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Ven y mira: masacre y poesía en Distomo

Por Nicolás González Varela

Junio de 1944 en Hellas: el


escritor Lawrence Durrell se
preguntaba “¿qué diferencia a
Grecia de España o de Italia?...
¡la luz!... es el ojo desnudo de
Dios, por así decirlo, que lo ciega
a uno”. Las casas, las nubes, las
flores, las plantas le observan a
uno como un ojo fotoeléctrico,
sustancial e inmaterial al mismo
tiempo. El atormentado Hugo
von Hofmannsthal a propósito de Grecia decía que “la primera impresión del
país, por dondequiera que se entre, es de austeridad, el rechazo de todo sueño,
incluso de los históricos. Es seco, árido, dramático y extraño como un rostro
terriblemente demacrado”. Luz demacrada era el tono de aquel verano de la
guerra. Era junio y en algunos sitios de Grecia se lo llama el mes de “el segador”,
ya que la siega suele comenzar desde hace milenios en este mes. En 1944 nada
había cambiado: el 24 es la natividad de San Juan Bautista, que se celebra
(como cuando eramos niños) con una gran fiesta repleta de fogatas anhelantes.
La adelfa está en plena floración, comienza en mayo y dura en su éxtasis hasta
agosto. La arañulea deja ver sus delicadas hojas color azul pálido; el tomillo en
pleno apogeo, como el poleo y la salvia. Si nos internamos un poco lejos de la
costa del mar Egeo, donde la alcaparra luce sus grandes flores blancas en los
acantilados, veremos como lentamente entramos en el dominio del cardo
helénico, que pasa del verde a un azul eléctrico, lo que le da a los campos un
tono azulado de carrocería de Buick. Junto al cardo el sauzgalito, que en
realidad es un arbusto grande (muchos lo confunden con un árbol, como el
ombú en la Pampa sudamericana). Los griegos antiguos (y los cruzados) creían
que el aroma de sus hojas y de sus flores era un afrodisíaco insuperable. Y en el
fondo del estallido de luz y color, a medio camino entre Atenas y Delphi, se
encuentra la pequeña aldea de Distomo, no más de 3000 habitantes entonces.
Paso obligado para visitar una joya del arte bizantino, le separan 8 km. del
monasterio de Moni Osiou Louka, que incluye frescos y dos iglesias pequeñas
(una del siglo X) con iconos del artista cretense Damaskinos. Distomo, cuyo
nombre se emparentó para siempre con la palabra masacre. Desde 1936 Grecia
estaba manejada por un dictador-rey de nombre exótico, Metaxas, que
perseguía con igual o superior fervor que el regimen nazi toda disidencia, en
especial si era de izquierdas. Metaxas era un fascista germanófilo que tenía
excelentes relaciones comerciales y bilaterales con el IIIº Reich y sólo la mala
pata de Mussolini invadiendo Grecia y Albania obligó a Hitler a atacar una
nación racial y políticamente friendly.

Hellas bajo la cruz gamada: durante los años de la ocupación, abril de 1941
a octubre de 1944, Grecia fue el campo de un cuádruple y confuso conflicto. El
país contó con tres gobiernos colaboracionistas, continuidad lógica e ideológica
de la antigua dictadura de Metaxas. Su territorio fue dividido entre tres
potencias del Eje: Alemania, Bulgaria e Italia. Una de las fuerzas contendientes
eran las fuerzas italianas de ocupación (hasta septiembre de 1943, en que su
lugar lo ocuparon los alemanes). La segunda fuerza contendiente eran los
alemanes y los aliados griegos (incluidas milicias nacionalistas). La tercera
fuerza contendiente era el gobierno británico y sus aliados nacionales (incluida
la monarquía y el gobierno en el exilio), con su propia guerrilla. La cuarta y
última fuerza era el Partido Comunista griego y la URSS de Stalin, con sus
propios grupos armados. Hitler nunca pensó en invadir Grecia. La cultura
alemana siempre estuvo fascinada por el ideal griego, un filohelenismo curioso
basado en poetas y eruditos que jamás habían visitado la Grecia real. Era un
dogma de la ideología NS que únicamente los alemanes habían podido captar
adecuadamente el espíritu de los antiguos helenos. Excelencia, honor y lealtad,
tanto para el SS-Staat como para Atenas y Esparta. La ocupación física fue
ideológicamente un largo y natural proceso de Aneignung cada vez más radical.
Mientras los italianos se quedaron con la mayoría del territorio, los alemanes
eligieron ocupar la terra mitica: Atenas y el Ática. ¿Cuántos alemanes del IIIº
Reich, incluído Heidegger, leyeron a Hölderlin en la tierra prometida por medio
de la obra de Friedrich Beissner, Feldauswahl de 1940? Los alemanes sostenían
que los verdaderos griegos habían emigrado hacia el norte y que los habitantes
de la Hélade actuales eran Mischlinge, bastardos, mezclados con razas eslavas.
El interés de Hitler por Grecia era puramente estratégico: prohibió que se
bombardearan ciudades (ni hablar de Atenas) y lamentó tener que luchar con
medios hermanos raciales. Si no hubieran intervenido los ingleses, le confesó a
Goebbels, nunca habría tenido que auxiliar a Mussolini. Hitler ya desde Mein
Kampf admiraba el mundo clásico, mientras que odiaba al Cristianismo “porque
había paralizado todo lo que tiene de noble la Humanidad”; aplaudía la
majestuosidad de la arquitectura helénica “su claridad, brillantez y belleza” y
detestaba el oscurantismo y “el misticismo impreciso” de la arquitectura gótica.
La afinidad electiva entre el estado nazi y la idea griega no impidió el expolio: el
tabaco griego desempeñó un papel trascendental, además se enviaban minerales
especiales (cromo), aceite de oliva y seda. Alrededor del 50% del aceite, todo el
cromo, 60% de la bauxita, 24% del antimonio, y el 21% del cobre que consumía
el IIIº Reich procedía de Grecia. El país vivió así un triple saqueo,
multinacional. Antes de que estallara la guerra Grecia importaba la mayoría de
sus alimentos, así que no fue extraño que a fines de 1941 se desatara una
hambruna amplia y brutal. El balance final es impresionante: la ocupación,
entre 1941 y 1945, se saldó con 460 poblaciones arrasadas, 60.000 homicidios
de hombres, mujeres y niños, 65.000 deportaciones a Auschwitz de judíos de
nacionalidad griega (en especial de Salónica) – con la ayuda de la Wehrmacht,
por cierto –, y un total de 800.000 muertes, 600.000 de las cuales por falta de
alimentos que las fuerzas de ocupación habían requisado, evacuado o destruido
sistemáticamente. El 10% de la población estaba sin hogar. Para darnos una
idea: el ciclo de dictadura, invasión, ocupación, resistencia, represalias y guerra
civil produjo entre la población civil griega (que antes de la guerra era de siete
millones de personas) que se perdiera una vida de cada 14. Una ratio sólo
superada por la URSS. Para señalar el contraste la proporción de pérdidas
civiles humanas de Alemania fue de 1/15, Francia de 1/77 y Gran Bretaña 1/125.
“Yo tenía un camarada”: El himno de las Waffen SS, “Ich hatt’ einen
Kamarade”, sonaba estridente en la estación de ferrocarril de Atenas. A pesar
del ánimo derrotista ante el cambio de suerte en la guerra, la pieza es ejecutada
con brío por la banda militar de la 4. SS-Polizei-Panzergrenadier-Division. Los
veteranos verdugos voluntarios cantaban “Yo tenía un camarada, nunca lo
hallaré mejor, que en la gloriosa jornada, iba firme en la pisada, al redoble del
tambor. Una bala, compañero. ¿Para quién es de los dos? Era el diálogo
postrero, y bajo el plomo certero, cayó tendido a mis pies. Hace un esfuerzo y,
en vano, quiere mi mano estrechar. Duerme en paz, querido hermano. La Patria
quiere mi mano para volver a atacar”. La división fue creada en octubre de 1939
y sus miembros eran funcionarios de la corrupta Ordnungspolizei, la policía
regular del Reich. Alrededor de 15.000 ex policías pasaron a ser miembros
plenos de las SS. Fue usada para tareas de seguridad en la ocupación de Polonia
(realizando algunos trabajos sucios) y como reserva frente a la línea Maginot en
Francia. Cruzó el río Aisne desde la zona del Rin en junio de 1940, tuvo
escaramuzas con pequeñas unidades francesas en retirada y tomó el pueblo de
Les Islettes en el gran bosque de Argonne. La división tuvo el honor de desfilar
por los Champs Elysées en París. Tras la rendición de Francia, fue envíada a
Prusia para entrenarse y formar parte de la reserva de la futura invasión de la
URSS. En la guerra total contra Stalin, al ser una división de segundo nivel
(tanto en personal como en equipamiento, mezcla de ropas de policía con armas
robadas a los checos), le tocó luchar en el Rollbahn más débil, el grupo de
ejércitos Norte, Heeresgruppe Nord, tomando parte en el avance hacia
Leningrado. En un terreno inhumano, lleno de pantanos, tierras bajas y
mosquitos feroces, intervino en el aniquilamiento de ejércitos soviéticos en
torno a Luga. La ciudad fue conquistada al precio de enormes bajas, incluida la
de su comandante, el SS-Gruppenführer Arthur Mülverstadt, un hijo de
campesinos y héroe en la Primera Guerra Mundial. Murió despedazado por
fuego de artillería. Su muerte es importante para las estadísticas: fue el primer
general de las SS muerto en acción durante la Segunda Guerra Mundial. En
1942, casualidad, participó en las acciones en el río Wolchow junto con los
voluntarios fascistas españoles de la 250º Einheit spanischer Freiwilliger (la
División Azul), aniquilando el 2º Ejército Soviético. La división se gana una
fama de ser confiable y de dureza moral (es decir: podía asesinar sin
escrúpulos). Ya en 1943 retrocede al sur del lago Ladoga, resitiendo el intento de
envolvimiento soviético en Kolpino. Los sobrevivientes son envíados de vuelta a
Alemania, donde se los refuerza con voluntarios de Holanda. En mayo del ’43 es
enviada a los Balcanes para realizar trabajos de contrainsurgencia en el norte de
Grecia; ya en esos primeros contactos con civiles aparecen las primeras
denuncias por su conducta criminal y atrocidades en la región de Klissura.

Masacre: primer acto: Según el testimonio de Georg Koch, un miembro de la


Geheime Feldpolizei (GFP) de la Wehrmacht que acompañaba a las tropas SS,
en la mañana del 10 de junio en vehículos de todo tipo (la mayoría requisados
en los países ocupados) se conformó una caravana de siete vehículos que llegó a
Distomo desde su cuartel en Livadeia. Sus miembros eran de la 2ª compañía del
2º batallón del 7º regimiento. En el camino detienen a varios hombres, doce en
total, bajo al acusación de traficar en el mercado negro y se los llevan con ellos.
En el cruce de caminos Distomo-Amfissa se le unen sesenta vehículos más. En
ese cruce se dice que Edipo mató a su padre. La columna atraviesa el pueblo sin
incidentes y se estaciona en la plaza central. Convocan al alcalde y el cura y le
exigen información sobre los guerrilleros de la zona. Un estilo calcado de las
Aktion en Ucrania. Sin información fidedigna, se colocan puestos de control en
las salidas y en las elevaciones en torno a Distomo. Al mediodía dos vehículos
alemanes salen con dirección al monasterio de Ossio Loukas, donde son
emboscados por la guerrilla del E.L.A.S., el Ejército Popular de Liberación de
Grecia, brazo armado del E.A.M. (Frente de Liberación Nacional, creado por el
Partido Comunista griego en septiembre de 1941, después que Hitler traicionará
a Stalin). Recordemos que la guerrilla comunista griega fue la más numerosa y
activa, quizá más que los yugoeslavos de Tito o los míticos maquis franceses. Se
trataba de la 11º compañía del 3º batallón del regimiento 34. La escaramuza
duró más de dos horas; la guerrilla se repliega y desaparece en las montañas.

Masacre: segundo acto: Los alemanes tienen siete bajas fatales, incluyendo
un oficial intérprete de nombre Teo, que muere de sus heridas en el mismo
Distomo. La furia comienza: son fusilados sobre el frente de la escuela primaria
los doce aggiotistas detenidos por la mañana. Al frente del SS-
Hauptstrumführer Fritz Lautenbach, que había cumplido el mes anterior
veintisiete años, los soldados recorren desorbitados las calles desiertas del
pueblo disparando y pateando puertas. Según sea la ocasión asesinan a sus
ocupantes, los incineran dentro, ahorcan o violan. No hay diferencias frente a la
muerte: mujeres, ancianos, niños, bebés de sólo días, todos tienen su particular
Gólgota. La escena es propia de la leyenda de Heródoto. Al final del día el
recuento es de 218 civiles muertos de manera brutal. Ninguno era combatiente.
La lista es odiosa: 47 bebés y niños menores de doce años, 91 mujeres, 60
hombres ancianos y diez matrimonios. El informe de Koch contradice el reporte
del SS-Hauptstrumführer Fritz Lautenbach, al mando provisorio del grupo de
combate (su jefe ausente era el SS-Standartenführer Schümers). El mismo mes
de junio una delegación de la Cruz Roja visita Distomo para investigar el
incidente y encuentra todavía cuerpos balanceándose de los cipreses en la
carretera. La Wehrmacht se ve obligada a abrir una investigación encabezada
por un enviado especial, un tal Neubacher, que acusa a Lautenbach de falsificar
el reporte militar del incidente. A Neubach no se le ocurre entrevistar a civiles
griegos o a sobrevivientes. Al ser interrogado Schümers, formalmente al mando
de la compañía pero no presente en la acción punitiva y técnicamente culpable
de falsificar el informe, afirmó que su unidad actuó correctamente bajo
circunstancias extremas. La masacre, en su Weltanschauung, es considerada
una “necesidad militar” bajo la evidencia de la colaboración estrecha entre la
guerrilla y los habitantes de Distomo. Ante la Operación Bagration, que
destruyó todo el grupo de ejército alemán en el centro de la URSS, la división es
reforzada y enviada al sur de Belgrado en agosto de 1944. En violentas acciones
defensivas mueren en combate tanto Lautenbach como Schumers. El caso
judicialmente deberá esperar el fin de la guerra. La división fue lentamente
empujada por el embate soviético hacia el oeste, estableciendo una línea de
frente en la actual Eslovaquia. Nuevamente transferida hacia el sector de
Pomerania, luchó y quedó rodeada en el cerco a la ciudad de Dantzig, de dondé
escapó milagrosamente por barco hacia Swinemünde. Después de un corto
período de descanso fue transferida a la zona del río Elba, donde se rindió al
ejército americano en mayo de 1945 en Witterberg-Lenzen. Los ex miembros de
la división que quedan con vida realizan una reunión de camaradería todos los
años en Austria. Hoy en día los reclamos continuan, los descendientes han
exigido indemnizaciones que la justicia alemana no reconoce (y su instancia
superior, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tampoco). Los muertos
siguen esperando una reparación justa de los vivos.

Contrainsurgencia y guerra justa: los llamados juicios de Nuremberg,


políticamente correctos pero judicialmente caprichosos, no sólo le permitieron a
los Aliados conocer la profundidad y amplitud de la guerra de clases y étnica
desatada por los alemanes, sino aprender de los eficaces métodos nazis de
contrainteligencia, cooptación de colaboracionistas y lucha antiguerrilla. El
general especialista en guerra psicológica, padre de los métodos americanos
modernos de “guerra de baja intensidad”, Mr. Robert McClure, estaba
convencido que los alemanes habían demostrado ser unos maestros
insuperables en la guerra sucia y que los EE.UU., un imperio todavía joven,
tenía mucho que aprender de los métodos de las Waffen-SS y la Wehrmacht. La
“American Special Warfare Doctrine” perfeccionaría aún más los métodos de
aterrorizar poblaciones civiles díscolas y, lo que es más importante, cómo
cooptar facciones locales para combatir ya sea la desobediencia civil o la
resistencia partisana. El estudio del Department of the Army, “A Study of
Special and Subversive Operations” (1947) fue un trabajo pionero donde las
enseñanzas de ocupación y contrainsurgencia de los alemanes en la URSS como
en Grecia y Francia fueron sintonizadas a las realidades de la Guerra Fría. Fue
durante treinta años el libro de cabecera de la política norteamericana de
contención. El texto señalaba que “los medios de contrarrestar las actividades y
los movimientos de resistencia demandan una especial consideración. Nuestras
fuerzas han tenido poca experiencia combatiendo un enemigo subterráneo y
activo. Estos problemas que enfrentaron los alemanes y las medidas empleadas
por ellos en la guerra de contrainsurgencia debería ser estudiada. Es muy
posible que una futura guerra nos encuentre ocupando un territorio hostil en el
que exista actividad clandestina. O quizá nos encontremos en un territorio
amistoso (posiblemente los Estados Unidos) enfrentando a un enemigo,
mientras que al mismo tiempo, fuerzas guerrilleras hostiles operan a nuestras
espaldas”. La intromisión de los EE.UU. en la guerra civil griega (1944-1949),
junto a Gran Bretaña, permitió aplicar algunas de estas enseñanzas en la que se
considera la primera gran campaña antiguerrillera de la “Cold War”. En el
estudio de la U.S. Army de la colección German Report Series, “German
Antiguerrilla Operations in the Balkans (1941-1944)” provee una detallada
panorámica de la contrainsurgencia del movimiento guerrillero en Grecia y una
revelación de las actitudes americanas hacia las tácticas y percepciones
alemanas. Una de las lecciones más analizadas y detalladas fueron las Aktion de
la Wehrmacht y las SS en Grecia: las tácticas de combate antiguerrilla diferían
muy poco de las aplicadas en la URSS. Unidades autónomas eran fijadas en
áreas circunscritas para dejar fuera de combate a los partisanos. Reservas
móviles de veteranos (equivalentes a las RDF, Fuerzas de Reacción Rápidas
actuales) incluyendo tropas especiales de montaña, se mantenían alertas y en
guardia (“ready-to-go”) para socorrer puestos atacados o entrar en escena
durante rebeliones prolongadas. Las operaciones eran llevadas a término por
unidades de elite “search-and-destroy” y “hunter-killer”, igual que lo hacen hoy
en Afghanistán, Colombia o Irak. La más efectiva arma contrainsurgencia fue
para los americanos el Jagdkommando (destacamento de rangers) similar al
que masacró Distomo, diseñado para buscar y aniquilar bandas de guerrilla. Su
composición era una mezcla de veteranos endurecidos con jóvenes voluntarios.
Eran grupos de tareas provisionales asignados a objetivos específicos.
Físicamente duros, políticamente leales y entrenados para vivir sin logística
durante largos períodos, no dependían de las columnas de aprovisionamiento.
Los Jagkommandos aparte operaban como pseudo-guerrillas, cuando la
situación lo requería (haciendose pasar por civiles, etc.). Las defensas pasivas de
los alemanes fueron copiadas y mejoradas no sólo por los EE.UU. Gran Bretaña,
y la URSS sino por la Francia imperialista tanto en Indochina como en Algeria:
estaban centradas en una red regional de Stützpunkte (puntos fuertes) que
aseguraban carreteras, líneas férreas, instalaciones, cada diez km. promedio.
Los puntos fuertes eran pequeñas fortalezas, fuertemente armadas, situadas en
la proximidad de posibles blancos de la guerrilla. Patrullas armadas se movían a
diario entre estos puntos. Zonas de fuego libre (free-fire), en las cuales se podía
dispara sin preguntar, se establecían en las áreas rurales (5 km. de cada lado de
la carretera) y de 200 metros en áreas urbanas (como hoy en Irak). Pero, como
en Distomo, el terror era también la característica principal de la política de
ocupación. Toma de rehenes, desapariciones, tortura, ejecuciones públicas,
quema de aldeas, reasentamientos violentos, fueron ejecutados blandiendo el
principio jurídico de la “responsabilidad colectiva”. Varias acciones de
represalias totales se citan en este estudio del ejército norteamericano, manual
de texto básico de la contrainsurgencia. Lo curioso es que el horror de las
acciones es minimizado, presentado como necesario y eficaz, y la descripción de
las víctimas inocentes es eufemísticamente disfrazada con la etiqueta, no de
población civil, sino de “communist suspects”. Otra enseñanza positiva fue la de
la política de nacionalización de la represión, utilizando la vieja máxima
cesarista “divide et impera”, aplicándola en todos los Balcanes. Si en la URSS se
trataba de las minorías nacionales oprimidas por los bolcheviques (lituanos,
letones, rutenos, ucranianos, etc.) en Grecia la represión también fue
compartida con milicias armadas provenientes ya de minorías nacionales (como
los búlgaros), de minorías étnicas (los valaquios), de grupos anticomunistas
griegos (el monárquico EDES) o de voluntarios filofascistas (como los batallones
de seguridad de Laconia). Políticas similares que se aplicaron por las diversas
potencias coloniales después de 1945, perfeccionando el modelo, en todas las
intervenciones a lo largo del mundo hasta llegar hoy a Irak.

Una canción para Argyris: Distomo inspiró una película. El director suizo
Stefan Haupt recuerda en el documental “A song for Argyris” la masacre de
Distomo a través de la vida de un niño griego que perdió a sus padres y a treinta
familiares. El documental, estrenado en 2007 en España, retrata la vida real de
Argyris Sfountouris, uno de los niños sobrevivientes de Distomo. Tenía tres
años y medio cuando presenció la muerte de sus padres, hermanos, tíos y
primos. Se escondió en un tonel de aceite. El joven fue seleccionado por la Cruz
Roja entre miles de huérfanos y pudo trasladarse a Suiza. Fue internado en el
instituto Pestalozzi. Aquél fue el lugar donde pudo vislumbrar un posible futuro,
aprender con su actividad en el periódico del colegio, e incluso participar en una
película, la titulada “Nuestro pueblo”, que se estrenó en el Festival de Cannes, y
que ganó el Oso de Oro en la primera edición de la Berlinale, en 1951. Argydis
obtuvo un postgrado en matemáticas y ejerció de profesor y de traductor del
griego al alemán. ¿Cómo llegó Haupt a conocerlo?... “Conocí a Argyris
Sfountouris hace diez años, trabajando como director de teatro, llevando a la
escena “Ascetismo”, del autor griego Nikos Kazantzakis (más conocido en
Europa por su novela “Alexis Sorbas”). En aquel momento me surgió la
necesidad de contactar con una voz masculina que pudiese leer los pasajes en
griego al principio y al final de la representación de “Ascetismo” lo cual encontré
en la persona de Argyris Sfountouris. Como él mismo también era escritor, se
ofreció para ayudarme a comprender el texto. Quedé encantado de conocerlo
pero la sorpresa mayor vino cuando, años después, me enteré que la traducción
que habíamos utilizado para la representación era, de hecho, obra suya.
Simplemente, lo que había ocurrido es que el nombre del traductor había sido
omitido el libro de bolsillo de la traducción alemana... Con todo, la sensibilidad
de Argyris, su miente despierta y su “universalidad” me impresionaron. La
alegría que depositaba en todo lo que hacía contrastaba con la historia de su
vida, que gradualmente me fue explicando y que se me quedó totalmente
grabada. Una historia que, para mi, se convirtió en una especie de cristal de
lupa, enfocando candentemente muchas situaciones actuales. Unos cuantos
años más tarde, pasé el verano del 2003 en Creta, en casa de la familia de mi
mujer, que es griega. Hacía poco que los americanos habían invadido Irak. Fue
entonces cuando empecé a plantearme seriamente tomar la historia de Argyiris
como punto de partida para un proyecto cinematográfico…la vida de Argyris
Sfountouris me conmueve. Aunque conozcamos que ha habido docenas de
víctimas en un ataque terrorista, miles de heridos por una bomba o 64 millones
de personas muertas durante la Segunda Guerra Mundial, la cantidad de
víctimas, al final, toma un incomprensible y extraño aire de ficción, y todo
parece virtual a nuestros ojos. Los destinos humanos no nos tocan de cerca, no
nos llegan, ya que la actual avalancha de información provocada por los medios
de comunicación toca alguna tecla en nosotros que nos deja simplemente sin
palabras, perplejos. Nos resulta difícil y se nos hace extraño tener realmente en
cuenta a las víctimas, ya que es como si una nueva concepción se hubiese
instalado dentro de nuestra consciencia aconsejándonos que es mejor evitarlas.
Pero ser una víctima sí te transforma totalmente, no solo en cuanto al dolor de
la pérdida, de la destrucción de la integridad y la seguridad personal. Además de
todo esto quiere decir que, como víctima, estuviste en el sitio equivocado en el
momento equivocado… Otra pregunta nos acecha a todos en silencio: ¿Seríamos
nosotros capaces de tales actos? Buscando respuestas y explicaciones,
encontramos relativismos. Además, parece que exista una especie de barrera
emocional que nos previene siempre de hurgar en nuestro propio pasado
histórico y observarlo de manera crítica. El pasado está ligado a una comunidad
y el sentimiento de pertenencia no se puede arriesgar. Una voluntad recta de
autocrítica podría significar la auto expulsión de la comunidad, el ostracismo o
quedarse solo e indefenso. A Song for Argyris coge una de entre centenares de
historias, insistiendo en que la escogida sirva como ejemplo. Tan pronto como
se coge una historia personal, que lleva un nombre propio, un rostro y una
historia, todo se vuelve más comprensible”.
Un marxista hecho poeta: Distomo también inspiró poesía. Yannis Ritsos
nació en 1900, de joven fue maldecido por la tuberculosis y la miseria en un
destino cruel. Ha sido estimado como parte del cuarteto de grandes poetas
griegos del siglo XX, junto a Kostis Palamas, Giorgos Seferis y Odysseus Elytis.
El poeta francés Louis Aragon calificó una vez a Ritsos como “el más grande
poeta de nuestra época”. Fue propuesto nueve veces para el premio Nobel de
literatura. Su proletarización radical (fue sucesivamente mecanógrafo, auxiliar
de bibliotecas, calígrafo) y la influencia ideológica en los círculos de clase media
del mito bolchevique lo empujaron a afiliarse al partido comunista griego en la
década de los años ’20. En 1934 publica su primer libro de poesía, “Tractor”
(“Τρακτέρ”), donde curiosamente nunca se nombra a la máquina agrícola.
Siguiendo la senda de otro poeta izquierdista, su maestro Varnalis, se mezclan
elementos programáticos, odas a la industrialización stalinista y un intento de
superar la antinomia “propaganda vs. poesía”. Su objetivo no es tanto criticar la
cultura burguesa tout court sino invalidar esa actitud dominante en la cual el
arte no puede tener ningún fin utilitario (político). Ritsos innova con el verso
libre. Liberándose de las formas tradicionales, introduciendo la sátira y los
mitos helénicos. En 1936 su estilo ya está depurado y escribe su tercera obra
“Epitafios” (“Επιτάφιος”), un largo poema que circuló de manera clandestina. El
poema es uno de los primeros largos monólogos donde el narrador es
introducido por un preámbulo en prosa. La que habla es la madre de un joven
trabajador de la industria del tabaco asesinado por la policía de la dictadura
militar de Metaxas en Salónica en mayo de 1936. La musa inspiradora, otro
tema obsesivo en su poesía, fue una foto de portada en el diario comunista
“Rizospástis”, donde una mujer desconsolada abraza a su hijo con los brazos
caídos, ya muerto, sobre los adoquines de la calle. Ritsos admiraba toda la
iconografía de la religión ortodoxa griega y mucho simbolismo en su poesía se
refiere tanto a la madre María como a Cristo. Para Ritsos la imagen era una
Pietá proletaria y auténtica. Las primeras partes del poema aparecieron en la
misma revista tan sólo dos días después de la represión. La huelga de los
trabajadores del tabaco, la industria más sensible de la época, se había saldado
con una dura represión y muertos y heridos. El tabaco era la principal fuente de
riquezas y de exportación de Grecia en esos años (uno de sus principales clientes
era la Alemania de Hitler que a su vez le enviaba armas a la dictadura). Luego de
su versión original en entregas, Ritsos la re-escribió y fue editada en forma de
libro. El ejemplar fue prohibido buena parte de la edición quemada por la
dictadura. Pero la importancia de este poema reside en su forma métrica: utiliza
las quince sílabas de la tradición poética oral (pentadecasílabo), la forma en que
los epitafios y lamentos (moirolói) son compuestos y recitados actualmente en
los pueblos griegos. El estilo epigramático, de procedencia griega pura, no
desapareció del arsenal literario de Ritsos jamás. Además el epigrama podía ser
utilizado en sus dos usos populares: como epitafio de un héroe o como recuerdo
de un suceso. Ritsos fundó allí sus poemas más políticos, para él “la poesía debe
ser una guía en la lucha y en la felicidad, un arma en manos del pueblo y una
bandera en manos de la libertad”. Ha sido con justicia calificado como un gran
retórico, un retórico de la exageración, donde cada palabra cancela y supera el
poder y el énfasis de las anteriores, en un vertiginoso descenso. Ritsos no sólo
escribía poesía (la escribía literalmente, con una preciosa caligrafía a mano de
estilo evangélico-bizantino) sino que había sido actor, bailarín y excelente
pintor. Y siempre militante. Su carrera literaria después de la guerra suele
dividirse, curiosamente, no por su evolución formal o estilística sino por sus
períodos de encarcelamiento. El primero durante la guerra civil griega (1945-
1952); el segundo con la llamada “Dictadura de los Coroneles” (magistralmente
retratada en la película “Z” de Costa-Gavras), entre 1967 y 1974. Es en estos
períodos durante los cuales se forja la enorme reputación mundial de Ritsos
como poeta universal: “El hombre del clavel” (1952); “La sonata a la luz de la
luna” (1956); “Los barrios del mundo” (1957), hasta “Grecidad” (1966). Las
tragedias griegas y las letanías de las ceremonias religiosas se reflejarán en el
ciclo que comienza con “Orestes” (1962) y concluye con “Phaedra” (1975). En su
última época oscilará entre el poema corto, epigramático, inspirado (las musas
juegan un papel preponderante en la fantasía literaria de Ritsos) y el poema
monólogo largo (a lá Cavafy), trabajado y pulido a mediano plazo. En los ’80
incursiona en la novela con nueve libros unidos en una saga titulada
“Iconografías de Santos Anónimos” (1983-1985). “Epigrama por Distomo” fue
escrito después del fin de la ocupación alemana y ante la vista del primer
monumento erigido a sus víctimas. Su pathos refleja las palabras de Argydis
“cuando a los tres años y medio te quedas en la calle, tu casa ha ardido, y tus
padres han muerto, da igual que las hermanas, los abuelos y las tías se ocupen
de ti. El mundo se hunde igualmente, todo lo que conoces, y el sentido de la
vida. Entonces te preguntas lo que aún hoy me pregunto: ¿Con qué derecho?
¿Quién es el responsable y quién se encarga de que esto no se repita?”. Como se
puede ver en las fotos de la época se trataba de una plataforma rectangular con
una columna de mármol en la cual se esculpieron por orden alfabético los
nombres de las 218 víctimas. Ritsos recorrió en silencio todos los lugares de las
masacres y escuchó testimonios de familiares y amigos. Inmediatamente
escribió el epigrama:

Epigrama por Distomo

“Aquí está el suelo amargo de Distomo.

Oh, tú pasajero, dondequiera que camines ten cuidado–

aquí duele el silencio, y duele la piedra de cada camino,

del sacrificio y la crueldad del hombre.

He aquí una simple columna, de mármol,

toda cubierta por nombres descendientes,

y la gloria los eleva,

sollozo a sollozo, escalón por escalón, a la más alta de las escaleras”

(Traducción del inglés y el francés de NGV)

Nicolás González Varela

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