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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Introducción a la literatura
Samuel Alejandro Velasquez Ibagué. 20191260030
16/07/2019
El Reloj de Arena

Uno de los problemas que más avisto, al hablar de la poesía, es la precaria atención que se
le presta de parte de las juventudes del hoy, es probable que esta brecha literaria se haya
dibujado (o desdibujado) por las falencias en las practicas pedagógicas o educativas, esto,
según los arquetipos planteados por Bachelard (Bachelard) desde los elementos de la
naturaleza, nos lleva a pensar el estado de la imagen poética, y de qué manera, el sujeto
del siglo XXI se relaciona con el espacio. Para intentar abordar la problemática del espacio
dentro de la perspectiva actual, desde las características generales de la época, he
escogido un poema del escritor antioqueño Juan Manuel Roca, publicado en el año 2017,
titulado Reloj de Arena. (Roca, 2017)
Este texto congrega varios puntos de análisis, entre ellos el pasar imparable del tiempo,
además desde un mensaje gráfico y otro literario que nos permite adentrarnos en la
dialéctica de lo de dentro y de lo de afuera (Bachelard), una imagen concreta de lo
temporal cuestiona al lector sobre el espacio- tiempo, y tras unas líneas invisibles separa
los signos que constituyen el poema, del vacío. El Reloj de arena, corresponde al rincón, la
casa del tiempo que es obligatoriamente ocupada por el espacio, en donde se encierran
otros arquetipos de la imagen poética, como el aire, expresado en su furor como viento, o
la arena, en donde encontramos una variación de la tierra, su estado endeble y viajero,
nos lleva a una interpretación nueva, según Bachelard, de la significancia de la tierra y el
sentido de hogar fundamentado desde este elemento, la arena en si misma está cargada
de memoria, una memoria vasta, si se piensa desde su concepción biológica.

Varios escritores se han pronunciado frente a la pugna constante entre los preceptos
dominantes y las realidades del ser humano en el campo del lenguaje, Heidegger escribe
al respecto:

El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son
los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del
ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian.
(Heidegger, 1947)

Habrá que tener en cuenta el uso de la escritura y la lectura en la era de las inteligencias
artificiales y los grandes avances tecnológicos, la concepción de la vida en constante
movimiento a favor del capital excluye la expresividad del ser, las escuelas, que al menos
en Colombia siguen repitiendo las mismas metodologías y los mismos objetivos de
uniformidad, aunque con menos rigor y sin la intervención violenta física hacia el
estudiante, son funcionales para la reproducción de individuos consumistas alejados de un
encuentro intimo consigo mismos y por lo tanto alejados del sentido de habitar. La
creación poética que también abarca al lector de poesía demanda del ser un estado de
intimidad, de introspección, sí bien Bachelard explica como las imágenes poéticas
adquieren significado en la psique del sujeto, sugiere de paso la necesidad de la soledad
del ser en el ser mismo.

Volviendo al asunto tecnológico, nos encontramos con el mundo virtual en donde se


entretejen comunicaciones incontables, la plataforma digital, propone un acercamiento
de la comunidad a través de los artefactos tecnológicos, sin embargo, lo que logra es todo
lo contrario. La tecnología no se puede considerar en si misma negativa, puesto que es el
ser humano quien la crea y la recrea según las necesidades que desea o necesita suplir,
por ello, se debe fijar la mirada, en la percepción del hombre frente a los avances
tecnológicos y la utilización que les da. Las redes sociales, en sus pequeñas
demostraciones, (puesto que el internet en su totalidad se puede entender como una red
social de amplitud exorbitante) o más bien, la manera como el sujeto usa los instrumentos
tecnológicos lo ha llevado a generar dependencias, distanciadas del encuentro consigo
mismo, y más bien lo marginan, poniéndolo en una posición a favor de su vanidad y a
dispensas de los encuentros digitales con otros. De esta forma, la convivencia tecnológica
aleja al ser de su sol – edad.

Julio Cortázar, para ejemplificar el cuento acude al cine y la fotografía para comparar las
obras largas como la novela con las obras cortas como el cuento:

(…) la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la


medida en que en una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que una
fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido
campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa
limitación. (Cortazar)

En esta comparativa, que no se puede considerar errónea, se excluyen dos formatos diferentes a
los mencionados dentro de las expresiones narrativas, audiovisuales y literarias, el formato de
“cortometraje” y el de “poesía”, usando esta ilustrativa comparación de Cortázar, podríamos
aludir las características de la poesía, a las características de la fotografía expresadas por el
escritor, y los elementos del “cortometraje” podrían servir de manera acertada a los elementos
que conforman el cuento. Sin dejar de resaltar la magia gigantesca que se encuentra en la poesía,
ya que las fotografías se alimentan de sucesos materiales, mientras los poemas hallan su riqueza
en la ilimitada imaginación del ser humano, aunque hallen sus límites en las fronteras del lenguaje
(o de la lengua). Me permito inscribir en este texto un poema de mi autoría.

Cinema verite
El poema de la vida
Alguien, quien fuese
Igual a nada
Lo escribió.

Los poemas
Que son las fotos
Tomadas por el alma
están, no más, como
Símbolos diminutos
Precedidos
Por la gran película de la vida.

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