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ESPÍRITU

DE LAS LEYES<
OBRA ESCRITA EN FRANCÉS
POR

MONTESQUIEU.
CON LAS NOTAS DEL AUTOR
Y OBSERVACIONES ESCOGIDAS

de
DUPIN, CREVIER, VOLTAIRE, MABLY , L> HARPE,
SERVAN Y OTROS VARIOS.

TRADUCIDA
POR

nosr NARCISO BUESíAVENTURA SEIíVA,


ABOGADO DEL ILUSTRE COLEGIO DE ESTA CORTE.

TOMO I.
—9-8^»-tí

IMPRENTA DE DON MARCOS BUENO,


PLAZVKKA »E 8. wicsreí-, H,° 6.
PROLOGO DEL AUTOR.
'

& >i en el cúmulo infinito de cosas , que se contienen en


esta obra, existiese alguna, que contra mi esperanza,
pudiera ofender ; no la habrá por lo menos , que haya si
do escrita con mala intencion. Yo naturalmente no tengo
el genio desaprobador. Platon daba gracias al cielo de que
le hubiera hecho nacer en el siglo de Sócrates , y yo se
las doy de que me haya hecho nacer bajo el gobierno en
que vivo , y de que haya querido que obedezca á los que
al mismo tiempo me ha hecho amar.
Pido á mis lectores un favor , y temo que me lo nie
guen : pido que no juzguen por la lectura de un momen
to de un trabajo de veinte años , y que aprueben , ó con
denen , mi libro entero, y no alguna de sus frases. Para
averiguar el objeto de un autor es absolutamente preciso
conocer el objeto de la obra.
Antes de escribir hé examinado cuidadosamente los
hombres , y me hé convencido de que , en la infinita di
versidad de sus leyes y costumbres , no pueden ser con
ducidos solamente por su alhedrio.
Hé sentado los principios , y hé visto acomodarse á
ellos los casos particulares espontáneamente , que las
historias de las naciones no eran mas que sus consecuen
cias, y que toda ley tenia relacion con otra ley, 6 depen
dia de otra mas general ¡
Cuando hé recordado la antigüedad , hé procurado po
seerme de su espíritu para no mirar como semejantes , ca
sos absolutamente distintos.
No hé deducido mis principios de mis preocupacio
nes , sino de la naturaleza de las cosas.
le las verdades que se contienen en esta obra,
Bnocer hasta que se haya encontrado la ca
las unas con las otras. Cuanto mas
le los pormenores , resultará mayor con-
Iccíón de la^irctitud de los principios. Y sin embargo,
r tido de entrar en todos los pormenores,
íposible escribirlo todo sin causar un fastidio
No se encontrarán aquí los rasgos brillantes , que son
al parecer característicos de las obras de nuestros dias.
Cuando las materias se tratan con alguna estension , las
bellezas desaparecen, porque comunmente no sobresalen,
sino cuando el genio se inclina absolutamente á un objeto t
y deja abandonados los demas.
No escribo para censurar lo que se encuentra estable
cido en pueblo alguno. Cada nacion hallará en esta obra
las razones de sus máximas, y deducirá naturalmente la
consecuencia , de que no incumbe proponer mudanazs
sino solamente á aquellos , á quienes la naturaleza ha
dotado de üh genio tan superior, que pueden penetrar
con una mirada feliz toda la constitucion de un estado.
No es indiferente que sea, ó no ilustrado el pueblo.
Las preocupaciones de los magistrados fueron en su ori
gen las preocupaciones de la nacion. En los tiempos de ig
norancia jamás se duda, aun cuando se ocasionenlos maj
yores males ; pero en ios de ilustracion se duda de todo
hasta cuando se procuran los mayores bienes. Se conocen
los antiguos abusos , y los medios de corregirlos ; pero se
ve tambien el abuso de ía correccion misma. Se deja lo
malo , si se teme lo peor ; se deja lo bueno , si se duda de
lo mejor. No se atiende á las partes sino para juzgar del
todo junto ; se examinan todas las causas para ver todos
los resultados.
Si pudiera yo conseguir, que todos los hombres tuvie
sen nuevas razones para amar sus deberes, su príncipe,
su patria , y sus leyes , y que pudiesen conocer mejor su
felicidad en cualquiera pais , bajo cualquier gobierno , y
en cualquiera lugar que ocupasen , me reputaría por el
mas dichoso de los mortales.
Sí: yo me creería el mas dichoso de los mortales , si
pudiera hacer que los hombres se curasen de sus preo
cupaciones. Y llamo preocupaciones , no á la ignorancia
de ciertas cosas , sino á lo que impide al hombre que se co
nozca á si mismo.
Buscando como instruir á los demas , es como se po
ne en práctica la virtud general , que comprende el amor
á todos. El hombre , este ser sensible que se acomoda en
la sociedad á los pensamientos , é inspiraciones de los de-
mas , es igualmente capaz de conocer su propia naturale
za, cuando se le muestra, y de perder hasta su sentimien
to , cuando se le oculta.
Hé comenzado, y abandonado muchas veces esta obra:
hé arrojado al viento con frecuencia el papel , que ya ha
bia escrito : [1] ; y hé sentido desfallecer todos los dias mis
manos paternales ; [2] seguía mi objeto sin formar desig
nio : no conocía ni las reglas , ni las escepciones; y no en
contraba la verdad sino para perderla. Pero en el instan
te , en que pude fijar mis principios , todo cuanto yo bus
caba se acercó á mi , y en el espacio de veinte años hé
visto comenzar, crecer, adelantarse, y concluir mi obra.
Sí ella obtiene un éxito favorable , lo deberé princi
palmente á lo grandioso de sn objeto , y sin embargo no
creo que carezco absolutamente de genio. Cuando hé vis
to lo que tantos grandes hombres han escrito antes que
yo en Francia , Inglaterra , y Alemania, me he llenado de
admiracion ; pero no hé desconfiado y...< yo tambien soy
.pintor.... hé dicho con el corregio [3I

(i) Ladivria venlis.


(2) Jlispatrim cecidere manus.
(3) Eá io anche son pittare.
ADVERTENCIA.

Para la mejor inteligencia de los cuatro primeros li


bros de esta obra es necesario tener presente:'
I. Que lo que yo llamo virtud en la republica, es el
amor á la patria , es decir el amor á la igualdad. Esta no-
es ni la virtud moral , ni la virtud cristiana ; es la virtud
política , y esta virtud política es el resorte móvil del go
bierno republicano , como el honor es el de la monarquía.
Hé llamado por ello virtud política al amor á la patria , y
á la igualdad. Hé tenido nueva9 ideas , y me ha sido pre
ciso encontrar nuevas palabras , ó dar nuevas acepciones
á las antiguas. Los que no han comprendido esto me han
hecho decir cosas absurdas , y que serian irritantes en to
dos los paises del mundo , porque en todos los paises del
mundo 9e ama la moral.
II. Que hay muchísima diferencia entre decir, que
una cualidad , modificacion ó virtud no es el móvil de un
gobierno, y decir que no existe en aquel gobierno. Si yo
dijese que tal rueda , ó tal piñon no eran el resorte mó
vil de un relox ¿ seria posible inferir que no estaban en el
relox? Tan innecesario es excluir de la monarquía las vir
tudes morales , y cristianas , cuanto que ni aun la virtud
política debe serlo. En una palabra , el honor está en la
república , aun cuando la virtud política sea su resorte
móvil , y la virtud política está en la monarquía , no obs
tante que el honor sea el suyo.
III. Y finalmente ; que el hombre de bien, de que
hablo en el libro tercero, capítulo quinto, no es el
hombre de bien cristiano , y si el hombre de bien polí
tico , que poseé la virtud política , que antes dejo defi
nida , que ama las leyes de su pais , y que obra por
amor á ellas.
He aclarado todas estas cosas en esta edicion , fijan
do todavia mas las ideas , y en la mayor parte de los
periodos, en que hé usado de la palabra virtud, hé
añadido la calificacion de política.
ESPÍRITU DE LAS LEYES.

LIBRO PMMMO.
DE LAS LEYES EN GENERAL.

CAPITULO PRIMERO.
ME LAS LEYES SEGUN SUS RELACIONES CON LOS DIVERSOS
SERES.

Las leyes, segun su significacion mas lata , son las


relaciones necesarias , que se derivan de la naturaleza
de las cosas. Todos los seres tienen sus leyes; la divi
nidad tiene las suyas ; [1] el mundo material las tiene,
las tienen las inteligencias superiores al hombre; las
bestias tienen las suyas , y el hombre tiene las suyas.
Los que aseguran que el fatalismo es la causa pro
ductora de los efectos que vemos en el mundo , han
dicho indudablemente el mayor de los absurdos ; porque
no puede haberlo mas grande que el de suponer , que una
fatalidad ciega ha podido producir criaturas inteli
gentes.
Hay pues , una razon primitiva , y las leyes son las
relaciones que existen entre ella y los diversos seres , y
las que tienen estos entre sí.
Dios tiene relaciones con el universo como creador, y
como conservador : las leyes porque creó son las mismas
porque conserva. Obra segun estas leyes , porque las co
noce , las conoce porque las ha establecido, y las ha esta-
(1) La ley , dice Platon es la reina de todos los moríales, é
inmortales. Trat. sobre lo que necesita el principe para ser
sabio.
10 espíritu de las leyes.

blecido porque guardan relacion con su sabiduría y omni


potencia.
Como segun vemos el mundo creado por medio del
movimiento de la materia , y privado de inteligencia
subsiste siempre, no podemos dejar de inferir, que es
necesario que sus movimientos tengan leyes invariables y
que si fuera posible imaginar otro mundo distinto de este,
tendría tambien leyes inalterables , ó dejaría de existir.
Asi es , como la creacion , que parece un hecho ar
bitrario , tiene reglas tan constantes como la fatalidad
de los atheos ; y seria un absurdo decir , que el criador
podría gobernar el mundo sin estas reglas , cuando es
evidente que el mundo no podría subsistir sin ellas.
Estas reglas Son una relacion perpetuamente esta
blecida. Entre un cuerpo móvil y otro cuerpo móvil to
dos los movimientos se reciben, aumentan, disminu
yen y pierden segun las relaciones de la masa y de la
velocidad ; cada diferencia en ellos es uniformidad , cada
mudanza es constancia.
Los seres particulares inteligentes tienen la facultad
de gobernarse por leyes que ellos se establecen ; pero
las tienen tambien que' ellos no han establecido. Antes
de que hubiera seres inteligentes efectivos los habia po
sibles , que tenian entre sí relaciones y leyes posibles.
Antes de que hubiera leyes formadas , habia ya relacio
nes de justicia posibles ; y afirmar que no hay nada
justo ó injusto sino lo que las leyes positivas mandan ó'
prohiben , es tan absurdo , como decir que todos los
rayos no eran iguales antes de que se hubiera trazado
el círculo.
Es necesario pues convenir en la existencia de rela
ciones de equidad anteriores á la ley positiva que las
establece , como por ejemplo , en que, pues habian de
existir sociedades de hombres, seria justo que estos se
conformasen á sus leyes ; que si hubiera algun ser inte
ligente que recibiera un beneficio de otro , debería que
darle reconocido , que sí un ser inteligente creaba otro,
que tambien lo fuese , el creado debería someterse á la
dependencia que llevaba consigo desde su origen , que
el ser inteligente que ofendiese á otro , habría de reci
bir la misma ofensa , y así en otras cosas.
LiBro i. cap. i. 11
Pero sin embargo de esta verdad es sobremanera
dificil ; que el mundo inteligente se halle tan bien go
bernado como el físico , porque aun cuando aquel tiene
tambien sus leyes invariables , no las observa con la
misma constancia que este. La razon de esta diferen
cia consite en que los seres particulares inteligentes
son limitados , y se hallan por consecuencia sujetos á
errar , al tiempo mismo que siendo inherente á su na
turaleza la facultad de obrar segun su alvedrío, y siendo
libres por lo tanto , ni observan sus leyes primitivas
constantemente, ni guardan siempre las que se esta
blecen.
No es posible averiguar , si los brutos se gobiernan
por las leyes generales del movimiento , ó por una mo
cion especial. Pero de cualquiera modo que sea , ellos
no tienen con Dios mas íntimas relaciones que lo demas
del mundo material , y el sentimiento no les sirve sino
para las que tienen entre sí, con otros seres particula
res ó con ellos mismos. Conservan su ser individual
por el atractivo del placer , y por el mismo conservan
su especie. Pero si bien tienen leyes naturales , porque
estan unidos, por el sentimiento carecen de leyes positi
vas , porque no lo estan por el conocimiento.
A pesar de todo esto no observan invariablemente
sus leyes naturales, y las plantas privadas al parecer de'
conocimiento y sentimiento , las observan con mayor
constancia.
Los brutos no gozan de las ventajas supremas que
nosotros ; pero tienen otras que nosotros no tenemos.
Carecen de nuestras esperanzas y temores , sufren
la muerte como nosotros , mas sin conocerlo se conser
van la mayor parte de ellos mejor que los hombres , y no
hacen tan mal uso de sus pasiones.
Él hombre como ser físico se gobierna de igual mo
do que los demas por leyes invariables ; pero como ser
inteligente viola con frecuencia , las que Dios le ha dado,
y varía las establecidas por el mismo. Es de absoluta
necesidad que él propio se guie , y es sin embargo un
ser limitado sujeto al error y á la ignorancia como to
das las inteligencias finitas , y que pierde con facilidad
hasta los débiles conocimientos que adquiere. Como
12. espíritu de las leyes.
criatura sensible se halla tambien sujeto á pasiones.
Un ser de esta especie podia olvidarse á cada mo
mento de su creador ; y Dios se le ha recordado por las
leyes de la religion ; podia olvidarse de sí mismo y los
filósofos le han advertido con los preceptos de la moral;
y como hecho para vivir en sociedad podia olvidarse de
los otros , los legisladores le han designado sus deberes
con las instituciones políticas y civiles.

CAPITULO II.
DE LAS LEYES DE LA NATURALEZA.

Antes que todas las dichas leyes exisitian ya las de la


naturaleza , llamadas asi , porque se deriban únicamen-
de la constitucion de nuestro ser. Para conocerlas es
necesario considerar al hombre, tal como debiera encon
trarse antes del establecimiento de las sociedades , por
cuanto las leyes de la naturaleza son aquellas , que no
podría menos de recibir en semejante estado.
La ley que , imprimiendo en nosotros la idea de un
creador , nos conduce hácia él , es la primera de las le
yes naturales por su importancia ; pero no por el orden
de conocerlas. El hombre en el estado de la natura
leza tuvo la facultad de conocer antes que los conoci
mientos ; y es evidente que sus primeras ideas no pu
dieron ser especulativas y que antes de buscar el origen
de su ser , debió pensar en su conservacion. El primer
sentimiento del hombre no pudo ser otro que el de su
debilidad ; su timidez seria ilimitada ; y si se necesitase
una prueba esperimental de la verdad de este aserto,
nos la ofrecerían continuamente los hombres salvajes en
contrados en los bosques , á los que todo les hace tem
blar y todo les hace huir. [1]
En tal estado cada uno debió reconocerse inferior;
apenas habria alguno que osara considerarse igual : nin
guno buscaría los medios de atacar á su semejante , y
la paz debió ser la primera entre las leyes naturales.
(1) El salváje encontrado en los bosques de Hannover en
tiempo de Jorge I pudieran servir de testigo.
LIBRO I. CAP. III. 13

La suposicion que hace Hobbes , de que los hombres


tuvieron en un principio el deseo de subyugarse mutua
mente , no es racional , porque la idea del imperio y de
la dominacion es tan compacta , y depende de tantas
otras , que no pudo ser la primera del hombre.
Pregunta Hobbes, por qué causa, silos hombres
no estan naturalmente en estado de guerra, van siem
pre armados , y buscan llaves para cerrar sus moradas;
pero no conoce al preguntarlo , que atribuye á los hom
bres anteriores al establecimiento de las sociedades , lo
que no ha podido ocurrirles hasta despues de la forma
cion de estas , que les ha hecho encontrar motivos de
atacarse y defenderse.
Al sentimiento de su debilidad uniría el hombre el
desus necesidades, y otra ley natural le inspiraría el
deseo de alimentarse.
Dije antes que el temor induciria los hombres á
huir ; pero sin embargo , las señales de un temor recípro
co los obligaría muy luego á reunirse , contribuyendo
tambien á ello el placer, que todo animal siente al
aproximarse á otro de su misma especie. Y como el
amor , que se inspiran los dos seres por su diferencia
aumentaría este placer, la peticion natural , que ambos,
se hacen siempre , seria la tercera ley.
Ademas del sentimiento, tienen tambien los hom
bres por naturaleza el conocimiento , y con él una se
gunda relacion, de que los demas animales carecen.
Tienen pues , por ello un nuevo motivo de unirse, y el
deseo de vivir en sociedad seria la cuarta de estas
leyes.
CAPITULO III.

DE LAS LEYES POSITIVAS.

En el momento en que los hombres se reunen en socie


dad , pierden el sentimiento de su flaqueza , y el estado de
guerra comienza [1].
(1) Intérprete y admirador del instinto social Montesqnieu, no
ha vacilado en confesar que el estado de guerra comienza en el
mismo instante que el de sociedad : verdad triste y aflictiva de que
14 espíritu de las leyes.

Cada sociedad particular llega á conocer su poder , y


esto produce un estado de guerra entre nacion y nacion:
los individuos conocen tambien su fuerza en la sociedad
en que viven y buscando los medios de hacer que cedan á
favor suyo todas las principales ventajas sociales , esta
blecen entre ellos un segundo estado de guerra.
Estos dos estados de guerra hicieron necesarias las le
yes entre los hombres. Considerados como habitantes de
este gran planeta , en que necesariamente habitan tantos
pueblos , tienen leyes , que se refieren á los pueblos en
tre sí, y que constituyen el derecho de gentes. Conside
rados como individuos de una sociedad , que debe ser con
servada, tienen leyes, que ligan á los gobernantes con
los gobernados, que forman el derecho político, y consi
derados segun las relaciones , que como ciudadanos tie
nen entre sí , las tienen tambien , que componen el dere
cho civil.
El derecho de gentes se funda naturalmente sobre el
principio , de que las diversas naciones deben hacerse en
el estado de guerra el menor daño , y en el estado de paz
el mayor bien , que sean posibles , sin perjudicarse en sus
intereses.
El objeto de la guerra es la victoria , el de la victoria
la conquista, y el de la conquista la conservacion. De es
te principio, y del precedente deben derivarse todas las
leyes , que pertenecen al derecho de gentes. Todas las
naciones reconocen este derecho , y lo tienen hasta los
Iroqueses , que se comen los prisioneros ; porque envian
y reciben embajadores , y conocen los derechos de la guer
ra y de la paz. El mal está en que su derecho de gentes
no se halla basado sobre los verdaderos principios.
Ademas de este derecho de gentes , que establece las
relaciones entre todas las sociedades, existe un derecho
político para cada una de ellas. Ninguna sociedad podria
subsistir sin gobierno. La reunion de las fuerzas particu-.

Hobbes abusó para ensalzar la calma del despotismo, y Rousseau


para celebrar la independiencia de la vida salvage ; pero verdad á
la vez , de que el reflexivo filósofo deduce la saludable necesidad
de las leyes, que son como un armístico entre los estados, y un
tratado de paz entre los ciudadanos. (M. Villemain; Eloge de
Montesquieu.)
LIBRO I. CAP. III. 15

lares , dice esactamente Gravina , forma lo que se llama


estado político.
La fuerza pública , ó llámese general de las naciones,
puede estar depositada en las manos de uno solo , ó en
las de muchos. Creyeron algunos que habiendo estableci
do la naturaleza el poder paternal , el gobierno de uno solo
era el mas conforme á ella. Pero el egemplo del poder pa
ternal no prueba nada , porque si tiene relacion con el go
bierno de uno solo , el poder de los hermanos , que natu
ralmente sucede á la muerte del padre comun, la tiene
con el de muchos. El poder político comprende necesaria
mente la reunion de muchas familias , y es mejor por lo
tanto decir , que el gobierno mas conforme á la naturale
za es aquel , cuya disposicion particular tiene mayores
relaciones con la del pueblo en que se halla estable
cido.
Las fuerzas particulares no pueden reunirse sin la
conjuncion de todas las voluntades. La reunion de estas
voluntades , dice tambien sabiamente Gravina , es lo que
se llama estado civil.
La ley , generalmente hablando , es la razon humana
gobernando todos los pueblos de la tierra ; y las leyes po
líticas y civiles de cada nacion no deben ser otra cosa,
que aplicaciones de esta razon á los casos particulares.
Deben de ser ademas de tal modo propias del pueblo
para que se hacen , que puede considerarse como la ma
yor de las calamidades , que las instituciones de una na
cion sean convenientes para otra.
Por lo mismo, es de absoluta necesidad que se refie
ran á la naturaleza y al principio del gobierno , que se en
cuentre establecido , ó se trate de establecer , ya sea que
lo constituyan , como hacen las leyes políticas , ó ya sea
que lo conserven, como las leyes civiles.
Deben tambien atemperarse a la fisica del pais , á su
clima frio, calido, ó templado , á la calidad del terreno,
y á su situacion y estension; al genero de vida de los
pueblos , labradores , cazadores , ó pastores ; al grado de
libertad que la constitucion puede permitir , á la religion
de los habitantes , y á sus inclinaciones , riquezas , núme
ro, comercio, usos , y costumbres. Deben por último
guardar relacion entre sí , con su origen , con el objeto
16 espíritu de las leyes.
del legislador , y con el órden de cosas sobre que se hallen
establecidas.
Bajo todos estos aspectos es necesario considerarlas.
Esto es precisamente lo que trato de hacer en esta
obra. Examinaré todas estas relaciones , porque forman
juntas lo que se llama espíritu de las leyes.
No hé separado las leyes políticas de las civiles , por
que no trato de ellas , sino solamente de su espíritu , y
como este consiste en las diversas relaciones , que las le
yes pueden tener con las diversas cosas , me ha parecido
mas conveniente seguir el órden natural de estas que el
de aquellas.
Por ello pues , examinaré primeramente las relaciones,
que las leyes tienen con la naturaleza , y con el principio
de cada gobierno , y como este principio ejerce una in
fluencia soberana sobre las leyes , me dedicaré detenida
mente á descubrirlo , por cuanto si alguna vez consigo
establecerlo , las leyes se derivarán de él por sí mismas
como de una fuente. Despues entraré en el exámen de las
demas relaciones , que son al parecer mas particulares.

LIBRO II.
DE LAS LEYES, QUE SE DERIVAN DIRECTA
MENTE DE LA NATURALEZA DEL GOBIERNO.

CAPITULO PRIMERO.
DE LA NATURALEZA DE LOS TRES DIVERSOS GOBIERNOS.

Hay tres clases de gobierno , el republicano , el mo


nárquico, y el despótico.
Par conocer su naturaleza es suficiente la idea que tie
nen de ellos las personas menos instruidas. Supongo por
lo tanto tres definiciones ó mas bien tres hechos. Uno:
LIBRO XX. CAP. XIV. 17

Inglaterra en que las aduanas están en administracion,


hay una facilidad prodijiosa en negociar; una sola pala
bra escrita hace los mayores negocios , y no hay necesi
dad alguna de que el comerciante pierda un tiempo infi
nito, ni de que tenga apoderados que hagan cesar las di
ficultades de los arrendatarios , ó se sometan á ellas.

CAPITULO XIV.

DE LAS LEYES MERCANTILES QBE IMPONEN LA CONFISCACION


DE LAS MERCANCÍAS.

La gran carta de los ingleses (1) prohibe aprehender


y confiscar en caso de guerra las mercancías de los ne
gociantes estrangeros ; fuera de la necesidad de represa
lias. Es muy laudable que la nacion inglesa haya hecho
de esta materia uno de los artículos de su libertad.
En la guerra que tuvo España con Inglaterra en
1740, hizo una ley (2) por la que imponia pena capital
á los que introdujesen en los dominios españoles las mer
cancías de Inglaterra, y á los que llevasen á esta las es
pañolas. Pero una ley de esta clase, á mi parecer no pue
de encontrar su modelo sino en las que rijen en el Japon;
pues que ofende nuestras costumbres , el espíritu de co
mercio, y la armonia que debe existir en la proporcion de
las penas, y confunde todas las ideas, convirtiendo en ur
crimen de estado lo que no es otra cosa que una trasgre-
sion de las ordenanzas de policía.

(1) En el principio del siglo 13 perdió el afecto de sus subdi


tos Juan sin Tierra por haber hecho homenaje de su reino al papr:
Inocencio III. Los Barones (y bajo este nombre se comprendian
entonces todos los grandes señores de Inglaterra) se ligaron con
tra el rey y le pidieron la confirmacion de la carta de Enrique I
que basta entonces no habia tenido ejecucion. Juan se resistió en
un principio; pero muy luego tuvo que acceder á cuanto le de
mandaban, y tambien á aumentar sus prerogativas con detrimen-
' to de la corona. El acta que contiene esta concesion es conocida
en la historia con el nombre de Gran Carta, y forma todavia la
base de las libertades de Inglaterra.
(2) Publicada en Cádiz en marzo de 1740.
Tomo ii. 2
18 ESPIRITO DE LAS LEYES

CAPITULO XV.
DE LA COACCION CORPORAL.

Solon (1) ordenó en Athenas que el cuerpo del deudor


no quedara obligado por deudas civiles. Esta ley tuvo su
origen en Egipto (2), donde la promulgó Bochoris , y Se-
sostris la renovó.
Esta ley es muy buena en los negocios civiles (3) or
dinarios; pero nosotros tenemos razon en no adoptarla
para los mercantiles. Porque como los negociantes se ha
llan obligados á adelantar grandes sumas , y á veces por
plazos muy cortos , y á darías y volverlas á tomar , es de
absoluta necesidad que el deudor cumpla siempre en el
dia prefijado sus empeños , y por ello es igualmente pre
cisa la persecucion corporal.
En los negocios que se derivan de los contratos civi
les ordinarios, la ley no debe conceder esta coaccion, por
que hace mas caso de la libertad de un ciudadano que de
la utilidad de otro (4). Pero en las convenciones que
traen su origen del comercio , la ley debe de hacer mas
caso de la utilidad pública que de la libertad de un ciuda
dano ; sin que esto impidalas restricciones y limitaciones
que exigen, la humanidad y la buena política.
(i) Plutarco en el tratado: Es necesario tomar prestado con
«jura.
(2 Diodoro lib. 1. p. 2. cap. 79.
(3) Los legisladores griegos eran dignos de vituperio por ha
ber permitido embargar tas armas, los aperos de labranza, de un
hombre, y al hombre mismo. (Diodoro lib. 1, ° , p. 2 cap. 79.)
(4) Con una simple fórmula puede un prestamista obligar al
tomador del prestamo á trasformar una deuda civil en deuda de
comercio , abusando de la fuerza que le dá el dinero; pues que no
se necesita para ello mas que exigir una letra de cambio en vez
de un pagaré simple. Asi es que esta lev que parece que no abre
las carceles sino para los comerciantes, ba conducido á ellas con
mucha frecuencia á los demás ciudadanos. (Servan.)
LIBRO XX. CAP. XVII. 19

CAPITULO XVI.
HERMOSA LEY.

La ley que en Génova , escluye de las magistraturas


y de la entrada en el gran consejo á los hijos de los que
viven ó mueren insolventes , si no pagan las deudas de
sus padres es muy buena ; por cuanto á la vez que inspi
ra confianza en los negociantes, la inspira tambien en los
magistrados , y hasta en la república misma. La fé parti
cular tiene allí por lo tanto la fuerza de la fé pública. (1)

CAPITULO XVII.

LEY DE LOS RODHIOS.

Los Rodhios iban todavia mas lejos. Sexto Empírico


(2) asegura que los hijos no podian dispensarse de pagar las
deudas de sus padres renunciando la herencia. Esta ley
se habia hecho para una república cimentada sobre el co
mercio ; pero yo creo que debia haberse limitado , espre
sando que las deudas contraidas por los padres despues
que los hijos principiaban á negociar por cuenta suya, no
pesaban sobre los bienes que adquiriesen estos. Un co
merciante debe conocer siempre sus operaciones y mane
jarse conforme al estado de su fortuna.
(1) La bancarrota era tan odiosa á los Romanos, qne la ley de
las doce tablas permitia á los acreedores hacer pedazos á los deu
dores infieles, y en la mayor parte de las naciones han propuesto
las leyes la pena de muerte contra los bancarroteros. En las que
son mas benignas, se les ha castigado con penas de infamia, y no
hay nacion alguna en Europa en la que los hijos de estos hombres
infamados puedan optará las magistraturas. Seria pues posible que
solamente Génova , hubiese rennnciado áuna esclusion dictada
por el honor , y por el use constante de las naciones? ¿ Ha sido
necesaria en ella una ley para despertar un sentimiento que has
ta los bárbaros miran como el primero de sus deberes? (D.)
(2) Hypotiposes, lib. i, cap. 14.
20 ESPIRITU DE LAS LEYES-

CAPITULO XVIII.
DE LOS JUECES DE COMERCIO.

Xenophon en su tratado de las ventas (1) quería qu«


se consignasen recompensas á los jueces de comercio que
despachasen con actividad los negocios. Xenophon cono
cía la necesidad de nuestra jurisdiccion consular. (2)
Los negocios mercantiles son poco suceptibles de fór
mulas , por que versan sobre acciones del momento que
deben inmediatamente reproducirse , y es de absoluta
necesidad que se decidan en el mismo dia. Lo contrario
puede tener lugar en las demas acciones de la vida que
influyen mucho en el porvenir y que acontecen pocas ve
ces. £1 hombre no se casa todos los dias, no se hace ma
yor de edad mas que una sola vez, y no siempre se hacen
donaciones.
Platon asegura (3) que una ciudad que, no tenga co
mercio marítimo, necesita una mitad menos de leyes civi
les; y asi es la verdad. El comercio introduce en un mis
mo pais diferentes pueblos, un gran número de contratos,
muchas especies de bienes , y muchos modos de adqui
rir. Asi es que en una ciudad comerciante, hay menos jue
ces y mas leyes.
CAPITULO XIX.

F.L PRÍNCIPE NO DEBE SER COMERCIANTE.

Habiendo visto Teóphilo (4) un navio cargado de mer


cancías por cuenta de Teodora su mujer , lo hizo quemar.
«Yo soy Emperador, le dijo, y tu me haces patron de
«un barco. ¿Qué podrán ganar los pobres, si nosotros les
«usurpamos su oficio?». Todavia hubiera podido añadir
Quien nos podria reprimir, si hiciéramos monopolios? Si
nosotros comerciamos, querrán comerciar nuestros cor-

(1) De probentibus, cap. 3, pár. 3.


(2) Los romanos en el bajo imperio establecieron esta clase de
jurisdiccion para los marineros.
(3) De las leyes lib. 8.
(41 Zonaras.
LIBRO XX. CAP. XXI. 21

tesanos, y serán mas codiciosos y mas injustos que no


sotros. Él pueblo tiene confianza en nuestra justicia, pero
no la tiene en nuestra opulencia; los muchos impuestos
que son causa de su miseria, son á la vez una prueba
nada equívoca de la nuestra.
CAPITULO XX.
CONTINUACION DEL MISMO ASUNTO.

Cuando los portugueses y castellanos dominaban en


las Indias orientales, tenia su comercio ramos tan ricos,
que sus príncipes no tardaron en apoderarse de ellos.
Pero esto arruinó en aquellas regiones sus estableci
mientos.
El virey de Goa concedia privilegios esctusivos á al
gunos particulares. Pero como en este caso jamás se tie
ne confianza en semejantes hombres, el comercio se in
terrumpe con la mudanza perpétua de las personas á
quienes se les confia, y como nadie procura conservarlo,
ni se cuida de no dejarlo perdido á su sucesor , los pro
vechos se quedan en manos particulares, y no se estien
den lo bastante.
CAPITULO XXI.

DEL COMERCIO DE LA NOBLEZA EN LA MONARQUÍA.

Es contrario al espíritu del comercio , que la nobleza


se ocupe de él en la monarquía (1). Esto sería pernicioso
(1) Habría sin dada un inconveniente en que toda ía nobleza
de un estado, cualquiera que fuese, no tuviera otro oCcio que el
del comercio, y este seria tal vez mayor en una monarquía, por
que se coovinaria muy diOcilmente el servicio militar del prín
cipe con otras ocupaciones: pero se necesita mucho para decir
que es contra el espíritu de la monarquía que la nobleza haga
en ella el comercio. Nuestros reyes que conocían muy bien el es
píritu de su gobierno, pensaban todo lo contrarío. Un subdito no
ts menos obediente por tener vageles en el mar, y tal vez es mas
afecto á su patria, porque tiene mas que perder y mas que espe
rar. La nobleza tiene muchas ocasiones de contraer deudas, y
muy pocos medios de reparar sus pérdidas. ¿Qué mal, que in
conveniente, que peligro puede haber en proporcionarle recursos
lícitos y honrosos de restablecer los desordenes de su furtuna? (t> '
22 espíritu de las leyes.

para las ciudades , decian los emperadores Honorio (1) y


Theodosio , porque quitaría entre los comerciantes y los
plebeyos la facilidad de comprar y de vender.»
Y es á la vez tan contrario al espíritu de la monar
quía que la nobleza sea comerciante, que el permiso que
el uso concedió para ello ála de Inglaterra , fue una de
las causas que contribuyeron mas á debilitar el gobierno
monárquico (2).
CAPITULO XXII.

REFLEXION PARTICULAR.

Apasionadas algunas personas por lo que ven hacer


en otras naciones, opinan que se necesitan leyes en Fran
cia que estimulen á los nobles á ser comerciantes , y no
conocen que este seria el medio mas seguro para destruir
la nobleza sin utilidad alguna para el comercio. La prác
tica de esta nacion es muy sabia. Los comerciantes en
ella no son nobles: pero pueden serlo, por cuanto tienen
la esperanza de adquirirse la nobleza sin los inconvenien
tes de la actualidad. El medio mas seguro que se les ofre
ce para salir de su profesion, es el de ejercitarla bien , ó
por lo menos con honor , y esta es una cosa que gene
ralmente va siempre unida á la suficiencia.
Las leyes que ordenan que todos permanezcan en su
profesion y la trasmitan á sus hijos, no pueden ser pro
vechosas á otros estados que á los despóticos (3) en que
nadie debe conocer la emulacion.
Y no se diga que el hombre será mas perfecto en su
profesion ; cuando sepa que no puede abandonarla por
otra , la verdad es que el hombre será mas perfecto en

(1) Leg.nobiliores, cod. de comere, et leg . ult. cod. de rescin.


vendit.
(2) Las antiguas leyes romanas prohibieron á los senadores
hacer y poseer navios, por temor de que engrandeciéndose con
las riquezas del comercio aspirasen á turbar la tranquilidad del
estado. La misma razon obligó á Honorio y Theodosio á prohi
bir á la nobleza del primer rango ilustrada por las dignidades, y
opulenta por su patrimonio, que hiciese un comercio que podia
hacerla todavía mas pudiente y peligrosa.
(3) Asi se halla regularmente establecido.
LIBRO XX. CAP. XVIII. 25

una profesion, cuando vea que los que sobresalen en ella,


consiguen elevarse á otra superior.
La adquisicion que puede hacerse de la nobleza con el
dinero anima altamente á los comerciantes á procurarse
los medios de conseguirla. Yo no quiero examinar, si es
bien ó mal hecho el conceder á las riquezas el premio de
la virtud: hay gobiernos en que puede ser utilísimo.
En Francia la clase de togados que se encuentra en
tre la gran nobleza y el pueblo , que sin tener el brillo de
aquella goza de todos sus priviligios, que deja á los par
ticulares en la mediania , ínterin que el cuerpo deposita
rio de las leyes vive en la gloria, y que ademas no tiene
otros medios de distinguirse que la virtud y la suficiencia;
esta profesion honrosa , que deja siempre entrever otra
mas distinguida, y la nobleza toda guerrera , que piensa
que cualquiera que sea el estado de sus bienes, debe pro
curar hacer su fortuna , pero que la es vergonzoso au
mentarlos , sino principia por disiparlos , esta parte de la
nacion que sirve constantemente con el capital de su pa
trimonio , y que cuando se ve arruinada, deja su lugar á
otra que sirve todavia con el mismo capital , que va á la
guerra para que nadie se atreva á decir que no ha con
currido, que cuando no puede esperar riquezas, se satis
face con honores , y cuando no los obtiene se consuela
con haber adquirido honor, han contribuido necesaria
mente á la grandeza del reino. Y si este hace dos ó tres
siglos que aumenta sin cesar su poder , debe atribuirlo á
la bondad de sus leyes , y no á la fortuna que jamas ha
tenido esa especie de consecuencia.

CAPITULO XXIII.
A QUE NACIONES ES DESVENTAJOSO Et. COMERCIO.

Las riquezas consisten en fundos de tierra y en efec


tos muebles: los fundos de lierra de cada pais pertenecen
generalmente á sus habitantes. La mayor parte de los
estados tienen leyes que alejan á los estrangeros de la
adquisicion de sus tierras , y como á la vez nada las hace
valer tanto como la presencia de su dueño, esta especie
de riquezas es propia de cada nacion particularmente.
24 espíritu de las leyes.

Pero los efectos muebles, como el dinero, los billetes, las


letras de cambio, las acciones de las compañías, los va
leles, y todas las mercancías, pertenecen al mundo ente
to, que considerado bajo este aspecto no compone mas
que un estado del que todas las sociedades son miembros,
y aquel pueblo será mas rico que posea mayor cantidad
ele efectos muebles del universo. Algunos estados la po
seen inmensa, y la adquieren relativamente por sus géne
ros , por el trabajo de sus menestrales , por su industria,
por sus descubrimientos , y hasta por casualidad. Pero
como la avaricia de las naciones se disputa los muebles
de todo el mundo , es posible encontrar algun estado tan
desdichado, que se halle privado de los géneros de todos
los demas paises , y hasta casi de los suyos : y en este
caso los propietarios de los fundos de tierra no serán
otra cosa que colonos de los estrangeros. Un estado como
este carecerá de todas las cosas y no podrá adquirir
nada , y hasta le hubiera sido mejor no tener comercio
con nacion alguna del mundo , porque en la situacion
en que se encontraba, el comercio fué la causa de su po
breza.
Un pais que esporta continuamente menos mercancías
y géneros de los que recibe, se va equilibrando siempre
por sí mismo, y á fuerza de recibir menos cada dia, llega
á la pobreza absoluta y á no recibir cosa alguna.
En los paises comerciantes , el dinero que repentina
mente desaparece vuelve á ellos, por cuanto los estados
que lo reciben se lo deben : en los pueblos de que hablo
nunca vuelve , porque los que lo reciben, no se lo deben.
La Polonia es un ejemplo de esta verdad. Ella carece
de casi todas las cosas á que yo llamo efectos muebles
del universo, á escepcion del trigo que le producen sus
tierras. Y como algunos señores que poseen provincias
enteras , acosan á los labradores para tener mayor canti
dad de granos que remitir á los estrangeros en cambio
de las cosas que exije su lujo, seria muchísimo mas feliz,
si no comerciase con nacion alguna. Sus grandes que no
poseerían otra cosa que cereales, los repartirían entre sus
labradores para que comieran, y como entonces las po
sesiones muy estensas le serian gravosas , las reparti
rían entre los mismos. Dividida asi la propiedad los
LIBRO XX CAP. XXVIII. 25

hombres serian ganaderos , y encontrarían en sus re


baños las pieles y lanas que necesitaban para sus vesti
dos sin hacer como ahora un inmenso dispendio, y como
los grandes son siempre afectos al lujo, alentarían á los
pobres á que trabajasen. Por ello , pues , repito que esta
nacion seria mucho mas floreciente sin el comercio , á no
ser que se convirtiese en bárbara, cosa que podrían evi
tar sus leyes.
Examinémos ahora el Japon. Como la cantidad es-
cesiva de lo que puede recibir, produce el exceso de lo
que puede esportar, se hallarán las cosas tan nivela
das en él, como si la importacion y la esportacion fue
sen moderadas , al tiempo mismo que esta especie de
profusion producirá en el estado muchísimas ventajas,
proporcionando mayores consumos, mas cosas en que se
ejerciten las artes, mayor número de hombres que se
empleen en ellas, mejores medios para adquirir el poder,
y sobre todo que en caso de necesitar el estado un pron
to socorro, pueda atender á él con mayor velocidad que
otro alguno por un efecto de su abundancia. Es dificilísi
mo que haya un pais que no contenga cosas supérfinas, y
al comercio le corresponde el hacerlas útiles, y convertir
las útiles en necesarias. El estado puede facilitar por el
comercio las cosas necesarias á mayor número de súb
ditos.
Diré para concluir, 'que no son las naciones, que de
nada necesitan, las que pierden en el comercio, y si las
que necesiten de todo; y que no son los pueblos que se
bastan á sí mismos , sino las que carecen absolutamente
de todo, los que hallan una ventaja en no traficar con nin
guno.

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