Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Se llama Estado al más frío de todos los monstruos fríos. Miente también con
frialdad, y la mentira que sale de su boca es: "Yo el Estado Soy el Pueblo"
Federico Nietzsche
Al referirse a esta época, Alvin Toffler observa que las economías agrícolas
de lo que él denomina la primera ola se basaban en la posesión de la tierra,
razón por la cual las guerras eran casi siempre por la conquista de territorios y
la política era un instrumento de protección de la propiedad.
Durante esta fase el gobierno se apartó del ámbito religioso en aras de una
conducción civil. La nueva estructura buscaba la mundanidad, la f¦nalidad y la
racionalidad. La mundanidad se refería a la secularización de los conceptos, a
los beneficios o castigos en este mundo, no en el otro. La finalidad eran los
objetivos planteados por el Estado para llegar a un fin. Y, por último, en todas
las decisiones de gobierno debía privar el uso de la razón. Los objetivos de
esta nueva estructura la separaban definitivamente de los gobiernos feudales,
en los que interactuaban simultáneamente lo religioso y lo político. Se
estableció entonces una estructura formal del conglomerado social que
consideraba a la razón como primordial para conseguir paulatinamente la
integración social.
Los filósofos del momento, Bodin y Hobbes después fundamentaron las bases
mundanas de un poder unitario, centralizado, totalitario y absoluto. El Estado
era, ante todo, un proyecto racional de la humanidad. Las teorías políticas que
empezaron a emerger versaron sobre el contrato social y el cambio a un
Estado de naturaleza civil. Poco a poco fue adquiriéndose la conciencia de
unidad e identidad que hicieron posible concebir a la Nación.
Los filósotos liberates se caracterizaron por definir los limites necesarios, más
allá de los cuales el Estado no podría actuar. John Stuart Mill afirmaba que el
Estado nunca se justifica al restringir la acción de un individuo. Todavía
filósofos liberates modernos, como Anton Hayek, sostienen que el Estado es
una organización creativa con limitaciones.
Para estudiar y comprender mejor esta concepción del Estado debemos dejar
los términos puramente jurídicos e incursionar en la teoría política o teoría
social. Podríamos recorrer la historia y los autores para analizar distintos
enfoques. Pero, a fin de simplificar, sólo consideraremos tres paradigmas: el
pluralista-funcionalista, el marxista y el paradigma del retorno al Estado.
Las teorías que estudian este fenómeno pueden dividirse en dos grupos. El
primero coloca al Estado como eje de la acción y le concede una perspectiva
liberal pluralista, donde los intereses por separado constituyen un sistema
holístico funcional y corresponde al Estado la combinación de ambos para dar
lugar a las acciones reales. El segundo grupo es el de los marxistas y neo-
marxistas-Skocpol, Zeitlin, Habermas, Badie, Birnbaum y Offe-que, a través
de su compleja visión, pretenden alejarse de las teorías reduccionistas de un
Estado modelo y proponen otra teoría en la que fundamentan sus conceptos
sociales.
Por su parte, Anthony Giddens define las estructuras como reglas, recursos y
conjuntos dependientes de los sistemas sociales con una existencia virtual
dentro del tiempo y el espacio y una dualidad que le permite ser, a un tiempo,
media de prácticas sociales y resultado de ellas. La identificación de los
principios estructurales y su punto de coincidencia con los sistemas
intersociales, representa el nivel más comprensivo del análisis institucional.
El análisis del funcionamiento del Estado debe partir del ejercicio de sus
funciones normativas, distributivas y redistributivas, no únicamente como
actividad legislativa sino como parte de un complejo sistema de presiones
sociales, interpretaciones políticas y acciones propiciadas por los grupos
organizados. No se trata solamente de las acciones de los partidos sino
también de fuerzas políticas no articuladas en partidos, de fuerzas económicas
y de expectativas de la sociedad en general.
Bajo esta óptica, podríamos ensayar una tipología con diversas variantes del
Estado. Hablaríamos de un Estado débil con un pueblo débil, como es el caso
de naciones con escaso desarrollo económico y político y con una tradición
patriarcal de autoritarismo, donde no existe la posibilidad de que la voluntad
popular se exprese. En posición opuesta encontraríamos la concepción de
pueblos fuertes con gobiernos fuertes, como sucede en las democracias
escandinavas, Gran Bretaña o Francia. La idea de un Estado fuerte y un
pueblo débil respondería al modelo de las autocracias y de los exfintos
gobiernos socialistas, pero también al de nuestro México. Y un Estado débil
con un pueblo fuerte correspondería a la singular relación que se da en los
países políticamente muy desarrollados, como ltalia, donde la inestabilidad de
sus gobiernos, la fuerte presencia de la opinión pública y su influencia no le
han impedido un crecimiento económico y social sólido.
Por otra parte, la caída del bloque oriental y el fin de la guerra fría fueron el
motivo de las reflexiones que Francis Fukuyama plantea en su obra, donde
afirma que asistimos no al fin de las ideologías sino a la victoria del
liberalismo económico político: "el fin de la historia en tanto tal; el punto final
de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la
democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano. Esto no
quiere decir que no se producirán más acontecimientos dignos de llenar las
páginas de las revistas consagradas a las relaciones internacionales, pues la
victoria del liberalismo se produce, en primer lugar, en el campo de las ideas y
de las conciencias y está aún incompleta en el mundo real. Pero existen
poderosas rezones que hacen pensar que es este ideal el que gobernará el
mundo real a largo plazo".
Si aceptamos que los componentes del Estado adquieren un tono crítico que
acentúa o elimina ciertas características de la definición tradicional, y si
concebimos el estatismo como sistema estatal de regulación central de la
sociedad y su economía, por oposición tendríamos que el antiestatismo sería el
sistema bajo el cual la economía y la sociedad se conducirían de acuerdo con
los intereses de la sociedad civil, denominada también por algunos teóricos
como ciudadanía gobernada. El nuevo Estado tendría que responder a la
pretensión de la masa gobernada de participar en el gobierno, lo cual está
provocando cambios muy radicales.
Tremendas son las consecuencias de esta dinámica global, pero tres de ellas
son las más importantes:
Primero. La legitimidad de la autoridad del sistema total ha disminuido, lo que
ha propiciado gobiernos menos efectivos y una tendencia hacia el
subgrupismo, como son los organismos de la ONU, OEA, OAT, GATT o de
los bloques económicos. En tales circunstancias, el gobierno nacional se ha
plegado a los organismos multinacionales para obtener mayores beneficios, en
tanto que tiene una capacidad de acción más reducida que la de éstos, sin
considerar el costo que representa: la pérdida de legitimidad. Es el caso de
nuestro ingreso al GATT. Al aceptar el libre comercio, crecieron de inmediato
nuestras expectativas de exportación, pero al mismo tiempo se condenó a las
pequeñas y medianas industrias no competitivas-generadoras de un alto
porcentaje de empleo-a desaparecer.
Analistas y pensadores del mundo deben expresar la urgencia por redefinir los
grandes valores políticos, no como una necesidad de teorizar y bordar en el
vacío, sino como una abstracción indispensable y útil de la realidad misma, de
la tendencia universal a la globalización.
El Estado mexicano
Primera fase
Segunda fase
A lo largo del proceso histórico ha sido posible comprobar que si bien los
movimientos sociales encuentran solución, otros problemas y conflictos se
generan, paradójicamente, de las mismas soluciones. Ninguna solución social
es definitiva. Aun aquellas que lo parecen, requieren adaptarse a las
situaciones del momento. En México, tanto por razones de desarrollo
económico como por el bienestar del país, las políticas debieron ajustarse
gradualmer¦te a las nuevas demandas y características sociales del país. Así, se
def¦nió el perfil político que nuestro país mantuvo durante varias décadas: se
impulsó una política económica de sustitución de importaciones y de
protección a la producción nacional, sobre la idea de acelerar el desarrollo con
la participación del Estado como propietario de bienes de producción, y para
que la sociedad pudiera modernizarse y participar en la modernización de la
economía, se amplió la cobertura de la política social.
Cuarta fase
A su llegada al poder, Carlos Salinas de Gortari llevó adelante estas ideas con
un programa económico dirigido a la privatización de los medios de
producción en manos del Estado, la firma del Tratado de Libre Comercio
México-Estados Unidos-Canadá y la exploración de otros mercados y bloques
económicos. Esto significó un claro viraje a la derecha y dejó sin sus
argumentos políticos al PRI y a los políticos nacionalistas. La recuperación de
la economía y el apoyo de la iniciativa privada le dio un fuerte impulso
legitimante, que terminaría unos meses después de dejar el poder.