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El viernes día 30 de mayo, a las 19:30, en el centro cultural de Ayete, tendremos con
nosotros al doctor Pedro Mª Berriochoa Azcárate; precisamente en su conferencia,
impartirá lo más atractivo y anecdótico de su tesis doctoral editada con el título
“COMO UN JARDÍN. EL CASERÍO GUIPUZCOANO ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX”.
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Hasta el siglo XIX la leche de las vacas era para las familias del caserío. Luego empezó a
consumirse en las ciudades porque mejoraron su alimentación.
De Gipuzkoa son las vacas “gorrias” que se cruzaron con toros Schwitz y produjeron
esa raza tres en uno: daban tracción, daban carne y daban leche. Y daban terneros más
precozmente.
Las mujeres con sus burros antes del amanecer bajaban con las marmitas de los
caseríos de Ayete hasta el mercado de Donosti o hasta los apeaderos del tren y de allí
a San Sebastián. Formaban una peculiar “vía láctea”, a decir
de Berriochoa. (Saizarbitoria ha rememorado esta escena en el Martutene que
tuvimos oportunidad de compartir con él en el ciclo de literatura y cine de Aiete)
Otra fuente de alimentación eran las castañas. Se conservaban hasta cuatro o cinco
meses, era el último manjar de la cena, pero llegó la tinta del castaño. La catástrofe
fue incalculable. Cientos de miles de castaños desaparecieron. La tinta entró hacia
1870 y atravesó todo el país de forma inmisericorde. (La foto cenital que se muestra en
otra entrada de esta web, enseña un Aiete deforestado, si se amplía el foco llegaremos
hasta el Bosque de Miramón como reducto de ese no lejano pasado)
También nos contará como en 1867 se mató el último oso de Gipuzkoa, en Antzuola.
Ese mismo año, en Lezo, aparecen las primeras quejas a propósito de las emisiones de
humo de la real Compañía Asturiana de Minas.
Por fin, en 1980, con Suarez como presidente del gobierno, los arrendatarios antiguos
tuvieron un acceso a la propiedad muy ventajoso, en Aiete ya no quedaban apenas
caserío para ser comprados.
Berriochoa, decimos, disertará sobre el caserío guipuzcoano y, por ende, del caserío en
Ayete, aunque mucho de su contenido podría ser extendido a otras regiones ocupadas
por el llamado caserío atlántico vasco: la mayor parte de Bizkaia, el norte de Álava y de
Navarra e, incluso, las tierras de Laburdi y de la Baja Navarra.
La historia que nos va a relatar nos puede parecer un territorio lejano y desconocido.
Parecerá que hubiera pasado un milenio y, sin embargo, vamos a zambullirnos en un
tiempo de hace menos de un siglo, aquí en este barrio, en torno a estos jardines de
Aiete, de lo poco que se conserva, tal cual, de hace un siglo.