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¡No hay dos niños iguales!!!...

Desarrollo Infantil Integral: una mirada al MOIDI: Modelo


Octogonal Integrador del Desarrollo Infantil de la Dra. Chilina León de Viloria.
Doc. José David Zarate V.
Barinas 2006,
El Programa de Intervención MOIDI, hoy se ofrece como una alternativa para contribuir a promover
el desarrollo infantil integral en los contextos familiar, escolar y comunitario en nuestra realidad
nacional. Solo uniendo los esfuerzos de los diferentes contextos de desarrollo: familia, escuela y
comunidad, las experiencias desde diferentes perspectivas profesionales y realidades laborales, así
como los avances conceptuales y operativos tanto en educación inicial, regular como especial,
podemos aproximarnos a lograr la meta de ofrecer una mejor calidad de atención educativa integral
para todos los niños, niñas y adolescentes que están bajo nuestro cuidado, contribuyendo a la vez
con el desarrollo pleno de sus adultos significativos y de todos los que nos desempeñamos
laboralmente en el difícil ámbito socio-educativo.
Siempre me he preguntado dónde están los limites entre la educación que brindan los padres,
maestros y las organizaciones comunitarias; hasta que punto es diferente el abordaje profesional
cuándo trabajamos con niños con o sin necesidades educativas especiales; cuáles son las diferencias
y semejanzas en las estrategias que utilizamos en educación inicial, regular y especial. Artificialmente
construimos diferencias ante un constructo clave en nuestra labor profesional que por su propia
naturaleza es único e indisoluble, el proceso del desarrollo humano integral, donde gracias a la
interacción de factores protectores y de riesgo, la calidad del organismo se fusiona en forma
compensatoria con la calidad de los ambientes familiar, escolar y comunitario; el desarrollo integral de
los niños, niñas y adolescentes con la funcionalidad de sus adultos significativos; el sujeto en
desarrollo con su marco de referencia sociocultural. Esta amplitud y fusión de elementos en un todo
significativo nos obliga a poner un lente panorámico a la cámara de fotografía con la que retratamos
nuestra realidad laboral; definimos nuestras funciones y roles como docentes, especialistas o lo más
importante como padres, abuelos o tíos, ya que si cada adulto se ocupara eficazmente de los niños
que están bajo su cuidado sin duda el trabajo de los que nos desenvolvemos en los contextos
socioeducativos sería más efectivo.
Es fácil identificar lo qué hace falta, soñar con planes de acción, incluso escribir proyectos, ¡el papel y
la palabrería criolla aguantan todo!, el problema radica en encontrar un cómo y en definir indicadores
de gestión que faciliten monitorear el grado en que se están alcanzando las metas, pero con la
flexibilidad suficiente para adaptarse a los múltiples cambios en nuestra realidad sociocultural y
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laboral. Estos cambios tradicionalmente han sido previstos, como por ejemplo las diferencias en el
desarrollo de infantes, preescolares, escolares y adolescentes; entre niños llaneros, andinos u
orientales; los que se desarrollan en contextos urbanos o rurales; o en condiciones de pobreza o no
pobreza, etc. Sin duda podemos especular en una serie de indicadores diferenciales genéricos con
base en la experiencia de otros países más desarrollados o de nuestra subjetividad humana, pero
carecemos de un soporte empírico que demuestre la veracidad de ellas en nuestra realidad nacional.
Adicionalmente el proceso de desarrollo humano también está a sujeto a cambios imprevistos, como
por ejemplo el impacto de fenómenos naturales como fue el deslave en el estado Vargas o es la crisis
sociopolítica que enfrentamos en la actualidad. Ante ellos también carecemos de referentes
elaborados en y para nuestro país que permitan evaluar la magnitud del efecto de los cambios, tanto
previstos como imprevistos, en todos nosotros y especialmente en nuestra población infantil.
El reto es unir esfuerzos para continuar trabajando en la búsqueda de alternativas. Los lineamientos
generales de un posible cómo se presentan en el Modelo Octogonal Integrador de Desarrollo
Infantil, presentado en congresos por la autora Dra. Carmen (Chilina) León de Viloria, quien publica
una definición del desarrollo infantil integral y de las ocho áreas interrelacionadas que lo conforman,
diseña las Secuencias MOIDI (León, 1ª Ed. 1995- 4ª Ed. 2002) y una guía para observarlas en forma
estructurada y ponderar los resultados con fines de intervención (León, 1ª Ed. 1997. 2ª Ed. 1999). La
Escala MOIDI es un instrumento que permite identificar con objetividad las fortalezas y debilidades
de un niño o de un grupo de niños, adoptando a la edad sólo como el referente de tipicidad,
responsable apenas de un tercio de la diversidad en la conducta infantil, el otro tercio depende de la
historia personal de cada individuo y el otro del momento sociohistórico que le corresponde vivir.
El Modelo Integrador de Desarrollo Humano, concebido como un macroorganizador ofrece un
marco de referencia para ubicar esfuerzos y, unidos sin diferencias, caminar hacia la meta de ofrecer
una mejor calidad de educación integral a nuevas generaciones y con ello contribuir a rescatar el
capital humano del país. El Programa MOIDI es hoy en día una alternativa construida poco a poco,
sin mucho ruido, pero con la sistematización y firmeza que demanda el reto de encontrar vías que
contribuyan a hacer realidad la meta propuesta por la autora, colocando el foco en la población
infantil, ya que la experiencia le ha permitido a la autora confirmar que es la única vía que
compromete y anima a los adultos, tal vez como un correlato de nuestra necesidad de preservar la
especie.
El basamento conceptual y operativo del programa MOIDI está resumido en una publicación que se
elabora en ocasión del centenario de Lev Vygostsky en la UCAB (León, XXXX) y en estos momentos
es actualizado con el objetivo de publicar próximamente un Manual del Programa de intervención
MOIDI conjuntamente con los materiales estandarizados que utiliza la autora en la investigación.
El Modelo Octogonal Integrador del Desarrollo Infantil (León 1987), se ofrece como una
alternativa conceptual y operativa diseñada con el objetivo de facilitar la planificación, ejecución y el
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seguimiento de programas de intervención dirigidos a promover el desarrollo infantil integral en los
contextos familiar, escolar, comunitario, dentro de diferentes regiones del país. Los planteamientos
básicos del Modelo Octogonal se resumen a continuación.

Fundamentación Teórica:
La autora se apoya en una combinación teórica congruente con los avances de la especialidad, las
características del objeto de estudio y las demandas sociales actuales, la cual se puede resumir en:
a) los aportes evolucionistas, dado que el proceso de desarrollo humano se mantiene dentro de los
parámetros ontogenéticos propuestos por Darwin para estudiar, tanto lo común a la especie como
aquello que determina su diversidad adaptativa; b) una perspectiva psicológica funcionalista, ya que
las conductas de desarrollo adquieren significado cuando sirven para lograr una mejor adaptación al
ambiente; c) topológica, al considerar que el nivel de desarrollo que logra un niño es el resultado de
la interacción entre múltiples fuerzas orgánicas y ambientales, d) una perspectiva de ciclo vital, ya
que el desarrollo es un proceso intergeneracional continuo, desde concepción hasta vejez, que se
caracteriza por áreas de desarrollo embebidas en un contexto especifico, e) una tradición teórica
dialéctica, porque el mecanismo que explica el cambio evolutivo es la síntesis que construye un niño
ante su realidad, con base en la interacción entre procesos de tesis y antítesis, destacando la función
mediadora de los adultos y niños más expertos, con base en el mecanismo del cambio evolutivo:
instruir en la Zona de Desarrollo Próximo y con apoyo en la Ley Cultural de Vygotsky (1978),
f) una base metodológica que se apoya en el Modelo Sistémico Bioecológico de Bronfenbrenner y
Ceci (1994), al considerar el desarrollo humano como el producto de un proceso cuyo mecanismo de
cambio se centra en mejorar los procesos próximos que interactúan bidireccionalmente con el
organismo del niño y adopta el modelo de investigación que ellos proponen: Modelo PPCT, el cual se
basa en la interacción entre variables relativas al proceso, la persona, su contexto y el tiempo; y, g)
en la reciente Psicología Cultural de Cole (1994) y Bruner (1994), dada la posición central que han
adquirido las variables culturales en el proceso de construcción del desarrollo humano.
Esta fundamentación teórica apoya la elaboración de: a) una definición de desarrollo humano y de
desarrollo infantil; la descripción del proceso del desarrollo infantil integral: las Secuencias MOIDI,
como el eje organizador de una escala de desarrollo integral: La Escala MOIDI, que permite obtener
el perfil de desarrollo integral de un niño o de un grupo de niños, desde edades tempranas- hasta la
pre-adolescencia; y, una escala de factores protectores y de riesgo: la Escala COA, escala
apreciativa que llenan los padres sobre la calidad del organismo de su hijo y la calidad de los
ambientes donde éste se desarrolla. Los resultados permiten identificar las metas para elaborar un
programa de intervención, individualizado y regionalizado, dirigido a promover el desarrollo infantil
integral en la familia, la escuela y la comunidad en diferentes regiones del país.
Definición
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En el Modelo Octogonal el desarrollo humano se define como un:
Proceso de cambios que se dan a lo largo del ciclo vital, con base en la
interacción de factores orgánicos, ambientales e instruccionales, que se
manifiestan mediante conductas a organizar en ocho áreas de desarrollo
o ámbitos de desempeño psicosocial interrelacionados.
En niños, las áreas: física, motora, sexual, cognitiva, afectiva, social,
moral y del lenguaje. En jóvenes y adultos, los ámbitos de desempeño
psicosocial: salud, familia, pareja, espiritualidad, profesional, laboral,
económica y amigos. (León, 2001. Material docente no publicado)

La experiencia con el Modelo Octogonal Infantil, obligó a aproximarse a definir los ámbitos
psicosociales donde se puede observar la funcionalidad del desarrollo integral en adultos, dada
la importancia de que los adultos que acompañan a los niños hayan logrado un buen desarrollo
integral o hayan encontrado vías para compensar sus limitaciones.
En el Modelo se define el desarrollo infantil integral como un:
Proceso secuenciado de adquisición de conductas, producto de la
interacción entre el organismo, el ambiente y la instrucción que se le
ofrece al niño, que se organizan desde las más sencillas hasta las más
complejas; de las globales a específicas y de menor a mayor grado de
diferenciación, las cuáles se describen en ocho áreas interrelacionadas
de desarrollo: física; motora (grueso y fino); sexual; cognitiva; afectiva;
social; moral y del lenguaje. (León 1995, p. 30)
Lograr el desarrollo integral en edades tempranas es fundamental para alcanzar una adecuada
salud mental y para lograr el desarrollo pleno en la adolescencia y en la adultez. De allí la
importancia de unir esfuerzos para capacitar a los adultos significativos que acompañan el
desarrollo de nuestros niños y niñas.
Descripción del Modelo.
El modelo se enmarca en varios conceptos básicos:
En primer lugar, el ciclo vital se divide en ocho períodos con momento de corte que se basan en
edades cronológicas aproximadas. Para Papalia (2001) estos son: a) periodo prenatal y perinatal:
desde la concepción hasta el nacimiento, b) lactancia y primeros pasos: desde recién nacido hasta
los tres años, c) infancia temprana: de tres a seis años, d) infancia intermedia: de seis a once
años; e) adolescencia: de doce a veinte años aproximadamente, f) adultez temprana: de veinte a
cuarenta años, g) adultez intermedia: de cuarenta a sesenta y cinco años y h) adultez tardía: desde
sesenta y cinco años y hasta la muerte.

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En segundo lugar, el desarrollo humano en jóvenes y adultos se puede categorizar en ocho
ámbitos de desempeño psicosocial interrelacionados: salud, familia, pareja, espiritualidad,
profesional, laboral, económica y amigos. Un desarrollo pleno exige la realización en todos estos
ámbitos o disponer de mecanismos efectivos de compensación con lo cual pueda minimizar
conscientemente los efectos negativos en ellos mismos o el impacto que sus debilidades tienen sobre
los niños y niñas que están bajo su cuidado.
En tercer lugar, el desarrollo infantil integral se puede describir en ocho áreas interrelacionadas:
física, motora, sexual, cognitiva, afectiva, social, moral y lenguaje, desde el nacimiento hasta la
pre-adolescencia, con base a conductas a observar directamente en el niño adoptando la edad
cronológica sólo como una variable organizadora del complejo repertorio conductual, dado que
apenas es responsable de un tercio de la diversidad en los seres humanos (Colom, 1994). Las
actividades de desarrollo a incluir provienen del conocimiento acumulado de la psicología del
desarrollo para los períodos del ciclo vital que se incluyen en el modelo: neonato, infancia,
preescolar y escolar. Con conductas que se pueden observar durante la rutina diaria del niño, la de
sus mediadores significativos y en contextos cotidianos, dada la importancia de construir el puente
entre el conocimiento científico y los contextos cotidianos.
En cuarto lugar, las actividades de desarrollo a observar están organizadas con base en setenta y
dos secuencias, clasificadas en las ocho áreas que contempla el modelo. Cada una de estas
secuencias se presentan bajo el formato de setenta y dos tablas que contienen las listas de chequeo
de las actividades a observar organizadas con base en la edad cronológica, los materiales
requeridos, las instrucciones para promover la conducta y el criterio de conducta lograda. Con ello
pretenden ofrecer un instrumento de evaluación: La Escala MOIDI, es un instrumento de evaluación
psicológica no formal, criterial, estandarizado, que facilita a los adultos interesados en desarrollo
infantil, observar el nivel de desempeño de un niño o grupo de niños y registrar en forma estructurada
las fortalezas y debilidades del niño e identificar las metas de un programa de estimulación
individualizado y ajustado a su contexto natural iniciando una serie de actividades de aprendizaje que
permitan alcanzar las metas descritas en las setenta y dos secuencias de desarrollo que se han
clasificado con base en las ocho áreas que considera el Modelo Octogonal Integrador del Desarrollo
Infantil (León, 1987).
En quinto lugar, la evaluación del desarrollo infantil obliga a obtener información sobre una selección
de variables intervinientes en el proceso de construcción del desarrollo del niño. Por una parte, una
selección de datos sociodemográficos relevantes al tema que se pueden registrar en la encuesta de
datos personales que incluye el programa, y por otra parte, la opinión de los padres con relación a la
calidad del organismo del niño y el ambiente de desarrollo, lo cual permite identificar las
oportunidades y amenazas de sus contextos de desarrollo, desde lo más amplio, el país, hasta sus
contextos más inmediatos la escuela y la familia. Estos instrumentos orientan sobre cuales son los
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factores más protectores en casa caso, los de riesgo, las amenazas que atentan contra su desarrollo
adecuado y los recursos con que se cuenta para promover el desarrollo integral.
En sexto lugar, la estrategia de evaluación propuesta permita identificar necesidades y con base en
ellas las metas de un programa de estimulación individualizado y regionalizado que se debe diseñar
con base en tres dimensiones complementarias: a) actividades de estimulación en la rutina diaria
de la familia, la escuela y la comunidad; b) ejes de interés que espontáneamente manifieste el
niño, induzcan sus cuidadores inmediatos o provengan de los acontecimientos de su
momento histórico o realidad cultural: y, c) proyectos específicos a nivel vacacional o escolar.
En el modelo propuesto se define la estimulación como:

Conjunto de actividades que promueve el cuidador en el hogar, la


escuela y la comunidad con el fin de proporcionar al niño las
experiencias de estimulación que necesita para desarrollar al máximo su
potencial biológico y psicológico. Estas experiencias, al integrarse a la
rutina diaria, permiten a los niños avanzar progresivamente en
secuencias de destrezas de desarrollo cada vez más complejas y
eficientes y con base en ellas alcanzar una mejor adaptación personal,
escolar y social. (León, 1996)
En el ámbito familiar, el Modelo Octogonal ofrece una guía con el fin de que los padres y cuidadores
inmediatos puedan acompañar el proceso de desarrollo de su hijo (a) y registrar los resultados de sus
observaciones ante las actividades de estimulación que inicien con su hijo (a) en un Afiche de
Desarrollo Integral (León, 1995) con apoyo del libro Secuencias de Desarrollo Infantil. En contextos
educativos, dado el elevado número de niños en la escuela se utilizan versiones breves denominadas
Escalas de Funcionalidad que se limitan a un segmento de edad y a una selección de secuencias
relevantes para evaluar el desarrollo integral de niños con problemas de adaptación escolar, las
cuales se acompañan de un organizador que resume la relación entre las áreas de desarrollo integral
y las áreas de contenido del diseño curricular. En la comunidad, con base en la experiencia del
Modelo CEPE (León, 1987) - Un centro de psicología escolar en cada municipio -, en la actualidad
proponen la idea de la creación de centros de promoción del desarrollo humano integral a nivel local,
el cual promueva la integración de los esfuerzos de las organizaciones comunitarias y se apoya en
publicaciones divulgativas dirigidas a sensibilizar a la población y capacitar a padres y promotores
comunitarios. (Medina y León, 1995b, León, 2000), a la luz del Modelo Integrador del Desarrollo
Humano, plantea que sólo la intervención conjunta en los ámbitos familiar, escolar y comunitario,
orquestada por la intervención profesional con serio soporte técnico, permitirá unir los esfuerzos de
estimulación que realizan los adultos significativos de los niños, ofrecer un lenguaje común para
promover el desarrollo infantil en su contexto natural y servir de base para generar investigaciones
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aplicadas con significado regional útiles para retroalimentar la fundamentación tanto teórica como
aplicada del Modelo Octogonal y continuar uniendo esfuerzos a favor del desarrollo infantil integral y
la capacitación de sus adultos significativos

Definición de las Áreas de Desarrollo Infantil.


Aunque las áreas no son separables en la práctica, por razones explicativas y didácticas conviene
ofrecer una definición de cada una de estas:
Desarrollo Físico:
Proceso secuenciado de cambios en el crecimiento y la maduración, representado por parámetros
morfológicos y funcionales.
Desarrollo Motor:
Proceso de adquisición de destrezas cada vez más complejas en la actividad del cuerpo y de sus
movimientos.
Desarrollo Sexual:
Proceso biopsicosocial que determina la construcción de un modelo representativo y explicativo de la
sexualidad humana, cuya expresión cognitiva, emocional y conductual cristaliza en un patrón de
conducta sexual.
Desarrollo Cognitivo:
Proceso de cambios en los mecanismos que posibilitan el conocimiento y la adaptación al medio:
percibir, atender, discriminar, memorizar, conceptualizar, razonar, resolver problemas y tomar
decisiones.
Desarrollo Afectivo:
Proceso de cambios que permiten definir el sistema del yo, esto es, la interacción entre el
autoconcepto, el autocontrol y la autoestima.
Desarrollo Social:
Proceso de adquisición de destrezas que permiten al niño comportarse de conformidad con las
expectativas de sus grupos de referencia valiéndose por si mismo e interactuar adecuadamente con
personas de diferentes edades.
Desarrollo Moral:
Proceso de interiorización de normas morales, familiares, escolares y socioculturales, que después
de una elaboración personal, el niño transforma en un sistema de valores.
Desarrollo del Lenguaje:
Proceso de adquisición de un sistema lingüístico que permite al niño comunicarse consigo mismo y
con los demás.

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Estas ocho áreas de desarrollo están presentes desde que el niño nace, todas coexisten, pero para
cada periodo del ciclo vital unas áreas son más importantes que otras. Por ejemplo, el desarrollo
físico y motor en la infancia es más importante que el desarrollo moral y sexual. Para alcanzar las
destrezas de desarrollo descritas en cada área, el niño requiere de unas competencias orgánicas y de
una estimulación ambiental adecuada. Para algunas áreas del desarrollo, la estimulación es
predominantemente familiar y para otras, escolar; ambas ocurren en un medio cultural que facilita o
inhibe la adquisición de determinadas destrezas.
En el medio escolar (maternal, preescolar, primaria secundaria) surge el área académica como
indicadora de la efectividad y del grado de adquisición de las conductas de desarrollo esperadas para
su edad. Desafortunadamente, en nuestras escuelas solo se da importancia a la dimensión
académica, cognitiva y social, en la medida que los niños y niñas no molesten en el aula y cumplan
con todo lo que esperan los adultos. Pero si en la educación formal se comprendiera la importancia
de la interacción entre las ocho áreas de desarrollo y la necesidad de captar las diferencias
individuales del grupo de niños, la evaluación académica seria realmente el termómetro ideal para
controlar la calidad del desarrollo infantil integral.
En el MOIDI se plantea que para lograr la adquisición de la variedad de destrezas propuestas, es
fundamental la acción de dos procesos básicos que acompañan el desarrollo humano desde su
origen hasta su final: los procesos cognitivos y los procesos afectivos, eje vertical que permite a
los niños y niñas adquirir las destrezas a partir del desarrollo físico y de su relación con el ambiente
que lo rodea, especialmente con la figura de sus padres y maestros. Todos estos logros convergen en
el área de lenguaje que destaca su lugar prioritario como integrador de todo el desarrollo humano, ya
que este es el instrumento que facilita su relación con otras personas.
El buen desarrollo de las áreas cognitiva y afectiva representan la adecuada salud mental del ser
humano, la cual permite lograr su adaptación, entendida como: el proceso activo, progresivo y
móvil que conduce al niño o adulto a su realización frente al medio (León, 1987), este concepto
implica una estrecha interacción con la realidad socio-cultural donde se desenvuelve el ser humano,
definiendo sus patrones, creencias y símbolos.
Si los docentes y los padres recibiéramos el entrenamiento necesario para captar las diferencias
individuales en los alumnos y los hijos se podrían detectar tempranamente las distorsiones o deficits
en el desarrollo de estos, ante ellas, apoyados en sus fortalezas, debemos estimular las debilidades,
mediante actividades dirigidas en la rutina diaria del medio familiar y escolar utilizando los recursos
que ofrecen las comunidades organizadas.

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RESUMEN DE LAS SECUENCIA MOIDI

AREA SECUENCIA
FISICA 1. Talla
2. Peso.
3. Circunferencia Cefálica.
4. Circunferencia del brazo izquierdo.
5. Dentición.
6. Integracion neuropsicologica.
AREA MOTORA GRUESA 7. Cargado.
8. Acostado boca abajo.
9. Acostado boca arriba.
10. Sentado.
11. Parado/agachado.
12. Gateo.
13. Caminar.
14. Correr/pedalear.
15. Subir/trepar.
16. Saltar/brincar.
17. Sube escalera.
18. Baja escalera.
19. Equilibrio.
20. Patea pelota.
21. Lanza pelota.
22. Ataja pelota.
23. Derecha/izquierda.
AREA MOTORA FINA 24. Agarrar.
25. Encajar/enroscar/armar.
26. Rasgar.
27. Doblar papel.
28. Recortar.
29. Dibujo/escritura.
AREA SEXUAL 30. Identidad sexual.
31. Constancia de género.
32. Roles sexuales.
33. Reproducción.
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34. Función Sexual.
AREA COGNITIVA 35. Maraca.
36. Aro o móviles.
37. Objeto escondido.
38. Pastilla.
39. Imita modelo.
40. Cubos.
41. Figuras geométricas, clavijas y
conceptos.
42. Cuentos.
43. Rompecabezas y loto.
44. Partes del cuerpo y figura humana.
45. Seriación y cálculo.
AREA AFECTIVA 46. Interacción con familiares y extraños.
47. Apego-autonomía.
48. Si mismo.
49. Emociones.

AREA SOCIAL 50. Sonrisa.


51. Alimentación.
52. Control de esfínter.
53. Vestirse/desvestirse.
54. Aseo Personal.
55. Juego.
56. Música.
57. Interacción social.
58. Interacción con amigos.
59. Modales.
60. Comunidad.
AREA MORAL 61. Sensibilidad.
62. Bueno/malo.
63. Autocontrol.
64. Cooperar/competir.
AREA LENGUAJE 65. Sonidos
66. Comprension de Ordenes.
67. Señala.
68. Responde a…

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69. Gestos.
70. Expresa.
71. Nombra.
72. Canciones-cuentos.

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