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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


MINISTERIO VENEZOLANO MICRO MISIÓN SIMÓN RODRÍGUEZ
GUASDUALITO ESTADO APURE

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO Y ASPECTOS TEÓRICOS –


METODOLÓGICOS DE AUTORES EMANCIPADORES DE NUESTRA
AMÉRICA: SIMÓN RODRÍGUEZ, JOSÉ MARTÍ, JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI,
LUÍS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA, PAULO FREIRÉ Y LUÍS BIGOTT.

Facilitador: Participantes:
Uriel Gómez González, Jessica C.I. 19.462.495
Mercado, Valentina C.I. 16.155.028
Orasma, Eduar C.I. 26.446.546

Julio, 2019
ÍNDICE

Pp.
Portada 1
Índice 2
Introducción 3
Pensamiento Pedagógico y Aspectos Teóricos – Metodológicos de Autores
Emancipadores de Nuestra América: Simón Rodríguez, José Martí, José Carlos
Mariátegui, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Paulo Freiré y Luís Bigott 4
Conclusión 13
Referencias bibliográficas 15

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INTRODUCCIÓN

Desde uno de los espacios geográficos de Latinoamérica, desde la tierra natal del
Libertador, el Pensamiento Pedagógico Emancipador orienta hacia la formación de una
nueva subjetividad que identifica lo que son los pueblos del sur, los cuales han sido
condenados como periferia explotada, como pueblos oprimidos; es por ello que el
pensamiento adquiere un sentido crítico y humanista articulándose con la idea
internacionalista, integracionista, antiimperialista, anticapitalista del ALBA, como proyecto
de integración latinoamericana, vanguardia del modelo social para la superación de los
problemas que mantiene a los pueblos de América Latina en situación de dependencia. Se
trata pues de un pensamiento radical, integral, crítico, humanista, insurgente, orientado a la
formación de la llamada subjetividad socialista bolivariana.
De esta manera, se abordan elementos de la Pedagogía que nutren una visión de la
educación liberadora y emancipadora. Por lo que, vez más cómo la educación se convierte
en una continuación de la política, proceso que no es más que una ampliación de la misma
política y transformación de lo social. Sin embargo, la educación como movimiento
emancipador-transformador, permite, además de la contribución revolucionaria, incorporar
la crítica de manera permanente, evitando con ello el surgimiento de las fuerzas opresoras
contrarias a la libertad e igualdad de los sujetos y, por ende, de nuestras sociedades.
Tomando el carácter político conferido a la educación se vincula al entendimiento de la
generación de una cultura emancipatorios construida entre los sujetos políticos partícipes en
este proceso, en el caso, los movimientos populares, campesinos, indígenas, entre otros que
ejercían la praxis de la Educación Popular como camino de resistencia y lucha rumbo a
procesos de liberación. En este sentido, puntualizo mi argumento que siempre he sostenido
con respecto a la educación afirmando que, entre las acciones de resistencia propia de estos
movimientos, la educación constituye un elemento valioso en la lucha por la emancipación
política y cultural de los pueblos de América Latina.

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Pensamiento Pedagógico y Aspectos Teóricos – Metodológicos de Autores
Emancipadores de Nuestra América: Simón Rodríguez, José Martí, José Carlos
Mariátegui, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Paulo Freiré y Luís Bigott.

En medio a esta efervescencia política, se observa como una de las nacientes bases de la
ilustración latinoamericana los escritos de Simón Rodríguez, a ejemplo de sus aportes
teóricos y reflexivos en las Luces y Virtudes Sociales (1840), dedicada a reflexionar acerca
del tema de la Educación Popular, dónde la categoría “Popular” era entendida como sinónimo
de “General”. Considerar la educación como objeto del análisis político y, además, conferirle
el atributo de “general” y “popular” constituía, en este periodo, un hecho inédito en la
proposición de una agenda política para las repúblicas que se pretendían instaurar.
Reside en este aspecto la originalidad de los planteamientos de Rodríguez, principalmente
por comprender que la revolución política sólo se lograría desde una emancipación humana,
anclada en procesos educativos generadores de una autentica liberación del pensamiento. Al
mismo tiempo, concebía que el acceso a la educación ocurriera por medios públicos, es decir,
como derecho garantizado por los Estados republicanos fundados en los procesos
independistas.
En las palabras del pensador caraqueño “lo que no es Jeneral, sin excepción no es
verdaderamente Público y lo que no es Público no es social.” (Rodríguez, 2007, p. 69). Los
análisis de este importante filósofo ilustrado significó la génesis de la conformación de un
pensamiento pedagógico latinoamericano capaz de profundizar la discusión acerca del papel
estratégico de la educación en la construcción de una nueva sociedad y de nuevas repúblicas
en América Latina. Así, para Rodríguez “sin luces no hay virtudes” y cabría a las nacientes
repúblicas el deber y la responsabilidad en garantizar una educación popular, de carácter
público y general.
Para Simón Rodríguez, la asunción de un compromiso político con lo educativo era uno
de los caminos para consolidación de una revolución latinoamericana. De esa forma, el
pensador consideraba que habría de combatir la ignorancia, una vez que ella era la principal
enemiga de las naciones libres y emancipadas. Igualmente defendía la necesidad apremiante
de comprensión de los vínculos existentes entre la educación y el pleno ejercicio del Poder
Popular. Según él, cabría a la educación la tarea de formar hombres y mujeres como sujetos

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políticos, estrategia imprescindible para que se erigieran naciones calcadas en una praxis
política resultante del Poder Popular. Comprendía que:
Muchos trabajos se han publicado sobre la Educación en general, y algunos sobre el
modo de aplicar sus principios, á formar ciertas clases de personas; pero todavía no
se ha escrito para educar pueblos que se erijen en naciones – en un suelo vastísimo
– desierto – habitable en gran parte – y transitable en casi todas direcciones: en un
tiempo, en que la luz de la razón alumbra los principales puntos del globo: y en unas
circunstancias, tan singulares, como las de la reacción de la ignorancia abatida
contra la filosofía triunfante. La América debe considerar hoy la lectura de las obras
didácticas (especialmente las que tratan de la sociedad) como uno de sus principales
deberes. (Rodríguez, 2007, p. 73)

En su reflexión teórico-política, Rodríguez propuso para el sistema republicano una


Educación Social, formadora del espíritu de unidad en hombres y mujeres, porque “la mayor
fatalidad del hombre en el estado social es no tener con sus semejantes un común sentir de lo
que conviene a todos” (Ortiz, 1990, p.229). La Educación Social propuesta por él se
articularía bajo dos ejes centrales: 1. Que la enseñanza priorizase “principios sociales”, dónde
el conocimiento adquirido fuera capaz de volverse en una praxis política y 2. Que igualmente
se fundara una formación para el trabajo, espacio para conformación de saberes socialmente
productivos (Puiggrós y Gagliano, 2004), capaces de generar alternativas de orden política,
económica, social y cultural en articulación con el tejido social.
En tal sentido, la Educación Social este concepto surge de la pregunta de Simón
Rodríguez: ¿Cómo será el hombre americano del porvenir? La escuela social por y para una
educación popular que se fundamente en la realidad contextual, donde la experiencia es
fundamental para generar pensamiento y se invita a pensar para descubrir. La Educación
Social, reivindica la Educación Popular: Para todos los estratos sociales. La preferencia por
las disciplinas útiles. La iniciativa de enseñar la doctrina democrática republicana La
coeducación, posibilidad de recibir educación ambos sexos. Entrelazamiento armónico y
simultáneo de la docencia y el aprendizaje de oficios
No obstante, uno de los principales aportes de Simón Rodríguez al debate sobre la
educación como estrategia política es oriunda del reconocimiento de que no era suficiente la
adquisión de la lectura y de la escritura para que se consolidase procesos revolucionarios
legitimadores de la ciudadanía en la sociedad latinoamericana. Anterior al dominio de estos
instrumentales pedagógicos se encuentra la capacidad de fomentar ideas e interpretarlas. En
otras palabras, la capacidad de leer el mundo y de posicionarse frente a él. El riesgo de no

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alcanzar este fin en los procesos educativos fue una preocupación constante de Rodríguez,
exclamada en la siguiente frase: “¿Qué leerá el que no entienda los libros? ¿De qué hablará
él que no tiene ideas?” (Rodríguez, 2007, p. 88).
Asimismo, la aptitud de pensar y de poseer ideas como fines últimos de la educación con
vistas a una revolución latinoamericana estuvo presente en los escritos de José Martí. En
“Nuestra América”, Martí aclama por un despertar de América Latina para pensarse a si
misma desde una perspectiva latinoamericanista, sobre todo en sus procesos políticos y en el
arte de gobernar. Para tanto, advierte que:

Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas
de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que
vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. (…) No
hay proa que taje una nube de ideas. (…) Los pueblos que no se conocen han de darse
prisa para conocerse como quienes van a pelear juntos.” (Martí, 1974, p. 157)

Para el pensador cubano, el ideario educativo y pedagógico se insiere en la labor política


de una relectura de América Latina por ella misma, con el objetivo de auto-conocerse en el
marco de su formación socio-cultural y, en especial, desde una dimensión histórica y política.
El ámbito educativo constituía en un proyecto histórico de conocimiento vuelto a la
comprensión de la realidad del continente a partir de sus hechos históricos y de la praxis
política de sus sujetos – pueblos originarios, negros, blancos, mestizos. De este modo, Martí,
la recuperación (o mismo construcción) de la otra historia latinoamericana, a partir de una
educación socialmente formadora, permitiría a hombres y mujeres pensar sus referentes
ordenadores en el reconocimiento de nuestras particularidades, especificidades,
idiosincrasias, no permitiendo la imposición de modelos de cualquiera naturaleza oriundos
de otras realidades externas al continente.
La educación pensada para América Latina tendría que proponerse libertadora de
pensamientos, en el sentido de trabajar todo un camino de absorción, construcción y difusión
del conocimiento oriundo de los detalles (conocidos y desconocidos) de la historia
latinoamericana y en conformidad con las necesidades emergentes del cotidiano de su pueblo.
Además, una educación que despierte en los corazones latinoamericanos el orgullo por el
histórico de resistencias y de luchas que marcan la trama social y política de nuestra región.

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Cabe estudiar, algún argumento que los aportes y planteamientos de estos importantes
teóricos del pensamiento pedagógico latinoamericano de Simón Rodríguez y José Martí
posibilitan adentrar en un momento posterior al nacimiento de estas primeras ideas y
proposiciones de un proyecto político para Latinoamérica anclado en una fuerte base
educativa y pedagógica. Se hace referencia, a una mirada más detallada y cuidadosa acerca
de la historia de la educación latinoamericana y su perspectiva historiográfica en la
conformación de los referentes ordenadores de la educación y de conceptos políticos para
pensar la realidad del continente.
Es por esta razón, que el legado de Simón Rodríguez y de José Martí impulsó un amplio
debate acerca de la educación como vía primordial de construcción de nuevos paradigmas
emancipatorios para la coyuntura política latinoamericana. Los movimientos históricos de
resistencia del continente, sobre todo los vinculados a la lucha por el derecho a la educación,
basan sus acciones políticas y sus demandas en los aportes de estos pensadores, sumados a
de otros contemporáneos que, igualmente, pensaron sus realidades en el marco de un
activismo político. Todos comprenden la existencia de una dimensión pedagógica en la
conformación del poder. Desde ahí urge la ruptura con los modelos colonialistas e
imperialistas de educación impuestos históricamente a nuestros pueblos, cuyo enunciado
equivalía a la consolidación de formas explícitas o implícitas de dominación política.
Una de las vertientes del diálogo con la trayectoria del pensamiento pedagógico
latinoamericano plantea la necesidad de una deconstrucción de las categorías que han
permitido interpretar la historia de la educación en la región, sobre todo en la escena
fundadora de nuestra educación y sus fines políticos para la conquista de América Latina.
Se considera en la formación pedagógica a la Emancipación desde bases teórico-críticas,
por lo tanto, se debe señalar que ésta comenzó a inicios del siglo XIX en la América española,
de la mano de figuras como Francisco de Miranda (venezolano, 1750-1816), Simón Bolívar
(venezolano, 1783-1830), Simón Rodríguez (venezolano, 1771-1854), entre otros; como
epicentros de un pensamiento ético y moral que reivindicara la estirpe americana y
conquistara la libertad tantas veces lapidada por quienes desde la conquista, pasando por la
colonia, quisieron destruir el alma y ánimo del pasado aborigen.
Otros aportes, el pensamiento del peruano José Carlos Mariátegui expresado en cinco
pilares fundamentales: El problema del indio como problema nacional, La necesidad del

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socialismo creativo, La importancia de la escena contemporánea, El americanismo como
proceso identitario y La cultura y la política como referentes vanguardistas En una
publicación anterior se abordó el primero de esos pilares.
Al analizar el pensamiento educativo de Mariátegui, o mejor dicho, el lugar de la
educación en su pensamiento, se tiene la percepción de que el centro de su atención se mueve
permanentemente. Se detiene en la crítica a los docentes, sin dejar de advertir sobre el
problema de los métodos. Profundiza en el análisis de la cuestión universitaria, llamando la
atención de que se trata de un problema indisociable del problema general de la educación.
Y se ocupa del problema general de la educación, subrayando que no puede pensarse
aisladamente del proceso económico y cultural general de la sociedad. Lo que lo distingue
como un pensador revolucionario de la educación es por cierto su intencionalidad
emancipadora, pero también la totalidad de su reflexión, que no es una totalidad abstracta,
sino una reflexión que está siempre en referencia al proceso histórico económico y cultural
en el cual se inscribe: “No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar
su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política” ([2007: 98).
En “Enseñanza única y enseñanza de clase” (1925), luego de fundamentar su concepción
educativa relacionada a los postulados de “la escuela única” basada en la integración del
trabajo manual y el trabajo intelectual y de acceso universal e igualitario, concluye: “La
historia contemporánea ofrece, entre tanto, demasiadas pruebas de que a la escuela única no
se llegará sino en un nuevo orden social. Y de que, mientras la burguesía conserve sus
actuales posiciones en el poder, las conservará igualmente en la enseñanza.
Por otra parte, el enfoque de Mariátegui es un enfoque veraz y penetrante de la realidad
histórica y cultural, que pone énfasis en la vinculación entre el fenómeno educativo y el
social. Conocedor de la realidad peruana y consecuente con sus principios socialistas, se
hallaba convencido que el problema educativo era en su tiempo, como en las otras épocas,
sólo un aspecto de la problemática social, mas como él había detectado la causa de nuestra
crisis social, juzgó prioritario, antes de pretender reformar la educación, sin tener en cuenta
las leyes económicas, replantear la economía del Estado Peruano.
Ello se manifiesta en su idea central: “No es posible democratizar la enseñanza de un país
sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política”
(137), es decir, clama ante todo por una reforma económica, una justicia socio - económica

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y política, que constituya el cimiento firme para el éxito de las otras reformas que deberán
sucederse.
Decía Mariátegui que “El problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido al no
ser considerado como un problema económico y como un problema social. El error de
muchos reformadores ha estado en su método abstractamente idealista, en su doctrina
exclusivamente pedagógica; sus proyectos han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la
economía y la enseñanza y han pretendido modificar ésta, sin conocer las leyes de aquella.
Siguiendo esta misma línea, destacados latinoamericanistas cómo Luis Beltrán Pietro
Figueroa, Paulo Freire, entre otros, dedicaron sus reflexiones, praxis pedagógica y labor
político, reconociendo la educación como importante precursora de la emancipación y de una
Pedagogía de la Liberación. Lo discutido por estos pensadores gana dimensión empírica y
resonancia política con la acción de los movimientos sociales en el siglo XX y primera década
del siglo XXI, momento histórico de experiencias que dibujan alternativas con potencial
contra-hegemónico al modelo de Estado y de políticas públicas históricamente excluyentes.
En la dialéctica de la resistencia latinoamericana, la educación se sitúa como elemento
fundacional de proposición de lo alternativo como postulador de nuevas matices conceptuales
y resignificadoras de lo Educativo y de lo Pedagógico como espacio dónde se pueden generar
una “hegemonía alternativa”, articulando el carácter político de crítica a la coyuntura que
engendra las problemáticas de fines de siglo en la región y recuperando la dimensión teórico-
práctica de la noción de Poder Popular vinculada a la lucha por la Unidad de los Pueblos en
América Latina y en el mundo.
El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, el maestro de la pasión en la lucha política por
la educación pública, presenta una propuesta de compromiso militante por la inclusión de
todos a la educación y a la cultura en el proceso de formación de ciudadanía, desde la justicia
social y el respeto; de allí, su propuesta de masificación de la educación como respuesta
contra hegemónica popular a las élites y oligarquías que han venido secuestrando, como
privilegio exclusivo los derechos políticos, sociales y culturales en función de sus intereses
económicos, convirtiendo las libertades públicas en uso exclusivo, que representa una praxis
pedagógica en el proceso revolucionario de transformación.
Durante el siglo XX en Venezuela el principal gestor de un pensamiento filosófico
educativo fue el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, en el Proyecto de Ley Orgánica de

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Educación Nacional (1948), en la exposición de motivos, planteó los principios de la filosofía
educativa con el nombre de Humanismo Democrático que sirvieron de base a su
pensamiento. A partir de 1999, con la Educación Bolivariana se retoma su pensamiento entre
los postulados filosóficos, por eso nos detendremos en su análisis para determinar el alcance
ideológico en la educación actual. Más tarde, en 1948, el ministro de Educación Luis Beltrán
Prieto Figueroa propondría una nueva filosofía educativa con el nombre de Humanismo
democrático.
En ese proyecto se plantea la educación venezolana ha de ser, por tanto, humanista, desde
las escuelas primarias hasta los institutos superiores. Consecuente con esta realidad, el doctor
Prieto Figueroa, cuando prestó su juramento como primer presidente del gremio, lo hizo con
la firme convicción de que, en ese momento estaba asumiendo, de igual modo, el compromiso
de lucha por una causa con la cual estaba plenamente identificado y de cuyo futuro no podría
desprenderse. Así lo dejó traslucir en la apasionada exaltación hecha en el discurso
pronunciado en el acto de clausura de aquella histórica Primera Convención Nacional del
Magisterio:
Maestros de Venezuela, compañeros convencionales: La labor es ardua, pero de
nuestra unión y de nuestra pujanza dependerán los éxitos que alcanzaremos; que ni el
fracaso momentáneo, ni la gritería de los retrógrados inconformes y obtusos, ni la
injusticia de hoy desvíe vuestras intenciones, porque el futuro es nuestro, y entonces
habrá justicia, y en vez de fracasos habrá triunfos y el maestro paria será el redentor,
y el maestro pisoteado y abatido se levantará de su postración para marchar al frente
de las generaciones creadas por su esfuerzo, plenas de humanidad y con un sentido
nuevo de la vida. (Prieto Figueroa, 1932, p. 142)

Esta Convención terminó sus deliberaciones apenas ocho meses después de la muerte de
Juan Vicente Gómez ocurrida en 1935, pero los frutos de su trabajo fueron tantos y tan
significativos en términos de trascendencia social, política y cultural, que pareció haber sido
un evento programado con mayor anticipación.
Por otra parte, la emergencia de teorías pedagógicas enmarcadas en el referente de la
Educación Popular (Freire, 1975) y de experiencias que claman por una Educación Libertaria
a partir de pedagogías alternativas, expresan la postura opuesta a lo dictado históricamente
por la educación oficial. En la praxis político-pedagógica y educativa de estos sujetos se abre
el espacio para que se construya la pregunta por el sujeto pedagógico latinoamericano y sus
señas particulares. La tercera parte de la presente ponencia se dedica a presentar algunas

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pistas para fomentar el debate alrededor de los acercamientos teóricos, epistemológicos y
políticos entre Poder Popular, Educación Libertarias y Pedagogías Alternativas.
De igual forma, pretende que el individuo se forme, no formarlo, para ello propone que
las situaciones de aprendizaje emanen de las vivencias que constantemente enfrenta en su
cotidianeidad, eludiendo las experiencias artificiales en las que suela caer la educación actual,
por el contrario propone problematizar su vida para que se dé cuenta que requiere y puede
alcanzar un status distinto.
La pedagogía crítica allí vivenciada se caracterizó por ser participativa y por su calidad
social expresa en la dimensión emancipadora de la producción de conocimientos y la propia
humanidad de quienes participaron, sin descuidar la rigurosidad académica. Por ser una
pedagogía con continuidad, empapada de vida, problematizadora, abrió otros caminos y
cuestiones a los profesores que buscaron continuar pensando y haciendo educación crítica en
el mundo contemporáneo. En la potencialidad creadora que brindó la conexión entre
profesores, alumnos, técnicos, conocimientos y tecnología residió la base del éxito de estos
cursos.
Por lo que, las aportaciones de Paulo Freire se abren y nos abren al mundo para la
comprensión y el conocimiento de la realidad, manteniendo la esperanza como la espera
activa que nos lleva a trabajar comprometidos con el sujeto social, la praxis, la libertad, el
diálogo, la autonomía, las relaciones de poder y la democracia. Por ello, promover, estudiar
y actualizar a través de la lectura de Paulo Freire como propuesta teórico-metodológica
contribuye a enfrentar los desafíos de la educación en América Latina ante las políticas
neoliberales. Para una aproximación teórica y metodológica contextualizada en los
momentos actuales de la educación, las principales herencias del pensamiento de Freire a
tener en cuenta deben estar asociadas a su función crítica, como proceso que debe nutrirse de
la realidad del presente en pos de reconstruir continuamente sus métodos educativos,
articulados a la práctica educativa.
En todo caso, la pedagogía propuesta por Paulo Freire se sitúa como pionera para América
Latina, al heredarnos el camino de la educación popular. Su obra redimensiona una nueva
concepción de la realidad social, por medio de la cual se hace posible reinterpretar la sociedad
y la historia a la luz de los nuevos cambios sociales, culturales, económicos y políticos de la
región.

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Sus principios pedagógicos, es que la educación como el medio de transmisión,
consolidación, creación y recreación de la cultura, es un proceso interactivo, permanente,
individual y colectivo, que se da entre sujeto y medio; entre el saber popular y el
conocimiento científico y cuya intencionalidad es contribuir a que las clases populares se
constituyan en sujetos protagónicos de un cambio profundo de la sociedad hacia una
democracia social. En 1946, concibe el método de alfabetización del que saldrían su
Educación como práctica de la libertad y la Pedagogía del oprimido. Por otro lado, las bases
fundamentales son: La educación liberadora parte de una mirada dialéctica de la cultura,
experimenta una filosofía y un sistema de educación centrados en las posibilidades humanas,
creativas y de libertad. Su objetivo es descubrir y aplicar soluciones liberadoras por medio
de la interacción y la transformación social mediante el proceso de “concientización”.
Por todas estas razones, el maestro Bigott optó por los sectores explotados, populares y
desclasados como consecuencias de las formas despiadadas de acumulación de capital desde
la acumulación originaria hasta estos terribles días del capitalismo neoliberal “sin rostro
humano”. Por tanto, no escribía para sumar puntajes, presentar reportes universitarios,
ascensos, etc., muy al contrario, su escritura había respondido a las causas de la Liberación
Nacional de los pueblos latinoamericanos, caribeños, africanos, entre otros, de toda
intromisión imperialista. Acompañó su pensamiento, la praxis revolucionaria; el
conocimiento íntimo de su pueblo indoafroamericano, a través de sus prácticas culturales,
culinarias, lúdicas, de saberes, que posibilitaran refundar la estrecha mirada teórico-
epistemológica de la pedagogía europea occidental y estadounidense.
Luis Antonio Bigott, maestro de maestras y maestros; hombre sencillo, amable, buen
conversador, pedagogo integral; amigo de todos sin distingos; enseñó sin fronteras y criticó,
profundamente, la conformación de grupos que lo separaban del otro; hasta del daño que le
infligieron personalidades e instituciones sacó alguna enseñanza; intentó siempre no juzgar.
Alumnos, docentes, obreros, administrativos, artesanos, cantautores, amas de casas,
bohemios, pueblo todos, lo acompañaron en sus faenas pedagógicas y políticas tanto en la
Universidad Central de Venezuela como en la Universidad Bolivariana de Venezuela.
Al respecto, el maestro Bigott a través de su obra pedagógica, con una de las más
emblemáticas, apenas saliendo del liceo, en los avatares de eso que antes llamaban Comité
de Bachilleres sin Cupo. Pero siempre estaba presente con su palabra crítica, contundente,

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alentadora y comprensiva. Las etapas de Luis como académico son conocidas por casi todos
quienes han estado en las luchas pedagógicas de este país. Mi primer acercamiento a Bigott
fue el momento en el cual era director de la Escuela de Educación de la Universidad Central
de Venezuela y tenía la intención de cambiar radicalmente el currículo de una escuela que no
reflejaba la diversidad e identidad múltiple de nuestro país.
Para esos momentos, Luis había creado los llamados Estudios Universitarios Supervisados
para que las comunidades indígenas pudieran obtener un título en educación, así como miles
de activistas hicieron lo propio a través de este sistema que luego asumió, para ese momento,
la victoria revolucionaria sandinista. Una vez, cuando era director de la Escuela de Educación
de la UCV, me invitó a su cátedra de análisis de los procesos educativos, en la cual expuse
los primeros balbuceos de mis trabajos de investigación que había realizado en Barlovento.
Por último, hacia una pedagogía de la desneocolonización” fue una de las grandes obras
de Bigott “Eso que llamamos Pedagogía”. En los momentos actuales y en los que vendrán,
las educadoras y educadores que para Luis Antonio Bigott tienen que ser docentes-
investigadores-agitadores tiene y tendrán la oportunidad de participar activamente en el
presente y actuante proceso de transformación social como lo señala nuestra carta magna
“Democracia participativa y protagónica”, no representativa.

CONCLUSIÓN

La educación emancipadora debería promover una formación en y para el trabajo liberador


y rechazar toda educación subordinada a los puros intereses empresariales cuyo fin principal
es la ganancia. No es suficiente con cambiar las prácticas centrando el ejercicio pedagógico
en el niño, o en el cambio de actividades; es necesario generar otro tipo de procesos que
intervengan y transformen esas condiciones de opresión, por eso la pedagogía emancipadora,
sería entendida como una pedagogía ético/política.
Es así, y solo así, como se entiende la vigencia que Rodríguez y Martí tienen en la
construcción de un proyecto educativo nacional. Lo que implica que ante la exigencia de una
“formación republicana y para el trabajo” formulada por Simón Rodríguez, se tiene que ser
capaz de llenarla de nuevos contenidos, adaptándola a la propuesta política de construir una
democracia verdaderamente participativa y protagónica, en la cual el pueblo sea el sujeto de

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su propio desarrollo y emancipación, y que se forme en la urgencia de la solidaridad a fin de
superar la desagregación producida por la ideología neoliberal. Se trata de educar ciudadanos
en el pleno ejercicio de sus deberes y derechos, pero además, de formar republicanos
conscientes de la necesidad de defender la patria en lo que más la identifica: su cultura.
Es así, y solo así, como se entiende la máxima del pensamiento pedagógico de Martí,
cuando afirma “La historia de América, de los incas de acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque
no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia, es preferible a la Grecia que no es
nuestra”. Dado que será el conocimiento de la historia latinoamericana desde una perspectiva
crítica la que permitirá el que sus pueblos expresen con verbos nuevos el futuro que quieren
construir.
Siendo la Educación una de las partes de la superestructura de la sociedad que se encuentra
en el campo de la ideología, es necesario entonces, según Mariátegui, conocer y tener en
cuenta la base económica de nuestro país. Sostenía Mariátegui que la educación había servido
siempre como un agente regulador, enmascarado en formas diversas de métodos y tipos de
escuela que divulgaban los patrones normativos del grupo social dominante.
La teleología educativa en don Simón Rodríguez apunta hacia una educación social, y
popular que permita ir avanzando en la conformación de una mejor sociedad, más igualitaria
y justa. Esta filosofía educativa desarrollada por Simón Rodríguez en el siglo XIX, y
renovada por Luis Beltrán Prieto Figueroa en el siglo XX, tendrá su principal acicate en las
políticas educativas de la Educación Bolivariana en el siglo XXI; especialmente estarán
perfiladas en las Misiones Educativas, en particular, la Misión Robinson.
Cabe mencionar, del sustento pedagógico se encuentra el planteamiento de Freire (2004):
"...el hombre no podrá ejercer su derecho a la participación a menos que haya salido de la
calamitosa situación en que las desigualdades del subdesarrollo le ha sometido". Ello supone,
en medio del actual contexto político-social, la necesidad de formar una nueva ciudadanía
con conciencia social, comprometida con el desarrollo de las políticas sociales y garante de
su adecuada implantación, mediante el ejercicio efectivo de su papel de contralora social. Las
principales ideas de Freire referidas al acto del saber trascienden los métodos por los que es
conocido. Concebía la educación como un fenómeno colectivo, regido por normas
establecidas por un grupo social, expresado como una totalidad y es por ello que el Estado
determina los medios para satisfacerla.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ensayos marxistas. São Paulo: Boitempo.

Damiani, Luis & Bolívar, Omaira (compiladores) (2007). Pensamiento pedagógico


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Gadotti, M. (2008). Contribuciones para la pedagogía de Paulo Freire. ISBN 978-987-


1183-81-4 Buenos Aires: CLACSO, enero de 2008

Leher, Roberto (2007). La Educación Popular como Estrategia Política. En: Almeida, María
de Lourdes Pinto y Jezine, Edineide (eds.). Educación y movimientos sociales: nuevas
miradas. Campiñas: Editora El apartado.

15
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México, D.F., Bajo Tierra Ediciones.

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