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Spanish.xinhuanet.com 2018-02-27 15
BEIJING, 27 feb (Xinhua) -- Tres décadas atrás, el pueblo chino empezó a avanzar hacia el futuro
inspirado por una frase que se hizo famosa: "La ciencia y la tecnología son las fuerzas productiva
primarias". Hoy, cuando esas fuerzas han convertido al país en la segunda economía más poderosa
del mundo, los chinos están concentrando todos sus esfuerzos en promover la innovación para
garantizar la continuidad del desarrollo nacional.
Considerando que el país superó hace ya rato la etapa de "fábrica del mundo", los líderes de China
han pedido en más de una ocasión pasar del modelo "Hecho en China" al de "Creado en China", en
el cual la innovación, sin duda, juega un papel determinante.
En octubre de 2017, un informe dado a conocer en el marco del XIX Congreso Nacional del Partido
Comunista de China hizo énfasis en que la innovación era la principal fuerza impulsora para el
desarrollo.
A lo largo de los últimos años, el pueblo chino ha sido inspirado por los destacados logros del país
en ciencia y tecnología. China clonó macacos a partir de células somáticas, lanzó el primer satélite
cuántico del mundo y realizó experimentos cuánticos a escala espacial, y creó los
supercomputadores más rápidos del mundo, Sunway TaihuLight y Tianhe-2.
La lista es interminable, y además el progreso de la innovación no se detiene al nivel nacional. Los
innovadores chinos también están cambiando la vida diaria de la gente.
Cada mañana, durante la hora pico, en China se realizan 40.000 viajes gestionados a través de
aplicaciones para el pedido de transporte. Adicionalmente, el 70 por ciento de los usuarios de
telefonía celular utilizan sus móviles para realizar sus pagos. Y como si esto fuera poco, en la
actualidad China es el mercado en línea más grande del mundo.
Las bicicletas de uso compartido, los trenes de alta velocidad, los pagos vía celular y el comercio
electrónico se han ganado el nombre de "las cuatro grandes innovaciones de China" en los tiempos
modernos.
Estas innovaciones han redefinido el estilo de vida de los ciudadanos del país más poblado del
mundo. Y ahora están penetrando los mercados internacionales.
Ofo y Mobike, las dos empresas de bicicletas compartidas más exitosas, ya están prestando sus
servicios a clientes en Singapur, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Estados Unidos y la República de
Corea. GCash, un servicio de "cartera celular" que se usa en Filipinas para transferir dinero y pagar
con el móvil tiene gran similitud con Alipay, la billetera electrónica del gigante del comercio en
línea Alibaba.
En 2016, China contaba con 3,87 millones de científicos e investigadores.
El país se ha fijado la meta de convertirse en "una nación innovadora" para 2020, un líder mundial
en innovación para 2030 y una potencia en innovación científica y tecnológica para 2050.
Numerosas ciudades a lo largo y ancho del territorio nacional se están sumando a la iniciativa.
Guiyang, en el suroeste, pionera en la aplicación de la tecnología de macrodatos, decidió utilizar la
computación en la nube para modernizar la agricultura. En el sur, Shenzhen, que ha liderado la
innovación nacional durante cuarenta años, se ha establecido el objetivo de convertirse en una
ciudad innovadora sostenible de talla mundial para 2035.
De acuerdo con el Índice Global de Innovación, en 2017 China ascendió tres puestos para ubicarse
22ª en la lista de las naciones más innovadoras, un logro a tener muy en cuenta, toda vez que es el
único país de ingresos medios que está entre las 25 economías más innovadoras a nivel mundial.
El Milagro Chino
Los estereotipos han hecho que todo lo que llega desde allí suene a copia. Además, la tecnología no
tiene tampoco muy buena fama, y lo mejor que se fabrica en la potencia asiática, a ojos de muchos
occidentales, son las piezas de los exclusivos dispositivos de Apple y compañía. Sin embargo, la
realidad es bien distinta: China está viviendo toda una revolución tecnológica y empresarial.
Lo cierto es que, hace una década, la innovación tecnológica en China brillaba por su ausencia. Si
bien en el gigante asiático había casos de éxito, la mayoría no eran sino copias de verdaderas
apuestas innovadoras que habían nacido a miles de kilómetros, en Silicon Valley.
Una de las claves de la transformación está en el progreso social del país. En el año 2000, apenas el
4% de la población era de clase media. Sin embargo, en 2012, dos de cada tres habitantes
ingresaban anualmente entre 9.000 y 34.000 dólares (entre 8.000 y 30.000 euros al cambio actual),
las cifras en las que suele enmarcarse este grupo social. Además, las estadísticas de la educación
superior se han multiplicado por siete en los últimos años. El resultado de esta combinación no es
otro que una generación creativa que ha dejado de temer a los riesgos.
De hecho, ahora en las ciudades hay inversores, emprendedores, aceleradoras de startups y todo un
entramado que deja claro que algo ha cambiado en China. Así, los jóvenes de aquel país no
sueñan ya con un puesto de trabajo en Google, sino con fundar el próximo Google.
Ahora en las ciudades hay inversores, emprendedores, aceleradoras de startups y todo
un entramado que deja claro que algo ha cambiado en China.
La financiación también ha comenzado a fluir en el país. Los fondos de capital riesgo alcanzaron en
China una cifra récord el año pasado: invirtieron más de 15.000 millones de dólares (cerca de
14.000 millones de euros) en empresas nuevas. Incluso el Gobierno chino creó un fondo de más de
6.000 millones de dólares (más de 5.000 millones de euros) destinado a nuevas empresas.
La tendencia no solo es clara sino que, además, está auspiciada por las autoridades, que ven en este
nuevo ‘boom’ empresarial y tecnológico la oportunidad de seguir creciendo. Tanto es así que el
primer ministro de China, Li Keqiang, ya explicaba el pasado año que la intención del Gobierno es
“encender el impulso innovador de cientos de millones de personas”.
Como consecuencia de este mandato gubernamental, un sinfín de regiones chinas han creado áreas
especiales de alta tecnología, algo así como los Silicon Valley chinos, donde los empresarios
pueden disfrutar de internet a alta velocidad y obtener ayudas.
El dato es bastante significativo: en solo un año, las autoridades han aprobado la existencia de más
de 120 de estas zonas empresariales de alta tecnología, donde esperan que la innovación surja para
convertirse en el motor del país. Ahora, los esfuerzos locales no se centran en copiar más, sino en
generar la mejor infraestructura para que nazcan empresas especializadas en nuevos materiales,
‘software’ y productos tecnológicos.
Un sinfín de regiones chinas han creado áreas especiales de alta tecnología, algo así
como los Silicon Valley chinos
Parece que la tecnología ha sido el sector elegido para seguir creando empleo tras el crecimiento
económico de las últimas décadas. Ejemplos de ello son el fabricante de móviles Xiaomi o el
servicio de mensajería instantánea WeChat. Precisamente, el caso de Xiaomi es asombroso: ha
llegado a ser la startup más valiosa y el cuarto fabricante de móviles con más ventas del planeta.
Tal es el crecimiento que incluso en Estados Unidos comienzan a sentir de cerca el aliento del
gigante asiático: la inversión en ciencia y tecnología en China se acerca ya a la de Estados Unidos.
De hecho, según un informe reciente de las propias autoridades norteamericanas, el sudeste, el sur y
el este de Asia acaparan el 40% de la inversión mundial en I+D, poniendo en riesgo el liderazgo
estadounidense. En lo que a países se refiere, Estados Unidos recibe el 27% y China le sigue muy
de cerca con el 20% de la inversión mundial.
Más allá de la propia innovación, otra de las claves empresariales chinas está en saber adaptar
ciertos productos a las necesidades concretas del mercado asiático. Por ejemplo, si eBay fracasó en
China porque muchas pequeñas y medianas empresas no tenían acceso a internet, Alibaba tuvo
éxito porque comprendió esta carencia de vendedores y creó un mercado propio. Además, con
Alipay generó la confianza que PayPal no supo dar: solo cobra cuando el comprador ya ha indicado
que el paquete llegó correctamente.
Otro de los grandes nombres de esta oleada tecnológica es Meituan, una plataforma que permite a
los empresarios ofrecer descuentos a sus compradores más cercanos, al más puro estilo Groupon.
Una vez más, este aparente clon tiene las características necesarias para ser un éxito en China: el
margen de beneficio para Meituan es mucho menor, dejando que los pequeños comerciantes se
acerquen a la plataforma y publiquen más ofertas.
Pero la innovación va mucho más allá de la simple adaptación de herramientas occidentales.
Meituan, por ejemplo, evolucionó y creó un sistema peculiar de venta de entradas que ahora es
indispensable en China: uno de cada tres pases de cine se venden a través de la web.
Estas y otras empresas que adaptaron herramientas occidentales a su propio mercado son las que
crearon la infraestructura y pusieron las primeras piedras de la internet empresarial china. Si bien
mostraban todavía cierta falta de creatividad, a estas pioneras se les debe el auge de la tecnología en
China a día de hoy.
Ahora se está viviendo una segunda ola tecnológica que no solo tiene que ver con la electrónica. La
industria tecnológica china (que ya representa el 27% de la producción mundial), también ha visto
un crecimiento de las fábricas aeroespaciales y la ingeniería médica, entre otros sectores. Una vez
más, la respuesta se encuentra en el tejido social: entre 2000 y 2012, el número de grados de ciencia
e ingeniería aumentó en un 300%.
De esta forma, la China del año 2016 parece tener poco que ver con ese país experto en copiar que
muchos siguen teniendo en la cabeza. Ahora cuenta con una sólida e innovadora industria
tecnológica que bien podría hacer temblar pronto a los gigantes de Occidente.