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EL ROL DEL ANCIANO

Es bastante aliviador que el Dios de los primeros días siga siendo el mismo hoy y
siempre (Stg. 1:17), ya que dejó en su Palabra principios y aplicaciones que
marcan la pauta para saber cómo debemos vivir hoy, en medio de un mundo
relativista y rebelde.
Hemos recorrido seis años desde que el Señor nos llevó a construir una
comunidad local y desde entonces, hemos sido testigos de su cuidado y su
enseñanza constante, que siempre nos invita a sumergirnos en su Palabra y
descubrir tesoros que son más valiosos que la plata o el oro, que son
fundamentales porque nos indican hacia dónde seguir y qué decisiones tomar,
para su gloria y el beneficio del grupo de creyentes que somos.
Recientemente, se ha despertado en nosotros la inquietud por la conformación de
la iglesia, como representante del Señor en esta tierra y reflejo del orden que
hemos visto desde las primeras páginas de las Escrituras.
Este texto da cuenta de un pequeño recorrido bíblico que hicimos para conocer un
poco más sobre la figura del anciano y sus funciones dentro de la iglesia local. Ha
sido muy provechoso para nosotros porque nos ha llevado una vez más a
comprender que nuestro Dios ama el orden y anhela que se realice un trabajo en
equipo entre creyentes para que la carga no recaiga sobre uno solo (o unos
pocos), y así, se evite el desánimo y la frustración.
Esperamos poder generar un espacio de diálogo a partir de esta breve reflexión.
EL ANCIANO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El término “anciano” aparece por primera vez en el libro de Génesis para referirse
a personas mayores en cuanto a edad (Gn. 25:8; 43:27).
Sin embargo, la palabra toma un nuevo sentido desde Éxodo, cuando hay una
nación que depende de una promesa y que la identifican como el pueblo de Dios,
la cual espera la liberación de la opresión de Egipto, pero no pierde su orden tribal:
cada anciano (del hebreo ‫ ז ֵָקן‬zaqen, ‘persona que tiene autoridad’) es el líder de
cada tribu. Ellos tienen la tarea de acompañar a Moisés ante Faraón (Éx. 3:16,
18), convocar al pueblo para recibir el mensaje del Señor (Éx. 4:29) y transmitirles
las indicaciones para la Pascua a las personas (Éx. 2:21). Entonces, es evidente
su importancia como líderes que deben comunicar el mensaje de Dios, bajo la
dirección de Moisés y Aarón.

Cuando vieron la mano poderosa del Señor al liberar al pueblo, Moisés cumplió la
función de juez ante todas las personas de Israel, por lo cual “[juzgaba] al pueblo;
y el pueblo [estaba] delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde” (Éx.
18:13), hasta que su suegro Jetro, anciano y sacerdote de Madián, le comunicó su
preocupación: “No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también
este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no
podrás hacerlo tú solo” (vv. 17-18). Entonces, le aconsejó que eligiera un grupo de
hombres de la comunidad con ciertas características:
• Varones de virtud, del hebreo, ‫( חַ יִל‬chayil), que significa ‘virtud, rectitud,
integridad e idoneidad’.
• Temerosos de Dios, del hebreo, ‫( י ֵָרא‬yaré), que significa ‘temeroso, piadoso,
que teme a Dios, religioso’.
• Varones de verdad, del hebreo ‫'( אֱ מֶ ת‬emeth), que significa ‘honradez,
rectitud, integridad de mente’.
• Que aborrezcan la avaricia, del hebreo ‫( בֶ צַ ע‬betsá), que significa odiar la
‘ganancia injusta’, la cual se obtiene por sobornos o cualquier otra clase de
fraudes.
Así que Moisés siguió el consejo de su suegro (24): siguió siendo la autoridad
que presentaba los asuntos delante de Dios (Éx. 18:19), pero contaba con un
grupo de hombres idóneos para juzgar al pueblo en todo tiempo, con el fin de que
su carga fuera más ligera, pues ellos la llevaban junto con él. Eran jefes de
millares, de centenas, de cincuenta y de diez. (vv. 21-22).
En adelante, se presentan muchos pasajes donde se ve que los ancianos le
comunicaron al pueblo las órdenes que Moisés recibía de parte del Señor (Éx.
19:7-8; 24:1-2); fueron los delegados cuando Moisés fue al encuentro con Él (Éx.
24:14); eran los responsables de presentar y matar el becerro ante el tabernáculo,
cuando el pueblo pecaba sin darse cuenta (Lv. 4:13-15).
A pesar del orden que se había instaurado para juzgar los asuntos del pueblo,
Moisés se sentía agobiado por la actitud del mismo, por lo cual se quejó ante el
Señor: “¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en
tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a
todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como
lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De
dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí,
diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este
pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego
que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal” (Nm.
11:11-15). Por esta razón, el Señor le dijo que reuniera 70 ancianos del pueblo (de
los que ya se habían escogido previamente), pues iba a tomar del espíritu que
había en Moisés para dárselo a ellos también, de manera que pudieran llevar la
carga con él (vv. 16-17).
La Ley describe detalladamente cuál es el rol del cuerpo de ancianos dentro de la
comunidad de Israel:
• Exponer el pecado de un asesino y castigarlo, así estuviera en una ciudad
de refugio (Dt. 19:11-13).
• Eximir la responsabilidad de su propia comunidad cuando encontraban un
cadáver a campo abierto y no se sabía quién era al asesino (Dt. 21:1-9).
• Atender a los padres de un hijo incorregible y matarlo a pedradas (Dt.
21:18-21).
• Deliberar cuando se ponía en tela de juicio la honra de una mujer recién
casada (Dt. 22:13-22).
• Junto con los sacerdotes, eran los responsables de leerle la Ley al pueblo
durante el año de Liberación (cada siete años) y durante el Festival de las
Enramadas para que “oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden
de cumplir todas las palabras de esta ley” (Dt. 31:9-13).
Después del tiempo de servicio de Moisés, la presencia del cuerpo de ancianos
en la comunidad de Israel fue un hecho constante. Hubo ancianos durante el
tiempo de Josué (Jos. 23), de los jueces de Israel (Jue. 11:1-11; 21:16-22), de
Samuel (1 Sam. 8:1-5; 11:1-4; 16:4-5), de los reyes (2 Sam. 19:11-12; 1 R. 8:1-3;
12:6-8, 2 R. 6:32; 23:1, Is. 3:14-15; Jer. 19:1-3), durante el cautiverio (Lam. 1:19;
5:14, Ez. 8:12) y el retorno (Esd. 5:3-5; 6:13-15).
LOS ANCIANOS EN LA IGLESIA DEL SEÑOR
En el Nuevo Testamento, la palabra griega para anciano es πρεσβύτερος
(presbyteros) y tiene varias connotaciones: la primera hace referencia a los judíos,
a los miembros del gran concilio o Sanedrín, quienes no compartían las
declaraciones y enseñanzas de Jesús, por lo que planeaban matarlo, junto con los
principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa (Mt. 16:21; 21:23; Mc.
14:47; Lc. 9:22; 22:52). Presbyteros también se refiere a quienes manejaban
asuntos públicos y administraban justicia en ciudades separadas.

Una tercera connotación sobre anciano es respecto a quienes presidían las


asambleas (o iglesias), el cual es el tema que nos concierne en esta ocasión. Es
importante aclarar que la palabra πρεσβύτερος (presbyteros) es intercambiable
con las siguientes palabras griegas:
• ἐπίσκοπος (episkopos), que habla sobre el hombre que tiene el deber de
asegurarse de que las cosas se hagan correctamente con otros. Cualquier
curador, guardián o superintendente. También puede hacer referencia al anciano o
supervisor de una iglesia cristiana (Hch. 20:28, Fil, 1:1, 1 Ti. 3:2, 2 Ti. 4:22, Tit.
1:7; 3:15).
• ποιμήν (poimēn), se refiere a una metáfora sobre la persona que preside,
administra o dirige cualquier asamblea, así como también se refiere a Cristo, la
cabeza de la iglesia. En el caso de la comunidad, se puede hablar de los
supervisores de las asambleas cristianas:
Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a
Antioquía. Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha
gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. En
aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y
levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que
vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de
Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron
enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron,
enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo (Hch. 11:25:30).
Es la primera vez en el libro de Hechos que se menciona el término ‘anciano’. Los
hermanos de Antioquia les envían una ofrenda a sus hermanos de Judea, la cual
debe llegar a los ancianos.
A partir de entonces, empezamos a ver que en sus viajes misioneros, Pablo y
Bernabé permanecían cierto tiempo con una comunidad local, hacían discípulos,
los afirmaban y por último:
• Ayunaban con los que iban a ser los ancianos (del gr. νηστεία, nēsteia, que
significa ‘hacer ayuno como un ejercicio religioso’).
• Oraban con ellos (del gr. προσεύχομαι, proseuchomai, que significa ‘ofrecer
oraciones’).
• Constituían (del gr. χειροτονέω, cheirotoneō, que significa ‘elegir, crear,
nombrar o designar’) ancianos en cada congregación.
• Los encomendaban (del gr. παρατίθημι, paratithēmi, ‘confiar o comprometer
a alguien con un cargo o una responsabilidad’) al Señor (Hch. 14:21-23).
Este proceso de elección de ancianos debía hacerse con base en una serie de
características que Pablo expresó claramente en sus cartas a Timoteo y Tito (1 Ti.
3:1-7; Tit. 1:5-9). Según estos dos pasajes, un anciano, etimológicamente, debe
ser:
A nivel personal:
• Amable (ἐπιεικής, epieikēs): 1) decente, correcto, idóneo; 2) equitativo,
justo, afable.
• Amante de lo bueno:
-Bueno (ἀγαθός, agathos): a) de constitución o naturaleza buena, b) útil,
beneficioso, c) excelente, distinguido, d) recto, honorable.
• Apacible (ἄμαχος, amachos): no polémico, que se abstiene de pelear.
• Decoroso (κόσμιος,kosmios): vive con decoro, con una vida bien ordenada.
• Dueño de sí mismo (ἐγκρατής, egkratēs): se controla a sí mismo, mesurado,
que se contiene.
• No avaro: (ἀφιλάργυρος, aphilargyros): no ama el dinero, sin codicia.
• No codicioso de ganancias deshonestas (αἰσχροκερδής, aischrokerdēs): no
está ávido de dinero sucio.
• No dado al vino (πάροινος, paroinos): no borracho.
• No irascible (ὀργίλος, orgilos): no propenso a la ira.
• No pendenciero (πλήκτης, plēktēs): 1) no bravucón; 2) no beligerante,
discutidor, peleón.
• No soberbio (αὐθάδης, authadēs): no se agrada a sí mismo, no es
voluntarioso ni arrogante.
• Prudente (σώφρων, sōphrōn): 1) de mente sana, sensata, responsable. En
sus cinco sentidos; 2) domina los deseos e impulsos personales. Tiene auto-
control, mesurado.
• Sobrio (νηφάλιος, nēphalios): 1) serio, mesurado; 2) se abstiene del vino del
todo o por lo menos, en su uso inmoderado.
• Santo (ὅσιος, hosios): piadoso ante Dios, adorador piadoso del Señor.
A nivel familiar:
• Que gobierne bien su casa:
-Gobernar (προΐστημι, proïstēmi): ponerse enfrente de: a) estar por encima de, b)
supervisar, presidir, c) ser protector o guardián, ofrecer ayuda, d) cuidar, prestar
atención a.
-Bien (καλῶς, kalōs): de forma hermosa, excelente, con precisión, bien: a)
correctamente, de manera que no haya lugar para la culpa, bien, verdaderamente,
b) de forma excelente, noblemente, c) de forma honorable, en honor.
-Casa (οἶκος, oikos): a) una casa habitada, hogar, b) todas las personas que
forman una familia.
• Marido de una sola mujer.
• Que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad:
-Sujeción (ὑποταγή, hypotagē): a) el acto de someterse, b) sujeción, obediencia.
-Honestidad (σεμνότης, semnotēs): honor, pureza, honradez.
• Que tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de
rebeldía:
-Creyente (πιστός, pistos): confiable, fiel: a) que se puede confiar en él/ella.
-Disolución (ἀσωτία, asōtia): una vida abandonada, entregada a los vicios.
-Rebeldía (ἀνυπότακτος, anypotaktos): no puede sujetarse al control,
desobediente, indisciplinado, difícil de controlar, insumiso.
• Hospedador (φιλόξενος, philoxenos): hospitalario, generoso con los
invitados.
A nivel eclesial:
• No un neófito (νεόφυτος, neophytos): recién plantado: a) un nuevo
convertido (que se ha convertido recientemente a Cristo).
• Apto para enseñar (διδακτικός, didaktikos): apto y hábil en la enseñanza.
• Irreprensible, como administrador de Dios:
-Irreprensible (ἀνεπίλημπτος, anepilēmptos): no se puede arrestar ni censurar. 2)
irreprochable.
-Administrador (οἰκονόμος, oikonomos): cabeza y maestro de la teocracia
cristiana.
• Justo (δίκαιος, dikaios): darle a cada uno lo que merece y en un sentido
judicial, quien hace juicio justo sobre otros, sea que lo exprese en palabras o que
lo muestre en su manera de tratarlos.
• Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada:
-Retenedor (ἀντέχω, antechō): que se pega a.
-Fiel (πιστός, pistos): confiable, fiel: a) que se puede confiar en él.
• Que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que
contradicen.
-Exhortar (παρακαλέω, parakaleō): dirigir, hablar, que puede hacerse a modo de
exhortación, súplica, consolación, instrucción, etc. a) instruir, enseñar.
-Sana (ὑγιαίνω, hygiainō): aquel cuya opinión cristiana está libre de cualquier
mezcla con el error.
-Convencer: (ἐλέγχω, elegchō): referente a la exposición y refutación de falsos
maestros del cristianismo.
-Los que contradicen (ἀντιλέγω, antilegō): oponerse a, negarse a obedecer,
declararse en contra de alguien, rehusarse a tener algo que ver con.
A nivel social:
• Que tenga buen testimonio de los de afuera
-Buen (καλός, kalos): bueno en su sustancia y naturaleza, hecho a la medida para
engendrar el bien.
-Testimonio (μαρτυρία, martyria): en un sentido ético, el testimonio respecto al
carácter de alguien.
-Afuera (ἔξωθεν, exōthen): quienes no pertenecen a la iglesia cristiana.
Acabamos de ver las características de los ancianos, pero ahora veremos las
funciones de los mismos dentro de la iglesia:

• Cuidarse a sí mismos y cuidar al pueblo de Dios, lo cual incluye alimentarlo


y pastorearlo (Hch. 20:28).
• Cuidar del rebaño que Dios les ha encomendado. Deben hacerlo con gusto,
no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino
porque están deseosos de servir a Dios (1 Pe. 5:1-2).
• No deben abusar de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo,
sino que deben guiarlos con su buen ejemplo (1 Pe. 5:3).
• Retener la palabra fiel, tal como ha sido enseñada (Tit. 1:9).
• Exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen (Tit. 1:9).
• Ir, orar por los miembros de la iglesia que estén enfermos y ungirlos con
aceite. “Una oración ofrecida con fe, sanará al enfermo, y el Señor hará que se
recupere; y si ha cometido pecados, será perdonado” (Stg. 5:14-15).
En el Nuevo Testamento, la figura y la función del cuerpo de ancianos se ve en
momentos en los que la pureza doctrinal se vio amenazada, como cuando llegaron
algunos de Jerusalén hasta Antioquía para decirles a los creyentes que debían
circuncidarse para ser salvos (Hch. 15:1). Por esta razón, Pablo y Bernabé (los
plantadores de esa iglesia) discutieron con ellos y fueron enviados junto con otros
hermanos a Jerusalén para tratar ese asunto con los apóstoles y ancianos.
Después de una seria discusión, acordaron obedecer al Espíritu Santo y no
imponerles más cargas a los hermanos (refiriéndose a la circuncisión), pero sí
hacerles énfasis en que se abstuvieran de “lo sacrificado a los ídolos, de sangre,
de ahogado y de fornicación” (vv. 28-29).
En este caso, fue fundamental que los supervisores de la iglesia se reunieran y
escucharan la voz de Dios mediante su palabra para tomar decisiones a favor de
la conservación de la doctrina y la unidad de la iglesia del Señor. Después,
enviaron a Judas y a Silas para que fueran con el grupo de hermanos de
Antioquía, reunieran a la congregación y leyeran la carta, producto del concilio. Tal
decisión causó regocijo por la consolación” (vv. 30-31).
Como vimos anteriormente, el apóstol Pablo siempre dejaba un cuerpo de
ancianos en las iglesias que plantaba y mantenía una comunicación constante con
ellos. Antes de llegar a Jerusalén en su último viaje, mandó a llamar a los
ancianos de la iglesia de Éfeso para que se reunieran en Mileto. Allí, se despidió
de ellos y les dijo: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida
entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de
vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para
arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años,
de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora,
hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder
para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hch. 20:28-32).
Él sabía cuán importante era el papel de los ancianos para la defensa de la sana
doctrina y el cuidado de los hermanos, en medio de un ambiente hostil y de falsos
maestros. Había una relación tan profunda entre Pablo y el cuerpo de ancianos
que, “hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban,
doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su
rostro” (vv. 37-38).
A lo largo del ministerio del apóstol, se puede ver una actitud de liderazgo y
sumisión. La primera era evidente en las iglesias que había plantado y que
cuidaba con tanto celo; la segunda, con los apóstoles y ancianos de Jerusalén, a
quienes siempre les rendía cuentas y los tenía presentes en su toma de
decisiones. Al llegar a Jerusalén, después de su despedida en Mileto, Pablo se
reunió con los ancianos de la iglesia y “les presentó informe detallado de las cosas
que Dios había realizado entre los gentiles mediante su ministerio” (Hch. 21:18-
19).
¿CUÁL DEBE SER LA ACTITUD DE LA IGLESIA RESPECTO A LOS
ANCIANOS?
Ya que el cuerpo de ancianos tiene una responsabilidad tan grande en cuanto a la
predicación, la enseñanza, el cuidado y el acompañamiento de los creyentes de la
comunidad local, la Biblia hace énfasis en la actitud que la grey debe tener hacia
ellos: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor,
mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Ti. 5:17).
¿Qué haría que algunos ancianos fueran dignos de doble honor? El mismo
versículo nos responde: “Los que trabajan en predicar y enseñar” conforme a la
sana doctrina. Entonces, es un hecho que la congregación le debe honra y respeto
a sus ancianos, debe reconocer su buen trabajo y esfuerzo. Además, los
creyentes deben “acordarse de sus pastores, que les hablaron la palabra de Dios;
y considerar cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitar su fe” (He. 13:7).
El apóstol Pedro les habla específicamente a los jóvenes de la congregación:
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros,
revestíos de humildad; porque: ‘Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes’” (1 Pe. 5:5). En conclusión, la comunidad debe tener una actitud de
sumisión y respeto hacia sus ancianos.
Si bien los ancianos de la iglesia deben ser hombres idóneos para la tarea que
Dios les ha encomendado, también es cierto que son personas y por lo tanto,
individuos con tendencia a fallar. Por esta razón, la Palabra también le ofrece
pautas a la iglesia para que sepa qué hacer en cuanto a la conducta de sus
supervisores, obispos o pastores cuando toman decisiones que no se ajustan al
carácter de Dios y a su Palabra. Pablo le dice a Timoteo, el encargado de la
iglesia de Éfeso: “no reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre” (1 Ti.
5:1). Reprender viene del griego ἐπιπλήσσω (epiplēssō) que significa ‘regañar con
palabras, censurar, reprochar’ y es justamente lo que no se debe hacer con un
anciano que ha fallado. Más bien, le dice que lo exhorte, palabra que viene del
griego παρακαλέω (parakaleō) y significa ‘dirigirse a, hablar’. Según el texto,
pareciera que es el pastor titular la persona que debe llamar al orden al anciano y
debe hablarle como a un padre, metáfora que se usa para rescatar la importancia
de la honra y la reverencia que se le debe al progenitor.
Ahora, es posible que un hermano tenga algo en contra de un anciano, por lo que
el apóstol instruye a su hijo en la fe: “no escuches ninguna acusación contra un
anciano, a menos que haya dos o tres testigos que la confirmen. Los que están en
pecado deberían ser reprendidos delante de toda la congregación, lo cual servirá
de firme advertencia a todos los demás” (1 Ti. 5:19-20). Quiere decir que hay un
conducto regular: si un hermano tiene algo en contra de un anciano, debe
expresárselo al pastor titular, siempre y cuando cuente con dos o tres testigos. En
caso de que la acusación sea cierta y el anciano “esté en pecado”, Pablo dice que
debería ser reprendido en público (Mat 18:15-17), para su beneficio personal y
como lección para los miembros de la iglesia. Para que otros miembros de la
iglesia tengan un temor saludable de ofender (Deu 13:11).
EL ANCIANO Y EL DIÁCONO
Pablo hace una diferenciación entre estos dos cargos al interior de la iglesia local,
los cuales son necesarios para que haya orden y distinción de funciones. La
palabra diácono viene del griego διάκονος (diakonos) que significa ‘alguien que
ejecuta las órdenes de alguien más; que, por virtud del oficio que se le asignó en
la iglesia, cuida al pobre, y se hace cargo del dinero recolectado para este fin y lo
distribuye’.
La primera vez que se menciona esta función en el Nuevo Testamento es en
Hechos 6, cuando los creyentes griegos empezaron a murmurar contra los
hebreos porque estaban desatendiendo a sus viudas en la distribución diaria, por
lo cual los apóstoles decidieron que debía buscar “a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de
este trabajo” (v. 3). Los elegidos fueron: “Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu
Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito
de Antioquía” (v. 5), quienes se presentaron ante los apóstoles y ellos les
impusieron las manos (v. 6).
Toda esta situación se generó por una razón que les dieron los apóstoles a los
creyentes: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las
mesas” (v. 2). Los 12 reconocen que no pueden dedicarse a hacer múltiples
tareas, ya que su prioridad era la oración y el ministerio de la palabra (v. 4). Este
es el motivo por el que surge la figura del diácono, el cual se instituyó en las
iglesias locales del Nuevo Testamento, lo cual se ve en la carta a los Filipenses,
cuando Pablo y Timoteo saludan a los obispos y diáconos de esa comunidad (1:1).
Así como los ancianos, los diáconos deben tener unas características básicas
para desarrollar sus funciones y, a diferencia de los ancianos, puede haber
diáconos mujeres. Al hombre le exige que sea:
• Honesto (σεμνός, semnos): ser venerado por su carácter, honorable.
• Sin doblez (δίλογος, dilogos): que no sea mentiroso, que no diga una cosa
ante una persona y otra cosa ante otra, para intentar engañar.
• No dado a mucho vino.
• No codicioso de ganancias deshonestas.
• Que guarde el misterio de la fe con limpia conciencia.
• Marido de una sola mujer.
• Que gobierne bien sus hijos y su casa.
Por su parte, la mujer diácono debe ser:
• Honesta.
• No calumniadora (διάβολος, diabolos): que no sea propensa a difamar, a
acusar falsamente.
• Sobria
• Fiel en todo.
Además, dice que deben ser “evaluados cuidadosamente antes de ser nombrados
como diáconos. Si pasan el examen, entonces que sirvan como diáconos” (1 Ti.
3:10). “Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso,
y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús” (v. 13).
En síntesis, los diáconos son un grupo de hermanos y hermanas que está sujeto a
los ancianos y se ocupa del área del servicio a los hermanos necesitados de la
comunidad local, para que los ancianos puedan dedicarse a la oración, la
enseñanza bíblica y el acompañamiento de los miembros de la iglesia, ya que
deben ser aptos para enseñar; mientras que los diáconos deben estar dispuestos
a servir.
Por último, Pablo le ordena a Timoteo: “nunca te apresures a nombrar a un líder
de la iglesia. No participes en los pecados de los demás. Mantente puro” (1
Timoteo 5:22).
CONCLUSIONES FINALES DEL TEMA DEL ANCIANO
• Desde el Antiguo Testamento, Dios diseñó un equipo de trabajo (el cuerpo
de ancianos) para que la carga no recayera sobre una sola persona, ya que podría
agotarse y desanimarse en su ministerio.
• La figura del anciano la instauró el Señor para el cuidado de los líderes de
la iglesia y de la congregación,
• El cuerpo de ancianos tiene grandes responsabilidades, pues debe orar,
enseñar la Palabra, animar a los hermanos, exhortarlos continuamente. Por esta
razón, necesita ciertas características que le permitan tener autoridad y ser
ejemplo para su esposa, su familia, sus hermanos y el entorno donde vive.
• La iglesia le debe honor, sumisión y respeto a sus ancianos, debido al
cuidado que le prodiga.
• Cuando el anciano falla, el pastor titular debe llamarlo al orden, si es
necesario en público, ya que es una figura ejemplar para el resto de la iglesia
local.
• Dios también estableció al cuerpo de diáconos como un grupo de hombres
y mujeres que está sujeto a los ancianos y se dedica al cuidado de las personas
más necesitadas de la comunidad, de modo que se ocupan de esta área
específica del servicio para que los ancianos se dediquen al cuidado pastoral y lo
hagan con eficacia.
• La selección de las personas para el cuerpo de anciano y el diaconado no
debe hacerse a la ligera. Debe ser un proceso guiado por Dios y producto de
conocer a los candidatos, debido a la gran responsabilidad que tienen ante la
comunidad. Particularmente, los diáconos deben someterse a un periodo de
prueba, para saber si son idóneos para asumir este cargo.

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