Además,
¿ se necesitaria que tan perniciosas y arriesgadas lecturas sirvie
sen como de una distinguida coleccion de toda clase de ideas impu
ras é impías, miserables, vanas, las mas viles de temer, pues tien
den á que Dios y la virtud desaparezcan del corazon del hombre ?
¡ Oh Dios eterno ! si clase semejante de libros tiene siempre
lectores apasionados, ¿ qué será de nuestra época ? ¿No será' bas
tante para desesperar de la opinion humana ? Porque si puede
disculparse ser engañado con nobleza, ¿puede serlo envileciendo
su alma al peso de doctrinas tan detestables? Si algun dia, mejor
inspirados nuestros contemporáneos, rompen ios lazos que los
tienen ligados, condenan como crimen horrendo el vicio de tales
lecturas sin discernimiento ni precaucion, ¿restituirán al alma
aquella fuerza vigorosa para repararse de la flaqueza en que es
taba plegada bajo tan enorme peso ? ¿Podrán recobrarla para que
marchen con seguridad y constantemente ?

SEGUNDA PARTE.

Hermanos mios, hasta aquí os he hablado de lo perniciosas que


son las lecturas de tal naturaleza que precipitan las almas. Otro
escollo no menor de temer es aquel en que los mismos errores
se sazonan con una especie de sabiduría y raciocinio que con mas
facilidad desgracian tantas almas.
No todos los lectores son dispuestos á preocupaciones, ni tam
poco todos los autores. Hay de los primeros que siguen la cor
372 INSTRUCCION RELIGIOSA.
riente de un libro, porque su sano raciocinio les hace superiores
á las ideas que encuentran, asi como hay de los segundos que
tienen otra regla que su capricho é imaginacion, y no se dejan
impeler de la casualidad, ni servirse de aserciones á medida de
su antojo. Sin duda pueden engañarse muy bien estos autores y
lectores, mas bajo cierto punto de vista están exentos de error.
A la verdad, tales autores graves que se han servido de una elec
cion prudente, su lectura puede ser de la mayor utilidad para
sin peligro de tropiezo aclarar y guiar el entendimiento: esto
mismo es lo que puede darle mas impulso, lucimiento y seguri
dad para continuarla. Cuando se leen los escritos de un hombre
literato distinguido, sus emociones le unen al lector que le
mueve é inunda de sus luces : con él se ven los secretos de la
naturaleza, penetramos cuanto su profunda meditacion ha po
dido descubrir, nos eleva, ensancha y aclara, y su vuelo ó ra
pidez es tan seguro como sublime.
Hé ahí, oh hombres, los libros que deben leerse. Renunciad
toda otra lectura ; conoced aquel que guia vuestra alma ; pedidlo
todo á la religion y á sus apologistas de todas las épocas y eda
des. Si un autor de este temple es estimado por los ingenios ilus
tres, nobles, sabios y timoratos : abridle y leedle sin temor, pues
conducirá vuestras almas á las mas altas y sanas contempla
ciones.
¿Pero será oido y comprendido este lenguaje en nuestros
tiempos por muchos de nuestros contemporáneos? Serian ene
migos de la luz si se hiciesen dos clases de estos autores sabios
y respetables, y se dijese : los unos siguieron constantemente el
camino de la vida ; seguidles y no os separeis de sus preceptos;
y los otros se han engañado ; temed no os extravien.
Así es como habla la razon, mas no como lo entienden una
cáfila de lectores modernos que dicen : entre los escritores
sublimes sabemos hay algunos que se han engañado, y por lo
mismo no somos sus esclavos ; los leemos para admirarlos y apro
barlos cuando dicen la verdad ; pero si lo contrario, los sometemos
á nuestro alambique despreciando el suyo. Por ellos los autores
distinguidos son leidossin interés ni discernimiento. Saben y es
peran hallar obstáculos ; pero se ufanan y lisonjean que los evita
rán para no caer en el abismo en que aquellos se han precipitado.
¡ Ah ! si estuvieran aquí les diria : sois muy atrevidos. Creeré
vuestra inteligencia cultivada y segura, y que poneis cuidado
seriamente y perseverancia en las lecturas que horrorizan ; lo
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 373
creo porque lo decis. Aunque esta circunstancia de fortaleza,
exámen y perseverancia sea tan rara, y que en cada siglo se ve
un cortísimo número de estos entendimientos privilegiados, os
concedo no obstante que vosotros lo poseeis. Supongo mas ; que
teneis inteligencia, energía en la voluntad, gravedad y perseve
rancia en vuestro exámen ; que por toda especie de vuestras lec
turas, estais conceptuados de grande ingenio, y sin embargo
hallareis al instante en el camino un trecho que han dejado sin
llenar. Sois capaces, como tambien me persuado, de profundizar
la imaginacion, penetrar los motivos y la extension de una pro
posicion ; y en este mismo punto y hora estais á la vista donde
ellos se han engañado, y lo que contemplaban cuando se extra
viaron, lo haceis vosotros tambien ; y si aquellas lecturas y estu
dios los haceis privados de convicciones, no se necesitará hablar
de vosotros, porque será inútil el trabajo, y vuestra pérdida se
gura y evidente.
Queda por saber si sereis mas afortunados que ellos, y si las
cosas mismas que les han seducido, podrán seduciros. Reparad
que estais al punto de vista de una inteligencia suspicaz que os
hace ver con sus ojos. Así, pues, no sé si hay superiores capa
cidades que de propio motu han perpetrado el error para enga
ñar; repugno en creerlo, y pienso menos en ello. Sé muy bien
que hay de ellos que se engañan; ambos son posibles, y supon
gámoslo así.
Si este ingenio privilegiado de quien leeis sus obras ha que
rido engañaros, ¿creeis os sea muy fácil evitar ser fascinados ?
Esta clase de ingenios se remonta mucho y va lejos ; se conoce
para conocer los otros ; sabe de qué manera se prepara un golpe
de vista para extraviar y seducir los ojos. Unas veces presenta el
gérmen del error bajo cierta profundidad de metafísica, cuyo
abismo no se profundiza sino por la perspicacia del genio, que se
ufana por esto de descubrir las maulas y cuestiones quisquillosas
de algunos vástagosdel género humano. Otras le disimula bajo
la apariencia de una lógica ajustada, recta y forzosa, que no hay
medio de contradiccion, si no es por el flaco apenas perceptible de
otros que del autor de tan pérfida trama ; y en cierta clase de he
chos reune verdades incompletas que por el solo hecho de in
completas constituyen la mentira. Nada pueden negar, todo es
cierto ; no obstante otros hechos se podrian alegar con los pri
meros, y completamente mudar el sentido ; pero ese cuidado es
para vosotros. Estais con él en esta altura en la que se pierde
374 INSTRUCCION RELIGIOSA.
por la fuerza lógica é irresistible, aprisionados como si fuera una
cadena de hierro, cuyo peso y extension os asusta y aterra,
exhaustos de aquella erudicion de que estais privados para opo
neros, y aun el tiempo faltaria á vuestro esfuerzo.
Titubeais sí, y os veo inciertos : vuestra antigua creencia os
dice que esto es un error; y en el punto en que os ha puesto,
alguna cosa luminosa os impele á decir que aquí hay una ver
dad. Mientras así vacilais, el espíritu de Satanás, que os
ha tendido el lazo, está en vosotros como ejecutor de la justi
cia infernal, para consumar vuestra pérdida y arrastraros al
infierno, á donde él se ha precipitado. Cuantos recursos tiene
este espíritu del mal, los emplea contra vosotros. Os conmueve
y gusta : le creeis gracioso, activo, tierno y lloroso. Se apasiona
con una elocuencia trágica : sus cánticos son puros, melodiosos,
llenos de armonía y suaves. Se expresa en todos los tonos y
sonidos : encanta, brilla y penetra su voz, centellea y se juega.
Én fin, su sonrisa cándida, delicada como una flor, sincera, ex
quisita y elegante. De repente se presenta como filósofo, histo
riador de imperios y de todo mundo, ó presenta una paradoja
mezclada con un torrente de una lava elocuente ; y como la an
tigua serpiente sopla y se insinua ; fascina su mirada, seduce
con la brillantez de sus colores, y quien le mira és vencido.
Y bien, ¿ resistireis vosotros, presuntuosos? ¡Ah! yo os veo
caer, pues publicais que el espíritu maligno no se ha engañado.
Triunfó de vosotros, de vuestra fuerza, exámen, resolucion, y
se sonrió con un estremecimiento de regocijo para arrojaros
, á los abismos.
Ved, pues, si hay espíritus fuertes que hayan querido tan á
sangre fria preparar tantas asechanzas al hombre, y la penosa
imágen de peligros que hallareis por sucesores. Sí ; debeis te
mer los espíritus fuertes de quienes los errores fueron volunta
rios y como por eleccion, y aun temed mas y mas aquellos de
quienes sus errores fueron involuntarios.
¡ Pobre y flaca humanidad ! Tus columnas se han conmovido
diferentes veces ; han perdido el color los astros : tus mejores
adornos han perdido su esplendor : tus mayores antorchas despues
de brillar mucho tiempo en el cielo para dar luz á la tierra, han
cesado de lucir repentinamente por ceder á la flaqueza irreme
diable que impulsa aquí bajo á nuestra triste naturaleza. Se han
visto inteligencias privilegiadas conmoverse sobre su trono de
oro : caido de sus manos el cetro del pensamiento : extinguida
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 375
y como apagada su vista : su lengua sin articular; y por un mo
vimiento extraño se les ha visto, como Lucifer, bajar del cielo,
hijo del error, y han ido á reunirse á toda esta polvareda maldita
ya herida infinitas veces por el fuego del trueno. ¡ Terrible fenó
meno visto en muchas épocas y edades, que en todas ha dejado
largas trazas de oscuridad y lobreguez ! ¡ Ay ! Desgraciado de
aquel que quiere sucederles en sus huellas. ¡ Ay ! Infeliz de quien
quiere ponerse en el punto de perdicion que les ha precipitado.
Aquí hay algo que exhala vapores de muerte; huid y salid de
estos lugares. Aquí han perecido esclarecidas almas dignas que
el mundo las llore eternamente y que el Señor tenga de ellas
piedad y misericordia.
¿ Y quereis vosotros correr la misma contingencia ? ¿ Sois,
pues, mas fuertes ó mejores ? ¿ Conocereis mejor que sus auto
res la frivolidad de los motivos sobre que Origenes y Tertuliano
habian fundado los errores que estremecieron al mundo ? ¿ Sois
mas fuertes, mejores ó mas santos ? ¡ Oh ! no digais tal, porque
tiemblo de vosotros. Pocos son mejores que los sabios que su vi
da toda es un modelo de austeridad, penitencia y caridad, que
maceraban su carne para acrisolar su espíritu, y cuyo natural
se inflamaba con la santidad y sacrificio de su existencia . No pre
tendais creeros mas fuertes que ellos ; y sabed que hay muchos
errores de los que conviene sobre todo evitar el peligro, y si la
necesidad obligara á solo aproximarse, sea con las mas escrupu
losas precauciones, porque la curiosidad mas simple es en esto
fatalísima, no se escuda con la ayuda de Dios, y por lo regular
la sigue una fuerte inquietud hácia la novedad que predispone
á frecuentes caidas : huid, pues, y no seais testigos de vuestra
propia ruina y perdicion.
¡Oh! ¡ quién dará abundantes lágrimas á nuestros ojos para
llorar tantas almas que se han perdido por leer libros de impie
dad y autores que se llaman espíritus fuertes ! ¡ Qué de extragos
no se han hecho ! ¡ Cuántas víctimas inmoladas ! ¡ Oh infeliz y
terrible servidumbre ! ¡ Oh poder infausto y fatal ! ¡ Que nos*ex-
pliquen porqué dos ó tres de tales escritores han podido ejercer
una como suprema dictadura sobre tantas criaturas que han en
cadenado, dóciles á sus mas insignificantes señales ; cómo ciegos
arrojarse á sus piés para oir y recibir sus insinuaciones y falaces
creencias entre los rectos santos de los altares y de las leyes !
¡ Hé ahí hasta dónde conduce el error ! ¡ Ved á dónde un alma
esclavizada y envilecida con doctrinas impías puede llegar, cuando
376 INSTRUCCION RELIGIOSA.
se extravia de la verdadera senda ! Se precipitará á los mayores
excesos ; en los que, no obstante, no está enteramente perdida.
Su fe, aunque lánguida, tiene creencia, y conserva un gérmen
de vida que mas tarde, ayudada de la gracia, pueda librarla del
precipicio del abismo.
Mas aun este cuidado es de las impías lecturas que procura
rán no dejar ni siquiera esta remota esperanza, 'amortiguando
lo poco que el alma conservaba de vida despues de su cáida. Sí,
sin la menor duda ; cualquiera que ha observado aun superfi
cialmente lo que es el mundo y sus criaturas, conviene en que la
continua lectura de escritos semejantes acaba por extinguir las
luces de la razon, y en este fatal período no es otra cosa que un
instrumento posible de duda y de mentira. Se la cree sin fuerza
para caminar segura en busca de la verdad ; y entonces se ve
abandonada de todas sus facultades. Es inútil tomarse el trabajo
de cultivarla con peligro de su existencia y en desprecio de los
goces terrenales : ya no es mas que un estúpido tirano que nos
engaña, que es menester tenerle como juguete sin darle la me
nor importancia, ni concederle el mas fútil sacrificio.
Y bien, lectores atrabiliarios, que os alimentais sin reserva ni
temor de la lectura que se os ofrece, yo os digo que ya habeis lle
gado á este deplorable estado, ó tardareis poco, en el que la ra
zon engaña. En manos de inteligencias sanas y cultivadas puede
ser un buen resultado su lectura ; mas en otras ademas que pre
dispone á cada doctrina que se lee, no puede considerarse como
medio cierto de verdad. Os digo por último, que si no habeis
llegado á tal punto, no se pasará mucho tiempo, porque este es
- el fin extremo á que os conducen vuestras tareas y estudios de
impiedad.
¡ Qué ! á cada instante y á vuestra vista se presentan el si y el
no, el pro y el contra con todos sus requisitos. Vuestra alma pa
rece un camino tortuoso por donde pasan en confusion quere
llas, opiniones y disputas. Y ¿ qué haceis aquí? ¿Hay alguna que
tenga razon ? Me parece que esto debe suceder cuando no son
ciertos al mismo tiempo el si y el no. ¿ Cuál, pues, será verdad ?
Uno y otro fundan sus razones y las apoyan con autoridad. Si
pesais estas razones en vuestra alma bien extenuada ya, casi
siempre hallareis que se desvanecen por sí mismas, y en este
caso es preciso decidiros por las autoridades que se contrapesan.
El exámen profundo y riguroso quizá os conducirá muy lejos, y
vuestra alma, envilecida con el continuo tormento de leer, no
daSo de las lecturas peligrosas. 377
tiene voluntad ni energía para pruebas tan molestas como sóli
das. Permanece en una especie de perplejidad y abatimiento,
poco menos que atolondramiento : caos en el que nada ve ni
distingue. En tan miserable inteligencia todo está mezclado y
enredado con la extraña confusion. Falta de energía é inepta
para todo, renuncia del penoso trabajo que se necesita para po
ner órden dentro de sí misma é inquirir la verdad ; se adormece
bajo el peso indolente de la pereza, y para consolarse se aplica
esta mísera palabra de septicismo : tal vez, la verdad no es otra
cosa que un vocablo.
Sí, el septicismo, si no autorizado y en teoría, al menos prác
tico y en realidad, último resultado en que se pierde un alma
acabada con el peso delas pestíferas lecturas y sus desórdenes.
Aquí no tengo necesidad de mucho esforzarme para probar mi
asercion. Desgraciadamente los hechos publican su conducta.
¿ Qué es, pues, esta moderna sociedad á nuestra vista ? ¿ De
dónde nace esta veleidad monstruosa de sentimientos, opiniones
y lenguaje ? ¿De dónde que de hoy para mañana se discrepe y
varie sobre lo mas importante de la religion, la conciencia y su
moralidad? ¿De dónde que las palabras de hoy se contradigan
é impugnen con las mismas de ayer? ¿De dónde que en esta
época, cuando se quiere poner dificultad y avergonzar, basta
presentar dos páginas un poco distantes de la vida de cada uno?
¡ Ah ! Si se tuviera verdadera fe, seguramente no seria así, por
que la verdad tiene siempre un mismo lenguaje, inmutable y
eterno, y los hombres no tienen esta fe completa y sincera en la
verdad. Les parece ó se la representan como si fuera una opi
nion vulgar ; á sus ojos no existen sino apariencias mas ó menos
plausibles y probabilidades que realmente son hechos ciertos. No
hay mas que el interés, y hé aquí lo que patentiza la debilidad
humana, y todos los dias lo oimos con pomposas palabras que se
oscurecen en la confusion y sepultan en el cieno. Si quereis sa
ber cuál es la causa de este doloroso septicismo, recordad que han
pasado por esta generacion cincuenta ó mas años empleados en
leer estos libros corrompidos á su discrecion , agitada con vien
tos pestilenciales y de opiniones interminables, preocupaciones y
errores, y en lugar de admiraros y lamentar tanto mal, sorpren
deros que haya sido tan poco. Extrañareis que este suelo tan
conmovido haya podido mantenerse aun con alguna consistencia ;
y que nuestra pobre y humana inteligencia atacada rudamente
tenga vida y fuerza. Ofrezcamos al Altísimo rendidas acciones de
378 INSTRUCCION RELIGIOSA.
gracias, que con su divino atributo sabe suspender la tempestad
mas furiosa que amenazaba asolar la tierra.
Si ; ¡ el septicismo, el septicismo ! No fue para esto que se dió á
las criaturas este arte admirabley singular que multiplica las obras
del ingenio. En este centro debia encontrar el alma un grado mas
de fuerza para perfeccionarse en profundas reflexiones y comu
nicacion de los sabios directores que, semejantes á los angeles,
la condujeran hasta el mismo Dios, orígen divino de la verdad.
En esta conducta directriz, confianza humilde y prudente, mas
constante y profunda conviccion de lo verdadero. Su amor por
esta verdad de fe se aumentará con seguridad, y su júbilo con
el amor. En tan útiles ejercicios, los mas puros goces, los mas
agradables y mas atractivos ; y el hombre absorto totalmente de
la verdad apenas hubiera tenido tiempo para sentir las incomo
didades del viaje.
¡ Ay de tales lecturas! ó mejor diré : |ay de nosotros que
hemos demolido uno de los canales que comunica á las criaturas
la verdad divina ! Si al menos la religion , conducto todopode
roso, no hubiera sido ultrajada al mismo tiempo que la razon !
Mas ¡ ay ! el torrente desolador de estos lectores osados tambien
ha pasado por ahí. ¿No ha venido para atacar el templo santo?
¿ No ha arrebatado innumerables infelices sorprendidos al impro
viso ? ¿ Y no vierte su saña sobre tantos cadáveres ? Porque en
efecto, ¿ se puede ofuscar, enmarañar y enflaquecer la razon, sin
que la religion sienta el mismo golpe? La religion y la razon vie
nen de Dios, y son como sus hijas predilectas. ¿ Se puede que
brantar una sin resentirse la otra ? ¡ Cuidado con eso, que ambas
prerogativas tienen un fin comun ! La religion toma de la razon,
no su orígen, porque este es de Dios mismo en su mas elevada
esencia, mas su apoyo y justificacion ; pues en tanto que la ra
zon sea bien respetada, las pruebas en defensa de la religion
la ponen á cubierto de los ataques de los enemigos. En el dia en
que sea despreciada y desconocida la razon y sus atributos, sal
drá de sus fundamentos la religion, y se cubrirá la tierra de es
panto y terror.
¿ No se ve bien claro que el blanco al que asesta los tiros la
impiedad siempre es la religion? ¿No es siempre sobre alguno
de los artículos ó punto dogmático de esta ley divina que dirige
sus encarnizados asaltos? Sí, la mayor parte de sus pretendidas
arguriientaciones, ó mejor dicho, todas sus cavilosidades tienen
por base la guerra á la religion, su culto, sus ministros, y no
DAÑO DE LAS LECTURAS PELIGROSAS. 379
son olvidados aquellos de los fieles atletas y campeones de este
alcázar santo. Sí; sus escritos infernales lo atestiguan, y aquí
beben su ponzoña los incautos lectores. En todas épocas y tiem
pos siempre ha sido la religion el punto de ataque para la malig
nidad combatir los hijos dóciles á tan divina institucion.
Hermanos mios, sed prudentes, y desconfiaos siempre de lec
turas de que depende todo, lo presente y lo futuro. Si sabeis
apreciar la verdad, virtud y felicidad, no os rindais al deleite de
escritos cuyo autor necesitais saber discernirle y conocerle para
no peligrar. Asi como en vuestra intimidad no querreis un mal
vado ó un miserable y le rechazareis, del mismo modo, esos libros
infames que son la expresion de toda corrupcion, y teneis guar
dados en vuestras bibliotecas, quemadlos y arrojadlos lejos de
vosotros, para no contaminaros con su lava la mas impura. ¿Y
los recibireis aun para recrear vuestra alma, y que aquellos que
os son tan caros tomen luees de pestilencia en ellos ? ¡ Gran
Dios Omnipotente ! ¡ Qué imprudencia tan criminal !
No temais, carísimos ; no temais la privacion del placer y el
abandonar algun goce. ¿ Qué son estos en comparacion del bien
real y esencial de la verdad, virtud y dicha? No digais : pues si
hago un riguroso exámen de ellos, solo me quedará para leer co
sas graves é importantes. No es asi, pues hay muchos autores
que han respetado la verdad y costumbres, en los que al mismo
tiempo hallareis atractivos que deleitan y no son inocentes.
Supongamos que asi sea, es decir, que solo leais aquello que
creeis grave y serio ; ¿ que mal podríáis sufrir de no leerlo, ni
porqué afligiros ? Tened presente que no nos ha sido concedida
la inteligencia como si fuera un juguete. Su empleo es mas noble
que el divertirnos, y se nos ha dado para instruirnos de lo útil,
sano y verdadero ; y en fin la costumbre ó vicio de las lecturas li
bres sin discernimiento engendra una especie de segunda natu
raleza que detesta la ocupacion en aquellas que instruyen, ense
ñan y forman el hombre interior cual debe ser.
¡ Oh hombre, imágen y semejanza de Dios ! Acuérdate que te
ha sido dada la inteligencia para conocerle y contemplarle en sus
obras, glorificarle, y que perfeccionará tu felicidad verdadera en
la eternidad. Amen.
INSUFICIENCIA DE LA RAZON

PIRA CONOCER LO QUE INTERESA AL HOMBRE CON RESPECTO A DIOS,


A SI MISMO Y A SUS SEMEJANTES.

DE NUESTUA PUBLICACION.

Dicebant ergo : quid est koc , quod dicit,


Modicum l Nescimus quid loquitur.
(Joan., xvi, 18.)
DecUn pues ; ¿ qué poquito tiempo es este
de que bab)a?No entendemos lo que quiere
decirnos.

Me cansaria en vano, señores mios, en llevar á efecto un plan


premeditado sin sentar antes la base del edificio moral ; y siéndolo
la fe, el evangelio de este dia me ofrece ocasion muy oportuna
para colocar aquella primera piedra, sobre la cual estriba el
santuario de la religion. Mas aunque la fe, considerada en sí
misma, sea un don del cielo comunicado á los hombres, en cuya
virtud damos asenso á las verdades que nos enseña nuestra ma
dre la Iglesia, la explicacion de aquella dádiva celestial seria tan
imprudente examinado el conducto por donde se nos comunicaron
las verdades y misterios que son el objeto de la fe. Creemos,
señores, y lo debemos creer con la mayor sinceridad, que el cuer
po de los obispos, presidido por el romano pontífice, goza de
una autoridad indisputable para exigir el asenso á todo lo que pro
pusiere segun las santas Escrituras y venerable tradicion ; sin
embargo, como la conducta de la Iglesia no es oscura ni despó
tica en sus procedimientos, antes bien está dispuesta siempre, y
quiere dar razon de los fundamentos en que se apoyan las atri
INSUFICIENCIA DE LA RAZON, ETC. 38 í
buciones de que usa ; esta misma condescendencia me facilita el
camino para indagar el medio por el cual fue depositada en sus
manos la doctrina dogmática y moral de que hace profesion ;
haciendo de esta manera mas fundado y racional el obsequio que
tributásteis hasta ahora á sus venerandas decisiones.
Me reservo para mas adelante el tratar de la necesidad de la
fe, de los dogmas que propone á nuestra creencia, y de las no
tables ventajas que esta conductora infalible ha producido en el
género humano; pues antes de dar estos pasos, conviene que
la razon se persuada de la absoluta necesidad que tiene de luz
sobrenatural para conocer su destino, y las sagradas obligacio
nes que ha contraido con respecto áDios, y á la sociedad en que
vive. Esto es, señores, lo que se llama divina revelacion, que
ilustra al entendimiento del hombre en los puntos que ignora
y que le interesa saber, y en manera alguna puede por sí mismo
alcanzar.
Si los apóstoles, como nos dice el evangelio de este dia, á
pesar de que la suprema verdad se dignaba hablarles sin enig
mas, no podian comprender el significado de unas pocas pala
bras que al parecer ningun misterio incluian : ¿ qué podrá la
razon cuando se trata de los arcanos de la divinidad, ó de las
reglas fundamentales de la moral, que no tienen analogía con los
sentidos? No hay mas que consultar la historia del mundo para
cerciorarnos de lo que da de sí el entendimiento humano aban
donado á sus propias luces. Me abochorna seguramente el men
tarlo; y me es muy sensible la precision en que me hallo de
poner en su verdadera luz las opacas tinieblas que ofuscan aquel
destello de la divinidad comunicado á los mortales.
Ello es cierto; que por la razon distinguiéndonos de los
brutos, debe esta facultad ser la directora de nuestras operacio
nes, prescribirnos lo útil, y retraernos de todo lo que sirve de
obstáculo al goce de la verdadera felicidad, y detallarnos los
medios para la asecucion del fin á que naturaleza misma nos im
pele : en una palabra, la razon ha de serla que, amaestrando al
hombre en todo lo que debe á la causa primera, y á sí mismo,
y á cuanto tiene relacion con sus semejantes, por la union de
conatos y voluntades, haga de la sociedad una máquina bien or
denada, en donde reine la justicia y la paz y la concordia dulce
y fraternal ; pero ¡ qué desgracia ! Parece que la razon á la cual
está encomendada la direccion del hombre, solo sirve de tropiezo,
de error y de perdicion del mismo hombre, abandonado que es el
382 REVELACION. CREACION.
hombre en manos de su consejo , sin otro conductor que su
modo de pensar ; su voluntad y conatos ya no se encáminan
sino á degradarse vilmente, á romper los lazos que le unen con
sus semejantes, á poner en desorden la sociedad en que vive, á
sofocar las pequeñas chispas de racionalidad que se vislumbran
en él, á nivelarse, á embrutecerse mas que los brutos.
Al paso que naturaleza en el estado de estupidez y barbarie,
por un impulso cuyo principio ignora, es forzada en sus males y
quebrantos á levantar los ojos y manos al cielo invocando un ente
supremo, único y bienhechor universal : aquella misma natu
raleza, concretada en ciertas naciones que llamaron cultas,
ahoga aquel sentimiento comun, construyéndose tantos dioses
cuantas son las criaturas de las cuales recibe favor ó teme algun
daño. Ni Egipto, cuna de las ciencias, ni Atenas, que heredó el
dictado de sábia, ni Roma, empório de la literatura, estuvieron
libres de una impiedad tan insensata ; gloriándose todas en este
envilecimiento, y esforzándose la última en no escapear sus ne
fandas adoraciones á ídolo alguno que en otras provincias fuese
venerado. Ilusos en asuntos de tanta consideracion, y de que el
cielo y la tierra con la voz en grito les daban clarísimas lecciones,
¿ qué ideas exactas podian tener de su origen ni de su depen
dencia del Hacedor supremo, ni de la inmortalidad del alma, ni
de la vida futura, ni de las perfecciones divinas, ni del culto de
bido al Criador, ni de los princ pios de sana moral? En oscuridad
suma acerca de todos estos puntos, tanteaban las gentes que no
conocian el verdadero Dios.
Y roto, señores mios, el freno solo capaz de contener al hom
bre, y borrada la idea de un supremo Legislador que severo ha
de vengar cuanto se desvie de la razon eterna ; creidas las gen
tes que nada hay que esperar ni temer despues de esta vida aérea,
y que solo importa aprovechar el momento para gozar de los
placeres y dichas con que les brindan el orgullo y la carne ; ¿ qué
dependencia, qué subordinacion, qué leyes, qué autoridad, qué
moral, qué sentimiento comun tendrá fuerza bastante para con
tener intereses tantos y tan encontrados, y dirigirlos todos á un
solo fin, que es el bien general, en que están embebidos todos los
particulares? Las gentes que no conocian á Dios, ni la inmor
talidad del alma, ni los bienes ni males de la vida futura, bien
hubieran podido olvidarse del celebre Holbach, á pesar de sus
esfuerzos en describir las leyes de la naturaleza en su moral
universal. Sin embargo en la suposicion de que no ya prescindian
INSUFICIENCIA DE LA RAZON, ETC. ,3&3
como este, sino que negaban la revelacion, ¡ ojalá hubieran
atendido al menos á la voz de la naturaleza ! Pero ni á los sen
timientos de esta madre comun, innatos, generales, indisputa
bles y de utilidad conocida, dieron oido ; ¿qué cosa mas con
forme á la razon que cuidar y conservar la vida á los que nos la
dieron ? Los Hircanos sin embargo echaban á las fieras sus pa
dres ancianos para que los devorasen ; ¿ el amor y cariño mater
nal pueden endurecerse contra el fruto de sus entrañas aunque
lisiado ó deforme ? Mas á pesar de todo esto, madres hubo en
Grecia que quitaban la vida á sus hijos, si naturaleza les habia
escaseado sus dones. ¿ No repugna la union conyugal de los que
recibieron el ser con las que se lo dieron ? Y era permitida entre
los Persas. Cuando ninguna ley lo vedara, ¿ el rubor y la reve
rencia á su propia sangre no retraen del incesto en el grado pri
mero, y á la fidelidad conyugal no la hizo sagrada la misma na
turaleza? Platon sin embargo, el divino Platon, en su decantada
república, da ensanches libertinos á ambas disoluciones.
Lo dije al principio y lo repito, señores, que me abochornan
los desbarros de la razon, precisándome , para no ofender vues
tra modestia, á echar un velo sobre otros crímenes que se per
mitian entre las gentes, y que autorizaban sus mismos legislado
res. Basta decir para mengua y desdoro sempiterno de la razon
humana que con la impía y escandalosa apoteosis, bajo el nom
bre y figura de ciertos personajes, tributaron á vicios muy degra
dantes las adoraciones únicamente debidas al que por esencia
los abomina y por eternidades los ha de vengar. Infame entor
pecimiento con que el gentil para sin rubor soltar la rienda á los
placeres lascivos, se acogia bajo las aras de Venus ; para atentar
impunemente contra la vida de sus hermanos, ofrecia inciensos á
Júpiter ; para apropiarse los bienes agenos, se escudabacon Mer
curio ; y para cebarse con el jugo embriagador de la vid, ren
dia sus homenajes áBaco. Y no era, no, señores, el vulgo igno
rante, el que en tales desórdenes estaba sumido : lo estaban los
sabios, lo estaban los legisladores, y á excepcion de un pueblo
escogido lo estaban todas las naciones del orbe y todos sus go
bernantes, y lo estuvieron todos por muchos siglos. Y al paso que
se alejaban de su origen, se oscurecian las nociones primordia
les ; y se aumentaban los desórdenes, y se entorpecia la razon,
y se disminuia la luz, y se obstruian los resquicios por donde.pe-
netrara.
Forcejaban sí, no se puede negar, algunos talentos privilegia
384 REVELACION. — CREACION.
dos y de corazon mas recto para disipar tanta oscuridad en que
estaba envuelto el espíritu del hombre cuya dignidad, facultades
y destino traslucieron algun tanto. Mas ¿ cómo la razon, embo
tada con tantos vicios y preocupaciones podia deslindar aquellas
dos partes constituyentes de que el hombre es el resultado?
¿ Cómo apropiar á cada una de ellas sus perfecciones y vicios ?
¿Cómo dar la preferencia á una, y designar la otra á las cade
nas y á la servidumbre? ¿Cómo averiguarla causa de las con
tradicciones perpetuas en que están lidiando ? ¿ Cómo sin este
hallazgo sentar principios que pudiesen servir de norma á toda
la humana especie ? ¿ Cómo por fin ignorando su origen y su des
tino dirigir todas las operaciones con arreglo á estos objetos de
tanta trascendencia ? Vacilaba la razon de aquellos pocos sa
bios ya á un lado, ya á otro, faltos de un conductor seguro para
llevar al cabo su temeraria pretension de formar un código de
doctrina moral que abrazase todas las causas, todos los efectos,
todos los tiempos y la universalidad de climas. De aquí la multi
tud de sistemas parciales, inconexos, contradictorios, cuya in-
suflcencia y nulidad conocieron despues, quejándose amarga
mente de la inaptitud de aquella conductora y maestra, la razon,
en cuyas manos naturaleza, que entonces llamaron madrastra,
habia fiado la direccion de los hombres.
Me seria fácil, señores mios, presentar un índice de las quejas
que contra la razon formaron los filósofos antiguos ; pero bas
tará mentar el compendio que en pocas palabras hizo de todas
ellas uno de los modernos, á quien dan estos el pomposo dictado
de honor de la razon humana. Este filósofo moderno es el fa
moso Bayle. ¿Y qué elogios hace de la razon, qué idea nos
da de ella ? ¿Cómo la define ? Dice, señores, que es : un princi
pio de destruccion y no de edificacion ; que de nada sirve sino
para dudar de todo. Ya se ve ; cansado Bayle de no ver en sus
antecesores sino incertidumbres y desbarros, paradojas y proble
mas, errores y contradicciones, dió fondo en el sistema de Pir-
ron, erigiendo en dogma la duda universal. En esle abismo, se
ñores mios, se precipitan insensatos los que en sus investigaciones
filosóficas no tienen otro guia sino la razon ; y los que por for
tuna bebieran en la infancia aguas mas puras, si la consultan
demasiado, se precipitan tambien en la indiferencia y en el deismo.
Y si es exacta la idea que de la razon nos dió Bayle, ¿ tan in
feliz ha de ser la razon humana que jamás pueda sentar el pié
en lugar alguno ? ¿ Y ha de carecer para siempre de reglas cía
INSUFICIENCIA DE LA RAZON, ETC. 385
ras y seguras para la direccion de sus operaciones ? Y la fuerte
inclinacion que siente al conocimiento de la verdad ¿ ha de que
dar frustrada para siempre ? Cinco mil años han pasado desde
la creacion deljnundo , y los seis mil van corriendo que está po
blado de seres dotados de inteligencia ; y despues que en todas
las artes y en todos los ramos de literatura han hecho progresos
incalculables, ¿ solo en la materia mas interesante no han de sa
lir jamás de la infancia 1 ¿ Y el cielo ha de ser tan duro para con
sus criaturas que habiéndoles infundido aquella propension al
conocimiento de la verdad, jamás los guie á su santo templo,
sino que tenga la complacencia bárbara en vernos tantear, y tro
pezar, y caer, y precipitarnos, y perdernos para siempre ?
Desengañémonos, señores mios : los desórdenes que inunda
ban el mundo, el conato de los sabios en la inquisicion de la
verdad, y el ningun fruto que sacaron de sus investigaciones
obligándoles á confesar la insuficiencia de la razon para conocer
los misterios de la divinidad y los que encierra el hombre moral,
son datos positivos que nos manifiestan hasta la evidencia la su
ma necesidad de que el cielo descubra á los mortales, por el
conducto de la revelacion, todo lo que les interesa saber, y que
excede la esfera de los sentidos. Desengañémonos : de aquella
mano de la cual pende el hombre en el órden físico, pende tam
bien, y aun mucho mas, en el órden moral : por lo tanto os diré
con el apóstol Santiago : « Si necesitais de las luces de la ce
lestial sabiduría, pedídselas á Dios, y os las dará con abundan
cia. Si quis indiget sapientia, postulet a Deo qui dat omnibus
affluenter.
NECESIDAD DE LA REVELACION

Y MEDIOS POR DONDE SE COMUNICA A LOS MORTALES.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Vado ad eum , qui misii me.


(Joan., xvi, 5.)
Me roy á aquel que me envió,

Si con las primeras palabras «me voy á aquel » templaba el


dulcísimo Salvador la amargura de sus discípulos, prometiéndo
les su abogacía en la derecha del Padre ; con las últimas « que
me envió, » confirmándolos en la creencia de su divina mision,
preparaba tambien el corazon nuestro al importante dogma de su
venida. Muchos siglos habian transcurrido en que los hijos del
Padre de los creyentes con gemidos inconsolables clamaban al cielo
por el Redentor de Israel, y las gentes que ignoraban las prome
sas contenidas en la ley mosáica, iban en Busca de una ley que
aclarara puntos muy interesantes que no podia la razon. Llegó
por fin el momento prefijado desde la eternidad para el alumbra
miento de las gentes, y para el honor y consuelo del pueblo de
Israel.
Si mis palabras se hubiesen de dirigir á los que ningun cono
cimiento tienen de la revelacion, ó á los que por desgracia la
negasen, ó dudaren de su existencia, subiria hasta el primer
fundamento de nuestra fe ; y siguiendo el hilo de las pruebas que
manifiestan evidentemente la verdad del cristianismo, formaria
una disertacion analítica de cuanto dieron á luz nuestros escrito
NECESIDAD DE LA REVELACION , ETC. 387
res antiguos y modernos. Mas teniendo el consuelo de hablar á
personas fieles ó agradecidas al beneficio de su vocacion á la santa
Iglesia, puedo muy bien pasar en silencio por ahora la parte pri
mera de nuestra historia sagrada, que comprende todos los he
chos desde la creacion del hombre y fatal cáida, hasta la época
inmediata á su reparacion y levantamiento ; y comenzando desde
este suceso, manifiestar que Dios, compadecido de los desbarros
de la razon, que tanto horror causan á cuantos los consideran,
determinó ilustrarla, y hacer ver que lo hizo efectivamente por
su santísimo Hijo Cristo Jesus. De este dogma fundamental pende
toda la cadena de las verdades ulteriores, y á él se dirigian
tambien todos los acontecimientos que le precedieron, siendo
Jesus el fin de la ley mosáica, y el conducto por el cual mani
festó á los hombres su voluntad en los últimos dias aquel mismo
Dios que antes para el mismo objeto se habia servido del minis
terio de los profetas.
Perdido el cetro de Judá, y emancipadas al poder romano las
doce tribus de Israel que el Dios de los ejércitos con mano fuerte
por muchos siglos conservara independientes de tantas naciones
que envidiaban su gloria y abominaban su culto, cayó el muro
que impedia la entrada al padre del siglo futuro que habia de
venir, como mil seiscientos noventa y cinco años antes lo vati
cinó Jacob, dando la postrera bendicion á sus hijos. Malaquías
tambien, el último de los profetas, cuatro siglos y aun mas antes
del nacimiento de Jesus habia dicho, que el ángel del Testamento
por quien suspiraban los Judíos se dejaria ver luego, despues
que su santo Precursor (que es el Bautista) le habria preparado
el camino. No se puede dudar que el comisionado de quien ha
bla aquel profeta, es el Bautista ; á cuya concepcion y nacimiento
precedieron y acompañaron circunstancias muy particulares, y
cuya predicacion está marcada con todos los distintivos que anun
ciaba Malaquías.
Sabida es la esterilidad sobre los muchos.años de Isabel ; la
demora de Zacarías en el templo cuando ofrecia el incienso al
Señor ; la aparicion del ángel que le notició el futuro parto de
Isabel, el nombre, el carácter, el encargo y los dones singula
res de que estaria lleno el hijo que daria á luz, y la mudez so
bre todo con que Zaearías fue de repente castigado por su incre
dulidad al anuncio que se le daba. ¡Ojalá que los límites
prescritos no me impidieran explicar con la detencion que se
merecen todas aquellas circunstancias y su puntual cumplimien
388 REVELACION. — CREACION.
to, que manifiestan hasta la conviccion la divinidad del cristia
nismo y el eternal origen de su Autor y Maestro ! Omitiéndolas
pues, tan solo fijaré mi atencion en las significantes palabras con
que Zacarías, expedita ya su lengua penada hasta entonces con
la mudez, cerró aquel sublime cántico. Rompió el silencio; y
despues de haber dado gracias al Señor; despues de haber con
gratulado á Israel ; despues de haber recordado la promesa he
cha á Abrahan, dirigiendo la palabra al niño que Isabel habia
dado á luz, le felicita de esta manera : «Y tu, oh niño, serás lla
mado , el profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor á
preparar sus caminos : » Et tu puer, propheta Altissimi voca-
beris : prceibis enim ante faciem Domini parare vias ejus. «Los
pasos de aquel á quien tú, hijo mio, precederás, no se dirigi
rán sino á enseñar á su pueblo la ciencia de la salud, para que
obtenga el perdon de sus pecados : » Ad dandam scientiam salu-
tis plebi ejus in remissionem peccatorum eorum. « ¡ Oh entrañas
dulcísimas de la misericordia de nuestro Dios, que obligaron á
descender del alto cielo para visitarnos al que es llamado sol
naciente ! » Per viscera misericordia! Dei nostri, in quibus vi-
sitavit nos, oriens ex alto. Con harta propiedad aquel nombre de
aurora le fue dado ; pues su aparicion y venida se dirige al
alumbramiento de los que yacen en las tinieblas y sombras de la
muerte, para enderezar nuestros piés por el camino de la paz.
Jlluminare Iris, qui in lenebris, et in umbra mortis sedent : ad
dirigendos pedes nostros in viam pacis.
Ya, señores mios, nos ha dado Zacarías la clave para descifrar
los enigmas proféticos que encubrian los caracteres del Mesías y
de su Precursor. Este debia preparar el camino á aquel ; y el
Mesías viniendo despues, habia de disipar las tinieblas de la cul
pa, enseñando los caminos para la salvacion. La confrontacion
pues y el exámen de las operaciones de ambos descorrerán el
velo que acaso podia ocultarnos la verdad ; y comenzando por
el primero, es tanta la exactitud entre el Bautista y lo que del
Precursor estaba anunciado por Zacarías su padre y los profetas
que le precedieron, que no se puede dudar de la identidad de la
persona. Isaías habia dicho : « Precederá al que ha de venir una
voz que clama en el desierto : Enderezad el camino del Señor.»
Malaquías habia dicho : « Yo despacho mi enviado que prepará
el camino delante de mí. Y luego vendrá el Angel del Testa
mento que deseais , el cual sentado limpiará el oro y purificará
los hijos de Leví. » Y elBautista dice : « El que ha de venir despues
NECESIDAD DE LA REVELACION, ETC. 389
de mí tiene en sus manos el bieldo, y limpiará su era, y su trigo
lo meterá en el granero ; pero las pajas las quemará en un fuego
inextinguible. » Zacarías habia dicho que su hijo prepararía los
caminos del Señor, quien vendría despues para perdonar los pe
cados de su pueblo; y el Bautista dice : «Haced penitencia,
pues se acerca el reino de los cielos. »
A estas funciones estaba ceñido el ministerio del Precürsof ;
y san Juan las desempeña religiosamente, sin que de sus labios
salga jamás una sola palabra, ni en todas sus operaciones pue
dan traslucirse otras miras que las de anunciar la próxima venida
del Hijo de Dios ; ó de exhortar á los Judíos á que se preparen
con la penitencia para recibirle. Y es de notar, señores mios,
que cuando el Bautista ejercia las funciones de su precursorato,
jamás habia visto á Jesus; porque el abstráimiento prematuro que
le ocultó en el desierto desde la infancia hasta la época de su
predicacion, cortó las relaciones que con el Mesías hubiera po
dido tener. Lo dice claramente el mismo san Juan contestando
de esta manera á todos los que pretendian asegurarse de la au
toridad con que bautizaba. « Yo bautizo con agua para moveros
á la penitencia ; pero el que ha de venir despues de mí es mas
poderoso que yo... Él es quien ha de bautizaros en el Espíritu
Santo y en el fuego. Está ya entre vosotros sin que le conozcais ;
ni yo tampoco le conozco personalmente ; pero yo he venido antes
para que sea reconocido por Mesías en Israel , y no sabré quién
es hasta que vea la señal que me ha dado para conocerle el que
me envió. » En esta incertidumbre se hallaba san Juan, cuya
sencilla confesion, manifestándonos la sinceridad de su carácter,
nos precisará á dar crédito á su palabra cuando nos diga expre-
mente : « Hé aquí el cordero de Dios. »
Retirado en Nazareth estaba Jesus mientras que el Bautista se
dedicaba al desempeño de su encargo ; y el primer hecho con
que se da á conocer, es presentarse á Juan para que le bañe
como á los demas con el bautismo de penitencia. Es edificante
por cierto la contienda entre Jesus y el Bautista : aquel insis
tiendo en la demanda, y este repugnando á concedérsela ; este
pretendiendo como propia la humillacion, y aquel forzándole para
sufrirla él primero. Vence el humildísimo Jesus... Se confunde
con la masa de los pecadores... entra en el Jordan... Es lavado
por el Bautista... Sale del rio... se postra... ora... y... si no
conoceis aun, señores mios, quién es el que se sujetó al baño
preparatorio para la locion de los pecados ; si la repugnancia de
390 REVELACION. CREACION. — NECESIDAD, ETC..
Juan á condescender á las instancias de Jesus no fue bastante
para sospechar que en este residia mayor virtud ; si deseábais
ver pronto á la luz de las gentes y al Salvador del mundo que
Juan anunciaba, prestad atentos el oido : sí, prestad, señores,
atentos oidos á lo que va á decirse... Hic est Filius meus dilec
tas, in quo.mihi bene complacui. De lo cual hablaremos en la
conferencia siguiente.
NECESIDAD DE LA REVELACION,

CONTRAIDA A LA PERSONA DE JESUCRISTO.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Exivi a Paire, et vetti in mundum.


(Joan,, xvi, 18,)
Salí del Padre y vine al mundo.

Cuando mi voz en la conferencia pasada excitaba la atencion


de los circunstantes para que pudiesen oir el testimonio que el
cielo iba á dar en favor de la mision divina de Jesus, se me fue
ron cerrados los labios y cortado el hilo de mi narracion y de las
utilísimas reflexiones que le debian seguir. Omitiria hoy para dar
lugar á otro asunto lo que entonces se me quedó en el pecho, á
no ser tanta la importancia del objeto á que volaba mi discur
so. Ni es justo, señores mios, permanezcan en la oscuridad del
silencio las palabras significantes del Padre de Jesus, despues
que nos fue permitido escuchar con toda detencion las del santo
Precursor, y de nada servirá haber seguido la marcha del que
preparaba el camino al suspirado Mesías, sin averiguar si este
habia venido, ó no.
Ni el carácter, ni la sinceridad, ni la conducta tan irrepren
sible como admirable del Bautista nos permiten dudar de la ver- *
dad de sus dichos, y mucho menos viendo reunidos en su perso
na todos los caracteres del Precursor que anunciaron por menor
distintos profetas. Bastaría pues el singular testimonio que Juan
nos diera de la venida del Mesías para asegurarnos de que las
392 REVELACION. CREACION.
santas Escrituras tuvieron su cabal cumplimiento, aunque se ne
gara en dar otra prueba á los mortales de haber realizado por su
parte la promesa hecha á David, y muchos siglos atrás al Padre
de los creyentes. La bondad empero y su dulcísima condescen
dencia redoblan y multiplican las fianzas de su palábra infalible,
á fin de que la incredulidad de los hombres no pueda resitir al
conjunto innumerable de testigos que acreditan la venida real
y corporalmente del Verbo eterno para la ensefiímza y direccion
de sus criaturas. No escucheis ya, si os place, señores mios, el
testimonio de los hombres que es falaz ; pero es imposible resis
tiros al de la verdad por esencia. Pues esta es puntualmente la
que con toda la publicidad imaginable corrobora con respecto á
la divinidad de Jesus lo que decia san Juan, y con mucha anti
cipacion habian escrito varios profetas.
Lavado que fue Jesus por el Bautista, y salido del Jordan (bien
veis, señores, que reasumo el hilo de aquella narracion inter
rumpida), postrándose se puso en oracion. Cuál fue el objeto
de sus ruegos, nadie lo sabe sino el Espíritu clamador que mo
raba en su pecho.
Pero si en otra ocasion menos importante, y cuando mil prue
bas tenia dadas de su omnipotente virtud, rogó al Padre que glo
rificase su santo nombre; y el cielo le contestó diciendo : lo he
glorificado, y lo glorificaré todavía mas : al mismo fin debia diri
girse su deprecacion en este momento ; y con razon mucho
mayor, presentándose por primera vez para dar principio á la cor
vina mision de que estaba encargado. Lo cierto es que descen
dió luego sobre el Salvador el Espíritu Santo bajo la figura cor
poral de paloma, y que de las nubes sonó esta voz : «Tú eres mi
hijo amado : en tí tengo puestas mis delicias. » No es oculta la
aparicion, ni solo el Bautista testigo de la voz que se ha dejado
oir. Al bien general del pueblo de Israel se encaminaba el ad
venimiento del Hijo de Dios, y los títulos que le acreditaran,
debian tener toda la publicidad necesaria : por tanto el inmenso
gentío que espera en las riberas del Jordan, ve la paloma senta
da sobre la cabeza de Jesus, y oye la voz del cielo que le proclama
Hijo de Dios, autorizándolos para comenzar la carrera de sume-
- siazgo. Sigamos los pasos de Jesus para examinar de cerca si
sus palabras y conducta responden á lo que prometía san Juan,
mas sin perder de vista el Precursor, con el objeto de averiguar
tambien sus procedimientos con respecto á aquel.
Yo os aseguro que no vereis adelante sino menguas y deca
NECESÍDA0 ÜE LA REVELACION, ETC. 393
delicia c/ue t>réüíjo, ^ué áp^uébiá y fomentd' el mismo' san Juan,
como si á Jésus íé faltaran únicamente las crédenciales del Padre
para haeérse rééonoeer por sü hijo. Luego que el Cielo ha pu
blicado los títulos de la excelsa comision que le dió, agregándose
testigos y depositarios de la doctrina que enseñará, alza al grito,
y Sé éapta la admiracion y aplausos de los que habitan en Jerusa-
len y éh los pueblos comarcanos.
En aquella ciudad fija su pérmaUencia, arrastrando en pos de
sí á las türWs con la dulzura y mansedumbre de sus modales,
coii' la Santidad y elevacion de sus máximas, y con la penetracion
y tino de sus preguntas y respuestas. Si le prodigan elogios no
sé engrie ; Sí le desprecian y persiguen no se alteré ; si admiran
lá santidad de ld doctrina que eiiseña, declara coii sencillez que
no es fruto de su propio caudal, sino del Dios Padre que se la
comunicó ; si por do ipasá da á Conocer que en sus manos están
las llaves de la salud, dé la vida y de la muerte, jamás busca la
ocasion de ostentar él poder de que está revestido ; espera siem
pre verse obligado á conceder el favor, y sus operaciones mi
lagrosas dirigiéndose exclusivamente al consuelo de los infeli
ces, nunca jamás se sirvé de ellas para la humillacion ¿ Castigo
de sus perseguidores. Inaccesible su pecho á toda pasion, solo
en un punto se interesa muy mticho, y és que le reconozcan por
hijo dé Dios ; y se gloría de serlo, y conmina á los incrédulos
con todo el peso de la divina venganza. Firme en esta pretension,
oye con agrado que Nataniel le diga que es Rey de Israel é
Hijo de Dios : sin rodeos manifiesta á la Samaritana, que él es el
Mesías que esperaban : dlce á uh senador de los Judíos, que ha
descendido de los ciólos para salvar al mundo, y que será con
denado quien no Creyere en él, porque el tal se resiste á dar
asenso al Hijo de Dios : y en la sinagoga de Nazareth leyendo
en el libro de Isaías aquellas terminantes palabras á favor del
Verbo humanado : « El Espíritu del Señor reposó sobre mí, por
lo cual me ha consagrado con su divina uncion, y me ha enviado
á evangelizar á los pobres, á curar á los que tienen el corazon
contrito y á promulgar el año del jubileo : » arrollando el libro
dice : « Hoy se ha cumplido en mí la escritura que acabais de
óir. » Con estas medidas se da á conocer por Hijo de Dios ; por
tal es venerado de sus discípulos; por tal es seguido de las tur
bas; por tal le promulga en los posesos el espíritu infernal, y á
los que tenaces se niegan, apela Jesucristo, no á su palabra,
sino a los milagros que hace en comprobacion de su dicho.
394 REVELACION. CREACION.
Y en la exaltacion y engrandecimiento de Jesus, y en los pro
gresos que hace su doctrina, y en la concurrencia innumerable
que le sigue y rodea por todas partes tributándole los homenajes
debidos al Salvador de Israel, ¡ qué comportamiento es el de Juan,
y qué adhesion manifiesta al nuevo Enviado! ¿No os parece,
señores mios, que Juan, si faltó de sinceridad y del espíritu rec
to, no podia menos de sentir que su rival absorbiese los aplausos
y honores que antes le prodigaban á él, y que creciese el nú
mero de los seguidores de Jesus al paso que disminuian los con
currentes en el Jordan para oirle y ser bautizados? El Bautista
sin embargo, contra las leyes de la ambicion y del amor pro
pio, no solo sufre callando tanta mengua y desercion, sino que
contribuye por su parte al acrecentamiento de la gloria de que
está rodeado Jesus ; y comprime el celo carnal de sus propios
discípulos que no pueden sufrir los adelantos del Mesías. No soy,
les dice, sino la aurora ; y no puedo impedir que el sol, al cual
precedo, desplegue los rayos de su luz : no soy sino el profeta ;
y haria tráicion á mi encargo si pusiera obstáculos al conocimiento
del que vine á anunciar; no soy sino el Precursor del Mesías; y
mis conatos no han de ser otros que facilitar su llegada y reco
nocimiento. Ya os he dicho mas de una vez que no soy Cristo,
sino el enviado delante él ; y por tanto sabed, que constándome á
mí que es aquel, que es aquel mismo en cuyo seguimiento van
ahora todos los que antes venian aqui, mi gozo es cumplido ;
pues conviene que él crezca, y que yo mengüe.
Son importantísimas á la verdad, señores mios, aquellas re
flexiones del Bautista en humillacion propia y en elogio de Jesus.
Conviene empero que oigais de su misma boca el concepto que
tiene formado del que tanto progresa en la Judea, y en qué tér
minos expresa la alta dignidad y ministerio de que está condeco
rado, á fin de que los pocos discípulos que aun permanecian á su
lado en el Jordan, se agregasen á los que iban en seguimiento
del Salvador. Atended, señores mios ; pues todas y cada una de
sus palabras os darán á conocer la divinidad de Jesus y el ce
lestial magisterio de que está encargado. «El que ha venido de
lo alto, dice san Juan, es superior á todos : quien trae su orí-
gen de la tierra, á la tierra pertenece y de la tierra habla; el
que nos ha venido del cielo, es superior á todos, y atestigua
cosas que ha visto y oido... quien ha adherido á lo que él
atestigua, testifica con su fé que Dios es verídico, porque este
á quien Dios ha enviado habla las mismas palabras que Dios;
NECESIDAD DE LA REVELACION, ETC. 395
pues Dios uo le ha dado su espíritu con medida. El Padre ama al
Hijo, y ha puesto todas las cosas en su mano. Aquel que cree en
el Hijo de Dios, tiene la vida eterna ; pero quien no da crédito
al Hijo, no verá la vida , sino que al contrario la ira de Dios
permanece sobre su cabeza. »
A todo hombre sensato que de buena fé busque la verdad,
bastan seguramente para convencerse de la excelsa comision del
Salvador y de su filiacion eterna las sencillas palabras que sa
lieron de los labios de un profeta, cuya sinceridad y veracidad
documentan los esfuerzos mismos que hace para acrecentar la
gloria de Jesus con aniquilamiento total de la propia. Y á buen
seguro que el mismo Salvador debia quedar satisfecho con lo que
de su persona anunciaba un testigo tan abonado como el Bau
tista, y apelar en caso necesario á su tan solemne declaracion
para exigir de los hijos de Abrahan la creencia en su adveni
miento. Pero la seguridad misma en que está de que es Hijo de
Dios, le hace mirar con indiferencia el testimonio de su Precur
sor, invocando la autoridad suma del Padre, á cuyo testimonio
apela. Vosotros, dice el Salvador á los que todavía no le recono
cian portal, vosotros enviásteis á Juan inquiriendo acerca de
mi persona, y él dio testimonio de la verdad, declarando que yo
soy el Mesías ; pero yo tengo á mi favor un testimonio superior
al de Juan, porque las obras que el Padre me puso en los manos. . .
dan testimonio que el Padre que me ha enviado, él mismo me ha
dado testimonio de mí.
Recuerda Jesucristo la voz que sonó cuando el Espíritu Santo
descendió en el Jordan, proclamándole Hijo amado, en quien ,
tiene puestas sus delicias; y si entonces ya quedásteis convenci
dos de la divinidad de Jesus, viendo que le reconoce por hijo
suyo la verdad suma del Padre, para saber el objeto de su venida
al mundo, tomaos el trabajo, que bien le merece, de seguir mis
pasos hasta la cima del monte Tabor. Si el lugar es eminente y
solitario, la compañía delos tres caros discípulos, la aparicion de
Moisés y Elias, y el resplandor divinal que bañará la humanidad
del Salvador, amenizarán aquel retiro y escabrosidad. Si á menos
pensar os veis rodeados y cubiertos de una nube refulgentísima,
no os asusteis; ¡ ah ! sin este velo al través, cegarian los ojos al
golpe repentino de luz que despedirá de sí el Rey inmortal de los
siglos. Postraos sí; y en posicion humilde, atended á la luz se
gunda del Padre que os dirá : « Este es el Hijo mio querido; es
cuchadle. Os lo he enviado para que os sirva de conductor;
396 REVELACION. CREACION. NECESIDAD, ETC.
escuchadle. Os lo he enviado para que os sirva de maestro; es
cuchadle.»
Ya sabemos, señores mios, por la boca misma del Dios Padre
el objeto de la venida de su santísimo Hijo al mundo. Ha dicho
que le escuchemos, y con esta sola palabra ha declarado que
Jesus es el camino, y la verdad, y la vida, y el celestial doctor del
género humano. Sentada está la cátedra de do fluirán perenne
mente raudales de sabiduría, nada expuesta á la mentira :
acercáte pues, orgullosa é insensata razon, y doblega tu cerviz
ante el Hijo de Dios : [depon, depon tus propias ideas ; descon
fia de tus investigaciones, y con toda sencillez déjate guiar por
los labios de la humanidad de Jesus que es la sabiduría increada;
¿quién conoce mejor á Dios que su propio Hijo? ¿Pues quién
ihejórque el Hijo está enterado de los inescrutables designios del
Padreen la formacion del hombre ? ¿Pues quién mejor que el
¿lijo podrá guiarte al fin que el Omnipotente se propuso en la
creacion ? ¿ Quién mejor que el Hijo puede saber lo que el P^adre
exige de los mortales para relacionarse con el? ¿Pues quién me
jor que el Hijo describirá los medios que conduzcan á la union
del hombre con su Hacedor? ¡ Oh inquieta razon, oh ciegos mor
tales ! si aspirais al conocimiento exacto de todos vuestros debe
res coh respecto á Dios, á vosotros mismos y á la sociedad, en
que vivis, atended á las sagradas leccionesque os dará el divino
Maestro Cristo Jesus. Ipsum audite.
VENTAJAS DE LA REVELACION.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Vos testimonium perhibebitis, quia ab


initio mecum ettis. (JOAJS., J(V,,27,)
tros dareis testimonio, puesto gue
desde el principio estais en mi com
pañía.

Demostradas ya, cuanto pudieron mis alcances y los cortos


límites señalados para estas conferencias doctrinales, la necesi
dad y existencia de la revelacion, cabiéndonos ya la venturosa
suerte de saber que el mismo Dios en persona vino para disipar
de la mente del hombre las tinieblas del error, y enderezar nues
tros pasos por las sendas de la verdad y justicia ; es muy del
caso, que antes de entrar en la explicacion de los dogmas que
se dignó revelarnos, hagamos una séria reflexion sobre las no
tables mejoras que ha producido en el género humano la celes
tial doctrina que nos enseñó Jesucristo.
No penseis, señores mios, sea mi ánimo formar una apolo
gía completa de los infinitos bienes que se originaron de la re
velacion por Cristo Jesus, tanto á favor de los particulares como
en pro de la sociedad. Es muy limitado el recinto de una plática
para poder abrigar las muchas aguas que manan de aquella
fuente inagotable. Si no os desagradan nuestras producciones,
á su tiempo ya manifestaremos tan excelente don del cielo con
respecto á la moral que nos enseña, si llega el caso de poder
398 REVELACION. CREACION.
dedicamos á la explicacion de las santísimas leyes y preceptos
que forman el código dela religion cristiana. Mas ahora que va
mos á dar principio en los discursos siguientes á la interpreta
cion de los dogmas de que consta el símbolo de la fe , es muy
oportuno y aun necesario, que para recibirlos con la docilidad
y veneracion debidas, conozcais antes el canal por do llegaron
á nosotros, lo mucho que interesaba esta comunicacion, la fa
cilidad con que se ha hecho, y las incertidumbres y dudas de
que por el medio mas sencillo la revelacion nos libró ; dedu
ciendo de todos estos principios, que constándonos una vez de
que la soberana esencia abrió su boca para instruirnos, han de
quedar para siempre cerrados nuestros labios, y comprimida la
curiosidad de nuestra razon, venerando respetuosamente las pa
labras infalibles de Dios.
Os acordais muy bien del testimonio público con que el cielo
autorizó en el Jordan la mision de Jesus, renovado despues con
mayor solemnidad en el monte Tabor. Este doble reconocimiento
que hizo el Padre de la divinidad del Salvador y de su eterno
magisterio, basta para sin repugnancia alguna dar asento á to
dos los misterios que quisiera revelarnos. No hay duda que si
nos hubiese cabido la suerte de ver los grandes prodigios que
obraba Jesus cuando su mansion en la tierra; de hallarnos en
las riberas del Jordan cuando tronó aquella voz del cielo, y de
haber sido agregados á los tres discípulos cuando la transfigu
racion en el monte santo ; á ojos cerrados tributaríamos el ob
sequio de nuestra fe á todos los dogmas que el divino Maestro
nos enseñase, á pesar de las dificultades que opusiera la razon.
No presenciamos, es verdad, tantos prodigios ; pero nos queda
el testimonio irrecusable de los escritores sagrados, quienes á
mas de ser testigos de vista, sellaron con la efusion de su san
gre el documento en que van consignadas las acciones y doc
trina de Jesucristo. En los tratados apologéticos y polémicos de
la religion, se apela á la sencillez y sinceridad de aquellos pro-
tomártires, y á la constancia con que devoraron los mas crueles
tormentos en confirmacion de lo que atestiguaban ; y son á la
verdad fundamentos solidísimos en que está cimentada la santa
ciudad de Dios.
Válganse cuanto quieran de estos razonamientos los que á
punta de lanza quieren lidiar con los enemigos de la religion ;
estoy bien seguro que la acendrada fe que os distingue,
señores mios, no necesita de tales pruebas. Criados con la leche
VENTAJAS DE LA REVELACION. 399
dela verdad católica, estais persuadidos que cuanto os enseña
la santa madre Iglesia es lo que depusieron en su seno los con
cilios ; que los concilios nada sancionaron sino lo que constaba
de la tradicion, ó verbal ó escrita ; que la tradicion se ha per
petuado por el canal puro de los padres y doctores antiguos;
que estos trasmitieron á sus hijos lo que habian aprendido de
la boca y escritos de los santos apóstoles ; quienes como socios
inseparables del divino Maestro, nada pudieron decir, sino lo
que la eterna Verdad les habia revelado y mandado enseñar á
todas las gentes. Por gradas tan firmes subimos, y tocamos con
la mano, y podemos beber y bebemos efectivamente las aguas
purísimas de la eterna verdad en la misma fuente original de
ella, que es Jesucristo, quien nos traslada al origen del
mundo y á los caminos insondables de la eternidad, y á los con
sejos inescrutables del Excelso, y al seno mismo del Dios Padre ;
y nos revela lo que ni el ojo puede ver, ni el oido sentir, y que
excede infinitamente á la capacidad del entendimiento humano.
Confieso de mí que me eleva al conocimiento y amor de la sa
biduría y caridad de Dios, la facilidad con que por un medio
tan sencillo, cual es la revelacion por su Hijo Jesus, nos ins
truye en todos los puntos de cuya nocion pende el cumplimiento
de lo que debemos al Hacedor supremo, y el goce cumplido de
nuestra felicidad. La revelacion es el punto de contacto que
aproxima y reune el tiempo y la eternidad, la materia y el espí
ritu, Dios y la criatura, los secretos inapeables de la soberana
esencia y los cortísimos alcances del hombre mortal. La revela
cion descorre el velo que para siempr e hubiera ocultado al hom
bre verdades de suma importancia para cuya adquisicion se siente
sobremanera impelido. La revelacion por fin, en pocas palabras
aclara las dudas en cuya solucion por muchos siglos se cansó en
vano la sabiduría gentil ; resuelve problemas que no pudieron
los filósofos ; fija las bases para levantar con seguridad el trono
de la paz interior ; y abre una senda espaciosísima para volar al
templo de una felicidad duradera. ¿Puede el hombre ignorar
sin zozobra si el principio que le da vida es ó no inmortal ?
¿ Puede mostrarse indiferente á las contradicciones perpetuas
que le agitan interiormente, sin averiguar sus causas y los me
dios para conseguir la tranquilidad ? Pues esto es lo que enseña
la revelacion. ¿Puede el hombre no interesarse en el conoci
miento de la causa primera, y del fin último á que se dirige su
permanencia en esta morada de lágrimas y de infortunios? Pues
400 REVELACION. — CREACION.
esto es lo que enseña la revelacion. ¿Puede e,l hombre saber
que hay un Dios de quien ha recibido el ser, y que pende abso
lutamente de aquella mano conservadora, sin inquirir qué de
beres le impone el Criador, y qué adoraciones le tributará en
señal de reconocimiento? Pues todo lo enseñala revelacion.
¿Puede el hombre sentirse impelido sobremanera al goce y frui
cion de un bien, cuyos vestigios no halla en sí mismo, ni en
cuanto le rodea; sufrir puede á pesar suyo ahogos y remordi
mientos que azibaran los mas exquisitos placeres, sin averiguar
con distincion qué objetos ha de huir / apetecer y esperar? Pues
todo esto enseña la revelacion.
En suma, al paso que bienes tantos y de trascendencia tanta
y de tanta utilidad fluyen y se nos comunican por la revela
cion, este conducto va tambien sellado con documentos que acre*
ditan su legitimidad y autoridad infalible, cuales sen las palabras
y doctrina pública del Hijo de Dios, Cristo Jesus. Por lo queda
da muy bien el sabio autor del Espíritu de las leyes : « que la
revelacion es el don mas rico con que la divinidad regaló á los
mortales. » ' !
\ Pluguiese á Dios que los mortales se mostraran gratos á esta
dádiva del cielo ! ¡ Pluguiese á Dios que la apreciasen cuanto
se merece ! Yo prescindo por ahora de las leyes y preceptos para
cuya observancia hay tanta contradiccion por parte de la natu
raleza viciada j de los misterios hablo que son el objeto inme
diato de la revelacion ; y por lo tanto os deseo prevenidos pajea
que con la mayor docilidad y sencillez hagais el sacrificio racio
nal de vuestro propio juicio á todo lo que la suprema verdad se
haya dignado revelarnos, aunque exceda la capacidad del enten
dimiento. Aseguraros podeis muy bien si Dios ha manifestado ó
no sus arcanos, y si son ó no bien sólidos los fundamentos de
la fe, pues en este punto no están coartadas las atribuciones de
que goza la razon. Cerciorada empero como lo está por argu
mentos irrefragables de que el mismo Dios antes por sus profe
tas, y últimamente por su santísimo Hijo Cristo Jesus, manifestó
lo que estaba oculto en la mente del Padre, ya no puede sus
traerse del peso de tanta autoridad.
Felices, señores mios, los que con santa sencillez se. dejaron
guiar por la refulgente lumbrera de la revelacion, adquirieron en
breve tiempo conocimientos, que ni pudieron rastrear los que
fiaban en sus propias luces. La cruz del Salvador, que es la
fuente pura de donde manan todas las verdades necesarias al
VENTAJAS DE LA REVELACION. 401
hombre para la adquisicion de ambas felicidades ; la cruz que es
el candelero en donde está fija la luz del mundo ; la cruz ha
hecho sensibles y populares misterios muy recónditos; sencillas
mujeres se hicieron ^capaces de ellos ; simples artesanos dedi
cados sin intermision á las fatigas del campo, se penetraron de
ellos ; niños débiles pagaron un tributo tan solemne como he
roico ; y talentos raros hicieron el sacrificio de sus vigilias y
erudicion á la venerable oscuridad de la fe. Todas las clases,
todas las edades, todos los sexos dieron asenso á aquellos miste
rios sin reparo alguno, sin variacion, sin que ni las precaucio
nes arráigadas, ni la languidez y lentitud del espíritu las pudiese
detener. Y muchos, y un número sin cuento , hicieron el sacri
ficio de su sangre y existencia para sostener aquellos dogmas
de cuya verdad estaban íntimamente persuadidos por medio de
la revelacion.
Si pues son tales y tantos, señores mios, los fundamentos y
ventajas de la revelacion, impóngase silencio perpetuo á la cu
riosidad humana, y sigase á ojos cerrados la senda del Evange
lio, como decia Tertuliano. Si algunos mirando con desprecio la
santa simplicidad de la fe, con orgullosa cerviz llaman á exámen
los misterios de la fe y los sujetan al juicio de la razon ; si algu
nos, poco satisfechos de la sencillez de la doctrina del Evangelio,
corren en busca de ideas sublimes y de conceptos elevados; es
tad seguros, dice san Pablo, que estos han bebido ya el tósigo
mortal de la serpiente que engañó á la primera mujer. « Temo,
escribia el santo Apóstol á los fieles de Corinto, que como la ser
piente engañó á Eva con su astucia, sean así maleados vuestros
espíritus, y degeneren de la sencillez propia de los discípulos de
Jesus. » Degeneraron todos los que pretendieron salir de aquella
especie de infancia en que nos pone la religion en orden a los
misterios mandándonos creer sin raciocinar. Consultando sus
propias luces, despreciaron la autoridad divina ; y el fruto de su
temeraria presuncion fue perderlo que habian hallado, poner en
duda lo que nadie podia negar, añadir á las saludables oscuri
dades que por sí envuelven los misterios, las tinieblas del error ;
y despues de la luz clara del Evangelio renovar todos los siste
mas en que se dividian escandalosamente los filósofos del gen
tilismo.
En muchos, el primer móvil de esta rebelion es que, mal
hallados con la justa severidad de las leyes evangélicas, cono
ciendo que el apoyo de estas es la revelacion que las dictó, qui-
S. M. I. 26
402 REVELACION. — CREACION. VENTAJAS, ETC.
sieran que aquella lumbrera no hubiese ardido jamás para po
derse sustraer sin remordimiento alguno del pesado yugo de la
moral cristiana. No se atreven, no, á negar de golpe la revela
cion : fingen empero dudas ; consultan su propia razon ya pre
ocupada ; cotejan imprudentes los misterios con las leyes de la
naturaleza, y prefiriendo á la palabra de Dios una filosofía que tal
nombre no merece, inquieta, atrevida, seductora, se alucinan
á sí mismos, y engañan despues, ó al menos hacen titubearla
incauta sencillez. Por Dios, señores mios, por Dios, andad sobre
aviso, os suplico encarecidamente, como san Pablo á los Colo-
senses. La astucia de estas gentes es muy fina ; se guardarán
muy bien de oponerse abiertamente á los dogmas de que haceis
profesion ; os tenderán, sí, mil lazos ocultos; acecharán el punto
mas débil de vuestra fidelidad ; tocarán el resorte de aquella pa
sion querida, y que á tantos ha hecho apostatar de la fe; os di
rán : ¿ y qué no os dirán ? Pero cuidado, fieles mios ; evitad los
primeros encuentros ; huid ; y si no podeis, asios del escudo de
la fe ; empuñad la espada de la palabra de Dios ; defendeos con
valor para que nadie os robe el sagrado depósito de la fe por
medio de una filosofia falaz.
Videte ne quis vos seducat per philosophiam et inanem falla-
ciam.
SIMBOLO DE LA FE.

tíE NUESTRA PUBLICACION.

Lux venit in muñdum. (Joan.,v.)


La luz vino al mundo.

Cuantas reflexiones en los discursos pasados precedieron al


que voy á decir, se dirigian, señores, á la preparacion de la mente,
á fin de que pudiese recibir con la veneracion debida el símbolo
de la fe, cuyos dogmas, explicados individualmente, y con la
detencion que se merecen, serán la materia de las instrucciones
siguientes. Convendrá empero antes saber, qué cosa es el sím
bolo de la fe, que vulgarmente llamamos elCredo, por darle prin
cipio esta palabra, quién es su autor, qué verdades contiene, qué
veneracion se le debe , y las ventajas que de su uso resultan á
favor de los creyentes.
La voz símbolo con que se titula la profesion de las verdades
reveladas, no tiene otro significado sino el de conjunto de muchas
sentencias, ó el de nota ó contraseña, por la cual se distinguen
con seguridad los que pertenecen á la grey del Buen Pastor, de
los que por la impiedad y el cisma están segregados de la unidad
católica. Derramado que hubo sus dones el Espíritu Santo sobre
el cenáculo, y convertida luego en celo y en intrepidez la cobar
día de los apóstoles, no solo comenzaron á esparcir la luz del
Evangelio en la capital de la Judea, sino que en obedecimiento á
lo que les habia mandado Jesucristo antes de su gloriosa ascen
sion, determinaron fecorrer las naciones conocidas á fin de enar
bolar por todas partes el pabellon de la cruz. Si la separacion y
404 REVELACION. — CREACION.
ausencia eran inevitables, la unidad de los dogmas y la confor
midad de doctrina eran necesarias igualmente, siendo una la
verdad y única la fuente de do manaba. Primeros doctores de
la naciente Iglesia, al paso que testificaran lo que del divino
Maestro aprendieron, debian tomar las medidas oportunas á fin
de que el fondo de doctrina que iban sembrando personalmente,
se perpetuase íntegro é incorrupto en las provincias que de paso
evangelizaban, y en los que elegian para sucesores del minis
terio apostólico. Con estas miras, antes de salir de la ingrata
Jerusalen, de comun acuerdo redactaron en breve compendio los
dogmas fundamentales de la religion cristiana, para que en lo
sucesivo sirviese de norma y de catecismo universal. Con este
medio sencillo, trasladaron á la posteridad católica la regla in
falible de la fe que recibieron de Jesucristo y Jesucristo de su
divino Padre, como decia Tertuliano.
A otro fin muy importante se dirigia tambien esta providencia
que tomaron los santos apóstoles. Impíamente celosos los Judíos
de la ley mosáica, y tenaces en cortar el paso á la doctrina del
Crucificado, con la máscara hipócrita de secuaces del Evange
lio se mezclaban entre los recien convertidos ála fe, con el
infernal proyecto de seducirlos, ó de hacerles retroceder del ca
mino de la verdad. El celo apostólico no podia mirar con indife
rencia tan sacrílego atentado ; y con el fin de poner á cubierto
la sencillez cristiana de la rapacidad y astucia de aquellos lobos,
como dice Rufino en su excelente explicacion del Credo, de las
precauciones militares tomaron los apóstoles la contraseña del
símbolo de la fe, cuyo conocimiento literal, fiado únicamente á
los que pertenecian a la grey evangélica y á sus pastores, con
facilidad eran descubiertos los que con intenciones dañinas se in
troducian en el campo del Señor.
Ni con la muerte de los discípulos de Jesus, ni despues de ar
raigadas ya bastante las primeras plantas del Evangelio, cesó
aquella medida. Tres siglos y aun mas habian pasado desde la
formacion del símbolo de la fe, sin que se hubiese fiado á la plu
ma, temiendo los padres, y con razon, que haciéndose vulgar, y
si llegaba á manos de infieles, le pusiesen en ridículo, ó fueran
sacrílegamente profanados los misterios incomprensibles de la
religion. Con esta delicadeza el historiador Sozomeno, á consejo
de personas ilustradas, en los anales que escribió, no quiso in
sertar el símbolo Niceno, fundándose en la reserva conque ha
bian procedido los antiguos con respecto al de los santos apóstoles;
SIMBOLO DE LA FE. 405
el cual con tanto rigor estaba rese'rvado, que ni á los catecúmenos
en el largo tiempo de su probacion se les confiaba, ni aun de pa
labra, la estructura y órden de los artículos de que se compone,
como lo dice expresamente san Ambrosio en una de sus cartas.
En las instrucciones preparatorias al bautismo se les daba razon
de los dogmas fundamentales ; siendo la fe actual una disposi
cion necesaria en los adultos para ser incorporados en la Igle
sia ; pero nunca jamás se les manifestaba el órden material de los
artículos , reservándolo para algunos dias antes de recibir el
bautismo, asegurado el obispo de que el postulante no retroce
dería de su solicitud.
Entonces sí, porque lo debian recitar antes de ser lavados
con el agua de la regeneracion, les enseñaban el símbolo mate
rialmente, pero siempre de viva voz, y jamás por escrito, como
no les era permitido tampoco mandarle al pergamino para auxilio
de la memoria. Escuchad, si os place, lo que muy al intento de-
cia san Agustin en su primer libro del Simbolo á los catecúmenos :
« Aprended, hijos mios, la regla de vuestra fe que llamamos
símbolo ; y habiéndolo aprendido, imprimidlo en el corazon, á fin
de que á solas lo podais recitar cada dia antes de ir á descansar;
antes de poneros en camino, escudaos con vuestro símbolo. Ya
sabeis que no se permite escribirlo para leerle despues. De per
gamino os ha de servir la memoria ; y con mucha frecuencia lo
habeis de recapacitar á fin de que no se os olvide jamás. » Ve
neracion suma debia concillarse por precision aquel compendio
de las verdades católicas, al cual tantas precauciones hicieron en
gran manera sagrado, siéndolo ya por ser la obra primera que
salió dela mente de los apóstoles ilustrada por el Espíritu Santo.
Veneracion que aun le rinde la Iglesia á pesar de hallarse en
circunstancias muy distintas ; pues jamás solemniza con el canto,
ni en voz alta jamás dice el símbolo de los apóstoles, sino en voz
puramente labial lo manda rezar á sus ministros en las horas
canónicas y en las preces feriales, conservando la antigua disci
plina en este punto, y el sigilo con que estaba reservada aquella
santa profesion en la época triste de las persecuciones que su
frió.
No se guardan empero tantas precauciones con el símbolo
Niceno, ni con el que fue ampliado despues por los padres del
sínodo Constantinopolitano formados en tiempos mas serenos.
Desde que el piadoso Constantino mancipó el imperio romano á
la gloriosa servidumbre de la cruz ; desde que los sagrados dog
406 REVELACION. CREACION.
mas de la religion nuestra, y los que hacian profesion de ella pudie
ron sin recelo salir de la oscuridad en que por tres siglos estu
vieron sepultados y presentarse francamente en el palacio de los
Césares, ya la fe y sus misterios se dejaron ver en todo su es
plendor, y los símbolos en que estaban comprendidos se comu
nicaron sin reserva, y se cantaron en el templo del Señor en
señal del triunfo que habian conseguido.
Se desnudó la madre Iglesia de los vestidos lúgubres, y cu
bierta con los de gala y regocijo que libremente le cedia el cetro
imperial, con frente alegre y risueña, hollando los instrumentos
de su pasada servidumbre, se dejó ver con la pompa y majestad
propias de la que tiene por esposo al Rey inmortal de los siglos.
Con su paciencia y mansedumbre habia domado las fieras que por
tantos años la devoraron ; y gozando ahora del pleno uso de las
atribuciones que le concedió su cabeza y fundador Cristo Jesus,
no solo exige la creencia de los misterios terminantemente des
critos en aquel símbolo apostólico, sino que en los concilios de
Nicea y Constantinopla, inserta en él otras verdades dogmáticas
que constaban de la Escritura y tradicion, para instruccion mas
completa de sus fieles hijos, y para enfrenarla boca sacrilega de
los desnaturalizados.
Por estos grados, señores mios, se fue desplegando sucesiva
mente la luz del Evangelio, y adquiriendo los fieles ideas mas
individuales de la soberana esencia, de sus relaciones y perfec
ciones divinas, y de todo lo que importa saber para el cabal cum
plimiento del reino de la gracia en su corazon. Por estos grados
la santa Iglesia comunicó á sus hijos el depósito de doctrina que
se le habia confiado, no fraguando nuevos dogmas, sino descen
diendo á los pormenores comprendidos sustancialmente en los
primeros, segun la necesidad que le imponian los emisarios de
Satanás, precediéndole empero siempre la antorcha de la revela
cion. Por estos grados aquel breve compendio de los apóstoles
fue ilustrado y ampliado progresivamente como el físico del hom
bre, sin mudanza alguna sustancial en sus partes integrantes,
adquiriendo aquella perfeccion viril, marca segura del predo
minio invencible que ha logrado.
A esta plenitud debia llegar el símbolo de la universal creen
cia, antes que tuviera la publicidad digna de s,u Autpr y de los
fines á que estaba destinado, y de las verdades saprqsantas que
envolvia. Perfeccionada ya cumplidamente, su luz refulgentí
sima no se comprime en las rigidas precauciones del sigjlp, ni
SIMBOLO DE LA FE. 407
$n los estrechos límites fie la memoria ni del coraz(m,fiel. Sirve
luego de encabezamiento y de corona á jas producciones sábias
que dieron al público las elocuentes plumas de los Atanasios, ,de
los Basilios, de los Naciencenos, de los Leones. Es el punto de
vista que mas embellece el cuadro delos anales eclesiásticos. En
manos de todos circula luego sin reserva alguna ; y en el templo
santo es la primera pieza entre los cánticos que entonan al Se
ñor en la augusta ceremonia del incruento sacrificio. Y en ocasion
tan oportuna ¿podré ¡ oh España, cara nacion mia ! pasar en si
lencio las demostraciones singulares de júbilo con que secun
daste los triunfos de la santa madre Iglesia ? No ; no me lo per
mite el amor filial que te profeso. Cállenlas los que aspiran envi
diosos á una gloria exclusiva. Mas yo las debo publicar diciendo :
tú, España, tú, no Alemania, no Francia, no Italia, nola fidelí
sima Roma, tú entre las iglesias occidentales insertaste la pri
mera en tu litúrgia mozarábica el símbolo Constantinopolitano.
Tú en el concilio Toledano, y á insinuacion del piadosísimo mo
narca Recaredo, decretaste la primera que aquella norma de la
fe formase parte del cánon de la misa ; tú la primera que en el
templo del Señor con graves acentos hiciste resonar aquella pro
fesion católica, mandando que el pueblo fiel con los sagrados mi
nistros en voz clara la rezaran antes de la oracion del cordero
inmaculado. Tu ejemplo avivó la piedad de las Iglesias Galicana
y Alemana, las que en el reinado de Carlomagno adoptaron este
rito ; y tu hijo por fin, el célebre español san Dámaso papa, lo
hizo general despues en toda la Iglesia. Me congratulo contigo,
España querida, y ojalá que en mis dias pudiese ver tu celo por
la santa fe coronado abundantemente de frutos ópimos de aquella
virtud madre !
No sé si me he desviado, señores mios, de la senda que cor
ria. Si asi fuere, no dudo que vuestro amor á la patria comun
perdonará fácilmente esta digresion. De todos modos las noticias
particulares que acabo de insinuar contribuyen no poco para for
mar una idea alta del símbolo de la fe, y de la veneracion que en
todos tiempos se ha merecido. Si nos fuera dado proceder á la
explicacion circunstanciada de las verdades que contiene, enton
ces veríáis cuán digna es de aprecio aquella profesion católica, que
eleva la mente de los fieles al conocimiento de la divinidad, y los
prepara para la recepcion de los bienes que fluyen de la humani
dad de Cristo Jesus. Por ahora intento no mas que formar una
idea general de sus autores, y del fin que se propusieron en la
4 08 REVELACION. CREACION. SIMBOLO DE LA FE.
formacion de él, y que reflexioneis tambien de paso la brevedad
de las sentencias, la claridad y el órden y la santa sencillez con
que está escrito. Son caracteres todos peculiares del espíritu y
de la palabra de Dios, el cual como para la creacion de raras
maravillas no necesita sino de una voz simple, porque es omni
potente , asi tambien para revelar misterios incomprensibles,
sabe, y él solo lo puede saber, en pocas y muy sencillas palabras
dar nociones exactas de verdades altísimas.
En tan poderosa razon se fundaba al intento el Ciceron cris
tiano cuando en su elocuente libro de las Instituciones escribia :
« Los misterios de la divinidad se nos han enseñado breve y
sencillamente; ni era del caso que cuando Dios hablara al hom
bre, apoyara su dicho con razones como si se pudiese dudar de
su veracidad. Habló su idioma propio, que es el de juez univer
sal, quien no debe entrar en disputas, sino pronunciar la ver
dad. » Pensamiento sublime de Lactancio, que felizmente supo
apropiarse san Agustin tratando del símbolo de la fe en uno de
sus sermones. Este es sin duda el estilo de que usaron los santos
apóstoles en la composicion del Credo ; marca segura de la asis
tencia particular del Espíritu Santo, quien les inspiró todas las
palabras y el órden y enlace con que están puestos todos los ar
tículos, formando un encadenamiento que comenzando por la
primera verdad que al hombre importa saber, cual es la existen
cia de Dios Padre, Criador del cielo y de la tierra ; y pasando des
pues á la humanacion del Hijo, y á los misterios consiguientes á
su caridad inefable en favor de los pecadores ; de aquí á los so
beranos efectos que derramó el Espíritu Santo sobre la Iglesia,
cuyos miembros vivifica y robustece con su gracia, y enlaza con
las cadenas de su dulcísima caridad, terminan por fin este sím
bolo con aquel dogma, apoyo firme de la esperanza de los morta
les en este valle de lágrimas, que es la vida perdurable. . .
SOLIDEZ DE LÁ REVELACION.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Omnet magnificabant Deum dicentei...


Deut vititavit plebem mam .
(Loe, Til, 16.)
Todos glorificaban á Dios diciendo : Dios
ha visitado á su pueblo.

Supongo, señores mios, que no se os han borrado de la me


moria las reflexiones preparatorias á la explicacion del símbolo
de la fe que fueron toda la materia de los anteriores discursos.
Deseaba entonces que bien penetrados de las solidísimas bases
sobre que está cimentada la doctrina de la religion, la mente asin
tiera sin el menor recelo á los sublimes misterios que nos reveló
Jesucristo, y que los santos apóstoles insertaron en aquel sím
bolo, á pesar de la insuficiencia de la razon para poderlos com
prender. En esto consiste, señores mios, la sustancia de la fe
y el mérito que produce en el cristiano la sincera adhesion á los
arcanos que son el objeto de aquella virtud ; porque si las ver
dades reveladas no excedieran los alcances del entendimiento
criado, ¿qué sacrificio particular haría el hombre de su juicio, y
qué pruebas daría de su deferencia y subordinacion total al
Hacedor supremo,, que es la eterna verdad ? Al hombre cuerdo
una sola reflexion basta para creer, aunque no entienda lo que
cree, y es, que de la revelacion y de los misterios que por este
canal se nos comunicaron, el autor es Dios, quien por lo mismo
que es Dios, es quien esencialmente ha de contener en sí atributos
410 REVELACION. — CREACION.
y perfecciones sobre la esfera de los conocimientos humanos ; y
por lo mismo que es Dios por su alto y soberano dominio sobre
las potencias del hombre, tiene derecho de exigir de ellas el
asenso á cuanto su palabra infalible haya querido revelarles.
No es esta, señores mios, la ocasion propia para tratar de la fe
considerada en sí misma, ni de la necesidad que de ella hay para
salvarse, ni de las obligaciones que impone este precepto, ni de
las muchas maneras con que se puede infringir esta ley funda
mental. En la explicacion del primer precepto del decálogo tienen
lugar todos aquellos puntos que con separacion han de ser tra
tados. Mas ahora debemos fijarla consideracion en solo el valor
y significado de la palabra creo, que precede á los artículos de
que consta el símbolo de la fe; voz que supone ya una convic
cion perfecta de que son verdaderas todas las proposiciones que
le siguen, y que en virtud de este convencimiento, los labios
con una profesion sincera expresan los misterios de cuya exis
tencia el corazon y la mente están íntimamente persuadidos.
Para el logro de esta persuasion y convencimiento, podia
muy bien apelar á los principios en que se fundan los apologistas
de la religion á fin de consolidar vuestra creencia, y hacer pro-
rumpir en una expresion animada de creo. Pero como las miras
que nos han dirigido en estos discursos preparatorios á la expli
cacion del símbolo, no solo se encaminan á confirmaros en la
fe de que haceis pública profesion, mas tambien á preservarse
del contagio de la impiedad que por desgracia se va propagan
do, hemos querido suponer que nada creeis, para con esta supo
sicion descender al exámen de los cimientos en que se funda la
revelacion, de cuyo trabajo aunque molesto para mí, dos bienes os
pueden resultar ; uno afirmaros en la senda en que por una mi
sericordia grande y sin mérito alguno de vuestra parte, os puso
el Señor; y el otro, daros armas para en caso necesario rebatir
los sofismas de la incredulidad.
Os cqnsidero pues como si no fueseis sino unos meros deistas,
quienes si no ponen dificultad alguna en conceder que Dios
puede revelar al hombre los arcanos de su divinidad, niegan
empero que los haya revelado. Bien veis, señores mios, que en
este caso, siendo la razon el único juez, en ,vano puedo apelar
ni á las santas Escrituras, ni á la tradicion, ni á la Iglesia, ni á
los demas fundamentos dela teología sagrada. Porque efectiva
mente, señores mios, si la enseñanza pública de la Iglesia es de
autoridad irrefragable, lo es tan solamente para los que creen
SOLIDEZ DE LA REVELACION. 411
en ella, porque como su infalibilidad está fundada en la revela
cion, negada esta, viene á tierra todo aquel ediflcip. El dicho de
los apóstoles y de los primeros discípulos, considerado áislada
mente, no sale de los límites del testimonio de hombres, que por
mirasparticularespudieron fingir relaciones con la soberana esen
cia para conciliarse autoridad, como asi lo fingieron Minos, Li
curgo, Zaleuco, Numay Mahoma.
Seguir hasta los primeros siglos de la Iglesia en busca de la
serie tradicional, no será tal vez prueba de ninguna manera no
expuesta á error, cuando noticias muy falsas se perpetuaron por
aquel conducto entre naciones muy cultas. Losmilagros, tambien,
abonados testigos del poder divino, lograrían la admiracion y
el convencimiento como la resurreccion del hijo de la viuda de
Náim, de que nos habla el evangelio ; pero hechos tan remptos
ninguna impresion causan á los que no se aquietan sino cpn lo
que tocan con sus propias manos. Pretender en fin que Dios co
munique sus arcanos á cada uno en particular para la individual
seguridad de la revelacion, es pretension contraria al orden co
mun tanto en lo moral como en lo político, y un recurso ademas
tan opuesto á las ilusiones de la imaginacion, que harto se deja
ver en el espíritu privado que tanta divergencia y contradiccion
produjo en los dogmas, en la reforma de Lutero.
En prueba de mi sinceridad, me he puesto de parte de los pir-
ronistas religiosos, formando alianza interina con ellos y con to
dos los sostenedores celosos de los derechos de la razon. Muy
bien; ya no se puede sospechar en mí una credulidad fanática,
habiendo confesado sinceramente el lado de que pueden flaquear
los cimientos de la fe que ha de preceder á la profesion de los
dogmas contenidos en el símbolo. Muy bien; aquellas pruebas en
que se apoyan los defensores de la religion examinadas en par
ticular, nos arrastran en pos de sí al convencimiento. Díganme
pues, á qué clase pertenecen las que -no presentan dificultad al
guna, y á las cuales la razon deba someterse só pena de terque
dad é insensatez.
Responden seguramente : las que puedan sufrir un exámen
por la crítica mas severa; las que vistas y conocidas infunden
seguridad que impele á la adhesion ; las que están á }ps alcances
de todos y en todo tiempo, en una palabra, los hechos. Bien está :
yo pretendo pues que los hechos en que estriba la revelacion son
tales, tan visibles, tan públicos, tan á los alcances de todos, tan
universalmente recibidos, que no pueden sufrir contestacion al
412 REVELACION. CREACION.
guna racional. Aun mas, que ninguna clase de nociones está me
nos expuesta á dificultades é incertidumbres que un hecho solo
en que está apoyada la revelacion, y que el mas ignorante ahora
mismo puede tocar con las manos.
Contra las reglas de la oratoria, que se me permita, señores
mios, anteponer á la proposicion y reflexiones que la han de es-
plicar, el epílogo que de todos hizo san Agustin, despues de ha
ber manifestado la rapidez con que se levantó el suntuoso edificio
dela religion en el pecho de los creyentes : «Con los milagros,
dice el santo padre, la Iglesia se concilió la autoridad ; con la
autoridad adquirida mereció se diera fe á lo que enseñaba ; con
la fe reunió en un cuerpo moral la muchedumbre ; con la mu
chedumbre que por la sucesion de los siglos progresivamente se
le agregó, alcanzó antigüedad, y esta antigüedad, corroborando
los títulos de su origen divinal, la hizo por todos estilos venera
ble. » Esto dice san Agustin ; y si no es temeridad intentar es
clarecer las luminosas palabras que salieron de la pluma de aquel
sol de la Iglesia, añadiré que en v sta de tan rápida propagacion
y existencia perenne de la Iglesia, de que nosotros mismos so
mos testigos, ningun hecho mas puede exigir la prudencia del
hombre para creer la revelacion y dar asenso á los misterios que
en el símbolo describieronlos santos apóstoles.
Es un hecho que el cristianismo es una religion conocida, y
que dominante en algunas naciones, permitida en otras y acatada
por todas partes por un número extraordinario de fieles, goza el
distintivo de universal. Es un hecho que las provincias, reinos é
imperios separados ahora por la impiedad ó el cisma de la unidad
católica, fueron un tiempo gloriosa posesionde la Iglesia romana ;
y tambien es un hecho, que á pesar de su fraccion y ausencia,
conservan religiosamente parte de las verdades y misterios que
creian y profesaban cuando estaban unidos al tronco de la ráiz
de Abrahan. Es un hecho que esta misma religion cuenta mil
ochocientos cincuenta y cuatro años ; y que en tan larga du
racion su creencia en los misterios no ha padecido variacion
alguna, perpetuándose íntegra tanto en el vulgo ignorante como
en los de una erudicion vasta ; tanto en la ínfima grey, como en
la serieno interrumpida de pastores. Es un hecho que los primeros
maestros de aquellos dogmas fueron hombres sin política, sin
letras, sin valimiento, sin prendas algunas personales ; en una
palabra, doce pescadores; y es un hecho tambien que su inha
bilidad y carencia de talentos se empeñaron en una lid no me-

*
SOLIDEZ DI LA REVELACION. 413
nos que con los sabios de Egipto, de Roma y de Atenas; 110 me
nos que con preocupaciones y cultos milenarios ; no menos que
con el fanatismo de la supersticion gentil tan identificada con su
inmoralidad; no menos que con el fiero é inmensurable poder de
los Césares. Es un hecho por fin, que los dogmas en los cuales
exigian una fe ciega, ponian en ridículo toda la mitología gentil,
destruian hasta los cimientos todo el edificio de la religion pa
gana, y encadenaban la razon cuya libertad los sabios sostenian
decididamente.
Los hechos, señores mios, que acabo de insinuar son tan cier
tos y notorios, que ni los mas encarnizados enemigos de la reve
lacion los pueden negar, afianzando su realidad todas las circuns
tancias que la crítica exige para poner el sello de la certidumbre
á las noticias que se han trasmitido á la posteridad. Tenemos
pues á la vista y están sujetos tambien al exámen de todos los
vivientes, dos partidos en calidades y en número muy desigua
les. Doce ignorantes de un lado; y Roma, y Atenas, y el Pórti
co, y el Liceo de otro. Doce pescadores de un lado, y de otro
emperadores muchos al frente de innumerables ejércitos, á quie
nes precede el espanto y sigue la mortandad y desolacion. Doce
hombres de un lado, y de otro todo el universo en masa.
Pero si es inmensurable la diferencia en el número y calida
des de los litigantes, es infinitamente mayor la contradiccion en
los intereses y pretensiones de ambos partidos. ¿Qué causa de
fiende el universo ? La de los vicios y placeres nefandos que con
apotéosis sacrilega erigió en divinidades para con mayor libertad
soltar, la rienda á los apetitos. ¿Y aquellos doce? La demolicion
física y moral de los ídolos para levantar sobre sus ruinas el al
cázar de la virtud. Los sabios de Roma, de Egipto, de Atenas, del
Pórtico y del Liceo, ¿á qué dirigen sus plumas y elocuencia? A
mantener libres é ilesas las atribuciones dela razon, única maes
tra que veneran. ¿Y aquellos doce ignorantes? A encadenarla y
manciparla al yugo de una fe ciega en misterios, al parecer no
bien avenidos y aun contrarios á la misma razon. Y para soste
ner la causa de la idolatría, el poder colosal de los Césares ¿ qué
fuerzas y qué armas opone á las débiles tentativas de aquellos
pobres é inermes pescadores ? Su furor tan vasto como su poder :
ejércitos innumerables y aguerridos, y las espadas, y las saetas,
y las hachas, y las parrillas, y los garfios, y los ecúleos, y el fue
go, y la pez y el plomo derretidos ; y no satisfecha su barbarie
con estos inertes instrumentos, apela á los leones, á los toros,
4 íi' REVELACION. — CREACION. SOLIDEZ DE LA REVELACION.
á los osos, á los tigres, á las serpientes. Y los pescadores ¿con
qué armas sostienen sus personas y su partido ? No mas, señores,
no mas que con la sencillez, la mansedumbre y la palabra. ¡ Es
pectáculo grande y nunca visto : táctica verdaderamente nueva :
pretension ó temeraria ó divina ! Cuanto hay en el cielo y en la
tierra está en espectacion, deseando con ansia saber cuál será
el resultado.
PRUEBAS DE LA REVELACION.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Non poterant ad hac responderé,


(Loe, XIT.)
No tenían contestacion qae dar.

Es tanta la extension de la materia de los fundamentos de la


revelacion, señores mios, que hemos juzgado indispensable, des
pues de haber hablado de su solidez, contraernos en este dia á
ampliar las pruebas en que se funda. Hemos concluido la confe
rencia anterior con la descripcion de las pretensiones encontradas
entre los doce pescadores de una parte, y el universo en masa de
otra, y solo nos restaba indagar de qué parte se cantó en fin la
victoria.
Vosotros, católicos y señores mios, que conoceis mejor que
yo los pasos tardíos con que el entendimiento se convence de las
verdades que le repugnan, no extrañareis la lentitud con que
procedemos antes de entrar en la explicacion de los sublimes
misterios de nuestra religion. ¡ Tanto es menester, y ojalá bastare
para cerrar la boca á la incredulidad, y preservar á los fieles del
contagio ! Estamos íntimamente persuadidos de que el mejor ser
vicio que los ministros de la divina palabra pueden prestar en el
dia al cristianismo y á los que lo profesan, es poner en toda su
luz los fundamentos de la religion sobre que estriba la verdad de
los misterios, que no podrían ser creidos ni profesados con la
sinceridad que lleva y supone la voz Creo, primera palabra del
símbolo, sin que la razon esté persuadida de que efectivamente
han sido revelados á la Iglesia.
44 6 REVELACION. — CREACION.
Si Dios ha comunicado al hombre los arcanos de su divinidad,
él mismo ha de ser la fianza de aquella comunicacion, dando tes
timonios públicos que autoricen de una manera indudable la le
gitimidad de las personas á quienes los reveló, adornándolos de
caracteres tan singulares, que con el mero hecho de presentarse
como funcionarios divinos se vea claramente que es Dios mismo
quien habla en ellos. Las dificultades, pues, y obstáculos insupe
rables ciertamente para las fuerzas humanas que se oponian á la
intencion de aquellos doce pescadores, serán una prueba con
vincente de que la rapidez con que los misterios tan sublimes
como oscuros que enseñaban, fueron venerados por los gentiles,
es obra del Dios omnipotente que los reveló.
No olvideis, amados mios en el Señor, la debilidad y sencillez
suma de los primeros doctores de aquellos dogmas ; y menos, la
muchedumbre y fiereza de los que luego hicieron todos los es
fuerzos imaginables para cortar el paso á la nueva doctrina que
los pescadores iban diseminando. A buen seguro que vosotros
los hubiérais mirado con desprecio, y juzgado de temeridad ó
insensatez lo que les empeñaba en una lucha con la superstición
gentil, y con los que á mano armada decididamente la sostenian.
Porque quitar preocupaciones en materia de religion, y mucho
mas si son antiguas, universales é identificadas con la moral pú
blica y gobiernos reinantes, saben muy bien los que están pica
dos del prurito reformador, qué tecla tan delicada es esa, y la
finura con que por mil rodeos y mas años se han de preparar in
sensiblemente los espíritus para que se desprendan de las ideas
que mamaran con la leche. ¿Y qué cúmulo de dificultades, ó
por decir mejor, qué imposibilidad hará inejecutable el proyecto,
si se trata, no ya de una parte ú otra de las prácticas religiosas ,
no de un dogma ú otro recibido, sino del fondo de la religion, y
de la religion misma considerada en su todo ?
Este era sin embargo el empeño de los doce pescadores. No
estaba circunscrito su plan á desarráigar preocupaciones parcia
les del pueblo gentil, sino á destruir todo el edificio de la religion
que profesaba haciéndole variar enteramente de ideas. No por
rodeos, y esperando coyunturas que ofrece el tiempo, insinúan
por grados la reforma; sino que francamente descubren todo el
plan, y con la mayor sencillez declaran en todos sus pormeno
res el cuerpo de doctrina que vienen á enseñar. No hay mas,
dicen, que un Dios eterno, invisible é inmortal á quien solo se
deben la gloria y honor ; y de consiguiente es un insulto á la di
PRUEBAS DE LA REVELACION. 417
vinidad rendir á ídolo alguno los acatamientos debidos al solo
Dios verdadero.
Este Dios único es el criador del cielo y de la tierra, y de
cuánto abarca la extension del orbe : luego es una quimera la
eternidad del mundo ó su casual formacion.
Este Dios único es la santidad y justicia esencial, que abomina
y vengará eternamente los desvíos sustanciales del orden inmu
table que estableció : luego el alma es inmortal : luego la mal
dad será castigada mas allá de los siglos : luego los crímenes
cometidos hasta ahora al abrigo de las fementidas deidades son
una infraccion de las leyes primordiales de la rectitud eterna.
Aquel Dios, aunque en esencia único, es Trino en personas,
de las cuales la segunda, que se llama y es Hijo, sin menoscabo
de su inmensidad ni de su gloria sustancial, humanado en carne
pasible, moró en la tierra para con sus palabras y ejemplos adoc
trinar al hombre en las sendas de la verdad de que se desvió,
para desagraviar con sus padecimientos la justicia del Padre, y
para con su muerte y resurreccion ser constituido mediador y
abogado entre Dios y las criaturas, y ser el enlace eterno que sol
dará las quiebras fatales ocasionadas por el primero de los vi
vientes : la propension pues al mal que experimenta toda carne,
es contra el orden primitivo : hay pues una causa moral que
contra los designios del Criador inoculó la malicia al género hu
mano ya en su cuna : es preciso pues ser restituido á la integri
dad original el vencimiento de las inclinaciones depravadas, y
amoldar el corazon á la imágen que se nos propone en el Hijo
de Dios y Hombre.
Bien veis, señores mios , que omito otros misterios tal vez
mas chocantes á la razon gentil. Sin embargo, diganme ahora,
por Dios, si las ideas de religion y costumbres de los pueblos
idólatras estaban muy avenidas con los dogmas que los doce
pescadores les predicaban. No es mas contraria la luz á las ti
nieblas, y el error á la verdad, que la oposicion y repug
nancia entre ambos sistemas teológicos. No son menester mu
chas reflexiones para conocer que la pretension de los nuevos
dogmatizantes debia ser mirada como parte, al menos, de una
mente desjuiciada que habia de sufrir luego ó la irrision gene
ral, ó las cadenas que atan al demente.
Nada mas quisiera yo sino que los modernos amigos de la hu
manidad contasen los años que han empleado, y los medios de
que se han valido para hacer retrogradar el pueblo fiel á los si-
s.'m. i. ' '«í"
REVELACION. — CREACION.
glos de la libertad gentil : y á buen seguro que confesarian in
genuamente la mano de Dios en la empresa apostólica ; siendo
infinitamente mas fácil pasar de la servidumbre religiosa á la li
bertad natural, que de la soltura de las pasiones á la mancipa
cion evangélica. Mas á pesar de esta dificultad innegable, consi
guieron que las preocupaciones generales y antiguas, que el
fanatismo idólatra, que toda la mitología gentil, que los sabios
del Areópago, de Egipto y de Roma cediesen con gusto el ter
reno á la doctrina incomprensible que les enseñaban los igno
rantes pescadores; y la cesion fue tan rápida, que los mismos
gentiles admiraban el curso veloz con que progresaba por todas
partes.
No es mi ánimo, señores mios, citar en abono de mi causa el
cargo que de esta rapidez con que eran admitidos los dogmas
cristianos hacian á los primeros emperadores los apologistas de
la religion, aunque las palabras de estos, casi todos de orígen
gentil, serán en todas edades de grandísimo peso. No hago me
moria de Arnobio, quien asegura que en los tres primeros siglos
la luz evangélica habia esparcido sus rayos mas allá del imperio
romano, entre los Persas, Escitas y Partos ; ni de la invectiva
de Tertuliano á los perseguidores de la Iglesia, diciéndol^s que
á pesar de ser tan reciente la profesion de la fe católica, era sin
embargo tan grande el número de los creyentes en la domina
cion romana, que sin revolucion alguna, solo en el mero hecho
de ausentarse los cristianos , quedaria el imperio en horrorosa
soledad.
No haré mencion de Clemente Alejandrino, quien en el siglo n
habla de esta manera : « Los filósofos de la Grecia no merecie
ron la aprobacion sino de sus compatriotas respectivos, y aun no
de todos ; pero la doctrina de Jesus está esparcida por toda la
tierra entre bárbaros y griegos, y ha conducido muchos filósofos
á la verdad. » No mentaré aquí á san Justino mártir, quien cin
cuenta años no mas despues de la muerte del Evangelista san
Juan escribia en su diálogo con el judío Trifon : « Invoco el tes
timonio de cuantos pueblos hay en la tierra, cualquiera que sea
su denominacion, raza ó cultura, para que me digan si hay gente
alguna do en nombre de Jesucristo no se ruegue al Padre y
Criador de todas las cosas. » Ni por fin por estos grados os con
duciré hasta el orígen mismo del cristianismo para haceros ver
los progresos que hizo ya entonces cuando los doce pescadores
anunciaban personalmente el Evangelio de paz por todo el mundo
PRUEBAS DE LA REVELACION. 419
conocido, y sometian al yugo de la fe á todas las gentes.
Pedro y Pablo, ¡ ah ! estas dos claras lumbreras, ¿ qué páis,
qué regiones no han ilustrado ? Sus cartas, esos documentos in
mortales de los progresos rápidos del Evangelio, prescindiendo
aun de su divinidad , acreditan la muchedumbre sin cuento que
hicieron ya entonces el sacrificio de su razon á los sagrados
dogmas del símbolo en el Ponto, en Galacia, en Capadocia, en
Bitinia, en Antioquía, en Efeso, en Atenas, en Corinto, en Tesa-
lónica, en Alejandría, en Roma, en Italia, en Grecia, en el Asia,
en el Oriente, en el Occidente.
Mas no : la verdad la hemos de oir de boca de los mismos per
seguidores de la religion, contemporáneos de los rápidos progre
sos de los dogmas sacrosantos. Oidla de Tácito, quien nos dice
en sus anales, que ya en tiempo de Neron admiró Roma la mu
chedumbre de cristianos descubiertos en aquella capital del im
perio : ingens multitudo. Oidla de Plinio eljóven, quien sesenta
años despues de la predicacion del Evangelio, desde Biiinia, en
donde era gobernador, en una de sus cartas al emperador Tru
jano le decia, que los dogmas evangélicos eran creidos allí por
un gran número de toda edad y condicion : omnisordinis. Oidla
del pagano Lampridio, autor de la vida de Alejandro Severo, á
quien dice : los sacerdotes idólatras disuadieron la resolucion
formada de construir un templo al divino Salvador ; asegurándo
le que siendo ya tantos los profesores del cristianismo, permi
tido y autorizado este culto, en breve tiempo seria universal.
Oid la verdad, en fin, del segundo Maximino, quien en una
circular en que su política da treguas á la persecucion contra
los cristianos, recuerda que la emigracion extraordinaria de los
gentiles al bando de la Cruz, obligó á Diocleciano y Maximino,
para contenerla, á tomar aquellas medidas tan severas. Omnes
fere homines relicto deorum cultu. Y cuando en un edicto de per
secucion del mismo Maximino, que nos ha conservado Eusebio,
se queja amargamente de que la nueva doctrina se haya pro
pagado tanto, que casi se puede decir que todo el orbe está in
ficionado de ella. Universum prope orbem dixerim terrarum con
fusione quadam oppressit.
Y por fin, si no fueran muchos los que habiendo desertado
de las banderas de la libertad gentil, corrian al yugo de la ser
vidumbre evangélica, ¿á qué fin tantos edictos, tantas pesquisas,
tanta persecucion, emigraciones tantas, y tormentos, y tanta
sangre derramada, que no disminuyendo, sino aumentando el
2ÍQ REVELACION. — CREACION. PRUEBAS (1E LA REVELACION.
néwero de los creyentes, empeñaba e| furor de los perseguido
res i mayor y mas fiera efusion?
Una reflexion, señores, y acabo de molestaros : reflexion á la
cual, como á Jas reconvenciones de Cristo en el Evangelio y
testo que he citado, no hay contestacion que dar. Es un hecho
que doce ignorantes formaron el proyecto de hacer variar de
ideas al universo. Es un hecho que doce pescadores sin armas
ni valimiento se empeñan en una lucha contra todo el poder de
los Césares. Es un hecho que su plan era demoler hasta los cir-
mientos del alcázar de la idolatría, y sujetar todos Jos gentiles al
yugo de una moral severa, y á la creencia de misterios incom
prensibles no solo, sino contrarios ¿ los dogmas que profesaban.
E6 un hecho, por fin, que á pesar de todo esto, cayeron á sus
piés los ídolos >y sus templos ; que á su predicacion abjuraron la
religion tan cómoda para los sentidos que habian profesado hasta
entonces naciones y pueblos numerosos, de toda edad, clase,
condicion y sexo ; y que su doctrina dogmática con inaudita rapi
dez fue creida y venerada por todo el universo. Y antes de efec
tuarse, ¿podia alguno pensar que se verificase así? ¿ Y basta
ban para lograrlo las fuerzas y talentos puramente humanos ? ¿Y
no era preciso que en esta obra, Dios, el omnipotente Dios pu
siera su mano todopoderosa ? Y si la puso, ¿ se puede en manera
alguna dudar que él es el revelador de aquellos misterios cuya
predicacion y creencia autorizó con prodigio tan raro? No, se
ñores mk>s. Dios mismo es la fianza delos dogmas contenidos en
íelsímbolo. Y si por un imposible en la creenciMe ellos pade
cíamos error, ¡ feliz error ! cuya causa ej el mismo Dios.
Si, Dios mio, os diré con un santo padre : Dofnine, si erm
ett, n te decepti sumus.
PRIMITIVA FORMACION DE LAS COSAS

Insuficiencia de la razan para poder averigoarla :


variedad, contradiccion y ridiculez de los sistemas íe
solo Moisés nos da fianzas segaras de la verdad
de sü narracion sobre la creación del mundo.

Vtrwm '(eitithonium ejws,

Su teetihioui» t» vei ',áúeru.

Para lograr «1 conocimiento de la existencia y unidad flCBios


y de la Creacion de la matería, nos sirvió de conductora la ra
zon. Pero si intentamos dar un paso mas en la inquisicion de
ulteriores -verdades, se detiene el guia que nos ha conducido
hasta aqui manifestándonos con su incertidumbre la ignorancia
de la senda que se ha de tomar para el hallazgo de nueves des
cubrimientos.
Seria muy infeliz la condicion de los mortales, si no pudiese
quedar satisfecho el deseo innato que sienten en el fondo de su
alma de saber la manera y grados con que plugo al Omnipotente
formar esa máquina del universo ; y al parecer el Criador mis
mo, negándose á manifestarlo, quisiera privarse de los tributos de
amor y reconocimiento que por aquel título le son muy debidos.
Con respecto á la razon natural, es cierto que por muchas ins
tancias que se le hagan relativas al modo con que el mundo fue
criado, ó prudente guarda un profundo silencio, ó si atrevida
quiere hablar, multiplica las dudas muy lejos de aclararlas. No
422 REVELACION. — CREACION.
hay mas que revolver los escritos de los sabios que florecieron
en las naciones cultas dedicados á la investigacion de los arca
nos de la naturaleza, para ver un enjambre de absurdos, que
no pueden mentarse sin eterno baldon del humano entendi
miento.
Sin hacer mencion de la creencia de muchos sobre la eterni
dad de la materia que profesó el mismo Aristóteles, como lo
prueba hasta la evidencia el eruditísimo Moshemio ; sin hablar
de los pasos y progresiones tan largas y ridiculas con que fingie
ron la formación de todos los cuerpos de aquella masa primera;
sin mentar ni los números de Pitágoras, ni las ideas ejemplares
de Platon, ni el agua de Thales, ni el áire infinito de Anaximenes,
ni los átomos de Epicuro, ni los cuatro elementos de Empédocles;
áislándome, en el círculo de los escritores modernos, que confe
saron de buena fe la creacion de la materia por Dios, ¿ quién de
ellos no tomando mas guia que la razon para inquirir la manera
con que fue elevada al cabo la estructura admirable del universo,
dió al público un sistema que en todo ó en parte no fuese impug
nado ó destruido luego con razones fundadas en hechos positi
vos? Exaltada la imaginacion de esos investigadores de la natu
raleza, y fundándose en observaciones puramente locales, eri
gieron en dogmas sus conjeturas, convirtieron en leyes generales
fenómenos particulares que les vinieron á las manos, y plantea
ron luego un sistema que no tenia mas apoyo que las ilusiones
de su imaginacion exaltada, Tales son los torbellinos de Descar
tes, el mundo fútil que soñó Bufon en su teoría de la tierra, el
principio ilarénico de Enrique Moro, y el magnetismo universal
del célebre Sturm en sus meditaciones.
Y muchos, no tan rectos de corazon ni tan observadores como
estos, fingiendo una hipótesi, le apegaron como de fango todas
las modificaciones que creyeron oportunas para el complemento
de su mundo imaginario. Satisfechos con el edificio que acaban
de construir, lo presentan al público, el cual examinándolo con
la escrupulosidad que requiere asunto de tanta trascendencia, ó
se burla del trabajo pueril, ó lo desmorona con el martillo de los
hechos y observaciones fundamentales. Ochenta sistemas cuenta
ya un célebre geólogo moderno ; y si el prurito de singulari
zarse sigue con el mismo hervor que hasta el presente, no dudo
que fastidiados los hombres de tanto delirio, ó irritados de haber
sido tanto tiempo eljuguete de escritores sofistas, ó se echarán en
brazos del pirronismo universal, ó mejor avisados, venerarán con
PRIMITIVA FORMACION DE LAS COSAS. i'23
transportes de admiracion la narracion tan sencilla como divina
del legislador de los Hebreos.
El cielo no hubiese permitido jamás que la razon humana se
arrogase el juicio en materias que no pueden ser de su inspec
cion ; y pluguiese á Dios que la experiencia fatal de los precipi
cios en que el ingenio de los hombres se abismó, retrajese á los
sabios de una empresa tan temeraria como inútil. Que de las
leyes generales que rigen en el universo, el físico se dedique á
conjeturar el resultado que en un caso singular pueden tener :
bases hay para formar sus conjeturas. Que de las multiplicadas
- observaciones en una clase de fenómenos, la incensable atencion
del hombre deduzca cuál es su causa constantemente producti
va : datos le suministra la serie no interrumpida de experimen
tos. Mas partiendo del principio innegable que Dios de la nada
crió la materia, y que de esta formó despues la multitud de cuer
pos de que se compone el universo, ¿ quién sino el mismo Cria
dor puede dar noticia de las primitivas disposiciones, de las pri
meras labores, del órden y progresion de cosas hasta que el
primero, que de todas debia gozar, abrió los ojos para verlas?
Si en un momento quedó el mundo en su última perfeccion,
ó despues de mucho tiempo ; si el mar precedió á la tierra ó esta
al mar; si las tinieblas cubrieron el globo hasta despues de la
produccion postrera, ó la luz brilló sobre todas cuando nacian ;
si una virtud primordial infusa en la materia hizo que cada por
cion de ella atrajese á sí y se casara con su análoga, ó si todas
indiferentemente sirvieron entonces para cada clase de produc
ciones, ¿quién lo podrá contar, ni saber, sino aquel á quien el
Hacedor mismo la haya revelado ? Y ¿ quién merecerá el asenso
en esta parte, sino el que con datos innegables acreditó su co
mision particular para referir á los mortales la manera con que
Dios procedió ála creacion y desenvolvimiento de todas las cosas?
Fiadores segurísimos nos presenta Moisés, que no puede re
cusar ningun hombre sensato : documentos naturales y divinos,
cuya autenticidad solo pueden negar la irreligion y el pirronis
mo. Si la antigüedad, señores, es á juicio de Ciceron el seguro
conducto para saber las primeras verdades, á ningun escritor ha
perdonado el colmillo voraz del tiempo, que pueda contar mas si
glos que el Génesis de Moisés. La historia de las naciones quedó
sepultada en las cenizas de Troya ; y la historia de Moisés precede
á aquel incendio memorable mas de cuatrocientos años. Despues
do Hesiodo, Rerodoto.Thalés, y Pilágoras, el escritor masantiguo
424 REVELACION. CREACION.
que nos há quedado es rioínero, y Moises ie lleva de ventaja más
de seiscientos años ; en cuyo tiempo habia escrito ya : Én el prin
cipio crió Dios el cielo y la tierra. Noticia muy interesante tanto
á la religion como al génerohumano ; noticia que sin el recurso de
la revelacion particular, podia saber muy bien por el conducto de
la tradicion que perpetua á la posteridad hechos muy remotos.
¿ Pensais acaso, señores mios, que si el autor del Génesis diá
al público la historia de la creacion del mundo fue despues de una
serie muy larga y dilatada de generaciones? Os engañáis. Si ahora
es tan breve la vida que se concede á los mortales, el cielo an
tes de Moisés, con una providencia singular conservaba siglos
enteros á los patriarcas, á fin de que, siendo los depositarios de
la tradicion por menor número de lenguas, con mayor seguridad
pasase al caudillo de Israel el origen del mundo y del género hu
mano. Entended que no fueron mas de cuatro generaciones que
habiari corrido desde Noé hasta Moisés ; qué Noé habia vivido
con Matusalen, y Matusalen con Adan mas de doscientos años.
Por el breve conducto pues de seis personas fue trasladado á ma
nos de Moisés el relato de la creacion del mundo, y del primero
de los vivientes que lo pobló.
La ficcion, señores mios, no aprieta ni acorta tanto las genera
ciones, interesando al impostor extender y multiplicar las épocas
á fin de que se haga imposible la averiguacion de los hechos que
intenta persuadir. Moisés empero, reduciendo á tan corto nú
mero de personas los conductos tradicionales de su relacion, lle
va consigo indudablemente el carácter de la verdad, y mucho mas
fundando su narracion histórica en datos que se conservaban en
los anales públicos, en noticias que no podian ignorar aquellos
mismos cuya edad contaba mas años que la de él, en pormenores
que se habian transmitido verbalmente, y que entonces eran fá
ciles de averiguar; en hechos por fin sustancialmente creidos por
aquellas gentes y naciones cuyos dogmas y costumbres eran tan
contrarios á los del pueblo que seguia á Moisés.
Si no temiera ahora molestar vuestra atencion, ó extender en
lo sucesivo mas de, lo regular el plan que tengo formado, con
gusto, aunque con hárta peña de mi parte, os presentaria un cir
cunstanciado parangon de la conformidad sustancial que se halla
entre la narracion de Moisés y la general creencia , aunque
envuelto en fábulas de los pueblos é historiadores gentiles. Ma
teria muy curiosa, muy abundante y muy útil me suministraría
aquel cotejo, esparciendo brillantísima luz sobre las verdades
PRIMITIVA FORMACION DE I.AS COSAS. 425
primeras de nuestra religion ; mas no todo se ha de decir. Estoy
seguro que para gente dócil, como lo sois efectivamente los que
os dignais honrarme con vuestra presencia, bastan las reflexiones
críticas que acabo de insinuar para reconocer en la persona de
Moisés un historíador veraz y no falto de datos positivos. Vuestra
religiosidad sin embargo deseá seguramente ver sobre su cabeza
la mano de Dios autorizando con prodigios la historia que dió al
público de la creacion del mundo. Me place vuestro deseo, á que
condescenderia gustoso, siendo esta ocasion muy oportuna para
ello. Pero como mis palabras se han de dirigir á todos y en el dia
no faltan personas no muy crédulas, á las cuales el nombre de
milagro hace reir, es preciso antes de contar los de Moisés, gas
tar el tiempo con algunos preliminares que dispongan el ánimo
para dar asenso á aquellas maravillas.
Vosotros no las ignorais y las creeis ; sin embargo, despues
de haber explicado las obras de la creacion, os las contaré ahora
bajo la suposicion de que Moisés, en prueba de su comision di
vina, obró prodigios, muchos y muy grandes; tan solo os quiero
confirmar en la creencia de haberlos obrado efectivamente por la
facilidad con que á la vez aceptaron sin réplica el contenido del
Génesis seisciehtos mil Israelitas que podian tanto cdtho sü cau
dillo estar cerciorados de la tradicion en aquella materia. ¿ Y
seiscientos mil hombres, tan revoltosos como eran, hubieran
sufrido las invectivas de Moisés, y le hubieran seguido cuarenta
años en el desierto, y se hubieran sujetado al yugo de la ley tan
dura que impuso sobre la cerviz de ellos ; y hubieran convenido
tan tontamente en reconocer por verdaderos los prodigios que
insertaba en su historia, y no le hubieran desmentido publica
mente cuándo les producia á todos como testigos oculares, y se
hubiera podido servir Moisés de aquellos mismos prodigios para
reprender y castigar severamente la ingratitud con que los seis
cientos mil correspondian á la tierna boiidad del Señor, si real y
verdaderamente no hubiese sido castigado Egipto con plagas, y
pasado Israel á pié enjuto el Mar Rojo, y recibido una nube, y por
la noche una columna de fuego que les indicaba la ruta que debiah
seguir, y no sido alimentados con maná del cielo? Ysireál y verda
deramente sucedieron estas y otras muchas maravillas, ¿ quién
podrá negar á Moisés su legacion divina para transmitir á la pos
teridad la historia de la creación del mundo? Sijverum esl testi-
moriium ejus. Autorizado está públicamente : la veracidad eterna
puso eí'sello al Génesis de Moisés : Verum est festimóniitm tjiu. • -
CREACION DEL CIELO Y LA TIERRA.

DE NUESTRA PUBLICACION.

In principio creavit Deus coflum et terram.


(Gen., i, 11.)
En el principio crió Dios el cielo y la tierra.

Ya por fin, señores, tenemos en Moisés un acreditado y segu


ro conductor para saber la manera y el órden con que todas las
cosas visibles comenzaron á existir. No hay mas que tomaren las
manos el libro del Génesis, que por inspiracion divina escribió,
para saber con toda exactitud los grados con que fue desplegada
esta máquina del universo. Voy pues á seguir las huellas de
aquella guia visiblemente ilustrada por el mismo Criador, sin
perderla de vista jamás en los dias consecutivos hasta que sea
explicado por menor y cumplidamente cuanto está comprendido
en estas palabras del símbolo : Criador del cielo y de la tierra.
Antes de seis mil años que van corriendo desde la creacion
del mundo, ¿qué era el mundo, señores mios? Nada. No exis
tian árboles ni plantas ; no corrían ni volaban cuadrúpedos ni
aves ; no respiraba viviente alguno ; el sol, luna y estrellas no
daban luz, y el cielo y la tierra y el mar nada, nada absoluta
mente. Tú, hombre insensato, que titubeas en la oscuridad y
hueco de esanada de que te voy hablando, dime : ¿antes del último
siglo que espiró, qué eran y en dónde existian tantos vivientes
que pisan ahora la tierra; y qué eras entonces y en dónde existias
tú? En el abismo dela nada. Gozan sin embargo todos, y gozas
tú de una existencia real y verdadera ; y si en la virtud generativa
CREACION DEL CIELO Y LA TIERRA. 427
de tus mayores se anidaba el gérmen de tu ser actual, soberana-
mente'poderoso fue Dios para de la nada crear el cieloy la tierra.
Existiendo por sí desde la eternidad, completamente feliz en sí
mismo, colmado de muchos mas bienes y gracias que podemos
imaginar, pero esencialmente buena y comunicable, quiso en
tiempo hacer visibles las atribuciones de su sabiduría y poder,
como la habia decretado desde la eternidad. Dijo ; y siendo su
palabra omnipotente como su querer, dice, y al momento es ti
rada como una cortina la tela del cielo, y aparece de repente
en medio de su concavidad la masa enorme de la tierra. In prin
cipio creavit Deus ccelum et terram.
Estas palabras, tan sencillas como luminosas, ¡ cuántas dudas
aclaran que no soltaria jamás la razon humana! Desvanecidas
quedan la eternidad del mundo, la eternidad de la materia, la
formacion del universo por el concurso casual de los elementos.
Con aquellas palabras ¡ cuántas verdades de monta se nos fueron
reveladas, por cuya ignorancia la filosofía gentil se precipitó en
errores de tantísima consideracion ! ¿Y quién, señores mios, sino
la verdad eterna, con tanta majestad y sencillez al mismo tiem
po, podia dar razon á los mortales de un hecho tan grandioso
y magnífico superior á todas las inquisiciones y conjeturas del
hombre ? En un momento por orden de Dios todo lo visible se
pone de manifiesto ; un mundo nuevo temporal descubre otro
mas antiguo y eterno; una imitacion repentina dibuja el origi
nal divino del cual procede ; y el tiempo que no habia existido ja
más, comienza en el punto fijo que el eterno Dios habia decre
tado. In principio creavit Deus ccelum et terram.
Olvidad, señores, haced un sacrificio racional de lo que el ta
lento limitado del hombre no es capaz de comprender ; no inten
teis en vano escudrinar lo que desde la eternidad precedió á
aquel momento, en el punto fijo en que el tiempo comenzó á
existir, ni porqué en un momento mas que en otros se efectuó
la resolucion tomada desde la eternidad. Os perderíáis segura
mente en un abismo insondable con la loca tentativa de volar mas
allá del mundo y de su creacion. Los lindes están puestos, que
si nos impiden examinar lo que hubo antes de ellos, son la pri
mera lápida de do con certeza podemos descender á la investiga
cion de los acontecimientos mas interesantes sucedidos hasta
aqui. Adoremos la providencia del Señor, quien no solo se dignó
revelarnos que el mundo fue criado, sino disponer tambien que
Moisés describiese con exactitud la edad del primer hombre y
£28 jlÉvki.AtioN. — tRfeAr.irt*.
de sus descdfl«ieilte§, preéavi«fldo cbri ésta medida tódd flíJéioé
de siglos itflfcfglnárioS, qué deáaptíreCefl con los dtftos píJáHiVtfS
y no intérruihpid&S de que es una Serie ia histbria del Génesis des
de el momento de la creación hasta el tiempo eñ que la feséfi-^
bia. Cerrandtí pUeá los ójoS* fijémonos en aquel dató i * En el
principio crió Dios el cielo y la tierra. » Sin mas diligénciá tíües
que haberlo querido Dios* fue criada de golpe la bóveda del <ñé%
y en el centro de ella apareció de repente cuanto sé entiende
ahora con el nombre de mar y tierra ; pero ni la telá celeste sa
lió matizada con el sinnúmero' de estrellas y astros que la eril-
bellecen, ni la tierra tampoco variada noblemente coh tantds
llanuras y montes, ni vestida de plantas y árboles, sino interine
y desnuda dé toda belleza : Terta Mtém é<rüt inmü Vatiia.
El mondo en su nacimiento no presentaba sino horror, Oscuridad
y confusion; aquel caos venerable dejo de la fe antigua, aunque
alterado por los sabios de Grecia gentil.
¡ Oh vosotros que reconocéis en la naturaleza Tíb sé qué -VH>
tud oculta habida como de su propio cáudal ! El Hacedor étettio
previno sabiamente vuestro error no criando ya formada y bella
la tierra, aunque lo poüia hacfer, á fin de que bs viéséls én ia
precision de confesar, que Si ahora es tan feraí, si la embebe
cen plantas, flores y frutos, si la pacen animales de tantas es
pecies sin dejarla exhausta jamás, fue estéril eh 811 principio,
que potiia el Criador haberla dejado para siempre eh su defor
midad y rasura ; y que las riquezas y producciones de que estfi
colmada ahora, no las tiene de su propio fondo, sino de la mano
omnipotente á la cual plugo abastarla de ellas. Es pues ingrato
el hombre que, mirando la tierra como á su madre y apacenta
dora natural, jamás levanta los ojos de su fe paralar una mi
rada de amor y reconocimiento al Hacedor supremo. Entiendan
los mortales qüe nada hay en el universo que de sí tenga efica-
cacia ni virtud. Dios solo, que es el principio y vivificador de
todas las cosas, es el que habiéndolas sacado de la nada, gra
tuitamente las dotó de las propiedades con que son tan fructí
feras y útiles al hombre ; y á fin de que este no pudiese negarlo,
quiso el mismo Criador no de golpe, sino por grados, darles la
última mano, elevándola con separacion de dias á su última
perfeccion. ¿ Qué cosa mas hecesaria al vigor y produccion de
los seres que la eficacia de la luz? Sin embargo, en aquel prin
cipio todo el orbe estaba envuelto en lóbrega y oscurísima no
che. Ei ñVteWói erant stiper facim abyssi.
CREACION DEL CIELO Y LA TIERRA. Mi
£omo Ja deJwmidad, señores ¿nios, precedió a Ib fiepundi-
(Jad hermosa de la tierra, asi tamban las üniehias precedieron á
la luz, á fin de que conociesen ilos mortales que no es belleza
propia del universo el esplendor brillante de que está iluminado
ahora ; que un tiempo estuvo sin él, y que en oscuridad sempi
terna hubiera permanecido, si la luz increada no le hubiese co
municado un reverbero de su esplendor eternal ; y aun cuando
ppr cjivipa disposicion un astro brillante naciera en el cielo, la
tierra sin embargo ningun influjo y belleza podia recibir de él,
cubierta como estaba de una niebla oscura que por todos lados
escondia su faz. Estp es lo que el Señor, recordando las mara
villas de su omnipotencia pn la creacion del mundo, decia al
Santo Job con estas palabras : «¿En dónde estabas tú, cuando
,yo cubria el mar de nubes como de un vestido, y cuando yo lo
-envolvia con vapores muy densos y oscuros á la manera que se
envuelven con paños y fajas los niños que acaban de nacer? »
{fJitiisr(fs cwn ponebam mbemfiestimentum ejus, et caligine illud
quasi pannis infantice obvolverem ? Así envuelta y vestida de
oscuridad el Señor crió la tierra, dejándola dormir en su infan-
pia sobre el algodon deque la habia rodeado, difiriendo para
despues de dos dias excitarla del profundo sueño en que late
ria sumida, y poner en fuga la gruesa niebla, causa de aquel so
por original.
Yaceria aun, no lo dudeis, señores, en aquel letargo si la'
misma mano ^ue la crió no la agitara imperiosamente ; pero si
la masa de la tierra duenme en su inercia; si como en fajas
está ligada con la niebla oscura que la rodea por todas partes;
si está oculta bajo la multitud de aguas que no le dejan respirar;
si el profundísimo silencio que reina en el universo indica que
nada hay convida, aparecerán ya ciertos preludios de accion.
Oigo , señores, un céfiro blando que agita suavemente la super
ficie de las aguas : Spiritus Domini ferebatur super aguas. No
es un movimiento espontáneo de la tierra sacudiéndose para
romper las ataduras con que está ligada ; no es una lucha de
los elementos mezclados sin orden ni proporcion que se repelan
mutuamente á fin de ponerse en su propia esfera y en el equili
brio que deben guardar ; no es un viento suscitado natural
mente, cuya fuerza, disipando las nubes y agitando las aguas,
ponga la tierra en descubierto : nada de eso, señores; todo lo
criado está sin accion, sin movimiento, sin vida ; en su adorme
cimiento é inercia natural es sí aquella fuerza divina y forma
430 REVELACION. CREACION. CREACION DEL CIELO, ETC.
dora que va á poner en órden la confusion primitiva á fin de
pasar luego á la produccion de otras criaturas ; es el aliento,
el soplo eficaz de Dios, que inspira su fecunda virtud sobre la
faz de aquella masa informe ; es el espíritu mismo de Dios, con
sustancial al Padre y al Hijo, el cual extiende sus alas, y mo
viéndolas con rebate cual ave, con su vivificante calor, da prin
cipios de vida á la tierra y á las aguas muertas en que está se
pultada : Instar incubantis avis, vilalem facultatem iis, qw
foventur, impartientis, que dijo Basilio el Grande, y cuyaidea re
produjo muy oportunamente Milton en su Paraíso perdido.
Tan material es el hombre, señores mios, que no puede com
prender las operaciones altísimas de la divinidad sino por figuras
tomadas de lo que está á los alcances de sus sentidos ; y tan
bueno es Dios, que en su locucion al hombre se humilla al uso
de esas expresiones simbólicas, á fin de que los mortales no ca
rezcan de los conocimientos necesarios para saber la manera in
decible con que su omnipotencia procedió al desenvolvimiento
de las criaturas. Aunque no menos que su bondad, es admira
ble la sabiduría de que da muestras en este punto por la estre
chísima relacion que ha puesto entre las obras de naturaleza y de
gracia. El mismo espíritu, al cual vemos en el orígen del mundo
como principio de la vida material que recibe la tierra, es el
que con su proteccion y regeneracion espiritual por el bautismo
fecundiza la vida interior en las almas: esto es lo que el Salva
dor quiso dar á entender á Nicodemus cuando le dijo : Nisi
quis renatus fuerit ex aqua et Spiritu Sancto...
CREACION DE LA LUZ PRIMERA

Antes que existiese ningún astro mi planeta.


Varios sistemas sobre la naturaleza de aquel esplendor primitivo.
Es imprudente la indagación, habiéndolo callado el Espirtu Santo.
Bienes de la luz en general.

DE NUESTRA PUBLICACION

Dixitque Deus: flal lux, et facía est lux.


(Gen., i, 3.)
Y dijo Dios : sea hecha la luz, y la luz quedó '
hecha.

Dejamos, señores mios, en nuestra última conferencia á la


tierra en confusion y tinieblas, y en un adormecimiento letal.
Pero si el Espíritu Santo daba muestras de quererle comunicar
principios de orden y de vida ; muy luego vereis nuevas pro
ducciones con que será renovado el aspecto lúgubre del uni
verso. ¿Mas cuál será la primera belleza, cuál el primer efecto
de la omnipotencia del Señor, cuál la primera palabra que sal
drá de la boca del Excelso para dar principio á la perfeccion y
pulimento de la masa confusa del orbe? Aquella palabra, seño
res, que toda la elocuencia humana no ha podido imitar, aquella
palabra que no se distingue de la voluntad eterna ; aquella pa
labra cuya sublime sencillez dió á conocer á Longinos, gentil,
la majestad y poderío del que habló. « Que se haga la luz, y fue
hecha la luz. » Fiat lux, et ¡acta est lux. El que desde la eterni
dad habita luz inaccesible, y es padre de la luz, y la misma luz
increada, quiso, despues de criada la tierra, que el primer
REVELACION. CREACION.
efecto de su poder fuese la eterna produccion 6 imágen de su
esplendor eternal ; y dijo : « Haya luz ; » y al momento fugadas las
negras sombras que cubrian la tierra y el cielo, quedaron estos
iluminados de repente. Todavía no habían amanecido astros; las
estrellas no matizaban aun el firmamento ; el sol y la luna ya
cian en el abismo de la nada, y un claror universal iluminaba
el orbe.
¿Cuál será la causa, señores mios, de esta luz? ¿Cuál el
cuerpp á que eistaba asido ? ¿ Cuál la materia luciente que es
clarecia todo lo demas ? §e fatigaron en vano los investigadores
del orden físico en inquirir la naturaleza y ¡causa de aquella
primera luz. Cuando ningun planeta, ni astro alguno habia sido
criado aun, con un error contrario á la descripcion de Moisés
opinaron muchos, con Eugibino, que eran los rayos del sol, no
impedido ya su influjo ; en semejante error cayeron los autores
ingleses de la historia universal, no reconociendo otra causa de
la luz que aquel astro primero, y no confrontaron en este punto
algunos teólogos y escritores antiguos que quisieron aventurar
proposiciones sin fundamento conocido en las santas Escrituras.
Asi es que el Tostado y el célebre Petavio imaginaron una nube
refulgente, que elevada sobre el caos material, suplia por enton
ces las veces y resplandores del sol.
Asi es que Niceno y el Damasceno creyeron que era fuego
elemental, negada ahora muy fundadamente su existencia por los
mejores físicos. Basilio y el Nacianceno, un accidente distinto
de toda sustancia y sin sujeto particular á que estuviera as^do ;
prodigio innecesario, que no se debe admitir; y ei vasto y pe
netrante talento de Agustin, atascado por las muchas dificulta
des que en el órden físico envuelve aquella luz, separándose de
la inteligencia literal del sagrado testo, entendió por dicha luz la
creacion de los ángeles.
Seria yo muy atrevido si intentase aclarar en esta cátedra del
Espíritu Santo una cuestion que el mismo divino Espíritu quiso
ocultar. Por lo que respetando, como debo, las investigaciones y
conjeturas de tantas ciaras lumbreras del cristianismo, digo, se
ñores, únicamente, que el Criador, callando en la santa Escri
tura la causa de la primera luz, quiso humillar nuestra nece
dad y orgullo para que' ppnozcan los mortales que nac-a es lu
minoso por su naturaleza ; que todo lo puede ser quando Dios
quiere; que lo luminoso en un tiempo, en otro puede dejar de
serio, y.que una ,misma causa ahora productiva ge luz, puede
CREACION DE LA LUZ PRIMERA. 433
en adelante no esparcir sino oscuridad y tinieblas. A nosotros
basta saber que el Omnipotente Hacedor con dos palabras de
las tinieblas sacó la luz, y que este prodigio material de que el
talento mas ilustrado no puede formarse idea, es la imágen de
otro mas incomprensible y de mayor utilidad para nosotros,
cual es la celestial efusion de la luz de la fe y de la gracia en la
oscura mente y en el tenebroso corazon del infiel y del pecador.
Este prodigio, sí, señores mios, mucho mas que el primero,
llenando de admiracion y de gozo el pecho del apóstol san Pa
blo, desplegó sus labios en estas palabras : « Dios que de las
tinieblas hizo nacer la luz, es el mismo que ha hecho rayar su
claror en nuestros corazones, á fin de que podamos nosotros
ilustrar el de los demas por el conocimiento de la gloria de Dios,
segun se ha dejado ver en Jesucristo. » Misterio verdadera
mente incomprensible que debiera producir en nosotros una hu
milde y temerosa gratitud ; porque, señores mios, ¿ quién co
noce la manera con que la bondad gratuita de Dios llama á , sí
con repetidas voces al pecador rebelde? ¿Quién sabe porqué
motivo son abandonados unos en las tinieblas del gentilismo,
mientras que sobre otros ingratos raya el esplendor de la fe ?
¿ Quién podrá adivinar la causa porqué la bondad divina pre
viene á unos con bendiciones de dulzura, y deja rodar á otros
por mucho tiempo en el lodazal de sus iniquidades? ¿Quién
aclarará el misterio con que no se cansa el Señor en derramar
las influencias de su luz sobre un corazon rebelde, cuando á
veces las retira luego de los que perdieron el don de la gracia ?
¡Ah! Quis cognovit sensum Domini? Es libre y poderoso
tanto en el orden moral como en el fisico ; y para que temiéra
mos humildes los decretos de su justicia en la santificacion y re
probacion de nuestra alma, quiso en las obras de naturaleza
ocultarnos en parte los misterios de su poder, para elevar
nuestra admiracion y reconocimiento.
¿ En dónde estaba la luz antes que por la palabra de Dios
amaneciese la primera vez? Antes que rayase sobre la tierra,
¿ quién hubiera podido formarse idea ni de su esplendor, ni de
su rapidez, ni de su extension, ni de su hermosura, ni de la va
riedad de bellezas con que hermosea todas las partes del uni
verso ? Avezados nosotros á gozar de las gracias y bienes inefa
bles dela luz, los miramos con indiferencia, y no levantamosjamás
una mirada de agradecimiento á la virtud omnipotente que con
dos palabras dió el ser á una criatura tan bella y tan útil, pro-
S. M. I. 28
434 REVELACION. CREACION.
(luciéndola del seno mismo de las tinieblas. Si estas hubieran
permanecido sobre la faz de la tierra ; si una noche perpetua
reinara en el universo, ¿con qué tristeza mortal estuvieran ais
ladas las gentes ; y qué provecho podrian sacar de tantos bienes
que entrañan la tierra y el mar ? Un tenebroso, sepulcro seria el
universo, en donde como topos irían arrastrando los hombres
buscando á tientas un escaso é insípido alimento.
Mas ya que la bondad próvida del Criador quiso alumbrar el
orbe á fin de que los mortales pudiesen gozar cumplidamente de
las maravillas de que naturaleza está colmada, no debemos pa
sar en silencio la prodigiosa manera con que un motor tan sen
cillo como es la luz, y cuyos principios están ocultos aun á la
inteligencia humana, reviste y adorna todos los seres con tanta
multitud y variedad de bellezas. Solo una mirada rápida sobre
este fluido brillante y sutil, ¡ qué ideas tan agradables y útiles
excitaren la imaginacion ! Él ilumina y da color á toda la natu
raleza. Él,, hiriendo los ojos traslada á la mente la imágen de
los objetos ; él pinta en el alma la figura, situacion y colores de
los cuerpos. Siendo el curso de la luz tan rápido y veloz, tan
sutil que los poros del cristal le dan paso franco, su expansion
tan dilatada que no reconoce mas límites que los del universo,
su herir los órganos de la vista tan delicado y agradable, ¿ cuán
tos placeres y utilidades indispensables á la vida nos ofrece, sin
la menor fatiga de nuestra parte ?
Con la simple diligencia de abrir los ojos, todos á un mismo
tiempo viendo un sinnúmero de objetos, ¡ cuántos manantiales
de júbilo fluyen sobre el corazon nuestro, y cuánto se extiende
el círculo de los conocimientos y placeres inocentes? Sin move
ros de un punto disfrutais de las gracias y proporciones de la
arquitectura y de las bellezas y coloridos de la pintura ; y exa
minais detenidamente la suntuosidad majestuosa delos edificios;
y buscais de lejos y reconoceis las personas que os son caras ó
enemigas ; y evitais mil peligros ; y examinais cuanto os puede
ser útil ó nocivo. Salid al campo, recorred los prados, subid á las
colmas, extended y reconcentraos, si quereis, en un ameno jar-
din. ¡ Oh ! por el simple conductor de la luz, don del cielo que
no le habeis agradecido jamás, ¡ qué multitud de placeres nacen
en el alma que no podeis apreciar bastante, ni yo contar !
¿ Habeis por ventura reflexionado alguna vez la fastidiosa mo
notonía de recreos que nos presentaría el universo si en el color
fuese uniforme la naturaleza ? Si no hubiera mas que un solo
CREACION DE LA LUZ PRIMERA. 435
color, entonces se distinguirian los objetos por las circunstancias
tan solamente del tiempo y lugar : entonces la mejor parte de la
vida se gastaria mas en examinar las cosas, que en aprovecharnos
de ellas ; entonces la continua uniformidad, cansándonos la vista,
nos seria ocasion , no de placer, sino de fastidio. Diversificados
empero infinitamente los coloridos, y graduados cada uno de ellos
con graduacion admirable, esta gradacion y variedad cuántas be
llezas prodigan sobre la tierra, y de qué modo proporcionan á la
vista continuamente recreos siempre nuevos y siempre hermosos.
Pero ¿cuál es, señores mios, la causa de esa variedad colórica
y de sus innumerables progresiones y menguas? ¿Qué manan
tial es él tan fecundo de do fluyen sobre todos los cuerpos tantas
bellezas y matices que realzan sobre manera su estimacion? La
luz sola, señores mios, la refraccion sola de la luz, ó la manera
con que rompen ó hieren sus rayos sobre los cuerpos, es el pin
tor divino que los reviste de variadas hermosuras ; ó por decirlo
mejor, es la sábia y omnipotente bondad de Dios que por un medio
tan sencillo quiso con variedad de tintes multiplicar y diversificar
nuestros placeres, adornando todas las partes del universo de
tantas y tan agradables pinturas.
No he venido, señores, para daros lecciones de física experi
mental ; si así fuese, con el prisma en la mano, con el exámen
del arco iris, con mil ejemplos tomados de lo que tenemos mas
á la vista, lograria de vosotros un plenísimo convencimiento. Mi
legacion se extiende únicamente á manifestaros en general las
obras del Criador y obligaros al mas fino reconocimiento. Sean ó
no los colores accidentes fijos en la materia, la luz sin embargo,
que con dos palabras sacó de las tinieblas el eterno Hacedor, es
el instrumento admirable que nos suministra placeres tan útiles
y risueños ; es el medio que nos proporciona el goce de todas las
obras de la naturaleza ; es el conducto que nos facilita la asecu-
cion de todo lo necesario á la vida ; es por fin la imágen mas
bella de su Autor, luz increada. ¡ Oh Luz increada ! ¡ Oh Luz pu
rísima ! ¡ Oh Luz del mundo, Cristo Jesus !
CREACION DE LA NOCHE.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Divisit lucem a tenebris, appellavitque


lucem diem et tenebra* nociem.
(Gen., i,4.)
Dividió la luz de las tinieblas : á la luz
llama dia, y á las tinieblas noche.

Si las muchas bellezas con que hemos visto que la luz matizaba
admirablemente el universo, bañaron el corazon vuestro de ale
gría, es preciso sumirnos otra vez en la oscuridad y tinieblas en
que se nos presentó la tierra luego de su creacion, si queremos
examinar por menor todos los designios de la providencia en la
formacion del mundo.
Envuelta en niebla oscura nació la tierra, para que conocie
sen los mortales que no le era propia la luz ; amaneció esta des
pues por la palabra eficaz de Dios, dando color y brillo á todas
las cosas ; pero luego de corridas algunas horas, quedó desva
necida otra vez, á fin de que el escondimiento de un esplendor
tan bello y necesario, hiciera desear y apreciar mucho mas su
nueva aparicion. Dirigiendo el Criador cuantos seres iba labrando
á beneficio del hombre, no quiso que la duracion de la luz fuese
perpetua, proveyendo á la utilidad y necesidades del mismo
hombre. Como este debia ser el resultado de espíritu y cuerpo
organizado, y en pena de su ingratitud condenado despues á vi
vir del sudor de la frente, le era imposible sin descanso alguno
sufrir todas las fatigas que le produjeran todo lo necesario á la
vida. Por este motivo el próvido Ordenador de todas las cosas
CREACION DE LA NOCHE. 437
distribuyó sabiamente el curso periódico de la luz en dia y noche,
á fin de que la débil humanidad, si en el dia se hallaba en dis
posicion para procurarse con qué vivir, la noche siguiente sola
zara sus miembros cansados por las fatigas sufridas en las horas
antecedentes.
Rompe la aurora, señores mios, y prevenido tal vez su rom
pimiento, se esparcen por los montes y valles con el hazadon,
la hoz y el arado una multitud de gentes que mientras dure la
luz en ejercicios penosos estarán sufriendo los ardores del sol
que tuesta sus carnes, y la intemperie del crudo invierno que las
pone yertas. Rompe la aurora, y anticipando su rompimiento
mil artesanos, se fijan en sus talleres respectivos para sacar de
sus brazos el escaso alimento de aquel de que su mujer con sus
hijos esperan impacientes tal vez hasta la cáida del sol. Rompe
la aurora, y un enjambre de personas de todas clases, ponién
dose de piés, corre, vuela, se esparce en busca de sus negocios,
labores y grangerías. Amanece el sol; y el letrado toma el
asiento consumidor de su quebrantada salud ; el agente de nego
cios mide los pasos y cuenta los momentos ; el gefe, el superior,
el magistrado se preparan para tragar en copa dorada mil cui
dados y disgustos. Para todos, en fin, cuantos pisan la tierra el
rompimiento del dia es la señal que les da naturaleza para poner
en tortura sus miembros y potencias, hasta que la luz se haya
escondido otra vez.
Infeliz condicion de los mortales si de tal manera el cielo hu
biese dispuesto las cosas que, ó la precision, ó el órden de la
naturaleza les pusieran en la indispensable necesidad de sufrir
todos los momentos de la vida la misma agitacion y padecimien
tos que toleran mientras la luz brilla en su hemisferio : si en
manos del interés ó de la indigencia estuviera el arreglo de los
tiempos, ya la frágil humanidad hubiera sucumbido ; somos dé
biles por condicion ; la organizacion nuestra se afloja por la con
tinuacion del trabajo ; la afliccion y contension del espíritu cor
roen insensiblemente los anillos que atan las infinitas y delicadas
partes de que resulta el físico del hombre, y se hace preciso á
tiempos darles soltura á fin de que no se gasten ni se rompan
mas presto de lo que conviene por una no interrumpida tirantez.
Este desahogo saludable y conservador proporcionan á los
mortales las tinieblas de la noche. Luego que á paso tento de
clinando la luz se aproxima la oscuridad, son avisados de que se
acerca el fin de sus labores ; y aunque la ausencia del refulgente
438 REVELACION. — CREACION.
esplendor cubre la naturaleza de un triste velo, el corazon humano
en parte se regocija, porque llegó el tiempo destinado para cesar
del trabajo y reparar las fuerzas perdidas. Las aves buscan su
nido, las bestias su guarida ; un profundo y general silencio su
cede al ruido tumultuoso que sonaba por todas partes, y el hom
bre, abandonado de toda la naturaleza, se halla en la dulce pre
cision de encaminarse al lugar de su descanso.
¡ Oh noche ! en los designios de la providencia tan admirable
como el dia : ¡ oh tinieblas ! tan útiles á la humanidad como la
luz : yo os bendigo á vuestra llegada : buscando los hombres sus
hogares, poneis trabas al acreedor para que no persiga al insol
vente ; al poderoso para que no oprima al infeliz ; al déspota para
que no esclavice al desvalido ; ¡ oh tinieblas! vuestra llegada es
el asilo de la paz, del respiro y descanso de los hombres. Fati
gados todos, señores mios, de la agitacion en que pasaron el
dia, el cuerpo busca naturalmente la quietud, y el silencio gene
ral, y la falta de objetos que le distráigan, y sobre todo la au
sencia de la luz convida á dormir. Tienden en la cama sus miem
bros, y el sueño apoderándose gradualmente de los sentidos,
quedan en suspension todos los pesares ; nada por entonces
aflige el cuerpo, y las potencias del alma sin ejercicio, recobran
con su inaccion el vigor enervado. Descansan entonces también
los órganos que nos ponen en relacion con los objetos esterio-
res; los órganos interiores trabajan con mayor ventaja ; y efec
tuándose con fuerte energía las funciones de la digestion, absor-
qiqn y nutricion, se purga, se nutre, se corrobora el físico para
emprender de nuevo la carrera suspendida y emprenderla con la
misma agilidad con que en el dia antecedente la habia co
menzado.
Para vosotros solos que estais postrados en el lecho del dolor
por una enfermedad grave , son de tristeza doble esas mismas
tinieblas que sirven de alivio á los que gozan de perfecta salud;
para vosotros solos es un golpe mortal la entrada de la noche. En
el curso de ella contáis impacientes las horas, que para vosotros
no son de igual duracion ; en vigilia perpetua, creeis que la luz
retarda mas de lo regular su advenimiento, y en la tranquilidad
y sosiego universal de los hombres vosotros solos estais privados
de los bienes que proporcionan la oscuridad y el silencio de la
noche. Compadezco vuestra suerte, hermanos mios; considerad,
os suplico, que están mezclados mientras dura la vida los males
y bienes, y que en constante alternativa rien unos, cuando otros
CREACION DE LA NOCHE. 439
están sumidos en el llanto y afliccion. Vendrá el dia, dia feliz
jamás oscurecido por la noche , en que un placer sumo , y
no aguado jamás, bañará el alma que esté bien pulida por
el cincel de la tribulacion en gozo y bienaventuranza sem
piterna.
Si me son á la verdad dignos de lástima esos infelices para
quienes sirven de tortura aquellas horas de oscuridad y silencio
en que descansa en placidísimo sueño el resto de las gentes, me
causan horror aquellas almas perversas que como las bestias da
ñinas esperan impacientes la entrada dela noche para volar por
las sendas torcidas de la iniquidad. Esos malvados, trastornando
criminalmente el .orden de la providencia, alteran entonces el
reposo universal ; ponen entonces en cuidado el descanso de los
hombres de bien ; entonces tienden lazos á la inocencia y al pu
dor casto ; entonces bajo el velo de la oscuridad se abandonan
sin rubor alguno á las infames abominaciones de la disolucion.
¡ Insensatos ! si el manto de la noche os oculta á la vista de los
hombres, patentes están vuestros desórdenes al Juez de vivos
y muertos, para quien es muy indiferente que brille la luz ó que
las tinieblas cubran el orbe. Llegará el dia, dia de furor y de ven
ganza, en que las abominaciones de vuestro corazon, conocidas
ahora de solo Dios y de vuestros cómplices, se pondrán de ma
nifiesto ante todas las gentes, y entonces á la vergüenza infame
que estareis sufriendo, seguirá una noche eterna de dolor y de
eterno crugir de dientes.
¡Cuán mejor aconsejadas van, señores mios, aquellas almas
que en el desierto, en los monasterios y en las comunidades de
rígida observancia rompen el sueño para hacer de su cuerpo un
sacrificio agradable al Autor de la luz ! En el profundo silencio
en que está sumida la tierra, en la suspension general con que
naturaleza por condescendencia de su Criador suspende los him
nos de gratitud ; aquellas almas hacen resonar los cánticos de
alabanza, supliendo por su parte la falta de loores al eterno Dios
que no debieran ser interrumpidos jamás. ¡ Oh ! cuánto se agrada
el Señor de aquellos sacrificios voluntarios, y cuántas gracias de
conversion y enmienda recaban de él en bien de los pecadores T
Mientras que estos, descuidados de una felicidad futura, dan so
bre blandos colchones un descanso excesivo á su carne criminal,
aquellas almas sin mancilla, interrumpiendo un breve sueño que
tomaron sobre la tarima ó el duro jergon, se levantan ofrecién
dose víctimas por los pecado? de ellos. Dormid, os diré, j oh
440 REVELACION. CREACION. — CREACION DE LA NOCHE.
pecadores ! dormid á satisfaccion. Pero entended que mientras
dormís, con pasos rápidos se acerca otra noche en la que ya no
habrá lugar á penitencia ; mientras dormis, el enemigo de vues
tras almas está en vela esperando el momento para hacer presa
de vosotros. Esta es la reconvencion que hizo el Salvador á los
discípulos que dormian. Dormitejam... Ecce appropinqmt qui
metradet. ¡Ay de vosotros!...
CREACION DEL FIRMAMENTO

Formación de la vasta bóveda del cielo. Elevación á él de porción


de las agnas en qne estaba todavia envuelta la tierra.
Se indica de paso el fin de aquella elevación.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Dixit quoque Deus : Fiat firmamentum...


et fecit Deus firmamentum , divisitque
aquas qute erant sub firmamento, ab hit
quts erant super firmamentum... voca-
vitque Deus firmamentum, Ccelum.
(Gen., I, 6, 7, 8.)
Dijo así mismo Dios : u Haya una gran ex
tension ó firmamento. » E hizo Dios el
firmamento, y separó las aguas que esta
ban debajo el firmamento : llamólo Dios
cielo.

Coa las tinieblas de la noche, cuya utilidad admiramos, con


cluyó el dia primero de la creacion del mundo, aproximándose el
segundo dia en que la omnipotencia del Señor adelantara la per
feccion de la grande obra comenzada. Solo la luz era la produc
cion ya pulida que habia salido de los labios del Criador. La tierra
y el agua, mezcladas sin orden, ocupaban el centro del lugar que
para el globo se habia criado. Pero están calladas en la santa
Escritura la extension que el globo tenia entonces, su forma y
cualidades. Al diasegundo, de que voy á hablar, se le dió prin
cipio con la perfeccion de la circunferencia del cielo, que por to
das partes cubre la tierra y el mar diciendo el Criador : « Hágase
el firmamento : » Fiat firmamentum.
442 REVELACION. — CREACION.
Criada estaba ya, señores mios, una capacidad real suficiente
para contener todo el volumen de la tierra y la multitud de
aguas que la envolvian ; pero no teniendo aun ni el órden, ni la
forma, ni la extension conveniente, aquella voz omnipotente que
sacó de la nadalo que no tenia ser alguno, amplia y extiende
ahora con una dilatacion tan prodigiosa, cual vemos, la bóveda
del cielo. Esto es lo que en el original hebreo significa la palabra
firmamento ; no propiamente una cosa dura y sólida, sino una
dilatacion inmensurable, heeha y extendida á la manera con que
el hierro y los metales se prolongan y ensanchan á fuerza de gol
pes. Ningun esfuerzo, golpe ninguno costó al Criador la dilata
cion del cielo, sino el quererlo asi, como lo dan á conocer aque
llas palabras : « Hágase el firmamento ; y fue hecho el firma
mento. »
¡Maravillosa facilidad del poder divino de obrar cosas tan
grandes ! La admiraba y bendecia David, cantando al Señor :
« Revestido estais ¡ oh Dios mio ! de gloria y honor : cubierto
de luz como de un manto real : vos sois el que extendeis el cielo
como una cortina. » Y el profeta Isaías con igual pasmo : «Él
es, decia, quien ha extendido los cielos como una tela fácil de
correr ; los ha suspendido con mayor prontitud que los milita
res su pabellon de campaña. » Es digna efectivamente de admi
racion y pasmo de los mortales la inmensidad del hueco que nos
circunda por todas partes ; y creceria muchísimo mas nuestra
sorpresa, si nos fuera dado correr y medir su extension. Recor-
redla, sin embargo, con los ojos desde oriente á poniente, desde
el norte hasta mediodia : no olvideis que bajo nuestro hemisferio
hay otro en todo semejante al que nos cubre. Contad, si podeis,
la multitud de astros de que ambos hemisferios están poblados.
Por el volumen y lugar que ocupa cada uno de ellos y la dis
tancia que hay entre sí, calculad cuál debe ser la extension de
este cielo, y teniendo presente que con solas dos palabras fue
labrado por Dios, exclamad : cuán poderoso es el Señor, que tan
fácilmente levantó y extendió tanta concavidad, en cuya consi
deracion se pierde el entendimiento delhombre; ningun ministro ni
auxiliador coadyuvó á esta empresa ; en la materia ninguna dis
posicion oculta pudo segundar los designios del Excelso. Solo
vos, ¡ oh Dios mio ! lo quisisteis asi : vos solo mandásteis que
se extendiese de esta manera ; vos solo emprendisteis y llevas
teis á cabo construccion tan grandiosa y magnífica. Fiatfirma-
mentum... et factum est firmamentum.
CREACION DEL FIRMAMENTO. 443
Absortos, señores mios, en la contemplacion de una fábrica
tan portentosa, los ingenios mas perpicaces, sin poderse formar
idea de su estructura, muy lejos de minorar sus propiedades
sustanciales, se las aumentaron prodigiosamente. Multiplicaron
unos el número de los cielos, señalando uno á cada planeta, y
sobre estos cielos planetarios otro mas elevado, en donde á ma
nera de diamantes estuvieran engastadas las estrellas fijas. Mo
vidos otros de las apariencias que presenta á los ojos aquella
bóveda celeste, y de las muchas aguas que ha de contener, qui
sieron darle una firmeza imaginaria, diciendo que el cielo supe
rior era formado de agua congelada á la manera del yelo ó del
cristal. Una física reciente, creyéndose en sus cálculos mas
exacta y mas conforme al Génesis de Moisés, ha hecho grandes
esfuerzos para desvanecer aquellos sistemas, mirándolos como
partos de una falsa filosofía y de una piedad poco ilustrada.
Es muy sencillo, señores mios, como su Autor, el sistema de
la naturaleza ; y el brazo del Omnipotente, para asegurar tantos
cuerpos luminosos y tan grandes, no tenia necesidad, como la
débil mano del hombre, de un apoyo en donde los pudiese clavar.
Suspendida está la tierra en el centro del orbe sin necesidad al
guna de sosten, y suspendidos y sueltos puso tambien el Criador
en sus puntos los planetas y estrellas, señalando á unos la ruta
que para siempre debian seguir, y dejando á otros en una posicion
de la cual no se moverán jamás. ¡ Grande sois, omnipotente,
infinitamente sabio, oh Dios! ¿Quién no alabará vuestro santo
nombre ? ¿ Quién no os servirá y amará con todo el corazon á
vista de las maravillas que obrásteis en provecho de los mortales?
Si tan hermoso, si tan sabio, si tan bueno, si tan magnífico sois
en las obras que han de perecer, ¿cuál será vuestra bondad y
hermosura, en vos que siempre habeis existido y permanecereis
eternamente ?
La bóveda, pues, inmensa de que estamos rodeados, y cuyo
término la vista del hombre no puede alcanzar, es el firmamento
formado en este dia, ó la grande expansion á la cual el mismo
Criador dió el nombre de cielo, prescindiendo de la distancia ó
cercanía que tiene de la tierra. Verdad es que el áire, respirado
por nosotros, sobrecargado como está de vapores y exhalaciones,
es mas craso que el de otras regiones muy elevadas ; pero los
ojos no pudiendo averiguar hasta que línea sopla un áire mas
grueso, y en dónde comienza otro mas puro, juzga que toda la
distancia que hay desde la tierra hasta el sol y las estrellas es
444 REVELACION. CREACION.
igual; y la santa Escritura, conformándose con este juicio de los
mortales que es natural y sencillo, átoda aquella circunferencia
llama tambien cielo ó firmamento, al cual dice fueron elevadas
en este segundo dia por orden del Criador una porcion conside
rable de aguas.
Sepultada y hundida toda la tierra, como vimos en el dia pri
mero, bajo una masa enorme de aquel fluido elemento, y llegada
ya la hora en que el globo terráqueo debia quedar mas libre, co
menzó Dios tan grande operacion en hacer un repartimiento de
las aguas, dejando sobre la tierra una cantidad de ellas, y sus
pendiendo otra muy considerable sobre la atmósfera celeste : Di-
visitque aquas quce erant sub firmamento, ab his quce erant super
firmamentum. No que con toda su pesadez y consistencia natural
fuesen elevadas á la parte superior del cielo para ser depositadas
en algun receptáculo que se destinara al efecto ; sino que eva
poradas en partículas muy finas, volaron rápidamente, y se es
parcieron por toda la inmensidad del cielo, en donde con el ve
hículo del áire, alli mas sutil y de peso igual, permanecieron en
su natural equilibrio.
La física experimental tiene averiguado que una gota de agua
evaporada toma una extension catorce mil veces mayor que antes
tenia; y en las memorias de la real Academia de Paris se asegura,
que una pulgada cúbica de agua puede dividirse en diez mil mi
llones de partículas, datos que no deben ser callados, porque
conducen grandemente para que la razon humana sea mas dócil
á los asertos de Moisés, viendo que la física experimental da
la mano á la revelacion. El Hacedor, pues, eterno que es el autor
único del orden de la naturaleza por las leyes de la atraccion y
de la estática, pobló la region celeste de sutilísimos vapores de
agua, reservándolos allí para utilidad y castigo de la misma tier
ra, de la cual con suma providencia los habia separado.
¡ Cuán admirable es, señores mios, la sabiduría del Criador,
y cuán digna tu bondad del reconocimiento de los mortales !
Anegada estaba la tierra en su origen en una multitud de aguas
que hacian imposible su fecundidad y habitacion ; para hacerla
fecunda y habitable separa de aquellas aguas la cantidad perju
dicial ; mas á fin de que entendiesen los hombres que no en vano
habia sido criada, el Omnipotente con leyes muy sencillas las
trasladó á regiones altísimas, de donde infinitos bienes llevará
sobre la misma tierra.
Si levantais los ojos al cielo en noche clara y serena, ¡ con qué
CREACION DEL FIRMAMENTO. i 45
agradable azul se os presentará, y con qué atencion podreis mi
rar las estrellas sin que os incomode su brillantez? No podríáis
deteneros á contemplarlas tanto tiempo sin las aguas intermedias,
cuya densidad, asaz transparente, templa la actividad de aquel
fuego, y por el reflejo de la luz se os presentan revestidas de
aquel azul encantador. Se condensarán algun dia aquellos va
pores; formarán nubes gruesas encapotando el cielo, el áire no
tendrá fuerza bastante para sostenerlas ; cayendo se desharán
en lluvias copiosísimas; y fecundizando la tierra, os abastarán de
pan y vino y de frutos suaves al paladar. Mas cuando tantosbienes
derramen sobre la tierra aquellas aguas del firmamento, no creais
que ciega naturaleza casualmente las ha producido; no seais in
gratos al que en el principio trasladó aquel fluido sobre los cielos,
y que continúa en hacerlo por las leyes sencillas de la atraccion,
de la estática y de la gravedad, que entonces ordenó con tanta
sabiduría. Confesad humildes con David : « Que ahora como an
tes, es el Criador que cubre de nubes el cielo, y las hincha de
aguas saludables para la tierra : » Qui operit ccelum nubibus, et
parat terree pluviam.
Dadle gracias, y convidad á las mismas aguas que alaben al
Señor como lo hacia el mismo real Profeta : Benedicite aquee om-
nes quice super coelos sunt Domino. Si no lo haceis, si como los
irracionales solo os aprovechais de las obras de Dios sin adorar
su mano omnipotente ; si ingratos desconoceis su bondad, sa
brá su formidable justicia convertir en castigo aquellas mismas
aguas que para vuestro bien tiene suspendidas en el cielo. Ya lo
hizo cuando en el diluvio universal anegó toda carne, rompiendo
los diques que contenian aquella multitud de aguas. Rupti sunt
fontes abyssi magnee, et cataractos cceli apertce sunt : et ¡acta est
pluvia super terram quadraginta diebus et quadraginta noctibus.
El mismo poder y la misma justicia están en sus manos para la
formacion del mar, objeto de la conferencia siguiente.
CREACION DEL MAR

Se da una idea del poder de Dios y de su sabiduría para congregar


en nn receptáculo común tantas aguas,
prevenir los males que de ellas podian resultar,
y hacerlas tan útiles á todo el universo.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Dixit Deus : Congregentur aqutB, qute sub


Cíelo sunt, in locum unum... Ei factum
esi ita... congregationesque aguarum
appelavit María. (Gen., I, 9, 10.)
Dijo Dios : reúnanse en un logar las aguas
que están debajo del cielo; y así se hizo : y
á los dépositos de las aguas llamó mares.

Con la expansion del firmamento y elevacion de una cantidad


de aguas, dió fin el Señor al dia segundo de la creacion, y prin
cipió el tercero con la operacion grande que vamos á contem
plar. Separada ya por la voz omnipotente una cantidad conside
rable de aguas que en vapores sutilísimos se habian esparcido
por toda la inmensidad del cielo, la porcion restante, no de me
nos consideracion, cubría la tierra haciéndola infructífera y del
todo inhabitable; á fin de que pudiese dar frutos copiosísimos
para la manutencion de millones sin cuento de vivientes de tan
tas especies que en el transcurso de los siglos la habian de poblar,
acordó el Señor descargarla de peso tan inútil y nocivo. Empresa
grandiosa; pero la llevará á efecto el que puede cuanto quiere.
¿De qué medios se valdrá, señores mios, el Criador para el cum
plimiento desus designios? ¿Hará que sople un fuerte huracan
CREACION DEL MAR. 447
el cual disloque con violencia las aguas del puesto que ocupau V
No. ¿ Pegará fuego á la mecha de minerales subterráneos que con
espantosa explosion, entreabriendo la tierra, formen capacida
des aptas para recibir las aguas, dejando libres las circunferen
cias de ellas? Tampoco : estos son los medios conque despues de
instituidas las leyes de la naturaleza se mudó en parte la faz del
globo, se formaron islas, y fue cortada la comunicacion de largos
continentes.
El sonido de la voz omnipotente del Señor, el haberlo que
rido y no mas, fue entonces el único instrumento que fugando
las aguas de la superficie de la tierra y reuniéndolas en lugares
destinados al efecto, dejó libre la tierra para los fines que se ha
bia propuesto elLegislador : Congregenturaquce, qucesub ccelosunt,
in locum unum . Estas voces de imperio que aqui no son sino
palabras muy sencillas, fueron entonces una terrible amenaza, un
trueno con que medrosa la multitud de aguas no corrieron lige
ramente segun su peso natural, sino que espantadas, con rapi
dez y tumultuosamente se metieron en fuga atrepellándose, y
empujándose, y amontonándose unas sobre otras como si fueran
lanzadas del viento : Ab increpatione tua fugient : a voce toni-
trui tui formidabunt.
¿ Quién á vista de la precipitacion, rapidez y furia con que ese
conjunto de mares huia y bramaba, no hubiera creido que el globo
terráqueo iba á destruirse apenas salido de su infancia ? Pero el
imperio de la eterna voz que causaba aquella conmocion y huida,
dirigia sábia y omnipotentemente su curso : le tenia ya señalados
y levantados diques que no asaltaria jamás. Lo dijo el mismo
Criador al santo Job con estas palabras : « ¿ Quién dirigia la
corriente del mar cuando con espantosa ruptura salió del lugar
en donde estaba contenido?» Quis conclusit ostiis mare, quando
erumpebat quasi de vulva procedens ? Yo soy el que la cir
cunvaló de cercas ; yo soy el que le puso puertas y barreras :
Circumdedi illud terminis meis ; et posui vectem, et ostia. Yo le
dije : llegarás hasta tal punto, y fuera de él no darás un paso ;
y en él se romperán tus hinchadas olas : Et dixi : usque huc
venies, et non procedes amplius, et hic confringes fuñientes fluc-
tus tuos. » ¡ Poderosa manera de hablar ! ¡ Eficaz voluntad á la
cual el elemento mas bravo é indócil presta obediencia humilde
tanto en la fuga como en la quietud !
Y por ventura, señores mios, ¿es menos digna de considera
cion que lo que llevo dicho, la indispensable abertura que debia
448 REVELACION. CREACION.
efectuarse al mismo tiempo en varias partes de la tierra, para
recibir las aguas que eran expelidas del lugar que ocupaban?
Debian abrirse concavidades vastísimas en donde el mar está
ahora contenido ; levantarse por todos lados altas riberas sobre
el nivel de las aguas ; trasladarse á otros puntos las porciones
inmensas de terreno que habian cedido el lugar á la conca
vidad inmensa del océano y oiros mares ; formarse declives pro
porcionados por donde los rios desaguasen al centro comun ;
abrirse comunicaciones subterráneas para dar paso libre á todas
las aguas que circuyen la tierra ; igualarse en fin por contrape
sos el globo nuevo, vacío en unos puntos y sobrecargado en otros,
á fin de que permaneciese equilibrado sobre su eje. ¡Cuántas
obras grandes, señores mios ! ¡ Cuántos esfuerzos á un mismo
tiempo ! ¡ Qué tino y sabiduría para el acierto en el resultado
total ! Todo se efectuó sin embargo á un mismo tiempo : todo con
un plan admirable ; todo en virtud de aquellas palabras : « Re
únanse las aguas en un lugar. »
¡ Qué idea tan grandiosa nos da todo esto, señores mios, del
poder y sabiduría del Criador ! Pero ¿ quién de vosotros se de
dica á estudiar esta parte tan interesante de la religion ? Son
ignoradas generalmente estas maravillas de la omnipotencia ;
muchos en cuyas manos debiera estar siempre el sagrado volu
men, no tienen el menor conocimiento de ellas ; y algunos tal
vez habrán censurado mi empeño en describirlas tan por menor
á los fieles, los cuales no las han oido explicar jamás, siendo una
parte tan principal de los dogmas sacrosantos. Me digan, les su
plico, si en vano el mismo Criador quiso revelárselas á Moisés ;
si en vano se las dictó tan circunstanciadamente ; si en vano fue
ron escritas en el libro del Génesis ; y si no en vano, ¿ por qué
motivo los fieles por la desidia é ignorancia de sus conductores
han de ser privados del conocimiento de las obras grandes del
Señor en la creacion del mundo, que son la leccion primera que
dió á los mortales en las santas Escrituras? Me ha dado Dios
este deseo y voluntad, y no quiero en vano haberlos recibido, ni
que vosotros, fieles mios, seais privados por mi culpa de unos
conocimientos que pueden haceros formar una idea grande del
Dios que adoramos. Sabed pues, que si las aguas están ahora
reunidas en ciertos puntos, no casualmente se congregaron en
ellos, sino que el Criador con un simple mandamiento las depositó
en lugares determinados para utilidad vuestra y- mia y de todos
los vivientes.
' CREACION DEL MAR. 449
Vuestra sencillez las habrá creido supérfluas y tal vez perju
diciales. Si estos mares quedaran secos por algunos años, en
tonces conoceríáis la providencia del Señor en la formacion de tan
vastos é inmensurables repuestos. Mirad como á falta de ellos el
ingenio del hombre los ha hecho con artificio, abriendo canales
para facilitar la agricultura y el comercio. Sin los mares ¡ cuán
difícil seria la trasportacion y la comunicacion recíproca de las
naciones ; sin los mares, y si el océano fuese mas reducido, no
podrian suministrar vapores bastantes para que despues conver
tidos en lluvias bañasen suficientemente la tierra : sin los mares,
y si el océano fuese mas reducido, la tierra seria menos habitable,
habria mayor número de regiones áridas y desiertas. ¡ Oh cuán
bueno sois, Dios mio ! ¡ Cuán provido ! ¡ Cuán sabio en todas
vuestras operaciones ! Los mortales no os conocen, porque no
contemplan las obras de vuestras manos. Los mortales censuran
atrevidos los misterios de la naturaleza, porque no los examinaron
á fondo. Los mortales no os son agradecidos, porque maquinal-
mente como bestías se aprovechan de vuestras bendiciones, sin
investigar ni el origen, ni la manera admirable con que fluyen
sobre ellos. Yo os alabo ; yo os bendigo; yo adoro vuestra mano
sábia, próvida y omnipotente.
Entrad, señores mios, en el mar, ¡ y cuántas maravillas arre
batarán vuestro pasmo y admiracion ! ¿ Porqué esa multitud de
aguas no se corrompe ? ¿ Sabeis por qué ? Porque son agitadas
continuamente con un movimiento arreglado y periódico, aunque
no sople áire ninguno, porque del centro son impulsadas á las ex
tremidades por espacio de seis horas continuas, y por un tiempo
igual repelidas de las extremidades al centro ; y con esta agitacion
continua batidas siempre, son siempre puras, siempre nuevas,
siempre saludables. Este movimiento general y arreglado de to
das las aguas,' este flujo y reflujo tan sensible en el Océano, mas
no desconocido en el Mediterráneo y especialmente en los golfos,
¿por qué mano es dirigido, señores mios? ¿Por la vuestra?
¡ Oh Dios mio ! una ley constante que impusisteis á las aguas del
mar obra ese escurso periódico, y es la señal visible de vuestra
providencia y direccion. Ya hubieran invadido la tierra, si no les
hubiéscis señalado límites : ya se hubieran corrompido, si no las
mantuviéseis en perpetua agitacion : ya por la actividad del sol
se hubieran evaporado todas sin la mucha sal con que las habeis
mezclado.
Sí, señores mios, ese cáustico inherente á las aguas del mar,
S. M. 1. 29
450 REVELACION. CREACION. CREACION DEL MAR.
cuyo origen y causas reproductivas ó conservadoras dieron
margen á tantas investigaciones y disputas entre los físicos de
primer orden sin poderlas averiguar, es otro misterio grande de
la naturaleza, otro motivo singular para reconocer la sabiduría
del Criador, otro bien por el cual debemos mostrarnos agradeci
dos. La sal, señores mios, precaviendo tambien de corrupcion las
aguas del mar con la pesadez que les aumenta, no pueden ser
atráidas por los ardores del sol con mayor cantidad de las que son
necesarias para regar la tierra. La sal dificulta la congelacion
de aquel fluido, dejando mas libre la navegacion. La sal dando
mas cuerpo y consistencia al mar, le robustece para poder llevar
sobre sus hombros tanta multitud de navios, muchos de ellos de
grandeza y peso enorme. La sal por fin, condimento apreciable
en los manjares que nos sustentan y de su corrupcion preserva
do^ ¡ qué multitud de vivientes conserva para manutencion y
conocidas utilidades del hombre ingrato á los beneficios del Cria
dor! No lo era David, el cual no tenia olvidada ese poblacion
numerosísima que vive en el mar, cuidada inmediatamente por
el mismo Dios ; y con el dedo la mostraba á todos diciendo : Soc
mare magnum, et spatiosum manibus : illic reptilia , quorum
non estnumerus. Animalia pussilla cum magnis: illic navesper-
transibmt.
PRIMER APARECIMIENTO DE LA TIERRA

la libre de las aguas.


Descripción fle la forma exterior del globo terráqueo, en la que
se da á conocer la sabiduria de Dios,
y se confunde á los fatalistas.

DE NUESTRA PUBLICACION.

Dixit Deus : Congregentur tiquee... inlocum


umtm, et appareat arida. Et factnm esi
ita. Et vocavit Deus aridam Terram.
(Gen., i, 9, 10.)
Dijo Dios : reúnanse en nn lugar las aguas, y
aparezca lo árido. Dióle Dios el nombre de
tierra.

La reunion de las aguas en el lugar que hemos visto, no se


dirigia tínicamente á los bienes que resultarian en favor de los
mortales del mar grande y de los otros repuestos ; mas tambien
para que la tierra, quedando libre del ahogamiento en que estaba
sepultada, pudiesen habitarla muchas clases de vivientes, y es
tos aprovecharse de las infinitas producciones que la tierra habia
de dar. Se lograron ambos efectos con las palabras del Criador :
« Reúnanse las aguas en un lugar, y quede la tierra en descu
bierto : « Congregentur aguce in locum unum, et appareat arida.
Et factum est ita. Seria supérfluo repetir la prontitud con que
todos los mares obedecieron á la voz omnipotente de su Hacedor,
manifestada ya largamente en la conferencia pasada ; y los mu
chos bienes que resultaron al mundo de aquella reunion. Ci
152 REVELACION. CREACION.
ñéndonos ahora al descubrimiento de la tierra cuando libre de la
multitud de aguas, sin dejar por eso de poder aprovecharse de
ellas, no dudo contribuirá muchísimo para conocer y alabar la
sabiduría y omnipotencia del Criador la descripcion hermosa
que el real profeta David hace en uno de sus salmos de aque
llas dos operaciones efectuadas por la voz y mandamiento del
Señor.
« Estaban, dice, las aguas sobre las alturas del globo primi
tivo ; mas se metieron en precipitada fuga luego de oida vuestra
voz amenazadora : » Super montes stabunt aquce; ab increpa-
tione tua fugient ; a voce tonitrui tui formidabunt. « Al sonido
de la misma voz se elevan los montes luego, y se inclinan y
descienden los valles en el lugar fijo que les habíáis señalado : »
Ascendunt montes : et descendunt campi, in locum quem fundasti
eis. « Vos entonces con admirable disposicion disteis á tantas pro
minencias declives proporcionados, á fin de que las cimas de ellas
y por sus faldas pudiesen correr las aguas libremente: » Qui
emittisfontes in convallibus : inter medium montium pertransibunt
aquce. « Aguas saludables y copiosas que beberán las bestias
que pacen en los campos ; y que las fieras indomables buscarán
con ahinco en las alturas : » Potabunt omnes bestice agri: expec-
tabunt onagri in siti sua. « ¡ Qué hermosas son, ¡ oh Dios mio !
aquellas cimas y repechos en donde vuelan las aves y forman
sus nidos, en donde cada una á su modo os canta himnos de gra
titud ! » Super ea volucres cceli habitabunt ; de medio petrarum
dabunt voces. « De aquellas alturas tambien bañadas con lluvias
abundantes, corren las aguas que hacen fértil la tierra con tantos
frutos, todos bienes que fluyen de vuestra benéfica mano : »
Rigans montes de superioribus suis : de fructu operum tuorum
satiabitur terra.
Mas aunque seca y pelada ¡ cuántos motivos nos ofrece para
admirar y dar gracias á la increada sabiduría ! Su forma exte
rior, su desigualdad arreglada y uniforme respectivamente, su
estructura interior, su disposicion general y particular para los
fines á que está destinada la tierra, ¡ qué materia tan fecunda de
reflexiones presenta al ojo observador y religioso ! No es cua
drada la tierra, ni por lado alguno tiene figura angular, porque
en estos casos, ciertos puntos no podrian ser iluminados periódi
camente por el astro del dia, y de consiguiente carecerian del
grado de calor en ciertas épocas absolutamente necesario : unas
partes de la tierra serian inundadas por avenidas grandes de
PRIMER APARECIMIENTO DE LA TIERRA. 453
aguas, y otras de continuo estarían expuestas á huracanes y se
quías perpetuas, inutilizando todas las labores é industria del
hombre ; pero la figura esférica y tan semejante á una bola algo
prolongada que le dio la sabiduría del Criador, hace que por to
dos lados sea periódicamente iluminada, que por todos lados pue
da recibir un grado suficiente de calor, que por todas partes pue
dan correrlas aguas con facilidad, que por todas partes á beneficio
de los vientos sea purificado y renovado el áire ; y que se perci
ban mas ó menos por todas partes las saludables vicisitudes del
dia y de la noche, del frio y del calor, de la humedad y sequía,
que tantas maravillas obran en el discurso del año.
Fatalistas insensatos, obcecados admiradores y apologistas de
Lucrecio y Epicuro, si la buena fe es el móvil de vuestras inves
tigaciones filosóficas, reconoced y confesad que no el acaso, no
la ciega concurrencia de partes pudo dar tanta regularidad y
armonía con la esfera celeste á este globo terráqueo, cuya cir
cunferencia tiene tantos millones de leguas ; y si no teneis á
menos seguir los pasos de un ministro del santuario, de cuya
vocacion parece muy ageno el conocimiento de estas materias,
descended conmigo al exámen de algunos pormenores.
No es toda ni perfectamente llana la tierra ; si toda la super
ficie del globo fuese tirada á nivel, nos presentaría en todas sus
partes el aspecto lúgubre y monotono, la misma aridez, el calor
perpetuo é insufrible de las interminables costas del Oriente ;
ningun reparo jamás tendrían las poblaciones de cualquier boca
sopiasen vientos recios, y el campo estaría siempre fácil y abierto
á los Alejandros, á los Césares, á los Aníbales, á los Bonapartes
para llevar al cabo sus proyectos de ambicion y esterminio. Le
vantó la mano del omnipotente Dios en trechos determinados* de
la tierra cordilleras largas de montes, que son lindes puestos para
la division de poderosas naciones ; que son barrera contra in
cursiones enemigas; que son reparo para impedir estragos de vien
tos destructores ; que son manantial inagotable de bienes, sin
los cuales no sería ni tan varíada, ni tan hermosa, ni tan rica,
ni tan fértil, ni tan poblaba la tierra. ¡ Cuánto podria decir am
pliando estas ideas! Pero ni el tiempo, ni mi pecho, ni vuestra
paciencia lo permiten. Algo diré.
Crece con estas grandes y encumbradas prominencias la parte
habitable del globo, y presenta mayor extension de terreno sus
ceptible de cultivo, y por lo regular el mas útil y sabroso, es
pecialmente en sus faldas. Sin los bosques ¿ de cuántas utilida
REVELACION. CREACION.
des y conveniencias estaríamos privados ? Los maderos , el
carbon, los cerdos, el cabrío y la caza, ¡ qué renglones tan útiles
y necesarios de que por los montes estamos provistos con abun
dancia ! Y aun en el caso de abandonar enteramente por sufi
ciencia de pastos y llanuras su espontánea produccion de ma
torrales y árboles silvestres de que están poblados, ¿qué servicios
tan importantes prestan al resto de la tierra por la virtud admi
rable que les dió el Criador de atraer las nubes y las lluvias?
Esa virtud atractiva que da vida á las montañas, y el ser á los
grandes pósitos de aguas en bien de la tierra, deben excitar en
nosotros un muy fino agradecimiento á la providencia del Señor.
Sin los montes no habria fuentes, ni arroyos, ni caudalosos rios.
Atrayendo y recibiendo con mayor abundancia las espesas nie
blas y las nübes resueltas en lluvia, y las nieves, las beben de
positándolas en su seno, y de él salen las aguas despues por infi
nidad de aberturas , y corren, ya por plácidos arroyuelos, ya
por cristalinas fuentes, ya por caudalosos rios, á bañar las lla
nuras agostadas en seco y caloroso verano. Y ¿qué manantial
perenne de aguas son aquellos montes pelados que al parecer de
nada pueden servir ? Coronadas sus cimas de yelos eternos en
lospáises del norte, en los Alpes, en los Pirineos, cuando ha ne
vado muchísimo, mientras aquellos yelos y nieves se derriten
muy lentamente, filtrándose é introduciéndose las aguas, son
guardadas en el centro y cavernas de los mismos montes para
tornarlas frescas á la tierra, y á nosotros, durante el ardimiento
abrasador de la canícula, cuando las nubes se niegan del todo á
visitar nuestras campiñas. Entonces conocemos la utilidad de
estas masas enormes ; entonces buscan los hombres las alturas
de ellas para respirar un áire mas libre y mas sano, y no sentir
tanto la actividad del calor insufrible en las llanuras ; entonces
por fin la tierra restituye agradecida al labrador el fruto de sus
sudores, fertilizados con las benignas influencias de las fuentes y
de los rios que manaron abundantemente de aquellas cimas, ó de
las nubes que estas habian atraido.
¡Qué hermosa, señores mios, es entonces la tierra, y con qué
atencion puede ser examinada para inquirir de ella de cuántas
propiedades la adornó la mano del Criador para utilidad y regalo
del hombre ! ¿ Quién ha distribuido tan sabiamente estas capas
exteriores de tierra, proporcionándolas á cada clase y á cada es
pecie de vegetales ? ¿ Por qué unos terrenos son areniscos, otros
arcillosos, estos húmedos, aquellos secos, esos trios, esotros muy
PRIMER APARECIMIENTO DE LA TIERRA. 45S
calientes ? Recorred las plantas y los árboles, y conocereis las
causas de tanta variedad. No todos los terrenos son iguales en
calidad y sustancia, porque no todos los árboles y plantas son de
igual naturaleza : y por tanto cada uno exige para medrar los ter
renos propios y sustancias peculiares. Pero ¿qué manos, seño
res, la han clasificado y distribuido tan oportuna y sabiamente ?
La vuestra ¡ oh Dios mio ! Omnia in sapientia fecisti : impleta
est terra possessione lúa.
*

CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE

DE SU PRIMITIVO ESTADO.

POR EL ILmo SEÑOR DUPANLOUP,


OBISPO DE ORLÉANS.

Puhis es, et in pulverem reverteris.


(Gen., ni, 19.)
Polvo eres, y en polvo te convertirás.

Resonaban hace pocos dias estas palabras á vuestros oidos,


amados hermanos mios, mientras que os echaban á la frente la
ceniza del pecador. Destinadas estaban en el pensamiento de la
santa Iglesia católica á haceros recordar la memoria de la cáida
y de los desastres de vuestra naturaleza ; y ved al presente con
qué objeto las presento de nuevo á vuestro recuerdo.
Hay en el mundo, dice san Agustin, una gran miseria y una
gran misericordia : Magna misericordia, magna miseria : la mi
seria del hombre, y la misericordia de Dios ; el hombre que cae,
Dios que levanta : es decir ; la naturaleza y la gracia ; la natu
raleza paciente, ajada, deshonrada ; la gracia bienhechora, au
gusta, reparadora : es decir ; el bien y el mal, la vida y la
muerte, el consuelo y el dolor : la vida, el bien, el consuelo de
Dios ; el mal, la muerte, el dolor del hombre.
Héme propuesto este designio : consagrar todas las doctrinas
y enseñanza de la predicacion evangélica que os debo anunciar
en esta santa cuarentena ; á presentaros por su turno estos dos
grandes y dolorosos espectáculos : las desgracias, la cáida, la
ruina profunda, casi absoluta é irremediable si Dios no estuviese
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 457
ála mano, de vuestra naturaleza y la mia ; mas al propio tiempo,
la reparacion, el sacrificio y el beneficio de un Dios Redentor.
Estais viendo que este programa encierra toda la religion, el
cristianismo entero. Nada veo en donde podais hallar verdades
dogmáticas mas elevadas, verdades morales mas importantes.
Deseando sinceramente ser útil á vuestras almas, no he creido
poder escoger asunto mas digno de vosotros, mas digno de
esta fe, de esa piedad que caracterizan tanto tiempo ha á este
auditorio : no he creido poder escoger un asunto que me diese
mas derechos para pediros un recogimiento grave y una cons
tante asiduidad. Pero, amados hermanos mios, si vosotros y yo
recorremos con valor esta grande y misteriosa carrera que co
mienza en el terrible Pidvis es et in pulverem reverteris, del
miércoles de ceniza, y va á terminar triunfante entre los gozos del
canto del Aleluya, tendremos un gozo inefable ea el santo dia
de Pascua.
« Hemos caido, segun la expresion del Evangelio : grande
por cierto ha sido nuestra ruina. » Fuit ruina illius magna
(Matth., vii, 27) : hemos cáido porque hemos hecho un mal,
porque lo haremos cada dia, y porque obrándolo, violamos y
quebrantamos profundamente las leyes esenciales, las condicio
nes fundamentales de la vida y de la creacion ; porque perturba
mos todo orden moral ; porque trastornamos el orden eterno en
cuanto nos es dado á nosotros trastornarlo. Hemos caido : era
justo; ¿mas de dónde cáimos? ¿De qué grandeza, de qué feli
cidad, de qué gloria ? ¿ Qué éramos nosotros antes de nuestra
cáida, y qué hemos perdido ? Ved el asunto que hemos de con
templar en este breve rato.
Para calcular y comprender debidamente la profundidad de
nuestra cáida, es necesario medirla en toda su altura. Retro
grademos pues, y volvamos al momento de nuestro primitivo es
plendor, de nuestra primitiva institucion ; entremos de nuevo
en el Eden antiguo. Doloroso es en verdad : los reyes caidos
no gustan mucho á volver á los palacios de que han sido destro
nados, arrojados. Fáltaleseste valor sobrehumano. Pero nosotros
que somos cristianos, esto es, hombres de dolor y de paciencia,
tengamos este valor, y volvámonos un momento á la felicidad en
gloria que hemos perdido.
Para hacernos cargo bien de esto, menester es subamos á
nuestra verdadera grandeza, esto es, áDios mismo; porque,
notadlo bien, es Dios en su altísima y llenísima Majestad, es
Í-58 HOMBRE. HUMANIDAD.
Dios en su grandeza suprema lo que hemos de contemplar si in
tentamos comprender de dónde hemos cáido, pues que la gran
deza de Dios fue un instante la nuestra. ¡ Ah! por mas ano
nadados que hayamos quedado por la muerte, acortados por el
tiempo, limitados por el espacio, y ajados sobre todo por el pe
cado, somos todavía nosotros algo grande , porque somos em
pero siempre de Dios, del cielo, de la eternidad. ¡ Ah polvo, polvo
humano ! Cuando te veia caer yo hace pocos dias en la frente
del pecador : « Triste cosa, y grande eres, me decia yo mismo.
Yo te recojo, yo te medito con respeto todavía, porque tú has
cáido de muy alto, tú eres aun de Dios, aun eres inmortal. »
« Tú eres polvo, y en polvo te convertirás : » Pulvis es, et in
pulverem reverteris'. Amados hermanos mios, yo no sé si Dios,
en la mas poderosa ironía de la amargura divina, podia encon
trar una palabra mas desoladora en aquel dia de recuerdo des
consolador, en aquella tarde desastrosa cuya mañana habia sido
tan hermosa y habia comenzado con aquella expresion : « Ha
gamos al hombre á nuestra imágen y semejanza. » Faciamus
hominem ad imaginera et similitudinem nostram. Pues bien,
¡ hélo aquí todo! Nosotros hemos cáido. Concebís vosotros desde
luego lo importante de la meditacion de un asunto semejante. Si
no hubiésemos comprendido bien esta verdad primera, no po
dríamos venir en conocimiento de las demas verdades que
tendremos que meditar en la serie de esta santa carrera de
mision.
Hemos cáido nosotros ; pero, os lo he dicho, tenemos un
Redentor. ¿ Cuál es su obra ? Una sola palabra la resume total
mente : ¡ En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo !
¿ Qué es el Padre ? ¿ Qué es el Hijo ? ¿ Qué es el Espíritu Santo?
¿ Qué son para nosotros ? ¿Qué somos nosotros para estas tres
Personas de un solo Dios verdadero? ¿Qué pueden para nues
tra felicidad? ¿Qué pueden para su gloria? Como estais viendo,
católicos, la cuestion se presenta bajo un aspecto de infinita
grandeza.
Hé aquí, amados mios en el Señor, cómo pienso dividir esta
inmensa materia, para no abusar de vuestro piadoso recogi
miento. Hemos sido criados á imágen y semejanza de Dios; tal
debería ser, tal era el principio de nuestra vida y primitivo poder,
primera reflexion. En segundo lugar ; hemos sido criados á imá
gen y semejanza de Dios, y ese debia de ser, y eso puede ser to
davía el principio de nuestra perfeccion y felicidad eterna.
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 459
Imploremos del fondo de nuestro corazon las luces del Espíritu
Santo por intercesion de María. Ave, María.

PRIMERA REFLEXION.

Examinemos pues en primer lugar, cómo hemos sido cria


dos nosotros á imágen y semejanza de Dios ; y que esto formaba
el principio de nuestro poder y de nuestra vida.
Antes de crear el Señor el espacio y el tiempo ; antes de co
locar en ellos al hombre y al mundo, Dios estaba en laeternidad,
habitando, dice san Pablo, en una luz inaccesible, rey inmutable
de los siglos inmortales con una gloria é imperio sin principio ni
fin. Allí estaba, y ahí está todavía ; el mundo y la naturaleza
criada en nada han cambiado la inmutabilidad de su ser
eterno. Infinitamente sabio, bueno, poderoso y feliz, bastándose
á sí mismo, verdaderamente santo, verdaderamente inmenso
como Ser Supremo en quien moran la plenitud sin límites, la fe
cundidad, la grandeza y la potencia absolutas, Dios, esta natu
raleza bienaventurada y perfecta no tenia necesidad ni del hom
bre, ni del mundo.
Si nada hubiera querido crear en el tiempo ni en el espacio,
cosa alguna no faltara á su eternidad, nada faltara al Dios Al
tísimo, porque es independiente de todo lo que no sea él, porque
posee todo lo que debe poseer y tener para ser, para amarse
como grande, feliz, perfecto. Pero este Dios Altísimo era tam
bien un Dios infinitamente bueno ; y por bondad se resolvió á
crear el mundo y el hombre, el uno para el otro, ambos para
gloria de él. El mundo, es decir, la tierra y los cielos fueron
criados desde luego, ambas cosas con gran magnificencia : la
tierra, porque habia de ser el palacio del hombre ; los cielos,
porque habian de servir de pabellon ásu morada, y los soles,
porque habian de alumbrar sus ojos.
Despues, ¡ oh Dios y Señor mio ! habeis hecho, criado, for
mado una criatura noble que no intentábáis por cierto ponerla
bajo vuestros ángeles sino á un simple grado, una criatura no
ble que os plugo coronar de honores y gloria prodigándole la
vida, la inteligencia, el amor, á la cual habeis sometido todas las
obras de vuestras manos ; quiero decir, al hombre, al rey de la
creacion, al pontífice de la naturaleza. Pero, ¿qué palabra es
esta que yo oigo salir de la boca del Criador supremo : « Haga
mos al hombre : » Fuciamus hominem ? No es ya aquella palabra
460 HOMBRE. HUMANIDAD.
imperiosa y lacónica de que se valia Dios poco bá, para mandar
á la nada, y para desenmarañar al caos, y para hacer brotar de
ambos todas las obras de su omnipotencia.
Mirad y atended el misterio, católicos ; esto es muy digno de
consideracion : « Hágase la luz, y la luz quedó hecha. » Fiat !
Cuando place al Señor criar el firmamento de los cielos : Fiat !
y quedó hecho el firmamento de los cielos... ¡Y la tierra, y los
cielos, y el anchuroso mar aparecen á la vez ; y comienzan en
tonces mismo los siglos, y los años, y los meses, y las semanas,
y los dias, y las horas! Con aquel poderío rápido, arrebatador,
sin miramiento, sin contemplaciones, Dios ejecuta la creacion
vulgar.
Pero cuando se trata del hombre, suspende el Señor repenti
namente esta accion que podriamos llamar nosotros impetuosa,
si no fuese precedida de una tranquilidad tan libre, tan soberana,
y se recoge en su seno trino y uno para decir aquel eterno : Fa-
ciamus hominem : « Hagamos al hombre. » Palabra de medita
cion y consejo : Facimnus hominem: «Hagamos al hombre. »
Trátase aquí de una obra de la mas alta perfeccion, y por la cual
vemos aparecer por la vez primera un grande y profundo con
sejo que se forma, se junta, piensa y delibera : Faciatms ;
¡ hagamos !
¿ Cuál fue, cuál es ese consejo supremo ? Todavía no es lle
gado el tiempo de descorrer el misterioso velo que nos impide pe
netrar en sus profundidades : poco tardaremos en hacerlo. Con
tinuemos por ahora estudiando con respeto su trabajo, su obra.—
« Hagamos al hombre á nuestra imágen y semejanza. » Facia-
mus hominem ad imaginem et simüitudinem nostram.
¡ Oh ! Palabra que no puedo volver á pronunciar, que no
puedo meditar cuando yo me veo, cuando yo me siento, cuando
yo me palpo, cuando tengo la triste experiencia, el convenci
miento íntimo, la conciencia de mis bajezas y miserias, sin en
contrarme repentinamente embarazado con mi grandeza, y con
fundido con mis envilecimientos, con las indignidades que la
acompañan, conmigo. Y así, no estamos criados á imágen del
sol, no á imágen de los astros, no á imágen ni aun de los ánge
les. No... ¡ Oh hombre ! quien quiera que seas, hombre de carne
y sangre, hombre de barro y orgullo, quienquiera que tú seas,
el último de entre los de tu especie, ¿quieres saber en dónde tie
nes tu modelo ? ¿Quieres saber en dónde se encuentran esos
augustos rasgos que deshonras tú cada dia ? ¡ Gran Dios !
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE.
¿ Quieres saber ¡oh hombre! en dónde la forma tuya eterna?
Ven conmigo, vente un momento, echa un puntillazo á la
tierra que te sostiene i en la que tú te simes mas de dia en dia ;
aunque caido, todavía conservas alas de fe ; ensáyate en batir
las ; desplégalas, sube álas superiores regiones, olvida las ba
jas de ese mundo, vente conmigo un momento hasta los cielos,
ó mas bien... si, mas allá de los astros, mas allá delos ángeles,
mas allá de los serafines has de subir para buscar tu modelo.
Sube, sube mas todavía ; mas alto está aun tu modelo ; camina
subiendo siempre , y cuando tú encuentres en fin mas allá de los
cielos, mas allá de las esferas movibles, mas allá de los arcánge
les y serafines, una naturaleza divina y perfecta, al que está en
los siglos de los siglos, al que es el Bueno, el Sabio, el Justo, el
Santo, el Poderoso, Feliz, Inmutable; al que ha criado la luz y
los ángeles ; cuando te veas obligado á bajar tus ojos ante ios
inaccesibles resplandores que le rodean, cuando veas que los án
geles mismos no pueden levantar sus miradas hácia él ni mirar
su luz adorable, que ven estremecerse sus alas ante su acata
miento, y apenas pueden soportar su presencia sin que jamás pe
netrar puedan en aquella inconmensurable profundidad de una
perfeccion tal y tanta, que es un abismo ; entonces... detente,
y contemplando, si puedes, di : ¡ Este es mi Modelo ! ! t
« Hagamos al hombre á nuestra imagen y semejanza. » Fa-
eiamus kominem ad imaginem et similitudinem nostram. \ Oh
Dios mio! ¡ cuán abajo hemos cáido, pues que nos aturden estas
palabras ! Y sin embargo, Señor, no vacilo en añadir que uno
de los testimonios mas humillantes de nuestra miseria y de nues
tra inteligencia decaida, es el de recitarlas y propalarlas conti
nuamente sin comprenderlas, y sin caer postrados á vuestros
piés á impulsos de la adoracion y del reconocimiento ; y de no
acordarnos lo que habíáis hecho por nosotros antes que nuestra
ceguera viniese á deshonrar vuestra obra.
¡ Ah mi Dios ! llevad á bien que yo continúe con vos este sa
broso y dulce coloquio. Sí ; segun palabras tales, segun el de
signio que nos revelan, no me admiro ya de veros aplicar, Señor,
vuestras divinas manos á esta tierra enjuta, de la cual os plugo
hacer y fabricar el edificio majestuoso del cuerpo del hombre. Os
complacíáis en esta obra, Señor ; teníáis un gusto inefable en
formarla ; poníáis de seguro en ella todas vuestras complacen
cias, y aun parece hacíais consistir en ella vuestra gloria ; y este
barro, amoldado con tales manos, recibió muy luego la mas
462 HOMBRE. HUMANIDAD.
noble y hermosa figura que haya aparecido todavía en la tierra.
Mas con todo y á pesar de esto, hermanos mios, no era esta
sino una estatua admirable, maravillosa, pero sin mirada, pero
sin inteligencia, pero sin vida ; todavía no era la imágen y seme
janza de Dios. Y entonces Dios le dió, ó mas bien valiéndonos de
la expresion de los sagrados libros, Dios le inspiró un soplo de
vida, spiraculum vitce, emanacion pura de la vida eterna y divi
na, y desde entonces, dice admirablemente la sagrada Escritura,
el hombre vino á ser alma viviente ; desde entonces le fue dada la
vida, la vida total, íntegra, esencial; la vida espiritual, puesto
que él piensa, conoce y ama; asi como la vida material. E hízose
entre este cuerpo hecho de tierra, es verdad, pero por un alfa
rero divino, entre este cuerpo y esta alma, soplo de la divinidad,
esa alianza extraordinaria que habia de ser inmutable si no hu
biésemos pecado, y que, á pesar de nuestro pecado y de nuestra
cáida, es todavía admirabilísima y totalmente divina.
Entonces por la vez primera, este cuerpo tan noble y tan hermo
so se sintió levantarse espontáneamentehácia el cielo; entonces, y
solamente desde entonces circuló por sus venas una sangre gene
rosa, no esa sangre degenerada, ajada , corrompida que nos agita,
sino una sangre noble y pura; entonces comenzó á latir un corazon
en el pecho humano ; entonces se juntaron sus manos para bende
cir á su Criador, y sus piés, poco há inmóviles, se adelantaron, y
se doblaron sus rodillas para adorarlo ; se animó entonces su ga
llardo y gentil rostro con la mirada, la sonrisa, la palabra y la gra
ciosidad ; un colorido celestial se fijo en su frente ; el candor, la
inocencia, la alegría sencilla, los rasgos primitivos que borró el
pecado en nosotros, pero que se encuentran á veces empero tan
tiernos en la frente de una fresca, lozana y pura juventud, y tan
venerables en las honradas canas del anciano : todo esto embe
llecia su fisonomía brillante ; y sobre todo, quedó animada en sus
miradas con esa llama divina á la que nada se parece en el resto
de la naturaleza, y que despide á veces aun al través de nuestros
ojos apagados por el pecado rayos de luz, centellas de fuego mas
nobles y hermosas que los resplandores de los rayos del mas se
reno dia. ,
Lanzó entonces el hombre una ojeada casi divina hacia los
cielos : viéronle los ángeles, y admirando el brillo de esta beldad
y el inefable reverbero de la gloria de Dios sobre su candido é
inocente rostro, si no quedaron tentados de llamarlo un Dios,
creyeron muy de su grado que era por cierto su imágen. Con
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. i 63
una ojeada echada sobre la faz de la tierra, tomó posesion del
mundo; y avanzándose al través de sus vastos dominios, princi
pió á ejercer libremente ese augusto y majestuoso imperio, cuyo
cetro se rompió luego en nuestras propias manos, y del cual
no nos han quedado sino desventurados despojos. Todos los ani
males vinieron á abajarse entonces á su presencia, y recibieron
su nombre de la misma boca del mayor y mas poderoso mo
narca.
Ved al hombre, católicos, en su vida y poderío primitivo, tal
como lo habia criado Dios. Mostrándole el Señor la dilatada y
vastísima extension de la tierra, mar y cielos : «Tú eres ¡ oh
hombre ! la obra maestra de mis manos, le dice ; sé el rey de mis
obras, presídeles y manda : la naturaleza entera, hé aquí tu
reino : es propiedad tuya, es tu dominio, y nadie te lo disputará
jamás, sin volverse objeto de risa y fábula en el universo : pre
side á toda la tierra : universa: terrce ; puebla y llena la tierra con
tus hijos que participarán tambien de tu dicha, de tus derechos,
si te conservares fiel á mí, si te mantuvieres justo : sométete to
das las cosas, impera, dispon, reina... tan solo te ordeno que
te acuerdes de tu Criador por todos los dias de tu vida. »
Justo era esto, Señor ; y justo lo es y será para siempre jamás.
Tal es, amados hermanos mios, esta historia memorable. No
he dicho sin embargo nada todavía : ó mas bien, yo me siento
presuroso de acabarla diciéndoos, y explicándome á mí mismo
lo que es este soplo misterioso, divino, por el cual se hace el
hombre un alma viviente, la imágen del Altísimo, el rey de la
creacion y el pontífice de toda la naturaleza.
Vedlo aquí. Es una sustancia espiritual, pura, celeste en su
origen, inmortal en el fondo mismo de su naturaleza, noble, inte
ligente, libre y soberana : por medio de esta sustancia, de este
soplo divino, el hombre se hace capaz, aun ahora mismo toda
vía, de fuerza, de grandeza, de poder ; capaz de verdad y virtud;
capaz de reconocimiento y amor, de ciencia y sabiduría, y ahora
capaz ademas de entusiasmo y remordimientos ; capaz de ima
ginacion, de recuerdos y de previsiones : en virtud de este di
vino soplo, el hombre manda y reina acá abajo ; en virtud de esa
espiritual sustancia mantiene en sus manos, aun humilladas, el
cetro del mundo ; por ella ha venido á ser, y ha permanecido
por siempre jamás el cenjfQ de todas las cosas visibles, y desde el
punto imperceptible de superficie que ocupa en la de la tierra, llega
á todas partes, hasta los últimos confines de su antiguo imperio :
404 HOMBRE. HUMAMBAD.
por medio del divino soplo todo en el universo está á su alcance
y á su mano ; todo, desde las mas altas cumbres de las mas ele
vadas montañas que domina, al través de las cuales traza cami
nos que parecen suspendidos en los áires sobre los abismos,
basta las entrañas mas profundas de la tierra, en donde penetra
para arrancarle sus tesoros, desde la flor de los campos que vive
un solo dia, y que le da sus perfumes antes de morir, hasta el sol
que compasa y mide los siglos, y cuya carrera majestuosa en el
espacio va siguiendo el hombre con su ojo perspicaz : en virtud
de aquella sustancia espiritual el hombre escudriña los misterios
de la naturaleza, y compasa con certeza la inmensidad de los
cielos.
Pero ¿ qué digo ? El alma del hombre con solo un pensamiento
suyo se coloca en sus últimas extremidades, y sin flaquear echa
la vista por mas allá ; sube de una zancada basta lo mas alto de
los cielos, y desciende rápidamente, si menester es, hasta lo pro
fundo del abismo : abraza á todos los siglos; los siglos pasados
que en el primer dia de la creacion eran siglos eternos ; todos los
siglos presentes en donde se encuentra la medida de su inmortal
existencia ; y en fin, se abisma sin espantarse en el porvenir sin
límites ; y aun despues que todo lo rompió el pecado, llegada á
las últimas extremidades del tiempo, ni aun allí desespera, ni de
sí misma, ni del tiempo que se acaba, ni del mundo que se hace
trizas á sus espaldas, si no que magnánima se abalanza á la
eternidad que de derecho y necesidad le pertenece.
¡ Ah ! ¿y cuál no deberia ser la perfeccion y dignidad primitiva
de esta alma, pues que á pesar de su cáida, el hombre degene
rado engendra todavía por ella y produce cada dia prodigios de
caridad y de luz? Por ella en efecto, y cada dia todavía, se ani
ma el hombre por lo que es de veras verdadero, justo, honesto ;
por ella se apasiona por lo que es noble, elevado, generoso ; por
ella se entusiasma por lo que es grande y sublime ; por ella se
inmola por lo que esheróico y divino.
¡ Ah ! no me sorprende, pues, nada de esto ; y quien quiera
seais, hombres del mundo á quienes habrá conducido tal
vez á este lugar santo y en esta hora cierta curiosidad reli
giosa, no lleveis á mal os lo diga, no os extrañeis si noso
tros amamos á nuestras almas, nosotros cristianos, y si intenta
mos salvarla á toda costa : no os extrañeis si nos hallais fre
cuentemente llenos de sinsabor y como en un estado de violencia
en aquesta baja y estrecha atmósfera que nos rodea y nos com
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 465
prime ; no os extrañeis si tal vez ois quejidos de nuestras almas,
si tratamos de romper nuestros lazos, si lanzamos hácia el cielo
clamores, votos, suspiros impetuosos.
«Ansio desatarme de estos lazos de muerte, exclamaba el gran
Pablo, áfm de irme á morar con Jesucristo. » No os admireis
pues de que hallemos á veces la tierra entera digna de desprecio,
pues que ya no es manifiestamente, tanto para vosotros como para
nosotros, sino un reino deshonrado y maldito ; si encontramos
y consideramos juegos de niños todos esos grandes negocios del
hombre de mundo; si su gloria nos parece humo, y cieno sus
placeres : no nos extrañeis en fin si con frecuencia forcejamos
por desasirnos de todas sus vilezas, de sus miserias, y si pedi
mos á la fe, á la esperanza y al amor sus alas de llama para ha
cernos volar alto, muy alto, muy lejos de las bajas regiones del
mundo ; y si aspiramos á poseer á Dios, á unirnos con él en el
inaccesible resplandor de la luz eternal. Y si menester es descen
der de tan divino esplendor, ¿ os haceis cargo de cómo el hom
bre á pesar de su decáimiento, ejerce todavía por virtud de esa
luz inefable sobre la naturaleza entera ese imperio del cual os he
presentado en bosquejo algunos rasgos?
Aunque sea trabajoso este imperio ; aunque esté la natu
raleza en plena rebelion contra él ; aunque esté el campo eri
zado de abrojos y espinas, á pesar del sudor que mana de su
frente, y de las lágrimas que corren por sus mejillas, el rey des
tronado es todavía soberano, y el hombre manda aun á todo. Ha
permitido el Señor que haya quedado aun despues de esta cáida
un recuerdo de grandeza tal que encontrásemos en ella un fo
mento continuo, un estímulo perpetuo, una infinita ambicion para
las cosas de la eternidad.
Nada en la tierra puede esquivarse del imperio del hombre ;
todo es tributario de sus necesidades, aun de sus placeres, y
hasta de sus caprichos ; lo ha querido el Señor así á fin de mos
trarle que á pesar de sus caidas y envilecimiento, aun tiene en
él confianza el cielo. Y ¡ el cielo sea bendito ! la confianza de Dios
no ha sido todavía frustrada por todos los hijos de Adan, y se
encuentran todavía aquí bajo almas harto generosas para quie
nes este poderío es un estímulo muy poderoso para la virtud mas
heróica. Tan cierto es que Dios está con nosotros, que nos está
aconsejando de continuo, y que no nos olvida jamás ; y que segun
la expresion de los sagrados libros, nunca encadena la miseri
cordia al carro de su justicia. Brilla esta en efecto, porque así es
S. M." I. 30
466 v HOMBRE. HUMANIDAD.
necesario ; pero siempre á su lado se encuentra la misericordia,
que templa los golpes de aquella y aun los detiene; y se allega
despues de la cáida para curar la llaga, y volver á levantar al des
graciado que cayó.
Vi yo en cierta ocasion un grande y misterioso espectáculo,
muy frecuente y comun sin embargo ; y al contemplarlo, me pre
guntaba yo mismo si desde lo alto de los cielos no lo miraban
como yo los ángeles. Estaba yo á lo alto de un faro avanzado
mucho mar adentro, en medio de ese golfo célebre que aun hoy
dia es el centro del mundo, pero que lo fue sobre todo en los
tiempos antiguos. Veia yo este mar inmenso, ese cielo hermoso
azulado que lo empavcllona, y le hace radiar con sus esplendo
res ; y luego, en el horizonte una barquilla embestida cual una
concha por las olas encrespadas, porque se enturbió á la sazon
el cielo.
Y luego, en esta barquilla á una pobre y débil criatura, que
apenas veia, humilde, abandonada, sola, luchando contra el fu
rioso elemento, y arrebatada en su mezquino esquife por la vasta
extension del mar á merced de la borrasca: soplaban enfurecidos
los vientos ; centellas, rayos y relámpagos cruzaban sin cesar la
atmósfera en todo sentido, y cordilleras de espumosas ondas
amenazaban tragársela... y sin embargo la barquilla iba domi
nando á la naturaleza con una mirada soberana echada al cielo,
y el hombre con mano victoriosa la iba dirigiendo atravesando
abismos sin cuento. Era un pobre pescador napolitano, era un
hombre, un descendiente de Adan caido, y sin embargo era toda
vía el hombre revestido del poder de Dios, elhombre con la fuerza,
la grandeza del divino soplo que lo dominaba todo en la naturaleza,
el alma á la cual Dios no pide sino una cosa : abajarse humilde
á sus divinas plantas, y reconocerle por su Padre y Criador.
Ved, católicos, el primer pensamiento que me propuse meditar
con vosotros : el hombre ha sido hecho á imágen y semejanza
de Dios. Eso ha sido y es todavía el principio de su vida, el prin
cipio de su poder. Recojámonos un momento.

SEGUNDA REFLEXION.

El hombre ha sido criado á imágen y semejanza de Dios, y eso


debia de ser ademas, y lo puede ser todavía el principio de su
perfeccion, el principio de su felicidad.
Dios es perfecto : Dios es soberanamente feliz en sus perfec
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 467
ciones : son estas verdades mas claras que el sol para las inteli
gencias atentas y dóciles. Nosotros existimos y somos hechos áesta
imagen y á esta semejanza. Tened á bien notar, amados her
manos mios, una cosa en que tal vez no hayais reparado hasta
este dia, y es que las divinas Escrituras no se limitan á decir
que hayamos sido criados nosotros d imagen, sino que añaden :
y á semejanza de Dios. Y no se crea que esta sea una añadidura
inútil, cosa que nunca se ve en los libros sagrados, sobre todo
en materia grave y transcendental, cual lo es la que nos ocupa
al presente.
Esta palabra semejanza, no solamente expresa que hay en
nosotros grandes rasgos, marcas generales de la semejanza con
Dios, sino una semejanza misma, íntima, profunda, entera : solo
falta en ella la perfeccion infinita y la eterna inmutabilidad. He
mos sido criados nosotros d imagen y semejanza de Dios : va
mos pues á entrar, ya lo veis, amados hermanos mios, en las
profundidades mismas del misterio que yo os indicaba al principio
de este discurso, y ved por qué razon llamo yo al presente toda
vuestra mas piadosa y concienzuda atencion.
Os he bosquejado, os he referido ayudándome de las santas
Letras que todo lo hacen fácil, os he bosquejado y referido la
gloria, el fin del hombre y de las obras de Dios ad extra; esto
esto, fuera de sí mismo ; pero aquí tengo que haceros penetrar
enlasprofundidadesde su divina naturaleza, de aquella naturaleza
tan rica, tan perfecta que se comunica sin division ni partes, sin
medida y sólidamente á tres Personas iguales y perfectamente
felices en su igualdad plena y absoluta. Y en seguida, tengo que
añadiros como hemos sido criados á esta imágen y á esta seme
janza del Dios Altísimo, del Dios tres veces Santo, que es la au
gusta y adorable Trinidad, de las cuales por otra parte, comoos
lo iba yo indicando, nos son venidas la redencion, la vida y la
luz. Ensayemos pues, como cumple á cristianos, ensayemos con
templar una de esas elevadas meditaciones que alumbran algunas
veces con luz vivísima 4 toda una vida : digna es de vosotros, y
ademas necesaria para el hilo y trabazon de este discurso.
San Agustin, ese hombre grande de quien acabo de citaros una
expresion memorable , san Agustin paseándose un dia por los
alrededores de Hipona, meditaba atentamente esta verdad (él
mismo nos lo cuenta con el mas vivo interés), meditaba esta ver
dad al blando ruido y profundo recogimiento que le inspiraban
las ondas encrespadas en torno de él. Imitemos á este santo y
4C8 HOMBRE. — HUMAWDAD.
grande obispo, y en el recogimiento del tiempo, en tanto que las
aguas tumultuosas de las muchedumbres populares se revuel
ven y agitan, nosotros en el silencio y santa paz del santuario,
solos con Dios, cara á cara con los ángeles, ensayemos contem
plar algo de santo y de grande. Meditemos la naturaleza divina ;
meditemos el principio de la perfeccion y felicidad humana ; y
para hacerlo debidamente, subamos hasta la fuente misma y
principio de la felicidad y perfeccion divina.
En Otro tiempo el mayor hombre de los siglos antiguos, Moi
sés, este personaje que domina á todas las edades que han pre-^
cedido á Jesucristo, y descuella por entre todas las antiguas ge
neraciones cual gigante inmortal, ese hombre escogido por Dios
y enviado para la libertad de su pueblo, dice al Señor : « Pero si
ese pueblo me pregunta vuestro nombre, ¿ qué le responderé
yo? » El Señor, tiernamente penetrado de esta sencilla y cán
dida pregunta, de esta familiaridad de su siervo, le responde con
tres palabras que son á la vez el cristianismo mas profundo y
la mas alta fllósofla : « Yo soy el que soy : hé aquí mi nombre en
la eternidad. » Ego sum qui sitm.
Palabra estupenda, palabra la mas sublime que darse puede,
palabra divina, palabra que contiene la infinidad en su sencillez
ftiisíha, palabra sencilla é infinita como Dios, del cual es el nombre
adecuado ; mas clara que ninguna otra humana palabra, y sin la
cual todo se doblegara en el lenguaje humano á un tiempo mismo.
De suerte que si llegase á desaparecer esta palabra de las miste
riosas profundidades de la lengua que Dios nos ha enseñado, to
dos, en el momento mismo nos veriamos eternamente condenados
á nada decir, nada expresar, nada saber, nada pensar. Palabra
q;üe es la fuente y principio de toda palabra, al modo que Dios
mismo es la fuente y principio de todo ser : palabra, por consi
guiente, de una inmensa profundidad, que es como un abismo de
luz en donde el espíritu se pierde como en la plenitud del Ser sin
límite, sin tener ni quedarle fuerza para descubrir en el Ser di
vino otra cosa sino que él es, y que es en los siglos de los siglos.
Así es que tres siglos despues de Moisés otro profeta pregun
taba todavía : « ¿ Cuál es el nombre del Señor ? Decídmelo si lo sa
beis,» yañadia él : «¿ Cuál es el nombre de su Hijo ?»É Isaías, tan
alumbrado por la luz profética, no habia penetrado este misterio,
y exclamaba en medio de su asombro é impotencia : « ¿ Quién me
referirá su generacion? » Y el Señor le otorgó alguna luz acerca
de este misterio profundo, y le respondió en una vision que os
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 469
es muy conocida : « Cierto dia se me apareció el Señor en lo
mas encumbrado de las moradas celestiales, asentado en un trono
inmóvil ; en torno suyo querubines tremebundos se velaban sus
rostros y cantaban en sublimes éxtasis : Santo, Santo, Santo, es
el Señor Dios de los ejércitos : llenos están los cielos y la tierra
de su gloria. » Sancius, sanctus, sanctus, Dominus Deus epuerci-
tuum, plena est omnis terra gloria ejus. (Isai., yi, 3).
Grande por cierto era ya esta revelacion, y sin embargo toda
vía muy imperfecta : solo pertenecia á Jesucristo levantar y des
correr el velo que ocultaba á las miradas escasas, mermadas,
incompletas de los profetas los inaccesibles esplendores de la
naturaleza de Dios. Mas, '¡ oh claridad bienhechora ! La dulce
lumbrera evangélica revela á nuestros ojos sin ofuscarlos ni can
sarlos con su sobrada intensidad los nombres eternos y las inr
mensurables perfecciones del que es en los siglos de los siglos.
El que es, ese es el Dios eterno y perfecto : él es en los si
glos de los siglos : primera revelacion hecha á Moisés. Pero este
Dios eterno y perfecto conoce esencialmente en sí mismo la per
feccion infinita : él es pues al mismo tiempo inteligencia, sabidu
ría, razon suprema : segunda revelacion. Y en fin, este Dios
eterno y perfecto no puede conocer su perfeccion infinita sin
amarla : es pues igualmente Amor infinito ; y si esta expresion
os parece demasiado vulgar, escoged de preferencia la expresion
apuradísima de los sagrados Libros : él es caridad sin ü'mites :
tercera revelacion.
Segun esto, el Ser eterno, la inteligencia infinita, la caridad
sin límites, ¡ hé aquí Dios ! Y notad, os ruego, que tal es la na
turaleza misma de las cosas, y que la regla inflexible de los térmi
nos exige y demuestra que estas tres divinas potencias pertene
cen esencialmente á un Dios único y perfecto. Probad, probad en
vuestro pensamiento á arrancar, á pesar de la imposibilidad que
en ,ello hallareis, á arrancarle, digo, por un instante á Dios
una de esas tres potencias : quitadle la vida, la inteligencia ó ej
amor, y de hecho lo aniquilais en vuestro pensamiento. Notad
en segundo lugar, os ruego, que esas tres divinas potencias son
esencialmente eternas, é iguales entre sí ; y en tercer lugar os
ruego advirtais que estas tres potencias divinas son distintas una
de otra : que la una no es la otra ; que nombrando á la una no
nombrais á la otra ; que ellas operan distintamente una de otra.
Conforme á estas verdades esenciales y fundamentales, ¿quién,
de sano juicio y corazon recto, podrá extrañarse de que haya
470 HOMBRE. HUMANiDAD.
tres personas divinas, adorables? ¿Y á qué viene disputar vana
mente sobre palabras? El poder del cristiano lenguaje lo domina
todo, y pone toda filosofia á suspiés ; y eso es lo que hay de ad
mirable en este particular, hermanos mios; y os lo confieso,
eso es lo que me llena de admiracion y reconocimiento por
nuestra sagrada religion y evangelio divino. ¿No admirais vo
sotros como yo el que el cristianismo haya hecho popular, sen
cilla para el niño que comienza á tartamudear los primeros artí
culos de la fe, esa inmensa armazon que se levanta desde las
profundidades de los abismos hasta las mas sublimes alturas de
los cielos en donde encontrais todos los mas profundos secretos
de la naturaleza divina, y al propio tiempo, como os iré yo di
ciendo muy pronto, todos los secretos de vuestra propia natura
leza, de suerte que si no se cree en el misterio de la santísima
Trinidad, yo desafio se haga una sola fórmula de filosofía que
tenga sentido, que presente una razon cualquiera de existencia
y solidez ?
El que no reconozca, confiese y esté penetrado de las tres
grandes potencias que son el fondo del misterio de la santísima
Trinidad, la vida, la inteligencia , el amor, como razon esencial
de todo lo que existe, de todo lo que tiene ser, de todo lo que
piensa, de todo lo que puede ser afeccion y vida ; el que no co
nozca estas tres divinas cualidades y esenciales atributos, cae
en las tinieblas del pensamiento, de la vida, de la inteligencia y
del amor. Pero lo que admiro yo es que sepamos nosotros todo
eso con certidumbre, con sencillez tal que el páisano mas oscuro
de la aldea católica posea este conocimiento tan bien y frecuen
temente mucho mejor que los que se llaman y se precian de filó
sofos en la tierra.
Amados hermanos mios, yo acabaré de definiros esta augusta
y adorable Trinidad, pues hemos sido criados nosotros á su ima
gen y semejanza. Vosotros conoceis á Dios, amais su nombre, ese
nombre tan tierno y paternal que nos enseñó Jesucristo dar á
nuestro Criador, ese nombre de Padre. Y la inmensa muche
dumbre de los hombres esparcidos por la superficie de la tierra,
en virtud del beneficio de la adopcion divina, puede decir cada
un dia con filial confianza : « Padre mio, que estás en los cielos. »
Pero tiene que haber, y hay en efecto, notad bien esto, para
el Dios todopoderoso una paternidad mas poderosa, una paterni
dad que no ha comenzado ni con el hombre, ni con el tiempo, una
paternidad que no concluye ni se termina en un ser miserable y
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 471
limitado; una paternidad esencial, de la cual no es sino sombra
la paternidad humana, mejor la paternidad del hombre.
El Ser Eterno tiene tambien un Hijo, no por adopcion, sino
un Hijo único y perfecto, consustancial al Padre, inteligencia in
finita del Ser sin límites, Yerbo eterno de la verdad. Y si el pro
feta Isaías nos pregunta aun cuál es el nombre de este Hijo ado
rable, el Aguila de nuestros evangelistas entona su evangelio
con estas palabras : « En el principio era ya el Verbo, y el Verbo
era Dios : » In principio erat Verbum, et Deus erat Verbum. Y
ante esta revelacion sublime, los platónicos vencidos se inclinan
é hincan la rodilla.
Quieren ellos, y lo teneis muy sabido, hacerla grabar en le
tras de- oro en el umbral mismo del pórtico de su escuela, y
conciben que acerca del misterio cristiano sobre la generacion
del Verbo, misterio el mas inaccesible al humano entendimiento,
á los humanos sentidos , no puede haber dificultad alguna que
oponer, y que pues la inteligencia y el Verbo , esto es, la pala
bra que se comprende y que se habla ella misma á sí misma, son
esenciales al Ser Infinito, no se puede, sin curiosidad á la vez
que sin crímen, disputarle al Ser Infinito su augusta pater
nidad, ni al Verbo divino su eterna filiacion.
El Ser Infinito es tambien caridad. Y desde luego el espíritu
de caridad, el amor, el dulce consolador de los hombres, el es
píritu de verdad, espíritu de sabiduría que procede del Hijo como
de suprema inteligencia, el espíritu de fuerza, el santificador
omnipotente del mundo, el preceptor divino del humano género
nos aparece y se nos presenta en toda su augusta realidad. Y en
tonces vemos nosotros en una gloria suprema á esta augusta y
adorable Trinidad : adoramos con los ángeles, y concebimos por
qué encontrábamos nosotros tan sencillo, tan verdadero, tan
misterioso á la vez que arrebatador el sagrado trisagio que oyó
Isaías en lo mas encumbrado de los cielos, y que san Juan
evangelista oyó resonar tambien á las puertas de la Jerusalen
celestial : ¡ Santo, Santo, Santo, Señor Dios !
Ahora pues, amados hermanos mios, ahora es tiempo ya de
anunciaros con inefable regocijo que nosotros hemos sido cria
dos á esta imágen, á esta semejanza : y yo debo añadir que á
pesar de nuestra miseria y de nuestra cáida, somos todavía de
esta semejanza, de esta imágen : Ad imaginan et similitudinem
nostram.
Continuando esta hermosa y grave meditacion, decia san Agus
472 HOMBRE. HUMANIDAD.
tin aquellas sencillas palabras que os convido yo á deciros á voso
tros mismos en este momento al fondo de vuestros corazones ;
decia él : « ¡ Sí ; verdad es, Dios mio ; yo vivo, yo pienso, yo amo :
tengo vida, tengo inteligencia, tengo amor ; tres potencias distin- '
tasen mí como en Dios! » Entrad, hermanos mios, con santo reco
gimiento en vuestro corazon; echad una mirada por el fondo de
vuestras almas, y contemplad el admirable misterio de la Trini
dad creada, que sois vosotros mismos y que en vosotros está á
la hora en que os estoy hablando.
En presencia del mirar puro y sutil de vuestra inteligencia,
imponed silencio en sus afueras ; cállense vuestros sentidos ;
imponed silencio al propio tiempo en lo interior ; no hiera vues
tros oidos, ni distráiga vuestra atencion ninguna palabra exterior;
susurre tan solo muellemente la palabra interior, y en esta pro
funda y honda contemplacion, y en esta pacífica y dulce admira
cion de vuestra naturaleza, oireis una voz que exclama : seme
jantes al Padre, hechos áimágen del que es, vosotros teneis vida,
vosotros teneis ser : semejantes al Hijo, hechos á imagen del
Verbo eterno, vosotros teneis inteligencia, pensais, existís : se
mejantes al Espíritu Santo, hechos á imágen de la caridad increa
da, teneis vosotros amor, vosotros pensais, vosotros teneis ser :
tres potencias admirables que no hacen sino una sola alma , aunque
distintas, pero inseparables, y que constituyen la riqueza y per
feccion de esa bella naturaleza que os ha dado el Señor á su imá
gen y semejanza.
Sé muy bien ¡ ah ! y lo sé demasiado : vosotros no teneis sino
un ser prestado, una inteligencia limitada, un corazon estrecho,
por la sencilla razon de que no sois sino una trinidad criada. Mas
aunque criada, vuestra trinidad en su perfeccion relativa es casi
tan asombrosa, y aun despues de sucáida, en esa su mezcla de
grandeza y de bajeza, casi tan incomprensible como la Trinidad
increada, vuestra perfeccion, aunque relativa y limitada, todavía
es admirable, sorprendente, divina : y cuando recibió del Cria
dor el primer hombre esa perfeccion, esa naturaleza que han sido
tan lamentable y tristemente deshonradas por el pecado, y que no
la comprendemos ya sino con esfuerzo, aquel la comprendió, la
amó, fue dichoso en este amor y conocimiento, y por ello ben
dijo á su Criador.
La riqueza de esta naturaleza le dió la perfeccion de su exis
tencia y el goce pleno, pacífico, entero de su bienaventuranza
aqui abajo mientras arribaba á la bienaventuranza eterna. ¿ Sa
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 473
beis porqué no vivis ya vosotros de tal felicidad, porqué se os
desliza esta dicha, porqué os parece un sueño cuando se os
anuncia y enseña? ¡ Ah! es porque habeis pecado, y por vues
tros pecados, los cuales sonla primera y desastrosa consecuencia,
por causa de vuestros pecados no guardan ya armonía las facul
tades y potencias de vuestra alma, no están ya bañadas de luz,
de paz ; la paz, la paz es lo que os falta, la paz sin la cual no hay
aquí bajo dicha verdadera, estable.
¿ Y sabeis porqué os falta la paz ? Va á decíroslo san Agustin
con una expresion incomparable : « La paz, dice, es el orden. »
Vuestras facultades no están pues en paz ; vosotros no gozais de
la paz porque de mucho tiempo ha vuestras potencias no están
dentro de la esfera del órden. Y sabeis lo que haria la paz, lo que
os volveria á la paz, y lo que hace todavía y constituye la paz
eterna, la bienaventuranza incomparable, la tranquilidad á la
cual nada es capaz de alterar, la paz y tranquilidad en Dios? La
santa y perfecta armonia del que es, del que ve, del que piensa
y conoce , del que ama en los siglos de los siglos.
Pero suspendiendo esta metafísica, yo os diré la palabra de
san Juan evangelista : « Tres hay en el cielo que" se dan á sí
mismos testimonio armonioso y perpetuo : el Padre, el Hijo, y
el Espíritu Santo ; y estos tres no hacen sino uno solo, porque
allí no hay lucha de potencias, sublevadas unas contra otras. »
Porque allí hay paz, dulzura, amor, inteligencia y vida ; porque
nada llega á perturbar aquella paz, aquella felicidad suprema ;
porque allí hay una comunicacion mutua inagotable ; porque
allí hay todo lo que no puede expresar el lenguaje humano, lo
que jamás vió ojo humano, lo que san Pablo no cesaba de referir
cada vez con nuevos transportes de lo que vió en el tercer cielo.
Mas hablemos ya un lenguaje humano. Hablando en esta es
fera, hablando materialmente, os pregunto yo : ¿ qué hay de
mas feliz aquí bajo que el vivir, el pensar, el amar? ¡ Eso es pre
cisamente la felicidad ! Yo os desafio me busqueis y encontreis
otra que no sea ya grosera y aborrecible, fuera de esa triple vida
de la inteligencia y del amor.
Se ha dicho, y es una expresion comun, el mayor y mas po
deroso y feliz monarca (si es que los hay en aquella última hora)
daria su cetro y su corona mil veces por un cuarto de hora mas
de vida del pensamiento, del saber. Vivir en la plenitud... sa
bed, católicos, que es la felicidad mas pura de las mas nobles
inteligencias .Descansar su corazon en una afeccion pura , tierna . . .
474 HOMBRE. HUMANIDAD.
sabed, católicos, que es la delicia de la vida para hombres vir
tuosos. Cierto es que esta felicidad es fugitiva. Cierto es que
nosotros casi siempre vivimos harto mal, que nuestra vida se
muere cada dia segun expresion de san Pablo , que nuestra in
teligencia esta asaz turbada, que sabemos demasiado poco, y
ademas nuestro corazon ciego en demasía, y sus amores casi
siempre por demas tristes, depravados, vanos, miserables.
Pero aun hay otra cosa peor que estas aficiones que se en
cuentran en las potencias y facultades de nuestra alma : hay
lucha, hay guerra, hay desorden entre ellas : como por ejemplo,
vuestro corazon se apega á vilezas que repugnan á vuestra inte
ligencia, que esta desaprueba y quisiera rechazar ; exclama,
protesta ella : ¡ pero si este gusto, si este cariño no es sino cieno,
estiércol, muerte!... Ya lo veis, no hay felicidad posible en este
combate. Y por otro lado, la inteligencia á su turno concibe y
medita vaciedades, vanidad, mentiras, orgullo, y en el entretanto
deja vacío y hambriento al corazon. Y el corazon exclama : ¡ pero
si todo eso es humo, vapores, polvo ; y yo me muero, yo me seco!
Y en fin la vida misma, la existencia, el ser; una vida que
padece, una vida que se muere por los extravíos de la inteligen
cia y por los envilecimientos del amor. . . todo eso me está diciendo
á voz en grito que no hay felicidad, que no hay vida posible en
medio de tristezas tantas.
Y no hablo yo de la guerra que existe entre el alma y Dios.
¡ Ah ! cuando se aplica el oido á los padecimientos humanos (ha-
cedlo conmigo), se halla que no fueron jamás tan ciertos ni
mas amargos. Por lo que á mí toca, cuando oigo atentamente,
veo que todo lo que me circunda está conmovido, que todo gime,
que todo llora, desde los que están sentados en los mas excel
sos estrados de la tierra, hasta los que desfallecen lánguidos en
el trabajo y el polvo. ¿De dónde viene pues este mal? ¡ Ah ! la
razon es muy sencilla : porque nuestra naturaleza ha quedado
trastornada de arriba abajo. No concebimos ni la dignidad ni la
grandeza de esta naturaleza tan rica, tan feliz, tan fecunda que
Dios nos habia dado á su imágen y semejanza, porque la des
honramos todos los dias nosotros, porque vilipendiamos la imá
gen de Dios en nosotros, y nosotros aniquilamos la felicidad con
que Dios habia dotado á su semejanza.
El primer hombre comprendia y sentia esta felicidad ; era un
tiempo bueno, veraz, justo; amaba la verdad y la virtud ; vivia
de inteligencia y amor, de inteligencia pura, de amor noble y ver
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 47S
dadero. Sus facultades, y si puedo explicarme así, todas las po
tencias de su alma se daban en las tres divinas personas de la
santísima Trinidad el admirable testimonio de órden, de tran
quilidad, de armonia, de paz interior. En medio de una vida llena,
abundante, feliz, entre los transportes de una fina y exquisita
sensibilidad unidos al noble entusiasmo de un corazon puro y
alumbrado siempre con la mirada de una inteligencia tan lumi
nosa y perspicaz, penetraba el hombre todas las verdades sin
sombra, gustaba de todas las delicias de la vida y de la bien
aventuranza eterna; y Dios mismo le comunicaba tambien su bien
aventuranza, y á cada hora, porque era entonces siempre digno
cual sucede aun hoy á ciertas almas piadosas, que en el fondo
de este valle de lágrimas experimentan semejante favor por
momentos demasiado rápidos por desgracia.
Dios lo bendecia, Dios lo amaba. Representaos, amados her
manos mios, al primer hombre con una bendicion jamás negada,
siempre concedida, siempre recibida de su Dios, que era al pro
pio tiempo su Padre ; el hombre, esta naturaleza hoy tan des
graciada, tan envilecida, deshonrada, paciente, entonces ¡oh!
perfectamente feliz en el amor del Señor, en una comunicacion
inagotable de paz y alegría. El Señor, su Dios y su Padre le ben
decia con aquella palabra que habia sido dicha en el dia de su
creacion : Valde bonum: «Sí, esta criatura es buena. » El Hijo
de Dios inundaba su inteligencia de radiosas claridades ; el Es
píritu Santo llenaba deliciosamente su corazon de una llama di
vina, y el Dios, tres veces Santo, tres veces Grande, tres veces
Bueno, al contemplarlo se decia con amor : « Sí, mi imágen es,
y mi semejanza ; es yo mismo ; esta semejanza es verdadera ;
hermosa es esta mi imágen. »
Y Dios la amaba, y la bendecia todavía, y la contemplaba
siempre ; y esta santa y noble criatura vivia feliz y dichosa, triun
fante y gloriosa con aquella bendicion y en aquel divino amor.
No habia por cierto todavía templos en la tierra levantados en
honor de la divinidad ; el hombre era aquí bajo el altar, el tem
plo y el sacerdote-pontífice de la naturaleza, fabricado por un
artesano divino y solemnemente dedicado á su gloria. Estaba
servido ese augusto templo por los ángeles, era habitado por
Dios mismo, y todas las criaturas se juntaban en él para adorar
al Eterno, y desde allí incesantemente se levantaban hácia Dios
los mas exquisitos perfumes de fervorosa oracion, los votos
abrasados de reconocimiento, y el homenaje mas puro del amor

476 HOMBRE . HUMANIDAD .
universal, las sublimes alabanzas de adoracion y místicos trans
portes.
Y ademas, en el fondo del Santuario, en el Santo de los santos,
entre extáticas armonías, se repetia eternamente el misterioso
trisagio del Eterno : « Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los
Ejércitos: Sanctus, sanctus, sanctus, Dominus Deus Sabaoth.
Y todas las criaturas reunidas en torno del hombre como en el
atrio del templo, no formaban sino una voz para responder á
aquella voz de los ángeles, se unian á el con transporte y entu
siasmo.
Dios mismo, sí, Dios mismo se allegaba cerca del hombre para
recibir mas de cerca sus homenajes y su amor ; y así es como la
adoracion de toda la naturaleza espiritual y material, animada é
inanimada, visible é invisible, era un himno digno del Dios Al
tísimo que vive en los siglos de los siglos , que se habia dignado
salir un momento de su eternidad para crear al hombre y el
mundo.
¡ Oh ! ¡ Despues, despues, y despues ! ¿ A dónde hemos cai-
do? ¿De qué grandeza, de qué felicidad, de qué gloria? Adan,
¿ en dónde estas ? Adani, ubi es?... Es una triste cáida que tene
mos que hacer nosotros despues de haber contemplado á Dios
y á nuestra naturaleza en toda su elevacion antes de su deca
dencia lastimera.
Somos todavía nosotros, amados mios en el Señor, imagen y
semejanza de Dios : existimos y tenemos un ser á imágen y se
mejanza del Señor que nos crió. Tened á bien escuchar atenta
mente estas últimas palabras que serán para vosotros todo el
fruto práctico de este discurso.
Somos todavía imágen y semejanza de Dios, pero nuestra imá
gen está deshonrada, vilipendiada, y el Dios supremo que es
nuestro modelo, justamente irritado, nos ha hecho trozos : Pul-
vis es; y sin embargo al través de todos los escombros de esta
augusta naturaleza derrocada, y como dice san Agustin, al tra
vés de todas las piedras desmoronadas de este augusto santua
rio, se descubren aun rasgos y huellas tan grandes, que se re
conoce en ellas la mano del Omnipotente, del divino Artífice
que puso los cimientos en sí mismo.
Dios ha encontrado el remedio ; solo él podia encontrarlo en
su inteligencia infinita ; solo él podia ofrecerlo en su amor in
finito : ha venido él mismo á rehacer lo que nosotros habiamos
deshecho tan miserablemente. Menester era aquella mano todo
CREACION Y CAIDA DEL HOMBRE. 477
poderosa ; y notad, os ruego, amados hermanos mios, que esta
obra segunda ha sido mas trabajosa, mas dolorosa que la pri
mera.
Dios nos habia criado en su alegría, y nos ha salvado y reen
gendrado en su dolor. Somos todavía nosotros imágen de ese
Dios Altísimo ; pero mirad y atended que no somos ya lá imágen
del Verbo de gloria ; nosotros somos imágen del Verbo de la
Cruz, del Verbo paciente. Y así menester es rehacer nuestras
almas con un crucifijo en la mano, dándonos golpes de pecho,
compungiéndonos, é hiriendo y mortificando nuestro cuerpo con
la cruz de Cristo : así es, hermanos mios, como hemos de re
edificar este edificio arruinado ; con Sangre se ha de amasar el
mortero de este nuevo templo.
Tenemos nosotros la sangre de un Dios ; menester es mezcle
mos la nuestra con ella ; y si no nos pide el sacrificio de la vida
nuestra, hay cuando menos lágrimas, lágrimas mejores y mas
dulces que las que caen de las mejillas mortales, lágrimas del
corazon, lágrimas del alma, suspiros de la conciencia, sollozos
del penitente amor. Ved lo que ayuda poderosamente la restau
racion del templo divino queha sido tan miserablemente derrocado.
Pues bien, amados hermands mios, tal es el trabajo que os pi
de y exhorta hagais la santa Iglesia católica, y que sus ministros
os lo repiten en su nombre, en especial durante los tiempos
consagrados á la penitencia y oracion mas frecuente.
Con esto concebireis porqué os he pedido al principio de este
discurso una atencion seria y piadosa. Pero sobre todo prestad
oidos atentos al predicador invisible, no solamente cuando estais
asentados en este templo, y cuando resuena una voz mortal en
el desierto de vuestras almas, sino cuando estais en el secreto de
la oracion , postrados al pié de estos altares. Retirados al seno
de vuestras familias, escuchad tambien al predicador invisible,
y dad de buen corazon á su poder, á sus exhortaciones, á su
amor lo que muy frecuentemente rehusais á nuestras exhorta
ciones y á nuestro celo : le debeis la preferencia, no se la negueis.
GRANDEZA Y EXCELENCIA DEL ALMA.

POR EL SEÑOR DEPLACE,


CANÓNIGO DE PARIS.

Deas creavit hominem ad imaginem suam.


Dios ha criado al hombre á su imagen.

Estas palabras son sacadas del libro primero del Génesis. La


grandeza del hombre está en su alma. ¿Qué cosa, en efecto,
es mas noble, mas grande en el mundo, que el poder de pen
sar, de querer buscar la verdad, el deber y á Dios ? ¿ Y qué otra
cosa es el alma si no es ese poder de pensar, esa capacidad del
deber, de la verdad y de Dios? Pero, hermanos mios, esa gran
deza del alma , ¿en qué consiste, y dónde se la encuentra ? Es
cuchad al Espíritu Santo, y él os hará saber que se halla en su
orígen, y que proviene de su autor.
He aquí que Dios sale de su eterno reposo, que realiza fuera
de sí su pensamiento infinito. Él habla, la nada lo oye, la nada
se hace fecunda, y el universo es criado. Pero el Arquitecto di
vino se detiene de repente en medio de su obra, la Trinidad se
recoge, se consulta, delibera; se podria creer que reune toda
la energía criadora para una obra suprema. ¿Para qué esta de
liberacion, para qué este consejo? Porque no se trata ya de for
mar el mundo de los cuerpos. En hora buena, dice Tertuliano,
cuando se trataba de los cuerpos, se trataba de esclavos ; pero
ahora se trata de formar almas, es decir, de hacer criaturas
semejantes á Dios, una imágen finita del infinito. Y por eso ese
mismo Dios, que no da mas que una palabra á las creaciones
GRANDEZA DEL ALMA. 479
materíales, consagra la reflexion á la creacion delas almas, de
biendo honrarse á sí mismo en la criatura sublime que debia ser
la imágen de sus perfecciones divinas en la tierra. Creavit Deus.
Esta es la verdadera grandeza del hombre. Toda ella consiste
en reproducir en su alma los caracteres de su divino Autor. Y
con efecto, Dios piensa, el alma piensa ; Dios quiere, el alma
quiere; Dios tiene tres personas distintas en una sola persona,
el hombre tiene una esencia doble ; y así, por cualquiera parte
que se considere, el hombre descubre en sí mismo el reflejo de la
naturaleza divina. Y Dios ha grabado tan firme y profundamente
su sello en él, que seria en cierto modo mas fácil aniquilarse,
que borrar la imágen del Criador. Creavit.
Esta grandeza, esta excelencia de la parte mas íntima de no
sotros mismos formará el asunto de este discurso. Yo voy á bus
car ante vosotros, hermanos mios, los caracteres de esa seme
janza de Dios en nuestras almas. Meditémosla, y esforcémonos
por hacer nacer en nuestros corazones sentimientos que cor
respondan á la dignidad de nuestra naturaleza. Pocas horas hace
que la Iglesia os llamaba á los piés de süs altares, ponia la ce
niza en vuestras frentes y osdecia : Memento pulvis es et in pul-
verem reverteris. Su designio era mostraros toda la miseria y
la nada que aguarda á los restos que debe encerrar el sepulcro,
pero tambien toda la grandeza de lo que no baja al sepulcro,
todo el esplendor de nuestra alma. Esta será la materia de este
discurso, hácia la cual invocaremos la luz del Espíritu Santo,
poniendo por intercesora á la bienaventura Virgen María.
Ave, Marta.

PRIMERA PARTE.

Entre los rasgos diversos de nuestra semejanza con Dios, dis


tingo tres principales que resumen todos los demas. Consisten
en una semejanza de naturaleza, una semejanza de accion, y si
me atrevo á explicarme así, en una semejanza de destino. Y en
primer lugar, ¿ quién .es Dios ? La fe y la razon nos dicen que
siendo Dios la perfeccion del ser, él es el espíritu, la plenitud del
ser ; él es infinito ; de ahí dos grandes caracteres de la natura
leza divina : la inmensidad y la simplicidad.
Sí, esta simple plenitud del ser no puede ser rebajada, no
puede ser aumentada por el pensamiento. Él es todo lo que es,
ó no es. ¿ Pero no retrata nuestra alma visiblemente en su natu
480 HOMBRE. HUMANIDAD.
raleza esta simplicidad del ser divino? Ved el cuerpo : en él
todo es múltiple y complejo. Compónese de elementos que se
unen y se separan, de apariencias que se suceden sin fin. En
el alma todo es superior á los sentidos y sus operaciones; todo
es invisible é impalpable ; todo está unido ; todo es indivisible
en su unidad. Si alguno la quiere dividir, la ve escapársele de
sus manos; el que quiere buscar partes en ella, la ve desvane
cerse ante sus ojos. Como Dios pues es el alma, ella es tal como
es, 6 no es. Creavit.
Hé aquí, hermanos mios, una de las mayores prerogativas del
espíritu ; tal vez no lo comprendemos bastante ; y sobre todo,
no le damos toda la importancia que merece. Sin esta simplici
dad de nuestro ser, estaríamos á la merced de todas las fuerzas
de aquí abajo, á merced de las fuerzas mas brutales y mas
abyectas. Sí, sin ella no hay criatura sin inteligencia, que no
pueda hacernos sentir sus ataques ; no hay tirano que no pueda
derribarnos por tierra, como al insecto en el polvo; no hay re
volucion que no pueda hacernos sentir el peso de sus golpes,
hasta en lo mas íntimo de nosotros mismos : no hay un solo
movimiento de los hombres que no nos arrebate alguna parte
de nosotros mismos ; pero el alma es simple, ella insulta la im
potencia del tiempo ; ella se rie de la debilidad, de la fuerza ;
ella pisotea todos los despotismos despreciándolos ; ella con
serva su pensamiento libre é independiente en frente de todas las
tiranías que hieren y abruman con sus cadenas al cuerpo que la
contiene. Las tiranías se aplauden á sí mismas]; ellas triunfan y
se ensalzan; pero lo que nombran su victoria, es precisamente
su derrota; lo que miran como el acto supremo de su poder, es
lo que sustrae para siempre al hombre de su dominio. Sí, en el
momento en que lo creeis vencido, os engañais torpemente, por
que él es libre, él sale de vuestros suplicios con mas luz ó mas
esperanza que nunca.
Gracias á vosotros, ahora ya no es mas que un espíritu, un
alma, él ha penetrado en la eternidad. Y sin embargo, preciso
es decirlo, y con mucho dolor, hermanos mios ; en nuestros
dias hay hombres que se lamentan de esta prerogativa de su ser,
que la consideran como una carga, como un suplicio. Mirad en
derredor de vosotros, ved cuántos hombres que absorbidos como
están en las preocupaciones de los sentidos, se adhieren á la
tierra con amor desesperado, y le dicen: si, madre mia, her
mana mia, conviérteme en materia, como eres tú; sí, ¡cuántos
GRANDEZA DEL ALMA. 481
hombres se esfuerzan por descender mas abajo de lo que están,
que atormentan su inteligencia para anularse, si es posible, para
identificarse en cierto modo con la tierra, de modo que su asi
milacion sea completa, que no pueda establecerse distincion en
tre ellos, ó por lo menos, para que su espíritu se someta al im
perio de los sentidos ! Pues bien ; ese oprobio no les será
concedido ; gracias á Dios, la naturaleza misma del alma la
protege contra esos atentados. Esa será su pena eterna, y al
mismo tiempo causa su tormento el haber querido bajar adonde
no se ha llegado, el haber querido identificarse inútilmente con
la materia, conservando su alma. Y yo os doy gracias, Dios
mio, porque dudar que pudiéráis conceder tal envilecimiento,
era dudar de vos, pues que al rebajar vuestra imágen, vuestra
grandeza misma seria rebajada.
Lo sé, hermanos mios ; esos hombres no se hallan entre vo
sotros ; ¡ Dios no lo permita ! Pero séame lícito preguntaros :
¿honrais no solo el .espíritu en vosotros mismos, pero estimais
tambien en su verdadero valor esa noble -naturaleza de vuestra
alma? ¡Ah! ¡ Cuánto cuidado teneis de vuestro cuerpo, y qué
desden profesais á vuestro espíritu ! ¡ Qué preocupacion de los
sentidos, y qué olvido de la inteligencia ! ¡ Ah ! Nosotros no ha
remos tráicion á vuestra indignidad ; nuestro objeto es salvar
vuestra grandeza y salvaros á vosotros mismos. No, no ; este
cuerpo, estos sentidos son solamente la parte mas pequeña,
mas insignificante de vosotros mismos ; y vosotros haceis trái
cion á vuestra propia gloria, y conspirais contra ella. ¿No veis
que esos sentidos son los enemigos mas implacables que tiene
vuestra alma ; que los sentidos son los que la sacan fuera de sí
misma? ¿Quién trabaja por atraerla, por corromperla y mez
clarla con las cosas mundanas? ¿Quién abre las puertas á los
cálculos mas groseros ; quién subleva las pasiones ; quién pono
en pié todo vano fantasma sino los sentidos? ¿Quién la hace
caer de su altura ? ¿ Qúién la arrastra á las fáciles pendientes
por donde se desliza todos losdias? ¿Quién la lleva y la seduce
con los placeres de la carne? Los sentidos, los sentidos
siempre.
Hé aquí pues el primero y el mas pernicioso enemigo del alma;
y por una razon contraria, Jesucristo es el amigo verdadero del
alma, cuando ordena que se sacrifiquen los sentidos, que se pier
dan, antes que logren pervertir el espíritu. Escuchad pues su
voz, y cumplid sus preceptos. Nosotros somos hombres, es
S. M. I. 31
HOMBRE. HUMANIDAD.
cierto; pero obedeciendo á Jesucristo nos elevaremos, y nos
sostendremos á la altura' de nuestra alma. -
Dios es simple, pero Dios es tambien inmenso: ¿ Adonde huir,
decia antiguamente el profeta, para evitar vuestro poder, Dios
mio ? Yo bajo al abismo, y vos estais allí ; yo subo a los cielos,
y tambien estais vos en ellos ; yo huyo al último confin del
mundo, y vos siempre estais -allí y en todas partes. Sí, dónde
hay un ser* una' existencia, una criatura, donde hay vida allí
está- Dios. La nada-es tínicamente la que no lo posee, porque la
nada es la negacion del ser, dela existencia, dela vidá. Indu
dablemente* hermanos mios, nuestra i alma no puede llegar á
esa-infinidad;: simple criatura, sus límites están marcados; y
este cuerpo, al que se halla unida, viene á- encerrarla mas to
davía en la esfera reducida en que se mueve. Pero el alnia pe-
see la facultad, el poder de pensar, y el pensamiento le da esa
infinidad que le rehusan su> naturaleza y las pasiones de este
cuerpo que la tiene cautiva i Hela ahí; ella se despierta, ella se
anima, y sus percepciones no tienen límites. Ella se crea para sí
misma espacios inconmensurables, sin salir de los límites de su
ser* como quien se pasea en los dominios de su naturaleza. Ella
abarca el universo, y lo abarca con un solo pensamiento. Tan
pronto ella visita al amigo que le disputa la ausencia; ella lo
contempla, ella lo escucha, ella le habla desde las mas lejanas
playas. Tan pronto penetra en la eternidad como en tierra qüe
le es conocida y que le pertenece ; ella rehusa, ella pide á la
muerte el seri querido que le ha arrebatado , y en aquella eter
nidad aun se apodera de aquel que llora •; ella va á unirse al
que era en la tierra objeto de su ternura.
El pensamiento no ve un abismo que sea para él insondable ;
el infinito no tiene tinieblas que no aclare sin que lo puedan im
pedirlos siglos; él anima las cenizas Mas ; él saca del sepulcro
á las 'generaciones pasadas ; él restituye la vida á cuanto ha de^-
vorado la muerte ; él hace hablar de nuevo; ver y obrar á lo que
ha visto, hablado y obrado, y del mismo modo que la tumba no
tiene> losa que él no levante, la nada tampoco le resiste ; él trae
á la vida á las generaciones venideras ; él las contempla, él las
amav él trabaja* él sufre por* ellas; él goza por anticipacion del
porvenir que les prepara con sus trabajos; en fin, elmismoDios,
á pesar de su inaccesibilidad, no se libra de sus ardientes inves
tigaciones. Sí, Dios mio, ocultaos detrás de las nubes, retiraos
al sene de vuestra gloria; sumergios, si es posible, á las pro
GRANDEZA DEL ALMA. 483
fündidades de vuestro ser; mi alma extiende sus alas,, y coge el
Vuelo; las criaturas y la tierra desaparecen de su lado, cruza
los espacios, el velo se rasga, la region purísima del sery dela'
vida se ostenta; yo veo, yo oigo á los ángeles, yo me presento'
á vosotros, yo lanzo el grito de mí esperanza y de mi amor, y
digo : Dios mio, hé aquí vuestra imágen ; lié aquí tu criatura.
Y este no es mas que un lado de la inmensidad de nuestra
alma ; no solo puede abarcar con el pensamiento desde el mas
miserable de los seres hasta el mismo Dios, sino que nada en
el mundo, excepto Dios, es capaz de satisfacerla. No, no; dejaria
de ser la imágen del Criador, si alguna cosa en el mundo fuese
capaz de satisfacerla. ¡ Observadla ! ¡Qué inquietud en' su in
teligencia ! ¡ Qué generosa aspiracion en su corazon,' hechopara
conocer y capaz de conocer la verdad! ¿Podríais decirme qué
ciéncia la llena, qué verdad discutida y asentada, una vez ad
mitida en su entendimiento, puede saciarla? Vosotros creeis que
la ciencia va á llenar sus abismos; os engañais: lo que hace es
extenderlos mas y mas. A fuerza de aprender, el alma no pierde
el deseo de conocer; por el contrario cada vez ambiciona con
mas ardor nuevos conocimientos; por mas que recorre el
mundo en todas direcciones, á cada paso que da, el espacio se
extiende y huye , ella avanza, se acerca, y cree tocar ese ideal
cuya imágen lleva en sí misma ; pero la ficcion suprema ha re
trocedido y se ha ocultado en las profundidades del horizonte.
Lo mismo que sucede con el espíritu sucede con el cuerpo. De
una necesidad satisfecha, renacen como por encanto otras ne
cesidades ; el deseo satisfecho se excita son la satisfaccion misma
del deseo precedente, y el haber gozado es una razon para go
zar mas. La conciencia de su inmensidad no permite al alma el
reposarse aquí abajo y el dormir sobre la tierra. Para engañar
sus propios deseos, va á büscar en la variedad y en la multipli
cidad de los bienes creados yo no sé qué falsa imágen de ese
infinito á que ella aspira! Por mas que esas decepciones de to
das las horas la convenzan de la desproporcion que existe entre
el mundo entero y su propio corazon, ella no cesa de repetir:
Yo no sé qué necesidad siento de hallar una realidad ideal. La
experiencia viene á convencerla de la inutilidad de sus inves
tigaciones ; en aquel caso, se apodera de ella un fastidio pro
fundo, invencible, un enojo intolerable contra este mundo, que
no le ofrece nunca mas que lo finito. Le parece que Uo es vivir
el no gozar y poseer la plenitud de los bienes. Esa es la prueba
484 HOMBRE. HUMANIDAD.
de su naturaleza semidivina ; y asi debia de ser, Dios mio, puesto
que habeis impreso el sello de vuestra imágen en el alma del
hombre. Hé aquí el primer signo de la semejanza del alma con
Dios : Dios es espíritu, y el alma es espíritu.
En la segunda reflexion consideraremos otras dos semejan
zas; una semejanza de accion y una semejanza de destino. Este
será el asunto de la

SEGUNDA PARTE.

Para las inteligencias concienzudas, buscar la semejanza del


ser de Dios con el hombre, es buscar la semejanza de sus vo
luntades. Ahora bien, ¿cuál es el carácter supremo de la volun
tad divina? Es la libertad. Sí, hermanos mios, Dios es libre, y
ciertamente no puede ser de otro modo. Dueño de todos los se
res, él los tiene pendientes sobre la nada ; por consiguiente, todo
depende de él. Él posee en sí mismo la voluntad suprema, y es
claro que no existe en él necesidad inútil y dominante, sino es
la necesidad del amor infinito que se profesa. Por lo demas, al
sacar el mundo de la nada, no gana ni adquiere ventaja alguna ;
si lo sumerge en la nada, tampoco pierde. Su independencia es
la doble independencia de la soberanía absoluta y de la beatitud
infinita.
Dios es libre ; ¿pero acaso no reflejará el alma esa libertad de
su Criador? Sin duda, ella está bajo la mano de Dios, y bajo el
influjo de su cuerpo que recibe la accion de todo lo que le ro
dea ; y sin embargo, el alma es de tal suerte dueña de sí misma,
que ni el Criador ni la criatura no tienen ningun ascendiente en
su voluntad sin el consentimiento de su voluntad propia. Es ver
dad que se ha negado y que se niega todos los dias esta gloriosa
libertad del alma ; pero yo no os haré la injuria de demostrárosla.
Y en efecto, ¿qué poder del cielo ó de la tierra puede avasallar
la voluntad de un alma, si no cede ella la primera, y si no se
entrega cediendo? La fuerza puede ciertamente intimidarla; el
placer puede seducirla por las caricias ; la fortuna, el poder, la
gloria, la ambicion pueden tentarla con el brillante prestigio del
mando, -la fama, los goces y la satisfaccion del orgullo ; todo eso
puede atacarla, pero nada puede vencerla si ella quiere resistir;
y aun cuando ella cede, se doblega al impulso de su propia volun
tad, nunca se pliega bajo los esfuerzos de una criatura. Pero
siempre es un acto soberano, aunque sea un acto infortunado de
GRANDEZA DEL ALMA. 48S
su voluntad. Proclamémoslo muy alto, porque esa es la mejor de
nuestras glorias ; el hombre no depende de nada de cuanto lo ro
dea ; todos los esfuerzos de la tierra son impotentes contra él, y
si se recoge dentro de su espíritu, ¿ quién penetrará en tal atrin
cheramiento?
Él no depende del placer ; él ha podido entregarle una via
de su corazon ; pero siempre que quiera podrá desalojarlo de
él ; pudiendo decir : partid, porque no os conozco. Él no depende
de la fortuna ; él ha podido ir en pos de los goces y de las criatu
ras, juntamente con sus riquezas, porque hay criaturas y goces
que se dan á precio de oro ; pero que la humanidad alce la voz,
y al instante va á desprenderse de lo que tiene para satisfacer
el hambre del indigente.
El poder halaga indudablemente su orgullo ; pero que la cruz
hable, y él sufrirá con paciencia todas las adversidades ; pudien
do quizá mandar, se contemplará feliz de obedecer, cuando pug
ne por su patria y por su Dios. Él no depende de la gloria, pero
la gloria podrá deslumhrarlo ; pero que la cruz hable, y al mo
mento rechazará indignado los miserables homenajes de la adu
lacion. Ese mismo cuerpo, hermanos mios, que nos parece que
solo forma uno con ella, ese cuerpo que le está tan íntimamente
unido, que el alma no puede sin dolores agudos verlo herir; ese
cuerpo no ha recibido poder para ofender su libre arbitrio. Con
la gracia de Dios, pero tambien con su voluntad, podrá hacerse
dueña absoluta, y ejercerla mas ilimitada dominacion sobre él;
ella puede convertirlo no solamente en esclavo, sino en víctima ;
ella dispone de él con tan extenso imperio, que le impone los
mayores sacrificios, el dolor de los sentidos y la muerte, todo
cuanto ella exije por su fe, su amor, todo cuanto ella necesita
en servicio de Dios y el suyo propio.
Y que no se diga que tal vez ese hombre encuentra en él al
guna voluntad fatal ó imaginaria, y que en el fondo de su ser lle
va su fuerza y su valor; eso no es ni puede ser. Cierto que el
hombre ha cáido por una culpa original ; él ha pervertido su ser,
ha corrompido sus costumbres ; él ha dirigido hácia la tierra los
movimientos de su ser que lo impelian hácia el cielo ; su natu
raleza está viciada, su voluntad está debilitada, su energía para
el bien es menor ; pero le queda toda su libertad completa, y esos
mismos males de la'cáida, son en un sentido mas que el abati
miento el triunfo de su voluntad. Es indudable que el hombre
necesita los auxilios de Dios; y cómo podria ser de otra
480 HOMBRE. — HUMANIDAD.
suerte? ¿No tiene necesidad de Dios para vivir, pensar y obrar?
¿Qué extraño es que necesite que Dios lo guie, que Dios lo
ayude á vencer y elevarse sobre sí misma para llegar al herois
mo y la virtud? Pero con este auxilio divino, el hombre lo puede
todo contra y sobre sí; en vaholas pasiones se empeñan en
atraerlo para rechazarlo despues lleno de heridas ; en vano le
amenazan sus inclinaciones con hacerlo pedazos ; el alma com
bate, el alma sufre, el alma se mutila en cierto modo ;' pero el
alma triunfa, y antes que ceder sufriría hasta en sus mas insig
nificantes sensaciones. Y aun cuando hubiese cedido y obedecido
al cuerpo, aun quedaría en libertad de romper sus ligaduras,
como ha sido dueña de soportarlas, y tal es su inviolable é in
vencible libertad, que Dios mismo, ese Dios que la tiene bajo su
mano de suerte que Ja acompaña de la voluntad á la accion, Dios
respeta ese poder.
Sí, Dios mio, yo cederé sin duda, porque en ello se cifra mi
gloria y mi felicidad ; pero al ceder ante vos, ejerzo mi voluntad;
vos sereis el Señor, pero lo sereis en mi provecho ; vos reinareis,
pero yo formaré vuestro imperio ; vos podeis todo, pero yo querré
todo lo que vos podeis; vuestro triunfo será el de mi alma,
como ella es el triunfo de vuestro poder, y hasta en la depen
dencia del deber, hasta en la servidumbre, en la santa servi
dumbre de la virtud, hallaré toda la gloría y toda la grandeza de
mi libertad. ¡Divina libertad! Yo os doy gracias, Diosmio, por
haberme concedido tan precioso don; sin ella no poseeria el libre
arbitrio : yo seria como una planta , planta por la voluntad de
rtu Criador; y sin contribuir en lo mas mínimo á mi propia glo
ria, antes bien ligado á ella, yo veria, bajo las miradas de mi
Dios, abrirse mi voluntad para el bien como se abre la flor so
bre suvástago bajo el influjo de los calientes rayos del sol. Re-
cibiépdolo todo de Dios, seria incapaz de devolverle nada. Pero
Dios no ha querido condenarnos á esta observancia forzosa de
la virtud; él nos ha hecho libres, él se honra con nuestros ho
menajes, pero quiere deberlos á nuestra vojuntad; él no nos im
pone la virtud, sino que quiere que sea obra nuestra, que consti
tuya' nuestro mérito; él quiere que podamos llegar por nosotros
mismos á esa felicidad eterna qué nos ha sido prometida, y que
debe de ser conquistada por el ejercicio de nuestra libertad.
Respetémosla pues, hermanos mioj, guardémosla preciosamente;
conservemos esa libertad, que es una de las glorias mas bellas
dé nuestra alma. La libertad exterior, es cierto, no depende de
GRANDEZA DEL ALMA. 487
nosotros, ella está sujeta á todas las injusticias y á todas las pa
siones de la tierra : sí ; los hombres pueden arrebatarme la li
bertad de la palabra, la libertad de mi accion exterior, la libertad
de mi cuerpo, pero jamás me robará la libertad de mi alma, mi
independencia moral, porque esa está dentro de mi. Sin mí, á
pesar mio, nole será lícito á ninguna criatura el privarme de ella,
no le será posible. Quedémonos ¡lo que Dios noshahecho; él nos
ha hecho libres, y nunca debemos convertirnos en esclavos.
Por fia, la última semejanza <pe voy á tratar en breves pala
bras, es una semejanza de destino. La fe y la razon nos dicen
que Dios es el ser Eterno ; todas las generaciones salen de él ;
ellas no se llevan nada de su ser ; todas las generaciones vuel
ven á él sin que le añadan nada. Sobre el tiempo, antes del
tiempo, siempre antiguo, siempre nuevo, superior á todo lo que
el pensamiento y el alma pueden concebir, todo lo que puedo
decires que él es, que jamás ha sido ni será. Esta palabra re
sume su vida : ¡ él es ! Simple criatura, el hombre no tiene en si
esa eternidad de la vida ; pero desde que ha sido unido al origi
nal divino cuya imágen representa, desde ese dia se ha hecho
inmortal. Indudablemente, con el pensamiento toca de mas
cerca á la nada de donde ha salido, pero aunque siguiera toda la
série de los tiempos que puede imaginar el pensamiento huma
no, nunca apercibiria ni aun de lejos el sepulcro donde debe ve
nir á parar.
No os probaré literalmente, hermanos mios, esta vida eterna
de vuestra alma ; Dios ha apoyado bastante sólidamente la espe
ranza en su palabra y su promesa ; nuestro Señor Jesucristo le
ha prestado un testimonio bastante decisivo viniendo á morir por
ella ; ciertamente, Dios como es, no hubiera venido á sacrificar
su vida por lo que debe ir á apagarse un dia en un sepulcro. Ade
mas, el hombre no necesita mas que consultarse, y encontrará
la garantía de su duracion en su naturaleza, y el testimonio de su
destino en esa imágen de Dios que lleva consigo. ¡Y qué! Dios
mio, lo que ha recibido la honra de vuestra semejanza ¿ se per
dería entre la corrupcion y el fango ? ¡ Cómo ! ¿ Cesaria de vivir
lo que es la imágen de vuestra vida? ¡ Cómo ! Lo que os contem
pla ¿ iria á morir en un sepulcro ? ¡ Cómo ! Lo que os ha amado
¿ se helaria con el frio eterno de la muerte ? Es imposible : lo que
se ha unido á vos, Dios mio, es eternamente sagrado. La muerte
es impotente ; vos pereceríáis en cierto modo en una parte de
vos mismo si dejáseis perecer lo que os ha poseido por medio del
488 HOMBRE. HUMANIDAD.
pensamiento, del deseo y del alma. Sí, el pensamiento, donde
Dios ha vivido, es inmortal, y nuestra alma lo conoce ; ella lo
sabe, y por eso guarda en lo mas íntimo de ella misma la fe de
su inmortal porvenir. Contempladla ; ella no vive aqui abajo sino
entre ruinas ; ella no encuentra mas que vestigios mortales ; ella
ve como unas generaciones empujan á las otras, á la manera que
las olas se empujan para ir á morir en el inmenso océano. Ella
ve á las ciudades desplomarse en su presencia ; ella ve á los
imperios caer en ruinas los unos sobre los otros ; ella ve des
aparecer las naciones, arrebatadas por el soplo de los tiempos, y
en medio de tanto estrago y desolacion, descubre un porvenir
inextinguible. No hay que hablarle de la nada, porque le irrita ;
hay cierta cosa que le dice que la nada es impotente , y que el
sepulcro no puede ser su patria eterna ; y hasta cuando lucha
can la muerte, en esa lucha terrible que le roba el tiempo que
nunca ha de volver, ella no pierde la conciencia ni la fe sublime
de su destino. Sí, al paso que todo concluye en el mundo para
ella, oye dentro de sí un grito de gloria suprema, y se consuela
diciendo que puede muy bien cerrar los ojos al sol del tiempo,
porque va á abrirlos para siempre al sol de la eternidad.
Asi pues, hermanos mios, aunque la muerte triunfe, aunque
el espíritu parezca vencido, aunque toda esperanza terrenal se
desvanezca, y aunque el alma vea á cada instante que se le dis
puta su inmortal porvenir, una hora sonará que ha de colocar
las cosas en su verdadero lugar, y que vengará la humillacion
del espíritu. Ved hoy : apenas si el hombre vive algunas horas ;
la muerte visita indistintamente todas las edades. Sesenta siglos
hace que la naturaleza renueva la implacable juventud de su
existencia en la muerte ; sesenta siglos hace que el hombre atra
viesa la tierra para poblarla de ruinas y cubrirla de sepulcros.
¿ Qué digo ? ¡ Oh miseria de nuestro poder ! ¡ Oh debilidad de
nuestra fuerza ! Nosotros comunicamos una vida á la materia,
una duracion que nos rehusamos á nosotros mismos ; todos los
dias levantamos monumentos ante los cuales pasamos, maravi
llados con la obra de nuestras manos, y sin embargo, apenas he
mos recibido la primera injuria del tiempo, la tumba nos recla
ma, y ni el sepulcro sabe siquiera conservar la memoría de
nuestro nombre. Pero un dia vendrá que ha de vengar el insulto
que la materia ha hecho al espíritu ; una hora llegará en que una
revolucion ha de barrer las obras de la fuerza, ha de derribar
á la materia, sepultándola en sus propias ruinas. ¿Y quién so
GRANDEZA DEL ALMA. 489
brevivirá cuando todo lo demas sea vencido ? ¿ Quién quedará en
pié cuando todo se desplome y pase? ¿Quién? El hombre. Sí,
hermanos mios, el hombre que no cambiará ; el hombre que no
tendrá ya nada que temer de Dios ; el hombre que entrará en la
plenitud, en toda la plenitud de la vida, el hombre que poseerá
en una sola hora todas las horas, todos los años, todos los si
glos, si es que hay horas, años y siglos en el seno de Dios. Yo os
doy gracias, Dios mio, por el destino que me habeis dado ; que
el discípulo del siglo se una, por decirlo así, á esta tierra por
medio de todas sus fibras con la firmeza con que se une el árbol
por sus ráices ; pero nosotros diremos con el Apóstol, que la
muerte no es nada, ó por mejor decir, que ella encierra todas
nuestras esperanzas. ¡ Yo os saludo, rayos eternos ; yo te salu
do, sol de la ciudad de los espíritus ; yo te saludo, verdadera
patria de las almas, donde la vida se alimenta y bebe en su ver
dadera fuente ! ¡ Oh muerte ! ¿ Dónde está ahora tu triunfo ?
Tu triunfo se ha convertido en gloria mia ; bajo tus golpes, mi
alma no hace mas que transfigurarse como el insecto que sale de
su cubierta y se lanza á la atmósfera ansioso de luz y de vida.
Yo te abandono, yo te arrojo, oh muerte en sudario ; yo me
lanzo con todo el esplendor del pensamiento á través de las som
bras y de los sepulcros, y á mi vez vuelo tambien hacia mi Dios
y hácia la eternidad.
Esta es, hermanos mios, la grandeza del alma, espíritu como
Dios, libre como Dios, inmortal como Dios ; en esta semejanza
divina consiste toda su belleza. Esa belleza, hermanos mios, ha
cautivado de tal manera el corazon de un Dios, que él ha aban
donado el cielo, ha bajado á la tierra, y viendo esta alma desfi
gurada por las pasiones, ha querido renovarla con su sangre.
Y cuando ha debido remontarse á los cielos, ha depositado su
amor en el corazon de su Iglesia, siendo esta diez y ocho siglos
hace la heredera de la pasion de Dios á sus hermanos. Si quereis
pues ser agradables á Dios, tened compasion de vuestra alma.
Vosotros teneis piedad del desterrado de la tierra natal, que ar
rastra una vida de miseria y desolacion ; pues bien : vuestra alma
es un culpable que vive separada de los ángeles que son sus
hermanos, separada de Dios que es su padre ; ella aguarda que
la muerte rompa los lazos de su cautividad ; ella os suplica que
la consoleis ; ¡piedad ! ¡piedad! ¿No tendreis piedad de su des
tierro, en nombre de Dios ? Vosotros compadeceis al cautivo que
implora por la luz y la libertad ; ¿ y qué otra cosa es vuestra alma
490 HOMBRE. HUMANIDAD. GRANDEZA DEL ALMA.
sino una captiva juresa en los lazos del cuerpo, macerado y herido
con el choque de sus pasiones? Ella os pide que la restituyáis la
claridad de la cruz y la libertad de los hijos de Dios que le han
sido arrebatadas. ¿Por ventura no tendreis piedad de ella? Vo
sotros compadeceis al moribundo que temeroso del porvenir,
disputa á la muerte unos instantes de vida, y ved vuestra alma,
la vida espiritual languidece en ella ; ¿ qué digo ? ved á vuestra
alma que tal vez está muerta, sepultada quizá en el pecado co
mo en un sepulcro. ¡Oh! nosotros os lo suplicamos, tened pie
dad de vuestra alma ; nosotros os 1q rogamos en nombre del
Padre, no dejáis perecer su imágen ; nosotros os lo pedimos en
nombre del BMjo, no dejeis perecer el fruto de su sangre. Tened
compasion de vuestra alma : á ese precio, Dios os promete tener
piedad de vosotros en el dia supremo, como yo lo deseo para lo
dos. Árfim.
ULTIMO FIH DEL HOMBRE.

POR EL PADRE LAVIGPE,


DE LA COMPAÑIA DE JESÜS.

Ego tum principium et finis. (ApOC.)


Yo soy el principio y el fin.

En el órden moral, amados hermanos mios, la cuestion del


fin de un ser criado domina á todas las demas. Si no hubiera so
lucion para esta cuestion, serian inexplicables la vida, las ac
ciones ; y se tendría razon en decir : el hombre es una conti
nuada agitacion entre dos misterios.
Investiguemos pues cuál es nuestro último fiij : en la indaga
cion de este misterio procederemos así : daremos por sentado que
el hombre es propiedad de Dios ; y expondremos bajo de este
respecto lo que debe á Dios : y en segundo lugar examinaremos
lo que puede empeñarlo á llenar sus grandes y altos deberes de
divina propiedad. Ave, Marta.

E\ hombre es propiedad de Dios. Apareciéndose el Señor á


Job en medio su majestuoso y pacífico torbellino, exclamaba :
« ¿Dónde estabas tú cuando echaba yo los fundamentos del
mundo? » No tengo necesidad de dirigiros semejante pregunta ;
no tengo necesidad de haceros subir hasta el orígen de los siglos
para embarazaros con la cuestion de lo pasado, en lo que os
conciepna ; puedo contentarme con deciros : « Qué era de vo
sotros hace un siglo ; en dónde estabáis ? Voy buscándoos por el
492 HOMBRE. HUMANIDAD.
mundo, y no os encuentro. Yo encuentro sí, la tierra que os
mantiene, el sol que os alumbra, la familia de que habeis nacido,
el nombre que os distingue y os señala en medio de los hombres. . .
Pero á vosotros mismos... no os encuentro. »
Ni nadie pensaba entonces en vosotros ; no eráis entonces ob
jeto de los deseos ni de la predileccion de nadie ; porque ¿ quién
se pone á amar y á desear los hombres que nacerán de aquí á
un siglo? ¿Cuántos y cuántos años se han transcurrido durante
los cuales un átomo era mas que vosotros, porque al fin este
átomo tenia una existencia ? Y sin embargo, teneis ahora un
cuerpo con su sangre, un alma con sus potencias, una inteligen
cia con sus facultades, un corazon con sus afectos. ¿ De dónde
pues os vienen esas prerogativas, de dónde ese beneficio inesti
mable de la vida ? ¿ De dónde os viene el ser que poseis , quién
os lo ha dado? Vosotros mismos. Pero no, pues que no eráis
nada, y la nada, nada puede hacer ni influir. ¿La casualidad,
el azar? No quiero haceros reir, y no pronuncio mas esa pala
bra vacía de sentido.
¿ Vuestros padres ? ¡ Ah hermanos mios ! preguntad á vuestro
padre y á vuestra madre, y os responderán como la madre de
los Macabeos : Ñeque ego spiritum et animam donavi vobis :
« No soy yo quien os ha dado, hijos mios, el espíritu y la vida,
sino el Criador delmundo» (i/,jJTaccA.,vii,22).¿Vuestrospadres?
¿ Pero no veis que no hacemos sino retrasar la dificultad sin re
solverla ? Sí, vuestros padres os han dado la vida ; luego la tie
nen en toda su plenitud ; luego no la han recibido de ningun otro,
de nadie.
Y sin embargo, vosotros váis ascendiendo en la serie de vues
tros antepasados, hasta que llegueis al primer eslabon de la ca
dena de los seres, hasta que se diga de vosotros lo que se ha di
cho de nuestro Señor Jesucristo, segun su santa humanidad :
Qui futi Adam, qui fuit Dei. « El cual era hijo de Adan, hijo de
Dios. » (Luc, ni, 38). Nada podemos decir nosotros de justo
ni de razonable hasta que lleguemos á esta primera causa, hasta
que nos expresemos con esta franca é ingenua afirmacion : « Yo
soy de Dios. »
Pero concluyamos, hermanos mios; vosotros lo confesais:
sois de Dios. Luego le perteneceis vosotros ; es una consecuen
cia necesaria. Pero ¿ cómo perteneceis á Dios ? ¿ Como el esclavo
pertenecia á su señor? Sí. Mas aun que eso ; ¿ como el hijo per
tenece á su padre? Sí. Pero todavía mas que eso: ¿como la
ULTIMO FIN DEL HOMBItE. 493
propiedad pertenece á su propietario ? Sí ; y aun veremos toda
vía mas... Pero no, detengámonos : como la propiedad perte
nece al propietario suyo, como la hacienda á su señor. Nada
hay mas sagrado que la propiedad , y para haceros cargo de
esta verdad, tened á bien tome yo en mis manos el código de
vuestras leyes.
No sé yo si habreis abierto jamás el código para estudiar en
él los derechos de Dios : quizás habreis hojeado muy frecuente
mente muchas pájinas para justificar en el código vuestros de
rechos , mas para hacer ver los de Dios, no creo hayais tomado
ese trabajo; pero lo haremos ahora juntos. Llegamos hojeando
al capítulo de la propiedad : «Es, dice la ley, el derecho de dis
poner de las cosas suyas del modo mas absoluto. » El propieta
rio respecto de sus bienes puede remover, puede cambiar, puede
trastornar, puede hasta destruir : á todas estas cuestiones, que
le fueran hechas por ventura, el propietario podrá responder : y
¿ qué os importa? Yo soy el dueño. El Señor, pues, puede cam
biar, trastornar, destruir, y á todas las preguntas que le fueren
hechas puede responder : « Yo soy el dueño. » Ego dominus.
Pero todavía hay mas. ¿Por qué títulos sois propietarios vo
sotros ? Lo sois ó por donacion entre vivos, ó por testamento ;
podeis ser propietarios por derecho de compra, podeis serlo por
las sucesiones ordinarias. Pero el Señor, ¡ ah ! el Señor es pro
pietario de una manera y por un derecho incomunicable : Tan-
quam meus creator ; es decir, que todo me lo ha dado Dios,
todo, sí, todo ; la materia, la forma, los accidentes, la sustancia.
Y asi solo él es propietario esencial. No es esencial que vosotros
lo seais ; otro cualquiera podria serlo en vuestro lugar legítima
mente por las vias legales y justas, sin que se encontrase por ello
trastornado el orden de las cosas. Pero cese Dios de ser un solo
instante propietario de mí, de mi sustancia, de mi ser, de mi yo;
y furrza es que yo cese de reconocerlo por mi Dios.
Pero ¿ os habeis hecho cargo de lo que es Dios ? Dios es el
soberano Señor de todas las cosas : ahora bien ; si dejase Dios
de ser el propietario de mi vida, habria una cosa ; que separada
de su dominio que tiene que ser universal, que tiene que ser en
tero , no seria por consiguiente Dios propietario, esencial, pro
pietario supremo.
Mas llego ya, conducido por la fuerza misma del razonamiento,
á una palabra que intento desenvolver, y que tal vez os sorpren
derá propietario irresistible. Sí, hermanos mios, es imposible
494 HOMBRE . HUMANIDAD .
sustráeros á' la propiedad divina : es uha necesidad á la que es
preciso sujetarse. Puede sustraerse uno á la propiedad de un
hombre, á süs derechos Sobre otro, por la independencia, tal vez
por la fuga : pero ¿cómo sustraerse á la propiedad de Dios?
Cierto ntímero de hombres, por ejemplo, proclamando el espíritu
de independencia y de libertad , han dicho : nosotros seremos
riiieátróS mismos señores; no reconocernos dominio sobre noso
tros. Y sin embargo el dominio de Dios se paseaba en las alturas
sobre sus cabezas ; la dominacion divina les iba siguiendo en su
riiarcha en médio mismo de todas sus acciones libres, de sus
periSamientos de rebeldía é independencia.
Es imposible, absolutamente imposible sustraerse á esa di
vina propiedad. ¡ Ah, hermanos mios ! El jóven levanta muy fá
cilmente su erguida cerviz, su cabeza altanera, escucha los
pensamientos de su corazon que lo separan pronto de Dios.
Pero semejante' á esas bestias feroces traidas de las selvas leja
nas al parque de un príncipe, y que no viendo el muro quero-
dea su ancha prision , se creen en libertad, y no saben que en
los dias de caza les herirá la bala mortal hasta en sus mas se
cretas guaridas, muy bien conocidas por el diestro cazador ; do
de otro modo se creen los jóvenes señores de sí mismos, sin con
siderar que están encerrados en el parque de la omnipotencia de
Dios.
Érrantes clausi, dice san Euquerio de Leoh, extra conside-
rationem Dei vivunt, sed intra potestatem : viven fuera del pen
samiento de Dios; bien sé yo que están lejos de Dios por el pen
samiento, por sus deseos, por sus intenciones, mas Dios está
muy cerca de ellos por su dominio. Quisieran escaparse, mas no
pueden. Divisan á veces la cerca que los tiene encerrados; dí-
cense : « Al otro lado se encuentra la libertad, '» y hacen esfuerzos
para saltarla... Pero en lo alto de la cerca está la mano de Dios,
y cuando suben arriba, se ven obligados de volver á caer en su
miseria é ignorancia. Si levantan la cabeza, es para exclamar :
Señor, vos sois nuestro dueño, vos solo sois el grande por toda
la tierra. Errantes clausi extra considerationem Dei vivunt, sed
intra potestatem.
Queda pues sentado ese dominio esencial, ese dominio supre
mo, ese dominio irresistible : luego Dios es propietario de nues
tra vida. ¿ Qué podremos añadir á esta consideracion, amados
hermanos mios ? ¡ Respetad pues la propiedad divina ! ¡ Yo os lo
conjuro desde lo alto de este cátedra con toda la autoridad que
ULTIMO FIN DEL HOMBRE. 495
nos ha sido1 otorgadá ! ¡ Respetad la propiedad divina ! Oyendo
estoy por tedas partes en el mundo á hombres que dicen : ¡ res
peto ála propiedad, respeto á las leyes del páis ! Lo mismo digo
yo. Pero rio oigo á muchos hombres que vayan diciendo : ¡res
peto á la propiedad de Dios ! Y ved precisamente la verdad que
yo quisiera oir sobre todas las demas verdades. La propiedad de
Dios es la clavija artística de toda propiedad. Si se desconoce ese
molde, esa divina clavijámodeladora, todas las propiedades es
tán comprometidas, todas sin excepcion alguna, en todos los
grados dela ger&rquía social'...
Veamos pues ahora, amados hermanos mios, hasta dónde se
extienden esos deberes que nos impone la propiedad divina. Poco
há teniamos el código en las manos ; llevad ábieh que lo volvamos
á tomar. « La propiedad de una cósanse dice en él, da derecho á
todo lo que produce sin excepcion. » Por consiguiente, la'propie-
dad de nuestro ser da derecho átodo lo que viene de nosotros, un
derecho eriteto, ün derecho iheriageftable, un derecho universal.
Yo soy de Dios ; luego ' yo pertenezco á Dios, luego 'soy para
Dios. Mas yo soy' de Dios solo ; luego yo no debó servir sino á
solo Dios. YO no soy' del mundo, yo no soy de lá fortuna, yo no
soy del placer, yo no soy de las pasiones. Yo soy de iMos solo ;
solo á Dios debo tributar homenaje, respeto, adoracion, y todo
eso con todo mi sery facultades.
Aun hay mas. Yo soy todo de Dios'; lüégo todo en mí ha de
servir á Dios sin' excepcion alguna : espíritu, corazon, voluntad,
cuerpo, sentidos, todo mi ser entero . Nada debo, riada puedo sus
traer á este Ser divino. Siempre soy yo de Dios; luego siempre
he de servir yo á Dios. Yo no puedo quitar nada del tiempo, como
nada puedo quitar de mi ser. Todo esto es lógico, necesario,
verdadero. ¡Qué consecuencias; hermanos mios !
¿No estais viendo en estas cónelusiohés cómo teneis en gér-
men á toda la religion ? Y desde luego er primer mandamiento
dela religion nos dice : « Amarás al Señor tu Dios, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas, con todo lu corazon. » ¿Ynoes
esto una consecuencia legítima, necesaria de las premisas: yo
soy de solo Dios, yo no pertenezco sino á Dios; yo soy todo de
Dios; luego soy todo para Dios; soy siempre de Dios, luego
siempre he deservir á Dios? ¿No veis vosotros en estaá premisas
con sus conclusiones las maá sublimes y grandés bellezas de la
perfeccion religiosa? '
Aéi es que os habreis preguntado algunas Veces, amados her
496 HOMBRE. HUMANIDAD.
manos mios, ¿porqué se hacen votos religiosos en la Iglesia?
Esos votos y -promesas se encuentran todos como en su germen
en esas tres conclusiones de la razon : Soy de Dios solo ; luego
pertenezco á solo Dios ; pero tepgo miedo de servirle, á causa de
las tendencias de mi corazon, de los deseos que experimento en
mi naturaleza : temo no sirva al mismo tiempo á las riquezas, á
los bienes de este mundo ; temo no hagan sobrada violencia las
inclinaciones de mi sensualidad. Pues bien ; para evitar este es
collo, y para ser mas concluyenle con mi razon, me separo de
todo. Hago voto de pobreza : ¿lo entendeis bien? Voveo pau-
pertatem.
Todo en mí ha de servir á Dios ; mas á fin de que mi corazon
le sirva mas perfecta y cumplidamente, yo lo separo de los place
res todos, aun hasta de los permitidos de que podría gozar en un
estado que el Señor aprueba : Yo hayo voto de castidad. Voveo
castitatem.
Pero de otro lado yo temo muy fundadamente á mi voluntad
vacilante, veleidosa, incierta, sujeta á tantas variaciones, ú tan
tas flaquezas : yo quiero consagraría al Señor sin reserva, sin
division, por medio de una obediencia sin límites, sin coartacion.
Voveo obedientiam.
Cosa asombrosa, hermanos mios; nosotros encontramos en
una de las extremidades de la cadena cristiana ese gran manda
miento : « Amarás á tu Dios con toda tu alma, con todo tu co
razon, con todas tus potencias ; » y en el otro extremo este her
moso consejo : « Ven á mí, si tienes bastante valor, por medio de
la observancia de los sagrados votos de la religion, en la con
sagracion de la pobreza, castidad y obediencia. •
Ahora bien ; en el estudio del fin del hombre encontramos
ya la preparacion á este mandamiento, y ya podemos entrever
el acierto, sensatez y belleza de ese consejo. Nada hay en efecto
mas justo ni razonable. Sí, amados hermanos mios, esto está muy
puesto en razon.
Aun cuando no hubiera infierno, aun cuando no hubiera cielo,
sin escudriñar ninguna cuestion de fe, y aun deteniéndonos en
el solo dominio de la razon, hallamos nosotros toda la sensatez y
todo el acierto de todas esas conclusiones ; nada mas consiguiente
á la razon, nada mas noble, nada mas grande. Menester es que
sirva á alguien en la tierra : yo conozco evidentemente que mi
felicidad no consiste en mí mismo, no está dentro de mí, que mi
naturaleza no está completada, que está manca, falta de mucho :
ULTIMO FIN DEL HOMBKE. 497
menester es que algo mas grande que yo, mas completo, mas
acabado que yo, se añada á mí, venga en cierto modo á hacerse
una cosa .conmigo, se asimile á mí mismo, y haga asi perfecta
mi felicidad. Yo debo por consiguiente existir en estado de ser
vidumbre, y no es posible que yo sea perfectamente indepen
diente.
En tal coyuntura, en tal necesidad de dependencia, yo escojo.
Puedo escoger entre las criaturas y Dios, optar por aquellas ó
por este ; servir al mundo, servir á mis pasiones, servir á los abis
mos, ó bien servir á Dios. Pues bien; todo pensado y pesado,
yo escojo por mi dueño á nuestro Señor Dios. Nada mas noble :
yo sirvo á Dios, y no he de servir sino á él solo.
¿ Habeis entendido, amados hermanos mios, cómo un hombre
se inclinaba ante otro hombre, y cómo estaba dispuesto á hacer
todas sus voluntades, todos sus gustos ? Él oye que se le dice :
vé allí; y va : vuelve ; y vuelve. Por lo que á mí toca, no he po
dido hacerme cargo hasta ahora de cómo un hombre se abaja
ante otro. Como hombre, igualdad perfecta : por consiguiente,
como hombre delante de otro yo puedo quedarme de pie derecho,
y levantarme tanto como él : no bajo mi cabeza ante quien quiera
que sea. Veo que me mirais, hermanos mios, y que me decis :
pero ¡qué doctrina! ¿qué consecuencias no trae consigo? Espe
rad os ruego.
Yo no sirvo al hombre ; no me inclino ante el hombre ; pero
yo reconozco la autoridad de Dios. Yo no me inclino sino ante
Dios ; pero siempre que yo leeré su autoridad en la frente de un
hombre, aun cuando yo la viere escrita en la frente de un niño,
me inclinaré gustoso ante este hombre, este niño. Y así, cuando
yo veo los caracteres de su autoridad inscritos en una autoridad
espiritual, en una autoridad temporal, en todos los grados do
esta doble jerarquía, me inclino, doblo mi cerviz, protesto mi su
mision ; yo no examino, sino que obedezco inmediatamente. Yo
obedezco entonces con toda la nobleza, con toda la altura, yo
diria con toda la independencia de mi obediencia.
Desde entonces, por su obediencia misma el servidor se en
noblece ; sometiéndose á su señor, se somete á Dios, ó mas
bien no se somete sino á Dios cuando se somete al hombre cum
pliendo con los deberes de su estado. No vino Dios a trocar las
condiciones, sino las almas. Non venit mutare conditiones, sed
animas. Ha encontrado pues medio de salvar la nobleza del hom
bre, manteniendo y conservando en su punto esta subordinacion,
S. M. I. 32
498 HOMBRE. HUMANIDAD.
esta armpnia de clases y condiciones, esa mutua corresponden
cia de ¿uperior á subdito, de liberalidad y reconocimiento, de
necesidad y recurso. Por loque esta conclusion lleva consigo la
nobleza y la independencia mas hermosa del hombre, y al propio
tiempo las condiciones mas verdaderas de su felicidad. ¡Oh ! sí,
amados hermanos mios ; aquí ansiara yo que hubiéseis podido
gustar lo que es servir á Dios : ¡ servir á Dios es reinar ! Serviré
fleo regnare est ! El servicio en el cielo será la* felicidad suprema;
y Dios ha querido que lo que un dia habia de constituir nuestra
dicha, fuese nuestro deber en la tierra.
Si nos concentramos dentro de nosotros mismos, como tam
bien si extendemos nuestras miradas por la creacion universal,
todo, todo nos repite estas conclusiones : somos la propiedad de
Dios solo, somos siempre de él, siempre le pertenecemos, luego
en todo tiempo, lugar y cirqunstancia estamos obligados á ser
virle, y no debemos servir sino á él solo.
¡ Ah , católicos ! ¡ Cuan cierto es que nuestro corazon está
hecho para Dios ! El Señor ha creado un vasto abismo para reci-
hir esa muchedumbre de aguas, ha creado esa inmensa exten
sion de los cielos para contener las estrellas ; pero él ha creado
nuestro corazon para algo mas grande que el mundo, y no lo ha
cre,adp sino para solo él. Estamos nosotros en la incertidumbre,
nos hallamos agitados de continuo, hasta que nuestro corazón
descqnse en Dios. ¿Quién, durante su estancia en la tierra, ha
podido hallar jamás su dicha en las criaturas? ¿Es que en
esos abismos del corazon no oimos por ventura resonar incesan
temente e,sa voz : mas, mas, todavía, todavía mas? ¿No es ver
dad que eso^ abismos extienden sus largos brazos ; no es verdad
que hacen tambien resonar su inmenso clamoreo que suspira por
otros placeres, por otros goces, por otros bienes que los que le
promete naturaleza ? fledit abyssus vocem suam ; altitudo imams
suas levavit (Jlabac, ni, 10).
Despues de tantos siglos há que los hombres llaman á sí bienes,
placeres, honores, ¿hay uno solo que poniendo la mano en su
pe¡cho haya podido decir con verdad : yo he sido feliz ? Cuando
Napoleon repartia coronas á sus compañeros de armas, á sus
generales, se ha podido decir muy bien que pasaban ellos d
reyes,,pero no me consta que se haya dicho que pasaban á di
chosos. ¿ Qué quereis fuera de otra suerte ? El emperador no
jpudp ,darse á sí misino ese grado de felicidad ; ¿ y cómo habia de
ppdsr dárselo á ptros ? ka felicidad es una condecoracion que no
ULTIMO FIN DEL HOMBRE. 499
va colgada al pecho que reune divisiones de soldados á su
mando, ni se halla en el corazon de un general aun en mediode
las magnificencias que le presten numerosos ejércitos alineados
en campo de batalla.
Este grado, esta condecoracion, este título solo se confiere por
Dios, y solo él puede hacernos pasar al grado de feliz. Y Dios
escoge en el mundo á sus laureandos ; y cuando los llama á esta
dignidad, ni siquiera lo advierte el mundo. A veces un hombre
el mas humilde, el mas olvidado, el mas despreciado, mirando á
su corazon en un momento de felicidad, serena, tranquila, se
creta, oye que Dios le dice en él: estoy contento contigo ; ¡pasa
á dichoso!
Preguntad ahora, amados hermanos mios, á todas las criatu
ras, y os responderán á una voz: no hemos sido criadas noso
tras para ser centro vuestro, para ser vuestra felicidad, para ser
vuestro fin. Dios solo puede satisfacer vuestra sed de felicidad.
Escuchad á san Agustin haciéndose á sí mismo despues de su
conversion las preguntas que yo os propongo. Era un dia por
la tarde, álas orillas del mar africano : el sol no despedia ya á la
tierra sino algunos de sus rayos debilitados, sin brillo ni res
plandor. En este momento augusto de la naturaleza, recogíase
en sí misma el alma de Agustino : sus miradas preguntaban á las
olas, y despues de algunos momentos de suspension, exclamaba
repentinamente : ¡ Oh mar, que ante mis ojos te extiendes y en
sanchas sin límites ni barrera ! yo te pregunto : ¿ eres tú mi fin ?
Y ved que una voz, semejante á un majestuoso susurro, que
parecia pasearse sobre las aguas tranquilas, volvia hasta sus
oidos, y en eco sonoroso le decia : Quwre super nos, quare su
pernos. ¡ Busca mas arriba, pregunta mas arriba de mí !
Y Agustin meditaba esta palabra. La noche vino en el en
tretanto á cubrir el mar y la tierra con sus sombras : las es
trellas aparecian brillantes en el firmamento : Agustino mirando
al cielo, dice: Astros que tan resplandecientes apareceis sobre
mi cabeza en el firmamento, yo os pregunto : ese mundo es
trellado que estoy viendo formais vosotros, ;, es por ventura mi
fin ? Y una palabra que parecia ser el eco repetido por todos los
cielos del firmamento en medio de tan inefables armonías, lle
gaba hasta los oidos de Agustino diciendo : Qucere super nos,
pregunta, busca mas arriba de nosotros.
Y Agustin subiendo, subiendo siempre, llega al cielo de los
ángeles : en medio de las cohortes de los serafines repite su misma
oOO HOMBRE. HUMANIDAD.
pregunta: Espíritus celestiales, ¿sois vosotros mi fin? Y pare
cia que mirándolo todos en medio de sus ángelicos comentos le
decian á su vez : Qucere super nos : busca mas arriba, pregunta
mas allá de nosotros.
Y Agustin, subiendo, subiendo, y subiendo siempre, llega
hasta la presencia del eterno trono de la justicia y de la verdad.
Y allí postrado ante el acatamiento del Espíritu divino : Dulcí
simo y sabrosísimo Señor, dice Agustino, yo reconozco que vos
solo sois mi fin supremo; vos sois quien me habeis hecho. Yo
os lo prometo, Señor ; mi vida os está enteramente consagrada ;
yo os doy mi inteligencia, y yo os rindo mi corazon, yo os cedo
toda mi voluntad, todas mis potencias. Vos me lo habeis dado
todo, todo ; y yo os lo vuelvo todo, todo. Solamente os pido, Se
ñor, vuestro amor , vuestra gracia : todo os pertenece sin re
serva, sin restriccion, sin mengua ni division alguna.
Pues bien, amados hermanos mios, tal es la conclusion que
vosotros habeis de sacar en este momento : ved lo que el Señor
exige de vosotros : id hasta el término, sed lógicos como san
Agustin, y podreis experimentar la felicidad que sintió él mismo.
¡Cómo! ¿No sabríáis pues entender el preci> de vuestras al
mas? ¡ Cómo ! ¿Es que no sabeis lo que valeis? ¿No conoceis
el precio subido con que habeis sido comprados? O anima tanti
vales ! ¡ Alma del hombre, mira y ve cuánto cuestas !
¿ Es menester por ventura, amados hermanos mios, haceros
venir al misterio cristiano? He hablado yo el lenguaje de la ra
zon ; tened á bien que por momentos cortos emplee tambien el de
la fe.
¿No veis pues en ese establo, en ese pesebre, sobre esa paja
á ese niño recien nacido que vierte lágrimas? ¿No lo ois llorar?
¿ Porqué se halla en tal estado de miseria y desnudez ? Pregun
tádselo á los ángeles de Dios que baten sus alas sobre el di
vino albergue, y os dirán: Propter nos homines, et propter nos-
tram salutem: es por vosotros, hombres desgraciados y míseros
mortales; es por traeros la salvacion. Por eso ha dejado sus
eternales mansiones, ha descendido á la tierra, y va á morar en
tre vosotros algunos años.
Mirad á Jesus á la edad de diez y ocho ó veinte años, atrave
sando las calles de Nazaret, con una viga ó madero sobre sus
hombros, trabajando en la madera como un peon de artesano,
y tender la mano por la noche para recibir el salario de su jor
nada. ¡Ah, qué hace! ¡Porqué tanta humillacion! Pregun
ULTIMO FIN DEL HOMBRE. 501
tádselo al ángel que lo sabe muy bien, y os dirá : Propter nos
homines, et propter nostram salutem : por vosotros, míseros mor
tales, hombres desventurados ; para traeros la salvacion de
vuestras almas, y el remedio á tamaño mal como os aqueja ha
descendido ála tierra.
Adelantaos mas en esa vida divina : llegad al Calvario : mi
rad á esa víctima pendiente de tres atroces clavos, suspendida
entre la tierra y el cielo : acercad vuestra mano al árbol sacro
santo de la cruz, no temais teñiros de sangre : recibid en vues
tras palmas algunas de esas gotas de la sangre que mana á bor
botones, y despues mirad vuestras palmas teñidas de ese pre
cioso licor; en vuestras manos teneis el precio de vuestra alma.
O anima tanti vales ! Preguntad á los ángeles que lloran al pié
de la cruz, y os dirán : Propter vos homines et propter vestram
salutem. ¡ Por vosotros, míseros mortales, hombres desventura
dos, por vuestra salvacion se derrama tanta sangre y se padece
tanto !
¡Cómo! Dios trabajará, Dios justipreciará vuestra alma con
divina moneda, ¿y vosotros solos, vosotros los menospreciareis,
vosotros solos rehusareis el trabajo? Es demasiado... hermanos
mios ; con el hábito que nos da de la vida el Señor, y en particu
lar con el hábito y trato de los hombres á quienes está consa
grado nuestro ministerio, nos atrevemos á apelar de vosotros á
vosotros mismos ; de vosotros mal informados, á vosotros mejor
informados un dia.
Un dia, el último para vosotros, si estuviésemos allí nosotros
cerca de vuestro lecho de muerte, y os preguntásemos si estas
nuestras conclusiones son rigorosas, si perteneceis a Dios solo,
si debeis servir á solo Dios ; ¿ qué responderíáis entonces, allí, á
la faz de la muerte, en el umbral de la eternidad, ante los estra
dos ya enderezados del tribunal donde ha de ventilarse la su
prema sentencia para vosotros? En aquel momento en que la
razon se verá alumbrada con antorchas sepulcrales, en aquel
momento en que vuestro cuerpo estará á punto de exhalar el
último suspiro, y váis á entregar el alma á su Criador, en que
váis á parar irremisiblemente en vuestro último fin, entonces
¿cuál será vuestra conclusion?...
Amados hermanos mios, ya habeis visto á dónde llegamos,
sin embargo, con la sola razon. ¡Oh! Los hombres que abju
ran de nuestros misterios, los hombres que se separan de noso
tros y de nuestras prácticas á fin de quedarse mas tranquilos y
502 HOMBRE. HUMANIDAD. — ULTIMO FIN DEL HOMBRE.
sosegados, ¡ cüán inconsecuentes son consigo mismos ! ¡ Cuánto
les condena su misma razon consultada ! ¡ Cómo les condena
esta sobre todos los hechos de la moral, y en particular por la
ausencia de la oracion !
Porque la oracion procede inmediatamente de nuestros de
beres de criatura, de nuestras obligaciones para con Dios. Pues
que tenemos que servir á Dios, Dios tiene que recibir de parte
nuestra un culto de adoracion, y la adoracion ruega, asícomo
el ruego y la oracion adoran. Es un culto de homenaje, de obe
diencia perpetua. Por esta razon, yo no puedo concebir que el
joven que se ha separado de la religion práctica, pueda eximirse
de modo alguno de los remordimientos de su conciencia, aun
cuando se atenga á las solas conclusiones de la razon.
Amados hermanos mios, yo agradezco infinito á Dios nuestro
Señor que hayais venido á oir nuestras palabras : cierto es que
yo me prometia ya vuestra presencia, porque os tengo conoci
dos. Haced cumplido, yo os lo ruego, haced cumplido nuestro
gozo, diciendo á Jesus que va á parecer en ese altar sacrosanto
para bendeciros en la divina Eucaristia, decidle : « Señor, yo soy
enteramente vuestro. » Y el Señor no se dejará vencer en gene
rosidad, estad ciertos. « Vosotros soy mios, » os dice. Pues
bien, hagamos un trueque , vosotros sois mios con vuestras mi
serias, y yo sere vuestro con mi .gloria. Amen.
EL HOMBRE REGENERADO.

por el Señor coobálot,


MISIONERO APOSTÓLICO.

Endite» spiriiwn iuum et creaBuntur :


et renovable faciem terra.
(PSALM. CIII.)
Enviadnos vuestro espíritu, y se bará una
creacion en que renovareis la faz de la
tierra.

Eslas palabras, amados hermanos míos, no solamente son una


oracion, sino un oráculo ademas y la expresion de un dogma
profundo : es una exclamacion que no era dado al hombre hacer
desde que sobre él pesaba un antiguo anatema , porque lo se
paraba de su Criador un crímen, y el infierno era su legítima.
Aherrojado en sus pensamientos sombríos y fatídicos, no encon
traba do quiera que miseria y corrupcion : destruido yacia el bien
en el mundo, y solo germinaba el mal. Menester era que la sen
tencia del hombre que abrumaba al género humano, fuese borrada
en la cruz con sangre de la gran Víctima. Pero Jesucristo nues
tro Señor no se limita á destruir la muerte á que, hijos de Adan,
estábamos inevitablemente condenados : Mortem nostram mo
viendo dcstruxit; sino que resucita la vida muerta, y la lleva en
triunfo al trono de la reconquistada divinidad. Vitam resuryendo
reparavit : y cuando tiene en su mano el cetro de su poderío,
envia á la tierra su Espíritu. Emitles spiritum luumet creabún-
tur : et renovabis faciem terrce.
No es esta una expresion vana ; ese oráculo se cumple real y
HOMBRE. HUMANIDAD.
efectivamente en el género humano, porque derramándose sobre
la Iglesia el espíritu de Dios, se descubre una nueva creacion :
esta comienza en el cenáculo : transformados los apóstoles en
hombres nuevos, van á cambiar la faz de la tierra y regenerar
la; esta regeneracion ha llegado hasta nosotros. Es mi intento,
señores, meditar hoy con vosotros este misterio que da cima á
todos los misterios.
Por lo que á mí toca, amados hermanos mios, cada vez que
medito estas verdades, siento palpitar mi corazon considerando
las inefables riquezas de que colma Cristo al hombre por el Es
píritu Santo, y no encuentro asunto mas capaz de arrancar vues-
" tros corazones de las ilusiones del placer. ¡ Cuán dichoso fuera
yo si me fuera dado haceros comprender la grandeza de vuestra
regeneracion en Jesucristo nuestro Señor. Entonces no serian
sin duda alguna estériles mis palabras.
Santísima Virgen, vos sois quien me habeis sostenido hasta
ahora en esta penosa mision que tantos años ha ejerzo, y que
sobrepuja de mucho las fuerzas del hombre; acabad esta obra,
y dejad caer á mi corazon y sobre los de mis oyentes un solo rayo
de aquellas ardientes llamas que vinieron á descansar sobre los
apóstoles de vuestro divino Hijo el dia en que sobre ellos descen
dió el Espíritu Santo. Ave, Marta.

PUNTO PRIMERO.

Nada hay que igualar pueda la sublimidad de los pensamientos


del grande Apóstol cuando sondea las profundidades del misterio
de nuestra regeneracion. Fuéle dado á él, el mínimo de todos
los santos, anunciar á las naciones las riquezas de Jesucristo
nuestro bien : Mihi omnium sanctorum mínimo data est gratia
hac, in gentibus evangelizare dividas Christi. Arrebatado al
tercer cielo, yaciendo con el cuerpo en los calabozos de Roma,
está como fuera de sí, se siente impelido á hacer conocer los se
cretos de la gloria cuya vista habia inundado su corazon de un
gozo divino, y habia aligerado el peso de sus cadenas. «Rendito
sea Dios, exclamaba, bendito sea ese Dios de las consolaciones
que se ha dignado visitarnos en nuestros trabajos. » Benedictus
Deus et pater.
.¡Oh, amados hermanos mios! ¡quién pudiera contemplar esta
sublime teología del Apóstol! ¡Quién pudiera abarcar con sola
una mirada la grandeza del cristiano, comprender su alta eleva
EL HOMBRE REGENERADO.
cion ! Sale Dios de su reposo, ó mejor de las profundidades de su
eternidad, manda, habla, y el mundo sale formado de la nada :
Dixitet factasunt... Crea desde luego las inteligencias; hace en
seguida al hombre á su imágen para ser el rey de la creacion.
Pero este ser privilegiado se rebela ; cae el hombre, y en el mo
mento mismo se rompe el lazo que tenia unidos al cielo y á la
tierra. Interpónese un océano de tinieblas entre el hombre y su
Criador, y la esperanza de aquel va á retirarse á lo mas recón
dito de su corazon : ya no ve medio de arribar á las orillas eter
nas, porque pesa sobre él un terrible anatema.
Pero ¡ oh prodigio de misericordias ! El Verbo eterno, movido
de compasion en vista de las ruinas del hombre, de sus profun
das miserias, de su ignominia, se ofrece á venir á esta prision
estrecha del' tiempo para padecer por el culpable y restablecerle
en los derechos que habia perdido. Habia cáido el hombre por
orgullo, y viene á levantarlo por la humildad. Baja desde la glo
ria al polvo de la mortaja en donde yacia el hombre. despues de su
corrupcion. Tómalo con los dos brazos de su amor y lo lleva al
trono de su gloria. Et cum essemusmortui, convivificavit nos in
Chrisio Jesu : « En tiempo que estábamos muertos, nos volvió la
vida por Jesucristo nuestro Señor. »
Enemigo soberbio del hombre, baja tu cabeza : ébrio de or
gullo habias dicho á los hombres : «Sereis como dioses : » Eri-
tis sicut dii. Es la primera y última vez que dices la verdad. Sí;
dioses serán los hombres á pesar tuyo, porque de la raza humana
hará Dios salir dioses para confundirte, y esa palabra pronuncia
da por sí para ruina suya, será un dia el mas hermoso atributo de
su gloria porque el Verbo de Dios levantará al hombre de su es
tado de abyeccion, le hará reinar en la gloria sobre su mismo
trono : Conressuscitavit, et consedere fecit; cumpliéndose así á
la letra esa tu palabra : Eritis sicut dii: «Sereis como dioses.»
Tal ha sido en efecto, católicos, el fin dela redencion.
Mas ¿ cómo se ha obrado ese prodigio ? Estadme atentos : san
Pablo va á penetrar los abismos del misterio de la regeneracion,
y desenvolver á nuestra vista las riquezas del cristianismo. Cuan
do fue llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió á su Hijo
al mundo para rescatarnos y elevarnos á la dignidad de hijos
suyos : Ubi venit plenitudo temporum. Nace nuestro Señor Jesu
cristo; hácese hijo de Adan para volvernos á nosotros hijos del
Altísimo. Ved cuán realizada se ve, aunque en sentido opuesto al
de Satanás, aquella su involuntaria profecía : « Sereis hijos de
50 Ü HOMBRE. HUMANIDAD.
Dios : » Érílis sicui dii. Porque Cristo nuestro Senor, Hijo de
Dios por naturaleza,, haciéndose hijo de Adan por misericordia,
hace de esta gran familia de Adan otros tantos hijos adoptivos
de Dios : Utadoptionem fdii reciperemus.
Cuando nació en Belehen el Verbo encarnado, paréceme estar
vierido al viejo Patriarca de la humanidad tendido en su tumba.
Pudo muy bien entonces sacudir el polvo de su mortaja, levan
tar su cabeza y contemplar en una lejanía de cuarenta siglos al
nuevo Adan que acababa de nacer en una pequeña ciudad de
David : pudo desde entonces regocijarse, consolarse de su las
timera cáida, al considerar Jesucristo como su propio hijo, y dor
mirse de nuevo Hasta el dia de la resurreccion divina.
Amados hermanos mios, no descubrimos hasta ahora sino un
solo hijo de Adan que sea deificado : Jesucristo nuestro Señor.
¿ Y cómo nosotros que somos hermanos suyos (porque no se ha
detenido en el mundo angélico, sino que ha bajado desde las
celestiales alturas para divinizar al hombre), cómo, repito, se
remos criados nosotros de nuevo, cómo seremos deificados, có
mo se cumplirá aquella palabra : Eritis sicut dii : « Sereis
como dioses? » San Pablo va á enseñárnoslo.
Creati sumus in Christo, in operibus bonis ; creacion qüe se
obra por la destruccion del sensualismo, del orgullo, de la codi
cia : El expolians principatus, etpotestaies, traduxit confidenter,
palam triumphans Utos in semetipso ; y por el don de la gracia
Cristo nuestro Señor se ha anonadado en la cruz para destruir el
pecado, y resucita para divinizarnos. ¿No es esta la nueva vida
de que hablaba Jesucristo á uno de los gefes de la sinagoga :
Oportet nasci denuo ? Hablaba el Salvador divino de nuestra re
generacion espiritual por el bautismo, porque nosotros nacemos
realmente en Jesucristo segun la promesa que le hizo á Nicode-
mus. « Vosotros, dice el Apóstol, que habeis sido bautizados,
habeis sido revestidos de nuestro Señor Jesucristo. Omnes qui
baptizali estis, Christum induistis.
Y no se crea que sea una metáfora ambiciosa en boca del Após
tol : todos vosotros estais revestidos de nuestro Señor Jesucristo;
porque notadlo bien, hermanos mios, el vestido se identifica con
nosotros. La comparacion, lejos de ser excesiva, no es aun
bastante fuerte : Jesucristo viene á ser el vestido sustancial de
nuestro ser ; no hace sino una personalidad con nosotros : Chris-
tiim induistis ; nosotros recibimos el principio de su sustancia :
ínitium substantive ejus. Ved pues cómo venimos á ser hijos de
EL HOMBRE REGENERADO. O 07
Dios, no ciertamente por la carne, sino por la virtud de Dios :Dedii
eis potestatem filios Dei fieri. Nosotros nacemos de Dios : Dios
mismo habita en nosotros, porque el Verbo se ha hecho carne :
Verbum caro factum est, et habitavit innobis. Penetramos ahora
toda la profundidad de aquella oracion del obispo en la misa :
¡ Oh Dios ! hacednos la gracia de participar á la divinidad de
vuestro Hijo que se ha dignado revestirse de nuestra humanidad.
Y el sacerdote se expresa en el mismo sentido, aunque no con
las mismas palabras :... Ejus divinitatis esse consortes, quihu-
manitatis nostrce fieri dignatus est par ticeps, Jesus Cnristus...
Haced, Señor, que seamos participantes de la divinidad de nues
tro Señor Jesucristo, que se dignó hacerse partícipe de nuestra
humanidad...
Somos pues, católicos, participantes de la divinidad de Jesu
cristo ; estamos engendrados en él, y somos segun la expresion
de san Pablo, miembros de su cuerpo, carne de su carne, hue
sos de sus huesos : Membra sumus corporis ejus, de carne ejus,
de ossibus ejus. Yo comprendo muy bien segun esto cuánto hay
de verdadero, profundo, divino, en esta antifrasis sublime del
mismo Apóstol : « Yo vivo ; no, ya no soy yo, sino Jesucristo
que vive en mí : » Vivo ego, jam non ego, vivit vero in me
Christus.
Me preguntareis tal vez si la union divina que contraemos es
algo mas que una unión moral ; si llega á ser tan estrecha como
la de un hijo á su padre, como laque media en la familia misma
entre los miembros que la componen. Amados hermanos mios,
no habríáis penetrado toda la profundidad del misterio si os de
tuviéreis en esta similitud. Oid á san Pablo : él va i daros una
idea de este union.
Primus homo de terra, terrenus : « El hombre primero salido
de tierra, no era sino tierra. » Hijos desventurados de ira, ved la
vida que hemos recibido de Adan : esclavos de nuestras pasio
nes, arrastramos con pena los grillos de la vida animal que nos
habia comunicado : Qualis terrenus, tales et terreni; semejantes
é identificados á nuestro padre, no éramos sino tierra. Pero vino
el segundo Adan del cielo ; era celestial : Secundus homo de ccelo,
ccelestis. Vino del cielo para regenerarnos, y él nos comunica
una vida divina : Qualis ccelestis, tales et ccelestes. Ahora bien ;
así como en virtud de una grosera filiacion terrestre, la natura
leza de Adan llega hasta nosotros, del mismo modo en virtud de
una espiritual filiacion divina, cual existe entre Jesucristo y no
508 HOMBRE. HUMANIDAD.
sotros, recibimos una vida celestial/semejante á la suya. Qualis
terrenus, tales et terreni ; qualis ccelestis, tales et ccelestes.
Mas hay todavía : respecto de lo terrestre, no puede decirse que
la sustancia de Adan nos esté incorporada. No puede decirse : Yo
vivo, pero no soy yo quien vive ya en mí, sino Adan es quien
vive en mí : en lugar que podamos decir con gran propiedad,
en virtud de la union que existe entre Jesucristo y el alma fiel,
union que le está anunciada por los sacramentos, union tan ín
tima que no se puede imaginar otra mas profunda, otra mas es
trecha, excepto la hipostática ; se puede, repito, decir, en virtud
de esta union : Vivo ego,jam non ego... « Vivo yo, mas ya do
soy yo quien vive en mí, sino Cristo. .. »
Y para que no quede duda acerca de esta union inefable, ved
lo que añade el grande Apóstol : In Christo radicali : « Nosotros
estamos ingertados en Cristo Señor nuestro. » Todos vosotros
conoceis la operacion por la que se cria ó regenera un arbolito
bravio para ingertar, operacion por medio de la cual una mano
diestra le inocula un principio de vida, una sávia superior, corta
su nativa infecundidad, y leda la fuerza de producir buenos frutos,
que corresponden á las esperanzas del cultivador. Pues bien,
ahí teneis un simil del misterio de nuestra regeneracion : In
Christo radicati... ¿ Qué otra cosa somos nosotros en Adan sino
miserables arbustillos, silvestres morales, estériles, infructuosos,
que no podemos llevar sino frutos de muerte, é incapaces de re
engendrarnos por causa de nuestra nativa infecundidad ? La Igle
sia nos ingerta, y nos inocula una vida divina : Initium substan
tive ejus; qui in Christo baptizati estis, Christum induistis.
A mas de esto, notad todo lo que, tomado de un ingerto, se
cumple al pié de la letra respecto del fiel por medio de los sacra
mentos. Es menester para un ingerto, desde luego un arbolista
que lo cuide, un tutor; es menester un alimento proporcionado
á su nuevo estado, y si la sávia produce tallos parásitos que lo
extenúen ó agoten, se cortan, se separan. Ved cabalmente lo
que hace la Iglesia en nosotros por medio de los sacramentos.
Con el bautismo somos ingertados en Jesucristo que viene á de
positar en nosotros un gérmen divino ; tócanos, y deja impresa
en nuestra alma un huella divina, eterna, que llevaremos en
nosotros mismos por siempre jamás ó en las celestes moradas, ó
en los abrasadores calabozos de la Justicia.
Esnos menester un tutor : este tutor es el mismo espíritu de
Dios que nos fija, que nos confirma en su servicio ; nos es nece
EL HOMBRE REGENERADO. 509
sario ademas un alimento, y lo tenemos en la Eucaristía. Es me
nester que este alimento sea digno de Dios, de un hijo de Dios,
de un hermano de Dios, y Jesucristo se da á sí mismo en manjar
á nosotros. Hijos de la tierra, escuchad estas palabras : a El que
come mi carne y bebe mi sangre, mora en mí, y yo moro en él.»
Ved cómo se verifica esta sublime transformacion. Jesucristo nos
echa, nos regala su divinidad, y se opera una conmutacion di
vina entre la vida de Dios y la vida del fiel : Inme mat^et, et ego
in eo. i Cómo, Señor ! ¡ Vos me traeis un Dios, y yo no tengo para
ofreceros sino miserias de la humanidad ! ¡Oh! y cuánto gano,
cuánto grangeo en este trueque de amor !
Ved, amados hermanos mios, de qué modo somos deificados
por la Eucaristía. Mas esta mística y sublimísima operacion se
realiza y lleva á cabo bajo la accion del espíritu regenerador : es
una creacion maravillosa que permanece en los misterios de la
fe ; pasarán los cielos y la tierra, y estas verdades permanecerán
eternamente : es preciso creerlas.
Pero ¡ oh desgracia ! ¡Extraña desventura del hombre cáido!
Él puede perder todas las preciosas ventajas de esta deificacion;
puede hacer morir en él esta sávia vivificadora, divina, que le
hacia llevar deliciosos frutos. ¿Y cómo podrá extinguirse en no
sotros esta vida? Por el pecado, amados hermanos mios, por el
pecado del cual se vuelve esclavo el hombre. Semejante al ar
busto reengendrado cuya seva superior se encuentra absorbida
por los tallos ó ramos parásitos, la vida nueva que ha recibido el
hombre por los sacramentos, se encuentra sofocada por la triple
concupiscencia del orgullo, de la voluptuosidad y el egoismo.
Es menester recurrir entonces, cual acontece con el ingerto, á
la poda espiritual, á la confesion y penitencia sacramental, ope
racion que monda y corta todo cuanto ahogar pudiera en noso
tros la sávia divina.
Pero despues de la muerte, en el juicio universal, será cuando
se nos revele esta transformacion sin velos, sin sombras, y en
tonces será tambien cuando gozaremos de la plenitud de la vida
celestial. Traspasemos con el espíritu, traspasemos esos estrechos
límites del tiempo y del espacio ; transportémonos á ese último,
del cual tal vez nos separen ya pocos siglos. Si nos esforzamos
en ser santos, si llegamos á serlo por gracia divina, nosotros nos
llevaremos en la tumba, con nosotros, el principio y el gérmen
de nuestra resurreccion : Jesucristo, nuestro padre, nuestro
hermano, nuestra gloria, dormirá con nosotros en la ignominia
o\ O HOMBRE. HUMANIDAD.
del sepulcro ; descenderemos á la tumba sin fuerzas, pero nos
volveremos á levantar con majestad. Seminatur in infirmitate,
surget in virtute.
Envuélvesenos en la mortaja, en el féretro, con un cuerpo de
carne ; pero nos volveremos á levantar como Jesucristo con un
cuerpo espiritual : Seminatur corpus animale : surget corpus
spirituale. Todo se acabará entonces : seremos nosotros res-
plandeéientes como la luz misma, y quedarán marcadas nuestras
frentes con el sello de la gloria y de la inmortalidad. Qui refor
maba corpus humilitatis nortras, configuratum corpori claritatis
suce. Aquí abnjo quedamos siempre sellados con el lema de la
muerte ; pero entonces, allá arriba, semejantes seremos á nues
tro Señor Jesucristo resucitado : Similes ei erimus ; y á esto cua
dra perfectamente la sublime expresion : Christianus, alter
Christus ; de uno de los mas ilustres Padres de la Iglesia.
Yo me estoy figurando á este auditorio yaciendo en el féretro
con el principio de la regeneracion, porque supongo no haya
uno solo en él que falte á sus gloriosos destinos; en el mo
mento en que la trompeta tocará, en que será su espantoso y
majestuoso sonido el despertador de las generaciones, me repre
sento á todos vosotros sacudiendo los andrajos del viejo Adan. Os
abalanzais rápidamente como el rayo á ir en pos del acompaña
miento de Cristo, siguiéndole hasta por las alturas del empíreo,
á la cima de la gloria. Christus ascendens in altum, captivam
duxit captivitatem. Seremos conducidos como cautivos de Jesu
cristo, emancipados para su gloria. Nos elevaremos mas allá de
todos los serafines, porque estos no son sino ministros de Jesu
cristo, y nosotros somos sus hermanos, los hermanos del Rey de
la eternidad. Por lo que á mí toca, me regocijo de no ser un án
gel entonces, para conseguir ser regenerado con esta sublime re
generacion.
¡ Oh qué gozo, qué transportes entonces al oir los arrebatado
res conciertos de la ciudad eterna, y poder repetir el cántico de
la inmortalidad : Vivo, jam non ego , vivit vero in me Christus.
En tan feliz instante se cumplirá de lleno aquella sublime palabra
de Cristo Señor nuestro : Ego sum vitis, vospalmites : « Yo soy
la vid ; vosotros mis sarmientos. » Y como los ramos son de la
misma naturaleza que el pié de que proceden, juzgad cuán di
choso cambio experimentaremos. Retoños gloriosos de un tronco
divino é inmortal que sale de las profundidades de la augusta
Trinidad, nuestra sávia viene tambien de la Trinidad, pasa por
EL HOMBRE REGENERADO. 5,11
Jesucristo para llegar hasta las ramas y forma, que se dilatará
en Jesucristo para cobijar á la eternidad en su sombra. Ved de
qué modo se cumple ese misterio de nuestra regeneracion, y se
realiza aquella promesa de la antigua serpiente : Eritis sicut
dii: « Sereis como dioses. »
Lecciones que se sacan de la deificacion cristiana.

PUNTO SEGUNDO.

Cuando se meditan, amados hermanos mios, las epístolas del


Apóstol, sorprende y admira el verlas llenas de un pensamiento
único que absorbe toda el alma del Doctor de las Gentes. Así es
que sea cuando escribe á los fieles de Tesalónica, de Roma ó de
Corinto, siempre lo hace para explicarles las riquezas de nuestra
regeneracion : de tal manera que de las entrañas mismas de esta
hace salir todas sus doctrinas y lecciones, todos los motivos mas
fuertes y mas determinativos del amor de Dios y del prójimo :
porque en la meditacion de nuestra dignidad encontraba el prin
cipio y móvil que nos anima en los penosos combates por la virtud .
Desde luego siento esta verdad muy fecunda en consecuencias :
la memoria frecuente de nuestra dignidad es motivo mas pode
roso y determinativo para el amor de Dios.
Tened presente lo que ha hecho por nosotros Jesucristo : que
nada hay mas profundo que nuestra miseria : representaos á
Cristo nuestro Bien, como queriendo acortarlas distancias infi
nitas que separan al hombre de Dios, sale de las profundidades
de su eternidad para venir á tomar al hombre, y colocarlo en
su trono : lo aleja empero de nosotros un espacio infinito; y
¿ qué hace ? Levántase como un celestial gigante para vencer
las distancias y traspasar el espacio. Exultavit ut giyas ad cur-
rendam mam. Uno lo infinito á lo finito, Dios alhombre proleta
rio de la nacion, para abatir á los orgullosos y levantar á los
humildes. Deposuit potentes de sede, el exaltavit humiles.
Parte del seno mismo de Dios, atraviesa el mundo de los án
geles, desciende á las entrañas de una virgen y de allí al establo
de Belen. Miradlo en el pesebre envuelto en pañales pobres; y
allí encontrareis al Hijo de Dios vivo, lnvenietis infantem pan-
nis involutum, et positum in prcesepio. P >ro aun no está satis
fecho su amor. Desde el pesebre va á la cima del Gólgota al
través de un camino lleno de humillaciones, oprobios y penurias.
Pero ni aun esto basta, y el amores ingenioso en recursos. De
51 2 HOMBRE. HUMANIDAD.
la cruz baja á nuestros tabernáculos, en donde yacerá encer
rado, encadenado con grillos de amor, porque sus delicias son
estar con los hijos de los hombres.
No basta aun esto, y le es necesario ir mas adelante en la
carrera del amor. Él mismo viene, él mismo al corazon del hom
bre culpable para hacerle participante de su gloria y de su divi
nidad : tómalo con ambos brazos de su amor para llevarlo á su
trono : ¡ no os hace ya ángel, sino Dios!... Y vosotros que sabéis,
que conoceis, que considerais esto, ¿no sentiríáis abrasarse
vuestro corazon á impulsos del fuego de la caridad? Charitas
Dei urrjel nos. Esta caridad de nuestro Dios nos empeña con
urgencia desde el seno de María, desde las alturas del Calvario,
desde los esplendores de su gloria : él se ha abajado hasta mas
abajo que el hombre, pues que se lo pone sobre sus hombros,
para llevárselos en hombros á la eternidad.
¡Hombres ingratos! Si os acordáseis lo que sois por el santo
bautismo; si pensáráis que sois uno con Jesucristo... ¡Ah! en
cuanto á mí puedo deciros que este pensamiento me enardece,
y que cuanto mas ahondo en esta doctrina de san Pablo, tanto
me estimo mas dichoso de no ser serafin. ¡ Oh hombres, y cuán
desventurados sois! Vuestros ojos enturbiados por los vapores
delas pasiones no os permiten descubrir estos misterios de amor,
esta sublime regeneracion que lleva en triunfo hasta la cumbre
de la eternidad. Ya estais viendo, hermanos mios, que no hay
motivo mas poderoso, y mas urgente, y mas determinante para
ir á sumirnos en el amor de Dios.
Examinemos ahora los motivos poderosos que en ese principio
encontramos para amar al prójimo.
Preguntado Cristo nuestro Bien por un doctor de la Ley, cuál
era el primero, mas elevado y mas fundamental mandamiento
del Señor, respondió : « Amarás al Señor tu Dios, y al prójimo
como á tí mismo : en estos dos mandamientos estriban la Ley y los
Profetas : » Diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo, et
proximum tuumsicut teipsum : In his duobus mandatis universa
lex pendet et prophetce. Ved, católicos, el fundamento y princi
pio de toda legislacion.
Y en efecto, el amor de Dios y del prójimo compendian la ley
de nuestro Señor Jesucristo. ¿ Qué hemos venido por la regene
racion? Los miembros de una misma cabeza ; y por consiguiente
estamos identificados con Jesucristo. Ahora bien; así como la
union es necesaria, indispensable en el sentido mas absoluto
EL HOMBRE RECENERADO. 513
entre todos los miembros de un mismo cuerpo, del mismo modo
la caridad es la ley radical que ha de unir á los fieles, miembros
místicos del cuerpo de Cristo, entre sí. ¿Quereis una prueba
palpable de esta asercion ? Considerad el vínculo que une á sus
hijos, ese vínculo maravilloso que es la sagrada Eucaristía. Su
pongamos que mañana, los setecientos ú ochocientos millones
de hombres que habitan en nuestro globo fuesen católicos : ad
mitamos ese prodigio de que todos los hijos de la gran familia hu
mana vengan á colocarse al rededor de la sagrada Mesa de Je
sucristo ; supongamos que esta sagrada Mesa Eucarística abraza
la tierra como el Ecuador, y que en torno de ese banquete hu
manitario vengan á situarse todos los pueblos del mundo cono
cido, y que todos los obispos, todos los sacerdotes, y hasta el
soberano pontífice, les distribuyen al mismo Dios : ¿ no es ver
dad que tal es el símbolo mas imponente de la caridad cristiana ?
En este sagrado , en este inmenso banquete el salvaje á par
con el hombre civilizado, el esclavo como el monarca, pueden
decir : « Yo vivo, mas ya no soy yo quien vive en mí, sino Je
sucristo es quien en mí vive : » Vivo ego, jam non ego, vivit
vero in me Christus : todos püeden decir : yo soy un solo cuerpo
con Jesucristo ; porque todos reciben al mismo Dios, se alimen
tan del mismo Dios : Manducat Dominum pauper, servus et hu-
milis.
¡ Oh vosotros los que soñais una fraternidad universal, voso
tros los que ansiais porque los hombres estén asociados por un
sistema humanitario, sabed que Jesucristo ha realizado por la Eu
caristía esa asociacion, esa república que hace, no soberanos,
no tiranos, sino dioses. Eritis sicut díYjParticipad de este ali
mento divino, y sereis deificados, y hareis parte de esa asocia
cion católica que abraza al género humano todo, y que engendra
esta fraternidad universal.
¿Deseais conocer cuáles sean las condiciones de esta congre
gacion divina, de esta mística sociedad? Tiene por fundador á
un hombre, porque habia de asociar hombres; pero como tenia
que ser infalible, era menester no un ángel, no un serafin, sino
un Dios : ha sido pues menester un hombre-Dios. Es necesario á
esta sociedad un rey, no un tirano que hiciese esclavos á los hom
bres ; un rey que se sacrifique por estos : pues bien, Jesucristo lo
ha hecho, no desea en su reino sino hombres libres. Los demas
reyes tienen una corona de hierro, y gobiernan con el poder de
las bayonetas ; mas Jesucristo muere en la cruz. Los reyes de la
, S. M. I. 33
51 4 HjOMBRE . — HUMANIDAD .
tierra recargan de impuestos á sus pueblos ; el solo impuesto que
Jesucristo» colara de su pueblo son unos cuantos granos de trigo,
y algunos racimos de uva para perpetuar su sacrificio.
¿Sabeis lo que es ademas indispensable en una república?
Una pandera que reuna á todos los miembros de su milicia. Pues
bien, nuestro estandarte es la cruz que tremola sobre la humani
dad i en los otros estandartes yo diviso manchas de sangre... Yo
la^ veo tambien en el mio, pero son de la sangre de mi Dios. Es
menester alimento para una familia tan numerosa, y Cristo lo da
pon su misma sustancia. Menester son á un gran pueblo leyes,
un código civil, una constitucion fundamental. Nuestra constitu
cion fundamental, nuestro código, nuestras leyes, son el Evan
gelio de Jesucristo nuestro Señor, comentado, interpretado por
s_u Iglesia, quien no ha hecho á nadie jamás esclavo, siervo. Y
así, el que trabaja por extender las conquistas de Jesucristo es
un misionero de la civilizacion.
Pero vosotros, los que blasfemais del cristianismo ; vosotros,
los que juntais todos v uestros esfuerzos para detener el progreso
de la regeneracion cristiana, vosotros sois misioneros de la bar
barie. Marchemos todos bajo la misma bandera, y ya no habrá
barreras de pueblo á pueblo, ya no habrá nacionalidad, ciudad,
nj familia, porque la ciudad, la familia, la patria del cristiano,
es el universo entero. Mas no todos comprenden el lenguaje de
la Iglesia, á pesar de hablar en todas las lenguas. Ya no se es
pucha sino el lenguaje del egoismo.
Queda pues demostrado que en el sentimiento divino, cris
tiano, hay un principio, un motivo muy poderoso para el amor
del prójimo.
Señoras cristianas, á vuestro corazon ha ido á buscar un re
fugio la caridad : vosotras habeis comprendido maravillosamente
ese sagrado idioma : no habeis echado en olvido el camino que
conduce á la casa del pobr,e, y cuando habeis ido á visitar al in
válido anciano en su boardilla, y que lo habeis mullido blanda
mente en su lecho de dolor, ¿ sabeis lo que habeis hecho ? Habeis
visitado al mismo Jesucristo, pues que él mismo se representaba
á vosotras en la humanidad paciente : Q%pmdiu fecistü uni ex
his fratribus mieis minimis, mihi fecistis. Cuanto se hace por
los miembros, se hace por la cabeza.
Ese muchacho, ese niño abandonado que habeis recogido,
para quien habeis servido de madre, es nuestro Señor Jesucristo
que se os ha querido representar ¡ep esta forma enterneciente.
EL HOMBRE REGENERADO. 515
Ved la levadura de la sociedad católica : Jesucristo está en
el fondo de todas las Hagas, de todas las heridas. Cuando volais
á la cama de ios enfermos, no solo es á un hermano, sino á un
Dios á quien váis á servir. Mihi fecistis. Hermanas de la ca
ridad, hijas de Vicente de Paul, cuando curais las cicatrices del
desgraciado, cuando estais curando esa llaga asquerosa, estais
viendo en el fondo á Jesucristo que se esconde para ayudaros á
vencer las repugnancias de la naturaleza delicada. No me ha
bleis pues de beneficencia, de filantropía, ambas herejías de la
caridad. Con esas palabras glaciales no se muere por el pobre,
no se besan sus llagas con amor de sacrificio : se contenta á lo
mas el filántropo con echar algunas piezas de moneda por lo alto
de la cerca de su parque, y vedlo todo... Ved pues lo que haria
el cristianismo en la tierra. Traed pues la caridad á vuestros co
razones, y quedarán aliviadas todas las miserias : mas con la
filantropía sin la fe se destierra del mundo al cristianismo.
El sentimiento de nuestra dignidad es ademas un motivo muy
capaz para determinarnos á los actos heróicos de la virtud.
Tres llagas crueles pudren el corazon del hombre : tenemos
que combatir de continuo una triple concupiscencia que se opone
abiertamente contra nuestra regeneracion espiritual ; el or
gullo, la codicia, el sensualismo. Estos tres vicios nos apegan
& la tierra, nos encharcan en su cieno : esnos preciso, esnos
urgente salir de ese atolladero. Ahora bien ; el sentimiento de
nuestra gloria reconquistada en Jesucristo, es la mas poderosa
palanca para arrancarnos de la tierra.
Yo supongo pues, que esclavizados bajo la generacion de
Adan, nos dejamos seducir por las falsas ilusiones del mundo.
¿ Qué medio harto eficaz para disipar esos negros vapores del
orgullo que suben al entendimiento, le ofuscan, y eclipsan así
los rayos del sol de la verdad? Así que la ambicion se esfuerza
en hacernos titubear, vamos á colocar nuestra frente cerca del
trono que nos aguarda. ¿Vosotros creeis que hay algo en esta
ambicion ? No ; solo es humo. Mirad, si no, en las cabezas de los
reyes esas diademas de hierro que los abruman, y en sus ma
nos esos cetros sin autoridad, y en el frontispicio de sus palacios
soberbios, escrito por la mano del tiempo este lema : Nada,
Nada!...
Para un Dios es necesario una gloria eterna, un trono que
no titubee, un cetro que no se rompa. Levanta pues tu cabeza,
hijo de Dios, piensa en tu destino sublime, y curarás del hu
HOMBRE. HUMANIDAD.
mano orgullo. ¿Te seduciría por ventura el egoismo brutal de
la codicia?... Sí por eso es, á fe mia, cierto que no tendrás mas
oro que fulano ó fulano, que pueden legar muchos millones á
sus herederos. Y bien, al irse á dormir en la tumba, ¿ dormirá
con él ni uno de esos cuantiosos millones ? Y aun cuando se
amortajase con él toda esa fortuna, ¿ dejaría por ello de ser
parte de gusanos su cuerpo, tarde ó temprano? Todo el oro que
pasar pudiera por el corazon del hombre, no podría encontrar
vivos sino remordimientos é ignominia. Cristiano, tú eres her
mano de Jesucristo, apóyate en su brazo, y acuérdate que has
menester nada menos que de la gloria de un Dios.
¿Mas serían por ventura viles pasiones del sensualismo las que
te arrastrarían y encadenarian ? Concibo yo en efecto que un
pagano ceda á sus asaltos ; pero tú, glorifica á Dios, y llévalo, y
adoralo, y guárdalo en tu cuerpo. Glorifícate et portate Deum in
corpore vestro. Todo hombre lujurioso hace tráicion á su digni
dad : este infame atractivo nos inclina hácia la tierra : nosotros
nos dejamos empero arrastrar en pos de él, y no miramos que
alindamos los abismos del infierno. Nos es necesario marchar
llevando en la mano la romana de la gloria ; y es menester de
cirnos : ¡ Cómo ! ¡ Unas cuantas golas amargas que caen de la
emponzoñada copa del placer, reemplazarian para mí esos torren
tes, esos océanos inagotables de felicidad eterna !...
Todo se encuentra en esa grande expresion de caridad y
amor: Ummsumusin Christo. Jesucristo vive en mí, Jesucristo
vive en mi hermano ; todos nosotros no formamos sino un solo
cuerpo ; debemos pues amarnos nosotros unos á otros, debemos
respetarnos. Un lazo indisoluble une el cristiano á Jesucristo y á
la adorable Trinidad. Algunos han murmullado el nombre de
progreso : seguidlos; ¿á dónde os llevan? Al animalisimo mas
grosero, ó al mas estúpido panteismo. Pasiones y remordimien
tos suscitados por las pasiones: hé aquilas oscilaciones que se
reparten entre sí el corazon del hombre. Pero para el cristiano,
sus esperanzas en el cielo ; y esta promesa no es un anzuelo,
sino una realidad. Sedebitisin throno meo.
Ciegos por sus pasiones, exclaman los hombres : el catoli
cismo está muerto : hizo ya su tiempo, es un vestido rapado que
es menester volver del otro lado : ha hecho sin duda mucho
bien á la humanidad durante algun tiempo ; pero aquesta crece
demasiado, progresa mucho, le ha tomado ya la delantera, y de
hoy en adelante es completamente inútil : guió sus primeros pa
EL HOMBRE REGENERADO. 517
sos; mas ya no puede seguirla... ¡ El catolicismo es pues
muerto !...
¡ Mi Dios ! . . . ¿ Pero sabeis lo que decian los escribas y fari
seos que negaban la divinidad de Jesucristo, cuando resucitó á
Lázaro? Es menester matar á este hombre, no sea que viéndole
resucitado las gentes crean todos que Jesus de Nazaret es Dios.
¡ Insensatos ! Como si Jesucristo no pudiera hacer resucitar se
gunda vez á Lázaro... Pero si vosotros mismos lo matareis á él,
y él se resucitará...
Júntanse en efecto con el designio de detener los progresos
de la secta de Jesucristo, que podria destruirla cátedra de Moisés,
y comienzan á poner en ejecucion su infame conjuracion. Jesus
es conducido á Cáifás, de Cáifás es llevado á Pilatos, de Pilatos
á Herodes; lo clavan en un patíbulo, lo sepultan en un sepulcro,
ponen á la boca de él una piedra enorme ; y despues, ponién
dose á báilar sobre ese sillar, exclaman : Está muerto, está
muerto.
No, no está muerto. Apenas acaban de hablar, tiembla la
tierra, Jesus se remueve en el sepulcro, la piedra vuela hecha
astillas, sus enemigos son aterrados á derecha é izquierda, y
Cristo reaparece brillante de luz y de gloria. ¿No veis en eso lo
que le está sucediendo ála Iglesia en nuestros tiempos? Los es
cribas de nuestros dias se levantan y conspiran contra el catoli
cismo. Nadie hay que ignore esa palabra de Voltáire: aniquile
mos... aniquilemos... no acabo la expresion.
Se les ha dejado usar de un gran poder ; le han despojado
de su túnica ; hermosa era, hermanos mios, hermosa y bella era
esa túnica ; los pueblos la habian adornado de bordado y de
oro : la han echado á suertes ; la han puesto tambien en el se
pulcro, y han cerrado su puerta con la piedra del ateismo. Pero
aun no se habia pasado aquella generacion cuando el cristia
nismo salia del sepulcro, echando por tierra verdugos y blasfe
mos; porque Cristo es siempre el mismo Cristo, porque Cristo es
Dios, y que incorporándose á la humanidad, tiene el designio
de dar á esta sociedad que se llama á sí misma cristiana, su vida
inmortal, su poder contra el error, y su triunfo final, definitivo,
que será tambien el de todos nosotros, hombres regenerados
en nuestro Señor Jesucristo. Amen.
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA.

POR EL SEÑOR COMBALO!",


MISIONEKO APOSTÓLICO.

Custodi me a laqueo quem statuerunt


mihi : et a labiis operantium iniqui-
tatem. (PsALM. CXL, 9.)
Libradme, Señor, de los lazos que rae
tienden ; preservadme de los escánda
los de los que cometen iniquidades.

Tal es, señoras mias y hermanas amadas en Jesucristo, la


oracion que dirige á Dios el profeta rey, oracion y ruego asom
broso en boca de este santo monarca. David, lo sabeis muy bien,
habia llegado mucho tiempo antes del misterio de la Redencion
á cierta inmutabilidad y perseverante consistencia en la virtud.
Habia podido exclamaren su corazon : « ¿Quién me separará
del amof de mi Dios? El que pone su confianza en el Señor será
incontrastable como la montaña de Sion. » Y sin embargo, se
ñoras, David permite se escape de su boca una exclamacion la
mentosa : se diria que su alma estaba á punto de perecer. « Se
ñor, exclama angustiosamente, preservadme de los lazos que se
me tienden ; preservadme de los escándalos de los que obran la
iniquidad.» Custodi irte, Domine, a laqueo quem statuerunt mihi:
et a scandalis operantium iniquitatem.
Nota. Veáse el sermon sobre la Mision Providencial de la mujer cristiana, por el
mismo predicador, en el primer tomo de Misterios de María, bajo el título de harta,
MODELO DE LA MUJER CRISTIANA.
Este sermon va dirigido exclusivamente á las Señoras.
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 51 6
Tanto es lo que David temia el funesto poderío del escándalo.
Sabia muy bien que las mas fuertes y sólidas, aun habiendo es
tado puestas á toda prueba, no están al abrigo de los daños del
escándalo, y ved por qué, señoras, pedia á Dios jo preservase
de él. ¿ Cuánto no deberá pues ser nuestro terror? ¡ Qué espec
táculos nos estaban reservados para nuestros dias! Vayamos de
buena fe : decidme si en tiempo ninguno ni época se han cum
plido tan literalmente las palabras del Profeta, como en la época
y tiempos que alcanzamos : el mundo entero sumido en el mal,
desarrolladas sin medida todas las consecuencias del pecado ori
ginal, nada, nada en fin detiene la invasion del escándalo :
¿ quién podrá pues libertarse de esta perdicion ?.
Muy sabido teneis vosotras, que el Salvador de los hombres
murió rogando por la salvacion del género humano, dilatando su
corazon á la par de todas las miserias dela humanidad... y vo
sotras sabeis así mismo que en la víspera de su muerte pronun
ció esta espantosa palabra : « Padre mio, no os ruego yo por el
mundo... » y añadió : « ¡ Maldicion al mundo por los escándalos
de que es teatro ; desgraciado del que se hace instrumento de
sus escándalos ! » ¡ Ah, señoras ! y nosotros podríamos añadir :
¡maldito sea el mundo por los escándalos de que frecuentemente
son las mujeres instrumento !
Os he hablado en otra ocasion de la elevacion de la mujer
cristiana bajo el imperio de la ley de la gracia de nuestro Señor
Jesucristo : traté seriamente de haceros comprender la grande y
sublime mision que teneis que llenar en el órden de la Provi
dencia. Pues bien, señoras, para alcanzar tan noble objeto, fin
tan sublime y placentero para vosotras, voy á llamar hoy vues
tra atencion sobre los desórdenes y escándalos de que pueden
ser instrumento las mujeres. Sin duda alguna que las que tie
nen necesidad de esta instruccion no se hallan aqui. Vosotras os
esmerais en santificaros, vosotras sois la porcion escogida del
rebaño; sin embargo, hay ciertos ejemplos que pueden venir á
ser funestos á las que son testigos de ellos, en el centro mismo
de la piedad. Cuáles pues son esos escándalos, y cuáles las con
secuencias funestas de esos desórdenes, formarán el asunto y
division de esta meditacion.
Bienaventurada Virgen María, gloria de la mujer católica que
reproduce algunos rasgos de tus virtudes, no permitas que las
que me están escuchando se conviertan jamás en instrumento
de malvados ejemplos. Ave, María.
520 HOMBRE. HUMANIDAD.

PRIMERA REFLEXION.

¿ Cuál es, señoras mias, el fin providencial de la sociedad bajo


las leyes reparadoras de la sangre y de la gracia de nuestro Se
ñor Jesucristo ? La sociedad entera, desde que bajó á la tierra
la sangre de un Dios, no ha podido tener otro fin providencial
que una expansion perpetua y progresiva en la verdad, en la
virtud, en la caridad. Ved su fin.
Pero no cesan de luchar, el error contra la verdad, el egoismo
contra la caridad, el vicio contra la virtud ; y este antagonismo
profundo, inevitable, universal, nos descubre el secreto de todas
las revoluciones del hombre, de la familia, del género humano
entero.
Ahora bien; la verdad, la caridad, la virtud, no tienen auxi
liar mas poderoso ni albergue mas fecundo y seguro que la mu
jer católica. Habeis visto en otro discurso que tuve la honra de
dirigiros, la mision á que está llamada en el mundo la mujer en
el órden de la verdad, en el orden de la caridad, en el orden de
la virtud. Cuando pues la mujer falta áesta mision augusta, la
sociedad está enferma, queda herida de una llaga que la va repu
driendo ; y si esta llaga se ensancha, se dilata, se profundiza mas
y mas, la sociedad perece, la sociedad se abruma al peso de las
revoluciones. A ese punto hemos llegado hoy desgraciadamente.
¿ Qué cosa es, qué misterio hay encerrado en el escándalo
concebido segun la nocion católica? El escándalo, notadlo bien,
no es solamente un pensamiento desordenado, un deseo culpa
ble formado y concentrado en las tinieblas del corazon. Se pue
den haber roto los vínculos que nos unen á la vida interior, á la
caridad, á la esperanza, sin ser notadas todavía de escándalo,
sin ser ocasion de tropiezo para nuestros hermanos. El escán
dalo, dice santo Tomás de Aquino despues de haber dado una
nocion mas clara y completa, el escándalo es una palabra ó
accion contraria al órden providencial de la sociedad, cuya pa
labra, cuya accion puede ser ocasion de cáida ó de perdicion
paralos que entienden esa palabra, ó son testigos de esta accion,
de este mal ejemplo.
Comprendereis desde luego que hay dos especies de escánda
lo : un escándalo activo, ó dado ; y un escándalo pasivo, ó re
cibido. Pronunciais vosotras una palabra, contraria á la verdad,
contraria á la caridad, contraria á la virtud ; haceis por consi
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 521
guiente un acto que no está aprobado por el Evangelio : los que
escuchan esta palabra, los que con ocasion de ese ejemplo se ven
arrastrados á cometer el pecado, son víctimas del escándalo que
les habreis dado vosotras.
Hay empero una suerte de escándalo que se produce mas fre
cuentemente en el seno mismo de nuestra sociedad católica, aun
entre personas cristianas, piadosas. Señalaré desde luego á
vuestra atencion, á vuestras maduras y sérias reflexiones, el es
cándalo de tibieza, de ausencia de fervor y piedad. La piedad,
señoras, es el alma de la vida cristiana. Vosotras sois llamadas
no solamente á la vida cristiana, sino á una vida piadosa, á una
vida perfecta, cada una de vosotras en su relativa posicion, en la
situacion en que la haya colocado la providencia divina.
La piedad, enseña san Pablo, es útil para todo. Reflexionad
esta sentencia, os ruego. « La piedad tiene la promesa de la vida
presente y futura. » Jamás .ve ha hecho semejante elogio de la
piedad. La piedad os hace dichosas en el mundo; ¿y porqué?
Porque posee las promesas de la vida presente. Porque una per
sona piadosa es un alma que vive de la vida de nuestro Señor
Jesucristo, y cuando se vive de la vida de Cristo nuestro Bien, se
ha dado con el ciclo en la tierra, se ha encontrado el paráiso en
medio del mundo, se ha comenzado la gloria aquí abajo; porque
la verdadera piedad consiste en amar á Dios con todo su corazon,
con toda su alma, con todas sus fuerzas, con todo el lleno de sus
potencias afectivas; consiste, en una palabra, en vivir de Dios,
en vivir en el amor de la celestial sabiduría. Ved porqué decia
san Pablo á su discípulo : « Ejercitaos en la piedad. » Y no solo
á su discípulo, sino en toda ocasion recomienda é inculca el
Apóstol la piedad.
La piedad, señoras, es la sabiduría, es el consejo, es la fuerza
de la mujer católica. En virtud de la piedad, por su benéfica in
fluencia, ejerceis vosotras un imperio tal sobre vosotras mismas
y sobre todo lo que os rodea, que se puede y debe decir con toda
razon que por la piedad llegais á ser vosotras el elemento re
generador del mundo. Mirad á esas almas cristianas que andan
buscando á Dios, á esas almas verdaderamente piadosas; mirad
á todas esas matronas cristianas en todo el sentido de la palabra,
¡ cuál van adelantando en la perfeccion ! ¡ Cuán útiles son á la so
ciedad ! ¡ Cómo encuentran tiempo y ocasiones de sacrificarse,
de inmolarse por la salvacion de sus hermanos !
¡Cuánto me compadezco de la mujer que, al contrario, no tiene
522 HOMBRE. — HUMANIDAD.
tíi^dad, dé ia Mujer 4úe se contenta dé cumplir á medías los de
beres de la vida cristiana! ¡ Cuánto siento esos escándalos, por
lo ^lie hacen oscurecer el conocimiento de la virtud ! Asiles qué
una señorita, una matrona, una esposa, una madre, una viuda,
de quienes se dirá : son excelentes señoras, pero no tienen
piedad, pero no son fervorosas, para mí serán ya objeto dé es
cándalo. Una madre sin piedad inocula su tibieza á la hija; es
pués una especie de escándalo.
En segundo lugar, señoras, debo haceroá ver un escándalo
qué es la consecuencia de este. Al escándalo de la tibieza y falta
de piedad, añado yo escándalo de la distraccion excesiva, de la
inconstancia, de la falta de dignidad. Debemos llevar en el fondo
de nuestras entrañas el noble sentimiento de nuestra dignidad en
nuestro Señor Jesucristo. « Servid de ejemplo á todos cuantos os
rodean én vuestras palabras, en vuestras obras, en vuestra gra
vedad y modestia, nos dice san Pablo, porque Dios os ve, por
que estais siempre á la vista de Dios. » ¡ Cuán noble es ese sen
timiento profundo y capital de la presencia de Dios, que tiene y
conserva en su corazon una matrona cristiana ! Y cuando no lo
posee, mirad como la disipacion, la inconstancia, la Vanidad se
llevan como un torbellino toda su existencia moral, sus palabras,
acciones, persona, modales, su vida entera en fin.
Él Espíritu Santo inspiró aquella sublime expresion : « La mu
jer prudente hace su casa. » Notad mucho esta expresion : la ma-
troná prudente, reflexiva, sensata, hace su casa; la mujer dis
traida é inconstante la arruina. Cuántos ejemplares se pudieran
citar de esa disipacion habitual del alma en gran número de mu
jeres, que hace no reflexionen, que hablen sin juicio ni con
cierto, y que dejen arrebate su existencia entera la actividad de
este torrente asolador. El Espíritu Santo nos enseña que la sabi
duría ha de presidir á todo en la vida de una mujer cristiana;
en eso estriba el principio de su felicidad, de su ascendiente, de
su accion benéfica en el mundo.
Nada hay tan funesto como el escándalo de disipacion, in
constancia, veleidad : nada tan opuesto á la piedad como la vani
dad y distraccion en el alma. ¿ Quereis entrar y recogeros dentro
de vosotras mismas, vivir de oracion, de silencio, de retiro in
terior? Imposible todo esto con la disipacion moral. « Hánsc
disipado, dice el Espíritu Santo, y han perdido con eso la com
puncion del corazon. »
Entercer lugar habéis de evitar, señoras, vosotras que sois tan
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 523 *
cristianas, el escándalo de la perbiá y del ocio. ífehteláffiity bien
sabido que el trabajo es tina ley impuesta al género humanó
despues de la caida de Adan : sabeis las palabras qüe encon
tramos en ia primera página del libro de la revelacion, cuando
Se rebeló Adan contra su Dios. Dícenos san Pablo que el trabajó
no hubiera sido una ley dura, sino un entretenimiento y descanso
para Adan, y que la naturaleza fecunda, y propicia, y generosa,
hubiera correspondido aun con mucho exceso á todos sus de
seos. Pero todo fue maldecido despues del pecado ; y la tierra
no produjo ni producirá en adelante sino espinas y abrojos. Dijo
el Señor á Adan : « Tú trabajarás con ahinco y sudores la tierra,
y la tierra no te dará sino como á su pesar SUs frutos para ali
mentarte. » ¡Ved cómo se cumple esto despues de sesenta si
glos I
El mundo no es sino un inmenso taller, un laboratorio vasto :
todos se consumen en el trabajo, desde las cabezas de los pue
blos hasta el artesario, hasta el peon, hasta el jornalero. Pues
bien, ¿qué sucederia si una clase de la sociedad pasase su vidá
en la pereza y ocio ? Leed el elogio magnífico que nos ha dejado
el Espíritu Santo de una verdadera matrona. « No ha comido su
pan en el ocio, » nos dice. ¡ Cuántas señoras hay que consumen
sus bienes en la pereza, y que jamás ganaron el pan que co
mieron! ce Ha trabajado consultando sus fuerzas y siguiendo el
consejo de sus manos, » prosigue el Espíritu Santo. ¡ Expresion
maravillosa ! Nada en éfecto mas inteligente, nada mas hábil que
la mano de una mujer laboriosa. ¡ Qué trabajos, qué maravillas,
qué obras maestras han salido de entre los dedos amaestrados de
una mujer !
«Hase fabricado y compuesto, continúa el Sabio, un vestido
magnífico ; la púrpura y los mas ricos tejidos han salido de sus
manos. » Compárala en seguida á un bajel cargado de riquezas,
que arriba al puerto, y trae la abundancia consigo. En una pala
bra, siempre que se alaba á la mujer es á causa de su trabajo,
de su asiduidad en las domésticas labores.
He notado que en todo ese largo y magnífico elogio de la mu
jer fuerte, nada se ve á favor de la mujer artística, nada para lá
mujer música, nada para la que escribe, nada para la que com
pone romances, novelas, ú obras de literatura ; y en efecto, rió
por ese lado se ve que goce de su justo imperio en la sociedad,
que le sea útil, y tan ventajosa como es llamada á serlo por la
divina providencia. ¡Pero su trabajo, sus labores, sus develos por
524 HOMBRE. HUMANIDAD.
los pobres ! ¡Lo que es capaz de hacer de grande delante de Dios
y de la sociedad con sus dedos inteligentes!.. ¡Cuántas seño
ras, constituidas en las clases elevadas de la sociedad, en posi
ciones brillantesy opulentas no hacen nada, nada absolutamente!
En Paris, en Londres, en las grandes capitales, en el invierno por
ejemplo, gran número de ellas pasan su vida en el torbellino de
los placeres, se desloman por los placeres, como dijo muy gra
ciosamente una señora del mundo que lo conocia bien ; y pasado
el frio, cuando llega el estío se vuela á los baños, á donde se va
á reparar sus osamentas, comprometidas por las fatigas de las
fiestas, placeres, saraos, etc., etc. Héaquí la vida. ¡Con que
nada se hace ! ¡ Con que no se da en torno de sí el ejemplo del
trabajo !
¡ Cuántos ejemplos pudieran citarse, sin embargo, de mujeres
célebres en la clase mas elevada, y que saben emplearse muy
cristianamente ! He conocido yo á quienes tenian ochenta ó cien
mil pesos de renta, que no desperdiciaban jamás una hora, por
sentimiento del deber, trabajando para los pobres, para los pa
cientes menesterosos.
Una princesa que ha expiado en un tercer destierro los críme
nes de su nacion, la hija del desventurado Luis XVI, no desper
diciaba nunca el tiempo. Todos los dias reunia en su palacio sus
camareras, sus damas de honor ; habia encontrado el secreto de
aliviar á los pobres de una manera muy ingeniosa que os voy á
describir. Se hacia traer de los diferentes ministerios todos los
sellos ó nemas de los sobres que estaban cerrados con lacre :
pasaba dos horas por dia á quitar el lacre ; luego lo daba á tra
ficar en el comercio, lo que daba por año cosa de mil pesos para
los pobres. Ved adonde llega el ingenio de la caridad, el celo del
trabajo y de la industria en favor del alivio de ios menesterosos.
Tengo el consuelo, señoras y hermanas mias, de que voso
tras llenais debidamente vuestros deberes. Conoceis muy bien que
el trabajo es necesario, y que el que no quiere hacer nada, ar
rastra su argolla en el presidio de la ociosidad, en las galeras
del fastidio : conoceis que el trabajo es no solamente un deber,
sino un consuelo, un descanso para el espíritu.
Escándalo de pereza, de disipacion moral, de inconstancia y
veleidad, de tibieza, de ausencia de oracion y piedad : ahora
añadamos escándalo de orgullo y de vanidad.
¿Cuál ha sido la mision de nuestro Señor Jesucristo? ¿Cuál
el objeto de esta mision? Nuestro divino Maestro ha venido á
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. $%>
traernos la grande ley reparadora de la humildad ; ha venido á
combatir el orgullo y todos los males que de él proceden. ¿Qué
dice el Espíritu Santo? Mirad : toda la vida de Jesucristo, del
hombre-Dios no es sino un acto de humildad: se ha anonadado á
sí mismo tomando la forma de esclavo, ¡ él, que poseia por esen
cia la forma divina ! Mirad la distancia que separa á un Dios de
un esclavo : la distancia que os separa á vosotros de un gusani
llo de la tierra es infinitamente menor, mucho menos inconmen
surable.
Pues bien, ese que posee la forma divina, la ha arrojado de sí,
y ha tomado la forma de esclavo para traernos del cielo una lec
cion grande, inefable; una leccion, un ejemplo infinitamente
asombroso de humildad. Y desde este anonadamiento en el seno
virginal de María, desde su nacimiento hasta su postrer suspiro,
no ha cesado de decirnos : Aprended de mí que soy dulce y hu
milde ; y desde el fondo del santísimo y silencioso tabernáculo sa
grado, escondido bajo las especies de pan, bajo las apariencias
de vino, nos está diciendo todavía : aprended de mí que soy
manso y humilde. ¡ Cuánto le cuesta á nuestras almas el apren
der esta leccion ! ¡Y cómo prueba esto solo cuán vanos y orgu
llosos somos por naturaleza !
Y sin embargo, ¿ qué somos nosotros en el órden de la natu
raleza ? ¿Qué es nuestra inteligencia? ¿Qué es un hombre de
ingenio aun el mas levantado? ¿Cuántas mujeres hay que no
pueden dormir pensando en que tienen una hermosa cabellera,
porque tienen una dentadura blanca y afiligranada, una mano
linda, un brazo" bien torneado ? ¡Oh, y cuán miserables somos!
Tenemos sin embargo un grande y sublime ejemplo, una leccion
muy saludable de humildad. Contemplemos, repasemos uno á
uno todos los padecimientos, todos los tormentos, todas las mi
serias de Jesucristo, entrémonos profundamente en su corazon,
y comprendamos en fin la sublime palabra del Maestro divino :
« Aprended de mí que soy manso y humilde de corazon. »
Ya estais viendo, señoras, que esta serie de escándalos va
siendo ya muy larga; escándalo de orgullo, de vanidad, de pereza,
de ocio, de disipacion moral, de tibieza, ausencia de oracion y
de piedad. Pero todavía nos quedan otros muchos escándalos :
la cólera y la iracundia desde luego.
La humildad es hermana de la dulce mansedumbre, la longa
nimidad y la paciencia : tales son los dos grandes manantiales á
donde ha de acudir la doncella, la madre, la esposa. Una mujer
326 HOMBRE. HUMANIDAD.
hptüjde y dulce será todopoderosa en su ca,sa, y siempse feliz
triunfará de todos los obstáculos que se le pusieren por delante.
¡ Cuántas mujeres se dejan llevar de la iracundia, manifestando
así que ya no subsiste en ellas el espíritu de Jesucristo, ese espí
ritu de oracion, de ruego, de meditacion ; cuántas hay cuya casa
es continuo teatro de sus cóleras, de sus impaciencias!
Cansan y llegan á fastidiar á sus maridos, á sus hijos, á sus
criados, á todos los que les rodean ; sus palabras son secas, pi
cantes ; son dominantes, ó imperiosas y altivas. Muy dignas son
de compasion en efecto, y dan escándalo á cuantos las tratan.
Pero la mansedumbre, la paciencia, la longanimidad, i ah !
¡ cuán hermosas prendas son, y cuán bien sientan en una ma
trona cristiana ! ¡Cuánto la engrandecen, cuánto la ennoblecen
á los ojos de Dios y á los ojos de la sociedad ! ¡ Ah ! yo os lo
ruego encarecidamente ; ejercitaos en ellas, pedid á nuestro
Señor Jesucristo los frutos del Espíritu Santo ; pedidle el don
de la longanimidad : un alma magnánima posee en sí mis
ma un tesoro de abundancia ; y nada, nada es capaz de ago
tarlo.
Hay ademas el escándalo de lujo y de mundanalidad. ¡ Ah!
¡y cuánto habria que decir! Asunto es que exigiria ser tratado
separadamente. ¡Escándalo de lujo y de mundanalidad!... Ya
habeis oido las amonestaciones y doctrinas de san Pablo acerca
de los adornos del cuerpo. ¿Es que prohibe ó interdice absolu
tamente á los cristianos, en las diferentes clases de la sociedad,
en las posiciones mas elevadas de la sociedad, toda suerte de
adorno ? No : san Pablo se vale al contrario de una expresion
maravillosa (y os ruego no la echeis en olvido), hablando del
adorno y compostura del cuerpo : él dice que la mujer puede
adornarse con sobriedad. Adornarse con sobriedad, ¿entendeis?
Notad esa expresion.
Es decir que no conviene que la mujer haga de su cabellera
un trono de lujuria, que es menester destierre toda afectacion.
Dirígese á las señoras de las ciudades que se proponen llevar
una vida cristiana : menester es que se adornen, sí, que se em
bellezcan con gusto sensato, cuerdo, prudente , en armonía
con la buena conciencia. Señoras, no se quedan hoy las mujeres
en esos límites trazados por el Evangelio ; ved si no lo que está
pasando hoy en el mundo. No hay duda de que las revoluc ones
que tan fuertemente le sacuden lo ponen á raya con crudos lati
gazos ; pero tened entendido que las revoluciones proceden en
BEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 527
parte, ó al menos son resultado del exceso de lujo, que sube y
se empina como las ondas del mar.
Sabeis lo que estaba sucediendo quince años ha en orden al
lujo. Caballos habitaban en palacios; tenian comedores de mar
fil, de ébano, de caoba : esto ha llegado á verse en Francia.
Ese desenfreno del lujo nos ha sido traido de Inglaterra ; porque
solo sus lores dan en la manía de alojar caballos en palacios, y
solo faltara que la manía llegase hasta hacerlos subir á los re
tretes, hacerlos dprmir en alcobas, á ejemplo de Caracala... El
lujo ha abierto la sepultura de las naciones ; estas desaparecen
á su vista, y las revoluciones son los ejecutores de ese fatal des
tino. Es necesario, señoras, gran sobriedad, mucha moderacion
en los adornos ; cada una segun su estado y posicion.
Pero dicen : el lujo es precisamente ei que da trabajo á los
artesanos. ¡Es un engaño ! ¿Sabeis lo que ha producido el ex
ceso del lujo de veinte y cinco años acá? Ha duplicado y aun tri
plicado la poblacion de nuestras ciudades. Algunas hay que hace,
sesenta años solo tenian cuarenta mil almas : hoy llegan á ciento
veinte mil. Os citaré por ejemplo Leon, Marsella, Lila. El lujo
trae á esos emporios de las artes del lujo las poblaciones de las
campiñas; nuestras desventuradas mozas de aldea vienen á
aglomerarse en esos focos del lujo, se entregan ellas mismas á
él y á sus funestas consecuencias. Como encuentran qué ganar
dinero, se abandonan á toda suerte de caprichos perdiendo su
antigua sencillez : muy pronto llegan las crisis comerciales, sor
préndeles la miseria, y frecuentemente con esta, les sorprenden
vicios que ignoraban. El lujo pues nos trae las revoluciones, la
desmoralizacion, los trastornos, las logias, y todo lo que tanto
nos aflije en el dia.
Lo que ante todo es necesario evitar, señoras, son los des
órdenes del escándalo de la mundanalidad, la indecencia en los
adornos, en el vestir. Ved en lo que acabamos de referir lo que
se llama la justicia de Dios. Despues de algunos años se ha lle
gado en nuestras grandes poblaciones á vestiduras, á desnude
ces salvajes, lo que habria de horrorizar á almas regeneradas en
nuestro Señor Jesucristo, crucificadas con la cruz de nuestro
divino Salvador. O bien se llevan vestidos que presentan á una
mujer como una especie de estatua que acaba de cincelar un es
cultor.
Todp eso es mal hecho, todo eso ofende al espíritu de Jesu
cristo : es el, culto de la materia, es el culto de la forma, es el
5 28 HOMBRE. HUMANIDAD.
paganismo renaciente. ¡Y quereis encontrar virtudes sólidas!
Levantaos pues, señoras, con santa indignacion contra tamaños
desórdenes. Volved por vuestra propia dignidad, cubrios con el
manto de la decencia y de la modestia : ¡oh! entonces, entonces
sereis benditas de Dios, y los ángeles serán vuestros hermanos.
Escándalo de maledicencia, murmuracion y envidia ; ausen
cia de caridad. Hay, para nuestro consuelo, hay ciudades y so
ciedades enteras en las cuales las señoras se distinguen por la
modestia, por el amor del trabajo. Hasta en reuniones y tertulias
llevan algo qué hacer. Colócanse las señoras en derredor de una
mesa redonda, bordan, hacen felpilla, ó cualquiera otra labor
de manos ó para ellas ó para los pobres : entre tanto los hombres
se entretienen en cualquiera diversion sencilla en otra mesa.
Ved lo que se pasa en sociedades escogidas. Pero en esta capi
tal, y en las otras sus semejantes, las damas se pavonean como
diosas, se admiran y embelesan recíprocamente, se envidian y
critican. Ved lo que se pasa, y de lo que vosotras mismas sois
testigos.
Levantaos pues tambien vosotras contra tales desórdenes, y
volved con vuestro ejemplo á sus verdaderos caminos la socie
dad. ¿A qué espíritu nos entregamos tan locamente? ¿A dónde
iremos á parar? No parece sino que retrogradamos á las costum
bres paganas. Harto hay con lo dicho sobre este asunto. Podría
deciros algo sobre otros escándalos, tales como la inmoralidad y
la corrupcion ; pero á Dios gracias no os comprenden á vosotras,
y ni aun siquiera intento hablaros de ellos.
Veamos ya cuáles son las consecuencias funestas de los es
cándalos de que se hacen instrumento las mismas mujeres : y
esto formará el asunto de mi

SEGUNDA REFLEXION.

¿ Habeis meditado seriamente, señoras mias, aquella hermosa


sentencia de san Pedro, en que dirigiéndose á todos los cristia
nos, nos dice : « Vosotros sois una nacion santa, gens sancta :
vosotros sois un linaje escogido, una familia elegida, genuselec-
tum ; un sacerdocio real, regale sacerdotium ? » Y no hay que
creer que esta expresion sea efecto del entusiasmo ó de la exa
geracion en boca de san Pedro. Ved pues que lo somos en efecto
en Jesucristo por virtud de la regeneracion cristiana : vosotras
pues, señoras, sois una nacion santa, un linaje de escogidos glo
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 529
riflcados en nuestro Señor Jesucristo, un sacerdocio real ; vo
sotras, sí, vosotras participais del sacerdocio de Jesucristo en
cierta proporcion y medida.
Ahora bien; ¿cuál es la doble funcion del sacerdote ? Ved,
señoras, las palabras que el obispo consagrador le dirige al tiempo
de sellar su frente con la uncion sagrada del ministerio de Jesu
cristo : « Menester es que un sacerdote ofrezca sacrificios, y que
predique. » Ofrecer el santo sacrificio y predicar el Evangelio de
Cristo, ved la gran funcion del sacerdote. Ahora bien, señoras,
pues que vosotras teneis una santa partícula del sacerdocio de
Cristo, nuestro divino Salvador, ¿ cómo podreis ejercer vosotras
este sacerdocio? Vosotras debeis á la sociedad el sacrificio de
vuestros buenos ejemplos, el sacrificio de vuestra piedad, el sa
crificio del celo, el espectáculo de vuestras virtudes. Ved al
mismo tiempo la grande y magnifica predicacion que teneis que
hacer en medio de la sociedad.
San Pablo caracteriza al sacerdote del modo siguiente : oid
atentamente sus palabras. « Nosotros somos, dice hablando de
los sacerdotes, nosotros somos coadjutores de Dios, los auxilia
dores de Dios. » Vosotras veis, pues, que desde lo alto de esta
cátedra yo cumplo, en cuanto está de mi parte, con un deber
de mi sacerdocio : yo ayudo á Dios á salvaros. Dios pudiera
muy bien, sin duda alguna, abstenerse del ministerio sacerdotal;
pero no lo ha querido asi : él ha dispuesto que la salvacion del
hombre fuese fruto de la predicacion de uno de sus hermanos,
hombre como él, y ved por qué el sacerdote católico es llamado
por san Pablo el auxiliar, el coadjutor de Dios.
Si yo consigo haceros mas fervorosas , mas devotas ; si yo
logro desapegaros mas de vosotras mismas y del mundo, y alla
nar los obstáculos para que marcheis mas desembarazadamente
por el camino divino que conduce á las eternas mansiones, he
ayudado á Dios en su trabajo. Ahora bien; el apostolado de la
verdad, el apostolado de la caridad, el apostolado de la virtud
forman un sacerdocio regenerador en el mundo. ¿Qué seria de
las naciones mas florecientes, de las ciudades mas brillantes si
vosotras no estuviéseis en medio de ellas?
En tanto que la inmensa mayoría de las demas mujeres, en
todas las clases de la sociedad, desde la mas elevada hasta la del
último grado de la escala social, mientras que las demas muje
res viven sin principios, y solo siguen sus instintos, sus apetitos,
sus caprichos, vosotras no sacrificais al ídolo de Baal : se os en-
S. M. I. 34
530 HOMBRE. HUMANIDAD.
cticntra al frente de todas las obras pías, al pié del lecho del mo
ribundo, en las cárceles, en las boardillas, en las chozas, en los
hospitales, por do quiera haya una lágrima que enjugar. Voso
tras sois el instrumento de la piedad y de la virtud : y ¿ no es
ese un sacerdocio magnífico? Y ¿no sois vosotras tambien las
auxiliares de Dios en el órden de la virtud? Sin vosotras, sin la
matrona cristiana que felizmente encontramos en todas partes
para guiarnos en el camino de la virtud, quedaríamos abrumados
bajo el peso de las maldades del mundo, quedaríamos sepultados
en los abismos de la cólera divina : caeríamos en las abomina
ciones de las naciones degradadas por el paganismo. Ved pues
la mision que os concierne ; es un verdadero sacerdocio, un sa
cerdocio sublime.
Pero al contrario, ¿qué sucede cuando la mujer se constituye
en instrumento del escándalo? Baja de las alturas de su vocacion,
no es ya la auxiliar de Dios, sí que el instrumento de Satanás, el
apóstol del demonio, el ministro de Luzbel. Y en efecto, ¿cuál es
la mision del demonio despues de sesenta siglos ha? Su mision
es aniquilar, si posible le fuere, la obra de Jesucristo, sofocar con
montes de crímenesy de errores la sangre, la gracia de Jesucristo.
Desde que se derramó en el mundo la sangre de Jesucristo, ved
cuántas herejías, cuántos escándalos, cuántos malvados esfuer
zos departe del infierno para volver á sumir la Europa cristiana
en la barbarie y en la inmoralidad.
Por esta razon cuando la mujer que era cristiana, regenerada
en la gracia del Señor, se entrega al demonio, se vuelve en ins
trumento del pecado, en auxiliar de Satanás en su obra infernal.
Satanás no ejecuta inmediatamente su obra ; él se hace ayudar
por la mujer' sensual. Y j cuánto no va en aumento su fatídica
influencia en las grandes ciudades ! ¡ Espantoso destino por cierto
el de la mujer pervertida ! Cómo, ¡ vosotras que podríáis ser y
debíáis de ser las auxiliares de Dios, os constituis en misioneras
del demonio !
Ved aquí, señoras, loque hace el escándalo. Por el escándalo
una mujer se constituye culpable de una muchedumbre de ho
micidios espirituales. Por sus miradas, por sus intrigas adúlteras,
por medios infernales, ¿cuántos y cuántos no han sido arrastra
dos y perdidos, cuántos no han dejado el sendero del cielo por se
guir, desgraciadas víctimas, el camino del mal, el sendero del in
fierno ? ¿Cuántas mujeres escandalosas no han clavado un puñal
aseslnador en el corazon de una esposa á quien habia jurado su
DEBERES DÉ LA MUJER CRISTIANA. 331
marido al pié del altar una fidelidad inviolable ? Es que no es
cuchan esas escandalosas la voz de Dios que les dice como á
Cáin : esa sangre de tu hermano, de tu hermana, ha subido
hasta mí.
Así pues, está patente que el escándalo en una mujer la hace
culpable de una muchedumbre de muertes alevosas espirituales.
Poned ahora la mano en vuestro pecho, y preguntaos, si con
vuestras miradas lascivas é indiscretas, con vuestras posturas ir
reverentes, por vuestro vestir indecente no habeis encendido al
guna pasion desgraciada en corazones que habreis sido tal vez las
primeras en alejar de Dios, en extraviarlos de la senda de la sal
vacion... Tened pues entendido que os habeis hecho culpables
de Una muerte : occidisti fratrem : habeis asesinado á vuestro
hermano.
Los escándalos de que se constituyen instrumento las muje
res (y esto es un hecho real) han sido la causa mas profunda de
los trastornos de las sociedades políticas. La historia está ahí
que nos lo revela. Ved aquellas antiguas ciudades de Tiro, Si-
don , Babilonia , Nínive, Palmira, Cartago, Roma, todas cor
rompidas por los desórdenes y escándalos de las mujeres paga
nas. Todas las revoluciones modernas, las de Polonia, Portugal,
España, Inglaterra y Francia han venido por la depravacion y
corrupcion de las mujeres : sus escándalos han conmovido las
columnas que sostenian esas sociedades, y muy luego cayeron
por tierra. Tal nos dice la historia con hechos en la mano.
Por el contrario, no acontece realizarse trastorno alguno en
las sociedades políticas, mientras que la familia persevere in
tacta en sus costumbres, mientras que la mujer guarde su mora
lidad, y se mantenga cumplida y profundamente cristiana. Pero
cuando la mujer que ha sido regenerada en el cristianismo,
cuando la madre de familias, Cuando la esposa se abaja desde
las alturas de su destino y de su gloria, se vuelve pagana, y las
costumbres se empañan en el interior de las familias. ¿ Cuántas
de estas no conoceis vosotras en las cuales ya no se encuentran
las costumbres domésticas?... La mujer de estos tiempos, la mu
jer que se hace pintora, cómica ó artista, la mujer que se consti
tuye en periodista, que escribe novelas, la mujer que va á hacer
papel en las salas de recibo, en los saraos, esas mujeres in
comprensibles, sin conocido estado ni profesion, ¿qué hacen, mi
Dios, en el seno de sus familias?
¡ Si os pudieseis formar una idea del espectáculo que se pasa
532 HOMBRE. HUMANIDAD.
en sus interioridades ; si os fuera dado el llegar con vuestras
miradas á escudriñar y profundizar sus entrañas; si os fuese
dado conocer su vida ! ¡ Ah ! ... Y siendo su número tan asom
broso, ¿cómo quereis que la sociedad política, que no es sino
la imágen de la sociedad domestica, no se conmueva, no se
abisme, no se destroce, cuando la familia se conmueve, abisma,
destroza, y muere para Dios ; cuando salen de quicio sus ba
ses, cuando se arruina basta sus fundamentos? Cuando las cos
tumbres se hallan depravadas en la familia, hay lucha, agitacio
nes y convulsiones en la sociedad política. Ved por qué estamos
tocando en estos tiempos llamados de civilizacion á los tiempos
de barbarie.
Volveos pues totalmente á Jesucristo, señoras mias. Mucho,
muchísimo podeis vosotras para la salvacion del mundo. Los
escándalos de las mujeres traen pues las revoluciones, y en ellos
toman tambien su nacimiento los cismas y herejías.
Todos los cabezas de secta han contado con la mujer para
propagar sus errores, y cuando han logrado apoderarse de las
mujeres, han hecho siempre de ellas sus mas activos y útiles
instrumentos, los misioneros mas fogosos de sus herejías, co
menzando en los gnósticos y acabando en los sansimonianos.
Los escándalos de que se convierte la mujer en instrumento,
ocasionan en lo interior de la familia una especie de malestar,
una atonía, un mal moral comparable al pecado original. Voso
tras sabeis los efectos funestos de esta falta tan antigua como el
mundo que destruyó los gozos de nuestros primeros padres,
invadió el linaje humano, resonó cual golpe formidable y vino á
herir hasta el último descendiente posible de Adan. Nosotros ar
rastramos, y nuestros descendientes arrastrarán hasta el fin de
los tiempos la cadena de nuestra depravacion original. Cuando
una madre es distraida, orgullosa, vana, perezosa, cobarde,
iracunda, mundana, sensual, pagana, ¿qué quereis que sea su
hija ? Señoras, el escándalo es la imitacion, la reproduccion del
pecado original.
Y cuando una mujer tal como acabamos de describir, da esos
ejemplos durante un espacio de tiempo largo, de una cuarta parte
de siglo, tal vez de medio siglo ; y cuando tales ejemplos han he
cho á la hija semejante á la madre, entonces nace una nueva
generacion, unos hijos corrompidos como sus madres, y que á
su vez perpetuarán los vicios que han recibido de su nacimiento:
y ved ya mas que lo suficiente tal vez hasta la consumacion de
DEBERES DE LA MUJER CRISTIANA. 533
los siglos ; y ved los efectos terribles que son consecuencia de
sastrosa de tamaños escándalos.
¿ No os habeis detenido á reflexionar los funestísimos resulta
dos de la aparicion de un libro malo? ¿ Creeis vosotras que el
fabricante de un libro d obra malvada cumplió su fatídico desig
nio en la publicacion de su escrito, y que en la tal publica
cion se detendrian sus consecuencias? ¡Ah, no, no! ¡Qué
cuenta tan terrible tendrá que dar á Dios en el dia del juicio !
Voltáire que en vida suya habria tal vez corrompido un millon
de hombres, no ha cesado de corromper despues de su muerte;
y si no ha hecho una penitencia profunda y sincera, su castigo
se va acreciendo á medida que se va perdiendo un alma con la
lectura de sus escritos. Ved por qué razon decia el conde de Máis-
tre que uno de los pecados irremisibles era un libro malo.
Señoras mias, acordaos de que cuando una mujer tenga en
su corazon el don santo de la gracia, no se la podrá hablar, ni
oir sin experimentar que Jesucristo habita en ella. Yo he cono
cido libertinos que me decian hablando de ciertas personas que
habian recibido todos los dones de la naturaleza y de la gracia,
que les era imposible detenerse en un pensamiento malo y cul
pable de aquella magnífica alma. No se engañan los libertinos :
conocen, á pesar de su desorden moral, al alma que es viviente
tabernáculo de la pureza. Hay cierto aroma de modestia y san
tidad que se exhala en su derredor, que la rodea y proteje mis
teriosamente.
Animo pues, señoras mias, esparcid en torno de vosotras
aromas angélicos de todas las virtudes de nuestro divino Salva
dor. Decid á vuestra alma : si he tenido la desgracia de haber
sido ocasion de tropiezo y de escándalo, motivo de ruina para
mi hermano en mi Señor Jesucristo, voy á reparar todas mis fal
tas, y remediar los daños que haya podido causar. Entonces so
lamente, entonces sereis dignas de llenar la mision con que os
ha honrado Jesucristo ; y vosotras, señoras, recibireis vuestra
recompensa en el seno de la Jerusalen celestial, y gozareis de la
eterna bienaventuranza. Amen.
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD

EN LA LEY DIVINA.

POR EL ILmo SEÑOR DUPANLOUP.

Multiplícalo arumna» tuas : et ta dolore


partes filios.
Multiplicaré tus angustias, y darás á luz
tus hijos en medio del dolor.

Al enarraros pocos dias ha, hermanos mios, la dignidad y


el esplendor primitivo de nuestra naturaleza, di tambien prin
cipio presentándoos á vuestra vista las grandes y dolorosas es
cenas de nuestra cáida y nuestros desastres. Hoy vengo á conta
ros el mas sorprendente y desgraciado episodio de ese drama
lastimero. Oid la palabra del Señor : « Yo multiplicaré tus an
gustias, y tú darás á luz tus hijos en medio del dolor. » Vengo á
hablaros de las maldiciones que pesan sobre la madre del hom
bre, sobre las hijas de Eva, y de los dolores providenciales que
desde seis mil años la persiguen sin descanso á través los si
glos: Multiplicabo cerumnas tuas ; et in dolore partes filios.
El curso de doctrinas que debo ofreceros, hermanos mios,
durante la santa carrera de la predicacion evangélica, me con
duce á tratar con vosotros este punto importante. No vacilo en
decirlo : sobre la madre del hombre descargó el golpe mas terri
ble de todos los que debian caer sobre la naturaleza humana y
mortal, para castigarla por su pecado. La madre del hombre es
la primera que se ve atacada de las angustias de la vida y las
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 535
amenazas de la muerte ; en ella primeramente y en su mas viva
y mas feliz juventud se dejan ver las angustias mas penetrantes
de la humanidad. Oid la palabra del Señor : Multiplicabo (Bruni
tías tuas , et conceptus tuos ; in dolore partes filios. « Yo mul
tiplicaré tus angustias, y tú darás á luz tus hijos en medio del
dolor. »
Al tratar ante vosotros este penible asunto, hermanos mios,
defenderé naturalmente los intereses de los infelices y pobres,
cuya causa he tomado ámi cargo abogar hoy cerca de vosotros.
No lo ignorais, son madres pacientes, sin asilo, sin consue
los, sin apoyo, sin recursos, sin vestido, sin pan sobre la tierra,
es decir, sin disputa los dolores mas capaces de enternecer en ja
naturaleza, los dolores mas sagrados que hay en la religion.
Necesario sería haber extinguido en su corazon todo respeto á
las leyes mas sencillas de la humanidad y álas leyes mas santas
de la religion, antes de poder cerrar su corazon é impedir sea
compasivo á la vista de tales infortunios.
Trataré pues con confianza con vosotros esta grande y dolo-
rosa verdad. Sin embargo, procuraré no ofender vuestra deli
cadeza, y sime permitis decir mas, pondré todo conato en mi
rar con circunspeccion la mia. No consideraré este asunto con
respecto á los solos pensamientos de tristeza que él inspira por
naturaleza. Con el auxilio del santo Evangelio, gran consolador
de nuestros antiguos dolores, abrazaré este punto en toda su
extension. Corresponderé, yo lo espero, á todos vuestros pen
samientos, á todos vuestros votos : daré satisfaccion á la vez á
vuestra religiony á vuestra caridad, hablándoos en su respectivo
lugar primeramente de la dignidad y gozos maternales en el cris
tianismo, y en segundo caso de los dolores maternales segun el
Evangelio. Imploremos las luces del Espíritu Santo por la inter
cesion de la que fue al mismo tiempo virgen y madre de amar
guras y dolores. Ave, Marta.

En primer lugar, hermanos mios, la dignidad y los gozos ma


ternales en el cristianismo.
¿ Qué es una madre, y qué os dicen de ella ? Se la llama, es
cierto, aun despues del pecado, aun despues de aquella deplo
rable cáida que nos ha trastornado hasta por los cimientos, una
madre es lo que hay de mas augusto, mas venerable, mas digno,
mas sagrado sobre la tierra ; una madre, es decir, esa débil y
536 HOMBRE. HUMANIDAD.
sublime criatura, ese ser misterioso elegido por Dios por un ma
ravilloso privilegio, y asociado por el mismo Dios á su provi
dencia suprema para contener, de acuerdo con él, la admirable
obra de la creacion, para perpetuar aquí abajo esta obra de sa
biduría, de poder y amor, y darla vida á débiles criaturas, des
pues del pecado nobles todavía, que antes del pecado hubieran
sido perfectamente fieles y simples, y que ahora en la abyeccion
en que todos hemos sido sumergidos, están aun destinadas á
poseer a Dios en los esplendores y las delicias de la eternidad.
Se la ha llamado, y esto es cierto, hermanos mios, aun despues
del pecado original ; la corona de la dignidad maternal es bella ;
ella desciende de los cielos ; Dios es quien la deposita por sí so
bre las sienes de la virtud ; y cuando nada marchita su esplen
dor, esta diadema es mas brillante en la frente, y sobre todo mas
dulce en el corazon que la misma corona delos reyes. Os pido
pregunteis á una mujer cristiana y humilde, si el Evangelio está
en su corazon ahora que ha recibido la bendicion maternal de
Dios, si el Evangelio está'en su corazon, preguntadla, si á pe
sar de sus tristezas, cambiaria la gloria y la dignidad materna
les por la mas rica fortuna del mundo. Por eso no me admiro
ver á las santas Escrituras desplegar toda la magnificencia de
su lenguaje para contar el triunfo de la dignidad maternal. Ja
más se presentó á nuestros ojos un mas bello ni mas tierno es
pectáculo que aquel que el Espíritu Santo nos ofrece con com
placencia manifiestamente y con amor, cuando nos muestra todos
los hijos de la mujer fuerte levantarse en medio del transporte,
estrecharse á porfía en rededor de su madre, admirar su sabi
duría, su virtud, su gloria, y publicar altamente que ella es di
chosa. Estáticos de admiracion los hijos de Judá, se levantaron
tambien, unieron sus alabanzas á las de esta dichosa familia, y
brillaron tambien gracias de su apoteósis.
La belleza es un brillo vano y frágil; pero vuestra sabiduría
y virtud, ¡ oh dichosa madre ! merecen solas la gloria inmortal.
« Su esposo, prosiguen los santos Libros, su esposo, feliz y fiero
de su noble y santa compañía, y animando la admiracion y el res
peto de sus hijos é hijas hácia su madre, se levanta á su vez, y
él, cuyo corazon habia tan á menudo reposado sobre ella con
confianza, dice en alta voz : Vos habeis excedido á todas las
mujeres por vuestra virtud. Vos teneis un tesoro digno de ser
derramado hasta en los corazones mas separados, y todos los dias
de vuestra vida vos habeis hecho el bien y jamás el mal. »
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 537
Yo os pregunto, hermanos mios : el Espíritu Santo, de cuyas
palabras no soy aquí mas que un natural intérprete, ¿ podia
exprimir mas dignamente ese magnífico misterio de belleza, sa
biduría, virtud y dulzura, que la mujer cristiana practica en el
seno de la familia humana? Y toda vez que he nombrado la fa
milia, si es cierto decir que el padre representa visiblemente
la fuerza, la grandeza, el poder de Dios, ¿no es tambie/i cierto
decir que la madre por su dulzura es como el gérmen divino de
una persuasion inefable en medio de los que circundan en la fa
milia, y de quienes hace el consuelo y la gloria?
¿Y dó halla ella todas esas cosas, todas esas riquezas que der
rama en rededor suyo con abundantes raudales ? No vacilo en
decirlo ; es en el tesoro de su corazon, del corazon que Dios la
ha hecho, en el tesoro del amor maternal. ¿Quién dirá, mis
muy caros hermanos, la fuerza y el poder de este amor mater
nal, quién dirá su esplendor, su sublimidad y su terneza ?
¿ Quién dirá su magnanimidad y su poder ? ¿ Quién dirá su ener
gía y sus prodigios ? Aun despues del pecado que ha trastor
nado todo en nosotros, que ha marchitado hasta en el fondo de
nuestro corazon y de nuestras entrañas nuestras afecciones mas
legítimas y verdaderas, despues del pecado los gozos del amor
maternal son todavía tan puros, hay en ellos alguna cosa tan
bien conservada, tan inefable segun Dios, que el Hijo mismo de
Dios, el Santo de santos, os los ha representado como la mas
viva imágen de los mismos gozos celestiales y eternos. « ¡ Oh
discípulos mios ! dijo un dia en su Evangelio ; ¡ oh discípulos
mios ! vuestros destinos sobre la tierra estarán mezclados de tris
teza ; vosotros llorareis y gemireis con frecuencia, flevitis vos.
El mundo se regocijará; pero vosotros, vosotros vivireis en
medio de la amargura ; pero tened confianza ; vuestras triste
zas cambiarán en alegrías, y un dia vuestro corazon se regoci
jará como el corazon de una madre á la vista de su primer hijo,
y ningun poder podrá entonces robar aquella alegría de vuestro
corazon. ¡ Ah ! esta madre cuando está en medio de los dolores
del alumbramiento (prosigue hablando el Hijo de Dios), cuando
está en medio de los dolores del alumbramiento, sufre extraor
dinarias angustias ; pero si la hora de su trabajo ha sonado, no
está lejos la hora de sus gozos, y cuando ha dado á luz un hijo,
cuando ha enviado al mundo un hombre (es la misma expresion
del Hijo de Dios), ¡ oh ! entonces olvida todas sus angustias, to
dos sus dolores, tan grande y vivo es su gozo en su corazon.
538 HOMBBE . H UMANIDAD .
¡Un dia vuestro corazon se regocijará con esta alegría! » Parece
bien, hermanos mios,que es una alegría inconmensurable, que es
la alegría mas viva que se puede experimentar, al par que es una
alegría llena de majestad y no indigna del cielo. No, no : no
vacilo en declararlo : entre todas las ternezas de la tierra la
massanta, la mas pura y acaso la sola pura, la sola santa, es la
terneza del amor maternal. Madres cristianas, no temais que
vuestros hijos usurpen en vuestros corazones el lugar que Dios
ha reservado para él. No, no; cuando amais á vuestros hijos,
amais á Dios, que os les dió ; cuando amais á vuestros hijos,
amais esas almas que Jesucristo lavó y Uñó con su adorable
sangre; cuando estais separadas de esos hijos que os son tan
caros, amais á Dios, que os los guarda y los lleva en su seno
eterno; cuando vuelven á vuestros brazos á través los peligros
de los combates ó las tempestades del mar, amais á Dios, que
os los conduce á vuestro seno, y á Dios se dirigen vuestra gra
titud y los transportes de vuestro corazon y vuestra fe.
Es por otra parte, hermanos mios, tan claro que hay en esta
dignidad, en este amor alguna cosa elevada, profunda, divina,
que deriva y nace naturalmente del corazon del mismo Dios y de
las entrañas de su infinita terneza, si puedo expresarme así, que
el Hijo nos revela expresamente que el corazon de una madre
es un modelo de las manos del mismo Dios. Entre todas las co
sas de la naturaleza no hay una imágen mas viva y mas dulce del
amor que el mismo Dios tiene á sus criaturas. Oid las palabras de
nuestro Señor Jesucristo. Cuando quiere convidar al pecador á
volver á él, ¿dó halla el pensamiento, el consuelo y la esperanza
de su vuelta á él?
« Volved, dice, yo seré para vosotros una madre... » Y ob
servad los detalles inefables á que el Dios de la infinita miseri
cordia se digna descender : « Como la madre trata, acaricia su
joven y único hijo á vuestra vuelta. Vosotros habeis padecido en
medio de vuestros extravíos, lejos de mí ; yo os consolaré, vues
tro corazon verá de cerca mi terneza y misericordia ; yo os pon
dré (es la expresion de la santa Escritura), yo os pondré sobre
mis rodillas; y no hay nada que yo deje de hacer para haceros
ver el corazon de una madre. »
Pero esta mañana, hermanos mios, si habeis tenido la dicha
de asistir, al santo sacrificio dela Misa, y si habeis leido el evan
gelio que la santa Iglesia nos ha hecho leer y admirar, habeis po
dido remarcar esa deliciosa palabra de nuestro Señor Jesucristo :
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 539
¿ qué halla de mas dulce, de mas poderoso que decirnos, cuando
quiere convidarnos á llegar á la mayor perfeccion, á hacer la
voluntad de Dios, de nuestro Padre que está en el cielo ? Sola
mente nos dice una palabra : « Si haceis la voluntad de mi Padre,
que está en el cielo, yo seré para vosotros como una madre ;
añade, como un hermano, como una hermana. » Él multiplica,
bien lo veis, todos los sentimientos mas naturales y mas tiernos
á fin de atraernos á él. Es cierto que nuestra naturaleza, aun
que trastornada, es todavía grande en medio de sus ruinas, y que
las afecciones naturales serian suficientes para salvarnos, para
preservarnos de todas las acciones culpables y nocivas, si nos
conserváremos por la gracia de Dios fieles y puros en nuestros
corazones, si fuésemos, para cumplir los mandamientos de Dios,
si fuésemos en nuestras familias lo que nuestro Señor Jesucristo
nos indica aquí por medio de las palabras que acabo de repe
tiros.
Hay todavía otra palabra de nuestro Señor Jesucristo que os
suplico remarqueis, y que nos muestra hasta qué grado en su
pensamiento el amor maternal es la imágen del amor que tiene
por nosotros. ¿Quién de vosotros no ha observado algunas veces
en las santas Escrituras esta palabra, que es el mas poderoso es
fuerzo del poder de Dios, para persuadirnos su amor ? Ved hasta
donde llega, a ¿Cuándo una madre, dice, olvidaria su hijo? »
Despues prosigue : « Una madre no olvida jamás el fruto de sus
entrañas; no pierde jamás la compasion por aquel que ella ha
alimentado. Pues bien; si una madre llegase*á olvidar su hijo,
yo no os olvidaré ; yo seré aun mas tierno para vosotros que una
madre. » En fin, hermanos mios, vosotros sabeis aquel grito de
nuestro Señor en la víspera de los desastres de Jerusalen. Cuan
do sobre la cima de aquella colina misteriosa dirigió una mirada
sobre la ciudad culpable, lloró, y esta tierna queja se desprendió
de sus labios y su corazon : « ¡ Jerusalen ! ¡ Jerusalen ! ¡ cuántas
veces he querido reunir tus hijos bajo mis alas, como una gallina
cobija sus polluelos ! ¡ Tú no lo has querido ! Yo he sido para
ti una madre : ¡ tú me has rechazado ! » Esto queria decir todo.
Termino por estas palabras, hermanos mios. Lo que acabo de
deciros basta para haceros comprender cuál es la dignidad, la
grandeza, cuáles son los gozos maternales en el cristianismo;
me falta mostraros cuáles son sus consuelos y dolores : este será
el asunto de una segunda reflexion.
Voy pues á deciros ahora, hermanos mios, los dolores del
540 HOMBRE. — HUMANIDAD.
amor maternal. Los hay inefables. No vacilo un punto en decla
rarlo de antemano : cuando esa corona tan brillante y pura llega
á romperse, cuando una jóven y tierna flor la es arrancada,
cuando esa dulzura se cambia en amargura, cuaLdo esa alegría,
que habia hecho olvidar dolores tan extraordinarios es de re
pente rechazada en. un corazon desgarrado, partido, ¡oh! en
tonces en esta alma reina un grande silencio. Cuando el hambre,
la miseria, la desesperacion ó la muerte llega á caer sobre esta
madre y á arrebatarla ó estrellarla ante sus ojos lo que la es mas
caro sobre la tierra, reinan en ella en silencio grandes desola
ciones, y sobre esa frente descoronada se ven pasar sombríos
nublados que ocultan el rayo.
Es al pié de la cruz de su Hijo espirando do una madre lan
zaba, hace largo tiempo, este grito de un extremo dolor, que
aun á través de diez y ocho siglos, cuando el Viernes Santo hace
resonar en nuestros oidos las lamentaciones de Jeremías, viene
á enternecer nuestras almas con un enternecimiento invencible :
« ¡ Oh vosotros que pasais por este camino indiferentes y extran
jeros, deteneos un poco, considerad y ved si hay un dolor igual
al mio ! » ¡ Ah ! hermanos mios, este era el grito de una madre
á cuyo hijo quitaban la vida, cuyo corazon partian, cuyas en
trañas desgarraban, y este grito de dolor maternal tiene algo de
augusto. Yo no conozco nada á la vez mas tierno y mas terrible.
Yo le he oido algunas veces sobre la tierra; es temible, es vene
rable, tiene una majestad que admira, y un eco que desgarra.
Es un sollozo dei alma que se apodera de nosotros, que domina,
que penetra y despedaza... Hay en este dolor, hermanos mios,
alguna cosa eterna é irremediable. Os lo he dicho, yo le he en
contrado algunas veces sobre la tierra en el curso de mi minis
terio ; he ensayado consolarle, y jamás he podido lograrlo. ¿Qué
es esto? ¿De dónde nace esta inconsolable angustia? ¿Qué hay
en el corazon y entrañas de una madre, que destrozada una vez
por las tempestades de la tierra no vuelve jamás á su primitiva
situacion aquí abajo? ¿Es alguna cosa de la terneza y miseri
cordia del mismo Dios, que no está hecho para este triste mundo?
¿Es el grito de aquel dolor expiador y sagrado, cuyo sacerdocio
tiene aquí abajo la madre del hombre? Yo lo ignoro : lo cierto
es que nada hay mas doloroso ni mas inconsolable. El Evange
lista y Jeremías nos hacen oir esta palabra : « La voz de Raquel
ha resonado sobre la cima de los montes de Sunan ; eran gritos,
gemidos confusos é inexplicables ; eran gritos y gemidos de una
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 541
madre; ella no quería consolarse, 6 mas bien no podia consolarse,
porque sus hijos ya no existian. »
«No me llameis ya Noemi, decia entiemposuna madre, que ha
bia perdido sus dos hijos, álas mujeres desterradas que regresaban
á su patria, y cuyos conciudadanos consolaban su regreso ; no
me llameis ya Noemi. En otro tiempo yo era hermosa, me llama
ban Noemi, era mi nombre. Pero el Señor me ha privado de mis
hijos, no me llameis mas Noemi ; llamadme María, pues yo estoy
llena desde hoy en adelante de amargura ! »
Y ahora, hermanos mios, os preguntaré : ¿de dónde vienen
esos dolores, de dónde descienden, cuál es su origen? Nosotros
ignoramos su remedio ; ¿cuál es su origen ? ¡ Ah ! no me detengo
en decirlo : aunque no tuviese otra prueba del pecado original
mas que los dolores maternales aquí abajo, esta prueba me seria
suficiente, porque estos dolores no están ni pueden estar en la
naturaleza. Explicadme, si podeis, ¿porqué tanto sufrir en una
dignidad tan alta ; porqué y cómo esos gozos mezclados súbita
mente con tantas lágrimas ; porqué y cómo dolores tan amar
gos ; porqué esos agudos dolores en las entrañas que nos dan la
vida ? ¡ Ah ! esto es cosa clara : el hombre es culpable y su madre
está maldecida, y la fuente de la generacion humana es una
fuente de afliccion, de gemidos y lágrimas, un manantial inago
table de enfermedades y miserías ; la madre del hombre se halla
toda bajo el peso de los anatemas del Señor, y ni á mí, ni á vo
sotros pertenece decir que esto es justicia. Las angustias mas
penetrantes dela humanidad se hallan aquí, y aquí tambien,
como yo lo decia hace un instante, se halla la expiacion. Por
aquí las hijas de Eva expian el crímen de su madre y sus críme
nes. Por eso habia un dolor maternal al pié del Calvario ; hé aquí
porqué una mujer bendecida entre todas las mujeres, una virgen
la mas pura de las vírgenes, una madre augusta y sagrada debia
estar asociada al sacrificio de la redencion del mundo, y ser la
cooperadora de los dolores mas odiosos en esta grande obra de la
reparacion de la humanidad decaida.
La maldicion de Dios pesa sobre nosotros, todos hemos sido
condenados al trabajo, es decir, á la necesidad, á la afliccion, á
las lágrimas, á la miseria, á la muerte ; pero : ¡ cómo se apodera
de nosotros esta maldicion ; cuán dolorosa es cuando cae sobre
una madre ! No vacilo en decir que este dolor es entonces un
dolor sagrado, y yo estoy lleno de religion y de reconocimiento
hácia Dios á la vez, al ver que entre los dolores de la humanidad
542 HOMBRE . — HUMANIDAD .
no hay uno para el que Dios haya reservado en su corazon una
compasion mas abundante que para este dolor. Ved, hermanos
mios, y ojalá pueda lo que voy á presentar á vuestra vista deci
diros á la compasion de los dolores, cuya causa abogo aquí; ved
si este dolor no es sagrado en la religion ; ved si Dios y los ánge
les no se apresuran perpetuamente á socorrerle ; en las santas
Escrituras ved si los profetas amigos de Dios no hacen"resplan
decer en su favor los mayores milagros ; ved si el Hijo de Dios,
que vino á consolar todos los dolores, no ha conservado sus pro
digios mas relevantes para el alivio y la compasion de los do
lores maternales. Voy á citaros algunos ejemplos de esto, y sola
mente los elegiré en los Libros santos con el designio de grabarlos
profundamente en vuestras almas ; y os digo tambien que ellos
tienen tal dulzura, estas recitaciones tienen tal encanto, tal un
cion, que os las ofrezco en testimonio de reconocimiento á vuestra
caridad hácia nuestros pobres.
¿Quién de vosotros no se acuerda de la pobre Agar desterrada
de la tienda de Abrahan, y de las palabras que Diosla dirige.
¡ Id, id con vuestro pobre hijo Ismael á la soledad, en medio de
las arenas abrasadoras del desierto ! Ella habia llevado un poco
de pan y agua para ella, y principalmente para sü hijo. Bien
pronto viene á faltarles el agua : ¡ era la muerte ! Yo tengo sed,
decia este pobre niño ; y su madre lanzando sus miradas hasta los
últimos confines del desierto, no descubria mas que arenas; y
el niño decia siempre : Yo tengo sed y me muero. Entoncesella
le coge en sus brazos. Estaba debilitada, pero el amor maternal
la daba fuerzas. Busca agua. Sin embargo el niño moria entre
los brazos de su madre. Se para, y sucumbiendo á esta terrible
angustia, á esta dolorosa carga, pone en el suelo al niño, después
se aleja algunos pasos, se aleja á mayor distancia y va á sentarse
sola, desconsolada, espantada á cada instante, diciendo : ¡Yo no
veré al menos morir mi hijo! Y despues cuando, al fin de algu
nos momentos, pues dice la Escritura no se habia alejado mas
que á tiro de flecha (ella no quería verle morir, pero no podia
decidirse á no verle mas) cuando al fin de algunos momentos el
oido y el corazon de esta madre entendió que el último suspiro de
su hijo se aproximaba, ¡oh ! entonces sus entrañas se estremecie
ron, y dice la Escritura que ella arrojó un grito en el desierto,
uno de esos gritos de dclor maternal, que conmueven el cielo y la
tierra, y el cielo se estremeció, y Dios la oyó, exaudivit Deus de
ccelo, y envió su ángel. El ángel acudió y gritó : « ¡ Agar! Agar ! »
I
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 543
Y la pobre madre levantó la cabeza, y el ángel la dijo : « No temas
mas, el Señor ha oido el grito de tu dolor ; ¡ mira ! » Y al mismo
instante un manantial de agua viva surtiendo en medio de la ari
dez del desierto dió la vida al hijo y á la madre. ¡ Ah ! hermanos
mios, ¡qué tierno modelo teneis ahí ante vuestros ojos; cuán
hermoso es ser los ángeles del Señor, serlos ángeles de paz, los
ángeles de refresco ! En medio de esta terrible soledad, entre
nuestras inmensas poblaciones ¿qué crece? El egoismo, el or
gullo, todas las pasiones y sobre todo la concupiscencia abrasa
dora, mil veces mas abrasadora que los vientos inflamados del
desierto. Y vosotros tambien apareced como el ángel del Señor;
decid á vuestra caridad haga surtir sus manantiales vivos, que
den la vida al hijo y á su madre. No vacilo en decíroslo (ignoro
el secreto de vuestros corazones) : vosotros os hallais quizá en
la soledad y las arenas áridas ; vuestra alma está acaso seca ;
vosotros estais muriéndoos quizá de esa sed suprema que el
mundo no sabe refrescar ; pues bien ; haced alguna cosa para
apagar la sed de esos pobres hijos y de esas pobres madres, y
no dudo prometéroslo en nombre del Señor Dios, que refrescó á
Agar y á Ismael, refrescará vuestras almas, y os dará las fuen
tes eternas. Vosotros os acordais aun del profeta Eliseo. Habia
una pobre viuda, que habia quedado sola sobre la tierra con dos
hijos ; su situacion era crítica, bien pronto tan lastimera, que
acreedores sin conmiseracion la llevan cuanto posee, y la ame
nazan llevarla sus dos hijos. Encuentra al profeta, se echa á
sus piés : « ¡ Oh hombre de Dios, le dice, ellos van á llevarme
mis dos hijos! » Era todavía el grito del dolor maternal. El pro
feta, conmovido hasta en el fondo dé su corazon, la dice : « ¿ Qué
teneis aun que os pertenezca? — Tengo un poco de aceite.»
El profeta bendice el aceite de la viuda, y él multiplica tan su-
perabundantemente, que hay para satisfacer á la dureza de sus
acreedores sin piedad ; despues rescata todos los muebles de la
pobre viuda y la dice : « Vos y vuestros hijos vivid ahora de lo
restante. » ¡ Vivid ! Pues bien ; quiero decíroslo, hermanos mios,
es una buena y tierna palabra ; es bueno poder decir al que su
fre y está muriendo : ¡ Vivid ! vivid, vosotros lo podeis, la caridad
tiene tambien su poder. Decir á cualquiera criatura : ¡ Vivid !
esto es divino, es un poder que os viene de Dios, y del que os
pedirá un dia una cuenta séria. La caridad hace brillar sus mi
lagros, que son milagros de misericordia y vida. Multiplicad vo
sotros tambien la dulzura y abundancia de los consuelos caritati
544 HOMBRE. HUMANIDAD.
vos ; derramad vuestras limosnas como un aceite bienhechor,
que sabe sanar la paz y vuelve la vida al moribundo ; y la ben
dicion de Dios caerá sobre vosotros, y sereis como los profetas y
ángeles del Señor.
Acabo de recitaros la historia de una pobre mujer. .Pero ved
una historia aun mas tierna. Era una mujer rica, opulenta, una
madre que vivia, como muchos entre vosotros, en las delicias de
la vida. A pesar de su fortuna cayó en la desesperacion : esto
acontece algunas veces.
No tengo el menor recelo en deciros que este es uno de los pa
sajes mas tiernos delas santas Escrituras. ¿ Quién no ha oido con
tar algunas veces la historia de los gozos y dolores de la Suna-
mita ? Os enarraré todos sus detalles, como se hallan en los
santos Libros. Era una señora de gran familia; pero tenia ma
nifiestamente un corazon piadoso, sentimientos de amor de Dios :
era hospitalaria. El profeta Eliseo pasaba un dia por la ciudad en
que ella habitaba. Ella le encontró, y en nombre de su esposole
rogó fuese á tomar una comida frugal en su casa. El profeta
consintió en ello; despues se retiró. Algun tiempo despues esta
santa señora dijo á su esposo : « Veo bien que este santo hom
bre que viene aqui algunas veces, es un hombre de Dios,
haríamos bien en ofrecerle una pequeña habitacion en lo alto de
nuestra casa ; colocaremos en ella una mesa, una cama, una
silla, una lámpara, y reposará allí cuando venga á visitar nues
tra ciudad. » El profeta Eliseo aceptó la humilde hospitalidad que
le habian ofrecido, y cuya sencillez convenia á un profeta del
Señor. Algun tiempo despues aun, Dios recompensó esta hos
pitalidad generosa y santa : la Sunamita tuvo un hijo, y Dios le
bendijo. Este nacimiento causó un grande regocijo en toda la
casa, y despues de algun tiempo sobrevino ademas un grande
dolor. El niño murió cuando menos se pensaba. « Me duele mu
cho la cabeza» , dice á su padre, y repetia siempre, son palabras
de la santa Escritura : « me duele mucho la cabeza. » Que lo
que voy á decir no incomode á los padres, sin duda tienen siem
pre el corazon y las entrañas paternales; pero cuando el hijo su
fre, van á buscar su madre. El padre pues dijo á su criado :
« Tomad este niño y llevádsele á su madre. » La madre tomó el
niño, le sentó sobre su regazo y esperó haciendo oracion á Dios.
Hácia mediodia el niño murió allí. Aquí se revela, hermanos
mios, una de las escenas mas sorprendentes de la fe, del poder
del amor maternal que puede imaginarse. La madre se levanta
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 545
sin pronunciar una palabra, sin arrojar un grito, sin derramar
una lágrima, y teniendo siempre su hijo muerto entre sus bra
zos, sube silenciosamente todas las escaleras de su casa, va
hasta el último piso á la pequeña habitacion del profeta, entra en
ella, deja el cuerpo difunto de su hijo sobre la cama del hombre
de Dios, y como si no estuviese muerto, cierra con cuidado la
puerta, vuelve á bajar á su aposento sin decirlo al padre, que
quizá hubiera fallecido súbitamente, porque hay en el corazon
paternal menos fuerza para el sufrimiento que en el de la ma
dre, sin decirle nada mas que esta palabra : « Dad órden á uno
de vuestros criados de acompañarme; hacedme aparejar un as
nillo á fin que yo marche en seguida y vaya corriendo en casa
del hombre de Dios para regresar aquí prontamente.» El padre
la dijo : « Pero ¿porqué quereis ir á verle ¥ Hoy no es dia de
fiesta ni aun sábado.— Es necesario que yo vaya, » responde ella
sencillamente. Despues dice á su criado : « Marchemos pronta
mente, y no me hagais detener en todo el camino. » Marchan,
se apresuran, y bien pronto llegan á la falda del monte del Car
melo do habitaba el profeta Eliseo. Desde lo alto del monte les
divisó y dijo á su servidor : «Yo creo que es la Sunamita la que
viene á visitarnos : vé, baja á su encuentro, y pregúntala de mi
parte si todo va bien en su casa. » Ella responde : « Sí, todo va
bien :» despues continúa su camino silenciosamente, y en fin cuan
do halla alhombre de Dios, que venia á paso lento al encuentro de
su dolor , cuyo misterio ignoraba, se arrojó á sus piés, los tuvo
estrechamente abrazados sin pronunciar una palabra. El servi
dor del profeta quiere levantarla, pero el profeta dice : « No :
déjala, déjala; su alma se halla llena de amargura, y el Señor
no me ha dicho cuál es la desgracia que ella ha experimentado.»
Entonces se deja oir el grito de la madre : « ¿ No os pedí un hijo,
mi Señor ? » Con esta reprension delicada y tan profunda, con
este grito terrible el profeta se conmovió hasta en el fondo de sus
entrañas, y sin responder á la madre, dijo á su sirviente : «Toma,
toma mi baston, y apresúrate; baja el monte ; si hallas alguno
no le saludes ; si te saludan, no respondas ; vé y camina siempre,
y despues pon el baston del Señor y de su profeta sobre el ros
tro del niño. « Al oir estas palabras, la madre, que estaba siem
pre de rodillas, se levanta, y con el mandato del amor y dolor
maternal : « \ Viva el Eterno, dice, viva mi alma, la vuestra, viva
el alma de mi hijo ! Esto no se hará así ; vos vendreis conmigo.»
• Eliseo accedió y marchó. La madre seguia detrás, y el profeta
S. M. I. 35
546 HOMBRE. HUMANIDAD.
caminaba con precipitacion. Por último llegan á la casa de dolor,
sube escalera por escalera hasta la habitacion del hombre de
Dios. Vosotros sabeis lo restante de ese milagro, y cómo el santo
hombre volvió la vida á este niño. Su madre al verle revivir,
dice la Escritura, no arrojó un grito de alegría. ¡Ah ! era una
madre cristiana ! Al verle vivir, ella se postra precipitada en el
suelo, y besa la tierra y la vuelve á besar ; no pddia cansarse de
besar la tierra, y durante ese tiempo el profeta la bendecia. Hé
aquí lo que Dios y los profetas hacen para aplacdr los dolores
maternales.
Pero voy á dar fin á nuestra conferencia, y á mostraros al
concluir lo que hace el Hijo de Dios mismo. Recogeos en vuestros
corazones : es el mayor ejemplo de la compasion de Dios por los
sufrimientos y. dolores de las madres sobre la tierra.
Mañana, hermanos mios, leereis en la santa misa el evan
gelio con mas recogimiento y amor ; mañana mismo en el evan
gelio se halla un admirable ejemplo de esta compasion de nues
tro Señor Jesucristo por los dolores maternales.
Una pobre mujer Cananea que habia venido á las cercanías de
Tiro y Sidon, se echa álos piés de nuestro Señor Jesucristo gri
tando : « Señor, tened piedad de mí, porque mi hija sufre cruel
mente. » Observad que su hija padecia, y ella dice: ¡tened
piedad de mi ! Era un mismo penar. Nuestro Señor no la escu
chaba al parecer, y continúa su camino. Ella continúa su dolor
y sus gritos, fatiga con ellos á los discípulos de Jesucristo que le
dicen : « Señor, concededla pues lo que pide* porque ella nos
fatiga verdaderamente con sus gritos. » No eran aun muy fuer
tes en la caridad : el Espíritu Santo y el amor no habian aun
descendido á sus corazones. ¡ Están fatigados ! Pero nuestro Se
ñor, que no se fatiga, responde sin embargo con una dureza pe
sada : « Dejadla, yo no fui enviado mas que para los hijos de
Israel. » Al oir esta palabra, esta pobre mujer, sin inquietarse,
continúa aun repitiendo : « Señor, tened piedad de mí, porque
mi hija padece terribles dolores. » Y el Hijo de Dios la responde
y la dice : « No es bueno tomar el pan reservado para los hijos
y arrojarlo á los perros. » Era una pagana. Ciertamente la pa
labra era dura. Pero la madre halla en su corázon y en las ins
piraciones á la vez de dolor, y si puedo explicarme así, de inge
nio maternal, esta incomparable respuesta ¿ que pone el Hijo de
Dios, y su poder á la disposicion del dolor de esta mujer : «Esto
es cierto ; pero los perritos se alimentan con las migajas que caen '
DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD. 547
de la mesa de sü amo ; ¡ no os pido rilas que una riiigdja' de vues
tra compasion y misericordia ! » jÓh ! entonces él Hijo de Dios
en medio de la admiracion responde t « Mujer, vuestra fe es
grande ; ¡id ! vuestra hija ha sanado. »
No quiero ser demasiado difuso en este pünto ¿ hermanos
mios ; pero no puedo menos de haceros observar, al concluir,
que entre las resurrecciones, es decir, los milagros mas divinos
que nuestro Señor ha cumplido, hay varios que son en favor del
dolor maternal. ¿Quién rio sabe que Jairb y sü esposa, aquél
padre y aquella madre llorosos, imploraron á nuestro Señor
que resucitase su hija jóven de doce años? Acababa de morir
á esta edad amable, que es algunas veces todavía tan pura. El
candor de la inocencia, una tefneza hatüral del corazon, una
confianza ingénua dan á la infancia una gracia inexplicable, que
no se olvida jamás cüdndo se lia visto sobre una frente de doce
años. Nuestro Señor accedió á sus ruegos, despertó á esta jóven
doncella, y la volvió á su padre y á su madre. Y despues, voso
tros sabeis como la viuda de Náim fue consolada. Nuestro Señor
se dirigia un dia á esta ciudad, acompañado del pueblo y rodeado
de sus discípulos. De improviso se ofreció á su vista un doloroso
espectáculo. Llevaban á enterrar un cadáver. Era el hijo único
de una mujer viuda. Es cuanto hay que decir : los dolores huma
nos no pueden ir mas lejos aquí abajo. Al ver nuestro Señor los
dolores de toda aquella multitud que rodeaba aquel ataud, no pa
reció conmovido ; pero tras del entierro hay un dolor menos pú
blico, que llena su corazon de compasion y tristeza ; hay una
pobre madre, que vierte silenciosas lágrimas. Al verla el Hijo
de Dios, dice el Evangelio, se conmovió profundamente de tris
teza y compasion hácia ella, y la dijo con dulzura : « No lloreis : »
Noli flere. Y despues aproximándose al ataud del jóven : « Yo
os lo ordeno, levantaos. » Y el Evangelio prosiguiendo la sen
cillez enteramente divina de su narracion, añade: « El jóven
se levantó : así él volvió el hijo á la madre : » Reddidit filium
suum matri suce.
Terminemos. Vosotros habeis visto como en este designio de
Dios, en este designio de justicia y misericordia los dolores ma
ternales son el castigo del pecado y la expiacion del pecado mis
mo ; vosotros habeis visto tambien como el Evangelio y las bon
dades del Señor han venido á calmar todos esos dolores y todas
esas amarguras por medio de los gozos y consuelos inefables. Lo
que teneis que hacer ahora está manifiestamente indicado por la
548 HOMBRE. — HUMANIDAD. — DIGNIDAD DE LA MATERNIDAD.
exhortacion que acabais de oir. Vosotros teneis quehacer la mi
sericordia y la caridad ; teneis ante vuestros ojos pobres mujeres,
pobres viudas, pobres niños desamparados, abandonados. Oslo
digo en el estilo sencillo que conviene al abogado delos pobres;
la obra, en favor de la que yo abogo ante vosotros, se halla en
deficit : la hace falta una suma cuantiosa para poder cumplir en
este año sus compromisos; se ve obligada a suspender sus so
corros, y la desgracia no suspende sus golpes, las necesidades
no suspenden sus exigencias. Es necesario, hermanos mios, que
la caridad no suspenda su curso, y si los tiempos son desgra
ciados, es necesario que la caridad sea dichosa y grande...
Os digo la verdad santa y pura : dad generosamente, y sereis
mas ricos no solamente para el cielo y la eternidad, sino tambien
para la tierra. Esta es la promesa : dad limosna, vosotros ha
llareis el céntuplo de lo que hubiéreis dado.
PRESENCIA DEL MAL MORAL

EN EL SENO DE LA HUMANIDAD.

POR EL PADRE RAVIGNAN,


DE LA COMPANIA DE JESUS.

El mal existe; él cubre la tierra. Cánticos de alegría y gritos


de dolor atestiguan su presencia, porque él ofrece á los unos el
triunfo de los placeres, á los otros amargas aflicciones. Este mal
que produce el crímen y la falsa dicha es un terrible problema
para la razon humana. Él fatigó constantemente á la filosofía an
tigua, y la impelió hasta las sombrías y desesperantes concep
ciones del fatalismo.
Por otra parte, una filosofía grave debe pensar en este pro
blema. Almas creyentes y fieles se ocupan de él con frecuencia ;
pero tambien se ve muy á menudo á espíritus que no han sido
penetrados completamente por la viva y poderosa luz de la fe,
agitarse al borde de un abismo abierto por un pensamiento febril
é inquieto.
Así, señores, se presentan á veces ante nosotros, con condi
ciones y bajo impresiones diversas, entre otras estas graves
cuestiones : ¿porqué el mal moral, porqué el pecado inunda la
tierra? ¿Quién lo crea, quién lo deja crecer y prosperar? Dios
ha previsto el acto que debia ofenderlo; él lo ha previsto, él po
dia evitarlo, impedirlo, y no lo ha hecho; él lo ha previsto ; cierto,
cierto, no podia menos de ser cometido por el nombre. ¿ Cómo
seria entonces el acto libre y voluntario, el pecado imputable al
hombre? ¡El hombre es libre! se dice. Pero cuando menos,
Dios habia previsto que el miserable pecador abusaria de su li
550 HOMBRE. HUMANIDAD.
bertad, que abusaria para convertirse por siempre en réprobo ;
Dios lo habia previsto, y sin embargo le ha dado esa funesta li
bertad ! ¡ Cómo pues ! ¿ armará un padre el brazo de su hijo para
un suicidio seguro? No, ciertamente. ¿Qué es pues lo que ha
hecho Dios respecto del hombre ? ¡Dios habia previsto el pecado,
y Dios lo deja reinar y dominar en el corazon del hombre ! ¿ Dios
pues ha previsto y decretado anticipadamente la reprobacion de
su criatura ? ¿ Es este un acto digno de un Dios justo, bueno y
misericordioso?
Señores aquí hay preocupaciones injustas y falsas, vosotros lo
concebis ; aquí hay cosas misteriosas, y cosas muy claras. Sin
pretender sondar todos los abismos, encontramos en la sana ra-
zon, en la fe verdadera
eternamente de toda imputacion de injusticia y de crueldad, y que
al mismo tiempo emancipan para siempre al hombre del yugo de
una ciega fatalidad y una desesperacion necesaria.
Voy á intentar el exponer sencilla y claramente estos principios.
Señores, la presencia del mal moral, del pecado en el mundo
y en el hombre, se nos presenta con condiciones que, tranquila
mente consideradas, reciben por parte del razonamiento cristiano
y el sentido verdadero de los dogmas católicos explicaciones ple
namente satisfactorias.
Asi la presencia divina, cualquiera que sea, no hace á Dios
responsable del pecado del hombre, primer principio ; de lo que
se llama la permision del pecado no hace á Dios autor, segundo
principio ; un órden general de la providencia explica suficiente
mente la presencia del mal moral, del pecado en la tierra, tercer
principio ; en fin, la libertad humana es sola capaz de producir
el mal, cuarto principio.
Procuraré, señores, discutir brevemente estas cuatro proposi
ciones. Me parece que ellas encierran instrucciones y esclareci
mientos necesarios para un gran número , y capaces de disipar
las nubes que se levantan á menudo en imaginaciones inquietas,
relativamente á las verdades dela fe en esta grave materia.
No, señores, la presciencia divina, por infalible, por cierta y
eterna que sea, no hace á Dios responsable del pecado del hom
bre. Hoy, tal vez ahora, se está cometiendo un crimen. Aunque
Dios sin duda alguna lo hubiere previsto ab eterno, ¿ qué se sigue
de eso directamente ? Señores, que Dios posee, una ciencia infi
nita, que nada se oculta á su eterna mirada. Esto es todo, ni mas
ni menos. ,, ,
PRESENCIA DEL MAL MORAL. 00 1
Con efecto, ¿ qué es la presciencia divina ? Porque es preciso
concebir nociones exactas ; porque es necesario formar ideas
justas de ella para conservarlas en medio de las dificultades que
se levantan y crecen como las nubes; y en verdad, señores, que
me admiro de haber encontrado con frecuencia, de haber visto
sin cesar en mi carrera inteligencias que abrigaban siempre en
esta materia dudas penosas, y que se hallaban así cercadas de
preocupaciones molestas ; es preciso, repito, apreciar las cosas
con toda la sencillez de las ideas y del lenguaje.
Pues bien ; ver no es obrar. Seguramente no hacemos lo que
vemos hacer á otro. Saber no es tampoco forzar y violentar. Cuando
Dios preve, no hace mas que usar de una ciencia que le es pro
pia, la de ver todo y saber todo. De ahí no se sigue ninguna ne
cesidad antecedente y fatal. Dios ve todo, Dios hace todo, Dios
conoce todo, Dios preve todo desde el seno de su inconmensurable
eternidad ; todo lo que es susceptible de ser objeto de un conoci
miento, Dios lo conoce ; pero de hecho, un conocimiento, aun
divino, no imprime por sí á las cosas conocidas ó previstas el
sello de una necesidad fatal. Porque, observadlo bien ; en efecto,
señores, una verdad afirmada (y la presciencia de Dios no es otra
cosa que una afirmacion de verdades futuras), es necesariamen
te, en tanto que es verdad, anterior á su afirmacion ; de otro
modo, ¿ qué es lo que se afirmaria ? Lo que no es ; se afirmaria
nada, se afirmaria la nada. Lo que se ve es antes de ser vis
to ; por la misma razon, lo que Dios preve existe para él antes
de ser previsto.
Tened cuidado aquí. Señores, no hay, para la ciencia infinita
y eterna, no hay, para el ser infinito y divino esa diferencia del
tiempo que nos limita, qüe nosmide á nosotros. Presente, pasado,
porvenir es algo para nosotros, por lo menos es un lenguaje ne
cesario ; para Dios no significa nada. En la eternidad que Dios
habita con su ciencia y vista divinas no hay esta variedad! de
tiempos. La denominacion de las cosas futuras es solo buena
relativamente á nosotros, pero es absolutamente falsa para Dios.
Asi, segun la antigua respuesta de los padres, tan trivial ya
en las escuelas, pero que por eso no ha dejado de ser cierta ;
las cosas que nosotros llamamos porvenir, que son libres, que
dependen únicamente de la libre determinacion del hombre, cuanr
do ellas se realizan, no se realizan aqui abajo porque Dios las
ha previsto. Por el contrario, Dios no las ha previsto sino por
que ellas debian realizarse de esa suerte libremente; él no las
oo2 HOMBRE. HUMANIDAD.
miraba como tales, sino porque su inteligencia divina está presente
en todos los tiempos, en todos los lugares, como lo está en todos
los actos libres de los hombres. Asi tal acto previsto existia para
Dios, en un órden lógico y verdadero antes de haber sido cono
cido por Dios mismo. No puede pues resultar de este órden esa
necesidad fatal, anterior, que se objeta tan fuera de proposito y
con tanta frecuencia.
Pero se dice : la presciencia de Dios es infalible : lo que Dios
ha previsto no puede menos de suceder, y no se puede obrar de
otro modo que como Dios ha previsto.
La presciencia de Dios es infalible. Sí, en virtud de estas dos
cosas : primera, á causa de la infalibilidad misma de la luz y de
la certeza divinas ; segunda, á causa de la verdad cierta en sí
de la proposicion ó dela verdad prevista.
Hé aquí una verdad que era cierta de toda eternidad : Judas
venderá á su Señor. Esta verdad, conocida de Dios durante mu
chos siglos de anticipacion, era cierta á los ojos de Dios, no en
su condicion áislada de existencia solamente, sino tambien en su
naturaleza esencialmente libre. La vista de Dios, su ciencia, su
conocimiento no atacaba, no alteraba, no venia á herir la libertad
del apóstol pérfido é infiel. La realizacion de la tráicion de Judas
solo era cierta porque él mismo debia ejecutarla libremente, pu-
diendo obrar de distinta manera. Esta realizacion y este cono
cimiento no eran ciertos para Dios con su poder, con su previ
sion infinita, para su ojo eterno, sino porque el ojo de Dios, la
inteligencia divina se aplica, se extiende necesariamente á todo,
á toda verdad apreciable, y porque un crímen, fatal para todos,
es una verdad profundamente apreciable, real y cierta para una
ciencia infinita y eterna.
Asi, esta verdad (y en ella todos los crímenes, todos los pe
cados de la tierra se hallan comprendidos) : Judas venderá á su
Señor, en la inmensa distancia de los tiempos, era una verdad
cierta, objeto de una proposicion cierta, que podia ser enun
ciada como tal por una ciencia, una vista que la poseia en la
inmensidad de los siglos, en la esfera misma de la eternidad.
Esto es todo, y fuera de aquí se raciocina tan mal como lo
hizo Calvino, como lo hizo la reforma, que se atrevió á acusar á
Dios mismo de autor de la tráicion de Judas y de la negacion de
san Pedro. A la memoria os viene que el concilio de Ti ento se vió
obligado á combatir ese error explicando, exponiendo el principio
de la libertad del hombre.
PRESENCIA DEL MAL MORAL. 553
Andad con tiento ; señores, nosotros somos pequeños, redu
cidos, miserables, injustos; somos mezquinos y pretendemos
juzgar los atributos de Dios y su prevision infinita. ¡ Pobres pig
meos ! . . . Era menester necesariamente que redujésemos á nues
tra medida la ciencia, el conocimiento, la sabiduría de Dios.
Vos no ireis mas arriba ni mas lejos, le decimos... ¡ De veras !
Vosotros concebís que esa no es una regla para el Señor; y por
que nosotros, inteligencias pobres y finitas, no concebimos bien
esa inteligencia divina, eterna é infinita, que se extiende y aplica
á todo, que atraviesa todos los espacios, que aproxima todas las
distancias, colma todos los vacíos, llama á su presencia á todas las
edades, á todos los siglos, á todos los acontecimientos libres de
la tierra; porque nosotros no concebimos, digo, esas cosas, por
que quizá no concebimos tampoco bien la libertad del hombre,
siempre plena, siempre intacta, siempre viva bajo el ojo eterno
de Dios, que es enteramente inteligente, y que ha conocido todo
antes de los siglos, luchamos con nuestras dudas y nuestras per
plejidades ; nosotros destruimos la libertad humana , ó bien ne
gamos la ciencia de Dios, ó lo hacemos ador, autor, causa del
mal del hombre.
Nada de eso es cierto, señores; solo una cosa es absoluta
mente cierta ; Dios conoce todo, preve todo, todos los actos fu
turos, todos los acontecimientos libres del hombre. El hombre
es libre ; el mal que él comete, puede no cometerlo. Estas dos co
sas no son verdaderamente irreconciliables. Y ¿porqué la una se
opondria á la otra ? ¿ Dónde se ve la imposibilidad de la alianza ?
No, señores ; la presciencia divina no hace á Dios responsable de
los pecados del hombre ; ella deja expedita la accion del hombre ;
ella lo deja á su libertad, con su naturaleza verdadera y real.
Por mas que se repita que la presciencia divina es infalible, no
dejará de ser cierto, señores, que ella deja, que ella debe dejar
las cosas tales como son.
¿ Quereis ahora, señores, que por medio de una comparacion
sacada de las cosas humanas, en tanto que podemos acercarlas
á las divinas, quereis comprender y concebir mejor lo que es la
presciencia divina, infinita y eterna?... Pues bien; dignaos escu
charme.
Nosotros poseemos, hasta cierto punto, una ciencia conjetural.
Ayudados por la reflexion y la experiencia podemos prever, com
binar, á veces con fundados motivos, acontecimientos futuros
que deben sin embargo realizarse por el libre ejercicio de la vo
554 HOMBRE. — HUMANIDAD.
luntad humana. Cuanta mas papacidad tenga, una inteligencia,
cuanto mas cultivada se halle, mas seguridad hallará en sus con
jeturas y previsiones,
Suponed ahora, para una inteligencia muy vasta como se en
cuentran algunas, suponed una suma siempre creciente de gra
dos de probabilidad relativamente á un acontecimiento futuro y
libre, que permitan áesta inteligencia el lograr un conocimiento
poco menos que seguro de ese acontecimiento futuro ; suponed
tambien que el suceso conjeturado, previsto, previsto con certeza,
si se quiere, se realiza. Y bien; decidme : cuando se realiza, ¿ha
dejado por casualidad de ser libre, porque haya sido previsto ?
De ningun modo. Entre estas dos cosas no hay la mas pequeña
oposicion ; no hay mas que un hecho consumado en presencia de
la fuerza, de la extension, del esfuerzo de un gran cálculo inte
lectual y de una ciencia que nos ha anticipado el porvenir.
Señores, la ciencia de Dios, su prevision, porque sea induda
blemente una certeza absoluta é infinita, no deja de conservar
el carácter propio dela inteligencia. L,a inteligencia supone siem
pre un objeto anterior; ella no lo crea para conocerlo ; ella lo
ve, pero no lo impone ; ella no io necesita, ella no lo desnatura
liza, ella lo acepta únicamente tal copio es, dejándolo enteramente
libre.
Hé aquí cómo se puede simplemente, sin oscuridad, sin tor
turas concebir la presciencia divina. Nada se oculta, es, verdad,
á la accion de ese foco de la luz y de amor ; pero en el seno de
su inmensa esfera de inteligencia divina, el alma del hombre se
mueve siempre, señora de sí misma, dispensadora absoluta de
las facultades que Dios le dió para seguir libremente su camino,
para dirigirse, si quiere, sin naufragar al puerto de salvacion.
La presciencia divina no hace pues á Dios responsable del
pecado del hombre : esta era mi primera proposicion.
Yo creo, señores, que la he expuesto y desarrollado suficien
temente para vosotros, para inteligencias ilustradas y corazones
rectos. Yo añado que lo que ha sido llamado, tal vez erradamente,
la permision divina del pecado, no hace á Dios autor de, él.
Dios ha previsto, se dice, el mal perseverante del pecador
impenitente ; él podia prevenirlo, evitarlo, impedirlo ; no lo ha
hecho, luego él es, por decirlo así, la causa del pecado. Dios ha
previsto ese reprobo que debia de nacer ; él ha previsto su
suerte, si le concedia la existencia; él se la ha dado, y lo ha de
jado consumar su prevista reprobacion.
PRESENCIA DEL MAL MORAL. 555
Hé aquí, señores, á mj parecer expuesta la dificultad con toda
su fuerza.
Nosotros vamos á buscar los mismos motivos divinos de lo que
se llama la permision del pecado, ó por mejor decir, de la liber
tad dejada al hombre en la tierra. Vamos á recordar breve, pero
enérgicamente, la verdadera naturaleza de la libertad humana.
Y en primer lugar, para responder á una objecion que se os
ha presentado quizá á vosotros mismos, me basta preguntar :
¿con qué titulo se impondria á pios la obligacion de impedir el
mal moral, el pecado del hombre ? Querer imponer á Dios esta
obligacion, procurar crearla, es evidentemente aleJarse de Ia
verdad y de toda nocion lógica y precisa en esta materia.
Qué; porque Dios preye fií nial, porque se realiza bajo la
inspeccion de su mirada, porque se verifica la reprobacion por
parte del hombre, ¿ pios habria de ser el autor del crimen y del
pecado ? Si el hombre no fuera Ubre, yo Jo concebiria ; si el
hombre no poseyera los medios de hacer mal ó bien segun su
eleccion, yo concebiria esa injuria insolentemente inferida al Ser
divino, tal como lo presenta el dogma católico ; pero cuando
Dios ve, cuando Dios deja obrar libremente al hombre, y reali
zarse por medio del pecado libre la reprobacion que el hombre
acepta en su conciencia, yo no concibo que se pueda pretender
que sea Dios el autor del mal.
Señores, lejos de eso, Dios aborrece el mal, Dios lo persigue;
él amenaza al hombre que lo comete con las penas mas severas;
él no amenaza acaso al hombre con castigos eternos mas que
para evitárselos ; él prodiga verdaderamente á la libertad hu
mana todos los medios de no caer en el mal. No, no. Dios no
puede ser autor del mal cometido por los hombres ; y cuando
sq confunden en esta materia todas las nociones, cuando se
derriban todas las tradiciones, no puede menos de hacerse uno
violencia á sí mismo. Se siente muy bien dentro de sí mismo
que uno es libre ; porque al cabo el remordimiento no es otra
cosa que esa voz, ese testimonio interior de la conciencia, que
nos dice que nosotros hubiéramos podido evitar el mal que he
mos causado.
Ademas, ¿ quereis, señores, comprender por medio de una
razon íntima y profunda que el mal moral, el pecado, es nece
sariamente ageno á la accion de Dios, y es obra exclusiva de la
libertad humana? Y bien ; concebid esto :
El mal no es un ser, no es un efecto, un producto de la crea
556 HOMBRE. HUMANIDAD.
cion de Dios ; y esta es ya la razon por la que solo el hombre
puede cometerlo. ¿Qué es, señores, el mal, el triste mal del
pecado? Es una flaqueza de la criatura finita y libre ; es una
negacion del bien, del bien que Dios no puede negar; es una
infraccion de las leyes, de la voluntad de Dios, que Dios no
puede infringir. Solo el hombre posee este poder, que es una
debilidad ; solo el hombre posee este poder que es una volunta
ria y culpable impotencia ; solo el hombre posee este poder de
arrancar la virtud de su corazon, el bien de sus acciones, el
bien que es la imágen y semejanza divina. El hombre posee este
poder que Dios no tiene, porque Dios no puede por su accion
producir la nada 6 algo que se parezca á la nada, como el mal
que participa de las cualidades del no ser.
El mal es cierta cosa negativa, y en el mundo negativo del
pecado Dios está siempre ausente, Dios no es jamás autor ni
actor. Solo el hombre es capaz de esta debilidad. El Ser divino
es el esplendor del dia mas hermoso ; el pecado es la noche mas
tenebrosa. Entre la luz y las tinieblas no cabe alianza alguna, y
cuando Dios rechaza tan enérgicamente , con todas las condi
ciones esenciales de su ser, con la ley religiosa tantas veces pro
mulgada por él, toda participacion en el mal, en los pecados, en
los crímenes cometidos por los hombres, es imposible, señores,
atribuírsela sin impiedad, sin blasfemia.
De esta suerte, la permision divina del pecado no viene de
Dios seguramente, y la voz es aquí impropia, señores. Dios no
permite el pecado; lo que hace es dejarlo libre en las manos y el
corazon del hombre.
Pues bien ; ¿ acaso se blasfemará ahora de esa libertad que
tanto se ensalza otras veces? ¿Dejará ya de ser un don precioso
de la divinidad? ¿La apreciará tan poco el hombre que la con
vierta en injuria y blasfemia contra su divino Autor ?
Pero una cuestion importuna pasa quizá por vuestra mente; mu
chas veces se me ha dirigido esta pregunta en comunicaciones de
confianza : ¿porqué el mal, porqué el pecado, porqué esa especie
de fatalidad que deben sufrir ciertas almas, á lo que parece ?
Señores, voy tambien á responder á esta pregunta.
Sin necesidad de considerar atentamente el orden general de
la providencia, la economía y la distribucion de los dones de Dios,
naturales ó sobrenaturales, es preciso convenir necesariamente
en que la existencia del mal moral, del pecado cometido en el
corazon del hombre, no podria de ningun modo, segun lo hemos
PRESENCIA DEL MAL MORAL. 557
demostrado, ser atribuido á Dios, y repelido, por decirlo asi,
hácia la responsabilidad divina. Porque en fin, ¿qué se quer
ria ? ¿ Se querria pues aparentemente un órden de cosas , un
estado providencial, un mundo, unos hombres, en quienes el
pecado, la reprobacion y la terrible condenacion fuesen imposi
bles ? Pero en este caso, señores, permitidme que lo diga, se
raciocina en una hipótesis absolutamente quimérica : en definitiva
el mundo existe ; este es un hecho. Existe un órden presente y
actual ; y pretender que Dios debe excluir de él el mal y el pe
cado, es pedir otro mundo, es querer otra tierra y otros cielos,
es querer otra humanidad, otro género de redencion y de sal
vacion. De consecuencia en consecuencia seria preciso decir y
concluir necesariamente que Dios no ha podido crear el mundo
en el estado actual y presente, en este estado, admirable dispo
sicion, economía divina de la providencia. Es decir, que Dios no
hubiera podido producir para el hombre y el mundo un estado
de cosas en que el pecado fuese libre, en que la condenacion, á
causa de la perseverancia libre en el pecado, fuese siquiera po
sible. Pero entonces, señores, es necesario excluir tambien hasta
el poder divino ; porque un solo mundo es imposible para Dios ;
un solo órden y una sola economía relativamente al corazon del
hombre ; un mundo, un órden en que el pecado, en que la con
denacion fueran fatales ; en que el crímen, en que el pecado, en
que su castigo fuese para el nombre una necesidad inevitable ; y
esto repugna igualmente. Esta es una contradiccion formal y po
sitiva en los términos ; á eso va á parar el error lógicamente,
porque por último, lo que resultaría de semejante órden, seria
el yugo real del fatalismo.
¡ Dios, contra toda libertad humana, imponiendo á cada uno sus
actos, y en cada uno todos los actos de los hombres!.. ¡ Pero
ese es el fatalismo ! Bajo el imperio de esa ciega necesidad, que
no se me hable de pecado ni de crimen, ni de virtud ni de he
roismo ; con tal órden, no hay mas castigo para el mal, mas re
compensa para el bien, que el que hay para la piedra que cae,
para el agua que corre.
Señores, hay un órden de la providencia que existe, y del cual
es imposible demostrar la injusticia ; y á aquellos que preguntan
porqué deja Dios que el crimen se cometa libremente en la tierra,
san Pablo y los profetas han respondido con harta severidad :
« El vaso de arcilla no debe murmurar contra el alfarero que lo
ha formado á su gusto. »
558 HOMBRE. HUMANIDAD.
Pero si no es lícito dirigir una mirada indiscreta al fohdo de
las disposiciones divinas, es permitido á la fe sumisa y respetuosa
el meditar en los misterios mas augustos. Y bien i, cuando yo
considero profundamente la presencia del mal moral aquí abajo*
la existencia del pecado y del crímen en el mundo, me pasma la
grandeza de los designios de Dios, y la magnificencia desus mi
ras. La santidad divina me aparece resplandeciente de luz y de
gloria, cuando en medio de los desórdenes y de los crímenes de
la tierra veo á Dios, a causa de su aborrecimiento infinito del
mal, expresar y manifestar su amor infinito á la virtud. La justicia
divina me penetra de respeto, de admiracion y terrbr religioso,
cuando veo la mano de Dios; que del mal, de los excesos del
mal, saca los mayores bienes, una admirable y solemne repara
cion, el brillo de una gloria mas grande y mas pura. La mi
sericordia divina se ofrece á mis miradas y mi Corazon bajo las
mas seductoras formas, y me trasporta y agita cuando veo á Dios
prodigar todos los tesoros de la gracia á los que se mostraron
mas criminalmente indignos de ellos ; cuahdo yo veo las infini
tas bondades del Padre, que eStá'en los cielos", derramadas sobre
el ser que se revuelca en el fango y el paroxismo de los fílrores
impíos. Juntamente se presenta á mis ojos la grandbza, el poder,
la majestad, la santidad de Dios, cuando en medio de los peno
sos combates del justo, veo á este prodigando con la práctica de
la virtud las mas elevadas muestras de adhesion y de hCroisnlo,
al mismo tiempo que atestigua de los invencibles ardores de la
caridad divina.
Pues bien ; oidlo, y nb temais comprenderlo : sí, la presen
cia del mal, la existencia, la permision del pecado en este suelo
es precisamente lo que debe llcridros de cOnsdelo, de amor, de
esperanza, y suscitar en vuestra merite los maS augustos pen
samientos.
Sí; señores, es muy Cierto, j el mundo delira ! Én la frente de
este espdeioso teatro que se llama la tierra, veo escritas Con ca
racteres indelebles las ametiazas y las' venganzas divinas. Yo me
estremezco todavía al oir en mis oidos la voz de los profetas de
la antigua y dela nueva Ley, cuando hacen resonar sobre la ca
beza de los pecadores el trüeno verigador de la palabra divina,
y digo : ¡ Dios persigue el mal ; él se vengará ; él restablecerá
su gloria ultrajada!..
Pero ¡ oh santidad de Dios, Cómo me tranquilizas ! ¡ Cuán
grande y generosa me pareces en medio de taritos desórdenes,
PRESENCIA DEI. MAL MORAL. -*S59
de tantos males, de los cuales haces tú salir tantos bienes! ¡Oh
justicia divina, con qué magnífico esplendor brillas en el Calvario,
en la cruz !.. Esas torturas, esas ignominias, ese suplicio, esa
muerte me dicen mas en honor deDios, para celebrar su gloria, para
satisfacer su nombre ultrajado, que el diluvio que cubrió la tierra,
que la destruccion de la naturaleza entera, que el exterminio de
tantos pecadores ; porque en ese sacrificio del hombre-Dios, que
encierra en sí mismo una grandeza y una dignidad divina é infi
nita, Dios se tributa á sí mismo y á su justicia ultrajada un in
menso, un manifiesto homenaje. Este sacrificio, la expiacion de
una víctima divina, la inmolacion del hombre-Dios ha restable
cido el orden aquí abajo ; él aparece en el seno de la creacion
como el sello reparador del amor divino. Este sacrificio revela
la misericordia de Dios, la bondad deDios á los ojos de los hom
bres, porque en el Calvario no hay solo una expiacion, no hay
solo dolor, no hay solo el prolongado gemido que es el eco
del crímen y del mal expiados ; hay ademas, vosotros lo sa
beis y lo habeis sentido un dia, en que brotando una lágrima de
vuestro corazon, encontró en una hora bendita el camino de vues
tra pupila, y vino á lavar el recuerdo de muchas iniquidades ;
hay ademas la expresion de la misericordia y de la mas afectuosa
bondad. Esta redencion gratuita del hombre ha vuelto á abrir
las viasdel cielo á la humanidad; ¡ desde aquel momento los cie
los y la tierra están reconciliados, y los ángeles habitan este
suelo ! De la sublime historia del Evangelio, del sacrificio volun
tario de Dios que se da por la humanidad, que se entrega él
mismo, sale esta expresion revelada : « ¡Dios ha amado el mun
do hasta el punto de darle su Hijo tínico ! » Asi en la ley nueva,
en la ley de gracia y de amor, ese torrente de sangre que corrió
en el Calvario fue vertido por el miserable infiel. Para él ha sido
reservado todo el amor ; él es preferido al que permaneció fiel,
como el niño, como la oveja, como el tesoro perdidos y encon
trados son preferidos á los que se han poseido siempre.
Asi, señores, no os admireis de que en presencia del mal mo
ral que produjo la redencion, la Iglesia exclame : Felix culpa !
« ¡Dichosa falta! » ¡Oh! sí, dichosa falta, dichoso pecado, di
choso crímen de los hombres que han merecido tan grande Re
dentor... Felix culpa qui meruit tantum redemptorem !

FIN DEL TOMO PRIMERO DE SERMONES MORALES.


INDICE

DEL TOMO PRIMERO

DE SERMONES MORALES.

PAG.
Sermon. Ciencia de los predicadores, por el limo. Sr. Affre, arzo
bispo de Paris ^
Mision de los predicadores, por el señor Duquesnay, deán
de santa Genoveva en Paris 10
Objeto que se ha de proponer el predicador, por el R. P.
Newman, del Oratorio 22
Esperanzas del misionero católico, por el R. P. Newman,
del Oratorio 39
El apostolado seglar, por el padre Sartigue, de la Compa
ñía de Jesus 57
Sobre el apostolado universal ó mision de los fíeles, por
el padre Pontlevoy, de la Compañía de Jesus. ... 70
El apostolado considerado en la propagacion de la fe, por
el M. R. P. Lacordaire 83
El sacerdote de Jesucristo ministro del Evangelio, por el
R. P. Newman, del Oratorio 102
La verdad, el sacrificio, la misericordia representados en
el sacerdote del Evangelio 119
El celo del sacerdote segun un sermon predicado en Pa
ris, por el limo. Sr. Dufétre, obispo de Nevers. . . 134
La palabra divina. — Primer discurso. — Por el limo.
Sr. Cceur, obispo de Troyes. 150
S. M. i. 36
INDICE.
PAG.

Sermon. La palabra evangélica. — Segundo discurso. — Por el


limo. Sr Cceur, obispo de Troyes <67
— Poder de la palabra sacerdotal, por el Sr. Combalot, mi
sionero apostólico
— Aprovechamiento de la palabra de Dios, por el R. P. Pont-
levoy, de la Compañia de Jesus 194
— Importancia de la enseñanza del catecismo, por el limo.
Sr, Dupanloup, obispo de Orléans 204
— Mision providencial de la sagrada Escritura, por el señor
Combalot, misionero apostólico 214
— Pérdida de la verdad, por el padre Lacordaire. ... 230
— Alianza de la religion y la ciencia, por el limo. Sr. Si-
bour, arzobispo de Paris 247
— Enseñanza de la Iglesia, su necesidad, universalidad y
facilidad, por el padre Ventura 267
— Enseñanza de la Iglesia, su inmutabilidad, pureza y cer
tidumbre, por el padre Ventura 281
— Educacion cristiana, por S. E. I. el cardenal Wiseman. . 294
— Educacion cristiana, por el limo, cardenal Donnet, arzo
bispo de Burdeos 307
— Espiritu cristiano en la enseñanza de la literatura, por el
señor Sagette 317
— La prensa licenciosa é impía , por el padre Lavigne, do
la Compañía de Jesus 336
— ' Influencia de la literatura inmoral, por el señor Deplace. 346
— Daño de las lecturas peligrosas, por el limo. Sr. Coeur,
obispo de Troyes 363
— Insuficiencia de la razon para conocer lo que interesa al
hombre con respecto á Dios, á si mismo y á sus seme
jantes, de nuestra publicacion 380
— Necesidad de la revelacion y medios por donde se comu
nica á los mortales, de nuestra publicacion. ... 386
— Necesidad de la revelacion, contraída a la persona de Je
sucristo, de nuestra publicacion 391
— Ventajas de la revelacion, de nuestra publicacion. . . 397
— Símbolo de la fe, de nuestra publicacion 403
— Solidez de la revelacion, de nuestra publicacion. ... 409
— Pruebas de la revelacion , de nuestra publicacion. . . 415
— Primitiva formacion de las cosas, de nuestra publicacion. 421
— Creacion del cielo y la tierra, de nuestra publicacion. . 426
— Creacion de la luz primera, de nuestra publicacion. . . 431
— Creacion de la noche, de nuestra publicacion 436
— Creacion del firmamento, de nuestra publicacion, . ííl
INDICE. 563
PAG.

Sermon. Creacion del mar, de nuestra publicacion 446


— Primer aparecimiento de la tierra, de nuestra publica
cion 451
— Creacion y caida del hombre de su primitivo estado, por
el limo. Sr. Dupanloup, obispo de Orléans 4S6
— Grandeza y excelencia del alma, por el señor Deplace,
canónigo de Paris 478
— Ultimo fin del hombre, por el padre Lavigne, de la Com
pañia de Jesus 491
— El hombre regenerado, por el señor Combalot, misionero
apostólico 303
— Deberes de la mujer cristiana, por el señor Combalot, mi
sionero apostólico : 5)8
— Dignidad de la maternidad en la ley divina, por el limo.
Sr. Dupanloup 534
Presencia del mal moral en el seno de la humanidad, por
el padre Ravignan, de la Compañía de Jesus. . . . 549

FIN DEL INDICE.


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