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Docente: Heredia
Año: 2°
Unidad 1: América latina entre la maravilla y el desencanto
Cultura Náhuatl
En la zona “Náhuatl”, o mexicana, la civilización se edificó sobre la base de las aportaciones de
pueblos diferentes, entre los cuales los toltecas fueron los primeros. En México se elevan grandes
ciudades santuarios, debido a que la expresión artística de estos pueblos se encuentra estrechamente
vinculada a la religión. Teotihuacán es la ciudad más antigua de los toltecas, adoradores del sol y de
la luna y sobre todo de Quetzalcóatl, dios del aire.
Hacia el siglo XIII hicieron su aparición en el territorio mexicano, procedente del Norte, los
aztecas, perteneciente por su origen a los chichimecas. Los aztecas se establecieron en Chapultepec
y desde ahí siguieron hacia el Sur, conducidos por su divinidad principal, Huitzilopochtli, dios de la
guerra, y acabaron fundando Tenochtitlan, sobre la laguna y comienzo del siglo XV Tlacaelel logró
fortalecer la presencia azteca, tras una serie de conquistas, una época dorada para su pueblo,
valiéndose de la alianza con los estados de Texcoco y de Tacuba. Tlacaelel tomo de la tradición tolteca
los mitos fundamentales, como la leyenda de los soles, honró como dioses a Huitzilopochtli y Coatlicue,
su madre, pero también a Quetzalcóatl, iniciando así la expansión azteca que desemboco en el
sometimiento militar de los pueblos circundantes (Toltecas, Otomíes, Tlascaltecas y buezotzincas),
hasta llegar a los territorios mayas.
La civilización Náhuatl alcanzó un máximo esplendor, surgieron las grandes ciudades y se
construyeron las singulares pirámides templo, donde se rendía culto a los dioses.
El arte azteca
Todas las expresiones vitales del mundo náhuatl se manifiestan en el marco de una visión
religiosa que le es propia. Los aztecas interpretaron el mundo, al igual que los mesoamericanos en
general, como resultado de violentas intervenciones divinas, de luchas encarnizadas entre los dioses.
El ciclo de las edades, o soles, es el producto de esas luchas, y las edades terminan violentamente
del mismo modo que se engendraron. La aparición del hombre tiene lugar en la edad del “sol en
movimiento”, pero antes habían existido otras cuatros edades: de tierra, de aire, de agua y de fuego.
La edad del hombre lleva en si misma los signos del fin, que los aztecas tratan de impedir inmolando
víctimas humanas a Huitzilopochtli, identificado con el sol. En los cinco soles se afirma que en el año
I- conejo” se cimentó la tierra y el cielo”, pero para aquella época ya habían existido cuatro tipos de
hombres: “Y decían que a los primeros hombres/ su dioses lo hizo, los forjó de ceniza”. En el segundo
sol, llamado “Sol de tigres”, el sol no seguía su camino y todos se caían e imperaban los gigantes; el
tercer sol fue el “sol de lluvia” y cayó una lluvia de fuego que quemó todo. Vino el cuarto sol, “sol de
viento”, que se llevó todas las cosas, y los hombres se transformaron en monos y fueron a vivir en los
bosques. Por fin el quinto Sol fue “Sol de movimiento”: es esta la edad en la que viven los aztecas,
cuando llegan a las costas mexicanas los españoles de Cortés.
Tampoco esta fue una época feliz, pues abundó en signos negativos: hambre, destrucción y
muerte. Para contrarrestar tanta desventura y su propia destrucción definitiva, los aztecas sacrificaban
víctimas humanas a sus dioses.
La tradición oral y la representación a base de glifos permitías transmitir esta visión religiosa del
mundo, la ciencia del calendario, la historia, la poesía. El método no era fácil: existían escuelas
especializadas en las que, tras un largo ejercicio de la memoria, algunos individuos, seleccionador por
su inteligencia, aprendían los textos para su transmisión y también la interpretación de la pictografía.
La poesía
Los cantos náhuatl son la expresión musical del pensamiento. Esto explica su importancia
como manifestación de una colectividad, pero también en ellos se advierte la nota individual.
La poesía náhuatl presenta características de estilo como son paralelismo, el difrasismo, el
recurso al estribillo, el uso de palabras- broches, es decir, la repetición de determinadas palabras
llamativas que ligan un desarrollo lirico a otro en dos secciones y a veces más , del poema.