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EL REGISTRO PÚBLICO *

Guillermo Enrique Ragazzi **

1. EL REGISTRO PUBLICO EN EL CODIGO

1.1 Introducción. El Código Civil y Comercial de la Nación (en adelante CCyCN o también Código) en el art.
323 hace referencia concreta al Registro Público, ante el cual el interesado -persona humana o jurídica- debe
presentar los libros para su individualización o rubricación, vocablos utilizados indistintamente en el Código
(arts. 320 y 323), aunque tienen significados distintos ya que el primero individualiza cada uno de los libros,
mientras que la rubricación está referida al antiguo sello oblicuo o rúbrica colocado en cada foja del libro por la
autoridad registral. También la norma prevé la solicitud de inscripción y la habilitación de sus registros en
forma voluntaria.

Además de la mención del Registro Público en este artículo, el Código también se refiere a dicha institución en
otras normas, aunque de una forma incompleta e imprecisa e incluso se mantiene la anterior denominación de
Registro Público de Comercio en numerosas normas de la Ley General de Sociedades 19.550 (en adelante
L.G.S.), arts. 7, 8, 61, 67, 81, 82, 84, 88, 92, 102, 111, 123, entre otros.

1.2. La supresión del estatuto del comerciante y sus efectos. El art. 4º de la Ley 26.994 derogó el Código de
Comercio (aprobado por las leyes 15 y 2637) -salvo algunas normas que no tienen incidencia en el tema en
comentario- y consecuentemente el régimen conocido como el estatuto del comerciante1, es decir, las normas
referidas a los comerciantes en general y los actos de comercio (arts. 1/8); la capacidad legal para ejercer el
comercio (arts. 9/24); la matrícula de los comerciantes (arts. 25/32); las obligaciones comunes a todos los que
profesan el comercio -entre otras la inscripción en el Registro Público de Comercio-; llevar cuenta y razón de
sus operaciones y tener una contabilidad organizada y rendir cuenta de sus operaciones (arts. 33/74), sin
perjuicio que el nuevo Código mantiene, en relación a este régimen derogado, normas sobre contabilidad y
estados contables (arts. 320/331) y sobre rendición de cuentas (arts. 858/864).

Esta derogación y la no inclusión en el nuevo CCyCN de un régimen general sobre los comerciantes, mereció la
crítica de la doctrina que oportunamente advirtió la ausencia de su tratamiento en el Anteproyecto de Código
Civil y Comercial2.
A ello cabe agregar, que el Código no contiene previsión alguna referida a la creación y organización del
Registro Público -a diferencia del art. 34 del Código de Comercio-, si bien numerosas normas se refieren al él o
al Registro sin especificación o a actos que deben inscribirse, todo lo cual genera dudas sobre su regulación
específica, su ubicación funcional y especialmente sobre sus atribuciones y competencia3.

Al no haberse replicado el régimen del Código de Comercio ni haberse dictado una legislación especial sobre la
materia sea por una cuestión de técnica legislativa u omisión -supuesto éste de difícil comprensión-, cabe
interpretar que el legislador ha derivado la cuestión de la organización del Registro Público a las jurisdicciones
locales, criterio que puede originar el dictado de normas reglamentarias no homogéneas, aunque el
ordenamiento sustantivo -CCyCN y leyes especiales y complementarias- detallan los instrumentos, actos y
documentos que deben ser inscriptos, de modo que aleja o disminuye la posibilidad de inscribir otros, ajenos a
1
Véase ETCHEVERRY, Raúl A., Manual de derecho comercial, Ed. Astrea, Buenos Aires, p. 157 y sigtes.
2
HEREDIA, Pablo D, GÓMEZ LEO, Osvaldo R, MARTORELL, Ernesto E. y GÓMEZ ALONSO de DÍAZ CORDERO, María L.,
Estatuto del Comerciante. Propuesta de incorporarlo al Anteproyecto, LL, 2012-C, 117 quienes sostienen que “la consagración
legislativa de ese estatuto no debe ser omitida, habida cuenta que en el marco de una unificación de la legislación civil con la
comercial, no debe esta última desaparecer sino en la medida necesaria a esa unificación”. También se ha dicho que la “falta de
regulación del Registro, nos conduce a serias perplejidades ya que la ablación del calificativo comercial para el Registro en el marco
de un régimen que mantiene la materia comercial, deja a aquél huérfano de un contenido identificatorio del que también carece la
materia comercial” (MARSILI, María Celia, El Código Civil y Comercial y la materia comercial, LL 2015-C,1241).

* Publicado en Código Civil y Comercial de la Nación Comentado (Director José María Curá), Tº I, págs. 861/921, 2da.
Edición, Ed. La Ley-Thomson Reuters, Bs. Aires, 2016.

**Guillermo Enrique Ragazzi. Abogado (Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires – U.B.A.). Profesor Titular Consulto de
las Facultades de Derecho y de Ciencias Económicas, ambas de la U.B.A. Director General del Centro de Estudios y de Investigación
Jurídica sobre la Empresa (CEIJE), Facultad de Ciencias Económicas, U.B.A.. Profesor de Maestrías y cursos de posgrado en
Universidades e instituciones argentinas y extranjeras. Autor de libros y artículos sobre Derecho de la Empresa y Economía Social.
Inspector General de Justicia de la Nación (1981-1986 y 2000-2003).
3
Con relación al Anteproyecto de CCyCN pero con argumentos aplicables luego de su entrada en vigencia, se ha señalado que “ para
superar el problema debería el Congreso modificar el Proyecto introduciendo normas relativas a la creación del Registro Público en
reemplazo del Registro Público de Comercio o bien dictarse en forma simultánea una ley específica creando el Registro Público en
forma separada, a la manera de otros registros ya existentes” (CRACOGNA, Dante , El Registro Público y las inscripciones
societarias en el Proyecto de Código Civil y Comercial en Sociedades y Asociaciones en el Código Civil Comercial, publicación de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2015, p. 56) propuestas coincidentes
con la de otros autores, las que no fueron atendidas.
1
dichos ordenamientos.

Incluso, el Código no ha seguido en esta materia al Proyecto de Código Civil Unificado con el Código de
Comercio del año 1998 -fuente inmediata de numerosas normas- el cual preveía que “en cada una de las
jurisdicciones debe funcionar uno o más Registros Público de Actividades Especiales. Las leyes y reglamentos
de cada jurisdicción regulan su organización y funcionamiento, así como el procedimiento de registración y el
de los recursos, de conformidad con las previsiones de este Código” (art. 297) y, en sucesivos artículos,
regulaba aspectos relativos a las “situaciones jurídicas registrables” (detalle de los instrumentos y actos
inscribibles), los efectos de las inscripciones, la matriculación de folios móviles y el carácter público del
Registro. Todo lo cual, junto con la oponibilidad -regla de oro registral-, constituyen los aspectos relevantes del
Registro como elemento determinante en el tráfico mercantil y empresario moderno. Es decir, el Proyecto
organizaba un sistema que le daba continuidad al régimen del Código de Comercio, criterio que habían
adoptado los anteriores proyectos de unificación de los años 1987 y 1993 los cuáles también aludían al
“Registro Público”. El actual Código, en cambio, no tuvo en cuenta estos antecedentes y tampoco se ha dictado
una legislación especial regulatoria de los Registros Públicos.

Sin embargo, a pesar de esta omisión, los Registros Públicos subsisten y al respecto cabe recordar que,
conforme lo establece el art. 75, inc. 12 de la Constitución Nacional (en adelante C.N.), corresponde al
Congreso de la Nación el dictado de los Códigos Civil y Comercial en cuerpos unificados o separados (reforma
introducida en el año 1994) “sin que tales códigos alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su
aplicación a los tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo sus
respectivas jurisdicciones”, de modo que lo atinente a la organización, funcionamiento, procedimiento y
régimen de recursos que había quedado bajo el régimen del Código de Comercio y en especial por aplicación
del art. 34, dentro de la competencia de las provincias (art. 121, C.N.), se mantiene en el ámbito de las
jurisdicciones locales y, por lo tanto, podrán crear y organizar sus Registros Públicos, sin que tales inscripciones
que en ellos se hagan tengan imperio, por simple transferencia, sobre los Registros de otras provincias 4. Este
principio ha sido ratificado por numerosas normas y más recientemente por la Ley 26.047 de organización de
los Registros Nacionales de sociedades por acciones, sociedades no accionarias, sociedades extranjeras y de
asociaciones y fundaciones, el cual dispone que las inscripciones o autorizaciones son de índole estrictamente
local y que, en todo caso, dichos Registros Nacionales cuya autoridad de aplicación es la Inspección General de
Justicia con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en adelante I.G.J.), funcionarán como un registro de
segundo grado u oficina centralizadora de la información que provean los Registros locales, cuyas funciones
dichos Registros no sustituyen.

A la par del silencio del Código sobre el Registro Público, se advierte el empleo de un lenguaje impreciso al
referirse a ciertos actos que deben inscribirse, sea en el Registro Público o en un Registro sin especificarse de
cual se trata. Así, entre otros, el artículo en comentario alude al “Registro Público correspondiente”; el art. 153
en relación a las personas jurídicas refiere a la “sede inscripta”; el art. 154 dispone que la persona jurídica
“puede inscribir preventivamente a su nombre los bienes registrales”; el art. 157 en relación a la modificación
del estatuto de las personas jurídicas expresa que “si requiere inscripción es oponible a terceros a partir de
ésta, excepto que el tercero la conozca”; el art. 169 relativo a las asociaciones civiles prevé que el acto
constitutivo “debe … ser inscripto en el registro correspondiente” (¿es el mismo Registro Público u otro
Registro?) y “hasta la inscripción se aplican las normas de la simple asociación” y por su parte el art. 184,
también con respecto a las asociaciones civiles “la disolución y el nombramiento del liquidador deben
inscribirse y publicarse”, lo cual también plantea el interrogante anterior. El art. 329 refiere al “Registro
Público de su domicilio”, el art. 1448 dispone que el negocio en participación no “se inscribe en el Registro
Público” y por su parte, los arts. 1455 (agrupaciones en colaboración), 1466 (uniones transitorias) y 1473
(consorcio de cooperación), disponen que dichos contratos se inscriben en el “Registro Público que
corresponda” al igual que el art. 1669 sobre fideicomiso, solución ésta última que ha dado lugar en el ámbito de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a interpretaciones contradictorias respecto a la entidad receptora de tales
inscripciones. Lo expuesto, sin considerar las referencias a otras inscripciones registrales contenidas en el
Código, la L.G.S. y en otros ordenamientos legales. Más adelante volveremos sobre el tema.

De lo expuesto se concluye que atento la ausencia en el CCyCN de normas de creación y organización del
Registro Público, quedará bajo la competencia de las jurisdicciones locales, todo lo atinente a esta materia; ello
comprende el dictado de normas legislativas y reglamentarias, sea por parte del poder ejecutivo o judicial, según
la ubicación funcional de cada Registro, como así también las normas sobre el funcionamiento, procedimiento y
régimen de recursos aplicables.

4
C.S.J., 01/07/1938, J.A., T° 55, p. 7. MARSILI sobre el particular expresa que “el marco estructural de la organización y funciones
para el Registro, cobrA particular importancia para la organización y funcionamiento de los registros en las jurisdicciones locales.
Las leyes dictadas por éstas, como también la de la Capital Federal, que no se han derogado, quedan desmembradas de un sistema
que las vertebraba, en tanto se mantienen vigentes y puede considerárselas como legislación complementaria” (MARSILI, María
Celia, ob. cit., p. 1241). En igual sentido, “al haberse derogado la normativa nacional (la del Registro Público de Comercio) con la
derogación del Código de Comercio y las facultades del “juez de registro” con la modificación del art. 6º de la L.S.), cada
jurisdicción podrá establecer mediante normativa local la extensión de las facultades del Registro Público local” (SOLARI COSTA,
Osvaldo, Modificaciones de la Ley 26.994 a la Ley 19.550 de Sociedades, LL, Tº 2015-C, p.888).
2
2. El REGISTRO PÚBLICO. SU IMPORTANCIA

El Registro Público, como lo califica el Código sin su agregado histórico de Comercio es, esencialmente, un
instrumento de publicidad que recibe información de una parte del tráfico comercial y empresarial pero no es el
único ni todos los documentos vinculados, pasan por el Registro. El CCyCN agrega a estas tradicionales
inscripciones, las inscripción en el “registro correspondiente” de las asociaciones civiles (art. 169), de modo que si
dicha inscripción se efectivizara en el Registro Público, el contenido de la materia registral se habría ampliado5.

También son medios de publicidad frente a los terceros, los edictos y avisos comerciales publicados en los diarios
de publicaciones legales de cada jurisdicción o en los diarios de mayor circulación en la República, las
publicaciones en general en periódicos, revistas y la publicidad en cine, televisión, internet y en otros medios, todo
lo cual constituye, en nuestros días, una rica fuente de información y divulgación de noticias relacionadas con el
comercio y la vida negocial que interesan al público en general.

Sin embargo, la publicidad a través del Registro Público, presenta un matiz diferenciador de relevante contenido
que la distingue de toda otra publicidad ya que es el instrumento legal de publicidad que suministra información de
interés para el comercio, las empresas, los operadores, para el tráfico en general y ahora para la comunidad,
cuyo fundamento es, precisamente, su protección y la de los terceros 6. A ello se agrega el efecto primordial de la
registración: su oponibilidad frente a terceros, que ha permitido desde antiguo sostener que “la inscripción o la
falta de inscripción ni siquiera repercute sobre la validez o invalidez de las relaciones jurídicas sustantivas
(solución negocial), sino sobre las consecuencias que produce la ignorancia o el conocimiento de los actos
inscribibles por los terceros”7.

En este mismo orden, lo que también caracteriza y distingue estos Registros de otros mecanismos o instrumentos
de publicidad, es la transformación de la posibilidad de conocer en presunción de conocimiento: puede que el
sujeto no haya conocido pero, en ciertas condiciones y en aras de la seguridad del tráfico, la posibilidad de conocer
vale como el conocimiento efectivo Se despliega así una protección más amplia a través de la sustantivación del
contenido registral que abarca al que inscribe y al que consulta o puede consultar y, en el ámbito de la vida
negocial, al empresario, a las empresas y al tercero8.

De allí que la atribución de importantes efectos materiales a la publicidad registral, sólo tiene sentido cuando los
actos inscribibles han sido sometidos a un previo control de legalidad y validez (publicidad material), lo que
comporta y fundamenta la valoración del acto inscripto. Sin perjuicio de ello, la ley 26.994 de reformas a la L.G.S.
introdujo una modificación importante en esta materia al suprimir del art. 6º el párrafo referido a las facultades del
registrador de “comprobar el cumplimiento de todos los requisitos legales y fiscales”. Más adelante hemos de
señalar que, sin perjuicio de esta supresión, la verificación por parte del registrador del cumplimiento de los
requisitos legales aplicables al documento, previo a su inscripción, se mantiene vigente.

El Registro Publico, aún con la denominación acotada, puede ser analizado desde diversas perspectivas.

Por una parte, es un archivo público en el doble sentido que es propiedad del Estado y está abierto al público y
tiene por finalidad la publicidad de los actos que deben inscribirse a fin de que tales sean actos conocidos o
incluso, en ciertos supuestos, oponibles a los terceros. En este sentido, el acceso a los documentos que obra en
sus archivos es irrestricta y responde a aspectos esenciales de la función que cumple.

Por otra parte, cumple la función registral, que es una función pública al servicio de la seguridad jurídica.
Cuando dicha función está a cargo de un funcionario administrativo, todo lo que comprenda al Registro como
organismo del Estado (vgr. organización, ubicación, etc.), aproxima la temática al derecho administrativo,
conectando su regulación a los espacios que a tal fin le dedica el derecho público, mientras tanto, el derecho
privado influye en la definición de las relaciones jurídicas con vocación registral, los efectos de la inscripción,
el régimen de los documentos registrables, etc.9.

5
La Resolución General IGJ Nº 7/2015, art. 36, también ordena inscribir en el Registro Público a su cargo, a las fundaciones. Las
menciones a las resoluciones dictadas por este organismo en el presente, deben tomarse como referencia meramente indicativa, dado
su importancia como normativa reguladora del trámite registral o bien, en algunos casos, como fuente de jurisprudencia
administrativa.
6
El régimen de publicidad tiene especial importancia en el orden mercantil ya que el ejercicio del comercio afecta al interés general,
siendo imprescindible el exacto conocimiento de algunas circunstancias que revelan las condiciones dentro de las cuales el empresario
desarrolla su actividad (ZALDIVAR, Enrique, MANÓVIL, Rafael M., RAGAZZI, Guillermo E., ROVIRA, Alfredo L y SAN
MILLÁN, Carlos, Cuadernos de Derecho Societario, Vol. I, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos. Aires, 2000 -reimp.-, p. 105).
7
MENÉNDEZ MENÉNDEZ, Aurelio, La Primera Directiva de la Comunidad Económica Europea en materia de Sociedades y el
Registro Mercantil Español en Derecho Mercantil de la Comunidad Económica Europea, (Estudios en Homenaje a José Girón Tena),
Ed. Civitas, Madrid, 1991, p. 720. Sostiene OTAEGUI que la “publicidad registral societaria es fundamental para el crédito y que la
viabilidad de sociedades comerciales exentas de inscripción y de socios ocultos irresponsables son propuestas cuya conveniencia
debe analizarse”, con lo cual no solo ratifica el valor, significado y proyección de la publicidad y de la registración mercantil, sino de
los inconvenientes que plantea al tráfico, la ausencia o insuficiencia de la publicidad registral (OTAEGUI, Julio Cesar, Sociedad
Comercial y publicidad, LL Tº 2007-A, p. 607).
8
HALPERIN, Isaac y BUTTY, Enrique M., Curso de Derecho Comercial, Ed. Depalma, Bs. Aires, 2000, p. 146.
3
Si bien los Registros de Comercio históricamente se vincularon con el comerciante individual, la irrupción y
evolución del fenómeno societario y, en especial, el de las sociedades anónimas, sirvieron de cauce para su
expansión y mayor desarrollo -con notoria influencia en el quehacer económico-, advirtiéndose la preocupación
legislativa por proteger de manera más intensa los intereses de los terceros en general.

Finalmente, los Registros Públicos cumplen, además, una función de garantía, seguridad y legalidad que incide
en la mayor certeza en los negocios y transparencia del mercado. Por ello, es dable requerir la atención por parte
de las autoridades públicas para mejorar las condiciones de prestación de sus servicios, dotándolos de recursos
materiales y tecnológicos que les permitan cumplir con eficacia el importante objetivo y función que les
corresponden10.

3. REFERENCIAS HISTORICAS

3.1. El Derecho Comercial y el Registro Mercantil. La historia del Registro Mercantil está directamente
vinculada al derecho comercial como categoría histórica, ya que su advenimiento en el siglo XIII, ha estado
relacionado con la apertura del comercio, el artesano, el comerciante y el empresario individual. De una
institución característica de los comerciantes del medioevo, con el transcurso de tiempo se reconoce al Registro
Mercantil o al Registro Público -según la identificación que adopta el CCyCN en la actualidad- como una
institución de terceros.

Cabe recordar que el Derecho Comercial no es una creación conceptual de los hombres de Derecho, separada de
las realidades que impone el comercio y la actividad que despliegan sus operadores, sino que sus raíces
históricas se enraízan, precisamente, en la dinámica que impusieron los comerciantes, los artesanos, las
corporaciones del medioevo y que se expresaron con tanta fuerza expansiva en las ferias y mercados.

El Derecho Comercial es el fruto de ciertas circunstancias históricas y económicas que generan su aparición
como rama separada del Derecho común, superado por las necesidades del comercio y la falta de instituciones
que dieran respuesta a las demandas de los nuevos operadores y la actividad que desplegaban.

Son precisamente las exigencias de esta nueva actividad, las que justificaron históricamente su irrupción como
Derecho especial en un momento determinado. Sin embargo, recién en la Alta Edad Media como consecuencia
de la actividad de los gremios o corporaciones de mercaderes que se organizaron en las ciudades del medioevo,
surgirá un Derecho especial, de clase y que se extenderá progresivamente, como un Derecho que tiende a la
uniformidad en el ámbito ultra-urbano y más adelante, europeo, a manera del nuevo ius gentium; tal es el
Derecho Mercantil de las ferias . 11

En suma, la aparición del Derecho Comercial se relaciona con el rompimiento entre el derecho romano-
canónico-común, en aquél tiempo vigente y las exigencias económicas que al decir de ASCARELLI podrían
denominarse “capitalistas”. Estas exigencias, afirmadas por la libertad de iniciativa y en la de competencia en
un mercado libre, surgieron al comienzo como ajenas a la industria y sólo relativas al comercio, especialmente
ultramarino y bancario. Por eso, se constituyó en un Derecho en oposición al Derecho común, un Derecho
especial que aún hoy a pesar de comprender la actividad industrial, también se conoce como Derecho Comercial
o, más ajustada a los contenidos actuales, como el Derecho de la empresa y los empresarios, un Derecho que se
abre a la espacialidad económica y a un mercado sin fronteras dentro del cual intervienen empresas virtuales, las
redes, los emprendedores -modernos comerciantes del medioevo- y las tecnologías aplicadas a los intercambios
de bienes tangibles e intangibles, la innovación, el crecimiento y el desarrollo, procurando captar millones de
potenciales consumidores,

3.2. Del régimen feudal a la apertura del comercio. El régimen feudal tuvo su origen en la barbarie y fue
perjudicial para los intereses de la industria y del comercio al vincular la propiedad territorial en determinadas
familias y al distribuir la soberanía nacional entre distintos señores. La imagen habitual de la alta Edad Media es
la de la pobreza endémica, que explica las formas y la debilidad de los poderes, su miseria y su ineficacia por
falta de medios. La paradoja de su historia política es la del mantenimiento de una soberanía central durante
tanto tiempo y en semejante desamparo . 12

9
BENSEÑOR, Norberto, R., El Registro mercantil: seguridad jurídica y publicidad, en Derecho Societario y de la Empresa, Tº II,
Ed. Advocatus, Córdoba, 1992, p. 136. Agrega el autor que entre ambos ámbitos pueden detectarse zonas neutras, como ser la mayor o
menor atribución de la potestad calificadora del registrador, la atribución de funciones policiales dentro de la función inscriptoria, etc.
10
Se ha dicho que “la era digital ha traído consigo el tráfico y desarrollo de su mercancía más preciada: la información. Poseer
información pertinente en el momento apropiado permite tomar las decisiones más acertadas en cualquier momento…por ello la
necesidad imperiosa de una organización registral y dentro de ella la mercantil adecuada a los tiempos… y para lo cual resulta
imprescindible incorporar las tecnologías de la información y el conocimiento” (BALMACEDA, María Isabel, La registración
mercantil en la sociedad de la información y el conocimiento, XI Congreso Argentino del Derecho Societario y VII Congreso
Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, Tº I, Ed. Fides, Buenos Aires, 2010, p. 657).
11
GALGANO, Francesco, Historia del Derecho Mercantil, Ed. Laia, 1981, p. 65.
12
DOEHAERD, Renée, Occidente durante la alta Edad Media, economía y sociedades, Ed. Labor, Barcelona, 1984, p. 262.
4
Enseña PIRENNE que puede decirse que la Europa occidental, desde el siglo IX, ofrece el aspecto de una
sociedad esencialmente rural y en la que el intercambio y la circulación de los países se restringieron al grado
más bajo que podían alcanzar. La clase mercantil desapareció en dichas sociedades y la condición de los
hombres se determinaba por sus relaciones con la tierra. Como regla general, la servidumbre es la condición
normal de la población agrícola, es decir, de todo el pueblo . 13

Hacia fines de la Edad Media, el comercio mediterráneo tuvo un nuevo período de esplendor, gracias a la
seguridad de las comunicaciones y se inauguró un período ascendente que se reflejó en el mejoramiento de las
comunicaciones y en la celebración de ferias y mercados como rasgo que caracterizará el nuevo período.

Es importante destacar el rol que tuvieron las reuniones de los nuevos mercaderes en mercados y ferias durante
este período. El objeto de los mercados locales consistió en proveer a la alimentación cotidiana de la población
del lugar en que se celebraban. Por el contrario, las ferias constituyeron lugares de reuniones periódicas de los
mercaderes de profesión y fueron centros de intercambio y sobre todo al por mayor y se esforzaron por atraer
hombres y productos. La mayoría de las ferias tuvieron un radio de acción limitado a una región más o menos
extensa. Sólo las ferias de Champaña poseían en los siglos XII y XIII, un poder de atracción que se impuso a
toda Europa.

En el siglo XII se desarrolló con gran rapidez la prosperidad de este sistema comercial que tuvo su apogeo en el
siglo siguiente y su decadencia dos siglos más tarde.

Si bien las ferias de Champaña debieron gran parte de su importancia al contacto que establecieron entre el
comercio italiano y la industria flamenca, su influencia se propagó a todas las regiones de Occidente y además,
al hecho que el tráfico de mercaderías no era el único atractivo sino el de los pagos, de modo que podían
cancelarse las obligaciones tiempo después y en otra feria de Champaña, lo cual ha llevado a sostener que a
través de esta forma de pago las ferias desempeñaron en aquella época el papel de un clearing house
embrionario . 14

3.3. Las corporaciones. La transformación que se operó hacia siglo X tuvo como protagonista a los mercaderes
itinerantes quienes a su influjo, el Derecho formalista y rígido del Derecho romano, propio de una sociedad
rural, fue cediendo hacia el Derecho de la intención, de la buena fe como regla de interpretación, de la igualdad
de las partes y de la libertad del contenido de los negocios.

A partir del siglo XI, la actividad comercial e industrial que hasta entonces habían sido ocupaciones
intermitentes o casuales, se convertirá en profesiones independientes. Las personas que la ejercen son hombres
nuevos y el desarrollo de las ciudades, centro de los negocios de los mercaderes, estará asociado a su influencia
y, en el marco urbano, será donde establecerá su dominación social y política, consecuencia y prenda de su
poderío económico . 15

Esta conceptualización encuentra su arraigo en la irrupción del llamado ius mercatorum , es decir el 16

embrionario Derecho Mercantil nacido del proceso de transformación del derecho en las villas, de tradición
romanística y caracterizado por su formalismo y con jueces que provenían de la población civil que tenían
serias limitaciones para resolver los problemas cuya existencia dependía del comercio y del ejercicio de algún
oficio . Ese nuevo derecho, así nacido, derivará en la autonomía judicial y luego administrativa de las villas y
17

por su perdurable carácter de derecho de clase, el ius mercatorum se extenderá, progresivamente, como derecho
que se orientará a la uniformidad en el ámbito ultra-urbano y luego, europeo . 18

El gremio medieval fue una corporación industrial que gozaba del privilegio de ejercer exclusivamente
determinada profesión, de acuerdo a los reglamentos sancionados por la autoridad pública, la cual reconoció
oficialmente a las asociaciones de trabajadores el carácter de sindicatos obligatorios, lo que impulso el
crecimiento y el desarrollo de los gremios y su notoria tendencia hacia una mayor autonomía.

Desde la primera mitad del siglo XIII, los gremios reclamaron el derecho de administrarse por sí solos y “de
reunirse para discutir sus intereses, de poseer una campana y un sello para intervenir aun en el gobierno al
lado de los ricos mercaderes que habían concentrado el poder entre sus manos” y en el siglo XIV
“consiguieron obtener el derecho de nombrar ellos mismos sus decanos y sus jurados y el que se les
reconociera como cuerpos políticos y se les permitiera ejercer el poder con la alta burguesía” . 19

13
PIRENNE, Henri, Historia Económica y Social de la Edad Media, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1975, p. 16.
14
PIRENNE, Henri, ob. cit., p. 79
15
LE GOFF, Jacques, Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Ed. Eudeba, 1986, p. 55.
16
PETIT, Carlos, Mercatura y Ius Mercatorum. Materiales para una antropología del comerciante premoderno, en Del Ius
Mercatorum al Derecho Mercantil, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 15.
17
Las fuentes del ius mercatorum eran los estatutos de las corporaciones mercantiles, la costumbre mercantil, y la jurisprudencia de la
“curia” de los comerciantes (GALGANO, ob. cit., p. 48).
18
GALGANO, Francesco, ob. cit, p. 65.
19
PIRENNE, Henri, ob. cit., p. 135.
5
Dentro de la organización medieval de las corporaciones, el progresivo avance sobre la jurisdicción para
resolver los conflictos entre los comerciantes, extendida luego a todos los que intervenían en tratos de
mercancías -comerciantes y no comerciantes-, tendrá relevante importancia en la futura codificación y en
especial en el desarrollo del denominado acto de comercio, su contenido y alcance . La organización gremial
20

fue altamente proteccionista y su objeto fue brindarle seguridad al artesano, a la par de garantizarle la igualdad
más completa . Por ello los reglamentos fueron muy minuciosos y los controles existentes sumamente
21

rigurosos.

Es interesante destacar en esta evolución la paulatina aplicación del Derecho local frente a la tradición romana,
la irrupción de una auctoritas contemporánea, más sensible a las exigencias de los comerciantes que la
magistratura ordinaria . 22

Paralelamente, el modelo de las corporaciones y el régimen de los Consulados, caracterizado por tener su propio
ordenamiento y Derecho -una de sus manifestaciones fue el Derecho que regía para los comerciantes-, sufrió
fuertes críticas que finalmente derivaron en su debilitamiento y abolición, citándose entre otras razones, la
dificultad de delimitar las competencias entre comerciantes y no comerciantes, su lentitud, así como la falta de
capacidad y de economía ante la nueva complejidad del tráfico mercantil . 23

3.4. La matriculación de los comerciantes y su influencia en el desarrollo del ius mercatorum. Dentro de
esta organización, la matriculación de los artesanos y comerciantes cumplió un rol importante.

Por una parte, se reservó a aquellos que satisfacían ciertas exigencias de capacidad profesional, honorabilidad,
nacionalidad, etc. y por otra, fue obligatorio para estas personas para el ejercicio de su actividad y su
sometimiento a la jurisdicción consular.

A su vez, la matrícula lo identificó y lo autorizó al ejercicio de su oficio y a través de las listas o matrículas que
llevaban las corporaciones se tenía acceso a los nombres de los artesanos, de sus oficios y su propia
organización (aprendices, trabajadores, etc.) y se brindaba información a la autoridad pública para el ejercicio
del control en el cumplimiento de los reglamentos. Sin embargo, estas inscripciones seguirán teniendo un efecto
interno.

Estas registraciones relacionadas con el oficio del comerciante, fue continuada y ampliada en los siglos
siguientes con la incorporación de determinados actos de los comerciantes, como las escrituras dotales y las
capitulaciones matrimoniales, los poderes concedidos a factores y dependientes y los contratos de sociedad
concertados por el comerciante con otros comerciantes o no comerciantes.

De esta forma, las corporaciones seguirán ejerciendo gran influencia en la vida y en la economía de las
ciudades, a pesar de los embates de que fueron objeto por el temor que generaba su expansión y poderío ya que
del carácter de asociación voluntaria, se pasó a imponerse a los comerciantes la obligación de la adscripción y el
gremio, de tal modo que, junto con la función de asistencia, además, arbitraba en los conflictos entre sus
miembros . 24

4. LOS REGISTROS MERCANTILES. SU ORIGEN

20
La Ordenanza dictada en Francia en 1673 (Reglement pur le commerce des negocians marchands) -conocida como la Ordenanza de
COLBERT- extendió a todo el reino la jurisdicción consular establecida para París por el Edicto de 1563 de todos los actos
relacionados con el seguro, letra de cambio y fletamento y aplicable a los comerciantes y no comerciantes. Precisamente, esta
Ordenanza organizó un régimen de publicidad muy amplio y severo, sancionando con nulidad aquellos contratos de sociedad que no
fueren registrados y publicados en el tablón de la respectiva oficina. La Ordenanza quiso ser como el Edicto que la acompaña “un
reglamento capaz de asegurar la buena fe entre los comerciantes contra el fraude y de evitar los obstáculos que los desvían de su
ocupación”.
21
Expresa LE GOFF que al lado de este mundo tradicional, esencialmente medieval, con su típica organización de los oficios y las
corporaciones, característica del mundo de maestros y aprendices -el mundo de los innumerables talleres donde los artesanos trabajan
para un mercado limitado a la ciudad-, “está el mundo de vanguardia, el mundo de la organización de las compañías de comercio
internacional, dueñas de ricos almacenes donde se amontonaban las mercancías más preciosas y donde hombres provistos de larga
experiencia y de una cultura curiosa y variada, hombres de ideas audaces y de ambición desenfrenada, tratan asuntos comerciales y
financieros con los principales centros económicos de los países ultramontanos y ultramarinos, lanzando ríos de florines de oro y de
monedas de curso en todos los países del mundo” (LE GOFF, Jacques, ob.cit., p. 60).
22
PIERGIOVANNI, Vito, Derecho Mercantil y tradición romanística, en Del Ius Mercatorum al Derecho Mercantil, ob. cit, p. 79.
GALGANO, por su parte señala que el “ius mercatorum” nace como un derecho creado directamente por la clase mercantil, sin
mediación de la sociedad política y nace como un derecho impuesto en nombre de una clase y no en nombre de la comunidad en su
conjunto (GALGANO, Francesco, ob. cit. p. 47).
23
FERNÁNDEZ RODRIGUEZ, Carmen, El Registro Mercantil, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1998, p. 53. La autora expresa que no es
ajeno a esta situación, por lo menos en su relación con América, el mayor impulso dado en España por Campomanes a las sociedades
económicas y la promulgación de un nuevo Reglamento de Libre Comercio con América (Reglamento de libre comercio entre España
e Indias de 1778) en virtud del cual podían erigirse Consulados priorizando funciones de fomento económico, en consonancia con las
sociedades económicas, más que tribunales de comercio.
24
FERNÁNDEZ RODRIGUEZ, Carmen, ob. cit., p. 49.
6
El desarrollo de las corporaciones y del comercio en general, se vio favorecido por la creación de los Registros
mercantiles que, con diverso carácter y organización, existieron desde el siglo XIII , vinculados con la actividad
25

del artesano, el comerciante o el empresario individual

Históricamente fue el modelo utilizado para responder a la necesidad de garantizar la responsabilidad y


profesionalidad de las operaciones comerciales, mediante presunciones que fomentaban la intervención
administrativa.

Si bien se constatan antecedentes antiguos, la institución, tal como se la conoce en la actualidad, cabe ubicarla
en las denominadas listas o matrículas de los pequeños artesanos o comerciantes individuales que llevaban los
gremios en la Edad Media y su evolución posterior, entronca con las Ordenanzas de los Consulados, en cuyas
regulaciones aparecen referencias a la matrícula no solo de los comerciantes individuales sino también de los
mercaderes, ampliándose de esta forma, su contenido y los sujetos que abarcaba.

Su origen se halla pues en la Edad Media y se vincula con el nuevo ius mercatorum26 producto de ese período,
es decir el embrionario Derecho Mercantil nacido del proceso de transformación del derecho en las villas27.

En los siglos siguientes, el desarrollo del comercio y la irrupción de las sociedades y, en especial, de las
sociedades por acciones en la actividad económica28, constituyeron factores que favorecieron la expansión de los
Registros mercantiles.

Precisamente, en muchas ordenanzas de los antiguos consulados europeos que agrupaban a la gran burguesía
mercantil de comerciantes (o mercaderes de lonja) y negociantes al por mayor, aparecen referencias a la
matrícula de los mercaderes, tal el caso de las Ordenanzas de Bilbao de 1737 las que prescribieron, por primera
vez en el derecho español, la exigencia de que todas las compañías mercantiles depositaran un testimonio de la
sociedad en el propio Consulado (número 10.5) 29. Cabe recordar que estas Ordenanzas tuvieron una amplia
influencia no sólo en Europa sino también en América y, en particular, en nuestro derecho patrio, ya que
entraron a regir por la Real Cédula de erección del Consulado de Buenos Aires de 1794.

La incorporación de las compañías en los Registros de comercio también incidió en su propia organización ya
que a partir de entonces se separaron las registraciones en las dos secciones clásicas: la tradicional matrícula de
los artesanos y comerciantes y las inscripciones de las compañías o sociedades, lo cual quedó reflejado en los
Códigos de Comercio sancionados en el siglo XIX.

Esta evolución también denota una ampliación de la competencia de los Registros en sentido horizontal y en
sentido vertical. En el primer caso, ampliándose las inscripciones a ciertos documentos y actos. En el segundo,
una tendencia que repercute directamente sobre los efectos que se derivan de los actos inscriptos y cómo estos
se proyectan con mayor intensidad respecto a los terceros. Esta etapa, cuando la registración se orienta hacia el
exterior y para conocimiento de los terceros, puede señalarse como el punto de partida de las formas actuales de
publicidad mercantil30.

Finalmente, la organización corporativa del medioevo que continuó en los siglos siguientes, halló su punto final
con el advenimiento de las ideas que inspiraron la revolución francesa, dentro de cuyo régimen el fuerte
privilegio que fue fortaleciendo a las corporaciones con el correr de los siglos, resultaba contraproducente.

Lo que no se pudo en épocas anteriores, finalmente se alcanzó con el dictado del Edicto de Turgot de 1776
-derogado poco tiempo después- y definitivamente con el dictado del Decreto del año 1892 a iniciativa de Le

25
FONTANARROSA, Rodolfo O., Derecho Comercial Argentino, Parte General, T° I, 5ta. ed., Victor P. de Zavalía - Editor, Buenos
Aires, 1978, p. 310 sostiene que las legislaciones descuidaron su reglamentación hasta el siglo XVIII, en que surgieron en Alemania
los Registros de Sociedades y los de Poderes que, en su evolución posterior, llevaron al Registro Mercantil legislado en el Código de
Comercio de 1897.
26
PETIT, Carlos, ob. cit., p. 15.
27
Las fuentes del ius mercatorum eran los estatutos de las corporaciones mercantiles, la costumbre mercantil, y la jurisprudencia de la
“curia” de los comerciantes (GALGANO, Francesco, ob. cit., p. 48).
28
Véase BALBIN, Sebastián, Evolución histórica de la sociedad comercial. Su influencia en el Derecho Societario Argentino, en
Estudios de Derecho Comercial (en homenaje al Prof. Dr. Osvaldo R. Gómez Leo), Ed. LexisNexis, Buenos Aires, 2007, p. 171.
29
FERNANDEZ RODRIGUEZ, Carmen, ob. cit., p, 49. La autora agrega que la importancia de estas Ordenanzas reside no sólo en su
contenido sino también en el hecho de que, a diferencia de cualquier Ordenanza consular, ésta no sólo regía en la corporación de
mercaderes que la elaboró y practicó, sino que gozó de una aplicación práctica generalizada en España y en América, donde
proliferaban Consulados constituidos sobre normas uniformes, en los que nunca faltó algún precepto que recogiera la doble
formalidad de otorgamiento de escritura y registro en el Consulado, para los contratos de sociedad. El capitulo Noveno de las
Ordenanzas establecía la obligación de que todo “mercader” tratante y comerciante al por mayor tuviera, por lo menos, cuatro libros
de cuentas: “un Borrador o Manual, un libro Mayor, otro para el asiento de cargazones o facturas y un Copiador de cartas”.
30
OTAEGUI, Julio César, ob. cit. p. 607. Agrega el autor que “a propósito de tal publicidad, decía Munzinger que, desaparecidas las
corporaciones "se cortaron los lazos que impedían la libertad de la industria y del comercio; se extinguió, también, la fiscalización,
muchas veces saludable, de la buena fe, de la protección de la moralidad comercial por el espíritu de la solidaridad. ¿Qué
substitución tuvieron? El espíritu del individualismo y sus desórdenes. ¡Dónde está actualmente la guarda de la moralidad
comercial? En la publicidad.".
7
Chapellier y, las ideas anticorporativas, quedaron reflejadas en el Código de Comercio francés de 1807 que no
legisló sobre los registros mercantiles.

El Código de Comercio francés de 1807 no previó el instituto que recién en el año 1919 se adoptó en Francia.

En España, luego de la sanción del Código de Comercio francés, en el año 1827 se creó una Comisión que
preparó un Código de Comercio que finalmente fue aprobado el 30 de mayo de 1828 y comenzó a regir el 1° de
enero del año siguiente y que en cuanto a la organización del Registro Público de Comercio tendrá notoria
influencia en la redacción de los arts. 45 (luego 34) y sigtes. del Código de Comercio argentino.

Finalmente, desde los antiguos antecedentes de la inscripción corporativa se irá avanzando hacia un sistema de
publicidad, tal como se la conoce en la actualidad, de efectos positivos y negativos, llegando a constituir la
registración mercantil contemporánea en un instrumento indispensable e insustituible del tráfico comercial y
empresarial, dentro del mercado global vez más abierto y competitivo, al cual se le incorporan
permanentemente nuevos y complejos recursos tecnológicos.

5. ANTECEDENTES NACIONALES. SU UBICACIÓN FUNCIONAL Y ORGANIZACION

En sus orígenes, la Casa de Contratación fundada en Sevilla en 1503, fue el agente estatal de España que dirigió
el comercio colonial ya que entre otras funciones, tuvo a su cargo conceder las licencias para Indias, administrar
justicia mercantil y fomentar el comercio en general.

La expansión del comercio y la actividad que ello generaba, no alcanzó para satisfacer las necesidades de las
colonias y la famosa revolución de los precios del siglo XVI provocada principalmente por los metales
preciosos americanos llegados a Europa a través de España y la superioridad industrial y mercantil de
Inglaterra, Los Países Bajos y Francia, influyeron para que finalmente el sistema legal español llegara a su fin
y se iniciara la apertura comercial del siglo XVII31. En sucesivas disposiciones desde 1765 hasta 1776, se
adoptaron medidas para instaurar un nuevo régimen de comercio que fueron reunidas en el “Reglamento de
libre comercio entre España e Indias” y que incluyeron la creación de Consulados de Comercio en los
principales puertos de América, entre ellos el Consulado de Buenos Aires en 1794.

Hasta su creación, se aplicó el sistema de comercio existente entre España y las Indias y, en materia comercial,
las reglas del Consulado del Mar (Llibre de Consolat de Mar) del Consulado de Barcelona, las Ordenanzas de
Burgos y, en mayor medida, las Ordenanzas de Bilbao de 1737. Precisamente, éstas prescribían el depósito del
contrato de las compañías mercantiles en el registro que llevaba el propio Consulado, cuyas funciones fueron
básicamente las de concederle la jurisdicción mercantil y la de fomento de la agricultura, la industria y el
comercio y en él se inscribían los comerciantes colectivos de acuerdo al siguiente procedimiento: “…poner en
manos del prior, y cónsules de esta universidad, y casa de contratación, un testimonio en relación de las
escrituras, que acerca de ellas otorgaren; y al pie de él han de poner los compañeros las firmas de que han de
usar durante el término de dicha compañía…y el tal testimonio se ha de poner en el archivo del consulado…”.

Años después, la Asamblea del año XIII creó el 9 de abril de ese año, una “matrícula de comerciantes
nacionales” y por Decreto del 22 de noviembre de 1815 se resolvió que todos los contratos de sociedad debían
otorgarse ante el Escribano del Consulado, régimen éste que “subsistió casi intacto” hasta el año 186232.

Luego de la organización nacional, se sancionó el Código de Comercio -con vigencia primero para Buenos
Aires, año 1859 y luego para todo el territorio nacional a partir del año 1862, cuyo art. 34 -antes art. 45- luego
de la reforma del año 1889 dispuso, que “en cada Tribunal de Comercio ordinario habrá un Registro Público
de Comercio, a cargo del respectivo secretario, que será responsable de la exactitud y legalidad de sus
asientos”, además de otras normas referidas, -conforme a la nueva enumeración- a la creación de un registro
especial de la matrícula de los negociantes (art. 35); la enumeración de los documentos y actos que debían
inscribirse (art. 36); la creación de un índice general de todos los documentos que el Registro tome razón (art.,
37); la forma de llevar dichos registros (art. 38); el plazo para la presentación de los documentos al Registro
(arts. 39 y 40) y los efectos de la no presentación ante el registro, de los poderes conferidos a los factores y
dependientes de comercio (art. 42).

De esta manera, el Código organizó las bases liminares del sistema registral, en orden a precisar la regla del
control de legalidad y la responsabilidad del secretario o la autoridad registral por la exactitud y legalidad de sus
asientos y, al mismo tiempo, los actos y documentos inscribibles, la forma de llevar los registros internos y el
plazo para su presentación, a lo que debe agregarse que el art. 36, inc. 5º disponía que pertenecen al Registro
Público de Comercio “todos los documentos cuyo registro se ordena especialmente en este Código”, lo cual
permitió inscribir diversos actos que por la importancia de su conocimiento se proyectaba un beneficio al tráfico
jurídico y al comercio y empresas en general. Entre ellos y se mantienen luego de la entrada en vigencia el
31
MARTIRE, Eduardo, El marco jurídico del tráfico con las Indias Españolas, en Del Ius Mercatorum al Derecho Mercantil, ob. cit.,
p. 232.
32
MALAGARRIGA, Carlos C., Tratado Elemental de Derecho Comercial, T° I, 3era. Ed., TEA. Buenos Aires, p. 14.
8
CCyCN, los corredores (Ley 25.028), los martilleros (Leyes 20.266 y 25.028), los despachantes de aduana (arts.
36/56) y los agentes de transporte aduanero (arts. 57/74) (Ley 22.415, Código aduanero); las transferencia de
fondos de comercio (Ley 11.867, art. 7°); la emisión de obligaciones negociables y debentures, sus alteraciones
y cancelaciones; las inscripciones de los actos que ordena la L.G.S. y, en general la que dimanaba de la
legislación especial y complementaria del Código de Comercio y posteriormente, del nuevo Código.

Se trataba en suma, de un marco normativo que permitió la organización de los Registros y su ubicación
funcional en las distintas jurisdicciones locales, conforme a lo previsto en el del art. 67, inc. 12 (actualmente art.
75, inc. 12) y que sirvió de fundamento para el dictado de las normas reglamentarias de aplicación, de todo lo
cual, el actual Código carece.

En relación al art. 45 -luego art. 34- del Código de Comercio, su fuente y en particular sobre la ubicación
funcional del Registro en sede judicial o administrativa, algunos autores toman como antecedente el art. 23 del
Código español de 1829, mientras que otros en cambio, el art. 209 del Código de Comercio de Portugal de
183433.

En relación a estos antecedentes, cabe tener en cuenta que el Código de Comercio español de 1829 organizó un
sistema de registro público y general de comercio administrativo del que era titular y responsable el Secretario
de Gobierno -previamente de la Intendencia- de cada Provincia y a partir del año 1836 del Gobierno Civil. Su
art. 23 disponía “El secretario de la intendencia de cada provincia tendrá a su cargo el registro general, y será
responsable de la exactitud y legalidad de sus asientos”, con lo cual se instauró un registro público general del
que eran titulares las autoridades administrativas provinciales, permaneciendo, además, simultáneamente el
archivo en la sede del Tribunal de Comercio. Por su parte, el art. 209 del Código de Comercio de Portugal de
1833 disponía: “En la secretaria de cada uno de los tribunales de comercio ordinario, habrá un Registro
Público de Comercio, a cargo del respectivo secretario, responsable como oficial público, de la exactitud y
legalidad de sus asientos”, lo cual denota la fuerte influencia que tuvo en su redacción el Código de Comercio
español, sancionado cuatro años antes.

Este sistema se asemejaba mucho al que adoptó en el año 1859 el Código argentino en los artículos 45 y
siguientes, lo que ha llevado a sostener que nuestros codificadores adaptaron el texto español a nuestras
instituciones republicanas, transpolando erróneamente la supervisión de las funciones registrales al
Secretario del Tribunal Ordinario de Comercio respectivo34.

De cualquier forma, en su etapa fundacional en la Ciudad de Buenos Aires, el Registro de Comercio estuvo a
cargo de un Juzgado y más precisamente “...a cargo del respectivo secretario”, conforme a la redacción
originaria del Código de Comercio, por lo cual se interpretó que si bien estaba ubicado en sede judicial
(en cada Tribunal de Comercio ordinario) el Registro estaba a cargo del “respectivo secretario”, no del
juez, lo que importaba una atribución de función administrativa. Luego, las primeras necesidades
funcionales y el incremento notorio de la actividad del Registro, motivaron que a partir del año 1884, las
funciones registrales quedaran bajo la responsabilidad de un Jefe de Registro.

Años después y ante la falta de certidumbre sobre su ubicación en sede administrativa o judicial, la Cámara
Comercial de la Capital Federal dictó su reglamento interno de fecha 23 de octubre de 1925, en el cuál
reglamentó el régimen de inscripciones en el Registro de Comercio que quedó, por lo tanto, en sede judicial.
Este régimen se modificó por la Ley 13.998 que dispuso que el Registro quedara a cargo de un Jefe o Director
General, es decir, dependiente del Poder Ejecutivo de la Nación y difirió su organización al dictado de una ley
específica.

Finalmente se sancionó la Ley 14.769, promulgada el 21 de octubre de 1958 que creó el Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Comercial de Registro, poniendo fin a las “dubitaciones sobre su naturaleza”35 y
ubicación funcional36.

33
ANAYA, reconoce este origen, aunque expresa que el Código español de 1829 fue el primero que delineó las reglas del Registro de
Comercio (Código de Comercio y Leyes Complementarias, comentadas y concordadas. Coordinadores: Jaime L. Anaya y Humberto
Podetti, Bs. Aires, T° I, arts. 1 al 42, Ed. Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1965, p. 444).
34
SAN MILLÁN, Carlos, Antecedente normativo del Registro Público de Comercio que explica la redacción del artículo 34 del
Código de Comercio, LL Tº 1978-B, p. 883. Concuerda SIRVEN, Manuel A., Registro Público de Comercio, Ed. Cooperadora de
Derecho y Ciencias Sociales, Bs. Aires, 1977, p. 11 quien sin embargo sostiene que la inscripción en la matrícula fue tomada del
Código de Brasil y mejorada su redacción por la Comisión de 1889. En igual sentido respecto a la fuente, CORNEJO COSTAS,
Emilio, Registro Público de Comercio, R.D.C.O., Año 1977, p. 833. Por su parte, OTAEGUI expresa que el Código de Comercio
español de 1829, inspirado en el Código de Comercio francés de 1807 y en las Ordenanzas de Bilbao de 1737, es una de las fuentes
del Código de Comercio del Estado de Buenos Aires de 1859 como dijeron al presentarlo Dalmacio Vélez Sársfield y Eduardo
Acevedo, devenido Código Nacional de Comercio en 1862 tras la reincorporación de Buenos Aires a la República (OTAEGUI, Julio
César, Sociedad Comercial y publicidad, LL T. 2007-A, p. 607). En cambio se ha sostenido que el sistema de registración del Código
español de 1829 no puede ser calificado de administrativo, como generalmente se lo considera (FAVIER DUBOIS (h.), Eduardo,
Derecho Societario Registral, Ed. Ad-Hoc, 1994, Buenos Aires, p. 28).
35
GARCÍA CAFFARO, José Luis, Dudas y certezas sobre la concentración en un Organismo del Contralor y Registro de Sociedades
Comerciales, LL T° 1978-B, p. 867.
9
Dicho sistema, en el ámbito de la Capital Federal, rigió hasta la sanción de la Ley 22.316, sancionada y
promulgada el 31 de setiembre de 1980, por la cual en la Capital Federal y en el Territorio Nacional de la Tierra
del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud, el Registro Público de Comercio estará a cargo de la I.G.J. (art.
1º). Con posterioridad, la Ley 22.315, sancionada y promulgada el 31 de octubre de 1980 dispuso que dicha
dependencia administrativa organizara y llevara el Registro Público de Comercio (art. 4°, inc. a), de modo que a
partir 6 de febrero de 1981, la I.G.J. asumió operativamente las funciones registrales de carácter general
(inscripciones relacionadas con todas las sociedades, inscripción de comerciantes, auxiliares de comercio,
transferencias de fondos de comercio, autorizaciones para el ejercicio del comercio, etc.) que se sumaron a las
de contralor sobre las sociedades por acciones, conforme a lo establecido por la L.G.S. (arts. 167, 299, 300 y
concordantes).

En las jurisdicciones provinciales, históricamente, los Registros Públicos funcionaron en sede judicial,
dependiendo del Juzgado con competencia comercial de modo que, en forma rotativa y a través de los
respectivos secretarios, cumplieron las funciones registrales. Por lo tanto, cada jurisdicción organizó los
Registros, conforme a sus leyes y reglamentaciones locales e, incluso, funcionando más de un Registro Público
en el territorio de una misma Provincia.

6. LA UNIFICACION EN SEDE ADMINISTRATIVA

A poco de sancionada la Ley 19.550 en el año 1972, se planteó la conveniencia de unificar las funciones registrales
y de contralor administrativo sobre las sociedades por acciones que, luego con el transcurso de los años, se
extendería al resto de las materias comprendidas dentro de la competencia de los Registros Públicos.

En efecto, la redacción de los arts. 6° (“el juez debe comprobar el cumplimiento de todos los requisitos legales y
fiscales”) -actualmente derogado- y 167 (la autoridad de contralor debe “verificar el cumplimiento de los
requisitos legales y fiscales”) de la citada Ley, puso en evidencia, además de las consideraciones expuestas en la
Exposición de Motivos por los autores del proyecto, (Cap. Primero, Secc. II, 1), la necesidad de analizar la
conveniencia de unificar dichas funciones a los efectos de alcanzar una mayor eficacia en el cumplimiento de las
funciones que se le asignaban tanto al Juez a cargo del Registro como a la Autoridad de contralor.

La cuestión abrió un amplio debate y la opinión mayoritaria de la doctrina, abogó por la supresión de la
superposición de funciones, la simplificación en los controles y la racionalización del régimen de fiscalización
externa37. Paralelamente se sumó la cuestión de la sede en que debían unificarse tales funciones.

Recogiendo estas iniciativas, se inició un proceso de unificación legislativa, tendiente a concretar estos objetivos.

En la Capital Federal, en el año 1970 entró a regir la Ley 18.805 que estableció de modo sistemático y ordenado la
competencia, funciones y atribuciones de la que denominó Inspección General de Personas Jurídicas y que entró en
vigencia dos años antes que la Ley 19.550. En el año 1971, se dictó el Decreto Nº 2293 reglamentario de la Ley
18.805, con lo cuál se completó el régimen de fiscalización general y control de constitución a cargo del Estado.

Dicha legislación tuvo una gran influencia en normas similares dictadas en jurisdicciones provinciales que
siguieron su modelo, lo cuál quedó reflejado en las Recomendaciones de las Primera y Segunda Reunión Nacional
de Autoridades de Contralor de Personas Jurídicas, celebradas en 1971 y 1973, en Buenos Aires y en la ciudad de
Rosario, respectivamente38.

36
La finalidad de la ley de creación del Juzgado de Registro se ha dicho, fue la de “jerarquizar las funciones del hasta entonces
Registro Público de Comercio, evitar el manipuleo de los expedientes que motivaba el sistema anterior y dar mayor uniformidad y
fundamentación a las respectivas resoluciones, concentrando los correspondientes pedidos en un solo juzgado” (DE IRIONDO, Luis
U., Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial de Registro, ED Tº 48, p. 765).
37
A las plurales ponencias presentadas en el Primer Congreso de Derecho Societario del año 1977 (Véase Primer Congreso de
Derecho Societario, Vol. II -Comisión IV- Ed. Depalma, Buenos Aires, 1979), deben agregarse los trabajos presentados en el Segundo
Congreso de Derecho Societario celebrado en Mar del Plata, en 1979, donde se reiteraron las propuestas de unificación y
simplificación de funciones en el control societario (Véase, publicación de la Cámara de Sociedades Anónimas, Comisión III), a las
que cabe sumar los trabajos del Tercer Congreso Argentino de Derecho Societario realizado en Salta, 1982 (véase Revista de
Ponencias-Comisión IV) y las Conclusiones del Cuarto Congreso Argentino de Derecho Societario (véase Conclusiones del IV
Congreso de Derecho Societario, Idearium, Mendoza, 1986), sin olvidar los trabajos presentado en las Jornadas Nacionales de
Derecho Societario de 1981 y en los Congresos Argentinos de Derecho Comercial de 1984 y 1990. También, ZALDIVAR,
MANÓVIL, RAGAZZI Y ROVIRA, ob. cit., Vol. III, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1983, p. 840, entre otros.
38
En la Primera Reunión en la que participaron delegados de casi todas las Provincias, se resolvió, entre otras medidas, las siguientes:
"Recomendar a los gobiernos nacional y provinciales, la armonización de los regímenes legales de control de la personas jurídicas,
respetando la natural diversidad que imponen las distintas fuentes del poder de policía que se ejercita y las realidades concretas de
cada jurisdicción. Recomendar que la armonización que se propugna verse sobre los siguientes aspectos fundamentales: que se
estructuren los organismos de control como entes administrativos de carácter técnico, confiriéndoles facultades resolutivas y
dotándolos de los medios necesarios para el cabal cumplimiento de su misión y funciones ... que el control sea ejercido en forma
permanente u ocasional conforme a las pautas que podrían ser similares a las contenidas en el art. 3ero., puntos 3.1.3 y 3.2.4 de la
ley nacional 18.805 en lo que resulte pertinente; que se extienda a la creación, funcionamiento, disolución y liquidación de las
entidades ...".
10
Recogiendo las críticas señaladas más arriba respecto al sistema reglado por la Ley de sociedades y, de modo
especial por la Ley 18.805, se sancionó en el año 1978, la Ley 21.768 que significó un avance hacia la unificación
en materia de fiscalización y registración mercantil, ya que dispuso que la registración societaria podía quedar
indistintamente a cargo de los órganos judiciales o administrativos, de conformidad a lo que las autoridades locales
resolvieran.

Precisamente, la sanción de la Ley 21.768, abrió paso al proceso de unificación, siendo la Provincia de Buenos
Aires pionera en tal sentido, ya que en el año 1976 dictó la Ley provincial 8.671 que trasladó la función de
registración y contralor de las sociedades por acciones -luego ampliada por la Ley 9.118 del año 1978 a todas las
sociedades comerciales, de economía mixta y demás modalidades asociacionales- a la Dirección Provincial de
Personas Jurídicas (Decreto N° 287/1977), organismo que posee oficinas Delegadas en cada Departamento Judicial
de la Provincia quedando el Registro Público de Comercio a cargo en cada departamento judicial de la Provincia,
con competencia sobre todas las materias, excepto las societarias y las referidas a las entidades civiles. Asimismo,
dicha Dirección Provincial ha dictado la Disposición General Nº 45 de fecha 11 de setiembre de 2015 por la cual se
regula su competencia, los actos inscribibles, los procedimientos internos de los títulos y documentos que deben
acompañarse ante el organismo.

En 1980, se sancionó la Ley 22.169 que le atribuyó a la Comisión Nacional de Valores (en adelante C.N.V.) todas
las funciones, competencia y misión que tenía la I.G.J. sobre las sociedades que hacían oferta pública de títulos
valores, las que, a partir de entonces, quedaron a cargo en forma exclusiva y excluyente, de aquél organismo
nacional.

La década concluyó con la sanción de la Ley 22.280 que estableció que, no sólo la registración societaria podía
quedar indistintamente a cargo de los órganos judiciales o administrativos locales, como lo había dispuesto la
anterior 21.768 sino, además, todas las funciones asignadas al Registro Público de Comercio y por la legislación
general, a lo cual se agregó, en el ámbito de la Capital Federal, la sanción de la Ley 22.316 que dispuso el traspaso
del Registro Público de Comercio a la I.G.J. y la consecuente sanción de su Ley orgánica 22.315.

Finalmente, en la actualidad, la organización y ubicación de los Registros Públicos y el del contralor de las
sociedades por acciones, no es uniforme en la República. En algunas jurisdicciones se ha alcanzado la unificación
integral en sede administrativa mientras que en otras rige el sistema original de la Ley 19.550, es decir, coexiste el
Registro Público, en sede judicial y la autoridad de contralor administrativa local39.

7. LOS REGISTROS MERCANTILES EN EL EXTRANJERO. BREVE REFERENCIA

En casi todos los ordenamientos existe un sistema de publicidad basado en la información contenida en los
Registros mercantiles, a través del cual se da a conocer cierta información que se presume interesa al
público en general y en particular al Estado, a los terceros vinculados a los sujetos inscriptos y al tráfico
jurídico-mercantil.

El Registro Mercantil funciona en gran parte de los países del derecho continental europeo, mientras que en
otros, por la importancia de la registración en materia societaria, se organiza el denominado Registro de
Sociedades, característico de los países de Derecho anglosajón o el Registro de Empresas de la legislación
italiana.

7.1. Unión Europea (UE). Existen en la UE una diversidad de sistemas registrales como resultado de las
distintas lenguas, la determinación de la materia inscribible, el control de la calidad de la información que
accede al Registro, los efectos de la inscripción y la organización territorial y funcional, entre otros
aspectos.

El derecho europeo en la materia se ha visto fuertemente influido por las Directivas de la hoy UE dictadas en
materia de sociedades, lo cual también incidió en la propia organización de los Registros de Comercio.

También incidieron las Directivas sobre la prevención de lavado de activos, la financiación del terrorismo y la
necesidad de transparentar la información que se archiva en los Registros.

Entre las Directivas dictadas se destaca la Directiva 2012/17/UE del Parlamento Europeo y del Consejo del 13
de junio de 2012 sobre interconexión de los registros centrales, mercantiles y de sociedades, y modificatoria de
la Directiva 89/666/CEE del Consejo y las Directivas 2005/56/CE y 2009/101/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo.

39
Existe un régimen unificado en sede administrativa en la Ciudad de Buenos Aires y en las Provincias de Buenos Aires (en materia de
sociedades y asociaciones civiles y fundaciones), Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza, Río Negro,
San Luis, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud y Tucumán. Mientras que mantienen un sistema dual, las Provincias de
Catamarca, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Neuquén, Salta, San Juan, Santa Cruz, Santa Fe y Santiago del Estero.
11
Por medio de la Directiva 2012/17/UE se estableció en la UE un sistema de interconexión de los registros
mercantiles en un esfuerzo conjunto en el que participaron todos los Estados miembros de la UE y la Comisión
Europea. El sistema se conoce como Sistema de Interconexión de Registros Mercantiles (BRIS: Business
Registers Interconnection System) y debe entrar en funcionamiento antes del 8 de junio de 2017.

El objetivo del BRIS es dar acceso en toda la UE a datos sobre las empresas registradas en los Estados
miembros y de esta forma se permitirá, por primera vez, la comunicación electrónica entre todos los registros
mercantiles de la UE. Así, éstos podrán intercambiar información sobre sucursales extranjeras y fusiones
transfronterizas de empresas. Además, ciudadanos, empresas y autoridades nacionales podrán buscar, a través
del Portal Europeo de Justicia en Red EBR, información facilitada por las empresas a los registros nacionales y
el nuevo sistema contribuirá a mejorar la comunicación entre registros, al permitirles intercambiar información
fiable sobre las empresas. El EBR (European Business Register) es una red de registros mercantiles europeos.
Empezó siendo una iniciativa informal de cooperación técnica entre registros mercantiles y, con el tiempo, se
centró en el suministro de información sobre las empresas de toda Europa. En la actualidad, los usuarios pueden
suscribirse al EBR a través del registro mercantil de su país. Este les da acceso transfronterizo a información
sobre las empresas registradas en países de Europa que formen parte de la Red EBR.

En síntesis, la Directiva 2012/17/UE relativa a la interconexión de los Registros Mercantiles que ha impulsado
estas mejoras, ha tenido como objetivo principal: 1) incrementar la confianza en el mercado único europeo
mediante la garantía de un entorno empresarial más seguro para los consumidores, los acreedores y otros
interlocutores de las empresas; 2) favorecer la competitividad de las empresas europeas mediante la reducción
de las cargas administrativas y el aumento de la seguridad jurídica y 3) acrecentar la eficacia de la
administración pública merced a la cooperación entre los registros mercantiles europeos.

Sobre la información que se brinda a través de los Registros y la Red EBR, cabe tener en cuenta el reciente
Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo del 27 de abril de 2016, relativo a la
protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de
estos datos y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE (Reglamento general de protección de datos).
La globalización de la economía, la apertura del tráfico jurídico a las nuevas tecnologías de la información y las
comunicaciones, han llevado a replantear las cuestiones jurídicas que suscita la institución.

El relevamiento en el Derecho europeo destaca la existencia de diferencias en cuanto a los actos y documentos
que deben inscribirse, si bien las Directivas de la UE, han constituido instrumentos que impulsaron mejoras en
su organización y funcionamiento, en los accesos a los archivos y la incorporación de medios electrónicos e
informáticos en general.

Respecto a las inscripciones societarias, existen regímenes como el alemán, generalmente aceptado, que dispone
que la inscripción registral confiere personalidad jurídica a la sociedad, mientras que en otros países, como
Francia, Bélgica o Luxemburgo, la personalidad moral se adquiere luego de verificarse el cumplimiento de
ciertos requisitos legales, aún cuando no se haya inscripto la sociedad.

En el año 1968 se dictó la Primera Directiva de la CEE (68/151/CEE) en materia de sociedades, que tuvo como
finalidad primordial la de crear un clima propicio para proteger los intereses de los socios y de los terceros en
aquellas sociedades cuya característica fundamental es la responsabilidad limitada de los socios, mediante la
llamada publicidad legal que se desarrolla de tres formas: en la información sobre el acto constitutivo, en la
responsabilidad adquirida durante el período fundacional y en los efectos que conlleva la declaración de nulidad
del acto constitutivo. Este tipo de información legal es un efecto que correspondía en el pasado a la
matriculación de los comerciantes en sus respectivos gremios y corporaciones y que pasa, posteriormente, a ser
una obligación para las sociedades mercantiles a fin de adquirir la personalidad jurídica40.

Luego de muchos años de vigencia de la Primera Directiva, múltiples han sido los cambios suscitados, entre los
cuáles cabe consignar la ampliación de los tipos de sociedades que tienen obligación de inscribirse (art. 1°) y,
por otro lado, se han acelerado los sistemas técnicos de acumulación y divulgación de la información (art. 3°)
que permiten una más amplia transmisión y conocimiento de los datos inscriptos, incluso fuera de la frontera de
los Estados. En este contexto también deben tenerse en cuenta las modificaciones introducidas por las
Directivas contables que exigen la publicación de cuentas anuales mediante su inscripción en el Registro
Mercantil y la interconexión de los Registros y el acceso a la información a través de la Red EBR.

Los avances hacia la generación de un sistema de incorporación de datos y archivo electrónico, impuestos por el
desarrollo y las necesidades de armonización junto con la incorporación de modernas tecnologías en el archivo
de datos y su información, puede constatarse a partir de la existencia en muchos países de la UE de: a)
inscripciones electrónicas; b) certificaciones electrónicas de los actos inscriptos; c) efectos frente a terceros de
los actos inscriptos electrónicamente; d) introducción de más de un idioma en el sistema de inscripción y

40
Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre la Propuesta de Reforma, Resumen de Noticias, R. d. S., (Revista de
Sociedades, Ed. Thomson-Aranzadi, Navarra), Año 2003-2, p. 497).
12
difusión y e) identificación registral en los documentos mercantiles de las sociedades, entre otros temas de no
menor importancia.

Es interesante mencionar algunas cuestiones en materia registral en la UE que pueden orientar soluciones para
el derecho patrio.

Así, en razón de la Directiva Europea 2012/17/UE, algunos países han dictado normas especiales a su respecto
y, en este sentido, en España, el artículo 19 de la Ley 14/2013 y su Disposición Adicional sobre apoyo a los
emprendedores y su internalización, establecen llevar el Registro Mercantil en formato electrónico, mediante un
sistema informático.

En cuanto a la ubicación de los Registros y su organización, cabe señalar que en Alemania el Registro
Mercantil depende del Ministerio de Justicia del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, que lo
mantiene para todos los estados federados y en Austria el Registro es gestionado por empresas, denominadas
puntos de acceso, contratadas por el Ministerio de Justicia. En Bélgica es mantenido por el Servicio Público
Federal de Economía; en Bulgaria, el Registro es propiedad de la oficina del registro, dependiente de Ministerio
de Justicia y en España, es llevado por los Registradores mercantiles. En Francia e Italia, los Registros son
gestionados por empresas; en Italia, dependientes de la Cámara de Comercio de Italia y en Francia por una
agrupación de interés económico a la que pertenecen todos los secretarios judiciales de los Tribunales
mercantiles. En Polonia, el Registro depende del Ministerio de Justicia; en Portugal, el Registro comercial está
gestionado por los servicios del registro, dirigido por registradores integrados en el Instituto de Registros y del
Notariado, un organismo público dependiente del Ministerio de Justicia.

En numerosos países el acceso a la información es gratuita (Alemania, Bélgica, Bulgaria y Polonia, mientras
que es parcial la gratuidad en Italia y Francia). En Austria, España y Portugal, debe abonarse tasas. En algunos
Registros se provee información en varios idiomas: vgr. en Alemania en inglés, francés, italiano, danés, español
y turco.

Alemania. Dentro de un contexto de profundas reflexiones sobre “cómo puede configurarse un Derecho de
Sociedades alemán competitivo”41, se aprobó la Ley sobre Registro Mercantil y el registro de cooperativas
electrónico, así como el registro de empresas que incorpora la Directiva sobre transparencia de la Unión
Europea (Directiva CE 14/2007 de la Comisión del 08/03/2007) y que entró a regir el 1 de enero de 2007. De
esta forma se ha implantado de modo extensivo la publicidad ad hoc mediante un sistema a través del cual se
llevan todos los datos de las empresas en forma conjunta en un portal informático único accesible a través de
internet. Así, se ha sostenido que la nueva Ley “no va a dar lugar a la empresa “de cristal”, sino que busca
hacer efectivas las obligaciones de publicidad e información que ya existen en la actualidad, lo que va a
suponer un cambio importante de la realidad jurídica. A partir de este momento, la información sobre las
empresas va a estar disponible de manera centralizada y sencilla,. La revolución digital, en conjunción con el
legislador comunitario, ha dado lugar a otro cambio fundamental”42.

España. El Registro mercantil es un servicio público de la Administración del Estado, a cargo del Ministerio de
Justicia. Está estructurado sobre la base, por una parte, de los Registros territoriales, de ámbito provincial, en
los que se inscriben las sociedades domiciliadas en cada provincia, y, por otra parte, de un Registro Mercantil
central, con sede en Madrid, que lleva el registro único de denominaciones sociales y la publicación del Boletín
del Registro mercantil (sobre la base de los datos remitidos por los Registros provinciales). A cargo de cada
Registro hay un registrador. Se trata de funcionarios que no están integrados jerárquicamente en la
Administración pública y son retribuidos (de forma parecida a la de los notarios) directamente por los usuarios
del servicio público registral, mediante un precio público o arancel fijado por el Gobierno.

Vinculado con la exigencia de regulación reglamentaria contenida en la Disposición Final Segunda de la Ley
7/2003 sobre la publicidad de los protocolos familiares, se dictó el Real Decreto 171/2007 del 9 de febrero de
2007 en virtud del cual y con carácter voluntario se pueden inscribir en el Registro Mercantil tales protocolos
cumpliéndose determinados requisitos, aunque dado su carácter voluntario la sociedad puede publicar el
protocolo en su página web o en ambos.

También, cabe consignar, la creación de nuevos portales en internet en los cuáles se inscriben, entre otros datos,
las resoluciones judiciales objeto de inscripción en los registros de personas, los deudores concursados, los
administradores, liquidadores y apoderados inhabilitados y los administradores concursales, siendo su acceso
público y gratuito.
41
SPINDLER, Gerald, El desarrollo del Derecho de la empresa en Alemania en el año 2006 (trad.), R. de S., Año 2007-2, p. 563.
42
SCHLOTTER, J.N., La ley sobre el registro mercantil y el registro de cooperativas así como sobre el registro de empresas (EHUG)
ha entrado en vigor. El Derecho de publicidad empresarial (legal) tiene un nuevo fundamento (trad.), R. de S., 2007-2, p. 517.
Algunos autores han planteado ciertas reservas sobre los datos personales en on line y su acceso por parte de cualquier persona. En tal
sentido aconsejan que en los documentos objeto de inscripción, deben de facilitarse únicamente los datos estrictamente necesarios
(SIEBERT, U. y WEDEMANN, F. La protección de la dirección particular en el registro mercantil y de empresas electrónico -trad.-,
ibidem, p. 518).
13
Los avances tecnológicos en materia de sociedades ha llevado que muchas sociedades de capital tengan o
puedan tener una sede digital electrónica en forma de página web, en la que pueden publicar con eficacia
jurídica determinados actos (vgr. convocatorias a juntas generales o el depósito de las cuentas anuales). La RD-
Ley 13/2010, ha instrumentado un régimen de sencilla inscripción, permitiendo que sociedades de capital
mínimo puedan inscribirse por vía telemática en un plazo no mayor a siete horas hábiles (entre el otorgamiento
de la escritura y la inscripción registral43

Francia. El Código de Comercio, como resabio y rechazo del sistema corporativo, ignoró a la institución,
regulándose por primera vez por ley del 18 de marzo de 1919.

El Código trata sobre el Registro de Comercio y de las Sociedades en el Libro I, Título II, Capítulo III, (“ Des
Obligations Générales des Commercants”), Secc. Primera, el cual debe completarse con otras normativas, tales
como el Decreto Nº 84/1984, y sus modificatorios -Decreto 87-970; 98-550; 2001-474, entre otros.

El Registro mercantil está organizado sobre la base de diversos Registros locales y de un Registro nacional.
Existen tantos Registros locales como tribunales de comercio y el Registro nacional reproduce el contenido de
aquéllos. El Registro se halla a cargo del Secretario judicial -greffiers o secretaires-greffiers en Chef- de cada
Tribunal de Comercio, bajo la supervisión del Presidente del Tribunal. Existe también un Comité de
coordinación que cuida la armonización en la aplicación de las normas legales y reglamentarias exigibles (Dto.
Nº 84-406, 6) y se admite la transmisión de la información obrante en los Registros a través de medios
telemáticos.

Italia. El Registro de la Empresa se halla regulado en el Libro Quinto, Capítulo III, Secc. I del Codigo Civil. El
artículo 2188 dispone que se instituye el registro para la inscripción prevista en esta ley, de modo que,
en principio no se recepta otras inscripciones que no se hallen ordenadas en el Código, siendo sus
archivos de pública consulta.

Tienen obligación de inscribirse los empresarios individuales que desarrollen actividades industriales
(producción o intercambio de bienes y de servicios), intermediarias (circulación de los bienes), de transporte
terrestre, marítimo y aéreo, bancarias y todas las actividades auxiliares de las precedentes (art. 2195). Esta
exigencia se extiende a toda actividad y a la empresa comercial, salvo disposición contraria.

La Ley 340 del 24 de noviembre de 2002 (“Disposizioni per la delegificazione di norme e per la
semplificazione di procedimenti ammnistrativi”) introdujo importantes modificaciones en el trámite registral y
en especial, en el control preventivo de legalidad sobre los actos de las sociedades de capital, trasladando las
funciones hasta entonces desempeñadas por el Tribunal judicial al notario interviniente, quedando a cargo de
aquél sólo funciones residuales.

En términos generales existe un reparto de roles y poderes istruttori entre el notario y el Tribunal y el ufficio del
registro de empresas, de modo que verificada la regularidad formal de los documentos a través de la
intervención del notario y del Tribunal, la oficina de Registros inscribe a la sociedad 44 (art. 2330, 3°, CC.)45, sin
perjuicio de lo cual y luego de la reforma del Código Civil del año 2003 en materia societaria, la doctrina ha
insistido en la necesidad de simplificar y acelerar el trámite inscriptorio46.

El Registro Mercantil es gestionado por Infocamere, organización dependiente de las Cámaras de Comercio
italianas. Este registro facilita información detallada sobre las empresas y permite acceder igualmente a los
documentos oficiales de las sociedades, como: estados financieros completos, escrituras de constitución,
relación de accionistas. El Registro Mercantil contiene información de dos tipos: Información de tipo jurídico.
Sirve para acreditar la existencia de la empresa. Confiere seguridad ante terceros (artículo 2193 del Cód. Civ.) y
brinda información de tipo económico y además, tiene fines estadísticos y económicos.

7.2. Otros países. En general, el proceso de codificación de la legislación mercantil, iniciado en Latinoamérica
a mediados del siglo XIX47 tomó como fuente principal el Código de Comercio español de 1829, sin perjuicio
de la influencia que también tuvo el Código de Portugal de 1833, en particular en cuanto a la regulación de la
institución registral, que en los distintos países adoptó el nombre de Registro Público de Comercio, Registro de
Comercio o Registro Mercantil.

43
ALONSO LEDESMA, Carmen, (Dir.) Derecho de Sociedades, Ed. Atelier, Barcelona, 2014, p. 115.
44
LIBONATI, B., Il controllo notaile sugli atti societari; spunti per una recostruzione, Rivista de Diritto Commerciale e di Diritto
Generale delle Obligazioni, N° 5-6/7-8, 2001, p. 187.
45
El art. 2330, Codice Civile dispone que el notario debe depositar el instrumento de constitución de la sociedad, dentro de los veinte
días de otorgado.
46
MACERONI, M, Il registro delle imprese e la reforma societaria: semplificazione e necesita di revisione del DPR 581/1995, Diritto
Fallimentare, 2004, N° 2, p. 469
47
Código de Comercio de Brasil de 1850, de Uruguay de 1866, de Chile de 1867, de Colombia de 1887, de México de 1889, además
del Código de Comercio argentino de 1859/1862, entre otros.
14
Se advierte también que, al igual que en el antiguo régimen, los Códigos adoptaron la separación entre
matrícula de los comerciantes y auxiliares o dependientes de comercio y las inscripciones de las sociedades
comerciales, asentando las actos, contratos y documentos en distintos Libros llevados especialmente al efecto, a
través de asientos manuales completos o abreviados.

También se constata una cierta identidad en cuanto a los actos y documentos inscribibles, como así también
respecto a los efectos que la inscripción registral produce frente a terceros y respecto al acto mismo.

Las reformas introducidas con posterioridad a los Códigos nacionales, se vieron influidos por la sanción de los
Códigos de Comercio alemán de 1861 y 1897, italiano de 1865 y 1882, español de 1885 y, en el siglo pasado,
por el Código Civil italiano de 1942 y, más recientemente, por el dictado de legislaciones que, además de
ratificar la importancia y significado de los Registros mercantiles, han resaltado la necesidad de incorporar en el
procedimiento registral modernas tecnologías que faciliten las inscripciones en dichos Registros, al mismo
tiempo de mejorar los accesos a la información que obra en los mismos. En este sentido, la incorporación del
folio real informático y las consultas a través de páginas web especialmente diseñadas, como la emisión de los
certificados de las constancias registrales en papeles inviolables, constituyen avances orientados hacia el
cumplimiento de los señalados objetivos.

Respecto a su ubicación funcional y organización, en los países de la región, existen instituciones que cumplen
funciones registrales aunque su organización no es similar. Entre otros:

Brasil. El Código Civil del año 2002 y vigente desde el 1° de enero de 2003, modificó el Código de Comercio,
unificando la materia obligacional y consagrando, según sostiene la doctrina, la teoría de la empresa 48, lo
cual queda reflejado al desaparecer la clásica figura del comerciante para ser reemplazada por la del
empresario. El nuevo Código unifica, al igual que el Código Civil italiano de 1942, las reglas civiles y
comerciales, superando la idea del derecho comercial como un derecho de los comerciantes y de los actos
de comercio, pasando a ser la empresa, el núcleo de dicho Derecho.
El Código Civil, Capítulo I, Título I, Libro II, se refiere a la caracterización y a la inscripción del empresario
individual, quien para ser considerado empresario regular deberá inscribirse en Registro Único de Empresas
Mercantiles de su respectiva sede -a cargo de las Juntas Comerciales- antes de iniciar sus actividades
económicas. Los empresarios individuales y las sociedades empresarias deberán registrarse en el Registro
Público de Empresas Mercantiles, que se halla a cargo de las Juntas Comerciales. Los servicios registrales serán
ejercidos en todo el territorio nacional de manera uniforme, armónica e independiente por el Sistema Nacional
de Registro de Empresas Mercantiles, compuesto por el Departamento Nacional de Registro de Comercio
(DNRC) y por las Juntas Comerciales.

Paraguay. El régimen general de la matrícula de los comerciantes y las inscripciones de las sociedades se halla
regulado en el Código Civil unificado (Ley 1.183) y en otras disposiciones, entre otras la Ley del
Comerciante 1034/83.
Con la promulgación de la Ley 879/1981 -Código de Organización Judicial- se creó la Dirección General de los
Registros Públicos en la que son unificados los registros existentes y creados, a su vez, otros. De
acuerdo a lo regulado por el Título IX de dicho cuerpo legal, la Dirección General de los Registros
Públicos comprende, entre otros Registros, el Registro Público de Comercio.
Las inscripciones registrales se verifican en el Registro Público de Comercio, el que junto con el Registro de
Personas Jurídicas y Asociaciones dependen de la Dirección Nacional de los Registros Públicos y bajo
la jurisdicción de la Corte Suprema de Justicia.
Como autoridad de superintendencia, la Corte Suprema de Justicia dicta disposiciones que regulan aspectos
reglamentarios de los Registros, los cuales funcionan en sede judicial y a cargo de los Juzgados Civiles
y Comerciales de turno.

Uruguay. El Registro Público de Comercio se halla regulado en el Libro I, Título II (“De las obligaciones
comunes a todos los que profesan el comercio”), Capítulo II, arts. 45 al 53.
El Registro Nacional de Comercio se halla regulado por la Ley 16.871 del año 1997, reglamentada por el
Decreto Nº 99/1998.
En cuanto a su ubicación y dependencia funcional, el Registro depende de la Dirección General de Registros,
órgano administrativo sometido a la jerarquía del Ministerio de Educación y Cultura. Existe un solo Registro
Nacional de Comercio con competencia nacional y sede en la ciudad de Montevideo. De dicha Dirección
General de Registros, dependen los siguientes Registros Públicos:

a) Registro de la Propiedad, sección Inmobiliaria y sección Mobiliaria;


b) Registro Nacional de Actos Personales y
c) Registro de Personas Jurídicas.

48
CAMPINHO, Sérgio, O Direito De Empresa (a luz do novo Codigo Civil), 4ta. ed., Ed. Renovar, Río de Janeiro, 2004, p. 1.
15
Estos dos últimos, funcionan en forma centralizada en la ciudad capital.

El Registro Nacional de Actos Personales funciona en forma centralizada en Montevideo, con cinco secciones:
Interdicciones, Regímenes Matrimoniales, Mandatos, Universalidades y Sociedades Civiles de Propiedad
Horizontal. A su vez, el Registro de Personas Jurídicas, también centralizado en la capital, con dos secciones: El
Registro Nacional de Comercio y Asociaciones Civiles y Fundaciones.

La Ley 17.243 del 2000, incorporó el art. 97 bis al texto de la ley 16.060 de sociedades comerciales, por el cual
se creó un registro de estados contables de sociedades comerciales, el cual tiene el carácter de público y está a
disposición de cualquier interesado49

Chile. El Código de Comercio, en el Libro I, Título I (“De los Comerciantes y de los Agentes del Comercio”)
(arts. 1° al 95) dispone que en la cabecera de cada departamento se llevará un registro en el que se anotarán
todos los documentos que, según el Código, deben sujetarse a inscripción (art. 20), remitiendo el art. 21 a la
reglamentación que se dicte todo lo concerniente a las reglas y formalidades relativas a la organización del
Registro de Comercio, como así también a los deberes y funciones del secretario encargado de él y a la forma y
solemnidad de las inscripciones.

El Registro lo lleva el Conservador de comercio que en la generalidad de los casos es el mismo Conservador de
Bienes Raíces. En el Registro de Comercio deberán inscribirse los comerciantes, los corredores y martilleros y,
además, las sociedades comerciales y está regido en cuanto a su organización y funcionamiento por el
Reglamento del Registro Público de Comercio.

Colombia. El Código de Comercio regula al Registro Mercantil en el Libro I, Capítulo I (“Calificación de los
comerciantes”), Título III, que comprende los arts. 26 al 47.

El Registro Mercantil tiene por objeto llevar la matrícula de los comerciantes y de los establecimientos de
comercio, así como la inscripción de todos los actos, libros y documentos respecto de los cuales la ley exigiere
esa formalidad. El Registro de Comercio es público y cualquier persona puede examinar los libros y archivos en
que fuere llevado, tomar anotaciones de sus asientos o actos y obtener copias de los mismos (art. 26).

Se dispone asimismo que el Registro Mercantil se llevará por las Cámaras de Comercio locales (vgr. de Bogotá,
Cali, etc.), las que se hallan bajo el control, en esta materia, de la Superintendencia de Industria y Comercio la
que determinará los libros necesarios para cumplir esa finalidad, la forma de hacer las inscripciones y dará las
instrucciones que tiendan al perfeccionamiento de la institución (art. 26).

El Código determina también los actos y documentos que deben inscribirse, entre los cuales se halla la
exigencia respecto a las personas que ejerzan profesionalmente el comercio y sus auxiliares, las
capitulaciones matrimoniales y las liquidaciones de sociedades conyugales, las interdicciones judiciales
contra comerciantes, las autorizaciones para el ejercicio del comercio por parte de los menores de edad, la
apertura de establecimientos de comercio, los libros de contabilidad y libros sociales, la constitución,
adiciones o reformas estatutarias y la liquidación de sociedades comerciales, entre otros actos (art. 28).

8. ACTOS, CONTRATOS Y DOCUMENTOS QUE SE INSCRIBEN

De acuerdo a las nuevas normas del CCyCN, las funciones a cargo de los Registros se han ampliado ya que no
solamente inscribe nuevos actos, contratos o documentos vinculados al tráfico comercial o empresario, sino que
también se inscribe el acto constitutivo y sus reformas de las asociaciones civiles

En efecto, hemos expresado más arriba (punto 1.2) que el Código adolece de cierta imprecisión al referirse a los
actos que deben inscribirse en el Registro Público. En algunos casos, se hace referencia al Registro Público; en
otros se alude a inscripciones registrales o bien a inscripciones de ciertos actos o situaciones específicas. Una
breve descripción de estos supuestos ayudará a comprender las cavilaciones que presenta su normativa.

En relación a inscripciones registrales, el art. 91 dispone que en caso de presunción de fallecimiento de una
persona, el dominio de los bienes recibidos por sus herederos y legatarios, debe inscribirse en el registro
respectivo, lo cual permite inferir que si se tratare de partes de interés o cuotas sociales de una sociedad o bien
que dichos bienes formaran parte de un fondo de comercio, las inscripciones deberán realizarse en el Registro
Público.

A su vez, el art. 153, aplicable a todas las personas jurídicas privadas y en relación al alcance de su domicilio,
dispone que se tendrán por válidas todas las notificaciones efectuadas en la “sede inscripta”, lo cual plantea
dudas sobre el organismo registral al cual se refiere la norma, atento que la misma se aplica a todas las personas

49
OLIVERA GARCIA, Ricardo, Estudios de Derecho Societario, 1ª Ed.., Ed. Rubinzal- Culzoni, Buenos Aires, 2005, p. 536.
16
jurídicas privadas, es decir, cooperativas, mutuales, las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas
y los consorcios de propiedad horizontal.

A su vez, el art. 154 dispone que la persona jurídica “puede inscribir preventivamente a su nombre los bienes
registrales”, norma cuyo antecedente es el art. 38 in fine , L.G.S. y cuya aplicación a todas las personas
jurídicas privadas es dudosa.

En materia de asociaciones civiles y luego de la autorización estatal, el Código dispone que deben inscribirse en
el “registro correspondiente” (art. 169), organizando un sistema dual de autorización e inscripción registral
ulterior muy singular y cuyos beneficios no se aprecian 50, más aún que no se aclara si se trata del Registro
Público o de un nuevo Registro que se crea ad hoc. Por otra parte, si se tratare del Registro Público cabe
recordar que en muchas jurisdicciones el mismo está ubicado en sede judicial, lo cual comportaría una doble
tramitación51. En ningún caso, el CCyCN exige la publicidad del “acto constitutivo” o del “instrumento
constitutivo” o el “estatuto” en un medio de publicaciones legales. Sin embargo, se exige que “la disolución y el
nombramiento del liquidador (de las asociaciones civiles) deben inscribirse y publicarse” (art. 184), solución
ésta que no se repite en materia de fundaciones. Por otra parte, tampoco se explicita ni precisa el Registro en el
que se inscribirá la disolución de la asociación ni el órgano de publicidad en el que se efectuará la misma,
cuestiones todas ellas que deberán ser aclaradas y armonizadas52.

El art. 320 detalla quienes deben llevar contabilidad y estados contables y agrega “cualquier otra persona
puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de los
libros…”, sin especificar el registro de que se trata, aunque en el art. 323 se lee que el interesado debe presentar
los libros para su individualización “en el Registro Público correspondiente”. Por su parte, el art. 329 respecto
a la autorización para sustituir los libros por ordenadores u otros medios mecánicos, excepto el de Inventarios y
Balances, dispone la previa intervención y autorización “del Registro Público de su domicilio”.

En relación a los pactos de convivencia, el art. 517 dispone que los mismos, su modificación o rescisión son
oponibles a los terceros desde su inscripción en el registro que corresponde a la jurisdicción local (reenvío al
art. 511), de modo que si dichos pactos contuvieren bienes sujetos a inscripción en el Registro Público (vgr.
participaciones sociales, fondos de comercio, etc.) solo producirán efectos externos desde tal inscripción.

El art. 1448 dispone que el negocio en participación no “se inscribe en el Registro Público” y por su parte, los
arts. 1455 sobre agrupaciones en colaboración, 1466 sobre uniones transitorias y 1473 sobre consorcio de
cooperación, agregan que dichos contratos se inscriben en el “Registro Público que corresponda” al igual que
el contrato de fideicomiso (art. 1669).

En el caso de la transmisión de derechos por causa de muerte, el art. 2334 prevé que para ser oponible a los
terceros la indivisión forzosa autorizada judicialmente que incluye bienes registrables, “debe ser inscripta en
los registros respectivos” y, por su parte, el art. 2441 expresa que en caso de herencia vacante, “la declaración
de vacancia se inscribe en los registros que correspondan, por oficio judicial”.

Sin perjuicio de las inscripciones derivadas del CCyCN, también deben inscribirse actos, contratos y
documentos cuya registración imponen leyes complementarias o especiales del Código.

En relación a las inscripciones en el Registro Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Resolución
General IGJ Nº 7/2015, art. 36, enumera los actos, contratos y documentos que se inscriben, de los cuales
surgen inscripciones individuales referidas a personas humanas, matrículas, sociedades, asociaciones civiles y
fundaciones y actos y contratos ajenos a las matrículas y los demás documentos cuya registración disponga o
autorice la ley, identificando como competencia registral el domicilio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
o Capital Federal, indistintamente:
50
RAGAZZI, Guillermo E., Las asociaciones civiles y simples asociaciones”, J.A., 2015II Nº 10, pág. 3; El nuevo régimen para las
asociaciones civiles, en Personas Jurídicas, Revista de Derecho Privado y Comunitario, Ed. Rubinzal - Culzoni, 2015- 2, p.179; Las
asociaciones civiles, simples asociaciones y fundaciones en el Código Civil y Comercial, en Sociedades y Asociaciones en el Código
Civil y Comercial, publicación de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Ed. La Ley, 2015, p. 121. En igual sentido a
la opinión expuesta, CALCAGNO, Luis, ponencia Comisión Bicameral (Libro I): “Apuntes críticos sobre el proyecto de reforma del
Código Civil en materia de asociativismo”, Buenos Aires, 2012, ccycn.congreso.gob.ar/ponencias, entre otras.
51
Véase nota 39, aunque algunos organismos de contralor locales han dispuesto a través de sus respectivas reglamentaciones o bien
por aplicación práctica del régimen anterior, que las inscripciones de las asociaciones civiles se verificarán en sus respectivos registros
En el ámbito de la ciudad autónoma de Buenos Aires, la I.G.J. resolvió la cuestión de la competencia registral a través del dictado de
la Resolución General Nº 7/2015, art. 372 que dispuso: “la autorización para funcionar como persona jurídica a las asociaciones
civiles y fundaciones ordenará la inscripción en el Registro Público”, por lo cual no solo ha interpretado que el Registro Público al
cual alude el art. 169 es el Registro ex de Comercio, sino que en ejercicio de tales funciones, ordenará la inscripción registral de las
asociaciones en el Registro Público que la I.G.J. tiene a su cargo. (Ley 22.315, art. 4, a), agregando a dicha inscripción a las
fundaciones, que no se prevé en el CCyCN. Asimismo, la Dirección General de Personas Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires, ha
seguido similar criterio al igual que la Inspección General de Personas Jurídicas de la Provincia de Santa Fe, la Dirección de Personas
Jurídicas de la Provincia de Mendoza, entre otras.
52
La Resolución General IGJ Nº 7/2015, art. 460, in fine, exige la acreditación de la “publicación” (art. 184, CCyCN) que, cabe
interpretar, deberá realizarse en el Boletín Oficial.
17
1. En relación a personas humanas:
a. Las matrículas individuales de quienes realizan una actividad económica organizada -con las excepciones del
artículo 320, segundo párrafo del Código Civil y Comercial de la Nación-, martilleros, corredores no
inmobiliarios y despachantes de aduana, todos con domicilio comercial en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
b. Los actos contenidos en documentos complementarios, alteraciones, mandatos, revocatorias, limitaciones y
cancelaciones.
c. Los poderes y/o mandatos de los agentes institorios (artículo 54 de la Ley de Seguros Nº 17.418).
d. Situación concursal de los referidos en el subinciso a. anterior.

2. En relación a las sociedades, con domicilio o sucursal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
a. La constitución, modificación, alteración, complemento, creación o cierre de sucursal, reglamento,
transformación, fusión, escisión, disolución, prórroga, reactivación, liquidación y cancelación de la sociedad.
b. La designación y cese de miembros de los órganos de administración, representación y en su caso,
fiscalización.
c. Las variaciones de capital y cambio de sede social.
d. La emisión de obligaciones negociables y debentures, sus alteraciones y cancelaciones.
e. La subsanación, disolución y liquidación.
f. La transmisión por cualquier título de cuotas de sociedades de responsabilidad limitada y partes de interés de
sociedades colectivas, en comanditas simples, de capital e industria y en comanditas por acciones.
g. La constitución, modificación, cesión y cancelación de derechos reales sobre cuotas.
h. Medidas judiciales y/o administrativas sobre sociedades, sus actos, cuotas sociales o partes de interés, sus
modificaciones o levantamientos.
i. Los actos contenidos en instrumentos y certificaciones de sociedades constituidas en el extranjero en los
términos de los artículos 118, 119 y 123 de la Ley N° 19.550, en los casos y de conformidad con lo dispuesto en
las disposiciones del Título III del Libro III.
j. La situación concursal de las sociedades, sus socios, administradores, representantes e integrantes de órganos
de fiscalización.
k. Las medidas cautelares que afecten actos registrables de la sociedad.
l. Los poderes y/o mandatos de los agentes institorios a su favor (artículo 54 de la Ley de Seguros N° 17.418).

3. En cuanto a las asociaciones civiles y fundaciones, se inscribirá su constitución, reglamentos, modificación


de sus estatutos o reglamentos, designaciones del órgano de administración, modificaciones de sede,
transformación, fusión, escisión, disolución y nombramiento del liquidador, prórroga, reconducción, liquidación
y cancelación así como todos aquellos actos cuya inscripción sea obligatoria conforme así lo establezca el
Código Civil y Comercial de la Nación o estas Normas.

4. En relación a actos y contratos ajenos a las matrículas:


a. Las emisiones de obligaciones negociables autorizadas por la ley respecto de cooperativas, asociaciones y
entidades estatales autorizadas, no sujetas a inscripción en el Registro Público y domiciliadas en Capital
Federal.
b. Los reglamentos de gestión de fondos comunes de inversión, su rescisión, reforma o modificación, con
domicilio en Capital Federal.
c. Los contratos de agrupación de colaboración, de unión transitoria o de consorcio de cooperación, con
domicilio en Capital Federal y sus modificaciones y alteraciones.
d. Los contratos de transferencia de fondos de comercio ubicados en Capital Federal.
e. Los contratos de fideicomiso, sus modificaciones, cese y/o sustitución del fiduciario y/o extinción, excepto
los que se encuentren bajo el control de la Comisión Nacional de Valores.
f. Los demás documentos cuya registración disponga o autorice la ley.

Esta última previsión alcanza a supuestos no contemplados en la enumeración, como las inscripciones que
pueden derivarse de la aplicación de los arts. 512 (pactos de convivencia); 2332 y 2333 (indivisiones
hereditarias); 2441 (declaración judicial de herencia vacante). Tampoco se incluye la solicitud de habilitación de
sus registros o la individualización de los libros en forma voluntaria (art. 323) ya que tales inscripciones se
matriculan junto con la de aquellos que realizan “actividad económica organizada” que es supuesto distinto,
como tampoco se enumeran las inscripciones de los agentes de transporte aduanero (Código Aduanero, arts.
57/74).

9. PRINCIPIOS REGISTRALES APLICABLES

Se han elaborado en el ámbito de la registración inmobiliaria, especialmente, ciertos principios registrales que
también se consideran aplicables a la registración mercantil o empresaria, lo cual ha suscitado ciertas dudas,
dado la distinta naturaleza del objeto de la inscripción en ambos Registros y muy especialmente, las distintas
realidades económicas que subyacen en uno y otro.

18
Sin perjuicio de ello, la aplicación de éstos principios en el ámbito comercial y en particular, analizados en
relación a los efectos que de ellos se derivan, revelan que son consecuencia de la existencia de una potestad
atribuida al encargado del Registro en virtud de la cual se generan por parte del Registro los actos registrales 53 y
también que no se trata de axiomas inconcusos, sino más bien creaciones técnicas, instrumentos idóneos para
conseguir en la realidad las finalidades específicas perseguidas por la institución registral54.

Lo expuesto, sin embargo, no obsta a considerar que los principios y técnicas registrales derivadas del llamado
Derecho Registral, son aplicables55 en la medida que sean conducentes para alcanzar la finalidad de la
registración mercantil o empresarial o de los actos que el ordenamiento positivo ordene inscribir, sin perjuicio
de señalar que una cuestión es la aplicación de ciertos principios que pueden resultar aptos para favorecer la
publicidad que emana de los actos inscriptos y los fines de los Registros Públicos y otra cuestión, de no menor
repercusión, es considerar dichas inscripciones semejantes a la inmobiliaria, dotada generalmente de mayores
cargas formales, instrumentalismo y una mayor onerosidad.

9.1. Principios encaminados al logro de la correspondiente operación registral y que encierran mandatos
imperativos dirigidos a los interesados y al registrador

9.1.1. principio de legalidad. Este principio, en virtud del cual el acto, contrato o documento se presume
válido, adquiere una relevancia singular especialmente en materia societaria, al haberse derogado del art. 6º,
L.G.S. el principio del control de legalidad registral. Desde nuestra perspectiva, precisamente la aplicación de
este principio del Derecho Registral, torna válida la actuación del encargado del Registro de analizar y verificar
el cumplimiento de los requisitos legales, previo a la inscripción registral (art. 5º, L.G.S.).

(a) su vinculación con el control de legalidad. El contrato o acto inscripto se presume exacto y válido, aunque
la inscripción no sanea ni convalida los vicios que pueda adolecer ni convalida ni sanea los actos, contratos o
documentos que sean total o parcialmente nulos según el derecho de fondo aplicable.

En relación a los efectos internos que produce la inscripción respecto del propio acto, éstos son declarativos o
constitutivos, según las normas sustantivas de aplicación y respecto a los efectos externos de oponibilidad a
terceros.

Vinculado con este principio de legalidad está relacionado el llamado control de legalidad registral en general y,
en especial en materia societaria y, a su vez, con el régimen de responsabilidad que la autoridad registral (juez o
funcionario administrativo) asume sobre los asientos que obran en los archivos del Registro Público a su cargo. Se
trata en suma de una facultad-deber que se proyecta en el control de la legalidad del documento o acto cuya
inscripción se ruega. No sería posible cumplir los objetivos del Registro Público, como instrumento legal de
publicidad, con los efectos hacia terceros que depositan su confianza en la legalidad de dichos asientos, sin ese
control previo de legalidad.

Tampoco puede soslayarse que este principio está vinculado con la función propia del Registro público, o sea, la
de publicidad formal, es decir dar a conocer e informar sobre los asientos y constancias que obran en sus
archivos y cumplir una función de garantía, seguridad y certeza.

53
FERNANDEZ RODRIGUEZ, Carmen, ob. cit., p. 119. FAVIER DUBOIS (h.), Eduardo, expresa que no obstante la existencia de
ciertas diferencias, “son más las semejanzas entre ambos regímenes regístrales, lo que resulta de la posibilidad de aplicar, en general,
los principios del derecho registral inmobiliario a las registraciones en el R.P.C., conforme a los modernos estadios y orientaciones
en la materia” (El Registro Público de Comercio en el ámbito societario. Interpretación, reglamentación y reformas, en Derecho
Societario Argentino e Iberoamericano, Mar del Plata, Tº I Ed. Ad-Hoc, 1995, p.799). También se ha dicho que el Derecho Registral
es un sistema jurídico con normas y principios propios, de derecho público y privado, que coexisten y funcionan armónicamente,
constituyendo una disciplina independiente por cuya razón sus principios generales son aplicables a la registración mercantil
(BENSEÑOR, Norberto R., El Registro mercantil…, ob. cit., Tº II, p.144). El autor en otro trabajo ha sostenido que “toda
organización inscriptoria reposa sobre la base de principios registrales determinados. Éstos constituyen lineamientos básicos,
directivas de índole dogmática que brindan un adecuado fundamento a la disciplina que asisten. Al tiempo de ordenar un sistema
registral, resulta recomendable tenerlos presentes, aunque la especialización propia de la materia pueda determinar que la intensidad
de aplicación de alguno de ellos, sea diferente según los casos” (BENSEÑOR, Norberto R., Algunas problemáticas propias del
Derecho Societario Registral, Doctrina Societaria y Concursal, Tº XIX, Nº 234, Ed. Errepar, Buenos Aires, 2007, p. 427).
54
SIRVEN, Manuel A., ob. cit, p. 63.
55
La Disposición de la Dirección Provincial de Personas Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires Nº 45/2015, expresamente dispone
en el art., 39 que son plenamente aplicables los siguientes principios registrales: de rogación; de legalidad; de no convalidación y
presunción de integralidad; de inscripción; de tracto sucesivo o continuidad registral y de prioridad directa.
19
(b) La derogación del control de legalidad del art. 6º, Ley 19.550. La reforma introducida por el art. 3º de la
Ley 26.994 a la Ley 19.550 y, en particular, la derogación en el art. 6º del llamado control de legalidad,
es decir, las facultades del registrador de “la comprobación del cumplimiento de todos los requisitos
legales y fiscales, ha dado lugar a distintas interpretaciones, más aún que se ha mantenido vigente el art.
167 que, aplicable a las sociedades por acciones, dispone la previa verificación del “cumplimiento de los
requisitos legales y fiscales” para el dictado de la respectiva conformidad administrativa y ulterior pase al
juez o autoridad registral, según sea la organización del Registro local.

La ausencia de fundamentos que han llevado a esta reforma, ha permitido sostener que “parecería denotar en
forma inequívoca la voluntad de la Comisión Redactora de limitar las atribuciones del registrador,
sustrayéndole el deber de comprobar el cumplimiento de los requisitos legales del acto sometido a inscripción
circunscribiendo su función, en todo caso, a la mera registración”56, que “esta supresión es de trascendencia,
pues bien se puede hoy afirmar, que han quedado suprimidas las facultades del Registro (ex de Comercio) de
realizar el control de legalidad de la documentación que se presente para la inscripción”57y que “del art. 6º de
la L.G.S. ha sido suprimido el control de legalidad del Registro, cuyo ejercicio ya no tiene apoyo legal, en el
cuerpo del Código o en la legislación específica”58.

Si bien no se han expuesto las razones de tal supresión, puede interpretarse que al haberse mantenido en el art.
5º el requisito de la inscripción en el “Registro Público del domicilio social del acto constitutivo, su
modificación y el reglamento, si lo hubiere”, ello presupone que previo a dicha inscripción le corresponderá al
Registrador analizar dichos instrumentos como facultad-deber a su cargo, lo cual tornaba redundante “la
comprobación del cumplimiento de todos los requisitos legales y fiscales” que preveía el art. 6º y, por otra parte,
tal supresión no comporta interpretar, consecuentemente, que se halla prohibida tal verificación.

Por ello y sin perjuicio de dicha eliminación explícita, la verificación de los requisitos formales por parte del
registrador subsisten ya que son de aplicación al trámite registral los principios que informan el Derecho
Registral, interpretados como “regla concreta ... dotada de cierta generalidad ... que facilita la sistematización
del conjunto regulador del registro de que se trata, lo que ofrece ventajas interpretativas, metodológicas y
didácticas”59.

Desde esta perspectiva, el trámite inscriptorio conlleva una serie de actos de validación y que suponen que la
intervención del Registro la provoca una iniciativa cualificada que pone en marcha un procedimiento que
culmina con el dictado de un acto o resolución (administrativa o judicial, según el caso). Dicha iniciativa
del particular “es una condictio sine qua non para el inicio del procedimiento registral en sentido
estricto, siendo por un lado, una garantía del particular -ya que éste va a recibir una protección que no
tendría en el supuesto que no realizara la petición- y por otro, una garantía que opera en beneficio del
interés general, ya que las solicitudes que dan lugar a una determinada inscripción registral implican
una serie de presunciones que tiene como finalidad la seguridad del tráfico jurídico-mercantil”60.

La presentación inicial culmina con la entrega de una constancia material al interesado que ningún efecto
jurídico tiene en cuanto a la manifestación del Registro sobre el contenido de la documentación entregada, sino
un comprobante que individualiza el número interno y la fecha de inicio61.

La fase siguiente conlleva al acto de verificación o comprobación de los requisitos requeridos al documento
cuya inscripción se ruega, el que en algunos casos en cuanto a su contenido, se ha asimilado a un acto de
calificación registral, noción ésta que proviene del derecho registral inmobiliario y extensivamente se ha
aplicado a la registración comercial y que recoge en el derecho comparado, el Reglamento del Registro
Mercantil de España. Cumplido ello, conforme a sistema registral instituido, la Autoridad registral ordenará la
56
CRACOGNA, Dante , ob. cit., p. 63
57
SOLARI COSTA, Osvaldo, ob. cit., p. 888. Por su parte VÍTOLO ha sostenido que “lamentablemente el legislador de la Ley
26.994 no ha expresado los motivos ni los fundamentos que lo llevaron a eliminar la exigencia del control de legalidad ” ya que “era
un importante filtro para minimizar las nulidades societarias constitutivas o modificatorias” (VÍTOLO, Daniel, R, Manual de
Sociedades, Ed. Estudio, Buenos Aires, 2016, p. 91.
58
MARSILI, María Celia, ob. cit., p. 1243.
59
CASADO BURBANO, P., Los principios registrales mercantiles, en Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de
España, Servicio de Estudios, Madrid, 2002, p. 393, quien propone la clasificación de los principios registrales que se exponen en el
texto. Por su parte, NISSEN sostiene que “sólidas razones de carácter histórico y legal fundamentan el control de legalidad que asiste
al registrador como requisito imprescindible para ordenar la inscripción del documento que se la ha presentado para su toma de
razón, y no parece adecuado sostener que estas funciones han quedado sin efecto por la modificación del art. 6º de la ley 19.550 y la
derogación del control de legalidad allí consagrado, que debe considerarse implícito no solo por la subsistencia del art. 167 de la
misma ley, sino por aquellas normas que lo prescriben expresamente para ciertas actuaciones societarias (arts. 51, 52, 118, 123 y
124)” (NISSEN, Ricardo A., Estudios sobre el Código Civil y Comercial de la Nación. Reformas a la Ley de Sociedades Comerciales.
Registración de actos societarios, ED, 262-612.
60
FERNÁNDEZ RODRIGUEZ, Carmen, ob. cit., p. 110
61
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde el año 2001, la I.G.J. ha organizado un sistema informático de seguimiento del
trámite administrativo a través de internet, con acceso directo por número de registro anterior -si existiere-, número de trámite o
nombre o identificación del presentante. También en el año 2002 se ha incorporado la entrega de la citada plancha de inscripción
extendida en papel especial inviolable.
20
inscripción en el “Registro Público del domicilio social del acto constitutivo, su modificación y el reglamento,
si lo hubiere” (art. 5º, L.G.S.).

Finalmente, al no reglamentar el Código el funcionamiento de los Registros Públicos ni haberse dictado una
legislación especial sobre la materia, las jurisdicciones locales han dictado normas reglamentarias que han
suplido el silencio del Código e incluso han mantenido dicho control de legalidad62.

(c) La cuestión sobre el contenido de la legalidad del documento. El contenido y alcance del control de
legalidad sobre los actos, contratos y documentos en general cuya inscripción se solicita, ha suscitado
divergentes interpretaciones, cuestión que se actualiza en relación a la inscripción de actos societarios, luego de
la reforma al art. 6º de la Ley 19.550.

Por una parte, se ha sostenido que la apreciación de la legalidad debe recaer sobre la materialidad del
documento, es decir, sobre sus formas instrumentales extrínsecas, mientras que otros autores han expuesto, con
un criterio más amplio, que el control de legalidad debe incluir las formalidades intrínsecas e incluso, debe
recaer sobre el contenido y la sustancia de los actos documentados, considerando al efecto la totalidad del
derecho.

Estos criterios se han expuesto y debatido durante muchos años -incluso en el derecho comparado- a partir de
los distintos sistemas registrales adoptados y también con respecto a la terminología adoptada por los diferentes
sistemas registrales, toda vez que las nociones control de legalidad y calificación -expresión usual en otras
legislaciones- no siempre han tenido igual contenido.

Con respecto a nuestro país, puede sostenerse que el control de legalidad supone siempre el ejercicio de una
actividad de calificación y, en ciertos supuestos -para la doctrina que interpreta aquélla noción en forma amplia-
puede extenderse a la verificación de la legalidad del negocio en sí mismo, mientras que la calificación se
limitaría a la verificación de las formas extrínsecas del documento y de su validez, por lo que resulta de ellos y
de los asientos del Registro, aunque que en muchas ocasiones ambos términos han sido empleados como
sinónimos63.

En torno al alcance e intensidad del control de legalidad se ha generado una polémica, no superada aún, que
plantea interesantes interpretaciones que se renuevan con las aludidas derogación del Código de Comercio (en
especial su art. 34) y la supresión del control de legalidad (art. 6º, Ley 19.550).

Sin remontarse a épocas anteriores, resulta importante a estos efectos recordar el fallo de la Cámara Comercial
de la Capital en el caso “Jablonski, S. S.R.L.” del año 1950, donde el Tribunal tuvo oportunidad de pronunciarse
sobre los efectos de la inscripción en el Registro Público de Comercio en relación a una cuestión suscitada sobre
la validez de una sociedad de responsabilidad limitada entre esposos y que resumió cierta doctrina existente a la
sazón expresando que “la inscripción en el Registro Público de comercio tiene como efecto la publicidad
material del acto inscripto, a fin de regular sus consecuencias ante los terceros, por lo que no importa una
valoración jurídica de su validez o legitimidad, materia sobre la que correspondería pronunciarse en la
oportunidad en que se suscitare una contienda al respecto”, lo cual motivó el comentario crítico de Isaac
Halperín quien sostuvo que un trabajo que puede considerarse fundacional para futuros desarrollos sobre la
cuestión que el “contralor de legalidad es una de las funciones capitales que debe cumplir el Registro (véase
Rodolfo Fontanarrosa, “El Registro Público de Comercio”, en Rev. La Ley, t., 51, p, 1140) no sólo por la
exigencia legal apuntada (art. 34, Cód. Com.), sino como un medio eficaz para la ejecución de las tareas que
le incumben y para llenar las necesidades del comercio, que no pueden dedicar sus esfuerzos –abogados y
tiempo- en el contralor de esa legalidad cada vez que desea contratar con sociedades, factores de comercio,
etcétera. Dejar librado ese contralor de legalidad a lo que se decida en los litigios que puedan suscitarse –
como resuelve la sentencia anotada- es haber perdido de vista la esencia misma de la institución Registro
Público de Comercio...” 64.
62
La Resolución General IGJ Nº 7/2015, art. 39 dispone: “Control de legalidad. Previo a ordenarse la inscripción de lo expresado en
el artículo 36 de las presentes Normas, se verificará la legalidad del documento y del acto contenido en él, comprendiéndose en ello
la verificación del cumplimiento de todos los requisitos formales y sustanciales que en cada caso correspondan. Exceptúanse las
modificaciones, disolución, liquidación y demás actos sujetos a la competencia y autorizados por la Comisión Nacional de Valores,
los cuales se inscribirán en forma automática conforme al artículo 4º, inciso c) in fine, de la Ley Nº 22.315”. La norma, si bien tiene
alcance local, fija un criterio en cuanto al llamado “control de legalidad” que plantea dudas en relación a la verificación de los
requisitos “sustanciales” (es decir, lo esencial y más importante de una cosa, según la definición del vocablo) que abre paso a la
indagación de cuáles son ellos y, en su caso, cuáles son los “insustanciales”, sin perjuicio de agregar que el Código de Comercio
derogado, el CCyCN y la L.G.S. no hacen referencia a la comprobación de tales requisitos. Por su parte, el art. 44 de la Disposición Nº
45 de la Dirección Provincia de Personas Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires prevé expresamente “el examen de legalidad de la
documentación presentada”.
63
La llamada calificación como juicio del registrador quedó plasmada en la Resolución General N° 2/87 (actualmente Resolución
General I.G.J. N° 7/2015, arts. 50/54) por la cual se instituyó el sistema denominado de "precalificación", es decir, la calificación
ulterior, previo dictamen profesional.
64
CCom, Cap. Federal, 26.05.1950, LL, T° 59, p. 713. El autor, años después, reiteró estos principios y expresó que “la tarea del juez
que ordena la inscripción es comprobar si el contrato se ajusta a las disposiciones legales” y agregó que “La Cámara Comercial, 26
de mayo 1950, “La Ley”, t. 59, p. 714 decidió que “no importa una valoración jurídica de la validez o legitimidad, y ordenó inscribir
21
El criterio amplio que domina estas reflexiones, influyó en la doctrina y jurisprudencia advirtiéndose una
evolución hacia su aceptación, sin perjuicio de opiniones divergentes en procura de una mayor limitación en el
ejercicio efectivo de dicho control.

Con el transcurso de los años, la doctrina en general evolucionó hacia un contenido más amplio del control de
legalidad y así se sostuvo que "en principio, la inscripción registral asegura un control de legalidad, o sea que
el funcionario responsable de la inscripción se ha cerciorado de que en la constitución de la sociedad se han
cumplido todos y cada uno de los requisitos legales necesarios, pues en caso contrario "el registro sólo será un
organismo de archivo y estadística burocrática", o como gráficamente expresa Malagarriga, "un simple
buzón”65, llegándose a sostener que dicho control comprende la “apreciación de la legalidad del acto
ejemplarizado en el instrumento a inscribir, con consideración al efecto de la totalidad del derecho”66.

En definitiva, sin perjuicio de lo expuesto, la recepción de la tesis amplia del llamado control de legalidad
registral, amerita requerir en aras de la mayor certeza y seguridad jurídica, un ejercicio prudente y justo, por
cuanto el margen de discrecionalidad que cabe admitirse de los actos del registrador, en concretas hipótesis,
puede tornarse arbitrario e irrazonable. La dificultad práctica que plantea la indagación de la realidad
extradocumental, abre un abanico de situaciones de no fácil resolución ya que puede abarcar y afectar actos y
ámbitos estrictamente privados, so capa de perseguir un resultado que en definitiva distorsiona los fines que se
procuran alcanzar con dicho control.

Por ello, precisamente, cabe sostener que el ejercicio de la función debería enmarcarse en un prudente,
equilibrado y razonable juicio de valoración 67, adecuado en orden a economía, celeridad y certeza, sin irrumpir
en ámbitos negociables reservados a los contratantes o ejercitando una exagerada tutela de los intereses de los
particulares, fuera de la competencia de dicha Autoridad. Lo cual, de modo alguno, significa enervar las
atribuciones que la ley le atribuye en el ejercicio de sus facultades -por lo menos mientras subsistan las normas
de fondo más arriba citadas-, sino armonizarlas con una realidad y relación de negocios y de actos, que
demandan transparencia, previsibilidad y seguridad jurídica.

La revalorización de la función registral y la aplicación del principio de legalidad sobre bases de prudencia y
razonabilidad, constituye el mejor camino para cumplir dicho objetivo, incluso, dentro de las limitaciones que
puede imponer la interpretación de su supresión en materia societaria y la consecuente y necesaria aplicación de
los principios del Derecho Registral.

9.1.2. principio de obligatoriedad. Nuestra legislación prevé la obligatoriedad de ciertas inscripciones a los
fines de producir determinados efectos.

No todo sujeto, acto, contrato o documento se puede inscribir ya que se inscriben aquellos que el ordenamiento
positivo así lo exige y carece de atribución el encargado del Registro para aceptar una petición semejante. La
exigencia de publicidad legal, entendida como cognoscibilidad del hecho o situación, se materializa con la
inscripción en el Registro, previa publicidad en el Boletín Oficial para determinados actos que el mismo
ordenamiento legal determina.

Sin perjuicio de ello, el CCyCN admite que “cualquier persona puede llevar contabilidad si solicita su
inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación (sic) de los libros, como se establece en esta
misma Sección” (art. 320), lo cual comporta una inscripción voluntaria no impuesta por el ordenamiento a una
persona de las no contempladas en la primera parte del mismo artículo. Esta solicitud conlleva a que los

una sociedad entre esposos, sin pronunciarse sobre la objeción judicial de la validez de la sociedad. En la nota a ese fallo (“La Ley”,
t. 59, p. 713) critiqué la solución. La Cámara Nacional de Paraná, 4 diciembre 1952, “La Ley”, t.71, p. 337 comparte nuestra
opinión acerca del control activo del Registro Público de Comercio. Además de las razones que dimos en el citado comentario...el
Tribunal olvidó los efectos que tiene para los terceros la apariencia resultante de esa inscripción. Con posterioridad, la solución del
fallo citado, “La Ley” t. 59, p. 714, fue abandonada: sala A, 28 mayo 1957, inédito “Bungalow Hotel La Trucha-Spagat y Cia.”; y
“Dorrigol S.R.L.”, inédito, 24 diciembre 1958” (HALPERIN, Isaac, Sociedades de Responsabilidad Limitada, 4ª ed., Ed. Depalma,
1960, p. 79).
65
SASOT BETES, Miguel A. – SASOT BETES, Miguel P., Sociedades Anónimas. Constitución, modificación y extinción, Ed. Abaco,
Buenos Aires, 1982, p. 186.
66
BUTTY, Enrique M., Acerca del alcance de las facultades del registrador mercantil y la cuestión del Registro Público de
Comercio, en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1981,, p. 348; También HALPERIN,
Isaac y BUTTY, Enrique M., ob. cit., p. 148.
67
Para ello deberá tenerse en cuenta que un desplazamiento excesivo en la importancia del Registro nos lleva a una mayor seguridad
y automatismo en los efectos, pero eso se traduce, a veces, en la protección de situaciones injustas y aun de actuaciones maliciosas.
Un excesivo recorte en la eficacia atribuida a las presunciones registrales se traducirá en merma de la seguridad del tráfico. Este
difícil equilibrio constituye la clave del éxito de una institución registral, y sólo puede alcanzarse por el camino de la aproximación
progresiva del Registro a la realidad extrarregistral: que no quede fuera del registro nada que deba figurar en él, y que el
conocimiento de sus datos sea plenamente accesible a cualquier persona (RODRIGUEZ MARTÍNEZ, José-Domingo, Derecho de
Sociedades Anónimas. La Fundación, Tº I, Civitas, Madrid, p. 386).
22
Registros deban llevar una “nómina alfabética, de consulta pública” (art. 323) en la cual se insertarán los datos
de los interesados68.

9.1.3. principio de legitimación. Los asientos se presumen válidos mientras no se pruebe y declare su nulidad,
lo cual solo podrá provenir de la declaración de un juez. El control de su legalidad y de la exactitud que se
verifica, presume su validez, de modo que, en aquellos supuestos en que el Registro Público se halle a cargo de
un funcionario administrativo (sede administrativa), no podrá éste declarar tal nulidad; solo será admisible la
emisión de un acto correctivo o aclaratorio del asiento pero no la declaración de su nulidad69.

9.1.4. principio de tracto sucesivo. Proveniente del derecho registral inmobiliario y sumamente discutido en
cuanto a su aplicación en este ámbito, a través de este principio se procura que exista una relación de
continuidad entre los asientos, de modo que no puede registrarse documento alguno, si no estuviere inscripto
previamente, el antecedente que se relaciona con el documento que se pretende inscribir, aunque es procedente
la inscripción simultánea de ambos documentos. Así, el cambio de actividad o de domicilio del empresario
supone su inscripción anterior; para que proceda la inscripción de la reforma de un contrato de sociedad, será
necesario que se halle inscripta la sociedad y la inscripción de la fusión de sociedades comporta la inscripción
de la disolución de las sociedades que se extinguen70.

9.1.5. principio de prioridad. Este principio destaca la preferencia de los derechos en los sujetos que solicitan
la inscripción de contratos o actos, conforme a la regla prior tempore potior iure. Si bien en materia comercial
tiene poca aplicación, se ha sostenido críticamente que la mayoría de las inscripciones no pueden determinar
ningún orden de preferencia en los derechos, precisamente porque no se inscriben sino hechos y rara vez se
produce colisión entre los derechos inscriptos, sirviendo en definitiva la fecha de presentación para decidir el
conflicto71.

9.1.6. principio de rogación. Quien persigue una determinada inscripción registral, coincidiendo con la propia
actividad del Registro Público en el cumplimiento de la función pública que se le ha asignado, debe contar con
legitimación suficiente para ello y el mismo principio es aplicable para modificar o variar una determinada
situación registral. La L.G.S. admite la solicitud de inscripción no sólo por el sujeto matriculado o sus
representantes o, incluso sus socios (art. 6º), sino también por el tercero interesado en el negocio por ser parte
(vg. cesión de cuotas de Sociedad de responsabilidad limitada, en cuyo caso la inscripción podrá ser requerida
por la sociedad, el cedente o el adquirente, art. 152, L.G.S.).

9.2 Principios relativos a la eficacia de lo inscripto

9.2.1. principio de publicidad material u oponibilidad. Supone que todo acto inscripto puede ser opuesto al
tercero (publicidad material positiva) aún cuando el tercero ignore dicha inscripción72 y el acto no inscripto no
es oponible al tercero ni éste tiene la obligación de conocerlo (publicidad material negativa).

La oponibilidad del acto inscripto es esencial a la función del Registro Público y tal como se ha dicho más
arriba, constituye la regla de oro de la registración.

Sin perjuicio de ello, se han incorporado dos normas novedosas. Por una parte, tratándose de sociedades
atípicas, que omitan requisitos esenciales o que incumplan con las formalidades exigidas por la L.G.S., el
contrato social puede ser invocado entre los socios y es oponible a los terceros solo si se prueba que lo
conocieron efectivamente al tiempo de la contratación o del nacimiento de la relación obligatoria (art. 22,
L.G.S.) y, por otra parte, el art. 157 del Código dispone, aplicable a todas las personas jurídicas privadas, que la

68
La Resolución General IGJ Nº 7/2015” (Libro IX) (arts. 490/508) prevé el régimen aplicable para la “ individualización y rúbrica de
libros sociales” del cual surgen algunos comentarios. En primer lugar que se trata de la “individualización” -cabe reiterarlo- de libros
y que además ellos comprenden los libros de las personas jurídicas y humanas que se describen en la misma reglamentación. Luego,
que según las normas previstas si una persona humana voluntariamente –no comprendida en los supuestos de la primera parte del art.
320- solicita la individualización de los libros (art. 320), la Resolución dispone que “la solicitud se considerará efectuada en tiempo
oportuno si se presenta dentro de un plazo que no exceda los noventa (90) días corridos desde la fecha de matriculación o inscripción
del requirente en el Registro Público ….” (art. 493), de lo cual se infiere que el presentante voluntario se deberá inscribir en la
matrícula de “personas humanas con actividad económica organizada” (art. 340 de la misma Resolución).ya que no se ha previsto el
supuesto que precisamente contempla el art. 320 en comentario.
69
El art. 47 de la Resolución General IGJ N° 7/2015 prevé la cuestión de las rectificaciones de los asientos, disponiendo que si la
inexactitud de éstos proviniere de un error material u omisión en el documento inscripto se podrá rectificar, admitiendo también la
rectificación cuando el error u omisión material procede de la inscripción misma con relación al documento que le dio origen.
70
El art. 40 de la Resolución General IGJ N° 7/2015, dispone que para inscribir actos o contratos otorgados o relacionados con un
sujeto inscribible, se requiere la previa inscripción de éste. Las inscripciones sucesivas requerirán a su vez que se efectúen previa o
simultáneamente las de actos o contratos antecedentes que se les relacionen. También agrega que los dictámenes de precalificación
emitidos por profesionales, deben expedirse sobre el tracto, cuando ello corresponda.
71
El art. 65 de la Resolución General IGJ N° 7/2015 admite la previa reserva del nombre de una sociedad o entidad civil por un plazo
de treinta días, generando durante este lapso, un derecho de prioridad al uso del mismo.
72
ROMERO expresa que se consagra de esta forma la doctrina de la apariencia jurídica, que en este caso tiene sustento en el hecho de
ser el registro un instrumento legal de publicidad y un órgano publicitario (ROMERO, José Ignacio, ob. cit., p. 331).
23
modificación del estatuto produce efectos desde su otorgamiento y “si requiere inscripción es oponible a
terceros a partir de ésta, excepto que el tercero lo conozca”.

9.2.2. Principio de eficacia declarativa o constitutiva de las inscripciones. Desde la perspectiva del Registro
Público, las inscripciones registrales tienen distinta naturaleza conforme a los efectos que la actuación
administrativa o judicial, según sea el caso, produzca sobre el acto inscripto. En este sentido se expresa que la
inscripción produce en cuanto a sus efectos internos, es decir respecto del acto inscripto, un efecto constitutivo o
declarativo de derechos. En el primer caso, la inscripción determina la propia existencia del sujeto o derecho
inscripto. En el segundo caso, las inscripciones producen ciertos efectos respecto de los sujetos o actos que ya
existían con anterioridad. En cuanto a sus efectos externos, la inscripción es oponible frente a los terceros,
además de otros efectos propios según sea el acto de que se trate (vgr. en materia se sociedades).

En general, las inscripciones registrales en el derecho argentino, son declarativas, es decir, no hacen a la
existencia misma del sujeto, acto o contrato, sino que éstos preexisten a la inscripción. También las
inscripciones pueden ser meramente informativas, como sucede con las denominadas anotaciones marginales,
que no producen los efectos propios de la inscripción plena, de modo que se trata de una simple anotación a los
efectos de conocimiento o información a terceros, pero no produce el efecto de la oponibilidad73.

9.2.3. Principio de la comunicación de lo inscripto (principio de publicidad)

(a) La publicidad formal como finalidad del Registro. Este principio está vinculado con objeto y la función
del Registro Público, es decir, la de dar a conocer y la de informar sobre los asientos y constancias que obran en
sus archivos.

De esta manera, el tercero tiene acceso a la información que obra en los asientos de los respectivos libros del
Registro y en sus archivos y este acceso debe ser facilitado e interpretado en sentido amplio, salvo reserva
expresa que se haya decretado fundadamente sobre cierta información que consta en los archivos. Ello permite
acceder a toda la información que obra en el Registro e incluye los expedientes y legajos (estados contables de
las sociedades, en materia societaria), por lo cual esta información se amplía en aquellos casos en que la
autoridad de contralor de las sociedades por acciones, tiene a su cargo el Registro Público74.

(b) El acceso a la información. La publicidad de los actos inscriptos y el acceso a la información que obran en
los archivos de los Registros por parte del público, se vincula directamente con su función de instrumento de
publicidad de terceros y también, debe ser analizado e interpretado en relación al derecho que tiene todo
ciudadano al acceso a la información pública y, en este sentido se ha sostenido que “el derecho de acceso a la
información pública es un derecho humano fundamental, constitutivo del Estado constitucional de derecho” ya
que se trata de una derivación lógica del principio de publicidad de los actos de gobierno y “no puede
concebirse un régimen republicano en el que no se respete inexorablemente el acceso a la información
pública”75.

Por ello, el tema adquiere una relevancia singular ya que los derechos de participación y de control son
inviables si no van acompañados del derecho a la información.

La evolución de las funciones de los Registros mercantiles, desde un registro de comerciantes hasta una
institución de terceros, resalta la importancia y rol como instrumento de garantía de la seguridad jurídica del
tráfico en general y su incidencia en el Estado de Derecho, en cuanto instrumento que tiende a la transparencia
de los actos y de las transacciones comerciales y empresariales y de las entidades civiles, además, por ser un
instrumento de publicidad al cual el ordenamiento positivo provee o debe proveer de normas que aseguren el
libre acceso a la información que obra en sus archivos.

73
El ex Juzgado Nacional en lo Comercial de Registro de la Capital Federal admitió la anotación marginal (no la inscripción en el
libro respectivo) de la renuncia del director en el caso que la misma no fuere considerada por el directorio (Juz..Nac. Reg., 21.11.1980,
¨”Alvarez Pinturas y acabados”, ED T. 92, p.196). En cambio, actualmente, el art. 127 de la Resolución General IGJ N° 7/2015
expresamente dispone que “la Inspección General de Justicia no asentará notas marginales relativas a la cesación,
perfeccionamiento o no, de autoridades sociales” criterio que recoge la doctrina del organismo (caso: Sónico, Resolución IGJ Nº
869/04, 19/07/2004) y que cabe compartir. La cuestión se ha planteado dentro de los países de la Unión Europea a partir de la
incorporación del sistema electrónico de registración en los registros mercantiles, surgiendo dudas sobre la extensión de los datos a
suministrar, dado el acceso online a esa información por el público en general y que puede ser utilizada para otros fines (SEIBERT, U.
y WEDEMANN, F., ob. cit., p. 518).
74
Sin embargo se ha sostenido que esta amplitud de la publicidad formal es riesgosa ya que “se pueden utilizar los efectos de la
publicidad formal con fines de mera competencia agresiva entre empresarios. Esto ha llevado -dice el autor- a un sector doctrinal
minoritario a manifestar alguna duda sobre la licitud constitucional de un sistema de publicidad formal de ámbito tan amplio. Pero
no parece -concluye- que esa dudas sean razonables” (URÍA, Rodrigo, Derecho Mercantil, 22ª ed,, Ed. Marcial Pkns, Mdrid, p. 90).
75
CNCom., Sala F, 11/06/2015, “Stolbizer, Margarita c/ Inspección General de Justicia s/amparo” (AbeledoPerrot, Nº:
AR/JUR/28150/2015).

24
(i) Antecedentes constitucionales. A modo preliminar, cabe señalar, que en torno a la publicidad de los datos
que obran en los archivos de los Registros Públicos y su conocimiento por parte del público, se vinculan
normas de orden constitucional que aseguran a los hombres derechos fundamentales; por una parte, el derecho
al acceso a la información y, por otra, el derecho a la privacidad.
Así, el art. 75, inc. 22, C.N. que incorpora los Tratados internacionales sobre Derechos Humanos con jerarquía
constitucional, incluye, entre otros, la Declaración Universal de Derechos Humanos, que sobre este tema
dispone: “nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la
ley contra tales injerencias o ataques” (art. 12) y a su vez el art. 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad
de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el difundirlas, sin limitación de fronteras por cualquier medio
de expresión.” Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica) dispone en su art. 13 que “toda persona tiene el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este
derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección” y, a su vez, el art. 11 que “toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al
reconocimiento de su dignidad…nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida
privada…”. Y por su parte, el art. 19.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo
facultativo expresa: “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad
de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
Esta conjunción de derechos de igual jerarquía constitucional, conlleva a sostener un razonable equilibrio en el
análisis y solución que finalmente se adopte sobre el derecho al acceso a la información, aunque cabe interpretar
que, tratándose de información que obra en los archivos de los Registros Públicos, su divulgación no puede ser
considerada una injerencia abusiva o arbitraria de la vida privada de las personas cuyos datos personales pueden
divulgarse.

(ii) Antecedentes legales y administrativos. Sobre el acceso a la información en los archivos y su libre
consulta pública, la L.G.S. en su art. 8º dispone que “en los registros, ordenada la inscripción se formará un
legajo para cada sociedad, con duplicados de las diversas tomas de razón y demás documentación relativa a la
misma, cuya consulta será pública”.

En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, en materia registral general y mientras el Registro Público de
Comercio funcionaba en sede judicial, el acceso a la información obrante en sus protocolos, era irrestricta.

La normativa regulatoria de la I.G.J. con anterioridad a la incorporación del Registro Público de Comercio
(1981) y por ende de la actual Ley 22.315, referida a la fiscalización de las sociedades por acciones y a la
autorización de las entidades civiles, contenía escasas referencias sobre la publicidad de los actos y documentos
que se sometían a su contralor, sin perjuicio que en el primer Decreto reglamentario del año 1908 se autorizaba
a expedir todas las certificaciones que se referían a los asuntos de su competencia y a la legalización de los
testimonios de estatutos o reformas (art. 48) (a la sazón se publicaban los balances de las sociedades)
disposición que se reiterará en el Decreto del año 1923 (art. 47). A su vez, el Decreto 7112/1952 incorporó por
primera vez dentro de las funciones de la I.G.J., la de organizar “registros especiales” en los que se anotaban
todos los antecedentes relacionados con las entidades sujetas a su fiscalización (art. Art. 1º, inc. e) y, por su
parte, la primera Ley orgánica 18.805 de año 1970 previó, dentro de la competencia de la entonces Inspección
General de Personas Jurídicas (actualmente I.G.J.) “organizar y llevar los Registros Nacionales de Sociedades
por Acciones, Sociedades Extranjeras, de Asociaciones Civiles y de Fundaciones” (art. 3º.3.10).

Dictada la Ley orgánica 22.315, en el año 1980, la I.G.J. asumió las funciones atribuidas por la legislación
sustantiva al Registro Público de Comercio y en el año 1982 se dictó el Decreto reglamentario 1493 que en su
art. 8º bajo el acápite “Carácter público de las actuaciones” dispone: “Las actuaciones obrantes en la
Inspección General de Justicia, revisten carácter público y estarán a la libre consulta de los interesados,
conforme la reglamentación que dicte el Organismo”. De modo pues que conforme a esta norma reglamentaria,
que encontraba sustento en el art. 8º de la Ley 19.550 para todas las sociedades comerciales y manteniendo el
criterio del ex Juzgado de Primera Instancia en lo Comercial de Registro, el acceso a la información fue
irrestricto, incluso sobre los estados contables (balances) de las sociedades por acciones76.
76
En línea con dicha previsión reglamentaria, la I.G.J dictó la Resolución General IGJ Nº 7/2005 que en su libro I, Disposiciones
Generales, Titulo I, Requisitos de las presentaciones, Formulario de actuación (art. 2º), dispuso que para el “examen de las
actuaciones” debían cumplirse ciertos requisitos formales, tales como completar un determinado formulario “firmado por el
interesado” (inc. 4) y agregaba que “… 1. Si se solicita examinar en sede la IGJ legajos de sociedades, asociaciones civiles,
fundaciones, comerciantes, agentes auxiliares del comercio, personas autorizadas a ejercer el comercio, contratos de colaboración
empresaria o fondos de comercio, debe presentarse el formulario nº 8º pago por cada uno de ellos” (4.IV.1) y a continuación la misma
norma reglamentaria preveía el examen de microfilmaciones o legajos de estados contables, a cuyo efecto se aplica un régimen de
tasas diferenciado (4.IV.1 y 2). Esta Resolución fue reemplazada por la Resolución General IGJ Nº 7/2015 que no mantuvo este texto.
25
Por su parte y coherente con este régimen de publicidad y de acceso a la información, el art. 3º de la Ley 26.047
que organiza los Registros Nacionales de Sociedades por Acciones, Sociedades no Accionarias, Sociedades
Extranjeras y de Asociaciones y Fundaciones, establece una regla clara y categórica: “Los registros nacionales
serán de consulta pública por medios informáticos, sin necesidad de acreditar interés, mediante el pago de un
arancel…” 77

Sin perjuicio de estas normas y su aplicación, la I.G.J. en el año 2012 dictó las Circulares Nº 1 y 4 por las cuáles
se restringió dicho acceso al exigirse la acreditación de interés legítimo y considerar la finalidad a que está
destinada la información, lo que fue objeto de sólidas críticas 78. Dichas Circulares fundaron tal criterio en el
Dictamen 7/2012 emitido por la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos (DNPDP), autoridad de aplicación de la Ley 25.826 de Protección de Datos
Personales79, que en lo pertinente sostuvo que “no toda información de carácter personal asentada en un
registro público puede ser difundida o cedida por el mero hecho de su pertenencia a una base de datos del
ámbito público” de modo que “corresponderá al organismo requerido verificar la procedencia de brindar a
través de los mecanismos previstos en la Inspección General de Justicia la información a las sociedades
mencionadas y verificar la existencia de interés legítimo para proceder a dar información al respecto”.

El referido Dictamen tomó en consideración el Decreto 1172/2003 de Acceso a la Información Pública y la Ley
25.326 de Protección de Datos Personales, cuya aplicación al ámbito de los Registros Públicos resulta por
demás dudosa, más aún que a los fines de esta Ley se consideran “datos sensibles, los datos personales que
revelan origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación
sindical e información referente a la salud o a la vida sexual”, datos cuya divulgación estaría restringida. Estos
datos no son, precisamente, los que obran en los Registros Públicos ya que en éstos solo existen constancias
relacionadas con datos personales de personas humanas e información referida a las personas jurídicas -la
mayoría de ellas se publican en el Boletín Oficial y en otros medios- que no revisten el carácter de datos
“sensibles” y por lo tanto no existe óbice para su divulgación.

Aún más, quien ingresa voluntariamente al Registro Público para alcanzar la inscripción de ciertos documentos,
actos, contratos o cualquier situación jurídica o para gozar de los efectos (o beneficios) que produce la
inscripción (oponibilidad, regularidad, régimen de responsabilidad diferenciado etc.), ingresa a un sistema
registral fundado en el principio de publicidad, que es el objeto y función del Registro Público. Sería
inadmisible, dentro del sistema registral, solicitar el asentimiento del titular del dato requerido, para cederlo al
tercero.

Otra cuestión, ajena al Registro, es el uso que el solicitante pueda hacer de esa información y para lo cuál, en
caso de ser procedente, existirán instancias civiles o penales.

Este criterio restrictivo de la I.G.J. fue objeto de continuos reclamos, existiendo precedentes judiciales que
hicieron lugar a las peticiones de los interesados por vía de amparo, ante la negativa del organismo en proveer la
información solicitada. Por su interés, transcribimos lo sustancial de cada uno de ellos.

En la causa “Gil Lavedra, Ricardo Rodolfo c/Estado Nacional–Ministerio de Justicia y Derechos Humanos-
Inspección General de Justicia s/amparo ley 16.986”80, el actor promovió acción de amparo conforme a la ley
16.986 a los efectos de que la I.G.J. se expidiera sobre determinada información que había solicitado y que el
organismo no había contestado. En cuanto a la cuestión que fuera pedido de informes, el actor señaló que los
mismos fueron solicitados por las denuncias aparecidas en distintos medios de comunicación en las que se daba
a conocer la presunta influencia de distintos funcionarios del Gobierno Nacional a fin de levantar la quiebra de
la empresa Ciccone Calcográfica SA y favorecer su adquisición por parte de sociedades comerciales controladas
por allegados. En atención a ello solicitó a la I.G.J. si había desarrollado algún tipo de investigación acerca de
las presuntas irregularidades y que se le informara si las sociedades se encontraban inscriptas, en que carácter y
que se le suministrara copia de sus estatutos, detalle de la composición de los órganos de gobierno y
fiscalización, accionistas, domicilios y demás datos que pudieran ser relevantes

77
Cabe tener presente que, conforme al art. 323 del Código el Registro Público debe llevar una nómina alfabética de las personas que
solicitan rubricación de libros o autorización para llevar registros contables de otra forma, la cuál será de “consulta pública”.
78
Véase SCHNEIDER, Lorena, El restringido derecho de acceso a la información de los entes societarios inscriptos en el Registro
Público, en Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, 2015, Nº 271, p. 245; ZAMENFELD, Víctor, Publicidad de los
actos inscriptos en los registros públicos de comercio, LL, 2015-B, 792, quien sostiene que “el acceso a esos registros debe ser
irrestricto, desde su origen fue así, ello hace al tráfico mercantil, a su eficacia y transparencia ”, entre otros. El XVIII Congreso
Nacional de Derecho Registral, celebrado en la ciudad de Rosario, Prov. de Santa Fe, del 22 al 24/X/2015, se expidió en igual sentido,
reiterando las Conclusiones del Congreso Nacional de Derecho Registral celebrado en el año 2013
.
79
El art. 3º de la Ley 25.826 dispone que a los fines de la ley se consideran “datos sensibles, los datos personales que revelan origen
racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud
o a la vida sexual”.
80
ED 22/12/2014, 13 • DJ 11/02/2015 , 17.
26
El Juez de Primera Instancia rechazó, con costas, la acción de amparo, la que fue revocada por la Cámara
Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala V, el 19/06/2013.

El Tribunal consideró que el amparista se hallaba legitimado para actuar en esta causa, lo cual había sido
rechazado por el aquo y estimó idónea la vía elegida para el tratamiento de la pretensión ya que la información
es útil cuando es oportuna y, por otra parte, la cuestión planteada exigía un plazo razonablemente breve para
definir el acceso a la información. También sostuvo el Tribunal que la información solicitada no se encuentra
alcanzada por las excepciones previstas en el art. 16 del Anexo VII del Dto. 1172/2003 e hizo lugar
parcialmente a la acción, ordenando que la I,G.J. informara sobre los datos requeridos de las sociedades
inscriptas (carácter, copia de los estatutos, etc.), en los términos de los arts. 8, 9 y concordantes del Anexo VII
del Dto. 1172/2013 y del art. 3º de la Ley 26.047, mientras que en relación al pedido de informes sostuvo que el
amparista deberá, en todo caso, peticionar la información solicitada ante los organismos donde tramitan las
actuaciones referidas en el informe presentado por la parte demanda, es decir, en sede penal.

Es interesante consignar que entre los fundamentos, sostuvo la Cámara que el principio de publicidad de los
actos de gobierno constituye uno de los pilares de todo gobierno republicano y si bien este derecho no está
enumerado expresamente en la Norma Fundamental, ha sido reconocido por la jurisprudencia de la Corte
Suprema como derecho de naturaleza social, que garantiza a toda persona -física o jurídica, pública o privada-
el conocimiento y la participación en todo cuanto se relaciona con los procesos políticos, gubernamentales y
administrativos y se evidencia en tanto enderezado a la obtención de información sobre los actos públicos,
como inherente al sistema republicano y la publicidad de los actos de gobierno.

Presentado el recurso extraordinario, la Corte Suprema en fallo del 14/10/2014, desestimó la queja y entre otros
argumentos sostuvo que el recurrente no se hizo cargo “de la jurisprudencia de esta Corte, conforme a la cual
el derecho a solicitar información en poder del Estado corresponde a toda persona, sin necesidad de acreditar
un interés o afectación directa, es decir, que la legitimación activa es amplia, de conformidad con el principio
de máxima divulgación que rige la materia”.

En la causa “Stolbizer, Margarita c/Inspección General de Justicia s/amparo” del 11/06/2015, la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, Sala F, hizo lugar a la acción de amparo
promovida por la actora y, en consecuencia, ordenó a la I.G.J. que otorgara a la solicitante la información
requerida, consistente en copias simples de la documentación inscripta ante dicho organismo en relación a la
sociedad “Austral Construcciones S.A.”, por cuanto como regla general, la información que existe en la I.G.J.
resulta pública. Por otra parte, el Tribunal destacó que teniendo en cuenta lo requerido por la actora, la cuestión
no puede quedar subsumida en ninguna de las hipótesis en que la Administración está exceptuada de proveer
información, contempladas en el art. 16 del Reglamento General de Acceso a la Información Pública para el
Poder Ejecutivo Nacional, máxime cuando, contrariamente a lo que sostenía la I.G.J., el requerimiento de
fotocopias simples de las constancias inscriptas de la sociedad en cuestión jamás pudo involucrar información
relativa al ámbito de la privacidad o la intimidad personal. De ello se desprende que la negativa a
otorgar la información requerida por la actora resultaba manifiestamente arbitraria.

El Tribunal sostuvo que “la solución esbozada, por lo demás, viene corroborada por la trascendental
importancia que tiene para la Democracia y para todos los individuos el acceso a la información pública. Ella
reclama del Estado la adopción de un recurso sencillo, rápido y efectivo para determinar si se produjo o no
una violación al derecho de quien la solicita y que, en su caso, se ordene al órgano correspondiente su entrega
con la celeridad que la cuestión impone”. Así lo ha señalado “la CSJN con específica referencia a la protección
judicial del derecho al acceso a la información en poder del Estado, con citas a Resoluciones de la Asamblea
General de la OEA, Declaraciones de Principios sobre la Libertad de Expresión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre
otras, en la causa “Asociación Derechos Civiles c/EN- PAMI – (dto. 1172/03) s/amparo Ley Nº 16.986”, del
04.12.12 (v. especialmente considerandos 8, 10, 14 del fallo del Alto Tribunal; y, en el mismo sentido: CIDH,
“Claude Reyes y otros vs. Chile”, del 19.09.06)”. También sostuvo que “el principio de publicidad es la regla,
debiendo interpretarse sus excepciones de modo restrictivo” y “los registros obrantes en la IGJ son públicos” y
así “lo corrobora inclusive el Decreto Nº 1493/82, reglamentario de la Ley Nº 22.315, en cuanto establece que
“Las actuaciones obrantes en la Inspección General de Justicia, revisten carácter público y estarán a la libre
consulta de los interesados, conforme la reglamentación que dicte el organismo”81.
81
En relación a los datos que obran en el Registro Público y de modo esclarecedor, la Cámara expresó que “la Ley Nº 25.326, a la que
en distintos aspectos remite el Decreto Nº 1172/03, dispone que “Los datos personales objeto de tratamiento solo pueden ser cedidos
para el cumplimiento de los fines directamente relacionados con el interés legítimo del cedente y del cesionario y con el previo
consentimiento del titular de los datos, al que se le debe informar sobre la finalidad de la cesión e identificar al cesionario o los
elementos que le permitan hacerlo” (art. 11, ap. 1). Una interpretación razonable y armónica que permita la coexistencia de las
normas vigentes en materia de datos personales y de acceso a la información, conduce inexorablemente a concluir que no puede
condicionarse de tal modo la transferencia de datos, cuando se trata de información obrante en registros públicos. Así lo señaló la
CSJN en un caso que guarda cierta analogía con el subexámine, en el que el Alto Tribunal interpretó las excepciones al acceso a la
información pública del art. 16 del Reglamento, para armonizarlas con el derecho al honor y la intimidad protegidos por la Ley Nº
25.326 de Datos Personales y una adecuada hermenéutica de las disposiciones legales y reglamentarias en juego, conduce a afirmar
sin hesitación que, en tanto el listado cuya divulgación se persigue no se refiera al origen racial y étnico de los involucrados, sus
27
Los fallos judiciales y los argumentos expuestos motivaron que la I.G.J. dejara sin efecto la aplicación del
criterio que exhibieran las Circulares internas citadas y dictara la Resolución General IGJ Nº 1/2015, luego
reemplazada por la Resolución General IGJ Nº 7/2015. El art. 4º de ésta última disponía un acceso restringido a
la información, en particular sobre ciertos datos personales de accionistas de sociedades por acciones y, sobre la
consulta de legajos, a la cual solo tenían acceso el representante legal, apoderado o quienes acreditaren interés
legítimo. Esta limitación en la información, por otra parte, no encontraba correspondencia con la exigencia
impuesta en el art. 518 (texto modificado por la Resolución General IGJ Nº 9/2015) que requiere la
presentación de una declaración jurada indicando quien/es/ reviste/n la calidad de beneficiario final y ello, en
relación con la Nota Interpretativa de la Recomendación 24 (Transparencia y Beneficiario Final de las Personas
Jurídicas) del Grupo de Acción Financiera Internacional (G.A.F.I.) que expresamente dispone: “Para
determinar quiénes son los beneficiarios finales de una sociedad mercantil las autoridades competentes
requerirán cierta información básica sobre la sociedad mercantil la cual, como mínimo, incluirá información
sobre la estructura jurídica de titularidad y control de la sociedad mercantil. Ello incluirá información sobre el
estatuto y las facultades de la sociedad mercantil, sus accionistas y sus directores”, por lo cual no existía razón
alguna para no proveer una información sobre los datos de los accionistas que el Registro contaba.

Finalmente, la I.G.J., retomando la aplicación de las normas que rigen la publicidad de la información que obra
en sus archivos y el acceso público a la misma, dictó la Resolución General Nº 3/2016 por la cual se dejó sin
efecto toda norma que de cualquier modo limite o restrinja el acceso a la información en el ámbito del
organismo, aunque en sus considerandos se expresa que la Ley 25.326 establece las condiciones a la cesión de
información a terceros y estas son ineludibles para evaluar la licitud del acto administrativo que resuelva la
entrega de información en poder del Estado, de lo cual puede inferirse que el organismo mantiene cierta reserva
en el caso que considerare que las condiciones exigibles por la Ley no se cumplieren.

De acuerdo a todos lo expuesto se concluye:

El actual marco legal y reglamentario refleja los principios y reglas que deben regir el acceso a la información
registral: a) su carácter público; b) la libre consulta o examen de las actuaciones; c) que la misma puede ser
realizada sin acreditación de interés legítimo
y d) que la misma se verifique conforme a la normas reglamentarias que rigen la consulta y el examen
consecuente (formularios y tasas), todo lo cual se ajusta a la legislación sustantiva y adjetiva que regula el
funcionamiento del Registro Público y que permite cumplir su objetivo de instrumento de publicidad registral.

El régimen de publicidad y difusión así organizado, conlleva a sostener que para que ciertos actos produzcan
determinados efectos, el ordenamiento somete a los particulares a un régimen de inscripción y publicidad
determinado -el cual en ocasiones se completa con avisos en el diario de publicaciones legales- al cual aquél
accede voluntariamente y al que queda posteriormente sujeto.

Alcanzar tales beneficios trae como contrapartida los efectos que dicha inscripción produce y su publicidad y
difusión a través de los medios y formas que la legislación aplicable al Registro Público determina 82. La
naturaleza de ciertos actos, en especial aquellos que el ordenamiento exige su inscripción, exteriorizan un
contenido cuyo conocimiento público es relevante y la legislación a través de distintos sistemas o normas se ha
encargado de enfatizar.

10. LEY 26.047 DE ORGANIZACIÓN DE LOS REGISTROS NACIONALES

10.1. Su origen y finalidad. El 2 de agosto de 2005 fue promulgada la Ley 26.047 por la que se regirán el
Registro Nacional de Sociedades por Acciones, creado por el artículo 8º de la L.G.S., los Registros Nacionales
de Sociedades Extranjeras y de Asociaciones Civiles y Fundaciones, creados por el artículo 4º de la ley 22.315 y
el Registro Nacional de Sociedades no Accionarias, creado por el decreto 23 de fecha 18 de enero de 1999 (art.
1.)83.

En relación a la publicidad en general y, en materia societaria, en particular la Ley 19.550, constituyó un


importante antecedente, toda vez que su normativa está orientada a la publicidad de aquellos actos y
resoluciones societarias que interesan a los socios y accionistas y al tráfico en general, lo cual destaca la opinión
que los integrantes de la Comisión Redactora del Proyecto tenían sobre la temática y que la Comisión Redactora
de la luego Ley 22.903 no modificó. Ello lo ratifica su art. 8º.
opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, su afiliación sindical o se trate de información referente a la salud
o a la vida sexual, no se conculca el derecho a su intimidad ni se afecta su honor”.
82
Igual interpretación cabe sostener respecto a la publicación de avisos o edictos en el Boletín Oficial, sin que hasta el presente haya
sido cuestionada la difusión por esa vía de ciertos datos personales -en algunos supuestos se trata de los mismos que se encuentran
archivados en el RPC- ni que se haya restringido el acceso a su información, incluso por medios informáticos u otros.
83
La puesta en funcionamiento del Registro Nacional de Sociedades (RNS) fue anunciado el 22/04/2010 en el marco de la XV
Reunión Nacional de Autoridades de Control de Personas Jurídicas y Registros Públicos de Comercio que se celebró en la ciudad de
Mendoza y en cuya oportunidad se anunció la apertura de la suscripción del Convenio de adhesión por parte de la Provincia.
28
En esa orientación y extendida a otras entidades, se inscribe la Ley 26.047 sobre la organización y
funcionamiento de los Registros Nacionales y por eso, su puesta en vigencia, debe ser apreciada como un
avance significativo en materia de publicidad.

De esta forma y en línea con una necesidad reclamada durante varios años, en especial dentro del ámbito
societario, se concretó su dictado como una manera de favorecer la transparencia en el tráfico y un mejor
desarrollo de las actividades que se llevan a cabo en distintas jurisdicciones y que resulta “muy conveniente
para los terceros porque con un registro nacional se evita una investigación de sociedades in situ en más de
veinte provincias”84.

Algunos de los temas que plantea la Ley, fueron objeto de extensos debates a lo largo de muchos años; en
particular, aquellos referidos a la forma técnica de implementar los Registros, así como la remisión de los datos
y su archivo y los efectos y alcance de la información que brindarían los Registros Nacionales, sin olvidar, el
principio cardinal del reconocimiento de la competencia originaria de los Registros y de las autoridades de
contralor locales.

Estas cuestiones, como así también las relativas a la cantidad de datos que deberían suministrar dichas
autoridades locales, el procedimiento instituido y el financiamiento del sistema, fueron cuestiones cuya
resolución definitiva motivaron la demora en la puesta en vigencia de los Registros Nacionales, de modo que su
tratamiento en el texto legal debe apreciarse positivamente.

10.2. Antecedentes normativos. En cuanto a los antecedentes normativos de los Registros Nacionales, cabe
recordar que en la legislación sustantiva, el Código de Comercio derogado no contenía disposiciones relativas a
estos registros nacionales, sino únicamente referidas al Registro Público de Comercio (Título II, Capítulo II,
arts. 34 a 42) y tampoco aparecen referencias en el Código Civil anterior ni en la Ley 19.836, respecto de las
asociaciones civiles y fundaciones, respectivamente.

También el tema fue omitido en antiguas disposiciones de la I.G.J. y si bien el Decreto N° 7112/52,
reglamentario de sus funciones, le atribuyó “organizar registros especiales, en que se anotarán todos los
antecedentes y circunstancias necesarios para determinar las condiciones de funcionamiento de las sociedades
y asociaciones con personería jurídica” (art. 1°, inc. e), la norma tenía un alcance meramente interno. Tampoco
se encuentran antecedentes en los anteriores Decretos reglamentarios del 27 de abril de 1923 (art. 48), del 17 de
noviembre de 1908 (art. 49) y del 30 de abril de 1897 (art. 15) de la entonces Inspección General de Sociedades.

De acuerdo a lo expuesto, el primer antecedente normativo explícito lo constituye la primera Ley orgánica de la
I.G.P.J. 18.805 del año 1970 -actualmente reemplazada por la Ley 22.315- que dispuso que corresponderá a la
I.G.P.J. (anterior denominación) “organizar y llevar los registros nacionales de sociedades por acciones, de
sociedades extranjeras, de asociaciones civiles y de fundaciones” (párrafo 3.10), expresándose en la Nota al
Poder Ejecutivo que acompañó el Proyecto de Ley que “el proyecto crea y pone a cargo del organismo que nos
ocupa los registros nacionales de sociedades por acciones, de sociedades extranjeras, de asociaciones civiles y
de fundaciones hasta ahora inexistentes y que cubrirán una sentida necesidad tanto para la función de
gobierno como para el servicio público en general”.

Por su parte, su Decreto reglamentario Nº 2293/1971, dispuso que la Inspección General de Personas Jurídicas
“podrá solicitar de las autoridades judiciales y administrativas de las distintas jurisdicciones, toda
información y documentación que considere necesaria para formar, organizar y mantener los Registros
Nacionales creados por el párrafo 3.10 de la Ley 18.805” (art. 3°). Esta norma la reprodujo el Decreto Nº
1493/82, reglamentario de la actual Ley 22.315.

La Ley 19.550, sancionada en el año 1972 expresamente dispone en su art. 8° que “cuando se trate de
sociedades por acciones, el Registro Público de Comercio, cualquiera sea su jurisdicción territorial, remitirá
un testimonio de los documentos con la constancia de la toma de razón al Registro Nacional de Sociedades por
Acciones” y por su parte el art. 9° expresa que “en los registros, ordenada la inscripción, se formará un legajo
para cada sociedad, con los duplicados de las diversas tomas de razón y demás documentación relativa a la
misma, cuya consulta será pública”. A su vez, el art. 386, inc. o) -numeración conforme al ordenamiento
dispuesto por el Art. 3° de la Ley 22.903- dispone que “hasta tanto se dicten las leyes previstas en el art. 371
(rectius: 388), reglamentarias de los registros mencionados en esta ley, no regirá lo dispuesto por los arts. 8° y
9°...” y el art. 388 prevé que “los registros mencionados en esta ley se regirán por las normas que se fijen por
vía reglamentaria”. Dado que al tiempo de sancionarse la Ley 19.550 se hallaba vigente la Ley 18.805, el
reenvío del citado Art. 388 (antes art. 371), cabe interpretarlo con referencia a éste ordenamiento y a la
competencia que al respecto tenía la entonces I.G.P.J. para “organizar y llevar los registros nacionales de
sociedades por acciones, de sociedades extranjeras, de asociaciones civiles y de fundaciones” (párrafo 3.10).

84
BUTTY, Enrique M. Diario Judicial, ejemplar del 23/02/2005.
29
A partir de la entrada en vigencia la Ley 19.550 en el año 1972 y tal lo comentado más arriba, se advirtió la
necesidad de unificar las funciones registrales y de fiscalización en un solo organismo, procurándose de esta forma
alcanzar mayores niveles de eficiencia, evitando superposiciones funcionales y simplificando el trámite registral en
materia societaria.

En el año 1980 entró en vigencia la actual ley orgánica 22.315 cuyo art. 4° y bajo el acápite de las “funciones
registrales”, dispuso que la Inspección General de Justicia “organiza y lleva el Registro Público de Comercio
(inc. a);...”Lleva el Registro Nacional de Sociedades por Acciones (inc. d); Lleva el Registro Nacional de
Sociedades Extranjeras (inc. e); Lleva los Registros Nacionales de asociaciones y de fundaciones”,
manteniéndose la competencia sobre los citados registros nacionales que preveía la ley que derogaba, aunque la
referencia a los registros de “asociaciones” no se acota al de “asociaciones civiles”, como se disponía
anteriormente.

Por su parte, el Decreto Nº 1493/1982 -reglamentario de la Ley 22.315- en relación a los Registros Nacionales,
dispone que la I.G.J. podrá solicitar de las autoridades judiciales y administrativas de las distintas
jurisdicciones, toda información y documentación que considere necesaria para la organización y
funcionamiento de los Registros Nacionales a que se refieren los incisos d), e) y f), del art. 4°, de la ley 22.315.
Esta norma reprodujo igual texto contenido en el art. 3° del Decreto Nº 2293/1971.

En el año 1999, se dictó el Decreto N° 23 en cuya virtud se dispuso encomendar a la I.G.J. la concreción,
organización y funcionamiento del Registro Nacional de Sociedades por Acciones y se facultó al mismo
Organismo para iguales fines, respecto al Registro Nacional de Sociedades No Accionarias, del Registro
Nacional de Sociedades Extranjeras y del Registro Nacional de Asociaciones y Fundaciones.

10. 3. Organización y funcionamiento. Por todo lo expuesto, la Ley 26.047 no crea los Registros Nacionales
sino que establece su régimen de funcionamiento, organización y entrada efectiva en vigencia.

La Ley dispone que dichos Registros estarán a cargo de la I.G.J. por medio de sistemas informáticos
desarrollados y provistos por la Administración Federal de Ingresos Públicos (A.F.I.P.) y que serán de consulta
pública por medios informáticos, sin necesidad de acreditar interés (art. 3º). Esta previsión resalta el derecho al
acceso irrestricto a la información obrante en los Registros Nacionales

Agrega el texto que las autoridades a cargo de los Registros Públicos y, en su caso, las Autoridades de Contralor
locales que adhieran a la Ley, deberán remitir por medios informáticos a la I.G.J., los datos que correspondan a
entidades que inscriban, modifiquen o autoricen a funcionar incluyendo las modificaciones las que indiquen
cambios en la integración de los órganos de administración, representación y fiscalización de las personas
jurídicas, la transmisión de participaciones sociales sujeta a inscripción en el Registro Público, el acto de
presentación de estados contables y los procedimientos de reorganización, disolución y liquidación.

Sin perjuicio de esta remisión, se establece que los actos que realicen dichas Autoridades en cumplimiento de la
preceptiva legal, no sustituyen en su contenido y efectos a la inscripción, registración o autorización efectuada
en cada jurisdicción local, cuyas formalidades y procedimientos se regirán por las normas y reglamentaciones
que sean de aplicación en cada una de ellas, siendo las únicas autorizadas para expedir certificaciones
relacionadas con datos de las entidades inscriptas en los mismos.
Este principio es medular en la interpretación de la norma y despeja cualquier duda sobre las funciones de los
Organismos locales y la finalidad de los nuevos Registros, que en modo alguno reemplazan o sustituyen las
funciones propias de aquéllos.
No se trata pues, de un Registro paralelo y esta registración no enerva ni altera la verificada ante la Autoridad
local, la que solo podría ser rechazada cuando se advirtieren errores u omisiones en el cumplimiento de la Ley o
de aquellas que reglamentan la registración en los Registros Nacionales. Otra cuestión importante, tal como fue
dicho más arriba, es todo lo relacionado con el ejercicio de la verificación del cumplimiento de los requisitos
legales de los actos o documentos inscribibles en los Registros Públicos o aquellos derivados de la autorización
para funcionar como personas jurídicas (arts. 169 y 193, CCyCN).
La legislación prevé el régimen de empleo de los sistemas informáticos a utilizar, su remisión y la asistencia que
brindarán la I.G.J. y la A.F.I.P. para su puesta en marcha, a través de la celebración de convenios de
cooperación, además de normas referidas a la forma de identificación de las actuaciones por cada organismo o
autoridad local y por parte de la A.F.I.P. para la obtención de la C.U.I.T. Dispone también que la I.G.J. será la
autoridad de aplicación y, en consecuencia, podrá dictar las reglamentaciones que correspondan y solicitar a las
autoridades judiciales y administrativas de las distintas jurisdicciones toda la información que considere
necesaria para el cumplimiento de la misma, incluso en relación con aquellas provincias que no adhieran a ella,
en tanto no vulneren el principio contenido en el artículo 121, C.N, creándose un comité técnico integrado por
un representante de la I.G.J., un representante de la A.F.I.P. y dos representantes de dos de las provincias
adheridas, que serán designados por el Consejo Federal de Inversiones.

30
Finalmente, la I.G.J. y la A.F.I.P. dictaron en forma conjunta, la Resolución 2325/2007 de fecha 22/10/2007 y
publicada en el Boletín Oficial el 24/10/2007, la cual permitió la apertura de la adhesión por parte de las
Provincias a esta Ley-Convenio y en la que se establecieron los procedimientos para la incorporación de la
información que conformarán los Registros Nacionales y el programa aplicativo, todo ello con referencia a las
inscripción de nuevas sociedades comerciales incluidas en el art. 299, L.G.S. y las modificaciones de tales
datos85.
Hasta el 31 de mayo del año 2016, han adherido a esta Ley-Convenio, las provincias de Buenos Aires,
Catamarca, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, la Rioja, Mendoza, Neuquén, Rio Negro, Salta, San
Juan, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud y Tucumán.

10.4. Conclusión. La Ley 26.047 -fundada en plurales normas sustantivas- recoge acuerdos adoptados en
Reuniones Nacionales de Organismos de Control de Personas Jurídicas y Registro Público de Comercio y la
opinión de la doctrina expuesta en Jornadas científicas de la especialidad, en las que se coincidió en la
necesidad de poner en funcionamiento los Registros Nacionales86.
El texto legal es claro en cuanto a las competencias atribuidas tanto a la I.G.J. como a la A.F.I.P. y también lo es
respecto al contenido y alcance de las registraciones en los Registros Nacionales que no desplazan en modo
alguno las competencias originarias de los Registros Públicos y organismos locales de contralor, conforme a la
legislación sustantiva y a las normas reglamentarias dictadas en consecuencia87.
Sin duda, la Ley ha dado un paso importante para el mejor desenvolvimiento de las sociedades y de otras
entidades incluidas en su texto que favorecerán la transparencia en el tráfico y un mejor desarrollo de las
actividades que se concretan en distintas jurisdicciones y por ello, cabe esperar que las normas reglamentarias
que se dicten y la efectiva puesta en funcionamiento del sistema que se organiza, preserven sus objetivos
esenciales, de modo de contar a la brevedad con instrumentos de publicidad registral que sean útiles a la
comunidad en su conjunto y coadyuven al mejor desenvolvimiento de las actividades relacionadas con sus
registros, con ajuste a principios de celeridad, certeza y seguridad jurídica88.

85
Sobre su implementación véase Guillermo F. CASH, La implementación del Registro Nacional de Sociedades y la inscripción “on
line” de Personas Jurídicas ante la AFIP, Doctrina Societaria y Concursal, Nº 24º, Ed. Errepar, diciembre, 2007, p. 1208.
86
En las Reuniones Nacionales de Organismos de Control y Registro Público de Comercio, el tema mereció especial interés. Desde la
I Reunión Nacional celebrada en Buenos Aires en el año 1971 (fecha anterior a la entrada en vigencia la Ley 19.500) las Autoridades
de Contralor de Personas Jurídicas, destacaron la importancia de los Registros Nacionales y su puesta en funcionamiento y, en tal
sentido, en la II Reunión Nacional celebrada en Rosario, Prov. de Santa Fe (1973), se resolvió “ implementar un intercambio
permanente de información entre los organismos administrativos locales sobre las respectivas entidades fiscalizadas, intercambio que
podrá centralizarse en su oportunidad a través del Registro Nacional de Sociedades por Acciones”. En las sucesivas Reuniones
Nacionales, las autoridades responsables de los citados organismos, expresaron su preocupación e interés por la puesta en
funcionamiento de los Registros Nacionales e incluso, propiciaron diversas alternativas o modalidades acordes con las técnicas
registrales de cada momento, advirtiéndose las dificultades existentes para su implementación al no contarse a la sazón, con tecnología
adecuada. Incluso, en la III Reunión Nacional llevada a cabo en Buenos Aires (1980) -a partir de ese año se incorporaron las
Autoridades a cargo de los Registros Públicos de Comercio- se acordó que el asiento del Registro Nacional de Sociedades por
Acciones será la autoridad de control de la Capital Federal, y que la primigenia función de los Registros locales no debía modificarse,
ni ser suplantada por las informaciones que, eventualmente, provea el Registro Nacional. En posteriores reuniones nacionales, se
volvió a insistir en la necesidad de su puesta en vigencia e incluso se ha previsto para el año 2016 la celebración del Primer Congreso
de Autoridades de Contralor y Registros Públicos, en el cual se avanzará sobre su puesta en funcionamiento .
87
En igual sentido, VERÓN, Alberto, Sociedades Comerciales. Ley 19.550, Ed. Astrea, Buenos Aires, Tº I, 2007, p. 59 para quien los
Registros cumplen una función administrativa y en nada se superponen con la de los registros locales. Por su parte, ROITMAN
sostiene que la norma sancionada “preservó las autonomías provinciales, es decir el derecho no delegado a la nación de organizar sus
normas de procedimiento, entre ellas las que compete al registro de sociedades” (ROITMAN, Horacio, Ley de Sociedades
Comerciales, Tº I, Ed. La Ley, 2ª ed., 2011, p. 212). HEREDIA, Pablo D, GÓMEZ LEO, Osvaldo R, MARTORELL, Ernesto E. y
GÓMEZ ALONSO de DÍAZ CORDERO, María L., ob. cit. p. 117, expresan que “la sanción de esa ley (26.047) evidencia la
voluntad del legislador de mantener en funcionamiento esos cuatro registros nacionales, y su lectura muestra, además, que dicho
mantenimiento lo es sin perjuicio de la subsistencia de los registros provinciales existentes cuyas funciones son conservadas (art.
12)”. A su vez, BALBIN ha dicho que se trata de un registro de segundo grado, enderezado a registrar nuevamente las sociedades
que cuenten con inscripción originaria cumplida y sus legajos sean llevados por los registros mercantiles locales competentes
(BALBIN, Sebastián, Manual de Derecho Societario, Ed. Abeledo-Perrot, 2015, p. 89).
88
Sobre la Ley 26.047 se han expuestos diversas opiniones. Así, de esta forma se solucionan “grandes problemas de aplicación del
derecho en el tiempo y en el espacio”, pues “da una certeza inmediata sobre el status registral de las sociedades por acciones”
(BUTTY, Enrique M. Diario Judicial, 23/02/2005). Por su parte ROSSI expresa que se concibió como una ley-convenio, abierta a la
adhesión de las Provincias, bajo la expectativa de que esa adhesión será amplia por las evidentes ventajas que comporta y agregó
que en la medida de su correcta implementación y actualización, el Registro será un instrumento de información fiable para el
público, empresario y para los organismos gubernamentales y judiciales” (ROSSI, Hugo E., “Diario Judicial”, 23/02/2005) y CASH
sostuvo que “se logra con esta nueva normativa la puesta en marcha de una informatización del sistema registral mercantil en su
conjunto, el mejoramiento cabal de la publicidad registral, así como la prevención de homonimias societarias ” (CASH, Guillermo F.
Registración societaria…, ob. cit., p. 30). VÍTOLO, ha dicho que “la sanción de la Ley 26.047 constituye un avance significativo en
materia de centralización de información y publicidad en materia registral mercantil con un considerable beneficio, tanto para el
Estado como para el público en general” (VÏTOLO, Daniel R., Sociedades Comerciales, Tº I, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2007, p. 170) y
para BALBÏN la Ley 26.047 comporta un avance para la publicidad registral y previsión de homonimias (BALBÍN, Sebastián, ob.
cit., p. 145). Por su parte BALMACEDA ha señalado que “contar con la información precisa y adecuada, facilita enormemente no
solo al empresario, sino también a los jueces y magistrados que tienen que resolver las cuestiones que se someten a su consideración
que pueden verse sumamente beneficiados con este intercambio informático” (BALMACEDA, María Isabel, ob. cit., p. 658).Véase,
con opinión diferente, CURÁ, Jose María, Registro Nacional de Sociedades por Acciones y otros Registros, en Doctrina Societaria y
Concursal, Nº 214, sep. 2005, p. 1095 y ESTOUP, Luis Alejandro, La integración societaria registral ¿del control formal al control
sustantivo?, LL Tº 2005-F, 1540.
31
Finalmente y en línea con lo expresado, se orienta el Programa Justicia 2020 del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación del año 2016, presentado como un espacio de diálogo institucional y
ciudadano que busca construir una justicia cercana, moderna, transparente e independiente y que en el Capítulo
“Justicia Moderna” expresa que “la gestión de los registros públicos nacionales es parte esencial de la
prestación de un servicio de calidad. Se generan nuevas formas de acceso rápido a través de medios
electrónicos, con mecanismos que mejoran el acceso y la transparencia de los trámites, a fin de brindar mayor
seguridad jurídica a todos los usuarios”.

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