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El Exilio de Celia Cruz fue algo muy doloroso que le afecto toda su vida.

Su exilio comenzó El 15 de julio de 1960, ya


iniciada la Revolución cubana dirigida por Fidel Castro, surgió un contrato para la Sonora Matancera en México. Celia
partió sin imaginarse que jamás volvería a pisar suelo cubano.

Celia decidió quedarse en el exilio debido a su oposición al régimen comunista, su conflicto con el gobierno Castrista
fue tan severo que inclusive censuraron y prohibieron su música en toda la Isla, también el mismo régimen cubano le
negó la posibilidad a Celia cruz de asistir al funeral de su madre

Todo este dolor la llevo a interpretar canciones de exilio con letras que reflejaban lo que ella sentía, la mayoría de
estas canciones fueron compuestas por otros músicos y algunas de estas letras habían sido escritas como canciones
de amor, sin embargo Celia las personalizo y convirtió en canciones del Exilio.

Aquí les dejo algunas de estas canciones con la letra para que escuchen y reflexionen.

Cuando Salí de Cuba

Nunca podré morirme,

mi corazón no lo tengo aquí.

Alguién me está esperando,

me está aguardando que vuelva aquí.

Cuando salí de Cuba,

dejé mi vida dejé mi amor.

Cuando salí de Cuba,

dejé enterrado mi corazón.

Late y sigue latiendo

porque la tierra vida le da,

pero llegará un día

en que mi mano te alcanzará.

Cuando salí de Cuba,

dejé mi vida dejé mi amor.

Cuando salí de Cuba,

dejé enterrado mi corazón.

Una triste tormenta

te está azotando sin descansar


pero el sol de tus hijos

pronto la calma te hará alcanzar.

Cuando salí de Cuba,

dejé mi vida dejé mi amor.

Cuando salí de Cuba,

dejé enterrado mi corazón.

Composición: Luis Aguil

Siento La Nostalgia De Palmeras

Siento la nostalgia de palmeras

de un danzón silbándome en la brisa

nostalgia de un mar azul y verde

con calidez de manos que acarician

Siento la nostalgia de palmeras

de un verdor que embriaga los sentidos

añoranza de montañas habitadas

por las flores que había en el paraíso

Siento la nostalgia de mi tierra

de una manera intensa, de una manera eterna

porque hasta el día que yo vuelva

siempre seré extranjera, siempre seré extranjera

Siento la nostalgia de palmeras

de un verdor que embriaga los sentidos

añoranza de montañas habitadas

por las flores que había en el paraíso

Siento la nostalgia de mi tierra

de una manera intensa, de una manera eterna

porque hasta el día que yo vuelva

siempre seré extranjera, siempre seré extranjera

Siento la nostalgia de palmeras

agitándose en el viento cual pañuelo


despidiéndose de mí, cuando me fui

cuando me vean llegar me reconocerán…

y me saludarán el día de mi regreso

“Siento la nostalgia de palmeras”, de Ángel Cucco Peña y Guadalupe Lupillo García

Por Si Acaso No Regreso

Por si acaso no regreso,

yo me llevo tu bandera;

lamentando que mis ojos,

liberada no te vieran.

Porque tuve que marcharme,

todos pueden comprender;

Yo pensé que en cualquer momento

a tu suelo iba a volver.

Pero el tiempo va pasando,

y tu sol sigue llorando.

Las cadenas siguen atando,

pero yo sigo esperando,

y al cielo rezando.

Y siempre me sentí dichosa,

de haber nacido entre tus brazos.

Y anunque ya no esté,

de mi corazón te dejo un pedazo-

por si acaso,

por si acaso no regreso.

Pronto llegará el momento

que se borre el sufrimiento;

guardaremos los rencores – Dios mío,

y compartiremos todos,

un mismo sentimiento.

Aunque el tiempo haya pasado,


con orgullo y dignidad,

tu nombre lo he llevado;

a todo mundo entero,

le he contado tu verdad.

Pero, tierra ya no sufras,

corazón no te quebrantes;

no hay mal que dure cien años,

ni mi cuerpo que aguante.

Y nunca quize abandonarte,

te llevaba en cada paso;

y quedará mi amor,

para siempre como flor de un regazo –

por si acaso,

por si acaso no regreso.

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Y si no vuelvo a mi tierra,

me muero de dolor.

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

A esa tierra yo la adoro,

con todo el corazón.

Si acaso no regreso,

me matará el dolor;

Tierra mía, tierra linda,

te quiero con amor.

Si acaso no regreso

me matará el dolor;

Tanto tiempo sin verla,

me duele el corazón.

Si acaso no regreso,

cuando me muera,

que en mi tumba pongan mi bandera.

Si acaso no regreso,
y que me entierren con la música,

de mi tierra querida.

Si acaso no regreso,

si no regreso recuerden,

que la quise con mi vida.

Si acaso no regreso,

ay, me muero de dolor;

me estoy muriendo ya.

Me matará el dolor;

me matará el dolor.

Me matará el dolor.

Ay, ya me está matando ese dolor,

me matará el dolor.

Siempre te quise y te querré;

me matará el dolor.

Me matará el dolor, me matará el dolor.

me matará el dolor.

Si no regreso a esa tierra,

me duele el corazón

Composición: Angie Chirino / Emilio Estefan, Jr

Te Busco

Al cielo una mirada larga

Buscando un poco de mi vida

Mis estrellas no responden

Para alumbrarme hacia tu risa

Olas que esfuman de mis ojos

A una legión de tus recuerdos

Me roban formas de tu rostro

Dejando arena en el silencio

Te busco perdida entre sueños


El ruido de la gente

Me envuelven en un velo

Te busco volando en el cielo

El viento te ha llevado

Como un pañuelo viejo

Y no hago mas que rebuscar

Paisajes conocidos

En lugares tan extraños

Que no puedo dar contigo

En cualquier huella te persigo (voy tras de ti)

En una sombra te dibujo (al recordar)

Huellas y sombras que se pierden (de la solidad)

La suerte no vino conmigo

Te busco…

Composición: Victor, Victor

BIOGRAFÍA DE CELIA CRUZ


Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, conocida artísticamente por el nombre de Celia
Cruz nació en La Habana, Cuba, el 21 de octubre del año 1925, y murió en Fort Lee, Nueva
Jersey, Estados Unidos, el 16 de julio del año 2003. Fue una distinguida cantante que
popularizó los estilos musicales tradicionales de Cuba como el son, son montuno,
guaguancó, rumba, guaracha y bolero. No obstante el ritmo en el que más se desempeñó
fue la salsa, llevándola a ser reconocida como una de las cantantes femeninas más destacadas
de Latinoamérica en el siglo XX y ostentar el apodo de La Reina de la Salsa.
Celia Cruz nació como la segunda mujer en un hogar humilde, perteneciente al barrio de Santos
Suárez, su padre Simón Cruz se desempeñaba como fogonero en los ferrocarriles, mientras que
su madre Catalina Alfonso Ramos, se encargaba de las labores del hogar. Su infancia y
educación la vivió rodeada de sus 3 hermanos y 11 primos. Sus primeras relaciones con la
música iniciaron con su actividad de nana con miembros más jóvenes de su familia, a los cuales
les cantaba canciones de cuna para arrullarles.

Su voz se dio a conocer fuera del ámbito familiar un día que mientras canta en la calle es
escuchada por un turista extranjero, este al quedar fascinado por el tono de voz de la niña y
verla que se encontraba descalza, la lleva consigo para comprarle un par de zapatos.
Posteriormente seguiría haciendo esto con el fin de calzar también a sus hermanos y primos.
Celia solía colarse a los cafés que ofrecían espectáculo de danza y canto para observar a través
de una venta a los artistas que se presentarían. El apoyo respecto a la música siempre estuvo
presente por el lado materno, sin embargo su padre no consentía esta práctica y esperaba que
Celia ejerciera de maestra. El camino sugerido por el padre fue aceptado hasta cierto punto, pues
finalizando la carrera Celia toma la decisión de abandonar los estudios y dedicarse enteramente a
su pasión por la música, iniciando por inscribirse al Conservatorio Nacional de Música.
Antes de finalizar sus estudios Celia Cruz ya participaba en espectáculos de baile y canto,
además de prestar su voz para programas radiales aficionados, entre estos: La Hora del Té y La
Corte Suprema del Aire. En repetidas ocasiones ganaba premios modestos como un pastel, una
cadena de plata, destacándose el premio de quince dólares por si interpretación del
tango Nostalgia. Posteriormente, hacia el año 1950 sería acogida para cantar en la Sonora
Caracas y la orquesta Matancera, en esta última reemplazaría a su antigua cantante Myrta
Silva. Otra actividad que realizó fue formar parte del espectáculo que recorrió tierras mexicanas y
venezolanas conocido como Las mulatas de fuego.

“No te aflijas, chico, ¡vive tu vida con sabor!”. Celia Cruz

Las canciones que compuso como Cao cao maní picao yBurundanga se perfilaron
prontamente como grandes éxitos, llevándola a Nueva York en 1957 para recibir su primera
condecoración de alto rango: un Disco de oro. En 1960, recibe junto a la orquesta Matancera un
contrato para presentarse en México, lamentablemente el mismo año surgió la Revolución
cubana, y tras su partida se le prohibió el reingreso a su patria. Un mes después de esto,
recibe la noticia del fallecimiento de su padre. En 1961, se traslada a Estados Unidos y se radica
ahí con su esposo Pedro Knight, quien tenía el cargo de trompeta en la orquesta.
En 1962, se le notifica el fallecimiento de su madre por causa de un cáncer terminal en la vejiga.
Tres años después cortaría relaciones con la orquesta Matancera para presentarse al mundo
como solista, en 1966 Pedro Knight haría lo mismo para convertirse en el representante de Celia
Cruz. Desde ese mismo año trabajarían en colaboración con Tito Puente, realizando cinco
álbumes. Lamentablemente, estos no contaron con la difusión esperada y sólo unos cuantos
temas llegaron a ser populares. Posteriormente, Celia firmaría un contrato con Vaya Records y
empezaría su inmersión en el ritmo de la salsa.

A partir de este punto empezó a catapultarse su imagen: hizo parte del grupo Fania All stars,
viajó realizando giras por distintos países, participó en diversos documentales, conoció otras
figuras musicales representativas de la salsa, compuso y colaboró con varios éxitos, ganó
múltiples premios y reconocimientos, entre otras muchas cosas. En el año de 2002 durante un
concierto comienza a sufrir de pérdida en el control del habla, descubriéndose que padecía de
cáncer cerebral. Tras saber esto, viaja inmediatamente a Estados Unidos y se practica una
cirugía para extirpar el tumor y recuperar el ritmo de su vida artística nuevamente.

¡Azúcaaar!
Pese a no recuperarse por completo de su afección compone el álbum Regalo del alma, se
presenta en los premios Grammy Latino en que es ganadora y participa en un musical cantando
en vivo La negra tiene tumbao. Finalmente, fallece la tarde del 16 de julio de 2003. Antes de
sepultarse sus restos, fueron enviados a Miami para recibir homenaje por parte de sus
admiradores cubanos durante dos días, luego de esto se les dio descanso en el Cementerio
Woodlawn del Bronx de Nueva York.

El exilio en la literatura hispanoamericana

El exilio ha dominado a lo largo del siglo XX la literatura hispanoamericana, tanto a un lado como al otro del
Atlántico. Esta condición anómala del escritor abarcó a españoles, argentinos, chilenos, uruguayos,
paraguayos, salvadoreños… entre muchos más. El exilio se manifestó en muchos de sus poemas, cuentos,
novelas o ensayos, y fue una característica que los acompañó el resto de su vida, incluso si pudieron
regresar a su país natal. Pues como muy bien definió Adolfo Sánchez Vázquez en su libro ¡Exiliado!, publicado
en México en 1977: “el exilio es un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza, una
puerta que parece abrirse y nunca se abre (…) el exiliado descubre con estupor, primero con dolor, después,
con cierta ironía más tarde, en el momento mismo en que objetivamente ha terminado su exilio, que el tiempo
no ha pasado impunemente, y que tanto si vuelve como si no vuelve, jamás dejará de ser un exiliado”.
Se suele emplear el nombre de exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en particular, por la situación en
que se encuentra la producción del libro y la acogida por el público lector. La literatura en el exilio conlleva un
doble sentido: en sentido esctricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del exilio; en
un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los autores desterrados. Pero el peor de los exilios para
cualquier escritor fue el exilio interior al que muchas veces se sometía su pensamiento y su obra, fuese o no
un exiliado real.
Es un hecho que la opresión, la censura y el miedo de los países nativos aplastaron in situmuchos jóvenes
talentos cuyas primeras obras tanto prometían. También lo es, el que los escritores exiliados en el extranjero
se mostraron en conjunto más fecundos que aquellos a quienes las condiciones internas acorralaban. Estos
escritores no solamente favorecieron su creación literaria y proyección internacional con el exilio, sino
que también se integraron en el contexto intelectual del país de acogida, de manera que su obra tuvo un gran
impacto e influencia posterior allí donde se publicaba. Es el caso, por ejemplo, de los escritores
del Boom latinamericano, García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar entre ellos, cuyas obras encontraron un
fuerte respaldo entre el sector editorial barcelonés, en las décadas de 1960 y 1970.
Para citar otro ejemplo en sentido opuesto, los escritores españoles que a finales de 1939 partieron de
Francia hacia México huyendo de los horrores de la guerra y de la persecución del franquismo, muchos de
la generación del 27 como Juan Rejano o Luis Cernuda, encontraron un hogar donde expresarse y crecer
intelectualmente. Tal es así que su herencia literaria enriqueció el acervo cultural mexicano, creándose una
serie de amistades y proyectos editoriales entre intelectuales de ambos países.
La influencia mutua entre los contextos culturales del país natal y del país de acogida no se limitó al mundo
literario, sino que trascendió al panorama político o cinematográfico. Sin embargo no fue un camino fácil, pues
para muchos de ellos las palabras fue el único vínculo que conservaron con el país de origen, siendo una
constante en su obra la obsesión por la patria perdida. En palabras de Julio Cortázar: “El escritor
exiliado es alguien que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de
los casos de una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas
y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por
la ciudad. El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra
connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es
una muerte que se sigue viviendo conscientemente“
Julio Cortázar, nacido el 25 de agosto de 1914 en Bruselas, gracias a la brújula de una cigüeña

desorientada. Más despistado quedé yo cuando leí –entre las docenas de tributos que le están

rindiendo en todas partes– el título de la monumental exposición que hasta el 24 de octubre le

dedica en Barcelona la Casa América Catalunya: “Cortázar en Casa”. ¿En qué casa? ¿La “Casa

tomada” del cuento que en 1947 le publicó Borges en la revista Los Anales de Buenos Aires? ¿La de

París, Bánfield, Chivilcoy, Mendoza? No, la de Barcelona (?). Así que puesto a indagar las razones

domiciliarias por las que bautizaron así la muestra, leo que obedece a “la intensa relación que

mantuvo el escritor con la ciudad de Barcelona”. Ah..., ninguna dirección ni código postal, porque

hasta donde se sabe, Cortázar nunca tuvo casa en Barcelona. ¿O sí? Bueno, vivió un par de años

cuando apenas empezaba a caminar. Y sin embargo, la muestra es la más atractiva de las que andan

dando vueltas en estos días por ochenta mundos –y eso que en Buenos Aires habrá al menos tres

esforzadas iniciativas como las del Museo Nacional de Bellas Artes, la de la Casa Nacional del

Bicentenario y la del Museo del Libro y de la Lengua, donde ya puede recorrerse “Rayuela. Una
muestra para armar”.

Pero la de Barcelona, alimentada por la generosidad de su viuda y albacea Aurora Bernárdez, en

colaboración con Carles Alvarez Garriga, tiene cartas, fotos, manuscritos, objetos personales... Allá,

“en casa”, están todas las cosas que uno puede ver pasando las páginas de Cortázar de la A a la Z ,

el diccionario biográfico ilustrado que Alfaguara editó para el centenario. Pero claro, es como ver El
jardín de las delicias en una postal.

Será que el cronopio mayor tenía razón cuando en su poema “La Patria” escribió, resignado: “Ser
argentino es estar lejos”.
JULIO CORTAZAR

Los amantes
¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva


hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,


empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.


Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos
El encubridor
Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.

Entonces quiere cambiarse como una figurita,


el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.

A ratos se pregunta como pudo esperar


todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.

A fojas uno, si, pero cuidado:


un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.

Aparte que no olvida,


porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta
Antes, después
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio

aunque no haya huella ni presagio


como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna

como la caricia a la mano


aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
Objetos Perdidos
Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome

pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta


donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.

Mendoza, Argentina 1944

La mufa
Vos ves la Cruz del Sur,
respirás el verano con su olor a duraznos,
y caminás de noche
mi pequeño fantasma silencioso
por ese Buenos Aires,
por ese siempre mismo Buenos Aires.
La patria

Esta tierra sobre los ojos,


este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.

Pobres negros.

Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,


dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos, Fangio solo, tenientes
primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.

Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,


te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.
Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche
1950 año del Libertador, etc.
Y si el llanto te viene a
buscar...
De un tango

Y si el llanto te viene a buscar


agarrálo de frente, bebé entero
el copetín de lágrimas legítimas.
Llorá, argentino, llorá por fin un llanto
de verdad, cara al tiempo
que escamoteabas ágilmente,
llorá las desgracias que creías ajenas,
la soledad sin remisión al pie de un río,
la culpa de la paz sin mérito,
la siesta de barrigas rellenas de pan dulce.
Llorá tu infancia envilecida por el cine y la radio,
tu adolescencia en las esquinas del hastío, la patota,

el amor sin recompensa,


llorá el escalafón, el campeonato, el bife vuelta y vuelta,
llorá tu nombramiento o tu diploma
que te encerraron en la prosperidad o la desgracia
que en la llanura más inmensa te estaquearon
a un terrenito que pagaste
en cuotas trimestrales.

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