Você está na página 1de 19

3

PAULRICOEUR:EDUCACIÓNY NARRACIÓN

La comprensiónde sí es narrativade un extremoa


otro. Comprenderse es apropiarsede la propia vid¿rde
uno.Ahorabien,comprenderestahistoriaes hacerel re-
Iato de ella,conducidospor los lelatos,tanlo hist(r-icos
comt¡ ficticios,que'herlos comprendidol amado.Así
nos h¿rcemos lectorcsde nucstrapropiavida.

PArir.
RrcoEUR

H em os c om pr o b a d o q u e e l s e n ti d o d e u n a acci ón sól o
llega hasta nosotros después de que el agente ha deiado de
actuar. Entonces podemos constnlir un relato sobre la ac-
ción. Por eso decía Hannah Arendt que la (acción) es crea-
dora de historia. Pero esta uhistoria" se ha de entender como
crónica, como relato o como narración. Podríamos decir in-
cluso que, mientras actúa, el agente, no sabe propiamente lo
q u e u hac en.
Por supuesto, es frecnente que los educadores -en el
ámbito por ejemplo de la enseñanza formal- tengan prer,is-
tas unas metas y unas finalidades, y en este sentido parece
que sus (acciones) intentan condllcir la actividad pedagógi-
ca hacia alguna pane. Se hacen una "imagen" de lo que pre-
tenden conseguir o de lo que se supone que los aprendices
deben lograr. Pero en el sentido arendtiano del término nac-
cióno, el educador" que actúa no sabe Io que hace hasta que
esa acción ha finalizado y puede construir un relato o narra-
c:ión, a través de una especie de recuerdo reflexivo. Por eso,

91
e l sa ber de la ac c ió n s < i l os e p u e d e a l c a n z a r c u ando, al cl ej ar se pregLlnta de nuevo por el soporte que da permanencia al
de actuar, pierdc al agente su condición de tal y se convierte nombre propio, es decir, a la identidad. Justamente al tratar
en el personaje del relato que otro cuenta. de dar respuesta a esta segunda cuestión, Ricoeur recuerda
La acción huntana, pues, v en especial la acción educati- la tesis arendtiana:
va, se debe entender como una acción susceptible de ser na-
rrada, de crear una historia digna de ser contada. En este ca- Respondera la pregunta n¿quién?o, como había dicho con
pítulo pretendemos meditar sobre esta idea avudándonos toda energíaHannah Arendt, es contal'la historia de una vida'
para ello, de modo principal, de la contribución filosófica La historia narrada diceel quién de la acción.Por tanto,la prt'tpitt
que ha realizado Paul Ricoeur a partir de sus incursiones en iclentidaddei quién no es ntós que uttctidentidadtlarrati\1a.t6l
la teoría narratir,¿r.
La referencia a la obr¿r de Ricoeur en este non-lento del Éste es el argumento principal de Ricoeur, como vamos a
libro es muy pertinente . Prinrero desde el punto de vista de ver. Constnrimos nuestra identidadnan'ativanrcnte' o lo que
Ia reflexión educatir,,a,porque una de sus principales contri- es lo mismo, a través de las lectttras históricas y de ficción
buciones consiste en atirmar que nuestra capacidad humana por medio de las cuales vamos, una y otra vez' componiendo
pai'a la autocomprensión ha de pasar necesariamente por el nlrestro personaie. Si esto es así, toda educación lo es en y a
acceso a la cultura y, en general, a un conjunto muy amplio de partir del librc¡, de ia lectura de textos v de libros, tanto en su
mediaciones simbólicas (signos, símbolos v textos). Nos edu- sentido real como metafól'ico. Nos formamos leyendo el tex-
cantos en un ntundo que nos es narrado. Parece claro que la to en que consiste nuestra propia vicla -que es biográfica-
acción educativa, concebida como ac-ción que puede ser na- y el texto del mundo, un mundo que está en un papel, que es
ruada, es una acción mediada textualmente. En este sentido, un texto.
toda teoría sobre la acción educativa, como práctica reflexiva, Por otra parte, Ricoeur recoge cle Emmanuel Levinas,
si quiere dar debida cuenta de su propia reflexividad, debería principalmente en su libro Sí núsmo conlo otro,la idea del
tener presente la aportación que ha realizado Ricoeur en este oOt.o, de la relación intersubjetiva.'6a Así que la obra de
-n--
p u n to . Ricoeur parece un lugar de paso obligado en cualquier de-
Pero es que, en segundo h,rga¡ desde el ángulo de la es- bate pedagógico que -como el que hemos pretendido reali-
tricta discusión filosófica, la contribución de Ricoeur se en- zar eneste libro desde el principio- pretenda poner el acen-
cuentra situada en un punto intermedio entre la obra de to de la formación humana en la capacidad para naprender'
Hannah Arendt -de la que ya hemos hablado- y el pensa- de la historia a través de los relatos y narraciones de aquellos
miento de Emmanuel Levinas, que aún nos aguarda. De la que fueron sus víctimas.ro¡
primera recoge -como acabamos de decir- la idea de que Esta idea es fundamental pala unapedagogía de la rQdical
la acción alcanza su sentido después de que el agente ha de- novedad, como la hemos denominado. Porque si la educa-
jado de actuar. Conviene insistir una vez rnás en esta tesis. ción es acción, -yla vida humana es sobre todo praxis, decir
Decir la identidad de un individuo o de una comunidad que el hombre es capaz de acción no significa otra cosa sino
es tratar de dar respuesta a la pregunta ¿quién ha hecho esta recordarnos que cabe esperar de él lo infinitamente impro-
a cci ón? E s t a pr egu n ta p o r e l n q u i é n u e s l a p regunta por l a bable e imprevisible, es decir, la radical novedad y la sorpre-
identidad. Pero se trata de la identidad del nagenten, es de-
cir, del posible productor, por así decir; de las acciones. Nor- 163. Ricoeur', P., Tientpo v narraciótt. \'ol. llÍ: El ticttrp't ttarrado' ed cit '
malmente damos respuesta a esta pregunta nombrándolo, 1996, pág. 997 .
c onl o otro, Madri d, S i gl o x x t, 1996' pág'
164. R i coeur. P ., S í ¡rri .srn¿;
llamándolo por su nombre. El nontbre propio ttos confiere
202.
identidad. Y sin embargo, el nombre propio aún no nos ofre-
165. Otra di ferenci a i mportante entre R i c oeur ¡' Lev i nas radi c a en l a
ce una respllesta plenamente satisfactoria. Por eso Ricoeur con{r'ap<rsi ci ónenl re nti srni tl ad e i ps ei dad, que Lel i nas no rec ()ge

q?
93
s:r. I lnir pc dagog ía d e l a ra d i c a l n o v e d a d e s, entonces, Lrna
definitivamente las grandes narrativas y a optar por las na-
¡rt'tlrrgogíaqLle no puede elr-rdirpensar lo que pretencle _la rratir,as más pequeñas v locales, pero en cambio más perso-
cdrrcación- sino cc¡mo una acciótt narrada v cipaz.de seguir
nales, que los individuos y las comunidades se pueden hacer
narrándose, atenta pues a lo ya ndicho>, pero sobre todoies_
de sí mismos. Lo que, de acuerdo con Bellah y otros, se de-
p o n s able de lo q u e a ú n q u e d a p o r n d e c i r, : el radi cal
co_ nomina comunidades de tnentoria, se podría situar en esla lí-
mienzo del que cada sujeto, como nacido, puede ser prota_
nea de argumentación. r67
g o n is t a.
Por otro lado, la crítica cada vez más extendida al positi-
vismo y al racionalismo -una crítica que en el ámbito de las
ciencias humanas y sociales con frecuencia, no obstante, es
3.1. Formarse en un mundo narrado
mucho menos sólida de lo que se pretende, y por eso resulta
efímera y poco productiva- también ha traído como conse-
Queremos (en este aparladoo c'lefinir las relaciones entre cuencia la necesidad de volver a dar la palabra y la r,oz a los
la educación y Ia narración, ¡r ofrecer algunos argumentos
que se consideran los genuinos protagonistas de la actividad
q u e .ius t if iquen la p o s i b i l i d a d , v l a n e c e s i d a d, de
,ensar l a educativa -educadores y educandos- y a acentuar con ello
e d u t ' ac ión t ' om o e l p t' o c e .s tl
o e t' o ,s rr¿ tc c i ó , c le ,,ro ¡arrl ' ¡aoá la dimensión emocional, afectiva y biográfica de la relación
ttarrativa.
que establecen entre ellos. En este sentido, Max van Manen
Sabemos qLleen las últimas décadas hernos asistido a un
comenta:
renovado interés por el punto de vista narrativo en el ámbi_
to de la educación. Este interés parece que se puede detectar El interés actual en los relatosv narrativ¿rpuede ser vistc-r
e n dos planos dis t i n to s . p o r u n l a c l o , e n l a p r tpi a i nvesti ga_ cc¡mola expresiónde una actitud crÍticadel colrocimientocom()
ción educativa, la cr¡al, desde enfoques predominantemeite racionalidadtécnica,como formalismo científico,y del conoci-
cualitativos, incorpora la teoría narrativ¿r como procedi- miento como infbrmación.El interéspor la narativa expresael
mi e nt o par a obt en e r s a b e r e d u c a ti v o . p e ro , a demás, l o na_ deseode volver a las experienciassignificativasque encontra-
rratir¡o entra en relación con la propia práctica eclucativa. mos en la vida diaria, no corno un rechazode la ciencia,sino
Aquí, el uso de la narración es peclagógico, en vez d,eepiste_ más bien como método que puede trat:rr las preocupacionesque
mológico.16oLa mavoría de las pretendidas innovu.ior,", normalmentequedanexcluidasde la ciencianormal.ró8
educativas, que tonan su asiento en lo narrativo, dejan, sin
embargo, mucho que desear.desde el punto de vista teórico Pero aparte de los argumentos expuestos -la crisis de
v filosófico. No obstante, se pueden deiecta'algunas razones los grandes relatos y Ia crítica a la racionalidad técnica-
que explican esta alianzade la educación con el discurso existe un argumento de tipo antropológico, si así se quiere
na-
rrativo. llamat que parece justificar la necesidad de pensar la educa-
En primer lugar, es posible observar la extensión de una ción narrativamente. El argumento consiste en afirmar que
cierta conciencia social, o cultural, muy proclive a la auto_ la vida humana es, de modo esencial, histórica, y que, en
comprensión narrativa como resultado de la crisis de los cuanto tal, cada vida es una historia narrada en el tiempo y
grandes relatos o explicaciones totales del mundo. Esta un proyecto existencial biográfico. Concebir la vida humana
con_
ciencia -calificada de posmoderna- invitaría a abandonar como biografía es tratar de pensarla como relato, lo que sig-
nifica que el sujeto humano es, como pensaba Proust, un no-

l6 ó . G i l , F . , * E d u c a ció n v n a r r a ció n : la p r á ctica d e la autobi ografía


en 167. B el l ah, R . v otros, H ábi tos del c oraz ón, Madri d, A l i anz a, 1989,
la educación,, Tét¡ríade la Educació, , t,ol. 9, 1997 pág. I I
, 6. El texto que ci_ págs. 203-204.
ta este autor es: Noddings, N., phibsophv of Educatir,n,
Oxford, W.,it'ier' 168. V an Manen, M., uP edagogv ,V i rtue, and N arrati v e Identi t¡.i n tc a-
P res s , 1 9 9 5 , p á g . 1 3 1 .
chi ngo, ('urri cul unt Inqui rt,24,2, 1994, pág. 159.

94
9-5
velista y un lector de sí mismo . En El tien4to recobrado,Proust dad dentro del marco de un intercambio entre hablantes,co-
escribe: mo ha dicho CharlesTaylor:

Yo defino quién sov al clefinir el sitio desdedonde hablo,


¿Qrrél'alor puedetener la literatura de notas,si Ia realidad
est¿icontenidaen pequetiascosascomo l¿rsque anota (...).vca- seaen el árbol genealógico,en el espaciosocial,en la geografía
recende significadopor sí nrismassi no lo deducimosde ellas? de los estatusy las funciones sociales,en mis relacionesínti-
Lo que constituíapara nosotrosnuestr()pcnsamiento,lltlL'stra mas con aquellosque anlo, y también, esencialmente, en el es-
vida, la realidad,es la cadenade todasesasexpresionesinexac- pacio de orientación moral y espiritual dentro del cual existen
tas, conservadaspor la memoria, dondc, poco a poco, no va mis relacionesdefinitoriasmás importantes.rTr
quedandonada de 1o que lealmente hemos sentido ('..) la ver-
daderavida, la vida al fin desctrbicrrav dilucidada,la úrnic¿r vi- Así, la formación de la identidad es el aprendizaje original,
da, por lo tanto, realmeutevivida es la literatura;esavida que, y originario, de nuestros primeros lenguajes de vaioración y
en cierto sentido,habita en cada instanteen todos los hombres discernimiento, un aprendizaje al que somos introducidos e
tanto como en el artista (...) Nuestravida es también la vida de iniciados por los adultos, en el seno de una conversación hu-
los den-rás;pues, para el escritor, el estilo es como el color para mana que es alavez temporal y espacial.
el pintor, una cuestiónno de técnica,sino de visión. Es la reve- Desde este punto de vista, podemos decir que poseemos
lación, que seríaimposible por medios directosy conscientes,
una (mente l etrada,, l i tera r ia, y que nuest r o pensam ient o
de la diiérencia cualitativa que hal en la manera como se nos
presentael mundo, diterenciaque, si no existierael arte, sería es un pensar narativo.'7r Así, aunque Ia literatura y la poesía
el secretoeterno de cada uno.r6' no nos puedan desvelar el secreto de la creación de la mente
humana, sí son capaces de decirnos mucho sobre la naturale-
Este mensa.jeparece recogerlo lúcidamente Jerome Bru- za dela vida mental y espiritual.rT3Nos aportan esadimensión
ner cuando señala que el proceso de autoconocimiento per- textual de kt realidad, recordándonos que el ser humano, como
sonal tiene también qLlever con las (anotaciones que Llno h¿l novelista de sí rrismo, es un ser intetpretalivo v Lln poñador de
tomado en cuadernos accesibles, en los libros con pasajes historias. Sin esas histori¿rsque nos cuentan de pequeños, y
subrayados que almacenamos en nuestras estanterías, en los que más adelante leemos e imaginamos, la identidad personal
manuales que hemos aprendido a consultar, en las fuentes y nuestra existencia como seres humanos sería imposible,
de información que hemos conectado a nuestro ordenador, porque sonlos animales que necesitamos de la ficción y de la
en los amigos a los que podemos recurrir en busca de una re- imaginación para buscar (y encontrar) algún sentido a nues-
ferencia o un conseio, v así sucesiva e infinitamente).r?0 tras vidas. Por eso el novelista nofteamericano Paul Auster es-
Desde esta óptica, la clásica definición del ser humano cribe en sr"rlibro Lq invención de la soledad:
como (animal racional,>,como ser dotado de mente y de len-
Dicen que si el hombre no pudiera soñar por las nochesse
guaje, debe ser reinterpretada narrativamente. Porque preci-
volveríaloco; del mismo modo, si a un niño no se le permite en-
samente nuestra mente produce esos productos cultulales
trar en el mundo de lo imaginario nunca llegará a asumir la
que son los libros, la escritura, los relatos. Esos relatos, esa
escritura y esos libros son adenrás el espacio de inteilocución
que nos educa, que nos forma y transforma nuestra identi- 171. Tavloc Ch., Fuentes del t'o. La construcéiótt de lct identidad nu¡der-
na, B arcel ona, P ai dós, 199ó, pág. 5 l .
I72. V éase sobre esta cuesti ón el ex c el ente l i bro de Ol s on. D . R .. E 1
169. Proust, M., En busca del tientpo perdidtt, 7. El tiernptt recobrado, ntundc¡ sobre el papel , B arccl ona, G edi s a, 1998.
Madrid , A l i a n z a . 1 9 9 8 , pá g s. 2 4 4 - 2 4 5 . 173. Tenen-rospresente aquí nragnífi c o l i bro de B runer, J ., R eal i dad
170. B¡-unert J., Actos de .sigrtilicatlo. Más alló de la ret'oluciórt cogttif it'rt' rrttnÍal y nrundc¡s trtosibles.Los actos de imaginación qtrc dntt sentido a la e.r-
Madrid , A l i a n z a , 1 9 9 1 , p á g s. 1 0 6 - 1 0 7 . peri errti u, B ¿rtcel ona, Gedi sa, 199ó.

96
realid¿rd.La necesidacl clc r-el¿rtos rlc trrt nino es tntr l¡.tnclamen- actitudes y comportamientos, sino un problema de transfor-
tal c om o s u nec e s i d a dc l ec o mi c l ¡rv s e l n a n i l iestadel mi sm< r mación: uAprendemos a saber quienes somos "realmente"
m odo que el ham b re .rT {
cuando nos collvertimos en lo que realmente somos. Y ma-
durar es, en muchos sentidos, un proceso activo de desear,
El filósofo contempor'áneo Alasdair Maclnt\.'re ha mos- preferi¡ elegir o tender hacia algunas cosas en lugar de hacia
trado ese carácter nan'ativo de la condición hunrana al suge-
otl ' asr,' tt aposti l l a Max van M anen.
rir que nel hombre, tanto en sus acciones y sus prácticas co-
En este proceso de aprendizaje se comprornelen dos
mo en sus licciones, es esencialmente un animal qlle cuenta principios fur-rdamentaleso, dicho de otro modo, dos rasgos
historiasr.l'-t Es un animal que cuenta historias y, aunque por
universales que tienen que ver con la manera en que el hom-
esencia no lo sea -matiza este autor-, puede llegar a ser, a
bre se orienta a la cultura y a su pasado. Por una parte, el
trar¡és de su historia, un cont¿rclorde relatos que aspira a la principio de ret'lexivídatl,la capacidad para volvernos hacia
verdad. Según Maclntvre, entramos en la sociedad con unos
el pasado y al terar el prese nt e en f t r nción de é1, o de alt e-
papeles-persona.ies asignados v tenemos que aprender en qué
rar el sentido que teníamos del pasado en función clel pre-
consisten para entender las respuestasque los demás nos dan
sente. Y por otro lado la capacidad de intctginar eltenlativas,
y para alcanzar el saber preciso para construir las nuestras. Y
de idear otras f'ormas de ser, de actua¡ de movernos en el
justamente esc:uclruttdorelatos, nartaciones, hjstorias de [ic-
mundo. E n este j uego di al éct ico ent r e la r ef lexión y la im a-
ción o reales \ramos aprendiendo progresivamente Io que es ginación de alternativas, reelaboramos, reevaluamos y refi-
la propia condición humana: uPrívese a los niños de las na- guramos l a cul tura y a nosot r os m ism os dent r o de ella. Y es-
rraciones y se les deiará sin guión, tarlamudos angustiados
to es fundamental desde el punto de vista educativo, porque
en sus acciones y en sus palabras. No hav modo cle entender
no es posible una reflexión rigurosa sobre la educación al
ninguna sociedad, incluyendo la nuestra, qlle no persepor el
margen de una filosofía de la cultura.
círmulo de narraciones que cor.rstituyensus recursos dramá-
En este punto Ia principal contribución del pensamien-
ticos básicos. La mitología, en su sentido originario, está en
to de Ricoeur se hace especialmente importante en la acción
e l co r az ón de las c o s a s r.rT o
educati l ' a. E n sus pri meras obr as, sost iene que la uvolun-
De acuerdo con estas ideas, tiene pleno sentido el argu-
tad" choca si empre con l o q ue el m ism o Ricoeur denom ina
mento expuesto por Max van Manen acerca de que la peda-
l os ui nvol untari os> l ími tes de la f init ud hum ana. No nos
gogía se debería ocupar, sobre todo, de la identidad del suje-
comprendemos directamente, sino más bien interpretando
to y de su er,olución. Si el devenir de un niño es un llegar a
si gnos fuera de nosotros, en la cult ur a v en la hist or ia, pa-
se4 v si como dice Charles Taylor somos lo que hemos llega-
sando por el lenguaje y, sobre todo, por su potencial más ri-
do a ser dentro de un espacio de interlocución en el que
co: los símbolos y los mitos.r78El hombre no puede preten-
constantemente reconfiguramos nuestra identidad, entonces
der el autoconocintiento y la autocomprensión mediante un
el propósito de la educación, visto desde una perspecti\,a na-
acceso directo a su conciencia, va que está recorrido de sig-
rrativa, no será tanto el ucambio de la personalidad", y ni si-
ni fi caci ones di sti ntas de l a suya pr opia. Sonos ser es pen-
quiera el
"cambio de conducta>, sino la transfornnción de lcL santes. Pero en cuanto tales, como seres dotados de mente,
identidad. El autoconocimiento y la autocomprensión no son
somos un cogito descentrado, disperso v sumamente falible.
una cuestión de introsoección o de modificación externa de
Para lograr la cornprensión de sí, debenros dar un rodeo re-
f-lexivo,v hemos de pasar a tl-avés de las estmcturas obieti-
I 7 4 . A u s l e r , P . , h t i ttve ttció tt d e 'la so le d a d , Ba r ce lo n a , A nagrama, 1997,
pág. 2 I 8 . 177. V an Manen, M., E l tacto e n l a ens eñtutaa,ed. c i t., 1998, pág.49.
17 5 . M a c l n t v r e , A .,T r a s la t' ir tu d , Ba r ce lo n a , Cr ítica , 1987, pág.266. 178- \/ti ase l i r ol ¡ra cl ási ca de R i c oe' ur, P .. Fi ni tud v t.ul pabi l i dad. Mr
17 6 . t b í d . , p á 9 . 2 6 7 . rl r i tl . 'furrl i rs. 1982.

98 99
va s de la c ult ur a, l a s o c i e d a d , l a re l i g i ó n , e l l enguaj e. C omo Nada de lo que hemos dicho hasta aquí estaría justifica_
seres interpretativos en busca de sentido y comprensión, el do si Ia acci ón cducati va, en t ant o que acción social, no f ue_
se r h um ano es un s e r h e l ' m e n é u ti c o , o l o q ue es l o rni smo, ra Llna acción narrativa \i por-lo tan[o, vinculada a los trabaios
u n " m ediador > , u n s e r q u e ti e n e q u e tra n s i tar espaci os i n- de la memoria v de la imaginación. Tc¡dohombre o nrujer'es,
termedios, espacios textuales en los que se guarda el secre- en gran medi da, resul tado de la cult ur a en la que ha naciclo
to de sí mismo. Tiene pues que aprender el arte de descifrar y en la que ha sido eclucado. En la edr.rcaciónse transmite un
l a s signif ic ac ione s i n d i re c ta s , e l a rte mi s mo de l a herme- mundo simbólico ¿rlravés de los relalos v las narraciones, un
n é u t ic a. mundo atravesado clc ficción quc es lreccsario par.aque el ser
La cuestión es paradójica; el ser humano se capta a sí humano pr-reda conl'igurar. sr-ridenlidad. Iln este sentido,
mismo a través del aprendizaje y de la rnediación de los pro- educar es desal'rollar una <inteligencia histirrica capaz de
ductos que él mismo crea. Llega al entendimiento de sí mis- di scerni r en qué herenci ¿r scult ur ales se est á inscr it o, , 180es
mo des - ident if ic á n d o s e , d e s -s u b j e tj v á n d o s e,sal i endo de sí r,rnabúsqueda de los orígenes, de la historia de la comunidad
en pos de lo otro. Según Ricoeur contamos con cie'rtos inva- en la que helnos nacido.
riantes o universales en esta difícil tarea: la capacidad de Si todo ser hurnano se encLlentra, desde el instante de su
dialogar, el hacer y el paclecer en el contexto de una realidad nacinriento, en una trodición ünngincLriaque Ie llega pedagó_
que debe ser interpretada, así como el papel de la memoria y gic.mente a través de las instituciones c'cargad^s de trans-
la narración. Y, sin cnrbargo, como hemos tratado de mos- r¡itirlo,r8r entoncelsla co'strucciírn cle la trarrra clc-la iclenti-
trar en páginas anteriores, la amenaza de los modernos lota- dad se real i za va, cl esde su pr opio inicio, descleun nt ar co
litarismos constituye un claro ejemplo de nuestra propia ca- profundamcnte narrativo. O 1o que es lo rnismo: ningún ser
pacidad para la autodestrucción, negando esos aspectos hur¡ano puede prescindir de las rónnas de nteclierció,- sintbó-
invariables y universales en los que Ricoeur confía. Aquí, lico-narratitras (lenguaje, reglas de conducta, concepciones
justamente, se introduce el tema dela justicia. En su libro Si del mundo, defi nj ci ones de ident idad, ideologí as. . . )qu. - con_
ntismo cotno otro insiste reiteradamente que el problema de dicionan su ser en el mlrnd<;.
la justicia no puede quedar reducido a la cuestión de la rela- Es cierto que el hombre puecle (y seguramente debe) opo_
ción del cara a cara'7e-un tema que trataremos en el próxi- nerse al mundo en el que se ha formado; puede transformar_
mo capítulo, de la mano de Levinas-, va que el "otro> es lo. Pero sólo podrá hacerlo en la mcclida en que este munclo
siempre alguien inscrito en un marco cultural que comparte ¡ra está narrativamente constituido.rs2por eso, escribe Ricoeur,
co n los dem ás . ula comprensión de sí es nar-t-ativacie un exrremo a otro.
Pero sí podemos leer, como hemos dicho. Más aún, tene- Comprenderse es apropiarse de la propia vida de uno. Ahora
mos que educarnos en la lectura, en razón de nuestra condi- bien, comprender esta histor-ia es )racer el relato cle clla, con-
ción hermenéutica y nuestra necesidad de interprelación de duci dos por l os rel atos, l ant o hist ór icos com o f ict icios, que
un mundo que constal-rtemente emile signos que nos hacen
pensar. Nuestro /ogos que tiene necesidad de salir de su pro-
180. Mei ri eu, P ., Franken.ste i neduc ador, ed. c i r., 199g, págs . 24-25.
pia lógica para atraer dentro lo que la razón filosófica occi- 181. E scri be Gad¿l mer: nN osotrr¡s no es tamos nunc a en l ¿rs i t' ac i ón c l e
dental ha dejado fuera. Hemos de ir más allá del concepto. Y espectadores puros o de oyentes de una obra de ¿rrre,porqlle slcntpl-e esta_
esta tarea lectora y hermenéutica, imprescindible para saber' nros rnrnersos, en ci ei 'to senti do, e n una trac l i c i ón,. (Gadamc r, H .-G., E l i tti _
quiénes somos, consiste L-nponer en acto un entendimiento ci o de Ia l i l osol ín occi denta!, B arc el ona, pai dírs , 1995, pág. 27.) y nrás ac l e_
l ante: nLa cr¡nci enci a está condi cionada por l as determi nac i ones hi s tóri c as .
responsable.
N o obsen'amos l a hi stori a cl esde rrna c i erta di s t¿rnc i a,es tanros , c n c Ll ¿1nro
seres hi stóri c.s, si enrp.e en l a hi s tori a qr¡e i nl enl arnos c onrprenc l er,. (' l bíc l ..
pag. 3 2. )
1 7 9 . R i c o e u ¡ P . , S í m ism o co n to o tr o , e d . cit., 1 9 8 6 , pág. 202. 182. VclaseCrespi, F., A¡trender a e,rls¡lr, Madrid, Alianza, 1996, pág. 29.

100 101
hemos comprendido y amado. Así nos hacemos lectores de el universo de la ficción que Ie permitirá enfrentarse a la cott-
n u e s t r a pr opia v id a ,. r8 3 tingencitt, esto es, al sufrimiento, ai sentido de la vida, al mal,
Desde este punto de vista, la educación se inscribe entre a la mLrerte...Tal como decíamos en la introducción de este Ii-
el deseo de narar y \a narración del deseo. La educación se bro, la contingencirt es una "experiencia antropológica origi-
orienta, de un lado, a la formación de una identidad personal naria) que la filosofía occidental ha procurado a lo largo de
que se encuentra comprometida con la recepción conjunta su historia disimular y superar.r8sSiguiendo a Lluís Duch,
-especialmente en la lectura- de los textos históricos y de sostenemos que la lengua materna es una setnántica cc¡rdial
ficción (lo que nos conduce a un deseo progresivo de seguir que permite al ser humano hacer frente al dronn de la con-
narrando el mundo a los demás, especialmente a los recién tingencia, es decir, a aquellas (cuestiones ftlndamentales" qtte
llegados) y, de otro, nuestro aprer-rdizajecomo humanos es, no se pueden resolver ni definitiva ni técnicamente. Aunque no
en el lbndo, una práctica narrativa dentro de la cual aprende- es éste el momento de entrar a fondo en esta cuestión, no ca-
mos a contamos mejor lo que sontos v quiénes somos, cuáles be duda de que aquí la aportación de Humboldt, por ejempio,
son nuestros deseos, nuestras pasiones, nuestros propósitos, es decisiva. La lengua materna, desde este pLlnto de vista, no
nllestras creencias e intenciones. El sujeto humano es, así, facilita al niño solamente una apropiación ntécnica, del mun-
parcialmente el producto de una pre-construcción narrativa. do. La lengua materrra permite al niño hacerse cargo vital-
El trabajo, el consumo, la violencia, el sexo, la muer-te,la edu- ntente de su entorno. La lengua materna actúa al modo de
cación, no podrían existir firera de una estructura narrativa. teodiceaprác'tica, esto es, otorga al niño el instntmental sim-
El niño nace dentro de la institución familiar. La f'amilia bólico necesario para Llna (apropiación, significativa de su
es la primera estrLtcturade acogida. Al nacer, el ser humano mundo de la vida. A través de esta lengua materna el mundo
aparece como algrtien absolutamente frágil e inofensil'o, que del niño puede pasar de ser un caos a un cos/z¿os-.r8e
tiene que aprender todo lo necesario para convivir con sus se- El univelso heredado por la lengua materna es sígnico y
mejantes. Debe aprender los signos que le envuelven, los ritos simbólico. Pero a diferencia de la ortodoxia de los signos y de
propios de su comunidad, las costumbres y los valores de sr-r l as señal es,el usímbol o, ne cesit a de una const ant e r eint er -
entorno.r8a En definitiva, un universo simbólico que le es pretación: nUn símbolo humano genuino no se caracteriza
transmitido a través de las historias que le cuentan y en las por su uniformidad sino por su variabilidad. No es rígido e
que se educa y se forma su identidad. Éste universo le es pro, inflexible, sino móvil,,re0dice Cassirer.Además, se trata, en el
porcionado sobre todo a través dela lengua lneten1a,185 la cual caso del símbolo, de una uimagen-de-sentido) y, en conse-
permite organiz-ar y dar sentido a su mundo.l8o Esta lengua cuencia, necesita de una constante interpretación y reinter-
materna no es siempre, v en todo momento, un lenguaje pro- pretación. El símbolo es portador de sentido, pero el sllyo no
posicional (conceptual) ni las historias v los relatos tejidos es un sentido pre-dado, o dado ya definitivamente, sino abier-
por ella, relatos históricos.rETLa lengua materna abre al niño to al cambio, a la constante revisión en cada momento de la
historia, de nuestra historia. El significado del símbolo siem-
pre puede ser otro, siempre puede ser de otro ntodo. La ido-
1 8 3 . R i c o e u r , P . , " Au to co m p r e n sió n e h isto r ia ,, e n P aul R i coeur: Lo.s l atría aparece como l a É i jación def init iva del sent ido. El
c at nin o s d e I a i n t e r p r e t aci¿ iir ,Ba r ce lo n a , An th r o p o s, 1 9 9 1, pág. 42.
símbolo representa una realidad que, al mismo tiempo y pa-
18 4 . M e i r i e u , P . , Fr a n ke n ste in e d u ca d < tr ,e d . cit., 1 9 9 8,;tág.22.
185. Sobre la importante función de la lengua materna, véase Duch, Ll.,
La edu c a c i ó n r ' / a c r i s i . sd e L t m o d e n tid a r l, Ba r ce lo n a , Pa jd ós, 1997, pág.23.
18 6 . O r r a k n i n , M . - A., Bib lio th é r a p ie . L ir e , < "e ste u é r ir .,P arís, S eui l , 'l 994, l 8tl . D e el l o sc quej a R osenzu' ei g, F., La es trel l tt d¿ l a R ec l enc i ón, ed.
pag. 30 0 . ci t.. I 997, pág:. 43 r' si gs.
18 7 . D e a h í l a t e s i s d e Ge o r g e Ste in e r : Io q u e n o s r ig e no es el ptrsado l Í- I89. Véase Duch, Ll., La educuL-iótty 1acresi.sde la nodernidad ' ed. cit ,
t eral s i n o l a s i m á g e n e s d e l p a sa d o . Vé a se Ste in e r G., ü t el casti l l o de B arba 1997, págs.23 v si gs.
Azul. Altroxintación a un nueyo cotrcepfo de cuhura, ed. cit., 1992, pág. 17. 190. C assi rcr, E ., A rttropctl ogíal i l os ítl i c a, Méx i c t¡, FC E , 1987, pá9. 64.

r02 103
radójicamente, oculta. Y el símbolo no eslá nunca totalmen-
(contarnos) a nosotros r¡i sm os) , el pr oceso f or m at ivo en-
te i nt er pr et ado. La i d o l a tría e s l a re d u c c i ó n de uno de l os
sentidos infinitamente abiertos del sínrbolo a una de sus po- clrentra su mejor modelo en un paradigma literario.
sibles interpretaciones. Escapar a la idol¿rtría es aceptar la C omo di ce A ntoni o Muñ oz M olina, just am ent e en la in-
anúigüedad del símbolo, de los relatos simbólicos.le1 fancia, cuando los libros aún no han tenido tiempo de nto-
Este universo simbólico qlre nos es transmitido cumple carnos> es el momento en que (terlemos una necesidad más
Ia función de sentar las bases necesarias para poder inter- apremiante de explicarnos o de que nos expliquen ei mun-
pretar el mundo, y para pt>der interpretarnos también a no- do,."" Es la época en que, por la educación, nos vamos nfor-
sotros mismos y a los clemás. Nos proporciona los recursos mando" oyendo contar historias a los padres o a los abuelos
necesarios para poder lcernos a nosotros mismos v a los de- -al mundo adulto-, la época en que, definitivamente, im-
más, y para poder atribuir sentido y significado. Nos perrni- porta mucho menos que el relato sea verdadero Y en cambio
te no únicamente decir algo, sino decir de algo. mucho más que el que lo cuenta lo sepa narrar, es decir, que
Martha C. Nussbaum ha explicado con toda claridad esta narre un verdadero relato. Así, dice Muñoz Molina:
importante función que cumplen las historias y relatos que
nos narran en nuestra infancia, relatos que hacen de la labor Er-rcualquierparte, en nllestra casa,en nuestravida diat ia,
en el interior de cada rtno cle nosotros,existen historizrsqr-te
de educar una tarea narrativa en su propia esencia. Porque a
merecenser contadasy que puedenconvertir-se en una magní-
través de ellos los niños uaprenden a atribuir vida, emociones
fica ficcirin; pero para ad'r'ertirloes precisauna actitud que'es
v pensamierrtos a figuras cuyo interior les está oculto. Según tanto un arnra o un ir-rstintodel nolelista conro clecualquiera
avanza el tiempo, lo hacen en una fbrma cada vez más sofis- que vir,acon un interésapasiclnaclo por la expcrienciaclelmun-
ticada, aprendiendo a escuchar y a contar historias sobre ani- do. En el origen dcl acto de escribir está el gusto de mirar t'
rrales y humanos. Estos relatos se combin¿]n con sus pr'opios aprendery la convicción cleque las cosasv los seresmerecen
intentos de explicar el mundo y sus propias acciones en é1. existir:un sentimientode respetoy a la vez de gratitucl,un¿icLl-
Un niño privado de cuentos está privado, ¿rla l'ez, de diversas riosidad que es sobre todo una celebraciónde la plulalidad de
maneras de ver a las otras gentes. Porque el interior de las las vidas v del valor irreductiblede caclauna de ellas.El escri-
gentes, como el interior de las estrellas, no está abierto a tor no anda a la busca de historias: escribeporque las ha en-
nuesl-rosojos. Nos suscita extrañeza y admiración. Y la con- contradoy estásegurode que vale la pena contarlas.rea
clusión de que este conjunto de miembros situado frente a mí
tiene emociones )'sentimientos y pensamientos como los que Aprender a ser humanos es, así, como aprender a leer v a
yo me atribuyo a mí mismo, no es adquirido sin el ejercicio nal"rar en un mundo que percibimos como plural ¡, diverso.
de la imaginación que el coutar historias proponeu.re2 Pero sería un error pensar que los géneros literarios imitan
la acción. La literaturare-crea, reconstruye la acción, y le da
un sentido. Una acción sin imaginación, adernás de ser im-
posible, sería entonces perversa: nos sometería a la tiranía
3.2. La imaginación narrativa
de los hechos.
Todo lo que llevamos dicho suscribe una tesis peculiar: Para Ricoeu¡ poetizar es representar de manera creadora,
por su estructura inherentemente narrativa (es necesario in- original y nueva el campo de la acción httmana, estructurán-
sistir en que la educación es la actividad que nos aylrda a dola activamente mediante la invención de ttna ntrama", de
un relato. De este modo, soslenemos que una primera dimen-

1 9 1 . M o s é s , S . , L ' E r o s e t kt L cti, Pa r ís, Se u il, 1 9 9 9 , p ágs. 100-101.


1 9 2 . N u s s b a u r n , N4 .C., Cu ltivtr tin g Hu r tr u ttitt' , Ca m b rídge H anard U ni - 19.J. Mtrñoz Mol i na, A ., nLa real i dac l de l a fi c c i ón", en P ura al egrín,
v e-r-s i t yP r e s s , l 9 9 7 , p á g . 8 9 . M¿rcl l i d,A l l aguara, 1999, pág. 22.
19.1. l l )íd., p/rg. 28.

104
105
si ó n de la ac c ión e d u c a ti v a e s l a i n ta g i n a c i ó n . La acci ón edu- de una realidad ya constituida, sino como una reconstruc-
cativa, en tanto que acción formadora de una identidad, se ción mediante la imaginación creadora.
debe inventar. Tiene que ver con la ficción, más que con una Los partidarios de una concepción tecnológica de la edu-
supuesta realidad objetiva que no hace sino espet'arnos pasi- cación, cuando son capaces de remitirse al imporlante concep-
vamente a que la descubramos. Sin la ficción, o lo que es lo to griego de poiesis, subrayan sólo la dimensión de actividad
mi sm o, s í n la m í n te s rs (* i m a g i n a c i ó n c re a d orao), l a acci ón productiva o de fabricación que este concepto contiene, olvi-
educativa no podrÍa lener (sentid<l'. La acción debe ser na- dando con ello su dimensión de ncreación", en el sentido apun-
rrada para que tenga sentido. No hay, pues, acción sin nzl- tado.
thos (trama, relato), ní mímesis (in-raginación). No hay ac- La relación entre el ntythos y la mímesis obliga a prescin-
ción fuera de la trama y de la in-raginación creadora, por eso dir de la traducción de mímesls por imitación, copia o réplica
no hay acción sin relato, no hay acciótt sin narcación't'5 de lo idéntico. La representación es una actilud mimética en
La múnesis tiene un sentido dinámico: es el proceso acti- la medida en que produce la acción, o la configura y constrL,rye
vo de representar.re6Es importante insistir en el carácter di- mediante un relato. Sólo si uno es capaz de sintetizar lo hete-
námico y tempo.al de la acción y Ia representación frente a roséneo de su vida en una narración nuede esta vida tener un
modelos acrónicos. Según Ricoeur, la Poética de Aristóteles sentido. Éste es otro de los elementot furldu-"ntales de la ac-
sólo tiene un concepto globalizador,\amínrcsis. Aristóteles ne- ción educativa. (Veremos al final del libro que, como aconte-
cesita la mímesis para poder definir la naturaleza del acto ci mi ento éti co,l a experi enc ia del apr ender no se debe basar
poético. La poética es un acto creadot, es la elaboración, in- en la prescripción norrnativa uhazlo como yo) -mera imita-
vención, construcción de una trama, de un relato, que, a su ción- sino en la invitación ética de un nhazlo conmigo").
vez, reconfigurará la acción. De ahí que se pueda sostener La imaginación educa si las subjetividades construyen
que la acción educativa es, en gran medida, una acción poé- relatos y son configurados por ellos. La acción educativa es
tica, y que el educador es también un poeta, un narrador' La unarelación mimética, pero no ahora solamente en el senti-
acción es educativa, entre otras cosas, porque en Ia educa- do de copia o reproducción de un modelo,reTsino sobre todo
ción el ser humano debe responder a la pregunta ¿quién soy? entendiéndola como creación de tramas, de narraciones, de
construyendo el relato de su vida. Desde esta perspectiva, oti empor. P orque no hay < t iem po hum ano, sin ur elat o, . Es-
proponemos entender la educaciót'Lcon'to el relato de la for- ta es la tesis de fondo de Tiempo y narración: el tiempo es
*oiión de la subietividad o de la identidad' La mímesis (ima- tiempo humano en la medida en qlle es tiempo narrado.
ginación) aparece entonces no como una imitación o copia Ricoeur llamará narración o relato a lo que Aristóteles
denomina mythos.lesAl traducir mímesis por representación
1 9 5 . S u e l e , p o r otr o la d r ¡ , tr a d u cir se n tín te sis p o r imi taci ón, pero esta
no doblamos la realidad, la creamos, inventamos la acción.
t radu c c i ó n , c o m o a d vie r te Rico e u r , e s m á s p la tó n ica que ari stotél i ca. E s La mímesis, lo imaginario creado4 une natración y acción. La
mejor traduci r tníntesis por (representación de la accióno, o por ninragina- educación es tiempo porque es posible constrrrir la identidad
ción creadora'. Desgraciadamente, dice Ricoeur, una larga tradición hostil narrativa. El tiempo es tiempo humano en la medida en que se
nos h a h e c h o e n t e n d e r 1 a im ita ció n e n e l se n tid o d e copi a, de répl i ca de l o puede expresar narrativamente. Ricoeur introduce aquí la
idéntico. Y no comprendemos en absoluto la declaración central de la Pod-
¡lca de Aristóteles, según la cual epopeya, tragedia v comedia son imitacio-
triple concepción de la mímesis, o de los tres niveles de la ima-
nes d e l a a c c i ó n h u ma n a . Ah o r a b ie n , p r e cisa m e n te p orque rr¡¡l r¿¿.sino s es ginación creadora.
una copia, sino una reconstrucción mediante la imaginación creadora, Arls-
t ót e l e s n o s e c o n t r a d ice ... ( Rico e u r , P., u He r m e n é u tica v semi óti cü>, en H o-
rizontes clel relato. Lecturas I cttttversacioncs con Paul Ricoeur' Cuaderno 197. Véase sobre esta cuestión: Mélich, J.-C., Antropología sintbólica ,-
G ris , n " 2 , M a d r i d , UAM , 1 9 9 7 , p á g s. 8 3 - 8 4 .) acción e¿lucativa, Barce'lona, Paidós, 199ó.
196. Ricoeu¡ P., Tientpctt naraciótt. Vol l: Conliguración del tientpo ett 198. Ricoeur, P., Tiem9:oy nan'ación. Vol. l. Configuración del tientpo en
el re l a l c th i s t ó r i c o , M ér ico , Sig lo xxr , 1 9 9 5 , p á g . 8 3 t:l r¿l att¡hi stri ri co, ed. ci t., 1995, pág. 88.

106 107
La ntímesis 1 es el momento de la prefiguración, anterior mundo humano de l a ac ciónn, escr ibe Paul Ricoeur . 2o:Las
a l a c om pos ic ión p o é ti c a . El a c to r p o s e e L l na comprensi ón imágenes, las ficciones, hacen que el mundo en que vivimos
previa del mundo. La obra históric¿r no n¿r.cesólo de obras tengzr significado. El lenguaje literario parece que no tiene
anteriores. La obra literaria es suscil¿rdapor una pre-com- nada que aportar a Ia nrealidadr. Pero si se afirma esto es
prensión del mundo y cle la ¿rccirin.S¿rbemosqué significan porque se concibe l¿r"realidad> como algo manipulable tec-
las palabras porque sabemos utilizallas, aunque nunca nos nológicamente. En otras palabras, la literatr-tra abt'e o cons-
havamos detenido a deflnirlas. La acción humana podrá ser truye una realidad que no se podría abrir o construir de otro
narrada porque ya es, desde cl inicio, un¿r¿rcciónsimbólica. modo u otr¿r tbrma: nSi negáis este poder clue tiene la fic-
(R i coeur s igt r e aq u í a G e e rtz .)re eL a p ro x i s e s si mból i ca. S e ción de decir lo esencial de lo real, entonces ratificáis el po-
podrá volver a simboliz¿rr la acción porque ésta ya es una ac- sitivismo para el que lo real es sólo Io obseruable y descripti-
ción simbólica. El símbolo no es algo añadido, algo de se- ble científicarnente), escribe Ricoeur.203
g u n d o gr ado, a la a c c i ó n . B i e n a l c o n tra ri o , es consti tuti vo Según esto, la relación entre la narración y la vida es do-
de la misma. Un mismo gesto, una icléntica palabra, signifi- ble. En primer término, la nun'ación retttite et kt vicla, ya que
carán cosas distintas en ¿rccionesdistintas. Dice Ricoeur que el proceso de composición se realiza en el lector, en el cual se
n l a s obr as iit er ar i a s p u e d e n p e n e tra r e n n u estr¿rvi da, pues opera una fusión de horizontes: entre el horizonte de su pro-
ésta se halla estructuracla simb<ilicameltter.r0()Además,la ac- pio mundo de lector y el del mundo de la f icción. E,n este
ci ó n pos ee una di rn e n s i < i n te n tp o ra l ¡tro p i a . E l ti empo hu- sentido, leer es un modo de vivir, contar y leet' narraciones es
ma n o no es una s i rn p l e s u c e s i < i nd e i n s t¿ rn te s,de rnomentos, vivirlas en el mundo de lo imaginario, r'ecreándolas en Llno.
de uahoras,. El tiernpo hurnano es un entrelazamiento entre Y en segundo lugar, la vitla mistna remite e la narración, ya
pasaclo, presente y lirturo. La acción pocir;i ser narrada, se que sn vida no es sólo biología, sino la concreción en Lln lrios
podrá convertir en trarn¿r,en relato, precisamente porque es -una biografía o relato-, de modo que gracias a ese modo
tiemlro. La tuínesi-s 11 es el mome nto de la creación propia- de vida lector el sujeto puede \¡ariar imaginativamente su
mente dicha. Fll rnundo se estn.rctura narrativamente. Es la identidad, r,iviendo múltiples relatos, interpretando el texto
claboración del texto liter-ario. Fll autor escribe. El actor re- de su vida de distintos modos y experimentando los aconte-
dact¿run diario o una bi<lgral'ía,o narro mi vida a través de cimientos de su existencia según modos típicamente narrati-
otro (reaf o ficticio).")t La míntesis 1/1 es la refigr,rración, la vos: como drama, como tragedia o como poesía.
transfigurac-ión o la rec<>nl'igr-rración cle la acción desde la lec- De acuerdo con esto, parecen alumbrarse dos ideas im-
tura, o la apropiación clel relato por parte del lector o actor. portantes: la primera qLle, corno todo texto, el texto que es
Esta tercera ntímesis es fundamental. Aprendemos Ia acción nuestra vida puede ser objeto de interpretaciones múltiples.
educativa reconociendo la simbólica del relato y reconfigu- Dar sentido a lo que nos acontece es traducir los signos de
rando la acción a partir de tal simbólica. t.a mímesis III esla múltiples formas. El sentido de un texto no se da de una vez
intersección entre el rnundo del texto l,el mundo del lector: para siempre. Es preciso conft'ontar el texto de mi vida con
uLas obras literarias no cesan de hacer v rehacer nuestro el texto de otras vicias. La comparación interpretativa es fun-
damental para dar sentido a la existencia. La segunda idea es
que ese mismo texto de la vicla puede ser, no ya sólo inter-
pretada, sino ordenada en cuanto a la cadena de aconteci-
199. Ricoeur, P., I deología y Lttopía, Barcelona, Gedisa, 1997, págs. 27 5-
285. L a c o n f e l c n c i a c le Rico e u r .s< tltr e ( ie e r tz e s fir n d amental para com-
prend e r l a c o n c e p c i ó n sim b < ilica d e la a cció n .
202. Ricoeur, P., uHermenéutica y semiótica", en Horizontes del relato.
2 0 0 . R i c o e ' u r , P , ul{ e ttn e n é tr tica v se m ió tica ", e n H ori zotttes de rel atc¡.
Lectura.st,conversaci ones con P aul R i c oeur, ed. c i t., 1997, pág.96.
Lec t tt r a s y c t ¡ t t v e r s a c i o tte su ¡ tt Pa ttl l? ico e u r , ccl. cit., 1 9 9 7, pág.95.
20-i. Ricoetrr, P., "Hermcnéutica v semiótica", en Horizo,ttes del relato.
2 0 1 . C o n r o T h o m a s M a n n co n SL ' r e n u s Z e itb lo m v A dri an Level ki i hn,
Lt,cl uras y t'onversaci onescon Paul R i c oeur, ed. c i t., 1997, pág.97.
en Do k t o r F a u s l t . t s .

108 109
mientos de acuerdo con Llna estrlrctura de géneros hemos l eícl o. E l texto apa r ece ent onces com o el t naest r o. \
literarios.
L a cu es t ión del gén e ro e s i n rp o .r.n te a r re v e l a rse preguntarse por la identidad personal conlleva también cues-
como or-
g a n i zador de s ent id o . tionarse sobre cómo nos debemos comportarl20ssobre qué sen-
L a t ar ea educ at i v a d e l l e c to r q rri z á c ,n s i s ta , enl onces, tido tiene nuestra existencia.
en
atreverse a construir su propio texto vital a partir Como va hemos visto, en lo imaginario el ser humano in-
del texto
que lee. Y esto vale tanto pzrra el acto de la
iectura p."piu_ tenta dar respuesta, nunca de modo definitivo desde luego, a
mente dicho como para la actividad de leer, interpretár las preguntas f-undacionales que hacen referencia al pasado
yira-
ducir los signos que emite er texto del mundo. Se tr-ata (¿de dónde vengo?) v al futuro (¿a dónde voy?). Dentro dei
ie lle-
var a cabo un viaje pero sin llevar mapas, aunque relato de ficción, del relato imaginario, se abordan estas dos
sí pistas .y
señales que podemos interpretar. peniar, enronces, cuestiones con el fin de r-espondera la pregunta del presente:
no es so_
lamente razonar con lógica, es interpretar, es traducir,
es una ¿quién scly?y ¿qué sentido tiene mi vida? Para Charles Ta1,
l?.b"{ egiptología: inrerprerar signos o
9" .feroglíficos. para lor responder a estas preguntas irnplica un posicionamiento
ello debemos adoptar la distancia apropiaáa, p-o.qr-," éti co:
1""I:
una actividad -una experiencia_ que se sitúa ",
a medio ca_
mino e-ntrela miopía v la presbicia. He venido defendiendoqlre par-aencontrar un mínimo de
Como ya hemos apuntado, no somos tl.ansparentes para sentidoa nuestrasvidas,para tener un¿ridentidad,necesitamos
nosotros mismos. Si nos hacemos la pregunta .¿qué una orientaciónal bien, lo que significa una cierta percepción
somos?o
descubrimos que no es tan fácil responáerla. Nt^sabemos de discrimin¿rcióncualitativ¿r,de io incompzrrablemente supe-
Io
que somos. Sólo podemos iniciar un camino de rior. Ahora vemosque diclra percepcióndel bien ha de ir entt-e-
comprensión
-un viaje, una experiencia- de nuestra existenci¿rante tcjida en la compren.sión
que tengode mi vida como Lrnahistor.ia
los que va desplegándose.
otros, con los otros, ante los textos y con los textos. Pero esto es manifestarotra condición
Una ex_ básicapara poder entendernos:hemosde asir nuestrasvidasen
periencia narrativa, que es cor-rdición de posibiliclad
de Ia una narrativa.2oo
educación. Éstas son las tres condiciones para que
sea posi_
ble la comprensión de uno mismo y, por l,o tanio,
la for-ma_ Lo intagúrur'lo configura lo ideológico (formación, legiti-
ción de la subjetividad: nComprenderie _escribe
Ricoeur_ mación, justificación de la identidad, no necesar.iamerlteen
es comprenderse ante er texto y recibir de ér las
condiciones sentido peyorativo), por un lado, y lo utópico (ruptura de la
de un sí mismo distinto al yo que se pone a leero.20a
identidad y esperanza de ser otro, en la alteridad del sí mjs-
otras palabras: no hat, comprensión clesí ntisnto
. _ P" t'i.tera mo), por otro. Compartimos al respecto plenamente la tesis
del desdoblamiento de uno misnto. Dcbo verme (como
otro> de Patrl Ricoeur desarrollada tanto en Del texto a le acción
para comprenderme. La lectura, entonces,
aparece a los ojos como en ldeología y utopía: aun en el supuesto de que la
del lector como una (ntediación ficticia> que permite
com_ ideología nos ofreciera una versión distorsionada de la reali-
prender el mundo, su mundo. pero, al mismo
tiempo, el tex_ dad, habría ya que partir del carácter constitutivo del imagi-
to literario hace posible una segunda mediación:'ra'forma-
nario social. El individuo, así como la comunidad, posee una
ción de la subietividad. precisamente porque no sabemos
con imagen de sí mismo, una imagen no arbitraria sino depen-
cerleza qué somos, necesitamos vernos a través del nefssls
s¿_ diente de aquellas imágenes del pasado que son frrto de los
tártico> que pro'oca el texto, es decir, de la identificación
relatos que configuran su tradición simbólica, y que deben
con los personajes y las situaciones que nos han
contado o ser reeiaboradas y refiguradas en el presente. Estamos obli-

204. R i c o e u r , p . ,
" N a rr a tivid a d , fe n o m e n o lo g ía - v h e r n renéuti ca,, en 205. Thi ebaut,C ., H i stori ct del nombrar, Madri d, V i s o¡ 1990, pág. 33.
Hori:ontes del relato. I'ectut'as conversaciones
1.' con paur RicoeLtr, ecr. cit., 20ó. Tavlor, Ch., Fuentes del ¡o. La constr¿tcciótt da h identidad nto¿ler-
1997, pág . 4 9 3 .
¡¡a, cd. ci l ., 1996, pág. 64.

r l0 ll I
gados a escribir la historia de nuestras viclas, pero sólo se jido sinrbólico, una red simbólica, una urditnbre. El mundo
pueden escribir en un lenguaje que hemos heredado. Los re- del relato de ficción y su lenguaje, ellenguaje tnrrativo, con-
latos, sean éstos míticos o literarios, o ambas cosas, hay que figuran la realidad social, el mundo de la acción, lo transfi-
leerlc¡s.2o'Lodicho debe volver a decirse. gur:an v a su vez son transfigurados por é1,le dan un sentido,
El texto de ficción no es real, porque no puede ser aquello puesto que lo vinculan a un origen, y le dan una esperanza,
que ella misma organiza, aquello que ella misma construye y al proponerle una utopía.
edifica. Pero la urealidad social, sólo puede ser real si está La ureal i dad, no es una nr ealidad obiet iva, , f uer a de lo
mediada por lo imaginario. El actor social lee -o /¿ leen- un i magi nari o, así como tampoco es una f icciór 'rsim ulada, co-
texto anterior a é1.Desde la escucha o la lectura de este rela- mo si la realidad fuera otra cosa lejos de l¿rficción. La reali-
to de ficción configura su mundo, y lo configura reescribiendo dad es nimaginaria,, lo que no significa que sea falsa.
el relato que ha leído o escuchado. La ficción, entonces, no es En definitiva, entendem os la educación como la configu-
sólo la configuración narativa de una estructura pre-narrati- ración de unct identidad personal al ntodo de la elaboración de
va, sino el retorno de trna nan'atividad originaria, fundadora, un ergutnentc¡, de una tranla, una nqrración de un relato clefic-
sin la que ni las acciones ni los actores sociales podrían vivir. ción. El protagonisla de la acción educativa, sea maestro o
Como ha escrito Marc-Alain Ouaknin, nninguna socieclad discípulo, configura su identidad, (el relato de su existencia),
puede existir sin los fundamentos de su memoria o sin la me- nturativanrcnte a partir de los otros relatos que le han conta-
moria de sus propios fundamentos, de sus mitos fundado- do o que ha leído. Para contestar a la pregunta (¿quién eres
resr,tt'' de los relatos de su tradiciór-rsimbólica. tú?, es necesario nan-ar la historia dc una vida. Pero el nue-
Que lo imaginario (y especialmente los relatos míticos y vo relato se hace a partir de los otros relatos que hemos leído
de ficción) configura la realidad, o todavía mejor, que la reali- o que nos han contado. La acción educativa configura la
dad se configure, cuanto menos en par1e, imaginariamente, no identidacl personal inventando una historia de ficción que
significa aquí que vivamos cn un espacio de simulctcros. No puede, paradójicamente, ser real, porque la realidad se confi-
n o s e s t am os r ef ir ie n d o a u n a e s p e c i e d e " re a l i dad vi rtual r. gura imaginativamente. Pero uno mismo no está capacitado
El simulacro no ha superado la diferencia ontológica entre para contar su propia vida. Necesita de <otro), real o imagi-
la realidad y la ficción. Creemos que, de nuevo, ha sido Paul nario. Necesita desdoblarse en (otro). Al narrar el <otro> la
Ricoeur uno de los que lo ha expresado con mavor precisión: historia de la vida de uno pueden adquirir sentido la existen-
uDe un modo u otro, todos los sisternas simbólicos contribu- cia tanto del narrador como del personaje de la narración.rrt)
yen a configurar la realidad. Muy especialmente, las tramas En esta línea argumental se encuentran algunos intere-
que inrrentamos nos ayudan a configurar nuestra experiencia santes desarrollos de Martha C. Nussbaum, que nos gustaría
temporal confusa, informe y, en última instancia, mudar.20e resumir ahora.2lr En su libro Justicia poética señala que la
La realidad, en consecuencia, no es un simulacro, sino un te- imaginación literaria es parte de la racionalidad pública, pe-
ro no lo es todo, y añade: Ia imaginación literaria
"Defiendo
precisamente porqlle me parece un ingrediente esencial de
20 7 . S i g u i e n d o a q u í la fe n o m e n o lo g ía d e Wo lfg a n g Iser, sostenemos
que ficciótt y realidad no se pueden concebir según una diferencia ontológi-
ca, sino sólo a par-tir de una relación de comunicación. La ficción comuni- 210. U no de l os ej empl os má s i nteres antes de l o que i ntentamos dec i r
ca algo sobre la realidad y ésta se construye imaginariarnente, según una lo tenemos en la novela de Thomas Mann, Doktor F'austus. El narrador, Se-
dialéc t i c a e n t r e < i d e n t i d¿ ¡ 1 , ( id e o lo g ía ) y u d ife r e n cia , ( u topía). renus Zei tbl om, cuenta Ia hÍstori a del geni al múrs i c o A dl i an Lev erk ühn. E l
20 8 . O u a k n i n , M . - A ., Bib lio th é r a p ie . L ir e , c' e st g u é r ir ,ed. ci t., 1994, pág. sentido dc la existencia del primero r,a ligado a la bioglafía del segundo.
3 1ó. 2l 1. V éanse especi al mente s us i deas s obre l a ui magi nac i ón narrati v a>
20 9 . R i c o e u r , P . , u Na r r a tivid a d , fe n o m e n o lo g Ía 1 ' h ermenéuti ca", en en N rrssbaum, M. C ., Justi ci o poé l i c a, B arc el ona, A ndrés B el l o, 1997, págs .
Horizontes del relato. Lectttras y conversacioner con Paul Ricoeur, ed. cit., 25-38 y C ul ti vati ng H unntti ty, C ambri dge, H arv ard U ni v ers i ty P res s , 1998,
1997 , pág. 483. phgs.85-l 12.

112 ll3
Llna postura ética que nos insta a interesarnc¡s en el bienes- gar de los demás. Nos prorroca una auténtica simbolización,
tar cle personas cuvas r,iclasestán distantes de la nuestra".2r2 Lln (pensar cómc-¡" qlle nos traslada las emociones )' sen-
En este ensavo, Nussbaum explora los beneficios de la timientos de los den-rás,o de las historias de los héroes que
y
imaginación literaria, y, por tanto, de la lectura de relatos leemos en las novelas como espectadores-lectores atentos.
pública y Ia
nouáur, para el e¡e.cicio de la racionalidad Así, escribe Adan-r Srnith:
"En toda pasión que el alma hu-
in-
construcóión del juicio. Se trata de un estr-rdiorealmente mana es susceptible de abrigar, las emociones del espectador
propósito de
teresante sobre ia inteligencia narrativa' E'l siempre se corresponden con lo que, al colocarse en el mis-
y emo-
Nussbaum es describir el componente imaginativo mo lugar, imagina que son los sentimientos que experimen-
par-
cional del discurso v la racionalidad pública, v para ello ta el protagonista,.2ri De esta suerle,
"el espectador debe an-
te del supuesto de que la narrativa y la imaginación literaria te todo procurar ponerse cuanto pueda en el lugar del otro, y
aportan ingredientes esenciales a la argumentación racional' asumir hasta las mínimas circunstancias de infelicidad que
papel
Co.r.r"ta-1nte le interesa analizar, en primer l,gar' el puedan afectar al paci ente, . r r :
que ocupan las emociones en el juicio púrblico' es deci¡ qué
¿Por qr-rc<,
no obstante, recurrir concretamente a las no-
al imaginar la situación de alguien dife- velas? Para Ntrssbaum, la novela es una rnodalidad moral-
," hullu'i-plícito
rente a nosotros. Por otra-parte, Nussbattm intenta defender mente controvertida que expresa un sentido normativo de la
una concepción humanista v pluralista de la racionalidad vida humana. La lectura atenta y reflexiva de novelas puede
pública. suscitar la imaginación y disparar la fantasia. Sin
Pero Martha Nussbaum es pmdente a la hora de evaluar el recurso a esta facultad puede ser objeto de diversos"-burgo,
repa-
Ia ra-
la específica virrualidad de la imaginación literaria en ros, y Nussbaum no los desconoce. Por ejemplo, se puede ar-
el
cio.ralidad pública, v en modo alguno pretende sustituir gumentar que la fantasía es poco científica y que subvierte el
razonamiento moral gobernado por reglas por la imagina- pensamiento social y científico. O bien que es in"acional en
li-
ción empática. Con toáo, put".e claro que la inraginación su compromiso con las emociones. Por último se puede adu-
postura
teraria es Lln componente nada despreciable de una cir que la fantasía no tienen nada que \¡er con ia imparciali-
los
ética que nos mueve a interesarnos por el bienestar de dad (y universalidzrd) asociadas a la ley v al juicio público.
y dife-
demái de las pelsonas cuyas vidas son muy distantes Estas tres objeciones tienen importancia, y para rebatir-
uuna ética
rentes a las nuestras, si bien -como puntualiza- las Nussbaum propone varios argumentos. En primer luga4 la
del respeto por la dignidad humana no logrará comprometer novela genera y encarna la fantasía como capacidad para ima-
de
a seres humanos ..á1., a menos que éstos sean capaces ginar posibilidades inexistentes, para ver una cosa como otra
participar imaginativamente en la vida de los otros' y de te- y una cosa en otra (metaforización). Con ello, la fantasía do-
ner emociones relacionadas con esa participación''2r3 ta de vida compleja a una forma recibida. En segundo lugar,
En su favor, Martha Nussbaum se apova en Ia Tboría cle las emociones no se pueden segregar del razonamiento pú-
la
lossentitnientos ntorales de Adam smith, a f in de defender blico. Con los filtros adecuados, brindan una guía irl-eem-
uespectador im-
idea de que las emociones del lector o del plazable para el razonamiento y el juicio en la vida pública.
parcialn iesultan esenciales para un buen juicio ético' En Por último, existe relación entre la fantasía .v la igualdad de-
Lfecto, para Adam Smith sólo por medio de la imaginación mocrática, entre la actividad del juicio y la poesía.
y
somos .upu.". de hacernos una idea de los sentimientos Seguro que un crítico literario como Harold Bloom no
la nre-
emociones de los demás. Ella nos ayuda a través de compartiría prácticamente ninguno de los argumentos de
presentación' (mental), permitiéndonos situarnos en el lu-
214. S mi th, A ., La teoría de l os s enti nti entos tnoral es , Madri d, A l i anz a,
pág' l 8'
2 1 2 . N u s s b a u m , M ' C.. Jttsticiap o é tictt, e d cit' ' 1 997' I, sec. | , 1997, pá9. 52.
213. Ibíd., Pág. 18 . 21 5. Ibíd., I, secc. l , 4.

114 115
Nussb¿rum, pucs para él la literatura sólo sirve para el enri-
relevantes para el ejercicio de ia ciudadanía. En este sentido,
quecimiento del yo interior: uEl diálogo de la mente consigo
el trato con la literaturra es políticamente fiu.ctífero a condición
nrisnra -escribe Bloom en El canon occidental-- no es pri-
de que se dé una evaluación ética del texto <:nconversación
mordialmente una realidad socialu.2róY es probable que, par-
con otros lectores y una confrontación con los argumentos
cialmente, Bloom tenga razón. L¿rcuestión que no ve Bloom, derivados cle la teor'ía ntoral v política.
pero Nussbaum sí, es que en la lectura literaria lo que se po-
Por tanto, según Nussbaum, la experiencia de la lectura,
ne en juego no es un pensamiento al estilo de dos en uno. No
en primer lugar, brinda intuiciones que, bien sometidas a la
es una especie de cliálogo con uno mismo, sino una auténti- pertinente c¡'ítica v reflexión, deber'ían cumplir una impor-
ca actividad de pensamiento representativo. En efecto, como
tante función ell la construcción de una adecuada teoría po-
dice Nussbaum, la literatura nos muestra las cosas tal y co- lítica y moral, v en segundo término, desarrolla aptitudes
mo podrían suceder. Se centra en lo posible, e invita por ello
morales sin las cuales los ciudadanos no lograrán fbrjar una
al lector a preguntarse sobre sí mismo y sobre el mundo. Al
realidad a paltir de las conclusiones normativas de una teo-
hacernos esa invitación, la lectura dc novelas nos provoca y
ría política o moral.
nos convoca a salir de nosotros mislnos para adoptar otros
Nussbaum recuerda que teóricos de la ética preocupados
pr-rntosde vista distintos a los nuestros. Y en este acto, ese
por la in-rparcialidad han detendido las emociones del lector
diálogo interior con uno misrno del que habla Bloom deja de
o espectadol'colrlo ingredientes escnciales para la construc-
ser tal para convertirse en un diálogo en el que entran una
ción de lrn buen juicio ético. Sin embargo, la objeción per-
pluraliclad de v<¡cesmurcho más amplizr v polifónica.
mancce inaltcrable:
La lectura de novelas y el trato reflexivo con la literatura ".,'Dequé sirwe narrar historias, pues, en
un rnundo clonde la vida cotidiana de mucha gente está do-
activa en nosotros un cúmulo de emociones y dispara nues-
minada por diversas form¿rsde exclusión y opresitln (y donde
tm imaginación y, al hacerlo, nos permite elevarnos, en nuestro
l as hi stori as mi smas pueden cont r ibuir a esa opr esión) ?r . 2r s
juicio, por encima de nuestro estrecho círculo cle sentimien-
Esta objeción pone el acento en la separación existente entre
tos permitiéndonos adoptar Llna perspectiva más amplia. En
el mundo de Ia ficción y del relato y la vida real, es decir, en-
este sentido, la novela es una forma viva de ficción que sirwe
tre el mundo del texto v el del lector.
de eje a Ia reflexión ética: construye un paradigma de un es-
tilo de razonamiento ético que es específico del contexto sin
ser relativista. Y en este sentido es una forma valiosa, por sí
3.3. La identidad narrativa
misma, de razonamiento público. De hecho, promueve lo
que W. Booth en Tlrc Compan,- v'e keep denomina uco-duc-
El epígraf'e anterior nos conduce de lleno, y ya para acaba4
ción,. oEl acto de leer y evaluar lo que hemos leído es ética-
al problema de la formación narrativa de la identidad. Para
mente valioso precisamente porque su estructura exige tan-
Ricoeur, construimos nnestra identidad narrativamente, si-
to la inmersión como Ia conversación crítica, porque nos guiendo, por así decir, un modelo lector. En este sentido, ha-
insta a comparar lo que hemos leído, no sólo con nuestra ex-
blar de la identidad narrativa supone casi una teoría o una
perierrcia, sino con las reacciones v argumentaciones de otros
concepción de la leclura, o dicho en otros términos, del su-
l e cto r es .r 2r T jeto humano corno lector.
Los efectos de la lectura invitan a pensar que con su tra-
La argumentación de Ricoeur tiene dos partes diferen-
to frecuente varnos constituyéndonos en (espectadores jui-
ciadas. En prirner iuga¡, tal y como había señalado en el vo-
ciososo, al alentar en nosotros una empatía y una compasión
lurnen tercero de Tiempo y narración, sostiene que siendo la
vicla humana temporalidad, el tiempo humano se constituye
2 I ó. Bloom, H.. El canon occidentul, Balceiona, Anagrama, I 99.5,pág. 40.
217. Citado por Nussbaum, M. C., lusticia poética, ed. cit., 1997, pág. 31.
2l ,\. l bi d., ¡rag. 19.

116
117
a través de la intersección del <tiempo histórico" y del utiem- Ouaknin, un objeto portador de tiempo.2'zrEl libro deviene,
po de ficción, (epopeya, drama, novela, etc.). El análisis de así, educación o formación y la lectura interpretativa una pe-
esta cuestión le lleva a afirmar -como va hemos destaca- queña fábrica de tiempo y de identidad narrativa. Pero volva-
do-, que la comprensión de uno mismo está mediaLiz.ada mos a las tesis de Ricoeur. La teoría narrativa puede ponerse
por esa recepción conjunta de los relatos históricos y de los en una doble relación con el ser humano. En primer lugar,
de ficción. Es pues la lectura, la actividad de leer -en su con la constitución del tiempo humano, y, en segundo térmi-
sentido tanto literal como metafórico- el medio por el cual no, en relación con su aportación a Ia constitución de sí.
nos interpretamos a nosotros mismos. Leyendo vamos refi- Pues bien, la propuesta de Ricoeur es mostrar, de acuerdo
gurando el personaje que somos, escuchando relatos y na- con el segundo nivel de reflexión, que (en el ámbito de la
rraciones mejoramos nuestra capacidad para comprender- teoría narrativa alcanza su pleno desarrollo la dialéctica con-
nos a nosotros mismos en las diferentes etapas de nuestras creta de la ipseidad y de la mismidad,.222
vidas. Aquí encontramos ya la segunda argumentación de Ri-
Sin embargo, este análisis no profundiza en la pregunta coeur: no es posible entender lo que es la uidentidado si no
por la identidad. Deja a este concepto sin mayores precisio- distinguimos entre una identidad formal y sustancial -la
nes. Y precisamente en un libro posterior -Si tnismo como identidad ídem- y una identidad que cambia con el tiempo,
otro- Ricoeur dice que la afirmación de que el hombre es o identidad ipse.223En el primer sentido, la identidad remite
capaz de acción indica mucho más que afimar su condición a un yo sustancial, que no cambia nunca. Pero en el segun-
de agente, pues oel agente del cual depende la acción, tiene do, hablar de la identidad no implica tener que referirse a un
u n a his t or ia> ; es ( s u p ro p i a h i s to ri a o .2 reC o mo productores núcleo permanente y fijo de la personalidad. Más bien remi-
de acciones, somos agentes; pero también somos personajes, te a un conjunto más amplio -polifónico o sinfónico- de
porque nuestras acciones tienen relación con nuestra bio- voces narrativas. Así que mientras permanezcamos en la es-
grafía y con las historias que vivimos, con las cosas que nos fera de la identidad como mismidad,la alteridad de cual-
ocurren. De acuerdo con esta idea, para Ricoeur la identidad quier otro no ofrece ninguna originalidad.
personal sólo se puede pensar dentro de nla dimensión tem- Desde el plano de la identidad como ipseidad,laalteridad
poral de la existencia humanar.22o puede llegar a ser constitutiva de nosotros mismos, en el sen-
La identidad narrativa, sea la de una persona o la de una tido de ser imposible hablar de uno sin pensar en el otro. Así,
comunidad, es el espacio interpuesto entre historia y ficción.En desde este ángulo, la identidad personal, como ipseidad, re-
efecto, las vidas humanas son más legibles cuando son inter- mite al otro, lo que se expresa en la fórmula usí mismo en
pretadas en función de las historias que la gente lee y cuenta a cuanto otro>. En definitiva, sólo esta identidad, el ser como
propósito de ellas. Estas historias de vida se melven más inte- otro, nos permite atender al notro", conocerlo, ponerse en
ligibles cuando se les aplican modelos narrativos -tramas- relación con todo lo que sea (otro). Es, pues, una identidad
tomados de la historia propiamente dicha o de la ficción (dra-
ma o novela). En este sentido, como decíamos antes, la com-
221. Yéase Ouaknin, M.-A., Bibliothérapie. Lire, c'est guérir, ed. cit., 1994.
prensión de sí es una interpretación, y la interpretación de sí
222. R i coeur, P ., S í mi snto c onl o otro, ed. c i t., 1996, pá9. l O7 .
encuentra en la narración una mediación privilegiada a través 223. .Idénti co" ti ene en e fec t< ¡ dos s enti dos : ídem, que qui ere dec i r
de la historia y la ficción. (sumamente pareci don y por tanto i nmutabl e, v , en s egundo térmi no, l ps e,
De acuerdo con estas ideas, el relato construido literaria- para el cual "i dénti co, qui ere dec i r "propi ou. E l opues to de upropi o, no es
<otro' o (cxtra ñoD . D es de es te punto de v i s ta, l a pregl l nta
mente -cuya figura típica es el libro- es, dice Marc-Alain "di l erente,, si no
i nevi tabl e es: ¿cómo se puede pe rmanec er s i endo el mi s mo -i dénti c o- a lo
l argo cl c l os cambi r¡s que el ti empo nos trae? V éas e R j c oeur, P ., "La i denti -
21 9 . R i c o e u 4 P . , S í tn ism o co tito o tr o , e d . cit., 1 9 9 6 , p ág. l 0ó. rl :rrf n¿rl l i rti va,, en H i sl ori a y narrati v i dttd, B arc el ona, P ai dós , 1999, págs .
22 O . l b í d . , p á g . l O 7 . l ts 2tó.

I l8 119
abstener de valorar y de juzgar, sino que lo prioritario es
que nos desidentifica, que nos expropia u obliga a salir de
comprender, o lo que es lo mismo, abstenerse de juzgar sobre
nosotros mismos, a exponernos y vernos desde fuera. Es co-
la base de sus propios prejuicios. Así, señala que los persona-
mo si nos sacase de nosotros mismos -de nuestro quicio- jes de las novelas -los héroes que podemos amar u odiar-
y nos permitiese vernos como extranjeros, en dirección a
son individuos concebidos no en función de verdades pree-
ninguna parte. F'uera de este plano, nuestra identidad, como
xistentes, ejemplos del bien y del mal, modelos para seguir, o
mismidad, pierde el dinamismo propio con el que sí cuenta
representaciones de leyes objetivas, sino más bien seres autó-
la identidad como ipseidad',un poder de cambio y transfor-
nomos que se basan en su propia moral y en sus propias le-
ma ción. yes. Antes de ser representaciones de nuestros modos occi-
¿Cuál es la función de la teoría narrativa en este contexto? dentales, por ejemplo, de entender a los individuos como
Según Ricoeur Ia importancia de la teoría narrativa se en-
sujetos de derechos, los personajes de las novelas que leemos
cuentra en sus poderosas virtualidades entre, por una parte, el
son eso mismo, individuos autónomos, identidades en cons-
punto de vista descriptivo de la acción y su punto de vista pres-
trucción, en transtormación, en devenir. Así, la literatura, co-
criptivo. La teoría narrativa es útil como mediación entre la
mo espacio narrativo intermedio entre la descripción y la
descripción y laprescripción.Este espacio intermedio -el que
prescripción, sigue manteniendo su condición de espacio
le corresponde a la narración- es el espacio delavaloración.
propicio para las variaciones imaginativas y la refiguración
Todo relato invila a consideraciones éticas, a la valoración
del personaje que vamos constrllyendo en nosotros.
moral, razón por la cual no hay relato éticamente neutro. La
La identidad narrativa se puecle entender, entonces, co-
literatura es un arnplio laboratorio moral donde se ensayan
mo "identidad del personajeu. El personaje se va constru-
estimaciones, valoraciones, juicio de aprobación o de conde-
yendo, en todo relato, en unión y al hilo de la trame. En esta
na.22aL.a narrativa sir-ve,pues, de propedéutica para la ética.
constrrrcción existe una verdaderaconfig,uración, es decir, un
En este punto, la perspectiva de Riccleur acerca del valor
arte por medio del cual el personaje construye su identidad
moral de la lectura, o dicho de otro modo, sobre la ética o la
entre lo que Ricoeur llama (concordanciao (orden) y
misma moral de lo literario y de la novela, parece alejarse de "dis-
cordancia" (contingencia, desorden). De este modo, la cons-
otros puntos de vista, como por ejemplo el que sostiene Milan
trucción de la identidad del personaje se lleva a cabo, dice
Kundera en Los testcltnentos traicionados, cuando señala que
Ricoeur, mediante una síntesis de lo heterogéneo,por medio
la novela es el espacio en que se suspende el juicio moral. Es-
de una suerte de concordancia discordante.
ta suspensión del juicio no es, dice Kunder-a, una inmorali-
Lo que nos pasa como personaies es que nos ocurren co-
dad, sino precisamente la moral de la novela, nla moral que
sas, esto es, acontecimientos. Y bajo el modelo narrativo, ta-
se opone a la indesarraigable práctica humana de juzgar en-
les acontecimientos participan de esta configuración, de es-
seguida, continuamente, y a todo el mundo, de juzgar antes y
te juego de concordancia y discordancia. Es, por tanto, la
sin comprender. Esta fewiente disponibilidad para juzgar es,
categoría is "personaje" lo que de forma decisiva nos per-
desde el punto de vista de la sabiduría de Ia novela, la más de-
mite hablar de identidad narrativa. No basta la noción de ac-
testable necedad, el mal más dañino. No es que el novelista
ción, pues el personaje es elque hace la acción en el relato. Co-
cuestione, de un modo absoluto, la legitimidad del juicio mo-
mo tal, el personaje es una categoría narrativa y su función
ral, sino que lo remite más allá de la nove]ar.22s
en el relato tiene que ver con lo que Ricoeur denomina inte-
Pero lo que Kundera trata de señalar no es que en la
ligencicr ncLrrativa.
práctica de la lectura de relatos de ficción el lector se deba
Señala Ricoeur que "la persona, entendida como perso-
naje del relato, no es una identidad distinta de s¿¿sexperien-
22 4 . R i c o e u ¡ P . , S í m isn n co n to o tr o , e d . cit., 1 9 9 6 , pág. 109. cias. Muy al contrario: comparte el régimen de la identidad
22 5 . K u n d e r a , M . , L o s te sta m e n to .str a icio n a d o s, Ba r cel ona, Tusquets, clinírmica propia de la historia narrada. El relato construye
1994, p á g . 1 5 .

121
120
la identidad del personaie, que podemos llamar su identidad tiones: ¿cómo pueden contribuir las experiencias puramente
narrativa, al constr-uir la de la historia narrada. La identidad pensantes que se provocan en la ficción a las experiencias de
d e l a his t or ia hac e l a i d e n ti d a d d e l p e rs o n a j e o .ttnE n efecto, uno mi smo en l a vi da rea l?; ¿cuál, si t iene alguno, es su po-
el relato somete a l¿ridentidad a cierlas variaciottes imagina' der de influencia en la r,,idareal?
tivas.La exposición al relato, a la narración, es lo que hace En Tiempo 1' narración, Ricoeur comentaba, a propósito
de la identidad un plrnto intermedio entre la misnridad 5' la de esta escisión de planos, que la lectura es, más que Llna
ipseidad, es decir, en estas variaciones imaginativas que pro- imitación neeligente, una lucha entre dos estrategias: la de la
voca el relato surge el lugar propio de construcción de la seducción llevada a cabo por el autor bajo la forma de nn na-
identidad narrativa del personaje. Por eso señala Ricoeur rrador más o menos fiable y Ia sospecha dirigida por el lector
que la literatura es un buen laboratorio para las experiencias vigilartte, el cual no ignora que es él quien lleva el texto a la
de pensamiento en las que el relato pone a prueba los recur- significación gracias a sus lagr-lnas,calculadas o no.
sos de variación de la identidad narrativa. En la literatura Así, la posibilidad de aplicación de la literatura a Ia vida
podemos oprehender meior la unión entre Ia acción y su agen- descansa en el problema de la nidentificación con,, en tanto
fe, razón por la cual la literatura figura como un campo pro- clue componente del carácter: nPor el rodeo de la identifica-
picio para ejercitar el pensamiento o la inteligencia n¿rrrativa ción con el héroc.,el relato literario contribuve a la narrativi-
a través de la imaginación. Narrar se sitúa, por tanto, entre zación del carácter".227
el describir y el prescribir. Es lo que nos permite pasar de un El ucarácter, designa, en efecto, el conjunto de disposi-
polo a otro. Es un espacio que se nos abre a la participación ciones durader¿rs por las que reconocemos a una persona.
y a la comunicación con el mundo, para ganar en experien- Entre sus componentes destacan, para Ricoeur, la disposiciórt
cia humana. y las identilicaciones adquiridas. El carácter es importante en
Toda narración siernpt-e es narración de algo, de un algo el proceso de construcci <in de la ident idad per sonal, pues
que se puecle contar, sin embargo, de muchas formas. La na- en gran parte la identidad de una persona, de una comtrni-
rración exige, en este sentido, pluralidad 1'libertad de selec- dad, está hecha de estas identificacione.s coil valores, normas,
ción y de elección de los diversos puntos de vista. Es inherente i deal es, model os, héroes e n los que la per sona, la com uni-
a la esencia de la narración que hava variantes de la misma. dad, se reconocen. El poder reconocerse-dentro de contribu-
La narracicin, por este elemento de libertad, es lo más opues- ye al reconocerse-en. La identificación con figuras heroicas
to a un reportaje documental. Esta libertad que permite el na- manifiesta claramente esta alteridad asumida. La identidad
rrar no es una mera arbitrariedad, sino una exigencia que del carácter expresa, así, esa adherencia del ¿qué? a\ ¿quién?
proviene del oyente. Puesto que éste, como (otro,, es impor- El carácter es el qué del quién, el recubrimiento del quiért por
tante para el que narra, para lar nar"ración misma, es por su el qué.
interés por lo que el narrador se comunica con é1.Se comu- Según estas consideraciones, la función nan'ativa tiene
nica y le hace participar haciéndole inter-venir en el relato in- implicaciones éticas, y en su apoyo Ricoeur cita el texto de
vitándole -o provocándole- que lo interprete. Por la liber- Walter Benjamin nEl narrador>, para el cual el arte de narrar
tad de la narración -su Iicencia poética- el relato atiende la es el ar-tede intercambiar experiencicts,esto es, el ejercicio po-
avidez v deseo de saber del oyente, satisfaciendo su curiosi- pular de la sabiduría práctica. En este intercambio se efectúan
dad, sus ganas de mundo, de existencia, de experiencia. apreciaciones y valoraciones y las acciones son aprobadas o
Toda narración es una invitación al pensamiento, a la desaprobadas. Como señala Ricoeur; uen el recinto irreal de
construcción de significados, a la elaboración cle sentido' la ficción no dejamos de explorar nuevos modos de evaluar
Sin embargo, por lo misrrro, cabe preguntarse algunas cues- accio¡res y personajes. Las experiencias de pensamiento que

2 2 6 . R i c o c u r , P . , Sí n tisttto co tn o o tr o , e d . cit , 1 9 9 6 ' pág. 147. 227. Ibí1|.,


p:ig.161.

122 123
realizamos en el gran laboratoric¡ de lo imaginario son tam-
bién exploraciones hechas en el reino del bien y del mal,.22E
Así pues, el juicio moral no es abolido, sino sometido a las va-
riaciones imaginativas propias de la ficción.
Gracias a estos eiercicios de evaluación el relato puede
eiercer su función de descubrimiento v transformación con
re sp ec t o al s ent ir y a l o b ra r c l e l l e c to r. u Me di anl e l a i magi -
nación y Ia fantasía, hace revivir modos de evaluar que con-
ti n ú an per t enec ie n d o a n u e s tra h u ma n i d a d profuncl an.tto
Narrar, por tanto, es desplegar un espacio imaginario para
experiencias de pertsamiento en las que el juicio moral se
ejerce según un modo hipotético. La lectura se convierle así
en Llna auténtic¿r experiencia de form¿rción; es educación.
Somos los textos que leernos y el texto qne relata y escri-
be lo que somos. En la lectura encontramos el hogar del pen-
samiento. Y comcl la lectura es sierrpre lectura de una tr¿lma,
en ella, en Ia trama, (tramanros,, es deci! especulanros, teo-
rizamos de algún modo. En la lectura, si cs experiencia y no
experirnento, es decir, si no es algo prcl'abricad<¡y previsto, la
historia que se cuenta o se nombra -que se relata- dice el
quiért de la acción. Y en este sentido la lectura es fuente de
experiencias porque es un modelo, no sólo dc cómo pensar,
sino también de cómo arriesgarse al juego de la identifica-
ción-desidentificación personal.

228 Ibíd.,pág. 167.


229 Ibíd .,pá g. 167.

t24
Cubierta de Ferran Cartes y Montse plass

Otrcdan rigurosantote p¡i)hibidas, sin Ia ar¡lr¡¡iz¿rcirin esc¡ita dr'lr)\ titrr)iil.es lirl ¿.()p1)igl¡1,
b.rjo las sancioncs establecidas en las lcvcs, la reprocluccia)n to1¿¡lo
|arcial de esta obra ptr-
cttalquitr medio tr prdcedinlicnto, conrprc'ndidos Ia rcprografír \ el trara¡riiento inl(ranrjtic(j,
r la distlibucirin cle cjcmplares dc clla meciiante ¿¡lquiler o pri,stanto públicos.

O 2000 de todas las edicionesen castellano,


Edicior-res PaidósIbérica,S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021Barcelona
v Editorial Paidós,SAICF,
Dcfensa,599 - BuenosAires
h t t p ://lvu'r,v.pa i dos.com

ISBN : 84- 493- 0898 -4


Depósitolegal:B. 13.182/2000

Impreso en A&M Gráfic, S.L.


0 8 1 30S ant aP er pét u ad e l a M o g o d a

Impreso en España- Printed in Spain

Você também pode gostar