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Análisis sobre el conflicto armado en Colombia

Colombia se caracteriza por sostener tres tipos de fenómenos sociales, como lo son la

guerra, el conflicto armado y la violencia, ocasionados por entidades del Estado y grupos

insurgentes que además de ser la raíz, son los actores que perpetúan esta encrucijada que

sobrepone los intereses de unos cuantos a cargo del poder a las necesidades del pueblo

colombiano.

En un primer momento tenemos el fenómeno del colonialismo caracterizado por el dominio del

territorio y subyugación de la subjetividad de la mano de obra. El colonialismo tuvo sus inicios

gracias a diferentes hechos ocurridos tras la “culminación” de la segunda guerra mundial, siendo

las potencias mundiales Estados Unidos y Europa, quienes dieron origen a la guerra fría,

ejerciendo dominio y poder sobre los países en Latinoamérica, este fenómeno se ha mantenido

durante la historia pudiéndose identificar en la sociedad actual, por medio de la colonialidad;

caracterizada por prácticas subjetivas internalizadas que obedecen al poder dominante es decir,

que la colonialidad es el resultado interactivo entre dos o más grupos que comparten intereses,

siendo el territorio el eje central.

En Colombia se han instaurado y conservado varios fenómenos como la guerra, la violencia y el

conflicto, aspectos que son ocasionados como respuesta a intereses políticos, administrativos y

económicos que, a su vez, han desencadenado una lucha interna por el territorio, ocasionando así

la creación de organizaciones campesinas como respuesta a las necesidades sociales generadas

por la ausencia del Estado. No obstante, dichas organizaciones campesinas protagonizaron actos

delinquidos en su necesidad de financiamiento: sometimiento, desplazamiento, maltrato,

extorción, secuestro, descentralización del tejido social. Un abuso de poder sobre la misma
comunidad por medio de políticas militares con el fin de abastecer todas sus necesidades

políticos-económicas.

Como hecho relevante se plantea la ley 135 del 1961 Ley Agraria, donde se planteó inicialmente

reformar la estructura social por medio de procedimientos encaminados a prevenir la inequitativa

concentración de la propiedad, reconstruir unidades de explotación […], con el propósito de

hacer justicia al campesinado, devolviéndole las tierras expropiadas.

Dando inicio a esta ley, las grandes extensiones de tierra se centralizaron en el Estado. En el

proceso de restitución de tierras se generaron estrategias políticas y militares para recuperar

legitimidad en los territorios, sin embargo, estas mismas facilitaron grandes casos de corrupción

por parte de funcionarios del Estado: se dio privilegio a pequeños sectores privados,

multinacionales e intereses personales, la ausencia del Estado tras la restitución de tierras

permitió que el marco ideológico de los grupos insurgentes subyugara nuevamente a los

campesinos, forzándolos al cultivo de marihuana y coca como la actividad económica que

suprimía las necesidades básicas para conservar y trabajar su tierra; proveyéndolos con la

materia prima y tecnológica necesaria para el desarrollo de los cultivos que terminaban con fines

de exportación, lo que hoy conocemos como el narcotráfico (Fajardo, 2014, p.41).

Esto vislumbra como se pueden utilizar las leyes jurídicas con doble interés, donde por un lado

se propone salvaguardar los intereses sociales y por otro lado se imponen las estrategias políticas

sociales de subordinación y manipulación bajo el manto protector de agentes externos como EE.

UU y sus políticas militares bajo el discurso de “la guerra contrainsurgente” en la resolución de

los conflictos territoriales, como respuesta a este se pronunciaron grupos insurgentes como

FARC, ELN, EPL. Es posible también dilucidar como el uso del lenguaje llegó a generar la

sugestión suficiente como para racionalizar actos inhumanos, para transformar un conflicto
territorial propio del campo, en una guerra manejada por una potencial mundial. El lenguaje

permea la moralidad del campesino y lo instrumentaliza bajo el manto del discurso ideológico

político.

Es posible entender entonces, como estos fenómenos se perpetúan gracias a las entidades

estatales que manipulan el marco judicial con el fin de dar garantías a los actos de subordinación

por parte de agentes norteamericanos, es decir que en el transcurrir de la historia del conflicto

armado, las problemáticas socioeconómicas se han resuelto militarmente bajo un marco judicial

y religioso.

Otro aspecto importante dentro de la historia del conflicto armado en Colombia fue la guerra

bipartidista, la cual tuvo lugar a comienzos del siglo XX, generada por las diferencias

ideológicas entre Liberales y Conservadores que al final responden al interés de gobernar la

nación colombiana bajo sus propios alineamientos políticos, este hecho desató “una violencia

simbólica, caracterizada por la fragmentación social donde el interés primordial es mantener al

individuo en un estado de vulnerabilidad, impotencia, temor generalizado, pérdida de la fe y

como consecuencia una alteración al sentido de la realidad”. (Barrero, 2008, p.13). El objetivo de

esta violencia simbólica es crear patrones de conducta donde el sujeto se refugia en una de las

posturas políticas que se ofrecen, como estrategia de protección de sí mismo, sin embargo, a

costa de moldear su identidad y deslegitimar su voluntad y criterio crítico. El lema “divide y

reinaras” parece sintetizar el objetivo de la guerra bipartidista.

Finalmente el análisis y reflexión de la historia colombiana surge como una necesidad de hacer

memoria colectiva, de cuestionarnos las construcciones de las relaciones interpersonales

enmarcadas en la construcción del tejido social, poniendo como base el dialogo, donde se pueda

tener la libertad de exponer posturas criticas sin temor a ser eliminados por la intolerancia a la
diferencia, pues esta falta de espacios de participación democrática constituye a su vez la razón

misma por la cual se ha originado y sostenido el conflicto interno en Colombia. Se evidencia

como el temor ha sido un instrumento de dominación subjetiva, la estrategia más eficaz para

perpetuar la guerra, el conflicto armado y la violencia y, en cuanto el individuo lo internaliza,

queda incapacitado personal e intelectualmente para la participación democrática.

Bibliografía

Barrero, E. (2008). De Macondo a Mancuso: conflicto, violencia política y guerra psicológica en


Colombia : una aproximación desde la psicología social crítica. Bogotá, Colombia:
Ediciones Cátedra Libre: Fundación América Nuestra.
Fajardo, D. (2014). Estudio sobre los orígenes del conflicto social armado, razones de su
persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad colombiana. Comisión Histórica
del Conflicto y sus Víctimas. Bogotá, Colombia: Universidad Externado de Colombia.
Ley 135 del 1961 Ley Agraria.

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