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"SOBRE EL CAMBIO EN LA NOCION DE EQUILIBRIO EN UN TRABAJO RECIENTE

SOBRE VALOR Y DISTRIBUCION"

Un comentario sobre Samuelson


Pierangelo Garegnani
Compilador:
Jesús David Sánchez Marín
Traductores:
Jesús David Sánchez Marín
Isabel Guberdina Yupanqui Torres

1. INTRODUCCION
Unos días atrás me preguntaba como discutir hoy el trabajo del profesor Samuelson que en este
momento yo sabía no podía leer antes de la ocasión. Sin embargo tuve acceso a un documento
(Samuelson, 1975) que presuntamente trataría de manera similar el tema, y este inspiró¢ en mi
algunas reflexiones y decidí hablar sobre estas ideas sabiendo que el trabajo que usaría de
referencia era una aproximación directa y no necesariamente coincidiría con lo que el profesor
Samuelson diría hoy (ahora me doy cuenta que este no está en la misma perspectiva histórica de
lo que Samuelson dijo).
En la nota de la referencia Samuelson (1975) responde a una acusación de J. Robinson (1975 b)
en relación a que él ha usado relaciones válidas cruzando diferentes "equilibrios de largo plazo"
(Por ejemplo. Equilibrios donde los precios de productos dan tasas de beneficio uniformes
sobre los precios de oferta de los bienes de capital) para determinar los efectos de un proceso de
acumulación de capital. Mi interés hoy día va a girar sobre los temas de acuerdo entre J.
Robinson y Samuelson: La ilegitimidad de estudiar los efectos permanentes de cambios en las
condiciones de la economía por medio de la comparación entre los dos "equilibrios de largo
plazo" correspondientes a condiciones antes y después del cambio.
Este acuerdo, que refleja una posición creciente en los trabajos teóricos, constituye una salida
drástica de lo que por mucho tiempo ha sido la teoría aceptada del valor y la distribución, que
es el estudio de los efectos permanentes de los cambios por medio de la comparación entre las
disposiciones del sistema económico caracterizadas por una tasa de ganancias uniforme, este
método, fue usado por David Ricardo y los economistas clásicos ingleses, cuando explicaron la
tasa de ganancia en términos de excedente del producto, después de haber pagado los salarios a
la tasa determinada por circunstancias económicas y sociales independientes (ver: Garegnani,
1970, pp. 426-427). Este método fue preservado después de David Ricardo, a través del cambio
que la teoría sufrió en favor de una explicación simétrica de utilidades y salarios en términos de
equilibrio entre las fuerzas de la oferta y la demanda por los factores trabajo y capital (los dos
determinados de manera simultánea en sus mercados).
Hace solo algunas décadas que este método que se centraba en las "posiciones de largo plazo"
del sistema (para englobar la noción neoclásica de equilibrio de largo plazo y la noción clásica
de los precios naturales de los bienes y los factores) cada vez más y más este enfoque fue
desafiado, esto a favor del equilibrio del corto plazo, que no implica una tasa de beneficio
uniforme sobre el precio de oferta de los precios de capital, o a favor del análisis de J. Robinson
en términos de procesos.
Lo que trato de sugerir hoy es que esta desviación de la tradición, no se explica por la debilidad
del método como tal, sino también se debe a la debilidad de la teoría dominante de la
distribución, y en particular de la concepción de capital que se relaciona a ella (acumulación).
El intento de superar estas deficiencias de la noción de capital ya recibida, pero manteniendo el
enfoque de oferta y demanda, provee y lo argumentaré en la explicación, lo suficiente del
porque‚ se ha producido un traslado hacia los enfoques de equilibrio de corto plazo y su
secuencia en el tiempo, como la nueva base de la teoría del valor y la distribución.
Nuestro propósito, gira en torno al movimiento hacia los equilibrios de corto plazo, después de
considerar el papel de Keynes en favor de este movimiento, trataremos algunas reflexiones en
relación a lo propuesto por J. Robinson para rechazar el método tradicional.
2. EL METODO TRADICIONAL Y LAS "POSICIONES DE LARGO PLAZO" DEL
SISTEMA
Hablar de los equilibrios de largo plazo, para tomar en cuenta la noción de los clásicos, es
hablar de las posiciones de largo plazo del sistema. Pero la expresión más frecuente usada en
las descripciones de situaciones con tasa de utilidad uniforme sobre el precio de oferta de los
bienes de capital, que son los equilibrios estacionarios o de estados estacionarios ("steady
states"). Este cambio de terminología, refleja la variación en el método que estamos
discutiendo. El abandono del método de las posiciones de largo plazo, parece haber sido
justificado por el argumento de que en una economía donde las condiciones que determinan los
precios de largo plazo son cambiantes, las decisiones de los individuos estarán afectadas por
cambios en los precios futuros esperados (sea correctamente previstos o simplemente
esperados), y esto impediría que los precios de largo plazo y su posición fueran la guía de los
precios actuales de la economía.
Esto, sin embargo no era el punto de vista de los viejos teóricos en la explicación de su método.
Aun dejando de lado a David Ricardo, quien no formuló su teoría para un estado estacionario o
estado constante inglés (de estado estacionario, "steady states"); Marshall señalaba: "un
incremento del capital material ... incrementaría el dividendo nacional ... desde lo ... que
habría forzado a la baja de la tasa de interés, el producto conjunto del capital y el trabajo será
dividido ahora favoreciendo más al trabajo" (Marshall, 1920, VI, xi,4,p.553); o Walras que
decía: "en una economía progresiva o en crecimiento la tasa de ingreso neto caerá
apreciablemente" (Walras, 1954, lectura 36, par.334, p.391). Ninguno de los viejos teóricos
ignora que los precios actuales varían día a día y que se espera esto ocurra, ya sea por los
cambios en las condiciones de largo plazo o por otras razones.
Como sabemos bien, ellos entendían la posición de largo plazo, como el centro alrededor del
cual la economía competitiva gravitaría, dadas las condiciones de largo plazo. La base del
argumento ha sido presentada por Adam Smith con su distinción entre "precio natural" de una
mercancía. El precio actual o de mercado podría en un momento fluctuar por encima o por
debajo del precio natural (Pn), entendido el precio natural como el precio justo, suficientemente
alto para cubrir las "tasas naturales" de los salarios, beneficios y rentas a pagar para producir la
mercancía. El precio de mercado podría exceder al precio natural, cuando la cantidad traída al
mercado es menor que la demanda efectiva, es decir que la cantidad de demanda por los que
desean pagar su precio natural. Pero, este exceso del precio de mercado (Pm) provocará un
incremento de la oferta y por lo tanto elimina ese exceso. Sin embargo, este aspecto fue
considerado por los clásicos en los análisis de los precios de mercado y los precios naturales,
que eliminarían este cuestionamiento, en sentido contrario también se cumple cuando el precio
de mercado (Pm) es menor que el precio natural (Pn). Como corolario, Smith podría concluir en
que: "el precio natural... es el precio alrededor del cual gravitan continuamente los precios de
las mercancías" (Smith, 1954, Cap. VII, pp. 48-51).
Es por esta gravitación, que los valores de largo plazo de las variables (sus valores en las
posiciones de largo plazo del sistema) eran pensados como relevantes para un análisis de los
últimos cambios en el sistema. En palabras de David Ricardo: (1951, Cap. IV, pp. 91-92):
"Habiendo pleno conocimiento de los efectos temporales, en particular en los usos
del capital, que pueden producir sobre los precios de las mercancías, también como
sobre el precio de la fuerza de trabajo por causas accidentales, sin influir en los
precios naturales de las mercancías, salarios o beneficios, y aunque estén presentes
en toda la etapa del desarrollo de una sociedad, los dejaremos fuera de
consideración, ya que estamos tratando de las leyes que regulan los precios
naturales, salario natural, y beneficio natural ..."
El argumento de dejar de lado los precios de mercado (Pm) por los precios naturales (Pn),
descansa en la percepción sobre la naturaleza temporal de las variaciones en los precios de
mercado (Pm), en contraste con la preocupación de David Ricardo respecto a las variaciones de
los precios naturales (Pn)
Un argumento similar acerca de los "valores normales de largo plazo" fue todavía usada un
siglo después por Marshall (1920, v, iii, 7, p. 291):
"El valor actual en cualquier momento, el valor de mercado como se suele llamarlo,
es a menudo influenciado por eventos pasajeros y por causas cuyas acciones son de
corta vida más que por causas persistentes, pero en largos períodos, estas causas
irregulares desaparecen, quedando solo las causas persistentes, dominando así el
valor completamente".
La naturaleza persistente no temporaria de las causas de los valores de largo plazo, presentados
por Ricardo y Marshall, no era pensado solo para el análisis de economías de crecimiento
estable. Esta persistencia, era pensada para englobar aquellos cambios en las causas, que si
fueran continuos, serían suficientemente lentos para no poner en peligro la gravitación hacia los
valores de largo plazo. La misma persistencia podría asegurar que aquellos cambios sean más
rápidos, que cambian una vez por todas, para que después de un período de transición, la
gravitación en torno a nuevos valores de largo plazo se vuelva a dar.
Las fuerzas que Marshall y los teóricos post-Ricardianos introdujeron para determinar las tasas
normales de salario y beneficio, eran fundamentalmente diferentes a las pensadas por David
Ricardo para sus tasas naturales. Consecuentemente, la gravitación alrededor de tales tasas
naturales (y los correspondientes precios de largo plazo) llevan a problemas muy diferentes en
las dos teorías. Ricardo y los otros economistas clásicos (quienes consideraban el salario real
dado era predeterminado en relación a los precios relativos y beneficios, y no simultáneamente
definidos por las fuerzas de la oferta y la demanda) eran capaces de separar la determinación
del producto de la determinación de los precios y de los beneficios (ver: Garegnani, 1970, pp.
426-428). Cuando separadamente determinan la producción, ellos podían tratar con las
interacciones entre producción y demanda efectiva, y ambos respecto al sistema como un todo y
con respecto a cada industria. Así, el ajuste de los productos individuales implicados en la
gravitación alrededor de los precios naturales (Pn), podía ser concebido como una adaptación de
cantidades ya fijadas esto es, determinadas en otra parte de la teoría. De ahí, por ejemplo, que
la noción de Smith a la que hemos hecho referencia, tan impactante para el lector moderno, nos
presenta la "demanda efectiva" como un punto singular, y no como una propuesta de la teoría
posterior.
Marshall y los teóricos post-Ricardianos por el otro lado, fueron quienes aportaron en la
determinación por la oferta y la demanda de la distribución del producto entre salarios y
beneficios, y podían determinar solo de manera simultánea los productos con los precios
relativos y hasta la tasa de beneficio, así, las interacciones entre cantidad ofrecida y cantidad
demandada llegaron a ser una parte esencial de la gravitación alrededor de las tasas normales de
salario y beneficio y los correspondientes precios normales, las dificultades envueltas en el
proceso de gravitación concebido en estas últimas teorías, llegaron a ser concordantes con la
"Teoría General" de Keynes (1936).
Pero cualesquiera que sean las diferencias entre los dos tipos de teorías, no obstante las
dificultades que aparecieron sobre la gravitación en estas últimas teorías, lo más importante
aquí, es solo centrarnos en que la noción de posiciones de largo plazo como centros de
gravitación, que eran fundamentalmente las mismas en los dos casos y no dependían en su
aplicación de la hipótesis de una economía estacionaria.
3. LA CRITICA BASADA EN LOS PRECIOS ESPERADOS.
¿Cuáles son por tanto, las deficiencias del método basado en las "posiciones de largo plazo" que
causaron su abandono en favor de un análisis fundado en el equilibrio de corto plazo de oferta y
demanda?
Si retornamos al "valor y capital" de Hicks (1946), el primer trabajo influyente en el cual el
método de largo plazo era abandonado, por un tratamiento general del valor y la distribución,
podríamos decir que encontramos dos líneas de crítica contra lo que se llamó la "Teoría
Estática" o específicamente la teoría tradicional de largo plazo. La "Teoría Estática", Hicks
argumenta, en esta primera línea de crítica, que esta teoría podría ser aplicada al mundo real
solamente si asumiéramos que el sistema de precios existentes en cualquier momento, depende
sobre todo de las preferencias y los recursos existentes en ese momento y nada más. Esto,
continúa Hicks, no es el caso porque "El flujo de oferta de una mercancía depende no tanto del
precio corriente, como el que los empresarios han esperado sea el mismo que en el pasado" y en
correspondencia "la posición corriente en el mercado de factores" depende de los precios
esperados en el futuro. Para tener una teoría aplicable, debemos admitir por lo tanto de hecho
que, "las ofertas y demandas, están determinadas por los precios esperados más que por los
precios corrientes" y así, abandonar la "Teoría Estática" (Hicks, 1946, pp. 116-117).
Tomada literalmente, esta crítica parecería acusar a la teoría previa (teoría clásica) de ignorar el
hecho de que la producción toma tiempo, que la oferta de mercancías no puede adaptarse
instantáneamente al precio. Esta adaptación no instantánea, habría estado sin embargo presente
en A. Smith, en su discusión sobre el precio de mercado, él trataba la cantidad de mercancías
"traídas al mercado" en cualquier momento dado, como fijada independientemente del precio
que se pudiera conseguir. Incorrectas expectativas de precios, podrían en verdad ser una manera
de descubrir alguno de los factores que hacen que los precios de mercado se desvíen de los
precios naturales. Pero, el punto real del método criticado era que existían fuerzas capaces de
eliminar las desviaciones; eran estas fuerzas las que daban a los precios de largo plazo su
verdadero status: el de ser el "centro" de gravitación y no el de los precios existentes en
cualquier momento, a los cuales se refiere Hicks al inicio de su pasaje.
La crítica de Hicks a la teoría previa hubiera sido más aguda, si discutía la gravitación de los
precios alrededor de estos centros, esto, sin embargo hubiera hecho aparecer dudas acerca de las
fuerzas de oferta y demanda, que la teoría tradicional ha introducido para explicar tales centros.
Esto es, podría haber levantado dudas sobre la teoría y no solo acerca de su método estático. El
argumento concerniente a las expectativas sobre los precios usado por Hicks, tiene de hecho
que ser relacionado con la teoría general de Keynes, publicada pocos años antes; pero, Keynes
había de hecho, discutido la gravitación hacia una demanda y oferta de equilibrio en el mercado
de factores y habría por lo tanto hecho emerger (Lo demostraremos líneas abajo) muchos
problemas tanto sobre la teoría más que sobre el método, al que se refiere la segunda línea de
crítica desarrollada por Hicks.
4. LA CRITICA REFERENTE A LA "CANTIDAD DE CAPITAL"
Esta segunda línea de critica aparece, cuando se está afirmando que la "teoría estática" es
"bastante incompetente para tratar con capital", un problema, continúa Hicks, donde "la fecha
de las cantidades económicas son de primera importancia". Y para el lector que desea ver como
la teoría anterior es incompetente para tratar al capital, podría todavía estar tratando de las tasas
de salario y ganancia (interés), Hicks señala:
"La gente... Podría a menudo introducir en su teoría estática un factor de
producción, capital y su precio, el interés, suponiendo que el capital puede ser
tratado como un factor estático... que algunos errores habrían involucrado en el
proceso, no habría sido negado; pero la ausencia de una teoría general dinámica, en
el cual las cantidades fueran fechadas, hace fácil subestimar la importancia del
error"
No estamos diciendo cual es el error. El hecho de que este pasaje sea seguido por aquellos
concernientes a la dependencia de los precios corrientes de los precios futuros, y el
reconocimiento de la legitimidad del método de la teoría estática en el caso de que un estado
estacionario, puede llevar al lector a pensar que el error se debe a la acumulación de capital el
cual causa temporalmente variaciones en los precios de largo plazo y al mismo tiempo d origen
a través de la inversión, a una dependencia entre precios corrientes y productos, sobre los
precios esperados. Tomando el argumento de los viejos teóricos, quienes planteaban que los
cambios producidos por la acumulación podrían por lo general ser más lentos al punto de ser
ignorados, el lector replicar pensando en las dificultades que se derivan de las expectativas, las
cuales fueron tratadas por Keynes unos años atrás y que Hicks discute en la última parte de
"Valor y Capital".
Pero cuando, dos páginas después, Hicks regresa al capital, de hecho apunta en una dirección
diferente, luego de argumentar que la teoría estática solo se aplicaría en el caso de un estado
estacionario, en el cual no sería necesario distinguir entre precios esperados y precios
corrientes, se desplaza inesperadamente a una cuestión muy diferente:
"Una cosa, sin embargo, es evidente cuando miramos a esta economía
estacionaria... esto es su dependencia de las relaciones input-output (las funciones
de la producción) sobre las cantidades de los productos intermedios que conlleva el
sistema. ¿Cómo podría la cantidad de productos intermedios -la cantidad de capital-
ser determinada?”
La respuesta de Hicks es que, en una economía estacionaria, la "cantidad de capital" será
determinada por la condición de que la propensión neta (de la depreciación) a ahorrar es cero
(Hicks, 1946, pp.118-119) (sin inversión, no existirán expectativas de precios).
Esta afortunada coincidencia, por la cual la misma economía estacionaria hace distinguir entre
precios esperados y corrientes, también tiene el cuidado de apartar la dificultad sobre la
cantidad de capital, no responde realmente a la pregunta planteada por Hicks. Como hemos
visto líneas arriba, los anteriores teóricos marginalistas, no habían asumido generalmente el
estado estacionario. La condición de ahorros netos igual a cero no es válida para ellos, entonces
¿Cómo luego ellos determinaron la cantidad de capital?
La respuesta es: de la misma manera en la cual Hicks había adoptado en su "Teoría de los
salarios" (1932) no muchos años atrás de "Valor y Capital", nominalmente formándolo como
una magnitud dada en alguna unidad de valor y levemente afectada a través del tiempo por la
tasa neta de ahorro. Este procedimiento, de cuyas deficiencias Hicks podría hacer referencia de
manera más consistente después de la versión de Shove en su último libro era en realidad
aceptado, habiendo sido usado en diferentes grados por distintos autores de manera más o
menos explícita, J.B. Clark, Bhom Bawerk, Wicksell y Marshall, en su determinación del
equilibrio de largo plazo.
La excepción destacable ha sido Walras, quien en sus elementos (1954), había concebido la
dotación de capital de la economía como un conjunto de cantidades dadas: con tantos tipos
diferentes de bienes de capital como existen. Pero dado que Walras, no menos que los otros
autores mencionados arriba, intentaba determinar un equilibrio de largo plazo, él está
simplemente equivocado en creer, que era compatible con el trato de cada tipo de capital como
un factor aparte dada la oferta; con la dotación de capital concebida en estos términos, las
fuerzas de oferta y demanda solo pueden conseguir un equilibrio de corto plazo es decir un
equilibrio donde los precios de los servicios de los bienes de capital, no serían generalmente
compatibles con una tasa para cada bien de capital (actual o potencial).
Esto lleva por lo tanto a que generalmente, los teóricos marginalistas solo conciban la dotación
de capital de la economía como una magnitud de valor, pero no tienen alternativa en hacer esto
si quieren ser consistentes con las condiciones de equilibrio de largo plazo. Este "equilibrio
pleno", en el cual según Hicks (1932), "el producto marginal del trabajo es una resultante
cuando la "cantidad" pero no la "forma" del capital operante se mantiene constante".
Lo que acabamos de decir puede llegar a esclarecer un mal entendido, como podría ser por
ejemplo, el caso del artículo de Nuti (este volumen pp. 47-55) según el cual, la medida de la
dotación del capital es requerida solo para la versión de la teoría marginal, explicando así, la
distribución en una comunidad, por medio de una función simple de producción agregada. De
hecho, sin embargo, la dotación de capital de la economía puede ser un dato compatible con el
equilibrio de largo plazo solo se expresa en términos de valor. Las lecturas de Wicksell (1934)
y más la "Teoría de los salarios" de Hicks (1932) hacen referencia a varias mercancías y el
equilibrio general, tan igual como en el "valor y capital" de Hicks (1946).
No hay necesidad de decir aquí¡ cuales son las dificultades que acosan esta noción del capital -
como la aparición del fenómeno de la reversibilidad del capital- ha empezado a mostrar, la
cuestión de Hicks acerca de la "determinación" de la "cantidad de capital" en la teoría marginal
estática (de largo plazo); estaba apuntando solamente a lo más visible de estas dificultades
(según parece) i.e. la determinación de los precios relativos de los bienes incluidos los bienes de
capital, mientras se toman como una variable independiente del valor de la dotación de capital
de la economía.
Lo que nos interesa ahora es enfocar que esta dificultad sobre la determinación de la cantidad
de capital es independiente de la divergencia entre precios corrientes y esperados. La necesidad
de medir la cantidad de capital surgiría si deseáramos determinar el equilibrio de largo plazo,
mientras asumamos que las preferencias, técnicas y recursos no van a cambiar el futuro. Una
situación en la cual Hicks dice: "los precios reales no necesitan distinguirse de los precios
esperados".
Es por lo tanto aparente que esta dificultad, a diferencia de la concerniente a la influencia de los
precios futuros, juzga la teoría, es decir, la manera en la cual los centros de gravitación del
sistema están determinados y no el método estático de análisis basado en tales centros
(asumidos). Los economistas clásicos, no tuvieron las mismas dificultades, ellos usaron el
mismo método pero no determinaron los centros de gravitación como equilibrio entre oferta y
demanda y no habría por lo tanto la necesidad de concebir el capital como una cantidad singular
medible independiente de la distribución.
5. EL EQUILIBRIO GENERAL DE CORTO PLAZO
Si la línea de crítica de Hicks que trata de la cantidad de capital, juzga a la teoría más que al
método, no es menos cierto que un abandono del método basado en las posiciones de largo
plazo del sistema, está vinculado al intento de sobrepasar las deficiencias de la noción
tradicional del capital, mientras que sigue preservando el enfoque básico de oferta y demanda
La ruta había también sido demostrada por Walras a los que deseaban. Todo lo que requería era
renunciar a la propia inconsistencia de Walras en tratar de determinar un equilibrio general de
corto plazo de oferta y demanda compatible con cantidades dadas de los diferentes tipos de
bienes de capital.
Es evidente sin embargo, que este equilibrio de corto plazo no puede determinarse
independientemente de los cambios que podría sufrir a través del tiempo (Como lo hizo Walras,
quien estaba pensando en un equilibrio general a largo plazo). La tendencia competitiva hacia
una tasa de ganancia uniforme podría ser poderosa y rápida en ocasionar variaciones en la
composición del stock de capital, y por consiguiente, dada la casi completa ausencia de
sustitución entre diferentes capitales, en dicho sistema y cambios apreciables en los precios de
los servicios productivos y mercancías. La persistencia de las fuerzas directrices, las cuales
justifican la determinación de equilibrio de largo plazo independiente de que los cambios
posteriores puedan sobrevenir (suavemente), está claramente ausente aquí.
Este análisis tenía por lo tanto que difundir el método estático y considerar los efectos de
condiciones futuras sobre los mercados de las mercancías corrientes y servicios productivos.
Esto se hizo de dos formas: introduciendo los "precios esperados" en el equilibrio de corto
plazo, como fue hecho por Hicks para su "equilibrio temporal" en "valor y capital"; o
alternativamente, expandiendo el análisis en una teoría de equilibrio general inter-temporal,
basándose en la hipótesis de mercados futuros completos.
Debemos aquí, dejar de lado la cuestión de cuales de estos dos tipos de análisis ha sobrepasado
las deficiencias de la teoría de la oferta y la demanda respecto al capital, debemos en cambio,
hacer mención a dos defectos que son las consecuencias directas del retiro de las teorías
marginalistas anteriores basadas en el largo plazo. El primero hace referencia al sentido que se
le debe atribuir al equilibrio de corto plazo, el cual constituye el elemento básico de análisis en
ambas versiones.
Aún, si este equilibrio puede ser formalmente visto como estable, esta misma impermanencia
de las causas, las cuales como hemos visto, imponían considerar un cambio a través del tiempo,
podrían aparecer evitar que sean concebidas como centros de gravitación del sistema
económico: Las fuerzas que lo gobiernan, carecerían de la persistencia necesaria para
distinguirlas de otras fuerzas accidentales, las cuales, en todo momento están probablemente
para mantener la economía fuera de este equilibrio de corto plazo. Así, antes que la recurrencia
de flujos de oferta y demanda, hubieran sido suficientes para corregir o compensar una
desviación accidental previa, la posición de equilibrio de la misma, habría cambiado
considerablemente, y el equilibrio puede por lo tanto dar poca o ninguna dirección del
comportamiento de la economía.
El otro defecto que debería ser mencionado, aparece cuando a fin de evitar la hipótesis de
"mercados futuros completos" (y su poco realismo) los precios esperados son introducidos en
su lugar, y el equilibrio "temporal" sería preferido al equilibrio "intertemporal". En la teoría
tradicional, no sólo la posición de largo plazo, sino también la gravitación hacia esta fue
generalmente explicada sin introducir precios esperados. Podría objetarse que un tratamiento
particular de los precios esperados estaba siempre implícito: Por ejemplo, A. Smith uso el
argumento en referencia a la tendencia de los precios de mercado a caer cuando estos exceden
el precio natural, implicando esto que los productores deberían esperar precios elevados durante
tiempo suficiente para que ellos obtengan un beneficio extra a través del incremento del
producto. Pero el punto importante de A. Smith y de su procedimiento es precisamente que el
efecto sobre la mentalidad de la gente de un precio de mercado mayor al precio natural, parece
ser tan inescapable como para permitir proceder directamente a su consecuencia objetiva,
incrementando la producción. Este parecería ser el procedimiento a ser seguido con respecto a
las "expectativas" en la teoría del valor tanto como para desviarlos y relacionar los hechos
explicando las expectativas directa-mente de las acciones de los individuos (expectativas
endógenas).
El procedimiento que Hicks adoptó (1949), por el cual las cantidades no observables, los
precios esperados son introducidos como variables independientes (exógenas) corre el riesgo de
privar a la teoría de resultados definidos, como Hicks mismo aceptó hace poco, los valores que
se asumen desconocidos en una situación en la que están totalmente definidos en sus datos
objetivos pueden ser hechos para variar indefinidamente cambiando la hipótesis acerca de los
precios esperados.
Estas consideraciones, tomando en cuenta la nueva noción de equilibrio y el tratamiento de
expectativas de precios pueden ayudar a explicar por qué las posiciones de largo plazo
mantuvieron durante tanto tiempo sus estatutos de base de la teoría del valor y la distribución.
6. CORTO PLAZO DE KEYNES
Hemos notado en la sección tres, la influencia de Keynes en la crítica que Hicks aportó en
contra de la teoría anterior sobre la base que esta ignora las expectativas de precios. Otro papel
adicional e indirecto de Keynes en favorecer el abandono del método de largo plazo puede
señalarse por el hecho de que la Teoría General desplazaba la atención del análisis del
equilibrio parcial que durante tanto tiempo habían mantenido la noción de capital y sus
deficiencias esenciales escondidas, favoreciendo un análisis del equilibrio del sistema como un
todo.
Considerando ahora que el retiro de la teoría del valor de su base inicial de largo plazo, no
podría ser afectado por alguna influencia más directa o más profunda en el libro de Keynes
parece necesario empezar de un hecho: El propósito primario de Keynes no era el reexamen de
la teoría ortodoxa del valor desde el ángulo o perspectiva de corto plazo, si no era para
establecer una proposición única y simple nominalmente, y es que el nivel de ingreso es el que
asegura la igualdad entre el ahorro e inversión.
Esta proposición básica era en si independiente del método de las expectativas y no estaba
necesariamente confinada al corto plazo, estaba sin embargo en conflicto directo con la teoría
dominante de la distribución en sus dos principales frentes. La doctrina en la cual los salarios
competitivos gravitan hacia un nivel donde la demanda de trabajo es igual a la oferta de trabajo
y la noción simétrica de que la tasa de interés equilibra el mercado de ahorros, esto es, la
demanda y oferta de capital en su forma libre. Debido a su noción de "propensión a consumir",
Keynes lograba reducir el fundamento del conflicto hacia la tasa de interés y era aquí, en la
crítica de la teoría ortodoxa del interés, que las expectativas jugaban un papel esencial en la
"Teoría General" a través de la preferencia por la liquidez y la inestabilidad de la eficiencia
marginal del capital.
Esta discusión entre la esencia constructiva de las ideas de la "Teoría General" libre del método
de las expectativas y la parte más negativa basada en la crítica de la tasa de interés es mostrada
por estas líneas de Keynes (1937, pp.250-252 itálicas nuestras) un año después de su libro:
“La novedad inicial (de las ideas en la Teoría General) "está basada en mi
proposición que no es la tasa de interés, sino el nivel de ingreso, el que asegura la
igualdad entre el ahorro y la inversión. Los argumentos que he aportado en esta
conclusión inicial, son independientes de mi sub-siguiente teoría de la tasa de
interés y en realidad llegó a este punto antes de mi última teoría. Pero el resultado
de esto fue dejar la tasa de interés en el aire".
Y, después de mencionar un enfoque inicial en términos de la tasa de interés determinada en
algún sentido por la productividad, Keynes continúa:
"Fue solo cuando esta línea de explicación (falló), que encontró‚ lo que ahora
pienso es la explicación verdadera, podría ser cierto, decir que la teoría de la
preferencia por la liquidez no nos llevó¢ muy lejos, pero, nos da una fuerte y clara
base para proseguir".
Y otra vez, dos páginas después:
"Hablará de la "Teoría de la preferencia por la liquidez" de la tasa de interés, es en
realidad demasiado exagerado, estoy simplemente expresando que las teorías más
significantes al respecto, serían subsecuentes".
Estas líneas son interesantes en más de un aspecto. Ponen énfasis en la independencia de la
innovación inicial contenida en la "Teoría General" de la teoría del interés avanzada allí.
También implica que el papel más importante de esta última fue proveer una alternativa a la
doctrina ortodoxa del interés como equilibrador de la inversión y del ahorro, y sobretodo,
indican que Keynes tendía a considerar esta "preferencia por la liquidez" en relación a la
confianza sobre las expectativas como algo que no nos puede llevar muy lejos, como una base
inicial para empezar a proceder.
Podría por lo tanto parecer que las expectativas y aún el confinamiento en el corto plazo de un
análisis del cual Keynes pensaba tenía implicancias más allá de este, tenía el papel más
importante para proveer una salida al conflicto entre su "innovación inicial" y la teoría
dominante de la distribución. La tarea de enfrentar de lleno al conflicto. Esto es, de perseguir la
crítica de la teoría y desarrollar teorías significativas al respecto, sería subsecuente.
Viendo el trabajo de Keynes desde esta perspectiva, es también posible apreciar como las
deficiencias de la idea de sustituibilidad entre capital y trabajo que ha sido descrita en los
conceptos de la reversibilidad del capital, podrían ser relevantes para ampliar la parte negativa
de tal tarea. Sobre la sustituibilidad entre trabajo y capital debe en verdad, descansar en última
instancia (con la teoría de oferta, demanda y de la distribución, de la cual es una parte) algún rol
de largo plazo de la tasa de interés en el ajuste de la inversión a la capacidad de ahorrar.
Si esto es así, la Teoría General no parece ofrecer un fundamento para reformular la teoría
tradicional en términos de equilibrio de corto plazo: aunque, el uso de expectativas y del corto
plazo hecho en ese libro, puede haber favorecido un clima de opinión profesional más fácil para
aceptar u omitir peculiares dificultades envueltas por un cambio de la teoría del valor a unas
bases de corto plazo.
Esto nos lleva a un breve comentario sobre la posición de J. Robinson sobre el método, que
mocionáramos en la sección I. El resultado de su análisis de acumulación situado en el rechazo
de alguna tendencia general del sistema económico al pleno empleo del trabajo en el largo
plazo, no menos que en el corto plazo keynesiano. Entonces, su análisis claramente implica la
imposibilidad de estudiar cambios de largo plazo, comparando equilibrios de oferta y demanda,
caracterizados como tal por el pleno empleo de trabajo, esto sin embargo no necesariamente
implica la imposibilidad de estudiar cambios comparando posiciones de largo plazo del sistema
económico como vimos en Ricardo, Robinson mismo parece en verdad depender del método de
las posiciones de largo plazo en su análisis de cambio, como es mostrado por la presencia allí¡
del rasgo central del método: La tasa general de beneficios.
Que restricciones de la profesora Robinson hace uso de este método y al mismo tiempo le
impiden aparecer claramente retractada de los argumentos que guían su negación de una
tendencia al pleno empleo del trabajo. Estos argumentos parecen ser últimamente reducibles a
los mismos factores de incertidumbre y expectativas que Keynes uso para su crítica a la teoría
ortodoxa del interés. Dada la especificidad del capital físico para ciertas industrias y métodos de
producción (Esto es su no maleabilidad), incertidumbre e incorrectas expectativas podrían
obstaculizar (impedir) que la inversión gravite al rededor del nivel y la composición física
compatible con el equilibrio y su preservación a través del tiempo. La relevancia de la noción
de equilibrio para el estudio del comportamiento actual de la economía y en particular, para el
estudio de la acumulación de capital es drásticamente negada, pero esta es una peculiaridad de
esta línea de argumentación que mientras la gravitación al equilibrio es negada, la tradicional
noción de fuerzas de oferta y de-manda no es abiertamente discutida, consecuentemente, el
equilibrio como un potencial centro de gravitación es un punto a ser alcanzado: en el parecer de
J. Robinson, este podría ser alcanzado si la incertidumbre y las expectativas incorrectas
estuvieran ausentes o hechas inocuas por una suficiente "maleabilidad" del capital. La
persistencia en este sentido particular de la noción tradicional de un equilibrio de oferta y
demanda, otorga la principal explicación de la posición de Robinson, planteando la
imposibilidad para estudiar cambios por medio de comparaciones. Las posiciones a ser
comparadas (Las que solamente son concebidas como los centros de gravitación de la
economía) son implícitamente identificadas con los centros de gravitación y así rechazadas.
Esto lleva a ignorar en este nivel metodológico, la posibilidad de posiciones de largo plazo, las
que como ejemplificadas en los economistas clásicos, pueden ser determinadas por fuerzas del
todo diferentes a la oferta y la demanda de la teoría marginal.
Referencia bibliográfica
John Eatwell, “Theories of Value, Output and Development”, en J. Eatwell and Milgate,
“Keyenes´s Economics and The Theory of Value and Distribution”, Oxford University, Press,
1983, Garegnani”, Cap.6.

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