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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO


Sede Valle – Jequetepeque
Curso:- Enfermería en el Adulto II

Anestesia General

 DOCENTE:-

 CURSO:- Adulto II

 ALUMNA:-

 Chuquitucto Cabanillas Rosa Elizabeth

 CICLO:- VI

AÑO:- 2017
INIDICE

TEMA Pág.

Introducción…………………………………………………1

Epidemiologia…………………………………………………

Objetivos…………………………………………………….

Valoración…………………………………………………….

Diagnostico……………………………………………………

Planeación……………………………………………………..

Ejecución……………………………………………………….

Evaluación……………………………………………………..

Bibliografía……………………………………………………..

Anexos…………………………………………………………..
INTRODUCCIÓN

La cirugía, como la medicina, es tan antigua como la humanidad, y con toda


seguridad se inició cuando en su vida llena de peligros, los cazadores prehistóricos
sufrían lesiones, menores y hasta mortales. Cuando no perdían la vida, durante los
cortos lapsos en que por saciedad o por su propia seguridad se refugiaban en algún
sitio, “alguien más” atendía las heridas sufridas en la caza de animales poderosos
y peligrosos. Desde que existe la humanidad, una de las mayores preocupaciones
del hombre ha sido aliviar el dolor. En la antigüedad, todos los esfuerzos
encaminados a mitigar el sufrimiento fueron ineficaces, y someterse a una operación
representaba una prueba penosa y difícil para el paciente. El cirujano trataba de
acortar el sufrimiento actuando con la mayor rapidez posible, pero se olvidaba de la
destreza manual y del trato adecuado de los tejidos, así como de la asepsia y la
antisepsia más elementales. El término anestesia fue acuñado en 1721 por el Dr.
Oliver Wendell Holmes, y que significa “insensibilidad”; por otra parte, se entiende
como una pérdida reversible de todas las sensaciones, inducida por drogas. La
anestesia general se caracteriza por brindar hipnosis, amnesia, analgesia y
relajación muscular y por abolir los reflejos.

La anestesiología es la especialidad de la medicina enfocada a la comodidad y el


cuidado especial del paciente durante intervenciones quirúrgicas y otros
procedimientos que podrían resultar molestos o dolorosos (por ejemplo,
endoscopia, radiología intervencionista). Por otra parte, se aplica también para
tratar el dolor agudo o crónico de causa extra quirúrgica, como la analgesia durante
el trabajo de parto y el parto o el alivio del dolor de pacientes con cáncer.
Actualmente, la especialidad se conoce como anestesiología y reanimación, pues
incluye el tratamiento del paciente en estado crítico en distintas áreas, como la
recuperación posoperatoria y las urgencias.
Tipos de anestesia

Sedación

 Técnica que torna tolerables y seguros procedimientos y estudios médicos,


al mismo tiempo que las funciones respiratorias o cardiovasculares y reflejas
del paciente se mantienen intactas. La sedación consciente tiene como
objetivo principal mantener al paciente tranquilo, cómodo, sin dolor y
comunicativo; consiste en administrarle medicamentos individualizados por
vía intravenosa, según la magnitud de las molestias y en función de sus
antecedentes médicos y farmacológicos; el paciente se muestra calmado y
colabora, en tanto que el anestesiólogo dispone de signos y síntomas para
medir cuantitativamente el grado de sedación. En general, implica la infusión
de medicamentos por vía endovenosa y vigilancia mediante monitores.
Anestesia local

 En la zona por intervenir se aplica una sustancia que bloquea el dolor y que
debe actuar principalmente en dicha zona. Para garantizar la mayor
protección posible, las medidas de seguridad son las mismas que para una
anestesia general, y por cualquier eventualidad, lo ideal es que un
anestesiólogo esté disponible.

Anestesia general

 Consiste en crear un estado reversible de pérdida de conciencia, analgesia


y relajación muscular mediante la administración de fármacos anestésicos
por vía intravenosa, por inhalación o ambas. La idea es que el paciente se
sienta como quien va dormir y despierte relajado y descansado.
Normalmente, al finalizar el procedimiento quirúrgico el paciente pasa a una
sala de recuperación; una vez restablecido del estado anestésico, y según el
caso, podrá retirarse a su domicilio o pasará a una habitación del hospital.
Hoy día esta técnica se aplica frecuentemente a pacientes ambulatorios.
Anestesia regional

 La anestesia regional consiste en crear un estado reversible de pérdida de la


sensación de dolor en la región por operar, la cual se mantiene “dormida”
mientras el paciente está despierto, pero tranquilo. Para ello, es preciso
inyectar anestésicos locales y coadyuvantes en la proximidad de un nervio o
la columna vertebral mediante diferentes técnicas. Es un acto anestésico
completo que exige las mismas precauciones y vigilancia del anestesiólogo
que la anestesia general. Para la vigilancia de los signos vitales se instalan
monitores.
Valoración del riesgo anestésico

En estos casos, los objetivos del manejo preoperatorio incluyen clasificar el riesgo
cardiaco peri operatoria y disminuirlo mediante los tratamientos correspondientes,

Entre otros:

■ Modificación de la farmacoterapia o Del tipo de intervención Quirúrgica.

■ Monitorización transoperatoria exhaustiva.

■ Técnica anestésica correcta.

■ Revascularización del miocardio, en su caso.

Los puntos básicos de la valoración preoperatoria para la anestesia deben incluir:

■ Historia clínica.

■ Exploración física y sus condiciones.

■ Exámenes de laboratorio y gabinete interpretados en función del paciente.

■ Información del procedimiento médico, quirúrgico y anestésico para el paciente y


su familia; incluir consentimiento por escrito.

■ Seleccionar la pre medicación anestésica adecuada para el caso.

Protección anestésica Peroperatoria

Con el fi n de mantener el flujo sanguíneo de los tejidos, el organismo humano


responde de la misma manera a cualquier tipo de estrés, sin importar el origen y la
naturaleza del mismo. Empieza con una reacción de alarma que condiciona la
liberación de sustancias vasoconstrictoras que, a su vez, precipitan taquicardia,
hipertensión arterial, taquipnea, palidez, sudoración, entre otras manifestaciones.
Después, el organismo trata de vencer a la agresión y se adapta a ella, inclusive
puede sentirse cierta recuperación (etapa de resistencia). Sin embargo, ese
bienestar exige un elevado costo calórico, que de prolongarse, agota las reservas
energéticas y favorece la falla orgánica múltiple (etapa de agotamiento).
La aplicación de un tratamiento anestésico se ha considerado como un conjunto
sucesivo de eventos estresantes trasy como una intoxicación aguda controlada, lo
cual, aunque parezca contradictorio, es necesario para mantener la homeostasia y
contrarrestar el hipermetabolismo activado por el procedimiento quirúrgico.

Protección preoperatoria

Un procedimiento anestésico quirúrgico es uno de los factores que más


desestabilizan a una familia y a un individuo, en especial si se considera como de
alto riesgo, pues surgen inesperadamente muchas interrogantes, dudas,
inquietudes y hasta el recuerdo de trámites administrativos pendientes, que
sumados a la sensación de dolor y a experiencias desagradables anteriores, al
desconocimiento del procedimiento, a anomalías de la vida sociocultural conyugal,
a la dependencia asistencial y económica y otros muchos, desencadenan estímulos
que afectan física, espiritual y emocionalmente al individuo y le provocan miedo,
ansiedad e hiperactividad neuroendocrina que agrava todavía más la sensación de
peligro inminente. Así pues, es importante abatir la angustia y el miedo, prevenir las
náuseas y el vómito, suprimir efectos indeseables de origen vagal y orto simpáticos,
y, más tarde, disminuir secreciones oro traqueal y sensaciones dolorosas. Es aquí
donde se necesita el apoyo de la preparación física, psicológica y farmacológica
para abatir la morbimortalidad preoperatoria. Sin embargo, los medicamentos para
tales fines precipitan cambios neurocardiorrespiratorios, lo cual obliga a registrar por
lo menos los signos vitales y la saturación de oxígeno arterial de forma no cruenta
para detectar oportunamente trastornos hemodinámicos que pongan en peligro la
vida. Dichas precauciones deben continuar durante el traslado del paciente a la sala
de operaciones, donde el anestesiólogo seguramente utilizará otros medios e
instrumentos para vigilar las funciones orgánicas del individuo mediante fármacos
depresores del sistema nervioso central, con efectos tanto en la vida de relación
como en la vegetativa.
Protección transoperatoria

La respuesta fisiológica del organismo al proceso anestésico quirúrgico es insidiosa,


varía a cada momento, y el confín hística se deteriora progresivamente, conforme
se prolonga la intervención quirúrgica. Cualquier procedimiento anestesiológico, por
indispensable y protector que resulte, es potencialmente letal, y justifica con creces
el trabajo y el costo financiero que implica la vigilancia hemodinámica constante.

Dependiendo de las condiciones generales y la probable labilidad orgánica


determinadas durante la valoración preoperatoria del paciente, así como el tipo de
intervención quirúrgica por realizar, se determinará la instrumentación especializada
para la vigilancia de parámetros considerados como prioritarios para el caso clínico,
si bien para cualquier procedimiento anestésico es recomendable registrar los
estándares mínimos de seguridad.

Protección posoperatoria

La emersión de la anestesia y la extubación traqueal dependen de una serie de


factores relacionados con las condiciones generales del paciente y del
procedimiento anestésico quirúrgico, que determinan el momento preciso para

trasladarlo, con vigilancia continua, a las unidades de recuperación pos anestésica,


de cuidados intensivos, intermedios o coronarios, donde personal capacitado le
proporcionará los cuidados pertinentes, además de que se implementarán medidas
para el control de dolor, náusea y vómito; se cumplimentarán los requisitos
hidroelectrolíticos; continuará el registro de los parámetros monitoreados en la sala
de operaciones; se vigilarán las funciones neurológicas, cardiovasculares,
respiratorias, renales y musculares deprimidas por la acción residual de
medicamentos; se mantendrá la normo termia corporal; además, habrá la capacidad
para prevenir y tratar oportunamente otras complicaciones repentinas que
incrementan seriamente la morbimortalidad posoperatoria.
Tratamiento anestésico

La elección del manejo anestésico será entre anestesia general balanceada, con o
sin intubación traqueal, o anestesia de conducción, con o sin sedación
transoperatoria; esta selección es menos conflictiva que la selección de los
pacientes, y dependerá del conocimiento integral previo que del paciente quirúrgico
tenga el médico anestesiólogo. Se utilizarán medicamentos con periodo de latencia
y semivida biológica cortos; es indispensable contar con el equipo de monitoreo
necesario para la vigilancia continua transoperatoria similar a la del paciente
hospitalizado y que cubra los estándares mínimos de calidad para la práctica de la
anestesiología. El traslado a la unidad de cuidados pos anestésicos se hará cuando
la valoración pos anestésica sea satisfactoria; el paciente irá acompañado del
anestesiólogo y el cirujano responsable del caso clínico: En dicha unidad continuará
con la misma vigilancia de la sala de operaciones. Es imperativo el tratamiento

Profiláctico y definitivo de las complicaciones más comunes del posoperatorio


inmediato, como dolor, náusea, vómito, escalofrío, hipotermia, retención urinaria e
hipoventilación alveolar.
Instrumental quirúrgico
Instrumentos de corte o incisión
Bisturí o escalpelo
Instrumento de corte tipo cuchillo; hay muchos estilos y
presentaciones, desechables y reusables, con hojas unidas
o desmontables. En cirugía general se utilizan básicamente
dos tamaños con mango; los número 3 se prefi eren para
cortes delicados, y se les adaptan navajas números 10, 11,
12 y 15, en tanto que a los bisturíes de mango número 4,
que son los de uso más frecuente, se les adaptan hojas números
20, 21, 22, 23, 24 y 25 (fi guras 6-3, 6-4, 6-5 y 6-6).
Hay otros mangos más especializados cuya longitud
y forma varían, como el utilizado para seccionar el recto
o los órganos genitales, en la pelvis; en este caso, no sólo
el instrumento es más largo, además, la punta donde se
adapta la hoja tiene forma angulada.
La hojas de bisturí más comunes son las ya mencionadas,
hay otras de forma curva, de tipo gancho, de “punprime
Tijeras
Para manejar las tijeras, en uno de los anillos se insinúa
el pulgar y en el otro se introduce el anular; el dedo cordial
fi ja el instrumento y el índice, colocado sobre la cruz,
o caja de traba, del instrumento, dirige el corte. Normalmente
las tijeras se usan de derecha a izquierda, de cerca a
lejos y de abajo hacia arriba; constituyen un instrumento
muy versátil que se puede usar tanto para disección cortante
como roma.
A continuación se describen los cinco tipos principales
de tijeras utilizados en cirugía:
■ Tijeras de Metzenbaum
Tijeras fi nas de punta roma o cortante. Muy útiles para
trabajos precisos y delicados, como cortar tejidos, disecar
planos o abrir conductos o vísceras. Característicamente
son muy ligeras, rectas o curvas y de varios
tamaños (14.5 a 23 cm), según el sitio en que se van a
utilizar (fi gura 6-7).
■ Tijeras de Mayo
Tijeras robustas, de puntas preferentemente romas,
aunque también hay puntiagudas; pueden ser curvas o
rectas y de diferentes tamaños (12.7 a 23 cm). Se utilizan
para el corte de estructuras fuertes, como fascias y
tendones. Las tijeras de Mayo rectas sirven para cortar
materiales de sutura y textiles (fi guras 6-7 y 6-8).
■ Tijeras de Iris
Tijeras rectas o curvas, pequeñas (9 a 11.5 cm), se utilizan
para trabajo muy delicado como el corte de venas,
arterias o la disección de las mismas, normalmente

te son puntiagudas pero las hay también con punta


levemente roma (fi gura 6-9).
■ Tijeras quitapuntos
Su nombre indica su función; hay varios modelos, siendo
el más conocido el de tipo Littauer, que es una tijera
recta con una especie de hoz en una de las hojas, donde
se realiza el corte de los puntos de sutura. También
las hay curvas, de 7 a 14 cm de longitud (fi gura 6-10).
■ Tijeras de botón
Son tijeras sólidas, para trabajos rudos, como cortar
tela, plástico, papel, etc. Una de sus puntas es gruesa,
de modo que se deslizan bajo la ropa de los pacientes
sin temor a cortarlos; en general se usan en áreas no
estériles. Son anguladas, aproximadamente 120°, y de
9 a 20.3 cm de longitud. Las más conocidas son las
de Lister (fi gura 6-11).
Instrumentos de hemostasia
Las pinzas hemostáticas y las de forcipresión constan de
bocado (mandíbulas), cruz o traba, anillos para los dedos
y cremallera de cierre; hay de diferentes tamaños, formas,
longitud y delicadeza del bocado; también varían según el
sitio de utilización.
Son indispensables para comprimir puntos de hemorragia
focal. Para ligar o cauterizar, con la punta del
instrumento se toma el vaso hemorrágico y una mínima
cantidad de tejido circundante. Los hemostatos son instrumentos
muy versátiles, y pueden tener una doble función,
ya sea la de pinzas de disección o para sostener tejidos,
o bien, a manera de tijeras, para separar y disecar tejidos
planos. Todos los modelos se fabrican en versión recta y
curva, y de 12 a 20.3 cm de longitud (fi guras 6-12 y 6-13).
Las más conocidas son:
■ Pinzas hemostáticas de Kelly o de Pean.
■ Pinzas de Mosquito de Halsted.
■ Pinzas de puntas con dientes de ratón o de Kocher.
■ Pinzas de Rochester-Rankin.
■ Pinzas de amígdalas o de ángulo recto.
■ “Clamps” vasculares tipo Satinsky, DeBakey o Cooley
Instrumentos de tracción
Pinzas para sostener tejidos,
de tracción y de campo
Se utilizan para sostener en forma segura tejidos u otras
estructuras, así como para lograr acceso y retracción, pero
deben ser muy delicadas, de modo de no lesionar los tejidos,
como los “clamps” intestinales y los de pulmón.
La mayoría son de forma recta y curva, y sus dimensiones
varían dependiendo de su función y de la profundidad
de la cavidad abdominal (fi guras 6-14 a 6-19). Entre otros
tipos, los principales son:
■ De mandíbulas con cierre de uña o dientes (p. ej., Kocher,
Ochsner o Beebe).

Instrumentos de separación
Como indica su nombre, los separadores permiten apartar
del campo operatorio los tejidos no necesarios; son de diversas
formas y tamaños, y para manejar diferentes áreas
y profundidades. Se sostienen con la mano, y suelen tener
superfi cies de acero brillante que refl ejan la luz hacia la
profundidad de la herida. La hoja separadora se puede sujetar
en ángulo recto respecto de la superfi cie, o bien funcionar
como curva de elevación. En ocasiones, a la porción
distal del separador se envuelve con una gasa para que no
lesione los tejidos en los que se ejerce tensión.
Algunos de los más conocidos y utilizados son:
Separadores manuales
■ De tipo Richardson
Constan de mango y hoja separadora, cuyo tamaño
puede variar; se les llama de adulto y pediátrico. Una
variante es la Richardson-Eastman, que tiene hoja separadora
en ambos extremos, una siempre de mayor
tamaño que la otra, también para adulto y pediátrico
(fi gura 6-20).
■ De Senn
Tienen una punta en forma de garra, la otra es una
hoja plana en ángulo recto; se emplean para retracción
fi na (fi gura 6-21).
■ De Farabeuf, Army-Navy
Son más pequeños; suelen usarse en planos superfi ciales
para separar la piel y el tejido celular subcutáneo,
aunque eventualmente se utilizan en otras circunstancias
(fi gura 6-22).
■ Tipo Deaver y Harrington
Varían el tamaño y el ancho de la hoja; sirven para separar
las vísceras en lo más profundo de la cavidad abdominal
y, en ocasiones, en sitios estrechos (fi gura 6-23).
Pinzas portaagujas
El portaagujas más utilizado es el de Mayo-Hegar, cuyos
anillos se apoyan en la palma de la mano. Es un instrumento
similar a una pinza hemostática recta, pero más robusto
y de traba ancha y plana para sujetar las agujas con
fi rmeza al introducirlas y sacarlas de los tejidos. Normalmente
miden de 15.2 a 30.5 cm (fi gura 6-33).
Hay modelos para microcirugía, como el Castroviejo
(fi gura 6-34), y otros con características especiales en
cuanto a la fuerza de las mandíbulas, como los utilizados
Recipientes
Este tipo de instrumental, como lo indica su nombre,
se utiliza para agua u otros líquidos, piezas quirúrgicas
o colecciones de las cirugías. Hay de materiales metálico
y plástico, y de diversas formas y tamaños; se adaptan
a las necesidades del procedimiento y de acuerdo con la
disponibilidad (fi gura 6-37). Entre los más conocidos se
cuentan:
■ tazones o “bowls”,
■ riñones,
■ múcuras,
■ charolas.

BIBLIOGRAFIA

 Cirugía General para el Medico General

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