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1492: ¿Encuentro o choque de

culturas?

La Conquista de América ha sido eje de múltiples


debates y discusiones. Hay diferentes posturas
acerca de este hecho. ¿Fue un encuentro o un
choque de culturas? ¿Es una conquista o una
invasión?
A continuación presentamos documentos con
lecturas y opiniones opuestas acerca de la
Conquista.
1. Leerlas.
2. Identificar cómo concibe cada
autor el hecho histórico y cuál es su idea
principal e ideas secundarias. Sintetiza los
argumentos que cada autor desarrolla para
sostener sus ideas.
3. Desarrollar una idea grupal acerca
de la conquista de américa que discuta con
alguna o varias de las posturas
presentadas.

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 Octavio Paz
“No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los
portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está
en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos,
guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y
políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las pérdidas fueron enormes, las
ganancias han sido inmensas.
Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos –
quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país- no seríamos lo que
somos. Seríamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y
culturas distintas.”

 Carlos Fuentes
La conquista de los pueblos no-europeos admitió a éstos en la historia universal, pero a
condición de dejarse colonizar -es decir, “civilizar”, es decir -sin comillas- explotar.

 Pablo Neruda:
“III. Los conquistadores
I.
Vienen por las islas (1493)
Los carniceros desolaron las islas.
Guanahaní fue la primera
en esta historia de martirios.
Los hijos de la arcilla vieron rota
su sonrisa, golpeada
su frágil estatura de venados,
y aún en la muerte no entendían.
Fueron amarrados y heridos,
fueron quemados y abrasados,
fueron mordidos y enterrados.”

 Mario Vargas Llosa:


“El quinto centenario va a dar origen a muchos discursos. Va a haber efusiones retóricas en
todo el mundo hispánico, interminables, pero me temo mucho que buena parte de la celebración se
quede en las efusiones retóricas. Me temo que en América Latina resuciten viejas controversias
totalmente apolilladas como las del indigenismo y el hispanismo. Que comiencen a cobrarse cuentas
a los conquistadores por las destrucciones y asesinatos y que se pierda la oportunidad para algo que
debiera ser una celebración creativa, por ejemplo, la lucha contra los nacionalismos en América
Latina que es una de las batallas que todavía hay que librar.”

 Prof. Celomar José Argachá (Profesor de la Universidad de Concepción del Uruguay)

“(…) Numerosos autores, folcloristas y antropólogos han sobrevalorado permanentemente la


cultura aborigen latinoamericana, potenciando hasta lo inverosímil el desarrollo de las
civilizaciones precolombinas, (...) Pero deseo preguntar: ¿Es realmente un delito por parte de los
peninsulares o europeos en general, haber conquistado las tierras recién descubiertas, imponiendo
su cultura, sus costumbres y su forma de vida? Vuelvo a preguntar: ¿Es lícito que una cultura
superior se imponga por la fuerza a una cultura menos evolucionada, que se resiste por la fuerza al
cambio?

Cuando los españoles llegaron a América nuestros indígenas, incluso los más evolucionados
como eran los Mayas, Aztecas e Incas, no conocían aún la rueda, es decir, que en el año 1492 de la
era cristiana no habían llegado al grado de conocimientos que tenían los egipcios, por ejemplo,
cuatro mil años antes. Sería conveniente hacer un poco de historia comparada de lo que ocurría en
Europa y América en el momento de la llegada de los primeros a estas tierras, porque podríamos
explicarnos algunos hechos de este "encuentro de culturas"(...)

A mitad del siglo XV Europa tenía en sus manos los libros realizados por el célebre Juan
Gutemberg, Leonardo da Vinci ya nos proyectaba máquinas para volar, tanques, submarinos,
paracaídas, cañones, el hidrómetro, realizando magníficos dibujos y pinturas (no grotescos y
deformados bosquejos pictóricos) de la anatomía humana (...) Es decir que mientras nuestros
indígenas, todos sin excepción, adoraban el sol, la luna, los planetas y algunos fenómenos naturales,
los europeos los estaban estudiando racionalmente (...)De la misma manera podríamos hacer
comparaciones sobre su pobre religión politeísta, sobre los sacrificios humanos aberrantes, sobre la
carencia de monedas en las transacciones comerciales mientras en Europa ya había bancos de
depósito y de préstamos; de su escritura que era pictográfica y en parte jeroglífica; sobre el dibujo y
su pintura, que ignoraban la perspectiva y el escorzo, siendo torpes manifestaciones de un arte
arcaico y primitivo; la arquitectura indiana que no nos muestra ninguna novedosa variante a la ya
conocida desde la antigüedad sumeria o egipcia. Mientras los europeos discutían de filosofía,
metafísica, matemáticas, hacían monumentales templos religiosos, etc., nuestros guaraníes, por
ejemplo, vivían de la caza y de la pesca, comenzando a hacer las primeras incisiones en sus
cacharros.

La guerra fue quizás el final no querido o no deseado (...) La cultura no se impone por la
fuerza sino por su superioridad y los españoles fueron superiores militarmente y culturalmente,
imponiéndonos su lengua, su religión, su música, sus costumbres, en fin, su cultura. En América,
después de 500 años sólo nos quedan nostalgias de un pasado precolombino esplendoroso que
nunca existió (...)”

 Eduardo Galeano:
“Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera
parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la
población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal,
siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la
negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue
negando el derecho de ser.
Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos.
Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y
despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no
las ve.”

 Eva Giberti

“Un siglo después de la llegada de las carabelas de Cristóbal Colón al mar Caribe, de los
más de 70 millones de indígenas preexistentes sólo quedaban tres millones y medio de almas.
Primero, fueron derrotados por la desproporción de recursos, la sorpresa y la confusión. Luego,
fueron privados de su cultura y creencias, sometidos al trabajo esclavo y finalmente, las
enfermedades importadas por los europeos encontraron a sus organismos sin anticuerpos para
resistir los virus y bacterias. Las hipócritas denominaciones con que fue conmemorado el
aniversario de la llegada de las naves de Colón a tierras americanas pusieron de manifiesto el
intento de disimular, encubrir y minimizar los crímenes cometidos. Celebrar “el descubrimiento de
América” significaba omitir, nada menos, que existían unos setenta millones de seres humanos que
ya habían descubierto al continente y vivían en él. La denominación improvisada en medio del
debate de “encuentro de dos culturas” o “de dos mundos” fue un hábil intento de falsificar la
historia, dado que ese encuentro no tuvo nada de protocolar o pacífico como cínicamente
pretendieron sus ideólogos y difusores. El genocidio desatado, el saqueo de sus incalculables
riquezas y el sometimiento de los supervivientes presentan un cuadro muy distinto al pretendido y
mucho más próximo al de un verdadero “encontronazo” donde el desequilibrio tecnológico impuso
sus trágicas desproporciones. El genocidio comenzó a implementarse en la guerra de conquista.
Luego, en la explotación inhumana de los socavones. Allí, los indígenas sufrían el desarraigo, al ser
obligados a dejar sus tierras y familias; se les imponía un ritmo de trabajo para el que no estaban
acostumbrados; los socavones les devoraban los pulmones y los dejaba rápidamente discapacitados.
Algunos adelantaban el inexorable final con el suicidio, otros mataban a sus hijos para liberarlos del
yugo inevitable y la capacidad reproductiva se deterioraba paralelamente al desinterés por la
vida. (...) Los religiosos buscaron congraciarse con los nativos al ofrecerles algunas formas de
protección ante el salvajismo colonizador, para luego someterlos por la vía de la imposición cultural
y el sometimiento ideológico. El solo hecho de haber impuesto una creencia distinta, demuestra el
profundo desprecio de los sacerdotes hacia las costumbres ancestrales indígenas. El objetivo de
inculcar, catolicismo mediante, la resignación y la docilidad ante el nivel de explotación
infrahumano permitió la incorporación de una cuantiosa mano de obra barata y útil para los
proyectos de los europeos.”

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