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PRINCIPALES TEORÍAS EN LAS RELACIONES INTERGRUPALES

Teoría del conflicto realista de Sheriff


De acuerdo a esta teoría la hostilidad intergrupal emerge de la competencia directa entre los
grupos por recursos socialmente valorados y aparentemente escasos como poder, prestigio y
bienes materiales. Específicamente, la teoría postula que la hostilidad intergrupal aumenta
cuando los grupos son competitivamente interdependientes; esto es, cuando las ganancias de
un grupo implican pérdidas para el otro. De manera inversa, la hostilidad se disminuye si los
grupos se encuentran en una relación de cooperación interdependiente; es decir, cuando
comparten un fin común (Smith-Castro, 2011).
Según esta teoría este conflicto activa la cohesión intragrupal y la identificación de los
miembros con su grupo, sus normas y valores. La hostilidad entre los grupos emergerá como
respuesta al conflicto. Es precisamente en situaciones de conflicto real entre los grupos, en
donde la hostilidad se generaliza a tal punto que ésta no puede ser explicada exclusivamente
en términos de las motivaciones individuales, sino como parte intrínseca de las relaciones
objetivas entre los grupos y las normas que reproducen dichas relaciones.
Teoría del contacto grupal de Allport
G. Allport (1954) propuso la teoría de contacto grupal, la misma postula que la hostilidad
intergrupal puede disminuirse bajo ciertas condiciones. Este autor identificó cuatro
condiciones necesarias para la estructuración de un contacto intergrupal óptimo:
a) La igualdad de estatus de los participantes en la interacción.
b) La consecución de objetivos comunes.
c) La cooperación intergrupal.
d) El apoyo institucional (en forma de normas, sanciones y regulaciones que faciliten el
contacto óptimo).
Además de estos puntos se plantearon tres modelos para reducir la hostilidad. Los efectos
positivos del contacto están mediados por cambios en las representaciones cognitivas de los
individuos sobre el endogrupo, el exogrupo y sus relaciones.
 El modelo de la personalización Brewer y Miller (1984): se basa en el supuesto de
que los efectos positivos del contacto están mediados por un proceso de
decategorización. Según este modelo una situación óptima de contacto activa cambios
en la percepción de los miembros de los grupos, porque en esta situación se pone de
relieve la información personalizada sobre los otros independientemente de la categoría
social a la que pertenecen. El contacto reduce el antagonismo intergrupal ya que
promueve la interacción entre individuos únicos y no entre miembros de grupos
sociales. Asimismo, se asume que a través del uso frecuente de información
personalizada los participantes de la interacción aprenden a actuar y reaccionar más
como individuos y menos como miembros de grupo en diferentes situaciones, lo que
explica la generalización de los efectos positivos del contacto.
 El modelo de la identidad social distintiva Hewstone y Brown (1986): supone que
los efectos positivos del contacto están mediados por la subcategorización. Según este
modelo, la situación de contacto reduce la hostilidad intergrupal precisamente porque
facilita la diferenciación mutua en el marco de un contexto interdependiente de
cooperación. Este modelo supone que los beneficios del contacto recaen precisamente
en el mantenimiento de las respectivas identidades grupales. Si esto se logra es más
probable que el cambio positivo observado en la situación de contacto se transfiera a
otros miembros del exogrupo, precisamente porque los participantes de la interacción
fueron percibidos como miembros típicos del exogrupo.
 El modelo de la identidad social común Gaertner, Dovidio y Bachman (1996).
Supone que los efectos positivos del contacto están mediados por la recategorización.
De acuerdo con este modelo, la situación de contacto óptimo reduce la hostilidad porque
introduce una identidad social más amplia que incluye las identidades sociales
particulares de los participantes de la interacción (como cuando “costarricenses” y
“guatemaltecos” devienen en “centroamericanos”). La inducción de una
“supraidentidad social” hace posible la generalización de los efectos positivos del
contacto porque la nueva representación del endogrupo permite incluir a los miembros
del exogrupo que no están presentes en la situación de contacto original. Este supuesto
se basa en la observación de que mucha hostilidad intergrupal tiene sus raíces en el
“amor” por el propio grupo que, bajo ciertas condiciones, deviene en “odio” hacia los
exogrupos. Así, una supraidentidad social que contiene tanto a los miembros del
endogrupo como a los del exogrupo reorientaría los procesos cognitivos y
motivacionales que usualmente se activan en los encuentros intergrupales.
Teoría de la identidad social.
La Teoría de la identidad social, se desarrolla a partir de la investigación del Paradigma del
Grupo Mínimo (Tajfel, Flament, Billing y Bundy, 1971), que puso de relieve la tendencia al
favoritismo hacia el propio grupo, como una tendencia de comportamiento intergrupal para
conseguir una identidad social positiva en las comparaciones entre. Este paradigma
demuestra que la mera categorización, aunque se deba a criterios arbitrarios, produce
favoritismo endogrupal. Así, los experimentos pusieron de relieve que las personas se
preocupan por crear la mayor diferencia posible en el reparto de recursos entre su grupo y el
exogrupo, lo cual supone una discriminación social de este otro grupo.
Para que un individuo pueda obtener información y evaluar su endogrupo es necesaria
comparación del propio grupo con otros grupos sociales relevantes. El argumento central de
esta teoría es que las discrepancias negativas en estos procesos de comparación social
resultan en identidades sociales insatisfactorias, las que a su vez activan la necesidad de
maximizar la diferenciación positiva (es decir, evaluar el endogrupo más positivamente que
el exogrupo). Estas necesidades son más fuertes en aquellos individuos particularmente
identificados con su grupo de referencia, precisamente porque son los más necesitados de
autoafirmación a través de sus categorías sociales. Estos individuos son los que están más
dispuestos a asumir las normas del grupo, por lo que bajo ciertas condiciones estructurales
este proceso de diferenciación positiva puede llevarlos a acciones colectivas y la hostilidad
intergrupal. La identidad social es considerada como causa y consecuencia de la hostilidad
intergrupal debido a que a mayor identificación con el grupo habrá mayor experiencias
emocionales por lo tanto mayor disposición a responder ante otros grupos que atenten contra
el endogrupo.
De acuerdo con Gómez (2006), dentro de esta teoría juega un papel imprescindible el
concepto de categorización, entendido éste como un proceso de simplificación y orden de la
realidad social. Es la tendencia a dividir el mundo social en dos categorías más bien
separadas: nuestro endogrupo (“nosotros”) y varios exogrupos (“ellos”). Y es a través de
dicho proceso como los individuos construyen su identidad social, haciendo más sencilla su
percepción de la realidad social. El proceso de la categorización, a su vez, acentúa las
diferencias entre categorías distintas e incrementa las semejanzas entre los miembros que
pertenecen a una misma categoría, es decir, minimiza las diferencias dentro de esa categoría.
La identidad social se forma entonces por la pertenencia a un grupo; que sea positiva o
negativa dependerá de la valoración que el individuo haga de su grupo en comparación con
otros grupos.
Teoría del autoritarismo.
Altemeyer (1981) define al autoritarismo del ala de derecha como la covariación de tres
conglomerados actitudinales en un individuo (el conglomerado actitudinal, es la orientación
a responder de la misma manera hacia cierta clase de estímulos: autoridades establecidas,
grupos sociales objeto de agresión y convenciones sociales):
 Sumisión autoritaria, un alto grado de sumisión a las autoridades percibidas como
legítimas en la sociedad en la que se vive.
 Agresión autoritaria, agresión general dirigida a diferentes personas o grupos que
son percibidos como diferentes a los que plantean las autoridades establecidas o las
normas endogrupales.
 Convencionalismo, un alto grado de adherencia a las convenciones sociales, las
cuales son percibidas como avaladas por la sociedad y las autoridades establecidas.
El comportamiento autoritario resulta de la interacción de aspectos individuales e influencias
situacionales. Altemeyer (1981) considera al autoritarismo del ala de derecha como un rasgo
de personalidad, lo cual implica que algunos individuos necesitan poca presión del contexto
para obedecer a una autoridad y agredir a quienes piensen diferente, mientras que otras
personas difícilmente se verían afectadas por tal presión. En este sentido, al igual que Adorno
al. (1950), Altemeyer (1981) piensa al autoritarismo del ala de derecha es como una
predisposición a actuar. El autoritarismo expresaría la motivación por mantener la cohesión
social y la seguridad colectiva del endogrupo (Perry et al., 2013). Las personas con mayor
tendencia al autoritarismo son más susceptibles a percibir amenazas simbólicas de acuerdo a
su visión del mundo, esto causaría actitudes y comportamientos hostiles hacia otros grupos,
a quienes se percibe como amenazante del orden social.
Teoría de la dominancia social.
La orientación de la dominancia social se centra en las relaciones jerárquicas entre grupos
dentro de la estructura social y en la existencia en la sociedad e ideologías que favorecen o
tratan de reducir las desigualdades jerárquicas. Así se supone la existencia diferencias
individuales en cuanto a la tendencia a legitimar las desigualdades y divisiones en la
sociedad, según se apoye o no la existencia de relaciones jerárquicas en la sociedad. La
orientación de dominancia social es una variable de diferencias individuales que refleja hasta
qué punto uno desea que su grupo domine o sea superior a otros. Esta orientación se relaciona
con asumir ciertos roles o formar parte de instituciones que contribuyen a aumentar o a
reducir la desigualdad.
La orientación a la dominancia social es considerada uno de los predictores más fuertes de
actitudes y comportamientos intergrupales. El constructo de orientación a la dominancia
social captura los deseos de los individuos relacionados con el dominio y la desigualdad entre
grupos. Estos deseos de dominación social se expresan en los actos individuales de
discriminación y participación en procesos intergrupales e institucionales que producen
mejores resultados para los dominantes que para los subordinados. Una forma en la que
individuos altos en SDO justifican sus acciones discriminatorias es mediante la legitimación
a una amplia variedad de mitos que tienen en común la idea de que los grupos dominantes y
subordinados merecen las posiciones relativas de superioridad e inferioridad en la jerarquía
social.

BIBLIOGRAFÍA
Smith-Castro, V. (2011). La psicología social de las relaciones intergrupales: modelos e hipótesis.
Actualidades En Psicología, 20(107), 45. doi: 10.15517/ap.v20i107.37

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