Este documento resume varias teorías clave sobre las relaciones intergrupales. La teoría del conflicto realista de Sheriff argumenta que la hostilidad intergrupal surge de la competencia por recursos escasos. La teoría del contacto grupal de Allport propone que el contacto intergrupal puede reducir la hostilidad bajo ciertas condiciones como igualdad de estatus e intereses comunes. La teoría de la identidad social explica cómo la necesidad de una identidad positiva lleva al favoritismo del propio grupo. La teoría del autoritarismo describe
Descrição original:
relaciones intergrupales teorias para explicar la hostilidad
Este documento resume varias teorías clave sobre las relaciones intergrupales. La teoría del conflicto realista de Sheriff argumenta que la hostilidad intergrupal surge de la competencia por recursos escasos. La teoría del contacto grupal de Allport propone que el contacto intergrupal puede reducir la hostilidad bajo ciertas condiciones como igualdad de estatus e intereses comunes. La teoría de la identidad social explica cómo la necesidad de una identidad positiva lleva al favoritismo del propio grupo. La teoría del autoritarismo describe
Este documento resume varias teorías clave sobre las relaciones intergrupales. La teoría del conflicto realista de Sheriff argumenta que la hostilidad intergrupal surge de la competencia por recursos escasos. La teoría del contacto grupal de Allport propone que el contacto intergrupal puede reducir la hostilidad bajo ciertas condiciones como igualdad de estatus e intereses comunes. La teoría de la identidad social explica cómo la necesidad de una identidad positiva lleva al favoritismo del propio grupo. La teoría del autoritarismo describe
PRINCIPALES TEORÍAS EN LAS RELACIONES INTERGRUPALES
Teoría del conflicto realista de Sheriff
De acuerdo a esta teoría la hostilidad intergrupal emerge de la competencia directa entre los grupos por recursos socialmente valorados y aparentemente escasos como poder, prestigio y bienes materiales. Específicamente, la teoría postula que la hostilidad intergrupal aumenta cuando los grupos son competitivamente interdependientes; esto es, cuando las ganancias de un grupo implican pérdidas para el otro. De manera inversa, la hostilidad se disminuye si los grupos se encuentran en una relación de cooperación interdependiente; es decir, cuando comparten un fin común (Smith-Castro, 2011). Según esta teoría este conflicto activa la cohesión intragrupal y la identificación de los miembros con su grupo, sus normas y valores. La hostilidad entre los grupos emergerá como respuesta al conflicto. Es precisamente en situaciones de conflicto real entre los grupos, en donde la hostilidad se generaliza a tal punto que ésta no puede ser explicada exclusivamente en términos de las motivaciones individuales, sino como parte intrínseca de las relaciones objetivas entre los grupos y las normas que reproducen dichas relaciones. Teoría del contacto grupal de Allport G. Allport (1954) propuso la teoría de contacto grupal, la misma postula que la hostilidad intergrupal puede disminuirse bajo ciertas condiciones. Este autor identificó cuatro condiciones necesarias para la estructuración de un contacto intergrupal óptimo: a) La igualdad de estatus de los participantes en la interacción. b) La consecución de objetivos comunes. c) La cooperación intergrupal. d) El apoyo institucional (en forma de normas, sanciones y regulaciones que faciliten el contacto óptimo). Además de estos puntos se plantearon tres modelos para reducir la hostilidad. Los efectos positivos del contacto están mediados por cambios en las representaciones cognitivas de los individuos sobre el endogrupo, el exogrupo y sus relaciones. El modelo de la personalización Brewer y Miller (1984): se basa en el supuesto de que los efectos positivos del contacto están mediados por un proceso de decategorización. Según este modelo una situación óptima de contacto activa cambios en la percepción de los miembros de los grupos, porque en esta situación se pone de relieve la información personalizada sobre los otros independientemente de la categoría social a la que pertenecen. El contacto reduce el antagonismo intergrupal ya que promueve la interacción entre individuos únicos y no entre miembros de grupos sociales. Asimismo, se asume que a través del uso frecuente de información personalizada los participantes de la interacción aprenden a actuar y reaccionar más como individuos y menos como miembros de grupo en diferentes situaciones, lo que explica la generalización de los efectos positivos del contacto. El modelo de la identidad social distintiva Hewstone y Brown (1986): supone que los efectos positivos del contacto están mediados por la subcategorización. Según este modelo, la situación de contacto reduce la hostilidad intergrupal precisamente porque facilita la diferenciación mutua en el marco de un contexto interdependiente de cooperación. Este modelo supone que los beneficios del contacto recaen precisamente en el mantenimiento de las respectivas identidades grupales. Si esto se logra es más probable que el cambio positivo observado en la situación de contacto se transfiera a otros miembros del exogrupo, precisamente porque los participantes de la interacción fueron percibidos como miembros típicos del exogrupo. El modelo de la identidad social común Gaertner, Dovidio y Bachman (1996). Supone que los efectos positivos del contacto están mediados por la recategorización. De acuerdo con este modelo, la situación de contacto óptimo reduce la hostilidad porque introduce una identidad social más amplia que incluye las identidades sociales particulares de los participantes de la interacción (como cuando “costarricenses” y “guatemaltecos” devienen en “centroamericanos”). La inducción de una “supraidentidad social” hace posible la generalización de los efectos positivos del contacto porque la nueva representación del endogrupo permite incluir a los miembros del exogrupo que no están presentes en la situación de contacto original. Este supuesto se basa en la observación de que mucha hostilidad intergrupal tiene sus raíces en el “amor” por el propio grupo que, bajo ciertas condiciones, deviene en “odio” hacia los exogrupos. Así, una supraidentidad social que contiene tanto a los miembros del endogrupo como a los del exogrupo reorientaría los procesos cognitivos y motivacionales que usualmente se activan en los encuentros intergrupales. Teoría de la identidad social. La Teoría de la identidad social, se desarrolla a partir de la investigación del Paradigma del Grupo Mínimo (Tajfel, Flament, Billing y Bundy, 1971), que puso de relieve la tendencia al favoritismo hacia el propio grupo, como una tendencia de comportamiento intergrupal para conseguir una identidad social positiva en las comparaciones entre. Este paradigma demuestra que la mera categorización, aunque se deba a criterios arbitrarios, produce favoritismo endogrupal. Así, los experimentos pusieron de relieve que las personas se preocupan por crear la mayor diferencia posible en el reparto de recursos entre su grupo y el exogrupo, lo cual supone una discriminación social de este otro grupo. Para que un individuo pueda obtener información y evaluar su endogrupo es necesaria comparación del propio grupo con otros grupos sociales relevantes. El argumento central de esta teoría es que las discrepancias negativas en estos procesos de comparación social resultan en identidades sociales insatisfactorias, las que a su vez activan la necesidad de maximizar la diferenciación positiva (es decir, evaluar el endogrupo más positivamente que el exogrupo). Estas necesidades son más fuertes en aquellos individuos particularmente identificados con su grupo de referencia, precisamente porque son los más necesitados de autoafirmación a través de sus categorías sociales. Estos individuos son los que están más dispuestos a asumir las normas del grupo, por lo que bajo ciertas condiciones estructurales este proceso de diferenciación positiva puede llevarlos a acciones colectivas y la hostilidad intergrupal. La identidad social es considerada como causa y consecuencia de la hostilidad intergrupal debido a que a mayor identificación con el grupo habrá mayor experiencias emocionales por lo tanto mayor disposición a responder ante otros grupos que atenten contra el endogrupo. De acuerdo con Gómez (2006), dentro de esta teoría juega un papel imprescindible el concepto de categorización, entendido éste como un proceso de simplificación y orden de la realidad social. Es la tendencia a dividir el mundo social en dos categorías más bien separadas: nuestro endogrupo (“nosotros”) y varios exogrupos (“ellos”). Y es a través de dicho proceso como los individuos construyen su identidad social, haciendo más sencilla su percepción de la realidad social. El proceso de la categorización, a su vez, acentúa las diferencias entre categorías distintas e incrementa las semejanzas entre los miembros que pertenecen a una misma categoría, es decir, minimiza las diferencias dentro de esa categoría. La identidad social se forma entonces por la pertenencia a un grupo; que sea positiva o negativa dependerá de la valoración que el individuo haga de su grupo en comparación con otros grupos. Teoría del autoritarismo. Altemeyer (1981) define al autoritarismo del ala de derecha como la covariación de tres conglomerados actitudinales en un individuo (el conglomerado actitudinal, es la orientación a responder de la misma manera hacia cierta clase de estímulos: autoridades establecidas, grupos sociales objeto de agresión y convenciones sociales): Sumisión autoritaria, un alto grado de sumisión a las autoridades percibidas como legítimas en la sociedad en la que se vive. Agresión autoritaria, agresión general dirigida a diferentes personas o grupos que son percibidos como diferentes a los que plantean las autoridades establecidas o las normas endogrupales. Convencionalismo, un alto grado de adherencia a las convenciones sociales, las cuales son percibidas como avaladas por la sociedad y las autoridades establecidas. El comportamiento autoritario resulta de la interacción de aspectos individuales e influencias situacionales. Altemeyer (1981) considera al autoritarismo del ala de derecha como un rasgo de personalidad, lo cual implica que algunos individuos necesitan poca presión del contexto para obedecer a una autoridad y agredir a quienes piensen diferente, mientras que otras personas difícilmente se verían afectadas por tal presión. En este sentido, al igual que Adorno al. (1950), Altemeyer (1981) piensa al autoritarismo del ala de derecha es como una predisposición a actuar. El autoritarismo expresaría la motivación por mantener la cohesión social y la seguridad colectiva del endogrupo (Perry et al., 2013). Las personas con mayor tendencia al autoritarismo son más susceptibles a percibir amenazas simbólicas de acuerdo a su visión del mundo, esto causaría actitudes y comportamientos hostiles hacia otros grupos, a quienes se percibe como amenazante del orden social. Teoría de la dominancia social. La orientación de la dominancia social se centra en las relaciones jerárquicas entre grupos dentro de la estructura social y en la existencia en la sociedad e ideologías que favorecen o tratan de reducir las desigualdades jerárquicas. Así se supone la existencia diferencias individuales en cuanto a la tendencia a legitimar las desigualdades y divisiones en la sociedad, según se apoye o no la existencia de relaciones jerárquicas en la sociedad. La orientación de dominancia social es una variable de diferencias individuales que refleja hasta qué punto uno desea que su grupo domine o sea superior a otros. Esta orientación se relaciona con asumir ciertos roles o formar parte de instituciones que contribuyen a aumentar o a reducir la desigualdad. La orientación a la dominancia social es considerada uno de los predictores más fuertes de actitudes y comportamientos intergrupales. El constructo de orientación a la dominancia social captura los deseos de los individuos relacionados con el dominio y la desigualdad entre grupos. Estos deseos de dominación social se expresan en los actos individuales de discriminación y participación en procesos intergrupales e institucionales que producen mejores resultados para los dominantes que para los subordinados. Una forma en la que individuos altos en SDO justifican sus acciones discriminatorias es mediante la legitimación a una amplia variedad de mitos que tienen en común la idea de que los grupos dominantes y subordinados merecen las posiciones relativas de superioridad e inferioridad en la jerarquía social.
BIBLIOGRAFÍA Smith-Castro, V. (2011). La psicología social de las relaciones intergrupales: modelos e hipótesis. Actualidades En Psicología, 20(107), 45. doi: 10.15517/ap.v20i107.37