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‘Ya deade soa fecha a tmprana como 1961, os stuacionstas dscieren Io primero sgn del vac movimiento de contestacn total i al sor depute ba auccger asses indoles is earl “Tat decnds de hananime e igewseisa preado cevcliconts, ls ta caer lon pion en sal ex de evolu sei iF ‘clacvaments eal expeseaca vv, ene dimension coneets devi Sin revoluin dene alguna posTlidd, pasa por su reac com ba dh fonana La plea debe deja soa una rerolucion permanente generals {a en td los apecos del existent vss eesone de pobre ‘gue, Sndamentne ecesvamente en el proceso econo, deber “ost pun enncept aber que has refzenci pln ye sats- ‘csi de desc, Las anna dee evs revs powienen el ehae (43 aburimcao y de igor en goea nmens gos de I ete se obliga a5 ‘Lehr eet de Mado Peel, rst en 1972 res ade sin penal y ence de la aventrsnini, sede sen a toe nimeros dn revi como seo once pias eu onl ‘scm poems de experienc econo, onan, lan ‘eon pisses, ipefoirem secon, ee). Durante largo mayo" iano (7-79), Perio partzpa en vain avents rat delpenartint cio le revi Asan Erte 9 LE Vegi Hoy ‘ce pfesor de Etc enf Univerid Tor Vegva de Roma Se aa ‘Qui vcs de i ion al aselano, rte oe nos La ate 3 (2. Macta ibros, 2000, Ean ar (Cees, 2002) Cui ons lant Aro, Buenos Ai, 2108) Aare Machad PP ior: acuarela Mario Perniola LOS SITUACIONISTAS HISTORIA CRITICA DE LA ULTIMA VANGUARDIA DEL SIGLO XX oe xe dake INTERNATIONALE SITUATIONNISTE ACUARELA & A. MACHADO. MARIO PERNIOLA LOS SITUACIONISTAS HISTORIA CRITICA DE LA OLTIMA VANGUARDIA DEL SIGLO XX ‘Traduccién: Alvaro Gareia-Ormacehea AnieaMcnado PF libros A. MACHADO LIBROS Lioenela Reconocimiento-NoComercalSinObeaDervada 2.5 Espafta Sept copa, dssui ycomunieatpismece ls or, empre qe Se feconorean los eos de ttn de aren experience por ace lcendador. Nose pu usar exa obra con oc comers, No se pus sera rater 0 gear nao dead paride Gta En lg ‘ dsibuliede can ar dehete Coc corument bs vines de et licen Se pode pended enlqler de cas condiciones sempre que te cheep laos dl ieee de bene 1 ( de a presente ei: 2007 Eanes Acute y A. Machado Lior “Tiel origina Teer 097) Tradvecton ‘Aver Gare One Istracones: Fovgrfis cides poe Fant de Beal y Mach Iquedo de Beat Ingen de prea Dea del senile de a Tetcmaconsl Secon salen genera de I ‘ncn nema de co de tes eid el 14 de abl 1958 dca sposién Unser de Brann Flores Aci, Dad decrees 18136 280 Madd inline som srewsoumlaoncom AL Machado Libor S.A (Larne, 5 1 Pon dt spn ‘ha Hen dei osteo) er Impresin ‘Top Ponte Pos Meee ad ee Shaan INDICE, [Nota echtora Ta sopersci del ate ‘Los osigenes dela Intemacional uncon, Ta aptuts con el absent artistien Atencin prestaa al cambio hitien La inaovacion tenolégiea y la revolicidn vial Ta supenia del arte {as tdesieae de condicionamiento [a pinta insti Ta prcoeogatia y a deriva urbana El erbanime unitario New Babylon Home Lowe Eleoncepto de wituaciine El de Hlacia un eine siuacionista as dos almas del hipefunarismo siuacioaises [Ta mpmuta con a vanguard modernists El sujeo y la exeaion atitica Hl seetarinmo de la Internacional Situacionista [La eos erie de sci Hci nuevas formas de expres, Celica del neocapiaime Celica del funcionalier urbanites 1G revolacgn dela vida cotdiame Vida ysupervivenca Popularidadvirwn! de los siuacionists Calta den sociedad del espectiealo Teor y pritica de a subversion CGiica de as erpecaiacionesallenantes Gia de a engi de Ia communicacion rica de la deol bolehevigue Cita del ideolgia ceondmica Clic de In ideolgis seria (Gita de I ideo teenocrtiea "Teoria yonganizaciineevoluconarin La realicacin den teoia Tis subjetividad ead [in espontaneidad Cf de a eosifieaciin grupo revolucionasio Lescindalo El movimiento estudianl de Estesbungo ‘Transparencia ycobetencia [El retomo del revolucia socal (Cae dl miltanissn0 Nuevas estes 1a revuelta de Ia juventad Ta revueta negra de Watts Crea dela ideologiateeermunditz ca del maoismo Tas hichas de lberaciba nacional La revolt es los pater rubdessrrllados [Ea toora de los Consejos obreros Mayo del 68 El jicio sobre Mayo del 68 ‘Geandezay nites de a Inesnacional Snsconise. pogo: reflexions y recuerdo la desiva sobre los sitmaioni. tas, Mario Perna (207) 8 0 95 95 103 103 106 oT 18 113 4 ua 12 4 reg 1 bo BI 132, 133 138 40 Ws 151 161 NOTA EDITORIAL Mayo del 68 y los situacionistas La memoria es un espacio de lucha: a recuerdo no es algo «que el poder pueda dejar sin gobeenar, sobre todo el recuerdo de un momento que cambi6 el curso de las vidas y la real dad misma. Em mayo de 2008 se cumplisin 40 afios del céle bbre movimiento de Mayo del 68, La amemoria reactivas (pol- tica, meditica, culuural) reduce el acomtecimiento a una algarada estudianti, a un eonficto generacional, a una cues ti6n de hormonas, a una aceleracion brusca de a modernidad (explosién del individualismo hedonista, iberacin de ls eos rumbres), etc. Busea neutralizar lo politeo: las rupturas y los disfuncionamientos, lr manifestacéin de nuevas subjtividades, inrepresentables politica 0 sociolégicamente, el surgimiento de otras formas de concebir el azo social, la comunidad, porveni. ‘Acuarela Libros & A. Machado prepara una sercie libros sobre Mayo del 68 que sescatan otra historia ~subterrincs, anénima y colectva— del acontecimiento, una memoria com implicaciones y desafios para un presente le experimentaciia poltea y luchas. El primer libro de lacoleeciin pretendiamos que fuera este ensayo de Mario Perniola sobre los situacionis- tas, Frente al relato de Ja enemoria reactiva», segiin el cual diriase que el acontecimiento cayé del ciclo, habia que afi mar por el contrario que arsaigaba en malestares y procesos de nueva politizacién difundidos por lo social durante los aos 60, Fs precisamente en ese sentido que pensibamos que ppublicar un libro sobre los situacionistas en esta coleccidn esta- ba plenamente justificado, La vieja politica, mayoritaria y pesadamente hegeménica durante los alos 60, vineulaba el cambio social al recrude- cimiento de las crisis politcas y econémicas, al agravamiento de le explotacida y la pobreza. Pero algunos colectivos revo- Tncionatios levantaron entonces ese chantaje miserabilista y ‘comenzaron a poner el énfasis de sus anilisis y esperanas precisamente en los aspectos subjetivos de la lucha politica: la resistencia cotidiana en los lugares de vida y trabajo, el recha- 20 a la alienaci6n de la vida eotidiana, los signos de creativi- dlad colectiva, las auevas formas del conflict, la politizaciGn del malestar existencial, los auevos procedimientos de pro- ueeidn de teoria (la encuesta obrera), ete. De alguna mane- +a, esos coleetivos, a pesar de su pequeiio tamafo, axtiharen “Mayo del 68, elaborando en los margenes de la sociedad algu: nag ideas y exigencias que de pronto se socaliquren entre millones de personas como cuestiones de primera necesidad, ssungue finalmente la sacudida les cogiese completamente por sorpresa y les pusiera en crisis, ‘Sin embargo, finalmente hemos decidido publicar en esa coleccién solamente los libros euyo tema central y explicito fuera Mayo del 68, su memoria o su accualidad politica como inspiracién. ¥ si bien es cierto que los situacionistas elabora- ron conceptuaimente como nadie las sefiales que anunciaban 4 €1 68 y cl mismo discurtie de los acontecimientos, el sentido de su empresa, su trayectoria © implicaciones desbordan ese marco y hemos temido (gequivocadamente?) reducir de algu- ‘na manera las posibles resonancias de Ia aventura situacionis- ta inseribiéndola en él. Las steaconirtas gin Mario Perna ‘Tras la moda situacionista de finales de los afios 90, las iiltiples tradueeiones y toda In atencidn que captaron, {por qué nos ha parecdo tan importante traducie y publicar el libro de Perniola, ya en un contexto mas relajado, menos, saturado? Como bien sefiala Yves Le Manach, pareciera que la his- toria de la IS fuera Ia obra de una sola persona, Guy Debora Pero la historia de la IS se presenta en primer lugar bajo la forma de una revista con 12 miimeros. Y son esos 12 niime- ros los que eonstituyen la obra eonereta de la IS, El libro de Mario Perniola restaura la dimensiin procesual y coleesiva de In experiencia situacionista atendiendo sobre todo a los 12 mimeros de la revista como su obra concreta principal. Frente a las historia teleolégicas de la IS (que se eseriben como sila IS del 68 estuviera ya contenida en el 5 Pemiola narra una trayectoria menos lineal, lena de proble= mas y contradieciones, donde hubo caminos abiertos que no se transitaron, distintas acepeiones de los eonceptos, luchas, de poder inteenas que determinaron el devenis del grupo, ec. Cémo puede una teoria eritica morder la realidad? En primer lugas, hay que hundir el pensamiento y la creacion en 1a propia experiencia, en Ia propia época, en la propia care. > La btisqueda de radicalidad pasa necesariamente por i radica- Jidad de la bhsqueda, estat Ia realidad desde Ia propia «vida datiada» no es algo dadio, No basta con abrir los ojos para ver el presente sin modelo, sin categorias previas, sin el peso de 1a repetici6n, sin ideologia. La teria eitca es una cnsinucin, que en el caso de la IS no pas6 slo por lecturas, sino tam- bign por eonflictos, encuentros, mezela de diferentes mine= rales, vivencias, participacin colectiva y aportaciones exte- sores, acontecimientos, experimentos, ete. Solemos tener Un. acercamiento limitado a los rsuitades de la critica, que desco- ‘noce (o banaliza) el pres de elaboracidn colectiva de esa ex tica, El mayor métito del libro de Petniola es precisamente abrir el cdigo-fuente del proceso de elaboracién critica de Ia 1S, mostra fos mismas merase entrain ‘Al mismo tiempo, es una historia atice. Todo el mundo sabe que los situacionistas eran setaras. Pero, epor qué? El hhecho se denuneia o se lamenta, pero nunca se explica Perniola ensaya aqui una interpretacion, seyiin la cual la raiz de! sectarismo siruacionista no es wboleheviquen (an residuo, de la idea de vanguard), sino «artistica». Otros problemas son abordados: la cuestion de la organizacin, dela relacién teoria pritica, del hiperfututismo situacionista etc. De hecho, no es dificl ver en este ensayo de Mario Pemiola (escrito en 1972) tuna fuente de otras reflexiones criticas sobre Ia IS que han ido llegando afios mis tarde. ‘LOS SITUACIONISTAS (1972) LA SUPERACION DEL ARTE ‘Los origenes de la Internacional Situacionista La problematica en tomo a la critica radical del arte y su superacién revolucionaria’, al y como fue planteada por Dadi, las vanguardias artsticas sovieticas y el primer surrea- lismo, se desvanece en el periodo comprendido entre 1925 y 1960, en estrecha conexién con el eclipse de la perspectiva, de la evolucién proletariay laafirmacion del fascismo, dela socialdemoezacia y del estalinismo. La tesis de la independen- cia del arte, que hace pasar por libertad el aislamiento y In Jimpoteacia del artista, y la tesis del compromiso politico, que 42 su vez hace pasar por revolucién la subordinacién a Ia bburoeraca, son sustancialmente solidarias a la horn de neu- tralizar la dimensién auténticamente subversiva que se halla, implicita en la actividad atistica, impidiéndole desboxdarse cen la vida eotidiana y, por otto lado, recuperindola para ope- raciones de propaganda. La conciencia del caricter esencial- 1 Alesadio de exe problema desde el punto de vss histcoy ecco mis allé del plano meramenteestétieo, por macho que Ia cul- tura dominante haya podido iaventarse una expecie de arte dadkaista, En la actualidad, segin los siuacionisias,sexsten en diferentes paises del capitalsmo modemo ntcleos de una bohemia no artista, snida en torno a la nocion del fin 0 de la srusencia del arte, que ya no mira explicitamente a una produc- cin artistca cualguicras. Las fuerzas més auténtieas y pro- fundas de la ereacin artsiea van ahom dirgidas shacia Ia conanizacion teérica de la contesteidny. Por lo tanto, mientras la IS tiende air mas alli de la cultura y del arte el nashisno, en el mejor de los casos, autre laambicibn de erenovar enseguida y exclasivamente el arte ‘Sin embargo si bien los situacionistas tienen toda la raz, cen lo que se reficre al contaste que los opone al nashismo, hay en este capitulo ~y en los comentarios que hacen ellos mismos al respecto- Ia sombea de un malentendido, de wn malestar, de un equivoco que anida no ya en Is relacion entre las dos partes en conflicto ~cuyas respectivas posiciones cestin ademés clarisimas-, sino en el cotazén miso de Ia tadicalidad situacionista. Por un lado, los siruacionistas afit~ rman que la parte mis importante de la problemética expues- ta ena revista esta todavia por descubrir (por ellos mismos 0 por fmt y que el proyecto situzcionista no es en absoluto un resultado histérico definiivo, sino que debe ser considersdo en el Ambito incomparablemente mas amplio del movimien- to tevohueionario, pero por ot lado, a wismo tempo insintany ser los nicos depositaros de la conciencia de este movimien- to y sostenen que ala eaten de ser mas extremista que la IS Shs Vp TT 8 pertnece a 1S y esl prime ley para su petmanencia Poruna par, no admit dsdpulos y no uiten aropen, orgie piensin comectamente que el isdpulo tansforma tna probleme eben en una Heclogi una olen po tional en un dog que sponte promocion person] ys tad nelecny por ots pare Consderen + IS como ena Catia speror os indus gue la comporen, dona de wun destino histxcoescendent, que stl representa ou Intel y tid pon ntrprees lade, oc aan dos tess de ests stimns se encuentran cn minora en el to de a oxgniacn. nun send censuran i ees Gia de cualquier miemro de ln IS mis acivoealifeindsto devodet al empo que denden a tansfonnas eds a Sen mito. Erechao de ls laconeinofenia a dea mano de la propia sbrohzniiny el econncimien de hk pro. porcin deo propio enors se produce aa vee qu la fracia echt aloe poses andor de wen sleet oa Y eit: Set necesaro que so n03acpee ose aes ec een boque, No vamos entae en detales Todas emus exigenc contadicorias desembocan en noviembre de 1962 en una nueva organiza inte que sopone abo cin de as eciones acionales la considerti de a 1S como in entosinico qu a et consul pot legs do de grapo lols, y gue eepresenta goal Isr tees de la maces tors del contetacin"s «pair de ete momento hs clacioes ent lee indviduos que conforman BT, p 35:15, VI p19, 536.18, VI, p. 67 a Ih IS ~econvertida ea su totalidad en este centro» termina por presentarse més bajo la apariencia de una unidad mistica ‘que bajo la de la busqueda en comin. Los situacionistas y el surrealismo 2Cuiles son Ias causas de este imperceptible pero progre- sivo deslizamiento desde el rechazo del eclecticism al secta- rismo, desde la voluntad de afiemar una serdad hisirice al ogmatismo? Desde luego no es el modelo bolchevique lo que influye en el easicter de la IS, como tampoco la teoria bordi- guista del centralismo orginico: los siuacionistas fueron siempre. coherentes con su declarado rechazo de la politica entendida ‘como «actividad especializada de jefes de grupos 0 de partidos ‘que extracn de la pasividad organizada de sus militants la fuerza opresiva de su poder fururoy”. Su repulsa ante la pers- pectiva de transformarse en un grupo politico se mantuvo constante ¢ inflexible. A lo mis podela tal vez encontrarse en la idea, alimentada por Breton, del grupo surrealist como secta 0 unidad mistica un precedente cargado de sugestién y ccapaz de ejercet un influjo profundo. Esta referencia, sin embargo, no hace sino desplazar la cuestiin sin resolverla real- ‘mente: en definitiva, 2por qué tanto el surrealismo como la IS tienden al sectarismo? La respuesta es la misma en ambos ‘casos: por la falta de ana eca radical del arte, y por permanecet =a pesar de todo en el ambito de la autoconciencia aristica, 1a cual, al monopolizar en un plano ideal el sentido, sigue pre- FI Kp 40 sentindose como una totaidad también en el ambito del pro- ceso histrico. Fs cierto que entre el surrealismo yl IS hay ua, sata cvalitativo, que consiste en el rechazo de las obras, en Ja ruptura con los ambientes artistcos y, sobre todo, en lt apes- tuna de un hotizonte problemético incomparblemente mis, amplio que el surrealist, en el que la relacidn entre realidad © imaginacién resulta radicalmente transformada. Y a pesar ‘de todo, sila examinamos atentamente, la exitcastascionita de ln autoconciencia artistica se revela particularmente pobre ‘continéa sustancialmente encerrada en las conteadicciones intemas de ésta: de los dos momentos en que se compone lt superacién, criti y sealizaciin, es sobre todo en el segundo, donde se detiene la atencidin de los situacionistas. Bl sujeto y Ia ereacién artistica a ertica del arte, en Jom tanto como en Debord 0 en* ‘Vancigem, se resuelve en el fondo en el rechazo de las obje- tivaciones dc la subjetividad ereadora. Se rata sustancialmen- te de un tipo de critica que permanece dentso del ambito de la alicnacion artista, pues entre los dos términos fundamen- tales en que se articula la experiencia artstca, la operacién (l acto de creat) y la obra, se propone abolir el segundo sin someter a examen el primero. Dicha erica, por lo tanto, es victima de un conflctoinlerente al ate entre sujeto y objeto™ 3. De este problema wat Liinsgien afi it, pp. 1834 y 211-12, ‘Pliminando a obra, la operacion 2 afr en su auton conto el io aspecio de le sutoconcienclaarstcx: Jo que canta, desde exe momento, 7% : Los situacionistas Hevan a sus méximas consecuencias el aspecto subjetivo de la experiencia artstica, y confunden la Por lo tanto, los situacionisias sostinen que es indispensable rechazar incluso la apariencia de didlogo con aquellos con los due dicho dilogo tiene toes los visos ce se itrealizable. La comunicacin total implica ean fata Esta, por lo tanto, se conecta con el advenimiento revolucionasio de los consejos, ue asumirin todos los poderest «Uno de los problemas revo. lucionarios consiste en federar esta especie de soviet, los cn sys de la omnncaiin, con el fin de ioaugurar en cualquict lugar una comunicacién directa, que no deba ya recarse a la red de referencia de Ia comunieacin del adversario (que es como decir el lenguaje del poder)”. En sentido inverso, el establecimiento de un didlogo verdadero tiene inmmediata mente un aleanee revolucionario: «All donde hay comunica- citin no hay Fstadon. No por nada los cireulos de la aventura poética, que en sf mismos contenian el conjuato de las cot- Guctes casi imposible de la época, fueron en el pasado los tini- cos lugares en que se tminsmiti6,siquieta de manera potencial, In tovaldad de la revoluetsn, La trea fundamental frente a la que se halla la IS es pro- cisamente ade realizar la poesia, es decie realizar las consignas posticas que las edades precedentes se han limitado a eseribit, 2De qué manera? Para empezar, es evident la iacompatbil- iad del programa de la 8 con los medios de expresida y recepcién disponibles Sin embargo, eso no debe llevar, sein Jos situacionistas, a un abandono precipitado e inmediato de taks instrumentos, sino que su uso ha de queda compren do y justfcado por la perspeetiva misma de su supericiin: «No hay que respetar tanto al arte 0 a I esertura como para ”, al tiempo que acusa a la ciber- niética de ser el instramento mis perfeccionado de un control policial cuya ambieién fundamental es la transformacién det ‘mundo entero en un campo de concentracién. Sin embango |i contradiceién no queda resuelta: «La organizacién tecno- ccitica», esctibe Vancigem, veleva la mediacion técnica a su ‘mis alto grado de coherencia. Se sabe desde hace tiempo ‘que el patrén se apropia del mundo objetivo con fa ayuda del esclavo; que el instrumento no aliena al trabajador mas ‘que desde cl momento en que es el pateéa quien lo detenta Del misma modo, en el consumo, los bienes no tienen en sf rmismos nada de alienante, pero la eleccién condicionads y La ideologia que la envuelve determinan a alienacisn de sus compradoress". Por consiguiente, segiin Vancigem, la ciencia yyla técnica producen mercancias que no son pers ajar alic~ ‘nantes, sino que lo son tinicamente en esta situacion social De esta forma a Vaneigem se Ie escaps la conexion indisoci ble que existe entre la organizacién capitalista del trabajo y los presupuestos de la ciencia. Asi, el subjetivismo situacionista se revela también en esta ineapacidad de comprender la natux taleza esencialmente alienante de la mercancia industrial: para 92. Ibid, p. 4 98, Vancinen, it 84 94. Ibid p85. o > @ ‘Vancigem cualquier objeto esti privado en el fondo de una dimension cualitativa auténoma, ya que no es mis que cl cespejo de la incencién subjetiva de quien Io emplea. Ni siquiera dl testo de Eduardo Rothe, ala eonguista del espacio en el tiempo del podem, a pesar de ser mucho més reciente (1969), supone una superacion definitiva de tales dificultades; si, por un lado, esboza una critica general de Ia ciencia, por el otro acaba limitando dicha critica alo que es la subordinacién de Ja misma al poder estatal: «la aurogestién generalizada de la ‘ransformacién permanente del mundo por obra de las masas hari de la ciencia una banalidad de base y ya no una verdad de Fistades". Pero en definitiva, tampoco cabeia esperar tun discurso mis profundo pues, para la IS, el fundamento de la revoluciéa social no fue nunca mis que la culminacién de ln etevolucién» burguesa, es decir, el hiperfuturismo vinew. lado al desarrollo de la economia, la técnica y la ciencia. ‘Teorfa y organizacidn revolucionaria La otra dificultad fundamental de la teoria critien situa cionista consiste en la formulacién de las selaciones entre leovia y pristica. Asi, es cierto que, por un lado, la 18 aspira a la superaci6n de la concepeidn burguesa de Ia teoria como dominio completo y exhaustivo de la realidad que eneventra en la prictica su propia ejecucién, mientras que, por otro lado, no llega a dar con una formulaciéin coherente de lo que Seria la nocién alternativa, que la IS define como feorta pre 95.15, XU pS 95 S tha 0 bien como verdad préctca, Precisamente la primera de estas concepciones, que también Lenin hizo suya, justifica el rol dirigente desempefiado por antiguos intelectuales con- vertidos en revolucionarios profesionales; la IS rechaza semejante rol con la méxima enerpia: «cada vez que un poder se ha presentado como ditigente de usa voluntad revolucio- ‘naria ha minado a priori el poder de la revolucién»", La revo Iuci6n, por fo tanto, ha de enfrentarse a un dilema: 0 bien aiega a la teoria cualquier legitimidad, o bien reconoce en la teorfa misma una dimensién prictica. ‘Tras optar por la pri- mera solucién, grupos como Informations Corréspondance uvriéres (ICO) y el Movimiento 22 Marzo opondrin a la eoria, respectivamente, la prictica de la lucha de clases y la prictica de ln accidn ejemplar. La IS, por su parce, elige la segunda solucién, esforzéndose en sacar la luz el caricter prédtice de la teoria radical. Asi, en el editorial del nimero faueve se afirma, entre otras cosas, que «cuando la teoria revolucionaria reaparece en nuestra época, no pudien- do contar més que consigo misma paca difundirse en una (priatca nweba, se dizia que en ello hay ya un importante prin cipio de prictieas. Una y otra vez se confirma el concepto de que Ia practica revolucionaria, implicita en tantos actos vandilicos de revuelta y de rechazo, necesita de la teoria por lo menos ent la misma medida en que ésta exige una prictica coherente: «La nueva teorla revolucionaria debe ccaminas al paso de la cealidad, es decir, estar a la aleura de la praxis revolucionaria, la cual se prepara aqui y alli, pero se aantoja todavia parcial, mutilada y sin proyecto global cobe- 96.15, NIM, pa, % renten”. Aquello que la politica tradicional de ta izquierda {lene Como pnitise no es para la TS otra cosa que el inten to de imponer tna direecién a las luchas de los proletatios: {A diferencia de los viejos miezo-partidos, que no cesan de jr en busca de los obtetos ~conforme a una visin que por suerte se ha hecho ilsoria-, nosotros experamos que sean fos obreros los que se acerquen, a través de sus propiae Iuehas reales, a nosotros. En ese momento nos pondremos su disposicins” Sin embargo, hay que decir que el concepto situacionisa de tworla prictca presenta alguna que otra ambigitedad. Si bien es cierto que, en un sentido, tal concepto designa de hecho una conic existencal fandamentalmente arian, una relacién incesantemente limpida entre la conciencia intelee- tual y la experiencia vivida (que hoy es el modo de sor de los revolucionarios y mafana seti el de los Consejos Obreros), én otro sentido indica wn complejo de ideas que seria aplica- das por una fuerza prictica que, de alguna manera, ha de ser texterna, Por eso tostiene Debord en La soiad del ecto {que ela consttuciin misma y la eomunicacin [de la teoria practical no puede ya efectuarse sin una price rguranoy (esis 203),0 que dla existenca de lo tedrico no es nada en sf misma yno debe ser conocida mis que a través de la acciin histci- a» (@sis 209), Sin embargo, a continuacién identifica esta accién histdrica con el dee, con la reformulacion actual del ppensamiento de Marx o con las decisiones y vicisitudes de la Internacional Situacionista (al y como sucede en el texto de TX pe 9A IS, Xi p64 >. Vaneigem «Tener por objetivo la realidad prictica», que apa. rece en el mimero onee de la revista, o bien en la rubica «La prictica de la teorian, de los alimeros once y doce), 1a afirmacién de la naturaleza prictica de la teoria situa ionista se halla en franco contraste con la aflemacidn de la nnaturaleza tedrica de algunas iniciatvas pricticas fundamen. tales, como son la Primera Internacional y el sve, considera das «una exigencia de la teoria que no habia sido formalada tedricamentes (tesis 90). En el dmbito de dicha exigencia hhabria probablemente que situar, segtn los situacionistas, a la propia IS, ya que en el fondo ellos no piensan «haber inven- tado ideas extrordinatias en la cultura modemna, sino mis bien haber comenzado a hacer ver to extradrdinario de su ‘nadan de manera organizada y coherente”. De esta forma, e! ciculo se ciesri: st empiezan por afirmar la naturaleca précti- a de la actividad teériea, terminan sosteniondo la naturaleza tedrica de la actividad prictica, Sin embargo, en el fondo, por actividad pricticar no entienden otra cosa que el aspecto ccolectivo y organizado de su actividad tedrica, en la cual pre- tenden resolver la historia. El equivoco de fonda implicito en | oposicion teoria-préctica no ha sido en absoluro aclarado; cl area limitada del citculo de la evhernca situacionista, que en sus intenciones deberia contener ~aunque fuera sélo poten cialmente- todo el proceso revolucionario actual, esta en tea- lidad privada de dimensién. Bl efrculo se presenta entonces ‘como un punto y este punto es la IS: detentadora y monopo- lizadora de una corte trea unfcada que se dirige en solitatio al encuentro de la prisica seeial rnifcadas", Esta dima no WERT 100, Debord, po, par. 21, 8 puede realizarse mis que por el proletariado en el momento fen que éste disuelva todas las clases, «devolviendo todo el poder 2 la forma desalienante de la democracia realizada, el ‘Consejo, en el cual la teorfa prictica se controls a si misma y ‘ye su propia accién»", Sin embargo, semejante solucién se & se descubrin en nvestrs posiciones redrieas y pricticas el poder revolucionstio, el poder sin mediaciones, el poder que Comtiene la accidn directa de todos. La imagen-piloto seria I columna Durrut, que atravesaba ciudades y pueblos iquidan- do los elementos burgueses y dejando a los trabajadores la tarea de onganizarsen!” Emexgen aqut claramente las caracte risticas Fundameneales del exeandalo situacionist:€ teen tomar el poder pasa desteuitlo, propagando sical le Sat sspears dos aspectos parccen indisolublemente unidos. En primer lugar, la aecidn no ha de ser un simple pretexto para hacer publicidad de la teorla revolucionata, sino que tiene una Gimensién ejemplar propia consistente ea la auto-abolicién Gel poder; en segundo lagae, el reconocimiento y la apropia: clon de la teria extca en su eotalidad por parte de todos los otganizadotes del escindalo es una eondicién indispensable de su valdez El movimiento estudiantil de Estrasburgo La importancia que para la IS tienen estos dos elementos apenas mencionados se pone de manifiesto en el ndndao de Exirarburgo del otoao de 1966, organizado pot la propia IS ‘con la colaboracién de estudiantes de la universidad local y ‘que constituye la primera manifestacién curopea de la revuclea estudiantil. El origen del eseéndalo esti en Ia elec: cin para la asociacién estudiandl loeal (AFGES) de un grupo de estudiantes de orientacidn wextremista», los cuales, 4 través de amigos que estaban al tanto de los postulados situacionistas, tomaron contacto con la IS en el verino de 1966 llevados por el deseo de encontrae una expresion cohe- rente pata sus intenciones negidoras. La IS les aconsejé la redaccion y la publicacién de un texto de critica general del movimiento estudiantit y de Ia sociedad, conscjo que cllos aceptaron. Asi, tras una breve reflexién terminaron pot encargar al situscionista Mustapha Khayati la redaccién del texto, que levaria por titulo De la mriseria eno! medio esudiansil ‘onsiderada on sus ashectos econimic, poltca, prcvligc, sexual y cspucalmente intelectual, y de algunas medias para remediarta, Ura vex discutido y aprobado por todos, el texto se publicé a cargo de la AFGES y fue distrbuido al comienzo del nuevo aio académico. Se puede decir que De ft miteria.. es un compendio particularmente efiexz de a teorla extica sitaa- cionista, Articulado en tres partes dedicadas, respeetivamente, ala condicién estudiantil, a la revuelta de Ia juventud y a la revolucién proletara, el texto vuelve a exponer los argumentos ‘de la IS con una perentoriedad y un rigor ejemplares. En el momento de su publicacién, la oficina directiva de ht AFGES ‘anunciaba que su inico programa eonsistia en la propia auto- disolucién inmediata, al tiempo que convocaba una asamblea general para votarla, Sin embargo, lo cierto es que de los dos aspectos genera: les del escindalo situacionista, la autodisolucidn del poder y 1a apropiacién de la teoria critica el segundo estaba ausente ya desde el principio. La escasa homogeneidad y las insufi Ciencias del grupo estudiantil de Estrasburgo confertan a los situacionistas, por un lado, smn pape! dirigems, al tiempo que los impelian a distingrirse netamente de los. estudiantes. us » - Semejante situacién ao podia sino gencrar malentendidos y hostlidades secretas: los estudiantes soportaban mal Ia condi cidn de ser wsimpatizantes de la IS» antes que «sitsacionistasy de pleno derecho y esa discriminacién er una fuente de malestar entre los mismos situacionistas presentes en Estrasburgo. Esc fue el motivo por el que, en encto de 1967, incluso antes de que concluyera el escindalo universiavi, 86 legara a ruprura entre la TS y eres de los cuatro de los stua- cionistas presentes en Estrasburgo: Théo Frey, Jean Garnaule y Herbert Holl Estos, con el apoyo de una parte de los esta dliantes, comenzaton entonces una violenta polémica contra Ia IS, a la que acusaban de querer establecer, mediante una prictica secretamente bolchevique, una jerarquia oculta entre sus propios miembros. La oficina de la AGES rechazaba ahora cualquier relacin ulterior con la TS, ya que «cuando los, pportadores de la teoria, buscando su realizacién, fandamen- tan en el dirao la comunicacién de dieha teoria alas fuerzas {que estan animadas por esa buisqueda en la price, los porta ores de la teoria no pueden realizar més que sus propias eliciencias, atayéadose el desprecio de aquellos que han sabido reconocerlos»™. En efecto, el comportamiento de la IS de cara alos estudiantes no fue ajeno a un faci oven: rado a instrumentalizar sus acciones en provecho de la orga- aizacién situacionista, Se abria de esta manera el problema de las relaciones entre la IS y aquellos individuos © grupos que, aun haciendo suya la tesis de la revolucién consejista, careciaa de un grado de preparacidn que se adecuama al nivel exigido por los situacionistas. 12S, Ocala Vow tar dene? Vows me fre as ens 116 ‘Uno tras otto, Garnault, Holl, Edith y Théo Frey expresa- ron su clamorosa disidencia en cl texto «El tinico y su propie- dad» que, ditigido contra Debord y la IS, se detiene ea dos cuestiones especificas: la cxtica de la vanguatdia y la relacién entre teori y prictia, Sin embargo, lo cierto es que el texto en cuestién tampoco aporta ninguna contribucién relevante cen relacin con ninguno de los dos problemas arriba mencio- ‘ados, Por un lado, su rechazo de la vanguardia es meramente superficial y no va a la aiz del fenémeno artistico ni del poli- tico y, por o:ro lado, en lo que respecta a la discusi6n sobre tworfa y prictica si bien el texto acierta al poner de relieve que cl concepto situacionista de coherencia no es dialéetico (sino que deriva de la logica formal porque se basa en el «aupurio deseneamado de una adecuacién inmediata entre la teoria y la prictica»), no deduce de esta observacidn otra consecueacia que la referencia general a «una organizaciéa tevolucionaria capaz de actuar en el mundo a gran escalav. De esta forma le dejaron a in IS el contraataque servido en bandeja, ya que les basté simplemente con sefiaar la inoportunidad de su preten- si6n de identificarse con semejante onganizacién"”, Fn realidad, eltexto de Gamault y compaiia constituye el ej de los limi tes de a IS: en el fondo unos y otros se lanzan las mismnas acu saciones y con cl mismo lenguaje. Es probable que la Perplejdad que toda esta polémica suseité en algunos simpatic ‘antes no derivase tanto ~como sostuvo la IS- del caricter sti Vial, directo y brutal» de los hechos (obre los cuales se podia haber estado mal informado), sino mis bien de la manifesta én repentina de resentimientos ¥ de antipatias recfprocas, asi 129.15, Sp 68 como de la violencia gramnita, mezquina y chismosa a Ia que recurrieron las dos partes”. La consecuencia mis profunda dle esta escisiin fue que las #sioner que el grupo situacionista se hacia respecto de si mismo comenzason a desvanecerse: el pro fando malertor que regia las telaciones entre situacionistas (y ue, como ya decizmos en otro lugar, provenia de un sectaris- smo de origen artstco) sparecia ahora a la luz del di, sin que pot otra parte se hubiera logrado identificar una perspectiva pera su superacién. Es mis, los mismos que reprochaban a la TSel seratan slo un grupo de teéricos tendian a despachar su propia subjetivided presentindola pura y simplemente como tun dato nvcinionario« prioti absoluto e indiscutible. ‘Transparencia y coherencia Se dirfa que fueron Vaneigem y Debord quienes tomaron ‘una mayor conciencia de este malestar. Ambos trataron repeti- ‘éamente de extraer un lecci6n te6rica de la amarga experiencia de Ia ruprurs; el primero, planteando la instauracién de una ‘especie de fransparecia alwolia de relaciones, mientras que en el ‘caso de Debord el aprendizaje pass mas bien por Ia propuesta de una relacfn hitrce directamente conectada con cl proyecto revolucionario. Vaneigem, en su atticulo de 1967 titulado «Tener por objetivo la verdad priictiew, despues de subrayar el caricrer estratégico de la expulsion y de la ruptura (as cuales TRO. Toy estraurgucses produjeron decenas de cicuces lenat de inj- ties y de revelaciones escandaosas; la IS, por su ptt, ol texto Ata Tres pone ne «no nacen del gusto por la pureza, sino de un simple reflejo de autodefenses) y was identificar wel inion limite de la participa cidn democriticu» en la organizacién revolucionssia wen cl reconocimiento y en laauto-apropiacién por parte de todos sus ‘miembros de la coherencia de su critica>", se detiene en ut setie de razonamientos que constituyen una especie de autocrt tica limitada, Asi, arma que es necesatio eno dar nunca nues- tra coherencia por adquisiday; realizar una unidad orginica y no tictice con los simpatizantes; negar a la IS un valor absoluto, ‘no reconociendo en su «preeminencia momentinea... nada ms que una feliz desgraciay; y, sobre todo, «no equivocatnos acerca de nosotros mismom», Pata Vaneigem la mejor manesa de obtener tales resultados consiste en «no disimular nada a propdsito de nucstras experienciasy establecer, por medio de la difusion de nuestros métodos, de nucstras tesis eriticas y de nuestros procedimientos de agitacin, la mayor transpatea- cia posible en cuanto a la realidad del proyecto colectivo de liberacién de la vida cotidianay, Por lo tanto, en st opiniéa no Jnay que ocular ls propias insuficiencias dentro de uno mismo como hacen Garault v sus amigos-, sino superatla a través de Ia conciencia que se tiene de ellas y de su comunieacidn, Solo de esta manera podrin las insaficiencias de eada uno adquirir la dimensién hidica que poscen, por ejemplo, en el falanstetio de Fourier, en vez de degencrat en el tipico resent ‘miento de la minoria oprimida que reclamna, ven nombre mismo de Ia superioridad que concede a los dems dada su Propia insuficiencia, una democracia de la impotencia en la que afismatia claramente su propio dominion. BLISXL pS 19 El texto de Debord tiulado «La cuestion de la organiza cidin para la IS» (abril de 1968) se plantea estos mismos pro- blemas y revela de forma andloga un moderado redimensio- rnamiento de las ambiciones de la IS. Asi, tras afirmar que no cs en absoluto la intenci6n de la IS el apropiarse del movie imiento revolucionatio y que, es mis, su destino no es otro ‘que la disolucién ea la sociedad revolucionaria, Debord afit- ima que la IS no ha sido jamés considerada por parte de sus miembros como un fin, sino womo un momento de una acti- vidad histéricay*. Asimismo, afirma que la coherencia situa- cionista no cs otra cosa que ola relacion, tendente a la coherencia, de todas nuestras tesis formuladas, la relacién centre elas y nuestra acciéa y también nuestra solidaridad por las euestiones (muchas, pero no todas) en las que alguno de nosotros dehe comprometer la responsabilidad de los demiis» yy en fin, que wa buena condueta revolucionarioy 0 es una ‘consecuencia necesaria de la adquisicin de las bases tedricas. [Ante Ia acusacién lanzada por los de Estrasburgo a proposi- to de la existencia de relaciones cripto-jerirquicas en el sen0 de la IS, la opinidn de Debord es articulaca. Ast, por un lado postula Ia necesidad de una «participacién igualitaria en el ‘conjunto de una prictica comin que al tiempo que revela los efectos oftezca los remedios», mientras que pot otro lado sostiene que tal cosa no implica en absoluco la existencia (0 mucho menos el seconocimiento) de una pareja excelencia de todos frente todas las euestiones u operaciones»; ¢s mis, una e las condiciones fundamentales para ingresar en la IS ~con- dicién que a Debord le parece que ha venido descuidéndose- 132.15, XML p12 10 3 la demostraciin de capacidades reales. Finalmente, sobre el problema de fondo del caricter de las relaciones que deben. arse entre los situacionistas, escribe Debord: «A diferencia, de los habitos de los excluidos que, en 1966, pretendian sleanzar en la IS ~de Forma no activ peta de la transparencia yla amistad (a quicn pusiera reparos, ‘2 sa compaiia lo venian a considerar poco menos que un ‘obsticulo), al tiempo que alimentabaa en seezeto los celos mis idiotas, mentiras dignas de un colegio de prvulos y unos complots tanto més ignominiosos cuanto que irracionales, ‘nosotros no podemos admitir en nuestro grupo mis que rela iones historias (una confianza eritiea, el eonocimiento de las posibilidades o de los limites de eada unc), pero sobre la base de la lealtad fundamental que exige el proyecto revolu cionario que lleva definiéndose desde hace mis de un siglo». Tas soluciones de Vaneigem y Debord, cson divergentes © convergentes? Si bien es cierto que a primera vista podria, parecer que esa transparencia total que Vancigem quiere extender a todos los aspectos de Ia vida va en direccién ‘opuesta al caricter histérico de las relaciones defendido por Debord, a a lagga ambas perspectivas podrian complemen tarse mutuamente en la medida en que la viea eotidiana, una ver liberada del limbo de la privacion, pasara a ser considera: da en tanto que echo bist y, como tal, objeto de-una con sideracidn revolueionaria concrera. Sin embargo, Io cierto e8 que para que esta relacién de complementariedad se diera cfectivamente, se precisaba la adquisicion de una aatonomia y de un eguilibris psiquico a euya consecucisn los situacionistas ‘no comibayeron en nada. La subjetividad artstica, que la IS reivindicaba en tanto que fuerza cumplidamente revoluciona- fia, e5, precissmente por su pretensidin de tomar posesion, 1 Jnmediata de la totalided, la menos apta para el reconocimien- to de los propios limites y carencias. Por tal motivo, st pre- tens de transparencia absoluta la condena a oscilar entre rmisezables soledades que se pretenden espléndidas y trifulcas de jardin de infuncia que sienen el descaro de hacerse pasar por luchas revolucionarias!, Por otra parte, la referencia clzecta y continua ala perspectiva histéria del proyecto revo- lucionasio s6lo protege de los delirios del egocencrismo en la ‘medida en que logre librarse de una vez por todas de los ropa- jes de una amisiin histérica» txascendente que prescinde de los aspectos concretos y cualitativos del individu, y sea eapaz de relacionarse con una totalidad social disléctica que es incomparablemente mas amplia que el grupo y sus miembros. Elretomo de la revolucién social La subjetividad radial, el grupo yl eseandalo no son, sin ‘embargo, realizaciones completamente autosuficientes sino «que, por el contrat, deben considerarse en todo momento inculacas con el proyecto dela rewluiin saat Ya deste sus inicis fa TS deja caro que sus Unicas esperanzas pasan por lt abolicia del ozden social dominante-™ A pesar de ello, a pro~ blemitica en tomo a la revolucion no comienza « formularse dlirectamente por los stwacionistas hasta el sexto niimero de la 13S, Sobre la degeneracin de una pare del yc en nibisoo suid, ver editor de wQuelqaesréesions sur. la miste en malin sev Uounsigo», ICD, ms 110-111, ectabrenoviembge de 1971. 134.5, 3 ¥ revista (1961). En los aiios sucesivos esta cuestidn erece en importancia hasta llegar a convertise, entre los aiios 1967 y 1969, en el interés principal de la IS. El punto de partda es la constatacién del fracaso del proyecto revolucionario inaugura- do en la primeta mitad del siglo x1X por cl proletariado occi- dental la degeneraciGn de la revolucién musa en un eapitaismo burocritico de Estado, la aniquiiaeién del movimiento esparta uista y ln derrota de la revolucién proietara espafiola hablan mareado cl final de muchas ilusiones. El bolehevismo, la social democracy el anarquismo acabaron demostrandlo Su natues- Jeza meramente ideoligiza, sustancialmente solidaria al mundo bburgués de la separacin y de la explotacion, Asi las cosas, la Sinica herencia valida del viejo movimiento revolueionario hay. aque buscarla en el proyecto de los Consgas Olver un proyecto ne, sin embargo, no debe leerse en clave de wverdad abstracta del pasado», sino que ha de ser repensado a la luz de la nueva realidad historica: «la revolucién la de ser seinventada»™, pues fo €s del pasado de donde extraeri su poesia, sino sélo del foruro, Sila revolucion tiene alguna posibilidad, és pasa por _sussn SA Tes de pte ee jar paso a una revolucién permanente generalizada a todos los aspectos de la existenci: las vies nociones de pobreza y quem, fundamentadas exclusivamente en el proceso econ6 mico, deberén susttuirse por un concept muevo que haga referencia ala plenitud y a la satisfaccidn del desco. Las ene ™ as de la duewt revoluciOn provieneh del rechazo del aburti- mento y de Ia insignificancia en que la inmensa mayoria de la gente se ve obligada 2 vivie TRV ry ‘Ya desde una fecha tan temprana como 1961 los situacio nists disciemen las primeros signos que anuncian ese vasto movimiento de comtestacién total que algunos afos después iba a sobrecoger alas sociedades industiles mas desarrollacas, sig nos que ellos interpretan conforme a as exigencias mas radica- les. Tras décadas de humanismo eiustracion pseudo-revolucio- ‘atios, los stuacioniseasser’an los primeros en situa causa de Ia cevolucin social nica y exclusivamente en ln experiencia vivida, en la dimensida conereta de la vida prolearia. Sin cabargo, lo cento esque su clatividencia hiséxeay su intucion revolucionari no les Hlbra de exer en un ervor de fondo euyas conseeuencias no tardaan en aparecer: la sobreestimacién que hacen de la subjevided consciente--en la que me he detenido ya bastante—los leva a ignorsr, no ya los procesos dela necesi= “ad econémica (alos que l contraio, en algunos casos, para déjcamente, conceden demasiada importancia), sino Jase _necesidad priquica. La pregunta de por qué la mayor parte de “Jos aealariados, en medio del malesary del abussimiento de esa vida cotdiana que estin obligados a vivir, no adquieren una plena concicncia cevolucionasia —e incluso en ocasiones se sdicren a onginizaciones,iniciativas y esos de vida conteatios 4 sus intereses~ queda sicmpre pendiente. Critica del militantismo El interés de los situacionistas se detiene sobre todo en analizar las relaciones internas entre los miembros de la nueva organizacién revolucionaria y las relaciones entre ésta y la sociedad burguesa. A diferencia de los viejos grapos politicos, que pedian 2 sus milicantes especializacién, abnegacion y a4 ' itch smd pnd ancl Deiat de-msero cabal de n-aeneen, poled tla nn pcs rede Sep ened ts uct dt loo wh gr ipichnlteniprainte lh cer jmccen i tant, en ese ines individual se dentbcard co cl nts peniveSe-ohmoenecoly bac ds eosin i sieedrie cara red duals at Rass foucho tne intansigens pica ansque no raquo Pratelemcorciaiesal bodolovetaoabantianeeds Inrevis la I propone el adm-den, ce dec, exenale esta prion decehnmn y dengue ancien pment. fase ents su expisia de urna Slate todos los aspects de aida soca™ Un primera tustacion Raosen concept ees apote esac adn entae insect seen ried stoedncdvaiictdemae if sesh optmanc ponte oats no be i sanity nuisance reenter ikon calla som le cri ques er ronnie Spalecisl lial Seo aronces on calm, sin neignncl¢n, por meio de une expe EYEE pee cuca lence pecicnae vical deren inelgencs, modifica, comegs, sompromites, devia, _somonpes sionr, devaber St, a debaiva S See ae aguas ae podem lr cee “De El wineciane ex Sencalmenie un ama con la que Gaeta elena en que +€ encuenem el ndviduo os oc 136.25, pT BTS, Vill. 4. nizacién sevolucionaria cuando se ven obligados a escoger tre dey pola, entee una acid directa y auténtca desti- ‘nada irremediablemente « la dersotn y una accién indirecta © inauténtica em la que el objeto de desco slo se obtene a precio éel compromiso . Este dilema ha sido como tal predispuesto por la sociedad burguesa misma, la cual pretende de esta ‘manera controlar ambas altemativas: si el vechazo_ frontal lleva al aslamienro psiquico, a reclusin en el émbito de la rmoraidad o incluso al sslamiento figco (pobreza, persecu- ‘ién, psi), la acepracién implica inmediatamente el ingreso cn el mundo del engaii, de la explosacién y de la ideologia, El alire-dsio, que precisamente se propone como un meca- sismo de soperacién eonjunta taco dela za como de la po: ‘ea, presapone por elo y ante todo la ruptura de la cadena de asociaciones enistente y su sustituida por otra de nuevo cuit, ane la cual el poder queda completamente desotienta- do, No estamos hablando aqui de un medio neuro, suscepti- ble de ser zecuperado 4 su vez por el poder, el abraeni, en tanto que eambio radical del estado de cosas, slo esti al aleance de aquellos que rechazat los pseados-valores burgueses yy se proponen colmar los verdaderos valores vitales. En otras palabras, no hay que idemtificarse nunca con un papel ya pre lado, pues en tal caso rodas las hipotesisestin provistas de zatemano, incluida Is del echazo moral de dicho papel; antes alcontrario,se tata de crear una stuacién nueva euyostérminos ‘escapen al poder: «El desprecio y el deseonocimiento de com- ‘esto establecido por el poder jerizquicon, escribe Vaneigem, eno conduce mis que a reforzar dicho contexto»™, en It Biapo 12 medida en que puede ser fécilmente reprimido. Lejos de ello, Ja revueka debe conocer todos los obsticulos y ar con una tfctica que tenga en cucnia la fuersa del adversatio y de sis medio de recuperaciéno, Vaneigem dediearé incluso las thi mas paginas de su Trafada.. 2 este razonamiento: «La mejor tictica, nos diee, «coincide plenamente con el eileulo hedo- rista... El mero hecho de i aprendiendo en la vida cotidiana cudles son ls cosas que nos matan y cues ls que os forta- lecen como individuos libres nos bard mezecedores en poco riempo del titulo de téeticos». La eeetica» de la que él habla 1 €s, por lo tanto, la razsin asta, sino que precisamente con siste ea l abolicién de la distinci6a entre medios y ines: es la “Recién que tiene su propio sentido y que halla su propia satis- faccidn en si misma, pero que sin embargo no es ciegs en cuanto a sus efectos y sus consecuencizs, Vaneigem describe nS comouaa federacion de ticticos de a vida coridiana. «El plano inclinado de la revoluci6n se guarda tanto dea con- 4uista parcial como del ataque triunfals¢l dts es precisa. mente la invencion de un «so superior mediante el eval la ubjetividad manipulard a favor suyow quello que ha s “_ptedispuesto para aniquilarla ‘Nuevas estrategias El desarrollo del concepto de devo para dar lugar a nuevas Jfermas de acon contra la pablicay of art lo Mevaté a cabo René ‘Vienet, que propone completar la expresién de la contesta- 139, Vancigeny #2, p.274, I on ida sinuacionista valiéndose de medios mis modemos que la prensa, como son las foronovelas, los cémics, la radio y el cine. Las consideraciones que hace sobre este sltimo se anto- jan particularmente importantes. Vienet sechaza el elemento attistco en el cine: en su emplco revolucionatio, e cine puede pprestarse particularmente bien «al estudio del presente como problema histéricon; de hecho, el complicado proceso de mediacidn que cl cine requiere puede considerarse como el descubrimiento y la demosteacién visual de la naturaleza ‘medidtica de la realidad social misma". Esta habilidad pata volver « favor de uno las situaciones dificiles y crear nuevas formas de accidn ha sido reprochada a Ja TS coma mero sriayfliomo, €s decic, como una tendencia, a minusvalorar los obstacolos y las dificultades efectivas que hha de enfrentar I revolucién. fn realidad, sin embargo, dicha tendencia desempeda una funcién primordial, al liberar ener- fas preciosas a partir la impotencia y la desesperacién. El peligro es més bien oto y tiene que ver con la dificultad de mantener una transparencia exclusivamente circunscrita al grupo e impedie al mismo tiempo que éste degenere en sect. Ewin desvio, cuando se emplea para defender una propiedad, eno degenera a su vez en astucia politica que extiende su ambi- to de accién también ~F sobre todo~ al interior del grupo en las relaciones entxe sus miembros? En fin, las relaciones que se establecen entre los integrantes de una organizacién tevo~ Jucionaria, zdeben acaso por definiciGn ser cualitativamente distintas de las que se establecen entze ellos mismos y el exte: rior? ZNo se corre entonces el riesgo de superponer a las rela TOTS MH p38 18 ciones concretas un fundamento teirieo y abstracto que se wvelve spidamente idealéyico? La revuelta de la juventud Ea los aos comprenios ent 1965 y 1968 estos pro bien se attoien aun prtasros. Po etones la pres capaci de nS er dete ua ne rl tal 9 6 mero ideal que et por rena no, por deco con pales de Marcy Engels ovimintn el que disue on el presents ea de cons De ete nei dean ‘Aumerosos andlis binénieu que pueden ordenarse en tres fon dts ooo de exe ead ® signee estegoi: It asipaone nonce pis wed uso revoluctonars eps dos paises subdesarrollados y las auténticas manifestaciones de la an . En el primer grupo, se inclaye la remeia de 4a jaenixé, acicipo de una subversion mis vasta que cs 90 abstante ineapaz de aleanzar por si sola la coherenciay la onganizacin de la teoria ries, azén por la cual degenera en rechazo nihilista, De manera similat la delinewencia de los lewsons noirs, que desprecia el teabajo pero acepta las metcan- clas, tiendea recaer enel peor de los conformismos, precsa- mente por el earicter absiracto de su rechazo, Por ulamo, los Provos, que representan la primera exptesida politica de lt sontestacién juvenl,terminan defendiendo un reformismo de Ia vida cotidiana que, al optar por lo fragmentario, acepta 1a totalidad del sistema eapialisa 1 La revuelta negra de Wates En la eategoria de las antieipaciones los stuacionistas ul ccan asimismo la revuelta negra de Watts, que tuvo lugar entre e113 yel 16 de agosto de 1965. Ante ella, afitman, la tarea no consiste tanto en dar la ran a los insurgentes como en «cons teibuir a davfer @ ellos sus propias rezone, explicar teéricamente esa verdad cuya biisqueda se exptesa en esta ocasién por medio de la accién pricticas.™’ La revuelta de Watts es 2 ojos de la IS una revuelta contra la mescancia, el especticulo y la sociedad estadounidense de la abundancia que impone, mediante eapejismos de riqueza inalcanzables, el trabajo pro~ letario, la frastracién social y la segregacidn de por vida en los _guetos. Los saqueos e incendios que caracterizaron la revuel- ta no deben entenderse, segin los situacionistas, como sim= ples apropiaciones y venganzas contra objetos deseados, sino ante todo como techazo de los mismos y como un esfueczo por avanzar en aras de una sedefinicion de todas las necesida- des humanas en el sentido més general. elina revuelta contra el especticulo», escriben, «se sitia al nivel de la totalidad ya {que aunque no se produjese mis que cn el esttieto distro de Watts~ se trata de una protesta del hombre contra la vida inhumana, posque parte del individuo real aisade y porque la comunidad, de la que el individuo rebelde es separado, es la erdadera natwraeya social del hombre, Ia naturaleza humans, cs decir, la superaciéa definitiva del especticulo"®. Por esa azn el nacionalismo negro, separatista 0 pro-afticano, que Ta Xp 3. 192, Ibid p11 10 consituye la referencia teérca de la revuelta de Watts, esl ‘a del todo inadecundo para expresala, Lejos de ser un resi- duo arcaico de la sociedad exadounidense, el racime inseparable del eapitalismo industrial, que asa vee esté obli- alo, por lt propia exigencia fundamental de comprar fueeza de trabajo, a mantener a amplios grupos sociales en una posi- cién jericquicamente inferior, aunque esto es algo que tampo- co puede decarar abierament, bain Critica de la ideologia tercermundista 1La primera ocasion que aproveehs la IS para denunciar las Atsiones revladonariasalimentadas por el texcer mundo provi ‘n0 del golpe de estado militar que lev6 al poder a Boumedien 0.1965, En un maaifiesto titulado «Declaaciones a los revo- Iucionatios de Argelia y de todos los paises, la IS, ts poner de seve que wn histori del mando modemo conan Proceso revolucionatio, si bien inconseientemente 0 con una falsa conciencia, identficaba el sentido del putic en la nece- sidad en que se encontraba el estado de liquidar definitiva mente Ia falsa autogestin que constituia el aspecto demagogico del poder de Ben Bella, En el texto «Las luchas de clases en Argetio» (que continda el anilisis anterior), los situacionistas ven en el nuevo poder de Boumedien Ia impo- Sicidn de determinados ambientes burocriticos (de militares y teendcratas) sobre otros (de politicos ysindicalistas) que eran hasta la fecha los mis influyentes, lo que no deja de confie- 1815, Xp.) 81 mar la inutilidad de los esfuerzos de todos aquellos que se ‘oponen al nuevo curso de los acontecimientos en nombre de modelos existentes de poder socialisiay, rus0 0 chino, tinica fuerza tevolucionatia presente en Angelia es el proletaria- do de las empresas parcialmente aurogestionadas o privades sa tarea histériea consiste en transformar la autogestion garanti- zada por el Estado (que al igual que ocurre en Yugoslavia se trata tan solo de un medio més sutil de control) en una auto~ gestion generalizaca que implica la destruccién del Estado y el fin de la exploracisn’ Critica del maofsmo En el anal ado a punto deexplsi de aide fac Chin as siones makes deb ees upeos Se conun con de eladhneicine ‘fina ca pari un episodio de a lucha cae don eines rr bubemci qu ban ent en confit por problemas Ge ian en ornoal contol dela economia in ese ver, Ternienco del guna rj fu usta por Mao cone fd volver as bases conn enemigos pops Sinenbango, ds esl lo media ya que uy Prom colina de eas axe don esr contol, con Ib qu lewaom al pardoy la che gene ext hasta a clin Fea bin x erect en canal ur Gio de fondo nave sobre el mani, noe ssi. Ta4 bid, pp. 22 145.15, SI, pp. 3-12 1m. Dd Resulta extrafia la consideracién que en él se hace de la lucha de clases (como el efecto de un contraste entre burdcratas, antes que como la causa fundamental de dicho eontraste). En sus magistrales articulos sobre la sociedad china de los afios 1949 a 1958", Pierre Brune (seudénimo de Pierre Sousst) habia demostrado emo la lucha de clase de los campesinos y ‘obreros conte el partido era el motor del devenir de la socie- dad china y como eada iniciativa burocritica podia entenderse cen tkima instancia como una react del régimen ante una ‘oposicién proletaria que, al ser subterrinea y carecer de mani- festaciones pablicas, era también infatigable, Las luchas de liberacién nacional El texto «Dos guetras locales» examina conjuntamente la guerra de Vietnam y la arabe-isrueli de 1967, La conclusin es que ninguna de las dos presenta aspectos verdadleramente tevo- lucionarios. Es mis, al garantizar a adhesin, nunea antes obte- Aida, de Ia masa campesina a la burocracia vietcong en el primer «280, y de los palestinos al nacionalismo deabe en el seyundl, su efecto no es otro que el de congelar ol proceso de la revolucién social: «La eritica revolucionariay,afiema la 15, dhunde sus races te. Por eso no puede, en ningin caso, aplaudi a un Ftade belige- ante ai apoyar la burocracia de un Estado explotador en for- U6. P. Brune, ela lite de classe en Chine buteaueratques, Seite Barta, nim. 24 y sla Chine a Mheare de la perfection traliaizn Scialime om Barba, nin, 2, 13 a a r—t————™ macién. Antes que ninguna otra cosa, la critica revolucionaria ha de descubrir Ze relad de los conflcros actuals, reconduciéndo- los a su propia historia, y desenmascarar los fines no confesados ‘de las fuerzas ofialmente en luchay'”. La eausa fundamental de la continuacién de la guerra indochina esti en las exigencias det capitalismo estadounidense que, incapuz de producit un volu- men de beneficios sufieiente en casa propia, se ve obligado 2 buscarlos en el exterior, empefiéndose en una politica imperia lista, Por ott parce, el FNL xno se destaca del marco clisieo de las luchas de liberacién nacional y su programa sigue basando- se en el eompromiso de una vasta coalicidn de clases»; la opo~ sicidn de los estudiantes y radicales ameticanos a Ia puesta, a ppesar de ser potencialmente revolucionaria, a fin de cuentas ticnde a identificarse mecainicamente won los enemigos aparen= tes de sus enemigos reales», La guerra érabe-israeli, por su parte, revelé las contradicciones especificas del sionismo y de la nacién rabe: si el primeto ha demostrado inequivocamente su natura- leza burguesa, miltarista y tabinica (desmintiendo las ilusiones que la izquierda hiebrea se habia venido haciendo respecto de ‘movimiento de los kibbutz), la segunda se disolvs lteralmente, revelando el caricter ideol6gico del panasabismo nasseriano y su inconsistencia demagégica La revoluci6n en los paises subdesarrollados En su conjunto, estos andliss histiricos de los paises sub- desarrollados no pasia de ser comentarios econémio pation. ‘Aunque cotrectos, lo cierto es que no satisfacen en absoluto lu neeesidad de conocer la rida wide de las sociedades de ls que hablan, ni aportn ninguna referencia en cuanto a la Bneniin cmerta dela experiencia de los proetatios argelino, de Jos campesinos chinos 0 de los prfgos palestinos. Curiosa- ‘mente, los anlisis patecen del todo extra cade la vida cotidiana, que consticuye un “damental de la te: paradéjea dsonancia inherente ala IS~y a la que he hecho ya referencia en sepeti- das ocasiones— entre un progresismo econdmico-cieniico que atribuye una dindmica auténoma a las fuerzas product vas yun subjtivismo de tpo ardstico que se hace pasar por conciencia revolucionaria tol. De ahi que donde se da el uno no se dé el otro y vieeversa Para la IS ene tercer mundo ao existe mis que el movimiento dela economia (a excepcisa auizés del Congo). No por nada las «Contribuciones que si ven pata tectfcar la opinidn del pablico sobre la tevoluciin enlos paises subdesarrolados» (1967), de Mustapha Khayat, que retoman las tesissituacionistas sobre el tetcer mundo, que siempre antecede ala constitucién de los Consejos, un estado todavia «incipiente de todos los medios concretos, 161 bid, p18 8 enite los que hay que contar la conciencia teériea y onganiza tives, que hacen posible la sublevacién colectiva’ al tiempo que afirman que «el movimiento de las ocupaciones estavo objetivamente lo que se dice a am paso» de la formacién de un Consejo" Por otro lado, los situacionistas tampoco dudan en scritcar el movimiento de Mayo mismo" poniendo en cevidencia sus limites. No deja de ser cierto que ellos aunca se hicieron demasiadas ilusiones durante la revuelta (més bien al contrario: sus juicios y previsiones sobre el futuro de Ja misma, que no dejan de expresar incluso en los momentos de mayor entusiasmo, son excepcioaalmente Iieidos). E115 de mayo los situacionistas ven tres desarrollos posibles en orden deereciente en cuanto a su probabilidad, a saber cl agotamiento del movimiento, la represidn y Ia revolucién social", Y el 22 de mayo delinean de manera muy aguda esta perspectiva: dil gaullismo puede pactar ~eseacialmente con eLP.G, ¥ con la CGT. (esto ¢s, indirectamente)~ la desmo- vilizacién de los obreros 2 cambio de ventajas ecandmicas, reditigiendo la represién a las corrientes radicales, El poder puede pasar ala “izquierda”, la cual hari la misma politica, si bien desde una posiciin mis débil. También puede que se intente la represin con la fuerza. Al final los obreros serin capaces de tomat la iniciativa, hablando por si mismos y tomando conciencia de reivindicaciones que estén al mismo 162.15, XU p. 4 163. id, p12, 164. bid 7 165. Oceaela De £15 Paris axe mals del 8. Avs camara gue sont bets nerd oe we ses, el 15,588. 9 nivel de radiealsmo que las formas de lucha que ya han pues- to en pricticas™, Donde fallan los situacionistas no es en a constatacién de los limites de Mayo, sino en la explicacién de los mismos. Vienet distingue ante todo limites objetivos y limites subjeti vos. Entre los primeros identifica la accidn del sindiesto (que representa uno de los principales mecanismos de integracn del proletarado en el sistema de explotacién), le accidn del PCF. (que hizo cuanto puco por poner fin 4 la huelga) y la de los grupos trotskistas y maofstas (que se obstinaron en teprocucir los errores del pasado). Entre los limites subjet- vos, Vienet identifica el retaso de le conciencia hist6rico-te6 rica (condicién sine gua now dela revolucién social), que segiin limposibiité la constitucién de una organizaciéa autSnoma positiva’”. Lo que no se expliea, sin embargo, es amo es ps be que esa subjetividad proletaria que tan sadiealmente ‘expres6 a través de la huelga y las barricadas roere luego a los, bburdcraeas y no sepa expresarse coherentemente de manera corganizada. Para dar una respuesta adecuada a estos interto- gantes no basta con identificar la eausa de los limites ~como hacen Ios siruacionistas~ en los obsticulos que la pasividad ceondmica y espectacular opone a la accién de I subjetividad revolucionaria, sino que es preciso suponer Ia existencia de feras psiqicas repsivas que actiaa contra cada tentativa de iberaciGn™. Precisemente la reluetancia de los situacionis- 166. ePourle pouvoir des Conseils Ouvtiers, en apéndices Vidnet, (of 17 Vigne, hit, pp 50 y 168, Sobre este punto zeeavio al obra de Wiltelm Reich, Le pring de mata del fo, 130 | ‘a5 a tomar en consideracién los elementos prigaitar que asegu ran el predominio del pasado sobre el presente revela, una vex. mas, a naturaleza artistiea de su subjetividad; al ser é3ta, incapaz de admitir la existencia de limites intexnos a la propia, libertad, se pone coneretamente de manitiesto la dfs que Ja separa de la psique proletara del Mayor micntras que la pie meta se identifica con la conciencia y la actividad paca des pues proceder libremente a la representacién fila! de su autonoméa absoluta, la segunda es el lugar de un conilicto interno ra/ en cl que las dos partes en lucha son alternativa- mente conscientes e inconscientes, Grandeza y limites de la Internacional Sieuacionista Tico pcs eae td ea Tc ge a 8 la wipe end eb che ie lp jece eeliecoad actplers awe real Snseler pau ndetenn ereakiec eta ex eoiar tian capo mena ad Hay aleciy sik es ales 3B cet nina wy inde rachel inden irish Teena Piteina De pe eke dee Conan dee ep rlandea ‘anlage nasa TST elec, locked ae pevosue sbi ches ihn eon Rta py Sebo Elrackes fakery on eas dea ecto ak fpatecrs ctacersh an gus eS des ps Res ee dbo que parece wt una puro hinéaca, toma doe ot (Papicn chuchniane- ix ba. dewnnpatado une bein 131 de los fracasos: la teoria de los Consejos, porque se desatro- lla de manera cada vez mis separada de cualquier examen his. t6rico del movimiento real; y, en lo que respecta a la forma- cin de una organizacién consejista que pudiers prepasar eLadveniiento de los Consejos sobre las bases teéricas de la 1S, tal proyecto se revel6 muy pronto imposible, La IS siempre considers los Consejos obreros, no como ‘onganismos clegidos por asambleas de base ~como sostienen alguaos grupos consejistas-, sino como las asambleas genera. Jes mismas, que habslan de constiuizse con soberania plena cn las empresas yen los barrios, con delegados revocables en todo momento y dependientes tan s6lo de si mismos”. Vaneigem eseribe en este sentido que «fuera de la autogestidn generalizada los consejos obreros pierden todo su sentido, Hay que tratar como 2 un fururo burdersta, y por lo tanto inmediatamente como a un enemigo, 2 todo aquel que hable de los consejos en términos de consejos econdmicos 0 socia- les, a todo aquel que no los sinie en el centro de la tevolucidn de la vida cotidiana y no asuma las consecuencias précticas que de ahi se derivan»", Esta interpretacién que Vaneigem denuncia, que tiende a limitar el poder del Consejo por muy favorable que sca a su creacién, la IS la define como ideolgia consgjivtay 80s representantes son aquellos grupos que apoyan Consejos en cuyo funcionamiento pretenden intervenis como organizaciones auténomas a partir del momento mismo de su constitucién. En cambio los Consejos, segin Vancigem, deben considerase como lo que son, es decir, el punto de par” 177 Ibid, p32 178 Ibi, 75, 14 tida de la revolucién, no su destino, Oftecerin das condicio- res para una realizacién permanente de Ia subjetividad, cali zarin histéricamente lo imaginatio, prodveirin «un aumento inmediato del placer de vivioy, secin ala entrada, vvida y cons- Gente, en la totalidad>, Por si fuera poco, Vaneigem se com- place en deducir su estructura, alin sefalando que sean las “organizaciones consists revolucionarias existentes las encar- sdas de precisarla rigurosamente a partir de aqucl mismo momento. Asi, Vaneigem, de una mancra que recuerda Fourier, distingue en el mbito del Consejo cuatro secciones (de equipamicnto, de informacién, de coordinacién y de auto- dcfensa), indica las psimeras medidas revolucionasias, identifi- ea en la produccién sectores priortaios, de reconversin y pparasitarios, para rerminar proclamando el fin del trabajo wen. el placer de la Historia para sf, _gCuil es el sentido de esta aida hacia dant, de este hiper: foturismo revolucionario, tan preocupado por superar squc- Ilo que todavia no existe, que parece poner més interés en la prefiguracién de los problemas faturos (como por ejemplo, el contraste entre las organizaciones consejstasy los Conse- jos) que en la solucién de los actuales (como por ejemplo, la auseneia de Consejos Obreros en Mayo}? Para poder respon- der a esta pregunta es preciso referirnos al que fue su oto objeto de estudio, a saber: la organizacién consejista encar- gada de preparar el advenimiento de la sociedad de los Consejos. Las earacteristicas de dicha sociedad se indican ya en an texto de 1966 titulado «Definicién minima de las orga- nizaciones revolucionariasy son, entre otras, el deber de per- 179.13, pp 778 155 seguir de forma coherente la realizacién internacional del poder absoluto de los Consejos Obreros, el deber de formu lar una critica unitaria del mundo, de reconocer el peincipio.y cl fin de su programa en la descolonizaciéa total de la vida ccotidiana, de rechazat en si misma la reproduecidn de las con- diciones jerirquicas de! mundo dominante y, en fin, la virtud cde ver expliciamente en su victoria su propio final en tanto que onganizacién separsda”. Hasta aqui, la organizacién sevolucionaria parece identificarse con la propia IS, 0 mejor, coon lo que la IS querria ser: pues a pesar de haber mantenido alguna relaci6n con grupos semi-radicales espatioles que pronto terminaron™, ya pesar de ciertas expresiones de elo- gio a los Iejanos Zengakuren, lo cierto es que para los situa- ionistas iba de suyo que la IS era la tinica organizacién revolucionaria que habja en el mundo, Era evidente, sin embargo, que esta pretensién no guardaba mucha relaeién con el tamasio mindsculo de la organizacién, ni tampoco con sus exigencias cualitatvas. Este hecho hizo que Debord con siderase necesario, en el texto que dedice 4 la organizacién en abril de 1968, afirmar la exigencia de una renovacidn en el seno de la IS que la pusicta en disposicién de probar su efi- cacia en un estadio ulterior de Ia actividad revolucionetia, ‘mediante Iz patticpacién en la TS de un mayor nimero de individuos escogidos de entre todos aquellos que demostrs- sen cepacidad y predisposicién™, Podela pensarse que estas indicaciones tenfan la vista puesta en la ereacién de una avewa 180-18, XI, pp. S455. 18118, X, pp. 27-32, 182.18, MT, pp. L213, 154 onganizacién revolucionatia constmuida a partir del creci siento de la IS, Sin embargo, en agosto de 1969 Debord mismo se encargaba, mediante una nota adjunta, de excluie indiectamente esta interpretacin, al limita el aleance y el sentido de la ampliaciéin de la IS a que simplemente se hicie- aun mejor uso del crtero de cleccién en la admin de ne- vvos miembros. Y por si fuera poco, René Riesel afadia nuevas determinaciones al concepto de organizacién revolu- cionara consejista que excluian definitivamente toda posible identifcaciSn coa la IS (para sr tal, la organizacion eonsejis- ta debia esa compuesta en sus dos terceras partes ~como :inimo~ por obreros «coavertdos en dialécricos»y, aunque tampoco se exeluian o separaban otras entegorias de aalsia- dos, s{se debia limitar al maximo el admero de incelectua- les"), Por lo dems, Riesel también atribuye ala organizacin consejista carscteristieas propias de la IS: a eleceién de sus miembros (al contrario que los Consejos, abiertos a todos los aque deseen entre) yl igualdad rad de todos en las decisiones yen las ejecuciones (que, a diferencia de la igualdad formal de Jos Consejos, se presta ala justificacidin de jerarqutas ocultas) La dificuliad que encontzaron los siuacionistas a la hora de da con una solucién estable a este problema detva, caso esti, de la inpasbilidad de sila lo getvidad ata inp cita en la IS en tanto que seeta que encara la totalidad~ con dl proyecto dela omaniacn onsista, cava préetica (como el pro pio Vaneigem reconoes) debe contener desde el primer momento la experiencia de la democracia direct 183. hid, p 73. 184, bid, p. 77 le La onganizacidn consejsta tampoco puede nacer, segiia la JS, de una fusién 0 colaboraciéin con ottos erupos ,auchiter ya ‘existentes que defienden asimismo la ereacién de los conse- jos. El Movimiento 22 de marzo fue una reagrupacién eclée- tico-espectacular de individuos que confiaban en «la accin w» con la ilusoria conviecidn de superar la imposibilidad de ponerse de acuerdo” en un solo punto teéirica; los dife- tentes partidarios del espontanciona subvananpuite, que confan- dian organizacién con bolchevismo, tampoco tuvieron nada que ver con la IS; Révolution Internationale y algkin que otro grupo similar no serian mis que versiones eriptoburocriticas de la teoria de los consejos; por altimo, Informations Corréspondance Ouvriéres, al afirmar que wlos consejos son ln transformacién de comités de lucha bajo la influencia de la situaciGn misma y en respuesta a las necesidades propias de Ja lucha» hacia suya una posicién mecénico-contemplativa ‘que prescinde completamente del desarrollo tanto de la con- encia como de la teoria. Por lo tanto, pata la IS después de Mayo del 68 no existe organizacién consejsta alguna que sea coherente y dina de ser tomada en coasideracién, ‘La huida hacia detante, el hipetfuturismo tedrico, desem- pefa la funcién de ocultar esta paradjiea conclusién, a saber: que la IS sitéa el problema de la onganizacién en ef nat, al tiempo que considera que va se dan las condiciones historicas suficientes para plantearlo. La IS se ve obligada a replegarse sobre si misma, a eafirmar su propia valia watando de poner cn funcionamiento efimeras secciones nacionales ~que repro- ducen como carieaturas todos sus defectos-, al tiempo que 185. Vides oa pp. 37-38, ! declara Ia necesidad histériea de su propia superacién. Los situacionistas se encuentran asf encerrados en un cieculo vicioso: la ineapacidad de promover de manera conereta la formacion de una organizacién consejista los zeconduce al punto de partida, del que en realidad nunca se movieron, cs decir, a la pura subjetvidad artstica no superada, a la pasesin sutaria y exclusiva de la totalided ideal. Y en, sentido contracio, xodas estas caracteristicas los vuelven incapaces de colaborar ena formacién de una organizaciin consejista. La imposibi- lidad de teconocer este circulo real, unida a las mas ardientes supetaciones imaginarias, acebarin provocando obviamente Ja explosidn y cl consiguiente final de la. Internacional Situacionista. ¥ sin embargo, ese final tan poco glorios no debe hacernos olvidar que los situacionistas siguen siendo un punto de referencia obligado para la perspectiva revolueio- naria contemporiinea, 8 19 EPILOGO REFLEXIONES Y RECUERDOS A LA DERIVA SOBRE LOS SITUACIONISTAS Amarga vitor de errakicwe EI primer otimero de la revista. Intmacion publieado en comienza con un articulo titulado «Amarga victoria del sustealismos. Yo conoc! a los sitaacionistas muchos ais de: s,en 1966, y el eamino que me conduyjo a ellos pass por el surrealismo. Este es un hecho que ahora me parece la clave para comprender la mencilidad y el modo de actuar sobre todo de Debord. Es como si Debord hubiese mantenido con respecto a Breton una rclacion de rvalidad mimética, A mex cdo me pregunto por qué los siruacionistas no lograron desemps ‘ar en la cultura de las ikimas décadas del siglo veinte un papel ‘comparable al que desempeaaron los survealistas en los afis que precedieron a lt Segunda Guerra Mundial. Es certo que Debord ppas6 la mayor parte de su vida en estado de intoxicacién y no pudo dar lo mejor de sf mismo, como si hizo Breton; y que la Calidad y el niimero de personas que Breton supo comprometer directa 0 indirectamente en su empresa n0 son ni de lejos com parables con el entomno situaeionists y pac-staacionista, Y sin embargo en 1966, cuando eonoet directamente al ‘movimiento surrealist —en Cerisy-La-Salle, con ocasién de uno de los eventos que organizaba cada diez afios aquel famoso ‘Centro Cultural Internacional, estaba claro que la antorcha de In revolucion habia pasado a manos de los situacionistas. Ea Cerisy se eclebraba un evento muy importante en la historia del ‘movimiento surrealist algo asi como su solemnizacion aeadé- ‘mica y su entrada en el eanon de la cultura plenamente lepitima- dla, En é participaton activamente muchos miembros del grupo surrealista (aungue a0 Breton), asi como eminentes estudiosos 1 flbsofos (ales como Jean Wahl y Maurice De Ganeillac), de manera que las ponencias de aquellos que hablaban en nombre dll surzealismo se alseraaban, por ua espacio de ocho dias, con las de aquellos que hablaban del sursealismo, por asi decitio, desde fuera. La cultura militante y la cultara wniverscaia se ddabaa cita bajo la direceibn de Ferdinand Alquié (profesor en ln Sorbona y autor de una Filesefs cel sumation), a quien Raymond Queneau debia acompaiar en la tarea a modo de ccontrapeso antiinstitucional, Pero Queneau rechazd participa cen el congreso y le toed a Alquié la tarea de encontrar un terre= ‘no comiin de entendimienco invocando sreplas de objctvidad, claridad y orden» y weriterios de una verdad que es comtin 2 todos y que buscamos todos, universtarios 0 no». Lo que los organizadores no habian previsto es que a Ceisy vinieran estudiantes extraneros que no se reconocian en el ste alismo ni en la academia, y que estaban muy decid 2 hacer oft tuna vor, gue cra 2 un tiempo post-surealista y post-académica. En efecto, nos encontribamos en la antesala del 68 y aquel vera xno habian empezado a lear 1 Eusopa los vientos contestatarios procedentes de las universidades americanas. Asi que enatzo de nosotros, el francés René Lourtu, el inglés Rober Stuart Short, él alemin Jochen Noth y yo, que en aquel momento no nos conociamos de nada, deeidimes eseebir y dfundir un documen- 12 co titulado iil surteaismo ante la calturt», donde canehulamos dliciendo que si el suztealismo queria salir del magco de la revuel- «a individual y buscar pacientemente wna perspectva histérica, deberia morder sobre el sistema de ls instituciones ~cobre todo las culturales, con sus modalidades de comunicaciéa universita ‘ins y comerciales, sus pretensiones de neutraldad y objetividad- contestando Ins reglas del juego alli donde fuera posible, por ejemplo claborando relaciones més peecisas entre teozia estéxica y teowa politica, absolutamente sepzradas entonces. Yo tuve la impresién de que nos encontrabamos ante un verdadero seaso objetivon, que constitye una de las experien- cise y oonceptos clave del surrealismo; en realidad, coalquiera que estuviera un poco iformado sobre el tema y fuera sensible las pequeias sefales de la Epoca, agoreras de grandes aconte- cimientos, se habria deco exenta de que aquel grupo de surrea- lists y profesores era completamente inadecuado con respecto alas exigencias del momento. El hecho de que nos hubiéramos reunido en Cerisy no era casual, ya que los cuatro estibamos interesados, si bien por motivos diferentes, en el surrealismo; por eso, sl tenemos en cuenta todo lo antesios, habsia que hablar mis bien de necesidad que de casualidad, Sin embargo, aquello se qued6 en un encuentro puntual, va que no volvia ver a René TLourau, que luego se aproximé al anazguismo; con Short sélo coincidi para tomat una cerveza en un pub inglés en 1968 y hace tun par de afios en Roma, mientras que de Noth no he vuelto a tener noticias directas. A pesar de lo cual, lo cierto es que aquel encuentro, de forma indirect, jugé wn papel deisivo en mi vida ‘Volviendo a Paris en tren René me hablé de la existencia de ‘otro grupo que estaba llevando adelante el proyecto revolucio- nario: era la primera vez que ofa hablar de los siteacionistas, con los que no tardasia en entrar en contacto. Hace poco tuve noti- 1s _ cia de su muerte, que tuve lugar en un tren a principios del 2000: por esa teadin, René esti para mi definitivamente asociado al ren y # lv idea de la revolucién como locomotora de la historia Tiendo por ello a ver ahora el tren bajo una luz revolucionaria, cen a cual lachillona policromia de los tere de agitacn pintados pot artistas teas la Revolucién de Octubre se une a las rsas ‘canciones de los obreros de vacaciones en los srains mages del 3, cso 6s, los tenes mediante los cuales el Frente Popular ponia en Francia al aleance de todos Ia panoramizacin del nrundo. E128 de sepriembre de ese mismo afio moria André Breton yu final era acompafiado uninimemente de das y homensjes, Jhasta el punto de levar 2 Pierre Bougeade a citar una frase de la ‘ilima pagina del Nagi: «lly a quelque chase gui ne va pass. Qué slo que no marchaba? En aquella época mi interés principal era de casicterltera- tio, Acababa de publicar mi resis de liceneiatura, La metanntela, yy me hallaba en perfeeen sintonia con el rechazo surrealista de la novela, Las obras licerarias de Breton, como Nadja 0 Eamor sees, no son novelas, sino procesos verbales poiticos de coses ‘que se dan como realmente acaecidas. El efecto-verdad de tipo documental viene ulteriormente reforzado por las forografias, ibujos y documentos que acompatian y certifican la aurentici- dad de lo que se relata en el texto escrito. Este es un aspecto esencial de Ia vanguardia: hacer de punto de encuentro entre la cultura y la experiencia vivida. No por nada se la ha considera- do como una continuscién del naturalismo. También hay que tener en eueata que mi trabajo nace en un contexto cultural, el de la escuela filos6fica de Turin de los afios sesenta, en el que zeinaba el ms radical deseneanto en lo que se refiere alas posi- bilidades de narrar la realidad segin los cinones de la gran novela de los sglos x1x y xx ~un deseneanto del que Umberto 164 Feo y Gianni Vastime consttuian las puntas emergenes. Sin ‘embargo, al tratase de una escuela de flosoiay ao de historia dea literatura, seguiavigenteen ella un fuerte énfasis en la ver dad, tambiéo, y sobre todo, porque el maestro de todos n0so- ‘wos era Luigi Pareyson, a quiea se adapean muy bien algunas de las frases inciales de In novela de Breton E/ amor la en efecto, Pareyson era aan by [en el music-hal bailar que forma parte de un conjunto} de lo severe», un ese tedxico portador de cla ves; esaba en poder de la velave de ls situactones, Me pregunto hoy, a tantos afios de distancia del Congreso de Cerisy, qué es lo que hs earnbiado en ls relaciones entre los pensadorts legtimados de la universidad y los andes, Dado {que yo siempre me he sentido parte de los primeros tanto como Ge los segundos ~raz6n por la cual he levantado temotes en ambos sectores-, esta cuestiin Gene para mi una relevancia ‘muy especial. Fr un cierto sentido me patece que la distancia entre ellos ha crecido: por un lado es un hecho que la univers dad se ha buroctatizado hasta el punta de que es ya cast impo- sible encontrar un reconocimiento que n0 sea orginico respecto de sulogicas por ott lado, la organizacién de la culta- syn ieregimentacién del sentir pibico han llegado a set tan facres y arrigndos que conviezten en irlevante el disenso. Y sin embargo nunca como ahora se han encontrado unos yottos ante un enemigo comin como el que representa a hegemonta «el mereado; tanto los pensadores institucionales como ls st sides son productores de bienes que entran dentro de una eco nomi diferente de la ordinaria y va en interés de ambos el salvar la autonomia de dicho émibito. Pero esti claro que este encuentro ~que es bien dstinto de la distbuciin de papeles stablecida en Cerisy-exige que los universarios aspen a algo sis que a una carrea bien ordenada y que los ouside se pro- 16s pongan algo mis que la formacién de una secta. Generalmente, Jo que les fata a los primeros es Ia energia emocional; y a los segundos, una percepcién realista de las dindmicas cultures. La IS+ el escindale de ba comunicacibn 1Los situcionistas no fueron munca un grupo clandestino, nan los autores de una revista que se encontraba en algunas libreras y quioseos de perdicos,exclusivameate en Francia y formaban un grupo cerado en el que se entraba por cooptacin. No se reconocian en absoluto en al téemino experimental 7 ‘30 no tenian nada que ver com las neavanguardias literarias Yaritcas delossset ant as quello se poniconaban ra calmente en contra, Tampoco desaezollaban actividades de ag tacion o de proseltimno, De hecho la cuestién cental para eos cra sLimmnto de le teora con resposan-a leaded,“ falta de ‘ua toma de conelenciarevolucionara por parte de personas y de grupos que se comportaban ya de manera insurreccioral “Entre los movimientos poltcos extremists y los sitacio nists exsta también una gran diferencia, Los primeros se si an en la perspeetiva de la azidn politica, en el gran mito que se remonta al Renacimiento y que ha consituido el aspecto esen cial de la modetnidad, Ys Hannah Arendt, en el libro La end iin bumana (1958), habla previsto la desapasicién de la Posibiidad de la actin. Alo largo de los siglos XIX y XX, ta sociedad entera se transforms en sociedad de trabajo: la ocién de uso fue sustiuida por la de consumo, Hansah Arendt, que este en los aos 50, prevé los desarollos suce- sivos de este proceso, Poco a poco las personas son expropia- Gas también desu propio tzabajo, que desde los primerossglos 166 de la modernidad habia constituido su sinies posesisn y activi- dad: la sociedad entera se transforma en una sociedad de con- sumidores, esto es, en una sociedad de trabajadores sin trabajo, Sa comentario al respecto es: «(Ciertamente no podela haber nada peorls. Aqui Arend es categtreas las <6 wel paraiso del chiladon El lugar de a aecén es ocupado por Ie comnicaciin, Los situacionistas fueron excelentes comunicadores, Pero el mito de In aceién sigue obsesionando la mente de los revolucionatios de Jos afios sesenta y setenta, y no s6lo de los asi llamados «mil- antes de bases, sino también de los main pence de la época. En Francia hay una figura que encarna por excelencia el mito ddl pensadorde accién, André Malraux, al que mayo del 68 sor- prende ¢jerciendo de ministro de cultura. Hay que leer su dis entso del 20 de junio de 1968: Malraux, el hombre de accién ‘por excelencia, resulta mucho mis licido que sus opositores"™, Aguellos que en el post-68 siguieron el mieo de la acciéa ‘erminaron necesariamente en la lochs armada y en el tezzoris- ‘mo. ;Pero la ironfa de la historia hizo que tuvieran un gran est- Jo como comunicadores! En los afos setenta se aprecia en Inglaterra una infiuencia importante y no prevista de los situacionistas con el nacimienta del park inglés. Bsto es algo que esti bien documentado en el libro de Greil Mareus, Rasa de carmin: tus bitoni cares del siglo ciedad de consumo 186. Es eurioso quel Figura de Malraux haya segudo estando prosente fen la imagnaeion de Althusser (qu decis de l costs deliantes en 32 utobiogralla, eyo tal, Eponetre ae x preciamente na frase de [Malrn) y demi amigo Jez-Feangois Tord, eayos dos aitimos bros {Benen por angumento piecsamente la figura ce Maras (Sin? Maas, axis, 1996 y Chamba, Pai, 1998), ast 5%, que me parece muy importante pars entender el modo en {gu el movimiento situacionista es recbido con interéx por parte dle ln caltra alteznativa dels aos novent,Sibien es certo que Gicharecepciindefonma en gran modi la reabdad histvica de Ia figura de Debord y de ln Internacional Siuacioniss, permite ccomprender el vnculo entre Ia insureecin staaionsta de os aos sesentay los movimentosradiles de los noventa Hablando ahota mas perconnimente, después del en- cueniro de Cerisy esebi a Debord, que me mands grat tamente todos los mers de le Intrnaional Siuaionstepbli- caddos hasta entonces. Aci que me pase fin del verano y todo 6) otofo de 1966 estudio a revista, Taté de dar a conocer sus tei en ial, enconttando waa foerrshoxsidad, ys fuera por parte de la propia revista en la que por entonces colabora- tn (Tempo Print, qe dejé de publieaese poco tempo des- puss), ya foera en el Seno de Nua agmet (no por pare de Alberto Morava, que me habla invitado a colaborar, sino por pare del otto director de ls revista, Pier Paolo Pasolini, que ~nmedintamenteeserbié uns poesa conta my poco después seria asesinado ~jn0 « manos mias en wn dvelo). Al mismo tiempo me dedigué al estudio de Ia ean revolucionasa de In cual I IS se declaabs hereders, queers ln de Is Comina de Pars, el movimiento de los Consejos Obrezos, Pannekoek, Gorter... hasta leg 4 Socaismo o Barbari, de cuya revit consegu hacerme con a coleceén completa A fines de noviembre de 1966 tava liga el escéndalo de Estrasbatgo, Junto con otos dos compalferositanos co el coche y nos plantamos all toda pris, con I idea de ratar de enteranos defo que pasiba, El primer sniacionista que cornet fue por eso el nico que estaba presente en aqiel momento en [Bstrasbango, Mastapha Khpat a quien volveria aver en ors 168 ccasiones. De él be apreciado siempre la honestidad, la finura y cl garbo de su manera de ser, por no hablar de la agadeza de sus analisis histricos. S6lo recientemente he vuelto a tener noticias suyas, de forma imprevisible ¢ indirecta, Espero que no haya suffido demasiado en su vida, Nosottns, os tes italianos, estébamos ya muy desconcerta- dos por lo que estaba pasando, pero lo estuvimos todavia mis cuando nos topamos con los documentos que nos faclitaron en los dias sucesivos, tanto los estudiantes de Estrasburgo como la propia IS. Mis dos amigos italianos tomaroa otros desroteros, [pero yo fui profundizando mis relaciones con los sitaacionistas, ‘con los que me encontrar primero en Paris y luego en Bruselas, cen el verano de 1968. Se habsan eefogiado en la capital belga para guarecerse de eventuales persecuciones y para escribir el libro sobre cl movimiento de Mayo, que firmaria Viénet. ‘Como he escrito en el libro, las telaciones con los situacio- nistas no podian ser més que whistérieas, es decis, no habia espacio para las virtudes amables y para los sentimientos perso- rales. Bl hecho de que el grupo estuviera basado en una cierta intercambiabilidad de sus miembros tendia a poner entre parén- tess ya supender (en el sensido que la fenomenologia de Husserl da al cérmino spac) toda caracteristica subjetiva. Ein realidad, tal y como he mostraco también en el libro, las cosas no eran realmente asf y esa fue una de las contsndicciones principales aque levaron a la disoluciéa del movimiento. Deberdy eh egrand sles De hecho, el distanelamiento respecto de la subjetivided era luna cualidad exclusiva de Debord y constiuia el aspecto funda. 169 ‘mental tanto de la faseinacién como de la hostlidad que suscita- ba. Durante la segunda mitad del sig veinte, Debord ha sido la ppessonificacion del gran auth, «Doctor en nada» pero maestro de los ambiciosos, amigo de los rebeldes y de los pobres, pero seeze- ‘amente admiraco por los poderosos, un hombre que suscit6 grandes emociones, pero sin embargo era fro y distanciado de si mismo y del mundo. Tal es, de hecho, la primera condicion del estilo: el distanciamiento, la lejania, la suspensién de los afectos desordenados, de la emotividad inmediata, de las pasiones sin reno. Debord ha sido una figura clisica, en absoluto romantica Eldistanciamiento en el caso de Debord se manifesta antes que nada en forma de una completa y total extrafiera frente al mundo de la universidad, de la ediciin, del periodismo, de la politica y de los meus; frente a todo el etabieent cultura, Debord nutte el mis profundo disgusto y el mis radical despre- cio. No menos absolua es su tepugnancia por todo lo munda- ro, por la frivolidad snob gue coquetea con el extremismo revolucionario -el asi lamado «radieal chic». A fin de cuentas tanto desdén no reposa ni tan siquiers sobre el confort de un patrimonio heredado: en este sentido Debord afitma haber ‘nacido virtwalmente arruinadlos. Ea una época en que los ambiciosos estin dispuestos a todo por el poder politica y el dinero, la estrategia de Debord hace pslanea sobre un solo fac- tor: la admiracién que su modo de ser suscita en aquellos que ‘consideran el poder politico y el dinero como beneficios secun- darios con respecto a la excelencia y su reconocimiento. El tipo de superioridad a a que aspira esta estrategia no es muy diferen- te de aquella que anhelaban algunos filésofos antiguos, como Diogenes, para los cuales la coherencia entee los principios y la conducta consticuia lo esencial. Sin embargo, la fuente de donde bebe no es tanto de dpo ético como estética: es en la revuelta postica y anistica donde hay que buscar la tradicién en cuyo seno se sita Debord, Dicha tadicidn, que encontré en las van- _guardias del siglo veinte un desartollo extraordinati, se zemon- ta nada menos que al Medioevo: el gran poeta francés del siglo xv, Frangois Villon, represeaté el modelo de un encuentro ‘entre culturn y conductas alternativas (y en su €as0 incluso efi ‘minales) que se ha transmitido a través de los siglos. ‘A todo esto se afiade también la lejania de todas las ongani- zaciones y tendencias politco-revolucionatias predominantes en la época, El camino que eligid Debord lo condajo @ un total rechazo de cuslquier posicién leninista trotskista, maoista y er ceetmundista. AI mismo tiempo, sin embargo, Debord también tomé distancias con respecto al anarquismo, que abindona al ser bumano al capricho individual: para él no enbe dada de que el punto més alto de la teoria revolucionaria lo aleanz6 Marx, no Bakunin. Si por epolticn» se entiende Ia distincién entre «amigon y venemigo», unida al esfuerzo de ampliar el nimero de Jos primeros, hay en Debord un radical eapoliticismo» que con- duce al aslamiento, Esta, por otra parte, fue una de las razones aque llevazon a la ruptuea de mi relaci6n con él en la primavera de 1969, To cierto es que la aprobacién y la afectividad obrenidas a través de la simpatia, de! acuerdo de la buena disposicién para ccon los demas no eran cosas que entraran en absoluco dentro del estilo de Debord, que en este punto seguia la opinién de [Nietzsche segin la cual «el graa estilo excluye al ageadables. En tuna época que ha hecho de lo adaptable y de la desenvoltura las ‘cualidades mas apreciadas, Debord se pone frente a sus con- emporineos con asperezs, con rudeza y hoy por hoy es el Sinico estilo que sigue siendo eapaz de suscitar interés y de exci- tar la pasiéin. Escribe: «Yo no he ido jams en busca de nadie a ninguna parte. Mi cireulo se compone de aquellos que han veni- do mut praprie y han sabido hacerse acepeary. De hecho aquello ‘no impidi6 que en tomo a Debord, al menos en Ia segunda mitad de los afios sesenta, se formase una socialidad que se reconoeia en un proyecto teérien y en un estilo de vida. Tal y como he escrito, en la IS regia una especie de responsabilidad colectiva por la cual las afirmaciones teérieas y la conducta de cada uno co-implicaban automiticamente a todos los dems. Semejante caracteristica, que parece reproclucir uno de los aspectos especificos de ls sects religiosas, en el caso espeeifi- 0 de ls IS ticne un signifeado estético que nos setroteae al tema de Ia importancia del elemento constretvo y vinculante del estilo: como escribe Nietzsche, el estilo implica una anulze cidn de las particulasidades individuales, un profundo s de la disciplina, ciert_ repugnancia-ante-cualquier desondenada y castica, Sin embargo, estas exigencias, qu ‘correspondian a la perfeccvin con la manera de ser de Debord, no se llevaban tan bien con el temperamento de ottos mem. bros de la 1S que, o bien eran mucho mis expansivos y extro- ‘vertidos, 0 bien estaban privados de genialidad y expiry cteativo; pero sobre todo se llevaban muy mal cont los rasgos dominantes del movimiento contestatario, en el que confluian, por un lado, el vitalismo subjetivo y cl espontaneismo mis, impulsvo y, por el otro, la mis tétrica y antiestétice servidum- ‘bre poliiea de marca estalinisa. Todo lo eual explica el hecho de que fueran tan pocos los que eaptaran de verdad el mensaje ‘de la IS a fines dl 68 en Roma no eran mis de tres personas las que recibfan In revista y 20 mas de una veintena en toda Italia! Baseaba ser un simple lector de I 1S para percbir algo de las alas cualidades estéieas de toda la empresa. Bastaba lect lt, revista para tener In sensacién de formar parte de la élite de lt 1m evolucidn mundial: en efeeto, los siruacionistas formabaa una red internacional en cuyo seno uno se movia con un talante, ta a cpio sts meme ia entre modelos estéticos y modelos politicos es luna marca constitutiva del estilo Barroco, que no por eastalidad es un constante punto de referencia pars Debord: en particular, le merece atencion y respeto la figura de Baltasar Graelin, que es quien, en su Ordos manual, supo delinear mejor que nadie todos Jos aspectos del «gran estilo, sustrayéndolo a todo clasi- cismo absteacto y sumergiéndolo en las querells y contingen- cias historias. Sin embargo, incluso en mayor medida que Graciin, seri el enemigo de Richelieu y de Mazatino, el cirde- nal de Retz, quien ocuparé la imaginacién de Debord. Ea una carta del 24/de diciembre de 1968 me escribe: «Me gusta mucho la cit de las Memorias de Rew", no s6lo porque toque fos temas de Ia eimaginacién al podem y de «tomad vuesteos deseos por realidades, sino también porque hay en verdad un parentesco divertida entre Ia Fronda de 1648 y el mayo (@e 1968): son los dos dinicos grandes movimientos que han estallado en Paris como respuesta inmediata a amstas:y tanto cl uno como el otro con barticada, 187, Se refiere a la cta dl Cardenal de Rete que eneabeza el capiralo Ssobie ab. lucha en a elle del Iibro Eri sacar emits eda sexpacine dé ge no les ene en cusrt, porque la cot es a das pero le suplieo que me permits decste que se les debe tener muy en cuenta toda vez que ellos se enen an egenta a mismos pats todo. Han legad a este extremo: conten a no tener en cuenta a wuestoos ee ‘its yl desjracia es que su fuer2seoasiste cn su iaginacion: yen ver Ahad se pede decir que, al eontatio de todas las demas formas de poder, cuando han legedo hasta cierto punto, pueden todo lo que crea poder, IN. del La tadicién subversiva dentto de la cual se inscribe Debord tiene por eso mis que ver con la barroca-anrigua del tiranicidio que con la mis moderna de las tevoluciones politico-sociales: el (68le recuerda la Fronda, no ala Revolucion francesa ~y menos akin a la Revoluciéa masz Por hacer un parangéin con el carde- ral que animé la Fronda, hay en Debord una prictica de la ver- dad que pertenece al Rete escritor, pero no al Retz hombre de accién, Obviamente es ficil preservar Ia propia integridad en la soledad o dentro de ua estrctsimo circulo de amigos: otra cosa ‘muy distnta es tener traro con todo tipo de gente y luchar por cl poder en plena guerra eivil donde todos saben que esti en juego Ia misma vida! Elagran estilo» de las Memeriae de Retz con- siste sobre todo en la distancia que el autor guarda con respecto ‘sf mismo, asf como en la desprejuicada sinceridad con que lexpone las més seeretas motivaciones de sus aeciones, tambien cuando dicha sinceridad data su reputacid; desde luego, de donde no procede su «gran estilo» es de las historias que cuenta Se tats por asi decirlo de un wgran estilo» post fstom,alejado ya de la flagrancia de Ia accién: en los urdires, incriges, conjuras, tuaiciones y complots de todo tipo, Retz no es distinto de sus enemigos J, si sus planes no resultan, el fracaso sucede desde luego contra lo que era su intencién y su desco. Muy distinto es el caso de Debord, en el eval la estétca de la lucha se configura, al menos desde fines de los aos sesenta, como una estética de Ia dereota, casi como si cada éxito contuviera un elemento de iremediable vulgaridad, La guetrs era para él el dominio no sélo del peligro, sino tambiéa de la desilusi6n. Yo siempre barrunté vagumente esa enscura melancolia que, por su expreso reconocimiento, acompaaé su vida: y he visto a que trigcas € inevitables consecvencis leva el rodear el fracaso de una aurcola de triste esplendor. Por exo, por muy grande que sea la admiza 14

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