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RESUMEN
La imagen del laberinto ha sido objeto de múltiples revisiones en el dominio artístico durante todo
el siglo XX. Pero fue la década de los sesenta la que hizo de ella una figura esencial para numerosos
teóricos y creadores que se negaban a seguir los preceptos del urbanismo dominante. A partir de la
noción deleuziana de pliegue, el presente artículo pretende esclarecer las razones que motivaron el res-
cate de ciertos aspectos del arte Barroco y determinar cuál es su relación con el recurso a lo laberíntico
y el andar performativo. Para finalizar, trataremos de situarnos en las últimas décadas de la centuria con
el objetivo de comprobar qué fortuna ha tenido esta metáfora como mecanismo de actuación política.
Palabras clave: laberinto, pliegue, Barroco, Internacional Situacionista, Surrealismo
ABSTRACT
The image of the labyrinth was reworked on numerous occasions by artists during the twentieth
century, though it was in the 1960s that it became an essential figure for many theorists and creators
who refused to follow the precepts of urbanism, in all their dominant forms. Making use of Deleuze’s
notion of folding, this paper aims to clarify the factors that motivated the recovery of certain aspects
of Baroque art, while also attempting to determine its relationship with the recourse to the labyrinthine
and performative walking. Finally, we will look at the final decades of the century and assess the fate
of this metaphor as a mechanism for political action.
Keywords: labyrinth, folding, Baroque, Situationist International, Surrealism
Llamaremos a este hombre el viajero – si por Ya lo apuntó Foucault: “la inquietud actual
casualidad ello es necesario – a causa de la lentitud concierne fundamentalmente al espacio, sin duda
de su paso, a causa del extravío de sus ojos. mucho más que al tiempo; el tiempo no aparece
Marguerite Duras, El amor. probablemente sino como uno de los juegos de
Ya no sé volver a la salida. Desciendo, luego subo. distribución posibles entre los elementos que se
Y hago un giro. Laberinto. No pude salir nunca. reparten en el espacio”1. Precisamente por ser la
Y ahora habito para siempre en el interior de un época del espacio, el siglo XX fue también deleu-
edificio que sin duda va a derrumbarse, víctima de ziano, pues Gilles Deleuze poseía una brillante ca-
una secreta enfermedad. Nadar, citado por Walter pacidad para fabricar toda una serie de conceptos
Benjamin en Obra de los pasajes. con los que cartografiar y pensar el espacio hasta
dominantes. De antemano, Deleuze señala que raíz de la crisis de los CIAM11 aparecieron muchos
advertirnos —, era que este laberinto podía ser de esta metáfora sigue por tanto, unas directrices
una trampa. Abandonarse a un continuo état de distintas en la década de los cincuenta y sesenta
surprise sin pensar en un ulterior “despertar dia- que en las vanguardias precedentes pero no por
léctico, copernicano”, no solo era propio de la fu- ello es la primera reivindicación de un laberinto
nesta mentalidad romántica sino que, ante todo, plenamente laberíntico.
era peligroso porque encerraba al sujeto (colecti- Pero aún queda una pregunta sin contestar:
vo) en una jaula, impidiéndole tornar de vuelta a ¿qué fue de todo esto una vez liquidadas las ex-
la realidad. Benjamin reprochaba a Aragon el no pectativas políticas tras el fracaso del 68, y la pos-
querer salir de su incesante vague de rêves que terior crisis de los 70 que culmina en el giro neo-
sin acudir a esa constelación del despertar, no se liberal en el que aún estamos inmersos? ¿Cuáles
distinguía en mucho de aquella otra ensoñación son nuestros laberintos? En un mundo como el
de la fantasmagoría30. Esto es justamente lo que nuestro, donde las imágenes se multiplican ad
ocurría en los Pasajes, esas Urformen de los ac- nauseam provocando que muchos pensadores
tuales centros comerciales, donde el flâneur va- hablen de una hipertrofia de la imagen, no es
gaba guiado por el deseo, pero esta vez el deseo extraño que la posmodernidad haya tomado a los
era fetichista y el laberinto había devenido labe- surrealistas como padres putativos, no sin cierta
rinto de la mercancía: “Caminar a través de los dosis de injusticia. Ciertamente resulta paradójico
pasajes es hacer un camino de fantasmas donde que el surrealismo haya pasado de ser la única
ceden las puertas y se ablandan, las paredes se vanguardia que comprendió el Manifiesto a con-
abren31 […] El laberinto es sin duda el camino co- vertirse en un laboratorio de experimentación psi-
rrecto para quien quiere llegar pronto a la meta. cológica puesto al servicio de la publicidad. Una
Porque dicha meta es el mercado”32. vez domesticada y empaquetada, esa embriaguez
Si las imágenes y el sueño solo juegan en fa- se ha integrado perfectamente en el sistema. Las
vor del consumo y la fascinación, convirtiendo ensoñaciones y delirios surrealistas pueblan nues-
el deambular en una simulación que niega sus tras pantallas de televisión y medios de comunica-
posibilidades como “trampolín” hacia una revo- ción. En palabras de Krauss, “la importancia del
lución, el laberinto de la rêverie se antoja un lugar surrealismo radica en el pasado, admitámoslo”35
contradictorio y problemático. Es de este modo porque ya no se trata sólo de decir sí a la obra de
como deben pensarse los reproches de Benjamin arte como extensión de la experiencia del mun-
a estos “hijos del frenesí y de la sombra”, por do. El problema al que nos enfrentamos ahora es
usar la fórmula de Louis Aragon. Cuando desde aprender a orientarnos en un entorno de sobrees-
mediados de los cincuenta la ciudad entró en un timulación “donde los residuos de viejas represio-
período de transformación radical, en una autén- nes que los surrealistas encontraron desperdiga-
tica crisis urbana que solo podía resolverse colec- dos por el París de entreguerras se convierten hoy
tivamente, los paseos pulsionales y subjetivos de en el aura de sueño que envuelve a un universo
los surrealistas se interpretaron como una huida mercantil prácticamente autonomizado”36. Si hay
de la realidad y los reproches se multiplicaron33. un lugar en el que se nos invite a andar al compás
En el momento en que la colonización de imá- de nuestros sueños — fabricados, claro está —
genes era ya dominante y más que propiciarla ese es el centro comercial donde la estructura
primaba combatirla, los situacionistas echaban laberíntica ha adquirido verdadera carta de na-
en falta una actitud más abiertamente política y turaleza. No en vano señalaría Frederic Jameson
consciente. Su laberinto debía estar del lado del que en el vestíbulo del Hotel Buenaventura de Los
despertar. Tenía que ser ante todo una forma de Ángeles, concebido como un espacio comercial,
activar un nuevo uso de la vida que para ellos no es imposible situarse y los clientes son incapaces
podía desligarse del espacio colectivo de la ciudad de crearse un mapa cognitivo no ya solo del sitio
y no tanto un mecanismo de indagación perso- sino de la propia ciudad37. Una sensación simi-
nal. En definitiva, el laberinto situacionista no era lar asalta al operador de cámara ficticio de Sans
más que una táctica de defensa urbana cuando Soleil (Chris Marker, 1983) en su viaje a Tokio.
la ciudad se había convertido en un espectáculo Ciudad invadida por pantallas que constituye el
teóricos contemporáneos las aspiraciones lúdi- tras urbes. Así, en la mejor tradición de la deri-
Irene Valle Corpas
cas de la que es considerada última vanguardia, va, el artista Francis Alÿs ha querido tomarse el
su barroquismo y desde luego la insistencia en tiempo de caminar por la ciudad de México en
la porosidad y la fluidez de los tránsitos toman varias acciones con el objetivo de crear un relato
cuerpo en nuestras ciudades líquidas, informales, fabuloso con el que deconstruir el discurso ofi-
desordenadas y vertiginosas — vivimos en la era cial sobre la ciudad y mostrarlo como lo que es,
del keep walking41. No solo la solidez se ha desva- un cuento como otro cualquiera. En Cuento de
necido en el aire, también lo blando, lo débil o lo Hadas (1995), una performance consistente en
líquido han seguido un camino similar. Al mismo caminar por las calles dejando atrás el hilo de su
tiempo, la retórica de la creatividad ha convertido jersey que se va destejiendo con sus pasos, vuelve
al homo ludens en un trabajador perpetuo, como al mito del laberinto para ponerse en la posición
antaño le ocurrió al paseante. Si hay algo que de Ariadna y pensar la ciudad como hilo narrativo
hemos visto repartirse en las últimas décadas es urdido al andar. En palabras de Thierry Davila, se
el cambio de bando de las tácticas o su plena fa- trata de formular preguntas a nuestra experiencia
gocitación, eso que Boltanski y Chiapello llaman urbana, de insertar una “fábula en la vorágine
la crítica como motor del capitalismo42. Podemos de la megalópolis”, en definitiva, de practicar un
decir con Perniola que el situacionismo ha tenido écart en la ciudad46. Un impulso parecido, aún
una “serena derrota”, en tanto que el mundo no más laberíntico incluso, mueve la transurbancia
ha sido esencialmente transformado43. David Har- del ya conocido colectivo Stalker. Hablamos de
vey va aún más lejos y sugiere que “en 1967 Guy un grupo de artistas, arquitectos y activistas que
Debord escribió un texto profético, La société du con sus errabundeos han decidido explorar los
Spectacle, y casi parece que los representantes territorios vacíos de la periferia de Roma y otras
del capital lo hubieran leído cuidadosamente y capitales. Fuertemente influidos por el concepto
hubieran adoptado sus tesis como los fundamen- de devenir rizomático en la teoría de Deleuze y
tos de sus estrategias consumistas”44. Guattari así como por los trabajos de Constant
En 1972, año en que clausura la IS, Italo Cal- y el situacionismo, consideran el viaje como un
vino escribió su “último poema de amor a las método para construir colectividades.
ciudades” cuando, debido a su crecimiento des- El laberinto vuelve así a ser una actividad tác-
mesurado y las políticas de exclusión social, se tica según la formulación de Michel De Certeau,
habían convertido en lugares invivibles que invita- quien realzaba el poder de los ciudadanos para
ban a un repliegue hacia la imaginación y sus ciu- darle la vuelta a las acciones y usos del espacio,
dades invisibles. No obstante, conscientes de que la lengua o los recursos programados por los su-
zafarse es ahora más necesario que nunca, mu- jetos poderosos en función de sus intereses47. A
chos artistas siguen trabajando con todo el con- este ardid silencioso pero efectivo del poder lo
junto de ideas heredados del urbanismo radical, llamaba De Certeau estrategia, y postulaba que
releyendo las propuestas de Deleuze y asumiendo toda buena estrategia dispone de un lugar propio
la tarea de volver a tejer el verdadero laberinto: donde desplegar sus relaciones de fuerzas. Las
emancipador, escurridizo, abierto y colectivo. Han tácticas, sin embargo, “no tienen más lugar que
nacido nuevas formas de andar políticamente, el del otro”, dependen solo del uso del tiempo.
mucho más conscientes de la importancia de tra- Parece que tal despliegue de términos está he-
bajar en espacios olvidados o marginales donde cho a la medida de nuestra pequeña historia del
aún es factible lograr la heterotopía. Pero, eso laberinto. De modo que en los últimos años el
sí, tratando de sortear el peligro de que estos enemigo del laberinto habría sido él mismo en
lugares se cierren sobre sí mismos o lleven a una su versión vaciada y distorsionada, en su postu-
estetización vacua de la nomadología45, para lo ra estratégica. Si queremos mantener su fuerza
cual conviene fortalecer las líneas que conectan táctica, hagamos caso al profeta. Perdámonos,
el archipiélago de ciudades que compone nues- pero despiertos.
omega del espectáculo» (G. Debord, de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, llas de Klein como figuras más ajustadas
Irene Valle Corpas
La sociedad del espectáculo, Pre-Textos, 4, 1968, p. 191). al funcionamiento real del inconsciente.
Valencia, 2015, p. 46). De la misma ma- 17
A veces se ha olvida que no sólo Claro que tampoco en Lacan el deseo
nera, Lefebvre se queja amargamente los europeos realizaron este tipo de se mueve rizomáticamente sino que se
de la parcelación del espacio que, en paseos. No nos debe extrañar que Oi- encadena persiguiendo un único objeto.
su opinión es simétrica al surgimiento ticica hiciera sus propias derivas en las Véase Íbid, p. 277.
de una especie de zooning corporal: que recogía un conjunto de objetos de 24
R. Krauss, El inconsciente óptico,
«Confinado por la abstracción del espa- las calles de Río de Janeiro (Delirio am- Tecnos, Madrid, 1997, p. 183.
cio fragmentarlo en lugares especializa- bulatorio o Apropiaciones son algunos 25
A. Breton, Manifiestos del surrea-
dos, el cuerpo mismo se fragmenta y se ejemplos). Artur Barrio hizo lo propio en lismo, Argonauta, Buenos Aires, 2001,
pulveriza. […] En el espacio abstracto, 4 días, 4 noches (1970) y más adelan- p. 26.
donde quiera que se sienta su influen- te Francis Alÿs exploraría la ciudad de
cia, la muerte del cuerpo se cumple de
26
La cuestión de lo vivo y lo muerto,
Méjico como si se tratase de un enorme
dos maneras: una simbólica y otra con- lo orgánico y lo inorgánico no es baladí.
organismo. Véase: T. Davila, Marcher,
creta» (H. Lefebvre, La producción del Benjamin toma de Marx la noción de
créer. Déplacements, flâneries, dérives
espacio, Capitan Swing, Madrid, 2013, mercancía como ese lugar en el que se
dans l’art de la fin du XXe siècle, Editions
p. 346). esconde una muerte (lo inorgánico): «En
du Regard, Paris, 2002, pp. 83-92.
el viviente percibe la moda los derechos
15
En opinión de Martin Jay, desde 18
H. Lefebvre, op. cit., p. 424.
Bataille a Derrida, los teóricos franceses del cadáver. El fetichismo, que sucumbe
19
Así es como Constant define al al sex-appeal de lo inorgánico, es su ner-
del siglo XX elaboraron una crítica a la
espacio social de Nueva Babilonia pen- vio vital. El culto a la mercancía pone a
facultad de ver (voir) en tanto que con-
sado directamente a partir de la figura este al servicio de lo inorgánico.» (Libro
sideraban que presentaba un estrecho
del laberinto. Véase: L. Andreoti, X. de los Pasajes, B 9,1). Y Marx, aunque
vínculo con esas otras actividades nada
Costa (eds.), Teoría de la deriva y otros no refiriéndose a la mercancía sino al
inocentes de pouvoir (poder) y savoir
textos situacionistas sobre la ciudad, capital, apunta: «El capital es trabajo
(saber) – M. Jay, op. cit, passim –. Esta
Actar,Barcelona, 1996, p. 168. muerto que, a la manera del vampiro,
crítica tiene importantes consecuencias 20
M. Perniola, op. cit., p. 187. vive sólo de chupar el trabajo vivo, y
en la teoría del espacio en Debord y su
aversión hacia el espectáculo, en Lefeb-
21
Para saber más sobre el paseo tanto más vive, cuanto más chupa» (C.
vre con su reprobación de los espacios como práctica estética en las primeras Marx, El Capital I. Crítica de la economía
de representación o el conocido análisis vanguardias véase F. Careri, op. cit., pp. política, Fondo de Cultura Económica,
foucaultiano del panóptico. Desde lue- 68-88. Méjico D. F., 2014, p. 209). Se hace evi-
go el recurso a lo laberíntico en estos 22
M. Perniola, op. cit., p. 187. Re- dente que en el surrealismo y más tarde
años debe ser leído como una forma de sulta interesante insistir en esta relación en el organicismo de posguerra, el labe-
esquivar al imperio del ojo. entre el concepto de pliegue deleuziano rinto se entiende dentro de esta duali-
16
Podríamos aventurar la hipótesis y ciertos aspectos del urbanismo radi- dad: es lo vivo, la forma que adquiere la
de que los artistas que en los años 60 cal. Para los artistas cercanos a la IS el materia cuando por ella traspasa la vida.
de una u otra manera trabajaron con laberinto griego no es un paradigma a 27
Para un estudio de la ciudad su-
las fórmulas y modelos del constructi- seguir como tampoco es satisfactorio rrealista como líquido amniótico véase F.
vismo desarrollaron después un interés el pliegue griego según el criterio de Careri, op. cit., pp. 84-88.
por el espacio laberíntico y con la idea Deleuze porque supone una mezcla de 28
Palabras de Breton tomadas de
del caminar como práctica estética. Al términos que «actúan por disposiciones
M. Jay, op. cit., p. 199.
menos así lo sugiere Mario Perniola: en círculo que corresponden a la repeti- 29
Sería necesario un estudio aparte
«La importancia de la contribución de ción de la proporción», es decir, porque
del concepto de laberinto en Benjamin.
los constructivistas a una concepción no proporciona una unidad real (véase:
Esto es lo que hace de alguna manera el
auténticamente laberíntica del espacio G. Deleuze, El pliegue..., p. 54). El re-
chazo de la cerrazón del círculo es quizá capítulo dedicado al filósofo alemán en
es claramente deducible a través de su
el punto en común más sólido en este el ensayo de D. Frisby, Fragmentos de la
planteamiento dialéctico de las relacio-
sentido. modernidad. Teorías de la modernidad
nes existentes entre la forma y las ne-
en la obra de Simmel, Kracauer y Ben-
cesidades humanas. Desde el desarrollo 23
Para una comprensión algo más
jamin, La balsa de la Medusa, Madrid,
de la tesis de la realización práctica del profunda de este asunto acompañada
1992, pp. 373-415.
arte, el constructivismo sostiene la abo- de una rica bibliografía, véase: M. Jay,
lición del arte como actividad separada op. cit., p. 199. Hay que decir también
30
Para la crítica de Benjamin a los
y autónoma y considera que el trabajo que no todos los pensadores del incons- surrealistas: S.Buck-Morss, Dialéctica de
del arquitecto debe ser inventar con- ciente sostienen que este presenta una la Mirada. Walter Benjamin y el proyecto
temporáneamente nuevos espacios y disposición laberíntica. En la línea mar- de los Pasajes, Visor, Madrid, 1995, pp.
nuevas condiciones de vida» (M. Per- cada por Freud, Breton se sirve de esta 286-288.
niola, “Apuntes para una historia del imagen, pero más adelante Lacan pro- 31
W. Benjamin, “Obra de los pa-
urbanismo laberíntico”, URBS. Revista pondrá la banda de Moebius o las bote- sajes, J 61, 8”. En: http://www.circu-
lobellas artes.com/benjamin/termino. los laberintos y otros lugares ocultos a lleva a hacer apología del todo movi-
REFERENCIAS
Irene Valle Corpas
Marx, Carlos. 2014. El Capital I. Crítica de la Rancière, Jacques. 2012. “Crítica de la crítica del