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FINANCIERAS

Las financieras son entidades por lo general con ánimo de lucro destinadas a la captación
y colocación de dinero del público, personas naturales o jurídicas. Las financieras son
intermediarios de servicios de ahorro y préstamo, fundamentales para la economía de las
sociedades y su crecimiento. Las financieras también se denominan Bancos, Cajas de
Ahorro, Cooperativas, Fiduciarias, y Compañías de Financiamiento Comercial, en donde
los Bancos son las financieras que más servicios prestan a los clientes, con los de ahorro
y crédito, los de moneda extranjera, fiducia, giros, remesas, transferencias entre cuentas,
la misma cuenta corriente, los cajeros automáticos, la banca móvil, banca virtual, y todos
los que involucren movimiento y administración del dinero por parte de las financieras.

Usos y aplicaciones de las financieras:

Las financieras se usan para ingresar o retirar dinero, propio o prestado, para aumentarlo,
trasladarlo, custodiarlo, recaudarlo y pagarlo. Las aplicaciones de las financieras se
relacionan con los servicios de intermediación financieras del dinero para poder cumplir
con su misión de captación, colocación, custodia y manejo del dinero, en efectivo o con
medios plásticos, electrónicos y virtuales.

Diferencia entre las financieras públicas y las financieras privadas:

Aunque la principal diferencia entre las financieras públicas y privadas es el origen del
capital, la composición de los socios y la elección del presidente y junta directiva, también
se presentan diferencias en la orientación de los servicios y mercado objetivo, ya que en
el caso de las entidades controladas por el gobierno, la orientación de los servicios es el
de apoyar las políticas económicas y los sectores que requieren más apoyo, como
pueden ser la agricultura o la ganadería o la construcción o sectores industriales
neurálgicos y tradicionales de cada país

Clasificación de las financieras:

Las financieras se pueden clasificar según el origen de capital, en públicas, privadas y


mixtas. Respecto de su objeto social, las financieras pueden ser: comerciales, de
negocios o industriales. De acuerdo con la especialización en servicios, las financieras
pueden ser de ahorro y crédito, de negocios internacionales, banca electrónica y virtual,
financieras de consumo o empresarial, financieras de primero o de segundo piso, de
cubrimiento local o nacional, de financiación de vivienda o de carros, y financieras de
inversión.

Características de las financieras:

La principal misión de las financieras es guardar y custodiar el dinero depositado por los
clientes a través de sus diferentes productos, cuentas corrientes, cajas de ahorro,
depósitos a plazo, y las diferentes alternativas de inversión. Para ello, las financieras se
estructuran alrededor de oficinas y sucursales, el teléfono, el portal de internet, las
terminales de autoservicio, los puntos de venta en los comercios, los medios de pago y
los representantes no bancarios, para acercar y facilitar los servicios de las financieras
con los clientes. En forma paralela, las financieras prestan el dinero captado por
intermedio de sus productos, tarjetas de crédito, créditos de libre destinación, de carro,
vivienda, y de más alternativas de financiación. La misma estructura de oficinas de las
financieras se utiliza para ofrecer estos servicios y en algunos casos se utilizan sucursales
especializadas.

¿Cómo seleccionar las mejores financieras?

El primer atributo para seleccionar las mejores financieras son la solidez, respaldo, y la
garantía de que tu dinero estará en las mejores manos. El siguiente factor importante de
las financieras es la calidad, calidez y afinidad en el servicio que ofrecen, para que te
sientas bien y cómodo. Le sigue en el análisis de elección de las financieras, el que
ofrezcan los productos que necesitas y como los requieres, así como el menor y mejor
precio que cobren por ellos, comparado con otras financieras. No menos importante será
la disponibilidad y facilidad de acceso a los servicios y productos de las financieras.

Beneficios de las financieras:

Los beneficios de las financieras legalmente constituidas y vigiladas por la


superintendencia bancaria, son el garantizar que su dinero esté protegido y a salvo, que le
cumplan las promesas realizadas e intereses pactados por las financieras en el campo del
ahorro e inversión, que la calidad de servicio sea superior, que tus necesidades sean
satisfechas todo el tiempo por las financieras gracias al amplio portafolio de servicios y
canales de distribución, y que las financieras te puedan prestar el dinero cuando así lo
requieras. Al mismo tiempo, las financieras te servirán de referencia y recomendación
para sus operaciones comerciales.

Estructura organizacional

El sistema financiero guatemalteco se encuentra organizado bajo la estructura de Banca


Central. Su organización es la siguiente:

 Junta Monetaria.
 Banco de Guatemala.
 Superintendencia de Bancos.
 Bancos del Sistema.
 Financieras.
 Aseguradoras.
 Afianzadoras.
 Almacenes Generales de Depósito.
 Otras Instituciones.
ALGUNAS FINANCIERAS EN GUATEMALA

GRUPO FINANCIERO DE OCCIDENTE:

Grupo Financiero de Occidente (GFO) es un equipo de profesionales que proporcionan


servicios financieros innovadores diseñados conforme a los requerimientos individuales
de cada cliente.

GFO se compromete día con día a estar un paso adelante de la industria financiera y al
mismo paso con las necesidades de sus clientes.

Grupo Financiero de Occidente está conformado por seis empresas, todas


comprometidas a brindar servicios especializados:

Financiera de Occidente, S.A. Occidente International Corporation, Seguros de Occidente,


S.A., Tarjetas de Crédito de Occidente S.A., Fianzas de Occidente, S.A... Asesores
Bursátiles de Occidente, S.A., Con más de un siglo de experiencia, Grupo Financiero de
Occidente garantiza el mejor respaldo y experiencia para satisfacer sus necesidades
financieras.

FINANCIERA SUMMA:

Financiera Summa, S.A. es una sociedad financiera privada, independiente de grupo


financiero, regulado y supervisado por la Superintendencia de Bancos de Guatemala,
facultada para actuar acorde a los lineamientos dictados por la Ley de Sociedades
Financieras y la Ley de Bancos y Grupos Financieros de Guatemala.

Financiera Summa, S.A. es una institución intermediaria financiera especializada en


operaciones de banca de inversión, que apoya a las empresas productivas en Guatemala
a través de las diferentes modalidades de financiamiento.

Financiera Summa, S.A., es dentro del sistema de financieras guatemaltecas, una de las
siete financieras independientes de grupos financieros, y una de las cuatro instituciones
financieras enfocadas en nichos específicos de mercado.

Especialmente, Financiera Summa, S.A. se dedica las operaciones de financiamiento de


descuento de facturas o factoring y a las operaciones de confianza en operaciones
fiduciarias.

WESTRUST BANK:

Es un Banco regulado domiciliado en Nassau, bajo las leyes y supervisión del Banco
Central de Bahamas autorizado ante la Superintendencia de Bancos de Guatemala.

Westrust Bank (Int`l) Ltd. es miembro del grupo Financiero más grande de Guatemala:
Corporación BI.

Westrust Bank (Int`l) Ltd. representa una solución a la necesidad de servicios accesibles y
eficientes de banca internacional.
• Confidencialidad

Westrust Bank (Intl.) se especializa en Banca Internacional Privada y Corporativa, bajo


estrictas normas de confidencialidad para sus clientes.

• Seguridad

Westrust Bank (Int.) Ltd. mantiene adecuados niveles de capital y un temperamento


conservador, con la misión de ofrecer seguridad a sus clientes. El Banco cuenta con el
respaldo de Corporación BI.

• Rentabilidad

Westrust Bank (Intl.) ofrece rendimientos atractivos con máxima seguridad a clientela
seleccionada. • Ventana a la Banca Internacional

Los mercados cada vez más competitivos y globales, exigen tener acceso dinámico a
servicios de banca internacional. Así mismo, los patrimonios arduamente logrados son
constantemente sometidos a los cambios económicos, en su búsqueda de dos
condiciones esenciales: seguridad y rentabilidad.

Westrust Bank (Intl.) es su ventana a la banca internacional.

Misión:

Ofrecer seguridad, rentabilidad y confidencialidad… con servicio personalizado.

ALMACENES GENERALES

Los Almacenes Generales de Depósito -que para los efectos de esta ley y de sus
reglamentos se denominan simplemente "Almacenes"- son empresas privadas, que tienen
el carácter de instituciones auxiliares de crédito, constituidas en forma de sociedad
anónima guatemalteca, cuyo objeto es el depósito, la conservación y custodia, el manejo
y la distribución, la compra y venta por cuenta ajena de mercancías o productos de origen
nacional o extranjero y la emisión de los títulos-valor o títulos de crédito a que se refiere el
párrafo siguiente, cuando así lo soliciten los interesados. Sólo los Almacenes Generales
de Depósito pueden emitir Certificados de Depósito y Bonos de Prenda, los cuales serán
transferibles por simple endoso. Los primeros acreditan la propiedad y depósito de las
mercancías o productos y están destinados a servir como instrumento de enajenación,
transfiriendo a su adquiriente la propiedad de dichas mercancías o productos. Los Bonos
de Prenda representan el contrato de préstamo con la consiguiente garantía de las
mercancías o productos depositados, y confiere por sí mismos los derechos y privilegios
de un crédito prendario. Las operaciones autorizadas a los Almacenes Generales de
Depósito pueden versar sobre mercancías o productos individualmente especificados,
como cuerpo cierto; sobre mercancías o productos genéricamente designados, siempre
que sean de una calidad y de un tipo homogéneos, aceptados y usados en el comercio;
sobre mercancías o productos homogéneos depositados a granel en silos o recipientes
especiales, adecuados a la naturaleza de lo depositado; sobre mercancías o productos en
proceso de transformación o beneficio o de producción; y sobre mercancías o productos
no recibidos aún en bodegas de los almacenes, pero que se hallen en tránsito
comprobado hacia ellas.

HISTORIA.

Desarrollo de los Almacenes Generales de deposito en Guatemala

En Guatemala, en la epoca colonial se desarrollaron los almacenes generales de


deposito; establecimientos oficiales que recibieron el nombre de pósitos. "Estos
establecimientos se dedicaban a comprar maiz, trigo y otros cereales para venderlos en
epocas de escasez y no perseguian fines de lucro.

"La legislacion guatemalteca se situa en el año 1877, como primer antecedente en el cual
se promulgo el Codigo de Comercio, pues en este se trata por primera vez de los
almacenes generales de deposito".

"No es sino hasta el 21 de mayo de 1925 cuando se emitió la Ley de instituciones de


Crédito y su constitución, la cual está contenida en el Decreto Legislativo Numero 1406.
Esta ley al reglamentar las operaciones de los almacenes generales de depósito, los llega
a considerar como instituciones de credito cuyo objeto principal era el deposito, la
conservacion y la custodia de mercancias y efectos”.

Mas adelante, los almacenes generales de deposito llegaron a consolidarse, con la


constitucion u organizacion del departamento de almacenes de deposito del Credito
Hipotecario Nacional el cual fue integrado como una dependencia de esa institución.

Capital y Vigilancia.

El capital mínimo de los Almacenes debe ser de doscientos cincuenta mil quetzales
(Q.250,000.00); la constitución de la respectiva empresa no está sujeta a autorización
previa ni a otros trámites que no sean legalmente aplicables a cualquiera otra sociedad
anónima; y para el comienzo de sus operaciones sólo se requiere dictamen favorable de
la Superintendencia de Bancos y autorización de la Junta Monetaria, los cuales deben
darse siempre que los organizadores interesados comprueben que han cumplido con las
disposiciones de esta Ley y sus Reglamentos.

Todo Banco puede suscribir y poseer acciones de un Almacén hasta por un valor total de
diez por ciento (10%)de su propio capital pagado y reservas legales; y los directores o
funcionarios de los Bancos pueden ser directores o funcionarios de los Almacenes y
viceversa.

Corresponde al Organismo Ejecutivo dictar las normas reglamentarias de esta Ley, por
conducto de los Ministerios de Economía y Agricultura, a propuesta de la Junta Monetaria
y con previa audiencia a los Almacenes autorizados para operar en el país, y a la
Superintendencia de Bancos le compete la vigilancia de los Almacenes con el exclusivo
objeto de estimular su desarrollo, garantizar su solvencia y los intereses del público
depositante y evitar que funcionen como tales los que no se ajusten a las disposiciones de
la presente Ley y sus Reglamentos.

Los almacenes contribuirán al sostenimiento de la Superintendencia de Bancos con una


cuota fija anual que determinará la Junta Monetaria, a propuesta razonada de la
Superintendencia de Bancos y tomando en consideración los costos que para esta
entidad represente la vigilancia antes indicada.

TIPOS DE ALMACENES GENERALES DE DEPÓSITO

Hay varios tipos de Almacenes Generales de Depósito: Almacén de depósito, fiscal y


financiero.

Almacén de Depósito: Los almacenes de depósito son los que tienen por objeto el
almacenamiento, guarda o conservación, manejo, control, distribución o comercialización
de bienes o mercancías bajo su custodia o que se encuentren en tránsito, amparados por
certificados de depósito y el otorgamiento de financiamientos con garantía de los mismos.
Sólo los almacenes estarán facultados para expedir certificados de depósito y bonos de
prenda. Se destinan a recibir depósitos de cualquier clase de mercancías y realizan las
demás actividades a que se refiere la Ley, a excepción del depósito fiscal y del
otorgamiento de financiamiento.

Depósito Fiscal: Los que además de realizar las actividades del almacén de depósito,
pueden recibir mercancías en el régimen de depósito fiscal el cual se refiere a mercancías
que producen del exterior o han sido producidas en el país para ser vendidas en el
extranjero y por las cuales no se han cubierto todavía los impuestos correspondientes,
sino que se pagarán al retirarse los bienes del almacén. Estos almacenes están sujetos al
control de las autoridades aduaneras de conformidad con la ley de la materia.

Depósito Financiero: Son los que además de estar facultados para realizar las
actividades del almacén de depósito y del depósito fiscal, otorgan financiamiento sobre las
mercancías que tienen en custodia.

Funciones:

 Prestar servicios técnicos para la conservación y el buen mantenimiento de la


mercancía.
 Otorgar financiamiento con garantía de las mercancías depositadas.
 Procesos de incorporación de valor agregado o la transformación, reparación y
ensambles de las mercancías a fin de aumentar su valor.
 Prestar el servicio de Apoderado Aduanal y algunos almacenes pueden operar
como depósito fiscal para el diferimiento de los impuestos derivados de la
importación.
 Expedir Certificados de Depósito y Bonos de Prenda sobre las mercancías
depositadas o en tránsito, como garantía a terceros, así como para la obtención de
financiamiento con garantía prendaria.
Otras Funciones.

Además de las funciones que se especifican en la presente ley o que determinen sus
Reglamentos, los almacenes Generales de Depósito pueden:

a) Expedir los mismos títulos-valor, sobre mercancías o productos en tránsito,


siempre que el depositante y el acreedor prendario lo soliciten y se responsabilicen
de las pérdidas o mermas que puedan ocurrir, que los productos o mercancías
estén asegurados a satisfacción del almacén y que los documentos de porte se
emitan o endosen a favor de este último;
b) Negociar los títulos que emitan, de conformidad con esta ley, por cuenta de los
respectivos depositantes; y avalar el pago de Bonos de Prenda que emitan, por un
máximum del 60% del valor real de los productos o mercancías, en cuyo caso, si
hubiere mora, los almacenes quedan obligados a vender directamente, sin más
trámite, los bienes pignorados, por un precio que cubra su responsabilidad; y
gozan de un plazo no menor de sesenta días para el pago, contado desde el
vencimiento del título;
c) Colaborar en la importación o exportación de mercancías o productos, por cuenta
ajena, tramitando los documentos correspondientes siempre que los trámites se
refieran exclusivamente por su orden, a mercancías o productos que van a ser
depositados o que estén depositados en el almacén de que se trate;
d) Colaborar con los productores que sean sus clientes en la obtención del
financiamiento necesario para estimular las exportaciones guatemaltecas;
e) Coadyuvar en la transformación o beneficio de las mercancías o productos
depositados, a fin de aumentar su valor, sin variar sustancialmente su naturaleza,
por cuenta del respectivo depositante y previa solicitud escrita de éste;
f) Colaborar con empresas industriales en la importación de materias primas,
elaboradas o semielaboradas, para ser procesadas en el país por dichas
empresas, con obligación de exportar los correspondientes artículos
manufacturados. En uno u otro caso los almacenes se deben limitar a actuar por
cuenta y en nombre de tales fabricantes y a cerciorarse de que la mano de obra
nacional se incorpore a las materias primas extranjeras. Para que dichos
fabricantes no cubran derechos de importación sobre esas materias primas, deben
emplear trabajadores guatemaltecos en la proporción mínima legal y no vender
esos productos elaborados dentro del territorio nacional. Para este último efecto, el
dueño de dichas materias primas debe contar con el respaldo de un almacén o
con la fianza que éste determine, expedida por una empresa afianzadora
autorizada para operar en el país. Los mencionados productos elaborados pueden
ser vendidos en Guatemala, previo pago de los derechos aduanales e impuestos
correspondientes, salvo que el fabricante goce de alguna exoneración legal
temporal, concedida conforme a las leyes que estén en vigor;
g) Almacenar mercancías o productos terminados que no hayan pagado derecho de
importación, a cuyo efecto el reglamento debe determinar las precauciones que
deben observar los almacenes para salvaguardar los intereses del Fisco. En estos
casos los bienes almacenados quedan pignorados de pleno derecho, a favor del
Estado y con preferencia absoluta sobre cualquier otro gravamen, por el monto de
las sumas adecuadas al Fisco; y a su debido tiempo si no se cubrieren los
mencionados derechos de importación, los almacenes quedan obligados a vender
directamente, sin más trámite, los bienes pignorados, para con su producto cubrir,
en primer término, las acreedurías a favor del Estado y los gastos del almacenaje
y, si hubiere sobrante, para ponerlo a la orden de los depositantes;
h) Recibir mercaderías en consignación, para entregarlas parcial o totalmente a sus
destinatarios, previo pago de su valor y de las comisiones y gastos incurridos;
i) Actuar como corresponsales de otras instituciones análogas, especialmente de
almacenes constituidos en otros países del Mercado Común Centroamericano;
j) Exigir el seguro que a su juicio sea necesario, sobre las mercancías o productos
depositados o, en proceso de depósito y tomarlo por cuenta ajena;
k) Proceder a la venta directa o al remate de los bienes depositados, en los casos
que esta ley determina;
l) Prestar todos los servicios técnicos necesarios para garantizar la conservación y
salubridad de las mercancías o productos depositados;
m) Rendir al Ministerio de Economía los datos estadísticos globales que se les
soliciten, para evitar acaparamiento, con fines especulativos de mercancías o
productos;
n) Gestionar créditos para los depositantes, sin responsabilidad para los almacenes;
o) Otorgar crédito directo a los depositantes, hasta por el veinte por ciento del valor
de mercado de las mercancías o productos en proceso de depósito o ya
depositados, exclusivamente para financiar los gastos que se ocasionen por
concepto de transporte, seguros, empaques, limpieza y desecación de dichas
mercancías o productos. A este efecto, los almacenes han de anotar el monto del
crédito en los respectivos Certificados de Depósito;
p) Prestar servicios de inventario a sus clientes, en relación a las mercancías o
productos depositados, a cuyo efecto debe darse fe a lo que sobre el particular
certifiquen conjuntamente, bajo su responsabilidad, el representante legal y el
auditor del respectivo almacén; y
q) Efectuar todas las demás operaciones complementarias que tengan relación con
su objeto y que no contravengan las disposiciones legales que fueren aplicables.

ALMACENES EXISTENTES EN GUATEMALA:

ALSERSA

Distribución Y Transporte Servicios Y Logística Bodegas Refrigeradas.

Almacenaje en cuartos fríos, bodegas fiscales, generales, predio para vehículos,


distribución, administración de inventarios, aduana interna y fiscal, bono de prenda y
bodega habilita.
ALMACENADORA INTEGRADA

Corporacion BI

Alquiler De Cuartos Fríos Almacenes De Depósito Almacenajes

Almacenaje:

Soluciones de logística, centro de distribución, servicio de báscula, bodegas frías, archivo


de documentos, administración de inventarios, aduana central, almacén general y fiscal.

BOLSA DE VALORES

La bolsa de valores es una organización privada que brinda las facilidades necesarias
para que sus miembros, atendiendo los mandatos de sus clientes, introduzcan órdenes y
realicen negociaciones de compra y venta de valores, tales como acciones de sociedades
o compañías anónimas, bonos públicos y privados, certificados, títulos de participación y
una amplia variedad de instrumentos de inversión.

El mercado de capitales constituye un mecanismo de ahorro e inversión que sirve de


respaldo a las actividades productivas y la Bolsa es una institución apropiada para lograr
este objetivo.

La negociación de los valores en los mercados bursátiles se hace tomando como base
unos precios conocidos y fijados en tiempo real, en un entorno seguro para la actividad de
los inversores y en el que el mecanismo de las transacciones está totalmente regulado, lo
que garantiza la legalidad, la seguridad y la transparencia.

Las bolsas de valores fortalecen al mercado de capitales e impulsan el desarrollo


económico y financiero en la mayoría de los países del mundo, donde existen en algunos
casos desde hace siglos, a partir de la creación de las primeras entidades de este tipo
creadas en los primeros años del siglo XVII.

La institución Bolsa de Valores, de manera complementaria en la economía de los países,


intenta satisfacer tres grandes intereses:

El de la empresa, porque al colocar sus acciones en el mercado y ser adquiridas por el


público, obtiene de este el financiamiento necesario para cumplir sus fines y generar
riqueza.

El de los ahorradores, porque estos se convierten en inversores y pueden obtener


beneficios (aunque también pueden no obtenerlos, ya que como toda inversión es un
riesgo) gracias a los dividendos que les reportan sus acciones.

El del Estado, porque ─también en la Bolsa─ el Estado dispone de un medio para


financiarse y hacer frente al gasto público, así como adelantar nuevas obras y programas
de alcance social.

Los participantes de la Bolsa son básicamente los demandantes de capital (empresas,


organismos públicos o privados y otras entidades), los oferentes de capital (ahorradores,
inversionistas) y los intermediarios.

La negociación de valores en las bolsas se efectúa a través de los miembros de la bolsa,


conocidos usualmente con el nombre de corredores, operadores autorizados de valores,
sociedades de corretaje de valores, casas de bolsa, agentes o comisionistas, según la
denominación que reciben en cada país, quienes hacen su labor a cambio de una
comisión. En numerosos mercados, otros entes y personas también tienen acceso parcial
al mercado bursátil, como se llama al conjunto de actividades de mercado primario y
secundario de transacción y colocación de emisiones de valores de renta variable y renta
fija.

Hoy día, los sistemas de bolsas de valores funcionan con unos métodos de pronóstico
que permiten a las corporaciones y a los inversores tener un marco de cómo se
comportará el mercado en el futuro y por ende tomar buenas decisiones de cartera. Estos
sistemas funcionan a base de datos históricos y matemáticos.

Para cotizar sus valores en la Bolsa, las empresas primero deben hacer públicos sus
estados financieros, puesto que a través de ellos se pueden determinar los indicadores
que permiten saber la situación financiera de las compañías. Las bolsas de valores son
reguladas, supervisadas y controladas por los Estados nacionales, aunque la gran
mayoría de ellas fueron fundadas en fechas anteriores a la creación de los organismos
supervisores oficiales.

Existen varios tipos de mercados: el mercado de dinero o mercado monetario, el mercado


de valores, el mercado de opciones, futuros y derivados financieros, y los mercados de
productos. Asimismo, pueden clasificarse en mercados organizados y mercados de
mostrador.
Las bolsas de valores

Características

 Rentabilidad: La rentabilidad financiera es un proceso en el que el inversor intenta


recuperar su dinero con un valor añadido.
 Seguridad: La Bolsa es un mercado de renta variable, es decir, los valores van
cambiando de valor tanto al alza como a la baja y todo ello conlleva un riesgo.
Este riesgo se puede hacer menor si se mantienen títulos a lo largo del tiempo,
con lo que la probabilidad de que la inversión sea rentable y segura es mayor. Por
otra parte, conviene diversificar la compra de títulos, esto es, adquirir más de una
empresa.
 Liquidez: facilidad que ofrece este tipo de inversiones de comprar y vender
rápidamente.

Participantes

 Intermediarios: casas de bolsa, agentes de bolsa, sociedades de corretaje y bolsa,


sociedades de valores y agencias de valores y bolsa.
 Inversionistas:
o Inversionistas a corto plazo, que arriesgan mucho buscando altas
rentabilidades.
o Inversionistas a largo plazo, que buscan rentabilidad a través de
dividendos, ampliaciones de capital y otras estrategias.
o Inversionistas adversos al riesgo, que invierten preferiblemente en valores
de renta fija del Estado, en muchos casos de baja rentabilidad como por
ejemplo letras del Tesoro o bonos.
 Empresas y estados, empresas, organismos públicos o privados y otras entes.

Funciones económicas

Las bolsas de valores cumplen entre otras las siguientes funciones:

 Canalizan el ahorro hacia la inversión, contribuyendo así al proceso de desarrollo


económico.
 Ponen en contacto a las empresas y entidades del Estado necesitadas de
recursos de inversión con los ahorradores.
 Confieren liquidez a la inversión, de manera que los tenedores de títulos pueden
convertir en dinero sus acciones u otros valores con facilidad.
 Certifican precios de mercado.
 Favorecen una asignación eficiente de los recursos.
 Contribuyen a la valoración de activos financieros.

Por otra parte, las bolsas están sujetas a los riesgos de los ciclos económicos y sufren los
efectos de los fenómenos psicológicos que pueden elevar o reducir los precios de los
títulos y acciones, siendo consideradas un instrumento de medición del impacto de los
acontecimientos económicos, políticos y sociales y por eso se dice que las bolsas son o
pueden ser un barómetro del comportamiento de las economías de los países.

El término “bolsa de comercio”

En algunas ciudades, por razones históricas, algunos de estos centros de transacción son
conocidos con el nombre de "Bolsa de Comercio", por ejemplo en Buenos Aires y en
Santiago, pero en realidad lo que se negocia son valores y no mercancías ni otros activos,
y por eso la mayoría se denominan “bolsa de valores”.

Supervisión, regulación y funcionamiento

En la mayoría de los países es necesaria la aprobación de la Comisión o


Superintendencia Nacional de Valores, según sea el caso, para que títulos o certificados
privados puedan ser negociados en la bolsa. Generalmente los títulos públicos, emitidos
por los gobiernos, no requieren tal autorización.

Estos organismos cumplen funciones de supervisión, regulación y control de bolsas de


valores, cajas de valores, corredores de valores, asesores de inversión, empresas
emisoras de valores, contadores y calificadoras de riesgo, entre otras entidades y
personas. Sin embargo, cuando los mecanismos de control fallan, pueden producirse
desastres financieros como el de 1929. Conviene señalar que las crisis de los mercados
bursátiles, financieros y de crédito llevan a promulgar nuevas leyes y normativas para
lograr un funcionamiento más seguro de los mercados.

Bolsas de derivados y de materias primas

Desde hace muchos años existen otras entidades, igualmente reguladas y controladas
por las comisiones de valores, que sirven de escenario para la transacción de derivados.
En los mercados de derivados, se contratan y negocian instrumentos como futuros,
opciones y swaps. Un ejemplo es el Mercado Oficial de Futuros y Opciones Financieros
en España.

Bolsas agrícolas

Constituyen otro tipo de bolsas de insumos y productos agropecuarios, como Bolpriaven


de Venezuela, donde se negocian contratos de compra venta de productos, insumos y
servicios de origen o destino agropecuario y certificados ganaderos, certificados de
depósito y bonos de prenda, entre otros instrumentos, de manera regulada y bajo
supervisión de la Comisión Nacional de Valores.

EL MERCADO ESTADOUNIDENSE

NYSE Euronext

NYSE Euronext es una corporación estadounidense-europea con fines de lucro, que


opera múltiples valores bursátiles, principalmente en la Bolsa de Valores de Nueva York
(New York Stock Exchange, NYSE), el europeo Euronext, y el NYSE Arca (anterior red de
transacciones Archipelago Exchange que operaba especialmente en Chicago). NYSE
Euronext nació en 2007 de la fusión de la NYSE con Euronext.

Euronext era una gran bolsa de valores europea, surgida de la fusión de las bolsas de
París, Ámsterdam, Bruselas, Lisboa y Oporto y del London International Financial Futures
and Options Exchange (LIFFE).

NYSE Euronext es actualmente, sin duda, la principal plaza financiera mundial. Sólo la
Bolsa de Nueva York cuenta con un volumen anual de transacciones de 21 mil millones
de dólares, incluyendo los 7,1 mil millones de compañías no estadounidenses.

En noviembre de 2013, InterContinental Exchange (ICE) completó la adquisición de NYSE


Euronext, creando la principal red mundial de mercados regulados y sistemas de
compensación.

NASDAQ

NASDAQ ('National Association of Securities Dealers Automated Quotation') es la bolsa


de valores electrónica y automatizada más grande de los Estados Unidos, con más de
3.800 compañías y corporaciones. Tiene más volumen de intercambio por hora que
cualquier otra bolsa de valores en el mundo.[cita requerida]

Tiene listadas más de 7.000 acciones de pequeña y mediana capitalización. Se


caracteriza por comprender las empresas de alta tecnología en electrónica, informática,
telecomunicaciones, biotecnología, y muchas otras más. Sus índices más representativos
son el Nasdaq 100 y el Nasdaq Composite. Su oficina principal está en Nueva York y su
actual director ejecutivo es Robert Greifeld.

Fue fundada por la National Association of Securities Dealers (NASD) y se privatizó en


una serie de ventas en el 2000 y el 2001. Pertenece y es operada por la compañía
NASDAQ Stock Market, la cual fue listada en su propio sistema de intercambio accionario
en el 2002 (NASDAQ: NDAQ).

La Nasdaq tiene su raíz en la petición del Congreso de los Estados Unidos a la comisión
que regula la bolsa (Securities and Exchange Commission, SEC) de que realizara un
estudio sobre la seguridad de los mercados. La elaboración de este informe detectó que
los mercados no regulados eran poco transparentes. El SEC propuso su automatización y
de ahí surgió el NASDAQ Stock Market, cuya primera sesión se llevó a cabo el 8 de
febrero de 1971.

Entre 1997 y 2000, impulsó a 1.649 empresas públicas y en el proceso generó 316,5
miles de millones de dólares. Después de una profunda reestructuración en el 2000,
Nasdaq se convirtió en una empresa con fines de lucro y totalmente regida por
accionistas. Actualmente continúa incrementando su capacidad en el volumen de
transacciones, siendo capaz de transaccionar 6 mil millones de acciones en un día. Hoy
día, la sede de Nasdaq está alojada en un edificio del Times Square en Nueva York y se
ha convertido en una atracción turística para los visitantes que acuden a la ciudad.
Otros

Mención aparte merecen algunos mercados transaccionales como la Chicago Mercantile


Exchange, fundada en 1848. Esta bolsa es líder en negociación de contratos a futuro en
el comercio de bienes básicos agrícolas y también ha incursionado en la negociación de
futuros sobre bienes básicos agrícolas ya que si ustedes ven la bolsa de valores hoy en
día ha caído mucho, porque no hay ni oferta ni demanda de perecederos y bienes básicos
no agrícolas.

En 1975, la Bolsa de Comercio de Chicago introdujo el primer contrato a futuro sobre un


activo financiero y a partir de entonces ha sido pionera en la negociación de futuros sobre
títulos y notas del Tesoro Americano, índices accionarios y otros. En 1982 se comenzaron
a realizar opciones sobre contratos futuros.

Otro de los más importantes mercados de este tipo, también estadounidense, es el Nueva
York Mercantile Exchange. Fundado en 1872 para negociar queso, manteca, y huevos,
cambió su énfasis para cubrir contratos de futuros en platino, paladio, y energía (petróleo
crudo, gasolina, etc.), así como también opciones en algunos de sus contratos. Sus dos
divisiones principales son un mercado de cambio de monedas y un mercado de materias
primas.

ENTIDADES MUTUALISTAS

Existen muchas empresas en las que el titular residual es el cliente,(mutuas o


cooperativas de consumo o vivienda). Legalmente, se denominan mutuas a las de
seguros pero cooperativas a las de consumo o vivienda. Los beneficios que se obtengan
se destinan a reducir el precio que los clientes pagan por el producto que les suministra la
empresa de la que son propietarios.

En cierto sentido, una mutua es la respuesta simétrica del mercado a un monopolio de


oferta. Si hay un monopolista en un mercado, los consumidores sometidos a él podrían
ponerse de acuerdo y “comprar” al monopolista eliminando así la explotación y las
ineficiencias asociadas al monopolio. Si eso no ocurre es porque los costes de acción
colectiva de los consumidores del producto monopolizado para ponerse de acuerdo y
comprar la empresa monopolística son muy elevados (todos los consumidores
individualmente preferirán que sean otros los que acaben con el monopolio para
aprovecharse de su fin pero sin contribuir a la labor – free riding). La alternativa a comprar
la empresa monopolística – cuando ni siquiera haya aparecido – es que los clientes se
pongan de acuerdo para auto suministrarse el producto o servicio. De este modo, una
mutua de los habitantes de una ciudad para proveerse de servicios de luz, agua o teléfono
o de servicios bancarios puede explicarse como un caso en el que dichos costes no han
sido tan elevados como para impedir el acuerdo. Obsérvese que la mutua es la forma
natural de organización en estos casos porque la posición de cada uno de los miembros
es una y única: la de cliente del monopolista.

Así las cosas, es probable que florezcan las mutuas (i) en sectores de oferta
monopolística y, en general, (ii) en sectores donde el conflicto entre accionistas y
acreedores sea muy intenso y, por tanto, exista un fallo de mercado tan brutal que otras
formas de empresa fracasen en la prestación de los servicios correspondientes. No es de
extrañar, pues, que la prestación de servicios como el teléfono o la electricidad se
organizara en forma de mutua cuando eran actividades que se consideraban “monopolios
naturales”. Es frecuente que los ayuntamientos o gobiernos locales, en general, presten
estos servicios si no son los propios ciudadanos los que toman la iniciativa v., para una
comparación entre lo que ocurrió a principios de siglo con la provisión de electricidad y lo
que sucede ahorra con la extensión del acceso a internet en el medio rural, Rooselvet
dijo, en 1932 que la propiedad colectiva de una compañía eléctrica podía estar justificada
en casos extremos como éstos, es decir, cuando el mercado no presta adecuadamente
los servicios (piénsese que los Estados Unidos siempre vieron con recelo la participación
pública en la actividad económica:

“Yo compararía el derecho de la gente a ser la propietaria y a gestionar su compañía de


electricidad con una buena vara, que se deja en el armario y se saca de él solo cuando el
niño se comporta tan mal que una mera regañina no sirve de nada”

También son frecuentes las empresas mutualistas cuando el Estado privatiza una
actividad y le “encarga” a una empresa privada la gestión de un servicio esencial para un
determinado sector. En tal caso, es probable que el Estado obligue a que en el
accionariado de dicha sociedad participen todos los futuros clientes. Piénsese, por
ejemplo, en la compañía dueña de la red de transporte de electricidad o de los
oleoductos/gaseoductos (Ley 34/1998, de 7 de octubre, del sector de hidrocarburos) o en
las sociedades titulares de las bolsas (Ley del Mercado de Valores). Y tampoco es
extraño que en el sector financiero, donde la reserva fraccionaria facilita sobremanera la
explotación de los depositantes por parte de los accionistas o gestores, hayan florecido
las mutuas. Al igual que ocurre con las cooperativas, a menudo las empresas controladas
por sus clientes adoptan una forma distinta de la mutua, esto es, son sociedades de
capital y, singularmente, agrupaciones de interés económico.

Los costes iniciales de organizar una empresa como una mutua son más elevados que los
de organizar una sociedad anónima o limitada

La razón es que los mutualistas soportan elevados costes de acción colectiva porque han
de ser muy numerosos y han de poder coordinarse para constituir la mutua. Y se necesita,
normalmente, de un “emprendedor” que coordine a esos clientes. Pero estos fundadores
que organizan una cooperativa o una mutua en lugar de una sociedad anónima no
retienen una parte significativa de los beneficios de la empresa, sino que estos se
comparten entre los cooperativistas o mutualistas.

“En consecuencia, a menos que el emprendedor tenga una preferencia intensa por el
bienestar de los demás o a no ser que la cooperativa proporcione ventajas excepciones
en relación con la propiedad capitalista, no se fundarán cooperativas”.
No es extraño que sean instituciones sin ánimo de lucro o filántropos sociales los que
están en el origen de muchas cooperativas o mutuas. Y que twitter no se haya convertido
en una mutua propiedad de sus usuarios.

Sin embargo, los mercados generan incentivos para crear cooperativas precisamente
como solución a fallos de mercado que hacen que las empresas capitalistas sean menos
eficientes, como los que hemos descrito más arriba. En efecto, nada impide que el
emprendedor obtenga beneficios que superen los costes de emprender, sobre todo, en
términos de dispersión del riesgo. Los beneficios personales pueden derivar de su
condición de administrador de la cooperativa o de prestador de servicios a la cooperativa
(lo que podía haber hecho Uber respecto a los taxistas). Las cooperativas de vivienda, por
ejemplo, son iniciadas normalmente por un promotor inmobiliario que organiza a los
particulares interesados en adquirir una y que se beneficia del precio que cobra a la
cooperativa por la prestación de servicios de gestión. Además, ser gestor de la
cooperativa le permite iniciar otros negocios por su cuenta. Y, del lado de los costes, no
necesita financiación – que adelantan los cooperativistas – ni asume riesgos. La mayoría
de los emprendedores – piénsese en los médicos que forman un hospital – pueden
obtener una parte sustancial de los beneficios por vías distintas al reparto de los
dividendos. Además, las cooperativas y las mutuas suelen ser negocios de gestión muy
sencilla, lo que reduce los costes de los fundadores.

En todo caso, la forma de sociedad anónima o limitada es tan flexible que puede imbuirse
de los principios cooperativistas, simplemente, organizando el capital de modo que cada
accionista tenga una acción y, por lo tanto, un voto y previendo un mercado interno para
las participaciones. Así están organizados muchos clubes deportivos con la ventaja de
que se atribuye la propiedad de las instalaciones a los socios que retienen así la cuota de
liquidación correspondiente.

Las cooperativas de proveedores existen por las mismas razones que mueven a las
empresas a integrarse verticalmente: el mercado puede estar dominado por los
compradores (cfr. la relación entre agricultores o ganaderos e industria agroalimentaria) o
hay economías de escala (en la adquisición de insumos o en la prestación de servicios a
los productores) o de producción conjunta (esto es, de realizar bajo una misma empresa
determinadas actividades de producción y transformación o distribución) o hay que
realizar inversiones específicas para incrementar la eficiencia de la producción por parte
de los proveedores que no puede conseguirse a través de contratos con la empresa
transformadora.

En fin, las empresas mutualistas tienden a ser más longevas que las capitalistas. En la
medida en que los miembros carecen de derechos en la liquidación o sus derechos de
propietarios son limitados, tienen también menos incentivos para liquidar la cooperativa.
LAS MUTUAS SE HAN DESARROLLADO ESPECIALMENTE EN EL SECTOR
FINANCIERO: SEGUROS Y BANCA

Así, los titulares residuales de la Mutua Madrileña Automovilista son sus mutualistas-
clientes, de forma que los beneficios que la actividad aseguradora produzca se destinan o
deberían destinarse a disminuir la prima anual que han de pagar como contrapartida a la
cobertura del riesgo de accidente automovilístico. En el caso de los seguros, parece
razonable tener en cuenta, además, los aspectos relativos al riesgo y a la iliquidez.
Mientras que en una compañía de seguros que sea una sociedad anónima, el riesgo se
traslada –previa distribución – de los asegurados a los accionistas, que pueden
diversificarlo en el mercado de capitales, en las mutuas, el riesgo se distribuye entre los
mutualistas pero no se traslada a terceros. Cabe esperar, pues, que las mutuas sean más
escrupulosas en la selección de los riesgos que cubren (en la selección de los que
admiten como mutualistas) que las sociedades anónimas de seguros. Además, el
mutualista ha de ser compensado, en comparación con el accionista, por la iliquidez de su
posición como propietario ya que no puede deshacerse de esta condición sin perder,
simultáneamente la condición de asegurado.

Así, las mutuas no se desarrollaron en el comercio marítimo precisamente porque los


riesgos a los que estaban sometidos los mutualistas – los riesgos del comercio por mar –
no eran homogéneos.

Los bancos de carácter mutualista surgen con dos estructuras de propiedad: bancos de
depósito y bancos de crédito. Los bancos de depositantes surgen para proporcionar a las
clases más bajas una posibilidad de invertir sus ahorros. No son auténticas mutuas
porque los depositantes carecen de verdaderos derechos de control y acceso a los
rendimientos residuales aunque son beneficiarios de la actividad del banco porque los
excedentes se destinan a mejorar la retribución de sus depósitos. Por eso pueden
calificarse como mutuas débiles. Así, en el caso de las Cajas de Ahorro, los depositantes
no tenían derecho a recibir en dinero los excedentes acumulados por la Caja ni a recibir
una cuota de liquidación en caso de que la Caja fuera disuelta y extinguida ni a transmitir
su posición en la Caja ni a transformar la Caja en una sociedad anónima en la que ocupar
la posición de accionistas. Esta estructura de propiedad era eficiente para resolver un
problema contractual muy severo existente en el siglo XIX y era el conflicto agudo
existente entre depositantes y propietarios de un banco. Los propietarios del banco tienen
incentivos para destinar los depósitos a estrategias arriesgadas de inversión que, si salen
bien, les enriquecen y, si salen mal, se traducen en que los depositantes pierden sus
depósitos. Aún más, en el caso de mercados incipientes, los que controlan el banco
tienen incentivos para saquearlo directamente quedándose con los depósitos. La solución,
pues, pasa por eliminar el conflicto eliminando la dualidad de posiciones: desaparecen los
accionistas (el banco no es de nadie) y, según los casos, la empresa se convierte en una
empresa sin ánimo de lucro subjetivo de forma que no hay nadie a quien repartir las
ganancias de estrategias arriesgadas.

Los bancos mutualistas en sentido fuerte (cuando los mutualistas son titulares residuales)
surgen como instituciones de crédito para sus miembros, es decir, los dueños del banco
son los que reciben préstamos del banco. Los mutualistas participan en la gestión (un
hombre, un voto) y tienen derecho a una cuota en caso de liquidación del banco. La
responsabilidad ilimitada por las deudas de la cooperativa de crédito de todos sus
miembros y la intransmisibilidad de las acciones de las que cada miembro ostentaba una
única favorecían extraordinariamente el conservadurismo en la gestión de la empresa
común (recuérdese que los bancos son empresas muy endeudadas porque tienen
reservas fraccionarias). Cada miembro – responsable de las deudas generadas por los
otros miembros – tenía todos los incentivos para ser muy exigente en la selección de
nuevos miembros y en la supervisión de los créditos que se otorgaran a sus consocios; de
ahí que fuera trascendental que se compartiesen, entre los miembros, muchas
características (eran todos comerciantes de la región o, en zonas económicas más
grandes, eran todos comerciantes de un ramo), de modo que el control recíproco fuera
poco costoso. Estos bancos no eran instituciones de depósito, es decir, no captaban
fondos del público en general, sino que eran más bien empresas que ayudaban a los
comerciantes a financiar su actividad (crédito comercial): los comerciantes pagaban a
plazo a los fabricantes y cobraban a plazo de los clientes. El plazo lo proporcionaba un
banco mediante el descuento de los documentos cambiarios que entregaba el
comerciante al fabricante o el que recibía del cliente. Los comerciantes locales estaban,
pues, muy interesados en evitar que el banco local – a menudo, en posición de monopolio
– persiguiera una estrategia arriesgada de maximización de los beneficios. La forma de
resolver el conflicto pasaba por dar al banco forma mutualista o adquirir acciones en el
banco – si éste tenía la forma de sociedad anónima – y presionar para que las reglas de
funcionamiento del banco asegurasen una gestión conservadora y prudente. Hansmann y
Pargendler explican así, por ejemplo, la extensión de las limitaciones al número de votos
que podía emitir un accionista en los estatutos de sociedades bancarias.

En España, tenían este carácter las Cajas Rurales, que financiaban los créditos a sus
miembros con aportaciones – también en forma de créditos – de sus miembros o, más
frecuentemente, de terceros como el Banco de España. No es extraño que, en la
actualidad, los llamados “bancos de pobres” y el microcrédito en general que se ha
desarrollado notablemente en algunos países subdesarrollados adopten una estructura
semejante y que reciban aportaciones de capital de donantes y no sólo de los propios
recipiendarios de los préstamos.

Lo que la mutua no elimina son los conflictos de los mutualistas con los gestores y los
conflictos de los mutualistas entre sí

Cuando el número de mutualistas es elevado, la gestión de la mutua se encarga a


especialistas en gestión, con lo que nacen los costes de agencia propios de cualquier
organización en la que hay separación entre propiedad y control. La típica entidad
mutualista está gobernada por un Consejo de Administración que se perpetúa
sustituyéndose sus miembros por cooptación por razones obvias. En sentido contrario, los
miembros del consejo de administración de una mutua son, a menudo, independientes en
el sentido de que no participan directamente en la gestión (no son ejecutivos) por lo que
su reputación puede llevarles a defender de forma efectiva los intereses de los
mutualistas. En principio, los gestores tienen incentivos para ser muy conservadores en lo
que a la asunción de riesgo por la mutua se refiere ya que, si la mutua quiebra, los
gestores pierden normalmente la totalidad de sus ingresos. Consecuentemente, y al igual
que los administradores de sociedades anónimas abiertas, los gestores serán más
aversos al riesgo que los propios mutualistas que pueden tener sus inversiones
diversificadas. Cabe deducir, por tanto, que las mutuas sobrevivirán en ámbitos en los que
los costes de vigilar y controlar a los gestores (costes de agencia) sean pequeños, bien
porque el número de mutualistas sea pequeño o bien porque la gestión no sea
discrecional.

Los gestores de una mutua, al igual que los administradores de una sociedad anónima
abierta no soportan el control por parte de los mutualistas porque no hay, por definición,
mutualistas que tengan un número de votos suficiente para influir sobre las decisiones (la
regla es “un mutualista, un voto”). Tampoco están controlados por el mercado de capitales
donde el mutualista descontento pueda vender su participación en la mutua, porque la
condición de mutualista no es libremente transmisible. Consecuentemente, tampoco hay
intentos de adquisición por terceros (Opas hostiles) sobre una mutua. Además, hay un
conflicto entre administradores y mutualistas respecto al crecimiento y las inversiones de
la mutua. Los mutualistas no querrán que aumente el número de mutualistas porque
tendrán que repartir con ellos las reservas acumuladas desde la fundación de la mutua
pero los gestores, en la medida en que su salario sea proporcional al tamaño de la mutua,
querrán que ésta crezca todo lo posible. Se comprenderá, igualmente, que un problema
de gobierno corporativo de capital importancia en el caso de las mutuas sea el del control
de la autocontratación (self-dealing) por parte de los gestores.

Sobre todo, la competencia en el mercado de productos en el que está activa la mutua


protege a los mutualistas. Si un mutualista observa que otra empresa de la competencia
que no es una mutua ofrece una póliza de seguro más barata o más interés para sus
ahorros, abandonará la mutua con más o menos facilidad en función de sus derechos
sobre las reservas. Las mutuas que no sean eficientes perderán clientela y acabarán por
desaparecer.

Los costes de adoptar decisiones y los conflictos de los mutualistas entre sí se reducen si
el producto o servicio que presta la mutua es estándar. Así ocurre en aquellos sectores,
como el de los seguros, donde todos los asegurados/socios tienen una participación
idéntica en la mutua – un mutualista/una póliza de seguro – y donde todos los beneficios
se destinan a reducir el coste de la prestación del servicio a los mutualistas (no a pagar
dividendos a los mutualistas) y donde la gestión del negocio no exige tomar muchas
decisiones discrecionales a los administradores. Por el contrario, si los intereses de los
mutualistas son heterogéneos

Por ejemplo, una decisión del Consejo de la mutua (de la primera compañía de seguros
de incendio de viviendas de los EE.UU) de la que derivó que se dejaran de asegurar las
casas rodeadas de árboles, porque éstos entorpecían los esfuerzos de los bomberos,
causó tanto descontento entre algunos miembros que, al final, crearon una nueva mutua
aseguradora para dar ese tipo de cobertura pagando un suplemento adicional – la Mutual
Assurance Company, cuyo símbolo es un árbol verde

Igual ocurre si los beneficios residuales se reparten de forma distinta a una reducción del
coste del bien o servicio: la intensidad del conflicto de intereses entre mutualistas se
incrementa. Si las mutuas repartieran parte de los beneficios en forma de dividendos, los
intereses de los mutualistas podrían entrar en contradicción. Unos estarían más
interesados en maximizar los beneficios de la empresa y otros en minimizar el coste del
seguro, contradicción que se ampliaría exponencialmente si la mutua prestara servicios a
terceros no mutualistas o si existieran, junto a los socios mutualistas, socios no
mutualistas o si la mutua entra en negocios que requieran un talento gestor muy elevado.

Por otro lado, el reparto equitativo de los beneficios se hace mucho más costoso
conforme se diversifica la participación de cada uno de los mutualistas en la sociedad
hasta el punto de hacer arbitraria cualquier desmutualización que atribuya las nuevas
acciones a los antiguos mutualistas.

Otra característica que favorece la eficiencia de la forma cooperativa o mutualista de


empresa es la vinculación a largo plazo de los clientes. En el caso de los seguros de vida,
el contrato entre el cliente-mutualista y la mutua es un contrato de largo plazo.

En el caso de los bancos, los conflictos crecen cuando junto a los depositantes aparecen
los prestatarios como miembros de la mutua y se exacerba cuando las entidades de
depósito y crédito se convierten en “bancos completos” y empiezan a prestar dinero en
formas muy diversas y a individuos muy diversos y en cuantías muy superiores a su
capital. Mientras que los depositantes preferirán maximizar el tipo de interés que reciben
por sus depósitos y maximizar la seguridad de que recuperarán éstos (lo que les lleva a
preferir estrategias de bajo riesgo que no pongan en peligro la solvencia de la entidad),
los prestatarios preferirán minimizar el tipo de interés que les cobra el banco-cooperativa
por los créditos y, en la medida en que el proyecto para el que solicitan financiación sea
arriesgado, desearán que la entidad adopte una política más agresiva de préstamos que
la que desearían los depositantes. Este conflicto puede minimizarse si los depositantes y
los prestatarios pertenecen todos ellos al mismo grupo de interesados, por ejemplo,
porque la cooperativa sólo otorgue crédito a los miembros de la misma (o sea, a los
depositantes) y todos los depositantes tengan semejantes intereses en lo que a los
créditos se refiere, es decir, todos estén interesados en obtener el crédito y en
condiciones semejantes. Naturalmente, el conflicto fundamental se plantea entre los
depositantes y los accionistas del banco.

Cuando el nivel de riesgo de la actividad bancaria desciende, se intensifica la


competencia entre bancos y se incrementa la regulación pública de control de riesgos, los
clientes “abandonan” la propiedad de los bancos que se convierten en sociedades
anónimas capitalistas “normales”, esto es, controladas exclusivamente por sus
accionistas. En definitiva, muchos de los bancos eran mutuas con forma de sociedad
anónima.

Cuando la mutua se enfrenta a la contradicción de intereses entre sus mutualistas, la


respuesta de la entidad puede ser (i) la de maximizar las ganancias y (ii) la de
desmutualizarse o (iii) privar de derechos de propiedad a los mutualistas. Muchas de las
mutuas del sector bancario o de seguros han acabado transformándose en sociedades
anónimas o en fundaciones.

Próxima al tipo de la mutua se encuentra la sociedad de garantía recíproca (SGR)

Se trata de una sociedad mutua (los socios se agrupan para obtener afianzamiento
cuando piden un crédito) con forma de sociedad anónima. La causa del contrato –
mutualista – explica sus peculiaridades en relación con la sociedad anónima. En efecto,
en una mutua de seguros, el mutualista es, a la vez, cliente – tomador/asegurado – y
propietario. En la SGR el socio es, a la vez, deudor afianzado y propietario. El socio de
una SGR paga un precio por la garantía que es inferior al que tendría que pagar si
recurriera al mercado.

La garantía recíproca no es un negocio sostenible porque la diversificación que se logra


(ya que no van a resultar impagados todos los créditos afianzados por la SGR a la vez) no
protege en el caso de riesgos catastróficos, esto es, que una recesión económica que
afecte a la Economía en general provoque una elevación general de los impagos y que
los acreedores ejecuten en masa las garantías otorgadas por las sociedad de garantía
recíproca. De ahí que, como ocurriera con las cooperativas rurales de crédito, su
supervivencia dependa de la existencia de “socios protectores” – Administraciones
Públicas – que aportan fondos a la SGR.

También constituyen organizaciones peculiares las que sirven a la inversión colectiva,


típicamente, los fondos de inversión.

Los inversores son denominados “partícipes” aunque, en realidad, no tienen la condición


de socios de una persona jurídica. Su posición jurídica es mucho más parecida a la del
comprador de un bien que a la del miembro de una organización. Según el art. 3 de la Ley
de Instituciones de Inversión Colectiva (LIIC), lo peculiar de un fondo de inversión es que
la gestión del patrimonio aportado por los inversores está encargada a una sociedad
gestora que “ejerce las facultades de dominio sin ser propietaria del fondo” pero que no
tiene la “posesión” de los fondos – que están en manos de una tercera entidad
denominada depositario” sin que los propietarios del fondo puedan influir en las
decisiones de la sociedad gestora (v., art. 5 y 6 LIIC). A cambio de esta falta de “voz” y de
derechos de participación, la Ley otorga a los partícipes un derecho absoluto de
separarse, esto es, de recuperar su inversión en cualquier momento y sin necesidad de
alegar razón alguna para hacerlo (art. 5.3 a y 12.2 LIIC). Con el fin de garantizar la
vigencia incondicionada de este derecho, la sociedad gestora ha de invertir en activos
líquidos, esto es, realizables inmediatamente de modo que se pueda determinar el “valor
liquidativo” de cada participación en cualquier momento. La vigilancia de la conducta de la
sociedad gestora se logra limitando legalmente la discrecionalidad de su actuación (no
hay business judgment), regulando legalmente su remuneración; imponiéndole
obligaciones de información estandarizadas y atribuyendo a la autoridad administrativa
que supervisa los mercados de valores facultades muy amplias de intervención en la
actividad de las sociedades gestoras.

La separación entre sociedad gestora y el fondo (los activos que forman el fondo se
entregan al depositario) garantiza a los inversores que no quedan sometidos a los riesgos
de la actividad de la primera, lo que hace suficiente protección de los inversores la
posibilidad de retirar en cualquier momento su inversión. La gestión de los fondos se pone
en manos de especialistas – en manos de la sociedad gestora – con lo que los inversores
consiguen las ventajas de la especialización entre propiedad y control de las inversiones.
Además, el fondo no puede adquirir deudas ni celebrar contratos a largo plazo que
dificulten su liquidación. En fin, los inversores pueden diversificar su inversión –
adquiriendo participaciones en distintos fondos – ajustando ésta al nivel de riesgo
deseado y la sociedad gestora puede obtener las economías de escala si gestiona,
simultáneamente, una pluralidad de fondos. El coste es, naturalmente, el de los conflictos
de interés entre fondos cuando la remuneración del gestor sea mayor en unos que en
otros. En el caso de las sociedades de inversión colectiva (SICAV), las participaciones en
el fondo se sustituyen por participaciones sociales normalmente líquidas bien porque
coticen en un mercado, bien porque la sociedad esté obligada a adquirirlas reduciendo su
capital.

La iniciativa para la constitución del fondo procede de la entidad gestora, de modo que
ésta ha de realizar una suerte de oferta pública para convencer a los inversores de que
adquieran participaciones en el fondo. La separación patrimonial entre la gestora del
fondo y el fondo es absoluta, de modo que los acreedores de la primera no pueden atacar
los activos que constituyen el fondo para cobrarse una deuda contra aquélla. Los
inversores tampoco participan en los beneficios que obtenga la sociedad gestora. No
siendo titulares residuales, los partícipes no ostentan derechos residuales ni en cuanto a
los resultados de la gestora ni en cuanto a las decisiones de ésta. Se logra así optimizar
la asignación de la propiedad y el control, ya que los partícipes son los que pueden
diversificar y son un grupo muy homogéneo, lo que reduce los conflictos entre partícipes y
facilita la toma de decisiones pero, sobre todo, los hace fungibles y su derecho de
separación les hace reacios a invertir en vigilar a los gestores (si no les gusta como están
invirtiendo su dinero, siempre pueden pedir recuperar su inversión). Como no realizan
inversiones específicas (su inversión vale lo mismo dentro y fuera del fondo), no necesitan
un “mecanismo de gobierno” en la terminología de Williamson de su relación con la
entidad gestora. En términos de doctrina de los property rights, la casi perfecta definición
de los derechos de los partícipes, que no pueden verse afectados por los gestores, hacen
más apropiado, para regular la relación entre ambos, recurrir a las reglas más simples de
los contratos de intercambio en lugar de hacerlo a las más complejas del Derecho de
Sociedades. En efecto, los partícipes pueden “observar” perfectamente la conducta de los
gestores gracias al valor de liquidación y reaccionar – separándose del fondo – sin
necesidad de contar ni con el consentimiento ni – siquiera – con la necesidad de
comunicarse con los gestores. Dice Morley que si dos fondos tienen los mismos activos,
tienen el mismo valor de liquidación. Sin embargo, pueden tener diferentes comisiones y
sus gestores ser de diferente calidad. En un caso así, los rendimientos esperados en el
futuro de uno y otro fondo han de ser también diferentes. Sin embargo, el valor liquidativo
es el mismo y los partícipes no necesitan “votar” para “echar” a los gestores malos o que
cobran comisiones excesivas. Les basta con liquidar su participación e invertir en otro
fondo idéntico pero con mejores gestores o comisiones más bajas. Si el coste de cambiar
es muy reducido (V., el art. 5.3 a) y b) Ley 35/2003) los partícipes no necesitan de un
derecho de voto para agregar sus preferencias respecto de la forma de gestión de sus
fondos ni, por tanto, para “completar el contrato” con los gestores o con los demás
partícipes.

La diferencia entre una participación en un fondo y la participación en una sociedad


anónima – la acción – es notable. Las acciones de dos sociedades que tengan
exactamente los mismos activos, pero sus administradores cobren una remuneración
diferente y sean diversas también su competencia y honradez, no tendrán un idéntico
valor de cotización. Por dos razones (en comparación con los fondos): la primera es que
la composición de los activos de las sociedades anónimas no permite determinar a diario
la cuota de liquidación que le correspondería a cada socio (los activos no son realizables
inmediatamente, las deudas tampoco vencen inmediatamente.) y la segunda es que, en
consecuencia, la cuantía de la cuota de liquidación depende de la conducta de los
administradores de la sociedad. Dicho de otro modo, los partícipes no necesitan coordinar
su actuación para protegerse frente a la expropiación por parte de los gestores, lo que sí
han de hacer los accionistas de una sociedad de capital disperso.

Estas características de los fondos de inversión no están presentes en grado tan extremo
en los demás vehículos de la inversión colectiva. Por ejemplo, en el caso de las
inversiones a través de private equity, la forma organizativa es la de una sociedad
comanditaria en la que el socio colectivo es el gestor (rectius, una sociedad creada para
tal fin por el gestor) y los inversores son socios comanditarios. Aunque la posición del
socio comanditario es la de un socio “no gestor”, las limitadas posibilidades de “salida” del
inversor y, sobre todo, la naturaleza de las inversiones que realiza el gestor, hacen que el
voto y el derecho de información tengan mayor valor para los inversores que en el caso
de un fondo de inversión.
Constitución Política de la República de Guatemala, artículos 132 y 133.
Ley Orgánica del Banco de Guatemala, Decreto 16-2002 del Congreso de la República.
Ley Monetaria, Decreto 17-2002 del Congreso de la República.
Ley de Supervisión Financiera, Decreto 18-2002 del Congreso de la República.
Ley de Bancos y Grupos Financieros, Decreto 19-2002 del Congreso de la República.
Decreto Número 26-2008 del Congreso de la República (Fijación de dibujos principales y
color dominante de los billetes de doscientos, de quinientos y de un mil quetzales).
Ley de Especies Monetarias Conmemorativas, Acuerdo Número 32-2008 del Congreso de
la República.
Ley de Sociedades Financieras Privadas, Decreto Ley 208.
Ley de Bancos de Ahorro y Préstamo para la Vivienda Familiar, Decreto 541 del Congreso
de la República.
Ley de Almacenes Generales de Depósito, Decreto 1746 del Congreso de la República.
Ley de Libre Negociación de Divisas, Decreto 94-2000 del Congreso de la República.
Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros Activos, Decreto 67-2001 del Congreso de la
República.
Ley para Prevenir y Reprimir el Financiamiento del Terrorismo, Decreto 58-2005 del
Congreso de la República.
Ley de la Actividad Aseguradora, Decreto 25-2010 del Congreso de la República.
Ley de Garantías Mobiliarias, Decreto 51-2007 del Congreso de la República.
Ley Orgánica del Presupuesto, Decreto 101-97 del Congreso de la República.
Ley de Mercado de Valores y Mercancías, Decreto 34-96 del Congreso de la República.
Código de Comercio, Decreto 2-70 del Congreso de la República.
Ley Orgánica del Instituto de Fomento Municipal, Decreto 1132 del Congreso de la
República.
Ley Orgánica del Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas, Decreto 1448 del
Congreso de la República.
Ley General de Cooperativas, Decreto 82-78 del Congreso de la República.
Otras leyes civiles.

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